Los titulares de los artículos indican claramente una posición crítica frente a lo acordado en la VIII Cumbre de la Alianza del Pacífico: Menos aranceles, más liberalización; Otro TLC mal camuflado; La mitad de América Latina se hace neoliberal. España y Francia se apuntan al reparto.
Informe Estudio de Opinión en Zapopan Jalisco - ABRIL
Opiniones críticas sobre VIII Cumbre Alianza del Pacífico
1. Opiniones críticas sobre VIII Cumbre Alianza del Pacífico
VIII Cumbre de la Alianza del Pacífico: Menos aranceles, más
liberalización
Juan Manuel Karg. Adital
El pasado lunes se desarrolló, en Cartagena de Indias, Colombia, la
VIII Cumbre presidencial de la Alianza del Pacífico. El principal tema
fue la liberalización comercial entre los países miembros. Así, se
avanzó en la desgravación del 92% de los productos que
intercambian, dando paso a una consolidación en su política de "libre
comercio”. ¿Qué significó este paso?
Una primera conclusión, tras la reunión de Cartagena: podemos
afirmar que la Alianza del Pacífico incrementó notablemente su
política librecambista, punto nodal de su estrategia comercial. Es que
el bloque regional, de acuerdo a la argumentación recurrente de sus
miembros, privilegia las variables económicas por sobre "las políticas”
-lo que diferenciaría a este organismo de Unasur y Celac, por
ejemplo-. Este hecho oculta, claro, una voluntad política
determinada: la menor injerencia estatal posible en el manejo de la
economía. Se hace política con el argumento de "no hacer política”,
como si las variables económicas fueran independientes de estas
decisiones.
La grandilocuente liberalización comercial acordada entre los cuatro
miembros fundadores (México, Colombia, Chile y Perú), con la
eliminación de aranceles del 92% de los bienes y servicios
comercializados entre estos países, cosechó diversas reacciones.
2. ¿Qué consecuencias prácticas tendrán los acuerdos suscriptos en
Cartagena? Veamos el caso de Colombia, para cuyo presidente -Juan
Manuel Santos- la Alianza del Pacífico es la "niña bonita y codiciada”
de la integración. La Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC),
liderada por Rafael Mejía, afirmó que las medidas acordadas
"perjudican gravemente la estabilidad del sector agropecuario”. A su
vez, el gerente de la Asociación Colombiana de Porcicultores
(Porcicol), Carlos Maya Calle, expresó que estos acuerdos son
"perversos”, al no ofrecer oportunidades para los productores de
carne de cerdo, de acuerdo a su consideración. Ambos han analizado
que los más beneficiados por estas decisiones serán los grandes
empresarios de México y Chile.
Desde su nacimiento, la Alianza del Pacífico realizó ocho cumbres
presidenciales en menos de tres años, muy por encima del promedio
de reuniones de alto nivel de ALBA, Celac y Unasur en el mismo
período. Este es un elemento que no es menor a la hora de analizar
el dinamismo que presenta el organismo. ¿Qué factor puede incidir en
ello? Sin duda la cohesión ideológica de sus países miembros,
conducidos todos por gobiernos conservadores, al menos hasta esta
cumbre, donde se despidió Sebastián Piñera. Los gobiernos
posneoliberales deberán tomar nota de la constante "proactividad” de
este bloque, buscando a su vez dinamizar espacios como ALBA y
Celac -que vienen de sendas cumbres, en diciembre y enero,
respectivamente- pero también de Unasur, que encuentra en estos
momentos una acefalía en su Secretaría General que impide su
normal funcionamiento.
Algunas dudas aparecen tras la reunión de Cartagena. ¿Cambiará el
nuevo período de gobierno de Bachelet el papel dinamizador que
Chile le dió a la Alianza del Pacífico en estos años? Es díficil saberlo, y
la implementación previa de los TLC parecieran descartar de plano la
posible salida de Chile del organismo. Aún así, la voluntad política de
Bachelet será determinante, ya sea para restar o sumar apoyo al
bloque, que sigue siendo cuestionado por analistas y dirigentes
políticos a lo largo y ancho del continente por su exacerbado
librecambismo. ¿Qué papel cumplirá Costa Rica, quien firmó por
intermedio de Laura Chinchilla su adhesión al bloque en esta reunión?
La segunda vuelta presidencial en ese país, entre Luis Guillermo Solís
(PAC) y Johnny Araya (PLN), será clave para no sólo definir los
destinos internos, sino también para poder dar cuenta de qué tipo de
integración se buscará durante el próximo periodo de gobierno. De
seguir el PLN en el gobierno, posiblemente signifique un "alivio” para
el resto de los miembros de la Alianza del Pacífico, considerando su
cercanía ideológica y política con el resto de los mandatarios de este
organismo.
3. * Juan Manuel Karg es licenciado en Ciencia Política UBA y
investigador del Centro Cultural de la Cooperación - Buenos Aires
La Alianza del Pacífico: otro TLC mal camuflado
febrero 10, 2014
La mayoría de los medios de comunicación se han hecho eco de los
informes optimistas del gobierno acerca de la Alianza del Pacífico. Ya
habían anunciado que habría una liberación comercial del 100% del
universo arancelario en junio de este año y que era un proceso de
integración “profunda”.
En realidad la Alianza es un TLC, para pertenecer a ella hay que tener
TLC con Estados Unidos, la Unión Europea y con los demás miembros
de este acuerdo. Los temas que se negociaron son los que se
incluyen en todos los TLC y que se incluyeron en la fracasada Área de
Libre Comercio de las Américas, ALCA, que como todos los TLC
incluye temas de cooperación y competitividad.
No es una propuesta de integración regional ni latinoamericana. Es un
escalón en la liberalización comercial mundial patrocinada por la OMC
y dentro de los países que aspiran vincularse están en primer lugar
aquellos que cumplen el requisito de tener abundantes TLC, requisito
que cumplen básicamente los países de Centroamérica y República
Dominicana y también toda clase de países extra continentales que
apuestan a hacer sus negocios en la región y que buscan destinos
para sus exportaciones.
El comercio de los países fundadores entre sí solo representa
aproximadamente el 5% de su comercio exterior y en muchos
aspectos los socios son más competidores que aliados por cuanto
tienen estructura productiva similar.
A pesar de la propaganda oficial lo cierto es que con los socios hay
numerosas disputas, como es el caso de las salvaguardas que aplicó
Colombia a Perú o el control de las importaciones de alambrón
procedente de México.
En muchos aspectos hay una diferencia abismal. Con México, por
ejemplo en la producción de automóviles y hay con este país un
4. enorme déficit comercial que no es compensado con el pequeño
superávit con los demás socios.
La realización de la Cumbre en Cartagena es una muestra del
abandono de Colombia a la región del pacífico y es ampliamente
conocido que los costos de llevar mercancías desde el interior hasta
los puertos costeros, aumentan los costos en aproximadamente un
30%, mientras que los socios de la Alianza no solo ya tienen un
terreno ganado sino que forman parte del proyecto del Tratado
Transpacífico que es un TLC plus promovido intensamente por
Estados Unidos y al cual Colombia quiere adherir también.
Ante la evidencia de los perjuicios ocasionados y la protesta popular,
el gobierno había anunciado que no suscribiría más TLC la
formalización de los protocolos comerciales ha incumplido por
enésima vez su palabra.
Una Alianza para el saqueo
febrero 10, 2014
La mitad de América Latina se hace neoliberal. España y
Francia se apuntan al reparto.
Rebelión. Según el documento oficial, la Alianza del Pacífico es un
mecanismo de articulación político-económica, y de cooperación e
integración entre Chile, Colombia, México y Perú. Su objetivo es
construir un área de integración profunda para el crecimiento de los
países miembros a través de la libre circulación de bienes y servicios,
capitales y personas, y así lograr una inserción internacional efectiva
en otras regiones, particularmente en Asia Pacífico.
En los hechos, la Alianza para el Pacífico constituye el más reciente
invento de la diplomacia estadounidense para crear una organización
afín a sus intereses políticos, económicos y estratégicos cuya
principal expresión es asegurar para sí los recursos de los territorios
comprendidos desde el Río Bravo hasta el Polo Sur. Así de fácil.
Debe tenerse en cuenta que la dinámica prevista para el
funcionamiento de la Alianza es el establecimiento de áreas de libre
comercio, por lo que este proyecto ha sido calificado como un
renacimiento del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que
el expresidente estadounidense -George W. Bush (h)- impulsara sin
éxito en 2005.
5. Queda claro entonces que aquel viejo proyecto de 2005 ha
conseguido en 2013 un éxito parcial que lastima la unidad
latinoamericana por cuanto convivirán dos tipos de Alianzas
comerciales con diferente base ideológica: el Mercado Común del Sur
(Mercosur) y la Alianza del Pacífico.
Si se analizan las capacidades de producción de bienes y servicios de
los países integrantes de la Alianza, está claro que a los
latinoamericanos les toca la parte de exportación de materias primas
y productos de poco o ningún valor agregado. Un análisis ligero da
cuenta de que esa modalidad de intercambio solo es ventajosa para
los países de mayor desarrollo tecnológico e industrial.
El selecto grupo de países que integran la novedosa organización
reúne en común a gobiernos de neto corte neoliberal en un esfuerzo
apoyado por todo el poder de fuego mediático de las corporaciones
de prensa, jaqueadas y horrorizadas por las políticas de comunicación
que se promocionan desde Argentina, Ecuador, Bolivia, Brasil,
Venezuela y Uruguay.
Al grupo de países fundadores de la Alianza del Pacífico se han
agregado como observadores España, Costa Rica, Japón, Australia,
Nueva Zelandia, Canadá, Guatemala y Uruguay. Francia, El Salvador
y Panamá aspiran a serlo.
De esa lista España; Francia y Uruguay llaman poderosamente la
atención.
España, en particular, aparece seducida por las promesas
de “seguridad jurídica” que la Alianza postula y pregona, y que la
prensa adicta amplifica. No es extraño luego de que Argentina y
Bolivia procedieran a quitarle concesiones millonarias en razón de los
desmanejos que las corporaciones españolas hicieran en sus
territorios. Seguridad Jurídica entonces, leída en términos de que no
se revisarán nunca en el futuro los saqueos que se cometan hoy.
En plena crisis “de las hipotecas”; con un pueblo que cada día se
empobrece más y carente de otros recursos en el seno de la Unión
Europea, resulta prioritario para el premier español Mariano Rajoy
allanar el camino de ultramar a las empresas españolas y atraer
capitales. Las empresas españolas aún conservan inversiones
cercanas a 45 mil millones de euros en la zona de influencia
de la nueva Alianza.
Ante esta situación, es interesante –sólo por curiosidad intelectualpreguntarse qué hubiese sido de España si, en los inicios de la crisis
que hoy asola al país, al expremier español José Luis Rodríguez
Zapatero -por simple asociación ideológica y dándole algún crédito
6. como socialista de los de antes, de esos que no votarían a Capriles, ni
se plegan a locks outs agrarios- se le hubiese ocurrido solicitar una
membresía como Estado Asociado al Mercosur.
No es casual proponer esta figura ahora, dado que en su momento –
no mucho tiempo atrás- una asociación extra-continental española
hubiese resultado ridícula mientras que hoy, Mariano Rajoy –y la
prensa franquista peninsular que le es adicta- la promociona como
viable.
Francia tampoco quiere quedarse afuera de las posibilidades de
saqueo que se abre con la Alianza del Pacífico. La organización de un
seminario al efecto celebrado en la Asociación France-Amériques de
París elogió la Alianza y consideró que América Latina “en los últimos
15 años se ha convertido en un mercado esencial para los
empresarios franceses”.
Si para los españoles se trata entonces del sueño dorado de Pizarro y
de Cortés -los Incas o los Aztecas ofrecieron más resistencia al
saqueo- para los franceses la oportunidad resulta mucho más barata
y menos sangrienta que la experiencia Libia o lo que actualmente
significa para la política exterior gala el retroceso de 100 años que es
hoy su actuación colonial en Siria. Después de todo, la mitad de
América Latina que integra la Alianza se abre de par en par y sin
barrera alguna al desembarco europeo.
¿De qué otra manera puede calificarse el libre tránsito de mercancías
sin arancel o, lo que es lo mismo, sin ningún tipo de resguardo del
Estado para el trabajo de sus ciudadanos? ¿No se trata de cambiar
grandes volúmenes de materias primas, alimentos y energía por
productos manufacturados provenientes de países con un desarrollo
tecnológico relativo superior? ¿Cuál es el formidable negocio para
Chile -aparte de colocar todos sus vinos y su cobre- a costa de
importar absolutamente todo lo demás? ¿Qué produce El Salvador,
que está desesperado por ingresar a la Alianza? ¿Han renunciado a
desarrollar tecnología, a brindar valor agregado a sus productos, a
ofrecer trabajo digno a sus ciudadanos? Miles de preguntas sin
respuesta, sobre todo para esos pueblos que, tal vez, de haber tenido
educación pública y gratuita seguramente hubiesen ensayado alguna
resistencia.
De todo esto se trata. Cuando los grandes monopolios de prensa
mundiales hablan de la ventaja comparativa de una Alianza que
“cierra las puertas a la retórica” están refiriéndose a que esa Alianza
no discute ni discutirá ningún tipo de desequilibrio en sus economías
surgidas de la caída de esos aranceles “proteccionistas”.
7. “Cerrar las puertas a la retórica” significa cerrar las puertas a la
discusión política, al planteo de objetivos alternativos, a la aceptación
sin más de que el mercado todo lo puede, al ingreso a un mundo
donde todo se compra y se vende, sin la menor sensibilidad social.
Contrapuesto a lo que sucede en el Mercosur, dónde los países
miembros deben pactar difíciles y tortuosas negociaciones que
equilibren sus economías sin perjudicar a sus pueblos, en la Alianza
del Pacífico eso no está considerado porque la mano invisible del
mercado lo regulará todo. La mano invisible que no lo es porque no
se vea, sino porque ya se ha probado que no existe.
Pero, si lo de España, Francia y el resto de los colonizados/dominados
es comprensible, lo que no se entiende desde ningún punto de vista
es lo de los uruguayos.
En efecto, parece ser que el principal convencido de que Uruguay
debe estar en la Alianza del Pacífico es el mismísimo presidente José
Mujica. Según la información publicada en www.uypress.net, fue
Mujica quien impulsó al vicepresidente Danilo Astori a concurrier a la
reunión de la Alianza del Pacífico en la ciudad de Cali, Colombia. La
misión allí fue avanzar en el ingreso de Uruguay ingresara como
observador en ese bloque, como paso previo a un potencial ingreso
pleno.
Ante esa situación, el periodista uruguayo Kintto Lucas, quien además
oficia como embajador itinerante de la República Oriental del
Uruguay, encendió la polémica.
En efecto, mientras el vicepresidente Danilo Astori definía a la alianza
comercial como “una gran oportunidad estratégica”, Lucas la criticaba
en declaraciones a radio Canelones porque le resultaba “muy claro
que la Alianza del Pacífico no era un proyecto integrador, sino
un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre países” y que “los
TLC son “contraproducentes para lograr una interacción
complementaria y equitativa, y pueden ser una bomba contra la
integración”.
Finalmente, la polémica-papelón se saldó con el anuncio público del
ministro oriental de Relaciones Exteriores, Luis Almagro, en el sentido
de una reprimenda para Kintto Lucas.
La acción punitiva de Almagro se completó cuando el prosecretario
Diego Cánepa –con venia presidencial- afirmaba que “Uruguay va a
estar en cuanto organismo o proceso de integración se dé en América
Latina, porque creemos que nuestro rol de catalizador de la búsqueda
de acuerdos en América Latina es uno de los elementos distintivos de
nuestro convencimiento interrelacionista”, una explicación que se
8. queda corta frente al carácter negativo del fenómeno estratégico en
cuestión.
Aprovechando la estancia en Argentina del intelectual orgánico Galo
Mora -asesor del Presidente Rafael Correa y secretario ejecutivo de
Alianza País- se le requirió opinión sobre la Alianza del Pacífico y
también sobre la contradicción de que algunos países como Uruguay
estén desesperados por ingresar a la misma. Galo Mora sostuvo que
“Estados Unidos es el responsable de todas las fracturas desde el
inicio de la historia latinoamericana. Son los inductores directos de
acciones como la actual de la Alianza, que tienden a desestabilizar el
continente”.
El politólogo y sociólogo argentino Atilio Boron sostiene que la Alianza
del Pacífico es una reedición de la Alianza para el Progreso, en el
sentido de constituir otro intento para volver a un status quo pre
revolución cubana, época en la que la hegemonía de Estados Unidos
aparecía indiscutida y con todo a favor. Resulta difícil no coincidir con
él.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=169788