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APERENDER A MANEJAR LOS CELOS
Los celos, ¿dónde está el límite?
¿El monstruo de ojos verdes o la sombra del amor?
¡Oh, cuídese, mi señor de los celos! Son el monstruo de ojos verdes, que se
burla de la carne de la que se alimenta.
SHAKESPEARE, OTELO
Aquel que no está celoso no está enamorado.
SAN AGUSTÍN
Los celos son el dragón del paraíso: el infierno del cielo: y la más amarga de
las emociones porque está asociada con la más dulce.
A. R. ORAGE, ON LOVE
"Me encontré agazapado en los arbustos siguiendo con la vista cada uno de
los movimientos que se traslucían a través de las cortinas de la ventana de su
habitación iluminada. Sabía que su novio estaba allí y esa certeza me
provocaba un dolor insoportable. Era una fría noche de invierno, y de vez en
cuando lloviznaba. Me dije a mí mismo: 'Sé que soy un adulto sano,
responsable y controlado. ¿Qué es lo que me está pasando? ¿Me he vuelto
totalmente loco?'. Y sin embargo seguí agazapado en esos arbustos durante
horas. No me fui de allí hasta que las luces de la habitación se apagaron. Algo
más fuerte que yo me mantuvo hipnotizado, con la vista fija en la luz y en ella.
Nunca en mi vida me sentí tan cerca de la locura."
"Aunque sabía que nuestra relación estaba terminada todavía experimentaba
sentimientos muy fuertes por él. Un día lo vi en la tienda a la que solíamos ir a
hacer las compras cuando vivíamos juntos. Estaba con una rubia platinada tipo
Los Ángeles, de ésas que se pasan horas eligiendo su atuendo. Estaba
maquillada a la perfección y cada pelo de su cabeza estaba donde debía estar.
Yo sabía que mi aspecto era el de una vagabunda, tenía la nariz congestionada
por un resfrío, y el pelo grasoso y sin lavar. Creo que simplemente enloquecí.
Fui hasta él, le di un rodillazo en las pelotas, le rompí el sombrero que tenía en
la mano y salí corriendo. Me metí en su auto -que por alguna razón había
quedado abierto- y comencé a llorar sin poder contenerme. Nunca había
llorado de esa manera en mi vida. Pensé que estaba perdiendo la cabeza."
El hombre del primer párrafo y la mujer del segundo describen experiencias
intensas que tienen varias cosas en común. Son experiencias extremas y no
habituales, entrañan una pérdida de control y desembocan en la sensación de
estar volviéndose loco. Estos son, justamente, tres rasgos característicos de
los celos.
¿Qué son los celos sentimentales?
La palabra celos deriva del término griego zelos, que significa emulación, celo y
celos, y denota intensidad en los sentimientos.
Esta guía no está dedicado a los celos en general, sino a los celos
sentimentales: los que aparecen en el contexto de una relación sentimental.
La expresión "celos sentimentales" significa cosas diferentes para las
diferentes personas. Evoca una variedad de imágenes, explicaciones y
definiciones. Veamos algunos ejemplos.
"Son una emoción difícil de controlar que es producto del temor a perder
una persona importante a manos de alguna otra persona."
"Es lo que se siente cuando uno teme estar perdiendo una relación importante."
"Es el sentimiento de estar siendo traicionado por alguien en quien uno confía."
"Es cuando algún otro mira a una persona que yo amo de la manera que yo la
miro."
"Es cuando uno está inseguro de su relación o de sí mismo, y siente que no es
lo bastante hombre."
"Cuando amas a alguien pero el amor que sentían por ti ha desaparecido."
A LOS CELOS
¡Oh niebla del estado más sereno,
Furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
De verde prado en oloroso seno!
¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
Que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
De la amorosa espuela duro freno!
¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
Vuélvete al lugar triste donde estabas,
O al reino (si allá cabes) del espanto;
Mas no cabrás allá, que pues ha tanto
Que comes de ti mismo y no te acabas,
Mayor debes de ser que el mismo infierno.
¿Cuál es su definición personal de los celos sentimentales?
He planteado esta pregunta a casi mil personas y recibí tantas definiciones
como personas interrogué. Las definiciones personales que acabo de
transcribir, por ejemplo, fueron propuestas por reclusos que cumplían condenas
de prisión por haber cometido crímenes relacionados con los celos.
Es evidente que no podemos dar por sentado sin más que todo el mundo sabe
lo que son los celos; por eso, me gustaría aportar la siguiente definición: Los
celos son una respuesta a lo que se percibe como una amenaza que se cierne
sobre una relación considerada valiosa o sobre su calidad.
Los celos son una respuesta compleja que tiene componentes internos y
externos. El componente interno de los celos incluye ciertas emociones,
pensamientos y síntomas físicos que a menudo no son visibles para el mundo
externo.
Las emociones asociadas con los celos pueden incluir dolor, ira, rabia, envidia,
tristeza, miedo, pena y humillación. Los pensamientos asociados con los celos
pueden incluir re sentimiento ("¿Cómo pudiste haberme mentido así?"),
autoincriminación ("¿Cómo pude haber sido tan ciego, tan estúpido, tan
confiado?"), comparación con el rival ("No soy tan atractiva, seductora,
inteligente, exitosa."), preocupación por la propia imagen ante los demás
("Todo el mundo sabe y se ríe de mí."), o auto-conmiseración ("Estoy
completamente solo en el mundo, nadie me ama.") Entre los síntomas físicos
asociados con los celos se puede mencionar la afluencia de sangre a la
cabeza, manos que tiemblan y transpiran, dificultades para respirar, retortijones
de estómago, sensación de desvanecimiento, taquicardia, y problemas para
conciliar el sueño o para dormir.
El componente externo de los celos es más claramente visible para el mundo
externo y se expresa en distintos tipos de comportamientos: por ejemplo,
hablar abiertamente del problema, gritar, llorar, esforzarse por ignorar el tema,
usar el humor, tomar represalias, dejar a la otra persona o recurrir a la
violencia.
El hecho de que en los celos se pueda distinguir tanto un componente interno
como un componente externo tiene mucha importancia para el modo de
hacerles frente. Aun cuando podamos modificar en cierta medida el
componente interno, tenemos un control relativamente pobre sobre él,
especialmente en lo tocante a nuestras respuestas emocionales y físicas: "Me
gustaría mostrarme sereno y racional, pero el dolor es demasiado grande".
"Estaba ahí de pie como un idiota, ruborizado, y no podía hacer nada para
evitarlo." De alguna manera tenemos más control sobre nuestros
pensamientos. En realidad, la premisa de la teoría cognitiva, de la que
hablaremos más adelante, es que podemos cambiar nuestros sentimientos
cambiando nuestros pensamientos.
Tenemos mucho más control sobre el componente ex terno de los celos que
sobre el interno. No siempre nos damos cuenta de esto (y aun cuando nos
demos cuenta no siempre queremos admitirlo), pero podemos decidir hablar
sobre nuestros sentimientos, reímos de todo el asunto, abrir nuestros
corazones, sufrir en silencio y secretamente o en voz alta y visiblemente,
dejamos arrebatar por la ira, salirnos de la relación, inspirarle celos a nuestro
compañero o romper platos.
Volveremos a este punto más adelante, durante la discusión de las diversas
técnicas para hacer frente a los celos. Por ahora, baste decir que si usted se
está sintiendo abrumado por los celos conviene que recuerde que si bien no
estamos en condiciones de controlar completamente lo que sentimos cuando
estamos celosos, al cambiar nuestros pensamientos podemos evitar que ese
complejo de sentimientos nos controle a nosotros. Más aún, tenemos un control
significativo sobre lo que decidimos hacer con respecto a nuestros celos.
La respuesta celosa se desencadena cuando se percibe una amenaza a una
relación. La amenaza percibida puede ser real o imaginada, del mismo modo
que la relación misma puede ser real o imaginada. Si un hombre piensa que su
es posa está interesada en otros hombres, aun en el caso de que la amenaza
sea producto de su propia imaginación desatada, va a responder poniéndose
intensamente celoso. (Volveremos a este ejemplo cuando analicemos los celos
normales y los anormales.) Por otra parte, si una mujer tiene una relación
estrecha con otro hombre pero el esposo se siente seguro en su matrimonio y
no se considera amenazado por esa amistad, no es probable que responda
poniéndose celoso.
Una pareja con la que trabajé hace poco representa un buen ejemplo de cómo
los celos pueden aparecer como respuesta a una amenaza imaginada. El
esposo, un hombre de aspecto común y corriente que se casó con una mujer
muy hermosa trece años menor que él, estaba convencido de que todos los
hombres que miraban a su esposa la deseaban. Como no se sentía seguro de
su propio atractivo, cada vez que ella salía de la casa lo asaltaba el terror de
que conociera a algún otro hombre y lo dejara. Su esposa le era fiel y estaba
comprometida con su matrimonio; cuan do se conocieron a ella le encantó el
hecho de que él la pusiera en un pedestal, y la intensa atracción que sentía por
ella. Sin embargo, con el tiempo descubrió que los celos de su marido se
hacían cada vez más molestos y sofocantes. Cuando la pareja acudió a mí en
busca de ayuda, ella planteó que necesitaba alejarse de él, no porque
careciera de atractivos, ni tampoco porque hubiera conocido a un hombre más
atractivo, sino porque la forma en que él la celaba le resultaba sofocante.
Otra pareja nos aporta un ejemplo de cómo el no percibir una situación como
una amenaza puede actuar como un amortiguador contra los celos. En este
caso el marido era un swinger.
* Se llama así en los Estados Unidos a las personas afectas al sexo grupal o
los intercambios de parejas sexuales. En los países de habla castellana se ha
popularizado el uso del término en inglés (N. del T).
Le encantaban las fiestas con intercambios de parejas sexuales e incluso las
orgías, pero a su esposa no. Durante años solía ir a estos encuentros sexuales
solo, costumbre de la que su esposa estaba perfectamente enterada. Si bien a
ella la idea de la promiscuidad sexual le disgustaba, aceptaba el hecho de que
esto era algo sumamente importante para su esposo y que él no lo hacía con el
propósito de poner en entredicho su matrimonio ni su relación con ella.
Después de años de este arreglo, la esposa tuvo un amorío. La actitud que
adoptó el esposo fue hacerse amigo del amante y aceptarlo como parte de la
familia. Afirmaba que el amante no era una amenaza para su matrimonio. Por
añadidura, el hecho de que su esposa tuviera un amante lo hacía sentirse más
libre para continuar sus propias hazañas sexuales. Aun en caso de que
pongamos en duda la afirmación del esposo de que no estaba celoso, es
evidente que su respuesta a lo que para la mayor parte de las personas es un
poderoso desencadenante de los celos fue muy moderada.
La relación que desencadena la respuesta celosa tiene que ser considerada
valiosa. Y puede serlo de diferentes maneras. Si una mujer no puede soportar
a su esposo y éste sólo le inspira sentimientos de repugnancia, no es probable
que la revelación de que está involucrado en un amorío le provoque, en y por sí
misma, demasiados celos. Sin embargo, para esta mujer, perder a su esposo
por otra mujer puede constituir una amenaza para su imagen pública, su nivel
de vida y su estilo de vida en general. El matrimonio puede no ser
afectivamente valioso para ella, pero puede tener un valor económico o social.
El siguiente es uno de esos casos. Pone en evidencia que el potencial para los
celos puede existir en una relación que sólo tiene un valor superfluo, incluso
después de que la relación ha terminado.
Una mujer rica que estaba desesperada por liberarse de su matrimonio logró
por fin su propósito, con un gran coste financiero. Pero aunque tuvo que dejarle
la casa a su esposo, estaba contenta de haberse librado de él. Tiempo
después, una noche en que pasaba en su auto por delante de la casa, vio la
sombra de una mujer proyectada en una cortina y se sintió atravesada por unos
celos tremendos.
¿Percibía acaso una amenaza a su matrimonio? Obvia mente no, porque el
matrimonio se había disuelto. ¿Su matrimonio era afectivamente valioso para
ella como relación amorosa? Obviamente no, ya que era ella la que más se
había empeñado y sacrificado para librarse de él. Sin embargo, cuando vio la
sombra de la mujer sintió celos. Los celos, como sabemos, son una reacción a
lo que se percibe como una amenaza que se cierne sobre una relación
valorada o sobre su calidad. La mujer estaba respondiendo a la amenaza que
se cernía sobre la percepción que ella tenía de su relación con su esposo.
En su mente ella se veía como superior a su esposo y consideraba que tenía
más poder en la relación que los unía. Después de todo, ¿no fue ella la que lo
echó a él de su matrimonio y de su vida? Y ahora aquel despreciable vago ya
había encontrado otra mujer con la que vivir mientras ella todavía estaba sola.
Lo que la enfurecía todavía más era que ellos dos estaban "dentro" y ella
"fuera" de la casa "de ella". La otra mujer aparecía como una amenaza, pero no
para su matrimonio tal cual había sido sino más bien para su percepción de su
matrimonio.
Este último ejemplo nos permite apreciar la complejidad de la respuesta que
representan los celos. Como mujer rica que era, experimentaba posesividad
(se trataba de "su" marido y "su" casa), exclusión (ellos estaban "adentro" y ella
estaba "afuera"), competitividad (su esposo tenía a alguien y ella no), y envidia
(quería tener una relación como la que él tenía).
Para algunas personas, el componente más fuerte de los celos es el temor a
ser abandonado: "Se va a enamorar de ella, me va a dejar, y yo me voy a
quedar sola". Para otras el componente primario es el desprestigio: "¿Cómo
pudiste humillarme delante de todo el mundo flirteando abiertamente con esta
puerca'?". Algunos sienten que el aspecto más doloroso es la traición: "¿Cómo
pudo alguien en quien yo con fiaba mentirme y traicionarme así'?". Para otros,
el componente primario es la competitividad: "Si se enamoró de él es porque
debe ser mejor amante que yo", o bien "¿Cómo pudo enamorarse de esta
porquería?". Y están también aquellos para quienes el componente primario es
la envidia: "Ojalá yo fuera tan esbelta y guapa como ella", o "tuviera tanto éxito
profesional como él".
Cuando uno describe una situación de intensos celos suele confundir su
respuesta con la magnitud de la amenaza que la situación realmente presenta.
Es posible, por ejemplo, que uno reaccione como si el flirteo "escandaloso" de
su compañero en la fiesta implicase que éste lo va a abandonar por aquella
otra persona cuando en realidad lo que el flirteo provoca es cierta molestia.
Cuando uno analiza la amenaza con realismo ("¿Qué probabilidad existe de
que su marido vaya a abandonarla por esta otra mujer?"), la intensidad de los
celos que se experimentan invariablemente disminuye.
La predisposición a los celos
Aunque se presentan de maneras diferentes y se experimentan con diversos
grados de intensidad, los celos siempre son el resultado de una interacción
entre una cierta predisposición y un acontecimiento preciso que actúa como
desencadenante.
La predisposición a los celos depende de la cultura en la que vivimos: así como
algunas culturas alientan los celos, otras los desalientan. Depende de nuestro
contexto familiar: es probable que un hombre cuya madre le fue infiel a su
padre o cuyos padres tenían violentas explosiones de celos tenga una
predisposición mucho mayor a los celos que un hombre cuyos padres se
sentían seguros de su mutuo amor. Depende de nuestra constelación familiar:
es probable que una mujer que creció a la sombra de una hermana más bonita
o más brillante tenga una mayor predisposición a los celos que una mujer que
fue la niña favorita de la familia. También depende de nuestras experiencias en
las relaciones íntimas: es probable que una persona que fue traicionada por un
compañero en quien confiaba desarrolle después una mayor predisposición a
los celos.
Cierta predisposición a los celos podría no expresarse nunca si no ocurre un
acontecimiento que la desencadene. Para una persona con una predisposición
inusualmente alta a los celos, ese acontecimiento puede ser tan nimio como la
mirada que su compañero le dispensa a una persona desconocida y atractiva
que se le cruza en el camino. Sin embargo, para la mayoría de la gente, lo que
opera como desencadenante de los celos es algún acontecimiento mucho más
serio, como el descubrimiento de que el compañero está involucrado en un
amorío ilícito. Para una persona con una predisposición inusualmente baja a
los celos casi ningún acontecimiento, salvo la ruptura de la relación, es capaz
de activar la respuesta celosa.
Como he comentado en el prefacio, a lo largo de esta guía presentaré cinco
enfoques de los celos sentimentales. Cada uno pone de relieve un aspecto
diferente de la predisposición a los celos.
El enfoque psico-dinámico se centra en una pregunta: ¿por qué algunas
personas tienen una predisposición inusualmente alta, o baja, a los celos? Su
hipótesis es que la respuesta se encuentra en las experiencias infantiles de
esas personas.
En el enfoque sistémico la pregunta es: ¿qué sucede en ciertas relaciones que
hace aumentar o disminuir la predisposición a los celos en la pareja? Su
hipótesis es que la res puesta se encuentra en los patrones recurrentes en las
interacciones de esas parejas.
La pregunta del enfoque conductista es: ¿qué es lo que hace aumentar la
predisposición individual a comportarse celosamente? Su hipótesis es que la
respuesta está en las conductas aprendidas.
En el enfoque psicosocial la pregunta que se plantea es: ¿qué efectos tiene la
cultura sobre la predisposición de las personas a los celos? La hipótesis es que
la respuesta está en las normas culturales, que son las que definen qué
perciben las personas como amenazantes y cuáles son las respuestas que
consideran apropiadas.
En el enfoque socio-biológico se plantea la siguiente pregunta: ¿cómo han
moldeado las fuerzas evolutivas de la selección natural la predisposición innata
a los celos de los hombres y las mujeres? Y supone que la respuesta está en
las diferencias universales entre los sexos que existen en la mayoría de las
sociedades humanas y en el mundo animal.
Celos y envidia
Al definir los celos es importante distinguirlos de la envidia. A pesar de que en
el uso cotidiano la confusión entre ambos es frecuente, los celos y la envidia
son psicológicamente muy diferentes. Por lo general, la envidia involucra a dos
personas. La persona envidiosa quiere algo que le pertenece a la otra persona,
y no quiere que esa otra persona lo tenga. El objeto de la envidia puede ser el
compañero de la otra persona, una buena relación, un rasgo deseable como la
belleza o la inteligencia, una posesión, el éxito o la popularidad. Los celos, en
cambio, involucran por lo general a tres personas. La persona afectada por los
celos está respondiendo a lo que percibe como una amenaza que un tercero
representa para una relación que ella considera valiosa. Esto es válido aun en
el caso de que el tercero exista sólo en la imaginación de la persona celosa.
La envidia y los celos están en sintonía con dos de las condiciones más
básicas de la existencia humana. La envidia está conectada con el no tener.
Los celos están conectados con el tener.
La gente tiende a confundir la envidia con los celos, pero no a la inversa. ¿Le
diría usted a su marido que al verlo con su antigua novia siente envidia o que
se pone celosa?
¿Diría que está celosa de una amiga que acaba de heredar una fortuna, o que
la envidia? Si usted es como la mayoría las personas se describiría en ambos
casos como celosa, aun que lo que realmente siente en el segundo caso es
envidia.
Si esta transposición ocurre con frecuencia, es porque la envidia tiende a estar
cargada de una connotación más negativa: resulta menos mitigada por el amor
que los celos. En tanto que los celos son una respuesta a una amenaza que se
cierne sobre una relación Considerada valiosa, la envidia es una expresión de
hostilidad hacia alguien a quien se percibe como superior y un deseo que
apunta no sólo a la posesión de esa ventaja sino a la destrucción de ese
superior.
Las diferentes actitudes hacia los celos y la envidia se han estudiado en
muchos países. Una investigación que compara las reacciones a los celos y a
la envidia en siete países (Hungría, Irlanda, México, Holanda, la Unión
Soviética, Yugoslavia y Estados Unidos) muestra reacciones semejantes a los
celos y a la envidia en todos ellos.
Silos celos y la envidia son tan diferentes, ¿por qué la gente los confunde con
tanta frecuencia? Parte de la razón reside en el hecho de que la respuesta
Celosa incluye, en muchos casos, un componente de envidia. Por ejemplo, es
probable que un hombre que está celoso porque su esposa está teniendo un
amorío con su mejor amigo, sienta envidia del éxito que su amigo tiene con su
esposa.
Por otra parte, los celos y la envidia se originan en etapas diferentes de nuestro
desarrollo psíquico. Como veremos más adelante, al analizar las raíces
inconscientes de los celos, éstos se originan primordialmente en las
experiencias emocionales que los niños tienen durante la etapa edípica,
alrededor de los tres años de edad. La envidia, por su parte, se origina mucho
antes, durante las primeras semanas de vida del niño.
Según Freud, durante la etapa edípica los niños experimentan los primeros
indicios de sexualidad Sus impulsos sexuales se dirigen hacia la persona más
cercana del sexo opuesto En el caso de un niño, la madre. En el caso de una
niña, el padre. El niño quiere que la madre sea para él. Desgraciadamente,
tiene un competidor muy fuerte: el padre. El competidor es más grande y más
fuerte y tiene además otras ventajas de modo que el niño "pierde" la
competencia. (A través de un proceso similar, la niña "pierde" al padre a manos
de la madre.) Cuando el niño se vuelve adulto, cada vez que por obra de un
tercero se cierne una amenaza sobre una relación sentimental valorada, la
antigua y dolorosa herida vuelve a abrirse y se experimenta como celos.
La envidia, según la analista de niños Melanie Klein, se desarrolla durante el
período que va desde el nacimiento hasta el primer año de vida y es una
respuesta a la dependencia e indefensión totales del niño respecto de la
madre. "Des de el comienzo de su vida el niño acude a la madre para
satisfacer todas sus necesidades", escribió Melanie Klein. El pecho materno,
hacia el cual están dirigidos los deseos del niño, es sentido instintivamente no
sólo como una fuente de nutrición sino como la fuente de la vida misma.
No obstante, en la primera relación del bebé con la madre se introduce
inevitablemente un elemento de frustración, porque "aun en el caso de que se
sienta satisfactoriamente alimentado, ello de ninguna manera reemplaza la
unidad prenatal con la madre". La frustración e indefensión que el niño
hambriento experimenta son las raíces de la envidia. El bebé "envidia" a su
madre por el poder que ella tiene de alimentarlo o privarlo del alimento. En su
frustración, quiere devorar la fuente de su alimento y del poder de ella: el
pecho.
Aun en el caso de que no aceptemos la idea de Melanie Klein de que el bebé
"envidia" el poder que su madre tiene de alimentarlo, podemos sí aceptar la
idea de que ese primer vínculo con la madre contiene los elementos
fundamentales de la futura relación del bebé con el mundo. Si el vínculo es
amoroso y satisfactorio, el bebé desarrollará un sentido básico de seguridad y
confianza hacia la gente. Si el vínculo no es ni amoroso ni satisfactorio, se
desarrollarán una inseguridad y una envidia pro fundamente arraigadas y el
bebé se convertirá con el tiempo en un adulto envidioso. Cada vez que la
envidia se desencadena en un adulto de esas características, las heridas de la
primera infancia se reabren con todo su poder destructivo.
Melanie Klein piensa que los celos se basan en la envidia, pero que de todos
modos son muy diferentes de ella. La distinción que ella establece entre ambos
es similar a la que planteamos aquí: "La envidia es el sentimiento de enfado
porque otra persona posee y disfruta algo deseable, y el impulso envidioso
apunta a despojarla de ese algo o echarlo a perder". Los celos, por su parte,
conciernen a la relación de la persona con por lo menos otras dos personas, "y
se relacionan principalmente con un amor que el individuo siente que le
corresponde y le ha sido arrebatado, o bien está a punto de serle arrebatado".
La envidia, según la describe Melanie Klein, es una emoción anterior, más
primitiva y más destructiva que los celos. Es diferente del deseo que impulsa a
los celos, en el que se trata de proteger la relación o de recuperar al ser ama
do. Cuando en una situación de celos hay un componente de envidia éste se
manifiesta como impulso de destruir a la persona que goza de la ventaja
envidiada, sea ésta el rival o el amado, que tiene el poder de hacernos felices y
prefiere no ejercerlo.
Celos normales y celos anormales
Después de definir los celos sentimentales y diferenciarlos de la envidia es
preciso que hagamos otra distinción no menos importante entre celos normales
y anormales. El análisis de los celos anormales nos llevará a considerar
algunas de las formas más extremas que pueden adoptar los celos y a algunas
de sus consecuencias más dramáticas.
Los celos han producido dolor, dramas y tragedias a lo largo de la historia. Una
amplia gama de acontecimientos hostiles, amargos y dolorosos han sido
atribuidos a los celos: asesinato, agresión, odio, disminución de la autoestima,
depresión, suicidio e intentos de suicidio, esposas golpeadas, destrucción de
relaciones amorosas, problemas conyugales y divorcios. Una investigación de
alcance nacional hecha en Estados Unidos por consejeros matrimoniales indica
que los celos son un problema que se presenta en una tercera parte de todas
las parejas que acuden a solicitar una terapia conyugal.
La mayoría de las personas describe los celos como una experiencia "loca" y
extremadamente dolorosa. Una mujer que participó en mis talleres dedicados a
los celos afirmó que éstos representaban la experiencia más dolorosa que le
había tocado vivir:
"Lo intenté todo para tratar de controlarlos de alguna manera, pero
nada, nada funciona. Ahora, lo único que me queda es la lobotomía.
Y créame que la idea me tienta. No creo que pueda seguir viviendo
con todo ese dolor a cuestas."
No es raro que aun aquellas personas que experimentan los celos en forma
extrema y a pesar de ello tienen suficiente control de sí mismas como para no
incurrir en actos de verdadera violencia fantaseen con ese recurso. Una mujer
que vio a su ex marido con su nueva esposa, que además había sido su mejor
amiga, recuerda:
"Un día, mientras estacionaba mi auto, los vi en su nuevo coche
deportivo que estaba estacionado exactamente delante de mí. Era
un auto que él nunca me había dejado manejar y ahora ella lo
estaba usando. La rabia me encegueció. Me quedé sentada ahí,
tratando de controlarme. Imaginé que ponía mi auto en marcha,
apretaba a fon do el acelerador e iba directo a chocarlos con la
mayor velocidad y potencia posibles. Podía sentir el impacto del
choque en mi cuerpo y oír el estruendo del metal y los vidrios
haciéndose añicos... No sé qué fuerza me ayudó a controlar el
impulso de destruir todo."
Casi todos nos hemos enfrentado a los celos en algún momento de nuestras
vidas, aun cuando no los consideremos un problema. Cualquiera que haya
experimentado celos intensamente es consciente del poder y la potencial
destructividad que éstos entrañan. Esto ayuda a explicar nuestra fascinación
con las historias que cuentan las barbaridades que algunas personas se ven
impulsadas a hacer por obra de los celos. Una de esas historias se refiere a
una mujer de edad mediana cuyo esposo la abandonó por una mujer más
joven. Con la ayuda de un amigo, la esposa ofendida secuestró a su rival a
punta de pistola, le afeitó la cabeza, la desnudó, la cubrió de brea y plumas, y
la liberó en el basural de la ciudad. Leí la historia en el periódico y con
posterioridad se la oí repetir una y otra vez, con gran regocijo, a mujeres que se
identificaban con la venganza de la esposa abandonada.
Lo cierto es que tendemos a mostrarnos más comprensivos con la gente que
comete crímenes "con la sangre caliente" motivada por los celos que con la
gente que comete crímenes a sangre fría motivada por la codicia. Podemos
sentir una cierta identificación con el amante traicionado que "con sumó su
venganza" y se atrevió a hacer algo que la mayoría veríamos como una
venganza merecida contra nuestro compañero infiel o contra el intruso que nos
robó el corazón de nuestro compañero.
En ciertos países hasta la ley trata los "crímenes pasionales" con relativa
lenidad. En un caso famoso que ocurrió hace algunos años en Italia, un hombre
que sospechaba que su esposa le estaba siendo infiel compró un revólver y se
fue en su coche desde Roma, donde vivía, a Milán, donde tenía motivos para
sospechar que su esposa estaba con su amante. Llegó a Milán, descubrió a su
esposa y a su amante en la cama, los mató a tiros, y en el juicio fue declarado
inocente sobre la base de que habría cometido el crimen en estado de emoción
violenta.
¿Son los celos una forma de locura? Volviendo a los ejemplos presentados al
comienzo de esta sección, podemos preguntarnos: ¿está sano un hombre que
se agazapa entre los arbustos en medio de una noche lluviosa para espiar a
una mujer? ¿Qué diríamos de una mujer que le da un puntapié a un hombre en
la entrepierna, o de la que cubre a otra mujer con brea y plumas? ¿Qué
diríamos de un hombre que mata a dos personas en un ataque de celos?
Tal como lo ponen en evidencia estos ejemplos, los celos merodean la zona
gris que se extiende entre la salud mental y la locura. Algunas reacciones a los
celos son tan naturales que una persona que no las demuestra parece en cierta
forma "no normal". Pensemos, por ejemplo, en un hombre cuya esposa acaba
de informarle que se ha enamorado de otro hombre y responde: "Qué
maravilloso para ti, querida".
Otras reacciones parecen tan excesivas que no es necesario ser un experto
para saber que son patológicas. Un ejemplo clásico es el del hombre que
sospecha de su amante y fiel esposa y la espía permanentemente, escucha
sus conversaciones telefónicas, busca manchas en su ropa interior, verifica los
kilómetros recorridos por su coche para detectar viajes clandestinos, le hace
visitas sorpresivas y, a pesar de su probada fidelidad, sigue sospechando de
ella y sufre tremendos celos.
Si bien las respuestas de estos dos esposos parecen completamente diferentes
la una de la otra, hay una semejanza importante entre ambas. Las dos son
inadecuadas. En el primer caso, el esposo no responde a una amenaza real
que se cierne sobre su matrimonio: su esposa podría dejarlo por el otro
hombre. En el segundo, el esposo está respondiendo con celos cuando en
realidad no hay una verdadera amenaza. Los psicólogos clínicos consideran
que en ambos casos se trata de conductas anormales que indican ciertos
desórdenes de la personalidad." Más adelante analizaré las raíces de este tipo
de reacciones tan extremas de celos.
Para una gran mayoría de las personas, aun cuando produzcan un dolor y una
aflicción tremendos, los celos constituyen una experiencia íntima que no llega a
derivar en una acción violenta. La mujer a la que me referí antes cuyo esposo,
de quien está separada, comenzó a salir con la mejor amiga de ella poco
después de la separación, dijo:
"Durante el día fantaseo con ir al apartamento de ella con un mazo y romper
cosas: muebles, discos, ventanas. Puedo oír claramente el ruido de los vidrios
al romperse... En cierta forma es tas fantasías tienen para mí un efecto
sedante, aunque sé que nunca las realizaré."
¿Podemos considerarla una reacción apropiada? ¿Qué diríamos si la otra
mujer no fuese su mejor amiga? ¿O si ella supiese de que su esposo la había
dejado a causa de esa "mejor amiga"? ¿Y qué diríamos si, en lugar de imaginar
la destrucción a mazazos, la perpetrase realmente?
Cuanto más una reacción parece derivar (en palabras de Freud) "de la
situación real" y más proporcionada parece "a las circunstancias reales", más
"normal" es. Freud y los terapeutas que adhieren en la actualidad al enfoque
psico-dinámico diferencian los celos "normales" de los "delirantes". Los celos
normales tienen como base una amenaza real a la relación. Los celos
delirantes, por su parte, persisten a pesar de la ausencia de cualquier amenaza
real o incluso probable. El marido que sospecha de su esposa y la espía a
pesar de que ella le es fiel y leal es un buen ejemplo de celos delirantes.
¿Por qué alguien "elegiría" sufrir los indecibles padecimientos de los celos si no
hubiera fundamentos para ello en la realidad? Una explicación, a la que me
referiré más adelante, es que a través de los celos la persona está tratando de
enfrentar un trauma infantil de traición no resuelto. Luego me referiré a otra
explicación que se centra en las interacciones de la pareja que ayudan a
mantener vigente un problema de celos de ese tipo. Posteriormente me referiré
a una tercera explicación que ve las raíces del problema de los celos en
conductas que fueron aprendidas en algún momento de los comienzos de la
vida, y que persisten a pesar de que ya no son adecuadas.
A a distinción entre amenaza real e imaginaria, se suele agregar otra entre la
reacción adecuada ("normal") y la in adecuada ("anormal") a la amenaza que
provoca los celos. En una sección posterior me ocupo de la forma en que se
experimentan y se expresan los celos sentimentales en diferentes culturas,
veremos que lo "normal" es simplemente lo que en una cultura determinada es
aceptado como la reacción adecuada. Más allá de cuán anormal pueda
parecerle a uno una determinada reacción a los celos, existe la posibilidad de
que ella sea considerada normal en alguna otra parte, o lo haya sido.
Otra distinción que se hace entre los celos normales y los anormales tiene que
ver con el efecto que ambos tienen sobre las relaciones. Mientras que los celos
normales son una reacción defensiva que puede salvar un matrimonio, los ce
los anormales son una obsesión destructiva que daña a las personas y las
relaciones entre ellas.
En lugar de poner el acento en la connotación negativa y enjuiciadora que se
deriva del uso corriente de la palabra anormal (es decir, patológico, mórbido,
loco, enfermo), es más provechoso pensar lo normal como un término
estadístico que describe lo que es típico o promedio. Las personas
experimentan reacciones de celos tan variadas como lo son las diferentes
características físicas y emocionales que poseen. Una vasta mayoría cae en el
rango intermedio y son definidas como normales. Una pequeña minoría cae en
la parte más baja de la escala y son definidas como de respuestas
anormalmente bajas. Una minoría similar a esta última cae en la parte más alta
de la escala y son definidas como de res puestas anormalmente altas.
Pensemos en un rasgo como la altura, por ejemplo. La mayoría de las
personas son de altura "normal", un pequeño porcentaje son "anormalmente"
bajas y una minoría similar son "anormalmente" altas. Lo anormal en este caso
no significa loco o enfermo, sino simplemente los extremos más alto y más bajo
de la escala.
Lo mismo que se puede decir de la altura, el peso, fuerza o la belleza, se
puede decir de los celos. La mayoría de las personas están en la zona
intermedia (es decir "normal") de la escala de los celos. Los pocos que están
en extremo superior de la escala, aquellos que ven una amenaza aun cuando
no exista ninguna, son "anormalmente" celosos; los pocos que están en el
extremo inferior de la escala, aquellos que no ven una amenaza aunque ésta
sea evidente, son "anormalmente" no celosos.
Esta afirmación es más que una distinción semántica. Demasiado a menudo
las personas afectadas por los celos están tan conmovidas por la intensidad de
sus emociones por las cosas que se sorprenden haciendo o deseando hacer
-como espiar a una ex amante o soñar despierto que se destruye una casa a
mazazos- que llegan a la conclusión: "¡Debo estar loco!". Esta conclusión no es
muy útil y muy probable mente sea además incorrecta. La mayoría de las
personas "normales" sienten celos intensos cuando una amenaza se cierne
sobre una relación que valoran.
Esto no significa que no haya casos de celos anormales, sino que son muy
pocos. Si oímos hablar tanto de ellos es precisamente porque están realmente
fuera de la zona de lo "normal" y, por lo tanto, resultan particular mente
fascinantes.
La mayoría de los casos de celos anormales comparten uno de los siguientes
rasgos, o ambos: (a) no están relaciona dos con una amenaza real a una
relación valorada sino con algún disparador interno del individuo celoso; y (b) la
reacción de celos resulta dramáticamente exagerada o violenta.
Dicho esto, me gustaría señalar también que algunos científicos sociales,
cuyos puntos de vista presentaré más adelante, rechazan de plano la noción de
celos anormales aplicada al individuo. Creen que lo que es normal o anormal
está determinado por la cultura, y que el individuo poco tiene que hacer a ese
respecto.
Si le preocupa saber si usted o su compañero son "anormalmente celosos", el
cuestionario sobre los celos que aparece posteriormente pueden resultarle
particularmente útiles. En este último se plantean una serie de preguntas
destinadas a ayudarle a diagnosticar sus propios celos (o los de su
compañero). Por lo demás, responder al cuestionario sobre los celos puede ser
interesante aun cuan do usted no tenga un problema de celos.
Titulé esta primera sección "¿El monstruo de ojos verdes o la sombra del
amor?" Ahora que hemos visto algunas de las formas extremas que los celos
adoptan como, en palabras de Shakespeare, "el monstruo de ojos verdes",
podemos pasar a analizar los celos como la sombra del amor.
Los celos sentimentales
como la sombra del amor
Sea lo que fuere, lo que atrae a dos amantes es lo que constituirá el carácter
de los celos que habrán de experimentar. Ilustraré esta afirmación con un
ejercicio:
Evoque el momento en que conoció o vio por primera vez a su compañero, y
trate de recordar lo mejor posible cómo se sintió. ¿Qué fue lo que más le
atrajo? ¿Qué fue lo que hizo que usted pensara (en ese momento o un poco
después) que ésta era la persona con la que usted quería compartir su vida?
¿Qué fue lo más importante que la relación le aportó? ¿Sensación de
seguridad? ¿De respeto y atención? ¿De ser deseado o adorado?
Ahora vuelva al presente y considere el componente primario de sus celos, los
pensamientos y sentimientos más dolorosos asociados con sus celos o los de
su compañero. ¿Es el miedo a ser abandonado? ¿Es la humillación y el des
prestigio? ¿Es la pérdida de la autoestima?
La tercera parte es la que plantea el mayor desafío, y la más significativa de
este ejercicio. Piense: ¿podría haber alguna conexión entre las cosas que la
relación le aportó en los primeros tiempos y los componentes primarios de sus
celos? Por ejemplo, una mujer que se enamoró de su esposo porque él le hizo
sentir que "finalmente había llegado a casa" y que se encontraba en un lugar
seguro y a salvo describió el aspecto más doloroso de sus celos diciendo que
"se sentía abandonada y completamente sola el mundo".
El ejemplo opuesto, mencionado más atrás, es el la mujer que se enamoró de
su esposo porque la convirtió en el centro de su mundo. Después de veinte
años de matrimonio pidió el divorcio porque los celos de él la asfixiaban. Su
esposo se enamoró de ella porque era hermosa, tipo de mujer con la que sólo
se atrevía a soñar cuando era un adolescente tímido. Los celos que este
hombre experimentaba se centraban en sus sentimientos de inferioridad e
inseguridad.
¿Por qué es tan importante distinguir la conexión entre lo que nos atrajo en
nuestro compañero -lo más valioso que la relación nos aportó en un primer
momento- y los componentes primarios de nuestros celos? Por que ello
demuestra que los celos son, en efecto, la sombra del amor. Más aún, es un
recordatorio de que no nos involucramos en esta relación porque sí. Elegimos
estar en ella. Algo que está en nosotros nos hizo sentirnos atraídos por nuestro
compañero. Algo que está en nosotros nos hace experimentar los celos en la
forma en que lo sentimos. Ese algo es nuestra imagen sentimental.
Los psicólogos han dedicado grandes esfuerzos a estudiar quién se enamora
de quién. Han descubierto semejanzas entre las parejas en un amplio abanico
de variables, entre ellas las características personales, los antecedentes
familiares, la educación, los ingresos y la condición social de los padres, la
pertenencia religiosa, el sexo de los hermanos, la actitud hacia los padres, la
felicidad del matrimonio de los padres, la tendencia a ser un "lobo solitario" o a
ser sociables, la preferencia por "quedarse en casa" o por "salir por ahí", los
hábitos de fumar y beber, la cantidad de amigos, la inteligencia, el atractivo
personal, diversos atributos físicos, la salud mental y la madurez psíquica.
Aun cuando usted y su compañero sean semejantes en varios de los rasgos
mencionados en la lista, es probable que de todos modos usted sienta que no
fueron ésas las razones reales por las cuales se enamoró de su compañero.
Sin embargo, una vez que hizo su elección, éstas fueron las cosas que le
indicaron que su elección era correcta. Su elección emocional -la chispa que
sintió- estuvo basada en su imagen sentimental internalizada.
Desarrollamos nuestra imagen sentimental en la etapa más temprana de la
vida sobre la base de intensas experiencias que tuvimos durante la infancia.
Nuestros padres y otros adultos involucrados en nuestra crianza influyen en el
desarrollo de nuestra imagen sentimental por dos vías primarias: (a) por la
forma en que expresan, o no expresan, amor por nosotros, y (b) por la forma en
que expresan, o no expresan, el amor que sienten los unos por los otros.
Evoque ahora el momento más antiguo de su vida que pueda recordar. (Puede
ser útil pensar en una casa en la que vivió o en un acontecimiento determinado
que haya quedado fijado en su memoria.) ¿Quién le cuidaba? ¿Quién le
enseñó el significado del amor? ¿Fue su madre, su padre, un herma no mayor,
un abuelo? ¿Quién más fue importante en su infancia? Trate de recordar lo
más que pueda de estas personas, no en la forma en que son ahora sino como
eran cuando usted tuvo contacto con ellas en su infancia. ¿Cuáles eran sus
rasgos más importantes, buenos y malos? ¿Cuál era la característica más
notable de la relación entre ellos? ¿Qué era lo más importante que le daban a
usted? ¿Qué era lo que usted más quería y no obtuvo? ¿Se eran infieles unos
a otros? ¿Eran celosos?
Los rasgos positivos y negativos de las personas que nos criaron son los
ladrillos con los que se construye nuestra imagen sentimental. Pero si bien
nuestra imagen sentimental está influida por nuestra madre, nuestro padre y las
otras personas que nos educaron, hay una diferencia importante entre los
rasgos positivos y negativos que ellos exhiben. Los rasgos negativos tienden a
ejercer una influencia mayor sobre nuestra imagen sentimental. La razón que
explica esto no es (como ha sugerido un psicólogo) que elegimos casarnos con
nuestra peor pesadilla, sino que son rasgos con los cuales todavía tenemos
"cuentas pendientes". Si el padre de una niña le fue infiel a la madre, su
infidelidad se convertirá en un componente importante de la imagen
sentimental de la niña. Si la madre de un niño solía tener ataques de celos,
éstos se convertirán en un componente importante de la imagen sentimental de
ese niño.
Cuando somos adultos buscamos una persona que se adecue
significativamente a nuestra imagen sentimental. Cuando conocemos una
persona así, proyectamos nuestra imagen internalizada sobre ella. Esta es la
razón por la cual, cuando nos enamoramos, solemos decir: "Siento como si le
conociera de toda la vida". Esta es también la razón por la que tan a menudo
nos sentimos sorprendidos cuando el encanto se acaba. Es como si no
viéramos a la persona sino solamente la proyección de nuestra propia imagen
sentimental.
La persona que se adecua a nuestra imagen sentimental es también la persona
que en mejores condiciones está de ayudarnos a resolver nuestros traumas
infantiles. Por ejemplo, aunque la lógica parecería indicar que una mujer cuyo
padre era infiel buscaría un hombre de cuya fidelidad no hubiera dudas, por lo
general no es eso lo que ocurre. De hecho, lo más frecuente es que una mujer
de esas características se enamore de playboys parecidos a su padre, no
porque necesite repetir su trauma infantil, sino porque sólo un hombre que se
parece a su padre puede darle lo que no obtuvo de él. La paradoja es que ella
se casa con un hombre así porque se parece a su padre, y sin embargo lo que
ella quiere con desesperación es que no se comporte como se comportaba su
padre. Quiere que él -un hombre sexualmente atractivo, propenso a flirtear y en
torno a quien las mujeres se arremolinan todo el tiempo- sea un marido fiel y le
dé la seguridad que no tuvo cuando era niña. Aun cuando esto no ocurra, al
repetir su trauma infantil en la edad adulta con una cierta medida de control
sobre su propia vida, puede lograr -y a menudo ocurre así- un efecto curativo.
Los efectos de una imagen sentimental no siempre son tan directos y sencillos.
Un niño que fue testigo de la infidelidad de su madre puede elegir para casarse
a una mujer cuya cualidad más positiva sea su fidelidad. ¿Cómo podrá
entonces "trabajar" sobre su trauma infantil? Una posibilidad se ría que
sospeche que su fiel esposa le es infiel. La comprobación reiterada de su
inocencia lo ayuda a curar su herida. Y le demuestra que a diferencia de su
padre él es el número uno para su esposa.
Dado que la persona que elegimos para enamorar nos tiene una influencia tan
importante en nuestra vida interior, el descubrimiento de esa persona es un
acontecimiento crucial. Cuando nos enamoramos y nuestro amor es
correspondido nos sentimos plenamente felices. Estamos seguros de que
hemos encontrado nuestra "alma ge mela". La soledad desaparece. El amor le
da un sentido a toda nuestra vida.
Cuando alguien le da un sentido a toda nuestra vida la amenaza de perder a
esa persona puede ser devastadora. Justamente los resultados de una reciente
investigación acerca del amor y los celos demuestran que las personas que
cargan de un sentido existencial de esa magnitud a sus relaciones amorosas
tienden a ser particularmente sensibles a la amenaza de perderlas)
Casi todos tenemos algún conflicto irresuelto que arras tramos desde la
infancia. Algunos tenemos más, otros me nos. Para algunos estos conflictos
son serios y problemáticos, para otros no tanto. Los experimentamos como
vulnerabilidades, inseguridades o temores. Cuando nos enamoramos y nuestro
amor nos es retribuido, estas vulnerabilidades, inseguridades y miedos parecen
desvanecerse. Somos amados a pesar de nuestras imperfecciones. Nos
sentimos completos, nos sentimos seguros. Pero cuando este amor resulta
amenazado, los miedos y las inseguridades que creíamos que habían
desaparecido para siempre retornan con toda su fuerza. Si esta persona a la
que amamos -la persona que pensábamos que nos amaba a pesar de nuestros
defectos- está a punto de dejarnos por otra, entonces ¡ya no hay la menor
esperanza para nosotros! Ya no nos sentimos seguros ni si quiera de las cosas
que antes amábamos en nosotros. La sombra que proyecta la posible pérdida
de ese amor es tan intensa como lo era su resplandor.
Como veremos en una próxima sección, aun aquellos que crecieron rodeados
de amor y relativamente sin problemas, y cuyos conflictos irresueltos son
pocos, reaccionan a la amenaza o a la pérdida real del amor en una forma
análoga. Lo más probable, sin embargo, es que esa reacción sea adecuada y
proporcionada a la situación.
Puesto que estas personas tuvieron que enfrentarse con traumas infantiles
menos abrumadores, su imagen sentimental se basa en los rasgos más
positivos de quienes los criaron y en las experiencias de amor que ellos
mismos vivieron que observaron entre sus padres. Cuando conocen a alguien
que se adecua a esa imagen sentimental internalizada también ellos se
enamoran y sienten que han conocido a esa persona de toda la vida. Pero en
lugar de sentir que son amados a pesar de todos sus defectos se sienten
amados por las cosas que aman en ellos mismos.
Estas personas no dependen con tanta desesperación de este amor como
aquellos que tratan de superar un trauma infantil; es menos probable que
perciban una amenaza si ésta no existe, y una amenaza real les resulta menos
abrumadora. De todos modos, también reaccionan poniéndose celosas cuando
un tercero amenaza una relación sentimental que les interesa profundamente.
Si hasta las personas maduras que tuvieron una infancia feliz experimentan
celos, podemos suponer entonces que todo el mundo siente celos en algún
momento de su vida. Habida cuenta de los orígenes de los celos que
analizamos antes, ésta parece ser una conclusión lógica. Todos fuimos niños
alguna vez, y como consecuencia de ello arrastramos determinadas
vulnerabilidades y temores. Por muy amorosos que hayan sido nuestros
padres, todos nos quedamos con hambre alguna vez y tuvimos ocasión de
sentir miedo de ser abandonados. Del mismo modo, alguna que otra vez
hemos tenido que competir por el amor exclusivo de un padre o de alguien que
nos cuidaba y hemos perdido. Puesto que estas experiencias son universa les,
los psicólogos afirman con Freud que los celos son universales.
No es necesario que los celos sean el monstruo de ojos verdes que destruye a
las personas y sus relaciones. La posibilidad de reconocerlos como la sombra
del amor les da a las parejas la oportunidad de examinar dos preguntas
fundamentales:
. ¿Cuál es la esencia de su amor? ¿Qué es lo que los atrajo
mutuamente en un primer momento, y qué es lo más importante
que la relación les ha aportado a cada uno de ustedes?
. ¿Cuál es la sombra que se proyecta sobre su amor cuando está
amenazado? ¿Cuál es la amenaza o la pérdida ante la que
reacciona la persona celosa? Aun cuando los celos no estén
fundados en la realidad, ¿en qué se centran? ¿En una pérdida del
amor? ¿De prestigio? ¿De valoración de sí mismo?
Los celos han sido caracterizados como una erupción que puede ser superada
sólo a través de una toma de conciencia. A medida que la conciencia nos
permite desplazarnos hacia el núcleo de nuestros celos, descubrimos
expectativas infundadas, proyecciones, envidia, pérdida de la autoestima, y
temores e inseguridades infantiles.
No son cosas "agradables" de descubrir. De hecho, pueden ser tan
desagradables que alguna gente se esfuerza por no verlas. Lamentablemente,
ni eludir un problema ni desterrarlo de nuestra conciencia lo hace desaparecer.
Una estrategia mucho más eficaz para resolver un problema de celos es el
análisis franco y honesto de las cuestiones que de él surgen. Un análisis de
esas características no sólo puede ayudar a la persona celosa a mitigar lo que
percibe como una amenaza. También puede ser útil para mejorar la relación y
profundizar el compromiso mutuo de los miembros de la pareja. La sección
siguiente es una buena oportunidad para realizar un análisis de ese tipo.
¿Es usted una persona celosa?
Vosotros tiranos, tiranos celos. Vosotros, tira/los del espíritu.
JOHN DRYDEN. THE SONG OF JEALOUSY
¿Es usted una persona celosa? Cuando hice esta pregunta a 728 personas en tres
investigaciones diferentes, poco más de la mitad (54 por ciento) respondieron: "Sí, soy
una persona celosa". Casi la mitad (46 por ciento) respondió: "No, no soy una persona
celosa".'
Casi todas las personas que se describieron a sí mismas como no celosas han
experimentado celos en algún momento de sus vidas. Más aún, sus experiencias
fueron bastante similares a las de las personas que se describieron como celosas.
Pero como veremos la diferencia de autopercepción entre las personas que se definen
a sí mismas como "celosas" y las que se definen como "no celosas" tiene
consecuencias de vasto alcance para el modo de hacer frente a los celos.
La experiencia de los celos
Trate de recordar el acontecimiento que lo hizo sentir más celoso. Tal vez le resulte
difícil, pero recuerde el acontecimiento tan vívidamente como le sea posible y con la
mayor cantidad de detalles. ¿Qué incidentes que estuvieran relacionados lo
precedieron? ¿Cómo era la relación antes de que ocurriera? ¿Dónde y cuando se
produjo? ¿Cuál fue el desencadenante? ¿Quién era la persona que se interpuso entre
ustedes? Cuando sucedió, ¿cómo estaba su compañero? ¿Cómo se sentía usted?
¿Qué pensaba? Idealmente, debería recordar los detalles suficientes para poder
reproducir el acontecimiento sobre un escenario o como si lo estuviera viendo en una
pantalla.
Una vez que el acontecimiento esté claro en su memoria, trate de recordar con cuánta
intensidad experimentó cada uno de los componentes -físicos, emocionales y
cognitivos (relacionados con el pensamiento)- de los celos que se presentaron a
continuación. ¿Experimentó cada uno de esos componentes muy intensamente,
moderadamente o no lo experimentó en absoluto?
Si usted es semejante a las 728 personas que respondieron el cuestionario
probablemente experimentó muchos de estos componentes de los celos en una cierta
medida, y experimentó los que están en la parte superior de cada lista más
intensamente que los que están al pie. Si experimentó todos los ítems de la lista muy
intensamente, o no experimentó ninguno en absoluto, pertenece usted a la pequeña
minoría de los que son "anormalmente celosos" o bien a la de los "anormalmente no
celosos". Anormal, como señalé en el capítulo uno, no significa patológico, sino fuera
del rango intermedio en el que caen la mayoría de las respuestas. Qué hacer al
respecto es algo que depende de usted. Si la intensidad de sus celos es tal que a
usted le resulta difícil manejar los, y si las técnicas recomendadas en este libro no son
suficientes, tal vez le convenga pedir ayuda profesional.
Es importante señalar que la experiencia de los celos a la que se refirieron tanto las
personas que se describieron a sí mismas como "celosas" como las que se
consideraron "no celosas" fue similar; la única diferencia estuvo en la intensidad.
Aquellos que se describieron a sí mismos como "una persona celosa" dijeron que
experimentaron "intensamente" sentimientos de dolor, pena, inferioridad, agresión y
resentimiento, mientras que los que se describieron como "no celosos" aseguraron
que las habían experimentado "moderadamente". En todos los otros casos las
diferencias entre los dos grupos fueron aun menores. Esto indica que a pesar de su
complejidad los celos tienen algunos rasgos universales e identificables.
Las situaciones que desencadenan los celos
Es probable que no le resulte sorprendente descubrir que la intensidad de la
experiencia con los celos está relacionada con las circunstancias en que éstos
despiertan. A las personas que participaron en mi investigación se les plantea
ron las siguientes situaciones. Eran todas situaciones reales que les habían
ocurrido a personas reales. ¿Cuántos celos experimentaría usted si...
. durante una fiesta, su compañero se dedica a flirtear y pasa buena parte
del tiempo bailando íntima mente y comportándose provocativamente con
alguna otra persona?
. su compañero dedica mucho tiempo, durante una fiesta, a bailar con otra
persona?
. su compañero se pasa un largo tiempo durante una fiesta conversando
con otra persona?
. están en una fiesta y su compañero desaparece por un lapso
prolongado?
. están en una fiesta y después de un rato usted se da cuenta de que no
sabe dónde está su compañero?
. atiende el teléfono de su casa y el que llama dice: "perdón, número
equivocado", o simplemente cuelga?
. llama por teléfono a su compañero y la línea está ocupada?
Si usted es como las otras personas que respondieron, debería sentir más
celos en la primera situación, cuan do su compañero se comporta más
provocativamente. No debería sentir celos en las tres últimas situaciones: cuan
do el teléfono está ocupado, cuando alguien corta la comunicación al atender
usted o cuando no sabe dónde esta su compañero durante una fiesta. Si estas
últimas situaciones le provocan celos, usted es una persona "anormal mente"
celosa. Ésta puede ser una condición temporaria provocada por el
descubrimiento reciente de un amorío o también una condición más
permanente. Si la primera situación no le provoca celos usted es una persona
"anormalmente" no celosa.
La mayoría de las personas que respondieron esta pregunta se sintieron
celosas incluso en situaciones me nos extremas que aquella en que su
compañero bailaba íntimamente con otra persona; para muchos, ese comporta
miento es una razón suficiente para abandonar la relación y no simplemente la
fiesta. Ver que el compañero de uno pasa mucho tiempo durante una fiesta
bailando con otra persona ("sólo porque él, o ella, baila tan maravillosamente, y
por ninguna otra razón") es suficiente para poner celosas a la mayoría de las
personas. Lo mismo vale para el caso en que uno ve que su compañero pasa
mucho tiempo durante una fiesta conversando con otra persona ("sólo porque
él, o ella, trabaja en la misma empresa y resulta políticamente conveniente"). Si
usted se encuentra en una situación así, y su compañero "no puede entender"
por qué usted está haciendo semejante escándalo por un baile o una
conversación "inocentes", puede consolarse (y explicárselo a su compañero)
con la certeza de que la mayoría de las personas habrían reaccionado del
mismo modo. Dicho de otro modo, usted no es una persona "anormalmente"
celosa.
Analicemos algunos otros de los desencadenantes más comunes de los celos.
¿Sentiría (o siente) usted celos cuando su compañero...
. tiene un (o una) amante?
. tiene un amigo (o amiga) íntimo que es soltero (o soltera) y está
disponible?
. tiene un amigo (o amiga) íntimo?
. se relaciona con personas solteras y disponibles?
. expresa su aprecio e interés por una persona a la que ha conocido
casualmente?
. expresa su admiración por un desconocido atractivo que ve pasar?
. expresa su admiración por una estrella del cine o la televisión?
Cuando es más probable que la gran mayoría de las personas se pongan
celosas es cuando su compañero tiene un amorío. Se trata de una buena
razón: las investigaciones dan a entender que la mayoría de los matrimonios en
los que hay un amorío terminan en divorcio. Un amorío es una amenaza
importante para una relación íntima, y los celos que desencadena reflejan eso.
La admiración por una estrella del cine, en cambio, no provoca celos a la
mayoría de las personas. Si usted siente celos aun en esa situación, es una
persona "anormalmente" celosa. Si usted no siente celos ni siquiera cuando su
compañero tiene un (o una) amante, o ya no valora la relación o bien es una
persona "anormalmente" no celosa.
Sin duda, la situación que es más probable que provoque celos es aquella en la
que el compañero tiene un (o una) amante. Pero resulta que aun en este caso
hay diversas variantes. ¿De qué magnitud serían los celos que usted
experimentaría si...
. su compañero le anuncia que él, o ella, se ha enamorado de otra persona
y está considerando la posibilidad de abandonarle?
. su compañero tiene un amorío importante y prolongado?
. su compañero tiene un amorío, pero le asegura que es resultado de su
necesidad de variación y no afecta de ninguna manera su relación?
. su compañero está abierto a experiencias sexuales ocasionales y las
tiene con frecuencia?
. descubre que hace poco su compañero tuvo una relación ocasional "de
una noche"?
. descubre que su compañero tuvo un amorío hace muchos años, cuando
ustedes dos ya eran una pareja?
. descubre que su compañero tuvo un amorío hace muchos años, antes
de que ustedes dos fueran una pareja?
. descubre que su compañero tuvo un amorío hace muchos años, cuando
ustedes dos ya eran una pareja, con una persona que ahora está muerta?
. descubre que su compañero tuvo un amorío hace muchos años, antes
de que ustedes dos fueran una pareja, con una persona que ahora está
muerta?
Todas las personas que respondieron a estas preguntas dijeron que los celos
más intensos correspondían a la situación en la que su compañero les anuncia
que él (o ella) se ha enamorado de otra persona y piensa abandonarla. Esta es
la pesadilla que desencadena los celos más intensos, aun en aquellas
situaciones en que este tipo de amenaza no se plan tea. La razón es obvia:
esta situación representa la peor amenaza posible a una relación de amor
considerada valiosa: su final no querido, no esperado y doloroso.
En uno de mis talleres, una mujer contó lo que había ocurrido cuando se
encontró en esta precisa situación.
"Mi esposo llegó a casa una noche con aspecto muy sombrío.
Cuando le pregunté cuál era el problema, dijo que se había
enamorado de otra mujer, que había estado teniendo un amorío con
ella durante cierto tiempo, y que finalmente había decidido dejarme
e irse a vivir con ella. Yo me enfurecí. Le salté encima y empecé a
pegarle en la cara con las manos. Él es mucho más gran de y fuerte
que yo, pero no hubo caso, no pudo detenerme. No paré hasta que
me di cuenta de que su cara estaba llena de sangre."
Años después del incidente todavía no lo había superado. Cuando lo contó en
el taller temblaba y sollozaba, y todavía no lograba comprender cómo ella, una
persona sensata, serena y no violenta podía haber hecho lo que hizo. Sin
embargo, los profesionales saben que en la situación que vivió esta mujer es
en la que más altas son las probabilidades de que se produzca una reacción
violenta. La persona que es abandonada por otra siente que la empujan contra
la pared y que no dispone de ningún recurso para impedir la inminente
catástrofe. La violencia es una respuesta a la frustración, al dolor, la rabia y la
desesperación. (Volveremos sobre este punto más adelante, durante el análisis
de la relación entre los celos sentimentales y la violencia.)
A la mayoría de las personas interrogadas el solo hecho de contemplar la
posibilidad de que su compañero las abandonara les resultaba intolerable.
Otras situaciones relacionadas con algún amorío en curso -incluso una
aventura ocasional de una noche- también provocaban muchos celos. En
cambio, un amorío que tuvo lugar muchos años atrás, especialmente si ocurrió
antes de que fueran una pareja, despertaba pocos celos o no los provocaba en
absoluto.
¿La razón? Este tipo de amorío ya no plantea una amenaza a la relación. En
las raras ocasiones en que ello ocurre -como en el caso de la esposa que no
para de contarle a su nuevo marido cuán maravilloso era su difunto esposo-, lo
más probable es que desencadene celos. Esto es así a pesar de que la "otra
persona" ya no significa una amenaza "real" para la relación.
Una relación pasada puede provocar una amenaza "percibida" aun en el caso
de que no haya una provocación tan obvia. Una mujer describió los celos que
sintió cuando vio por primera vez a la ex esposa de su marido:
"Estábamos en el estadio, sentados, esperan do que empezara el
partido de fútbol, cuando mi marido dijo, "Ahí está Meg", y señaló a
una mujer que estaba sentada del otro lado del pasillo. Sentí que la
sangre se me iba a la cabeza y pensé que me desmayaba. El hecho
de que el divorcio hubiese sido terrible y que hubiese ocurrido
antes de estar juntos nosotros no significaba nada para mí en ese
momento. Lo único que podía pensar es que habían sido novios en
la secundaria, algo que nosotros nunca pudimos ser, y que él había
estado locamente enamorado de ella en aquellos días de su
juventud."
Aun un amorío que tuvo lugar muchos años atrás con una persona que ahora
está muerta puede provocar celos en su momento a pesar del hecho obvio de
que esa persona no puede significar una amenaza real, porque la persona
muerta plantea una amenaza a la calidad de la relación.
Un ejemplo muy ilustrativo de una situación de ese tipo es el que se describe
en el cuento corto de James Joyce, El muerto. Después de una espléndida
cena familiar de Noche buena, Gabriel siente deseos de hacer el amor con su
esposa Gretta. Pero ella está ensimismada en algo; una canción que alguien
cantó en la reunión le recordó a un joven que cono ció en su adolescencia.
Gabriel, que quiere hacerla salir de ese estado de ánimo poco propicio para
hacer el amor, siente una punzada de celos:
"Al hacerle la pregunta trató de mantener el tono frío pero cuando
habló le salió una voz tímida e indiferente.
"-Supongo que estabas enamorada de este Michael Fury, Gretta
-dijo.
"-Lo pasaba muy bien con él en ese entonces -replicó ella.
"Lo dijo con una voz opaca y triste. Gabriel, que ahora sentía cuán
vano sería tratar de llevar la a hacer lo que él quería, le acarició una
mano y dijo también con tristeza:
"-¿Y de qué murió tan joven, Gretta? ¿Tuberculosis?
"-Creo que murió por mí -respondió ella. "Un vago terror se
apoderó de Gabriel al es cucharla, como si en ese momento en que
se había esperanzado con salir airoso de la situación, un ser
impalpable y vengativo se alzara ante él, reuniendo fuerzas para
atacarlo desde su vago mundo. Sin embargo, logró liberarse de él
gracias a un esfuerzo de la razón y siguió acariciándole la mano.
La razón le dice a Gabriel que no hay nada que temer. Sin embargo, sabe
perfectamente bien que Fury, el muerto, lo ha derrotado en la batalla por el
amor de Gretta.
Así como una relación del pasado todavía puede plantear una amenaza, sitas
circunstancias en las que se descubre un amorío resultan ser penosas pueden
entrañar una amenaza adicional no sólo para la relación en sí misma sino
también para la imagen que los otros tienen de la pareja.
¿De qué magnitud serían los celos que usted experimentaría en cada una de
las siguientes situaciones? ¿No se sentiría celoso en absoluto? ¿Sentiría celos
moderados? ¿Se sentiría sumamente celoso? Una vez más, todas éstas son
situaciones que realmente ocurrieron.
Usted descubre que su compañero tiene un amorío y...
. Su compañero actúa con suma indiscreción, estalla un escándalo
en medio de una gran fiesta, usted se encuentra colocado en el
papel del amante traicionado y se espera que reaccione.
. Su compañero actúa con suma indiscreción, estalla un escándalo,
usted se encuentra colocado en el papel del amante traicionado y
se entera de todo estando solo.
. Todo el mundo menos usted lo sabe desde hace
tiempo pero nadie ha dicho nada.
. Todo el mundo lo sabe.
. Sólo usted y unos pocos y fieles amigos íntimos lo
saben.
. Su compañero actúa con mucha discreción, los úni cos que lo
saben son los tres implicados, y ellos dos saben que usted lo sabe.
. Su compañero actúa con mucha discreción, nadie más lo sabe, y
su compañero no sabe que usted sabe.
De acuerdo con las respuestas de los interrogados, el peor desencadenante de
los celos no es la situación en la que estalla un escándalo en medio de una
gran fiesta. Una mujer que se encontró en esta situación describe así la
experiencia:
"Yo quería irme de la fiesta, y como no podía encontrar a mi
marido, decidí irme sola. Fui a buscar mi abrigo con otros invitados
que también se disponían a partir. Abrí la puerta del dormitorio
donde habíamos dejado los abrigos con los otros invitados
pisándome los talones. Allí, encima de la pila de abrigos, estaba mi
marido follando con la puerca con la que había estado flirteando
toda la noche... Sentí que la sangre me subía a la cabeza y me
empezaron a temblar las rodillas. Pero sabía que todo el mundo me
estaba mirando y esperando mi reacción. Así que me limité a decir:
'Adiós, querido. Me voy a casa', y me fui."
La serenidad con la que reaccionó le dio a esta mujer la posibilidad de
mantener la situación bajo control. Ésta y otras experiencias similares indican
que, en general, las personas prefieren minimizar sus reacciones de celos en
público. La expresión valiente que adoptan les ayuda a controlar sus
reacciones, en cierta medida al menos, y manejar mejor sus celos.
Cuando usted descubre que su compañero tuvo duran te años un amorío del
que todo el mundo estaba enterado menos usted, no tiene la presencia de
ánimo que una actuación pública como la mencionada puede procurarle. Un
hombre que pasó por esta experiencia devastadora la describe así:
"Estuvimos casados treinta y siete años y yo estaba seguro de que
el nuestro era un matrimonio maravilloso. Un día volví a casa
temprano y descubrí a mi esposa en el dormitorio con un hombre a
quien yo consideraba uno de mis mejores amigos. Para mí fue
devastador. Luego descubrí con horror que esto había estado
sucediendo desde hacía varios años y que todos nuestros amigos
y conocidos lo sabían pero nadie había dicho nada. Me sentí
traicionado y humillado. Me los imaginaba hablando a mis
espaldas, riéndose de mí..."
El hombre sentía que hubiera sido más fácil soportar la situación si sólo
hubieran estado enterada de ella las tres personas implicadas.
Uno podría argüir que un amorío que ha durado años no plantea una gran
amenaza a un matrimonio, especialmente si todos, entre ellos el compañero
infiel, han tratado de protegerlo manteniendo esa relación en secreto. Aunque
el descubrimiento de la "puerca encima de los abrigos" puede ser más molesto
en ese momento preciso, un amorío secreto que se ha prolongado en el tiempo
representa una amenaza mucho más grave. De todos modos, ambos
incidentes soca van los cimientos de la confianza en el matrimonio.
¿Por qué nuestra reacción a situaciones "públicas" de esa naturaleza es tan
extrema? La razón es que estas situaciones amenazan la imagen pública de
nuestra relación. Hemos sido socializados para creer que la gente se enamora
de su "alma gemela" y vive con ella, y sólo con ella, "y son felices para
siempre". Parte del dolor relacionado con el des cubrimiento de que nuestro
compañero está teniendo un amo río proviene de la toma de conciencia de que
ya no podernos aplicarnos esa imagen idealizada a nosotros mismos. Cuando
hay otra gente que está enterada del amorío, la imagen que los demás tienen
de nuestra relación queda destruida. El hecho de que los demás lo sepan nos
priva de la opción de simular ante el mundo que "todo marcha bien".
Gente que provoca celos
Hasta aquí nos hemos estado refiriendo exclusivamente a las diferentes
situaciones que pueden desencadenar reacciones de celos. Pero los efectos
que estas situaciones tengan dependen de las personas involucradas. Es
posible, por ejemplo, que la mujer que descubrió a su es poso sobre la pila de
abrigos pudiese mantener la serenidad porque no veía a la otra mujer corno
una rival importante sino más bien como una "puerca" despreciable. El hombre
que descubrió a su esposa con su mejor amigo, en cambio, no sólo tenía un
rival importante, sino que sufrió el dolor adicional de ser traicionado por las dos
personas que más quería y en las que más confiaba.
¿Quiénes son las personas que más hacen despertar los celos en usted? Trate
de imaginar: ¿cuán intensos serían los celos que experimentaría si descubriera
que su compañero ha estado teniendo un amorío con...
. alguien que usted no conoce personalmente y por quien tiene una baja
estima?
. alguien que usted no conoce personalmente y de quien no sabe nada?
. alguien que usted no conoce personalmente y por quien tiene una alta
estima?
. alguien que usted conoce personalmente y de quien desconfía?
. alguien que usted conoce personalmente y le parece muy semejante a
usted?
. alguien que usted conoce personalmente, en quien confía y considera
un amigo?
. un miembro de la familia?
. su mejor amigo y confidente?
. alguien a quien usted conoce personalmente y a quien envidia?
La mayoría de las personas que respondieron esta pregunta dijeron que una
persona por la que tenían baja estima y que no conocían personalmente era la
que menos celos les provocaba. La "puerca encima de los abrigos" es un
ejemplo. Una camarera del bar de un hotel con la que su esposo tuvo una
aventura de una noche es otro ejemplo. Tener baja estima por esta clase de
personas y no conocerlas personalmente son dos elementos que ayudan a
reducir la amenaza que implica para la parte traicionada el hecho de que su
compañero esté involucrado con alguna de ellas. Es importante señalar, no
obstante, que aun esta clase de personas desconocidas y "de baja estofa"
despiertan celos en alguna medida.
Todos los interrogados coincidieron en que el "tercero" que más celos les
provocaría sería alguien a quien conocieron personalmente y a quien
envidiaron: alguien a quien consideraron más brillante o más atractivo que ellos
mismos, o bien más exitoso en aquello en que a ellos les hubiera gustado
serlo. El amorío del compañero con este tipo de persona produce la amenaza
que se percibe como más importante, porque si uno piensa que esa persona es
mejor que uno, ¿por qué no lo pensaría su compañero?
¿Cuán celoso (o celosa) es usted?
Después de examinar estas diferentes situaciones y las respuestas que pueden
desencadenar y compararlas con las que usted haya dado, ¿cuán celoso (o
celosa) piensa que es? ¿No lo es en absoluto? ¿Moderadamente? ¿Suma
mente? Casi todas las personas que respondieron a mi cuestionario se
describieron a sí mismas como moderadamente celosas. Las pocas personas
que se describieron a sí mis mas como sumamente celosas o como nada
celosas son las que caracterizaríamos como anormalmente celosas o
anormalmente no celosas.
Anteriormente le pedí que evocara la experiencia de celos más intensa que
hubiera vivido. Volvamos a esa experiencia. ¿Por cuánto tiempo se prolongó?
¿Minutos? ¿Días? ¿Meses? ¿Años? La mayoría de las personas sostiene que
una experiencia extrema de celos dura algunos días. En unos pocos casos,
cuando la experiencia es especialmente traumática o la persona es
especialmente propensa a los ce los, puede prolongarse por meses e incluso
por años sin perder su intensidad.
Jane, una mujer elegante y atractiva, estuvo felizmente casada treinta y cinco
años hasta que descubrió que su esposo había tenido un amorío con una mujer
más joven que había conocido en su trabajo. Siete meses después de haber
descubierto el amorío -y cuando ya hacía mucho tiempo que su marido lo había
dado por terminado- Jane todavía no podía superar los intensos celos que sen
tía. No podía dejar de pensar en la otra mujer y comenzó a espiarla. La primera
vez que pudo verla fue en una matineé de opera. El hecho de ver a su rival
ataviada con un escandaloso vestido escotado en la espalda la sumió en un
abatimiento que duró semanas.
El descubrimiento de que el esposo con quien una ha estado casada treinta y
cinco años, un hombre que una consideraba su mejor y más sincero amigo, la
ha traicionado es sin duda una causa más que justificada para sentirse
sumamente celosa. Sin embargo, las personas "anormalmente celosas"
reaccionan poniéndose extremadamente celosas ante desencadenantes
mucho más moderados, y con mucha mayor frecuencia que el resto de la
gente. Los "celos anormales" pueden ser consecuencia de haber elegido a un
compañero que es probable que nos haga poner celosos (debido a su
personalidad, a nuestra propia falta de confianza o a la dinámica de la
interacción que tenemos con él). Otra causa puede ser que imaginemos
amenazas aun cuando no las haya en absoluto: "Cada mujer atractiva que veo
por la calle es una amenaza. Cuando pienso en las mujeres que él conoce en
su trabajo siento que me vuelvo loca de celos".
¿Con qué frecuencia experimenta usted celos desmedidos? ¿Nunca? ¿Muy
pocas veces? ¿Ocasionalmente? ¿A menudo? ¿Todo el tiempo? Para la
mayoría de las personas la experiencia de sentir celos intensos es poco
común. Las personas que son "anormalmente no celosas" nunca experimentan
celos intensos. Hay personas que para protegerse evitan involucrarse con
alguien de quien están apasionada mente enamoradas. Otros recurren al
simple expediente de "no ver", o ignorar, la amenaza.
Los celos pueden ser una experiencia sumamente dolorosa, pero hacerlos
cesar no es fácil. Pregunta: ¿puede usted dejar de estar (sentirse, pensar,
actuar) dominado por los celos? ¿Decididamente sí? ¿Sólo hasta cierto punto?
¿Decididamente no? La mayoría de las personas pueden lograrlo, pero sólo
hasta cierto punto. Cuando uno está en medio de una crisis de celos, esto
resulta particularmente difícil. Más adelante encontrará una sección que aporta
sugerencias acerca de cómo lograrlo.
Jane decía que no podía dejar de estar celosa. Por mucho que lo intentara no
podía dejar de pensar en la otra mujer: en cómo lucía en el teatro con su
vestido escotado en la espalda, en cómo sonaba su voz en el contestador
automático ("tan artificialmente alegre"), en cómo debía de haberse
comportado con su marido (libre, atrevida). Jane no podía evitar que su mente
volviera una y otra vez sobre cada uno de los detalles del amorío.
Jane sólo pudo sobreponerse a sus intensos celos a través de la terapia. Así
fue como llegó a comprender que ella hizo su parte para facilitar aquel amorío
al mantener se distante e inaccesible en circunstancias en que su esposo
necesitaba apoyo y quería demostrarse a sí mismo su virilidad. También
comprendió que el amorío de su esposo sólo explicaba en parte su obsesión
con la otra mujer. Sus pensamientos y sentimientos estaban relacionados con
su propia desilusión a propósito de las elecciones que había hecho en la vida.
La otra mujer tenía una carrera exitosa y había logrado muchas de las cosas
que Jane habría querido lograr. Como mujer libre e independiente que era, su
rival podía darse el lujo de acudir al teatro vestida con un atuendo
escandalosamente sexy. También podía hacer otras cosas (como andar en
amoríos) que Jane, como mujer casada y ama de casa con todas sus
responsabilidades familiares, nunca podría darse el lujo de hacer. Jane
dedicaba su vida a su esposo y sus hijos. Nunca tenía tiempo para sus
intereses personales y sin embargo su dedicación parecía no tener un
reconocimiento. Una vez que Jane comprendió las raíces de su obsesión pudo
orientar la energía que ponía en movimiento a sus celos hacia el
descubrimiento de nuevos modos de darle sentido a su propia vida.
La persona celosa y la relación
que produce celos
Hasta el amorío de su esposo, Jane nunca se había considerado una persona
celosa. El amorío le hizo cambiar su percepción de sí misma. "Descubrió" que
era celosa. Pregunta: ¿su compañero le ha sido infiel alguna vez? Si la
respuesta es sí, existe la probabilidad de que también usted se des criba como
una persona celosa. De hecho, cuanto más infieles son los compañeros -o
dicho de otro modo, en cuantas más situaciones provocadoras de celos se
involucren- más alta es la probabilidad de que las personas sean celosas.
La infidelidad deteriora el sentido que uno tiene de la seguridad de la relación.
Hace comprender que aun un buen matrimonio puede verse amenazado. Y
resulta que la seguridad opera como un amortiguador contra los celos. Cuanto
más inseguro se siente uno en una relación, más alta es la probabilidad de que
se ponga celoso.
Otra pregunta: ¿cuánto tiempo espera usted que dure la relación? Cuanto más
duradera espera uno que sea la relación, menor es la probabilidad de que se
ponga celoso. Resulta revelador que la duración de la relación en y por sí
misma no fue relacionada para nada con los celos: hubo parejas jóvenes y
viejas (en términos del tiempo en que sus miembros habían estado juntos) que
se describieron como celosas, y hubo parejas jóvenes y viejas que se
describieron como no celosas. La duración que se esperaba que tuviera la
relación, que es una medida de seguridad y compromiso, sí exhibió una
correlación con los celos: a mayor compromiso, menos celos.
El compromiso con una relación no se desarrolla en el vacío. Es un reflejo del
modo en que los miembros de la pareja se Sienten el uno respecto del otro y
respecto de la relación. Los datos indican que cuanto más satisfecha se siente
una persona con su compañero y con la relación menos celosa tiende a ser.
Pregunta: ¿Cómo se siente usted con su compañero y con la relación en
general? Cuanto más satisfecho se sienta, menor será la probabilidad de que
sea celoso.
¿Son los celos los que provocan insatisfacción, o es la insatisfacción la que
provoca celos? Se podría argüir que los celos, con su cortejo de drama,
conflicto y desdicha son la causa de la inseguridad y la insatisfacción. Desde
otro punto de vista, se podría decir que las relaciones inestables, inseguras e
insatisfactorias hacen que las personas sean más sensibles a las amenazas y,
en consecuencia, más propensas a los celos. Una interpretación se centra en
la persona celosa, la otra en la relación celosa. ¿Cuál es la correcta? Las
secciones que siguen están dedicados a analizar ambas perspectivas y
veremos que las dos son correctas.
Como se señaló al principio, las personas no se involucran en un determinado
tipo de relación por casualidad. Desempeñan un papel activo en l conformación
de sus relaciones así como de los problemas que surgen en ellas. Algunas
personas crean relaciones en las que la probabilidad de que se desencadenen
los celos es muy baja. Otras eligen compañeros y participan en la construcción
de relaciones en tas que es muy probable que los celos se desencadenen a me
nudo. Una vez establecida la relación, ambos compañeros tienen que estar en
connivencia para que un problema de celos se mantenga vigente.
¿Cree usted en la monogamia para usted? Ocurre que la mayoría de las
personas creen que la monogamia es el mejor tipo de relación. Aun aquellos
que no la practican lo creen. Si bien aquellos que practican la exclusividad en
sus relaciones íntimas tienden a ser más celosos que aquellos para quienes la
exclusividad no es tan importante, las personas monógamas tienden a buscar
compañeros que piensen como ellos y en consecuencia tienen relaciones en
las que resulta improbable que se desencadenen los celos.
Si la conexión entre la creencia en la monogamia y los celos no parece obvia,
señalaré una conexión mucho más obvia entre lo que hacemos a los demás y
lo que tememos que puedan hacernos a nosotros. ¿Le ha sido usted
sexualmente infiel a su compañero alguna vez? (¿Nunca? ¿Una vez? ¿Muy
pocas veces? ¿Muchas veces? ¿Todo el tiempo?) Es probable que cuanto más
infiel haya sido usted, más celoso sea. Cuantas más mentiras haya dicho, más
sensible se torna su oído a las mentiras, y a veces las oye aun cuando no
hayan sido pronunciadas. Cuantas más intrigas haya urdido para poder estar
con su amante, más sospechas le despertarán ciertas situaciones que podrían
ser intrigas de ese tipo.
Los "celos proyectados" derivan de la infidelidad que uno mismo comete o bien
de impulsos a ser infiel que han sido reprimidos. ¿Ha fantaseado alguna vez
con involucrarse sexualmente con alguna otra persona que no sea su
compañero? La mayoría de la gente ha tenido fantasías de ese tipo alguna vez.
Lo que resulta revelador es que aquellos que fantasean más a menudo con
estar con alguna otra persona son también los que se describen a sí mismos
como más celosos. Como se sienten atraídos hacia otros y posiblemente tienen
pensamientos ligados a amoríos salvajes, dan por su puesto con toda
naturalidad que su compañero también tiene esos pensamientos. Como
piensan a veces en fugarse con un amante apasionado, están seguros de que
su compañero también lo piensa. La proyección de sus propios impulsos sobre
su compañero los hace ponerse celosos.
Los celos pueden proyectarse sobre otras personas además de sobre el propio
compañero. De hecho, ciertos individuos que se describen a sí mismos como
celosos tienden a pensar que hay más gente celosa en la población global que
lo que creen las personas que se describen a sí mismas como no celosas.
Por añadidura, las personas que se describen a sí mismas como celosas
prefieren que sus compañeros sean celosos y en general tienden a ver a los
celos como una característica positiva de la personalidad. Son propensos, por
ejemplo, a considerar los celos como una reacción normal que acompaña al
amor, o como una respuesta instintiva a una amenaza. Son menos propensos
a verlos como un defecto.
Es posible que aquellos que consideran que no pueden controlar su reacción
de celos necesiten creer que los celos no son un rasgo negativo. La necesidad
de justificar sus propios celos es tan grande que les impide ver el efecto
negativo que los celos pueden tener sobre las relaciones íntimas. En realidad,
cuanto más se describían estas personas como celosas, más propensas
estaban a terminar sus relaciones íntimas a causa de sus propios celos.
¿Existe la «personalidad celosa"?
Las personas que han tenido varias relaciones íntimas que han terminado a
causa de sus celos suelen comentar que han sido celosas desde pequeñas.
Esto ha hecho que algunos psicólogos de la personalidad sostengan que existe
algo así como una "personalidad celosa". Las diferencias observables entre las
personas en cuanto a su propensión a reaccionar con celos, aseguran, no sólo
son válidas y confiables desde el punto de vista de su prolongación en el
tiempo: se verifican también en las familias.
Mi experiencia personal me lleva a creer que poner a ciertos individuos el
marbete de "personalidades celosas" no les hace ningún bien, e incluso puede
ser perjudicial. Más útil resulta considerar que las personas tienen diferentes
predisposiciones a los celos. Como vimos al principio, los celos se originan en
los primeros años de vida. Y vuelven a desencadenarse cada vez que se
percibe la amenaza de la pérdida de una relación amorosa valorada. Es común
que las personas a quienes los psicólogos de la personalidad rotulan como
"personalidades celosas" hayan pasado por una experiencia más traumática
asociada con la infidelidad, los celos o la pérdida de amor en su infancia, y, en
consecuencia, están más predispuestas a reaccionar poniéndose celosas en
etapas posteriores de sus vidas.
¿Cuán celoso era usted en sus primeros años de vida?
. ¿Durante la infancia?
. ¿Durante la adolescencia?
. ¿Durante la juventud?
. ¿Durante la edad adulta?
De las personas que yo investigué, la mayoría afirma ron haber sido más
celosas en la adolescencia. Es posible que durante este período tormentoso,
todas las experiencias, en tre ellas los celos, sean más intensas. También es
posible que los adolescentes sean más propensos a sentir el temor de perder a
su amado porque en esa etapa de la vida las relaciones se caracterizan por
una falta de compromiso mutuo.
Los interrogados acusaron niveles decrecientes de ce los después de la
adolescencia (menos durante la juventud que durante la adolescencia, y menos
durante la edad adulta que durante la juventud). Hay varias formas de
interpretar estos datos. Es posible que a lo largo del tiempo las personas
desarrollen mejores estrategias para hacer frente a los celos. Es posible que,
con la experiencia, eviten relaciones en las que resulta probable que los celos
se desencadenen a menudo. Es posible que con la edad la mayoría de las
personas adquieran más seguridad en ellas mismas y estén así menos
propensas a sentirse amenazadas por ciertos desencadenantes de los celos.
Es posible que con el paso del tiempo la mayoría de las parejas desarrollen un
cierto grado de seguridad en su relación y estén entonces menos propensas a
ver los incidentes desencadenantes de celos como amenazas importantes. Y
es posible que la creciente apertura que se observa en la sociedad en general
y en la institución del matrimonio en particular haya causado una decadencia
generalizada de los celos.
El hecho de que las personas que eran más celosas que otras en la infancia
también tiendan a ser más celosas que otras en etapas posteriores de la vida
sustenta la noción de que las personas tienen predisposiciones estables a los
celos. Ese género de predisposición es influida por la constelación familiar. Los
psicólogos del desarrollo sitúan las raíces de los celos de los adultos en la
rivalidad entre hermanos. El patrón psicológico de reacción a los factores
desencadenantes de los celos en épocas posteriores de la vida, sostienen, está
determinado por las primeras experiencias de celos del niño cuando su deseo
de disponer con exclusividad de la madre es amenazado por un hermano.
De acuerdo a mis investigaciones, cuanto más herma nos varones mayores
tenía una persona, mayor era su pro pensión a ser celosa. Cuantos más
hermanos menores tenía, menor era su propensión a ser celosa. El número de
hermanas no estaba relacionado con los celos. Esto sugiere que la presencia
de un hermano no es en y por sí misma un factor desencadenante de los celos.
El factor desencadenante tiene que ser un hermano que esté en una posición
ventajosa (un hermano varón mayor tiene ventajas tanto desde el punto de
vista de la edad como del sexo en nuestra sociedad patriarcal). Los celos en la
edad adulta están influidos por la envidia que uno siente en la infancia por las
ventajas de que goza el hermano y por el triángulo de celos que se establece
en ese período con ese hermano y la madre.
Si realmente tenemos una predisposición a los celos, podemos esperar que en
algún momento la gente que nos rodea lo advierta. Y así ocurre. ¿La mayoría
de los que le conocen bien le consideran una persona celosa? Cuanto más
celoso sea (o considere que es), más alta será la probabilidad de que la gente
que le conoce bien le considere una persona celosa. El tormento de los celos
es difícil de ocultar.
Si es difícil ocultarles nuestros celos a aquellos que nos conocen, mucho más
difícil es ocultárselos a nuestros compañeros íntimos. Ellos no sólo son los que
probablemente más provocarán nuestros celos sino también sus testigos
privilegiados. La gente tiene menos propensión a mostrar una conducta celosa
en público o en relaciones ocasionales que a hacerlo en las relaciones íntimas.
Una razón obvia es que es más probable que los celos aparezcan en una
relación íntima que en una relación ocasional menos valorada. Otra razón es
que por lo general la conducta celosa suele ser considerada socialmente
inaceptable en nuestra cultura.
¿Las personas con quienes usted ha tenido una relación de intimidad le
consideran celoso? Cuanto más celo so se sienta usted mayor será la
probabilidad de que su compañero lo considere celoso (mucho más aún que
las otras personas que le conocen bien). La razón parece bastante simple:
usted es celoso, y su compañero, no puede evitar advertirlo y "decirlo tal cual
es". ¿Correcto? No necesariamente. También es posible que cuanto más lo
considere celoso su compañero más propenso esté usted a considerarse
celoso. Su compañero puede decirle que usted es celoso por muchas razones,
de las cuales sólo una es que usted es verdaderamente celoso. Otra razón,
como vimos, es que él, o ella, tenga fantasías en las que se ve involucra do
sexualmente con otras personas, o tenga amoríos reales, y le haga pensar a
usted que es excesivamente celoso para disculpar su propia conducta.
Cuando pregunté a mis entrevistados qué era, según pensaban ellos, lo que
provocaba los celos, una de las respuestas más comunes fue "la inseguridad
personal". Algunas personas, y también algunos investigadores, creen que los
celos son una parte de la personalidad de una persona, y que aquellos que son
inseguros en general también son inseguros en sus relaciones íntimas, y que
esa inseguridad se manifiesta como celos)
Suena bastante sencillo, ¿no es así? Sin embargo, la explicación que ocupó el
segundo lugar fue: "Los celos son el resultado del temor a resultar
desprestigiado". Tercera en la escala fue: "Los celos son el resultado de la
debilidad de la relación". La cuarta fue: "Los celos son el resultado de sentirse
excluido y dejado de lado".
El temor a resultar desprestigiado, el sentimiento de exclusión y los problemas
de la relación no son partes estables de la personalidad de una persona. Se
relacionan más bien con la dinámica de una situación o relación específicas.
Esto nos retrotrae a la noción (presentada anteriormente) según la cual los
celos siempre son resultado de una interacción entre una cierta predisposición
y un cierto acontecimiento desencadenante. La predisposición a los celos está
relacionada con otras características de la personalidad tales como, por caso,
la inseguridad. Si la predisposición habrá de manifestarse o no, depende de la
relación misma: de los problemas que se presenten en las relaciones que se
entablan con otras personas así como de la confianza y el nivel de seguridad
que los compañeros tengan en cada relación.
En definitiva, que la predisposición a los celos se manifieste o no depende
también en parte del estado mental en que usted se encuentre en ese
momento y que puede no tener nada que ver con los celos. ¿Cómo describiría
usted su estado mental? Cuanto mejor sea su estado mental menores serán
las probabilidades de que sufra los tormentos de los celos. Pero, por supuesto,
si usted está inmerso en una crisis de celos, eso no tendrá el mejor de los
efectos sobre su estado mental.
¿Cómo describiría usted su estado físico? Un pobre estado físico, en menor
medida que el estado mental, también se asocia con una tendencia más
pronunciada a experimentar celos. Cuanto mejor sea su estado físico en
general, menores serán las probabilidades de que los celos lo dominen.
A diferencia de los datos que se refieren a los primeros antecedentes de los
celos en nuestra infancia, con respecto a los cuales poco es lo que podemos
hacer, sí es posible en cambio traducir los datos acerca de la correlación entre
nuestros estados mental y físico y los celos a recomendaciones específicas.
En razón de que más adelante hay una sección dedicada a diversas técnicas
para hacer frente a los celos, en este momento recuerde simplemente que si
usted se siente atormentado con frecuencia por los celos, una forma de
prepararse para enfrentar el problema es mejorar su salud mental y física en
general. Puede mejorar su salud mental acudiendo a una terapia, aprendiendo
técnicas de relajación, o haciendo cosas que lo hagan sentir bien. Cuando
usted se siente mejor psicológicamente, la probabilidad de que sus celos lo
dominen es mucho menor, aun cuando otros de los factores que influyen en la
situación no hayan cambiado. Análogamente, si usted mejora su estado físico,
su capacidad para hacer frente a todas las tensiones de su vida, entre ellas los
celos, mejorará. Si a usted le gusta bailar, por ejemplo, ponga música con
mucho ritmo y baile quince minutos todos los días, especialmente cuando esté
deprimido. Eso tendrá un efecto positivo tanto en su estado de ánimo como en
su estado físico, lo que probablemente le ayude a manejar más eficazmente
sus celos.
Una palabra acerca de los celos moderados
Hasta aquí nos hemos dedicado particularmente a las formas extremas de los
celos, es decir aquellas que provocan un dolor y una furia tremendos. Los celos
no siempre alcanzan esos extremos: también se presentan en dosis más
moderadas. ¿Con qué frecuencia experimenta usted celos moderados?
Cuando experimenta celos moderados, ¿cuánto suelen durar?
La mayoría de las personas experimentan celos moderados con mucha más
frecuencia que celos extremos ("cada vez que lo veo flirtear con una mujer
atractiva", "cada vez que ella expresa admiración por otro hombre"). Esa
experiencia dura mucho menos (más que días, segundos), y es mucho menos
dolorosa y traumática. De hecho, algunas personas incluso dicen que este tipo
de celos le agregan cierto condimento a sus relaciones. Una mujer que se
describe a sí misma como felizmente casada explica:
"Cuando lo veo flirteando con una mujer atractiva -los ojos le brillan y tiene una
ex presión radiante- me recuerda lo guapo que es. Siento una punzada de
celos, pero no es un sentimiento desagradable. Hasta podría decir que en
cierta medida me agrada. Le agrega emoción a nuestra relación, es como una
forma de coqueteo. Me da la certeza de que no debo dar por descontado su
amor... Si me mantengo serena es porque me siento segura de su amor, y sé
que cuando lleguemos a casa vamos a hablar de aquella otra mujer, y nos
vamos a reír de todo el episodio."
Los celos son como la pimienta. Úselos con moderación y le agregarán sabor a
la relación. Pero usados en demasía pueden quemar. De hecho, en uno de mis
estudios acerca del agotamiento del matrimonio descubrí que cuanto más
intensos eran los celos que experimentaban las personas en su relación, más
probable era que ésta se agotara) Con los celos moderados parece verificarse
lo contrario.
La "persona celosa" y la "persona no celosa"
Volvamos ahora al tema de la definición que cada uno hace de sí mismo como
celoso o no celoso. Las personas que se describen a sí mismas como celosas
aseguran también que sufren los celos más intensamente y con más frecuencia
que las que se describen como no celosas. En el primer grupo, los celos se
desencadenan más fácilmente y duran más tiempo. Estas personas consideran
que sus celos son un verdadero problema y reconocen haber experimentado
celos en todas las etapas de sus vidas. Los otros los ayudan a confirmar su
percepción de sí mismos como personas celosas. Las personas que les
conocen bien y las que han tenido relaciones íntimas con ellas las consideran
celosas.
Sin embargo, como hemos visto a lo largo de esta sección, las personas que se
describen a sí mismas como no ce losas también experimentan celos cuando
Aprender a-controlar-los-celos
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  • 1. APERENDER A MANEJAR LOS CELOS Los celos, ¿dónde está el límite? ¿El monstruo de ojos verdes o la sombra del amor? ¡Oh, cuídese, mi señor de los celos! Son el monstruo de ojos verdes, que se burla de la carne de la que se alimenta. SHAKESPEARE, OTELO Aquel que no está celoso no está enamorado. SAN AGUSTÍN Los celos son el dragón del paraíso: el infierno del cielo: y la más amarga de las emociones porque está asociada con la más dulce. A. R. ORAGE, ON LOVE "Me encontré agazapado en los arbustos siguiendo con la vista cada uno de los movimientos que se traslucían a través de las cortinas de la ventana de su habitación iluminada. Sabía que su novio estaba allí y esa certeza me provocaba un dolor insoportable. Era una fría noche de invierno, y de vez en cuando lloviznaba. Me dije a mí mismo: 'Sé que soy un adulto sano, responsable y controlado. ¿Qué es lo que me está pasando? ¿Me he vuelto totalmente loco?'. Y sin embargo seguí agazapado en esos arbustos durante horas. No me fui de allí hasta que las luces de la habitación se apagaron. Algo más fuerte que yo me mantuvo hipnotizado, con la vista fija en la luz y en ella. Nunca en mi vida me sentí tan cerca de la locura." "Aunque sabía que nuestra relación estaba terminada todavía experimentaba sentimientos muy fuertes por él. Un día lo vi en la tienda a la que solíamos ir a hacer las compras cuando vivíamos juntos. Estaba con una rubia platinada tipo Los Ángeles, de ésas que se pasan horas eligiendo su atuendo. Estaba maquillada a la perfección y cada pelo de su cabeza estaba donde debía estar. Yo sabía que mi aspecto era el de una vagabunda, tenía la nariz congestionada por un resfrío, y el pelo grasoso y sin lavar. Creo que simplemente enloquecí. Fui hasta él, le di un rodillazo en las pelotas, le rompí el sombrero que tenía en la mano y salí corriendo. Me metí en su auto -que por alguna razón había quedado abierto- y comencé a llorar sin poder contenerme. Nunca había llorado de esa manera en mi vida. Pensé que estaba perdiendo la cabeza." El hombre del primer párrafo y la mujer del segundo describen experiencias intensas que tienen varias cosas en común. Son experiencias extremas y no habituales, entrañan una pérdida de control y desembocan en la sensación de estar volviéndose loco. Estos son, justamente, tres rasgos característicos de los celos. ¿Qué son los celos sentimentales? La palabra celos deriva del término griego zelos, que significa emulación, celo y celos, y denota intensidad en los sentimientos.
  • 2. Esta guía no está dedicado a los celos en general, sino a los celos sentimentales: los que aparecen en el contexto de una relación sentimental. La expresión "celos sentimentales" significa cosas diferentes para las diferentes personas. Evoca una variedad de imágenes, explicaciones y definiciones. Veamos algunos ejemplos. "Son una emoción difícil de controlar que es producto del temor a perder una persona importante a manos de alguna otra persona." "Es lo que se siente cuando uno teme estar perdiendo una relación importante." "Es el sentimiento de estar siendo traicionado por alguien en quien uno confía." "Es cuando algún otro mira a una persona que yo amo de la manera que yo la miro." "Es cuando uno está inseguro de su relación o de sí mismo, y siente que no es lo bastante hombre." "Cuando amas a alguien pero el amor que sentían por ti ha desaparecido." A LOS CELOS ¡Oh niebla del estado más sereno, Furia infernal, serpiente mal nacida! ¡Oh ponzoñosa víbora escondida De verde prado en oloroso seno! ¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno, Que en vaso de cristal quitas la vida! ¡Oh espada sobre mí de un pelo asida, De la amorosa espuela duro freno! ¡Oh celo, del favor verdugo eterno!, Vuélvete al lugar triste donde estabas, O al reino (si allá cabes) del espanto; Mas no cabrás allá, que pues ha tanto Que comes de ti mismo y no te acabas, Mayor debes de ser que el mismo infierno. ¿Cuál es su definición personal de los celos sentimentales?
  • 3. He planteado esta pregunta a casi mil personas y recibí tantas definiciones como personas interrogué. Las definiciones personales que acabo de transcribir, por ejemplo, fueron propuestas por reclusos que cumplían condenas de prisión por haber cometido crímenes relacionados con los celos. Es evidente que no podemos dar por sentado sin más que todo el mundo sabe lo que son los celos; por eso, me gustaría aportar la siguiente definición: Los celos son una respuesta a lo que se percibe como una amenaza que se cierne sobre una relación considerada valiosa o sobre su calidad. Los celos son una respuesta compleja que tiene componentes internos y externos. El componente interno de los celos incluye ciertas emociones, pensamientos y síntomas físicos que a menudo no son visibles para el mundo externo. Las emociones asociadas con los celos pueden incluir dolor, ira, rabia, envidia, tristeza, miedo, pena y humillación. Los pensamientos asociados con los celos pueden incluir re sentimiento ("¿Cómo pudiste haberme mentido así?"), autoincriminación ("¿Cómo pude haber sido tan ciego, tan estúpido, tan confiado?"), comparación con el rival ("No soy tan atractiva, seductora, inteligente, exitosa."), preocupación por la propia imagen ante los demás ("Todo el mundo sabe y se ríe de mí."), o auto-conmiseración ("Estoy completamente solo en el mundo, nadie me ama.") Entre los síntomas físicos asociados con los celos se puede mencionar la afluencia de sangre a la cabeza, manos que tiemblan y transpiran, dificultades para respirar, retortijones de estómago, sensación de desvanecimiento, taquicardia, y problemas para conciliar el sueño o para dormir. El componente externo de los celos es más claramente visible para el mundo externo y se expresa en distintos tipos de comportamientos: por ejemplo, hablar abiertamente del problema, gritar, llorar, esforzarse por ignorar el tema, usar el humor, tomar represalias, dejar a la otra persona o recurrir a la violencia. El hecho de que en los celos se pueda distinguir tanto un componente interno como un componente externo tiene mucha importancia para el modo de hacerles frente. Aun cuando podamos modificar en cierta medida el componente interno, tenemos un control relativamente pobre sobre él, especialmente en lo tocante a nuestras respuestas emocionales y físicas: "Me gustaría mostrarme sereno y racional, pero el dolor es demasiado grande". "Estaba ahí de pie como un idiota, ruborizado, y no podía hacer nada para evitarlo." De alguna manera tenemos más control sobre nuestros pensamientos. En realidad, la premisa de la teoría cognitiva, de la que hablaremos más adelante, es que podemos cambiar nuestros sentimientos cambiando nuestros pensamientos. Tenemos mucho más control sobre el componente ex terno de los celos que sobre el interno. No siempre nos damos cuenta de esto (y aun cuando nos demos cuenta no siempre queremos admitirlo), pero podemos decidir hablar sobre nuestros sentimientos, reímos de todo el asunto, abrir nuestros
  • 4. corazones, sufrir en silencio y secretamente o en voz alta y visiblemente, dejamos arrebatar por la ira, salirnos de la relación, inspirarle celos a nuestro compañero o romper platos. Volveremos a este punto más adelante, durante la discusión de las diversas técnicas para hacer frente a los celos. Por ahora, baste decir que si usted se está sintiendo abrumado por los celos conviene que recuerde que si bien no estamos en condiciones de controlar completamente lo que sentimos cuando estamos celosos, al cambiar nuestros pensamientos podemos evitar que ese complejo de sentimientos nos controle a nosotros. Más aún, tenemos un control significativo sobre lo que decidimos hacer con respecto a nuestros celos. La respuesta celosa se desencadena cuando se percibe una amenaza a una relación. La amenaza percibida puede ser real o imaginada, del mismo modo que la relación misma puede ser real o imaginada. Si un hombre piensa que su es posa está interesada en otros hombres, aun en el caso de que la amenaza sea producto de su propia imaginación desatada, va a responder poniéndose intensamente celoso. (Volveremos a este ejemplo cuando analicemos los celos normales y los anormales.) Por otra parte, si una mujer tiene una relación estrecha con otro hombre pero el esposo se siente seguro en su matrimonio y no se considera amenazado por esa amistad, no es probable que responda poniéndose celoso. Una pareja con la que trabajé hace poco representa un buen ejemplo de cómo los celos pueden aparecer como respuesta a una amenaza imaginada. El esposo, un hombre de aspecto común y corriente que se casó con una mujer muy hermosa trece años menor que él, estaba convencido de que todos los hombres que miraban a su esposa la deseaban. Como no se sentía seguro de su propio atractivo, cada vez que ella salía de la casa lo asaltaba el terror de que conociera a algún otro hombre y lo dejara. Su esposa le era fiel y estaba comprometida con su matrimonio; cuan do se conocieron a ella le encantó el hecho de que él la pusiera en un pedestal, y la intensa atracción que sentía por ella. Sin embargo, con el tiempo descubrió que los celos de su marido se hacían cada vez más molestos y sofocantes. Cuando la pareja acudió a mí en busca de ayuda, ella planteó que necesitaba alejarse de él, no porque careciera de atractivos, ni tampoco porque hubiera conocido a un hombre más atractivo, sino porque la forma en que él la celaba le resultaba sofocante. Otra pareja nos aporta un ejemplo de cómo el no percibir una situación como una amenaza puede actuar como un amortiguador contra los celos. En este caso el marido era un swinger. * Se llama así en los Estados Unidos a las personas afectas al sexo grupal o los intercambios de parejas sexuales. En los países de habla castellana se ha popularizado el uso del término en inglés (N. del T). Le encantaban las fiestas con intercambios de parejas sexuales e incluso las orgías, pero a su esposa no. Durante años solía ir a estos encuentros sexuales solo, costumbre de la que su esposa estaba perfectamente enterada. Si bien a ella la idea de la promiscuidad sexual le disgustaba, aceptaba el hecho de que
  • 5. esto era algo sumamente importante para su esposo y que él no lo hacía con el propósito de poner en entredicho su matrimonio ni su relación con ella. Después de años de este arreglo, la esposa tuvo un amorío. La actitud que adoptó el esposo fue hacerse amigo del amante y aceptarlo como parte de la familia. Afirmaba que el amante no era una amenaza para su matrimonio. Por añadidura, el hecho de que su esposa tuviera un amante lo hacía sentirse más libre para continuar sus propias hazañas sexuales. Aun en caso de que pongamos en duda la afirmación del esposo de que no estaba celoso, es evidente que su respuesta a lo que para la mayor parte de las personas es un poderoso desencadenante de los celos fue muy moderada. La relación que desencadena la respuesta celosa tiene que ser considerada valiosa. Y puede serlo de diferentes maneras. Si una mujer no puede soportar a su esposo y éste sólo le inspira sentimientos de repugnancia, no es probable que la revelación de que está involucrado en un amorío le provoque, en y por sí misma, demasiados celos. Sin embargo, para esta mujer, perder a su esposo por otra mujer puede constituir una amenaza para su imagen pública, su nivel de vida y su estilo de vida en general. El matrimonio puede no ser afectivamente valioso para ella, pero puede tener un valor económico o social. El siguiente es uno de esos casos. Pone en evidencia que el potencial para los celos puede existir en una relación que sólo tiene un valor superfluo, incluso después de que la relación ha terminado. Una mujer rica que estaba desesperada por liberarse de su matrimonio logró por fin su propósito, con un gran coste financiero. Pero aunque tuvo que dejarle la casa a su esposo, estaba contenta de haberse librado de él. Tiempo después, una noche en que pasaba en su auto por delante de la casa, vio la sombra de una mujer proyectada en una cortina y se sintió atravesada por unos celos tremendos. ¿Percibía acaso una amenaza a su matrimonio? Obvia mente no, porque el matrimonio se había disuelto. ¿Su matrimonio era afectivamente valioso para ella como relación amorosa? Obviamente no, ya que era ella la que más se había empeñado y sacrificado para librarse de él. Sin embargo, cuando vio la sombra de la mujer sintió celos. Los celos, como sabemos, son una reacción a lo que se percibe como una amenaza que se cierne sobre una relación valorada o sobre su calidad. La mujer estaba respondiendo a la amenaza que se cernía sobre la percepción que ella tenía de su relación con su esposo. En su mente ella se veía como superior a su esposo y consideraba que tenía más poder en la relación que los unía. Después de todo, ¿no fue ella la que lo echó a él de su matrimonio y de su vida? Y ahora aquel despreciable vago ya había encontrado otra mujer con la que vivir mientras ella todavía estaba sola. Lo que la enfurecía todavía más era que ellos dos estaban "dentro" y ella "fuera" de la casa "de ella". La otra mujer aparecía como una amenaza, pero no para su matrimonio tal cual había sido sino más bien para su percepción de su matrimonio.
  • 6. Este último ejemplo nos permite apreciar la complejidad de la respuesta que representan los celos. Como mujer rica que era, experimentaba posesividad (se trataba de "su" marido y "su" casa), exclusión (ellos estaban "adentro" y ella estaba "afuera"), competitividad (su esposo tenía a alguien y ella no), y envidia (quería tener una relación como la que él tenía). Para algunas personas, el componente más fuerte de los celos es el temor a ser abandonado: "Se va a enamorar de ella, me va a dejar, y yo me voy a quedar sola". Para otras el componente primario es el desprestigio: "¿Cómo pudiste humillarme delante de todo el mundo flirteando abiertamente con esta puerca'?". Algunos sienten que el aspecto más doloroso es la traición: "¿Cómo pudo alguien en quien yo con fiaba mentirme y traicionarme así'?". Para otros, el componente primario es la competitividad: "Si se enamoró de él es porque debe ser mejor amante que yo", o bien "¿Cómo pudo enamorarse de esta porquería?". Y están también aquellos para quienes el componente primario es la envidia: "Ojalá yo fuera tan esbelta y guapa como ella", o "tuviera tanto éxito profesional como él". Cuando uno describe una situación de intensos celos suele confundir su respuesta con la magnitud de la amenaza que la situación realmente presenta. Es posible, por ejemplo, que uno reaccione como si el flirteo "escandaloso" de su compañero en la fiesta implicase que éste lo va a abandonar por aquella otra persona cuando en realidad lo que el flirteo provoca es cierta molestia. Cuando uno analiza la amenaza con realismo ("¿Qué probabilidad existe de que su marido vaya a abandonarla por esta otra mujer?"), la intensidad de los celos que se experimentan invariablemente disminuye. La predisposición a los celos Aunque se presentan de maneras diferentes y se experimentan con diversos grados de intensidad, los celos siempre son el resultado de una interacción entre una cierta predisposición y un acontecimiento preciso que actúa como desencadenante. La predisposición a los celos depende de la cultura en la que vivimos: así como algunas culturas alientan los celos, otras los desalientan. Depende de nuestro contexto familiar: es probable que un hombre cuya madre le fue infiel a su padre o cuyos padres tenían violentas explosiones de celos tenga una predisposición mucho mayor a los celos que un hombre cuyos padres se sentían seguros de su mutuo amor. Depende de nuestra constelación familiar: es probable que una mujer que creció a la sombra de una hermana más bonita o más brillante tenga una mayor predisposición a los celos que una mujer que fue la niña favorita de la familia. También depende de nuestras experiencias en las relaciones íntimas: es probable que una persona que fue traicionada por un compañero en quien confiaba desarrolle después una mayor predisposición a los celos. Cierta predisposición a los celos podría no expresarse nunca si no ocurre un acontecimiento que la desencadene. Para una persona con una predisposición inusualmente alta a los celos, ese acontecimiento puede ser tan nimio como la
  • 7. mirada que su compañero le dispensa a una persona desconocida y atractiva que se le cruza en el camino. Sin embargo, para la mayoría de la gente, lo que opera como desencadenante de los celos es algún acontecimiento mucho más serio, como el descubrimiento de que el compañero está involucrado en un amorío ilícito. Para una persona con una predisposición inusualmente baja a los celos casi ningún acontecimiento, salvo la ruptura de la relación, es capaz de activar la respuesta celosa. Como he comentado en el prefacio, a lo largo de esta guía presentaré cinco enfoques de los celos sentimentales. Cada uno pone de relieve un aspecto diferente de la predisposición a los celos. El enfoque psico-dinámico se centra en una pregunta: ¿por qué algunas personas tienen una predisposición inusualmente alta, o baja, a los celos? Su hipótesis es que la respuesta se encuentra en las experiencias infantiles de esas personas. En el enfoque sistémico la pregunta es: ¿qué sucede en ciertas relaciones que hace aumentar o disminuir la predisposición a los celos en la pareja? Su hipótesis es que la res puesta se encuentra en los patrones recurrentes en las interacciones de esas parejas. La pregunta del enfoque conductista es: ¿qué es lo que hace aumentar la predisposición individual a comportarse celosamente? Su hipótesis es que la respuesta está en las conductas aprendidas. En el enfoque psicosocial la pregunta que se plantea es: ¿qué efectos tiene la cultura sobre la predisposición de las personas a los celos? La hipótesis es que la respuesta está en las normas culturales, que son las que definen qué perciben las personas como amenazantes y cuáles son las respuestas que consideran apropiadas. En el enfoque socio-biológico se plantea la siguiente pregunta: ¿cómo han moldeado las fuerzas evolutivas de la selección natural la predisposición innata a los celos de los hombres y las mujeres? Y supone que la respuesta está en las diferencias universales entre los sexos que existen en la mayoría de las sociedades humanas y en el mundo animal. Celos y envidia Al definir los celos es importante distinguirlos de la envidia. A pesar de que en el uso cotidiano la confusión entre ambos es frecuente, los celos y la envidia son psicológicamente muy diferentes. Por lo general, la envidia involucra a dos personas. La persona envidiosa quiere algo que le pertenece a la otra persona, y no quiere que esa otra persona lo tenga. El objeto de la envidia puede ser el compañero de la otra persona, una buena relación, un rasgo deseable como la belleza o la inteligencia, una posesión, el éxito o la popularidad. Los celos, en cambio, involucran por lo general a tres personas. La persona afectada por los celos está respondiendo a lo que percibe como una amenaza que un tercero
  • 8. representa para una relación que ella considera valiosa. Esto es válido aun en el caso de que el tercero exista sólo en la imaginación de la persona celosa. La envidia y los celos están en sintonía con dos de las condiciones más básicas de la existencia humana. La envidia está conectada con el no tener. Los celos están conectados con el tener. La gente tiende a confundir la envidia con los celos, pero no a la inversa. ¿Le diría usted a su marido que al verlo con su antigua novia siente envidia o que se pone celosa? ¿Diría que está celosa de una amiga que acaba de heredar una fortuna, o que la envidia? Si usted es como la mayoría las personas se describiría en ambos casos como celosa, aun que lo que realmente siente en el segundo caso es envidia. Si esta transposición ocurre con frecuencia, es porque la envidia tiende a estar cargada de una connotación más negativa: resulta menos mitigada por el amor que los celos. En tanto que los celos son una respuesta a una amenaza que se cierne sobre una relación Considerada valiosa, la envidia es una expresión de hostilidad hacia alguien a quien se percibe como superior y un deseo que apunta no sólo a la posesión de esa ventaja sino a la destrucción de ese superior. Las diferentes actitudes hacia los celos y la envidia se han estudiado en muchos países. Una investigación que compara las reacciones a los celos y a la envidia en siete países (Hungría, Irlanda, México, Holanda, la Unión Soviética, Yugoslavia y Estados Unidos) muestra reacciones semejantes a los celos y a la envidia en todos ellos. Silos celos y la envidia son tan diferentes, ¿por qué la gente los confunde con tanta frecuencia? Parte de la razón reside en el hecho de que la respuesta Celosa incluye, en muchos casos, un componente de envidia. Por ejemplo, es probable que un hombre que está celoso porque su esposa está teniendo un amorío con su mejor amigo, sienta envidia del éxito que su amigo tiene con su esposa. Por otra parte, los celos y la envidia se originan en etapas diferentes de nuestro desarrollo psíquico. Como veremos más adelante, al analizar las raíces inconscientes de los celos, éstos se originan primordialmente en las experiencias emocionales que los niños tienen durante la etapa edípica, alrededor de los tres años de edad. La envidia, por su parte, se origina mucho antes, durante las primeras semanas de vida del niño. Según Freud, durante la etapa edípica los niños experimentan los primeros indicios de sexualidad Sus impulsos sexuales se dirigen hacia la persona más cercana del sexo opuesto En el caso de un niño, la madre. En el caso de una niña, el padre. El niño quiere que la madre sea para él. Desgraciadamente, tiene un competidor muy fuerte: el padre. El competidor es más grande y más fuerte y tiene además otras ventajas de modo que el niño "pierde" la
  • 9. competencia. (A través de un proceso similar, la niña "pierde" al padre a manos de la madre.) Cuando el niño se vuelve adulto, cada vez que por obra de un tercero se cierne una amenaza sobre una relación sentimental valorada, la antigua y dolorosa herida vuelve a abrirse y se experimenta como celos. La envidia, según la analista de niños Melanie Klein, se desarrolla durante el período que va desde el nacimiento hasta el primer año de vida y es una respuesta a la dependencia e indefensión totales del niño respecto de la madre. "Des de el comienzo de su vida el niño acude a la madre para satisfacer todas sus necesidades", escribió Melanie Klein. El pecho materno, hacia el cual están dirigidos los deseos del niño, es sentido instintivamente no sólo como una fuente de nutrición sino como la fuente de la vida misma. No obstante, en la primera relación del bebé con la madre se introduce inevitablemente un elemento de frustración, porque "aun en el caso de que se sienta satisfactoriamente alimentado, ello de ninguna manera reemplaza la unidad prenatal con la madre". La frustración e indefensión que el niño hambriento experimenta son las raíces de la envidia. El bebé "envidia" a su madre por el poder que ella tiene de alimentarlo o privarlo del alimento. En su frustración, quiere devorar la fuente de su alimento y del poder de ella: el pecho. Aun en el caso de que no aceptemos la idea de Melanie Klein de que el bebé "envidia" el poder que su madre tiene de alimentarlo, podemos sí aceptar la idea de que ese primer vínculo con la madre contiene los elementos fundamentales de la futura relación del bebé con el mundo. Si el vínculo es amoroso y satisfactorio, el bebé desarrollará un sentido básico de seguridad y confianza hacia la gente. Si el vínculo no es ni amoroso ni satisfactorio, se desarrollarán una inseguridad y una envidia pro fundamente arraigadas y el bebé se convertirá con el tiempo en un adulto envidioso. Cada vez que la envidia se desencadena en un adulto de esas características, las heridas de la primera infancia se reabren con todo su poder destructivo. Melanie Klein piensa que los celos se basan en la envidia, pero que de todos modos son muy diferentes de ella. La distinción que ella establece entre ambos es similar a la que planteamos aquí: "La envidia es el sentimiento de enfado porque otra persona posee y disfruta algo deseable, y el impulso envidioso apunta a despojarla de ese algo o echarlo a perder". Los celos, por su parte, conciernen a la relación de la persona con por lo menos otras dos personas, "y se relacionan principalmente con un amor que el individuo siente que le corresponde y le ha sido arrebatado, o bien está a punto de serle arrebatado". La envidia, según la describe Melanie Klein, es una emoción anterior, más primitiva y más destructiva que los celos. Es diferente del deseo que impulsa a los celos, en el que se trata de proteger la relación o de recuperar al ser ama do. Cuando en una situación de celos hay un componente de envidia éste se manifiesta como impulso de destruir a la persona que goza de la ventaja envidiada, sea ésta el rival o el amado, que tiene el poder de hacernos felices y prefiere no ejercerlo.
  • 10. Celos normales y celos anormales Después de definir los celos sentimentales y diferenciarlos de la envidia es preciso que hagamos otra distinción no menos importante entre celos normales y anormales. El análisis de los celos anormales nos llevará a considerar algunas de las formas más extremas que pueden adoptar los celos y a algunas de sus consecuencias más dramáticas. Los celos han producido dolor, dramas y tragedias a lo largo de la historia. Una amplia gama de acontecimientos hostiles, amargos y dolorosos han sido atribuidos a los celos: asesinato, agresión, odio, disminución de la autoestima, depresión, suicidio e intentos de suicidio, esposas golpeadas, destrucción de relaciones amorosas, problemas conyugales y divorcios. Una investigación de alcance nacional hecha en Estados Unidos por consejeros matrimoniales indica que los celos son un problema que se presenta en una tercera parte de todas las parejas que acuden a solicitar una terapia conyugal. La mayoría de las personas describe los celos como una experiencia "loca" y extremadamente dolorosa. Una mujer que participó en mis talleres dedicados a los celos afirmó que éstos representaban la experiencia más dolorosa que le había tocado vivir: "Lo intenté todo para tratar de controlarlos de alguna manera, pero nada, nada funciona. Ahora, lo único que me queda es la lobotomía. Y créame que la idea me tienta. No creo que pueda seguir viviendo con todo ese dolor a cuestas." No es raro que aun aquellas personas que experimentan los celos en forma extrema y a pesar de ello tienen suficiente control de sí mismas como para no incurrir en actos de verdadera violencia fantaseen con ese recurso. Una mujer que vio a su ex marido con su nueva esposa, que además había sido su mejor amiga, recuerda: "Un día, mientras estacionaba mi auto, los vi en su nuevo coche deportivo que estaba estacionado exactamente delante de mí. Era un auto que él nunca me había dejado manejar y ahora ella lo estaba usando. La rabia me encegueció. Me quedé sentada ahí, tratando de controlarme. Imaginé que ponía mi auto en marcha, apretaba a fon do el acelerador e iba directo a chocarlos con la mayor velocidad y potencia posibles. Podía sentir el impacto del choque en mi cuerpo y oír el estruendo del metal y los vidrios haciéndose añicos... No sé qué fuerza me ayudó a controlar el impulso de destruir todo." Casi todos nos hemos enfrentado a los celos en algún momento de nuestras vidas, aun cuando no los consideremos un problema. Cualquiera que haya experimentado celos intensamente es consciente del poder y la potencial destructividad que éstos entrañan. Esto ayuda a explicar nuestra fascinación con las historias que cuentan las barbaridades que algunas personas se ven impulsadas a hacer por obra de los celos. Una de esas historias se refiere a una mujer de edad mediana cuyo esposo la abandonó por una mujer más
  • 11. joven. Con la ayuda de un amigo, la esposa ofendida secuestró a su rival a punta de pistola, le afeitó la cabeza, la desnudó, la cubrió de brea y plumas, y la liberó en el basural de la ciudad. Leí la historia en el periódico y con posterioridad se la oí repetir una y otra vez, con gran regocijo, a mujeres que se identificaban con la venganza de la esposa abandonada. Lo cierto es que tendemos a mostrarnos más comprensivos con la gente que comete crímenes "con la sangre caliente" motivada por los celos que con la gente que comete crímenes a sangre fría motivada por la codicia. Podemos sentir una cierta identificación con el amante traicionado que "con sumó su venganza" y se atrevió a hacer algo que la mayoría veríamos como una venganza merecida contra nuestro compañero infiel o contra el intruso que nos robó el corazón de nuestro compañero. En ciertos países hasta la ley trata los "crímenes pasionales" con relativa lenidad. En un caso famoso que ocurrió hace algunos años en Italia, un hombre que sospechaba que su esposa le estaba siendo infiel compró un revólver y se fue en su coche desde Roma, donde vivía, a Milán, donde tenía motivos para sospechar que su esposa estaba con su amante. Llegó a Milán, descubrió a su esposa y a su amante en la cama, los mató a tiros, y en el juicio fue declarado inocente sobre la base de que habría cometido el crimen en estado de emoción violenta. ¿Son los celos una forma de locura? Volviendo a los ejemplos presentados al comienzo de esta sección, podemos preguntarnos: ¿está sano un hombre que se agazapa entre los arbustos en medio de una noche lluviosa para espiar a una mujer? ¿Qué diríamos de una mujer que le da un puntapié a un hombre en la entrepierna, o de la que cubre a otra mujer con brea y plumas? ¿Qué diríamos de un hombre que mata a dos personas en un ataque de celos? Tal como lo ponen en evidencia estos ejemplos, los celos merodean la zona gris que se extiende entre la salud mental y la locura. Algunas reacciones a los celos son tan naturales que una persona que no las demuestra parece en cierta forma "no normal". Pensemos, por ejemplo, en un hombre cuya esposa acaba de informarle que se ha enamorado de otro hombre y responde: "Qué maravilloso para ti, querida". Otras reacciones parecen tan excesivas que no es necesario ser un experto para saber que son patológicas. Un ejemplo clásico es el del hombre que sospecha de su amante y fiel esposa y la espía permanentemente, escucha sus conversaciones telefónicas, busca manchas en su ropa interior, verifica los kilómetros recorridos por su coche para detectar viajes clandestinos, le hace visitas sorpresivas y, a pesar de su probada fidelidad, sigue sospechando de ella y sufre tremendos celos. Si bien las respuestas de estos dos esposos parecen completamente diferentes la una de la otra, hay una semejanza importante entre ambas. Las dos son inadecuadas. En el primer caso, el esposo no responde a una amenaza real que se cierne sobre su matrimonio: su esposa podría dejarlo por el otro hombre. En el segundo, el esposo está respondiendo con celos cuando en
  • 12. realidad no hay una verdadera amenaza. Los psicólogos clínicos consideran que en ambos casos se trata de conductas anormales que indican ciertos desórdenes de la personalidad." Más adelante analizaré las raíces de este tipo de reacciones tan extremas de celos. Para una gran mayoría de las personas, aun cuando produzcan un dolor y una aflicción tremendos, los celos constituyen una experiencia íntima que no llega a derivar en una acción violenta. La mujer a la que me referí antes cuyo esposo, de quien está separada, comenzó a salir con la mejor amiga de ella poco después de la separación, dijo: "Durante el día fantaseo con ir al apartamento de ella con un mazo y romper cosas: muebles, discos, ventanas. Puedo oír claramente el ruido de los vidrios al romperse... En cierta forma es tas fantasías tienen para mí un efecto sedante, aunque sé que nunca las realizaré." ¿Podemos considerarla una reacción apropiada? ¿Qué diríamos si la otra mujer no fuese su mejor amiga? ¿O si ella supiese de que su esposo la había dejado a causa de esa "mejor amiga"? ¿Y qué diríamos si, en lugar de imaginar la destrucción a mazazos, la perpetrase realmente? Cuanto más una reacción parece derivar (en palabras de Freud) "de la situación real" y más proporcionada parece "a las circunstancias reales", más "normal" es. Freud y los terapeutas que adhieren en la actualidad al enfoque psico-dinámico diferencian los celos "normales" de los "delirantes". Los celos normales tienen como base una amenaza real a la relación. Los celos delirantes, por su parte, persisten a pesar de la ausencia de cualquier amenaza real o incluso probable. El marido que sospecha de su esposa y la espía a pesar de que ella le es fiel y leal es un buen ejemplo de celos delirantes. ¿Por qué alguien "elegiría" sufrir los indecibles padecimientos de los celos si no hubiera fundamentos para ello en la realidad? Una explicación, a la que me referiré más adelante, es que a través de los celos la persona está tratando de enfrentar un trauma infantil de traición no resuelto. Luego me referiré a otra explicación que se centra en las interacciones de la pareja que ayudan a mantener vigente un problema de celos de ese tipo. Posteriormente me referiré a una tercera explicación que ve las raíces del problema de los celos en conductas que fueron aprendidas en algún momento de los comienzos de la vida, y que persisten a pesar de que ya no son adecuadas. A a distinción entre amenaza real e imaginaria, se suele agregar otra entre la reacción adecuada ("normal") y la in adecuada ("anormal") a la amenaza que provoca los celos. En una sección posterior me ocupo de la forma en que se experimentan y se expresan los celos sentimentales en diferentes culturas, veremos que lo "normal" es simplemente lo que en una cultura determinada es aceptado como la reacción adecuada. Más allá de cuán anormal pueda parecerle a uno una determinada reacción a los celos, existe la posibilidad de que ella sea considerada normal en alguna otra parte, o lo haya sido.
  • 13. Otra distinción que se hace entre los celos normales y los anormales tiene que ver con el efecto que ambos tienen sobre las relaciones. Mientras que los celos normales son una reacción defensiva que puede salvar un matrimonio, los ce los anormales son una obsesión destructiva que daña a las personas y las relaciones entre ellas. En lugar de poner el acento en la connotación negativa y enjuiciadora que se deriva del uso corriente de la palabra anormal (es decir, patológico, mórbido, loco, enfermo), es más provechoso pensar lo normal como un término estadístico que describe lo que es típico o promedio. Las personas experimentan reacciones de celos tan variadas como lo son las diferentes características físicas y emocionales que poseen. Una vasta mayoría cae en el rango intermedio y son definidas como normales. Una pequeña minoría cae en la parte más baja de la escala y son definidas como de respuestas anormalmente bajas. Una minoría similar a esta última cae en la parte más alta de la escala y son definidas como de res puestas anormalmente altas. Pensemos en un rasgo como la altura, por ejemplo. La mayoría de las personas son de altura "normal", un pequeño porcentaje son "anormalmente" bajas y una minoría similar son "anormalmente" altas. Lo anormal en este caso no significa loco o enfermo, sino simplemente los extremos más alto y más bajo de la escala. Lo mismo que se puede decir de la altura, el peso, fuerza o la belleza, se puede decir de los celos. La mayoría de las personas están en la zona intermedia (es decir "normal") de la escala de los celos. Los pocos que están en extremo superior de la escala, aquellos que ven una amenaza aun cuando no exista ninguna, son "anormalmente" celosos; los pocos que están en el extremo inferior de la escala, aquellos que no ven una amenaza aunque ésta sea evidente, son "anormalmente" no celosos. Esta afirmación es más que una distinción semántica. Demasiado a menudo las personas afectadas por los celos están tan conmovidas por la intensidad de sus emociones por las cosas que se sorprenden haciendo o deseando hacer -como espiar a una ex amante o soñar despierto que se destruye una casa a mazazos- que llegan a la conclusión: "¡Debo estar loco!". Esta conclusión no es muy útil y muy probable mente sea además incorrecta. La mayoría de las personas "normales" sienten celos intensos cuando una amenaza se cierne sobre una relación que valoran. Esto no significa que no haya casos de celos anormales, sino que son muy pocos. Si oímos hablar tanto de ellos es precisamente porque están realmente fuera de la zona de lo "normal" y, por lo tanto, resultan particular mente fascinantes. La mayoría de los casos de celos anormales comparten uno de los siguientes rasgos, o ambos: (a) no están relaciona dos con una amenaza real a una relación valorada sino con algún disparador interno del individuo celoso; y (b) la reacción de celos resulta dramáticamente exagerada o violenta.
  • 14. Dicho esto, me gustaría señalar también que algunos científicos sociales, cuyos puntos de vista presentaré más adelante, rechazan de plano la noción de celos anormales aplicada al individuo. Creen que lo que es normal o anormal está determinado por la cultura, y que el individuo poco tiene que hacer a ese respecto. Si le preocupa saber si usted o su compañero son "anormalmente celosos", el cuestionario sobre los celos que aparece posteriormente pueden resultarle particularmente útiles. En este último se plantean una serie de preguntas destinadas a ayudarle a diagnosticar sus propios celos (o los de su compañero). Por lo demás, responder al cuestionario sobre los celos puede ser interesante aun cuan do usted no tenga un problema de celos. Titulé esta primera sección "¿El monstruo de ojos verdes o la sombra del amor?" Ahora que hemos visto algunas de las formas extremas que los celos adoptan como, en palabras de Shakespeare, "el monstruo de ojos verdes", podemos pasar a analizar los celos como la sombra del amor. Los celos sentimentales como la sombra del amor Sea lo que fuere, lo que atrae a dos amantes es lo que constituirá el carácter de los celos que habrán de experimentar. Ilustraré esta afirmación con un ejercicio: Evoque el momento en que conoció o vio por primera vez a su compañero, y trate de recordar lo mejor posible cómo se sintió. ¿Qué fue lo que más le atrajo? ¿Qué fue lo que hizo que usted pensara (en ese momento o un poco después) que ésta era la persona con la que usted quería compartir su vida? ¿Qué fue lo más importante que la relación le aportó? ¿Sensación de seguridad? ¿De respeto y atención? ¿De ser deseado o adorado? Ahora vuelva al presente y considere el componente primario de sus celos, los pensamientos y sentimientos más dolorosos asociados con sus celos o los de su compañero. ¿Es el miedo a ser abandonado? ¿Es la humillación y el des prestigio? ¿Es la pérdida de la autoestima? La tercera parte es la que plantea el mayor desafío, y la más significativa de este ejercicio. Piense: ¿podría haber alguna conexión entre las cosas que la relación le aportó en los primeros tiempos y los componentes primarios de sus celos? Por ejemplo, una mujer que se enamoró de su esposo porque él le hizo sentir que "finalmente había llegado a casa" y que se encontraba en un lugar seguro y a salvo describió el aspecto más doloroso de sus celos diciendo que "se sentía abandonada y completamente sola el mundo". El ejemplo opuesto, mencionado más atrás, es el la mujer que se enamoró de su esposo porque la convirtió en el centro de su mundo. Después de veinte años de matrimonio pidió el divorcio porque los celos de él la asfixiaban. Su esposo se enamoró de ella porque era hermosa, tipo de mujer con la que sólo se atrevía a soñar cuando era un adolescente tímido. Los celos que este
  • 15. hombre experimentaba se centraban en sus sentimientos de inferioridad e inseguridad. ¿Por qué es tan importante distinguir la conexión entre lo que nos atrajo en nuestro compañero -lo más valioso que la relación nos aportó en un primer momento- y los componentes primarios de nuestros celos? Por que ello demuestra que los celos son, en efecto, la sombra del amor. Más aún, es un recordatorio de que no nos involucramos en esta relación porque sí. Elegimos estar en ella. Algo que está en nosotros nos hizo sentirnos atraídos por nuestro compañero. Algo que está en nosotros nos hace experimentar los celos en la forma en que lo sentimos. Ese algo es nuestra imagen sentimental. Los psicólogos han dedicado grandes esfuerzos a estudiar quién se enamora de quién. Han descubierto semejanzas entre las parejas en un amplio abanico de variables, entre ellas las características personales, los antecedentes familiares, la educación, los ingresos y la condición social de los padres, la pertenencia religiosa, el sexo de los hermanos, la actitud hacia los padres, la felicidad del matrimonio de los padres, la tendencia a ser un "lobo solitario" o a ser sociables, la preferencia por "quedarse en casa" o por "salir por ahí", los hábitos de fumar y beber, la cantidad de amigos, la inteligencia, el atractivo personal, diversos atributos físicos, la salud mental y la madurez psíquica. Aun cuando usted y su compañero sean semejantes en varios de los rasgos mencionados en la lista, es probable que de todos modos usted sienta que no fueron ésas las razones reales por las cuales se enamoró de su compañero. Sin embargo, una vez que hizo su elección, éstas fueron las cosas que le indicaron que su elección era correcta. Su elección emocional -la chispa que sintió- estuvo basada en su imagen sentimental internalizada. Desarrollamos nuestra imagen sentimental en la etapa más temprana de la vida sobre la base de intensas experiencias que tuvimos durante la infancia. Nuestros padres y otros adultos involucrados en nuestra crianza influyen en el desarrollo de nuestra imagen sentimental por dos vías primarias: (a) por la forma en que expresan, o no expresan, amor por nosotros, y (b) por la forma en que expresan, o no expresan, el amor que sienten los unos por los otros. Evoque ahora el momento más antiguo de su vida que pueda recordar. (Puede ser útil pensar en una casa en la que vivió o en un acontecimiento determinado que haya quedado fijado en su memoria.) ¿Quién le cuidaba? ¿Quién le enseñó el significado del amor? ¿Fue su madre, su padre, un herma no mayor, un abuelo? ¿Quién más fue importante en su infancia? Trate de recordar lo más que pueda de estas personas, no en la forma en que son ahora sino como eran cuando usted tuvo contacto con ellas en su infancia. ¿Cuáles eran sus rasgos más importantes, buenos y malos? ¿Cuál era la característica más notable de la relación entre ellos? ¿Qué era lo más importante que le daban a usted? ¿Qué era lo que usted más quería y no obtuvo? ¿Se eran infieles unos a otros? ¿Eran celosos?
  • 16. Los rasgos positivos y negativos de las personas que nos criaron son los ladrillos con los que se construye nuestra imagen sentimental. Pero si bien nuestra imagen sentimental está influida por nuestra madre, nuestro padre y las otras personas que nos educaron, hay una diferencia importante entre los rasgos positivos y negativos que ellos exhiben. Los rasgos negativos tienden a ejercer una influencia mayor sobre nuestra imagen sentimental. La razón que explica esto no es (como ha sugerido un psicólogo) que elegimos casarnos con nuestra peor pesadilla, sino que son rasgos con los cuales todavía tenemos "cuentas pendientes". Si el padre de una niña le fue infiel a la madre, su infidelidad se convertirá en un componente importante de la imagen sentimental de la niña. Si la madre de un niño solía tener ataques de celos, éstos se convertirán en un componente importante de la imagen sentimental de ese niño. Cuando somos adultos buscamos una persona que se adecue significativamente a nuestra imagen sentimental. Cuando conocemos una persona así, proyectamos nuestra imagen internalizada sobre ella. Esta es la razón por la cual, cuando nos enamoramos, solemos decir: "Siento como si le conociera de toda la vida". Esta es también la razón por la que tan a menudo nos sentimos sorprendidos cuando el encanto se acaba. Es como si no viéramos a la persona sino solamente la proyección de nuestra propia imagen sentimental. La persona que se adecua a nuestra imagen sentimental es también la persona que en mejores condiciones está de ayudarnos a resolver nuestros traumas infantiles. Por ejemplo, aunque la lógica parecería indicar que una mujer cuyo padre era infiel buscaría un hombre de cuya fidelidad no hubiera dudas, por lo general no es eso lo que ocurre. De hecho, lo más frecuente es que una mujer de esas características se enamore de playboys parecidos a su padre, no porque necesite repetir su trauma infantil, sino porque sólo un hombre que se parece a su padre puede darle lo que no obtuvo de él. La paradoja es que ella se casa con un hombre así porque se parece a su padre, y sin embargo lo que ella quiere con desesperación es que no se comporte como se comportaba su padre. Quiere que él -un hombre sexualmente atractivo, propenso a flirtear y en torno a quien las mujeres se arremolinan todo el tiempo- sea un marido fiel y le dé la seguridad que no tuvo cuando era niña. Aun cuando esto no ocurra, al repetir su trauma infantil en la edad adulta con una cierta medida de control sobre su propia vida, puede lograr -y a menudo ocurre así- un efecto curativo. Los efectos de una imagen sentimental no siempre son tan directos y sencillos. Un niño que fue testigo de la infidelidad de su madre puede elegir para casarse a una mujer cuya cualidad más positiva sea su fidelidad. ¿Cómo podrá entonces "trabajar" sobre su trauma infantil? Una posibilidad se ría que sospeche que su fiel esposa le es infiel. La comprobación reiterada de su inocencia lo ayuda a curar su herida. Y le demuestra que a diferencia de su padre él es el número uno para su esposa. Dado que la persona que elegimos para enamorar nos tiene una influencia tan importante en nuestra vida interior, el descubrimiento de esa persona es un acontecimiento crucial. Cuando nos enamoramos y nuestro amor es
  • 17. correspondido nos sentimos plenamente felices. Estamos seguros de que hemos encontrado nuestra "alma ge mela". La soledad desaparece. El amor le da un sentido a toda nuestra vida. Cuando alguien le da un sentido a toda nuestra vida la amenaza de perder a esa persona puede ser devastadora. Justamente los resultados de una reciente investigación acerca del amor y los celos demuestran que las personas que cargan de un sentido existencial de esa magnitud a sus relaciones amorosas tienden a ser particularmente sensibles a la amenaza de perderlas) Casi todos tenemos algún conflicto irresuelto que arras tramos desde la infancia. Algunos tenemos más, otros me nos. Para algunos estos conflictos son serios y problemáticos, para otros no tanto. Los experimentamos como vulnerabilidades, inseguridades o temores. Cuando nos enamoramos y nuestro amor nos es retribuido, estas vulnerabilidades, inseguridades y miedos parecen desvanecerse. Somos amados a pesar de nuestras imperfecciones. Nos sentimos completos, nos sentimos seguros. Pero cuando este amor resulta amenazado, los miedos y las inseguridades que creíamos que habían desaparecido para siempre retornan con toda su fuerza. Si esta persona a la que amamos -la persona que pensábamos que nos amaba a pesar de nuestros defectos- está a punto de dejarnos por otra, entonces ¡ya no hay la menor esperanza para nosotros! Ya no nos sentimos seguros ni si quiera de las cosas que antes amábamos en nosotros. La sombra que proyecta la posible pérdida de ese amor es tan intensa como lo era su resplandor. Como veremos en una próxima sección, aun aquellos que crecieron rodeados de amor y relativamente sin problemas, y cuyos conflictos irresueltos son pocos, reaccionan a la amenaza o a la pérdida real del amor en una forma análoga. Lo más probable, sin embargo, es que esa reacción sea adecuada y proporcionada a la situación. Puesto que estas personas tuvieron que enfrentarse con traumas infantiles menos abrumadores, su imagen sentimental se basa en los rasgos más positivos de quienes los criaron y en las experiencias de amor que ellos mismos vivieron que observaron entre sus padres. Cuando conocen a alguien que se adecua a esa imagen sentimental internalizada también ellos se enamoran y sienten que han conocido a esa persona de toda la vida. Pero en lugar de sentir que son amados a pesar de todos sus defectos se sienten amados por las cosas que aman en ellos mismos. Estas personas no dependen con tanta desesperación de este amor como aquellos que tratan de superar un trauma infantil; es menos probable que perciban una amenaza si ésta no existe, y una amenaza real les resulta menos abrumadora. De todos modos, también reaccionan poniéndose celosas cuando un tercero amenaza una relación sentimental que les interesa profundamente. Si hasta las personas maduras que tuvieron una infancia feliz experimentan celos, podemos suponer entonces que todo el mundo siente celos en algún momento de su vida. Habida cuenta de los orígenes de los celos que analizamos antes, ésta parece ser una conclusión lógica. Todos fuimos niños
  • 18. alguna vez, y como consecuencia de ello arrastramos determinadas vulnerabilidades y temores. Por muy amorosos que hayan sido nuestros padres, todos nos quedamos con hambre alguna vez y tuvimos ocasión de sentir miedo de ser abandonados. Del mismo modo, alguna que otra vez hemos tenido que competir por el amor exclusivo de un padre o de alguien que nos cuidaba y hemos perdido. Puesto que estas experiencias son universa les, los psicólogos afirman con Freud que los celos son universales. No es necesario que los celos sean el monstruo de ojos verdes que destruye a las personas y sus relaciones. La posibilidad de reconocerlos como la sombra del amor les da a las parejas la oportunidad de examinar dos preguntas fundamentales: . ¿Cuál es la esencia de su amor? ¿Qué es lo que los atrajo mutuamente en un primer momento, y qué es lo más importante que la relación les ha aportado a cada uno de ustedes? . ¿Cuál es la sombra que se proyecta sobre su amor cuando está amenazado? ¿Cuál es la amenaza o la pérdida ante la que reacciona la persona celosa? Aun cuando los celos no estén fundados en la realidad, ¿en qué se centran? ¿En una pérdida del amor? ¿De prestigio? ¿De valoración de sí mismo? Los celos han sido caracterizados como una erupción que puede ser superada sólo a través de una toma de conciencia. A medida que la conciencia nos permite desplazarnos hacia el núcleo de nuestros celos, descubrimos expectativas infundadas, proyecciones, envidia, pérdida de la autoestima, y temores e inseguridades infantiles. No son cosas "agradables" de descubrir. De hecho, pueden ser tan desagradables que alguna gente se esfuerza por no verlas. Lamentablemente, ni eludir un problema ni desterrarlo de nuestra conciencia lo hace desaparecer. Una estrategia mucho más eficaz para resolver un problema de celos es el análisis franco y honesto de las cuestiones que de él surgen. Un análisis de esas características no sólo puede ayudar a la persona celosa a mitigar lo que percibe como una amenaza. También puede ser útil para mejorar la relación y profundizar el compromiso mutuo de los miembros de la pareja. La sección siguiente es una buena oportunidad para realizar un análisis de ese tipo. ¿Es usted una persona celosa? Vosotros tiranos, tiranos celos. Vosotros, tira/los del espíritu. JOHN DRYDEN. THE SONG OF JEALOUSY ¿Es usted una persona celosa? Cuando hice esta pregunta a 728 personas en tres investigaciones diferentes, poco más de la mitad (54 por ciento) respondieron: "Sí, soy una persona celosa". Casi la mitad (46 por ciento) respondió: "No, no soy una persona celosa".' Casi todas las personas que se describieron a sí mismas como no celosas han experimentado celos en algún momento de sus vidas. Más aún, sus experiencias fueron bastante similares a las de las personas que se describieron como celosas. Pero como veremos la diferencia de autopercepción entre las personas que se definen
  • 19. a sí mismas como "celosas" y las que se definen como "no celosas" tiene consecuencias de vasto alcance para el modo de hacer frente a los celos. La experiencia de los celos Trate de recordar el acontecimiento que lo hizo sentir más celoso. Tal vez le resulte difícil, pero recuerde el acontecimiento tan vívidamente como le sea posible y con la mayor cantidad de detalles. ¿Qué incidentes que estuvieran relacionados lo precedieron? ¿Cómo era la relación antes de que ocurriera? ¿Dónde y cuando se produjo? ¿Cuál fue el desencadenante? ¿Quién era la persona que se interpuso entre ustedes? Cuando sucedió, ¿cómo estaba su compañero? ¿Cómo se sentía usted? ¿Qué pensaba? Idealmente, debería recordar los detalles suficientes para poder reproducir el acontecimiento sobre un escenario o como si lo estuviera viendo en una pantalla. Una vez que el acontecimiento esté claro en su memoria, trate de recordar con cuánta intensidad experimentó cada uno de los componentes -físicos, emocionales y cognitivos (relacionados con el pensamiento)- de los celos que se presentaron a continuación. ¿Experimentó cada uno de esos componentes muy intensamente, moderadamente o no lo experimentó en absoluto? Si usted es semejante a las 728 personas que respondieron el cuestionario probablemente experimentó muchos de estos componentes de los celos en una cierta medida, y experimentó los que están en la parte superior de cada lista más intensamente que los que están al pie. Si experimentó todos los ítems de la lista muy intensamente, o no experimentó ninguno en absoluto, pertenece usted a la pequeña minoría de los que son "anormalmente celosos" o bien a la de los "anormalmente no celosos". Anormal, como señalé en el capítulo uno, no significa patológico, sino fuera del rango intermedio en el que caen la mayoría de las respuestas. Qué hacer al respecto es algo que depende de usted. Si la intensidad de sus celos es tal que a usted le resulta difícil manejar los, y si las técnicas recomendadas en este libro no son suficientes, tal vez le convenga pedir ayuda profesional. Es importante señalar que la experiencia de los celos a la que se refirieron tanto las personas que se describieron a sí mismas como "celosas" como las que se consideraron "no celosas" fue similar; la única diferencia estuvo en la intensidad. Aquellos que se describieron a sí mismos como "una persona celosa" dijeron que experimentaron "intensamente" sentimientos de dolor, pena, inferioridad, agresión y resentimiento, mientras que los que se describieron como "no celosos" aseguraron que las habían experimentado "moderadamente". En todos los otros casos las diferencias entre los dos grupos fueron aun menores. Esto indica que a pesar de su complejidad los celos tienen algunos rasgos universales e identificables.
  • 20. Las situaciones que desencadenan los celos Es probable que no le resulte sorprendente descubrir que la intensidad de la experiencia con los celos está relacionada con las circunstancias en que éstos despiertan. A las personas que participaron en mi investigación se les plantea ron las siguientes situaciones. Eran todas situaciones reales que les habían ocurrido a personas reales. ¿Cuántos celos experimentaría usted si... . durante una fiesta, su compañero se dedica a flirtear y pasa buena parte del tiempo bailando íntima mente y comportándose provocativamente con alguna otra persona? . su compañero dedica mucho tiempo, durante una fiesta, a bailar con otra persona?
  • 21. . su compañero se pasa un largo tiempo durante una fiesta conversando con otra persona? . están en una fiesta y su compañero desaparece por un lapso prolongado? . están en una fiesta y después de un rato usted se da cuenta de que no sabe dónde está su compañero? . atiende el teléfono de su casa y el que llama dice: "perdón, número equivocado", o simplemente cuelga? . llama por teléfono a su compañero y la línea está ocupada? Si usted es como las otras personas que respondieron, debería sentir más celos en la primera situación, cuan do su compañero se comporta más provocativamente. No debería sentir celos en las tres últimas situaciones: cuan do el teléfono está ocupado, cuando alguien corta la comunicación al atender usted o cuando no sabe dónde esta su compañero durante una fiesta. Si estas últimas situaciones le provocan celos, usted es una persona "anormal mente" celosa. Ésta puede ser una condición temporaria provocada por el descubrimiento reciente de un amorío o también una condición más permanente. Si la primera situación no le provoca celos usted es una persona "anormalmente" no celosa. La mayoría de las personas que respondieron esta pregunta se sintieron celosas incluso en situaciones me nos extremas que aquella en que su compañero bailaba íntimamente con otra persona; para muchos, ese comporta miento es una razón suficiente para abandonar la relación y no simplemente la fiesta. Ver que el compañero de uno pasa mucho tiempo durante una fiesta bailando con otra persona ("sólo porque él, o ella, baila tan maravillosamente, y por ninguna otra razón") es suficiente para poner celosas a la mayoría de las personas. Lo mismo vale para el caso en que uno ve que su compañero pasa mucho tiempo durante una fiesta conversando con otra persona ("sólo porque él, o ella, trabaja en la misma empresa y resulta políticamente conveniente"). Si usted se encuentra en una situación así, y su compañero "no puede entender" por qué usted está haciendo semejante escándalo por un baile o una conversación "inocentes", puede consolarse (y explicárselo a su compañero) con la certeza de que la mayoría de las personas habrían reaccionado del mismo modo. Dicho de otro modo, usted no es una persona "anormalmente" celosa. Analicemos algunos otros de los desencadenantes más comunes de los celos. ¿Sentiría (o siente) usted celos cuando su compañero... . tiene un (o una) amante? . tiene un amigo (o amiga) íntimo que es soltero (o soltera) y está disponible?
  • 22. . tiene un amigo (o amiga) íntimo? . se relaciona con personas solteras y disponibles? . expresa su aprecio e interés por una persona a la que ha conocido casualmente? . expresa su admiración por un desconocido atractivo que ve pasar? . expresa su admiración por una estrella del cine o la televisión? Cuando es más probable que la gran mayoría de las personas se pongan celosas es cuando su compañero tiene un amorío. Se trata de una buena razón: las investigaciones dan a entender que la mayoría de los matrimonios en los que hay un amorío terminan en divorcio. Un amorío es una amenaza importante para una relación íntima, y los celos que desencadena reflejan eso. La admiración por una estrella del cine, en cambio, no provoca celos a la mayoría de las personas. Si usted siente celos aun en esa situación, es una persona "anormalmente" celosa. Si usted no siente celos ni siquiera cuando su compañero tiene un (o una) amante, o ya no valora la relación o bien es una persona "anormalmente" no celosa. Sin duda, la situación que es más probable que provoque celos es aquella en la que el compañero tiene un (o una) amante. Pero resulta que aun en este caso hay diversas variantes. ¿De qué magnitud serían los celos que usted experimentaría si... . su compañero le anuncia que él, o ella, se ha enamorado de otra persona y está considerando la posibilidad de abandonarle? . su compañero tiene un amorío importante y prolongado? . su compañero tiene un amorío, pero le asegura que es resultado de su necesidad de variación y no afecta de ninguna manera su relación? . su compañero está abierto a experiencias sexuales ocasionales y las tiene con frecuencia? . descubre que hace poco su compañero tuvo una relación ocasional "de una noche"? . descubre que su compañero tuvo un amorío hace muchos años, cuando ustedes dos ya eran una pareja? . descubre que su compañero tuvo un amorío hace muchos años, antes de que ustedes dos fueran una pareja? . descubre que su compañero tuvo un amorío hace muchos años, cuando ustedes dos ya eran una pareja, con una persona que ahora está muerta?
  • 23. . descubre que su compañero tuvo un amorío hace muchos años, antes de que ustedes dos fueran una pareja, con una persona que ahora está muerta? Todas las personas que respondieron a estas preguntas dijeron que los celos más intensos correspondían a la situación en la que su compañero les anuncia que él (o ella) se ha enamorado de otra persona y piensa abandonarla. Esta es la pesadilla que desencadena los celos más intensos, aun en aquellas situaciones en que este tipo de amenaza no se plan tea. La razón es obvia: esta situación representa la peor amenaza posible a una relación de amor considerada valiosa: su final no querido, no esperado y doloroso. En uno de mis talleres, una mujer contó lo que había ocurrido cuando se encontró en esta precisa situación. "Mi esposo llegó a casa una noche con aspecto muy sombrío. Cuando le pregunté cuál era el problema, dijo que se había enamorado de otra mujer, que había estado teniendo un amorío con ella durante cierto tiempo, y que finalmente había decidido dejarme e irse a vivir con ella. Yo me enfurecí. Le salté encima y empecé a pegarle en la cara con las manos. Él es mucho más gran de y fuerte que yo, pero no hubo caso, no pudo detenerme. No paré hasta que me di cuenta de que su cara estaba llena de sangre." Años después del incidente todavía no lo había superado. Cuando lo contó en el taller temblaba y sollozaba, y todavía no lograba comprender cómo ella, una persona sensata, serena y no violenta podía haber hecho lo que hizo. Sin embargo, los profesionales saben que en la situación que vivió esta mujer es en la que más altas son las probabilidades de que se produzca una reacción violenta. La persona que es abandonada por otra siente que la empujan contra la pared y que no dispone de ningún recurso para impedir la inminente catástrofe. La violencia es una respuesta a la frustración, al dolor, la rabia y la desesperación. (Volveremos sobre este punto más adelante, durante el análisis de la relación entre los celos sentimentales y la violencia.) A la mayoría de las personas interrogadas el solo hecho de contemplar la posibilidad de que su compañero las abandonara les resultaba intolerable. Otras situaciones relacionadas con algún amorío en curso -incluso una aventura ocasional de una noche- también provocaban muchos celos. En cambio, un amorío que tuvo lugar muchos años atrás, especialmente si ocurrió antes de que fueran una pareja, despertaba pocos celos o no los provocaba en absoluto. ¿La razón? Este tipo de amorío ya no plantea una amenaza a la relación. En las raras ocasiones en que ello ocurre -como en el caso de la esposa que no para de contarle a su nuevo marido cuán maravilloso era su difunto esposo-, lo más probable es que desencadene celos. Esto es así a pesar de que la "otra persona" ya no significa una amenaza "real" para la relación.
  • 24. Una relación pasada puede provocar una amenaza "percibida" aun en el caso de que no haya una provocación tan obvia. Una mujer describió los celos que sintió cuando vio por primera vez a la ex esposa de su marido: "Estábamos en el estadio, sentados, esperan do que empezara el partido de fútbol, cuando mi marido dijo, "Ahí está Meg", y señaló a una mujer que estaba sentada del otro lado del pasillo. Sentí que la sangre se me iba a la cabeza y pensé que me desmayaba. El hecho de que el divorcio hubiese sido terrible y que hubiese ocurrido antes de estar juntos nosotros no significaba nada para mí en ese momento. Lo único que podía pensar es que habían sido novios en la secundaria, algo que nosotros nunca pudimos ser, y que él había estado locamente enamorado de ella en aquellos días de su juventud." Aun un amorío que tuvo lugar muchos años atrás con una persona que ahora está muerta puede provocar celos en su momento a pesar del hecho obvio de que esa persona no puede significar una amenaza real, porque la persona muerta plantea una amenaza a la calidad de la relación. Un ejemplo muy ilustrativo de una situación de ese tipo es el que se describe en el cuento corto de James Joyce, El muerto. Después de una espléndida cena familiar de Noche buena, Gabriel siente deseos de hacer el amor con su esposa Gretta. Pero ella está ensimismada en algo; una canción que alguien cantó en la reunión le recordó a un joven que cono ció en su adolescencia. Gabriel, que quiere hacerla salir de ese estado de ánimo poco propicio para hacer el amor, siente una punzada de celos: "Al hacerle la pregunta trató de mantener el tono frío pero cuando habló le salió una voz tímida e indiferente. "-Supongo que estabas enamorada de este Michael Fury, Gretta -dijo. "-Lo pasaba muy bien con él en ese entonces -replicó ella. "Lo dijo con una voz opaca y triste. Gabriel, que ahora sentía cuán vano sería tratar de llevar la a hacer lo que él quería, le acarició una mano y dijo también con tristeza: "-¿Y de qué murió tan joven, Gretta? ¿Tuberculosis? "-Creo que murió por mí -respondió ella. "Un vago terror se apoderó de Gabriel al es cucharla, como si en ese momento en que se había esperanzado con salir airoso de la situación, un ser impalpable y vengativo se alzara ante él, reuniendo fuerzas para atacarlo desde su vago mundo. Sin embargo, logró liberarse de él gracias a un esfuerzo de la razón y siguió acariciándole la mano. La razón le dice a Gabriel que no hay nada que temer. Sin embargo, sabe perfectamente bien que Fury, el muerto, lo ha derrotado en la batalla por el amor de Gretta.
  • 25. Así como una relación del pasado todavía puede plantear una amenaza, sitas circunstancias en las que se descubre un amorío resultan ser penosas pueden entrañar una amenaza adicional no sólo para la relación en sí misma sino también para la imagen que los otros tienen de la pareja. ¿De qué magnitud serían los celos que usted experimentaría en cada una de las siguientes situaciones? ¿No se sentiría celoso en absoluto? ¿Sentiría celos moderados? ¿Se sentiría sumamente celoso? Una vez más, todas éstas son situaciones que realmente ocurrieron. Usted descubre que su compañero tiene un amorío y... . Su compañero actúa con suma indiscreción, estalla un escándalo en medio de una gran fiesta, usted se encuentra colocado en el papel del amante traicionado y se espera que reaccione. . Su compañero actúa con suma indiscreción, estalla un escándalo, usted se encuentra colocado en el papel del amante traicionado y se entera de todo estando solo. . Todo el mundo menos usted lo sabe desde hace tiempo pero nadie ha dicho nada. . Todo el mundo lo sabe. . Sólo usted y unos pocos y fieles amigos íntimos lo saben. . Su compañero actúa con mucha discreción, los úni cos que lo saben son los tres implicados, y ellos dos saben que usted lo sabe. . Su compañero actúa con mucha discreción, nadie más lo sabe, y su compañero no sabe que usted sabe. De acuerdo con las respuestas de los interrogados, el peor desencadenante de los celos no es la situación en la que estalla un escándalo en medio de una gran fiesta. Una mujer que se encontró en esta situación describe así la experiencia: "Yo quería irme de la fiesta, y como no podía encontrar a mi marido, decidí irme sola. Fui a buscar mi abrigo con otros invitados que también se disponían a partir. Abrí la puerta del dormitorio donde habíamos dejado los abrigos con los otros invitados pisándome los talones. Allí, encima de la pila de abrigos, estaba mi marido follando con la puerca con la que había estado flirteando toda la noche... Sentí que la sangre me subía a la cabeza y me empezaron a temblar las rodillas. Pero sabía que todo el mundo me estaba mirando y esperando mi reacción. Así que me limité a decir: 'Adiós, querido. Me voy a casa', y me fui." La serenidad con la que reaccionó le dio a esta mujer la posibilidad de mantener la situación bajo control. Ésta y otras experiencias similares indican que, en general, las personas prefieren minimizar sus reacciones de celos en
  • 26. público. La expresión valiente que adoptan les ayuda a controlar sus reacciones, en cierta medida al menos, y manejar mejor sus celos. Cuando usted descubre que su compañero tuvo duran te años un amorío del que todo el mundo estaba enterado menos usted, no tiene la presencia de ánimo que una actuación pública como la mencionada puede procurarle. Un hombre que pasó por esta experiencia devastadora la describe así: "Estuvimos casados treinta y siete años y yo estaba seguro de que el nuestro era un matrimonio maravilloso. Un día volví a casa temprano y descubrí a mi esposa en el dormitorio con un hombre a quien yo consideraba uno de mis mejores amigos. Para mí fue devastador. Luego descubrí con horror que esto había estado sucediendo desde hacía varios años y que todos nuestros amigos y conocidos lo sabían pero nadie había dicho nada. Me sentí traicionado y humillado. Me los imaginaba hablando a mis espaldas, riéndose de mí..." El hombre sentía que hubiera sido más fácil soportar la situación si sólo hubieran estado enterada de ella las tres personas implicadas. Uno podría argüir que un amorío que ha durado años no plantea una gran amenaza a un matrimonio, especialmente si todos, entre ellos el compañero infiel, han tratado de protegerlo manteniendo esa relación en secreto. Aunque el descubrimiento de la "puerca encima de los abrigos" puede ser más molesto en ese momento preciso, un amorío secreto que se ha prolongado en el tiempo representa una amenaza mucho más grave. De todos modos, ambos incidentes soca van los cimientos de la confianza en el matrimonio. ¿Por qué nuestra reacción a situaciones "públicas" de esa naturaleza es tan extrema? La razón es que estas situaciones amenazan la imagen pública de nuestra relación. Hemos sido socializados para creer que la gente se enamora de su "alma gemela" y vive con ella, y sólo con ella, "y son felices para siempre". Parte del dolor relacionado con el des cubrimiento de que nuestro compañero está teniendo un amo río proviene de la toma de conciencia de que ya no podernos aplicarnos esa imagen idealizada a nosotros mismos. Cuando hay otra gente que está enterada del amorío, la imagen que los demás tienen de nuestra relación queda destruida. El hecho de que los demás lo sepan nos priva de la opción de simular ante el mundo que "todo marcha bien". Gente que provoca celos Hasta aquí nos hemos estado refiriendo exclusivamente a las diferentes situaciones que pueden desencadenar reacciones de celos. Pero los efectos que estas situaciones tengan dependen de las personas involucradas. Es posible, por ejemplo, que la mujer que descubrió a su es poso sobre la pila de abrigos pudiese mantener la serenidad porque no veía a la otra mujer corno una rival importante sino más bien como una "puerca" despreciable. El hombre que descubrió a su esposa con su mejor amigo, en cambio, no sólo tenía un rival importante, sino que sufrió el dolor adicional de ser traicionado por las dos personas que más quería y en las que más confiaba.
  • 27. ¿Quiénes son las personas que más hacen despertar los celos en usted? Trate de imaginar: ¿cuán intensos serían los celos que experimentaría si descubriera que su compañero ha estado teniendo un amorío con... . alguien que usted no conoce personalmente y por quien tiene una baja estima? . alguien que usted no conoce personalmente y de quien no sabe nada? . alguien que usted no conoce personalmente y por quien tiene una alta estima? . alguien que usted conoce personalmente y de quien desconfía? . alguien que usted conoce personalmente y le parece muy semejante a usted? . alguien que usted conoce personalmente, en quien confía y considera un amigo? . un miembro de la familia? . su mejor amigo y confidente? . alguien a quien usted conoce personalmente y a quien envidia? La mayoría de las personas que respondieron esta pregunta dijeron que una persona por la que tenían baja estima y que no conocían personalmente era la que menos celos les provocaba. La "puerca encima de los abrigos" es un ejemplo. Una camarera del bar de un hotel con la que su esposo tuvo una aventura de una noche es otro ejemplo. Tener baja estima por esta clase de personas y no conocerlas personalmente son dos elementos que ayudan a reducir la amenaza que implica para la parte traicionada el hecho de que su compañero esté involucrado con alguna de ellas. Es importante señalar, no obstante, que aun esta clase de personas desconocidas y "de baja estofa" despiertan celos en alguna medida. Todos los interrogados coincidieron en que el "tercero" que más celos les provocaría sería alguien a quien conocieron personalmente y a quien envidiaron: alguien a quien consideraron más brillante o más atractivo que ellos mismos, o bien más exitoso en aquello en que a ellos les hubiera gustado serlo. El amorío del compañero con este tipo de persona produce la amenaza que se percibe como más importante, porque si uno piensa que esa persona es mejor que uno, ¿por qué no lo pensaría su compañero? ¿Cuán celoso (o celosa) es usted? Después de examinar estas diferentes situaciones y las respuestas que pueden desencadenar y compararlas con las que usted haya dado, ¿cuán celoso (o celosa) piensa que es? ¿No lo es en absoluto? ¿Moderadamente? ¿Suma
  • 28. mente? Casi todas las personas que respondieron a mi cuestionario se describieron a sí mismas como moderadamente celosas. Las pocas personas que se describieron a sí mis mas como sumamente celosas o como nada celosas son las que caracterizaríamos como anormalmente celosas o anormalmente no celosas. Anteriormente le pedí que evocara la experiencia de celos más intensa que hubiera vivido. Volvamos a esa experiencia. ¿Por cuánto tiempo se prolongó? ¿Minutos? ¿Días? ¿Meses? ¿Años? La mayoría de las personas sostiene que una experiencia extrema de celos dura algunos días. En unos pocos casos, cuando la experiencia es especialmente traumática o la persona es especialmente propensa a los ce los, puede prolongarse por meses e incluso por años sin perder su intensidad. Jane, una mujer elegante y atractiva, estuvo felizmente casada treinta y cinco años hasta que descubrió que su esposo había tenido un amorío con una mujer más joven que había conocido en su trabajo. Siete meses después de haber descubierto el amorío -y cuando ya hacía mucho tiempo que su marido lo había dado por terminado- Jane todavía no podía superar los intensos celos que sen tía. No podía dejar de pensar en la otra mujer y comenzó a espiarla. La primera vez que pudo verla fue en una matineé de opera. El hecho de ver a su rival ataviada con un escandaloso vestido escotado en la espalda la sumió en un abatimiento que duró semanas. El descubrimiento de que el esposo con quien una ha estado casada treinta y cinco años, un hombre que una consideraba su mejor y más sincero amigo, la ha traicionado es sin duda una causa más que justificada para sentirse sumamente celosa. Sin embargo, las personas "anormalmente celosas" reaccionan poniéndose extremadamente celosas ante desencadenantes mucho más moderados, y con mucha mayor frecuencia que el resto de la gente. Los "celos anormales" pueden ser consecuencia de haber elegido a un compañero que es probable que nos haga poner celosos (debido a su personalidad, a nuestra propia falta de confianza o a la dinámica de la interacción que tenemos con él). Otra causa puede ser que imaginemos amenazas aun cuando no las haya en absoluto: "Cada mujer atractiva que veo por la calle es una amenaza. Cuando pienso en las mujeres que él conoce en su trabajo siento que me vuelvo loca de celos". ¿Con qué frecuencia experimenta usted celos desmedidos? ¿Nunca? ¿Muy pocas veces? ¿Ocasionalmente? ¿A menudo? ¿Todo el tiempo? Para la mayoría de las personas la experiencia de sentir celos intensos es poco común. Las personas que son "anormalmente no celosas" nunca experimentan celos intensos. Hay personas que para protegerse evitan involucrarse con alguien de quien están apasionada mente enamoradas. Otros recurren al simple expediente de "no ver", o ignorar, la amenaza. Los celos pueden ser una experiencia sumamente dolorosa, pero hacerlos cesar no es fácil. Pregunta: ¿puede usted dejar de estar (sentirse, pensar, actuar) dominado por los celos? ¿Decididamente sí? ¿Sólo hasta cierto punto? ¿Decididamente no? La mayoría de las personas pueden lograrlo, pero sólo
  • 29. hasta cierto punto. Cuando uno está en medio de una crisis de celos, esto resulta particularmente difícil. Más adelante encontrará una sección que aporta sugerencias acerca de cómo lograrlo. Jane decía que no podía dejar de estar celosa. Por mucho que lo intentara no podía dejar de pensar en la otra mujer: en cómo lucía en el teatro con su vestido escotado en la espalda, en cómo sonaba su voz en el contestador automático ("tan artificialmente alegre"), en cómo debía de haberse comportado con su marido (libre, atrevida). Jane no podía evitar que su mente volviera una y otra vez sobre cada uno de los detalles del amorío. Jane sólo pudo sobreponerse a sus intensos celos a través de la terapia. Así fue como llegó a comprender que ella hizo su parte para facilitar aquel amorío al mantener se distante e inaccesible en circunstancias en que su esposo necesitaba apoyo y quería demostrarse a sí mismo su virilidad. También comprendió que el amorío de su esposo sólo explicaba en parte su obsesión con la otra mujer. Sus pensamientos y sentimientos estaban relacionados con su propia desilusión a propósito de las elecciones que había hecho en la vida. La otra mujer tenía una carrera exitosa y había logrado muchas de las cosas que Jane habría querido lograr. Como mujer libre e independiente que era, su rival podía darse el lujo de acudir al teatro vestida con un atuendo escandalosamente sexy. También podía hacer otras cosas (como andar en amoríos) que Jane, como mujer casada y ama de casa con todas sus responsabilidades familiares, nunca podría darse el lujo de hacer. Jane dedicaba su vida a su esposo y sus hijos. Nunca tenía tiempo para sus intereses personales y sin embargo su dedicación parecía no tener un reconocimiento. Una vez que Jane comprendió las raíces de su obsesión pudo orientar la energía que ponía en movimiento a sus celos hacia el descubrimiento de nuevos modos de darle sentido a su propia vida. La persona celosa y la relación que produce celos Hasta el amorío de su esposo, Jane nunca se había considerado una persona celosa. El amorío le hizo cambiar su percepción de sí misma. "Descubrió" que era celosa. Pregunta: ¿su compañero le ha sido infiel alguna vez? Si la respuesta es sí, existe la probabilidad de que también usted se des criba como una persona celosa. De hecho, cuanto más infieles son los compañeros -o dicho de otro modo, en cuantas más situaciones provocadoras de celos se involucren- más alta es la probabilidad de que las personas sean celosas. La infidelidad deteriora el sentido que uno tiene de la seguridad de la relación. Hace comprender que aun un buen matrimonio puede verse amenazado. Y resulta que la seguridad opera como un amortiguador contra los celos. Cuanto más inseguro se siente uno en una relación, más alta es la probabilidad de que se ponga celoso. Otra pregunta: ¿cuánto tiempo espera usted que dure la relación? Cuanto más duradera espera uno que sea la relación, menor es la probabilidad de que se ponga celoso. Resulta revelador que la duración de la relación en y por sí
  • 30. misma no fue relacionada para nada con los celos: hubo parejas jóvenes y viejas (en términos del tiempo en que sus miembros habían estado juntos) que se describieron como celosas, y hubo parejas jóvenes y viejas que se describieron como no celosas. La duración que se esperaba que tuviera la relación, que es una medida de seguridad y compromiso, sí exhibió una correlación con los celos: a mayor compromiso, menos celos. El compromiso con una relación no se desarrolla en el vacío. Es un reflejo del modo en que los miembros de la pareja se Sienten el uno respecto del otro y respecto de la relación. Los datos indican que cuanto más satisfecha se siente una persona con su compañero y con la relación menos celosa tiende a ser. Pregunta: ¿Cómo se siente usted con su compañero y con la relación en general? Cuanto más satisfecho se sienta, menor será la probabilidad de que sea celoso. ¿Son los celos los que provocan insatisfacción, o es la insatisfacción la que provoca celos? Se podría argüir que los celos, con su cortejo de drama, conflicto y desdicha son la causa de la inseguridad y la insatisfacción. Desde otro punto de vista, se podría decir que las relaciones inestables, inseguras e insatisfactorias hacen que las personas sean más sensibles a las amenazas y, en consecuencia, más propensas a los celos. Una interpretación se centra en la persona celosa, la otra en la relación celosa. ¿Cuál es la correcta? Las secciones que siguen están dedicados a analizar ambas perspectivas y veremos que las dos son correctas. Como se señaló al principio, las personas no se involucran en un determinado tipo de relación por casualidad. Desempeñan un papel activo en l conformación de sus relaciones así como de los problemas que surgen en ellas. Algunas personas crean relaciones en las que la probabilidad de que se desencadenen los celos es muy baja. Otras eligen compañeros y participan en la construcción de relaciones en tas que es muy probable que los celos se desencadenen a me nudo. Una vez establecida la relación, ambos compañeros tienen que estar en connivencia para que un problema de celos se mantenga vigente. ¿Cree usted en la monogamia para usted? Ocurre que la mayoría de las personas creen que la monogamia es el mejor tipo de relación. Aun aquellos que no la practican lo creen. Si bien aquellos que practican la exclusividad en sus relaciones íntimas tienden a ser más celosos que aquellos para quienes la exclusividad no es tan importante, las personas monógamas tienden a buscar compañeros que piensen como ellos y en consecuencia tienen relaciones en las que resulta improbable que se desencadenen los celos. Si la conexión entre la creencia en la monogamia y los celos no parece obvia, señalaré una conexión mucho más obvia entre lo que hacemos a los demás y lo que tememos que puedan hacernos a nosotros. ¿Le ha sido usted sexualmente infiel a su compañero alguna vez? (¿Nunca? ¿Una vez? ¿Muy pocas veces? ¿Muchas veces? ¿Todo el tiempo?) Es probable que cuanto más infiel haya sido usted, más celoso sea. Cuantas más mentiras haya dicho, más sensible se torna su oído a las mentiras, y a veces las oye aun cuando no hayan sido pronunciadas. Cuantas más intrigas haya urdido para poder estar
  • 31. con su amante, más sospechas le despertarán ciertas situaciones que podrían ser intrigas de ese tipo. Los "celos proyectados" derivan de la infidelidad que uno mismo comete o bien de impulsos a ser infiel que han sido reprimidos. ¿Ha fantaseado alguna vez con involucrarse sexualmente con alguna otra persona que no sea su compañero? La mayoría de la gente ha tenido fantasías de ese tipo alguna vez. Lo que resulta revelador es que aquellos que fantasean más a menudo con estar con alguna otra persona son también los que se describen a sí mismos como más celosos. Como se sienten atraídos hacia otros y posiblemente tienen pensamientos ligados a amoríos salvajes, dan por su puesto con toda naturalidad que su compañero también tiene esos pensamientos. Como piensan a veces en fugarse con un amante apasionado, están seguros de que su compañero también lo piensa. La proyección de sus propios impulsos sobre su compañero los hace ponerse celosos. Los celos pueden proyectarse sobre otras personas además de sobre el propio compañero. De hecho, ciertos individuos que se describen a sí mismos como celosos tienden a pensar que hay más gente celosa en la población global que lo que creen las personas que se describen a sí mismas como no celosas. Por añadidura, las personas que se describen a sí mismas como celosas prefieren que sus compañeros sean celosos y en general tienden a ver a los celos como una característica positiva de la personalidad. Son propensos, por ejemplo, a considerar los celos como una reacción normal que acompaña al amor, o como una respuesta instintiva a una amenaza. Son menos propensos a verlos como un defecto. Es posible que aquellos que consideran que no pueden controlar su reacción de celos necesiten creer que los celos no son un rasgo negativo. La necesidad de justificar sus propios celos es tan grande que les impide ver el efecto negativo que los celos pueden tener sobre las relaciones íntimas. En realidad, cuanto más se describían estas personas como celosas, más propensas estaban a terminar sus relaciones íntimas a causa de sus propios celos. ¿Existe la «personalidad celosa"? Las personas que han tenido varias relaciones íntimas que han terminado a causa de sus celos suelen comentar que han sido celosas desde pequeñas. Esto ha hecho que algunos psicólogos de la personalidad sostengan que existe algo así como una "personalidad celosa". Las diferencias observables entre las personas en cuanto a su propensión a reaccionar con celos, aseguran, no sólo son válidas y confiables desde el punto de vista de su prolongación en el tiempo: se verifican también en las familias. Mi experiencia personal me lleva a creer que poner a ciertos individuos el marbete de "personalidades celosas" no les hace ningún bien, e incluso puede ser perjudicial. Más útil resulta considerar que las personas tienen diferentes predisposiciones a los celos. Como vimos al principio, los celos se originan en los primeros años de vida. Y vuelven a desencadenarse cada vez que se
  • 32. percibe la amenaza de la pérdida de una relación amorosa valorada. Es común que las personas a quienes los psicólogos de la personalidad rotulan como "personalidades celosas" hayan pasado por una experiencia más traumática asociada con la infidelidad, los celos o la pérdida de amor en su infancia, y, en consecuencia, están más predispuestas a reaccionar poniéndose celosas en etapas posteriores de sus vidas. ¿Cuán celoso era usted en sus primeros años de vida? . ¿Durante la infancia? . ¿Durante la adolescencia? . ¿Durante la juventud? . ¿Durante la edad adulta? De las personas que yo investigué, la mayoría afirma ron haber sido más celosas en la adolescencia. Es posible que durante este período tormentoso, todas las experiencias, en tre ellas los celos, sean más intensas. También es posible que los adolescentes sean más propensos a sentir el temor de perder a su amado porque en esa etapa de la vida las relaciones se caracterizan por una falta de compromiso mutuo. Los interrogados acusaron niveles decrecientes de ce los después de la adolescencia (menos durante la juventud que durante la adolescencia, y menos durante la edad adulta que durante la juventud). Hay varias formas de interpretar estos datos. Es posible que a lo largo del tiempo las personas desarrollen mejores estrategias para hacer frente a los celos. Es posible que, con la experiencia, eviten relaciones en las que resulta probable que los celos se desencadenen a menudo. Es posible que con la edad la mayoría de las personas adquieran más seguridad en ellas mismas y estén así menos propensas a sentirse amenazadas por ciertos desencadenantes de los celos. Es posible que con el paso del tiempo la mayoría de las parejas desarrollen un cierto grado de seguridad en su relación y estén entonces menos propensas a ver los incidentes desencadenantes de celos como amenazas importantes. Y es posible que la creciente apertura que se observa en la sociedad en general y en la institución del matrimonio en particular haya causado una decadencia generalizada de los celos. El hecho de que las personas que eran más celosas que otras en la infancia también tiendan a ser más celosas que otras en etapas posteriores de la vida sustenta la noción de que las personas tienen predisposiciones estables a los celos. Ese género de predisposición es influida por la constelación familiar. Los psicólogos del desarrollo sitúan las raíces de los celos de los adultos en la rivalidad entre hermanos. El patrón psicológico de reacción a los factores desencadenantes de los celos en épocas posteriores de la vida, sostienen, está determinado por las primeras experiencias de celos del niño cuando su deseo de disponer con exclusividad de la madre es amenazado por un hermano.
  • 33. De acuerdo a mis investigaciones, cuanto más herma nos varones mayores tenía una persona, mayor era su pro pensión a ser celosa. Cuantos más hermanos menores tenía, menor era su propensión a ser celosa. El número de hermanas no estaba relacionado con los celos. Esto sugiere que la presencia de un hermano no es en y por sí misma un factor desencadenante de los celos. El factor desencadenante tiene que ser un hermano que esté en una posición ventajosa (un hermano varón mayor tiene ventajas tanto desde el punto de vista de la edad como del sexo en nuestra sociedad patriarcal). Los celos en la edad adulta están influidos por la envidia que uno siente en la infancia por las ventajas de que goza el hermano y por el triángulo de celos que se establece en ese período con ese hermano y la madre. Si realmente tenemos una predisposición a los celos, podemos esperar que en algún momento la gente que nos rodea lo advierta. Y así ocurre. ¿La mayoría de los que le conocen bien le consideran una persona celosa? Cuanto más celoso sea (o considere que es), más alta será la probabilidad de que la gente que le conoce bien le considere una persona celosa. El tormento de los celos es difícil de ocultar. Si es difícil ocultarles nuestros celos a aquellos que nos conocen, mucho más difícil es ocultárselos a nuestros compañeros íntimos. Ellos no sólo son los que probablemente más provocarán nuestros celos sino también sus testigos privilegiados. La gente tiene menos propensión a mostrar una conducta celosa en público o en relaciones ocasionales que a hacerlo en las relaciones íntimas. Una razón obvia es que es más probable que los celos aparezcan en una relación íntima que en una relación ocasional menos valorada. Otra razón es que por lo general la conducta celosa suele ser considerada socialmente inaceptable en nuestra cultura. ¿Las personas con quienes usted ha tenido una relación de intimidad le consideran celoso? Cuanto más celo so se sienta usted mayor será la probabilidad de que su compañero lo considere celoso (mucho más aún que las otras personas que le conocen bien). La razón parece bastante simple: usted es celoso, y su compañero, no puede evitar advertirlo y "decirlo tal cual es". ¿Correcto? No necesariamente. También es posible que cuanto más lo considere celoso su compañero más propenso esté usted a considerarse celoso. Su compañero puede decirle que usted es celoso por muchas razones, de las cuales sólo una es que usted es verdaderamente celoso. Otra razón, como vimos, es que él, o ella, tenga fantasías en las que se ve involucra do sexualmente con otras personas, o tenga amoríos reales, y le haga pensar a usted que es excesivamente celoso para disculpar su propia conducta. Cuando pregunté a mis entrevistados qué era, según pensaban ellos, lo que provocaba los celos, una de las respuestas más comunes fue "la inseguridad personal". Algunas personas, y también algunos investigadores, creen que los celos son una parte de la personalidad de una persona, y que aquellos que son inseguros en general también son inseguros en sus relaciones íntimas, y que esa inseguridad se manifiesta como celos)
  • 34. Suena bastante sencillo, ¿no es así? Sin embargo, la explicación que ocupó el segundo lugar fue: "Los celos son el resultado del temor a resultar desprestigiado". Tercera en la escala fue: "Los celos son el resultado de la debilidad de la relación". La cuarta fue: "Los celos son el resultado de sentirse excluido y dejado de lado". El temor a resultar desprestigiado, el sentimiento de exclusión y los problemas de la relación no son partes estables de la personalidad de una persona. Se relacionan más bien con la dinámica de una situación o relación específicas. Esto nos retrotrae a la noción (presentada anteriormente) según la cual los celos siempre son resultado de una interacción entre una cierta predisposición y un cierto acontecimiento desencadenante. La predisposición a los celos está relacionada con otras características de la personalidad tales como, por caso, la inseguridad. Si la predisposición habrá de manifestarse o no, depende de la relación misma: de los problemas que se presenten en las relaciones que se entablan con otras personas así como de la confianza y el nivel de seguridad que los compañeros tengan en cada relación. En definitiva, que la predisposición a los celos se manifieste o no depende también en parte del estado mental en que usted se encuentre en ese momento y que puede no tener nada que ver con los celos. ¿Cómo describiría usted su estado mental? Cuanto mejor sea su estado mental menores serán las probabilidades de que sufra los tormentos de los celos. Pero, por supuesto, si usted está inmerso en una crisis de celos, eso no tendrá el mejor de los efectos sobre su estado mental. ¿Cómo describiría usted su estado físico? Un pobre estado físico, en menor medida que el estado mental, también se asocia con una tendencia más pronunciada a experimentar celos. Cuanto mejor sea su estado físico en general, menores serán las probabilidades de que los celos lo dominen. A diferencia de los datos que se refieren a los primeros antecedentes de los celos en nuestra infancia, con respecto a los cuales poco es lo que podemos hacer, sí es posible en cambio traducir los datos acerca de la correlación entre nuestros estados mental y físico y los celos a recomendaciones específicas. En razón de que más adelante hay una sección dedicada a diversas técnicas para hacer frente a los celos, en este momento recuerde simplemente que si usted se siente atormentado con frecuencia por los celos, una forma de prepararse para enfrentar el problema es mejorar su salud mental y física en general. Puede mejorar su salud mental acudiendo a una terapia, aprendiendo técnicas de relajación, o haciendo cosas que lo hagan sentir bien. Cuando usted se siente mejor psicológicamente, la probabilidad de que sus celos lo dominen es mucho menor, aun cuando otros de los factores que influyen en la situación no hayan cambiado. Análogamente, si usted mejora su estado físico, su capacidad para hacer frente a todas las tensiones de su vida, entre ellas los celos, mejorará. Si a usted le gusta bailar, por ejemplo, ponga música con mucho ritmo y baile quince minutos todos los días, especialmente cuando esté deprimido. Eso tendrá un efecto positivo tanto en su estado de ánimo como en
  • 35. su estado físico, lo que probablemente le ayude a manejar más eficazmente sus celos. Una palabra acerca de los celos moderados Hasta aquí nos hemos dedicado particularmente a las formas extremas de los celos, es decir aquellas que provocan un dolor y una furia tremendos. Los celos no siempre alcanzan esos extremos: también se presentan en dosis más moderadas. ¿Con qué frecuencia experimenta usted celos moderados? Cuando experimenta celos moderados, ¿cuánto suelen durar? La mayoría de las personas experimentan celos moderados con mucha más frecuencia que celos extremos ("cada vez que lo veo flirtear con una mujer atractiva", "cada vez que ella expresa admiración por otro hombre"). Esa experiencia dura mucho menos (más que días, segundos), y es mucho menos dolorosa y traumática. De hecho, algunas personas incluso dicen que este tipo de celos le agregan cierto condimento a sus relaciones. Una mujer que se describe a sí misma como felizmente casada explica: "Cuando lo veo flirteando con una mujer atractiva -los ojos le brillan y tiene una ex presión radiante- me recuerda lo guapo que es. Siento una punzada de celos, pero no es un sentimiento desagradable. Hasta podría decir que en cierta medida me agrada. Le agrega emoción a nuestra relación, es como una forma de coqueteo. Me da la certeza de que no debo dar por descontado su amor... Si me mantengo serena es porque me siento segura de su amor, y sé que cuando lleguemos a casa vamos a hablar de aquella otra mujer, y nos vamos a reír de todo el episodio." Los celos son como la pimienta. Úselos con moderación y le agregarán sabor a la relación. Pero usados en demasía pueden quemar. De hecho, en uno de mis estudios acerca del agotamiento del matrimonio descubrí que cuanto más intensos eran los celos que experimentaban las personas en su relación, más probable era que ésta se agotara) Con los celos moderados parece verificarse lo contrario. La "persona celosa" y la "persona no celosa" Volvamos ahora al tema de la definición que cada uno hace de sí mismo como celoso o no celoso. Las personas que se describen a sí mismas como celosas aseguran también que sufren los celos más intensamente y con más frecuencia que las que se describen como no celosas. En el primer grupo, los celos se desencadenan más fácilmente y duran más tiempo. Estas personas consideran que sus celos son un verdadero problema y reconocen haber experimentado celos en todas las etapas de sus vidas. Los otros los ayudan a confirmar su percepción de sí mismos como personas celosas. Las personas que les conocen bien y las que han tenido relaciones íntimas con ellas las consideran celosas. Sin embargo, como hemos visto a lo largo de esta sección, las personas que se describen a sí mismas como no ce losas también experimentan celos cuando