Este documento presenta un libro que recrea gráficamente algunos de los edificios más importantes del Valladolid antiguo que ya han desaparecido. El autor explica su proceso de selección de los edificios a reconstruir basándose en descripciones escritas y dibujos detallados. También aclara que sus recreaciones no pretenden ser exactas sino evocar el pasado de la ciudad a través de la imaginación e ilustración. El objetivo es hacer accesible la historia local de una manera amena para los ciudadanos.
1. Juan Carlos Urueña Paredes
Un paseo por el Valladolid desaparecido
Rincones con fantasma
Rincones con
fantasma
Un paseo por el Valladolid desaparecido
4. Juan Carlos Urueña Paredes
Rincones con
fantasma
Un paseo por el Valladolid desaparecido
AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID
2006
5.
6. 7
Presentación
Dice Juan Carlos Urueña que el objetivo de su obra no ha sido otro que
“...convocar a los espíritus” del pasado para, de su mano, reconstruir un Valla-
dolid ya desaparecido, en el que ubicar e imaginar el acontecer de los vallisole-
tanos de otro tiempo. El reto de Juan Carlos era hacernos ver lo que ellos
vieron; sus herramientas, estas cuatro: primera, los testimonios gráficos super-
vivientes de épocas pasadas; segunda, los estudios históricos existentes sobre
nuestro patrimonio monumental y urbanístico; tercera, el software informático
de tratamiento de imágenes; y cuarta, el cariño y la devoción por Valladolid y lo
vallisoletano.
Los Rincones con fantasma de Urueña Paredes son un excelente ejercicio
de reflexión sobre el pasado de nuestro entorno y hemos de mostrar profundo
agradecimiento ante la sensibilidad que el autor ha demostrado como artista
virtuoso, como lector empedernido de la bibliografía de tema local y, sobre
todo, como vallisoletano. En una sociedad como la nuestra, en la que la que el
protagonismo de la imagen es absoluto e indiscutible, el trabajo de Juan Carlos
pone a nuestro alcance la posibilidad de recorrer virtualmente un Valladolid
que ya no existe, ofreciéndonos la oportunidad de disfrutarlo con nuestros pro-
pios ojos.
Es tiempo de atrapar, querido lector, las mil y una anécdotas e historias hil-
vanadas por Juan Carlos Urueña para ayudarnos a identificar los fantasmas de
un Valladolid que reclama toda nuestra atención y todo nuestro mimo. Es
tiempo de descubrir las mil y una sorpresas que deparan estas páginas a quie-
nes gustan de saber más y más sobre una ciudad que ansía que la amemos, la
protejamos y sintamos por ella un infinito orgullo.
Francisco Javier León de la Riva
ALCALDE DE VALLADOLID
7.
8. 9
Prólogo
Los avatares de su historia, el desarrollo experimentado en época moderna y,
en no poca medida, la escasa sensibilidad de sus vecinos, han configurado la ima-
gen actual de Valladolid: un tejido urbano formado por caserío no demasiado
armónico del que emergen magníficos edificios que testimonian aspectos monu-
mentales de otras épocas. Seguramente, muy pocos de cuantos transitan hoy por
sus calles se plantean cómo fue la ciudad en otros momentos de su historia.
Únicamente quienes nos dedicamos a la investigación histórico-artística
sobre su patrimonio podemos reconstruir –a partir de los trabajos de historia-
dores precedentes y, especialmente, mediante el estudio de la gran riqueza
documental que atesoran sus archivos– una ciudad distinta cuyas calles sería-
mos capaces de transitar, en cuyas iglesias podríamos reconocer sus capillas por
los nombres de sus fundadores o los retablos por los de sus autores, palacios
cuyas estancias recorreríamos contemplando las pinturas o tapicerías que les
adornaban y hasta ser recibidos por su dueño de quien conoceríamos perfecta-
mente su historia familiar.
En muchos casos, estos estudios se editan, gracias en gran medida al patro-
cinio de las Instituciones, que ponen al alcance de cualquier persona interesada
el conocimiento del Valladolid perdido.
Pero Juan Carlos Urueña ha seguido un camino distinto. Partiendo de los
escasos testimonios gráficos que se conservan, así como de los trabajos publi-
cados por los profesionales de la Historia, unidos a los dibujos que él mismo
aporta –realizados mediante técnicas informáticas que maneja con habilidad y
sin regatear esfuerzo–, Juan Carlos Urueña intenta recrear el aspecto exterior de
buen número de edificios desaparecidos, especialmente religiosos, insertándo-
los en el entorno actual.
Como el propio autor reconoce, su meta no ha sido la precisión científica.
En ocasiones la imaginación ha suplido lo que no podía documentar con exac-
titud. Tampoco se ciñe enteramente al rigor histórico, ni ha apurado toda la
bibliografía. Sin embargo, su trabajo, pleno de entusiasmo al evocar un Valla-
dolid perdido, servirá de acicate al vallisoletano para profundizar en el conoci-
miento del pasado de su ciudad, paso ineludible para defender el patrimonio
que aún conserva.
M.ª Antonia Fernández del Hoyo
DOCTORA EN HISTORIA DEL ARTE
Universidad de Valladolid
9.
10. 11
A mis padres, a todos los que me rodean,
y también a los que ya no están.
Introducción y explicación de necesaria lectura
Quiero en primer lugar aclarar al posible lector en esta primera página, lo
que va a encontrar en este libro: una obra eminentemente gráfica que busca la
reconstrucción de algunas de las edificaciones más importantes del Valladolid
de antaño.
El conocedor del tema notará que faltan muchos edificios de la extensa
nómina de los desaparecidos, y es que no todo se puede recuperar. Antes de
empezar a trabajar tuve que adoptar un criterio con el que escoger cuáles de los
monumentos se podrían recrear con un mínimo de rigor.
Lo primero que hice fue excluir aquellos de los que se conserven fotogra-
fías, pues es absurdo reconstruir aquello de lo que ya hay una imagen. Hago una
excepción con dos de las antiguas puertas de la ciudad, pero con la intención
de recrearlas en el espacio urbano donde estuvieron.
En segundo lugar, decidí no ocuparme de palacios o casas nobles, pues es
una labor que ya está tratada, y magníficamente, en el libro de Jesús Urrea
“Arquitectura y nobleza: casas y palacios de Valladolid”. También en esto hago
otra excepción con la Casa del Cordón, el palacio de Távara y el del Almirante,
pues lo singular de sus edificios lo justifica.
En tercer lugar decidí ocuparme sólo de aquellos monumentos de los que,
además de descripciones escritas, se conserva un dibujo o grabado lo suficien-
temente detallado como para obtener un resultado fiable. La principal fuente
ha sido la obra de Ventura Pérez, un humilde trabajador de mediados del
siglo XVIII, que ilustró con sus dibujos la “Historia de Valladolid” de Antolínez
de Burgos, tesoro para la historia local. Poco pudo sospechar aquel pobre
11. 12
Rincones con fantasma
ensamblador que, después de tres siglos, su trabajo sería retomado por mí, otro
humilde trabajador, y recuperado gracias al dibujo y las actuales técnicas infor-
máticas. Otro Ventura, Ventura Seco, escribano de su majestad y casi coetáneo
del anterior, tuvo el acierto y la curiosidad de elaborar un minucioso plano de
Valladolid en el año 1738, rescatado posteriormente por el infatigable historia-
dor local Juan Agapito y Revilla. Es el complemento ideal a los dibujos de Ven-
tura Pérez y permite localizar los edificios con gran precisión. Gracias a los “dos
Venturas” este libro ha sido posible. También me han servido grabados y dibu-
jos de autores posteriores que iremos viendo en cada caso.
Por último, tuve que formarme un criterio de selección conforme a la impor-
tancia. Una responsabilidad. Existieron muchos edificios curiosos en la ciudad de
los que no me ocupo: los humilladeros de La Cruz y la Pasión; ermitas como las
de la zona del puente Mayor, que fueron la de Nuestra Señora del Camino, san
Lázaro, san Roque y san Sebastián; las de la calle Santiago, que fueron la de la
Consolación y “Juan Urtado”; o san Alejo en el camino del cementerio. Cárce-
les como la de Corona, la de la Ciudad o la Galera de mujeres. Hospitales y hos-
picios como el de las Ánimas o los Mártires, los niños de la Doctrina en la calle
Doctrinos, de san José de Expósitos en la plaza de Martí y Monsó, el hospicio de
los pobres, que salía a san Quirce. Instituciones como la Inquisición o el colegio
de Velardes. Infraestructuras, como los diversos puentes, el Espolón, el Viaje de
Argales, … y más.
Aunque de la mayoría de ellos no se conserva testimonio gráfico suficiente
para hacer una recreación seria, tampoco la haría en muchos casos ya que pocos
tuvieron gran importancia histórico-artística salvo la anécdota de su existencia.
Tanto en Chancillería como en el Archivo Histórico Provincial se conservan
muchos planos y dibujos detallados de edificios o partes de ellos que se podrían
recrear con facilidad, pero creo que no son interesantes salvo para el lector
experto en el tema.
También hay que aclarar algo obvio: no se pueden tomar las reconstruc-
ciones como totalmente exactas. Desde luego, son escrupulosamente fieles a los
datos que han llegado a mis manos, pero he tenido que recurrir a cierta dosis
de imaginación para ambientar unos espacios perdidos para siempre: las casas y
tapias anejas a las reconstrucciones, aunque siguen el esquema de los planos con-
servados y son del estilo de la época retratada no son, como es lógico, recreación
de las originales de las que no existe legado gráfico. Lo que he cuidado mucho
es buscar los materiales de la época para cada edificio; y lo he hecho en la pro-
pia ciudad en caso de haberlos. Hasta he calculado la luz conforme a su situa-
ción geográfica.
El texto del libro es una descripción orientativa de las zonas donde se
alzaron aquellos monumentos, a la que van unidas aquellas curiosidades y
anécdotas que fui encontrando en los libros que usé para documentarme. Me
pareció buena idea hacer un libro ameno, y por eso en mi narración uso un
tono distendido, pues al común de los ciudadanos al que va dirigido este tra-
bajo no es mi deseo abrumarlo con un estudio de Historia. No se ofenda por
12. 13
Introducción
ello el purista, pues tampoco tengo yo autoridad ni titulación para escribirlo.
Lo que intento aportar es un apoyo gráfico, eminentemente visual, a estudios
más profundos. Las rígidas técnicas de investigación impiden que los estudio-
sos puedan atenerse a la fantasía en lo más mínimo. Yo, desde mi posición de
simple ilustrador, no estoy sujeto a esas ataduras, y hago, en esta obra, algo que
estoy seguro que ellos hacen mientras escriben: imaginar aquellos rincones,
soñar para la gente.
Aclarando que no soy un erudito, sino un dibujante enamorado del tema,
queda también claro que estas páginas son sólo un trabajo de recopilación cuyo
gran mérito es de todos aquellos estudiosos que se dejaron y se siguen dejando
la vista en archivos y sacristías. Espero que mis ilustraciones les hagan evocar el
pasado con la misma curiosidad y placer que sentí yo al crearlas. Ha sido un
duro trabajo, pero hecho con mucho, mucho cariño.
Titulé este libro “Rincones con fantasma” porque al mezclar fotos moder-
nas con antiguas del mismo paraje pude darme cuenta de que algunos detalles
no habían cambiado en muchos años, pero lo que más me impresionó fue la
exactitud con la que se podía ubicar el sitio por donde había desfilado un sol-
dado, la esquina donde una mujeruca había tenido su puesto de castañas, la
baldosa exacta donde habían saltado a la comba unas niñas hace cien años…
“fantasmas” de muchas pequeñas historias de unos vallisoletanos que ya desa-
parecieron. Cuando paso por alguno de estos sitios me los imagino allí, como si
su presencia cotidiana en el pasado hubiera impregnado el ambiente. Estoy
convencido de que en las viejas piedras viven los recuerdos de muchas vidas.
También estos rincones guardan las cicatrices de otros “fantasmas”: aquellos
magníficos monumentos que adornaron Valladolid y que demolió la ignorante
piqueta. Convocar a estos últimos espíritus ha sido la razón de esta obra.
Aunque he manejado gran cantidad de bibliografía y testimonios gráficos,
habrá siempre quien pueda encontrar fallos. Por ellos, mil perdones y mi dis-
posición a rectificar si se me indica el error, pero lo importante es dar una idea
de lo que perdimos y ya es triste que se pueda hacer un libro entero con sólo
una parte de tal pérdida. Que esto sirva como una llamada al vallisoletano para
que vuelva la vista hacia lo que es suyo y debe conservar.
Un recuerdo para todos a los que como yo les gusta el pasado. ¡Cuántas
cosas añadirían ellos a estas páginas!
Aunque en la bibliografía del final del libro cito las fuentes más importan-
tes que he usado para documentarme, quiero enumerar para el lector profano
los autores de las crónicas antiguas que aludo más frecuentemente en el texto,
por dar una somera idea de sus personajes. Se incluyen por orden cronológico:
Tomé PINHEIRO DA VEIGA. Galante, vividor y satírico escritor portugués, que escri-
bió su impagable “Fastiginia”, crónica de Valladolid durante y después de
los festejos por el nacimiento de Felipe IV hasta la primera mitad de 1605.
Juan ANTOLÍNEZ DE BURGOS. Fue un estudioso de ascendencia noble que llegó
a ser regidor de Valladolid. Escribió su “Historia de Valladolid” en la
que recopila hechos de una forma bastante científica, hasta el año 1637.
13. 14
Rincones con fantasma
Ventura PÉREZ. Fue un pobre trabajador, ensamblador de oficio. Como se
explica en el texto, es el autor de los dibujos de fachadas con los que
ilustró una de las copias de la “Historia” de Antolínez. También escri-
bió su “Diario de Valladolid” en el que continuó la labor de Antolínez
con acontecimientos que recopila desde 1700, veinte años antes de
comenzar a escribirlo y llegan hasta 1802, recopilados por otros ya
muerto Ventura.
Manuel CANESI ACEVEDO. Funcionario y estudioso que escribió una densa
“Historia de Valladolid” manuscrita en cinco tomos, copiando bastante
de la “Historia” de Antolínez, errores incluidos. Recoge la historia de
Valladolid desde su fundación hasta mediados del siglo XVIII.
Matías SANGRADOR VÍTORES. Juez, académico y cronista de la ciudad, publicó a
mediados del siglo XIX su “Historia de Valladolid”, siendo la primera
de todas en pasar por la imprenta. Recoge datos desde la fundación de
la ciudad hasta la muerte de Fernando VII, pero sin copiar a Antolínez
como sus predecesores.
Estos autores, especialmente Antolínez, Ventura Pérez y Canesi, son los que
más cito en el libro pues en su obra se haya la mayoría de los datos concretos
sobre edificios, comentados con la ventaja de haberlos conocido en persona.
De los estudiosos modernos ya fallecidos destaco las obras de Juan Ortega
Rubio, catedrático de Historia que publicó su “Historia de Valladolid” en
1881; Narciso Alonso Cortés, profesor y escritor que publicó su “Miscelánea
vallisoletana” en 1915; José Martí y Monsó, afable valenciano, profesor de
dibujo en mi entrañable “Escuela de Artes Aplicadas” y buen pintor, que
publicó sus “Estudios histórico-artísticos” en 1901; y sobre todo de Juan Aga-
pito y Revilla, compañero de excursiones y anhelos del anterior. Agapito y Revi-
lla fue un estudioso que ocupó el cargo de arquitecto municipal a principios del
siglo xx, al que debe la ciudad ser uno de los que rescataron nuestra Semana
Santa en su plano histórico y artístico.
Son estos autores algunos de los que más se preocuparon en su tiempo del
patrimonio perdido, sobre todo el último. De los que recogieron su testigo y
aún siguen con la labor, nada digo por no hablar de nadie en pretérito. Y que
así sigamos muchos años.
Juan Carlos Urueña Paredes
16. 17
En la zona comprendida entre la Plaza de san Pablo,
calle de san Quirce, la Huerta del Rey y san Benito
moraron muchos de los reyes que pasaron
por nuestra ciudad.
Calle de san Quirce
El monasterio de san Quirce que da nombre a la calle, es uno de los más
antiguos de Valladolid y tuvo la protección de varios reyes. Dispuso de un pasa-
dizo o corredor que le unía con el Palacio del conde de Benavente, por el que
la reina doña Margarita, mujer de Felipe III, gustaba de ir a conversar con las
monjas.1 Enfrente se halla el palacio de los Benavente que fue habitado por
Felipe II; cuando la corte se trasladó a Valladolid, Felipe III también se instaló
en él un tiempo. Fue construido por las fechas de la guerra de las Comunida-
des, y viendo el Regimiento de la ciudad que tenía todos los visos de convertirse
en una fortaleza, denunció e hizo peritar la obra. No hallando los peritos con-
firmación de que aquello terminase siendo una casa fuerte, dieron de paso el
proyecto, pero el de Benavente se salió con la suya pues hizo coronar la cons-
En la ilustración la situación del torreón
trucción con sendos torreones.2 según el plano de Ventura Seco.
El palacio tenía un paseo que conducía hacia el Espolón (hoy “Las
Moreras”), desde donde el rey cruzaba en barca el Pisuerga para dirigirse a
su preciosa finca repleta de tesoros artísticos conocida como “Casa de la
Ribera”. Esto determinó que el moderno barrio que hoy existe en esa zona,
haya tomado el nombre de “Huerta del Rey”. Existe un dibujo de Ventura
Pérez de aquella finca, pero a mi juicio insuficiente para intentar una recons-
trucción. 1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fran-
Aún se conservan algunos restos de la finca, visibles desde la playa del cisco de la PLAZA SANTIAGO. Monumentos
religiosos de la ciudad de Valladolid, parte
Pisuerga, y no son las únicas reliquias del pasado que se asoman directamente
segunda. Pág. 187.
al río, pues Antolínez nos habla de una cueva en la orilla de Tenerías tan grande 2 Jesús URREA. Arquitectura y nobleza.
que podía entrar en ella una persona a caballo. Cuenta que: Pág. 41.
17. 18
Rincones con fantasma
«la ciudad hizo todas las diligencias de saber hasta dónde se alargaba, y no
pudo ser hallado el fin, porque la inmensidad de malas sabandijas que
corrían no consentían dar paso por ella, y por esta causa se mandó cerrar.»
El palacio de los Benavente se quemó en 1716. Murieron cuatro personas
y se perdieron obras de arte de valor incalculable. El siniestro fue tal que el
edificio quedó prácticamente abandonado y los Benavente lo vendieron a la
Diputación en 1799, que lo acondicionó y dedicó a Hospicio. Hoy se encuen-
tra perfectamente rehabilitado y alberga una magnífica biblioteca pública.3
Tanto el palacio de Benavente como el convento de san Quirce se encuen-
Como en las demás reconstrucciones, tran en la plaza de la Trinidad, así llamada por tener fachada a ella la iglesia del
un dibujo ha hecho posible reccrear convento de la Trinidad Descalza. Cuando desapareció el convento, la parro-
el desaparecido torreón del palacio quia de san Nicolás, cuyo templo original quedó como veremos inservible, se
de Benavente; en este caso es obra
trasladó a esta iglesia. Por cierto que en la plaza de san Nicolás estuvo proyec-
de Valentín Cardereda (1836).
tado un palacio para los reyes de España en tiempos de Felipe II, que por las
azarosas circustancias de aquellos tiempos no llegó a realizarse.
La desaparecida iglesia de san Nicolás era, según Canesi y otras fuentes,
3 Jesús URREA. Arquitectura y nobleza. fundación del Conde Ansúrez. Agapito y Revilla, que estuvo presente en su
Pág. 45. derribo, describió restos románicos en el relleno de piedra de sus muros. A fina-
18. 19
Zona de los Palacios Reales
Aún quedan restos de la primitiva iglesia de
san Nicolás, de la que algunos de sus muros
forman parte de un almacén de maderas,
pero la construcción de un edificio
a su lado los ha cubierto definitivamente.
En la ilustración, la foto de los restos
comparados con una antigua foto
de la iglesia. Lib. prd. “Valladolid,
vivencias y fotografías”. Pág. 123.
19. 20
Rincones con fantasma
El dibujo correspondiente de Ventura Pérez
es tan impreciso como muchos de los que
dejó, pero es el único testimonio de cómo era
su fachada. La extraña forma de la puerta
suscita muchas dudas pero se ha hecho
una reconstrucción bastante fiable.
A la derecha, aspecto actual y fragmento
del plano de Ventura Seco que muestra
el emplazamiento de la iglesia y convento,
y la también desaparecida ermita de les del siglo XVI fue reedificada por D.ª María Sanz de Salcedo, fundándose a su
san Roque, antaño muy frecuentada.
vez un monasterio de monjas agustinas junto a ella. Durante la guerra de la
Debajo, el aspecto que tendría la zona
si se hubiera conservado. Independencia, los franceses desmontaron el monasterio y dejaron el templo en
tal estado que la parroquia tuvo que trasladarse a la iglesia actual en la plaza de
la Trinidad.4
La antigua iglesia era donde la Universidad tenía la costumbre de celebrar
la fiesta de santo Tomás. Fue así hasta el año 1715 en que la víspera de la cele-
bración, los universitarios...
«usando de la costumbre antigua de arrojar del Puente mayor al río los
perros que pasan por él aquella tarde, y otras indecencias»
...tuvieron el poco acierto de meterse con el presidente de la Chancillería
que pasaba por allí.
La plaza de la Trinidad prácticamente linda con la antigua aljama o jude-
4 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Jesús
URREA. Monumentos religiosos de la ciudad ría. La aljama llegaba cerca del Puente Mayor, cuya construcción fue atribuida
de Valladolid. Parte primera. Pág. 141. por la creencia popular a D.ª Eylo, mujer del Conde Ansúrez. El puente fue
20. 21
Zona de los Palacios Reales
Reconstrucción
de la desaparecida
puerta del Puente
Mayor, basada en
la estupenda litografía
de Benoist (debajo)
perteneciente a la serie
“Vieille Castille”
publicada en París
en el siglo XIX.
Situación del convento de san Bartolomé,
según el plano de Ventura Seco, con el nº 62.
Enfrente, la Puerta del Puente, y con el nº 81
el humilladero de la cofradía de la Pasión.
21. 22
Rincones con fantasma
durante muchos años la única manera de cruzar el arisco Pisuerga, río que nos
ha inundado varias veces y escenario de juegos de toros y muchas desgracias. La
más tonta que ha pasado a la historia es la muerte del sacristán de san Pedro, al
que no se le ocurrió otra cosa que ponerse a cavar en el hielo que cubría el río
en el pavoroso invierno de 1729, para ver cuanto grosor tenía. El pobre tuvo
ocasión de verlo por el lado de dentro.
Desde el puente y bordeando la aljama corre la calle de Mirabel cuyo nom-
bre, según Agapito y Revilla, se debe a que conducía al palacio de Mirabel, una
de las residencias del rey Alfonso X el Sabio que se alzaba cerca de la Overuela.
Allí suponen algunos autores que comenzó este monarca la redacción de sus
famosas Partidas.
En el corazón de la aljama se encuentra una pequeña plaza que se llama
“de los Ciegos”, escenario de la leyenda de la “casta Susana” recopilada por
Amancio Sabugo Abril.
En ella se cuenta que un rico hombre de negocios judío llamado Salomón,
tenía una bellísima hija de nombre Susana habida en un matrimonio del que
enviudó sin volverse a casar. Siendo así, tenía a su única hija como el tesoro más
grande, pero repartía el amor de padre con su afición al precioso jardín de su
casa en el que se solazaba.
La fama de la belleza de Susana y sus increíbles ojos color violeta se exten-
dió por todo Valladolid, y al poco tiempo la casa de Salomón se vio acosada por
multitud de pretendientes incluidos los de las familias más nobles. Don Salo-
món se asustó y ordenó a su hija que cuando saliese de casa se cubriese y embo-
zase de tal modo que nadie pudiera contemplar su hermosura. Esto no hizo más
que echar leña al fuego, pues cuatro judíos, tres comerciantes y un rabino, se
pusieron de acuerdo para espiar a la bella por las rendijas de la puerta del jar-
dín, que la vanidad de don Salomón permitía que tuviera para que la gente
admirase y envidiase su cuidado vergel.
Al poco rato de apostados los mirones apareció Susana, quien se dirigió a
una elaborada pila de alabastro con la intención de bañarse. Justo en el
momento en que la joven quedó desnuda, no se sabe si porque tal belleza los
Dibujo de Ventura Pérez de la iglesia del cegó o porque Yahvé los castigó, perdieron la vista para siempre. Así explica la
monasterio de san Cosme y san Damián.
Se trata del templo “provisional” erigido tras memoria popular el porqué del nombre de la plaza.
la riada de 1636 que arrasó el convento Ya que nos hemos dedicado a la zona del puente Mayor y la Huerta del
y la primitiva iglesia. Por eso resulta tan Rey, nos acercaremos al barrio de la Victoria. Le da nombre el desaparecido
pobre y sencillo, pero de arquitectura
marcadamente clasicista. El templo definitivo
monasterio franciscano de Nuestra Señora de la Victoria, del que se conserva la
se construiría en 1771, por lo que a pesar iglesia, actual parroquia, tras ser demolido el convento por los franceses.
de ser esta iglesia un remedio temporal, De la plaza de san Bartolomé, que tomó el nombre del convento de reli-
se usó durante casi siglo y medio. giosas que en ella hubo, partía el camino de los Mártires, hoy camino del
Cabildo, que conducía al convento homónimo de la orden de san Basilio. Este
monasterio de los santos mártires san Cosme y san Damián se constituyó al
hacerse cargo los monjes basilios de la ermita de aquella advocación, que era
propiedad de la cofradía de su nombre. Al trasladar las reliquias de los santos
a su hospital de la plaza del Rosarillo, la cofradía dejó la ermita abandonada y
22. 23
Zona de los Palacios Reales
los basilios la reclamaron. No sólo consiguieron el edificio sino que además las
reliquias fueron devueltas. Fue uno de los conventos más pobres del antiguo
Valladolid, pero no por ello menos popular.5
Éste fue el escenario de una de las hazañas del capitán Lisón, nuestro puce-
lano héroe policial del siglo XVIII, cuyas aventuras recogió el “Diario Pinciano”,
primer periódico que existió en nuestra ciudad, dirigido por el culto y mordaz
Reconstrucción de la Iglesia del Convento
de los santos Mártires san Cosme
y san Damián.
No puede saberse la posición de la iglesia
respecto al monasterio. El plano de Ventura
Seco elaborado en 1738 representa
claramente los tres pabellones construidos
a partir de 1648 formando un patio cerrado
por una tapia. Lo que no se ve es la iglesia,
quizá a causa de la penuria del convento que
en 1662 declara “no tener con qué acabarla ni
campanario”, y siendo tan sencilla no se
distinguiría a vista de pájaro de
los pabellones. En el plano se ve que uno
de los pabellones sobresale del rectángulo
que forma el monasterio... ¿Sería la iglesia?
No puede saberse y tampoco tiene excesiva
importancia, pero para ambientar
la reconstrucción se ha optado
por esta interpretación por parecer
la disposición más lógica.
5 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
HOYO. Patrimonio perdido: conventos
desaparecidos de Valladolid. Pág. 419.
23. 24
Rincones con fantasma
José Mariano de Beristain a finales del siglo XVIII. Cuenta cómo una
peligrosa banda de contrabandistas fue atraída astutamente por el
Capitán al monasterio, el 19 de mayo de 1787...
«...y para asegurar la empresa sin exponer la Partida a recibir ni a
hacer daño, dispuso el capitán Lisón que Francisco García, granadero de
Gracias al excelente dibujo de Parcerisa, correspondiente Milicias (que se dispuso gustoso a ello) se disfrazase con el hábito de reli-
a la obra “Recuerdos y bellezas de España” (1861), gioso para abrir la puerta de la huerta, ayudarles a descargar, apartarles
podemos saber cómo era el claustro y otros desaparecidos las armas y sorprenderles. Todo lo cual se logró como se había meditado,
elementos de san Agustín. Superponiéndolo a una foto
de su restauración actual, es más fácil comprender abrazándose con el principal (con el jefe de los malos) el granadero, y
la posición original de la arquería del piso superior. acudiendo la Partida en el momento sobre los demás.»
Recuerda a los capítulos de “Curro Jiménez”.
San Agustín, santa Catalina y santa Isabel
El convento de san Agustín no tiene una historia muy rica en anécdotas.
La única reseña digna de mención es la toma de posesión del patronato de su
iglesia por la poderosa familia de los Tassis, que encargarían a Diego de Praves
la maravilla del clasicismo que hoy podemos ver. Es en efecto el mejor ejemplo
del renacimiento vallisoletano en su periodo más puro, en todos los tiempos ala-
bado por los entendidos. Era un placer contemplarlo hasta hace poco desde las
Moreras, desnuda de adornos, con su evocador aspecto de ruina romana, altiva
y perfecta como la estatua mutilada de una diosa. Hoy la iglesia está cubierta y
rehabilitada como Archivo Municipal, después de tantos años de vergonzante
abandono, y es una alegría ver cómo sus muros vuelven a dar servicio a la gente
y no a las palomas y los gamberros. Alegría por una parte y una pequeña pena
por perder aquella pintoresca estampa del paseo de Isabel la Católica.
En los terrenos donde se alzaron las dependencias del convento se han
hallado muchos restos arqueológicos, hoy expuestos al público. El claustro alto
ha sido repuesto al espacio que ocupó, en un osado montaje casi acrobático.
24. 25
Zona de los Palacios Reales
Reconstrucción aproximada de la portada de
la iglesia de san Gabriel, cuya parte inferior
sirve hoy de puerta al cementerio del
Carmen. Basada en un dibujo de Ventura
Pérez cuyas proporciones son claramente
inexactas, el cuerpo superior de la portada
resulta enorme, por lo que se ha recreado
con unas medidas más lógicas. Para la
ambientación se ha elegido la fecha en
que el colegio vivió sus últimos momentos:
la invasión de Valladolid por los franceses
que lo desalojaron y ocuparon a la vez que
al vecino convento de san Agustín.
Anexo a san Agustín, bajo su tutela y gobernado por monjes de la misma
orden, existió el colegio de san Gabriel, todavía poco estudiado y aún menos
conocido por la gente. Tras años de pugnas y duros controles por parte de los
frailes de san Agustín, la comunidad de san Gabriel consiguió construir su tem-
plo en 15916, cuya fachada reconstruida corona este párrafo.
El monasterio de santa Catalina, ubicado en uno de los rincones que más
sabor antiguo tiene de Valladolid, alberga muchas obras de arte de estimación.
Allí está enterrado Juan de Juni. Existe una sencilla leyenda sobre el origen del
monasterio, según la cual D.ª María Manrique, su fundadora, tuvo graves pro-
blemas con sus hijos que se oponían fuertemente a su deseo, según Antolínez
con tal vehemencia que uno de ellos...
«...tuvo intento de matar a la madre. Habiendo sabido ella tan loca deter- 6 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
minación, dejó su lugar y se vino a Valladolid, enderezando su viaje por la HOYO. Patrimonio perdido: conventos
villa de San Cebrián de Mazote, y aportó en un convento de monjas que desaparecidos de Valladolid. Pág. 296.
25. 26
Rincones con fantasma
En el plano de Ventura Seco se puede ver
la iglesia de san Agustín (1) separada de
la de san Gabriel (2) por un callejón que
corresponde en su anchura con la capilla que
el banquero Fabio Nelli compró al
convento (3) y que anteriormente fue
el primer oratorio del colegio. En la foto,
aspecto actual del espacio que ocupó
el colegio. En la ilustración grande,
reconstrucción de la zona.
tiene el lugar, que es de la orden de santo Domingo. Cuando llegó, estaba
la priora haciendo oración a una imagen de un Cristo Crucificado, el cual
la dijo: Abre la puerta a la señora de la Mota, que viene huyendo de su hijo.
Y desde entonces quedó el crucifijo con la boca abierta.»
Otro monasterio, el de santa Isabel, se alza frente a san Agustín y casi lin-
daba antiguamente con la desaparecida iglesia de san Julián. Antes de ser con-
vento fue un beaterio fundado, según Canesi, en 1462 por las vecinas de
Cogeces D.ª Juana y D.ª Beatriz de Hermosilla, sobrina suya muerta en olor de
santidad. La gente sentía cierta veneración por esta última, atribuyéndole varios
milagros.7
La iglesia no tiene más que una nave, cubierta de bóveda gótica de terce-
7 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco.
letes. Estas techumbres no resistieron un rayo que cayó en 1762, dañando el
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumen-
tos religiosos de la ciudad de Valladolid. órgano y la sillería, aunque todos los destrozos fueron luego reparados. Lo que
Parte segunda. Pags.131 y 132. no tocó el rayo fue la bonita celosía del coro, de estilo plateresco. El convento
26. 27
Zona de los Palacios Reales
Así se vería la iglesia de san Benito, si se
dispone de un amplio y bello claustro, del que destacan los magníficos azuleja-
hubieran conservado los dos pisos de ladrillo
dos de las escaleras. que hacían aún más altos los colosales pilares
de su fachada. A la derecha, el bello dibujo
que se conserva con aquel aspecto, obra de
El primer palacio real Parcerisa incluida en la obra “Recuerdos y
bellezas de España” (1861). En la foto
El monasterio de san Benito está edificado sobre lo que fuera alcázar inferior su estado actual.
defensivo de la ciudad y primitivo palacio real, construido en la primera mitad
del siglo XII con el fin de defender la frontera entre León y Castilla, reinos que
andaban a la greña por aquellos años. Este castillo o “alcazarejo” fue cedido
por el rey Juan I para acoger a una comunidad de monjes benedictinos. El
monasterio se estaba construyendo ya en 1388, utilizando las piedras del anti-
guo edificio.8 8 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco.
Actualmente es una gran edificación, recientemente restaurada y recons- Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumen-
truida, que en algunas de sus partes se ha convertido en un moderno Museo de tos religiosos de la ciudad de Valladolid.
Arte Contemporáneo. De sus claustros destaca el conocido como “Patio Herre- Parte segunda. Pag 241.
27. 28
Rincones con fantasma
Reconstrucción aproximada del famoso
“Rótulo de Cazalla”, lápida que dio nombre a Hay otras tres pistas sobre el aspecto
la calle durante más de 220 años. No ha original del Rótulo de Cazalla. La pri-
quedado ningún dibujo en que inspirarse, mera la dio Sangrador al decir que el
pero sí varias copias del texto con algunas
rótulo estaba en un “hueco reducido,
variaciones. Agapito y Revilla cita que el
rótulo fue cambiado en 1766, quizá por estar cerrado por una tapia”; no sería por lo
muy deteriorado, y varios textos recopilados tanto una tapia muy larga. Antolínez
corresponden a ese cambio. Debajo se nos aclara el material del que estaba
reproduce la copia más fiable, la del texto hecha la tapia: “un paredón de piedra
dejado por Matías Sangrador que sería el de que contiene un letrero manifestador
la lápida original. Parece copiada tal y como de su delito”. La tercera pista nos la da
estaba escrita, y gracias a eso podemos ver
Agapito y Revilla al reproducir el acta
que la placa era semicircular en su parte
levantada por el Ayuntamiento cuando
superior y estaba compuesta de dos textos
separados. Aunque la copia está transcrita se desmontó la lápida en 1820: “se
en caracteres góticos que el autor usaría quitó la piedra y pirámide del rótulo”.
por hacerla legible y por razones Esta última puede ser una pista liosa,
ornamentales (pues fue un tipo de letra pues la “pirámide”debe referirse a un
muy usado durante la época romántica), remate de esa forma que coronaba la
la placa estaría escrita en mayúsculas inscripción. ¿Pertenecería tal pirámide
clásicas, escritura utilizada en ese periodo.
a la placa original o a su copia del siglo
Además, Canesi lo corrobora al citar las
XVIII? No hay manera de saberlo, pero
disposiciones del Santo Tribunal ordenando
que la inscripción fuera: “...con letras muy siendo un motivo decorativo clásico y
abiertas y claras, encima (sobre) propio de las fechas del primer rótulo,
de una columna de piedra.” se ha optado por incluirlo en la repro-
ducción.
riano” por el estilo de su arquitectura. Se han realizado interesantes hallazgos
arqueológicos del antiguo alcázar que se encuentran magníficamente expuestos
al público. Su iglesia tiene una enorme portada que recuerda el pasado militar
de aquella zona, construida sobre los planos que dejó Rodrigo Gil de Hontañón
en 1569. El aspecto de sus grandes pilares era aún más impresionante, pues
tuvo hasta mediados del XIX otros dos pisos más de ladrillo.
En la casa que queda a la derecha de la iglesia tuvo su domicilio y taller el
gran imaginero Alonso Berruguete, y aún se puede contemplar la portada rena-
centista de la entrada. Al lado está la calle del doctor Cazalla, famoso luterano
quemado vivo por la Inquisición en el Auto de Fe de 1599. El escarmiento que
este pobre hombre sufrió, además de su ejecución, fue que sus casas fueran
derribadas y sus suelos sembrados con sal. En el solar se colocó un rótulo recor-
dando tan lamentable episodio, y tantos años se conservó que terminó dando
nombre a la calle llamada “del Rótulo de Cazalla” largo tiempo. Tanto que es
Portada de la casa de Berruguete, hoy posible que se trate del bando de una sentencia que más se ha conservado al
convertida en ventana.
público, pues fue sucesivamente renovado hasta el año 1820 en que el Ayunta-
miento lo mandó quitar. Así fue como la memoria del doctor Cazalla estuvo
expuesta a la vergüenza durante más de 220 años.9
9 Juan AGAPITO Y REVILLA. Las Gracias a la novela “El Hereje” de Miguel Delibes, se ha hecho popular
calles de Valladolid. Pág. 115. el pobre doctor. El lector puede acudir también a la “Historia de Valladolid”
28. 29
Zona de los Palacios Reales
En el plano de Ventura Seco (arriba) podemos
escrita por Canesi a mediados del siglo XVIII, donde se describe de una ubicar el solar donde seguramente estuvieron
manera más o menos rigurosa la forma en la que fueron capturados el doctor las casas del doctor Cazalla (señalado).
y sus correligionarios, y más fidedignamente el Auto de Fe en el que acabó el Canesi nos las sitúa en el “término del
tétrico asunto. Quizá es la crónica más curiosa de cuantas se hayan escrito colegio de san Ignacio”. En ese término,
claramente identificado en el plano, se ve
sobre él. Relata que el conciliábulo de Cazalla fue delatado por la mujer de el solar de la única casa que falta en toda
un platero que también era luterano, al que convenció para acompañarle a sus la calle, que quizá fuera la de nuestro
reuniones. Como el platero, al grito de “aleluya”, quiso “practicar como desafortunado doctor.
Una medición aproximada basada en el plano
marido” delante de un crucifijo, quedó ella perpleja y delató a todo el perso-
sitúa su correspondencia en la calle actual
nal a la Inquisición. Otro dato curioso que da, es que a la delatora se la dedicó con la foto del recuadro. Si no estaba
una estatua ... exactamente ahí no quedaría muchos
metros más lejos. Agapito y Revilla aseguró
«pintada de verde, que hasta hoy permanece en la casa en la que vivió en en sus escritos conocer exactamente el lugar,
medio de la Platería, a mano derecha como se baja del Ochavo en un hueco ubicándolo “en el número 4 de la calle, entre
pequeño.» lo que fue el parque de Artillería (colegio
de san Ignacio) y el popular salón de baile
La casa en cuestión ya no existe, como tampoco ninguna otra referencia a Romea”. De aquellos parajes, de principios
tal estatua. No dudo que existiese, y por ser de color verde quizá se podría del siglo XX, quedan los mismos restos
que de los retratados en el mapa
relacionar de alguna manera con la vecina cofradía de la Vera Cruz que tiene de Ventura Seco: nada.
ese color como distintivo, en consonancia con sus orígenes franciscanos. Que
representase a la delatora sería una leyenda popular, ya que esto está escrito
150 años después de los hechos.
29. 30
Rincones con fantasma
Algunos autores sitúan la iglesia del Val
en la misma esquina con la calle de Zapico,
pero en el plano de Ventura Seco se ve
perfectamente que estaba mucho más
al centro de la plaza.
Con base en el único dibujo que existe, obra también de una hornacina para la imagen titular, pondrían sobre la
Ventura Pérez (ilustración pequeña) se ha intentado puerta una tabla de pintura, quizás cerrada con una
reconstruir la iglesia del Val. Se trata de una imagen con- verja. Tampoco se ve muy bien si la inscripción y el
fusa y la falta de descripciones escritas de su aspecto ha supuesto donante están pintados directamente en la
hecho difícil la labor. ¿Son pinturas semejando jaspes los pared o forman un solo exvoto postizo junto con la hor-
“berretes” que aparecen en el arco de la puerta y en las nacina. En el año 1702, según Canesi, se reedificó (o
pilastras...? ¿Qué hornacina es ésa que se mete en el reformó) la iglesia haciéndose la fachada “toda de pie-
ventanal...? Y sobre todo, ¿es un donante el sujeto que dra labrada”, pero conservando el rótulo. En cuanto a
aparece “levitando” a la derecha del rótulo? Da la los materiales, pues las pilastras y el cuerpo bajo de la
impresión de que la iglesia fue instalada reformando un fachada parecen estucados y pintados, por lo que no
antiguo edificio del siglo XV o principios del XVI, a juz- parece lógico que fuera toda de piedra.
gar por la moldura que enmarca la puerta de medio En la foto, aspecto que presentaría la plaza si no se hubiese
punto de grandes dovelas. Dado que no disponían de derribado la iglesia.
30. 31
Zona de los Palacios Reales
También en la zona se levanta el castizo Mercado del Val, único superviviente
de los tres de similares características que tuvo la ciudad. En la plaza donde está el
mercado se alzaba la iglesia de Nuestra Señora del Val, de la que tomó el nombre.
Se trataba de un pequeño templo de una sola nave, donde los plateros de la vecina
calle de la Platería, constituidos en cofradía bajo la advocación de san Eloy daban
culto a esta Virgen, según Antolínez, muy popular en la ciudad.
San Pablo, una plaza de reyes
La iglesia de san Pablo es otro de los emblemas de Valladolid gracias a su
admirada fachada plateresca10. Fue construida en unos terrenos llamados “de
la Cascajera”, concedidos por la reina doña Violante en 1276. Dio nombre a la
plaza, que fue una de las más célebres de Valladolid pues en ella se celebraron
suntuosas fiestas y actos de Estado, siendo el escenario preferido por los Gran-
des de España para alardear de su pompa. Por aquí pasaron desde Santa Teresa 10 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y
de Jesús a Napoleón y su hermano José Bonaparte; nacieron Felipe II, su hijo Fco. Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monu-
el príncipe Don Carlos, Felipe IV y el infante Don Juan, hijo del emperador mentos religiosos de la ciudad de Valladolid.
Carlos I, entre otras mil efemérides. Pág. 257.
31. 32
Rincones con fantasma
San Pablo, otro símbolo de la ciudad
en el tiempo. En la superposición de la foto
antigua, vemos que las columnas con
los leones estaban originalmente mucho más
adelantadas que como están actualmente.
Lib. prd. “Valladolid, vivencias
y fotografías”, pág. 45.
El duque de Lerma, cuando asumió
el patronato del monasterio a principios Una noticia curiosa sobre la zona, ocurrida el 7 de enero de 1831:
del siglo XVII, elevó la altura de la iglesia, «...como a las siete y media u ocho de la noche, se presentó en la atmósfera
añadiendo y cambiando de sitio
un meteoro muy grande sobre esta ciudad, como por encima de San Pablo,
los elementos de la fachada. Revolvió todo
el conjunto de tal manera que hoy día su con un semblante de fuego tan vivísimo, que los habitantes que le vieron
estudio es así de complicado. Esta última creyeron que se ardía la ciudad por el grande resplandor que daba, y otros
actuación dejó san Pablo como es se consternaron al ver tal terrible fenómeno; y esto le sucedió a muchos
en la actualidad.
vecinos de los pueblos limítrofes que le observaron; y como a eso de las diez
de dicha noche se fue deshaciendo en su marcha...»
Astrónomos, ufólogos y demás estudiosos del cielo tienen aquí materia.
San Pablo se encuentra enfrente del antiguo Palacio Real y al lado de la
sede de la Diputación. El Palacio Real fue al principio propiedad de Francisco
de los Cobos, quien lo vendió posteriormente al duque de Lerma que lo cedió
a la Corona11. Del edificio destacan el patio y la escalera. Tuvo una torre que la
gente llamaba “el peinador de la reina” que se cayó en 1732.
11 Jesús U RREA . Arquitectura y El edificio donde hoy se haya instalada la Diputación fue palacio de los
nobleza. Pág. 123. Pimentel y los Ribadavia12. En el siglo XVI albergó la ceremonia de la jura como
12 Jesús U RREA . Arquitectura y príncipe heredero del futuro emperador Carlos V, y allí mismo nacería su hijo
nobleza. Pág. 137. Felipe II. La fachada que se abre a san Pablo tiene una ventana con una reja, que
32. 33
Zona de los Palacios Reales
A la izquierda, reconstrucción aproximada de
cómo sería la fachada de san Pablo en su
forma original, realizada por Simón de
Colonia entre finales del siglo XV y principios
del XVI por encargo de fray Alonso de Burgos,
obispo de Palencia.
En la ilustración siguiente su posible aspecto
tras la primera reforma del edificio, hecha
escasos años después para elevarla a la altura
de las bóvedas que sustituyeron a la primera
techumbre de madera. Existen dudas sobre su
aspecto entonces. En algunos estudios se
propone la elevación de dos cuerpos más,
pero no habría suficientes elementos
escultóricos góticos para cubrir tanto espacio
de entre los diseminados por la fachada.
Siguiendo el estilo de Colonia y observando
la fachada de la catedral de Ávila, también
obra suya, se ha optado por poner todas las
hornacinas góticas con santos en un único
cuerpo formando el último piso, pues caben
a la perfección y queda un conjunto
armónico.
El único resto de
las dependencias externas de
san Pablo es esta “puerta de
los carros”, que daba acceso al
monasterio por su parte trasera.
En el plano de Ventura Seco se
la localiza dando salida a
la Rondilla de santa Teresa (en
la ampliación), pero al variar
con el tiempo el trazado
de la calle, haciéndose casi recta,
la puerta ha quedado en
la otra acera.
la tradición dice que fue cortada al medio para sacar al recién nacido y vuelta a
cerrar con una gruesa cadena que aún hoy se puede observar. Dicen que se hizo
así para que el niño perteneciese a la jurisdicción de san Pablo y se pudiera bauti-
zar allí, pues si lo hubieran sacado por la puerta, habría pertenecido a la parroquia
de san Martín.
Frente a la Diputación y en el solar donde hoy se alza el edificio de los anti-
guos juzgados, existió otro palacio que también pereció vergonzosamente ya en
1925 pese a estar en marcha su declaración como bien de interés artístico. Se
trata del palacio del marqués de Távara13 y es una doble lástima, no sólo por su
pérdida, sino porque además la plaza hubiera ganado aún más vistosidad y 13 Jesús U RREA . Arquitectura y
sabor renacentista si se hubiera conservado. nobleza. Pág. 317.
33. 34
Rincones con fantasma
Más o menos así luciría el palacio de Távara Junto a san Gregorio se erige la Casa del Sol y la iglesia de san Benito el viejo,
de existir aún. Ha sido cuestión de retocar,
fundaciones de Diego Sarmiento y Acuña, conde de Gondomar. Este noble
fusionar y colorear unas viejas fotos recopiladas
por Jesús Urrea en varios de sus trabajos. poseyó una magnífica biblioteca. Escribió Sangrador:
«Se cuenta que este caballero estando de embajador en Inglaterra, suplicó
repetidas veces al rey le permitiese regresar... porque temía morir... entre
protestantes... Habiendo vuelto a Valladolid, murió. Su cadáver fue pri-
meramente depositado en la bóveda de la iglesia, con un hijo suyo de corta
edad. Convertida la iglesia en almacén de utensilios de guerra, fue extraído
el ataúd y trasladado a una panera; desde allí, después de algunas profa-
naciones, paso a ocupar el hueco de una chimenea, y por último desde este
sitio pasó otra vez a la iglesia donde le vi no hace muchos años abando-
nado. Es muy extraño que los Sres. Condes de Gondomar, sus sucesores,
no hayan tratado de colocar estas dos momias en un sitio mas decoroso. Si
D. Diego Sarmiento hubiera muerto entre protestantes, sus cenizas hubie-
ran sido indudablemente más respetadas.»
34. 35
Zona de los Palacios Reales
La Casa del Sol, llamada así por el de piedra
que corona su fachada. En la superposición de
la foto antigua, se ve sobre el arco de la puerta
el rótulo que indicaba el uso que tuvo como
convento de Oblatas y “centro de corrección
y moralización de jóvenes”.
Lib. prd.“Valladolid, imágenes del ayer”,
pag. 147. Aquellas monjitas lo ocuparon
hasta hace no mucho, y eran famosas por sus
habilidades con la aguja, pues remendaban
rotos y quemaduras como nadie.
En la ilustración, los restos del conde
de Gondomar en una foto tomada cuando
se devolvieron a su tumba en 1991 tras la
restauración de san Benito el Viejo, desde
En la Casa del Sol, sobre el entablamento de las columnas dobles de la la iglesia de san Martín. A su lado en
fachada que hay a cada lado de la puerta, había dos estatuillas que, por formar el ataúd se puede ver la parte inferior
parte de una ornamentación renacentista simétrica, miraban a lados opuestos. de la momia de un niño que, según
Según cuenta Agapito y Revilla en su libro “Las calles de Valladolid”, la gente les la “Historia de Valladolid” de Sangrador,
corresponde a un hijo suyo. En el texto
sacó su copla como ocurrió con las figuras de la ventana del palacio de los Val- se explica el curioso periplo de
verde, y las bautizó como “los mal casados”. los dos cadáveres, según este autor.
35. 36
Rincones con fantasma
Recreación de los preparativos de la procesión De san Pablo partía la Procesión del Entierro, que celebraba la penitencial
que las Angustias sacaba de san Pablo
de las Angustias cada Semana Santa. Esta procesión, con el devenir de los años,
la tarde del Viernes Santo. Está ambientada
en los primeros tiempos de la penitencial, se transformaría en otra de las joyas de la ciudad: la Procesión General de la
en concreto a finales del siglo XVI antes de Pasión, declarada de interés turístico internacional. Hoy día sale de la iglesia de
que el duque de Lerma alterase la fachada
de san Pablo. En aquellos años la cofradía
las Angustias por ser esta cofradía su patrocinadora y la que cierra el desfile. Se
todavía no tenía su magnífica iglesia actual, considera que esto es así desde que comenzó a organizarla, en 1810, José Timo-
sino que su primer oratorio estaba en teo Monasterio, entonces alcalde de la penitencial. La primera Procesión General,
la cercana calle llamada hoy de la Torrecilla.
Tampoco tenía ningún “paso” enteramente entendida como la primera en que desfilaron juntas todas las penitenciales, salió
de talla, salvo la Virgen de los Cuchillos, el Viernes Santo 21 de abril de dicho año, después de dos sin celebrarse proce-
que aún no tenía cuchillos. siones debido a la invasión napoleónica.
La verdad es que al bueno de don José Timoteo casi no le quedó más reme-
dio que organizarla pues, en su condición de comisario de Policía de la ciudad
recibió para ello una orden del general francés Kellermann. Este militar estaba
al cargo de las tropas francesas que ocupaban nuestra comarca y sin duda, por
contentar al pueblo invadido, le mandó que organizase la Procesión del Santo
36. 37
Zona de los Palacios Reales
Entierro que entonces era la más prestigiosa. La orden especificaba además que
participasen en ella todas las cofradías.
El prestigio de esta procesión provenía de que antiguamente los miembros de
la Chancillería desfilaban en ella, pues pertenecían a las Angustias, y qué mejor
para apaciguar al pueblo que ofrecerle una de sus cosas más respetadas y de mayor
raigambre. Venía de muy atrás la devoción mariana de los componentes de la
Chancillería, pues en un testamento fechado en 1452 se cita una cofradía
«de la conçebiçion de la virgen gloriosa sennora santa María de los escri-
vanos e procuradores de la corte e chançelleria...»14.
La iniciativa de resucitar las procesiones tuvo gran éxito. Al entusiasmo de
don Timoteo se sumó el de las otras penitenciales, hasta entonces igual de mus-
tias todas, las cuales
«luego que reciuieron dicha orden, se llenaron de Jubilo e inmediatamente
dieron parte a sus cofradías e indiuiduos, y enterados que fueron de lo que 14 Adeline RUCQUOI. Valladolid en
tanto deseaban, dando gracias al acedor de tan buena como cristiana obra». la Edad Media: la villa del Esgueva. Pág. 91.
37. 38
Rincones con fantasma
Luego de altibajos y vicisitudes, a principios del siglo XX, el arzobispo
Gandásegui restauró las procesiones, y la General del Viernes Santo se comenzó
a celebrar con la participación de todas las cofradías entonces existentes, tal
como hoy en día.
El contiguo palacio de Pimentel, actual
Diputación, tendría un aspecto parecido al
actual pues también fue reformado por esas
fechas. Del aspecto de los cofrades en procesión
hay muy pocos datos, tan solo que iban con
túnicas negras y que llevaban una “insignia de
una Señora de la quinta Angustia”. Sabemos
la forma de los pendones azules que abrían
los claros, gracias al dibujo de la planta
de la procesión de 1619 (al lado).
40. 41
La calle Santiago (así, sin “de”) es el pasillo de casa que
conduce al salón que es la plaza Mayor. Su magia radica
en que la gente sigue paseando por ella despacio, a pesar
de que nos la han llenado de bancos y oficinas repletas
de vecinos estresados con corbata. Quizá sean sus
comercios, o que de siempre ha sido el lugar
donde “encontrarse por casualidad”
con amigos y familiares... El caso es que
no hay Carnaval, Semana Santa, o chirigota
de Ferias sin la calle Santiago.
Calle Santiago
La iglesia de Santiago que da nombre a la calle tuvo su origen en una
pequeña ermita dedicada al Santo Cristo de Escobar, existente ya en el año
11041. La atendía una cofradía bajo la advocación de Santiago, nombre que
adoptó el templo cuando pasó a ser parroquia en el año 1400. El rico mercader
Luis de la Serna, que perteneció a la parroquia, reedificó la iglesia a su costa,
dicen que para huir del acoso de la Inquisición.
La iglesia tiene un pórtico renacentista en la entrada que se abre al popu-
lar Atrio de Santiago, donde se encontraba otra de las instituciones de Vallado-
lid: el quiosco de la “chata”, la última voceadora de “El Norte de Castilla”, hoy
jubilada y traspasado el negocio.
La iglesia guarda importantes obras de Alejo de Vahía, Berruguete, Fran-
cisco de Rincón, Leoni y Juan de Ávila. En 1974 se descubrieron los cuatro
nichos funerarios de la familia de la Serna, que se encontraban tapiados en el
presbiterio. Son de interés no sólo por ser obra de Alejo de Vahía, sino por la
escasez de obras góticas de este tipo que hay en la ciudad. El primitivo retablo
que tuvo el presbiterio, se dice que lo trajo don Luis de la Serna nada menos que
de Florencia, declarando a sus amigos que le había costado tanto como si fuera
de plata. Era de barro cocido y vidriado y de él no queda ni rastro, salvo el caso
improbable de que también se encuentre emparedado tras el retablo mayor.
De la portada de la iglesia se sale a la calle de los Héroes del Alcázar, lla- 1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Jesús
mada en la antigüedad “de la Tumba” por el cementerio de la parroquia que en URREA. Monumentos religiosos de la ciudad
ella se hallaba. de Valladolid. Parte primera. Pág. 188.
41. 42
Rincones con fantasma
La calle de Santiago desde siempre
ha tenido una gran afluencia de gente.
Una superposición del ayer y del hoy
en su cruce con Claudio Moyano.
Lib.prd. “Valladolid, vivencias
y fotografías”. Pág. 30.
Calle de los Héroes del Alcázar, ayer y hoy.
Lib. prd. “Valladolid, vivencias
y fotografías”. Pág. 73.
43. 44
Rincones con fantasma
En su antigua condición de entrada a la ciudad, la calle de Santiago tuvo un
gran arco a modo de puerta que desapareció con las remodelaciones del siglo XIX.
Una lástima como otras tantas.
Lindando con Santiago estuvo la antigua morería, en el barrio llamado de
Santa María, que contaba entre sus vecinos con un importante porcentaje de
carpinteros. La reina Juana en 1515 dio una merced por la que 30 de estos arte-
sanos quedasen exentos de huéspedes y no se pudiese sacar de sus casas ropas,
aves ni cosa alguna, aunque estuviese la corte. A cambio de tal “merced” tan
sólo exigía de los privilegiados que cada vez que hubiese un fuego, corriesen
con sus herramientas a apagarlo. Bomberos a la fuerza.
Plaza de Zorrilla y Campo Grande
La cofradía de la Vera Cruz tuvo una ermita o humilladero en la actual
plaza de Zorrilla, al igual que el que la penitencial de la Pasión tenía situado
fuera de la ciudad, pasando el puente Mayor. Ambos fueron derribados por los
franceses durante la guerra de la Independencia para evitar que las guerrillas se
parapetasen detrás. Esto ocurrió según el diario de Hilarión Sancho, el 17 de
enero de 1809, pero de esta noticia hay versiones contradictorias, pues se con-
servan crónicas que dicen que los derribos se debieron a su ruina.
El humilladero de la Cruz, oratorio de la cofradía durante muchos años, se
alzaba enfrente de lo que luego sería Hospital de la Resurrección, donde hoy se
Suerte que se conserve una vieja foto levanta la llamada “casa de Mantilla”, bonito edificio que fue la comidilla de la
del Arco de Santiago rescatada por época por ser el primero que contó con luz eléctrica y ascensores. El hospital se
M.ª Antonia Fernández del Hoyo y que
se conserva en la Casa de Zorrilla que,
construyó sobre el solar de la antigua Mancebía pública, rancia institución valli-
restaurada y coloreada me ha servido para soletana de la que algunas fuentes sitúan la fundación a finales del siglo XIV.
recrear la zona si aún se conservase (arriba). Este lugar, donde se recogían y ejercían las señoras de mala vida, estuvo
Lo podríamos ver a la altura de Claudio regentado por la cofradía de Ntra. Sra. de la Consolación y la Concepción, a la
Moyano como indica el fragmento del
plano de Ventura Seco. que la ciudad compró el “negocio” en 1541 con la sana intención de cambiarlo
a un sitio más discreto y entregar el edificio a los promotores del futuro hospi-
tal. Eso sí, dejando bien claro que
«...lo que rentaren las dichas casas y exerçiçio publico de dichas mugeres se
convierte para los propios de esta villa...»
Estaba claro que la Mancebía debía funcionar
«...para evitar las enfermedades que se podrían Rescreçer no aviendo muge-
res publicas.»
De esta manera se defendía la salubridad y se administraba el negocio por
vía legal.
Este alegre panorama era el que vieron durante 55 años los cofrades de la
Cruz cada vez que acudían al humilladero, hasta que los promotores del hospi-
tal, cansados de esperar la cesión del edificio por parte del municipio que no
44. 45
Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande
acertaba a encontrar nuevo acomodo a sus “trabajadoras sociales”, invadieron
la Mancebía el Domingo de Ramos de 1553 llenando el edificio de pobres
enfermos ante el asombro de las “damas”.
Una vez establecido el Hospital de la Resurrección, ejerció sus funciones
durante largos años hasta su desaparición a finales del siglo XIX. En esas fechas
se llevó a cabo la alineación de la calle derribando todo lo que molestaba, con
lo que este edificio dio con sus vetustas piedras en el suelo. Su fachada con el
Cristo Resucitado se conserva en el jardincillo de la casa de Cervantes, y no está
mal el sitio, teniendo en cuenta que el universal escritor imaginó a los famosos
Templete del Campo Grande, tristemente
y locuaces mastines, Cipión y Berganza, como vigilantes del hospital en sus desaparecido. Lib. prd. “Valladolid,
“Novelas ejemplares”. vivencias y fotografías”. Pág. 116.
45. 46
Rincones con fantasma
El entorno del Campo Grande, centenario pulmón verde de la ciudad cuya
historia es tan rica que ya está recogida en libros por entero dedicados a él, ha
servido de escenario a torneos, ejecuciones, algaradas, acampadas y desfiles cas-
trenses, pregones, subastas…
Algunas ejecuciones y almonedas, entresacadas de las crónicas de Ventura
Pérez, nos resultan hoy vergonzosas e increíbles, como la puesta a la venta (en
el año 1724)
«...de seis moros con las mulas.»
No es el único suceso ocurrido en el Campo Grande que hoy nos escan-
daliza, pues dos años después, a un tal Juan Rodríguez
«dieron garrote y le quemaron por sodomita, y al que cooperó con él, lla-
mado Luis de la Rosa, le echaron a presidio. El quemado andaba vestido de
mujer y hacía todas las labores de coser, hilar, hacer media, encajes y ropa
blanca...»
Cruel castigo a tan “graves crímenes” que cometió el pobrecillo, pero es
que en aquellos tiempos se zanjaban hasta los pequeños problemas sociales de
En la foto, único dibujo fiable que se una manera algo brusca. Por ejemplo, el actual problema del tabaquismo que
conserva del humilladero de la Vera Cruz, tantas campañas y dinero cuesta hoy al Estado, se solventó en 1746 con un
pequeño fragmento del plano obra de Diego
Pérez, tan poco definido que resulta imposible edicto ordenando...
al autor de estos textos reconstruirlo. «...que nadie tomase tabaco y rapé, que era un tabaco de Francia, con pena
de la vida.»
Hay más edictos curiosos, como el dictado en 1842 en el que se prohibía
«el distintivo del bigote y toda insignia militar a las personas que no tuvie-
sen derecho a llevarlas, pues de ese abuso resultaban perjuicios a la buena
opinión de tan benemérita clase.»
También es verdad que la clásica picaresca española aún no había desapa-
recido por esas fechas, y es hasta cierto punto lógica la dureza de las autorida-
des que tenían que lidiar, por ejemplo, con caraduras del calibre de un tal
Manuel Francisco Díaz, “lumbrera” que proponía en 1716 un método de ense-
ñanza con el que los niños aprenderían a leer en sólo dos meses y ¡la lengua
griega en cuatro días!
Al hablar del Campo Grande, hay que mentar la popular Feria del Suda-
rio que se celebraba en él hasta hace poco durante la Semana Santa. Esta “feria”
tenía sus orígenes en una romería que tenía lugar desde tiempos antiguos, cono-
cida también como “del Sudario”, durante la cual se montaba un mercadillo de
artesanías y bagatelas, transformándose con el tiempo en feria de atracciones.
Esta romería tenía lugar durante la Pascua de Resurrección, para venerar
un Santo Sudario propiedad del desaparecido convento de Nuestra Señora de
la Laura, del patronato de la Casa de Alba. Cuentan las crónicas del convento
que el duque don Fadrique quiso hacer una copia de la Sábana Santa de Turín,
pero estando la ciudad en guerra no le fue posible hacerse con los servicios de
un pintor que la copiase tan rápido como la urgencia de aquellos peligrosos
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Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande
momentos demandaba. El duque, contrariado, decidió poner el lienzo sin pin-
tar sobre la reliquia de Turín, por aquello de que su contacto pudiera dejar
alguna virtud en él. La leyenda dice, como no podía ser de otra manera, que
milagrosamente quedó grabada la santa imagen en el lienzo en blanco. La ver-
dad, menos poética, es que el tal milagro está catalogado como “pintura sobre
tela, 207 x 80 cms.” Es un milagro al óleo. ¡Qué desencanto!2.
El duque fue enterrado en el monasterio, pero su recorrido no terminó allí.
Durante la guerra de la Independencia los franceses ocuparon el convento
«...reuniendo las monjas a las del convento de Santa Ana; También lleva-
ron a dicho convento el cadaver que se hallaba íntegro del gran duque de
Alba, los huesos de su esposa y un venerable capuchino su confesor: el
duque estaba en un ataúd de terciopelo negro, como si estuviese acabado de
hacer, lo mismo el manto capitular y borlas de plata, a pesar de 250 años o
más que estaba en dicho convento de la Laura, como fundador de él.» Situación del convento de san Juan
de Dios, según el plano de Ventura Seco.
La Academia de Caballería es punto de referencia visual de la plaza de A su lado, antigua foto donde se puede ver
Zorrilla. Se trata de un ostentoso palacio inspirado en el de Monterrey de Sala- el convento tras la estatua de Zorrilla.
manca. Frente a su fachada, la estatua dedicada al regimiento de cazadores de El drástico cambio de la zona impide
recrearlo en el espacio actual.
Alcántara, cuerpo de caballería que fue aniquilado casi en su totalidad al cargar Lib. prd.: M.ª A. FERNÁNDEZ DEL HOYO.
a la desesperada contra las fuerzas marroquíes en Annual en 1921. Es una deli- “Patrimonio perdido: conventos desaparecidos
cada obra de Mariano Benlliure, llena de movimiento. de Valladolid”. Pág. 449.
En terrenos cercanos a la Academia estuvo el convento de san Juan de
Dios, antes Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, creado y aten-
dido por la cofradía de su mismo nombre en 15913. Casi a la vez llegaron a
Valladolid los hermanos hospitalarios de san Juan de Dios, ocupándose de aten-
2 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco.
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumentos
der el Hospital de la Resurrección.
religiosos de la ciudad de Valladolid.
A principios del siglo XVII pasaron a regentar también este de los Desam- Pág. 158.
parados a causa de la muerte de don Luis de Mahudes, su administrador y 3 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
benefactor. Este hombre fue mentado por Cervantes en el “Coloquio de los HOYO. Patrimonio perdido: conventos desa-
Perros”, donde Cipión y Berganza son llamados los “perros de Mahudes”. parecidos de Valladolid. Pág. 443.