Un documento describe lesiones cerebrales traumáticas, incluyendo conmociones cerebrales y lesiones más graves. Las causas comunes incluyen caídas, accidentes automovilísticos e impactos deportivos. Los síntomas varían desde dolores de cabeza hasta pérdida de conciencia, dependiendo de la gravedad. El tratamiento incluye descanso para lesiones leves y estabilización y terapia para lesiones moderadas a graves.
2. Una lesión cerebral traumática ocurre después de un golpe, impacto o sacudida de la
cabeza. Esto puede hacer que el cerebro rebote o se golpee dentro del cráneo, en
ocasiones estirándose y dañando las células. Las lesiones cerebrales traumáticas
varían de leves a graves.
Una conmoción cerebral es un tipo de lesión cerebral traumática leve y no pone la
vida en peligro, pero sus efectos pueden ser significativos. Las lesiones cerebrales
traumáticas más serias pueden causar síntomas físicos y psicológicos graves, coma e
incluso la muerte.
3. ¿Cuáles son las causas?
Hay dos tipos principales de lesiones cerebrales. Las lesiones no penetrantes son causadas por
eventos como una caída, un accidente automovilístico, una lesión deportiva o ser golpeado con un
objeto. Las lesiones penetrantes ocurren cuando el cráneo es perforado por un objeto como una bala,
un fragmento de hueso o un arma como un cuchillo.
•Las caídas son la causa principal de lesiones cerebrales traumáticas, representando casi la mitad de las
visitas a las salas de emergencia por estos traumas.
•Los adultos de 65 años o más y los niños menores de 17 años son los que tienen más probabilidades
de lesionarse la cabeza por una caída.
•Ser golpeado por un objeto es la segunda causa más común de visitas a salas de emergencias por una
lesión cerebral traumática.
•Los accidentes automovilísticos son la causa más común de lesiones cerebrales traumáticas en adultos
jóvenes.
4. ¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas de una lesión cerebral traumática dependen de su gravedad y del grado de
daño cerebral.
Lesión cerebral traumática leve:
•Dolores de cabeza
•Confusión
•Mareos o vértigo
•Problemas de la vista
•Zumbidos en los oídos
•Fatiga
5. • Problemas con la memoria, la concentración o el pensamiento
• Pérdida breve de la consciencia, en algunos casos
Lesión cerebral traumática moderada a grave:
• Dolor de cabeza que empeora o no desaparece
• Náuseas o vómitos
• Convulsiones
• Pupila (centro oscuro del ojo) más grande de lo normal en uno o ambos ojos
• Arrastrar las palabras al hablar
• Debilidad o entumecimiento en brazos y piernas
• Pérdida de la coordinación
6. ¿Cómo se trata?
Los principales tratamientos de las lesiones cerebrales traumáticas leves son modificar
sus actividades y un retorno gradual a las actividades normales. Hacer demasiado
muy pronto puede retrasar la recuperación. Hable con su profesional de la salud si los
síntomas no mejoran, empeoran o persisten por más de un mes.
Si la lesión cerebral traumática es de moderada a severa, su profesional de la salud lo
estabilizará para prevenir más daño al cerebro. Se concentrará en controlar la presión
arterial, chequear la presión dentro del cráneo y asegurar que el cerebro reciba
suficiente sangre y oxígeno. Puede ser necesaria una operación, medicamentos para
los efectos secundarios y terapia para los efectos físicos y mentales.
7. Inestabilidad vertebral
Qué es
La “inestabilidad vertebral” consiste en el aumento global del desplazamiento de las
vértebras en los movimientos de la columna vertebral. Conceptualmente, corresponde a que
la columna vertebral no está “bien sujeta”, de manera que las vértebras se mueven “más de
lo normal”.
8. Cómo se producen
Algunos casos de cáncer, especialmente, de metástasis cancerosas en las vértebras, pueden destruir parte del hueso que forma las articulaciones vertebrales y causar una inestabilidad evidente
en esas articulaciones. Lo mismo sucede en enfermedades sistémicas inflamatorias como la artritis reumatoide, en la que se puede “luxar” una de las articulaciones que une la primera y segunda
vértebra cervicales, la articulación “atlanto-axoidea”, lo que puede conllevar riesgo de compresión medular grave. También algunos traumatismos especialmente importantes, generalmente por
accidente de coche, que lesionen estructuras esenciales en el funcionamiento de la columna vertebral (como ligamentos importantes), o fracturen el propio hueso que forma la articulación, pueden
conllevar “inestabilidad” de la articulación y requerir tratamiento. Esas alteraciones no son “síndromes mecánicos del raquis”, por lo que no se tratan en esta web.
Durante muchos años se ha considerado que el “movimiento excesivo” que define a la “inestabilidad”, constituía un “síndrome mecánico del raquis” y era una causa de dolor de cuello o espalda,
asumiendo que también podía desencadenar compresión de una raíz nerviosa y causar dolor irradiado al brazo en caso de “inestabilidad” cervical, o la pierna en caso de “inestabilidad” lumbar.
Sin embargo, no existe una definición exacta y fundamentada de “inestabilidad” (es decir, de a partir de cuántos milímetros el desplazamiento de una vértebra sobre la adyacente es “mayor de lo
normal” o “puede causar dolor u otros problemas”). A veces también se considera como “inestabilidad” la espondilolistesis, pues implica un desplazamiento de las vértebras, lo que algunos
consideran que refleja la “inestabilidad” de la columna vertebral.
En condiciones normales, la “estabilidad” de la columna depende esencialmente de la congruencia entre el espesor del cartílago de la articulación facetaria y el grosor del disco intervertebral , los
ligamentos que unen las vértebras (por su capacidad de sujeción en sí misma y, sobre todo, porque sus “mecanorreceptores” actúan como “detectores” de las posturas y movimientos que
desencadenan la contracción muscular) y, sobre todo, de la tensión dinámica que aporta la musculatura implicada en el funcionamiento de la espalda (abdominales, paravertebrales, glúteos, etc.).
Durante años se ha considerado que la degeneración de los elementos que componen la estructura de la columna vertebral (como la vértebra, el disco o los ligamentos), podía causar
“inestabilidad”. Tradicionalmente, para diagnosticarla se hacían radiografías de perfil, pidiendo al paciente que se arqueara tanto como pudiera hacia atrás (“hiperextensión”) y hacia adelante
(“hiperflexión”), y se medía el desplazamiento de una vértebra sobre la adyacente. Si ese desplazamiento sobrepasaba cierto límite, se diagnosticaba “inestabilidad”. No existe consenso sobre cuál
es ese límite (2 milímetros, 3 milímetros, etc.), que ha variado a lo largo del tiempo, de un ámbito a otro, y de un médico a otro. De hecho, de acuerdo con la evidencia científica actual, se considera
que esas radiografías tienen un valor diagnóstico nimio o inexistente, incluso en casos de sospecha de “inestabilidad” subsiguiente a un traumatismo.
9. Síntomas
Aunque durante muchos años se ha creído que la “inestabilidad” podía causar dolor, realmente no hay pruebas de que sea así. Se ha creído que la “inestabilidad” podía producir
dolor por varios mecanismos: la sobreexcitación de los receptores nerviosos situados en los tendones y ligamentos, la tensión que el desplazamiento podía causar sobre los
ligamentos y tendones, el desencadenamiento de contracturas musculares reflejas a causa de la excesiva movilidad de la articulación, o la irritación o compresión de la raíz
nerviosa que el hueso “demasiado móvil” podía desencadenar.
Sin embargo, a fecha de hoy no se ha logrado probar científicamente que ninguna de esas hipótesis ocurra en la realidad. De acuerdo con los resultados de los estudios
científicos realizados, un paciente puede tener dolor y mostrar imágenes de “inestabilidad” (como sea que se defina ese concepto), pero no hay ninguna prueba científica de que
el dolor se deba a la inestabilidad, que se observa igual entre quienes tienen y quienes no tienen dolor.
No obstante, algunos médicos siguen planteando que el diagnóstico de “inestabilidad” constituye un motivo para fusionar las vértebras quirúrgicamente de los pacientes con
afecciones degenerativas, con el objetivo de darle “estabilidad” al segmento vertebral operado. Pero la realidad es que las pruebas científicas existentes demuestran que ni es
posible definir qué es “inestabilidad” pues no hay un criterio sólido y unánime, ni hay pruebas de que la “inestabilidad” sea una enfermedad que verdaderamente cause dolor, ni
las hay de que la fusión vertebral mejore la evolución de esos pacientes (o la mejore más que el ejercicio intenso).
En las personas sanas, en las que tras un accidente importante (típicamente de coche), aparece un dolor importante que persiste más allá de unos días, la resonancia magnética
muestra imágenes que sugieren la lesión de algún ligamento, y se observa una “inestabilidad” que previamente no existía, tal vez pueda plantearse que esa lesión esté causando
el dolor (probablemente mediante el desencadenamiento de una contractura muscular refleja). Sin embargo, ninguna prueba científica demuestra que esa hipótesis sea cierta y,
salvo porque en esos casos tal vez tenga sentido plantearse el uso transitorio de dispositivos que reduzcan la movilidad vertebral (una faja lumbar o un collarín cervical), el
tratamiento es el mismo que el del dolor de cuello o espalda no desencadenado por la sospecha de “inestabilidad”.
En la práctica, basándose estrictamente en las pruebas científicas existentes, establecer un diagnóstico objetivo de “inestabilidad” vertebral por causas degenerativas, es
imposible e irrelevante para el tratamiento o pronóstico del dolor de cuello o espalda. Por lo tanto, los pacientes con dolencias del cuello o espalda que muestran signos
radiológicos de “inestabilidad”, deben ser tratados igual que aquellos que no los tienen.
10. Riesgos
Puede ser grave la “inestabilidad” secundaria a traumatismos muy importantes, especialmente en el cuello, o a
enfermedades sistémicas como algunos tipos de metástasis cancerosas en la vértebra o la luxación “atlanto-axoidea”
en la artritis reumatoide.
Sin embargo, nada demuestra que el diagnóstico de “inestabilidad vertebral” por degeneración, que es lo que
realmente se consideraba un “síndrome mecánico del raquis”, sea grave, cause síntomas, o ni siquiera constituya
una enfermedad.
Actualmente es imposible saber cuántas personas (perfectamente sanas y sin dolor), muestran signos radiológicos
de “inestabilidad vertebral”, pues no han hecho estudios para determinarlo (que además tendrían problemas éticos,
pues obligarían a irradiar a personas sanas sin que de ello emanara ningún beneficio esperable). Por lo tanto,
tampoco existen estudios que aporten datos sobre la evolución a largo plazo de esa “inestabilidad” radiológica.
Sin embargo, según los estudios científicos, lo que hoy en día se sabe es que nada respalda el concepto de que ese
sea un motivo de dolor o problemas, por lo que probablemente sea irrelevante. De hecho, incluso los casos
de espondilolistesis (que reflejan un grado extremo de “inestabilidad persistente”, por cuanto que significa que una
vértebra está –persistentemente- desplazada con respecto a las demás) son irrelevantes, salvo la mínima fracción de
ellos que causa “estenosis espinal sintomática”.
11. Tratamiento
La inestabilidad debida a traumatismos o enfermedades sistémicas (no a “síndromes mecánicos del raquis”), puede requerir inmovilización transitoria y, en
algunos casos, cirugía.
No existe evidencia científica de que la “inestabilidad” atribuida a causas degenerativas, que es la que podría considerarse un eventual “síndrome mecánico del
raquis”, sea realmente una “enfermedad” ni, por lo tanto, requiera tratamiento.
Si se considerara como una “enfermedad” que pudiera causar dolor, estaría indicada la realización de ejercicio para potenciar la musculatura y, especialmente,
los “músculos estabilizadores”. Sin embargo, como el ejercicio ha demostrado tener un efecto positivo en el conjunto de los pacientes con dolencias del cuello y
la espalda (tengan o no tengan signos radiológicos de “inestabilidad”), no está claro que la mejoría del dolor de los pacientes que presentaran dolor y esos signos
(que no necesariamente dolor “debido a” la inestabilidad) se debiera a una eventual mejoría de la inestabilidad (en vez de, simplemente, al efecto del ejercicio
sobre los síndromes mecánicos del raquis).
Los casos de “inestabilidad” en los que existe compresión neurológica (especialmente, de la médula) o alto riesgo inminente de que así sea, tienen que ser
operados para fijar la vértebra en su posición correcta, mediante una “artrodesis”. Eso sucede en algunos casos en los que la “inestabilidad” es debida a
traumatismos graves o enfermedades sistémicas; el único caso en el que algo parecido podría suceder debido a un “síndrome mecánico del raquis”, serían los
casos de estenosis espinal debida a espondilolistesis.
Cuando no se da esa situación, los resultados de los estudios científicos reflejan que los pacientes con dolencias del cuello y la espalda en los que se observan
signos radiológicos de “inestabilidad” (usando cualquiera las definiciones que se han propuesto), deben ser tratados igual que aquéllos en los que no se observan
esos signos, sin que tenga sentido plantear la fijación de las vértebras a causa de esa supuesta inestabilidad.