2. En el sexto mes, Dios
envió al ángel Gabriel a
Nazaret, a una virgen
desposada con cierto
varón de la casa de
David, llamado José.
El nombre de la virgen era
María. Y, entrando en
la casa donde ella
estaba, dijo el ángel:
gracia, el Señor está
contigo…
Lc 1, 26-38
3. La esperanza tiene un rostro: María
Siempre atenta al designio de Dios, acepta la
misión que le propone. Su generosidad hace
posible la encarnación: el Dios hecho hombre
que viene a vivir entre nosotros.
4. Sin su libertad la
encarnación de Dios
no hubiera sido
posible. Turbada
ante el anuncio del
ángel, tímida ante la
grandeza de su
elección, es
decidida ante la
aventura y abre sus
entrañas a la
voluntad divina.
5. María, junto a Cristo, es nuestro modelo de
espiritualidad. En ella la humanidad recobra su
pleno sentido: unir nuestra libertad a la
voluntad de Dios. El sí de María nos abre las
puertas del cielo.
6. Hoy, cada cristiano es también receptor de un gran
anuncio: Dios nos ama. Hay personas que hacen de
ángeles mensajeros de su plan para nosotros. Dios
tiene un proyecto, un sueño para cada hombre y
mujer. Y confía en nosotros.
7. Podemos sentirnos débiles o insuficientes
ante el plan de Dios. Pero él solo pide un sí.
El resto lo pondrá él. Entonces, igual que
María, nos asombrará lo que él puede hacer
en nosotros.
8. Con nuestro sí, como
María, dejaremos que
Dios fecunde nuestro
corazón y convierta la
piedra en carne, la
tierra estéril en vergel
que dé sus frutos.
Su luz traspasará
nuestras entrañas y nos
hará portadores de
Jesús al mundo, signo
de esperanza para la
humanidad.
9. La Navidad se acerca. La esperanza se convierte en
alegría porque está a punto de llegar aquel que
cambiará toda nuestra historia. Una historia que
comienza en una pequeña cueva de Belén…
10. La gran revolución
empieza en un
sencillo establo,
con un bebé
recién nacido: en
la frágil pequeñez
de un niño
encontraremos la
grandeza de Dios.