1. MORIR EN LA PAVADA
Mamerto Menapace
Cuando una vez un catamarqueño, que andaba repechando la cordillera, encontró entre las rocas
de las cumbres un extraño huevo. Era demasiado grande para ser de gallina. Además hubiera sido
difícil que este animal llegara hasta allá para depositarlo. Y resultaba demasiado chico para ser de
avestruz. No sabiendo lo que era, decidió llevárselo.
Cuando llegó a su casa, se lo entregó a la patrona, que justamente tenía una pava empollando una
nidada de huevos recién colocados. Viendo que más o menos eran del tamaño de los otros, fue y lo
colocó también a este debajo de la pava clueca. Dio la casualidad que para cuando empezaron a
romper los cascarones los pavitos, también lo hizo el pichón que se empollaba en el huevo traído de
las cumbres.
Y aunque resultó un animalito no del todo igual, no desentonaba demasiado del resto de la nidada.
Y sin embargo se trataba de un pichón de cóndor. Sí señor, de cóndor, como usted oye. Aunque
había nacido al calor de la pava clueca, la vida le venía de otra fuente. Como no tenía de dónde
aprender otra cosa, el bichito imitó lo que veía hacer. Piaba como los otros pavitos y seguía a la pava
grande en busca de gusanitos, semillitas y desperdicios. Escarbaba la tierra y a los saltos trataba de
arrancar las frutitas maduras del tuitá. Vivía en el gallinero y le tenía miedo a los cuzcos lanudos que
muchas veces venían a disputarle lo que la patrona tiraba en el patio de atrás, después de las
comidas. De noche se subía a las ramas del algarrobo por miedo de las comadrejas y otras alimañas.
Vivía totalmente en la pavada, haciendo lo que veía hacer a los demás. A veces se sentía un poco
extraño. Sobre todo cuando tenía oportunidad de estar a solas. Pero no era frecuente que lo dejaran
solo. El pavo no aguanta la soledad, ni soporta que otros se dediquen a ella. Es bicho de andar
siempre en bandada, sacando pecho para impresionar, abriendo la cola y arrastrando el ala.
Cualquier cosa que los impresione, es inmediatamente respondida con una sonora burla. Cosa muy
típica de estos pajarones, que a pesar de ser grandes, no vuelan.
Un mediodía de cielo claro y nubes blancas allá en las altura, nuestro animalito quedó sorprendido
al ver unas extrañas aves que planeaban majestuosas, casi sin mover las alas. Sintió como un
sacudón en lo profundo de su ser. Algo así como un llamado viejo que quería despertarlo en lo íntimo
de sus fibras. Sus ojos acostumbrados a mirar siempre al suelo en busca de comida no lograban
distinguir lo que sucedía en las alturas. Pero su corazón despertó a una nostalgia poderosa. ¿Y él por
qué no volaba así? El corazón le latió, apresurado y ansioso.
Pero en ese momento se le acercó una pava preguntándole lo que estaba haciendo. Se rio de él
cuando sintió su confidencia. Le dijo que era un romántico y que se dejara de tonterías. Ellos estaban
en otra cosa. Tenía que ser realista y acompañarla a un lugar donde había encontrado mucha frutita
madura y todo tipo de gusanos. Desorientado, el pobre animalito se dejó sacar de su embrujo y siguió
a su compañera que lo devolvió a la pavada. Retomó su vida normal, siempre atormentado por una
profunda insatisfacción interior que lo hacía sentir extraño.
Nunca descubrió su verdadera identidad de cóndor. Y llegado a viejo, un día murió. Sí,
lamentablemente murió en la pavada como había vivido. ¡Y pensar que había nacido para las
cumbres!
CUESTIONARIO
1) Compare este relato con el del Patito Feo. ¿Es la misma historia? SI-NO. ¿Por qué?
2) Compare al Pichón protagonista con Juan Salvador Gaviota. ¿En qué se parecen? ¿En qué no se
parecen?
3) Fíjese en el título: ¿ha oído esa expresión alguna vez? ¿Qué significa? Elabore un ejemplo propio.
4) ¿Cuál de las siguientes expresiones se ajusta a la situación del cuento? ¿En qué forma? Hasta
que las velas no ardan – No quiere más Lola – Se siente como sapo de otro pozo – Está pasado de
rosca
5) Escriba un final distinto para el cuento en 10 (diez) oraciones.
2. LA HORMIGA
de Marco Denevi
Un día las hormigas, pueblo progresista, inventan el vegetal artificial. Es una papilla fría y con sabor a
hojalata. Pero al menos las releva de la necesidad de salir fuera de los hormigueros en procura de
vegetales naturales. Así se salvan del fuego, del veneno, de las nubes insecticidas. Como el número
de las hormigas es una cifra que tiende constantemente a crecer, al cabo de un tiempo hay tantas
hormigas bajo tierra que es preciso ampliar los hormigueros. Las galerías se expanden, se
entrecruzan, terminan por confundirse en un solo Gran Hormiguero bajo la dirección de una sola Gran
Hormiga. Por las dudas, las salidas al exterior son tapiadas a cal y canto. Se suceden las
generaciones. Como nunca han franqueado los límites del Gran Hormiguero, incurren en el error de
lógica de identificarlo con el Gran Universo. Pero cierta vez una hormiga se extravía por unos
corredores en ruinas, distingue una luz lejana, unos destellos, se aproxima y descubre una boca de
salida cuya clausura se ha desmoronado. Con el corazón palpitante, la hormiga sale a la superficie de
la tierra. Ve una mañana. Ve un jardín. Ve tallos, hojas, yemas, brotes, pétalos, estambres, rocío. Ve
una rosa amarilla. Todos sus instintos despiertan bruscamente. Se abalanza sobre las plantas y
empieza a talar, a cortar y a comer. Se da un atracón. Después, relamiéndose, decide volver al Gran
Hormiguero con la noticia. Busca a sus hermanas, trata de explicarles lo que ha visto, grita: "Arriba...
luz... jardín... hojas... verde... flores..." Las demás hormigas no comprenden una sola palabra de aquel
lenguaje delirante, creen que la hormiga ha enloquecido y la matan.
CUESTIONARIO:
¿De qué trata este relato? ¿Qué enseñanza intenta dejar?
Compare a esta hormiga con Juan Salvador Gaviota. ¿Qué tienen en común?
3. PONERLE EL CASCABEL AL GATO
Basada en la fábula de Odo de Sherington (El libro de los gatos, s. XIII)
Una colonia de ratones vivía al acecho de un feroz gato que los amenazaba y les impedía salir de la
ratonera. Al notar que una noche el gato salía por los tejados, decidieron realizar una reunión para
buscar un medio de acabar con el problema. Al inicio todos expusieron sus airadas opiniones aunque
en su mayoría estas consistían en lamentos, acusaciones y palabrotas. Finalmente uno de los
ratones más jóvenes propuso un plan brillante: “Lo que vamos a hacer es colocarle un cascabel en el
cuello al gato. De este modo, cuando el gato se acerque, lo oiremos todos y así nos dará tiempo para
correr y refugiarnos”. Todos los presentes aplaudieron la idea del joven ratón con algarabía y aun los
ancianos estuvieron de acuerdo en que era una excelente propuesta. Entonces la asamblea pidió un
voluntario para llevar a cabo la difícil misión. En el acto, acabaron los aplausos y la concurrencia
enmudeció. Los ratones que antes vitoreaban a su compañero ahora agacharon la cabeza y uno a
uno, se fueron retirando en silencio.
1) Los hechos. ¿De qué trata este cuento? ¿Qué enseñanza pretende dejar?
2) Fíjese en el título. ¿Había oído ya esa expresión? ¿Cuál es su sentido? Cree un ejemplo propio.
3) Compare la Asamblea de ratones, la Bandada de Juan Salvador Gaviota, la Pavada del cóndor y el
Hormiguero. ¿Qué tienen en común?
4) ¿Cuál de las siguientes expresiones se ajusta a la situación del cuento? ¿En qué forma? Nunca
digas de esta agua no beberé – Tirar la piedra y esconder la mano – Se siente como sapo de otro
pozo – Hechos uno para el otro
5) Invente un final distinto para este cuento en 10 (diez) oraciones.