3. EL PREJUICIO
El cristiano, que no es de este mundo, no debe ni
puede participar en política, entendida como la lucha
por el poder temporal.
4. QUÉ HAY EN EL EVANGELIO?
“No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios” (Mt. 4,4).
Al demonio, que lo tentaba con el poder sobre los reinos de este
mundo, le respondió: “Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo
servirás” (Mt. 4,10).
Luego de multiplicar los panes, quisieron las muchedumbres
proclamarlo rey y Jesús huyó a la montaña (Juan 6,15).
Al entrar triunfalmente a Jerusalén, no aceptó ser ungido Mesías y
arremetió contra los mercaderes del pueblo (Mt. 21, 8-12).
Ante los fariseos, furiosos nacionalistas y contrarios al dominio
romano, proclamó “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que
es de Dios” (Mt. 22, 21).
A Pilatos le dijo “Mi reino no es de este mundo” (Jn. 18, 36).
En la cruz, Jesús desestimó a quienes le pedían que hiciera uso de
su poder y descendiera majestuoso, así como rechazó el recurso a
la fuerza de Pedro, previo a su aprehensión (Mt. 27, 41-43).
5. ENTONCES…
Jesús no condena la política, sino que desarrolla “una
opción preferencial por los medios sobrenaturales y
religiosos.
Por otra parte, tomó postura frente a ciertos modos de
hacer política.
En su enseñanza, la autoridad es servicio y no poder
sobre los semejantes.
Los hombres son hermanos entre sí: no es lícito, por
ende, servirse de los otros para los propios intereses,
antes bien es preciso ayudar a los pobres.
En el evangelio no hay soluciones preparadas y Cristo
no habló de ninguna técnica política o económica.
No obstante, todo lo que dijo e hizo modificó de modo
tan radical la concepción del hombre y la sociedad, que
no cabe ni siquiera pensar que no incidiera incluso
sobre las opciones políticas de todos los tiempos”.
7. RECHAZO AL MONISMO Y AL INTEGRISMO
No hay una sola política
cristiana, pues la condición
humana, finita y limitada, la
verdad siempre perfectible
en este mundo y la libertad
humana, hacen que no
exista una sola solución
cristianamente inspirada a
cada cuestión política.
El evangelio puede dar una
respuesta a todos los
problemas de los hombres
hasta en los más mínimos
detalles. Este integrismo
que tiende a ver todo lo no
católico en la sociedad
moderna como condenable,
constituye un error teológico
y pastoral.
En cuanto que el Reino se realizará plenamente en el futuro de Dios, el
creyente habrá de cuestionar el presente como incompleto y provisional. Por
tanto, evitará identificar el Reino de Dios con una determinada ideología o con
un cierto partido político.
8. LUIGI STURZO, SACERDOTE SICILIANO Y
FUNDADOR DEL PARTIDO POPULAR ITALIANO.
“Ha llegado el momento -dice en su
histórico discurso de Caltagirone (1905)-
de que los católicos, separándose de una
concepción puramente clerical (...), se
sitúen al igual de los otros partidos en la
vida nacional, no como únicos
depositarios de la religión o como armada
permanente de las autoridades religiosas
(...) sino como representantes de una
tendencia “nacional popular” en el
desarrollo del vivir social”.8 Para Sturzo,
era errado hablar de “partido católico”,
“pues los dos términos son antitéticos. El
catolicismo es religión, es universalidad,
el partido es política, es división”.
10. EVITAR “CUALQUIERISMO”
La imposibilidad de que
haya “una” política
cristiana, no significa
caer en el
“cualquierismo”, es decir,
afirmar que cualquier
política puede ser
cristiana y, por ende,
evangélicamente
aceptable. Ello se ha
conocido a nivel teórico
como temporalismo.
En el plano práctico,
sobre todo en el pasado,
semejante peligro no ha
sido evitado por los
cristianos. Del
temporalismo al
clericalismo el trecho es
muy breve, es decir, la
participación excesiva de
la Iglesia en el mundo
temporal, al punto de
devenir iglesia oficial.
11. POPOLORUM PROGRESSIO
“Los seglares deben asumir como su
tarea propia la renovación del orden
temporal; si la función de la jerarquía
es la de enseñar e interpretar
auténticamente los principios morales
que hay que seguir en este campo,
pertenece a ellos, mediante sus
iniciativas y sin esperar pasivamente
consignas ni directrices, penetrar del
espíritu cristiano la mentalidad y las
costumbres, las leyes y las escrituras
de su comunidad de vida”.
12. CONCILIO VATICANO II.
“La comunidad política y la Iglesia son
independientes y autónomas, cada una
en su propio terreno. Ambas, sin
embargo, aunque por diverso título,
están al servicio de la vocación
personal y social del hombre. Este
servicio lo realizarán con tanta mayor
eficacia, para bien de todos, cuanto
más sana y mejor sea la cooperación
entre ellas, habida cuenta de las
circunstancias de lugar y tiempo”
14. SOBRE QUE PRINCIPIOS EDIFICAR UNA
POLÍTICA CRISTIANA
Juan Pablo II reafirmó el
principio de la autonomía de las
realidades terrenas y, por ende,
la legítima pluralidad de
opciones políticas. Pero, junto a
ello, que los fieles laicos en su
compromiso político libremente
asumido “han de testificar
aquellos valores humanos y
evangélicos que están
íntimamente relacionados con
la misma actividad política”
(Christifideles Laici, 42).
15. Cualquier política que
no respete los
derechos de ese ser
hecho a imagen y
semejanza de Dios, no
es susceptible de ser
llamada cristiana.
Un cristiano no puede
ser individualista.
El cristiano rechaza el
colectivismo.
1.- La dignidad de la
persona humana
2.- La solidaridad o de la
persona como ser
comunitario: ser por, con y
para otros
16. La igualdad fundamental
entre todos los hombres
exige un reconocimiento
cada vez mayor. Porque
todos ellos, dotados de
alma racional y creados a
imagen de Dios, tienen la
misma naturaleza y el
mismo origen. Y porque,
redimidos por Cristo,
disfrutan de la misma
voluntad y de idéntico
destino.
La verdadera libertad es signo
eminente de la imagen divina en
el hombre. Dios ha querido dejar
al hombre en manos de su propia
decisión para que así busque
espontáneamente a su creador y,
adhiriéndose libremente a éste,
alcance la plena y bienaventurada
perfección. La dignidad humana
requiere, por tanto, que el hombre
actúe según su conciencia y libre
elección, es decir, movido e
inducido por convicción interna
personal y no bajo la presión de
un ciego impulso interior o de la
mera coacción externa”
3.- La igualdad sustancial
entre los hombres
4.- La libertad
17. Las relaciones políticas y
sociales, nacionales e
internacionales, deben
regirse por la justicia. Ello
exige dos cosas: el
reconocimiento de los
mutuos derechos y el
cumplimiento de los
respectivos deberes.
No es posible buscar los
intereses propios, con daño
injusto de los ajenos. En las
relaciones políticas y
sociales no se puede, sin
delito, procurar el aumento
de las riquezas personales
constituyendo injuria u
opresión injusta de los
demás.
“La dimensión social del
ser humano tiene
además otro significado:
solamente la pluralidad y
la rica diversidad de los
hombres pueden
expresar algo de la
riqueza infinita de Dios
(...) Por este motivo, la
vida social, en la
variedad de sus formas y
en la medida en que se
conforma a la Ley divina,
constituye un reflejo de la
gloria de Dios en el
mundo”.
5.- La justicia
6.- El pluralismo y la
tolerancia
18. El político de
inspiración cristiana
sabe siempre por quien
optar: por los pobres,
por los desvalidos, por
los débiles, por los
marginados, por los
predilectos de Yavé.
La paz que nos trajo
Cristo no es la
ausencia de guerra. No
es la tranquilitas
ordinis, el orden de los
cementerios. La paz es
opus iustitía, es fruto
de la justicia. La paz es
opus solidaritatis, fruto
de la solidaridad
7.- La predilección por los
pobres
8.- La opción por la paz y la
no violencia
19. En virtud de la vocación
particular, deben ejercer
las actividades políticas
ejemplarmente, con
sentido de
responsabilidad y
siempre con voluntad de
servicio. Se trata de un
plus, de un suplemento
de alma, del ejercicio de
las virtudes cristianas en
la vida política. ¿No es
éste uno de los aportes
más importantes que los
cristianos pueden hacer
al quehacer público en la
vida democrática?
El credo democrático
supone la adhesión,
mediante una fe secular, a
valores tales como la
libertad, la justicia, la
dignidad humana, la paz,
los derechos humanos.
Destruir la democracia,
reducirla “a la tecnocracia y
expulsar de ella la
inspiración evangélica y
toda fe en realidades
supramateriales,
supramatemáticas y
suprasensibles, sería
intentar privarla de su
sangre.
9.- La ejemplaridad 10.- El aporte ético-valórico
20. Es paradójica la
devaluación de la política,
en un momento histórico en
que la democracia parece
haber triunfado en el mundo
como modelo político.
La recuperación del
prestigio de la política exige
el abandono de ciertas
tentaciones como el recurso
a la deslealtad y a la
mentira, el despilfarro de la
hacienda pública y el uso
de medios equívocos para
conquistar, mantener y
aumentar el poder a
cualquier precio”.
La “función crítica” de
la Iglesia se encuentra
ligada a la concepción
escatológica de la fe.
En nombre de ésta, el
cristiano se siente
empujado a contestar
todo orden político que
tienda a presentarse
como definitivo.
11.- El deber de
perseverancia
12. La función crítica y la
perspectiva utópica
21. Santo Tomás de Aquino concluye
que “llamamos felices a quienes
reinan con justicia, prefieren
sojuzgar antes a sus propias
pasiones que a cualquier tipo de
gente; cuanto realizan lo hacen no
por buscar el esplendor de una
gloria fugaz, sino por la claridad de
la felicidad eterna. A tales
gobernantes cristianos los
llamamos felices, ahora en
esperanza, y después, cuando
llegue lo que esperamos, en la
misma realidad”
13.- Rechazo de lo efímero y
búsqueda de la felicidad eterna
25. REPRESENTACIONES POLÍTICAS
Padrón Electoral
Año 1988 Año 2008 Año 2012
7.434.913 8.285.186 13.404.084
En las ultimas elecciones Presidenciales cerca de un millón
de personas inscritas no votaron, y cerca de 200.000
votaron nulo o en blanco
Fuente: www.servel.cl
26. SEGÚN EL MINISTERIO DEL INTERIOR
Padrón Sufragantes
13.404.084 5.474.947
El nivel de abstención llegaría al 59, 1 % superando
ampliamente el 42 % de las municipales de 2008 o el
38 % de 2004.
Más de 7 millones de chilenos se restaron de participar
durante la última jornada electoral.