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ITINERARIO
Introducción. .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 3
1.		Participar: en qué, por qué y para qué. .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 4
2.		Comunión trinitaria: fundamento y modelo
de participación .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 6
3.		Carismas para el provecho común .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 8
4.		Un solo cuerpo: un solo bautismo.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 10
5.		“Enfermedades” que atacan la salud del cuerpo.  .  .  .  . 12
6.		Jesús: criterios de participación.
Pablo: consejos de convivencia.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 14
7.		Iglesia en salida: hacia las periferias existenciales.  .  . 17
8.		Consideraciones finales.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 18
9.		Bibliografía básica.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 19
10.		Anexo. Frases bíblicas que ilustran la participación,
el compromiso y la organización.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 19
Elaboración:
Hna. Ángela Cabrera, MDR.
Diagramación:
Jesús Pérez.
Tema del año 2017: “Un pueblo en misión, sensible a la solidaridad,
que participa en pequeños grupos de vida, comunidades y
organizaciones”.
Santo Domingo, Rep. Dom.
Octubre, 2016 – Octubre, 2017.
3
INTRODUCCIÓN
Acorde con el itinerario de Evangelización del Plan Nacio-
nal de Pastoral, en el año 2017 estaremos comprometidos y
comprometidas con la temática:
“Un pueblo en misión, sensible a la solidaridad, que participa
enpequeñosgruposdevida,comunidadesyorganizaciones”.
Teniendo como paradigma el horizonte inspirador
anteriormente señalado, nos vemos en la necesidad de
ofrecer, entre varias luces, una mirada bíblica. La Biblia
ilumina, de manera muy especial, la espiritualidad de la
comunión como distintivo de toda participación de perfil
cristiano.
Al abrir la Biblia bajo tales criterios, nos sale al encuentro el
apóstol Pablo, un ejemplo de persona animadora, dinámica,
comprometida hasta los tuétanos con la causa de Cristo. Los
escritos de Pablo, así como los Hechos de los Apóstoles,
nos ayudan a perfilar y encausar nuestras relaciones con
fundamento cristiano. Al mismo tiempo, nos motivan para
participar de manera eficiente en el Proyecto de Jesús, que
es el mismo Proyecto del Reino de Dios.
Bienvenidos y bienvenidas a este hermoso recorrido, para
que nuestra Iglesia peregrina, en este año y siempre,
pueda alcanzar las metas propuestas en su itinerario de
evangelización.
Como indica la portada, nosotros tenemos una Madre
Buena, María, que vela e intercede para que la Iglesia siga
formando un solo Cuerpo en su Hijo. Que sea Ella paradigma
de fidelidad, en esta tarea que continuamos para la Gloria de
Dios. Que el Espíritu nos premie con diversos carismas para
participar en COMUNIÓN.
4
1. 	 PARTICIPAR: EN QUÉ, POR QUÉ Y PARA QUÉ
Dios Padre sale de sí, para llamarnos a participar de su vida
y de su gloria (DA, 129).
Para referirse a “parti-
cipar”, el griego bíblico
utiliza el término koinoneo,
traducido por “compartir”,
“tener parte en”, “partici-
par de”, “hacer participar”,
“ser compañero”, “tener y
dar participación”. Al mismo tiempo, remite a la “comunidad”,
“poseer conjuntamente”. La palabra se deriva del conocido
concepto koinonia “comunión”, “relación”, “colaboración”,
“cooperación”, está asociado al aspecto de “mantener
comunión”. Su contenido y sentido de empleo ocurre con fre-
cuencia en los Hechos de los Apóstoles y en los escritos de
San Pablo. En Hechos 2, por ejemplo, se describe el sentido
teológico y espiritual del empleo de dicha referencia:
(Al llegar el día de Pentecostés):
PARTICIPABAN
EN QUÉ POR QUÉ PARA QUÉ
En reuniones,
encuentros donde un
día pudieron recibir
la ráfaga de viento
que llenó la casa y a
ellos mismos (2,2).
Tenían un
mismo objetivo
(2,1).
- Profetizar, soñar, visionar
(2,17).
- Conocer y dar a conocer
los caminos de vida (2,28).
- Invitar a la conversión,
bautizar y recibir el Espíritu
(2,38).
En testimoniar,
experimentar las
lenguas de fuego
manifestadas (2,3).
Se repartían y
posaban sobre
cada uno (2,3).
Hablar según les fuese
permitido (2,4).
En la enseñanza
apostólica, en la
comunión, en la
fracción del pan, y en
las oraciones (2,42).
Estaban de
acuerdo, tenían
todo en común,
perseveraban
en un mismo
espíritu (2,46).
- Para realizar prodigios y
signos (2,43).
- Compartir el alimento con
alegría y sencillez.
- Alabar a Dios.
- Sumar miembros para la
salvación (2,47).
5
Algunas observaciones a destacar de lo señalado
anteriormente:
Estaban todos reunidos en un mismo lugar, hombres y
mujeres. El lugar remite a una pequeña comunidad de perfil
doméstico. No estaban por estar, sino que tenían un objetivo
común. El Espíritu les llenó a todos. En la comunidad
unida Dios mandó su bendición (Sal 133,3). El Espíritu se
donó sin excluir a nadie, capacitando de muchas maneras
para diversos ministerios en una sola misión. Con su
manifestación, el Espíritu no dejó igual ni a las cosas ni a las
personas: vino el desprendimiento y el desapego. Las cosas
eran de quienes las necesitasen para un fin acorde a la fe
profesada.
Puede interpretarse que cubrir la necesidad de un hermano
era favorecer su libertad para que se entregue entero a
la misión. No se evidencia orgullo sectario: se mantenían
constantes en el punto neurálgico de esta unidad:
enseñanza apostólica, fracción, oración... Esta comunión
y participación no estaba exclusivamente al servicio
de la misma comunidad, sino a disposición del Señor y
de su Proyecto: profetizar, convertir, bautizar, integrar,
para la salvación… Si hay una dimensión internamente
comunitaria, al mismo tiempo, la hay en éxodo hacia las
“periferias existenciales”.
En suma, cuando hablamos de “participar”, nos referimos al
compromiso saludable de los primeros cristianos y cristianas
que, desde pequeñas comunidades, buscaban implicarse
con el Reino anunciado, vivido y prometido por Jesús.
Este capítulo 2 de los Hechos, más que describir una realidad
literal de aquellos hermanos y hermanas, buscaba forjar las
pautas del horizonte inspirador que debe motivar nuestras
vidas, convivencia y misión, incluyéndonos en este sentido,
a nosotros mismos, que somos parte de la Iglesia peregrina
en República Dominicana.
6
PARA REFLEXIONAR:
a)	 En mi comunidad cristiana, ¿en qué, por qué y para qué
participo?
b)	 ¿Qué desanima mi participación? ¿Qué la anima?
c)	 ¿En quién se fundamenta mi compromiso?
2. 	 COMUNIÓN TRINITARIA: FUNDAMENTO Y
MODELO DE PARTICIPACIÓN
La Iglesia, como “comunidad de amor”, está llamada a reflejar
la gloria del amor de Dios que es comunión, y así atraer a
las personas y a los pueblos hacia Cristo. En el ejercicio de
la unidad querida por Jesús, los hombres y las mujeres de
nuestro tiempo se sienten convocados y recorren la hermosa
aventura de la fe. “Que también ellos vivan unidos a
nosotros para que el mundo crea”, Jn 17,21 (DA, 159).
Vista la constata-
ción en Hechos
de los Apóstoles,
afirmamos que la
comunión es el ele-
mento distintivo, por
excelencia, para una
comunidad o grupo
de vida de perfil cris-
tiano. Esta veracidad queda evidente en 1 de Cor 12, donde
la Santísima Trinidad se convierte en su punto de referencia.
1 Cor 12,4-6 presenta una preciosa imagen trinitaria que nos
ilustra en su armonía y comunión:
•	Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu;
•	diversidad de ministerios, pero un mismo Señor;
•	diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios.
Acorde con las observaciones, el Espíritu es responsable
de distribuir los carismas con los cuales participamos en la
7
vida comunitaria. El Señor Jesucristo asume la ordenanza
de los ministerios: es quien envía y señala la misión
correspondiente. Dios es el autor, el que acontece y hace
acontecer. La Trinidad es una, diversa y complementaria.
Nuestros carismas, ministerios, servicios y obras, tienen una
misma fuente, y ellos no se clasifican de manera rígida y
restringida, sino que fluyen sin rivalidad.
Tomando como modelo la comunidad cristiana de Corintos,
notamos que Pablo se las ingenia para que estos hermanos y
hermanas asimilen que la diversidad de sus dones, carismas,
ministerios y servicios surgen de una misma fuente. Por
tanto, en vez de ser motivos de disputas, deben encausarse
de forma inteligente para el provecho común.
Una de las fundamentaciones teológicas sobre el buen
convivir se localiza en el Salmo 133,1: “Qué bueno, que
dulce habitar los hermanos todos juntos”. Se refiere a que
“estar juntos” es bueno, de utilidad para el bien comunitario
y social. La expresión denota la pertenencia  a un proyecto
de vida que, además, es “dulce”. El estar juntos supera la
prisa y los agobios, pues “permanecer” es placentero. En
tal convivencia se estrechan los lazos fraternos que serán
necesarios para la misión compartida.
Podemos decir que la originalidad de la espiritualidad
cristiana tiene su base en el Dios uno y trino. Conforme al
espejo trinitario, la espiritualidad de comunión no debilita
ni elimina la personalidad de cada miembro o integrante.
Todo lo contrario, el Espíritu fecunda a cada persona en su
profunda identidad, la sana para que produzca frutos según
las raíces de su historia y su presente.
La espiritualidad de comunión se enriquece con el
aporte particular, y se estropea con la uniformidad. Es
responsabilidad de la persona creyente desarrollar el don
conforme a su vocación, y la manera de participación donde
se encuentra. Alguien dijo que hay un camino virgen para
8
llegar a Dios, es la autenticidad del “camino propio”, que si no
se hace queda sin estrenar. Pero la belleza de la propuesta
trinitaria consiste en que “aunque hayan diversas maneras
de caminar”, todos los pasos se conducen a la misma fuente.
El Proyecto de Dios no es una salvación aislada, sino
comunitaria, por eso Él formó un Pueblo.
PARA REFLEXIONAR:
a)	 ¿Cómo son acogidos y valorados los diversos carismas
de cada uno de los miembros que participan en el grupo
de vida al cual pertenezco?
b)	 ¿Cómo reaccionamos ante los que son “diferentes”?
c)	 ¿Cuáles líneas de inspiración y acción nos ofrece la
Trinidad?
3. CARISMAS PARA EL PROVECHO COMÚN:
Todos los dones de Dios requieren una disposición adecuada
para que puedan producir frutos de cambio” (DA, 354).
Todos los carismas que Dios ha suscitado son para el prove-
cho de la comunidad. Vamos a presentar “dones” que Pablo
cita en algunas de sus cartas. No quiere decir que son los
únicos, sencillamente son evidencias significativas que ha
destacado:
1 Cor 12, 8-11: 1 Cor 12, 27-28: Rm 12, 3-8
 Palabras de sabiduría,
 Palabras de ciencia,
 La fe,
 Curaciones,
 Milagros,
 Profecía,
 Discernimiento,
 Lenguas,
 Interpretación.
 Apóstoles,
 Profetas,
 Maestros,
 Asistencia,
 Gobierno.
 Enseñanza,
 Exhortación,
 Caridad,
 Servicio,
 Alegría.
9
El apóstol Pablo, nos
ha ofrecido ejemplos
sobre la diversidad
de carismas que
edifica a la Iglesia. De
esta manera, en la
comunidad cristiana
no puede haber ningún
miembro ocioso. Cada
uno, según la gracia recibida, está llamado a trabajar en el
campo de Dios. Todos participamos en la misma obra, pero
no del mismo modo. Se trata de una participación comunitaria
inspirada y movida por el Evangelio.
En los enunciados bíblicos constatamos que hay diversidad
de dones. Todo parece indicar que en las comunidades
paulinas había rivalidades entre personas que tenían
distintos talentos. Pablo quiere, de esta manera, establecer
que todos los carismas emanan de una sola fuente. En cada
una de las variantes, se localiza el mismo Espíritu, el mismo
Señor, el mismo Dios. La diversidad, entonces, es legítima
y necesaria.
“La propia vocación, la propia libertad y la propia originalidad
son dones de Dios para la plenitud y el servicio del mundo”
(DA, 111).
PARA REFLEXIONAR:
a)	 ¿Puede alguien cohibirse ante otra persona que posea
dones extraordinarios?
b)	 ¿Le ayudamos a cada integrante de la comunidad a
descubrir y a valorar su propio talento?
c)	 ¿Con cuál bendición el Espíritu me ha premiado para
servir? ¿La desarrollo?
10
4. UN SOLO CUERPO: UN SOLO BAUTISMO
Somos Iglesias pobres, pero debemos dar desde nuestra
pobreza y desde la alegría de nuestra fe, sin descargar
en unos pocos enviados el compromiso que es de toda la
comunidad cristiana (DA, 379).
La apropiada metáfora del cuerpo nos ilustra sobre la armonía
participativa de los cristianos en la Iglesia (1Cor 12,12-30).
Miembros diversos y complementarios
CUERPO HUMANO
(Enfoque antropológico)
CUERPO DE CRISTO
(Enfoque cristológico)
Tiene muchos miembros (1Cor
12,12).
Hemos sido todos bautizados
(1Cor 12,13).
Es uno (1Cor 12,12). Un solo Espíritu (1Cor 12,13).
Plural (1Cor 12,12). Somos uno entre todos (1Cor
12,27).
Se compone de muchos
miembros (1Cor 12,14).
Formamos el Cuerpo de Cristo
(1Cor 12,27).
Dios colocó, con honor, cada
miembro donde quiso (1Cor 12,18).
Cada miembro tiene una
función peculiar (1Cor 12,27).
Se pertenecen (1Cor 12,15). Los apóstoles (1Cor 12,28).
Se necesitan (1Cor 12,21). Los profetas (1Cor 12,28).
Forman parte (1Cor 12,15). Los maestros (1Cor 12,28).
Los más débiles son
indispensables (1Cor 12,22).
Las curaciones… (1Cor 12,28).
No hay división (1Cor 12,25). Los unos somos miembros para
los otros (Rm 12,5).
Sufren juntos (1Cor 12,26). Que su caridad no sea fingida
(Rm 12,9).
Se alegran juntos (1Cor 12,27). Alégrense de la esperanza que
comparten (Rm 12,12).
Los bautizados son uno en Cristo. Esta conciencia fun-
damenta la felicidad por pertenecer a la familia de Dios. Así
se entiende la expresión paulina al pedir a los filipenses
que “colmen su alegría teniendo un mismo sentir, un mismo
11
ánimo, buscando todos lo
mismo” (Flp 2,1-5). La es-
piritualidad cristiana es, por
naturaleza, comunitaria.
Nadie puede vivir en comu-
nión con Dios al margen de
la comunión apostólica:
“Les anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también
ustedes estén en comunión con nosotros. Nosotros estamos
en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Les
escribimos esto para que nuestro gozo sea completo” (1Jn
1,3-4). El bautismo es una verdadera entrada en la santidad
de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación
de su Espíritu. En esta perspectiva, la mediocridad voluntaria
queda excluida de este proyecto.
El bautismo común nos hace partícipes. Un ejemplo es la
carta de San Pablo a Filemón. Pablo le escribe desde la
cárcel, donde se encontraba preso por Cristo. Allí, entre
cadenas, engendró a Onésimo, su hijo en la fe. Onésimo
fue un esclavo de Filemón, quien habría cometido una falta,
pero, renacido en el Señor, es recomendado por el apóstol:
“Si en otro tiempo te fue inútil, ahora es muy útil para ti y para
mí. Te lo devuelvo y trátalo como a mí mismo” (Flm 1,11-12).
Dentro del contexto de la dignidad del bautizado para
participar de la comunidad han de acogerse, al mismo
tiempo, las palabras de Pablo a los Gálatas: “Los que se han
bautizado en Cristo, se han revestido de Cristo, de modo
que ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni
mujer, ya que todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gal
3,28).
San Pablo, a los seguidores de Jesucristo, les llamaba “los
santos”. Con este título reconocía la dignidad de todas las
personas bautizadas, pues participaban de Aquel que es la
fuente de toda santidad: “Sean santos, porque yo soy santo”
12
(Lv 11,45). Quien ha nacido de Dios se deja conducir por su
Espíritu.
Conforme a la carta a los Efesios, todos esos dones fueron
dispuestos por el Señor para organizar adecuadamente a
los santos en las funciones del ministerio (Ef 4,12).
PARA REFLEXIONAR:
a)	 ¿Vivodeunamaneradignaalavocaciónqueherecibido?
(Ef 4,1).
b)	 Si el bautismo es una entrada a la santidad de Dios
¿puedo conformarme con una vida mediocre?
c)	 ¿Camino en una actitud permanente de despojo y
renovación?
5. “ENFERMEDADES” QUE ATACAN LA SALUD
DEL CUERPO.
La vida en comunidad es esencial a la vocación cristiana.
El discipulado y la misión siempre suponen la pertenencia
a una comunidad. Dios no quiso salvarnos aisladamente,
sino formando un pueblo. Este es un aspecto que distingue
la vivencia de la vocación cristiana de un simple sentimiento
religioso individual. Por eso, la experiencia de fe siempre
se vive en una Iglesia Particular (DA, 164).
Cuando Pablo retoma esa
imagen del Cuerpo como
unidad que distingue la
comunidad cristiana es
porque muchos factores
amenazan dicha perfección.
Intentaremos rastrear tales
amenazas, y a las mismas les
llamaremos “enfermedades”.
Es necesario nombrarlas, porque tienen nombres, pues de
hecho, el cuerpo siempre está expuesto a los “virus” del
13
ambiente. Tomar conciencia de esta realidad es la mejor
manera de prevenirlos.
Para el desarrollo de este enunciado nos auxiliaremos
de algunas evidencias señaladas por el apóstol Pablo.
Iniciaremos por textos localizados en la Primera Carta a los
Corintios, y otras más. Tendremos en cuenta que, cuando él
exhorta a asumir algún tipo de comportamiento, lo hace para
corregir situaciones internas que se dan o podrían darse
entre los hermanos y hermanas. Este dato permite reconstruir
situaciones conflictivas que influyeron en el relacionamiento
de los primeros cristianos, y que también nos lastiman hoy.
Para hacer este proceso, de manera sintética, indicaremos
las “enfermedades” en forma de breves enunciados. Estos
enunciados nos permitirán tomar el pulso de los “virus” que
afectan o amenazan los grupos de vida:
1.	 Dar motivos de escándalos (1 Cor 10,32).
2.	 Procurar el propio interés (1 Cor 10,33).
3.	 Imitar a otra persona que no sea Cristo (1 Cor 11,1).
4.	 Dividir la fraternidad (1 Cor 11,18).
5.	 Carecer de autenticidad (1 Cor 11,19).
6.	 Comer y olvidar a los ausentes que pasan hambre
(1 Cor 11,21).
7.	 Comer el pan y beber el cáliz sin discernimiento
(1 Cor 11,29).
8.	 Estar presente, pero sin sentido de pertenencia
(1 Cor 12,15).
9.	 Discriminar a los más débiles o sencillos (1 Cor 12,22).
10. 	Aspirar a los carismas superiores olvidando a los más
sencillos, que son indispensables (1Cor 12,31).
11.	 Hablar muchas lenguas, pero no tener caridad
(1 Cor 13,1).
12.	 Tener impaciencia, envidia, orgullo, injusticia,
incredulidad (1 Cor 13,4-7).
13.	 Hacer propaganda/recomendación de sí mismo
(2 Cor 10,12).
14
14.	 Obrar sin sentido o actuar sin saber por qué
(2 Cor 10,12).
15.	 Hacer cosas por ambición o vanagloria (Flp 2,3).
16.	 Distanciar los propios deseos del “deseo del Señor”
(Flp 4,2).
17.	 Tristeza innecesaria (Flp 4,4).
18.	 Pérdida de ánimo (Col 2,2).
19.	 Valorarse más de lo conveniente (Rm 12,3).
20.	 Carecer de una sobria autoestima (Rm 12,3).
21.	 Dividir el único cuerpo (Rm 12,5).
22.	 Dar un don sin sencillez (Rm 12,8).
23.	 No practicar la solidaridad (Rm 12,12).
24.	 Complacerse en la propia sabiduría (Rm 12,16).
La principal medicina que ofrece san Pablo para curar
estas enfermedades es “mantenerse unidos a la Cabeza”,
de la cual todo el cuerpo, por medio de junturas y ligamentos,
recibe nutrición y cohesión, para ir creciendo conforme al
designio de Dios (Col 2,19).
6. 	 JESÚS: CRITERIOS DE PARTICIPACIÓN.
PABLO: CONSEJOS DE CONVIVENCIA.
En la generosidad de los misioneros se manifiesta la
generosidad de Dios, en la gratitud de los apóstoles
aparece la gratuidad del Evangelio (DA 31).
El mismo Jesús, motor de la
teología paulina, ha puesto
la base y los criterios de
convivencia y participación de
sus seguidores. Entre ellos
destacamos: no juzgar (Mt
7,1). Se propone decirnos
que, en una comunidad de
hermanos, quien se dispone a mirar la brizna en el ojo ajeno,
no repara la viga en el propio; hecho que permite al mal
entrar y entorpecer las relaciones fraternas. En este sentido,
15
también se destaca la regla de oro vinculada a tratar a los
demás como nos gustaría ser tratados (Mt 7,12).
Jesús orienta, con detalles, sobre la necesidad del perdón
para la convivencia real y fructífera. Exhorta a la corrección
fraterna cuando alguien comete alguna falta. En Mt 18,15
hay un protocolo a seguir para amar en santidad y justicia.
Todo parece indicar que es conocida la debilidad humana, y
por tal motivo se testifica la cantidad de veces que se debe
perdonar “setenta veces siete” (Mt 18,21). Parafraseando
las palabras del Papa Francisco, “Dios no se cansa de
perdonar, somos nosotros quienes nos cansamos de pedir
perdón” (EG, n.3). En las relaciones fraternas, conforme a
los fundamentos cristianos, hay que “sacudir el polvo” con
frecuencia, pues al caminar se pega obligatoriamente.
Entre las enseñanzas del Maestro se distingue la siguiente:
“El que quiera llegar a ser grande, debe hacerse servidor de
todos, y el que desee ser el primero deberá ser el último”
(Mt 20, 26). Todo indica que el servicio es fruto del amor;
un amor que une al Padre, al Hijo, y a los hermanos, en el
mismo Espíritu. El amor a Dios, solo Jesús lo equipara al
amor del que está próximo (Mt 22,37). El amor incondicional
queda reflejado en la disposición que Jesús promueve para
lavarse los pies unos a otros como Él mismo lo hizo,
dando ejemplo (Jn 13,8). Los reflejos del amor consiste
en desgastarse por los demás sin reservar la vida, y
renunciando a las superfluas comodidades (Lc 9,24).
La hermosa imagen de la Vid ilustra la unidad comunitaria
en torno a la cual se llama a permanecer (Jn 15,4). Estando
adheridos al tronco, que es el mismo Jesús, los vínculos
fraternos se alimentarán de la sabia misericordiosa y,
consecuentemente, los hermanos y las hermanas serán
misericordiosos, como el Padre lo es (Lc 6,36). Es así como
Él mismo se conmueve y turba ante la muerte de un amigo (Jn
11,33); pero dejando claro que la última respuesta nacida de
las entrañas de Dios gira en torno a la fiesta de resurrección.
16
Jesús ofrece un criterio fundamental que abala la pertenencia
a la comunidad de hermanos y hermanas: escuchar
la Palabra y practicarla (Lc 8,21). Quiere decir que “la
fraternidad cristiana está siempre por delante de los lazos
biológicos”. Es la Palabra quien la congrega y, en torno a
Ella los integrantes abrazarán la verdad liberadora (Lc 8,32).
Observamos que, en la libertad de los amigos de Jesús, se
superan los apegos transitorios, así como la vanagloria que
busca ocupar los “primeros asientos” (Lc 14,10). En esta
Verdad, que es el mismo Jesús, encuentran su esencia y
alegría, sellados en la confianza de que cada uno de sus
nombres están escritos en el cielo (Lc 10,20).
Las enseñanzas de Jesús se mantendrán vigentes, con gran
fervor, en las primeras comunidades. Veamos las recomen-
daciones de Pablo, que son útiles para nuestra realidad:
	Ámense cordialmente los unos a los otros (Rm 12,10),
	Hagan todo con humildad (Flp 2,3),
	Consideren a los demás superiores a uno mismo (Flp 2,3),
	Acójanse como Cristo los acogió (Rm 15,7),
	Corríjanse mutuamente (Rm 15,14),
	Espérense los unos a los otros (1Cor 11,33),
	Sírvanse unos a otros por amor (Gal 5,13),
	Confróntese mutuamente (1Tes 5,11),
	Sobrellévense con amor (Ef 4,2),
	Sean benévolos y misericordiosos perdonándose
mutuamente (Ef 4,32),
	Sométanse en el temor de Cristo (Ef 5,21),
	No nos cansemos de hacer el bien, principalmente a
nuestros hermanos en la fe (Gal 6,9-10).
La comunidad apostólica, vivificada e inspirada en el Espíritu,
sigue animando constantemente las relaciones fraternas
para garantizar la tarea asumida en el Proyecto de Jesús.
Un indicador para saber si una comunidad ha pasado de
la muerte a la vida es el  amor entre sus miembros (2 Pe
17
1,7; 1Jn 3,14); testimoniarlo atrae a nuevos cristianos (Hch
4,32-37), es garantía para que el mundo crea  (Jn 17,21). Se
trata de relaciones integradoras, porque si se ama a quien
corresponde, el mérito se diluye (Lc 6,32).
La fraternidad está soportada en la acción del Espíritu
renovador y creativo. Es Él quien da la sabiduría para
identificar, comprender, acoger y ejecutar la voluntad de
Dios, quien une para un propósito. Unifica y dinamiza para
buscar la verdad constantemente en un horizonte inspirador.
Hace a los hijos y a las hijas de Dios.
7.	 IGLESIA EN SALIDA: HACIA LAS PERIFERIAS
EXISTENCIALES
Son importantes los espacios de participación de la
sociedad civil para la vigencia de la democracia, una
verdadera economía solidaria y un desarrollo integral,
solidario y sostenible (DA, 406).
Mediante este recorrido
nos damos cuenta de la
bella, ardua y exigente
tarea de la participación
en comunión cristiana, la
cual no nace para acurru-
carse a sí misma, en su
interior, sino para ser en-
viada, porque bien enseña Santo Domingo de Guzmán que
el “trigo amontonado se pudre”. La comunidad cristiana nace
no para servirse a sí misma, sino para servir, especialmente,
a los que están fuera de ella. El mandato queda explícito
en Marcos 15,15: “Vayan por todo el mundo y proclamen la
Buena Nueva a toda la creación”; pero este anuncio debe
estar sellado con el testimonio de la unidad.
La significativa expresión “periferias existenciales” del Papa
Francisco, encuentra acogida en el Documento de Aparecida,
18
donde se cita a san Juan Crisóstomo: “¿Quieren en verdad
honrar el Cuerpo de Cristo? No consientan que esté desnudo.
No lo honren en el templo con manteles de seda mientras
afuera lo dejan pasar frío y desnudez” (DA, 354).
Las primeras comunidades supieron ir buscando nuevas
formas para evangelizar de acuerdo con las culturas y las
circunstancias (DA, 369). En este sentido, la conversión
pastoral exige que se pase de una pastoral de mera
conservación a una pastoral decididamente misionera (DA,
370). Como discípulos misioneros, queremos que el influjo
de Cristo llegue hasta los confines de la tierra (DA, 374).
Para no caer en la trampa de encerrarnos en nosotros
mismos, debemos formarnos como discípulos misioneros
sin fronteras, dispuestos a ir a la “otra orilla”, aquella en la
que Cristo no es aún reconocido como Dios y Señor, y la
Iglesia no está todavía presente (DA, 376).
8.	 CONSIDERACIONES FINALES
En una sociedad que promueve el individualismo y el
sectarismo, la Iglesia nos propone recuperar y optar, siempre,
por la espiritualidad de la participación y de la comunión. Esta
comunión es necesaria para que el mundo crea (Jn 17,21).
Nuestra participación ha de ser consciente, o sea, ella se
fundamenta en el bautismo que hemos recibido. No solo
formamos parte del Cuerpo de Cristo, sino que lo somos.
Esto nos da un sentido indivisible de pertenencia.
Somos un Cuerpo que no excluye, como bien nos recuerda el
Papa Francisco: “Jesús no excluye a nadie”. Se trata de una
propuesta integradora, que se regocija en la incorporación
constante de nuevos miembros. Nuestra manera de acoger
dice mucho de la madurez cristiana que nos distingue.
Es un reto valorarnos cada uno en aquello que aportamos
desde nuestra participación. Algunas veces hay personas
19
más tímidas que otras en el “participar”, otras más lentas
para comprometerse, pero cuando se les anima responden
con generosidad encontrando el sentido de sus vidas.
No somos un añadido más en la presencia comunitaria.
Cuando no estamos hacemos falta. Que Dios nos de la
gracia, en este caminar, de reírnos juntos, sufrir juntos,
celebrar juntos, gastarnos juntos, caminando siempre hacia
una misma dirección bajo los criterios apostólicos.
9.	 BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
•	 Antonio Bravo, La espiritualidad del sacerdote hoy,
Barcelona, Emaús, 2005.
•	 Biblia de Jerusalén, Bilbao, Desclée De Brouwer, 2009.
•	 Carlo Rusconi, Dicionário do Grego, São Paulo, Paulus, 2005.
•	 Documento Conclusivo de Aparecida, Conferencia del
Episcopado Dominicano, 2007.
•	 Irene Foulkes, Problemas pastorales en Corintio:
comentario exegético-pastoral a 1 de Corintios, Costa
Rica, Departamento Ecuménico de Investigación, 1999.
•	 Joseph Ratzinguer, La fraternidad de los cristianos,
Salamanca, Sígueme, 2004.
•	 VV.AA., Concordância Bíblica, São Paulo, Hagnos, 2006.
•	 VV.AA., Diccionario Exegético del Nuevo Testamento,
vol.1, Salamanca, Sígueme, 2005.
10.	ANEXO:
	 FRASES BÍBLICAS QUE ILUSTRAN
LA PARTICIPACIÓN, EL COMPROMISO
Y LA ORGANIZACIÓN
1.	 Todos participamos del mismo pan (1Cor 10,17).
2.	 Todo esto lo hago por el Evangelio, para ser partícipe del mismo
(1Cor 9,23).
3.	 Del mismo modo que comparten nuestros sufrimientos, también
serán partícipes de nuestra consolación (2Cor 1,7).
4.	 Partícipes son todos de mi gracia (Flp 1,7).
5.	 Hermanos todos, partícipes de una vocación celestial (Hb 3,1).
20
6.	 Somos, en verdad, compañeros de Cristo (Hb 3,14).
7.	 Fueron hechos partícipes del Espíritu Santo (Hb 6,4).
8.	 Alégrense de participar de los sufrimientos de Cristo (1Pe 4,13).
9.	 Les hizo capaces de participar en la luminosa herencia de los
santos (Col 1,12).
10.	 Han colaborado con el Evangelio desde el primer día hasta hoy
(Flp 1,5).
11.	 Colaboradores míos en Cristo Jesús (Rm 16,3).
12.	 Nosotros somos colaboradores de Dios (1Cor 3,9).
13.	 Nosotros queremos colaborar con su alegría (2Cor 1,24).
14.	 Lucharon por el Evangelio a mi lado (Flp 4,3).
15.	 Colaboraron conmigo por el Reino de Dios (Col 411).
16.	 Colaboradores en la obra de la Verdad (3Jn 1,8).
17.	 Ellos salieron a predicar por todas partes (Mc 16,20).
18.	El Señor colaboraba con ellos y confirmaba la Palabra
(Mc 16,20).
19.	 Cooperadores suyos somos (2Cor 6,1).
20.	 No reciban en vano la gracia de Dios (2Cor 6,1).
21.	 La fe cooperaba con sus obras (St 2,22).
22.	 Por las obras la fe alcanzó su perfección (St 2,22).
23.	 Hagan todo con decoro y orden (2Cor 14,40).
24.	 Cristo como primicia (2Cor 15,23).
25.	 Me alegro al comprobar su armonía y su sólida fe en Cristo (Col 2,5).
26.	 Éste es el compromiso de la Alianza que he pactado contigo y
con los hijos de Israel (Ex 34,27).
27.	 Se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles,
a la comunión, al partimiento del pan y a la oración (Hch 2,42).
28.	 Ustedes forman el cuerpo de Cristo (1Cor 12,27).
29.	 Vivan de una manera digna a la vocación que han recibido (Ef 4,1).
30.	 Uno solo es el cuerpo y uno solo es el Espíritu (Ef 4,4).
31.	 Una sola es la esperanza a la que han sido llamados (Ef 4,4).
32.	 Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios
(Ef 4,5-6).
33.	 A cada uno le ha sido concedida la gracia a la medida de los
dones de Cristo (Ef 4,7).
34.	 Movidos por el amor sincero, creceremos en todo hacia Cristo
(Ef 4,15).
35.	 Dar a conocer con valentía el misterio del Evangelio (Ef 6,19).
36.	 Los que se han bautizado en Cristo, se han revestido de Cristo
(Gal 3,27).
37.	 Fiel es Dios por quien han sido llamados a la comunión con su
Hijo Jesucristo (1Cor 1,9).
38.	 Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en
medio de ellos (Mt 18,19).

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Espiritualidad biblica

  • 1.
  • 2. 2 ITINERARIO Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1. Participar: en qué, por qué y para qué. . . . . . . . . . . . . . 4 2. Comunión trinitaria: fundamento y modelo de participación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 3. Carismas para el provecho común . . . . . . . . . . . . . . . . 8 4. Un solo cuerpo: un solo bautismo. . . . . . . . . . . . . . . . 10 5. “Enfermedades” que atacan la salud del cuerpo. . . . . 12 6. Jesús: criterios de participación. Pablo: consejos de convivencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 7. Iglesia en salida: hacia las periferias existenciales. . . 17 8. Consideraciones finales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 9. Bibliografía básica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 10. Anexo. Frases bíblicas que ilustran la participación, el compromiso y la organización. . . . . . . . . . . . . . . . . 19 Elaboración: Hna. Ángela Cabrera, MDR. Diagramación: Jesús Pérez. Tema del año 2017: “Un pueblo en misión, sensible a la solidaridad, que participa en pequeños grupos de vida, comunidades y organizaciones”. Santo Domingo, Rep. Dom. Octubre, 2016 – Octubre, 2017.
  • 3. 3 INTRODUCCIÓN Acorde con el itinerario de Evangelización del Plan Nacio- nal de Pastoral, en el año 2017 estaremos comprometidos y comprometidas con la temática: “Un pueblo en misión, sensible a la solidaridad, que participa enpequeñosgruposdevida,comunidadesyorganizaciones”. Teniendo como paradigma el horizonte inspirador anteriormente señalado, nos vemos en la necesidad de ofrecer, entre varias luces, una mirada bíblica. La Biblia ilumina, de manera muy especial, la espiritualidad de la comunión como distintivo de toda participación de perfil cristiano. Al abrir la Biblia bajo tales criterios, nos sale al encuentro el apóstol Pablo, un ejemplo de persona animadora, dinámica, comprometida hasta los tuétanos con la causa de Cristo. Los escritos de Pablo, así como los Hechos de los Apóstoles, nos ayudan a perfilar y encausar nuestras relaciones con fundamento cristiano. Al mismo tiempo, nos motivan para participar de manera eficiente en el Proyecto de Jesús, que es el mismo Proyecto del Reino de Dios. Bienvenidos y bienvenidas a este hermoso recorrido, para que nuestra Iglesia peregrina, en este año y siempre, pueda alcanzar las metas propuestas en su itinerario de evangelización. Como indica la portada, nosotros tenemos una Madre Buena, María, que vela e intercede para que la Iglesia siga formando un solo Cuerpo en su Hijo. Que sea Ella paradigma de fidelidad, en esta tarea que continuamos para la Gloria de Dios. Que el Espíritu nos premie con diversos carismas para participar en COMUNIÓN.
  • 4. 4 1. PARTICIPAR: EN QUÉ, POR QUÉ Y PARA QUÉ Dios Padre sale de sí, para llamarnos a participar de su vida y de su gloria (DA, 129). Para referirse a “parti- cipar”, el griego bíblico utiliza el término koinoneo, traducido por “compartir”, “tener parte en”, “partici- par de”, “hacer participar”, “ser compañero”, “tener y dar participación”. Al mismo tiempo, remite a la “comunidad”, “poseer conjuntamente”. La palabra se deriva del conocido concepto koinonia “comunión”, “relación”, “colaboración”, “cooperación”, está asociado al aspecto de “mantener comunión”. Su contenido y sentido de empleo ocurre con fre- cuencia en los Hechos de los Apóstoles y en los escritos de San Pablo. En Hechos 2, por ejemplo, se describe el sentido teológico y espiritual del empleo de dicha referencia: (Al llegar el día de Pentecostés): PARTICIPABAN EN QUÉ POR QUÉ PARA QUÉ En reuniones, encuentros donde un día pudieron recibir la ráfaga de viento que llenó la casa y a ellos mismos (2,2). Tenían un mismo objetivo (2,1). - Profetizar, soñar, visionar (2,17). - Conocer y dar a conocer los caminos de vida (2,28). - Invitar a la conversión, bautizar y recibir el Espíritu (2,38). En testimoniar, experimentar las lenguas de fuego manifestadas (2,3). Se repartían y posaban sobre cada uno (2,3). Hablar según les fuese permitido (2,4). En la enseñanza apostólica, en la comunión, en la fracción del pan, y en las oraciones (2,42). Estaban de acuerdo, tenían todo en común, perseveraban en un mismo espíritu (2,46). - Para realizar prodigios y signos (2,43). - Compartir el alimento con alegría y sencillez. - Alabar a Dios. - Sumar miembros para la salvación (2,47).
  • 5. 5 Algunas observaciones a destacar de lo señalado anteriormente: Estaban todos reunidos en un mismo lugar, hombres y mujeres. El lugar remite a una pequeña comunidad de perfil doméstico. No estaban por estar, sino que tenían un objetivo común. El Espíritu les llenó a todos. En la comunidad unida Dios mandó su bendición (Sal 133,3). El Espíritu se donó sin excluir a nadie, capacitando de muchas maneras para diversos ministerios en una sola misión. Con su manifestación, el Espíritu no dejó igual ni a las cosas ni a las personas: vino el desprendimiento y el desapego. Las cosas eran de quienes las necesitasen para un fin acorde a la fe profesada. Puede interpretarse que cubrir la necesidad de un hermano era favorecer su libertad para que se entregue entero a la misión. No se evidencia orgullo sectario: se mantenían constantes en el punto neurálgico de esta unidad: enseñanza apostólica, fracción, oración... Esta comunión y participación no estaba exclusivamente al servicio de la misma comunidad, sino a disposición del Señor y de su Proyecto: profetizar, convertir, bautizar, integrar, para la salvación… Si hay una dimensión internamente comunitaria, al mismo tiempo, la hay en éxodo hacia las “periferias existenciales”. En suma, cuando hablamos de “participar”, nos referimos al compromiso saludable de los primeros cristianos y cristianas que, desde pequeñas comunidades, buscaban implicarse con el Reino anunciado, vivido y prometido por Jesús. Este capítulo 2 de los Hechos, más que describir una realidad literal de aquellos hermanos y hermanas, buscaba forjar las pautas del horizonte inspirador que debe motivar nuestras vidas, convivencia y misión, incluyéndonos en este sentido, a nosotros mismos, que somos parte de la Iglesia peregrina en República Dominicana.
  • 6. 6 PARA REFLEXIONAR: a) En mi comunidad cristiana, ¿en qué, por qué y para qué participo? b) ¿Qué desanima mi participación? ¿Qué la anima? c) ¿En quién se fundamenta mi compromiso? 2. COMUNIÓN TRINITARIA: FUNDAMENTO Y MODELO DE PARTICIPACIÓN La Iglesia, como “comunidad de amor”, está llamada a reflejar la gloria del amor de Dios que es comunión, y así atraer a las personas y a los pueblos hacia Cristo. En el ejercicio de la unidad querida por Jesús, los hombres y las mujeres de nuestro tiempo se sienten convocados y recorren la hermosa aventura de la fe. “Que también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea”, Jn 17,21 (DA, 159). Vista la constata- ción en Hechos de los Apóstoles, afirmamos que la comunión es el ele- mento distintivo, por excelencia, para una comunidad o grupo de vida de perfil cris- tiano. Esta veracidad queda evidente en 1 de Cor 12, donde la Santísima Trinidad se convierte en su punto de referencia. 1 Cor 12,4-6 presenta una preciosa imagen trinitaria que nos ilustra en su armonía y comunión: • Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; • diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; • diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios. Acorde con las observaciones, el Espíritu es responsable de distribuir los carismas con los cuales participamos en la
  • 7. 7 vida comunitaria. El Señor Jesucristo asume la ordenanza de los ministerios: es quien envía y señala la misión correspondiente. Dios es el autor, el que acontece y hace acontecer. La Trinidad es una, diversa y complementaria. Nuestros carismas, ministerios, servicios y obras, tienen una misma fuente, y ellos no se clasifican de manera rígida y restringida, sino que fluyen sin rivalidad. Tomando como modelo la comunidad cristiana de Corintos, notamos que Pablo se las ingenia para que estos hermanos y hermanas asimilen que la diversidad de sus dones, carismas, ministerios y servicios surgen de una misma fuente. Por tanto, en vez de ser motivos de disputas, deben encausarse de forma inteligente para el provecho común. Una de las fundamentaciones teológicas sobre el buen convivir se localiza en el Salmo 133,1: “Qué bueno, que dulce habitar los hermanos todos juntos”. Se refiere a que “estar juntos” es bueno, de utilidad para el bien comunitario y social. La expresión denota la pertenencia  a un proyecto de vida que, además, es “dulce”. El estar juntos supera la prisa y los agobios, pues “permanecer” es placentero. En tal convivencia se estrechan los lazos fraternos que serán necesarios para la misión compartida. Podemos decir que la originalidad de la espiritualidad cristiana tiene su base en el Dios uno y trino. Conforme al espejo trinitario, la espiritualidad de comunión no debilita ni elimina la personalidad de cada miembro o integrante. Todo lo contrario, el Espíritu fecunda a cada persona en su profunda identidad, la sana para que produzca frutos según las raíces de su historia y su presente. La espiritualidad de comunión se enriquece con el aporte particular, y se estropea con la uniformidad. Es responsabilidad de la persona creyente desarrollar el don conforme a su vocación, y la manera de participación donde se encuentra. Alguien dijo que hay un camino virgen para
  • 8. 8 llegar a Dios, es la autenticidad del “camino propio”, que si no se hace queda sin estrenar. Pero la belleza de la propuesta trinitaria consiste en que “aunque hayan diversas maneras de caminar”, todos los pasos se conducen a la misma fuente. El Proyecto de Dios no es una salvación aislada, sino comunitaria, por eso Él formó un Pueblo. PARA REFLEXIONAR: a) ¿Cómo son acogidos y valorados los diversos carismas de cada uno de los miembros que participan en el grupo de vida al cual pertenezco? b) ¿Cómo reaccionamos ante los que son “diferentes”? c) ¿Cuáles líneas de inspiración y acción nos ofrece la Trinidad? 3. CARISMAS PARA EL PROVECHO COMÚN: Todos los dones de Dios requieren una disposición adecuada para que puedan producir frutos de cambio” (DA, 354). Todos los carismas que Dios ha suscitado son para el prove- cho de la comunidad. Vamos a presentar “dones” que Pablo cita en algunas de sus cartas. No quiere decir que son los únicos, sencillamente son evidencias significativas que ha destacado: 1 Cor 12, 8-11: 1 Cor 12, 27-28: Rm 12, 3-8  Palabras de sabiduría,  Palabras de ciencia,  La fe,  Curaciones,  Milagros,  Profecía,  Discernimiento,  Lenguas,  Interpretación.  Apóstoles,  Profetas,  Maestros,  Asistencia,  Gobierno.  Enseñanza,  Exhortación,  Caridad,  Servicio,  Alegría.
  • 9. 9 El apóstol Pablo, nos ha ofrecido ejemplos sobre la diversidad de carismas que edifica a la Iglesia. De esta manera, en la comunidad cristiana no puede haber ningún miembro ocioso. Cada uno, según la gracia recibida, está llamado a trabajar en el campo de Dios. Todos participamos en la misma obra, pero no del mismo modo. Se trata de una participación comunitaria inspirada y movida por el Evangelio. En los enunciados bíblicos constatamos que hay diversidad de dones. Todo parece indicar que en las comunidades paulinas había rivalidades entre personas que tenían distintos talentos. Pablo quiere, de esta manera, establecer que todos los carismas emanan de una sola fuente. En cada una de las variantes, se localiza el mismo Espíritu, el mismo Señor, el mismo Dios. La diversidad, entonces, es legítima y necesaria. “La propia vocación, la propia libertad y la propia originalidad son dones de Dios para la plenitud y el servicio del mundo” (DA, 111). PARA REFLEXIONAR: a) ¿Puede alguien cohibirse ante otra persona que posea dones extraordinarios? b) ¿Le ayudamos a cada integrante de la comunidad a descubrir y a valorar su propio talento? c) ¿Con cuál bendición el Espíritu me ha premiado para servir? ¿La desarrollo?
  • 10. 10 4. UN SOLO CUERPO: UN SOLO BAUTISMO Somos Iglesias pobres, pero debemos dar desde nuestra pobreza y desde la alegría de nuestra fe, sin descargar en unos pocos enviados el compromiso que es de toda la comunidad cristiana (DA, 379). La apropiada metáfora del cuerpo nos ilustra sobre la armonía participativa de los cristianos en la Iglesia (1Cor 12,12-30). Miembros diversos y complementarios CUERPO HUMANO (Enfoque antropológico) CUERPO DE CRISTO (Enfoque cristológico) Tiene muchos miembros (1Cor 12,12). Hemos sido todos bautizados (1Cor 12,13). Es uno (1Cor 12,12). Un solo Espíritu (1Cor 12,13). Plural (1Cor 12,12). Somos uno entre todos (1Cor 12,27). Se compone de muchos miembros (1Cor 12,14). Formamos el Cuerpo de Cristo (1Cor 12,27). Dios colocó, con honor, cada miembro donde quiso (1Cor 12,18). Cada miembro tiene una función peculiar (1Cor 12,27). Se pertenecen (1Cor 12,15). Los apóstoles (1Cor 12,28). Se necesitan (1Cor 12,21). Los profetas (1Cor 12,28). Forman parte (1Cor 12,15). Los maestros (1Cor 12,28). Los más débiles son indispensables (1Cor 12,22). Las curaciones… (1Cor 12,28). No hay división (1Cor 12,25). Los unos somos miembros para los otros (Rm 12,5). Sufren juntos (1Cor 12,26). Que su caridad no sea fingida (Rm 12,9). Se alegran juntos (1Cor 12,27). Alégrense de la esperanza que comparten (Rm 12,12). Los bautizados son uno en Cristo. Esta conciencia fun- damenta la felicidad por pertenecer a la familia de Dios. Así se entiende la expresión paulina al pedir a los filipenses que “colmen su alegría teniendo un mismo sentir, un mismo
  • 11. 11 ánimo, buscando todos lo mismo” (Flp 2,1-5). La es- piritualidad cristiana es, por naturaleza, comunitaria. Nadie puede vivir en comu- nión con Dios al margen de la comunión apostólica: “Les anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también ustedes estén en comunión con nosotros. Nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Les escribimos esto para que nuestro gozo sea completo” (1Jn 1,3-4). El bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu. En esta perspectiva, la mediocridad voluntaria queda excluida de este proyecto. El bautismo común nos hace partícipes. Un ejemplo es la carta de San Pablo a Filemón. Pablo le escribe desde la cárcel, donde se encontraba preso por Cristo. Allí, entre cadenas, engendró a Onésimo, su hijo en la fe. Onésimo fue un esclavo de Filemón, quien habría cometido una falta, pero, renacido en el Señor, es recomendado por el apóstol: “Si en otro tiempo te fue inútil, ahora es muy útil para ti y para mí. Te lo devuelvo y trátalo como a mí mismo” (Flm 1,11-12). Dentro del contexto de la dignidad del bautizado para participar de la comunidad han de acogerse, al mismo tiempo, las palabras de Pablo a los Gálatas: “Los que se han bautizado en Cristo, se han revestido de Cristo, de modo que ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gal 3,28). San Pablo, a los seguidores de Jesucristo, les llamaba “los santos”. Con este título reconocía la dignidad de todas las personas bautizadas, pues participaban de Aquel que es la fuente de toda santidad: “Sean santos, porque yo soy santo”
  • 12. 12 (Lv 11,45). Quien ha nacido de Dios se deja conducir por su Espíritu. Conforme a la carta a los Efesios, todos esos dones fueron dispuestos por el Señor para organizar adecuadamente a los santos en las funciones del ministerio (Ef 4,12). PARA REFLEXIONAR: a) ¿Vivodeunamaneradignaalavocaciónqueherecibido? (Ef 4,1). b) Si el bautismo es una entrada a la santidad de Dios ¿puedo conformarme con una vida mediocre? c) ¿Camino en una actitud permanente de despojo y renovación? 5. “ENFERMEDADES” QUE ATACAN LA SALUD DEL CUERPO. La vida en comunidad es esencial a la vocación cristiana. El discipulado y la misión siempre suponen la pertenencia a una comunidad. Dios no quiso salvarnos aisladamente, sino formando un pueblo. Este es un aspecto que distingue la vivencia de la vocación cristiana de un simple sentimiento religioso individual. Por eso, la experiencia de fe siempre se vive en una Iglesia Particular (DA, 164). Cuando Pablo retoma esa imagen del Cuerpo como unidad que distingue la comunidad cristiana es porque muchos factores amenazan dicha perfección. Intentaremos rastrear tales amenazas, y a las mismas les llamaremos “enfermedades”. Es necesario nombrarlas, porque tienen nombres, pues de hecho, el cuerpo siempre está expuesto a los “virus” del
  • 13. 13 ambiente. Tomar conciencia de esta realidad es la mejor manera de prevenirlos. Para el desarrollo de este enunciado nos auxiliaremos de algunas evidencias señaladas por el apóstol Pablo. Iniciaremos por textos localizados en la Primera Carta a los Corintios, y otras más. Tendremos en cuenta que, cuando él exhorta a asumir algún tipo de comportamiento, lo hace para corregir situaciones internas que se dan o podrían darse entre los hermanos y hermanas. Este dato permite reconstruir situaciones conflictivas que influyeron en el relacionamiento de los primeros cristianos, y que también nos lastiman hoy. Para hacer este proceso, de manera sintética, indicaremos las “enfermedades” en forma de breves enunciados. Estos enunciados nos permitirán tomar el pulso de los “virus” que afectan o amenazan los grupos de vida: 1. Dar motivos de escándalos (1 Cor 10,32). 2. Procurar el propio interés (1 Cor 10,33). 3. Imitar a otra persona que no sea Cristo (1 Cor 11,1). 4. Dividir la fraternidad (1 Cor 11,18). 5. Carecer de autenticidad (1 Cor 11,19). 6. Comer y olvidar a los ausentes que pasan hambre (1 Cor 11,21). 7. Comer el pan y beber el cáliz sin discernimiento (1 Cor 11,29). 8. Estar presente, pero sin sentido de pertenencia (1 Cor 12,15). 9. Discriminar a los más débiles o sencillos (1 Cor 12,22). 10. Aspirar a los carismas superiores olvidando a los más sencillos, que son indispensables (1Cor 12,31). 11. Hablar muchas lenguas, pero no tener caridad (1 Cor 13,1). 12. Tener impaciencia, envidia, orgullo, injusticia, incredulidad (1 Cor 13,4-7). 13. Hacer propaganda/recomendación de sí mismo (2 Cor 10,12).
  • 14. 14 14. Obrar sin sentido o actuar sin saber por qué (2 Cor 10,12). 15. Hacer cosas por ambición o vanagloria (Flp 2,3). 16. Distanciar los propios deseos del “deseo del Señor” (Flp 4,2). 17. Tristeza innecesaria (Flp 4,4). 18. Pérdida de ánimo (Col 2,2). 19. Valorarse más de lo conveniente (Rm 12,3). 20. Carecer de una sobria autoestima (Rm 12,3). 21. Dividir el único cuerpo (Rm 12,5). 22. Dar un don sin sencillez (Rm 12,8). 23. No practicar la solidaridad (Rm 12,12). 24. Complacerse en la propia sabiduría (Rm 12,16). La principal medicina que ofrece san Pablo para curar estas enfermedades es “mantenerse unidos a la Cabeza”, de la cual todo el cuerpo, por medio de junturas y ligamentos, recibe nutrición y cohesión, para ir creciendo conforme al designio de Dios (Col 2,19). 6. JESÚS: CRITERIOS DE PARTICIPACIÓN. PABLO: CONSEJOS DE CONVIVENCIA. En la generosidad de los misioneros se manifiesta la generosidad de Dios, en la gratitud de los apóstoles aparece la gratuidad del Evangelio (DA 31). El mismo Jesús, motor de la teología paulina, ha puesto la base y los criterios de convivencia y participación de sus seguidores. Entre ellos destacamos: no juzgar (Mt 7,1). Se propone decirnos que, en una comunidad de hermanos, quien se dispone a mirar la brizna en el ojo ajeno, no repara la viga en el propio; hecho que permite al mal entrar y entorpecer las relaciones fraternas. En este sentido,
  • 15. 15 también se destaca la regla de oro vinculada a tratar a los demás como nos gustaría ser tratados (Mt 7,12). Jesús orienta, con detalles, sobre la necesidad del perdón para la convivencia real y fructífera. Exhorta a la corrección fraterna cuando alguien comete alguna falta. En Mt 18,15 hay un protocolo a seguir para amar en santidad y justicia. Todo parece indicar que es conocida la debilidad humana, y por tal motivo se testifica la cantidad de veces que se debe perdonar “setenta veces siete” (Mt 18,21). Parafraseando las palabras del Papa Francisco, “Dios no se cansa de perdonar, somos nosotros quienes nos cansamos de pedir perdón” (EG, n.3). En las relaciones fraternas, conforme a los fundamentos cristianos, hay que “sacudir el polvo” con frecuencia, pues al caminar se pega obligatoriamente. Entre las enseñanzas del Maestro se distingue la siguiente: “El que quiera llegar a ser grande, debe hacerse servidor de todos, y el que desee ser el primero deberá ser el último” (Mt 20, 26). Todo indica que el servicio es fruto del amor; un amor que une al Padre, al Hijo, y a los hermanos, en el mismo Espíritu. El amor a Dios, solo Jesús lo equipara al amor del que está próximo (Mt 22,37). El amor incondicional queda reflejado en la disposición que Jesús promueve para lavarse los pies unos a otros como Él mismo lo hizo, dando ejemplo (Jn 13,8). Los reflejos del amor consiste en desgastarse por los demás sin reservar la vida, y renunciando a las superfluas comodidades (Lc 9,24). La hermosa imagen de la Vid ilustra la unidad comunitaria en torno a la cual se llama a permanecer (Jn 15,4). Estando adheridos al tronco, que es el mismo Jesús, los vínculos fraternos se alimentarán de la sabia misericordiosa y, consecuentemente, los hermanos y las hermanas serán misericordiosos, como el Padre lo es (Lc 6,36). Es así como Él mismo se conmueve y turba ante la muerte de un amigo (Jn 11,33); pero dejando claro que la última respuesta nacida de las entrañas de Dios gira en torno a la fiesta de resurrección.
  • 16. 16 Jesús ofrece un criterio fundamental que abala la pertenencia a la comunidad de hermanos y hermanas: escuchar la Palabra y practicarla (Lc 8,21). Quiere decir que “la fraternidad cristiana está siempre por delante de los lazos biológicos”. Es la Palabra quien la congrega y, en torno a Ella los integrantes abrazarán la verdad liberadora (Lc 8,32). Observamos que, en la libertad de los amigos de Jesús, se superan los apegos transitorios, así como la vanagloria que busca ocupar los “primeros asientos” (Lc 14,10). En esta Verdad, que es el mismo Jesús, encuentran su esencia y alegría, sellados en la confianza de que cada uno de sus nombres están escritos en el cielo (Lc 10,20). Las enseñanzas de Jesús se mantendrán vigentes, con gran fervor, en las primeras comunidades. Veamos las recomen- daciones de Pablo, que son útiles para nuestra realidad:  Ámense cordialmente los unos a los otros (Rm 12,10),  Hagan todo con humildad (Flp 2,3),  Consideren a los demás superiores a uno mismo (Flp 2,3),  Acójanse como Cristo los acogió (Rm 15,7),  Corríjanse mutuamente (Rm 15,14),  Espérense los unos a los otros (1Cor 11,33),  Sírvanse unos a otros por amor (Gal 5,13),  Confróntese mutuamente (1Tes 5,11),  Sobrellévense con amor (Ef 4,2),  Sean benévolos y misericordiosos perdonándose mutuamente (Ef 4,32),  Sométanse en el temor de Cristo (Ef 5,21),  No nos cansemos de hacer el bien, principalmente a nuestros hermanos en la fe (Gal 6,9-10). La comunidad apostólica, vivificada e inspirada en el Espíritu, sigue animando constantemente las relaciones fraternas para garantizar la tarea asumida en el Proyecto de Jesús. Un indicador para saber si una comunidad ha pasado de la muerte a la vida es el  amor entre sus miembros (2 Pe
  • 17. 17 1,7; 1Jn 3,14); testimoniarlo atrae a nuevos cristianos (Hch 4,32-37), es garantía para que el mundo crea  (Jn 17,21). Se trata de relaciones integradoras, porque si se ama a quien corresponde, el mérito se diluye (Lc 6,32). La fraternidad está soportada en la acción del Espíritu renovador y creativo. Es Él quien da la sabiduría para identificar, comprender, acoger y ejecutar la voluntad de Dios, quien une para un propósito. Unifica y dinamiza para buscar la verdad constantemente en un horizonte inspirador. Hace a los hijos y a las hijas de Dios. 7. IGLESIA EN SALIDA: HACIA LAS PERIFERIAS EXISTENCIALES Son importantes los espacios de participación de la sociedad civil para la vigencia de la democracia, una verdadera economía solidaria y un desarrollo integral, solidario y sostenible (DA, 406). Mediante este recorrido nos damos cuenta de la bella, ardua y exigente tarea de la participación en comunión cristiana, la cual no nace para acurru- carse a sí misma, en su interior, sino para ser en- viada, porque bien enseña Santo Domingo de Guzmán que el “trigo amontonado se pudre”. La comunidad cristiana nace no para servirse a sí misma, sino para servir, especialmente, a los que están fuera de ella. El mandato queda explícito en Marcos 15,15: “Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación”; pero este anuncio debe estar sellado con el testimonio de la unidad. La significativa expresión “periferias existenciales” del Papa Francisco, encuentra acogida en el Documento de Aparecida,
  • 18. 18 donde se cita a san Juan Crisóstomo: “¿Quieren en verdad honrar el Cuerpo de Cristo? No consientan que esté desnudo. No lo honren en el templo con manteles de seda mientras afuera lo dejan pasar frío y desnudez” (DA, 354). Las primeras comunidades supieron ir buscando nuevas formas para evangelizar de acuerdo con las culturas y las circunstancias (DA, 369). En este sentido, la conversión pastoral exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera (DA, 370). Como discípulos misioneros, queremos que el influjo de Cristo llegue hasta los confines de la tierra (DA, 374). Para no caer en la trampa de encerrarnos en nosotros mismos, debemos formarnos como discípulos misioneros sin fronteras, dispuestos a ir a la “otra orilla”, aquella en la que Cristo no es aún reconocido como Dios y Señor, y la Iglesia no está todavía presente (DA, 376). 8. CONSIDERACIONES FINALES En una sociedad que promueve el individualismo y el sectarismo, la Iglesia nos propone recuperar y optar, siempre, por la espiritualidad de la participación y de la comunión. Esta comunión es necesaria para que el mundo crea (Jn 17,21). Nuestra participación ha de ser consciente, o sea, ella se fundamenta en el bautismo que hemos recibido. No solo formamos parte del Cuerpo de Cristo, sino que lo somos. Esto nos da un sentido indivisible de pertenencia. Somos un Cuerpo que no excluye, como bien nos recuerda el Papa Francisco: “Jesús no excluye a nadie”. Se trata de una propuesta integradora, que se regocija en la incorporación constante de nuevos miembros. Nuestra manera de acoger dice mucho de la madurez cristiana que nos distingue. Es un reto valorarnos cada uno en aquello que aportamos desde nuestra participación. Algunas veces hay personas
  • 19. 19 más tímidas que otras en el “participar”, otras más lentas para comprometerse, pero cuando se les anima responden con generosidad encontrando el sentido de sus vidas. No somos un añadido más en la presencia comunitaria. Cuando no estamos hacemos falta. Que Dios nos de la gracia, en este caminar, de reírnos juntos, sufrir juntos, celebrar juntos, gastarnos juntos, caminando siempre hacia una misma dirección bajo los criterios apostólicos. 9. BIBLIOGRAFÍA BÁSICA • Antonio Bravo, La espiritualidad del sacerdote hoy, Barcelona, Emaús, 2005. • Biblia de Jerusalén, Bilbao, Desclée De Brouwer, 2009. • Carlo Rusconi, Dicionário do Grego, São Paulo, Paulus, 2005. • Documento Conclusivo de Aparecida, Conferencia del Episcopado Dominicano, 2007. • Irene Foulkes, Problemas pastorales en Corintio: comentario exegético-pastoral a 1 de Corintios, Costa Rica, Departamento Ecuménico de Investigación, 1999. • Joseph Ratzinguer, La fraternidad de los cristianos, Salamanca, Sígueme, 2004. • VV.AA., Concordância Bíblica, São Paulo, Hagnos, 2006. • VV.AA., Diccionario Exegético del Nuevo Testamento, vol.1, Salamanca, Sígueme, 2005. 10. ANEXO: FRASES BÍBLICAS QUE ILUSTRAN LA PARTICIPACIÓN, EL COMPROMISO Y LA ORGANIZACIÓN 1. Todos participamos del mismo pan (1Cor 10,17). 2. Todo esto lo hago por el Evangelio, para ser partícipe del mismo (1Cor 9,23). 3. Del mismo modo que comparten nuestros sufrimientos, también serán partícipes de nuestra consolación (2Cor 1,7). 4. Partícipes son todos de mi gracia (Flp 1,7). 5. Hermanos todos, partícipes de una vocación celestial (Hb 3,1).
  • 20. 20 6. Somos, en verdad, compañeros de Cristo (Hb 3,14). 7. Fueron hechos partícipes del Espíritu Santo (Hb 6,4). 8. Alégrense de participar de los sufrimientos de Cristo (1Pe 4,13). 9. Les hizo capaces de participar en la luminosa herencia de los santos (Col 1,12). 10. Han colaborado con el Evangelio desde el primer día hasta hoy (Flp 1,5). 11. Colaboradores míos en Cristo Jesús (Rm 16,3). 12. Nosotros somos colaboradores de Dios (1Cor 3,9). 13. Nosotros queremos colaborar con su alegría (2Cor 1,24). 14. Lucharon por el Evangelio a mi lado (Flp 4,3). 15. Colaboraron conmigo por el Reino de Dios (Col 411). 16. Colaboradores en la obra de la Verdad (3Jn 1,8). 17. Ellos salieron a predicar por todas partes (Mc 16,20). 18. El Señor colaboraba con ellos y confirmaba la Palabra (Mc 16,20). 19. Cooperadores suyos somos (2Cor 6,1). 20. No reciban en vano la gracia de Dios (2Cor 6,1). 21. La fe cooperaba con sus obras (St 2,22). 22. Por las obras la fe alcanzó su perfección (St 2,22). 23. Hagan todo con decoro y orden (2Cor 14,40). 24. Cristo como primicia (2Cor 15,23). 25. Me alegro al comprobar su armonía y su sólida fe en Cristo (Col 2,5). 26. Éste es el compromiso de la Alianza que he pactado contigo y con los hijos de Israel (Ex 34,27). 27. Se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración (Hch 2,42). 28. Ustedes forman el cuerpo de Cristo (1Cor 12,27). 29. Vivan de una manera digna a la vocación que han recibido (Ef 4,1). 30. Uno solo es el cuerpo y uno solo es el Espíritu (Ef 4,4). 31. Una sola es la esperanza a la que han sido llamados (Ef 4,4). 32. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios (Ef 4,5-6). 33. A cada uno le ha sido concedida la gracia a la medida de los dones de Cristo (Ef 4,7). 34. Movidos por el amor sincero, creceremos en todo hacia Cristo (Ef 4,15). 35. Dar a conocer con valentía el misterio del Evangelio (Ef 6,19). 36. Los que se han bautizado en Cristo, se han revestido de Cristo (Gal 3,27). 37. Fiel es Dios por quien han sido llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo (1Cor 1,9). 38. Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos (Mt 18,19).