2. En el año de 1913, unos días antes de la efeméride del 29 de abril en que se conmemoraba
en Las Palmas de Gran Canaria la incorporación de esta isla a la Corona de Castilla, llegó a
esta ciudad en el barco de la Transmediterránea “Reina Victoria” el aviador francés Leoncio
Garnier. Le acompañaba el mecánico español Agustín Mañero y en el mismo barco,
convenientemente desmontado y embalado viajaba el aeroplano “Blériot XI” equipado con un
motor “Anzani” de 25 c.v. de potencia.
El conjunto del motor, hélice y estructura de madera de fresno, bambú y tubos de acero
revestida de tela engomada, se montó en una especie de improvisado aeródromo situado
justamente entre el entonces existente torreón de la Cicer y las pesquerías y fábricas de
salazones de El Rincón, poco más o menos por donde mucho más tarde se alzó el colegio
público Fernando Guanarteme.
A pesar de en determinado momento fracturarse una mano el mecánico Mañero, el aviador
francés efectuó en aquellas fechas varios vuelos más sobre las tierras del norte de la isla,
hasta que se despidió del admirado público palmense para continuar con sus exhibiciones
aéreas en la isla de Tenerife.
Tal ha sido el motivo de que hace unos años se rotulase con el nombre de Garnier a la
plazuela de La Cicer situada poco más o menos por donde maniobró por primera vez un avión
en Canarias”.