Benzodiazepinas en anestesiologia generalidades.pptx
EL ROL DEL AMBIENTE INVALIDADANTE EN LA DESREGULACIÓN DE EMOCIONES del TLP
1. EL ROL DEL AMBIENTE INVALIDADANTE EN LA DESREGULACIÓN
DE EMOCIONES
La principal circunstancia ambiental productora de la desregulación
emocional es el “ambiente invalidante”. Ese ambiente es muy nocivo apra
el niño con alta vulnerabilidad emocional. A su vez, El individuo
emocionalmente vulnerable y reactivo provoca la invalidación de un medio
que de otra manera sería sustentador.
Una característica definitoria del ambiente invalidadnte es la tendencia a
responder erráticamente e inapropiadamente a la experiencia privada (por
ejemplo, a las creencias, pensamientos, sentimientos y sensaciones del
niños) y, en particular, a ser insensible frente a la experiencia privada no
compartida por el grupo.
Los ambientes invalidantes también tienden a responder de una manera
extrema (por ejemplo, reaccionar exageradamente o demasiado poco) a la
experiencia privada que sí es compartida por o con el grupo.
Los componentes fenomenológicos, fisiológicos y cognitivos de las
emociones son experiencias privadas prototípicas que, en esos ambientes,
conducen a la invalidación.
Para clarificar la contribución de los ambientes invalidantes a las pautas de
conducta de los sujetos con TLP, contrastemos éstos con los ambientes que
conducen a unas habilidades emocionales adaptativas.
En las familias óptimas se produce frecuentemente la validación pública de
la experiencia privada. Por ejemplo, cuando un niño dice que tiene sed, los
padres le dan de beber (en vez de decirle: “No, no tienes sed. Acabas de
beber”. Cuando un niño llora, los padres le atienden o intentan averiguar
qué le pasa (en vez de decirle: “ ¡Basta de hacerte el llorón”). Cuando un
niño expresa ira o frustración, los miembros de una familia sana lo toman
en serio (en vez de considerarlo poco importante). Cuando el niño dice: “Lo
he hecho lo mejor que he podido”, los padres suelen estar de acuerdo (y no
dicen: “ No lo has hecho”). Y así en todas sus experiencias privadas. En las
familias óptimas, las preferencias del niño (por ejemplo, el color de la
habitación, sus actividades o su ropa) son tomadas en consideración; se le
pide que exprese sus creencias y pensamientos y se responde a ellos con
seriedad. Las emociones del niño son vistas como expresiones importantes.
En tales familias, la comunicación exitosa de la experiencia privada provoca
cambios en la conducta de los otros miembros de la familia que
incrementan la probabilidad de que se satisfagan las necesidades del niño y
que disminuyan las consecuencias negativas. Una respuesta parental
2. adecuada y no de rechazo propicia niños capaces de discriminar entre sus
emociones y las de los demás.
En contraste, una familia invalidante es problemática porque las personas
que la componen responden a la comunicación de preferencias,
pensamientos y emociones con respuestas disonates (específicamente no
respondiendo o haciéndolo con respuestas extremas). Esto conduce a una
intensificación de la ruptura entre la experiencia privada del niño
emocionalmente vulnerable y la respuesta de su entorno social. Las
discrepancias persistentes entre la experiencia privada de un niño y lo que
aquellos que le rodean describen como su experiencia (o cómo responden a
ella) proporciona el ambiente de aprendizaje necesario de muchos de los
problemas asociados al TLP.
Además de no poder responder óptimamente, el ambiente invalidante
promueve el control de la expresividad emocional, especialmente la
expresión de afecto negativo. Las expectativas negativas son trivializadas y
atribuidas a rasgos negativos como la falta de motivación, falta de
disciplina y fracaso a la hora de adoptar una actitud positiva. Las
emociones positivas fuertes y asociadas a preferencias pueden ser
atribuidas a rasgos como falta de juicio, falta de reflexión o mera
impulsividad. Otras características de un ambiente invalidante incluyen
restricciones en las demandas que un niño puede hacer al entorno, la
discriminación del niño en base a género, edad u otras características
arbitrarias y el uso de castigos (desde la crítica al abuso físico y sexual) para
controlar la conducta.
Ref. Manual de tratamiento de los Trastornos de Personalidad Límite. Marsha M. Linehen,
2013.
Ignacio González Sarrió.
Doctor en Psicología Jurídica.
Perito judicial y forense.
Miembro del Turno de Peritos Forenses del Ilustre Colegio Oficial de Psicólogos.
Coordinador Grupos de Trabajo en Psicología Jurídica.
http://psicolegalyforense.blogspot.com
NºCol.cv06179.
696102043
Valencia.