El niño acompañaba a su abuelito a pescar en un río cerca de su hogar. Le encantaba ayudar a su abuelito a sacar los peces del agua y amarrarlos. Su abuelita se molestaba porque tenía que limpiar muchos pescados y sus manos quedaban con mal olor. Una tarde el abuelito se enfermó, por lo que el niño fue solo a pescar y logró capturar un pez grande, por lo que regresó orgulloso a su casa.