La Revolución Industrial en Europa generó una mayor demanda de alimentos, materias primas y salitre desde Chile. Esto impulsó la modernización de la agricultura y la minería chilenas, especialmente del cobre y el salitre, permitiendo que Chile respondiera a las necesidades europeas y estimulara su economía a través de las exportaciones. El aumento de las exportaciones mineras también estimuló otras industrias como la construcción naval, los ferrocarriles y la producción de carbón.