El documento discute la inclusión de la música multicultural en el currículo escolar. Argumenta que la música de diferentes culturas debe incorporarse para promover la tolerancia y el conocimiento intercultural, y para desarrollar habilidades como el pensamiento crítico. Concluye que no existen músicas buenas o malas, y que la música puede ser un medio para fomentar la interculturalidad siempre que no se suprima la música académica sino que se incorpore el resto.