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4º DOMINGO DE LA CUARESMA
18 de marzo de 2012
1. MONICIÓN DE ENTRADA
Recibid nuestra fraterna bienvenida al iniciarse la Eucaristía
del Cuarto Domingo de Cuaresma. Vamos caminando hacia la
Pascua. Pero antes viviremos los misterios sublimes de la Pasión y
Muerte de Nuestro Señor Jesús. Ya todo queda muy cerca.
Aprovechemos el tiempo de Cuaresma que nos queda para
completar nuestra conversión.
Y nada mejor para seguir ese camino de cambio en nuestras
vidas que aceptar y sentir que Dios nos ama y nos salva en su Hijo
Jesucristo que vino a nosotros, no para juzgarnos, sino para
salvarnos. Jesús viene a nosotros como la Luz, el Camino, la
Verdad y la Vida.
Él nos salvó por su cruz y resurrección. Él es la señal de que
Dios nos ama tanto que nos entregó a su único Hijo para traernos
perdón, vida y amor. Es a Cristo Jesús a quien alzamos nuestra mirada buscando fuerza para llevar las
cruces que vienen a nosotros en las dificultades de la vida. También le miramos buscando alegría y libertad
en nuestro peregrinar angustioso aquí en la prisión. Con Jesús celebramos ahora, en la eucaristía, el
memorial de su sacrificio en la cruz y de su resurrección.
Hoy celebramos también el DIA DEL SEMINARIO. Rezamos por los jóvenes que están iniciando la
experiencia de la llamada de Jesús para hacerse sacerdotes. Pedimos al Señor que los jóvenes escuchen la
voz de Cristo y se comprometan, desde el sacerdocio, a evangelizar a los más pobres y oprimidos.
2. PETICIONES DE PERDÓN
1. Señor Jesús, tu Padre nos ama con tanto amor que te entregó a nosotros para que nos salves.
R/. Señor, ten piedad de nosotros.
2. Cristo Jesús, tu Padre te envió al mundo no para condenarnos sino para salvarnos a nosotros y a todas
las personas.
R/. Cristo, ten piedad de nosotros.
3. Señor Jesús, tú quieres que ofrezcamos a otros el gran amor con que tú nos amas:
R/. Señor, ten piedad de nosotros.
3. ORACIÓN DEL SACERDOTE
Oh Padre, lleno de gracia y de amor:
Tú todavía amas tanto al mundo
que sigues entregándole a Jesús, tu Hijo.
Que su cruz sea para nosotros la señal
de que estás con nosotros
en días de miseria y aflicción.
Que podamos mirarle como modelo y aprender de él
a abrir nuestras manos y corazones, unos a otros
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y a darnos a nosotros mismos con nuestros dones.
Y que esto ayude al mundo a percibir tu luz
y a aceptar al Hijo que nos has dado,
Jesucristo, nuestro Señor,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
4. DIOS NOS HABLA POR SU PALABRA
PRIMERA LECTURA
• MONICIÓN
Después del regreso del exilio de Babilonia, el autor sagrado reflexiona y ve que la causa de la destrucción
de Jerusalén y la deportación de los supervivientes radica en el pecado en el que vivían. Su reflexión alcanza
también a ver que fue el propio Dios quien inspiró a Ciro II, rey de Persia, el edicto por el que permitió a los
hebreos regresar a su patria una vez que hubo conquistado Babilonia
LECTURA DEL 2º LIBRO DE LAS CRONICAS 36, 14-16. 19-23
En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las
costumbres abominables de los gentiles, y mancharon la casa del Señor, que él se había construido en
Jerusalén. El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros,
porque tenía compasión de su pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios,
despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a
tal punto que ya no hubo remedio. Los caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de
Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que
escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta
la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías:
«Hasta que el país haya pagado sus sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta que se
cumplan los setenta años». En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la Palabra del
Señor, por boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de
palabra y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro, rey de Persia: “el Señor, el Dios de los cielos, me ha
dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien
de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él, y suba!”»
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 136)
Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; nuestros opresores, a divertirlos: «Cantadnos un cantar
de Sión».
Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la
mano derecha.
Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis
alegrías.
Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
SEGUNDA LECTURA
• MONICIÓN
San Pablo afirma que la salvación es pura gracia, no una conquista nuestra. Es Cristo quien, por su
obediencia al Padre, por su muerte y resurrección, nos ha obtenido la salvación y nos la ha dado como un
gran don. Aceptarla o rechazarla sí que está en nuestra capacidad de libertad. Las buenas obras serán la
consecuencia lógica de quien acepta y valora esa salvación, pero nunca la causa de la salvación.
DE LA CARTA DE SAN PABLO A LOS EFESIOS 2, 4-10
Hermanos: Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los
pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús
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y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se
debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda
presumir. Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas
obras, que él nos asignó para que las practicásemos.
Palabra de Dios
EVANGELIO
• MONICIÓN
Juan nos trae un diálogo de Jesús con Nicodemo, a escondidas, en el que Jesús le había dicho que era
necesario nacer de nuevo. Ahora Jesús se explicará mejor: Va a ser elevado en la cruz y ése será el icono
(estandarte) de la salvación. Los que reconozcan en Jesús al salvador serán los que estén viviendo en la luz
y nacerán de nuevo en su bautismo.
DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN 3, 14-21
En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente
en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que
cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo
único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida
eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para
que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree
ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El
juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las
tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra
perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por
sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea
que sus obras están hechas según Dios».
5. ORACIONES
TE ADMIRAMOS, SEÑOR Tu cruz abraza a todos los hombres
Por lo mucho que nos amas Tú fuiste enviado para nuestra salvación.
y, además, nos perdonas.
Por estar junto a nosotros, TE ADMIRAMOS, SEÑOR
cuando te abandonamos No permites que nadie nos perdamos
No quieres que nos condenemos
TE ADMIRAMOS, SEÑOR No deseas que nos caigamos.
Tu eres la verdad, frente a la mentira
Tú eres la luz, ante la oscuridad TE ADMIRAMOS, SEÑOR
Tú eres el amor, frente al odio. Tu cruz, Señor, es nuestra salvación
Tu cruz, Señor, es tu mucho amor
TE ADMIRAMOS, SEÑOR Tu cruz, Señor, es redención
Tu generosidad no tiene límites
«QUE SE ME PEGUE LA LENGUA AL PALADAR» (Salmo 136)
Que se me pegue la lengua al paladar, Mis hermanos que viven en el destierro de la
si me olvido de mis hermanos. guerra, masticando el ruido y el horror de
Los que viven en el destierro de la miseria, cada día, vejados, violentados, mutilados.
agostados y despojados, ¿Quién podrá olvidar sus heridas,
prematuramente viejos, sin esperanza. la muerte de aquel padre o de aquel novio?
Que caiga en amnesia profunda,
¿Quién puede olvidar si olvido vuestra desgracia y sufrimiento.
la mirada de esos niños, tan triste;
niños que no aprendieron a sonreír? Hermanos que viven en el destierro de la
Que se me oscurezca la niña de mis ojos, marginación, pre sos, e xt ra nje ros,
si olvido vuestra mirada suplicante. de spre cia dos y utiliza dos,
ancianos, recluidos, no queridos,
enfermos crónicos y deficientes,
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ante quienes se desvía la mirada. aun en medio del canto y la película,
Yo quiero contemplaros cara a cara, siento la voz de mis hermanos,
para que no se me borre nunca vuestra imagen. que están allá, tan lejos,
Que se me paralicen mis piernas, que están aquí, tan dentro.
si no acudo a visitaros.
No puedo prometeros muchas cosas,
Vivo en el país de la abundancia pero os juro, por mi vida,
y me piden que me alegre, que no olvidaré nunca vuestros nombres,
que viva al compás de los que triunfan, pues juntos compartimos
que no sea gafe y aburrido. el dolor y la esperanza.
Pero, si cierro los ojos,
ORACIÓN A SAN JOSÉ POR LOS MARGINADOS
Y ahora, José, pequeño y marginado, que pasaste por la vida
sin hacer ruido, que te perdiste en tu misión, que no has tenido buena prensa, casi olvidado, hoy
queremos presentarte a todos los seres pequeños, a toda la gente buena y escondida, a todos los que
no tienen figura
ni nombre, a los anónimos de la historia pero que también la hicieron
y la sufrieron.
Te presentamos, José, humilde y bueno:
• a los que no tienen voz;
• a los que no pueden decir su palabra por falta de cultura;
• a los que ni siquiera permiten nacer;
• a los que les fue peor haber nacido;
• a los que se mueren de hambre;
• a los que viven subdesarrollados;
• a los esclavos y cautivos;
• a los inútiles, deficientes y disminuidos;
• a los débiles y viejos;
• a los mendigos, los sin techo y los sufridos, que se aguantan con todo;
• a los descastados e intocables —los parias del mundo—;
• a los negros y los indios de América;
• a los inmigrantes, que nadie quiere;
• a los 42 millones de refugiados;
• a las mujeres marginadas en tantos pueblos y religiones;
• a las mujeres violadas y maltratadas;
• a las prostitutas y homosexuales;
• a los que son violados;
• a los alcohólicos, toxicómanos y enfermos del SIDA;
• a los leprosos y apestados;
• a los enfermos terminales;
• a los que están en las cárceles;
• a las víctimas del terrorismo y a los condenados a muerte;
• a los que viven sin libertad y sin derechos;
• a los que no tienen familia ni techo;
• a los huérfanos, hijos no queridos, maltratados, y a las viudas;
• a los parados de larga duración y a las familias desahuciadas;
• a los que trabajan en servicios considerados humillantes;
• a los campesinos y gente de pueblo;
• a los analfabetos y gente sin cultura,
• a los que son vencidos y derrotados;
• a los que fueron marginados;
• a los que ahora mismo olvidamos y desconocemos.
Ya ves, José, amigo, cuántos y cuántos son tus protegidos. A ellos les gustará saber que pueden confiar
en ti. Asegúrales que Dios les quiere, que son incluso sus preferidos, porque Jesús, tu hijo, fue un
marginado como ellos. Diles que serán los primeros, que el Reino de Dios les pertenece.