1. Taller de investigación
Factores Ambientales Que Causan Enfermedades En Las Plantas Y
Deficiencias Nutricionales En Las Plantas.
.
Realizado por
Julián Mauricio Abril Cuevas
Semestre V
Facultad de ingeniería
Área –Sanidad Agroforestal
Tutor:
Ing. Darío Reyna
UNITROPICO
FUNDACIÓN UNIVERSITARIA INTERNACIONAL
DEL TRÓPICO AMERICANO
CERES-PAZ DE ARIPORO
(CASANARE)
2014
2. Introducción
Las plantas se desarrollan normalmente dentro de ciertos límites de los distintos factores que
constituyen su medio. Estos factores incluyen la temperatura, la luz, el pH y la humedad del
suelo, la humedad atmosférica, los contaminantes del suelo y de la atmósfera, los nutrientes
y la estructura del suelo. Aun cuando todos estos factores influyen sobre el crecimiento de
todas las plantas en la naturaleza, su importancia es considerablemente mayor en el caso de
plantas que con frecuencia son cultivadas en zonas que apenas satisfacen los requerimientos
para su desarrollo normal. Además, es frecuente que las plantas cultivadas se desarrollen o
mantengan en ambientes totalmente artificiales (en invernaderos, casas, almacenes, etc.) o
sean sometidas a varios métodos de cultivo (como fertilización, irrigación, aspersión con
plaguicidas, etc.) que pueden afectar su crecimiento en forma considerable.
Características generales
La característica común de las enfermedades no infecciosas de las plantas es que son el
producto de la falta o exceso de algún factor que permite la continuidad de la vida. Las
enfermedades no infecciosas se producen en ausencia de patógenos y, por lo tanto, no pueden
ser transmitidas de plantas enfermas a plantas sanas. Este tipo de enfermedades pueden
afectar a las plantas en cualquiera de sus etapas de desarrollo, ya sea en la etapa de semilla,
plántula, planta madura o fruto y pueden ocasionar daños en el cultivo, durante el
almacenamiento o incluso en el mercado. Los síntomas producidos por las enfermedades no
infecciosas varían en clase y severidad con el factor particular del ambiente que participa en
la enfermedad y con el grado de desviación de ese factor a partir de su curso normal. Los
síntomas van desde ligeros hasta severos y las plantas que han sido afectadas incluso pueden
morir.
La diagnosis de las enfermedades no infecciosas en ocasiones se facilita por la presencia,
sobre la planta, de síntomas característicos que se sabe se deben a la falta o al exceso de algún
de Factores ambientales que causan enfermedades en las plantas terminado factor. En otras
ocasiones, la diagnosis se logra mediante el examen y análisis cuidadosos de las condiciones
climáticas que prevalecían desde antes de la aparición de la enfermedad, los cambios
recientes que se observan en los niveles de contaminantes del suelo y de la atmósfera en la
zona donde se desarrollan las plantas o cerca de ella y las prácticas agrícolas o los incidentes
que se produzcan durante el curso de estas prácticas, efectuadas antes de la aparición de la
enfermedad. Sin embargo, es frecuente que los síntomas de varias enfermedades no
infecciosas sean muy comunes y se asemejen bastante a los que ocasionan varios virus,
micoplasmas, etc., y muchos patógenos de la raíz.
La diagnosis de esas enfermedades llega a ser un tema bastante interesante, pero de gran
complejidad. Es necesario obtener primero pruebas de que las plantas se encuentran libres de
patógenos que pudieran ocasionar enfermedad y ésta debe reproducirse en plantas sanas
después de haberlas expuesto a condiciones semejantes a las que se piensa son la causa de su
3. enfermedad. Además para determinar entre los factores del medio ambiente que ocasionan
síntomas similares, el investigador debe sanar las plantas enfermas y de ser posible cultivarlas
bajo condiciones en las que el grado o la cantidad del factor del medio que se sospeche que
participa en la enfermedad, ya han sido ajustadas a su nivel normal.
Efectos de la temperatura
Las plantas se desarrollan normalmente dentro de límites de temperatura que van de 1 a 40°C,
pero la mayoría de los tipos de vegetación se desarrollan óptimamente entre 15 y 30°C. Las
plantas perennes y los órganos en reposo, como las semillas y cormos de las plantas anuales,
sobreviven a temperaturas muy por arriba o muy por debajo del rango normal de temperatura
(de 1 a 40°C). Sin embargo, los tejidos jóvenes y en proceso de crecimiento de la mayoría de
las plantas y todo el proceso de desarrollo de la mayoría de las plantas anuales, habitualmente
son muy sensibles a las temperaturas cercanas a los valores extremos de ese intervalo. Las
temperaturas mínima y máxima a las que las plantas todavía pueden desarrollarse
normalmente, varían de manera bastante amplia con respecto a la especie vegetal y a la etapa
de desarrollo por la que pase la planta durante las temperaturas extremas (altas o bajas).
Debido a esto, algunas plantas como el tomate, los cítricos y otras plantas tropicales, se
desarrollan óptimamente a altas temperaturas, pero son dañadas considerablemente cuando
la temperatura disminuye hasta un valor cercano o inferior al punto de congelación. Por otra
parte, algunas plantas como la col, el trigo de invierno, la alfalfa y la mayoría de las plantas
perennes de las zonas templadas, soportan temperaturas mucho menores al punto de
congelación sin que al parecer sufran daños. Sin embargo, incluso estas plantas sufren daños
y finalmente mueren en caso de que la temperatura disminuya hasta un valor mínimo. Las
plantas, también difieren en su capacidad para resistir los valores extremos de temperatura
en las diferentes etapas de su desarrollo. Así, las plantas adultas y endurecidas son más
resistentes a las bajas temperaturas que las plántulas jóvenes. Asimismo, los diferentes tejidos
u órganos de una misma planta varían ampliamente en su sensibilidad a esas bajas
temperaturas. Las yemas son más sensibles que las ramitas mientras que las flores y los frutos
recién formados son más sensibles que las hojas, y así sucesivamente.
Efectos de las altas temperaturas
Por lo general, las plantas se dañan más rápido y en mayor grado cuando las temperaturas
sobrepasan el valor máximo que permite su desarrollo que cuando son inferiores al valor
mínimo. Sin embargo, rara vez se dan en la naturaleza temperaturas demasiado altas. Las
temperaturas altas al parecer despliegan sus efectos sobre las plantas conjuntamente con los
efectos de otros factores del medio ambiente, en particular la luz excesiva, la sequía, la falta
de oxígeno o los fuertes vientos que van acompañados de una baja humedad relativa. Las
altas temperaturas normalmente son las responsables de los daños de quemaduras de sol
(figura 10-2 A) que aparecen sobre las superficies expuestas al sol de los frutos carnosos y
hortalizas, tales como los pimientos, manzanas, tomates, bulbos de cebolla y tubérculos de
papa. En días cálidos y soleados, la temperatura de los tejidos del fruto que se localizan por
debajo de la superficie expuesta al sol, pueden ser mucho mayor que la que predomina sobre
su lado sombreado y en la atmósfera. Esto causa cambios de color, la apariencia ampulosa y
4. húmeda y una desecación de los tejidos localizados bajo la cascara que corresponden a las
zonas hundidas de la superficie del fruto. Las hojas de las plantas suculentas, también pueden
formar síntomas de quemadura de sol, especialmente cuando los días cálidos y soleados
llegan después de los períodos de los días nublados y lluviosos. Las zonas irregulares de las
hojas adquieren una tonalidad verde pálido al principio, pero al cabo de cierto tiempo se
colapsan y forman manchas secas de color café. Este síntoma es característico de las plantas
suculentas carnosas de ornato que se mantienen cerca de las ventanas y con una exposición
meridional durante el verano y a principios de la primavera, cuando los rayos del sol calientan
en exceso sus hojas carnosas. Las temperaturas demasiado altas que predominan a nivel de
la superficie del suelo en ocasiones matan a las plántulas jóvenes o producen cancros en la
corona de los tallos de las plantas maduras. Al parecer, las altas temperaturas participan
también en el desarrollo de la enfermedad del corazón acuoso de las manzanas y, aunadas a
las bajas concentraciones de oxígeno, en el corazón negro de las papas.
Efectos de las bajas temperaturas
Los daños más notorios que sufren los cultivos son ocasionados por las bajas temperaturas y
no por las altas temperaturas. Las bajas temperaturas, incluso por arriba del punto de
congelación, dañan a las plantas de climas cálidos, como el frijol y el maíz. También
producen un endulzamiento y al freir, la caramelización indeseable de las papas, debido a
que a bajas temperaturas, el almidón se hidroliza hasta formar carbohidratos. Las
temperaturas por debajo del punto de congelación ocasionan una gran variedad de daños en
las plantas. Estos daños incluyen el daño ocasionado por las heladas (ardías a los ápices
meristemáticos jóvenes o a las plantas herbáceas y completar la muerte, debido al frío de las
yemas del durazno, cerezo y otros árboles y la muerte de las flores, los frutos jóvenes y en
ocasiones, de las ramitas suculentas de la mayoría de los árboles. Bandas heladas, que constan
de tejido suberoso y sin color localizado en una banda o en una amplia zona de la superficie
del fruto, con frecuencia aparecen sobre manzanas, peras, etc., después de la llegada de
heladas tardías. Las bajas temperaturas de invierno destruyen las raíces jóvenes de árboles
como el manzano y producen también el agrietado de la corteza y el desarrollo del cancro de
los troncos y ramas grandes en particular de las superficies expuestas al sol de varios tipos
de árboles frutales. Los cortes transversales de las ramas de esos árboles muestran un anillo
negro en la madera o bien una condición de "corazón negro" en ella. Los tejidos carnosos,
como los tubérculos de papa, sufren daños a temperaturas por debajo del punto de
congelación. Los daños varían con base en el grado en que disminuya la temperatura o con
respecto a la duración de las bajas temperaturas. Los primeros daños sólo afectan los
principales tejidos vasculares y, debido a esto, adquieren un aspecto de necrosis anular; los
daños que sufren los elementos vasculares más finos, que se encuentran distribuidos en el
tubérculo, se asemejan a los síntomas de la necrosis reticular. Los daños más generales
afectan las grandes porciones del tubérculo y propician la aparición de la necrosis
denominada necrosis "manchada"
Efectos del bajo contenido de humedad del suelo
Existe la posibilidad de que las alteraciones en la humedad del suelo, más que cualquier otro
factor del medio, sean responsables de que en grandes extensiones de tierra la mayoría de las
5. plantas se desarrollan en forma deficiente y sean año tras año improductivas. Las zonas, ya
sean pequeñas o grandes, pueden carecer de agua durante ciertas temporadas. Los volúmenes
deficientes de agua de que disponen las plantas en esas zonas hacen que muestren un menor
desarrollo, se enfermen o incluso mueran. La falta de humedad también es característica de
ciertos tipos de suelo, laderas o capas delgadas de suelo que se encuentran por debajo de las
rocas o la arena, y da como resultado la aparición de manchas de plantas enfermas, en tanto
exista la posibilidad de que las zonas circunvecinas contengan cantidades suficientes de
humedad y las plantas cultivadas en ellas se desarrollen normalmente. Las plantas que se
desarrollan en suelos con humedad deficiente casi siempre se atrofian, tienen un color que va
del verde pálido al amarillo claro, forman hojas pequeñas, presentan epinastia, producen
escasos frutos y flores y, en caso de que la sequía continúe, se marchitan y mueren. Aunque
las plantas anuales son mucho más susceptibles a los períodos cortos de humedad deficiente,
incluso los árboles y las plantas perennes sufren daños al someterse a períodos prolongados
de sequía y muestran además, un menor crecimiento, pequeñas hojas chamuscadas y ramitas
cortas, muerte descendente, defoliación y finalmente, marchitamiento y muerte. Las plantas
debilitadas por la sequía también son más susceptibles a ciertos patógenos e insectos.
Efectos del bajo contenido de humedad relativa
La falta de humedad en la atmósfera, esto es, la baja humedad relativa, por lo común es
temporal y rara vez produce daños. Sin embargo, cuando se combina con las altas
temperaturas y ¡la rápida velocidad del viento, hace que el follaje de las plantas pierda una
cantidad excesiva de agua, lo cual favorece la quemadura de las hojas, el marchitamiento de
los frutos y la marchitez temporal o permanente de las plantas. Las condiciones de baja
humedad relativa son, en particular, bastante comunes y perjudiciales para las plantas de
ornato durante el invierno. En los departamentos y casas modernas, la calefacción
proporciona temperaturas adecuadas para el desarrollo de las plantas, pero con frecuencia
seca el aire hasta humedades relativas que van del 15 al 25% y que son similares a las del
clima del desierto. El aire es particularmente seco cerca de las fuentes que emanan calor seco,
como en el caso de los radiadores. Las plantas cultivadas en macetas y que se mantienen en
esas condiciones, no sólo absorben el agua con mucha más rapidez, muestran un menor
desarrollo y se empiezan a marchitar en poco tiempo, sino sus hojas, en particular las que se
localizan en la parte inferior de muchos tipos de plantas, se cubren de manchas o se
chamuscan, caen prematuramente y sus flores súbitamente se marchitan y se desprenden.
Todos estos efectos se observan notablemente cuando las plantas se transportan directamente
desde una florería o un invernadero húmedo hacia una casa con un ambiente cálido y seco.
Por lo general, todas las plantas de ornato requieren de bastante humedad, mientras que otras
requieren baja humedad para desarrollarse adecuadamente y florecer. Por lo tanto, las plantas
de ornato nunca deben colocarse frente a radiadores y es recomendable que se aumente el
grado de humedad con un humidificador comercial, ya sea humedeciendo de vez en cuando
sus hojas con agua o bien colocando la maceta sobre ladrillos, piedras, etc., y en un gran
recipiente de agua, en una caja de plástico o en otros recipientes.
Concentraciones inadecuadas de oxígeno
6. En la naturaleza, las bajas concentraciones de oxígeno casi siempre se relacionan con las
altas temperaturas o con la humedad excesiva del suelo. La falta de oxígeno da como
resultado la desecación de las raíces de diferentes tipos de plantas que crecen en suelos
saturados de agua,como se mencionó anteriormente con respecto a los efectos que tiene la
humedad sobre el desarrollo de las plantas. La combinación de humedad excesiva del suelo
y las altas temperaturas del suelo y de la atmósfera causa el colapso de la raíz de las plantas.
La primera condición, al parecer, disminuye la cantidad de oxígeno disponible para las raíces,
mientras que la otra incrementa su cantidad hasta un nivel adecuado para el desarrollo de las
plantas. La acción conjunta de ambos factores origina una deficiencia extrema en la
concentración del oxígeno en las raíces de las plantas y produce su desintegración y muerte.
Las bajas concentraciones de oxígeno ocurren también en la parte central de los frutos
carnosos u hortalizas en el campo, en particular durante las etapas de rápida respiración a
altas temperaturas, o durante el almacenamiento de esos órganos en montones bastante
voluminosos . El ejemplo que mejor se conoce es la formación del denominado corazón negro
de la papa, enfermedad en la que las temperaturas demasiado altas estimulan la respiración y
reacciones enzimáticas anormales en esos tubérculos. El suministro de oxígeno en las células
internas del tubérculo de papa es insuficiente para soportar el aumento de la respiración, por
lo que las células mueren debido a una suboxidación. Las reacciones enzimáticas activadas
por las altas temperaturas y la suboxidación se producen antes, durante y después de la muerte
de las células. Estas reacciones oxidan, en forma anormal, los constituyentes normales de la
planta y forman pigmentos negros de melanina. Estos pigmentos se extienden hasta los
tejidos circundantes del tubérculo y hacen que éstos se ennegrezcan.
Luz
La iluminación inadecuada de las plantas retarda la síntesis de clorofila y hace que muestren
un escaso desarrollo y formen largos entrenudos, lo cual provoca la formación de hojas con
un color verde pálido, un crecimiento espigado y la caída prematura de sus flores y hojas. A
esta condición se le conoce como etiolación. Las plantas etioladas se encuentran a la
intemperie sólo cuando crecen muy cerca unas de otras o cuando se desarrollan cerca de
árboles u otros objetos. Sin embargo, la etiolación con varios grados de desarrollo es un
fenómeno bastante común en plantas de ornato y también en invernaderos, almácigos y
lugares fríos, donde con frecuencia las plantas reciben una iluminación inadecuada. Las
plantas etioladas casi siempre son delgadas y altas, y susceptibles al acame. La iluminación
excesiva es un fenómeno que ocurre rara vez en la naturaleza y que pocas veces daña a las
plantas. Muchos de los daños que se le atribuyen a la luz son probablemente el resultado de
las altas temperaturas que actúan junto con las altas intensidades lumínicas. Sin embargo, la
iluminación excesiva al parecer ocasiona los daños por quemadura de sol que sufren las
vainas de las plantas de frijol que crecen a grandes altitudes donde, debido a la ausencia de
polvo y otros factores, llegan a la tierra cantidades mayores de luz de onda corta. En esas
vainas se desarrollan pequeñas manchas, las cuales con rapidez adquieren un color café o
café rojizo y más tarde se contraen. La cantidad de luz es de gran importancia con respecto a
las plantas de ornato. Algunas de ellas requieren de sitios total o parcialmente sombreados
durante su etapa de crecimiento o bien necesitan exponerse a la luz del sol total durante el
invierno. Otras de ellas necesitan sombra durante todo el año, mientras que otras más deben
7. exponerse a la luz del sol durante todo ese mismo tiempo. Como regla general, las plantas de
ornato que tienen hojas de color verde oscuro prefieren o toleran los sitios sombreados mucho
mejor que las plantas con hojas de colores claros, y estas últimas tienen una mejor respuesta
cuando reciben una mayor cantidad de luz del sol. La mayoría de las plantas de ornato que
florean, se desarrollan y florecen más adecuadamente cuando se les expone totalmente a la
luz del sol durante todas las estaciones. La falta de iluminación adecuada para cualquiera de
esos tipos de planta tiene los mismos efectos que sobre las plantas que crecen a la intemperie,
esto es, hace que las hojas tengan un color; verde pálido, que su crecimiento sea espigado,
que se desprendan sus hojas y flores, que produzcan muy pocas flores o ninguna de ellas, etc.
Por otra parte, la luz del sol que incide en exceso sobre plantas que necesitan de menos luz
con frecuencia da lugar a la aparición de manchas plateadas o café-amarillentas sobre sus
hojas. Las plantas que se llevan con rapidez hacia una zona con una intensidad luminosa
bastante distinta, con frecuencia sufren defoliación general.
Contaminación atmosférica
El aire de la superficie terrestre consta principalmente de nitrógeno y oxígeno (78 y 21%,
respectivamente). Gran parte del 1% restante es bióxido de carbono y vapor de agua. Las
actividades del hombre centradas en la generación de energía, en la producción de alimentos
y en la eliminación de desechos da como resultado la liberación a la atmósfera, de varios
contaminantes que alteran el metabolismo de las plantas y les inducen enfermedad. Los daños
que ocasiona la contaminación atmosférica sobre las plantas, en particular en tomo a ciertas
factorías, se ha reconocido durante casi un siglo. Sin embargo, su alcance e importancia
aumentaron con la llegada de la revolución industrial, y es probable que sigan aumentando
conforme se incrementa, industrialización, urbanización y población mundiales.
Contaminantes atmosféricos y tipos de daños que ocasionan en las plantas
La mayoría de los contaminantes atmosféricos que ocasionan daños en las plantas son gases,
pero ciertas partículas o polvos también afectan a la vegetación. Algunos contaminantes
gaseosos como el etileno, el amoniaco, el cloro y en ocasiones los vapores de mercurio,
ejercen sus efectos nocivos sobre ciertas áreas limitadas. Con mayor frecuencia afectan a las
plantas o a sus productos que han sido almacenados en lugares muy poco ventilados, ya que
en estos lugares las mismas plantas producen esos contaminantes (como sucede con el
etileno); no obstante, esos compuestos contaminantes pueden provenir de escapes en el
sistema de refrigeración, como en el caso del amoniaco. Los compuestos químicos como el
ácido fluorhídrico, el bióxido de nitrógeno, el ozono los nitratos de peroxiacilo, el bióxido de
azufre y la materia particulada, son los factores que producen en las plantas de cultivo los
daños notables y de más amplia distribución. En muchas localidades, como la cuenca de Los
Angeles, los contaminantes atmosféricos se diseminan en el área que rodea a la(s) fuente(s)
contaminante(s), quedan atrapados y ocasionan graves daños en las plantas. Con más
frecuencia, la mayoría de los contaminantes son transportados con el viento desde los centros
urbanos o industriales donde son emitidos y llevados por el viento hacia zonas localizadas a
varias millas de distancia (con frecuencia a varios cientos de millas y a veces hasta varios
miles de millas de la fuente contaminante). Las altas concentraciones de estos compuestos
8. químicos o la exposición prolongada a ellos producen síntomas evidentes y en ocasiones
característicos (como la necrosis) en las plantas que han sido afectadas. Sin embargo, lo que
reviste mayor importancia desde el punto de vista económico es el hecho de que cuando las
plantas se exponen a dosis menores a las que ocasionan daños considerables, puede
manifestarse todavía su crecimiento y productividad debido a la interferencia que ejercen los
contaminantes sobre su metabolismo. Además, parece ser que la exposición prolongada de
las plantas a los contaminantes atmosféricos las debilita y predispone al ataque por insectos
y algunos otros patógenos.
Cómo afectan los contaminantes atmosféricos a las plantas
La concentración a la cual cada contaminante ocasiona daños en las plantas varía con la
especie de que se trate e incluso con la edad de ésta o sus órganos. Conforme aumenta el
tiempo de exposición de la planta al contaminante, los daños que se producen en ella se deben
a las concentraciones cada vez más pequeñas del contaminante, hasta que se alcanza un
umbral mínimo de daños por dosis. Los daños que causan en las plantas aumentan en general
al aumentar la intensidad de luz, la humedad del suelo, la humedad relativa y la temperatura,
así como ante la presencia de otros contaminantes atmosféricos. El ozono daña a las hojas de
las plantas que han estado expuestas incluso durante algunas horas a concentraciones de 0.1
a 0.5 partes por millón (ppm). Este gas es absorbido por las hojas a través de sus estomas y
daña principalmente al parénquima en empalizada, pero también daña a otras células al
romper su membrana. Las células afectadas que se encuentran cerca de los estomas se
colapsan y mueren y aparecen lesiones necróticas blancas (decoloradas), primero en el lado
superior de la hoja y después en cualquiera de las superficies de ella. Muchas plantas de
cultivo, como la alfalfa, el frijol, los cítricos, la vid, la papa, la soya, el tabaco y el trigo, y
muchas plantas de ornato y árboles como el fresno, la lila, varios pinos y el álamo, son
bastante sensibles al ozono, mientras que otros cultivos como la col, el chícharo, el cacahuate
y el chile, son de sensibilidad intermedia; y otros, como la remolacha, el algodón, la lechuga,
la fresa y el albaricoque, son tolerantes. El dióxido de azufre daña a las plantas a
concentraciones tan bajas como 1 a 5 ppm. Debido a que las plantas absorben este gas a
través de los estomas de sus hojas, las condiciones que favorecen o inhiben la apertura de
estas estructuras afecta de manera semejante la cantidad de dióxido de azufre que han
absorbido las plantas. Después de haber sido absorbido por las hojas, el dióxido de azufre
reacciona con el agua y forma iones sulfito que son fitotóxicos.
Lluvia acida
La lluvia normal impoluta contendría casi agua pura (H2O), en la que estarían disueltos cierta
cantidad de bióxido de carbono (CO2), cierta concentración de amoniaco (NH3 ) que se
origina de la materia orgánica y que existe en el agua como NH4+ y cantidades variables
pero pequeñas de cationes (Ca++, Mg++, K+ y Na+) y aniones (Cl-, SO4--). Aunque el pH
del agua pura es neutro de 7.0, el pH de la lluvia normal "impoluta" es por lo general de 5.6;
en otras palabras, es ácido. Sin embargo, dicha lluvia se considera "normal" y, sólo cuando
el pH de ella o de la nieve es inferior a 5.6, se considera ácida ("lluvia ácida"). La lluvia ácida
es el resultado de las actividades humanas, sobre todo la combustión de energéticos
provenientes de fósiles (petróleo, carbón, gas natural) y de la fundición de los minerales de
9. sulfuro. Estas actividades liberan en la atmósfera grandes cantidades de óxidos de azufre y
de nitrógeno que, cuando entran en contacto con la humedad atmosférica, se convierten en
dos de los ácidos más fuertes que se conocen (sulfúrico y nítrico) y que se precipitan al suelo
pon la lluvia y la nieve. El pH de estas últimas, en las grandes regiones del mundo fluctúa
entre 4,0 y 4.5, que es 5 a 30 veces más ácido que el pH más bajo (5.6) esperado para las
áreas no contaminadas. Los pHs más bajos para la lluvia hasta ahora dados a conocer (2.4 en
Escocia, 1.5 m Virginia Occidental y 1.7 en Los Ángeles) son más ácidos que el vinagre (pH
de 3.0) y el jugo de limón (pH de 2.2). Se estima que cerca del 70% del ácido de la lluvia
ácida es ácido sulfúrico y que el ácido nítrico representa casi el 30%. Aparte del azufre que
contienen los ácidos existentes en la lluvia, se piensa que una cantidad casi igual de azufre
llega a todas las superficies por sedimentación seca de este elemento en partículas. Cuando
la atmósfera es húmeda, este azufre también se oxida para formar ácido sulfúrico. La
lluvia ácida ejerce una gran variedad de efectos al aumentar en forma considerable la
solubilidad de todos los tipos de moléculas y al afectar directamente (por el pH bajo y la
toxicidad de los iones —SO4-- y —NO3-- ) o indirectamente (a través de las moléculas
disueltas) a muchas formas de vida. Sus efectos adversos sobre los microorganismos, plantas
y peces de los ríos y lagos han estado bien documentados. Sin embargo, sus efectos sobre las
plantas de cultivo han sido más difíciles de explicar. En los experimentos en los que se aplicó
lluvia ácida (pH de 3.0) a plantas experimentales demostraron que, en algunas condiciones,
las hojas tratadas mostraron perforaciones, manchas y enrollamientos y que las plantas
tratadas, con o sin síntomas, a veces disminuían su peso seco. Asimismo, se observó que un
mayor número de semillas de algunas especies vegetales germinaba cuando en el suelo,
donde se sembraban, se aplicaba lluvia ácida, que cuando ésta no era aplicada y ocurría lo
opuesto en el caso de otras especies.
Deficiencias nutricionales en las plantas
Las plantas necesitan de varios elementos minerales para desarrollarse normalmente. A
algunos elementos como el nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio y azufre, necesarios
en cantidades relativamente grandes, se les denomina "macroelementos" (o macronutrientes),
mientras que a otros como el hierro, boro, manganeso, zinc, cobre, molibdeno y cloro,
necesarios en cantidades bastante pequeñas, se les denomina elementos menores o
"micronutrientes". Ambos grupos de elementos minerales son esenciales para las plantas.
Cuando su cantidad en las plantas es mucho menor que los niveles mínimos que requieren
las plantas para desarrollarse normalmente, estas últimas se enferman y muestran varios
síntomas externos e internos. Los síntomas pueden aparecer en cualquiera de los órganos de
la planta, incluyendo hojas, tallos, raíces, flores, frutos y semillas. Los tipos de síntomas que
se deben a la deficiencia de un determinado nutriente, dependen principalmente de las
funciones que desempeñe ese elemento en la planta. Es muy probable que esas funciones
sean inhibidas u obstaculizadas cuando el elemento sea un factor limitante. Algunos síntomas
son bastante semejantes a los que se manifiestan debido a la deficiencia de cualquiera de los
elementos minerales, pero es común que otras características que se utilizan para hacer el
diagnóstico de una enfermedad vayan aunadas a la deficiencia de un determinado elemento.
Las numerosas enfermedades de las plantas que aparecen anualmente en la mayoría de los
10. cultivos agrícolas de muchas localidades se deben a la menor cantidad o a una menor
disponibilidad de uno o varios de los elementos esenciales en los suelos donde se desarrollan
las plantas. Por lo común, las cantidades inferiores al nivel normal de la mayoría de los
elementos esenciales ocasionan tan sólo una disminución en el crecimiento y producción de
las plantas. Sin embargo, cuando esa deficiencia es mayor que un determinado nivel crítico,
las plantas muestran síntomas agudos crónicos e incluso pueden morir. Algunos de los
síntomas generales debidos a la deficiencia de cada uno de los elementos esenciales, las
posibles funciones que se ven afectadas y algunos ejemplos de las al- teraciones comunes
debidas a esa deficiencia se dan en la tabla.
11.
12.
13. Minerales del suelo tóxicos para las plantas
Con frecuencia, los suelos contienen cantidades excesivas de algunos elementos esenciales
o no esenciales, los cuales a altas concentraciones son perjudiciales para las plantas. De los
elementos esenciales, los que requieren las plantas en grandes cantidades, como el nitrógeno
y el potasio, casi siempre son mucho menos tóxicos (aun cuando su cantidad sea excesiva)
que los elementos que se requieren sólo en cantidades mínimas, como el manganeso, el zinc
y el boro. Sin embargo, incluso entre estos últimos, algunos microelementos como el
manganeso y el magnesio son mucho menos perjudiciales que otros, como el boro o el zinc.
Además, no sólo los elementos difieren en su grado de toxicidad, sino varios tipos de plantas
difieren también en su susceptibilidad a la toxicidad a un cierto nivel, de un determinado
elemento. Las concentraciones a las que los elementos no esenciales son tóxicos varían
también de acuerdo al elemento que se trate y de hecho las plantas también difieren entre sí
debido a su sensibilidad ante ellos. Por ejemplo, algunas plantas son dañadas por cantidades
muy pequeñas de níquel pero toleran concentraciones bastante altas de aluminio. Los daños
debidos al exceso de un elemento pueden ser ligeros o severos y casi siempre son resultado
del daño directo que ejerce dicho elemento sobre la célula. Por otra parte, un determinado
elemento puede interferir con la absorción o con la función de otro elemento, de ahí que
produzca los síntomas característicos de la deficiencia de un elemento que ha sido interferido
en sus funciones. Así, la cantidad excesiva de sodio induce la deficiencia de calcio en las
plantas, mientras que la toxicidad del cobre, manganeso o zinc influye sobre ellas al inducir
deficiencia de hierro. Las cantidades excesivas de sales de sodio, en particular del cloruro de
sodio, sulfato de sodio y carbonato de sodio, hacen que aumente el pH del suelo y, por otra
parte, ocasionan lo que se denomina daños por álcalis. Esos daños varían con respecto al tipo
de planta y van desde una clorosis, atrofia, chamuscado de las hojas o marchitez hasta la
completa destrucción de las plántulas y plantas jóvenes. Algunas, como el trigo y el manzano,
son muy sensibles a los daños por álcalis, mientras que otras, como la remolacha, la alfalfa y
varias gramíneas, son bastante resistentes a esos daños. Por otra parte, cuando el suelo es
muy ácido, disminuye el crecimiento de algunos tipos de plantas y aparecen varios síntomas.
Por lo común, las plantas se desarrollan normalmente cuando el pH del suelo va de 4 a 8,
pero algunas de ellas muestran un mejor desarrollo cuando el valor del pH es mínimo, y
viceversa. Así, las variedades de arándano se desarrollan normalmente en suelos ácidos,
mientras que la alfalfa muestra un mejor desarrollo en suelos alcalinos. Los daños
ocasionados por un pH bajo se deben, en la mayoría de los casos, a la gran solubilidad que
muestran las sales minerales en las soluciones ácidas. Estas sales alcanzan posteriormente
concentraciones que, como se señaló anteriormente, son tóxicas a las plantas o bien impiden
la absorción de otros elementos necesarios y ocasionan así los síntomas característicos de la
deficiencia en minerales.
El boro, el manganeso y el cobre se han relacionado con bastante frecuencia con las
enfermedades debidas a toxicidad por minerales, aunque algunos de éstos, como en el caso
del aluminio y el hierro, dañan también a las plantas en suelos ácidos. La cantidad excesiva
de boro es tóxica para muchos árboles y hortalizas. Se sabe que el exceso de manganeso
produce el enchinamiento de las hojas del algodón, y se le ha relacionado también con la
14. necrosis interna de la corteza de la manzana de la variedad roja deliciosa y en muchas otras
enfermedades de varias plantas de cultivo. Se ha demostrado también que los iones de sodio
y cloro producen los síntomas del crecimiento deficiente y del marchitamiento, como los que
muestran algunos de los árboles a lo largo de las carreteras en las zonas del norte, donde
durante el invierno se lleva a cabo la aplicación de sal para eliminar el hielo de ellas.
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