2. … Mientras Brahma se ocupaba en el proceso de creación, un diluvio inundo la Tierra en las profundidades del océano Garbhodaka. Mientras el le oraba al señor para que lo dirigiera. de repente, una pequeña forma de jabalí salió de su nariz. Las dimensiones de la criatura no sobrepasaban las de la parte superior de un pulgar… El advenimiento del Señor Varaha
3. Mientras Brahma reflexionaba con sus hijos, la Suprema Personalidad de Dios, Visnu, rugió tumultuosamente como una gran montaña. .. … Se sumergió en el agua como una gran montaña, el avatara Jabalí dividió el océano por la mitad, en dos grandes olas, como los brazos del océano. Dio con los límites del océano, aunque este era ilimitado. Vio la Tierra, y Él, en persona, la levantó.
5. ¡Oh, un animal anfibio!, esta Tierra se nos ha encomendado a nosotros, los habitantes de las regiones inferiores, y Tú no puedes llevártela de mi presencia sin que yo Te hiera. ¡Sinvergüenza! A Ti Te han alimentado nuestros enemigos para que nos mates, ¡Oh, necio! Tu poder es sólo místico, y hoy animaré a mis parientes matándote. Cuando caigas muerto con el cráneo aplastado por la maza que mis brazos lancen, los semidioses y sabios que Te ofrecen oblaciones y sacrificios como servicio devocional dejarán automáticamente también de existir, como árboles sin raíces. Hiranyaksa desafía al Señor Varaha
6.
7. En un momento, el avatara Jabalí mató al demonio dentro del agua, tal como un león mata un elefante. Las mejillas y la lengua del Señor se mancharon con la sangre del demonio, del mismo modo que enrojece un elefante que escarba en la tierra púrpura.
8. El Señor, jugando como un elefante, suspendió la Tierra sobre la punta de Sus curvos colmillos blancos. Asumió una coloración azulada como la del árbol tamala, y de esta manera los sabios, encabezados por Brahma, pudieron entender que era la Suprema Personalidad de Dios, y ofrecieron al Señor respetuosas reverencias.
9. ¡Toda reverencia a Ti! Tú eres el disfrutador de todo sacrificio, y has adoptado la forma de un jabalí, en bondad pura, a fin de mantener el mundo. Afortunadamente para nosotros, has matado a este demonio, tormento de los mundos, y también nosotros, ¡oh, Señor!, gozamos ahora de tranquilidad, consagrados a Tus pies de loto.