Plan Refuerzo Escolar 2024 para estudiantes con necesidades de Aprendizaje en...
El mal menor_4
1. El Mal Menor
N°4 - Enero 2016
“El amor al
territorio es
fundamental
para gobernar”
Camila Garrido
Actriz y directora de Teatro Periferia
Crónica
Poesía
Narrativa
Opinión
Fotografía
Moda
Además
2. ¿Acróbata de las letras?
Mándanos tu colaboración a nuestro correo electrónico:
revistaelmalmenor@gmail.com
3. Editorial
El Mal Menor N° 4 - Enero de 2016 - Batuco - Chile - Correo electrónico: revistaelmalmenor@gmail.com
Editores: Jaime Núñez - Sergio Sarmiento - Emilio Serey - Melody Valenzuela
Diseño gráfico: Sergio Sarmiento - Fotogra a: Emilio Serey
Editorial
Llevamos casi un año editando “El Mal Menor”. Durante este lapso algunas voces -
estridentes- nos han solicitado retratar obje vamente la realidad de Batuco, literaturizar
de manera inequívoca sus calles, paisajes, anhelos, problemas y habitantes. Tales gentes
parecen pensar que el objeto existe independientemente del sujeto. Es decir, que hay
una realidad única, concreta, absoluta, que no depende de las caracterís cas de quien
observa. Esta idea -informamos- es cues onada desde hace siglos por diversos pensado-
res.ProtágorasdeAbdera(485-411aC),filósofogriegodelacorrientesofistayautordela
primeracons tuciónqueincluíalaeducaciónpúblicaobligatoria,escribióalgunavezque
"el hombre es la medida de todas las cosas", es decir, que cada hombre (y cada mujer y
cada gay y cada lesbiana) "lee" la realidad de acuerdo a su propia subje vidad, a su
biología, a sus traumas, a su proceso de socialización, generando diversas interpretacio-
nes sobre las cosas. Es decir, que hay tantos mundos como observadores existen, mun-
dos donde cada persona se cons tuye como centro. El pintor Cézanne, precursor de la
pintura moderna, ya en pleno siglo diecinueve escribió que "lo visto con ene al que ve",
indicando la imposibilidad de separar la propia mirada de la propia experiencia. Hasta un
fenómeno sico, como la salida del sol, puede ser visto desde diversos ángulos. Como
unaseñaldivina,comounaugurioosimplementecomounfenómenocíclicoypredecible
por la ciencia. "La obje vidad es una ilusión que consiste en pensar que pueden haber
observaciones sin observador”, escribió Heinz Von Foester, cien fico y ciberne sta que
trabajó junto a los chilenos Maturana y Varela en la Universidad de Illinois. Un mul verso
envezdeununiverso,deesosehablahoyendía.Unmul verso,enestecasoBatuco,que
posee tantas lecturas como personas han visto o han oído hablar sobre Batuco. En ese
sen do, el Batuco que muestra El Mal Menor es, sin duda, solo una versión de este
pueblo suburbano ubicado al norte de San ago. Quien desconozca este hecho -y
pretenda tener una mirada única, una mirada divina sobre esta pequeña realidad-
debería tomar en el corto plazo una hora con el psiquiatra. Los empos de los dueños de
la verdad se han acabado. Los dictadores descansan en sus tumbas. Ni siquiera nosotros
sabemos -ni podremos saber nunca- si el Batuco que mostramos es real o imaginario.
Una realidad o un sueño, qué importa, si al fin y al cabo, como escribió, en pleno siglo
diecisiete, el dramaturgo barroco Pedro Calderón de la Barca, "¿Qué es la vida? Una
ilusión/unasombra,unaficción".
5. “Lampa y Batuco en Imágenes”
Amateurismo histórico
Por Justo Morales
In Situ
3
Fui a ver la exposición "Lampa y Batuco en
Imágenes", muestra organizada por la
Corporación Cultural Imágenes y apoyada
por el Gobierno Regional Metropolitano y
el Museo Nacional Aeronáu co y del
Espacio, que se presentó durante el mes
de octubre en el an guo casino de la ex
piscina local, recordado si o donde hoy
soloañosos fantasmas,detorsodesnudo y
bigotes a lo Clark Gable, se ran piqueros
contra el relleno que antaño cubrió sus
celestes paredes. La muestra, consistente
en un conjunto de fotogra as históricas de
Batuco donadas por algunos vecinos, se
presentaba por tercera vez. Y sin grandes
novedades, salvo por la presencia de la
réplica de un avión Bleriot XI facilitado por
el Museo Aeronáu co, nave relevante en
la historia aeronáu ca mundial y chilena,
pues en ella se realizó el primer cruce
sobre el Canal de la Mancha (1909) y, en
nuestro país, el primer vuelo público,
realizado en el Club Hípico por el mí co
Aviador Acevedo (1912), además de
variados vuelos en los llanos de Batuco,
lugar pionero en la historia nacional de la
aviación(poresosuinclusión).
La exposición se hallaba ordenada en
diversas secciones: Los Polvorines,
Polígono, Aeródromo de Batuco, así como
imágenesdelavidasocialydepor va(más
bien futbolís ca) del pueblo y sus
alrededores. Destacable resulta el hecho
de que las fotogra as -que son demasia-
das, falta selección- no se encontrasen
apretujadasunascontraotras,comoenlas
versiones anteriores de la muestra, sino
que distribuidas en el mayor espacio que
brinda el casino, asunto que se agradece
pues permite apreciar cada imagen por
separado, sin que las fotogra as vecinas
invadan el espacio visual. Se agradece,
también, que esta vez se haya prescindido
de unos textos, bastante mal redactados,
casi infan les, que el año anterior
Salí de la exposición pensando que el esfuerzo es interesante,
que habría que aplaudirlo, pero también que falta inves gar,
falta filtrar, falta profundizar en el contenido de las fotogra as,
darles un relato trascendente, ligarlo con los sucesos relevantes
de la historia chilena, a fin de salir del amateurismo.
6. In Situ
4
intentaban explicar el contexto de las
imágenes, aunque de todas formas falta
tal información (escrita, eso sí, por
alguiencapacitado).
Recorriendo las paredes del
casino, tapizadas con cientos de
fotogra as, de inmediato uno
percibe que las piezas más
an guas -aquellas más
cercanas a la primera mitad
del siglo XX- dan cuenta,
principalmente,delavidade
los poderosos. El pueblo no
aparece en tal iconogra a,
pues no contaba con la
infinidad de máquinas
fotográficasqueexistenhoyen
día. El pueblo era invisible. Se
puedenver,encambio,montones
de imágenes de milicos, de aviado-
res y de la gente pudiente de la época,
como la aristocrá ca Elena Cifuentes,
luciendo un sombrero gigantesco, casi
ridículo, en el álbum de bellezas del
primer centenario (1910) de la “indepen-
dencia chilena”. A medida que el empo
avanza aparece el pueblo: imágenes del
trenydelapiscina,degentedivir éndose
en el casino, de fiestas, de matrimonios,
de escolares y de fútbol, esa droga que
adormeceloscerebros.
Salí de la exposición pensando que el
esfuerzo es interesante, que habría que
aplaudirlo, pero también que falta
inves gar,faltafiltrar,faltaprofundizaren
el contenido de las fotogra as, darles un
relato trascendente, ligarlo con los
sucesos relevantes de la historia chilena,
a fin de salir del amateurismo. Habría,
también, que corregir el nombre de
la muestra, ya que su actual
denominación “Lampa y Batuco
en Imágenes” es engañoso, ya
que no hay imágenes de
Lampa. Por úl mo, habría
que dejar en claro que esta
inicia va -que usa la imagen
de innumerables batucanos
difuntos- no es parte de una
estrategia electoral de Jessica
González, derrotada aspirante
a concejal en las úl mas
elecciones, cuyo nombre
aparece ligado a la exposición. Eso
no sería decente, eso sería reproba-
do hasta por los muertos que, desde el
papel fotográfico, miran directamente a
los ojos de quienes observan esos
pedazos de ayer que la muestra exhibe,
añorando permanecer -al menos- un
instanteenlamemoriadelosvivos.
A propósito de amateurismo histórico, debo
agradecer a una lectora que me recordó que la
frase: "Si no enen pan que coman tortas (o
pasteles)", que en mi úl ma columna adjudiqué a
Luis XVI, mayoritariamente es atribuida a su mujer,
María Antonieta de Austria, error que surge de mi
(mala) costumbre de citar de memoria. Mis
excusasaloslectoresdeestapres giosarevista.
Elena Cifuentes
7. 5
Camila Garrido, actriz y directora de Teatro Periferia
“El teatro permite un despertar
a cada niño que enseñamos”
Por Jaime Núñez y Sergio Sarmiento - Fotogra as: Emilio Serey
Entrevista
Las calles de Batuco, a simple vista, son
todas iguales: una sucesión de casas, la
mayoría de un piso, la mayoría de material
ligero, la mayoría con rejas improvisadas,
transmi endo a alto volumen música
tropical, reggaetón y otros es los basura
que se complementan, perfectamente,
con la educación basura que se entrega
por estos lados, educación basura que no
solo surge de las escuelas y liceos, donde
hay muchos profesores y profesoras y
directores y directoras basura, sino
también de muchos padres y madres que
transmiten sus enfermedades mentales a
sus hijos, sus neurosis, sus frustraciones,
sus expecta vas malogradas, gritoneán-
dolosadestajo,puteándolos,malquerién-
dolos, dejándolos solos. Entre esas calles,
entre esos ásperos sonidos, caminamos al
encuentro de nuestra entrevistada,
Camila Garrido, actriz y directora de
Teatro Periferia, compañía formada
además por Felipe Zepeda, Miguel
Parraguez, Leslie Verdejo, Nicolás Verdejo
e Ignacia Moya, que año a año realiza
talleres de teatro con niños y jóvenes de la
comuna, talleres que culminan con la
presentación de las obras en un fes val
que -este año- se realizará durante el mes
de enero. Vamos por calle Italia. El
8. 6
Entrevista
reggaetón -música para pubis sin cerebro-
arrecia. Al frente, en el descampado que
divide Batuco con La Isla, tres o cuatro
perros escarban la basura acumulada.
Nosotros seguimos avanzando, nos
dirigimosalajuntadevecinosLasCalerías,
donde Camila y su grupo batallan contra la
basura, la basura mental, la basura
emocional, que en nuestro pueblo surge a
diario, formando una especie de monta-
ña, rígida, sin vida, que tapa la luz del sol,
oscureciendolascabezasyloscorazones.
Orígenes
¿CómonaceturelaciónconBatuco?
-Bueno, hace quince años que vivo en el
pueblo, yo llegué cuando tenía ocho años,
nosotros como familia veníamos de Buín,
la verdad yo era súper chica cuando
llegué, pero percibí el cambio de espacio,
todo era diferente, hasta el clima cambió,
este pueblo era súper seco, además sin
una plaza para jugar, no había pavimenta-
ción, no exis a un lugar para diver rse,
solocalles.Mipapátrabajómucho empo
en la cerámica San ago, viví mucho por
eseladoydeestaformageneréunafuerte
relación en el humedal, que era nuestra
salida dominguera. Además, tengo un
gran recuerdo de jugar a las escondidas en
lacerámica,conelaserrínylapiscina.
¿Y cómo fue ese cambio de espacio para
tufamilia?
-Paramimamáfuesúperfuerteelcambio,
dejar todo, la familia, amigos para
empezar de nuevo. En cambio, para mí
papá Batuco era una oportunidad, creía
que en este pueblo exis ría algún día
mucho trabajo y un gran desarrollo, este
puebloeraparaélunlugarparasuperarse,
cumplir sus metas, una ilusión que costó
empo derribar, igual mucha gente llegó
con esa esperanza de progreso, con
sueños de una vida mejor que al parecer
nuncallegó.
¿Te arrepientes de haber llegado a
Batuco?
- La verdad, es que estoy súper agradecida
con este pueblo, gracias a él tengo un
pensamiento más social, un sen do
crí co; como en este lugar no existen
buenos servicios básicos, hay que hacerlo
todo y por uno mismo, no esperar a que el
municipio haga las cosas, te condiciona a
generar redes de apoyo, a formar lazos de
asocia vidad entre los vecinos y formar
unacomunidadac va.
¿Dondeestúdiate?
-En el San Sebas án, la básica; y la
enseñanza media la estudié en un colegio
privado de San ago al que entré por beca,
allí encontré mi vocación por el arte, de
hecho en el colegio teníamos un teatro,
estábamos llenos de talleres, lo cual para
míeramaravilloso.
¿Cómo descubriste tu vocación por el
teatro?
-Típico que de chica te dicen que enes
ac tudes cuando eres histriónica;
9. Entrevista
7
además, de niña, cuando veía tele obser-
vaba que siempre hacían publicidad de
talleres por un programa, eso me entu-
siasmaba mucho, pero como en este
pueblo no exis a nada de nada me
frustraba, encontraba súper injusto que
no exis eran talleres. Solo cuando en
octavo me cambiaron de colegio, en ese
lugar que estaba lleno de ac vidades y
talleres, el vínculo se hizo evidente con el
teatro. Pero al final lo que realmente me
interesa es poder comunicar, y el teatro
mepermitehacerunacomunión.
Ac vidadteatralyTeatroPeriferia
¿Dóndeestudiasteteatro?
-En la Universidad Arcis y creo que es la
mejor escuela que pude haber tenido, en
ese lugar complete mi idea del teatro, me
di cuenta que no solo quería actuar, sino
que además deseaba estar atrás de él,
dirigir, contar ideas sociales y entender
que el teatro es un medio. Igual este
úl mo empo, con nuestros talleres, me
he percatado que el teatro permite un
despertar a cada niño que enseñamos:
observo cómo miran el mundo de manera
diferente, desarrollando una relación con
elotro.
¿Cuálestuconcepcióndelarte?
-Creo que el arte es comunicar, reflexionar
y sobre todo un acto de amor, es una
forma de expresarme con los demás, por
ello admiro al dramaturgo Juan Radrigán.
En sus obras te presenta mundos desco-
nocidos pero tan cercanos, con un
lenguaje tan directo pero tan poé co y, al
mismo empo, tan polí co y social. Por
esto considero que el arte no puede
distanciarsedelapolí ca.
Entrando en materia, ¿cuéntanos acerca
detutrabajoar s coenlacomuna?
-Nuestro grupo, Periferia, está conforma-
do por compañeros de teatro y del mundo
audiovisual. Además de unos vecinos,
apoderados, que enen por vocación
establecer un desarrollo cultural en
Nuestro obje vo no es
mecanizar el teatro, nos interesa
que los que asisten al taller
exploren sus emociones, por ello
no se trata de designar papeles,
sino que todos par cipemos del
proceso crea vo.
10. 8
Entrevista
lugares comunitarios. El fin es hacer una
ac vidad ar s ca en las juntas de vecinos,
y desde ese espacio recuperar una mayor
par cipación de las personas, por medio
de la pedagogía teatral, para realizar una
obraintegradaconlacomunidad.
¿Hace cuánto empo que están con este
trabajo?
-Nosotros tenemos seis años trabajando,
pero el Fes val de Teatro Periferia ene
cuatro años de an güedad. El fes val
nació principalmente para dar cuenta del
trabajo de los niños, que es tan bueno.
Además ene la lógica de dignificar el
trabajo de todos y ser mostrado de
maneraprofesional.
¿Cuáles son los resultados que tú has
vistoconlostalleresyelfes val?
-Bueno, los resultados son inmensos,
siempre posi vos, en especial respecto
del progreso comunica vo, al principio los
niños tenían bastantes dificultades de
lenguaje, eran midos, y tenían muchos
problemas al trabajar en equipo. Pero en
cambioenlaactualidadesenoesuntema,
nuestras discusiones con los niños son
acerca de la creación, y de cómo colaborar
con el proceso del taller. Lo otro importan-
te es la par cipación de los papás, todos
son par cipes del proceso, ayudando
desde el maquillaje y los disfraces hasta la
implementación de todo el fes val; lo
importante es la comunión de todos en el
proceso, siempre hemos pensado que
este no sea un taller donde los papás
dejen a sus hijos y se olviden, para noso-
tros toda la familia par cipa y todos son
protagonistas, lo que ene como finalidad
elfes valrealizadoencomunidad.
¿Cómo es el proceso crea vo de las
obras?
-El fin siempre es hablar de Batuco. Los
talleres duran cinco meses, los tres
primeros meses se dedican a un proceso
lúdico con los niños, para que se suelten y
por úl mo los dos meses restantes los
dedicamos a la obra. Pero nuestro obje -
vo no es mecanizar el teatro, nos interesa
que los que asisten al taller exploren sus
emociones, por ello no se trata de desig-
nar papeles, sino que todos par cipemos
del proceso crea vo, siempre esperamos
escuchar a los niños, sus opiniones, acerca
dequéquierenrepresentar.
¿Cómo será este año el Fes val de Teatro
Periferia?
-El fes val está previsto para Estación
Colina en las primeras semanas de Enero y
luego en Batuco en las próximas semanas.
El fes val consiste en tres espectáculos,
siempre poniendo a los niños como
protagonistas, igual nuestro trabajo es
fomentar audiencias y que -por lo menos-
la gente de Batuco tenga una vez al año un
espectáculodecalidad.
Polí caLocal
-¿Par cipasdelapolí calocal?
-Siempre digo que yo par cipo de la
11. Entrevista
9
polí ca a través del arte, no dejo de
par cipar con las comunidades. En todo
caso, estoy cansada de la polí ca local, yo
trabajo en cincuenta y dos comunas, pero
Batuco es un lugar maravilloso para los
grupos y personas que quieren manipular a
los movimientos ciudadanos, se arma un
aparataje para levantar personas que nunca
hicieronnadaporelpueblo.
-Nombras a cincuenta y dos comunas, ¿por
qué?
-Bueno, mi trabajo formal -aparte del Teatro
Periferia- lo llevo a cabo en el Consejo de
Cultura del estado, específicamente en la
Red Cultural, donde intentamos fomentar el
arte a través de los encargados culturales de
las Municipalidades, y desde ahí hacer una
agenda cultural, lo interesante es que
Lampa no par cipa respecto de la cultura,
soloasis óaunareuniónynuncafuemás.
-¿Con qué imagen polí ca te sientes más
cercana?
-Personalmente me siento desencantada de
la polí ca, en la actualidad creo en las
personas,prefierolosac vistas.
-¿Quépiensasdelapolí calocal?
-Creo que es un circo, estamos detenidos,
me da pena no existe ninguna planificación,
no tenemos avances; ni en salud ni en
cultura, en todos los temas estamos
parados por falta de un compromiso real
con la ciudadanía, nunca se hace una
consulta a los vecinos, no tenemos voz para
decidir sobre nuestro territorio. Todo es
populismo, todo es masivo, nunca existe un
El fes val nació
principalmente para dar
cuenta del trabajo de los
niños, que es tan bueno.
Además ene la lógica de
dignificar el trabajo de
todos y ser mostrado de
manera profesional.
Teatro Periferia en pleno.
12. Entrevista
10
pensamiento, una reflexión, por ejemplo
tenemos la Expo Lampa que se proyecta
como un lugar que quiere mostrar la
ac vidad cultural de la comuna, pero no
es eso: es un espectáculo decadente
donde están más interesados en vender
empanadas y artesanías que en hacer un
verdaderoeventocultural.
-¿Quéopinasdelaalcaldía?
-Yo miro la alcaldía tan lejana, siento que
estamos estancados, no existe par cipa-
ción ciudadana, poca democracia,
ninguna innovación, solo copias mal
hechas, la verdad no se busca el desarrollo
de las personas, solo asistencialismo, yo
opino que la alcaldesa ene poco amor
por el territorio y pienso que el amor al
territorioesfundamentalparagobernar.
Peroexisteninstanciasquerepresentana
todos las agrupaciones sociales de
Batuco,como ADOSA.
-Bueno no los conozco, no he par cipado
con ellos, pero estoy en contra de esa
manía de unámonos todos en torno a una
personalidad jurídica, más bien creo en las
coopera vas, donde no solo resuene una
voz sino múl ples voces. Respecto de la
fiesta costumbrista que hacen todos los
años, especialmente antes de las eleccio-
nes del agua potable, siento que están
equivocados en su mirada cultural, solo
caen en una representación costumbrista
conservadora, no existe ni una propuesta
cultural para la actualidad, además creo
que no ges ona nada, solo muestra cosas
que se han hecho durante algún empo,
ese fiesta es como una Expo Lampa pero
enBatuco,máschica.Creoqueademásno
se hace nada para el desarrollo cultural,
no se hace nada para fomentar el arte y el
otro problema es que al ser la “fiesta de
Batuco”, pero solo encasillada en lo rural,
no nos representa a todos porque es una
sola voz la que dirige, y con evidentes
interesespolí cos.
-¿Qué te parece la ges ón cultural del
municipio?
Es retrasada, no es par cipa va, las
personas que lideran el proceso no están
relacionadas con la cultura. Antes había
un encargado que era un actor, Luis
Montoya, que al menos tenía una emocio-
nalidad ligada con el cargo. Siento que hoy
falta profesionalización, al menos en la
ges ón, gente que sepa postular a
proyectos, que haga alianzas con funda-
ciones.Sientoquenohaycapacidades.
-¿Qué te parece el nuevo centro cultural
queseconstruiráenLampa?
Amímeatemorizaunpocoloquevieneen
ese centro cultural en Lampa, qué progra-
mación va a haber, qué po de talleres,
quién lo va a dirigir, No es menor, porque
es una infraestructura que puede ser muy
posi va para la comuna, pero también
puedeserunelefanteblanco.
-Has hablado, en esta entrevista,
bastante de la emocionalidad, tema
nuevo en , ya que en los empos en que
te conocimos, cuando protestábamos
13. 11
Entrevista
contra la planta de tratamiento de la
caca, tu discurso se basaba más en lo
racional,enloestructurado.
-Sí, es que al entrar en este medio de
par cipación ac vista uno ve ciertos
referentesquelorodean.Entonces,siento
que me ha servido conocer otras realida-
des, tanto regionales como comunales.
También he tenido la oportunidad de
viajar a otros países, no a turistear, sino a
hablar con agentes indigenistas, agentes
locales, y me he dado cuenta de que yo ya
estoy alejada de lo par dario, antes sí
podía militar en un par do, porque
pensaba que era el mal menor (haciéndo-
le honor a su revista), pero siento que hoy
ya no estamos para eso, ya no basta con el
mal menor, ahora merecemos tener un
representante que escuche a la ciudada-
nía. Y para eso hay que tener carisma. Y
tener carisma no es poner una cara bonita
para una foto, sino que hay que hacer
trabajo territorial, hay que hacer trabajo
par cipa vo, hay que tener un amor, que
en este trabajo tan absorbente - a veces
trabajo de lunes a lunes- es lo único que te
puedemantenerenpie.
-Para finalizar, ¿qué mensaje le manda-
rías anuestraalcaldesa?
Que no se repostule al cargo, por favor,
ella ya ha estado mucho empo en su
cargo. Y no ha sido una alcaldesa destaca-
da, no ha generado nuevas polí cas
locales, no ha habido un avance. Siento
que ella ene que dejar su egocentrismo,
y dejar que otras personas par cipen, ese
sería el mejor beneficio que nos podría
hacer.
-¿Tienes en mente alguna persona que
podríareemplazarla?
Yo optaría por una persona que haya sido
dirigente social, que haya un trabajo
detrás. Es súper di cil eso sí, porque hoy
en día se ha profesionalizado el trabajo de
ser alcalde, enen que tener tulos,
magíster, hacer lobby. Nombres, en todo
caso, no tengo ninguno. Lo que tengo
claroesqueno enequeserunpolí co.
Estamos estancados, no existe
par cipación ciudadana, poca
democracia, ninguna innovación,
solo copias mal hechas, la verdad
no se busca el desarrollo de las
personas, solo asistencialismo.
14. Muere otra estación
Zona de Resistencia
Por Aylin Jiménez
Fin de año en el pueblo, muere otra
estación que en cada esquina guarda
secretos confusos: pobreza, hambre,
miseria y muerte. Mis delineados labios
agrietados, sangrientos de patria desen-
cantada, se ocultan sombríos en una
esquina, vacilo, ves da de negro,
buscando almas rebeldes con quien armar
la revolución, arrastro un palo en la mano,
se me cruzan zapa llas nike, buzos adidas,
gorros que aluden a la máquina imperialis-
ta norteamericana, me encuentro con
bolsas de nylon grueso, afiches publicita-
rios llenos de objetos innecesarios,
completamente nuevos con olor a nuevo,
afiches publicitarios que suman a la
muerte. Mis ojos de niña inundada
quieren escapar, pero no encuentran
paradero digno, pienso: Búfalo city, Belo
Horizonte, Cali, Ho Chi Minh, desigualdad
san ficadaconbroteseintervencionesdel
gigante americano. Arranco a Lampa,
donde el aire es nuevo y la erra buena,
grandes promesas e ilusiones de vida. El
calor, allí, llena cada espacio, veo a los
automovilistas en autos de carrera,
corriendo por llegar a mostrarse, por
hacernos oír sus tambores, su pobreza de
pensamiento y de lucha, autos limpios
brillan y hacen resplandecer sus cabezas a
medio rapar, aparentan ser una copia de
los Zetas mexicanos o futbolistas famosos
sin fama, sin seguidores, sin éxito, jugado-
res que gritan victoria tras ver los fuegos
ar ficiales que anuncian la llegada de la
droga.Caminoymetopoencadalugarcon
extranjeros pobres que arrastran sus ojos
cansados y enrojecidos, hablan con voces
disminuidas; mis pies avanzan apurados,
el empo se acaba y me impaciento, luces
Arranco a Lampa, donde el aire es nuevo y la erra buena,
grandes promesas e ilusiones de vida. El calor, allí, llena cada
espacio, veo a los automovilistas en autos de carrera, corriendo
por llegar a mostrarse, por hacernos oír sus tambores, su pobreza
de pensamiento y de lucha, autos limpios brillan y hacen
resplandecer sus cabezas a medio rapar, aparentan ser una copia
de los Zetas mexicanos o futbolistas famosos sin fama, sin
seguidores, sin éxito, jugadores que gritan victoria tras ver los
fuegos ar ficiales que anuncian la llegada de la droga.
12
15. 13
Zona de Resistencia
navideñas y villancicos aparentan hacer
felices a los habitantes, con un ritmo de
paz, amor y tranquilidad, tres cosas en
peligro de ex nción, habitantes cargados
de deudas, de hambre, explotados y
mus os, muertos vivientes, frente a mis
ojos se suceden: seudo mall chino,
supermercados, banco de créditos, enda
del calzado, enda electrónica, enda de
pasteles, enda de ropa usada, enda de
ropa estampada, enda de ar culos
escolares, enda de lanas, enda de ropa
para bebés, banco de créditos, centro de
esté ca, centro médico, centro dental,
verdulerías, bo llerías, bazar, pollos
asados, comida china, carnicería, comida
rápida, banco de créditos, ferias navide-
ñas, farmacias que hacen llorar a los
compradores, banco de créditos, negocios
mayoristas, ferreterías, caja de compensa-
ción, centro de apuestas, centro de juegos
electrónicos. Asqueada arranco levantan-
do el dedo y retorno a la len tud de mi
pueblo polvoriento, me quedo detenida a
un costado de la línea férrea, bajo la atenta
mirada del dios estado todopoderoso, del
dios sistema judicial inmaculado, planto
mis pancartas frente a sus ojos: bosque,
mapuches, educación, desesperanza,
pobreza, explotación. Mi cara estúpida
rompe en llanto y enciendo un fuego tan
inocente que no cambia nada, levanto mis
brazos, aúllo y los autos pasan, uno tras
otro, sin sen r el peso de la angus a y la
necesidad de levantarse en contra de lo
que está impuesto, cansada de quemar
cerillas tras cada estación muerta, estacio-
nes diagnos cadas con largas listas de
enfermedades mentales, paraderos
temporales infér les. ¿Hasta cuándo
podaremos desgracias y cargaremos a
nuestros muertos conservados en sábanas
blancas, productos demacrados de este
sistema enfermo? ¿Hasta cuándo bailare-
mos las notas del sistema? ¿Hasta cuándo
soloresis remos?
16. La reina de Batuco
Por Rodrigo Loica
Bolso Negro
14
Hace unos días un amigo de San ago me
indicó que era un error escribir acerca de
Batuco. Batuco es plano, Batuco es fome,
Batuco no inspira a nadie. No hay calle
comercial, en todo Chile, más fea que
avenida Francia; no hay plaza más chata
quelaTomásGonzález,nohaycanchamás
ordinaria que la del Defensor. Le di un par
de vueltas a la idea. Y mientras él seguía
extasiado nombrando las fealdades de
Batuco, le dije que tenía razón. Batuco,
como pueblo, no es un lugar hermoso,
Batuco es una emergencia constante, una
mediagua en permanente mutación, un
lugar donde mucha gente se ahorca ante
lasdiversaspobrezasquedebeafrontar.
La belleza,recordédespués,está presente
en cada átomo de materia: estamos
cons tuidos de belleza. El poeta alemán
Rilke señaló -alguna vez- que no hay
realidades pobres, sino miradas pobres. El
problema es que no sabemos mirar,
miramos con los lentes que nos entregan
los publicistas corpora vos, lentes que
nos hacen ciegos. O los de la iglesia, o los
de alguna ideología. Eso le dije a mi amigo
y después lo invité a dar una vuelta por el
pueblo. Pensaba demostrarle la veracidad
de la idea de Rilke. El plan consis a en
recorrer la U que hacen las micros pasan-
do por Argen na, Uribe y Francia, que son
las calles más concurridas de Batuco City,
observando lo que la "realidad" ofreciese
a nuestros ojos. Para registrar la experien-
ciallevémicámarafotográfica.
Comenzamos a recorrer el pueblo desde
la esquina de España con Francia. Mi
amigo, que vive en el centro de San ago,
señaló sen rse como cazando hienas en
África. Me reí, pero la idea no me gustó
mucho. Yo voy a las marchas por una
educación de verdad, yo soy uno de los
úl mos admiradores de la república
española, yo leí las aventuras del Manque,
yo, en resumen, soy un jus ciero. Y los
vacuos me cansan. Me pregunté por qué
Mi idea era sacar unas fotos que mostraran la belleza de algún habitante de
estas erras. Al principio no encontré a nadie. Los pimientos de Francia
siseaban a su regalado gusto. Los perros roncaban en las veredas. Llegamos
a la panadería. Afuera una chica con un polerón Everlast conversaba con dos
polerones Nike. Ninguno de ellos era hermoso, ninguno me servía para
demostrar la idea de Rilke: eran ciegos creados por los publicistas.
17. 15
Bolso Negro
teníaamigosdeesacalaña,estudiantesde
diseño industrial que admiran las cajas de
fósforos Andes. Un clásico, dicen. En fin.
Mi idea era sacar unas fotos que mostra-
ran la belleza de algún habitante de estas
erras. Al principio no encontré a nadie.
Los pimientos de Francia siseaban a su
regaladogusto.Losperrosroncabanenlas
veredas. Llegamos a la panadería. Afuera
una chica con un polerón Everlast conver-
saba con dos polerones Nike. Ninguno de
elloserahermoso,ningunomeservíapara
demostrar la idea de Rilke: eran ciegos
creados por los publicistas. Mi amigo rió
irónicamente. Entramos en La Cholita. Un
viejo comía porotos con longanizas. Saqué
la cámara, enfoqué. El viejo me pidió
detener la acción. ¿Paga por la foto? Mi
amigo extrajo un billete de cinco lucas.
Pase veinte y me saca todas las fotos que
quiera, propuso el viejo. Después miró al
mesón: ¡están pagando por sacarse fotos!
Mi amigo me dijo que no tenía más plata.
Yomenos,indiqué.
Salimos.Afueranohabíanadie.Eralahora
muerta, potresymedia.Detodasformas
seguimos caminando. Y mientras nos
dirigíamos a Uribe pensé que realmente a
Batuco le quedaba grande la frase de
Rilke. En la plaza nos encontramos con
unos niños prac cando skate. En Uribe
con Argen na con dos mormones. Mi
amigo -en ese momento- propuso que
suspendiéramos la expedición. Mejor me
voy a San ago, aquí no pasa nada, señaló,
mientras una sonrisa victoriosa asomaba
en su cara. Asen . Quedaban unas pocas
cuadras para llegar a Argen na con
España y la calle seguía ocupada por caras
sin gracia, caras que uno encuentra en
cualquierparte,carasestandarizadas.
Nos detuvimos en el paradero a esperar el
bus. En el intertanto pensé que mi amigo
tenía razón: estaba perdiendo el empo
en Batuco. O peor aún: mi mirada era
pobre. Desalentado, guardé mi cámara
fotográfica. Entonces, sorpresivamente,
apareció lo que tenía que aparecer. Venía
por Argen na a la altura de Acevedo. Se
trataba de un po mayor, de terno y
sombrero, manejando un tricicloen el que
trasladaba, sobre una silla de comedor,
tapizada con chinches dorados, a una
mujer de edad muy avanzada, tal vez su
madre, quien sonreía levemente. La
anciana llevaba un sobrio ves do verde
oscuro, aros y un collar de perlas. Parecía
unareinaabdicadahacemucho.Unareina
proletaria de pelo canoso, tez morena,
ojos achinados y pómulos mapuche, que
iba o venía de alguna fiesta familiar. Mi
amigo se quedó en silencio. Yo olvidé
tomar la cámara y disparar. Parece que
Batuco no era el problema, dije después,
esbozando algo parecido al orgullo. Y
mientras me lamentaba por la foto
perdida, la foto que falta en este ar culo,
seguimosesperandoelbus.
18. ¿Qué busca la escritura de una cróni-
ca?, me pregunto cuando comienzo la
redacción de este escrito en la hoja en
blanco de un computador armado. El
archivo, todavía, no ene nombre. La
hoja virtual, de un blanco casi perfecto,
se encuentra manchada por pequeños
párrafos con frases diseminadas,
oraciones en desorden, textos incon-
clusos, ideas sin salida, restos de
escritura. Comienzo poco a poco el
orden. Repito nuevamente la pregunta:
¿qué busca la escritura de una crónica?
Intento responder: en primer lugar, dar
una impresión sobre una experiencia.
Para ello la crónica selecciona partes,
divide, descuar za hechos, con el fin de
darles otro significado, cambiar el
empo, jugar con el orden y hacer de la
realidad una ficción. La crónica lucha
con la realidad, la cues ona, la
descompone, para originar su propio
espaciotemporal.
Mi crónica, en par cular, quiere escribir
otro pueblo, derribar los muros de lo
real, borrar las fronteras, hacer un
espacio imaginario, un mapa emocional,
donde existan personajes fantás cos,
seres imaginarios, caminos infinitos,
recuerdos mágicos, des tuir el pasado,
hacerloexplotardesdedentrocomouna
constelación; pero, por sobre todo, mi
escritura busca hacer otro presente,
quiero escribir sobre un empo dis nto,
crear otro pueblo, pero se me escapan
las palabras, las letras se me disuelven
en las manos, tengo las frases empaña-
das. “La historia es una pesadilla de la
que intento despertar”, decía Ulises. A
mí me pasa lo mismo. Pero seguiré
adelante con esta crónica. Abriré lo más
que pueda los ojos para escribir acerca
de un ser que no poseía sangre, que no
tenía músculos ni venas, cuya carne era
el cemento crudo del cerro y cuyo
esqueleto se edificó con fierros forjados.
Memoria enterrada
Por Stephen Dedalus
La Mala Tierra
¿Cómo contar la historia de un cadáver azul intenso que en
otra época reflejaba el bio color de la inmensidad del cielo
de primavera, un cadáver de concreto sepultado no solo
bajo cientos de metros cúbicos de material de relleno, sino
también bajo la amnesia pueblerina?
16
19. La Mala Tierra
¿Cómo contar una historia donde el protago-
nista jamás se enamoró, nunca tuvo una
familia, tal vez nunca fue feliz, pero exis ó, y
esoquizásesloúnicorealdeestacrónica?
¿Cómo contar la historia de un cadáver azul
intenso que en otra época reflejaba el bio color
de la inmensidad del cielo de primavera, un
cadáver de concreto sepultado no solo bajo
cientosdemetroscúbicosdematerialderelleno,
sinotambiénbajolaamnesiapueblerina?
Nadie de los que converso me dice en qué año
se funda la piscina exactamente, ninguna
persona ene idea desde cuando apareció un
pequeño paraíso en un pueblo que en el
verano parece un infierno, es como si un día la
piscina surgió como un milagro, para hacer
feliz a un pueblo. Nada de nada sobre cuando
fue fundada, pero sí todos enen claro
cuando fue el fin de todo y como acabó con su
niñezeltresdemarzode1985.
Un año que nadie recuerda, en avenida
España al costado de la línea del tren, justo
frente a la estación, de pronto aparece un
hoyo en la agrietada erra de un pueblo seco,
esta excavación será el inicio de la reconocida
piscina de Batuco, que durante muchos años
funcionará como un lugar de esparcimiento
paralaspocascasasyhabitantesdeunpueblo
que comienza a aparecer. Este lugar de
veraneo para las familias de la zona norte,
desaparecido en la actualidad, todavía genera
profundascicatricesenlamemoria.
17
20. 18
-Marca siete veces antes de contestar, le
digo. Después, nos juntamos un rato para
dialogar. Conversamos sobre la piscina,
cómo era, ella mira hacia arriba buscando
el azul del cielo, orienta sus pupilas en un
ángulo ascendente hacia la izquierda,
surcando laberintos, buscando y buscan-
do, desenterrando en su mente algo de
memoria, me dice que recuerda el dulce
del agua, sin cloro, que en su inocente
niñez probaba ocultándose de los retos de
su madre, que incluso en la actualidad
resuenaensumentelamúsicadelabanda
tropical del casino de Batuco, que cuando
joven bailaba sin parar, que la música la
hacía feliz, que en esos años fue la mejor
bailarina, y que todos los hombres
estaban enamorados de ella. La miro fijo y
logro ver una belleza envejecida, sus ojos
esquivossondeotro empo.
Después, mientras ella me cuenta sus
interminables bailes, repito en mi mente
una frase de mi escritor favorito. “No hay
música (…) Comienza a bailar a fondo, en
el anfiteatro, con un lento y elás co
movimiento de los miembros, (…) con
toda la gracia de la juventud y la distancia,
hasta ser un cuerpo en remolino”.
Hablamos un rato más, le cuento que los
recuerdos se me diluyen, que no me
quedan palabras, además que nunca
conocí la piscina funcionando, pero que vi
como lentamente se desmoronaba y se
llenaba su espacio con basura, la cual
prolifera como una infección que quiere
terminardematarestepueblo.
Mientras caminamos un poco hacia la
línea del tren logro escuchar un avión
traspasando el cielo, miramos con tristeza
el relleno de la piscina, hablamos de cómo
el óxido carcome el casino y que ahora no
hay música, solo la grabación de la iglesia
que trasforma las campanas en parlantes
yquesoloalgunashorasdeldíaseescucha
el sonido del tren que extrae la basura de
San ago y que la reparte en la zona norte
como un cáncer. Caminamos un poco
hacia el viejo casino, miro un espacio gris,
desér co. En un cuadrado perfecto donde
no crece la maleza, respetando el contor-
no que todavía persiste enterrado bajo el
relleno,reposaelcadáverazulintenso.
Intentamos, ahora, desvanecernos en las
calles, pasamos por la línea del tren donde
la única felicidad son las personas embria-
gadas que, en su enajenación, vigilan el
paso del tren de la basura, dando paso a
losimpasiblesconductores,mostrandoun
poco de humanidad en la superficie. Más
allá, bajo miles de metros cúbicos de
relleno, sepultada en el olvido reposa la
que fue la piscina de Batuco, guardando,
en la oscuridad perfecta de lo subterrá-
neo, los mejores recuerdos de un pueblo
quenoexiste.
La Mala Tierra
21. Diario de la Furia
Cefalea
Por Barón Cósimo
19
Noviembre 10
Me siento adormecido, con un fuerte dolor
de cabeza, recostado sobre un sillón miro el
juego de unas moscas volando en círculo,
chocan, se vuelven a unir y desunir de
manera fas diosa; en su vuelo hacen
extrañas figuras, imagino que intentan
formarletrasenelaire,luegosecansandesu
monotonía y se posan sobre algo y vuelven a
volar. El dolor de cabeza aumenta un poco,
tomo el libro que acabo de terminar y el
dolor se me hace insoportable, miro mis
restos de lectura, en el libro proliferan textos
subrayados, hojas dobladas, anotaciones en
los márgenes, todo un caos. Para hacerme
amodelaspalabrasdeotro,leocomosiyolo
escribiera; recuerdo la frase del filósofo “los
libros son mis esclavos”. Pienso lo mismo,
son míos, propios y solo yo tengo la llave de
Camino hacia mi biblioteca, el único lugar que me
consuela, elijo un libro, su tapa es desteñida; dice,
con algunas letras borradas, “La maquina de
pensar en Gladys”, del escritor uruguayo Mario
Levrero, lo abro con cuidado, hojeo sus grises
hojas que se quiebran al tomarlas, en la primera
página ene una dedicatoria de alguien que
alguna vez tuvo un gran cariño por mí...
22. Diario de la Furia
20
la interpretación, pero ahora en mi cabeza
siento un profundo dolor, cierros los ojos
sobreelsillónenunacompletacalma.
Noviembre 11
Estos úl mos días mi salud empeora,
tengo una fuerte taquicardia, sumada al
dolor de cabeza que no para, como si mi
cerebro estuviera hecho de engranajes
que componen dolor, recientemente el
malestar es tan agudo que casi no puedo
leer, lo que me ene con una fuerte
ansiedad; solo me consuela el recuerdo
del úl mo texto que leí, “Ciudades
invisibles”, de Ítalo Calvino. Me gusta
mucho este libro que dice: “Las ciudades,
como los sueños, están construidas de
deseos y de miedos, aunque el hilo de su
discurso sea secreto, sus reglas absurdas,
sus perspec vas engañosas y toda cosa
escondaotra”.
Pienso en mi propia ciudad, qué ocultará,
cuáles son sus miedos; mientras en mi
cráneo se encuba una pulsación aguda,
reflexiono sobre mi propio deseo, refriego
con mis manos mi cara, me siento en la
cama, no aguanto. Camino hacia mi
biblioteca, el único lugar que me consuela,
elijo un libro, su tapa es desteñida; dice,
con algunas letras borradas, “La maquina
de pensar en Gladys”, del escritor urugua-
yo Mario Levrero, lo abro con cuidado,
hojeo sus grises hojas que se quiebran al
tomarlas, en la primera página ene un
texto de alguien que alguna vez tuvo un
gran cariño por mí, leo la dedicatoria
compuesta con frases ahora sin sen do:
“Te quiero, nunca nos separaremos,
eternamente juntos”. Mientras cierro el
libro y me dirijo hacia la cama, solo espero
que los recuerdos no vengan en forma de
sueñoestanoche.
Noviembre 13
El dolor aumenta; mientras tomo unos
analgésicos amargos miro el televisor, que
con ene imágenes grises, caras llenas de
dolor, las no cias en cadena hablan de un
atentado ocurrido en Francia, mientras mi
mirada se pierde en una imagen de
personasllorando,piensoqueelmundose
transformará hacia un estado de terror, la
ciudad se conver rá en un lugar de
persecución.Bajoelvolumendeltelevisor,
tomo un libro que tengo a mi costado y
naufrago por océanos narra vos,
esperadosalvarmeenlaisladelaficción.
El libro que leo con intensidad fue publica-
do en el año 1970, en pleno auge del arte
comprome do, cuando Mario Levrero
rompeconelbinomiodeliteraturapolí ca
estableciendo una creación cargada de
elementos fantás cos y de ntes
absurdos, generando de este modo una
narra va con fuertes tópicos de cultura de
masas. Esto se evidencia en el cuento
23. Diario de la Furia
21
“Gela na”, donde el texto es una
trasformación desgarrada del horizonte
utópico o del deseo polí co de trasforma-
ción social; la ciudad, el marco de la
narración,setrasformaenun lugar donde
habita la desesperanza, donde lo real (la
ciudad) se presenta como una ruina,
catástrofe que acoge lo grotesco, confor-
mando el imaginario de una ciudad que se
desmoronaenpedazos.
Noviembre 16
Todavía el dolor persiste, hoy amanecí con
la vista nublada, incapaz de poder ver las
cosas ní das, todo está desenfocado, me
levanto tarde de la cama, intento comer
algo, pero soy incapaz de probar nada, me
recuesto en el sillón, prendo el televisor
paraescucharunpocolasno cias;enellas
un po serio, con un traje gris, en primer
plano habla con voz firme sobre lo
ocurridoen Francia,mientras habla desvía
la mirada hacia un costado como buscan-
do algo. En su discurso repite la palabra
terror hasta el cansancio, dice algo sobre
el miedo que no logro entender, termina
diciendo que debemos estar preparados
para lo peor, que el mundo no será el
mismo. Pongo en silencio las no cias,
busco sobre unos papeles el libro desteñi-
do que leo, retomo la lectura: el cuento
esta asediado por personajes deformes,
psicó cos, que inundan el texto de
desesperanza. Emplazada en una distor-
sión temporal, el relato cuenta la historia
de un personaje que vaga desplazándose
por una ciudad misteriosa, en ella el
protagonista busca la tranquilidad fuera
de la muchedumbre, vaga por los rincones
ambicionandodeslizarseparadifuminarse
yserunseranónimo,buscandoloslugares
más apartados para pasar la noche. Hacia
elamanecersedirigetempranoalencuen-
tro con su trabajo, que está en un agujero,
allí su labor es sacar erra de donde se
desprende su salario. El espacio urbano,
en general, se presenta como una deses-
peranza, una catástrofe, un lugar del que
solo se quiere escapar, una urbe donde el
placer esta disociado con la neurosis,
como si todo generara una queja o
posiblemente un agónico lamento.
“Flotaban cosas en el agua y había mal
olor. No es día para venir al puerto —pen-
sé—. Algunas gaviotas. El horizonte rojo,
nubes. Quizás llueva —me dije, y lo
relacioné con la escasez de agua, pero es
desconcertante porque no ene mucho
quever”.
Noviembre 21
El doloraumenta, casi no lo resisto, dentro
demicabezasientocomosiestuvierallena
de larvas, que carcomiendo mi masa
cerebral habitan en oscuros laberintos
royendo todo recuerdo, desgastando mis
ideas,anidandoen mi memoria,sedientas
de lecturas, su único alimento, cada libro
24. 22
esunanuevalarvaquedeboalimentar.
Dentro del cuento “Gela na” existe una
ciudad neuró ca, donde circulan
grotescos personajes. Nos dice el protago-
nista que los ciegos son diver dosal mirar,
son violentos entre ellos, además de
sucios y caminan desnudos, aumentando
el rechazo; por otro lado existen mujeres
que son en extremo flacas, y por el
contrario mujeres gordas que se compor-
tan como fieras sexuales que acosan a los
hombres como animales. Todos los
personajes son errá cos que rodean al
personaje, enanos altos, seres confusos,
pros tutas vírgenes. Habitantes de una
ciudad histérica, donde al parecer todo
esta o estará por desaparecer por el
irremediable avance de una misteriosa
gela naqueabsorbetodolomaterial.Nos
dice el personaje principal “Noté que las
líneas que marcan el margen de seguridad
habían sido corridas nuevamente, y tuve
que dar un rodeo. Se ex ende —pensé,
pero la gela na no me preocupaba desde
hacíamucho”.
Noviembre 25
Sigo de igual manera, enfermo con la
cabeza por explotar, hoy despierto tarde,
miro en un costado un montón de libros
que me quedan por leer, encima de ellos
está un libro con las tapas gastadas, en su
primera página una dedicatoria llena de
unafalsailusión,lavuelvoaleer,quizásme
la aprendí de memoria, cada frase, cada
palabra, resuenan en mi mente como un
tormento.
Pienso un rato, mientras el calor se cuela
por la ventana sin cerrojo. Hojeo el libro
"La máquina de pensar en Gladys", en
especial su cuento “Gela na”, cuál será su
tema principal, podría ser, quizás, el
Mario Levrero
Diario de la Furia
25. 23
desplazamientodeldeseootalvezlaruina
como profecía de un futuro caó co como
el actual o la prevención del poder.
Siempre el tema del poder esta latente en
la ficción, al menos en la buena ficción, no
de manera burda, sino en pequeños
pincelazos que hacen temblar la realidad;
el cuento muestra como el poder se
establece por medio de un sinnúmero de
disposi vos, por ello el poder en sí mismo
descentra la aspiración de una utopía. En
el relato de Levrero se evidencia este
malestar hacia el proceso de dominación.
Nos dice: “El boleto cuesta casi el doble de
loqueellacobra.Nosécómohacelagente
para viajar. El ómnibus cargaba tanto que
apenas se movía. Uno cada seis horas, hay
que tenerlo en cuenta”. Es por ello que la
ciudad se establece como un desencanto,
un pesimismo latente que es descrito por
elpersonaje,poresto laciudadsemuestra
como un espacio dominado por el control
y no como el espacio de un deseo realiza-
blecomoseríaunautopía.
Noviembre 28
Escribo en un cuaderno la frase de Walter
Benjamín: “Ha vuelto el rostro hacia el
pasado.Dondeanosotrossenosmanifies-
ta una cadena de datos, él ve una catástro-
fe única que amontona incansablemente
ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies.
Bien quisiera él detenerse, despertar a los
muertos y recomponer lo despedazado”.
Contenido en su tesis sobre la historia, me
parece tan exacto, casi iguala la narración,
dondeelagobioy elmalestardentro deun
espacio real muestra un evidente desliza-
miento hacia la escenificación de ciudad
como ruina. Tal como dice el filósofo, que
murió asediado con una maleta llenas de
fragmentos y libros, el ángel de la historia
mirahaciaatrásmiradoladestrucción.
Por ello el personaje esta preocupado de
escapar, huir sin empa a por nadie,
desplazarse por una ciudad que es
agobiada por seres repugnantes que son
asediados por una gela na que avanza sin
parar. Sin calma, lleno de malestar, el
personaje principal está siempre incómo-
do con un constante desencantamiento,
incluso ni siquiera dentro del espacio
ín mo de una habitación está tranquilo.
Subrayo la siguiente frase final: ”La
gela na que entraba por la ventana de la
pieza en que dormí, todavía no había
empezado a salir por la puerta del aparta-
mento; seguí hasta el segundo piso, probé
las puertas, pero estaban cerradas; lo
mismoeneltercero,yenelcuarto".
Solo en la oscuridad miro un televisor sin
sonido, todavía muestra la desesperación
de una ciudad que expone sus propios
miedos. Mientras por debajo de mi puerta
avanzalentamenteunamanchaviscosade
color verde que traga todo a su paso, y de
algunamanerasoyfelizporello.
Diario de la Furia
26. Retina
24
El empo, durante los úl mos meses del
año, se vuelve la gudo. Es una especie de
pantano relleno con gela na sabor
cansancio. Pantano que nos impide alcanzar
¡por fin! las vacaciones, que son la utopía
anual del hombre medio y menos que
medio, el hombre cuarto, el hombre octavo:
sol, arena, playa, aunque esta utopía no
consista más que -como escribió alguna vez
mi esperpén co amigo Héctor Figueroa- en
unveraneoporlatele.Horizontelejanopara
mí, en todo caso, ya que estaré funcionando
hasta bien entrado el mes de enero, creo
que hasta el treinta, momento en que podré
olvidarme -por unas semanas- de la pega y
sus obligaciones y enfrentarme a la comple-
ja tarea de pasarlo bien, de relajarme, de
sen rme libre sin experimentar la sensación
de estar en un comercial de cervezas, de
juegos de terraza, de bloqueadores solares,
me digo, me aclaro, y me agacho y corto la
flor de un cardenal, que se ha secado, y la
arrojocontraelviento.
Estoy regando. De esta forma paso el calor
del atardecer. Y mientras riego -y fumo un
pito- repaso mis lecturas recientes. Además
de variados libros de poesía, que comentaré
Miro por la ventana:
un farol amarillo se ha
encendido en la vereda.
Polillas y otros insectos,
cuyo nombre desconozco,
lo rodean, atraídos por la luz.
Lo mismo le ocurrió alguna vez
a los personajes de "La Pista de
Hielo" y "Vineland": fueron
seducidos por una luz, la
revolución socialista en
La noamérica o el hippismo
en EEUU, luz que terminó
incinerándolos. Lo mismo le
ocurrirá a los insectos que
revolotean en torno al farol:
quemados descenderán
en caída libre hasta tocar
erra y confundirse con los
gusanos, las piedras
y las hojas secas.
Lecturas de Bolaño y Pynchon
Esperando las vacaciones
Por Sergio Sarmiento
27. Retina
25
en otra ocasión, recuerdo la novela "La
PistadeHielo"(1993)deRobertoBolaño,
una de las primeras obras del autor
chileno -fallecido en 2003- que durante
losañossetenta,juntoaMarioSan agoy
otros poetas, fundase -en erras cuates-
el movimiento literario infrarrealista.
Centrada en un misterioso asesinato, la
obra muestra el mundo de los inmigran-
tes la noamericanos en Cataluña, más
específicamente en un fic cio pueblo
costero llamado "Z", durante la década
de los ochenta. Relatada a tres voces, es
decir,enmodopolifónico,susnarradores
son el chileno Remo Morán, un poeta
dedicado a diversos negocios de media-
no calado, entre ellos un camping;
Gaspar Heredia, poeta mexicano y amigo
de Morán, que trabaja temporalmente
como cuidador en el camping recién
aludido; y Enric Rosquelles, un sicólogo
español, de filiación socialista, que
haciendo uso de las facultades que le
entrega su cargo como funcionario
municipal -y llevado por la calentura-,
instala una pista de hielo en un viejo
cas llo, el palacio Bengivut, haciéndonos
ver que no solo en Chile los dineros
públicos están en mentes y manos
peligrosas.
Sigo regando. Y mientras lanzo una
especie de lluvia sobre las hojas del
limón, hojas que bajo el peso del agua se
mueven como danzando, me doy cuenta
que ya no estoy pensando -no tengo idea
por qué- en la novela de Roberto Bolaño,
sino en "Vineland" (1990) del norteame-
ricano Thomas Pynchon, obra que
actualmente leo y que da a conocer el
estrafalario y decadente mundo de
quienes fueron hippies en los sesenta y
luego se perdieron en el voraz mundo
neoliberal de los ochenta. En eso estoy
ahora, recorriendo con paciencia esas
páginas que, por cierto, no enen la
soltura de la prosa de Bolaño, sino que se
vuelven poco fluidas, farragosas,
confusas, podría decirse, caracterís cas
que algunos crí cos califican como un
desa o que el autor plantea al lector,
pero que a mí me parece solo una
carencia, un defecto que se intenta
conver renvirtud.Seleen,entodocaso,
porque además de mostrar el corolario
de los años ochenta, empo de innume-
rables aterrizajes forzosos, la novela se
sumerge una y otra vez en la llamada
"época de las flores", narrando con
sarcasmo, desencanto y una indisimula-
ble dosis de nostalgia, las luchas polí -
cas, la experimentación con drogas y la
búsqueda de una nueva espiritualidad
ocurridas en tal período. Fenómenos,
demás está decirlo, que buscaban la
consecución de un ideal. Un ideal -como
todos- que terminó agrietándose y
transformandoasussicodélicosprotago-
nistas también en grietas. Grietas como
Zoyd, por ejemplo, un hippie viejo que
28. 26
Retina
p a ra m a nte n e r s u
pensión por salud
mental debe hacer cada
año una locura, de lo
contrario podría perder
el beneficio estatal, la
pensión, como se diría
en Chile. Lo que hace,
entonces, es arrojarse -
una vez al año- a través
de la ventana de un
restaurante, quebrando
con su cuerpo los
vidrios. Este evento -ya
en plena sociedad del
espectáculo- es trans-
mi do en directo, por la
televisora local, que lo
ha transformado en una
especiedeclásico.
La noche, ahora, está cayendo. El mundo
rural descansa en paz y unos cuantos
zancudos inician su trabajo de succión.
Corto el agua. Las hojas del limón,
cargadas de finas gotas de agua, parecen
brillar. Los cardenales -a sus pies- son
manchas de estridente sangre coagula-
da. Entro en la casa. Y mientras observo
cómo la oscuridad ocupa todos los
espacios, la oscuridad recostándose en
los sillones, la oscuridad mordiendo una
naranja, la oscuridad entrando en un
florero, recuerdo con desgano que al día
siguiente debo levantarme temprano.
Tipo seis. Y presentar-
me a trabajar. Y cumplir
porque si cumplo
podré seguir haciéndo-
me cargo de mí mismo,
podré seguir siendo un
ciudadanomás,unRUT
que compra y paga, un
RUT que no le pide
nada a nadie, un RUT
que gracias al esfuerzo
laboral desplegado
puede comprar libros
que lee en los inters -
cios -escasos- que le
d e j a e l e m p o
dedicado al mismo
esfuerzo laboral -
cabrón- que le permite
serunsercasilibre,una
en dad que posee el
honor -ridículo- de no mendigarle un
peso a nadie. Un RUT -me auto explayo-
que a diferencia de los personajes de las
novelas comentadas, y a pesar de ser un
marginal -un marginado, precisaría el
dramaturgoRadrigán-carecedeunideal,
expresando su disconformidad mediante
crí cas compulsivas, crí cas enrabiadas,
a lo más crí cas pragmá cas, y no a
través del establecimiento de un proyec-
to utópico de literatura o sociedad,
ac vidad deseable, elogiable, magnífica,
pero que lo llevaría -en el mediano plazo-
a un colapso mayor al presente, donde al
El bebedor de absenta
Edouard Manet (1859)
29. 27
menos flota sobre el oleaje, se mueve, se
deja llevar, como los restos de un naufra-
gio siempre reciente, siempre bien
equipado. Un naufragio -hay que aclarar-
sin viaje, sin travesía, sin puerto de
des no, ni barco, ni mar. Me siento en un
sillón. Ahora. Y mientras trato de dis n-
guir los contornos de una reproducción
de "El bebedor de absenta", de Manet,
que cuelga de uno de los muros de mi
casa, me veo en las dependencias
laborales, junto a la eléctrica máquina del
agua, preparándome un café cargado
mientras espero que algún colega
aparezca. Un colega con quien hablar de
lo que sea, un colega a quién robar
anécdotas que me servirán de materia
prima para poemas o narraciones. Tal
idea me entusiasma. Tal idea es uno de
los factores posi vos que encuentro
entre los restos que flotan junto a mí,
sobre el oleaje, bajo la llovizna -
constante- del realismo económico y sus
recesiones, promociones, bonos y
gi cards.
Está todo oscuro y no quiero prender la
luz. Miro por la ventana: un farol amarillo
se ha encendido en la vereda. Polillas y
otros insectos, cuyo nombre desconozco,
rodean el eléctrico artefacto: la luz los
atrae, la luz es su dios, la luz es su droga.
Lo mismo le ocurrió -pienso- a los
personajes de "La Pista de Hielo" y
"Vineland":fueronseducidosporunaluz,
la revolución socialista en La noamérica
o el hippismo en EEUU, luz que terminó
incinerándolos. Lo mismo le ocurrirá a los
insectos que revolotean en torno al farol:
quemados descenderán en caída libre
hasta tocar erra y confundirse con los
gusanos, las piedras y las hojas secas. Es
el des no de los marginales que no solo
sueñan, los marginales que sueñan y
actúan, especulo, sucumbir ante el
poder, desmoronarse, ya sin alas, en la
erra llana. Es eso o flotar náufrago, pero
bien equipado, con buenos flotadores,
flotadores de marca y abundantes latas
de conserva, en un océano incomprensi-
ble. Flotar imaginando el naufragio.
Enciendo la luz. El rostro del bebedor de
absenta aparece. Se trata de un marginal.
Otro más. Un ropavejero -de nombre
Collardet, según recuerdo- premunido de
un alto sombrero de copa que bebe de
una copa (otra) ante una botella rada en
el piso. El po se encuentra borracho. El
hada verde lo abraza. De tal forma
afronta el oleaje, se mece, sobrevive. Lo
observo y pienso en los días eternos que
deben transcurrir para que lleguen las
vacaciones, empo en que hasta el más
dependiente de los seres humanos se
siente libre. No una polilla minusválida
rodeada de gusanos, no el sobreviviente
de un naufragio sin travesía. Entonces me
sirvo un trago de mezcal y vuelvo al sillón
y abro las áridas páginas de "Vineland". Y
sigoleyendo.
Retina
30. Retratos
28
Piloto del tiempo
Por Melody Valenzuela
Sumergido viajero, recorres calle a calle con
tus brazos de alas ocultos tras la ropa ¿qué
quieres alcanzar en este pueblo arrugado? Tu
rostro infan l de lobo desafeitado, descubre
en cada esquina fantás cos seres inexistentes,
y ríes hablas sueñas juegas junto a ellos, que
encuentran en la marcha los colores del valle
empobrecido y solitario, viajan a tu lado
millones de kilómetros dejando una capa de
fuego que flamea humeante marcando el
recorrido. Te he encontrado en cada seca
desér ca muda esquizofrénica calle principal
de este Batuco amarillo esculpido por un sol
neuró co, en donde las enfermedades
mentales emergen del polvo y alojan en los
cuerpos flacos de sus cadavéricos habitantes,
florecen maúllan pintan potencian envuelven
y asustan. Y mientras tanto tú te elevas en
31. Retratos
demenciasana,tantostantosañosves doinvernal
en cada estación, sudado junto a un centenar de
quiltros vagos sucios, Mesías del viento inhóspito,
de las miradas desoladas, de los dientes envejeci-
dos, de la pobreza que huele a humedad rancia, de
la basura alojada en los límites periféricos, y tu
mente exploradora que habita en alguna esquina
extraviada olvidada bajo la sequía de las sombras
del verano, sequía que enes que sostener en cada
momento de vida, caminando por tantas tantas
calles cual único obje vo te has trazado y de
manera obsesiva luchas sin perder ganas esfuerzo
sonrisaenergíayandaspasoapaso,horatrashora,
año tras año, vida tras vida y he crecido mirándote
y queriéndote, haciéndote parte del paisaje con mi
voz delicada y temerosa, con tu saliva espumosa
arrancada acumulada en la barba, tus cabellos
desaseados de años que buscan también una
forma de vida propia, despeinado, tus dientes
nácar separados y pequeños, fáciles de dis nguir y
atesorar en el recuerdo, transitas a saltos, con la
libertad del dinero, del matrimonio, de la casa
limpia y el jardín ordenado, del trabajo, de los
impuestos y las cuentas mensuales, libre danzas
vuelas viviendo sorprendentes instantes que solo
tú has logrado capturar, fermentando tu alegría
inundada de loco perdido y feliz extraño, frágil-
mente fuerte, sórdidamente inocente. Piloteas el
buque de tu vida con difusas coordenadas, sin
herramientas ni torre de control, inmerso en
grandes llamaradas de brumas nieblas espejismos,
con solo la intuición que te arrojó a explotar los
ojos oídos el tacto y tus incansables pies, turbinas
defuego.
29
32. Ella
En la habitación agoniza Ella.
Trémula silueta, águilas que cruzan las esteras.
Los contornos de su cuerpo tambalean por las sierpes de su boca.
Hay un silente murmullo de ciénagas en su almohada.
En el pelo se le enredan claveles, azucenas y abejas.
Afuera, en la habitación llueven estrellas y cadenas.
Laureles que aprisionan sus úl mas horas.
Circundan las notas de tristezas y deseos,
porque en la habitación agoniza ella…
Ella en forma de esfera entre la niebla y cristales.
Sobre la cama agoniza Ella
exhalando los recuerdos del abandono
y como gorriones azules, su piel se yergue al empo.
Vuelve el lamento en aras del dolor
y los símbolos miran de hinojos los sonidos que levitan
en las sombras subyacentes de los arrinconados
espasmos del corazón.
Carolina Quinteros
Poeta nacida en la región de Valparaíso (1974). Actualmente se encuentra
radicada en la comuna de Til Til, donde se desempeña como profesora. Ha
publicado los libros: “Nicho 56" (Sudor Editorial, 2010) y “Camino del
girasol” (Talleres Gráficos Reina, 2011). Los poemas seleccionados
corresponden a su primer libro, “Nicho 56". Destaca en ellos un lenguaje de
inspiración modernista y una mirada profundamente mortuoria, lo que nos
hace recordar -entre otras obras poé cas- los “Sonetos de la muerte” de
GabrielaMistralylafamosa“Elegía”delpoetaespañolMiguelHernández.
30
Poesía Local
33. En la habitación agoniza Ella…
En el lecho, yace la dueña de la pena.
Sus brazos son dos ejes gráciles,
dos misterios de un abrazo discordante.
¡Voy y vuelvo!
porque en la habitación se muere Ella
perturbando los cán cos caobas.
Las paredes giran en círculos sobre los limbos de su vida.
Llueve también ánimas en la pared donde agoniza Ella.
Nupcias celes ales traen a Dios a vuestro corazón.
Él no dice palabra… se de ene y la mira.
Ángeles que siembran dones,
rondas que cosechan tanta y tanta espera,
porque se sabe… que en la habitación agoniza Ella.
Ella, que hoy aparece cubierta por sols cios de tristezas
y por eclipses de lunas.
Ella, más quieta que un ocaso de es o.
Ella… que la tumba espera
al son de sus quejidos más sonámbulos que imaginarios.
La virgen desde el trono, no da crédito al sufrimiento,
pues sabe que en la habitación se ciernen los silencios.
Y yo, vuelvo la cabeza para que no miren mis ojos
que lloran un sollozo, porque en la habitación agoniza Ella.
BernardoTorrens
31
Poesía Local
34. 32
Soplos
Las hojas soplan el viento y la brisa,
mientras el cielo anuda los rincones del universo.
Soplan espacios, semillas de rosas y lirios.
Soplan las manos en el silencio.
Los suelos diluyen mis dedos.
Las hojas soplan también tu mirada,
tu cáliz, tu vientre y tu aroma.
Y así, los soplos siguen a más soplos,
denostados por el incremento de la brisa...Despacio...
Despacio recorriendo tus dedos quietos,
los soplos acunan las noches.
Despacio siguiendo tu entraña arrinconada
en la hondonada de los valles
o a toda prisa, siguiendo el vuelo de las dos gaviotas
que recorren gráciles tus ojos y tu cuerpo muerto.
Y así las hojas soplan mis soplos, mis pesadillas y mis sueños
esbozando árboles y cielos
porque tal vez en otro empo,
las fontanas corrieron sorteando las heridas de mis venas
haciendo soplos a la reina de las madrugadas.
Surgirán los ciclos de los hálitos y del sen miento etéreo
y de tarde en tarde, en las copas de azucenas,
tomaremos soplos escarlatas
y como una ebullición serena,
la sangre reinará los soplos de la brizna,
calcinados en las cenizas de la noche.
Poesía Local
35. Narrativa
Abrí la puerta de entrada. Al otro lado me
encontré con una chica completamente
desnuda.Setratabadeunacolorinafalsa,de
estatura media, nariz afilada, piernas
robustas, piel blanca -salpicada de manchi-
tas rojas- y senos pequeños. En el talle
portaba una cinta que culminaba, a la altura
de su oscuro ombligo, en una enorme rosa
de paquetería. Una cinta rosa y una rosa
color rosa. El mismo color presentaban sus
pezones, arrugados, apesadumbrados, por
el enorme frío de esa inusual mañana de
noviembre. La miré con detalle, asombrado.
Y me di cuenta que bajo la rosa había una
pequeña tarjeta, po invitación de cumplea-
ños infan l, objeto que daba la idea de que
la chica, que no tendría más de vein cinco
años,eraunregalo,unobsequioquealguien
me enviaba. Me pregunté quién podía
proceder de tal forma. Y no se me ocurrió
ninguna persona. Mis aliados de la OR no
funcionaban de esa manera. No, ellos
tenían, enen, grandes valores morales.
Ellos son los adalides de un mundo nuevo.
Fuera de ellos, además, no mantengo
relaciones de amistad con nadie. Tampoco
Operativo
Por Enrique Atenas
Mientras la colorina
hablaba tomé la tarjeta
que colgaba de la gran
rosa. Era un volante,
impreso a todo color,
donde se especificaban
los detalles del
opera vo, destacando el
nuevo beneficio, que
mejoraría la salud
mental de la población
masculina de clase
media y baja de la
comuna. Menos
depresión, menos estrés,
menos violaciones,
señalaba el documento,
que contaba con una
gran fotogra a de la
alcaldesa, quien
esbozaba una sonrisa
sincera, verdadera,
cercana a la gente.
33
36. Narrativa
34
vínculos extra laborales con mis colegas
de Store, empresa donde actualmente
trabajo. Tampoco relaciones emociona-
les. Tampoco relaciones familiares. Tengo
un medio hermano en Concepción,
Roberto, es verdad, pero hace más de
cinco años que no habló con él. Intenté
establecer lazos con su persona alguna
vez, incluso fui al sur, pero la cosa no
funcó. El pobre es gerente de ventas de
unamul tenda.Conesolodigotodo.
La colorina me miraba de forma benéfica.
De una forma parecida, imaginé, imagino,
a aquella que la ines mable madre sor
Teresa de Calcuta dirigía a sus amados
leprosos de la India. O el gerente de una
conocida empresa de materiales de
construcción a los niños con síndrome de
down, a los que, desinteresadamente, sin
finesdemarke ng,donaelunoporciento
de las ventas. Le pregunté a la chica por
qué había insis do tanto. Si golpeas más
de tres veces una puerta y no te abren es
porque salieron o no te quieren abrir,
indiqué pedagógicamente. Ella, ante mis
sabias palabras, bajó la mirada, se cerró,
adquiriendo una postura más bien triste.
Sus senos se arrugaron aún más. Su pubis,
depilado, abandonó la ac tud que había
tenido al llegar, una ac tud de pene que
ataca, y se volvió otra vez pubis. Esto me
hizo pensar que tal vez se me había
pasado la mano. Que estaba muy agresi-
vo.Entonces,parasuavizarelambiente,le
preguntéporsusintenciones.
Lachicamerespondióconotrapregunta.
-¿No te gusto?, inquirió, echando su
cabeza, llena de oscura nta roja, hacia un
costado, en un gesto sensual y desafiante,
copiadodealgúncomercialdean caspa.
Diunpasoatrásylaobservé.
-No,noeseso,respondí.
-¿Yquéesentonces?
-¿Tienesquegustarmeobligatoriamente?
-No, pero a todos le gusto -dijo ella, y
haciendo un gesto como de vergüenza se
tapólossenosconsusmanos.
Permanecimosensilencio.
-Entonces,¿enquéquedamos?-preguntó
al rato la colorina, media ajada, media
pálida,comosaliendodeunmausoleo.
-¿Enquéquedamos?-repe .
-¿Notegustanmismedidas?
-Tengo una huincha adentro, voy por ella -
bromeé.
-Esgra s,dijolachica.
-¿Gra s?
- Claro, ¿no sabías que hoy es el día del
opera vo médico dental que el municipio
organiza todos los años? ¿No viste los
lienzos?
-¿Incluyesexo?
- Claro, la alcaldesa está súper preocupa-
da por la salud sexual de la población, por
eso este año -y para siempre- incluyó este
beneficio en el opera vo. Está dirigido a
37. hombres solos que tengan menos de mil
cuatrocientos puntos en la ficha de
protección social, indicó con seriedad, al
empo que miraba una mochila con
papeles-seguramente propaganda
municipal- que había dejado junto a la
puerta.
Mientras la colorina hablaba tomé la
tarjeta que colgaba de la gran rosa. Era un
volante, impreso a todo color, donde se
especificaban los detalles del opera vo,
destacando el nuevo beneficio, que
mejoraría la salud mental de la población
masculina de clase media y baja de la
comuna.Menosdepresión,menosestrés,
menos violaciones, señalaba el documen-
to,quecontabaconunagranfotogra ade
la alcaldesa, quien esbozaba una sonrisa
sincera, verdadera, cercana a la gente. La
idea, por supuesto, me pareció absurda,
desmedida, delirante, también an higié-
nica. Esto no es verdad, me dije. Pensé,
luego, que quizá se tratase de una forma
35
Narrativa
38. 36
exó ca de infiltrar la OR y conocer
nuestros planes. Di, entonces, unos pasos
hacia la calle. Y parado en medio de la
acera, inquisi vo, intenté verificar los
dichos de la inusual funcionaria munici-
pal. A lo lejos, cerca del almacén "El
esfuerzo", pude constatar que la chica no
estaba min endo: había un montón de
camionesdelaCorporacióndeSaludallí.Y
un generador eléctrico funcionando. Y
mucha gente del barrio haciendo fila,
todos portando sus dolencias, esperando
quefluyeseelmanámunicipal.
Volví a mi puerta. La chica me miró
sensualmente.
-Aquí no enes que hacer cola -dijo,
tratandodesersimpá ca.
Le pedí que se fuera. Ella argumentó que
le pagaban un bono por cada beneficio
entregado. Tengo un niño chico, dijo. La
hice entrar. La escasa sensualidad de la
colorinahabíadesaparecido.Ahoraeraun
montón de carne bajoneada. Una estrella
seca, apagada. Fui por una frazada y se la
pasé. Hace frío, le dije. Enseguida puse el
hervidor y le ofrecí café. Estaba convenci-
do de que no era una espía. Las espías son
sensuales y/o sagaces. Y la colorina no
teníanilounonilootro.Almenosparamí.
La OR, me dije, afortunadamente seguirá
en el anonimato. Nuestro plan de autono-
mía, cuyo primer paso era volar el puente
entre Lampa y Batuco, los principales
pueblos de la comuna, estaba a salvo. Eso
metranquilizóbastante,merelajó,puesto
que tras abandonar mi cargo de encarga-
do cultural en el municipio, unos seis años
atrás, cuando aún no llegaba la actual
alcaldesa y gobernaba otro puto señor
feudal, había puesto todas mis fichas en la
OR, organización que me sacó del aisla-
miento socio afec vo en que vivía y
ademásmehizoteneralgoporquéluchar,
una causa polí co cultural verdadera, no
basura electoral como la que promovía en
elmunicipio.
El hervidor hizo sonar su pito y fui la
cocina. ¿Cómo te llamas?, pregunté en
voz alta a la chica, que se había recostado
en misillónfavorito, tapándose completa-
mente con la frazada. Pepita, gritó, me
llamó Pepita. Preparé el café pensando en
mis an guos anhelos de conver rme en
un escritor del género fantás co, anhelo
que había quedado en el olvido ahora que
escribía relatos para la revista de la OR,
una revista orientada a la ruralidad, a lo
orillero, a la periferia que mira la ciudad y
no quiere ser su espejo. ¿Era fantás co lo
que me estaba ocurriendo? Me pregunté
y me dije que no, que sería fantás co si
Pepita, de pronto, se transformase en una
iguana, en un ángel, o en un portal inter
dimensiones. Pero eso no iba a ocurrir. Era
Narrativa
39. 37
solo realismo, un realismo estridente,
sobrecargado, que nacía de los cerebros
delospolí coslocales.
Pepita,trasbeberelcafé,pareciórevivir.
-Almenospodríasllenarlaencuesta.
-¿Laencuesta?
-La de sa sfacción. Si la llenas me pagarán
elbonoporatenciónprestada.
Enseguida se levantó y sin quitarse la
frazada (parecía haber recobrado el
pudor) fue hasta la mochila, que había
quedado junto a la puerta y sacó unos
papeles. Después me los entregó. La
encuesta tenía veinte afirmaciones,
hechasporun psicólogobarato,quehabía
que calificar en cinco categorías, que iban
desde muy de acuerdo a totalmente en
desacuerdo. "Después de la cópula me
siento contento"; "Creo que la alcaldesa
se ha anotado un gran poroto"; "La
funcionaria ha desarrollado su tarea
profesionalmente"; "Hace empo que no
tenía una erección de esta magnitud"; "La
funcionaria sexual man ene una higiene
de primer nivel"; "Creo que servicios de
este po deberían ser priva zados", eran
algunasdelasafirmaciones.
Contesté la encuesta y se la entregué.
Pepita la guardó en su mochila, se quitó la
frazada y me ofreció, por úl ma vez, sus
servicios. Nuevamente le dije que no y la
dejé en la puerta. Ella tomó un delantal de
su mochila, se lo puso y se fue caminando
rápidamente hacia otro domicilio. La vi
irse.DespuésllameaX,uncolegadelaOR,
para adver rle del asunto. Guarda los
planos del puente, le dije. Ya los guardé,
dijo.Yenseguidameconfesóquenohabía
podido resis rse a la mina que le tocó. Se
llamaba Pepita, dijo, y yo le contesté que
no podía ser, ya que Pepita aún no se
acostaba con nadie. X se rió. Enrique, no
seas inocente, a las putas no hay que
creerles, indicó. Menos a las putas
municipales.Leencontrétodalarazón.Mi
experiencia en el tema no era menor,
tanto con las putas como con los munici-
pios, solo que elpaso del empo mehabía
hechoperderlaprác ca.
Colgué. Y tras servirme un café cargado
pensé que X era un traidor, tema que
habríaque tratarenlapróximareunión de
la OR. Después me preparé para salir a mi
empleo de bibliotecario (pájaro raro) que
trabaja en una empresa de archivo de
documentos comerciales, clasificando
facturas, boletas, guías de despacho,
formularios fiscales y otros documentos
mercan les, pasando absolutamente
desapercibido, mientras prepara el gran
estallido social del siglo vein uno, la gran
micro revolución que cambiará el des no
delplaneta.
Narrativa
40. 38
Estaserie retratamásquelas
arrugas de cierto número de
ancianos de Batuco, con los
cuales me fui encontrando
poco a poco, generando en
mí la necesidad de compro-
bar in situ sus condiciones de
vida. Constaté su abandono,
su alejamiento el mundo, su
lento desplazamiento entre
artefactos en desuso y
futuros que nunca llegaron.
Allí pasan los días esperando
ya no saben qué. Sumidos en
su inminente final ríen y se
dejan llevar, recordando
empos pasados que -según
ellos mismos- fueron de
esplendor. Acomodados en
sussillas,consusbastonesen
el suelo de erra, hablan,
ríen, escupen, conectándose
con sus mejores épocas, que
irremediablemente no
volverán.
AbueloPor Emilio Serey Cas llo
Fotografía
43. 41
Un bañador para Graciela
Sabemos que Graciela, nuestra insigne alcaldesa, nuestra
inspiradoraalmamater,nuestroemblemacontralaineficienciay
el robo, no ene un cuerpo de miss Universo, ni de mis
Sudamérica, ni de mis Chile, ni de miss San ago, ni de miss
Lampa,nidemissCorvi,nidemissdenada,perollegaelveranoy
el calor agobiante nos obliga a quitarnos la ropa, a sacarnos esas
asquerosas tenidas de dos piezas, esos blazer tono azul facho,
esasblusitasblanquitasconvuelitos,esosfaldonesburocrá cos,
en fin, todas esas tenidas formalotas y mojigatas que usamos
durante el período laboral y calarnos un traje de baño y enfren-
tarnos a las miradas de los otros. Los otros que no son cualquier
cosa, los otros que para el caso de Graciela son los electores, es
decir, que son dinero en efec vo, fajos de billetes que pueden
extraviarse, irse volando por una ventana como en las películas
para tontos, haciéndola caer del trono municipal que tanto ama.
Por tal mo vo, queridos lectores, en este número recomendaré
un traje de baño para que esta gran mujer -ejemplo para la
patria- luzca la raja en piscinas y playas. El modelo elegido es un
traje de una pieza, en tonos oscuros, que permi rán, primero,
ocultar la piel de Graciela, que a simple vista se ve algo dañada,
descascarada -falta de cremas quizá- y, segundo, es lizar un
cuerpecito ya medio fofito por la falta de ejercicio. La tela usada
será stretch, pero no cualquier stretch, sino bistretch o “two way
stretch”, una tela que se es ra tanto ver cal como horizontal-
mente, permi endo que hasta una piedra luzca sinuosa. No es
que la alcaldesa parezca un peñasco, o una momia atacameña, o
un monstruo de serie japonesa, para nada, la alcaldesa, como
toda mujer ene su encanto y esta pequeñita morenita, de
cuerpo esmirriado, venoso, fibroso, también ene lo suyo. Por
ello, lo que yo intento hacer -con pura buena onda- es ayudarla a
verse aún mejor. Aquí, en Chile, frente a sus electores, y en los
paraísos tropicales donde mucha gente pituquita (como ella)
gastaeldineroquehonradamentehahechofluirasusarcas.
Por Monona Fontecilla
Moda