Ejercicio de escritura en la Institucion Educativa Cristo Rey
1. TEXTOS INSTITUCION EDUCATIVA CRISTO REY
ANÉCDOTA
por Daniel Varela Becerra
En un día soleado en el campo, jugaba con mis primos y cuando estábamos exhaustos,
decidimos ir a casa. Después de la cena, habíamos recuperado el aliento y entonces
comenzó el juego, pero esta vez jugaríamos, no en el campo sino en la casa. Entonces
correteamos en la sala, en el patio, en el corredor; pero el peor lugar en el que jugamos fue
en una fábrica.
En la fábrica se hacia el producto de la panela, pero ese día en la fábrica no había
trabajadores. Cuando entramos solo se podía escuchar el sonido de nuestra propia
respiración y el latido de nuestro corazón. En eso decidimos entrar a las habitaciones de
herramientas y en eso vimos la repisa de machetes y cuchillos y empezamos a jugar en
ese mismo lugar, no porque fuera el de herramientas, sino porque era el único lugar que
tenía pasajes subterráneos. Conocíamos esos subterráneos como la palma de nuestra
mano y siempre jugábamos en ellos porque el laberinto de túneles hacía el juego más
interesante.
Cuando salimos de los túneles, mi primo choco accidentalmente con la repisa de machetes,
en eso la repisa cayó sobre mis piernas. Aturdido por el golpe, apenas me di cuenta que
uno de los machetes se incrustó en mi rodilla; mis primos rápidamente me quitaron la repisa
de encima y asustados por la herida que ya había logrado derramar bastante sangre de mi
cuerpo. Salimos de la fábrica y directamente fuimos a casa y en eso mis padres nos vieron
llegando por el patio y asustados por la sangre, corrieron hacia a mí y me llevaron a su
pieza pensando que hacer, porque el hospital más cercano estaba a una hora de la casa,
pero mi papa se acordó que en el sótano se encontraba un botiquín perteneciente al anterior
dueño de la casa.
De aquel día me quedó una cicatriz, pero no me avergüenza, porque hace parte del
recuerdo de la aventura de aquel día.
CUENTO
por Juan Felipe Giraldo López
Mike era un joven que tenía muchas cicatrices en la cara, abdomen y piernas. Un día su
novia le dijo, -Si quieres seguir conmigo tienes que quitarte todas esas cicatrices-. El joven
le dijo que si, que por ella haría todo lo que fuera con tal de que ella estuviera con él.
Él fue donde un hombre que tenía poderes para quitar cicatrices, pero el hombre le advirtió
que se le borraría todas las historias para sus hijos y nietos; él dijo que sí, porque quería
hacer todo por su amada. El hombre le dijo: ya no tendrás entonces una historia para
contarle a tus hijos y nietos.
2. María José Lozada Ángel
Mi vida siempre ha sido como un tren… con muchas estaciones ¿Y es normal? Creo que
no, porque una persona normal no vive así. No he estado estable en un lugar, ni con mi
mama ni con mi papa; siempre he estado rotando por varias casas, no de gente que no
conozca, sino con mi familia. Desde que recuerdo, he vivido así; de mis 3 a 5 años viví con
mi tía por parte de mi mama; de mis 5 a 7 años con mi abuela por parte de papá; de mis 7
a 11 años con mi mamá; de mis 11 hasta los 13 con mi abuela por parte de mi papá y de
mis 13 hasta hoy con mi abuela por parte de mamá.
Mi mamá es alcohólica. Mi padre un drogadicto. Mi vida es una mierda, pero aun así siempre
aparento ser feliz para que no me vean débil.
Tenía la esperanza de vivir con mi mama y mi hermana, que fuésemos una familia normal,
pero esa esperanza terminó el 30 de noviembre de 2017, el día que me corte el cabello
hasta los hombros. Mi madre se enojó conmigo, me trató como si fuera una cualquiera; en
ese momento se le olvidó que era su hija, porque no creo que una madre trate así a su hija.
De la rabia y la impotencia que tenía me hice daño, traté de quitarme la vida pero no
funcionó. Cuantas veces me he arrepentido de hacer eso, pero otras veces no.
ENLOQUECE
por Laura Sofia Galvis García
Sabía que este día llegaría, pero nunca tuve en cuenta la rapidez de su llegada. Corrí hasta
mi cocina y tomé el cuchillo más afilado que tenía, rocé mi cuello y corté mi cabello con tan
solo una pasada, mis pies descalzos sintieron la suavidad de mis cabellos, sujeté
fuertemente el cuchillo en mis manos, pues algo en mi sabía que era imposible soltarlo.
Giré lentamente mi rostro hacia la ventana, la cual reflejó toda mi miseria en una
desconsoladora imagen, ruin y desagradable. Recordé como había enloquecido en aquel
bar, cogiendo una botella de cerveza, estallándola en la cabeza de aquella mesera; también
mi reflejo fue revelando en una ventana, pero aquellos ojos no eran los que estaba viendo
ahora, aquellos eran rojos y emanaban furia y sufrimiento.
MICRORELATO
No entendía nada, pero todo ardía en ese momento todo era oscuro, no podía abrir mis
ojos y solo me imaginaba el lugar. Aunque no era nada agradable lo que suponía mi
imaginación, comenzó a aparecer una luz blanca que se fue volviendo un poco más
dispersa, amarillosa y rojiza. Me di cuenta que era el infierno y que antes de que viviera en
el mundo había matado a muchas personas y estaría en el infierno para siempre.
3. VIDRIOS ROTOS
por Daniela Aguirre Loaiza
La calle de noche, para quien tiene su atención en otra cosa es infinita, negra y profunda.
Algunas gotas sobrantes de la reciente lluvia caen desde los techos y cornisas. Una silueta
camina sin rumbo, camina para olvidar, indiferente a lo que suceda a su alrededor. El tiempo
parece pausarse, la silueta se detiene, está en la oscuridad, a un lado de un minimercado
poco luminoso. A la frágil luz de un farol, se distinguen facciones femeninas, cansadas,
rotas. Un auto pasa a toda velocidad, con las luces al máximo y música, jóvenes gritando
dentro del auto. Que ironía, ellos gritaban dentro del auto, de felicidad, ella gritaba dentro
de sí misma, de dolor. La vida nunca fue justa y a pesar de saberlo nos indignamos cuando
algo malo nos sucede.
En la noche, las risas son de los jóvenes, los niños y los enamorados. Los llantos, de los
bebes y los desgraciados, que por justicia de la vida sufren. La noche lo ve todo y lo sabe
todo sobre todos, en su profunda oscuridad guarda millones de momentos tristes y felices.
Pero hay algo más allá del llanto, mil veces peor. Ese sufrimiento tan agudo, tan fuerte tan
grande, tan profundo, que simplemente ya no hay más que eso. No hay siquiera lagrimas
para llorar, o voz para gritar. No hay nada. Es como estar muerto en vida. La silueta
recuerda cuando creía que tenía el mundo en sus manos, que nada malo sucedería jamás,
que para el mundo era alguien especial. Es normal, cuando se es niño lo común es suponer
que las desgracias no ocurren, o que le ocurren a la gente mala. Somos muy pequeños
entonces para comprender la oscuridad y la desgracia de este mundo. El objetivo de esto
es demostrar que hay cosas peores, mucho peores que la muerte y son humanas. El
sufrimiento es, al final, el más humano de los sentimientos.
LA TRISTE SOLEDAD DE MI EXISTENCIA
por Yurley Velásquez Gómez
Todo estaba oscuro… ni siquiera la luz de la luna alcanzaba para iluminar un cuarto de la
habitación; se sentía sola, los paquetes de frituras merodeaban por el suelo, había sido un
día largo y agotador; lo primero que hizo al cerrar la puerta fue quitarse los zapatos, luego
el sujetador y así una por una de las prendas fueron a parar en el suelo.
Se dio una ducha, estaba cayendo en los brazos de Morfeo, cuando sonó el teléfono, se
sentía cabreada por la forma en que la despertaban; caminó con pereza hacia la mesita de
noche en donde reposaba el teléfono que por razón alguna dejó de sonar. Se miro las
manos llenas de sangre, algunas gotas cayeron en el suelo y al encender la luz se pudo
percatar de la horroricidad de la escena; - Lo siento – pensó ella y hasta se le escapó un
sollozo. Una lagrima rebelde se escapó de su ojo izquierdo, se sentía como un monstruo;
jamás pensó llegar a esto, tal vez había olvidado tomar su medicina el fin de semana, pero
se sentía bien, nunca creyó del todo el hecho de que estaba enferma hasta que esa escena
que estaba viviendo demostraba todo lo contrario.
4. Ella solo quería dormir, pero, ellos no la dejaban; le habían susurrado unos minutos atrás
que matara algo cerca suyo; ella solo quería golpear el teléfono con el martillo que ya
reposaba en el suelo. Nunca quiso matar a Bobby, un gato muy cariñoso y mimoso, ella
jamás quiso hacerlo; el cuerpo del animal descansaba en la mesita de noche, algo estaba
mal pues el animal seguía con vida, hizo un movimiento brusco y su mascota salió huyendo
de la habitación, estaba con vida, estaba en perfectas condiciones. Estaba tan confundida
pues no podía entender lo qué pasada, miró sus manos nuevamente y ya no tenía sangre
en ellas, el martillo que reposaba en el suelo jamás existió; creyó que se había vuelto loca,
corrió escaleras abajo y tocó apresurada la puerta de sus padres y les contó lo sucedido…
Al día siguiente, se encontraba ella en un cuarto bastante luminoso para su gusto. Se sentía
mal, quería vomitar, presionó un botón que hacía que en su cuarto apareciera una
enfermera; se preguntaba cuando saldría de allí, pues no entendía por qué si ella no estaba
tan loca como las otras mujeres que veía en el almuerzo. – Se puede tener esquizofrenia y
ser una persona normal – pensó ella; pero por más que llegara a conclusiones inciertas
jamás podría salir del hospital psiquiátrico que de ahora en adelante podría llamar hogar.
EL 15 DE FEBRERO
por Blanca Giselly Reyes Vera
Sólo va un mes desde que salí de ese lugar, aún no me acuerdo como terminé ahí. No supe
como hice eso, me sorprendo de todo cuando agarré ese cuchillo y escuché voces dentro
de mi cabeza, solo tenía 11 años. Día y noche pensando en cómo hacerlo; tuve una idea,
lo hare de noche, todos estarán dormidos y no se darán cuenta. Mis padres se arrepentirán
de lo que me hicieron, me dejaron sola en un lugar donde no conocía a nadie, me voy a
vengar. Les contaré cómo organicé todo y logré salir de ahí sin que me atraparan.
Todo pasó un 15 de febrero a las 10:00p.m. Todos estaban dormidos en el orfanato.
Empecé con la superior, agarré el cuchillo y el mazo, le pegué en la cabeza, pero no la dejé
muerta de una vez; la coloqué en una silla de ruedas y la llevé para que viera cómo mataba
a todos los niños. Me gustó el sufrimiento que vi, fue reconfortante. Después de eso solo
salí corriendo, me perdí en el bosque; después de un rato de estar corriendo, paré y me
senté. Me puse a pensar, hice todo eso por una cicatriz que me dejaron unas personas que
no me querían.
Un año después…
Hoy sigo en el bosque, arrepintiéndome de todo lo que hice y que solo un momento fue tan
reconfortante.
DOS EN UNO
por Dilan Andrés Doria Julio
Estoy salpicado de sangre buscando un por qué. Casi un año desde que nos encontramos,
era una de esas personas que confían más en los demás que en ellos mismos. Lo considero
una fuente de sabiduría, nunca por sus palabras y mucho menos en su impacto. -Soy más
5. grande que cualquier cosa que pueda sucederme-, decía y yo, un pobre cristiano
acostumbrado a juzgar con todo en lo que encontraba; intenté responderle, pero supongo
que él ya lo sabía. Puede que te suene ególatra esta forma de pensar y es cierto,
considerando cómo lo interpretaste; permíteme que te aclare: cada persona es una
posibilidad y según sus decisiones y pensamientos, incluso su propia existencia puede
cambiar el mundo; quiero decir, si tú eres más grande que cualquier cosa que pueda
sucederte, los demás también, sólo que, a diferencia de nosotros, ellos aún no se han dado
cuenta… Era increíble, pasamos por momentos áridos sin la capacidad de respirar y si te
descuidabas, todo paraba, pero cuando el mundo volvía a su normalidad, él se encontraba
peor y yo… mejor…
Ahora que he despertado, lo entiendo. Maté a alguien valioso para el mundo, pues, aunque
no quiera aceptarlo, yo soy un virus, el virus que lo puso en coma, el virus que compartió
tiempo con él mientras dormía, el virus con el cual se encariño tanto que dejó que me
adueñara de su mente, de su cuerpo. Lo estoy buscando y no lo encuentro… creo… que lo
maté.
Explicación: Cuando empezaban los momentos áridos, era porque convulsionaba y
cuando el tiempo se paraba, era porque su corazón lo hacía.
EL ABRUMADOR Y SILENCIOSO CAMINO
por Sara Muñoz Barrera
No muy lejano a mi pasado, por un sendero lleno de dolor y angustias, caminaba. De mi
mano iban todos aquellos recuerdos malditos que traspasaban como una espada mi
corazón; recuerdos, recuerdos, sólo eso gritaba mi mente. El solo hecho de pensar que mi
propio padre me violaba y que mi novio me maltrataba sexualmente me llena de ira, no
poder hacer nada al respecto por mi debilucha cobardía.
Mi única compañía fiel es el silencio, que me lleva por este sendero, por el cual todos mis
días reflexiono y lo único que me hace desear es la muerte. Cada vez que paso por este
sendero, me encuentro con esa rama puntiaguda que me incita a querer enterrármela entre
las costillas sólo para dejar de sufrir tanta miseria.
Creo que hoy es el día indicado para morir; llegó la hora; todo eso que me consume de
dolor se acabó. Ahora tú, ramita, serás la salvación de mi dolor y tristeza.