1. Galileo Galilei
(Pisa, Toscana; 15 de febrero de 1564-
Arcetri, Toscana; 8 de enero de 1642)
Astrónomo, filósofo, ingeniero, matemático y físico, relacionado
estrechamente con la revolución científica.
Mostró interés por casi todas las ciencias y artes (música, literatura,
pintura). Sus logros incluyen la mejora del telescopio, gran variedad
de observaciones astronómicas, la primera ley del movimiento y un
apoyo determinante a la «Revolución de Copérnico». Ha sido
considerado como el «padre de la astronomía moderna», el «padre
de la física moderna»8 y el «padre de la ciencia».
2. El telescopio de Galileo
• El astrónomo y matemático
pisano descubrió en 1609 que un
año antes, en Holanda, un óptico
llamado Hans Lippershey había
construido un tubo con lentes
que permitía acercar la imagen
de los objetos lejanos. Galileo
consiguió uno de esos catalejos,
lo perfeccionó de forma notable y
miró la Luna y los astros..
3. El Sidereus Nuncius
fue publicado en Venecia,
con una tirada inicial modesta (unas decenas de ejemplares), en 1610.
4. OBJECIONES
• Según el geocentrismo la Luna, ubicada en la
zona supralunar, debía ser perfectamente
esférica. Su superficie no podía tener
irregularidades. Estas observaciones entonces
constituían una anomalía para el
geocentrismo, siempre que se aceptara que lo
que estamos viendo con el telescopio es algo
que corresponde a la superficie lunar y no que
es una imagen creada por el propio telescopio,
es decir que no sea una aberración
5. Y por tanto yo concluí, y decidí sin dudarlo, que existen tres
estrellas en los cielos que se mueven alrededor de Júpiter, como
Venus y Mercurio lo hacen alrededor del Sol
6. Francesco Sizi fue un astrónomo italiano renacentista que negó la posibilidad
de que existieran satélites girando en torno a Júpiter
• «Hay siete ventanas en la cabeza, dos orificios nasales,
dos orejas, dos ojos y una boca; así en los cielos hay
dos estrellas favorables, dos que no son propicias, dos
luminarias, y Mercurio, el único que no se decide y
permanece indiferente. De lo cual, así como de muchos
otros fenómenos de la naturaleza similares –los siete
metales, etc.–, que sería tedioso enumerar, inferimos
que el número de los planetas es necesariamente
siete… Además, los satélites son invisibles a simple
vista, y por tanto no pueden tener influencia sobre la
Tierra, y por tanto serían inútiles, y por tanto no
existen.»1
• Hempel, Carl G., Filosofía de la Ciencia Natural, Alianza, Madrid, 1980, p. 77.
8. 12 de abril de 1633 cuando el científico italiano Galileo Galilei (1564-1642)
compareció, a la edad de 69 años, ante el Santo Oficio, la Inquisición romana,
para dar cuenta de un libro que había publicado un año atrás, el Diálogo
sobre los dos máximos sistemas del mundo, en el que defendía el modelo
heliocéntrico propuesto por Copérnico.
El 22 de junio de 1633, Galileo fue obligado a
pronunciar de rodillas la abjuración de su
doctrina ante la comisión de inquisidores, bajo
las órdenes del papa Urbano VIII, que había sido
su amigo. El dramático episodio de la abjuración
de Galileo, un enfrentamiento entre la ciencia y
la religión, se produjo en una sala del convento
dominico de Santa Maria sopra Minerva, en
Roma. La Inquisición quería que Galileo se
retractara y considerara su modelo una simple
hipótesis matemática.
La pena fue conmutada y fue condenado a vivir
bajo arresto domiciliario, pero Galileo
permaneció fiel a su método hasta su muerte,
en 1642
9. "Venus presentaba fases como nuestra Luna, lo que indicaba
que se movía de manera semejante…"
pero que solo se podían explicar si el Sol estaba en el centro de
las órbitas de la Tierra y de Venus,
ya que el sistema de Ptolomeo, con la Tierra en el centro,
no explicaba las observaciones
10. La legitimidad del experimento y los artefactos para indagar la
naturaleza a partir de la puesta en cuestión de la distinción
aristotélica natural/artificial
• Según Aristóteles. los cuerpos se comportan teleológicamente.
• Cada cuerpo se mueve naturalmente para realizar su esencia, su finalidad, para alcanzar su
lugar natural.
• Aristóteles distinguía lo natural de lo artificial.
• Mientras que lo natural contiene en sí su propia finalidad, lo artificial (artefacto) recibe de un
artífice externo, la intencionalidad del artesano.
• De esta distinción se sigue la negación de la legitimidad de indagar el orden natural con
medios artificiales. Esta concepción cambia radicalmente en la modernidad.
• Francis Bacon sostuvo “Lo artificial no difiere de lo natural por su forma o esencia ni importa,
con tal que las cosas estén dispuestas para producir un efecto” y Pierre Gassendi (1596-1650)
escribió que “no hay diferencia entre las máquinas que construyen los artesanos y los
cuerpos diversos que la naturaleza compone”.
• Que experiencias montadas artificialmente (experimentos) y artefactos (p.e. telescopio)
sirvan para escrutar la naturaleza iba a contrapelo de la distinción aristotélica entre artefacto
y naturaleza.
11. Belarmino
• escribió una carta en la que queda reflejada, en un lenguaje algo rebuscado, la
postura oficial de la Iglesia:
• "Las palabras 'el Sol se levantó y el Sol descendió, y se apresuró al lugar por el que
se había levantado, etc.' fueron pronunciadas por Salomón, quien no solo hablaba
por inspiración divina, sino que fue un hombre sabio como ningún otro y más
educado en ciencias humanas y en el conocimiento de todas las cosas creadas, y
su sabiduría provenía de Dios. Por eso es muy poco probable que afirmara algo
contrario a una verdad que ya había sido demostrada o con posibilidades de ser
demostrada. Y si me dices que Salomón hablaba solo de acuerdo con las
apariencias, y que parece que el Sol da vueltas cuando realmente es la Tierra la
que se mueve, igual que a alguien que va en un barco le parece que la playa se
está alejando del barco, yo responderé que alguien que se está marchando de la
playa, aunque le parezca que la playa se está alejando, sabe que está en un error y
lo corrige, viendo claramente que es el barco el que se mueve y no la playa. Pero
con respecto al Sol y la Tierra, ningún hombre sabio necesita corregir el error, ya
que nota claramente que la Tierra está quieta y que su ojo no está siendo
engañado cuando interpreta que la Luna y las estrellas se mueven».
12. SENTENCIA DE LA INQUISICIÓN
EN CONTRA DE GALILEO GALILEI:
• Fue así que se acusó a Galileo ante la Iglesia porque sus afirmaciones sobre el sistema heliocéntrico parecían
contradecir textos de la Biblia donde se dice que la Tierra está quieta y el Sol se mueve.
• Aquí la
• “Por cuanto tú, Galileo, hijo del difunto Vincenzio Galilei, de Florencia, de setenta años de edad, fuiste
denunciado, en 1615, a este Santo Oficio, por sostener como verdadera una falsa doctrina enseñada por muchos,
a saber: que el Sol está inmóvil en el centro del mundo y que la Tierra se mueve y posee también un movimiento
diurno; así como por tener discípulos a quienes instruyes en las mismas ideas; así como por mantener
correspondencia sobre el mismo tema con algunos matemáticos alemanes; así como por publicar ciertas cartas
sobre las manchas del Sol, en las que desarrollas la misma doctrina como verdadera; así como por responder a las
objeciones que se suscitan continuamente por las Sagradas Escrituras, glosando dichas Escrituras según tu propia
interpretación; y por cuanto fue presentada la copia de un escrito en forma de carta, redactada expresamente por
ti para una persona que fue antes tu discípulo, y en la que, siguiendo la hipótesis de Copérnico, incluyes varias
proposiciones contrarias al verdadero sentido y autoridad de las Sagradas Escrituras; por eso este sagrado
tribunal, deseoso de prevenir el desorden y perjuicio que desde entonces proceden y aumentan en menoscabo de
la sagrada fe, y atendiendo al deseo de Su Santidad y de los eminentísimos cardenales de esta suprema universal
Inquisición, califica las dos proposiciones de la estabilidad del Sol y del movimiento de la Tierra, según los
calificadores teológicos, como sigue:
• 1. La proposición de ser el Sol el centro del mundo e inmóvil en su sitio es absurda, filosóficamente falsa y
formalmente herética, porque es precisamente contraria a las Sagradas Escrituras.
• 2. La proposición de no ser la Tierra el centro del mundo, ni inmóvil, sino que se mueve, y también con un
movimiento diurno, es también absurda, filosóficamente falsa y, teológicamente considerada, por lo menos,
errónea en la fe.
13. • en 1614, Galileo sintió que tenía que
responder a la objeción acerca del hecho que
la nueva ciencia contradecía ciertos pasajes de
las Sagradas Escrituras. Estaba, por ejemplo, la
orden de Josué de que el sol se quede quieto.
¿Por qué Josué haría eso si, como afirmaba
Galileo, el sol no se movía del todo? Luego
estaba el Salmo 92 ("Hizo el mundo firme e
inamovible."
14. Abjuración de Galileo
• "... teniendo ante mis ojos los Santísimos Evangelios y poniendo sobre ellos mi
propia mano, juro que siempre he creído, creo ahora y que, con la ayuda de Dios,
creeré en el futuro todo lo que la Santa Iglesia Católica mantiene, predica y
enseña. Pero como yo, tras haber sido amonestado por este Santo Oficio a
abandonar completamente la falsa opinión de que el Sol es el centro inmóvil de
universo, y que la Tierra no es el centro del universo y se mueve, y a no sostener,
defender o enseñar de ninguna manera, ni oralmente ni por escrito, la
mencionada falsa doctrina; y tras haberme sido notificado que dicha doctrina es
contraria a las Santas Escrituras, escribí y di a la imprenta un libro en el que trato
de dicha doctrina ya condenada, y presento argumentos de mucha eficacia en su
favor, sin llegar a ninguna conclusión: he sido hallado vehementemente culpable
de herejía, es decir, de haber mantenido y creído que el Sol es el centro inmóvil del
universo, y que la Tierra no está en el centro del universo y se mueve. Sin
embargo, deseando eliminar de las mentes de vuestras Eminencias y de todos los
fieles cristianos esta vehemente sospecha razonablemente concebida contra mí,
abjuro con corazón sincero y piedad no fingida, condeno y detesto los dichos
errores y herejías, y generalmente todos y cada uno de los errores y sectas
contrarios a la Santa Iglesia Católica..." (Texto citado en A hombros de gigantes. Las
grandes obras de la Física y la Astronomía. Ed. Crítica. Págs. 351-352)