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Juan Carlos Urueña Paredes




   Un paseo por el Valladolid desaparecido
Rincones con fantasma
                                             Rincones con
                                              fantasma
                                             Un paseo por el Valladolid desaparecido
Rincones con
 fantasma
Un paseo por el Valladolid desaparecido
Los dibujos, fotografías y montajes informáticos son todos obra del autor.
 Las fotografías antiguas que aparecen en el libro han sido fundamentales como apoyo
 documental. Muchas de ellas han sido utilizadas como base a montajes fusionándolas
 con fotos actuales de la misma zona. Las fuentes principales de donde se han obtenido
 de libros recopilatorios o estudios publicados, y no directamente de sus propietarios.
 He tenido que obrar así pues, salvo excepciones, dichas recopilaciones y estudios
 no citan la propiedad de cada foto, sino que dan una reseña general de los archivos
 y colecciones de origen, en algunos casos de hace décadas.
 En cada foto antigua se cita el libro donde está publicada con la abreviatura:
 “lib. prd.” (libro de procedencia). Estos libros están citados en la Bibliografía al final
 de la obra. La mayoría de las fotos se hallarán en los fondos del Archivo Municipal de
 Valladolid, ya que muchas de las colecciones citadas en los libros han sido donadas a esta
 Institución. Lamentablemente no he podido concretar este extremo, ya que según me indicó
 amablemente el personal del Archivo, se está trabajando aun en la clasificación y
 digitalización de sus numerosos fondos, lo que me impide a día de hoy
 una consulta pormenorizada.




© de los textos, fotografías, dibujos y montajes informáticos, su autor
© de esta edición, Ayuntamiento de Valladolid

Printed in Spain. Impreso en España

I.S.B.N.: 84-95389-97-5

D.L.: VA-673/2006

Diseño: dDC. Diseño y Comunicación

Imprime: Gráficas Andrés Martín, S.L.
Juan Carlos Urueña Paredes




Rincones con
 fantasma
Un paseo por el Valladolid desaparecido



      AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID
                 2006
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                                                                                       Presentación




      Dice Juan Carlos Urueña que el objetivo de su obra no ha sido otro que
“...convocar a los espíritus” del pasado para, de su mano, reconstruir un Valla-
dolid ya desaparecido, en el que ubicar e imaginar el acontecer de los vallisole-
tanos de otro tiempo. El reto de Juan Carlos era hacernos ver lo que ellos
vieron; sus herramientas, estas cuatro: primera, los testimonios gráficos super-
vivientes de épocas pasadas; segunda, los estudios históricos existentes sobre
nuestro patrimonio monumental y urbanístico; tercera, el software informático
de tratamiento de imágenes; y cuarta, el cariño y la devoción por Valladolid y lo
vallisoletano.
      Los Rincones con fantasma de Urueña Paredes son un excelente ejercicio
de reflexión sobre el pasado de nuestro entorno y hemos de mostrar profundo
agradecimiento ante la sensibilidad que el autor ha demostrado como artista
virtuoso, como lector empedernido de la bibliografía de tema local y, sobre
todo, como vallisoletano. En una sociedad como la nuestra, en la que la que el
protagonismo de la imagen es absoluto e indiscutible, el trabajo de Juan Carlos
pone a nuestro alcance la posibilidad de recorrer virtualmente un Valladolid
que ya no existe, ofreciéndonos la oportunidad de disfrutarlo con nuestros pro-
pios ojos.
      Es tiempo de atrapar, querido lector, las mil y una anécdotas e historias hil-
vanadas por Juan Carlos Urueña para ayudarnos a identificar los fantasmas de
un Valladolid que reclama toda nuestra atención y todo nuestro mimo. Es
tiempo de descubrir las mil y una sorpresas que deparan estas páginas a quie-
nes gustan de saber más y más sobre una ciudad que ansía que la amemos, la
protejamos y sintamos por ella un infinito orgullo.
                                                 Francisco Javier León de la Riva
                                                       ALCALDE DE VALLADOLID
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                                                                                      Prólogo




      Los avatares de su historia, el desarrollo experimentado en época moderna y,
en no poca medida, la escasa sensibilidad de sus vecinos, han configurado la ima-
gen actual de Valladolid: un tejido urbano formado por caserío no demasiado
armónico del que emergen magníficos edificios que testimonian aspectos monu-
mentales de otras épocas. Seguramente, muy pocos de cuantos transitan hoy por
sus calles se plantean cómo fue la ciudad en otros momentos de su historia.
      Únicamente quienes nos dedicamos a la investigación histórico-artística
sobre su patrimonio podemos reconstruir –a partir de los trabajos de historia-
dores precedentes y, especialmente, mediante el estudio de la gran riqueza
documental que atesoran sus archivos– una ciudad distinta cuyas calles sería-
mos capaces de transitar, en cuyas iglesias podríamos reconocer sus capillas por
los nombres de sus fundadores o los retablos por los de sus autores, palacios
cuyas estancias recorreríamos contemplando las pinturas o tapicerías que les
adornaban y hasta ser recibidos por su dueño de quien conoceríamos perfecta-
mente su historia familiar.
      En muchos casos, estos estudios se editan, gracias en gran medida al patro-
cinio de las Instituciones, que ponen al alcance de cualquier persona interesada
el conocimiento del Valladolid perdido.
      Pero Juan Carlos Urueña ha seguido un camino distinto. Partiendo de los
escasos testimonios gráficos que se conservan, así como de los trabajos publi-
cados por los profesionales de la Historia, unidos a los dibujos que él mismo
aporta –realizados mediante técnicas informáticas que maneja con habilidad y
sin regatear esfuerzo–, Juan Carlos Urueña intenta recrear el aspecto exterior de
buen número de edificios desaparecidos, especialmente religiosos, insertándo-
los en el entorno actual.
      Como el propio autor reconoce, su meta no ha sido la precisión científica.
En ocasiones la imaginación ha suplido lo que no podía documentar con exac-
titud. Tampoco se ciñe enteramente al rigor histórico, ni ha apurado toda la
bibliografía. Sin embargo, su trabajo, pleno de entusiasmo al evocar un Valla-
dolid perdido, servirá de acicate al vallisoletano para profundizar en el conoci-
miento del pasado de su ciudad, paso ineludible para defender el patrimonio
que aún conserva.
                                                  M.ª Antonia Fernández del Hoyo
                                                   DOCTORA EN HISTORIA DEL ARTE
                                                          Universidad de Valladolid
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                               A mis padres, a todos los que me rodean,
                                       y también a los que ya no están.




    Introducción y explicación de necesaria lectura
      Quiero en primer lugar aclarar al posible lector en esta primera página, lo
que va a encontrar en este libro: una obra eminentemente gráfica que busca la
reconstrucción de algunas de las edificaciones más importantes del Valladolid
de antaño.
      El conocedor del tema notará que faltan muchos edificios de la extensa
nómina de los desaparecidos, y es que no todo se puede recuperar. Antes de
empezar a trabajar tuve que adoptar un criterio con el que escoger cuáles de los
monumentos se podrían recrear con un mínimo de rigor.
      Lo primero que hice fue excluir aquellos de los que se conserven fotogra-
fías, pues es absurdo reconstruir aquello de lo que ya hay una imagen. Hago una
excepción con dos de las antiguas puertas de la ciudad, pero con la intención
de recrearlas en el espacio urbano donde estuvieron.
      En segundo lugar, decidí no ocuparme de palacios o casas nobles, pues es
una labor que ya está tratada, y magníficamente, en el libro de Jesús Urrea
“Arquitectura y nobleza: casas y palacios de Valladolid”. También en esto hago
otra excepción con la Casa del Cordón, el palacio de Távara y el del Almirante,
pues lo singular de sus edificios lo justifica.
      En tercer lugar decidí ocuparme sólo de aquellos monumentos de los que,
además de descripciones escritas, se conserva un dibujo o grabado lo suficien-
temente detallado como para obtener un resultado fiable. La principal fuente
ha sido la obra de Ventura Pérez, un humilde trabajador de mediados del
siglo XVIII, que ilustró con sus dibujos la “Historia de Valladolid” de Antolínez
de Burgos, tesoro para la historia local. Poco pudo sospechar aquel pobre
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     Rincones con fantasma

                             ensamblador que, después de tres siglos, su trabajo sería retomado por mí, otro
                             humilde trabajador, y recuperado gracias al dibujo y las actuales técnicas infor-
                             máticas. Otro Ventura, Ventura Seco, escribano de su majestad y casi coetáneo
                             del anterior, tuvo el acierto y la curiosidad de elaborar un minucioso plano de
                             Valladolid en el año 1738, rescatado posteriormente por el infatigable historia-
                             dor local Juan Agapito y Revilla. Es el complemento ideal a los dibujos de Ven-
                             tura Pérez y permite localizar los edificios con gran precisión. Gracias a los “dos
                             Venturas” este libro ha sido posible. También me han servido grabados y dibu-
                             jos de autores posteriores que iremos viendo en cada caso.
                                  Por último, tuve que formarme un criterio de selección conforme a la impor-
                             tancia. Una responsabilidad. Existieron muchos edificios curiosos en la ciudad de
                             los que no me ocupo: los humilladeros de La Cruz y la Pasión; ermitas como las
                             de la zona del puente Mayor, que fueron la de Nuestra Señora del Camino, san
                             Lázaro, san Roque y san Sebastián; las de la calle Santiago, que fueron la de la
                             Consolación y “Juan Urtado”; o san Alejo en el camino del cementerio. Cárce-
                             les como la de Corona, la de la Ciudad o la Galera de mujeres. Hospitales y hos-
                             picios como el de las Ánimas o los Mártires, los niños de la Doctrina en la calle
                             Doctrinos, de san José de Expósitos en la plaza de Martí y Monsó, el hospicio de
                             los pobres, que salía a san Quirce. Instituciones como la Inquisición o el colegio
                             de Velardes. Infraestructuras, como los diversos puentes, el Espolón, el Viaje de
                             Argales, … y más.
                                  Aunque de la mayoría de ellos no se conserva testimonio gráfico suficiente
                             para hacer una recreación seria, tampoco la haría en muchos casos ya que pocos
                             tuvieron gran importancia histórico-artística salvo la anécdota de su existencia.
                             Tanto en Chancillería como en el Archivo Histórico Provincial se conservan
                             muchos planos y dibujos detallados de edificios o partes de ellos que se podrían
                             recrear con facilidad, pero creo que no son interesantes salvo para el lector
                             experto en el tema.
                                  También hay que aclarar algo obvio: no se pueden tomar las reconstruc-
                             ciones como totalmente exactas. Desde luego, son escrupulosamente fieles a los
                             datos que han llegado a mis manos, pero he tenido que recurrir a cierta dosis
                             de imaginación para ambientar unos espacios perdidos para siempre: las casas y
                             tapias anejas a las reconstrucciones, aunque siguen el esquema de los planos con-
                             servados y son del estilo de la época retratada no son, como es lógico, recreación
                             de las originales de las que no existe legado gráfico. Lo que he cuidado mucho
                             es buscar los materiales de la época para cada edificio; y lo he hecho en la pro-
                             pia ciudad en caso de haberlos. Hasta he calculado la luz conforme a su situa-
                             ción geográfica.
                                  El texto del libro es una descripción orientativa de las zonas donde se
                             alzaron aquellos monumentos, a la que van unidas aquellas curiosidades y
                             anécdotas que fui encontrando en los libros que usé para documentarme. Me
                             pareció buena idea hacer un libro ameno, y por eso en mi narración uso un
                             tono distendido, pues al común de los ciudadanos al que va dirigido este tra-
                             bajo no es mi deseo abrumarlo con un estudio de Historia. No se ofenda por
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                                                                                      Introducción

ello el purista, pues tampoco tengo yo autoridad ni titulación para escribirlo.
Lo que intento aportar es un apoyo gráfico, eminentemente visual, a estudios
más profundos. Las rígidas técnicas de investigación impiden que los estudio-
sos puedan atenerse a la fantasía en lo más mínimo. Yo, desde mi posición de
simple ilustrador, no estoy sujeto a esas ataduras, y hago, en esta obra, algo que
estoy seguro que ellos hacen mientras escriben: imaginar aquellos rincones,
soñar para la gente.
      Aclarando que no soy un erudito, sino un dibujante enamorado del tema,
queda también claro que estas páginas son sólo un trabajo de recopilación cuyo
gran mérito es de todos aquellos estudiosos que se dejaron y se siguen dejando
la vista en archivos y sacristías. Espero que mis ilustraciones les hagan evocar el
pasado con la misma curiosidad y placer que sentí yo al crearlas. Ha sido un
duro trabajo, pero hecho con mucho, mucho cariño.
      Titulé este libro “Rincones con fantasma” porque al mezclar fotos moder-
nas con antiguas del mismo paraje pude darme cuenta de que algunos detalles
no habían cambiado en muchos años, pero lo que más me impresionó fue la
exactitud con la que se podía ubicar el sitio por donde había desfilado un sol-
dado, la esquina donde una mujeruca había tenido su puesto de castañas, la
baldosa exacta donde habían saltado a la comba unas niñas hace cien años…
“fantasmas” de muchas pequeñas historias de unos vallisoletanos que ya desa-
parecieron. Cuando paso por alguno de estos sitios me los imagino allí, como si
su presencia cotidiana en el pasado hubiera impregnado el ambiente. Estoy
convencido de que en las viejas piedras viven los recuerdos de muchas vidas.
También estos rincones guardan las cicatrices de otros “fantasmas”: aquellos
magníficos monumentos que adornaron Valladolid y que demolió la ignorante
piqueta. Convocar a estos últimos espíritus ha sido la razón de esta obra.
      Aunque he manejado gran cantidad de bibliografía y testimonios gráficos,
habrá siempre quien pueda encontrar fallos. Por ellos, mil perdones y mi dis-
posición a rectificar si se me indica el error, pero lo importante es dar una idea
de lo que perdimos y ya es triste que se pueda hacer un libro entero con sólo
una parte de tal pérdida. Que esto sirva como una llamada al vallisoletano para
que vuelva la vista hacia lo que es suyo y debe conservar.
      Un recuerdo para todos a los que como yo les gusta el pasado. ¡Cuántas
cosas añadirían ellos a estas páginas!
      Aunque en la bibliografía del final del libro cito las fuentes más importan-
tes que he usado para documentarme, quiero enumerar para el lector profano
los autores de las crónicas antiguas que aludo más frecuentemente en el texto,
por dar una somera idea de sus personajes. Se incluyen por orden cronológico:
Tomé PINHEIRO DA VEIGA. Galante, vividor y satírico escritor portugués, que escri-
       bió su impagable “Fastiginia”, crónica de Valladolid durante y después de
       los festejos por el nacimiento de Felipe IV hasta la primera mitad de 1605.
Juan ANTOLÍNEZ DE BURGOS. Fue un estudioso de ascendencia noble que llegó
       a ser regidor de Valladolid. Escribió su “Historia de Valladolid” en la
       que recopila hechos de una forma bastante científica, hasta el año 1637.
14
     Rincones con fantasma

                             Ventura PÉREZ. Fue un pobre trabajador, ensamblador de oficio. Como se
                                     explica en el texto, es el autor de los dibujos de fachadas con los que
                                     ilustró una de las copias de la “Historia” de Antolínez. También escri-
                                     bió su “Diario de Valladolid” en el que continuó la labor de Antolínez
                                     con acontecimientos que recopila desde 1700, veinte años antes de
                                     comenzar a escribirlo y llegan hasta 1802, recopilados por otros ya
                                     muerto Ventura.
                             Manuel CANESI ACEVEDO. Funcionario y estudioso que escribió una densa
                                     “Historia de Valladolid” manuscrita en cinco tomos, copiando bastante
                                     de la “Historia” de Antolínez, errores incluidos. Recoge la historia de
                                     Valladolid desde su fundación hasta mediados del siglo XVIII.
                             Matías SANGRADOR VÍTORES. Juez, académico y cronista de la ciudad, publicó a
                                     mediados del siglo XIX su “Historia de Valladolid”, siendo la primera
                                     de todas en pasar por la imprenta. Recoge datos desde la fundación de
                                     la ciudad hasta la muerte de Fernando VII, pero sin copiar a Antolínez
                                     como sus predecesores.

                             Estos autores, especialmente Antolínez, Ventura Pérez y Canesi, son los que
                             más cito en el libro pues en su obra se haya la mayoría de los datos concretos
                             sobre edificios, comentados con la ventaja de haberlos conocido en persona.
                             De los estudiosos modernos ya fallecidos destaco las obras de Juan Ortega
                             Rubio, catedrático de Historia que publicó su “Historia de Valladolid” en
                             1881; Narciso Alonso Cortés, profesor y escritor que publicó su “Miscelánea
                             vallisoletana” en 1915; José Martí y Monsó, afable valenciano, profesor de
                             dibujo en mi entrañable “Escuela de Artes Aplicadas” y buen pintor, que
                             publicó sus “Estudios histórico-artísticos” en 1901; y sobre todo de Juan Aga-
                             pito y Revilla, compañero de excursiones y anhelos del anterior. Agapito y Revi-
                             lla fue un estudioso que ocupó el cargo de arquitecto municipal a principios del
                             siglo xx, al que debe la ciudad ser uno de los que rescataron nuestra Semana
                             Santa en su plano histórico y artístico.
                             Son estos autores algunos de los que más se preocuparon en su tiempo del
                             patrimonio perdido, sobre todo el último. De los que recogieron su testigo y
                             aún siguen con la labor, nada digo por no hablar de nadie en pretérito. Y que
                             así sigamos muchos años.

                                                                                Juan Carlos Urueña Paredes
Zona de
los Palacios
Reales



              Zona de
          los Palacios
               Reales
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                  En la zona comprendida entre la Plaza de san Pablo,
                   calle de san Quirce, la Huerta del Rey y san Benito
                              moraron muchos de los reyes que pasaron
                                                   por nuestra ciudad.




     Calle de san Quirce
      El monasterio de san Quirce que da nombre a la calle, es uno de los más
antiguos de Valladolid y tuvo la protección de varios reyes. Dispuso de un pasa-
dizo o corredor que le unía con el Palacio del conde de Benavente, por el que
la reina doña Margarita, mujer de Felipe III, gustaba de ir a conversar con las
monjas.1 Enfrente se halla el palacio de los Benavente que fue habitado por
Felipe II; cuando la corte se trasladó a Valladolid, Felipe III también se instaló
en él un tiempo. Fue construido por las fechas de la guerra de las Comunida-
des, y viendo el Regimiento de la ciudad que tenía todos los visos de convertirse
en una fortaleza, denunció e hizo peritar la obra. No hallando los peritos con-
firmación de que aquello terminase siendo una casa fuerte, dieron de paso el
proyecto, pero el de Benavente se salió con la suya pues hizo coronar la cons-
                                                                                     En la ilustración la situación del torreón
trucción con sendos torreones.2                                                      según el plano de Ventura Seco.
      El palacio tenía un paseo que conducía hacia el Espolón (hoy “Las
Moreras”), desde donde el rey cruzaba en barca el Pisuerga para dirigirse a
su preciosa finca repleta de tesoros artísticos conocida como “Casa de la
Ribera”. Esto determinó que el moderno barrio que hoy existe en esa zona,
haya tomado el nombre de “Huerta del Rey”. Existe un dibujo de Ventura
Pérez de aquella finca, pero a mi juicio insuficiente para intentar una recons-
trucción.                                                                                 1   J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fran-
      Aún se conservan algunos restos de la finca, visibles desde la playa del       cisco de la PLAZA SANTIAGO. Monumentos
                                                                                     religiosos de la ciudad de Valladolid, parte
Pisuerga, y no son las únicas reliquias del pasado que se asoman directamente
                                                                                     segunda. Pág. 187.
al río, pues Antolínez nos habla de una cueva en la orilla de Tenerías tan grande         2   Jesús URREA. Arquitectura y nobleza.
que podía entrar en ella una persona a caballo. Cuenta que:                          Pág. 41.
18
        Rincones con fantasma




                                                       «la ciudad hizo todas las diligencias de saber hasta dónde se alargaba, y no
                                                       pudo ser hallado el fin, porque la inmensidad de malas sabandijas que
                                                       corrían no consentían dar paso por ella, y por esta causa se mandó cerrar.»

                                                      El palacio de los Benavente se quemó en 1716. Murieron cuatro personas
                                                y se perdieron obras de arte de valor incalculable. El siniestro fue tal que el
                                                edificio quedó prácticamente abandonado y los Benavente lo vendieron a la
                                                Diputación en 1799, que lo acondicionó y dedicó a Hospicio. Hoy se encuen-
                                                tra perfectamente rehabilitado y alberga una magnífica biblioteca pública.3
                                                      Tanto el palacio de Benavente como el convento de san Quirce se encuen-
        Como en las demás reconstrucciones,     tran en la plaza de la Trinidad, así llamada por tener fachada a ella la iglesia del
         un dibujo ha hecho posible reccrear    convento de la Trinidad Descalza. Cuando desapareció el convento, la parro-
          el desaparecido torreón del palacio   quia de san Nicolás, cuyo templo original quedó como veremos inservible, se
          de Benavente; en este caso es obra
                                                trasladó a esta iglesia. Por cierto que en la plaza de san Nicolás estuvo proyec-
              de Valentín Cardereda (1836).
                                                tado un palacio para los reyes de España en tiempos de Felipe II, que por las
                                                azarosas circustancias de aquellos tiempos no llegó a realizarse.
                                                       La desaparecida iglesia de san Nicolás era, según Canesi y otras fuentes,
    3 Jesús URREA. Arquitectura y nobleza.      fundación del Conde Ansúrez. Agapito y Revilla, que estuvo presente en su
Pág. 45.                                        derribo, describió restos románicos en el relleno de piedra de sus muros. A fina-
19
Zona de los Palacios Reales




  Aún quedan restos de la primitiva iglesia de
  san Nicolás, de la que algunos de sus muros
  forman parte de un almacén de maderas,
  pero la construcción de un edificio
  a su lado los ha cubierto definitivamente.
  En la ilustración, la foto de los restos
  comparados con una antigua foto
  de la iglesia. Lib. prd. “Valladolid,
  vivencias y fotografías”. Pág. 123.
20
        Rincones con fantasma




 El dibujo correspondiente de Ventura Pérez
    es tan impreciso como muchos de los que
dejó, pero es el único testimonio de cómo era
   su fachada. La extraña forma de la puerta
       suscita muchas dudas pero se ha hecho
           una reconstrucción bastante fiable.
     A la derecha, aspecto actual y fragmento
       del plano de Ventura Seco que muestra
   el emplazamiento de la iglesia y convento,
          y la también desaparecida ermita de    les del siglo XVI fue reedificada por D.ª María Sanz de Salcedo, fundándose a su
         san Roque, antaño muy frecuentada.
                                                 vez un monasterio de monjas agustinas junto a ella. Durante la guerra de la
        Debajo, el aspecto que tendría la zona
                     si se hubiera conservado.   Independencia, los franceses desmontaron el monasterio y dejaron el templo en
                                                 tal estado que la parroquia tuvo que trasladarse a la iglesia actual en la plaza de
                                                 la Trinidad.4
                                                       La antigua iglesia era donde la Universidad tenía la costumbre de celebrar
                                                 la fiesta de santo Tomás. Fue así hasta el año 1715 en que la víspera de la cele-
                                                 bración, los universitarios...
                                                        «usando de la costumbre antigua de arrojar del Puente mayor al río los
                                                        perros que pasan por él aquella tarde, y otras indecencias»

                                                       ...tuvieron el poco acierto de meterse con el presidente de la Chancillería
                                                 que pasaba por allí.
                                                       La plaza de la Trinidad prácticamente linda con la antigua aljama o jude-
    4   J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Jesús
URREA. Monumentos religiosos de la ciudad        ría. La aljama llegaba cerca del Puente Mayor, cuya construcción fue atribuida
de Valladolid. Parte primera. Pág. 141.          por la creencia popular a D.ª Eylo, mujer del Conde Ansúrez. El puente fue
21
                           Zona de los Palacios Reales




Reconstrucción
de la desaparecida
puerta del Puente
Mayor, basada en
la estupenda litografía
de Benoist (debajo)
perteneciente a la serie
“Vieille Castille”
publicada en París
en el siglo XIX.




                                 Situación del convento de san Bartolomé,
                             según el plano de Ventura Seco, con el nº 62.
                             Enfrente, la Puerta del Puente, y con el nº 81
                                el humilladero de la cofradía de la Pasión.
22
        Rincones con fantasma

                                                   durante muchos años la única manera de cruzar el arisco Pisuerga, río que nos
                                                   ha inundado varias veces y escenario de juegos de toros y muchas desgracias. La
                                                   más tonta que ha pasado a la historia es la muerte del sacristán de san Pedro, al
                                                   que no se le ocurrió otra cosa que ponerse a cavar en el hielo que cubría el río
                                                   en el pavoroso invierno de 1729, para ver cuanto grosor tenía. El pobre tuvo
                                                   ocasión de verlo por el lado de dentro.
                                                         Desde el puente y bordeando la aljama corre la calle de Mirabel cuyo nom-
                                                   bre, según Agapito y Revilla, se debe a que conducía al palacio de Mirabel, una
                                                   de las residencias del rey Alfonso X el Sabio que se alzaba cerca de la Overuela.
                                                   Allí suponen algunos autores que comenzó este monarca la redacción de sus
                                                   famosas Partidas.
                                                         En el corazón de la aljama se encuentra una pequeña plaza que se llama
                                                   “de los Ciegos”, escenario de la leyenda de la “casta Susana” recopilada por
                                                   Amancio Sabugo Abril.
                                                         En ella se cuenta que un rico hombre de negocios judío llamado Salomón,
                                                   tenía una bellísima hija de nombre Susana habida en un matrimonio del que
                                                   enviudó sin volverse a casar. Siendo así, tenía a su única hija como el tesoro más
                                                   grande, pero repartía el amor de padre con su afición al precioso jardín de su
                                                   casa en el que se solazaba.
                                                         La fama de la belleza de Susana y sus increíbles ojos color violeta se exten-
                                                   dió por todo Valladolid, y al poco tiempo la casa de Salomón se vio acosada por
                                                   multitud de pretendientes incluidos los de las familias más nobles. Don Salo-
                                                   món se asustó y ordenó a su hija que cuando saliese de casa se cubriese y embo-
                                                   zase de tal modo que nadie pudiera contemplar su hermosura. Esto no hizo más
                                                   que echar leña al fuego, pues cuatro judíos, tres comerciantes y un rabino, se
                                                   pusieron de acuerdo para espiar a la bella por las rendijas de la puerta del jar-
                                                   dín, que la vanidad de don Salomón permitía que tuviera para que la gente
                                                   admirase y envidiase su cuidado vergel.
                                                         Al poco rato de apostados los mirones apareció Susana, quien se dirigió a
                                                   una elaborada pila de alabastro con la intención de bañarse. Justo en el
                                                   momento en que la joven quedó desnuda, no se sabe si porque tal belleza los
    Dibujo de Ventura Pérez de la iglesia del      cegó o porque Yahvé los castigó, perdieron la vista para siempre. Así explica la
     monasterio de san Cosme y san Damián.
Se trata del templo “provisional” erigido tras     memoria popular el porqué del nombre de la plaza.
      la riada de 1636 que arrasó el convento            Ya que nos hemos dedicado a la zona del puente Mayor y la Huerta del
     y la primitiva iglesia. Por eso resulta tan   Rey, nos acercaremos al barrio de la Victoria. Le da nombre el desaparecido
         pobre y sencillo, pero de arquitectura
marcadamente clasicista. El templo definitivo
                                                   monasterio franciscano de Nuestra Señora de la Victoria, del que se conserva la
    se construiría en 1771, por lo que a pesar     iglesia, actual parroquia, tras ser demolido el convento por los franceses.
      de ser esta iglesia un remedio temporal,           De la plaza de san Bartolomé, que tomó el nombre del convento de reli-
             se usó durante casi siglo y medio.    giosas que en ella hubo, partía el camino de los Mártires, hoy camino del
                                                   Cabildo, que conducía al convento homónimo de la orden de san Basilio. Este
                                                   monasterio de los santos mártires san Cosme y san Damián se constituyó al
                                                   hacerse cargo los monjes basilios de la ermita de aquella advocación, que era
                                                   propiedad de la cofradía de su nombre. Al trasladar las reliquias de los santos
                                                   a su hospital de la plaza del Rosarillo, la cofradía dejó la ermita abandonada y
23
                                                                                     Zona de los Palacios Reales

los basilios la reclamaron. No sólo consiguieron el edificio sino que además las
reliquias fueron devueltas. Fue uno de los conventos más pobres del antiguo
Valladolid, pero no por ello menos popular.5
     Éste fue el escenario de una de las hazañas del capitán Lisón, nuestro puce-
lano héroe policial del siglo XVIII, cuyas aventuras recogió el “Diario Pinciano”,
primer periódico que existió en nuestra ciudad, dirigido por el culto y mordaz


                                                                                       Reconstrucción de la Iglesia del Convento
                                                                                       de los santos Mártires san Cosme
                                                                                       y san Damián.




                                                                                            No puede saberse la posición de la iglesia
                                                                                         respecto al monasterio. El plano de Ventura
                                                                                                   Seco elaborado en 1738 representa
                                                                                           claramente los tres pabellones construidos
                                                                                         a partir de 1648 formando un patio cerrado
                                                                                          por una tapia. Lo que no se ve es la iglesia,
                                                                                        quizá a causa de la penuria del convento que
                                                                                       en 1662 declara “no tener con qué acabarla ni
                                                                                             campanario”, y siendo tan sencilla no se
                                                                                                      distinguiría a vista de pájaro de
                                                                                            los pabellones. En el plano se ve que uno
                                                                                           de los pabellones sobresale del rectángulo
                                                                                         que forma el monasterio... ¿Sería la iglesia?
                                                                                          No puede saberse y tampoco tiene excesiva
                                                                                                    importancia, pero para ambientar
                                                                                                       la reconstrucción se ha optado
                                                                                                   por esta interpretación por parecer
                                                                                                             la disposición más lógica.




                                                                                           5   M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
                                                                                       HOYO. Patrimonio perdido: conventos
                                                                                       desaparecidos de Valladolid. Pág. 419.
24
       Rincones con fantasma




                                                              José Mariano de Beristain a finales del siglo XVIII. Cuenta cómo una
                                                              peligrosa banda de contrabandistas fue atraída astutamente por el
                                                              Capitán al monasterio, el 19 de mayo de 1787...
                                                              «...y para asegurar la empresa sin exponer la Partida a recibir ni a
                                                              hacer daño, dispuso el capitán Lisón que Francisco García, granadero de
Gracias al excelente dibujo de Parcerisa, correspondiente     Milicias (que se dispuso gustoso a ello) se disfrazase con el hábito de reli-
      a la obra “Recuerdos y bellezas de España” (1861),      gioso para abrir la puerta de la huerta, ayudarles a descargar, apartarles
podemos saber cómo era el claustro y otros desaparecidos      las armas y sorprenderles. Todo lo cual se logró como se había meditado,
  elementos de san Agustín. Superponiéndolo a una foto
       de su restauración actual, es más fácil comprender     abrazándose con el principal (con el jefe de los malos) el granadero, y
     la posición original de la arquería del piso superior.   acudiendo la Partida en el momento sobre los demás.»
                                                                   Recuerda a los capítulos de “Curro Jiménez”.



                                                        San Agustín, santa Catalina y santa Isabel
                                                        El convento de san Agustín no tiene una historia muy rica en anécdotas.
                                                  La única reseña digna de mención es la toma de posesión del patronato de su
                                                  iglesia por la poderosa familia de los Tassis, que encargarían a Diego de Praves
                                                  la maravilla del clasicismo que hoy podemos ver. Es en efecto el mejor ejemplo
                                                  del renacimiento vallisoletano en su periodo más puro, en todos los tiempos ala-
                                                  bado por los entendidos. Era un placer contemplarlo hasta hace poco desde las
                                                  Moreras, desnuda de adornos, con su evocador aspecto de ruina romana, altiva
                                                  y perfecta como la estatua mutilada de una diosa. Hoy la iglesia está cubierta y
                                                  rehabilitada como Archivo Municipal, después de tantos años de vergonzante
                                                  abandono, y es una alegría ver cómo sus muros vuelven a dar servicio a la gente
                                                  y no a las palomas y los gamberros. Alegría por una parte y una pequeña pena
                                                  por perder aquella pintoresca estampa del paseo de Isabel la Católica.
                                                        En los terrenos donde se alzaron las dependencias del convento se han
                                                  hallado muchos restos arqueológicos, hoy expuestos al público. El claustro alto
                                                  ha sido repuesto al espacio que ocupó, en un osado montaje casi acrobático.
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                                                                                     Zona de los Palacios Reales




                                                                                       Reconstrucción aproximada de la portada de
                                                                                       la iglesia de san Gabriel, cuya parte inferior
                                                                                       sirve hoy de puerta al cementerio del
                                                                                       Carmen. Basada en un dibujo de Ventura
                                                                                       Pérez cuyas proporciones son claramente
                                                                                       inexactas, el cuerpo superior de la portada
                                                                                       resulta enorme, por lo que se ha recreado
                                                                                       con unas medidas más lógicas. Para la
                                                                                       ambientación se ha elegido la fecha en
                                                                                       que el colegio vivió sus últimos momentos:
                                                                                       la invasión de Valladolid por los franceses
                                                                                       que lo desalojaron y ocuparon a la vez que
                                                                                       al vecino convento de san Agustín.




      Anexo a san Agustín, bajo su tutela y gobernado por monjes de la misma
orden, existió el colegio de san Gabriel, todavía poco estudiado y aún menos
conocido por la gente. Tras años de pugnas y duros controles por parte de los
frailes de san Agustín, la comunidad de san Gabriel consiguió construir su tem-
plo en 15916, cuya fachada reconstruida corona este párrafo.
      El monasterio de santa Catalina, ubicado en uno de los rincones que más
sabor antiguo tiene de Valladolid, alberga muchas obras de arte de estimación.
Allí está enterrado Juan de Juni. Existe una sencilla leyenda sobre el origen del
monasterio, según la cual D.ª María Manrique, su fundadora, tuvo graves pro-
blemas con sus hijos que se oponían fuertemente a su deseo, según Antolínez
con tal vehemencia que uno de ellos...
       «...tuvo intento de matar a la madre. Habiendo sabido ella tan loca deter-             6 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
       minación, dejó su lugar y se vino a Valladolid, enderezando su viaje por la     HOYO. Patrimonio perdido: conventos
       villa de San Cebrián de Mazote, y aportó en un convento de monjas que           desaparecidos de Valladolid. Pág. 296.
26
         Rincones con fantasma




    En el plano de Ventura Seco se puede ver
      la iglesia de san Agustín (1) separada de
     la de san Gabriel (2) por un callejón que
 corresponde en su anchura con la capilla que
             el banquero Fabio Nelli compró al
          convento (3) y que anteriormente fue
     el primer oratorio del colegio. En la foto,
           aspecto actual del espacio que ocupó
            el colegio. En la ilustración grande,
                      reconstrucción de la zona.




                                                           tiene el lugar, que es de la orden de santo Domingo. Cuando llegó, estaba
                                                           la priora haciendo oración a una imagen de un Cristo Crucificado, el cual
                                                           la dijo: Abre la puerta a la señora de la Mota, que viene huyendo de su hijo.
                                                           Y desde entonces quedó el crucifijo con la boca abierta.»

                                                          Otro monasterio, el de santa Isabel, se alza frente a san Agustín y casi lin-
                                                    daba antiguamente con la desaparecida iglesia de san Julián. Antes de ser con-
                                                    vento fue un beaterio fundado, según Canesi, en 1462 por las vecinas de
                                                    Cogeces D.ª Juana y D.ª Beatriz de Hermosilla, sobrina suya muerta en olor de
                                                    santidad. La gente sentía cierta veneración por esta última, atribuyéndole varios
                                                    milagros.7
                                                          La iglesia no tiene más que una nave, cubierta de bóveda gótica de terce-
       7 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco.
                                                    letes. Estas techumbres no resistieron un rayo que cayó en 1762, dañando el
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumen-
tos religiosos de la ciudad de Valladolid.          órgano y la sillería, aunque todos los destrozos fueron luego reparados. Lo que
Parte segunda. Pags.131 y 132.                      no tocó el rayo fue la bonita celosía del coro, de estilo plateresco. El convento
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                                                                                     Zona de los Palacios Reales




                                                                                       Así se vería la iglesia de san Benito, si se
dispone de un amplio y bello claustro, del que destacan los magníficos azuleja-
                                                                                       hubieran conservado los dos pisos de ladrillo
dos de las escaleras.                                                                  que hacían aún más altos los colosales pilares
                                                                                       de su fachada. A la derecha, el bello dibujo
                                                                                       que se conserva con aquel aspecto, obra de
     El primer palacio real                                                            Parcerisa incluida en la obra “Recuerdos y
                                                                                       bellezas de España” (1861). En la foto
     El monasterio de san Benito está edificado sobre lo que fuera alcázar             inferior su estado actual.
defensivo de la ciudad y primitivo palacio real, construido en la primera mitad
del siglo XII con el fin de defender la frontera entre León y Castilla, reinos que
andaban a la greña por aquellos años. Este castillo o “alcazarejo” fue cedido
por el rey Juan I para acoger a una comunidad de monjes benedictinos. El
monasterio se estaba construyendo ya en 1388, utilizando las piedras del anti-
guo edificio.8                                                                                8  J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco.
     Actualmente es una gran edificación, recientemente restaurada y recons-           Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumen-
truida, que en algunas de sus partes se ha convertido en un moderno Museo de           tos religiosos de la ciudad de Valladolid.
Arte Contemporáneo. De sus claustros destaca el conocido como “Patio Herre-            Parte segunda. Pag 241.
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         Rincones con fantasma

        Reconstrucción aproximada del famoso
“Rótulo de Cazalla”, lápida que dio nombre a                                                   Hay otras tres pistas sobre el aspecto
       la calle durante más de 220 años. No ha                                                 original del Rótulo de Cazalla. La pri-
     quedado ningún dibujo en que inspirarse,                                                  mera la dio Sangrador al decir que el
     pero sí varias copias del texto con algunas
                                                                                               rótulo estaba en un “hueco reducido,
      variaciones. Agapito y Revilla cita que el
 rótulo fue cambiado en 1766, quizá por estar                                                  cerrado por una tapia”; no sería por lo
  muy deteriorado, y varios textos recopilados                                                 tanto una tapia muy larga. Antolínez
          corresponden a ese cambio. Debajo se                                                 nos aclara el material del que estaba
     reproduce la copia más fiable, la del texto                                               hecha la tapia: “un paredón de piedra
  dejado por Matías Sangrador que sería el de                                                  que contiene un letrero manifestador
  la lápida original. Parece copiada tal y como                                                de su delito”. La tercera pista nos la da
    estaba escrita, y gracias a eso podemos ver
                                                                                               Agapito y Revilla al reproducir el acta
       que la placa era semicircular en su parte
                                                                                               levantada por el Ayuntamiento cuando
     superior y estaba compuesta de dos textos
     separados. Aunque la copia está transcrita                                                se desmontó la lápida en 1820: “se
        en caracteres góticos que el autor usaría                                              quitó la piedra y pirámide del rótulo”.
                por hacerla legible y por razones                                              Esta última puede ser una pista liosa,
        ornamentales (pues fue un tipo de letra                                                pues la “pirámide”debe referirse a un
       muy usado durante la época romántica),                                                  remate de esa forma que coronaba la
           la placa estaría escrita en mayúsculas                                              inscripción. ¿Pertenecería tal pirámide
    clásicas, escritura utilizada en ese periodo.
                                                                                               a la placa original o a su copia del siglo
        Además, Canesi lo corrobora al citar las
                                                                                               XVIII? No hay manera de saberlo, pero
   disposiciones del Santo Tribunal ordenando
    que la inscripción fuera: “...con letras muy                                               siendo un motivo decorativo clásico y
                abiertas y claras, encima (sobre)                                              propio de las fechas del primer rótulo,
                     de una columna de piedra.”                                                se ha optado por incluirlo en la repro-
                                                                                               ducción.




                                                    riano” por el estilo de su arquitectura. Se han realizado interesantes hallazgos
                                                    arqueológicos del antiguo alcázar que se encuentran magníficamente expuestos
                                                    al público. Su iglesia tiene una enorme portada que recuerda el pasado militar
                                                    de aquella zona, construida sobre los planos que dejó Rodrigo Gil de Hontañón
                                                    en 1569. El aspecto de sus grandes pilares era aún más impresionante, pues
                                                    tuvo hasta mediados del XIX otros dos pisos más de ladrillo.
                                                         En la casa que queda a la derecha de la iglesia tuvo su domicilio y taller el
                                                    gran imaginero Alonso Berruguete, y aún se puede contemplar la portada rena-
                                                    centista de la entrada. Al lado está la calle del doctor Cazalla, famoso luterano
                                                    quemado vivo por la Inquisición en el Auto de Fe de 1599. El escarmiento que
                                                    este pobre hombre sufrió, además de su ejecución, fue que sus casas fueran
                                                    derribadas y sus suelos sembrados con sal. En el solar se colocó un rótulo recor-
                                                    dando tan lamentable episodio, y tantos años se conservó que terminó dando
                                                    nombre a la calle llamada “del Rótulo de Cazalla” largo tiempo. Tanto que es
Portada de la casa de Berruguete, hoy               posible que se trate del bando de una sentencia que más se ha conservado al
convertida en ventana.
                                                    público, pues fue sucesivamente renovado hasta el año 1820 en que el Ayunta-
                                                    miento lo mandó quitar. Así fue como la memoria del doctor Cazalla estuvo
                                                    expuesta a la vergüenza durante más de 220 años.9
       9 Juan AGAPITO Y REVILLA. Las                     Gracias a la novela “El Hereje” de Miguel Delibes, se ha hecho popular
calles de Valladolid. Pág. 115.                     el pobre doctor. El lector puede acudir también a la “Historia de Valladolid”
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                                                                                    Zona de los Palacios Reales




                                                                                      En el plano de Ventura Seco (arriba) podemos
escrita por Canesi a mediados del siglo XVIII, donde se describe de una               ubicar el solar donde seguramente estuvieron
manera más o menos rigurosa la forma en la que fueron capturados el doctor            las casas del doctor Cazalla (señalado).
y sus correligionarios, y más fidedignamente el Auto de Fe en el que acabó el         Canesi nos las sitúa en el “término del
tétrico asunto. Quizá es la crónica más curiosa de cuantas se hayan escrito           colegio de san Ignacio”. En ese término,
                                                                                      claramente identificado en el plano, se ve
sobre él. Relata que el conciliábulo de Cazalla fue delatado por la mujer de          el solar de la única casa que falta en toda
un platero que también era luterano, al que convenció para acompañarle a sus          la calle, que quizá fuera la de nuestro
reuniones. Como el platero, al grito de “aleluya”, quiso “practicar como              desafortunado doctor.
                                                                                      Una medición aproximada basada en el plano
marido” delante de un crucifijo, quedó ella perpleja y delató a todo el perso-
                                                                                      sitúa su correspondencia en la calle actual
nal a la Inquisición. Otro dato curioso que da, es que a la delatora se la dedicó     con la foto del recuadro. Si no estaba
una estatua ...                                                                       exactamente ahí no quedaría muchos
                                                                                      metros más lejos. Agapito y Revilla aseguró
       «pintada de verde, que hasta hoy permanece en la casa en la que vivió en       en sus escritos conocer exactamente el lugar,
       medio de la Platería, a mano derecha como se baja del Ochavo en un hueco       ubicándolo “en el número 4 de la calle, entre
       pequeño.»                                                                      lo que fue el parque de Artillería (colegio
                                                                                      de san Ignacio) y el popular salón de baile
     La casa en cuestión ya no existe, como tampoco ninguna otra referencia a         Romea”. De aquellos parajes, de principios
tal estatua. No dudo que existiese, y por ser de color verde quizá se podría          del siglo XX, quedan los mismos restos
                                                                                      que de los retratados en el mapa
relacionar de alguna manera con la vecina cofradía de la Vera Cruz que tiene          de Ventura Seco: nada.
ese color como distintivo, en consonancia con sus orígenes franciscanos. Que
representase a la delatora sería una leyenda popular, ya que esto está escrito
150 años después de los hechos.
30
      Rincones con fantasma




   Algunos autores sitúan la iglesia del Val
en la misma esquina con la calle de Zapico,
     pero en el plano de Ventura Seco se ve
      perfectamente que estaba mucho más
                       al centro de la plaza.



   Con base en el único dibujo que existe, obra también de       una hornacina para la imagen titular, pondrían sobre la
   Ventura Pérez (ilustración pequeña) se ha intentado           puerta una tabla de pintura, quizás cerrada con una
   reconstruir la iglesia del Val. Se trata de una imagen con-   verja. Tampoco se ve muy bien si la inscripción y el
   fusa y la falta de descripciones escritas de su aspecto ha    supuesto donante están pintados directamente en la
   hecho difícil la labor. ¿Son pinturas semejando jaspes los    pared o forman un solo exvoto postizo junto con la hor-
   “berretes” que aparecen en el arco de la puerta y en las      nacina. En el año 1702, según Canesi, se reedificó (o
   pilastras...? ¿Qué hornacina es ésa que se mete en el         reformó) la iglesia haciéndose la fachada “toda de pie-
   ventanal...? Y sobre todo, ¿es un donante el sujeto que       dra labrada”, pero conservando el rótulo. En cuanto a
   aparece “levitando” a la derecha del rótulo? Da la            los materiales, pues las pilastras y el cuerpo bajo de la
   impresión de que la iglesia fue instalada reformando un       fachada parecen estucados y pintados, por lo que no
   antiguo edificio del siglo XV o principios del XVI, a juz-    parece lógico que fuera toda de piedra.
   gar por la moldura que enmarca la puerta de medio             En la foto, aspecto que presentaría la plaza si no se hubiese
   punto de grandes dovelas. Dado que no disponían de            derribado la iglesia.
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                                                                                         Zona de los Palacios Reales




      También en la zona se levanta el castizo Mercado del Val, único superviviente
de los tres de similares características que tuvo la ciudad. En la plaza donde está el
mercado se alzaba la iglesia de Nuestra Señora del Val, de la que tomó el nombre.
Se trataba de un pequeño templo de una sola nave, donde los plateros de la vecina
calle de la Platería, constituidos en cofradía bajo la advocación de san Eloy daban
culto a esta Virgen, según Antolínez, muy popular en la ciudad.


     San Pablo, una plaza de reyes
     La iglesia de san Pablo es otro de los emblemas de Valladolid gracias a su
admirada fachada plateresca10. Fue construida en unos terrenos llamados “de
la Cascajera”, concedidos por la reina doña Violante en 1276. Dio nombre a la
plaza, que fue una de las más célebres de Valladolid pues en ella se celebraron
suntuosas fiestas y actos de Estado, siendo el escenario preferido por los Gran-
des de España para alardear de su pompa. Por aquí pasaron desde Santa Teresa                       10 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y
de Jesús a Napoleón y su hermano José Bonaparte; nacieron Felipe II, su hijo               Fco. Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monu-
el príncipe Don Carlos, Felipe IV y el infante Don Juan, hijo del emperador                mentos religiosos de la ciudad de Valladolid.
Carlos I, entre otras mil efemérides.                                                      Pág. 257.
32
         Rincones con fantasma

          San Pablo, otro símbolo de la ciudad
  en el tiempo. En la superposición de la foto
         antigua, vemos que las columnas con
 los leones estaban originalmente mucho más
     adelantadas que como están actualmente.
                Lib. prd. “Valladolid, vivencias
                         y fotografías”, pág. 45.




El duque de Lerma, cuando asumió
el patronato del monasterio a principios                 Una noticia curiosa sobre la zona, ocurrida el 7 de enero de 1831:
del siglo XVII, elevó la altura de la iglesia,             «...como a las siete y media u ocho de la noche, se presentó en la atmósfera
añadiendo y cambiando de sitio
                                                           un meteoro muy grande sobre esta ciudad, como por encima de San Pablo,
los elementos de la fachada. Revolvió todo
el conjunto de tal manera que hoy día su                   con un semblante de fuego tan vivísimo, que los habitantes que le vieron
estudio es así de complicado. Esta última                  creyeron que se ardía la ciudad por el grande resplandor que daba, y otros
actuación dejó san Pablo como es                           se consternaron al ver tal terrible fenómeno; y esto le sucedió a muchos
en la actualidad.
                                                           vecinos de los pueblos limítrofes que le observaron; y como a eso de las diez
                                                           de dicha noche se fue deshaciendo en su marcha...»
                                                         Astrónomos, ufólogos y demás estudiosos del cielo tienen aquí materia.
                                                         San Pablo se encuentra enfrente del antiguo Palacio Real y al lado de la
                                                    sede de la Diputación. El Palacio Real fue al principio propiedad de Francisco
                                                    de los Cobos, quien lo vendió posteriormente al duque de Lerma que lo cedió
                                                    a la Corona11. Del edificio destacan el patio y la escalera. Tuvo una torre que la
                                                    gente llamaba “el peinador de la reina” que se cayó en 1732.
         11 Jesús U RREA . Arquitectura y                 El edificio donde hoy se haya instalada la Diputación fue palacio de los
nobleza. Pág. 123.                                  Pimentel y los Ribadavia12. En el siglo XVI albergó la ceremonia de la jura como
         12 Jesús U RREA . Arquitectura y           príncipe heredero del futuro emperador Carlos V, y allí mismo nacería su hijo
nobleza. Pág. 137.                                  Felipe II. La fachada que se abre a san Pablo tiene una ventana con una reja, que
33
                                                                                        Zona de los Palacios Reales

                                                                                          A la izquierda, reconstrucción aproximada de
                                                                                          cómo sería la fachada de san Pablo en su
                                                                                          forma original, realizada por Simón de
                                                                                          Colonia entre finales del siglo XV y principios
                                                                                          del XVI por encargo de fray Alonso de Burgos,
                                                                                          obispo de Palencia.
                                                                                          En la ilustración siguiente su posible aspecto
                                                                                          tras la primera reforma del edificio, hecha
                                                                                          escasos años después para elevarla a la altura
                                                                                          de las bóvedas que sustituyeron a la primera
                                                                                          techumbre de madera. Existen dudas sobre su
                                                                                          aspecto entonces. En algunos estudios se
                                                                                          propone la elevación de dos cuerpos más,
                                                                                          pero no habría suficientes elementos
                                                                                          escultóricos góticos para cubrir tanto espacio
                                                                                          de entre los diseminados por la fachada.
                                                                                          Siguiendo el estilo de Colonia y observando
                                                                                          la fachada de la catedral de Ávila, también
                                                                                          obra suya, se ha optado por poner todas las
                                                                                          hornacinas góticas con santos en un único
                                                                                          cuerpo formando el último piso, pues caben
                                                                                          a la perfección y queda un conjunto
                                                                                          armónico.




                                                              El único resto de
                                                 las dependencias externas de
                                                  san Pablo es esta “puerta de
                                               los carros”, que daba acceso al
                                              monasterio por su parte trasera.
                                              En el plano de Ventura Seco se
                                                     la localiza dando salida a
                                              la Rondilla de santa Teresa (en
                                                 la ampliación), pero al variar
                                                      con el tiempo el trazado
                                             de la calle, haciéndose casi recta,
                                                      la puerta ha quedado en
                                                                  la otra acera.



la tradición dice que fue cortada al medio para sacar al recién nacido y vuelta a
cerrar con una gruesa cadena que aún hoy se puede observar. Dicen que se hizo
así para que el niño perteneciese a la jurisdicción de san Pablo y se pudiera bauti-
zar allí, pues si lo hubieran sacado por la puerta, habría pertenecido a la parroquia
de san Martín.
      Frente a la Diputación y en el solar donde hoy se alza el edificio de los anti-
guos juzgados, existió otro palacio que también pereció vergonzosamente ya en
1925 pese a estar en marcha su declaración como bien de interés artístico. Se
trata del palacio del marqués de Távara13 y es una doble lástima, no sólo por su
pérdida, sino porque además la plaza hubiera ganado aún más vistosidad y                           13 Jesús U RREA . Arquitectura y

sabor renacentista si se hubiera conservado.                                              nobleza. Pág. 317.
34
         Rincones con fantasma




   Más o menos así luciría el palacio de Távara         Junto a san Gregorio se erige la Casa del Sol y la iglesia de san Benito el viejo,
     de existir aún. Ha sido cuestión de retocar,
                                                    fundaciones de Diego Sarmiento y Acuña, conde de Gondomar. Este noble
fusionar y colorear unas viejas fotos recopiladas
      por Jesús Urrea en varios de sus trabajos.    poseyó una magnífica biblioteca. Escribió Sangrador:
                                                           «Se cuenta que este caballero estando de embajador en Inglaterra, suplicó
                                                           repetidas veces al rey le permitiese regresar... porque temía morir... entre
                                                           protestantes... Habiendo vuelto a Valladolid, murió. Su cadáver fue pri-
                                                           meramente depositado en la bóveda de la iglesia, con un hijo suyo de corta
                                                           edad. Convertida la iglesia en almacén de utensilios de guerra, fue extraído
                                                           el ataúd y trasladado a una panera; desde allí, después de algunas profa-
                                                           naciones, paso a ocupar el hueco de una chimenea, y por último desde este
                                                           sitio pasó otra vez a la iglesia donde le vi no hace muchos años abando-
                                                           nado. Es muy extraño que los Sres. Condes de Gondomar, sus sucesores,
                                                           no hayan tratado de colocar estas dos momias en un sitio mas decoroso. Si
                                                           D. Diego Sarmiento hubiera muerto entre protestantes, sus cenizas hubie-
                                                           ran sido indudablemente más respetadas.»
35
                                                                                      Zona de los Palacios Reales

                                                                                        La Casa del Sol, llamada así por el de piedra
                                                                                        que corona su fachada. En la superposición de
                                                                                        la foto antigua, se ve sobre el arco de la puerta
                                                                                        el rótulo que indicaba el uso que tuvo como
                                                                                        convento de Oblatas y “centro de corrección
                                                                                        y moralización de jóvenes”.
                                                                                        Lib. prd.“Valladolid, imágenes del ayer”,
                                                                                        pag. 147. Aquellas monjitas lo ocuparon
                                                                                        hasta hace no mucho, y eran famosas por sus
                                                                                        habilidades con la aguja, pues remendaban
                                                                                        rotos y quemaduras como nadie.




                                                                                                 En la ilustración, los restos del conde
                                                                                            de Gondomar en una foto tomada cuando
                                                                                            se devolvieron a su tumba en 1991 tras la
                                                                                            restauración de san Benito el Viejo, desde
     En la Casa del Sol, sobre el entablamento de las columnas dobles de la                      la iglesia de san Martín. A su lado en
fachada que hay a cada lado de la puerta, había dos estatuillas que, por formar                  el ataúd se puede ver la parte inferior
parte de una ornamentación renacentista simétrica, miraban a lados opuestos.                        de la momia de un niño que, según
Según cuenta Agapito y Revilla en su libro “Las calles de Valladolid”, la gente les          la “Historia de Valladolid” de Sangrador,
                                                                                               corresponde a un hijo suyo. En el texto
sacó su copla como ocurrió con las figuras de la ventana del palacio de los Val-                         se explica el curioso periplo de
verde, y las bautizó como “los mal casados”.                                                        los dos cadáveres, según este autor.
36
         Rincones con fantasma




Recreación de los preparativos de la procesión           De san Pablo partía la Procesión del Entierro, que celebraba la penitencial
         que las Angustias sacaba de san Pablo
                                                    de las Angustias cada Semana Santa. Esta procesión, con el devenir de los años,
  la tarde del Viernes Santo. Está ambientada
     en los primeros tiempos de la penitencial,     se transformaría en otra de las joyas de la ciudad: la Procesión General de la
    en concreto a finales del siglo XVI antes de    Pasión, declarada de interés turístico internacional. Hoy día sale de la iglesia de
    que el duque de Lerma alterase la fachada
    de san Pablo. En aquellos años la cofradía
                                                    las Angustias por ser esta cofradía su patrocinadora y la que cierra el desfile. Se
  todavía no tenía su magnífica iglesia actual,     considera que esto es así desde que comenzó a organizarla, en 1810, José Timo-
          sino que su primer oratorio estaba en     teo Monasterio, entonces alcalde de la penitencial. La primera Procesión General,
 la cercana calle llamada hoy de la Torrecilla.
   Tampoco tenía ningún “paso” enteramente          entendida como la primera en que desfilaron juntas todas las penitenciales, salió
      de talla, salvo la Virgen de los Cuchillos,   el Viernes Santo 21 de abril de dicho año, después de dos sin celebrarse proce-
                     que aún no tenía cuchillos.    siones debido a la invasión napoleónica.
                                                         La verdad es que al bueno de don José Timoteo casi no le quedó más reme-
                                                    dio que organizarla pues, en su condición de comisario de Policía de la ciudad
                                                    recibió para ello una orden del general francés Kellermann. Este militar estaba
                                                    al cargo de las tropas francesas que ocupaban nuestra comarca y sin duda, por
                                                    contentar al pueblo invadido, le mandó que organizase la Procesión del Santo
37
                                                                                     Zona de los Palacios Reales




Entierro que entonces era la más prestigiosa. La orden especificaba además que
participasen en ella todas las cofradías.
     El prestigio de esta procesión provenía de que antiguamente los miembros de
la Chancillería desfilaban en ella, pues pertenecían a las Angustias, y qué mejor
para apaciguar al pueblo que ofrecerle una de sus cosas más respetadas y de mayor
raigambre. Venía de muy atrás la devoción mariana de los componentes de la
Chancillería, pues en un testamento fechado en 1452 se cita una cofradía
       «de la conçebiçion de la virgen gloriosa sennora santa María de los escri-
       vanos e procuradores de la corte e chançelleria...»14.
      La iniciativa de resucitar las procesiones tuvo gran éxito. Al entusiasmo de
don Timoteo se sumó el de las otras penitenciales, hasta entonces igual de mus-
tias todas, las cuales
       «luego que reciuieron dicha orden, se llenaron de Jubilo e inmediatamente
       dieron parte a sus cofradías e indiuiduos, y enterados que fueron de lo que             14 Adeline RUCQUOI. Valladolid en

       tanto deseaban, dando gracias al acedor de tan buena como cristiana obra».      la Edad Media: la villa del Esgueva. Pág. 91.
38
         Rincones con fantasma

                                                           Luego de altibajos y vicisitudes, a principios del siglo XX, el arzobispo
                                                      Gandásegui restauró las procesiones, y la General del Viernes Santo se comenzó
                                                      a celebrar con la participación de todas las cofradías entonces existentes, tal
                                                      como hoy en día.


         El contiguo palacio de Pimentel, actual
     Diputación, tendría un aspecto parecido al
    actual pues también fue reformado por esas
fechas. Del aspecto de los cofrades en procesión
    hay muy pocos datos, tan solo que iban con
 túnicas negras y que llevaban una “insignia de
   una Señora de la quinta Angustia”. Sabemos
    la forma de los pendones azules que abrían
         los claros, gracias al dibujo de la planta
                de la procesión de 1619 (al lado).
Zona de
Santiago,
Zorrilla y
Campo
Grande

                Zona de
      Santiago, Zorrilla
       y Campo Grande
41




              La calle Santiago (así, sin “de”) es el pasillo de casa que
              conduce al salón que es la plaza Mayor. Su magia radica
             en que la gente sigue paseando por ella despacio, a pesar
               de que nos la han llenado de bancos y oficinas repletas
                    de vecinos estresados con corbata. Quizá sean sus
                          comercios, o que de siempre ha sido el lugar
                                   donde “encontrarse por casualidad”
                              con amigos y familiares... El caso es que
                          no hay Carnaval, Semana Santa, o chirigota
                                         de Ferias sin la calle Santiago.




     Calle Santiago
      La iglesia de Santiago que da nombre a la calle tuvo su origen en una
pequeña ermita dedicada al Santo Cristo de Escobar, existente ya en el año
11041. La atendía una cofradía bajo la advocación de Santiago, nombre que
adoptó el templo cuando pasó a ser parroquia en el año 1400. El rico mercader
Luis de la Serna, que perteneció a la parroquia, reedificó la iglesia a su costa,
dicen que para huir del acoso de la Inquisición.
      La iglesia tiene un pórtico renacentista en la entrada que se abre al popu-
lar Atrio de Santiago, donde se encontraba otra de las instituciones de Vallado-
lid: el quiosco de la “chata”, la última voceadora de “El Norte de Castilla”, hoy
jubilada y traspasado el negocio.
      La iglesia guarda importantes obras de Alejo de Vahía, Berruguete, Fran-
cisco de Rincón, Leoni y Juan de Ávila. En 1974 se descubrieron los cuatro
nichos funerarios de la familia de la Serna, que se encontraban tapiados en el
presbiterio. Son de interés no sólo por ser obra de Alejo de Vahía, sino por la
escasez de obras góticas de este tipo que hay en la ciudad. El primitivo retablo
que tuvo el presbiterio, se dice que lo trajo don Luis de la Serna nada menos que
de Florencia, declarando a sus amigos que le había costado tanto como si fuera
de plata. Era de barro cocido y vidriado y de él no queda ni rastro, salvo el caso
improbable de que también se encuentre emparedado tras el retablo mayor.
      De la portada de la iglesia se sale a la calle de los Héroes del Alcázar, lla-       1   J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Jesús
mada en la antigüedad “de la Tumba” por el cementerio de la parroquia que en           URREA. Monumentos religiosos de la ciudad
ella se hallaba.                                                                       de Valladolid. Parte primera. Pág. 188.
42
         Rincones con fantasma




La calle de Santiago desde siempre
ha tenido una gran afluencia de gente.
Una superposición del ayer y del hoy
en su cruce con Claudio Moyano.
Lib.prd. “Valladolid, vivencias
y fotografías”. Pág. 30.




  Calle de los Héroes del Alcázar, ayer y hoy.
               Lib. prd. “Valladolid, vivencias
                       y fotografías”. Pág. 73.
43
Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande
44
       Rincones con fantasma

                                                      En su antigua condición de entrada a la ciudad, la calle de Santiago tuvo un
                                                 gran arco a modo de puerta que desapareció con las remodelaciones del siglo XIX.
                                                 Una lástima como otras tantas.
                                                      Lindando con Santiago estuvo la antigua morería, en el barrio llamado de
                                                 Santa María, que contaba entre sus vecinos con un importante porcentaje de
                                                 carpinteros. La reina Juana en 1515 dio una merced por la que 30 de estos arte-
                                                 sanos quedasen exentos de huéspedes y no se pudiese sacar de sus casas ropas,
                                                 aves ni cosa alguna, aunque estuviese la corte. A cambio de tal “merced” tan
                                                 sólo exigía de los privilegiados que cada vez que hubiese un fuego, corriesen
                                                 con sus herramientas a apagarlo. Bomberos a la fuerza.



                                                      Plaza de Zorrilla y Campo Grande
                                                       La cofradía de la Vera Cruz tuvo una ermita o humilladero en la actual
                                                 plaza de Zorrilla, al igual que el que la penitencial de la Pasión tenía situado
                                                 fuera de la ciudad, pasando el puente Mayor. Ambos fueron derribados por los
                                                 franceses durante la guerra de la Independencia para evitar que las guerrillas se
                                                 parapetasen detrás. Esto ocurrió según el diario de Hilarión Sancho, el 17 de
                                                 enero de 1809, pero de esta noticia hay versiones contradictorias, pues se con-
                                                 servan crónicas que dicen que los derribos se debieron a su ruina.
                                                       El humilladero de la Cruz, oratorio de la cofradía durante muchos años, se
                                                 alzaba enfrente de lo que luego sería Hospital de la Resurrección, donde hoy se
        Suerte que se conserve una vieja foto    levanta la llamada “casa de Mantilla”, bonito edificio que fue la comidilla de la
          del Arco de Santiago rescatada por     época por ser el primero que contó con luz eléctrica y ascensores. El hospital se
     M.ª Antonia Fernández del Hoyo y que
      se conserva en la Casa de Zorrilla que,
                                                 construyó sobre el solar de la antigua Mancebía pública, rancia institución valli-
  restaurada y coloreada me ha servido para      soletana de la que algunas fuentes sitúan la fundación a finales del siglo XIV.
recrear la zona si aún se conservase (arriba).         Este lugar, donde se recogían y ejercían las señoras de mala vida, estuvo
    Lo podríamos ver a la altura de Claudio      regentado por la cofradía de Ntra. Sra. de la Consolación y la Concepción, a la
       Moyano como indica el fragmento del
                      plano de Ventura Seco.     que la ciudad compró el “negocio” en 1541 con la sana intención de cambiarlo
                                                 a un sitio más discreto y entregar el edificio a los promotores del futuro hospi-
                                                 tal. Eso sí, dejando bien claro que
                                                        «...lo que rentaren las dichas casas y exerçiçio publico de dichas mugeres se
                                                        convierte para los propios de esta villa...»

                                                      Estaba claro que la Mancebía debía funcionar
                                                        «...para evitar las enfermedades que se podrían Rescreçer no aviendo muge-
                                                        res publicas.»

                                                       De esta manera se defendía la salubridad y se administraba el negocio por
                                                 vía legal.
                                                       Este alegre panorama era el que vieron durante 55 años los cofrades de la
                                                 Cruz cada vez que acudían al humilladero, hasta que los promotores del hospi-
                                                 tal, cansados de esperar la cesión del edificio por parte del municipio que no
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                                                          Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande

acertaba a encontrar nuevo acomodo a sus “trabajadoras sociales”, invadieron
la Mancebía el Domingo de Ramos de 1553 llenando el edificio de pobres
enfermos ante el asombro de las “damas”.
      Una vez establecido el Hospital de la Resurrección, ejerció sus funciones
durante largos años hasta su desaparición a finales del siglo XIX. En esas fechas
se llevó a cabo la alineación de la calle derribando todo lo que molestaba, con
lo que este edificio dio con sus vetustas piedras en el suelo. Su fachada con el
Cristo Resucitado se conserva en el jardincillo de la casa de Cervantes, y no está
mal el sitio, teniendo en cuenta que el universal escritor imaginó a los famosos
                                                                                     Templete del Campo Grande, tristemente
y locuaces mastines, Cipión y Berganza, como vigilantes del hospital en sus          desaparecido. Lib. prd. “Valladolid,
“Novelas ejemplares”.                                                                vivencias y fotografías”. Pág. 116.
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         Rincones con fantasma

                                                        El entorno del Campo Grande, centenario pulmón verde de la ciudad cuya
                                                   historia es tan rica que ya está recogida en libros por entero dedicados a él, ha
                                                   servido de escenario a torneos, ejecuciones, algaradas, acampadas y desfiles cas-
                                                   trenses, pregones, subastas…
                                                        Algunas ejecuciones y almonedas, entresacadas de las crónicas de Ventura
                                                   Pérez, nos resultan hoy vergonzosas e increíbles, como la puesta a la venta (en
                                                   el año 1724)
                                                          «...de seis moros con las mulas.»
                                                        No es el único suceso ocurrido en el Campo Grande que hoy nos escan-
                                                   daliza, pues dos años después, a un tal Juan Rodríguez
                                                          «dieron garrote y le quemaron por sodomita, y al que cooperó con él, lla-
                                                          mado Luis de la Rosa, le echaron a presidio. El quemado andaba vestido de
                                                          mujer y hacía todas las labores de coser, hilar, hacer media, encajes y ropa
                                                          blanca...»
                                                        Cruel castigo a tan “graves crímenes” que cometió el pobrecillo, pero es
                                                   que en aquellos tiempos se zanjaban hasta los pequeños problemas sociales de
         En la foto, único dibujo fiable que se    una manera algo brusca. Por ejemplo, el actual problema del tabaquismo que
    conserva del humilladero de la Vera Cruz,      tantas campañas y dinero cuesta hoy al Estado, se solventó en 1746 con un
  pequeño fragmento del plano obra de Diego
Pérez, tan poco definido que resulta imposible     edicto ordenando...
         al autor de estos textos reconstruirlo.          «...que nadie tomase tabaco y rapé, que era un tabaco de Francia, con pena
                                                          de la vida.»
                                                       Hay más edictos curiosos, como el dictado en 1842 en el que se prohibía
                                                          «el distintivo del bigote y toda insignia militar a las personas que no tuvie-
                                                          sen derecho a llevarlas, pues de ese abuso resultaban perjuicios a la buena
                                                          opinión de tan benemérita clase.»
                                                        También es verdad que la clásica picaresca española aún no había desapa-
                                                   recido por esas fechas, y es hasta cierto punto lógica la dureza de las autorida-
                                                   des que tenían que lidiar, por ejemplo, con caraduras del calibre de un tal
                                                   Manuel Francisco Díaz, “lumbrera” que proponía en 1716 un método de ense-
                                                   ñanza con el que los niños aprenderían a leer en sólo dos meses y ¡la lengua
                                                   griega en cuatro días!
                                                        Al hablar del Campo Grande, hay que mentar la popular Feria del Suda-
                                                   rio que se celebraba en él hasta hace poco durante la Semana Santa. Esta “feria”
                                                   tenía sus orígenes en una romería que tenía lugar desde tiempos antiguos, cono-
                                                   cida también como “del Sudario”, durante la cual se montaba un mercadillo de
                                                   artesanías y bagatelas, transformándose con el tiempo en feria de atracciones.
                                                        Esta romería tenía lugar durante la Pascua de Resurrección, para venerar
                                                   un Santo Sudario propiedad del desaparecido convento de Nuestra Señora de
                                                   la Laura, del patronato de la Casa de Alba. Cuentan las crónicas del convento
                                                   que el duque don Fadrique quiso hacer una copia de la Sábana Santa de Turín,
                                                   pero estando la ciudad en guerra no le fue posible hacerse con los servicios de
                                                   un pintor que la copiase tan rápido como la urgencia de aquellos peligrosos
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                                                          Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande

momentos demandaba. El duque, contrariado, decidió poner el lienzo sin pin-
tar sobre la reliquia de Turín, por aquello de que su contacto pudiera dejar
alguna virtud en él. La leyenda dice, como no podía ser de otra manera, que
milagrosamente quedó grabada la santa imagen en el lienzo en blanco. La ver-
dad, menos poética, es que el tal milagro está catalogado como “pintura sobre
tela, 207 x 80 cms.” Es un milagro al óleo. ¡Qué desencanto!2.
      El duque fue enterrado en el monasterio, pero su recorrido no terminó allí.
Durante la guerra de la Independencia los franceses ocuparon el convento
       «...reuniendo las monjas a las del convento de Santa Ana; También lleva-
       ron a dicho convento el cadaver que se hallaba íntegro del gran duque de
       Alba, los huesos de su esposa y un venerable capuchino su confesor: el
       duque estaba en un ataúd de terciopelo negro, como si estuviese acabado de
       hacer, lo mismo el manto capitular y borlas de plata, a pesar de 250 años o
       más que estaba en dicho convento de la Laura, como fundador de él.»           Situación del convento de san Juan
                                                                                     de Dios, según el plano de Ventura Seco.
      La Academia de Caballería es punto de referencia visual de la plaza de         A su lado, antigua foto donde se puede ver
Zorrilla. Se trata de un ostentoso palacio inspirado en el de Monterrey de Sala-     el convento tras la estatua de Zorrilla.
manca. Frente a su fachada, la estatua dedicada al regimiento de cazadores de        El drástico cambio de la zona impide
                                                                                     recrearlo en el espacio actual.
Alcántara, cuerpo de caballería que fue aniquilado casi en su totalidad al cargar    Lib. prd.: M.ª A. FERNÁNDEZ DEL HOYO.
a la desesperada contra las fuerzas marroquíes en Annual en 1921. Es una deli-       “Patrimonio perdido: conventos desaparecidos
cada obra de Mariano Benlliure, llena de movimiento.                                 de Valladolid”. Pág. 449.




     En terrenos cercanos a la Academia estuvo el convento de san Juan de
Dios, antes Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, creado y aten-
dido por la cofradía de su mismo nombre en 15913. Casi a la vez llegaron a
Valladolid los hermanos hospitalarios de san Juan de Dios, ocupándose de aten-
                                                                                          2  J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco.
                                                                                     Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumentos
der el Hospital de la Resurrección.
                                                                                     religiosos de la ciudad de Valladolid.
     A principios del siglo XVII pasaron a regentar también este de los Desam-       Pág. 158.
parados a causa de la muerte de don Luis de Mahudes, su administrador y                  3   M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
benefactor. Este hombre fue mentado por Cervantes en el “Coloquio de los             HOYO. Patrimonio perdido: conventos desa-
Perros”, donde Cipión y Berganza son llamados los “perros de Mahudes”.               parecidos de Valladolid. Pág. 443.
Rincones con fantasma  (JC URUEÑA)
Rincones con fantasma  (JC URUEÑA)
Rincones con fantasma  (JC URUEÑA)
Rincones con fantasma  (JC URUEÑA)
Rincones con fantasma  (JC URUEÑA)
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Rincones con fantasma (JC URUEÑA)

  • 1. Juan Carlos Urueña Paredes Un paseo por el Valladolid desaparecido Rincones con fantasma Rincones con fantasma Un paseo por el Valladolid desaparecido
  • 2. Rincones con fantasma Un paseo por el Valladolid desaparecido
  • 3. Los dibujos, fotografías y montajes informáticos son todos obra del autor. Las fotografías antiguas que aparecen en el libro han sido fundamentales como apoyo documental. Muchas de ellas han sido utilizadas como base a montajes fusionándolas con fotos actuales de la misma zona. Las fuentes principales de donde se han obtenido de libros recopilatorios o estudios publicados, y no directamente de sus propietarios. He tenido que obrar así pues, salvo excepciones, dichas recopilaciones y estudios no citan la propiedad de cada foto, sino que dan una reseña general de los archivos y colecciones de origen, en algunos casos de hace décadas. En cada foto antigua se cita el libro donde está publicada con la abreviatura: “lib. prd.” (libro de procedencia). Estos libros están citados en la Bibliografía al final de la obra. La mayoría de las fotos se hallarán en los fondos del Archivo Municipal de Valladolid, ya que muchas de las colecciones citadas en los libros han sido donadas a esta Institución. Lamentablemente no he podido concretar este extremo, ya que según me indicó amablemente el personal del Archivo, se está trabajando aun en la clasificación y digitalización de sus numerosos fondos, lo que me impide a día de hoy una consulta pormenorizada. © de los textos, fotografías, dibujos y montajes informáticos, su autor © de esta edición, Ayuntamiento de Valladolid Printed in Spain. Impreso en España I.S.B.N.: 84-95389-97-5 D.L.: VA-673/2006 Diseño: dDC. Diseño y Comunicación Imprime: Gráficas Andrés Martín, S.L.
  • 4. Juan Carlos Urueña Paredes Rincones con fantasma Un paseo por el Valladolid desaparecido AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID 2006
  • 5.
  • 6. 7 Presentación Dice Juan Carlos Urueña que el objetivo de su obra no ha sido otro que “...convocar a los espíritus” del pasado para, de su mano, reconstruir un Valla- dolid ya desaparecido, en el que ubicar e imaginar el acontecer de los vallisole- tanos de otro tiempo. El reto de Juan Carlos era hacernos ver lo que ellos vieron; sus herramientas, estas cuatro: primera, los testimonios gráficos super- vivientes de épocas pasadas; segunda, los estudios históricos existentes sobre nuestro patrimonio monumental y urbanístico; tercera, el software informático de tratamiento de imágenes; y cuarta, el cariño y la devoción por Valladolid y lo vallisoletano. Los Rincones con fantasma de Urueña Paredes son un excelente ejercicio de reflexión sobre el pasado de nuestro entorno y hemos de mostrar profundo agradecimiento ante la sensibilidad que el autor ha demostrado como artista virtuoso, como lector empedernido de la bibliografía de tema local y, sobre todo, como vallisoletano. En una sociedad como la nuestra, en la que la que el protagonismo de la imagen es absoluto e indiscutible, el trabajo de Juan Carlos pone a nuestro alcance la posibilidad de recorrer virtualmente un Valladolid que ya no existe, ofreciéndonos la oportunidad de disfrutarlo con nuestros pro- pios ojos. Es tiempo de atrapar, querido lector, las mil y una anécdotas e historias hil- vanadas por Juan Carlos Urueña para ayudarnos a identificar los fantasmas de un Valladolid que reclama toda nuestra atención y todo nuestro mimo. Es tiempo de descubrir las mil y una sorpresas que deparan estas páginas a quie- nes gustan de saber más y más sobre una ciudad que ansía que la amemos, la protejamos y sintamos por ella un infinito orgullo. Francisco Javier León de la Riva ALCALDE DE VALLADOLID
  • 7.
  • 8. 9 Prólogo Los avatares de su historia, el desarrollo experimentado en época moderna y, en no poca medida, la escasa sensibilidad de sus vecinos, han configurado la ima- gen actual de Valladolid: un tejido urbano formado por caserío no demasiado armónico del que emergen magníficos edificios que testimonian aspectos monu- mentales de otras épocas. Seguramente, muy pocos de cuantos transitan hoy por sus calles se plantean cómo fue la ciudad en otros momentos de su historia. Únicamente quienes nos dedicamos a la investigación histórico-artística sobre su patrimonio podemos reconstruir –a partir de los trabajos de historia- dores precedentes y, especialmente, mediante el estudio de la gran riqueza documental que atesoran sus archivos– una ciudad distinta cuyas calles sería- mos capaces de transitar, en cuyas iglesias podríamos reconocer sus capillas por los nombres de sus fundadores o los retablos por los de sus autores, palacios cuyas estancias recorreríamos contemplando las pinturas o tapicerías que les adornaban y hasta ser recibidos por su dueño de quien conoceríamos perfecta- mente su historia familiar. En muchos casos, estos estudios se editan, gracias en gran medida al patro- cinio de las Instituciones, que ponen al alcance de cualquier persona interesada el conocimiento del Valladolid perdido. Pero Juan Carlos Urueña ha seguido un camino distinto. Partiendo de los escasos testimonios gráficos que se conservan, así como de los trabajos publi- cados por los profesionales de la Historia, unidos a los dibujos que él mismo aporta –realizados mediante técnicas informáticas que maneja con habilidad y sin regatear esfuerzo–, Juan Carlos Urueña intenta recrear el aspecto exterior de buen número de edificios desaparecidos, especialmente religiosos, insertándo- los en el entorno actual. Como el propio autor reconoce, su meta no ha sido la precisión científica. En ocasiones la imaginación ha suplido lo que no podía documentar con exac- titud. Tampoco se ciñe enteramente al rigor histórico, ni ha apurado toda la bibliografía. Sin embargo, su trabajo, pleno de entusiasmo al evocar un Valla- dolid perdido, servirá de acicate al vallisoletano para profundizar en el conoci- miento del pasado de su ciudad, paso ineludible para defender el patrimonio que aún conserva. M.ª Antonia Fernández del Hoyo DOCTORA EN HISTORIA DEL ARTE Universidad de Valladolid
  • 9.
  • 10. 11 A mis padres, a todos los que me rodean, y también a los que ya no están. Introducción y explicación de necesaria lectura Quiero en primer lugar aclarar al posible lector en esta primera página, lo que va a encontrar en este libro: una obra eminentemente gráfica que busca la reconstrucción de algunas de las edificaciones más importantes del Valladolid de antaño. El conocedor del tema notará que faltan muchos edificios de la extensa nómina de los desaparecidos, y es que no todo se puede recuperar. Antes de empezar a trabajar tuve que adoptar un criterio con el que escoger cuáles de los monumentos se podrían recrear con un mínimo de rigor. Lo primero que hice fue excluir aquellos de los que se conserven fotogra- fías, pues es absurdo reconstruir aquello de lo que ya hay una imagen. Hago una excepción con dos de las antiguas puertas de la ciudad, pero con la intención de recrearlas en el espacio urbano donde estuvieron. En segundo lugar, decidí no ocuparme de palacios o casas nobles, pues es una labor que ya está tratada, y magníficamente, en el libro de Jesús Urrea “Arquitectura y nobleza: casas y palacios de Valladolid”. También en esto hago otra excepción con la Casa del Cordón, el palacio de Távara y el del Almirante, pues lo singular de sus edificios lo justifica. En tercer lugar decidí ocuparme sólo de aquellos monumentos de los que, además de descripciones escritas, se conserva un dibujo o grabado lo suficien- temente detallado como para obtener un resultado fiable. La principal fuente ha sido la obra de Ventura Pérez, un humilde trabajador de mediados del siglo XVIII, que ilustró con sus dibujos la “Historia de Valladolid” de Antolínez de Burgos, tesoro para la historia local. Poco pudo sospechar aquel pobre
  • 11. 12 Rincones con fantasma ensamblador que, después de tres siglos, su trabajo sería retomado por mí, otro humilde trabajador, y recuperado gracias al dibujo y las actuales técnicas infor- máticas. Otro Ventura, Ventura Seco, escribano de su majestad y casi coetáneo del anterior, tuvo el acierto y la curiosidad de elaborar un minucioso plano de Valladolid en el año 1738, rescatado posteriormente por el infatigable historia- dor local Juan Agapito y Revilla. Es el complemento ideal a los dibujos de Ven- tura Pérez y permite localizar los edificios con gran precisión. Gracias a los “dos Venturas” este libro ha sido posible. También me han servido grabados y dibu- jos de autores posteriores que iremos viendo en cada caso. Por último, tuve que formarme un criterio de selección conforme a la impor- tancia. Una responsabilidad. Existieron muchos edificios curiosos en la ciudad de los que no me ocupo: los humilladeros de La Cruz y la Pasión; ermitas como las de la zona del puente Mayor, que fueron la de Nuestra Señora del Camino, san Lázaro, san Roque y san Sebastián; las de la calle Santiago, que fueron la de la Consolación y “Juan Urtado”; o san Alejo en el camino del cementerio. Cárce- les como la de Corona, la de la Ciudad o la Galera de mujeres. Hospitales y hos- picios como el de las Ánimas o los Mártires, los niños de la Doctrina en la calle Doctrinos, de san José de Expósitos en la plaza de Martí y Monsó, el hospicio de los pobres, que salía a san Quirce. Instituciones como la Inquisición o el colegio de Velardes. Infraestructuras, como los diversos puentes, el Espolón, el Viaje de Argales, … y más. Aunque de la mayoría de ellos no se conserva testimonio gráfico suficiente para hacer una recreación seria, tampoco la haría en muchos casos ya que pocos tuvieron gran importancia histórico-artística salvo la anécdota de su existencia. Tanto en Chancillería como en el Archivo Histórico Provincial se conservan muchos planos y dibujos detallados de edificios o partes de ellos que se podrían recrear con facilidad, pero creo que no son interesantes salvo para el lector experto en el tema. También hay que aclarar algo obvio: no se pueden tomar las reconstruc- ciones como totalmente exactas. Desde luego, son escrupulosamente fieles a los datos que han llegado a mis manos, pero he tenido que recurrir a cierta dosis de imaginación para ambientar unos espacios perdidos para siempre: las casas y tapias anejas a las reconstrucciones, aunque siguen el esquema de los planos con- servados y son del estilo de la época retratada no son, como es lógico, recreación de las originales de las que no existe legado gráfico. Lo que he cuidado mucho es buscar los materiales de la época para cada edificio; y lo he hecho en la pro- pia ciudad en caso de haberlos. Hasta he calculado la luz conforme a su situa- ción geográfica. El texto del libro es una descripción orientativa de las zonas donde se alzaron aquellos monumentos, a la que van unidas aquellas curiosidades y anécdotas que fui encontrando en los libros que usé para documentarme. Me pareció buena idea hacer un libro ameno, y por eso en mi narración uso un tono distendido, pues al común de los ciudadanos al que va dirigido este tra- bajo no es mi deseo abrumarlo con un estudio de Historia. No se ofenda por
  • 12. 13 Introducción ello el purista, pues tampoco tengo yo autoridad ni titulación para escribirlo. Lo que intento aportar es un apoyo gráfico, eminentemente visual, a estudios más profundos. Las rígidas técnicas de investigación impiden que los estudio- sos puedan atenerse a la fantasía en lo más mínimo. Yo, desde mi posición de simple ilustrador, no estoy sujeto a esas ataduras, y hago, en esta obra, algo que estoy seguro que ellos hacen mientras escriben: imaginar aquellos rincones, soñar para la gente. Aclarando que no soy un erudito, sino un dibujante enamorado del tema, queda también claro que estas páginas son sólo un trabajo de recopilación cuyo gran mérito es de todos aquellos estudiosos que se dejaron y se siguen dejando la vista en archivos y sacristías. Espero que mis ilustraciones les hagan evocar el pasado con la misma curiosidad y placer que sentí yo al crearlas. Ha sido un duro trabajo, pero hecho con mucho, mucho cariño. Titulé este libro “Rincones con fantasma” porque al mezclar fotos moder- nas con antiguas del mismo paraje pude darme cuenta de que algunos detalles no habían cambiado en muchos años, pero lo que más me impresionó fue la exactitud con la que se podía ubicar el sitio por donde había desfilado un sol- dado, la esquina donde una mujeruca había tenido su puesto de castañas, la baldosa exacta donde habían saltado a la comba unas niñas hace cien años… “fantasmas” de muchas pequeñas historias de unos vallisoletanos que ya desa- parecieron. Cuando paso por alguno de estos sitios me los imagino allí, como si su presencia cotidiana en el pasado hubiera impregnado el ambiente. Estoy convencido de que en las viejas piedras viven los recuerdos de muchas vidas. También estos rincones guardan las cicatrices de otros “fantasmas”: aquellos magníficos monumentos que adornaron Valladolid y que demolió la ignorante piqueta. Convocar a estos últimos espíritus ha sido la razón de esta obra. Aunque he manejado gran cantidad de bibliografía y testimonios gráficos, habrá siempre quien pueda encontrar fallos. Por ellos, mil perdones y mi dis- posición a rectificar si se me indica el error, pero lo importante es dar una idea de lo que perdimos y ya es triste que se pueda hacer un libro entero con sólo una parte de tal pérdida. Que esto sirva como una llamada al vallisoletano para que vuelva la vista hacia lo que es suyo y debe conservar. Un recuerdo para todos a los que como yo les gusta el pasado. ¡Cuántas cosas añadirían ellos a estas páginas! Aunque en la bibliografía del final del libro cito las fuentes más importan- tes que he usado para documentarme, quiero enumerar para el lector profano los autores de las crónicas antiguas que aludo más frecuentemente en el texto, por dar una somera idea de sus personajes. Se incluyen por orden cronológico: Tomé PINHEIRO DA VEIGA. Galante, vividor y satírico escritor portugués, que escri- bió su impagable “Fastiginia”, crónica de Valladolid durante y después de los festejos por el nacimiento de Felipe IV hasta la primera mitad de 1605. Juan ANTOLÍNEZ DE BURGOS. Fue un estudioso de ascendencia noble que llegó a ser regidor de Valladolid. Escribió su “Historia de Valladolid” en la que recopila hechos de una forma bastante científica, hasta el año 1637.
  • 13. 14 Rincones con fantasma Ventura PÉREZ. Fue un pobre trabajador, ensamblador de oficio. Como se explica en el texto, es el autor de los dibujos de fachadas con los que ilustró una de las copias de la “Historia” de Antolínez. También escri- bió su “Diario de Valladolid” en el que continuó la labor de Antolínez con acontecimientos que recopila desde 1700, veinte años antes de comenzar a escribirlo y llegan hasta 1802, recopilados por otros ya muerto Ventura. Manuel CANESI ACEVEDO. Funcionario y estudioso que escribió una densa “Historia de Valladolid” manuscrita en cinco tomos, copiando bastante de la “Historia” de Antolínez, errores incluidos. Recoge la historia de Valladolid desde su fundación hasta mediados del siglo XVIII. Matías SANGRADOR VÍTORES. Juez, académico y cronista de la ciudad, publicó a mediados del siglo XIX su “Historia de Valladolid”, siendo la primera de todas en pasar por la imprenta. Recoge datos desde la fundación de la ciudad hasta la muerte de Fernando VII, pero sin copiar a Antolínez como sus predecesores. Estos autores, especialmente Antolínez, Ventura Pérez y Canesi, son los que más cito en el libro pues en su obra se haya la mayoría de los datos concretos sobre edificios, comentados con la ventaja de haberlos conocido en persona. De los estudiosos modernos ya fallecidos destaco las obras de Juan Ortega Rubio, catedrático de Historia que publicó su “Historia de Valladolid” en 1881; Narciso Alonso Cortés, profesor y escritor que publicó su “Miscelánea vallisoletana” en 1915; José Martí y Monsó, afable valenciano, profesor de dibujo en mi entrañable “Escuela de Artes Aplicadas” y buen pintor, que publicó sus “Estudios histórico-artísticos” en 1901; y sobre todo de Juan Aga- pito y Revilla, compañero de excursiones y anhelos del anterior. Agapito y Revi- lla fue un estudioso que ocupó el cargo de arquitecto municipal a principios del siglo xx, al que debe la ciudad ser uno de los que rescataron nuestra Semana Santa en su plano histórico y artístico. Son estos autores algunos de los que más se preocuparon en su tiempo del patrimonio perdido, sobre todo el último. De los que recogieron su testigo y aún siguen con la labor, nada digo por no hablar de nadie en pretérito. Y que así sigamos muchos años. Juan Carlos Urueña Paredes
  • 14. Zona de los Palacios Reales Zona de los Palacios Reales
  • 15.
  • 16. 17 En la zona comprendida entre la Plaza de san Pablo, calle de san Quirce, la Huerta del Rey y san Benito moraron muchos de los reyes que pasaron por nuestra ciudad. Calle de san Quirce El monasterio de san Quirce que da nombre a la calle, es uno de los más antiguos de Valladolid y tuvo la protección de varios reyes. Dispuso de un pasa- dizo o corredor que le unía con el Palacio del conde de Benavente, por el que la reina doña Margarita, mujer de Felipe III, gustaba de ir a conversar con las monjas.1 Enfrente se halla el palacio de los Benavente que fue habitado por Felipe II; cuando la corte se trasladó a Valladolid, Felipe III también se instaló en él un tiempo. Fue construido por las fechas de la guerra de las Comunida- des, y viendo el Regimiento de la ciudad que tenía todos los visos de convertirse en una fortaleza, denunció e hizo peritar la obra. No hallando los peritos con- firmación de que aquello terminase siendo una casa fuerte, dieron de paso el proyecto, pero el de Benavente se salió con la suya pues hizo coronar la cons- En la ilustración la situación del torreón trucción con sendos torreones.2 según el plano de Ventura Seco. El palacio tenía un paseo que conducía hacia el Espolón (hoy “Las Moreras”), desde donde el rey cruzaba en barca el Pisuerga para dirigirse a su preciosa finca repleta de tesoros artísticos conocida como “Casa de la Ribera”. Esto determinó que el moderno barrio que hoy existe en esa zona, haya tomado el nombre de “Huerta del Rey”. Existe un dibujo de Ventura Pérez de aquella finca, pero a mi juicio insuficiente para intentar una recons- trucción. 1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fran- Aún se conservan algunos restos de la finca, visibles desde la playa del cisco de la PLAZA SANTIAGO. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid, parte Pisuerga, y no son las únicas reliquias del pasado que se asoman directamente segunda. Pág. 187. al río, pues Antolínez nos habla de una cueva en la orilla de Tenerías tan grande 2 Jesús URREA. Arquitectura y nobleza. que podía entrar en ella una persona a caballo. Cuenta que: Pág. 41.
  • 17. 18 Rincones con fantasma «la ciudad hizo todas las diligencias de saber hasta dónde se alargaba, y no pudo ser hallado el fin, porque la inmensidad de malas sabandijas que corrían no consentían dar paso por ella, y por esta causa se mandó cerrar.» El palacio de los Benavente se quemó en 1716. Murieron cuatro personas y se perdieron obras de arte de valor incalculable. El siniestro fue tal que el edificio quedó prácticamente abandonado y los Benavente lo vendieron a la Diputación en 1799, que lo acondicionó y dedicó a Hospicio. Hoy se encuen- tra perfectamente rehabilitado y alberga una magnífica biblioteca pública.3 Tanto el palacio de Benavente como el convento de san Quirce se encuen- Como en las demás reconstrucciones, tran en la plaza de la Trinidad, así llamada por tener fachada a ella la iglesia del un dibujo ha hecho posible reccrear convento de la Trinidad Descalza. Cuando desapareció el convento, la parro- el desaparecido torreón del palacio quia de san Nicolás, cuyo templo original quedó como veremos inservible, se de Benavente; en este caso es obra trasladó a esta iglesia. Por cierto que en la plaza de san Nicolás estuvo proyec- de Valentín Cardereda (1836). tado un palacio para los reyes de España en tiempos de Felipe II, que por las azarosas circustancias de aquellos tiempos no llegó a realizarse. La desaparecida iglesia de san Nicolás era, según Canesi y otras fuentes, 3 Jesús URREA. Arquitectura y nobleza. fundación del Conde Ansúrez. Agapito y Revilla, que estuvo presente en su Pág. 45. derribo, describió restos románicos en el relleno de piedra de sus muros. A fina-
  • 18. 19 Zona de los Palacios Reales Aún quedan restos de la primitiva iglesia de san Nicolás, de la que algunos de sus muros forman parte de un almacén de maderas, pero la construcción de un edificio a su lado los ha cubierto definitivamente. En la ilustración, la foto de los restos comparados con una antigua foto de la iglesia. Lib. prd. “Valladolid, vivencias y fotografías”. Pág. 123.
  • 19. 20 Rincones con fantasma El dibujo correspondiente de Ventura Pérez es tan impreciso como muchos de los que dejó, pero es el único testimonio de cómo era su fachada. La extraña forma de la puerta suscita muchas dudas pero se ha hecho una reconstrucción bastante fiable. A la derecha, aspecto actual y fragmento del plano de Ventura Seco que muestra el emplazamiento de la iglesia y convento, y la también desaparecida ermita de les del siglo XVI fue reedificada por D.ª María Sanz de Salcedo, fundándose a su san Roque, antaño muy frecuentada. vez un monasterio de monjas agustinas junto a ella. Durante la guerra de la Debajo, el aspecto que tendría la zona si se hubiera conservado. Independencia, los franceses desmontaron el monasterio y dejaron el templo en tal estado que la parroquia tuvo que trasladarse a la iglesia actual en la plaza de la Trinidad.4 La antigua iglesia era donde la Universidad tenía la costumbre de celebrar la fiesta de santo Tomás. Fue así hasta el año 1715 en que la víspera de la cele- bración, los universitarios... «usando de la costumbre antigua de arrojar del Puente mayor al río los perros que pasan por él aquella tarde, y otras indecencias» ...tuvieron el poco acierto de meterse con el presidente de la Chancillería que pasaba por allí. La plaza de la Trinidad prácticamente linda con la antigua aljama o jude- 4 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Jesús URREA. Monumentos religiosos de la ciudad ría. La aljama llegaba cerca del Puente Mayor, cuya construcción fue atribuida de Valladolid. Parte primera. Pág. 141. por la creencia popular a D.ª Eylo, mujer del Conde Ansúrez. El puente fue
  • 20. 21 Zona de los Palacios Reales Reconstrucción de la desaparecida puerta del Puente Mayor, basada en la estupenda litografía de Benoist (debajo) perteneciente a la serie “Vieille Castille” publicada en París en el siglo XIX. Situación del convento de san Bartolomé, según el plano de Ventura Seco, con el nº 62. Enfrente, la Puerta del Puente, y con el nº 81 el humilladero de la cofradía de la Pasión.
  • 21. 22 Rincones con fantasma durante muchos años la única manera de cruzar el arisco Pisuerga, río que nos ha inundado varias veces y escenario de juegos de toros y muchas desgracias. La más tonta que ha pasado a la historia es la muerte del sacristán de san Pedro, al que no se le ocurrió otra cosa que ponerse a cavar en el hielo que cubría el río en el pavoroso invierno de 1729, para ver cuanto grosor tenía. El pobre tuvo ocasión de verlo por el lado de dentro. Desde el puente y bordeando la aljama corre la calle de Mirabel cuyo nom- bre, según Agapito y Revilla, se debe a que conducía al palacio de Mirabel, una de las residencias del rey Alfonso X el Sabio que se alzaba cerca de la Overuela. Allí suponen algunos autores que comenzó este monarca la redacción de sus famosas Partidas. En el corazón de la aljama se encuentra una pequeña plaza que se llama “de los Ciegos”, escenario de la leyenda de la “casta Susana” recopilada por Amancio Sabugo Abril. En ella se cuenta que un rico hombre de negocios judío llamado Salomón, tenía una bellísima hija de nombre Susana habida en un matrimonio del que enviudó sin volverse a casar. Siendo así, tenía a su única hija como el tesoro más grande, pero repartía el amor de padre con su afición al precioso jardín de su casa en el que se solazaba. La fama de la belleza de Susana y sus increíbles ojos color violeta se exten- dió por todo Valladolid, y al poco tiempo la casa de Salomón se vio acosada por multitud de pretendientes incluidos los de las familias más nobles. Don Salo- món se asustó y ordenó a su hija que cuando saliese de casa se cubriese y embo- zase de tal modo que nadie pudiera contemplar su hermosura. Esto no hizo más que echar leña al fuego, pues cuatro judíos, tres comerciantes y un rabino, se pusieron de acuerdo para espiar a la bella por las rendijas de la puerta del jar- dín, que la vanidad de don Salomón permitía que tuviera para que la gente admirase y envidiase su cuidado vergel. Al poco rato de apostados los mirones apareció Susana, quien se dirigió a una elaborada pila de alabastro con la intención de bañarse. Justo en el momento en que la joven quedó desnuda, no se sabe si porque tal belleza los Dibujo de Ventura Pérez de la iglesia del cegó o porque Yahvé los castigó, perdieron la vista para siempre. Así explica la monasterio de san Cosme y san Damián. Se trata del templo “provisional” erigido tras memoria popular el porqué del nombre de la plaza. la riada de 1636 que arrasó el convento Ya que nos hemos dedicado a la zona del puente Mayor y la Huerta del y la primitiva iglesia. Por eso resulta tan Rey, nos acercaremos al barrio de la Victoria. Le da nombre el desaparecido pobre y sencillo, pero de arquitectura marcadamente clasicista. El templo definitivo monasterio franciscano de Nuestra Señora de la Victoria, del que se conserva la se construiría en 1771, por lo que a pesar iglesia, actual parroquia, tras ser demolido el convento por los franceses. de ser esta iglesia un remedio temporal, De la plaza de san Bartolomé, que tomó el nombre del convento de reli- se usó durante casi siglo y medio. giosas que en ella hubo, partía el camino de los Mártires, hoy camino del Cabildo, que conducía al convento homónimo de la orden de san Basilio. Este monasterio de los santos mártires san Cosme y san Damián se constituyó al hacerse cargo los monjes basilios de la ermita de aquella advocación, que era propiedad de la cofradía de su nombre. Al trasladar las reliquias de los santos a su hospital de la plaza del Rosarillo, la cofradía dejó la ermita abandonada y
  • 22. 23 Zona de los Palacios Reales los basilios la reclamaron. No sólo consiguieron el edificio sino que además las reliquias fueron devueltas. Fue uno de los conventos más pobres del antiguo Valladolid, pero no por ello menos popular.5 Éste fue el escenario de una de las hazañas del capitán Lisón, nuestro puce- lano héroe policial del siglo XVIII, cuyas aventuras recogió el “Diario Pinciano”, primer periódico que existió en nuestra ciudad, dirigido por el culto y mordaz Reconstrucción de la Iglesia del Convento de los santos Mártires san Cosme y san Damián. No puede saberse la posición de la iglesia respecto al monasterio. El plano de Ventura Seco elaborado en 1738 representa claramente los tres pabellones construidos a partir de 1648 formando un patio cerrado por una tapia. Lo que no se ve es la iglesia, quizá a causa de la penuria del convento que en 1662 declara “no tener con qué acabarla ni campanario”, y siendo tan sencilla no se distinguiría a vista de pájaro de los pabellones. En el plano se ve que uno de los pabellones sobresale del rectángulo que forma el monasterio... ¿Sería la iglesia? No puede saberse y tampoco tiene excesiva importancia, pero para ambientar la reconstrucción se ha optado por esta interpretación por parecer la disposición más lógica. 5 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL HOYO. Patrimonio perdido: conventos desaparecidos de Valladolid. Pág. 419.
  • 23. 24 Rincones con fantasma José Mariano de Beristain a finales del siglo XVIII. Cuenta cómo una peligrosa banda de contrabandistas fue atraída astutamente por el Capitán al monasterio, el 19 de mayo de 1787... «...y para asegurar la empresa sin exponer la Partida a recibir ni a hacer daño, dispuso el capitán Lisón que Francisco García, granadero de Gracias al excelente dibujo de Parcerisa, correspondiente Milicias (que se dispuso gustoso a ello) se disfrazase con el hábito de reli- a la obra “Recuerdos y bellezas de España” (1861), gioso para abrir la puerta de la huerta, ayudarles a descargar, apartarles podemos saber cómo era el claustro y otros desaparecidos las armas y sorprenderles. Todo lo cual se logró como se había meditado, elementos de san Agustín. Superponiéndolo a una foto de su restauración actual, es más fácil comprender abrazándose con el principal (con el jefe de los malos) el granadero, y la posición original de la arquería del piso superior. acudiendo la Partida en el momento sobre los demás.» Recuerda a los capítulos de “Curro Jiménez”. San Agustín, santa Catalina y santa Isabel El convento de san Agustín no tiene una historia muy rica en anécdotas. La única reseña digna de mención es la toma de posesión del patronato de su iglesia por la poderosa familia de los Tassis, que encargarían a Diego de Praves la maravilla del clasicismo que hoy podemos ver. Es en efecto el mejor ejemplo del renacimiento vallisoletano en su periodo más puro, en todos los tiempos ala- bado por los entendidos. Era un placer contemplarlo hasta hace poco desde las Moreras, desnuda de adornos, con su evocador aspecto de ruina romana, altiva y perfecta como la estatua mutilada de una diosa. Hoy la iglesia está cubierta y rehabilitada como Archivo Municipal, después de tantos años de vergonzante abandono, y es una alegría ver cómo sus muros vuelven a dar servicio a la gente y no a las palomas y los gamberros. Alegría por una parte y una pequeña pena por perder aquella pintoresca estampa del paseo de Isabel la Católica. En los terrenos donde se alzaron las dependencias del convento se han hallado muchos restos arqueológicos, hoy expuestos al público. El claustro alto ha sido repuesto al espacio que ocupó, en un osado montaje casi acrobático.
  • 24. 25 Zona de los Palacios Reales Reconstrucción aproximada de la portada de la iglesia de san Gabriel, cuya parte inferior sirve hoy de puerta al cementerio del Carmen. Basada en un dibujo de Ventura Pérez cuyas proporciones son claramente inexactas, el cuerpo superior de la portada resulta enorme, por lo que se ha recreado con unas medidas más lógicas. Para la ambientación se ha elegido la fecha en que el colegio vivió sus últimos momentos: la invasión de Valladolid por los franceses que lo desalojaron y ocuparon a la vez que al vecino convento de san Agustín. Anexo a san Agustín, bajo su tutela y gobernado por monjes de la misma orden, existió el colegio de san Gabriel, todavía poco estudiado y aún menos conocido por la gente. Tras años de pugnas y duros controles por parte de los frailes de san Agustín, la comunidad de san Gabriel consiguió construir su tem- plo en 15916, cuya fachada reconstruida corona este párrafo. El monasterio de santa Catalina, ubicado en uno de los rincones que más sabor antiguo tiene de Valladolid, alberga muchas obras de arte de estimación. Allí está enterrado Juan de Juni. Existe una sencilla leyenda sobre el origen del monasterio, según la cual D.ª María Manrique, su fundadora, tuvo graves pro- blemas con sus hijos que se oponían fuertemente a su deseo, según Antolínez con tal vehemencia que uno de ellos... «...tuvo intento de matar a la madre. Habiendo sabido ella tan loca deter- 6 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL minación, dejó su lugar y se vino a Valladolid, enderezando su viaje por la HOYO. Patrimonio perdido: conventos villa de San Cebrián de Mazote, y aportó en un convento de monjas que desaparecidos de Valladolid. Pág. 296.
  • 25. 26 Rincones con fantasma En el plano de Ventura Seco se puede ver la iglesia de san Agustín (1) separada de la de san Gabriel (2) por un callejón que corresponde en su anchura con la capilla que el banquero Fabio Nelli compró al convento (3) y que anteriormente fue el primer oratorio del colegio. En la foto, aspecto actual del espacio que ocupó el colegio. En la ilustración grande, reconstrucción de la zona. tiene el lugar, que es de la orden de santo Domingo. Cuando llegó, estaba la priora haciendo oración a una imagen de un Cristo Crucificado, el cual la dijo: Abre la puerta a la señora de la Mota, que viene huyendo de su hijo. Y desde entonces quedó el crucifijo con la boca abierta.» Otro monasterio, el de santa Isabel, se alza frente a san Agustín y casi lin- daba antiguamente con la desaparecida iglesia de san Julián. Antes de ser con- vento fue un beaterio fundado, según Canesi, en 1462 por las vecinas de Cogeces D.ª Juana y D.ª Beatriz de Hermosilla, sobrina suya muerta en olor de santidad. La gente sentía cierta veneración por esta última, atribuyéndole varios milagros.7 La iglesia no tiene más que una nave, cubierta de bóveda gótica de terce- 7 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco. letes. Estas techumbres no resistieron un rayo que cayó en 1762, dañando el Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumen- tos religiosos de la ciudad de Valladolid. órgano y la sillería, aunque todos los destrozos fueron luego reparados. Lo que Parte segunda. Pags.131 y 132. no tocó el rayo fue la bonita celosía del coro, de estilo plateresco. El convento
  • 26. 27 Zona de los Palacios Reales Así se vería la iglesia de san Benito, si se dispone de un amplio y bello claustro, del que destacan los magníficos azuleja- hubieran conservado los dos pisos de ladrillo dos de las escaleras. que hacían aún más altos los colosales pilares de su fachada. A la derecha, el bello dibujo que se conserva con aquel aspecto, obra de El primer palacio real Parcerisa incluida en la obra “Recuerdos y bellezas de España” (1861). En la foto El monasterio de san Benito está edificado sobre lo que fuera alcázar inferior su estado actual. defensivo de la ciudad y primitivo palacio real, construido en la primera mitad del siglo XII con el fin de defender la frontera entre León y Castilla, reinos que andaban a la greña por aquellos años. Este castillo o “alcazarejo” fue cedido por el rey Juan I para acoger a una comunidad de monjes benedictinos. El monasterio se estaba construyendo ya en 1388, utilizando las piedras del anti- guo edificio.8 8 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco. Actualmente es una gran edificación, recientemente restaurada y recons- Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumen- truida, que en algunas de sus partes se ha convertido en un moderno Museo de tos religiosos de la ciudad de Valladolid. Arte Contemporáneo. De sus claustros destaca el conocido como “Patio Herre- Parte segunda. Pag 241.
  • 27. 28 Rincones con fantasma Reconstrucción aproximada del famoso “Rótulo de Cazalla”, lápida que dio nombre a Hay otras tres pistas sobre el aspecto la calle durante más de 220 años. No ha original del Rótulo de Cazalla. La pri- quedado ningún dibujo en que inspirarse, mera la dio Sangrador al decir que el pero sí varias copias del texto con algunas rótulo estaba en un “hueco reducido, variaciones. Agapito y Revilla cita que el rótulo fue cambiado en 1766, quizá por estar cerrado por una tapia”; no sería por lo muy deteriorado, y varios textos recopilados tanto una tapia muy larga. Antolínez corresponden a ese cambio. Debajo se nos aclara el material del que estaba reproduce la copia más fiable, la del texto hecha la tapia: “un paredón de piedra dejado por Matías Sangrador que sería el de que contiene un letrero manifestador la lápida original. Parece copiada tal y como de su delito”. La tercera pista nos la da estaba escrita, y gracias a eso podemos ver Agapito y Revilla al reproducir el acta que la placa era semicircular en su parte levantada por el Ayuntamiento cuando superior y estaba compuesta de dos textos separados. Aunque la copia está transcrita se desmontó la lápida en 1820: “se en caracteres góticos que el autor usaría quitó la piedra y pirámide del rótulo”. por hacerla legible y por razones Esta última puede ser una pista liosa, ornamentales (pues fue un tipo de letra pues la “pirámide”debe referirse a un muy usado durante la época romántica), remate de esa forma que coronaba la la placa estaría escrita en mayúsculas inscripción. ¿Pertenecería tal pirámide clásicas, escritura utilizada en ese periodo. a la placa original o a su copia del siglo Además, Canesi lo corrobora al citar las XVIII? No hay manera de saberlo, pero disposiciones del Santo Tribunal ordenando que la inscripción fuera: “...con letras muy siendo un motivo decorativo clásico y abiertas y claras, encima (sobre) propio de las fechas del primer rótulo, de una columna de piedra.” se ha optado por incluirlo en la repro- ducción. riano” por el estilo de su arquitectura. Se han realizado interesantes hallazgos arqueológicos del antiguo alcázar que se encuentran magníficamente expuestos al público. Su iglesia tiene una enorme portada que recuerda el pasado militar de aquella zona, construida sobre los planos que dejó Rodrigo Gil de Hontañón en 1569. El aspecto de sus grandes pilares era aún más impresionante, pues tuvo hasta mediados del XIX otros dos pisos más de ladrillo. En la casa que queda a la derecha de la iglesia tuvo su domicilio y taller el gran imaginero Alonso Berruguete, y aún se puede contemplar la portada rena- centista de la entrada. Al lado está la calle del doctor Cazalla, famoso luterano quemado vivo por la Inquisición en el Auto de Fe de 1599. El escarmiento que este pobre hombre sufrió, además de su ejecución, fue que sus casas fueran derribadas y sus suelos sembrados con sal. En el solar se colocó un rótulo recor- dando tan lamentable episodio, y tantos años se conservó que terminó dando nombre a la calle llamada “del Rótulo de Cazalla” largo tiempo. Tanto que es Portada de la casa de Berruguete, hoy posible que se trate del bando de una sentencia que más se ha conservado al convertida en ventana. público, pues fue sucesivamente renovado hasta el año 1820 en que el Ayunta- miento lo mandó quitar. Así fue como la memoria del doctor Cazalla estuvo expuesta a la vergüenza durante más de 220 años.9 9 Juan AGAPITO Y REVILLA. Las Gracias a la novela “El Hereje” de Miguel Delibes, se ha hecho popular calles de Valladolid. Pág. 115. el pobre doctor. El lector puede acudir también a la “Historia de Valladolid”
  • 28. 29 Zona de los Palacios Reales En el plano de Ventura Seco (arriba) podemos escrita por Canesi a mediados del siglo XVIII, donde se describe de una ubicar el solar donde seguramente estuvieron manera más o menos rigurosa la forma en la que fueron capturados el doctor las casas del doctor Cazalla (señalado). y sus correligionarios, y más fidedignamente el Auto de Fe en el que acabó el Canesi nos las sitúa en el “término del tétrico asunto. Quizá es la crónica más curiosa de cuantas se hayan escrito colegio de san Ignacio”. En ese término, claramente identificado en el plano, se ve sobre él. Relata que el conciliábulo de Cazalla fue delatado por la mujer de el solar de la única casa que falta en toda un platero que también era luterano, al que convenció para acompañarle a sus la calle, que quizá fuera la de nuestro reuniones. Como el platero, al grito de “aleluya”, quiso “practicar como desafortunado doctor. Una medición aproximada basada en el plano marido” delante de un crucifijo, quedó ella perpleja y delató a todo el perso- sitúa su correspondencia en la calle actual nal a la Inquisición. Otro dato curioso que da, es que a la delatora se la dedicó con la foto del recuadro. Si no estaba una estatua ... exactamente ahí no quedaría muchos metros más lejos. Agapito y Revilla aseguró «pintada de verde, que hasta hoy permanece en la casa en la que vivió en en sus escritos conocer exactamente el lugar, medio de la Platería, a mano derecha como se baja del Ochavo en un hueco ubicándolo “en el número 4 de la calle, entre pequeño.» lo que fue el parque de Artillería (colegio de san Ignacio) y el popular salón de baile La casa en cuestión ya no existe, como tampoco ninguna otra referencia a Romea”. De aquellos parajes, de principios tal estatua. No dudo que existiese, y por ser de color verde quizá se podría del siglo XX, quedan los mismos restos que de los retratados en el mapa relacionar de alguna manera con la vecina cofradía de la Vera Cruz que tiene de Ventura Seco: nada. ese color como distintivo, en consonancia con sus orígenes franciscanos. Que representase a la delatora sería una leyenda popular, ya que esto está escrito 150 años después de los hechos.
  • 29. 30 Rincones con fantasma Algunos autores sitúan la iglesia del Val en la misma esquina con la calle de Zapico, pero en el plano de Ventura Seco se ve perfectamente que estaba mucho más al centro de la plaza. Con base en el único dibujo que existe, obra también de una hornacina para la imagen titular, pondrían sobre la Ventura Pérez (ilustración pequeña) se ha intentado puerta una tabla de pintura, quizás cerrada con una reconstruir la iglesia del Val. Se trata de una imagen con- verja. Tampoco se ve muy bien si la inscripción y el fusa y la falta de descripciones escritas de su aspecto ha supuesto donante están pintados directamente en la hecho difícil la labor. ¿Son pinturas semejando jaspes los pared o forman un solo exvoto postizo junto con la hor- “berretes” que aparecen en el arco de la puerta y en las nacina. En el año 1702, según Canesi, se reedificó (o pilastras...? ¿Qué hornacina es ésa que se mete en el reformó) la iglesia haciéndose la fachada “toda de pie- ventanal...? Y sobre todo, ¿es un donante el sujeto que dra labrada”, pero conservando el rótulo. En cuanto a aparece “levitando” a la derecha del rótulo? Da la los materiales, pues las pilastras y el cuerpo bajo de la impresión de que la iglesia fue instalada reformando un fachada parecen estucados y pintados, por lo que no antiguo edificio del siglo XV o principios del XVI, a juz- parece lógico que fuera toda de piedra. gar por la moldura que enmarca la puerta de medio En la foto, aspecto que presentaría la plaza si no se hubiese punto de grandes dovelas. Dado que no disponían de derribado la iglesia.
  • 30. 31 Zona de los Palacios Reales También en la zona se levanta el castizo Mercado del Val, único superviviente de los tres de similares características que tuvo la ciudad. En la plaza donde está el mercado se alzaba la iglesia de Nuestra Señora del Val, de la que tomó el nombre. Se trataba de un pequeño templo de una sola nave, donde los plateros de la vecina calle de la Platería, constituidos en cofradía bajo la advocación de san Eloy daban culto a esta Virgen, según Antolínez, muy popular en la ciudad. San Pablo, una plaza de reyes La iglesia de san Pablo es otro de los emblemas de Valladolid gracias a su admirada fachada plateresca10. Fue construida en unos terrenos llamados “de la Cascajera”, concedidos por la reina doña Violante en 1276. Dio nombre a la plaza, que fue una de las más célebres de Valladolid pues en ella se celebraron suntuosas fiestas y actos de Estado, siendo el escenario preferido por los Gran- des de España para alardear de su pompa. Por aquí pasaron desde Santa Teresa 10 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y de Jesús a Napoleón y su hermano José Bonaparte; nacieron Felipe II, su hijo Fco. Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monu- el príncipe Don Carlos, Felipe IV y el infante Don Juan, hijo del emperador mentos religiosos de la ciudad de Valladolid. Carlos I, entre otras mil efemérides. Pág. 257.
  • 31. 32 Rincones con fantasma San Pablo, otro símbolo de la ciudad en el tiempo. En la superposición de la foto antigua, vemos que las columnas con los leones estaban originalmente mucho más adelantadas que como están actualmente. Lib. prd. “Valladolid, vivencias y fotografías”, pág. 45. El duque de Lerma, cuando asumió el patronato del monasterio a principios Una noticia curiosa sobre la zona, ocurrida el 7 de enero de 1831: del siglo XVII, elevó la altura de la iglesia, «...como a las siete y media u ocho de la noche, se presentó en la atmósfera añadiendo y cambiando de sitio un meteoro muy grande sobre esta ciudad, como por encima de San Pablo, los elementos de la fachada. Revolvió todo el conjunto de tal manera que hoy día su con un semblante de fuego tan vivísimo, que los habitantes que le vieron estudio es así de complicado. Esta última creyeron que se ardía la ciudad por el grande resplandor que daba, y otros actuación dejó san Pablo como es se consternaron al ver tal terrible fenómeno; y esto le sucedió a muchos en la actualidad. vecinos de los pueblos limítrofes que le observaron; y como a eso de las diez de dicha noche se fue deshaciendo en su marcha...» Astrónomos, ufólogos y demás estudiosos del cielo tienen aquí materia. San Pablo se encuentra enfrente del antiguo Palacio Real y al lado de la sede de la Diputación. El Palacio Real fue al principio propiedad de Francisco de los Cobos, quien lo vendió posteriormente al duque de Lerma que lo cedió a la Corona11. Del edificio destacan el patio y la escalera. Tuvo una torre que la gente llamaba “el peinador de la reina” que se cayó en 1732. 11 Jesús U RREA . Arquitectura y El edificio donde hoy se haya instalada la Diputación fue palacio de los nobleza. Pág. 123. Pimentel y los Ribadavia12. En el siglo XVI albergó la ceremonia de la jura como 12 Jesús U RREA . Arquitectura y príncipe heredero del futuro emperador Carlos V, y allí mismo nacería su hijo nobleza. Pág. 137. Felipe II. La fachada que se abre a san Pablo tiene una ventana con una reja, que
  • 32. 33 Zona de los Palacios Reales A la izquierda, reconstrucción aproximada de cómo sería la fachada de san Pablo en su forma original, realizada por Simón de Colonia entre finales del siglo XV y principios del XVI por encargo de fray Alonso de Burgos, obispo de Palencia. En la ilustración siguiente su posible aspecto tras la primera reforma del edificio, hecha escasos años después para elevarla a la altura de las bóvedas que sustituyeron a la primera techumbre de madera. Existen dudas sobre su aspecto entonces. En algunos estudios se propone la elevación de dos cuerpos más, pero no habría suficientes elementos escultóricos góticos para cubrir tanto espacio de entre los diseminados por la fachada. Siguiendo el estilo de Colonia y observando la fachada de la catedral de Ávila, también obra suya, se ha optado por poner todas las hornacinas góticas con santos en un único cuerpo formando el último piso, pues caben a la perfección y queda un conjunto armónico. El único resto de las dependencias externas de san Pablo es esta “puerta de los carros”, que daba acceso al monasterio por su parte trasera. En el plano de Ventura Seco se la localiza dando salida a la Rondilla de santa Teresa (en la ampliación), pero al variar con el tiempo el trazado de la calle, haciéndose casi recta, la puerta ha quedado en la otra acera. la tradición dice que fue cortada al medio para sacar al recién nacido y vuelta a cerrar con una gruesa cadena que aún hoy se puede observar. Dicen que se hizo así para que el niño perteneciese a la jurisdicción de san Pablo y se pudiera bauti- zar allí, pues si lo hubieran sacado por la puerta, habría pertenecido a la parroquia de san Martín. Frente a la Diputación y en el solar donde hoy se alza el edificio de los anti- guos juzgados, existió otro palacio que también pereció vergonzosamente ya en 1925 pese a estar en marcha su declaración como bien de interés artístico. Se trata del palacio del marqués de Távara13 y es una doble lástima, no sólo por su pérdida, sino porque además la plaza hubiera ganado aún más vistosidad y 13 Jesús U RREA . Arquitectura y sabor renacentista si se hubiera conservado. nobleza. Pág. 317.
  • 33. 34 Rincones con fantasma Más o menos así luciría el palacio de Távara Junto a san Gregorio se erige la Casa del Sol y la iglesia de san Benito el viejo, de existir aún. Ha sido cuestión de retocar, fundaciones de Diego Sarmiento y Acuña, conde de Gondomar. Este noble fusionar y colorear unas viejas fotos recopiladas por Jesús Urrea en varios de sus trabajos. poseyó una magnífica biblioteca. Escribió Sangrador: «Se cuenta que este caballero estando de embajador en Inglaterra, suplicó repetidas veces al rey le permitiese regresar... porque temía morir... entre protestantes... Habiendo vuelto a Valladolid, murió. Su cadáver fue pri- meramente depositado en la bóveda de la iglesia, con un hijo suyo de corta edad. Convertida la iglesia en almacén de utensilios de guerra, fue extraído el ataúd y trasladado a una panera; desde allí, después de algunas profa- naciones, paso a ocupar el hueco de una chimenea, y por último desde este sitio pasó otra vez a la iglesia donde le vi no hace muchos años abando- nado. Es muy extraño que los Sres. Condes de Gondomar, sus sucesores, no hayan tratado de colocar estas dos momias en un sitio mas decoroso. Si D. Diego Sarmiento hubiera muerto entre protestantes, sus cenizas hubie- ran sido indudablemente más respetadas.»
  • 34. 35 Zona de los Palacios Reales La Casa del Sol, llamada así por el de piedra que corona su fachada. En la superposición de la foto antigua, se ve sobre el arco de la puerta el rótulo que indicaba el uso que tuvo como convento de Oblatas y “centro de corrección y moralización de jóvenes”. Lib. prd.“Valladolid, imágenes del ayer”, pag. 147. Aquellas monjitas lo ocuparon hasta hace no mucho, y eran famosas por sus habilidades con la aguja, pues remendaban rotos y quemaduras como nadie. En la ilustración, los restos del conde de Gondomar en una foto tomada cuando se devolvieron a su tumba en 1991 tras la restauración de san Benito el Viejo, desde En la Casa del Sol, sobre el entablamento de las columnas dobles de la la iglesia de san Martín. A su lado en fachada que hay a cada lado de la puerta, había dos estatuillas que, por formar el ataúd se puede ver la parte inferior parte de una ornamentación renacentista simétrica, miraban a lados opuestos. de la momia de un niño que, según Según cuenta Agapito y Revilla en su libro “Las calles de Valladolid”, la gente les la “Historia de Valladolid” de Sangrador, corresponde a un hijo suyo. En el texto sacó su copla como ocurrió con las figuras de la ventana del palacio de los Val- se explica el curioso periplo de verde, y las bautizó como “los mal casados”. los dos cadáveres, según este autor.
  • 35. 36 Rincones con fantasma Recreación de los preparativos de la procesión De san Pablo partía la Procesión del Entierro, que celebraba la penitencial que las Angustias sacaba de san Pablo de las Angustias cada Semana Santa. Esta procesión, con el devenir de los años, la tarde del Viernes Santo. Está ambientada en los primeros tiempos de la penitencial, se transformaría en otra de las joyas de la ciudad: la Procesión General de la en concreto a finales del siglo XVI antes de Pasión, declarada de interés turístico internacional. Hoy día sale de la iglesia de que el duque de Lerma alterase la fachada de san Pablo. En aquellos años la cofradía las Angustias por ser esta cofradía su patrocinadora y la que cierra el desfile. Se todavía no tenía su magnífica iglesia actual, considera que esto es así desde que comenzó a organizarla, en 1810, José Timo- sino que su primer oratorio estaba en teo Monasterio, entonces alcalde de la penitencial. La primera Procesión General, la cercana calle llamada hoy de la Torrecilla. Tampoco tenía ningún “paso” enteramente entendida como la primera en que desfilaron juntas todas las penitenciales, salió de talla, salvo la Virgen de los Cuchillos, el Viernes Santo 21 de abril de dicho año, después de dos sin celebrarse proce- que aún no tenía cuchillos. siones debido a la invasión napoleónica. La verdad es que al bueno de don José Timoteo casi no le quedó más reme- dio que organizarla pues, en su condición de comisario de Policía de la ciudad recibió para ello una orden del general francés Kellermann. Este militar estaba al cargo de las tropas francesas que ocupaban nuestra comarca y sin duda, por contentar al pueblo invadido, le mandó que organizase la Procesión del Santo
  • 36. 37 Zona de los Palacios Reales Entierro que entonces era la más prestigiosa. La orden especificaba además que participasen en ella todas las cofradías. El prestigio de esta procesión provenía de que antiguamente los miembros de la Chancillería desfilaban en ella, pues pertenecían a las Angustias, y qué mejor para apaciguar al pueblo que ofrecerle una de sus cosas más respetadas y de mayor raigambre. Venía de muy atrás la devoción mariana de los componentes de la Chancillería, pues en un testamento fechado en 1452 se cita una cofradía «de la conçebiçion de la virgen gloriosa sennora santa María de los escri- vanos e procuradores de la corte e chançelleria...»14. La iniciativa de resucitar las procesiones tuvo gran éxito. Al entusiasmo de don Timoteo se sumó el de las otras penitenciales, hasta entonces igual de mus- tias todas, las cuales «luego que reciuieron dicha orden, se llenaron de Jubilo e inmediatamente dieron parte a sus cofradías e indiuiduos, y enterados que fueron de lo que 14 Adeline RUCQUOI. Valladolid en tanto deseaban, dando gracias al acedor de tan buena como cristiana obra». la Edad Media: la villa del Esgueva. Pág. 91.
  • 37. 38 Rincones con fantasma Luego de altibajos y vicisitudes, a principios del siglo XX, el arzobispo Gandásegui restauró las procesiones, y la General del Viernes Santo se comenzó a celebrar con la participación de todas las cofradías entonces existentes, tal como hoy en día. El contiguo palacio de Pimentel, actual Diputación, tendría un aspecto parecido al actual pues también fue reformado por esas fechas. Del aspecto de los cofrades en procesión hay muy pocos datos, tan solo que iban con túnicas negras y que llevaban una “insignia de una Señora de la quinta Angustia”. Sabemos la forma de los pendones azules que abrían los claros, gracias al dibujo de la planta de la procesión de 1619 (al lado).
  • 38. Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande
  • 39.
  • 40. 41 La calle Santiago (así, sin “de”) es el pasillo de casa que conduce al salón que es la plaza Mayor. Su magia radica en que la gente sigue paseando por ella despacio, a pesar de que nos la han llenado de bancos y oficinas repletas de vecinos estresados con corbata. Quizá sean sus comercios, o que de siempre ha sido el lugar donde “encontrarse por casualidad” con amigos y familiares... El caso es que no hay Carnaval, Semana Santa, o chirigota de Ferias sin la calle Santiago. Calle Santiago La iglesia de Santiago que da nombre a la calle tuvo su origen en una pequeña ermita dedicada al Santo Cristo de Escobar, existente ya en el año 11041. La atendía una cofradía bajo la advocación de Santiago, nombre que adoptó el templo cuando pasó a ser parroquia en el año 1400. El rico mercader Luis de la Serna, que perteneció a la parroquia, reedificó la iglesia a su costa, dicen que para huir del acoso de la Inquisición. La iglesia tiene un pórtico renacentista en la entrada que se abre al popu- lar Atrio de Santiago, donde se encontraba otra de las instituciones de Vallado- lid: el quiosco de la “chata”, la última voceadora de “El Norte de Castilla”, hoy jubilada y traspasado el negocio. La iglesia guarda importantes obras de Alejo de Vahía, Berruguete, Fran- cisco de Rincón, Leoni y Juan de Ávila. En 1974 se descubrieron los cuatro nichos funerarios de la familia de la Serna, que se encontraban tapiados en el presbiterio. Son de interés no sólo por ser obra de Alejo de Vahía, sino por la escasez de obras góticas de este tipo que hay en la ciudad. El primitivo retablo que tuvo el presbiterio, se dice que lo trajo don Luis de la Serna nada menos que de Florencia, declarando a sus amigos que le había costado tanto como si fuera de plata. Era de barro cocido y vidriado y de él no queda ni rastro, salvo el caso improbable de que también se encuentre emparedado tras el retablo mayor. De la portada de la iglesia se sale a la calle de los Héroes del Alcázar, lla- 1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Jesús mada en la antigüedad “de la Tumba” por el cementerio de la parroquia que en URREA. Monumentos religiosos de la ciudad ella se hallaba. de Valladolid. Parte primera. Pág. 188.
  • 41. 42 Rincones con fantasma La calle de Santiago desde siempre ha tenido una gran afluencia de gente. Una superposición del ayer y del hoy en su cruce con Claudio Moyano. Lib.prd. “Valladolid, vivencias y fotografías”. Pág. 30. Calle de los Héroes del Alcázar, ayer y hoy. Lib. prd. “Valladolid, vivencias y fotografías”. Pág. 73.
  • 42. 43 Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande
  • 43. 44 Rincones con fantasma En su antigua condición de entrada a la ciudad, la calle de Santiago tuvo un gran arco a modo de puerta que desapareció con las remodelaciones del siglo XIX. Una lástima como otras tantas. Lindando con Santiago estuvo la antigua morería, en el barrio llamado de Santa María, que contaba entre sus vecinos con un importante porcentaje de carpinteros. La reina Juana en 1515 dio una merced por la que 30 de estos arte- sanos quedasen exentos de huéspedes y no se pudiese sacar de sus casas ropas, aves ni cosa alguna, aunque estuviese la corte. A cambio de tal “merced” tan sólo exigía de los privilegiados que cada vez que hubiese un fuego, corriesen con sus herramientas a apagarlo. Bomberos a la fuerza. Plaza de Zorrilla y Campo Grande La cofradía de la Vera Cruz tuvo una ermita o humilladero en la actual plaza de Zorrilla, al igual que el que la penitencial de la Pasión tenía situado fuera de la ciudad, pasando el puente Mayor. Ambos fueron derribados por los franceses durante la guerra de la Independencia para evitar que las guerrillas se parapetasen detrás. Esto ocurrió según el diario de Hilarión Sancho, el 17 de enero de 1809, pero de esta noticia hay versiones contradictorias, pues se con- servan crónicas que dicen que los derribos se debieron a su ruina. El humilladero de la Cruz, oratorio de la cofradía durante muchos años, se alzaba enfrente de lo que luego sería Hospital de la Resurrección, donde hoy se Suerte que se conserve una vieja foto levanta la llamada “casa de Mantilla”, bonito edificio que fue la comidilla de la del Arco de Santiago rescatada por época por ser el primero que contó con luz eléctrica y ascensores. El hospital se M.ª Antonia Fernández del Hoyo y que se conserva en la Casa de Zorrilla que, construyó sobre el solar de la antigua Mancebía pública, rancia institución valli- restaurada y coloreada me ha servido para soletana de la que algunas fuentes sitúan la fundación a finales del siglo XIV. recrear la zona si aún se conservase (arriba). Este lugar, donde se recogían y ejercían las señoras de mala vida, estuvo Lo podríamos ver a la altura de Claudio regentado por la cofradía de Ntra. Sra. de la Consolación y la Concepción, a la Moyano como indica el fragmento del plano de Ventura Seco. que la ciudad compró el “negocio” en 1541 con la sana intención de cambiarlo a un sitio más discreto y entregar el edificio a los promotores del futuro hospi- tal. Eso sí, dejando bien claro que «...lo que rentaren las dichas casas y exerçiçio publico de dichas mugeres se convierte para los propios de esta villa...» Estaba claro que la Mancebía debía funcionar «...para evitar las enfermedades que se podrían Rescreçer no aviendo muge- res publicas.» De esta manera se defendía la salubridad y se administraba el negocio por vía legal. Este alegre panorama era el que vieron durante 55 años los cofrades de la Cruz cada vez que acudían al humilladero, hasta que los promotores del hospi- tal, cansados de esperar la cesión del edificio por parte del municipio que no
  • 44. 45 Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande acertaba a encontrar nuevo acomodo a sus “trabajadoras sociales”, invadieron la Mancebía el Domingo de Ramos de 1553 llenando el edificio de pobres enfermos ante el asombro de las “damas”. Una vez establecido el Hospital de la Resurrección, ejerció sus funciones durante largos años hasta su desaparición a finales del siglo XIX. En esas fechas se llevó a cabo la alineación de la calle derribando todo lo que molestaba, con lo que este edificio dio con sus vetustas piedras en el suelo. Su fachada con el Cristo Resucitado se conserva en el jardincillo de la casa de Cervantes, y no está mal el sitio, teniendo en cuenta que el universal escritor imaginó a los famosos Templete del Campo Grande, tristemente y locuaces mastines, Cipión y Berganza, como vigilantes del hospital en sus desaparecido. Lib. prd. “Valladolid, “Novelas ejemplares”. vivencias y fotografías”. Pág. 116.
  • 45. 46 Rincones con fantasma El entorno del Campo Grande, centenario pulmón verde de la ciudad cuya historia es tan rica que ya está recogida en libros por entero dedicados a él, ha servido de escenario a torneos, ejecuciones, algaradas, acampadas y desfiles cas- trenses, pregones, subastas… Algunas ejecuciones y almonedas, entresacadas de las crónicas de Ventura Pérez, nos resultan hoy vergonzosas e increíbles, como la puesta a la venta (en el año 1724) «...de seis moros con las mulas.» No es el único suceso ocurrido en el Campo Grande que hoy nos escan- daliza, pues dos años después, a un tal Juan Rodríguez «dieron garrote y le quemaron por sodomita, y al que cooperó con él, lla- mado Luis de la Rosa, le echaron a presidio. El quemado andaba vestido de mujer y hacía todas las labores de coser, hilar, hacer media, encajes y ropa blanca...» Cruel castigo a tan “graves crímenes” que cometió el pobrecillo, pero es que en aquellos tiempos se zanjaban hasta los pequeños problemas sociales de En la foto, único dibujo fiable que se una manera algo brusca. Por ejemplo, el actual problema del tabaquismo que conserva del humilladero de la Vera Cruz, tantas campañas y dinero cuesta hoy al Estado, se solventó en 1746 con un pequeño fragmento del plano obra de Diego Pérez, tan poco definido que resulta imposible edicto ordenando... al autor de estos textos reconstruirlo. «...que nadie tomase tabaco y rapé, que era un tabaco de Francia, con pena de la vida.» Hay más edictos curiosos, como el dictado en 1842 en el que se prohibía «el distintivo del bigote y toda insignia militar a las personas que no tuvie- sen derecho a llevarlas, pues de ese abuso resultaban perjuicios a la buena opinión de tan benemérita clase.» También es verdad que la clásica picaresca española aún no había desapa- recido por esas fechas, y es hasta cierto punto lógica la dureza de las autorida- des que tenían que lidiar, por ejemplo, con caraduras del calibre de un tal Manuel Francisco Díaz, “lumbrera” que proponía en 1716 un método de ense- ñanza con el que los niños aprenderían a leer en sólo dos meses y ¡la lengua griega en cuatro días! Al hablar del Campo Grande, hay que mentar la popular Feria del Suda- rio que se celebraba en él hasta hace poco durante la Semana Santa. Esta “feria” tenía sus orígenes en una romería que tenía lugar desde tiempos antiguos, cono- cida también como “del Sudario”, durante la cual se montaba un mercadillo de artesanías y bagatelas, transformándose con el tiempo en feria de atracciones. Esta romería tenía lugar durante la Pascua de Resurrección, para venerar un Santo Sudario propiedad del desaparecido convento de Nuestra Señora de la Laura, del patronato de la Casa de Alba. Cuentan las crónicas del convento que el duque don Fadrique quiso hacer una copia de la Sábana Santa de Turín, pero estando la ciudad en guerra no le fue posible hacerse con los servicios de un pintor que la copiase tan rápido como la urgencia de aquellos peligrosos
  • 46. 47 Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande momentos demandaba. El duque, contrariado, decidió poner el lienzo sin pin- tar sobre la reliquia de Turín, por aquello de que su contacto pudiera dejar alguna virtud en él. La leyenda dice, como no podía ser de otra manera, que milagrosamente quedó grabada la santa imagen en el lienzo en blanco. La ver- dad, menos poética, es que el tal milagro está catalogado como “pintura sobre tela, 207 x 80 cms.” Es un milagro al óleo. ¡Qué desencanto!2. El duque fue enterrado en el monasterio, pero su recorrido no terminó allí. Durante la guerra de la Independencia los franceses ocuparon el convento «...reuniendo las monjas a las del convento de Santa Ana; También lleva- ron a dicho convento el cadaver que se hallaba íntegro del gran duque de Alba, los huesos de su esposa y un venerable capuchino su confesor: el duque estaba en un ataúd de terciopelo negro, como si estuviese acabado de hacer, lo mismo el manto capitular y borlas de plata, a pesar de 250 años o más que estaba en dicho convento de la Laura, como fundador de él.» Situación del convento de san Juan de Dios, según el plano de Ventura Seco. La Academia de Caballería es punto de referencia visual de la plaza de A su lado, antigua foto donde se puede ver Zorrilla. Se trata de un ostentoso palacio inspirado en el de Monterrey de Sala- el convento tras la estatua de Zorrilla. manca. Frente a su fachada, la estatua dedicada al regimiento de cazadores de El drástico cambio de la zona impide recrearlo en el espacio actual. Alcántara, cuerpo de caballería que fue aniquilado casi en su totalidad al cargar Lib. prd.: M.ª A. FERNÁNDEZ DEL HOYO. a la desesperada contra las fuerzas marroquíes en Annual en 1921. Es una deli- “Patrimonio perdido: conventos desaparecidos cada obra de Mariano Benlliure, llena de movimiento. de Valladolid”. Pág. 449. En terrenos cercanos a la Academia estuvo el convento de san Juan de Dios, antes Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, creado y aten- dido por la cofradía de su mismo nombre en 15913. Casi a la vez llegaron a Valladolid los hermanos hospitalarios de san Juan de Dios, ocupándose de aten- 2 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco. Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumentos der el Hospital de la Resurrección. religiosos de la ciudad de Valladolid. A principios del siglo XVII pasaron a regentar también este de los Desam- Pág. 158. parados a causa de la muerte de don Luis de Mahudes, su administrador y 3 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL benefactor. Este hombre fue mentado por Cervantes en el “Coloquio de los HOYO. Patrimonio perdido: conventos desa- Perros”, donde Cipión y Berganza son llamados los “perros de Mahudes”. parecidos de Valladolid. Pág. 443.