Lee despacio!!!.
Estate atento al escenario empresarial que se está construyendo y en donde aparece
una nueva especie laboral, presente a lo largo de toda la estructura organizativa,
interviniendo en cualquier nivel funcional e independiente de la jerarquía que diseñe el
organigrama.
Con la entrada de Internet en las organizaciones, la empresa tal y como la conocíamos,
cambió. Y no fue solo un cambio tecnológico. Con la tecnología se modificó la forma de
trabajar, las conductas laborales, las vinculaciones contractuales y con ello, la cultura
organizativa.
La transición de una cultura offline a otra on line no implica solo invertir en entornos
informáticos. El tránsito al formato digital y la profundización en el mundo online exige
a las empresas romper con su zona de confort, realizar esfuerzos estructurales que
exceden a la propia tecnología y transitar por una intensa mutación organizativa.
Asimilemos que el mundo digital ha modificado l0s itinerarios empresariales vadeando
la verticalidad de la jerarquía tradicional para asentarse en la horizontalidad
emergente.
Vislumbremos, entonces, que las organizaciones actuales se mueven en red, en la
interacción colaborativa y la participación en comunidad.
Admitamos pues, que en este nuevo paradigma que se está creando, las organizaciones
que deseen sobrevivir deberán adaptarse y desarrollar “nuevas maneras de hacer las
cosas” para optimizar y potenciar el talento de las personas en este entorno.
Al abrigo de estas modificaciones, los profesionales tenemos que aprender a ser útiles
sobre todo porque nos estamos dando cuenta que, si no nos reeducamos, corremos el
riesgo de quedarnos obsoletos.
Advirtamos, por lo tanto, que las acciones directivas están obligadas a introducir
medidas innovadoras, nuevas formas de gestión más flexibles para perfeccionar estos
rendimientos y generar valor a la organización en la que colaboran.
Los progresos tecnológicos, la hiperconectividad laboral, los avances en las redes
sociales y los cambios en los modelos de negocio están provocando que las
profesiones, tal y como las conocíamos hasta ahora, los métodos de trabajar y los
trabajadores que las hacían posible, sufran metamorfosis hasta casi no identificarlos
como tales.
Y es aquí donde surge el Social Networker.
Su ADN está compuesto por valores laborales permeables al entorno, que precisa ser
gestionado desde la plasticidad y la transparencia y que se mueve por la satisfacción de
motivos intrínsecos.
Hoy el talento trabaja con la red y no solo en la red. El socialnetworkwer se agita en el
arquetipo de la inteligencia colaborativa. Ejerce su labor dentro del paradigma de la
participación colectiva y en la responsabilidad del autodesarrollo de su carrera
profesional.
Este nuevo perfil laboral no es una opción en la empresa. Se va a convertir en una
necesidad.
Y ya se está buscando…..