1. Falkland Islands Government Presentation
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Managua, Nicaragua. May-June 2016.
GOBIERNO DE LAS ISLAS FALKLAND
PRESENTACIÓN DE LA SRTA KRYSTEEN ORMOND, JUEZA DE PAZ
REPRESENTANTE DEL GOBIERNO DE LAS ISLAS FAKLAND ANTE LAS NACIONES UNIDAS
DADO ANTE EL SEMINARIO REGIONAL DEL PACÍFICO DEL COMITÉ ESPECIAL DE LOS 24 MANAGUA,
NICARAGUA, 31 MAYO – 2 JUNIO 2016
Señor Presidente, damas y caballeros:
Me complace estar aquí en Managua para el Seminario Regional del Pacífico y les agradezco la
oportunidad que me dan de hablar hoy sobre las Islas Falkland. Estoy aquí como representante de las
Islas Falkland y me dirijo a todos ustedes a nombre del Gobierno de las Islas Falkland.
El tema de este año es la “Aplicación del Tercer Decenio Internacional para la eliminación del
colonialismo: las Naciones Unidas hace un balance de la agenda de descolonización”. Personalmente,
lo encuentro un tema muy conmovedor; a los veintisiete años de edad, me encuentro en la tercera
década de mi vida, y la he vivido no a la sombra de la Guerra de las Falkland sino más bien en su
estela. Con esto me refiero no simplemente a la estela en el sentido de las ondas que deja un barco,
sino que también a los sentimientos de cambio y reconstrucción después de un evento inesperado. En
la década de 1980, los habitantes de las Islas Falkland empezaron a darse cuenta de que había una
forma muy diferente de vivir y una visión nueva de cómo podría y debería ser el futuro.
Mi abuelo nació en las islas en 1926, y el mes pasado habría cumplido 90 años de edad. Mi madre
nació en 1962, y aun cuando estoy segura de que no le va a hacer gracia que yo le diga a este
seminario su edad, ahora tiene 53. Yo, como he dicho, tengo 27. Se estarán preguntando porqué
estoy hoy hablándoles de tres generaciones de mi árbol genealógico, pero les ruego tengan un poco
más de paciencia.
Cuando nació mi abuelo, el estatus político de las Islas Falkland era el de una colonia de Gran Bretaña.
En 1962, y por lo tanto cuando nació mi madre, se les llamaba dependencia británica. Finalmente, en
1985, se promulgó la Constitución de las Islas Falkland, y yo nací en 1988. Un cambio de nomenclatura
en el 2002 me permite dirigirme hoy, a todos ustedes, como ciudadana de un territorio británico de
ultramar.
En solamente tres generaciones de mi familia, las Islas Falkland han pasado por un proceso de
crecimiento político, desarrollo cultural y descolonización.
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Managua, Nicaragua. May-June 2016.
Estoy segura de que muchos de ustedes en este seminario habrán escuchado mucho sobre las Islas
Falkland; espero que parte de esto sea verdadero e interesante, pero, lamentablemente, me imagino
que parte de lo que han escuchado representa erróneamente la realidad de mi patria.
Desde el punto de vista económico, las Islas Falkland son autosuficientes, recaudamos nuestros
propios impuestos y financiamos nuestros propios servicios. No enviamos impuestos u otros fondos al
Gobierno del Reino Unido y tampoco recibimos grandes subsidios a costa de los contribuyentes del
Reino Unido, como algunos podrían hacerles creer. Quizá se pregunten adónde van estos fondos. En
una comunidad de casi 3000 personas: ¿En qué podríamos gastar el dinero?
Primero que nada, tenemos un excelente sistema de salud pública, el que es gratis al momento de
usarlo para los pacientes con derecho a recibirlo. En los casos en los que nuestro servicio de salud no
pueda auxiliar a un paciente que requiera cuidado por una enfermedad grave o crónica, tenemos
sistemas establecidos y podemos financiar el cuidado en el extranjero de ese paciente, incluidos el
viaje, el alojamiento y las cuentas médicas, sin costo para la persona.
Tenemos educación universal gratuita hasta la finalización de una licenciatura. Nuestros estudiantes
viajan al extranjero, no solo al Reino Unido sino que también a Canadá y Australia, financiados
exclusivamente por el Gobierno de las Islas Falkland. Según estudios recientes, entre el 70 y 75 % de
estos estudiantes retorna a las islas dentro de cinco años después de haber terminado sus estudios.
No existe obligación contractual, simplemente los estudiantes quieren devolver la contribución a una
comunidad que financió su propio desarrollo personal. Yo puedo dar fe de esto ya que estudié en el
extranjero; en el Reino Unido, Brasil y Argentina, antes de volver a mi tierra.
La solidez de nuestra economía nos permite entregar tales servicios a las personas que viven,
trabajan, forman familias y se jubilan en las Islas Falkland. El 60 % de nuestro PIB proviene de la venta
de licencias de pesca, y el 2008 un grupo de científicos independientes describió a nuestra industria
como “una de las mejores administradas en el mundo”, en términos de investigación científica,
inversión en la industria, supervisión regulativa y aplicación de leyes. Nuestro próspero sector
turístico recibe a más de 60 000 visitantes al año, principalmente de cruceros. Muy pocos otros
lugares en el mundo se pueden jactar de recibir veinte veces su población en número de visitantes al
año.
El sector agropecuario ha sido el pilar de nuestra economía por casi 250 años. Las innovaciones en las
líneas sanguíneas, las técnicas relacionadas con los pastizales y el pastoreo y la operación de un
matadero con certificación de la UE significan que las Islas Falkland están, año por años, exportando
más productos cárneos, y de más alta calidad, al resto del mundo.
Recientemente vivimos el término de una fase exploratoria de la actividad relacionada con los
hidrocarburos. Aún faltan muchos años para que las Islas Falkland sean una nación exportadora de
petróleo, pero ya hemos invertido mucho en investigación marina para que podamos desarrollar una
industria que complemente al sector pesquero y al turismo, en vez de perjudicarlos. Nos
enorgullecemos de cuidar la naturaleza y nos esforzamos mucho para proteger nuestro
medioambiente y mares puros.
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Damas y caballeros, ya les mencioné mi temor de que ustedes hayan escuchado mentiras sobre mi
patria. Una de esas mentiras, creo, es la insinuación de que los isleños son una población implantada y
de que somos nada más que un conjunto de ciudadanos británicos blancos, enviados desde Londres,
como lugartenientes coloniales.
En nuestro Censo del 2012, había representantes de 36 identidades nacionales y nacidos en 60 países.
Somos una sociedad realmente multicultural, con comunidades de Filipinas, Chile, Zimbabue,
Argentina y Rusia (por nombrar algunas), y todos viven felices en comunidad. El inglés es nuestro
idioma oficial, pero al igual que en cualquier capital vibrante, al caminar por sus calles o en el
supermercado uno se encuentra con los sonidos de otros idiomas tales como el tagalo, el español, el
georgiano y el shona mezclándose entre ellos.
Esta sociedad multicultural es una representación clara de la naturaleza básica de asentarse; la gente
viene de lejos a un lugar nuevo, forma su vida y construye su hogar. No había una población nativa en
las Islas Falkland antes del asentamiento británico. Quizá el asentarse en un archipiélago vacío
condujo a las acusaciones de una población implantada, pero por supuesto, las personas de cualquier
nacionalidad que llegaran a las Falkland habrían sido colonos, ante la ausencia de una población
nativa. Y así la población de las Falkland ha crecido y prosperado. Somos un pueblo con nuestro
propio y singular pasado y nuestra propia y singular cultura que se alimenta de los legados diversos y
compartidos de las nacionalidades que se han establecido aquí.
Tanto la Carta de las Naciones Unidas como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales salvaguardan el mismo principio
clave: “Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación; en virtud de este derecho,
determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y
cultural”. Las personas de las Islas Falkland somos exactamente eso: somos un pueblo. Hay algunos,
talvez incluso en esta misma sala hoy, que podrían hacerles creer que no somos un pueblo; pueden
plantear la idea que los isleños son un grupo de personas en un lugar, pero que eso no equivale a ser
un pueblo.
Esto yo lo rebato.
Nosotros somos un pueblo.
Mi propio legado es principalmente escoces, aunque hay un poco de escandinavo en mi árbol
genealógico. Mi ahijado es malasio, escoces, chileno e isleño, por partes iguales. No me identifico con
la vida en Inglaterra porque no crecí ahí; no me identifico como inglesa porque no nací en Inglaterra.
Soy de las Islas Falkland; y también lo son mis pares. Tenemos derecho a participar en la toma de
decisiones sobre nuestro propio futuro. Cada hombre, mujer y niño en el mundo tiene ese derecho.
Las Islas Falkland son una sociedad justa y democrática. Se celebran elecciones generales cada cuatro
años para elegir a nuestra Asamblea Legislativa, la que está compuesta de ocho miembros. Son
elegidos, democráticamente, desde la comunidad a la que se presentan para servir. La reforma
constitucional del 2009 delegó más poder de autonomía a la Asamblea Legislativa. Estas ocho
personas aprueban nuestras leyes, deciden las políticas de nuestro Gobierno y dirigen nuestro país.
Aun cuando las leyes que el Gobierno redacta y aprueba puedan seguir los principios de otras
sociedades desarrolladas, éstas son nuestras, para nuestras islas y nuestra comunidad. El Gobierno del
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Reino Unido apoya solamente a las islas en términos de defensa y relaciones exteriores. Nuestro
Gobierno es autónomo.
Lo que les he descrito, damas y caballeros presentes hoy, es un país con un sistema democrático y
político que es además libre y justo. Una nación que es autosuficiente económicamente hablando y
autónoma internamente. Un país que está orgulloso de apoyar a su gente y de invertir en sus jóvenes.
Un país que reconoce y respalda los pactos internaciones y que respeta los principios de los derechos
humanos. Les he descrito una nación moderna y vibrante con una población que sabe que lo quiere
de la vida y para su futuro.
Señor Presidente, damas y caballeros: ¿Les suena esto a colonia? A mí, no.
La libre determinación es más que un principio internacional potencialmente abstracto; es un derecho
humano básico. Es mi derecho, el derecho de mi familia y el derecho de mis pares en la comunidad
elegir libremente nuestro propio futuro. Es el derecho a decir “yo elijo esto”. Es el derecho a organizar
un referendo libre, justo y democrático y demostrar al mundo que nuestro estatus de territorio
británico de ultramar existe por elección y no por colonización.
El Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas tiene la poco envidiable tarea de
erradicar el colonialismo en tiempos modernos. Las dificultades que acarrea tal cometido no le quita
en lo absoluto importancia a la misión. Como una joven que ha crecido formada por el principio de la
libre determinación de todas las personas, el concepto del colonialismo en la era moderna es difícil
para mí de asimilar. No vivo en una colonia. Cada diccionario que he consultado meticulosamente (no
solamente en inglés sino que en español también, para ser igualitaria) hace referencia a que una
colonia es un territorio bajo la subyugación de una potencia, más grande que el territorio en cuestión;
y muy lejos, sin libertad para decidir su propio futuro. Señor Presidente, damas y caballeros,
permítanme reiterarlo, yo no vivo en una colonia.
Los miembros de este seminario y también los miembros que asistan a la sesión en Nueva York en
unas semanas, habrán escuchado el caso de las Islas Falkland descrito como una “situación colonial
especial y particular”, debido a la disputa sobre la soberanía de las islas. Esta es una forma eufemística
de decir que en realidad no importa lo que piensen las personas de las Islas Falkland sobre el proceso
de descolonización y que en realidad no importa que ya hayamos sido descolonizados. Argentina
mantiene su reclamo por las Islas Falkland, así es que es un poquito más fácil decir que las Falkland
son una “situación colonial especial” que no puede ser resuelta hasta que se solucione la disputa de
soberanía, que abordar los hechos: nosotros no somos una colonia, la libre determinación es un
derecho aplicable a las personas de las Islas Falkland y la labor del Comité Especial de Descolonización
ha terminado en lo que respecta a las Islas Falkland.
Las personas de las Islas Falkland han hablado, han votado, han viajado a este seminario año tras año
para decirles a todos ustedes exactamente lo que les acabo de decir. Nosotros no somos una colonia.
Nuestro único deseo ahora es que acepten esta verdad y que nos permitan continuar con el desarrollo
de nuestro país y de nuestra sociedad como lo creamos conveniente y decidir nuestro propio futuro
como está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas.
Señor Presidente, gracias por permitirme dirigirme a este semanario hoy.
Srta. Krysteen Ormond, jueza de paz
Representante del Gobierno de las Islas Falkland ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas