1. II Congreso Eucarístico Nacional Año 1988
A todos los fieles y
hombres de buena voluntad
En este hermoso Santuario de la Virgen de los Milagros, hace dos
años, proclamábamos la realización del Año Eucarístico Nacional en
preparación al Segundo Congreso Eucarístico que estamos clausurando.
Damos gracias a Dios pues han sido años de intensa labor pastoral y
de grandes acontecimientos que no podemos olvidar.
En efecto, bajo la protección de la Virgen de Caacupé, realizamos el
Diálogo Nacional procurando mejores formas de convivencia entre
todos los paraguayos. Celebramos en comunión con toda la Iglesia,
el Año Mariano Universal. Recibimos la visita de Su Santidad Juan
Pablo II, Mensajero del Amor, quien vino a confirmarnos en la fe y a
animarnos a construir un Paraguay nuevo, fiel a sus genuinas raíces
cristianas. Vivimos un momento de gracia muy especial cuando la
canonización de nuestro compatriota Roque González de Santa Cruz
y Compañeros Mártires.
Nuestra intención no fue realizar celebraciones que pasaran al olvido
o quedaran solamente en el recuerdo. En todo momento quisimos
asumir compromisos perdurables y concretos como lo señalamos en
los objetivos del Año Eucarístico Nacional.
1. LA NUEVA EVANGELIZACIÓN EN PARAGUAY
El primer compromiso es impulsar en todo el país una nueva evangelización.
La misión de la Iglesia es evangelizar. En todo tiempo y lugar ella
anuncia a Cristo, lo hace presente en el mundo de las realidades
humanas, iluminando el nacimiento de una sociedad verdaderamente
cristiana. Esta labor implica el conocimiento del ambiente y las
personas. Por eso estamos conscientes de evangelizar en una sociedad
en crecimiento, en desarrollo. Esto significa reconocer, por un lado,
la insuficiente encarnación de los valores cristianos que nos pide el
Plan de Dios y, por otro, la voltudad de emprender esta actividad
evangelizadora acompañada de la abundante gracia del Señor. El
Paraguay superará las pruebas y desafíos, actualizando su fe con la
luz del evangelio en la animación de la vida personal, familiar y ciudadana.
Por eso, reafirmamos el llamado del Santo Padre a una nueva
evangelización, nueva en su ardor, en su expresión y en sus métodos.
Todo esto implica un nuevo orden ético-social que genere estructuras
de convivencia justas y solidarias, acordes con los valores que Cristo
anuncia hoy y siempre a los hijos de Dios, y que cobran vigencia en
2. el Sacramento de la Eucarístia.
2. UN NUEVO MODO DE CONVIVENCIA SOLIDARIA Y FRATERNA
Un segundo compromiso que asumimos es el de empeñar nuestras
energías para construir, con Cristo Eucaristía, un Nuevo Paraguay.
Esto exige a la Iglesia el centrarse en la que es su fuente y su cumbre: la
Eucaristía.
La vigencia de comunidades escarísticas hará que la sociedad se
renueve desde sus raíces más puras. En la medida en que se viva la
presencia salvadora y liberadora de Jesús, se renovarán las actitudes,
las mentalidades y las conciencias, como lo hicieran las primeras comunidades
cristianas.
En una sociedad que nació cristiana y quiere continuar siéndolo, el
anuncio de la Buena Nueva, como expresión de la misión fundamental
de la Iglesia busca constribuir a la positiva solución de los graves
desajustes morales, en el campo económico, político y cultural.
Nos preguntamos con frecuencia de qué forma aparece el rostro de
Cristo en nuestras instituciones, comunidades y familias, en los usos
y costumbres, en las modalidades prácticas de nuestra vida cotidiana.
En aquellos que sufren, el rostro de Cristo nos hace proclamar la
urgencia de un saneamiento de nuestra vida en la Iglesia y en la
sociedad, la necesidad de rehacer el tejido social de la nación; en fín
de evangelizar al hombre paraguayo en su cultura y así contribuir a
la imagen de un nuevo Paraguay, fundamentado en un auténtico espíritu cristiano.
El anhelo y la esperanza de caminar en búqueda de ese reino de Dios
ha impulsado nuestra convocatoria a celebrar un Congreso Eucarístico.
En torno a Jesús seremos capaces de vivir con mayor fidelidad nuestro
compromiso cristiano, compromiso que se traduce en construir una
sociedad más solidaria y fraterna.
Cuando el Papa Juan Pablo II estuvo entre nosotros, subrayó la
necesidad de la solidaridad como virtud característica de la civilización
del amor. La solidaridad se nutre de otros valores, como el respesto y
el diálogo, la justicia y la libertad, que hacen fraterna y feliz la
convivencia. Ella exige desechar toda forma de rencor o violencia,
falsedad y deshonestidad, a fin de vivir en profundo sentido de la paz
que Cristo nos trajo. Implica que sepamos perdonar las ofensas
recibidas, asumir la necesidad de construir la nación por encima de
cualquier diferencia existente.
3. EXHORTACIÓN FINAL
Desde este rincón privilegiado del Paraguay, Santuario de la Virgen
de los Milagros y centro de las grandes esperanzas de nuestro pueblo,
3. los obispos invitamos a llevar adelante una Nueva Evangelización
que permita el logro de un nuevo modo de convivencia fraterna y solidaria.
La solidaridad ha de constituirse en el camino del reencuentro cordial
y de la convivencia entre todos los paraguayos.
Por eso llamamos a las familias, a los movimientos laicos, a la
comunidad cristiana de base, a las parroquias e instituciones
educativas católicas, las comunidades religiosas, a hacer presente en
sus vidas la solidaridad que nace de la Eucaristía. Por la fuerza del
amor serán capaces de ser fermentos de profundas transformaciones.
Y la Eucaristía se constituirá en el centro de la renovación eclesial y
social de un pueblo fundamentalmente cristiano y católico.
Al clausurar el Segundo Congreso Eucarístico Nacional, invocamos
la interseción de nuestros Mártires Roque González, Alonso Rodríguez
y Juan del Castillo. Pedimos la protección de la Madre de Dios y
nuestra Madre, bajo la invocación de Nuestra Señora de los Milagros
de Caacupé, para hacer posible, con Cristo Eucaristía, un Nuevo Paraguay.
Amén.
+ Ismael Rolón Silvero
Arzobispo de Asunción y
Presidente de la CEP
+ Anibal Maricevich Fleitas
Obispo de Concepción
+ Felipe Santiago Benítez
Obispo de Villarrica del Espíritu
Santo, y Vice-Presidente de la CEP
+ Demetrio Aquino
Obispo de Caacupé
+ Claudio Silvero
Obispo de Cnel. Oviedo
+ Oscar Páez Garcete
Obispo de San Pedro Apóstol
+ Carlos M. Villalba
Obispo de San Juan Bautista de las
Misiones
+ Mario Melanio Medina
4. Obispo de Benjamín Aceval
+ Celso Yegros Estigarribia
Obispo de Carapeguá
+ Agustín Van Aaken
Obispo-Prelado de Alto Paraná
+ Lucio Alfert
Vicario Apostólico del Pilcomayo.
+ Zacarías Ortiz
Vicario Apostólico de Alto Paraguay
+ Pastor Cuquejo
Obispo Auxiliar de Asunción
+ Sebelio Peralta
Obispo Auxiliar de Villarrica del Espíritu Santo
R.P. Ramón Mayans
Ordinario Castrense Interino
Por mandato de la Asamblea Plenaria:
+ Jorge Livieres Banks
Obispo-Prelado de Encarnación y Secretario General de la CEP