TALLER DE DEMOCRACIA Y GOBIERNO ESCOLAR-COMPETENCIAS N°3.docx
¿Por qué García Márquez tuvo que asilarse en México? pdf
1. (http://www.las2orillas.co)
¿Por qué García Márquez tuvo que asilarse en
México?
La expedición del Estatuto de Seguridad por el Presidente Julio Cesar Turbay como
respuesta represiva al robo de armas del Cantón norte por el M-19 forzó a Gabo a salir
del país
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Por: 2Orillas (http://www.las2orillas.co/author/2orillas/) | abril 19, 2014
2. (http://www.las2orillas.co/wp-content/uploads/2014/04/turbay-y-gabo.png)
En la última semana de marzo de 1981, Gabriel Garcia Márquez, con Mercedes Barcha,
su esposa, viajó a México, ante la inminencia de una detención por parte del Ejercito
Colombiano, que sospechaba que tenia vínculos con el M-19, en el gobierno de Julio
Cesar Turbay, fueron varios los intelectuales, que fueron detenidos y atropellados, entre
ellos Luis Vidales, la Pianista Teresita Gomez y la escultora Feliza Bursztyn, el siguiente
es un texto de García Márquez publicado en EL PAÍS de España, a la semana del
incidente.
Punto final a un incidente ingrato
Nunca, desde que tengo memoria, he dado las gracias por un elogio escrito ni me he
contrariado por una injuria de Prensa. Es justo cuando uno se expone a la contemplación
pública a través de sus libros y sus actos, como yo lo he hecho, los lectores deben
disfrutar del privilegio de decir lo que piensan, aunque sean pensamientos infames. Por
eso renuncié hace mucho tiempo al derecho de réplica y rectificación -que debía
considerarse como uno de los derechos humanos- y, desde entonces, en ningún caso y ni
una sola vez en ninguna parte del inundo he respondido a ninguno de los tantos agravios
que se me han hecho, y de un modo especial en Colombia. Me veo obligado a permitirme
ahora una sola excepción, para comentar los dos argumentos únicos con que el Gobierno
3. ha querido explicar mi intempestiva salida de Colombia la semana pasada. Distintos
funcionarios, en todos los tonos y en todas las formas, han coincidido en dos cargos
concretos. El primero es que me fui de Colombia para darle una mayor resonancia
publicitaria a mi próximo libro. El segundo es que lo hice en apoyo de una campaña
internacional para desprestigiar al país. Ambas acusaciones son tan frívolas, además de
contradictorias, que uno se pregunta escandalizado si de veras habrá alguien con dos
dedos de frente en el timón de nuestros destinos.
La única desdicha grande que he conocido en mi vida es el asedio de la publicidad. Esto,
al contrario de lo que creo merecer, me ha condenado a vivir como un fugitivo No asisto
nunca a actos públicos ni a reuniones multitudinarias, no he dictado nunca una
conferencia, no he participado ni pienso participar jamás en el lanzamiento de un libro,
les tengo tanto miedo a los micrófonos y a las cámaras de televisión como a los aviones,
y a los periodistas les consta que cuando concedo una entrevista es porque respeto tanto
su oficio que no tengo corazón para decirles que no.
Esta determinación de no convertirme en un espectáculo público me ha permitido
conquistar la única gloria que no tiene precio: la preservación de mi vida privada. A toda
hora, en cualquier parte del mundo, mientras la fantasía pública me atribuye
compromisos fabulosos, estoy siempre en el único ambiente en que me siento ser yo
mismo: con un grupo de amigos. Mi mérito mayor no es haber escrito mis libros, sino
haber defendido mi tiempo para ayudar a Mercedes a criar bien a nuestros hijos. Mi
mayor satisfacción no es haber ganado tantos y tan maravillosos amigos nuevos, sino
haber conservado, contra los vientos más bravos, el afecto de los más antiguos. Nunca
he faltado a un compromiso, ni he revelado un secreto que me fuera confiado para
guardar, ni me he ganado un centavo que no sea con la máquina de escribir. Tengo
convicciones políticas claras y firmes, sustentadas, por encima de todo, en mi propio
sentido de la realidad, y siempre las he dicho en público para que pueda oírlas el que las
quiera oír. He pasado por casi todo en el mundo. Desde ser arrestado y escupido por la
policía francesa, que me confundió con un rebelde argelino, hasta quedarme encerrado
con el papa Juan Pablo II en su biblioteca privada, porque él mismo no lograba girar la
llave en la cerradura. Desde haber comido las sobras de un cajón de basuras en París,
hasta dormir en la cama romana donde murió el rey don Alfonso XIII. Pero nunca, ni en
las verdes ni en las maduras, me he permitido la soberbia de olvidar que no soy nadie
más que uno de los 16 hijos del telegrafista de Aracataca. De esa lealtad a mi origen se
deriva todo lo demás: mi condición humana, mi suerte literaria y mi honradez política.
He dicho alguna vez que todo honor se paga, que toda subvención compromete y que
toda invitación se queda debiendo. Por eso he sido siempre tan cuidadoso en mi vida
social. Nunca he aceptado más almuerzos que los de mis amigos probados. Hace muchos
años, cuando era crítico de cine y estaba sometido a la presión de los exhibidores,
conservaba siempre el pase de favor para demostrar que no había sido usado, y pagaba
la entrada. No acepto invitaciones de viajes con gastos pagados.
4. El boleto de nuestro vuelo a México de la semana pasada -a pesar de la gentil resistencia
de la embajadora de aquel país en Colombia- lo compramos con nuestro dinero. Pocos
días antes, sin consultarlo conmigo, un amigo servicial le había pedido al alcalde de
Bogotá que hiciera cambiar el horario del racionamiento eléctrico en mi casa, pues
coincidía con mi tiempo de trabajo, y tengo un estudio sin luz natural y una máquina de
escribir eléctrica. El alcalde le contestó, con toda la razón, que Balzac era mejor escritor
que yo y, sin embargo, escribía con velas. Al amigo que me lo contó indignado le repliqué
que el señor alcalde cumplió con su deber, y que contestó lo que debía contestar.
La gente que me conoce sabe que esta es mi personalidad real, más allá de la leyenda y
la perfidia, y que si quedé mal hecho de fábrica ya es demasiado tarde para volverme a
hacer nuevo. De modo que no ilustres oligarcas de pacotilla: nadie se construye una vida
así, con las puras uñas, y con tanto rigor minuto a minuto, para salir de pronto con el
chorro de babas de asilarse y exiliarse sólo para vender un millón de libros, que además
ya estaban vendidos.
El segundo cargo, de que me fui de Colombia con el único propósito de desprestigiar al
país, es todavía ni menos consistente. Pero tiene el mérito de ser una creación personal
del presidente de la República, aturdido por la imagen cada vez más deplorable de su
Gobierno en el exterior. Lo malo es que me lo haya atribuido a mí, pues tengo la buena
suerte de disponer de dos argumentos para sacarlo de su error.
El primero es muy simple, pero quiero suplicar que lo lean con la mayor atención, porque
puede resultar sorprendente. Es este: en ninguna de mis ya incontables entrevistas a
través del mundo entero -hasta ahora- no había hecho nunca ninguna declaración sobre
la situación interna de Colombia. Ni había escrito una palabra que pudiera ser utilizada
contra ella. Era una norma moral que me había impuesto desde que tuve conciencia del
poder indeseable que tenía entre manos, y logré mantenerla, contra viento y marea,
durante casi 30 años de vida errante. Cada vez que quise hacer un comentario sobre la
situación interna de Colombia lo vine a hacer dentro de ella o a través de nuestra prensa.
El que tenga una evidencia contra esta afirmación le suplico que la haga conocer de
inmediato, de un modo serio e inequívoco y con pruebas terminantes. Pues también
suplico a mis lectores que si esas pruebas no aparecen, o no son convincentes, lo
consideren y proclamen desde ahora y para siempre como un reconocimiento público de
mi razón.
El segundo argumento es todavía más simple, y no ha dependido tanto de mí como de la
fatalidad. Es este: tengo el inmenso honor de haberle dado más prestigio a mi país en el
mundo entero que ningún otro colombiano en toda su historia, aún los más ilustres, y sin
excluir, uno por uno, a todos los presidentes sucesivos de la República. De modo que
cualquier daño que le pueda hacer mi forzosa decisión lo habría derrotado yo mismo de
antemano, y también a mucha honra.
En realidad, el Gobierno se ha atrincherado en esas dos acusaciones pueriles, porque en
el fondo sabe que mi sentido de la responsabilidad me impedirá revelar los nombres de
quienes me previnieron a tiempo. Sé que la trampa estaba puesta y que mi condición de
escritor no me iba a servir de nada, porque se trataba precisamente de demostrar que
5. para las fuerzas de represión de Colombia no hay valores intocables. O como dijo el
general Camacho cuando apresaron a Luis Vidales: «Aquí no hay poeta que valga».
Mauro Huertas Rengifo, presidente de la Asamblea del Tolima, declaró a los periodistas y
se publicó en el mundo entero que el Ejército me buscaba desde hacía diez días para
interrogarme sobre supuestos vínculos con el M-19. El único comentario que conozco
sobre esa declaración lo hizo un alto funcionario en privado: «Es un loquito». En cambio,
el primer guerrillero que se declaró entrenado en Cuba provocó, de inmediato, la ruptura
de relaciones con ese país. Pero hay algo no menos inquietante: a la medianoche del
miércoles pasado, cuando mi esposa y yo teníamos más de seis horas de estar en la
Embajada de México en Bogotá, el Gobierno colombiano fue informado de nuestra
decisión, y de un modo oficial, a través del secretario general de la cancillería
colombiana, el coronel Julio Londoño. A la mañana siguiente, cuando la noticia se divulgó
contra nuestra voluntad, los periodistas de radio entrevistaron por teléfono al canciller
Lemos Simonds y éste no sabía nada. Es decir: casi ocho horas después aún no había
sido informado por su subalterno. El ministro de Gobierno, aún más despalomado, llegó
hasta el extremo de desmentir la noticia. La verdad es que las voces de que me iban a
arrestar eran de dominio público en Bogotá desde hacía varios días y -al contrario de los
esposos cornudos- no fui el último en conocerlas. Alguien me dijo: «No hay mejor
servicio de inteligencia que la amistad». Pero lo que me convenció por fin de que no era
un simple rumor de altiplano fue que el martes 24 de marzo, en la noche, después de
una cena en el palacio presidencial, un alto oficial del Ejército la comentó con más
detalles. Entre otras cosas dijo: «El general Forero Delgadillo tendrá el gusto de ver a
García Márquez en su oficina, pues tiene algunas preguntas que hacerle en relación con
el M-19». En otra reunión diferente, esa misma noche, se comentó como una evidencia
comprometedora un viaje que Mercedes y yo hicimos de Bogotá a La Habana, con escala
en Panamá, del 28 de enero al 11 de febrero. El viaje fue cierto y publicar, como los tres
o cuatro que hacemos todos los años a Cuba, y el motivo fue una reunión de escritores
en la Casa de las Américas, a la cual asistieron también otros colombianos. Aunque sólo
hubiera sido por la suposición escandalosa de que ese viaje tuvo alguna relación con el
posterior desembarco de guerrilleros, habría tomado precauciones para no dejarme
manosear por los militares. Pero hay más, y estoy seguro de que el tiempo lo irá
sacando a flote.
La forma en que la Prensa oficial ha tratado el incidente está ya sacando algunas, y más
de lo que parece.
Ha habido de todo para escoger. Jaime Soto -a quien siempre tuve como un buen
periodista y un viejo amigo a quien no veo hace muchos años- explicó mi viaje en la
forma más boba: «El que la debe la teme». Sin embargo, el comentario más revelador
se publicó en la página editorial de El Tiempo, el domingo pasado firmado con el
seudónimo de Ayatola. No sé a ciencia cierta quién es, pero el estilo y la concepción de
su nota lo delatan como un retrasado mental que carece por completo del sentido de las
palabras, que deshonra el oficio más noble del mundo con su lógica de oligofrénico, que
revela una absoluta falta de compasión por el pellejo ajeno y razona como alguien que
no tiene ni la menor idea de cuán arduo y comprometedor es el trabajo de hacerse
hombre.
6. A pesar de su propósito criminal, es una nota importante, pues en ella aparece por
primera vez, en una tribuna respetable de la Prensa oficial, la pretensión de establecer
una relación precisa, incluso cronológica, entre mi reciente viaje a La Habana y el
desembarco guerrillero en el sur de Colombia. Es el mismo cargo que los militares
pretendían hacerme, el mismo que me dio la mayoría de mis informantes, y del cual yo
no había hablado hasta entonces en mis numerosas declaraciones de estos días. Es una
acusación formal. La que el propio Gobierno trató de ocultar, y que echa por tierra, de
una vez por todas, la patraña de la publicidad de mis libros y la campaña de desprestigio
internacional. Ahora se sabe por qué me buscaban, por qué tuve que irme y por qué
tendré que seguir viviendo fuera de Colombia, quién sabe hasta cuándo, contra mi
voluntad.
No puedo terminar sin hacer una precisión de honestidad. Desde hace muchos años, el
tiempo ha hecho constantes esfuerzos por dividir mi personalidad: de un lado, el escritor
que ellos no vacilan en calificar de genial, y del otro lado, el comunista feroz que está
dispuesto a destruir a su patria. Cometen un error de principio: soy un hombre
indivisible, y mi posición política obedece a la misma ideología con que escribo mis libros.
Sin embargo, el tiempo me ha consagrado con todos los elogios como escritor, inclusive
exagerados, y al mismo tiempo me ha hecho víctima de todas las diatribas, aun las más
infames, como animal político.
En ambos extremos, el tiempo ha hecho su oficio sin que yo haya intentado nunca
ninguna réplica de ninguna clase, ni para dar las gracias ni para protestar. Desde hace
más de treinta años, cuando todos éramos jóvenes y creíamos -como yo lo sigo
creyendo- que nada hay más hermoso que vivir, he mantenido una amistad fiel y
afectuosa con Hernando y Enrique Santos Castillo -a quienes quiero bien a pesar de
nuestra distancia, porque he aprendido entenderlos bien- y con Roberto García Peña, a
quien tengo por uno de los hombres más decentes de nuestro tiempo. Quiero suplicarles
que digan a sus lectores si alguna vez les he hecho un reclamo por las injurias de su
periódico, si alguna vez he rectificado en público o en privado cualquiera de sus excesos,
o si éstos han alterado de algún modo mi sentido de la amistad. No; he tenido la buena
salud mental de tratarlos como si ellos no tuvieran nada que ver con un periódico que
siempre he visto como un engendro sin control que se envenena con sus propios
hígados. Sin embargo, esta vez el engendro ha ido más allá de todo límite permisible y
ha entrado en el ámbito sombrío de la delincuencia. Me pregunto, al cabo de tantos
años, si yo también no me equivoqué al tratar de dividir la personalidad de sus
domadores.
De modo que todo este ingrato incidente queda planteado, en definitiva, como una
confrontación de credibilidades. De un lado está un Gobierno arrogante, resquebrajado y
sin rumbo, respaldado por un periódico demente cuyo raro destino, desde hace muchos
años, es jugárselas todas por presidentes que detesta. Del otro lado estoy yo, con mis
amigos incontables, preparándome para iniciar una vejez inmerecida, pero meritoria. La
opinión pública, no tiene más que una alternativa: ¿A quién creer? Yo, con mi paciencia
sin término, no tengo ninguna prisa por su decisión. Espero.
7. Gabriel García Márquez. 8 de abril 1981
0 (HTTP://WWW.LAS2ORILLAS.CO/POR-QUE-GARCIA-MARQUEZ-TUVO-QUE-ASILARSE-EN-MEXICO/#RESPOND)
205821
169 Comentarios Las 2 orillas
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−maria antonieta torres c…
hace 4 días
Para el gobierno quien lo exilio, sacan
pecho, ahora si es colombiano
honorable, a pesar de los años, nunca
lo llamaron para que volviera a su país.
Responder76
−Cecil25 …
hace 3 días
maria antonie
Estoy totalmente de acuerdo , que
tristeza que si esto sucedió en un
"MOMENTO" hace mucho tiempo
atras con un presidente X , no se
tomaron la molestia de aclarar todo
y permitirle volver a su país, por
otra parte falta ver si el realmente
hubiese querido volver, porque a
pesar de todo fuimos un PAIS
INGRATO e Hipócrita ahora si es
Colombiano y es ahora cuando se
pelean sus restos .
Responder19
Favorito
8. −MAGDALENA …
hace 3 días
Cec
ES VERDAD, MUY INGRATOS
CON ESTA CELEBRIDAD, Y SI
ESTO PASO, Y PASA CON
PERSONAS QUE DE UNA U
OTRA FORMA TIENEN COMO
DEFENDERSE, IMAGINENSE
CON "CUALQUIER
PARROQUIANO" COMO SERAN
LOS ATROPEYOS??, FALSA
MORAL LA Q. SE MANEJA EN
ESTE PAIS!!
Responder2
−Libita Libona …
hace 4 días
maria a
No es sorprenderse, María
Antonieta. Así será siempre en
nuestro Colombia.
Responder13
−gabo es una rata …
hace 3 días
ma
un personaje de tal maldad como
gabo es mejor tenerlo lejos que
cerca, honorable colombiano lo
dudo mucho
Responder16
−Gabriel Garzon …
hace un día
ga
Tiene usted toda la razon, gente
como usted es lo que este pais
necesita y de lo que escasea
tanto. Ojala que en lugar de un
Garcia Marquez nacieran 80
millones de ciudadanos
"honorables" como usted,
porque este hombre que murio
no fue ningun heroe, no hizo
9. proezas como las de Escobar de
inundar de coca al mundo, ni
cometio hazañas como las de
Tirofijo o Castaño, de dejar el
pais sembrado de cadaveres a
punta de minas y motosierra, ni
muchisimo menos fue como el
gran colombiano de todos los
tiempos Alvaro Uribe Velez,
fundador del paramilitarismo,
inventor de la parapolitica,
destructor del campo y gestor de
las bacrim. No, el que murio no
fue como ninguno de estos
grandes heroes que proliferan en
Colombia. El que murio se
describe en este mismo articulo
como "Desde ser arrestado y
escupido por la policía francesa,
que me confundió con un
rebelde argelino, hasta
quedarme encerrado con el papa
Juan Pablo II en su biblioteca
privada, porque él mismo no
lograba girar la llave en la
cerradura. Desde haber comido
las sobras de un cajón de
basuras en París, hasta dormir
en la cama romana donde murió
el rey don Alfonso XIII. Pero
nunca, ni en las verdes ni en las
maduras, me he permitido la
soberbia de olvidar que no soy
nadie más que uno de los 16
hijos del telegrafista de
Aracataca."
Si, tiene usted toda la razon mi
inestimable amigo, porque con
toda seguridad usted quien
oculta su nombre bajo un
seudonimo para insultar la
memoria de un muerto, llegara a
alcanzar cumbres mucho mas
ver más
Responder7
−fm17
hace 6 horas
Gabriel Garzon
Como excelente escritor, GGM
sabe llegar usar el sentimiento y
no la razón. Lo necesario es dar
en su justa medida. Como
escritor, inigualable. Como
persona, con defectos como
todos. Como ciudadano
colombiano, muy deficiente.
Responder0
−Jeff Norris …
hace 20 horas
Gabriel
clap, clap, clap... epic comment
y tiene toda la razon, este
honorable señor que al igual que
muchas ratas de la actualidad
politica se esconde sin dar la
cara, deberia seguir como va,
por el rumbo perdido de su
propia ignorancia.
Responder0
−Mary Echeverri Jar…
hace un día
te doy la razón !!!
Responder0
10. −htv
hace 2 días
gabo es una rata
Hablas desde la ignorancia. Una
ignorancia que colectivamente a
llevado a Colombia a ser
considerado un país
despreciable.
Responder6
−fernquin …
hace 3 días
gabo es u
tanta ignorancia en este pais
donde el pensamiento estremo e
ignorante el el pan de cada dia
para decir sandeses y
estupideses sobre alguien que si
dio a conocer a su pais ante el
mundo y era apreciado
realmente alrededor del mundo
entero
Responder3
−jesus babilonia …
hace 2 días
fer
no les contesten a las ratas,estos
como la cabal fanaticos y
terroristas catolicos solo desean
q alguien los conozca.gabo esta
por encima del bien y del
mal,esta a la altura de simon
bolivar q tambien fue calumniado
por la chusma de corbata.que se
queden con sus personajillos
com turbay y el narco 82
Responder1
−saviduria33 …
hace un día
gabo
apoyo tu comentario
Responder0
11. Responder0
−Adolo delcas …
hace 2 días
gab
RATA ERES TU EXCREMENTO
IGNORANTE!!!
Responder0
−liseth karina amaya …
hace 3 días
también ocurre con los deportistas
en el exterior, ellos con sus propios
medios logran algún triunfo y lo que
hacen los dirigentes de este país es
regodearse en ellos y no se dan
cuenta que en poco o nada ayudan
a engrandecer la practica del
deporte profesional.
Responder7
−fernquin …
hace 3 días
liseth kari
es vwerdad porque yo mismo
vivi eso en el deporte solo se
presentaban cuando venian los
premios y reconociemientos de
resto nunca s emetian la mano al
bolsillo para ayudar los
dirigentes
Responder0
−David Alejandro …
hace 3 días
mari
Total !
Responder0
−Nubia Rojas
hace 5 días
Deberían cuidar más la edición de este
texto: Hay palabras cortadas, errores
de ortografía y puntuación, que no
12. Mostrar más comentarios
de ortografía y puntuación, que no
creo que sean de Gabo. Si quieren
honrar su memoria, y además son
ustedes un medio periodístico,
deberían estar más pendientes de
estas cosas, también por respeto al
lector. No es la primera vez que veo en
Las 2 Orillas este tipo de cosas.
Responder46
−LiTa
hace 4 días
Nubia Rojas
En realidad Gabriel García Marquez
admitió que tiene mala ortografía...
y son sus editores y en los casos
modernos el computador quienes lo
corregían.
Responder22
−Álvaro Díaz
hace 4 días
LiTa
Realmente no sólo ocurre en las
2 orillas, sino en semana, el
espectador, el tiempo y en todos.
En Colombia la gente ha
olvidado a leer y escribir.
Responder18
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