Luisa de Marillac y la educación de las niñas pobres
Banalización del sexo y violencia contra la mujer
1. Arzobispado de Arequipa
Domingo 07
de agosto
de 2016
BANALIZACIÓN DEL SEXO Y VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
La semana que termina hemos sido testigos, una
vez más, del laberinto que algunas personas le
han creado al Cardenal Cipriani, Arzobispo de
Lima y Primado de la Iglesia Católica en el Perú,
por una frase que dijo en su programa “Diálogo
de Fe”. Frase que el mismo Cardenal ha
calificado como “totalmente desafortunada y
equivocada”, pero que, además, ha sido sacada
del contexto en que la dijo y, de esa manera, se ha
querido transmitir algo totalmente contrario a lo
que el mismo Cardenal sostuvo en ese programa
radial y sobre lo cual se ha pronunciado muchas
veces. Quienes escucharon el programa saben
que el Cardenal Cipriani estaba hablando contra
el abuso y el maltrato a las mujeres y a favor de
recuperar el respeto hacia ellas. En ese contexto
mencionó a “esos medios de comunicación que
constantemente difunden violencia contra la
mujer y ese abuso del cuerpo como atracción
carnal” y los invocó a no utilizar la atracción
sexual como un producto comercial. Hizo
referencia también a la existencia de “una
campaña para dañar la dignidad de la mujer en su
ser mujer y en su ser madre”, aludiendo a la
ideología de género que el mismo Papa Francisco
la semana pasada ha calificado, una vez más,
como un instrumento de colonización ideológica
que está haciendo mucho daño a América Latina
porque transmite una visión del hombre, varón o
mujer,totalmenteajenaalarealidad.
No parecería casual que quienes han armado el
laberinto al Cardenal, acusándolo de justificar las
violaciones a las mujeres, sean personas que
están a favor de esa ideología que, entre otras
cosas, promueve el sexo libre, el aborto y el
denominado matrimonio entre homosexuales.
Sería de desear, sin embargo, que en lugar de
valerse de una expresión imperfecta del
Cardenal, esas personas se pregunten si existe
una relación entre la banalización del sexo y la
violencia contra la mujer. No resulta improbable
que un estudio estadístico pueda demostrar que
en la medida que se difunde la concepción del
cuerpo como mero objeto de placer, las
violaciones vayan en aumento. Con esto no
pretendo, en absoluto, justificar las violaciones.
Toda violencia, sea física, psicológica o sexual,
merece nuestro total rechazo y condena. Lo que
quiero decir es que resulta urgente recuperar la
verdad sobre el cuerpo humano. Y esta verdad
consiste en que las personas no tenemos un
cuerpo sino que somos cuerpo y alma. Nuestra
identidad, nuestro ser personal está plasmado en
nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu.
En la medida en que seamos conscientes de esto,
lo seremos también de que el cuerpo, propio o
ajeno, merece todo nuestro respeto y el respeto de
los demás.
Por el contrario, en la medida en que se promueve
una visión sexocéntrica del hombre, se exacerba
la genitalidad en las relaciones interpersonales y
se desprecia el pudor, la consecuencia natural es
que, ante tantos estímulos, los impulsos sexuales
que existen en todo ser humano sean cada vez
menos controlables y puedan incluso tornarse
agresivos. En síntesis, está en nuestras manos,
empezando por la educación sexual que los
padres deben brindar a sus hijos en el hogar,
restaurar una cultura de la vida, del amor y del
respeto a ese cuerpo que Dios nos ha dado para
que sea templo del Espíritu Santo y que, por eso,
hemos de cuidarlo mutuamente, llevarlo y
vestirloconelapropiadodecoro.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba
A propósito de las recientes declaraciones del Cardenal de Lima