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Partidas seleetas (1)
1923-1941
Colección Internacional de Ajedrez
Director: Antonio Gude
© M. Botvinnik
© 1990 Ediciones Eseuve, S. A.
Sebastián Elcano, 30 - 28012 Madrid
Traducción: Manuel Suárez Sedeño
Cubierta: Tomás López
I.S.B.N.: 84-87301-07-X.
Depósito legal: M. 13.387-1990.
Fotocomposición: Pérez Díaz, S. A. Madrid
Impreso en Ibérica Grafic, S. A. Fuenlabrada (Madrid)
Mijail Bot1'innik
Partidas selectas (1)
1923-1941
EDICIONES ESEUVE
INDICE
Del «Shajmatny Listok» de Chigorin al umbral del OUmpo ajedrecístico
Partidas selectas 1925-1941
N.• l . Rivlin-Botvinnik, 1925
N.• 2. Nadporobhsky-Botvinnik, 1925
N.• 3. Rivlin-Botvinnik, 1925
N.• 4. Botvinnik-Zverev, 1925
N.• 5. Perlilev-Botvinnik. 1925
N.• 6. Proskurin-Botvinnik, 1925
N.• 1. Capablanca-Botvinnik, 1925
N." 8. Botvinnik-Shebarshin, 1926
N." 9. Rojtin-Botvinnik, 1926
N.• 10. Botvinnik-Rabinovich, 1926
N.• 11. Go1ubev-Botvinnik, 1926
N." 12. Botvinnik-Stoltz, J926
N." 13. Botvinnik-Grigoriev, 1927
N.• 14. Botvinnik-Ragozin, 1927
N." 15. Rabinovich-Botvinnik, 1927
N." 16. Botvinnik-Nenarokov, 1927
N." 17. llin-Genevsky-Botvinnik, 1927
N." 18. Botvinnik-Jododkievich, 1927
N." 19. Botvinnik-Pavlov-Pianov, 1927
N." 20. Botvinnik-Yuriev, 1927/28
N.• 21. Botvinnik-Sharov, 1928/29
N." 22. Botvinnik-Go1dberg, 1929
N.• 23. Botvinnik-Sozin, 1929
N.• 23. Ragozin-Botvinnik, 1930
N.• 25. Botvinnik-Kubbel, 1930
N." 26. Rojtin-Botvinnik, 1930
N." 27. Botvinnik-Kan, 1930
N.• 28. Botvinnik-Kan, 1930
N.• 29. Botvinnik-Batuiev, 1930/31
N.• 30. Botvinnik-Miasoedov, 1930/31
N." 31. Alatorzev-Botvinnik, 1930/31
N.• 32. Yurgis-Botvinnik, 1931
N." 33. Botvinnik-Breitman, 1931
N." 34. Golubev-Botvinnik, 1931
N." 35. Botvinnik-Kasparian, 1931
N." 36. Botvinnik-Sorokin, 1931
N." 37. Kasparian-Botvinnik, 1931
N." 38. Botvinnik-Alatorzev, 1931
N:" 39. Botvinnik-Kan, 1931
N." 40. Rauzer-Botvinnik, 1931
N." 41. Botvinnik-Riumin, 1931
N." 42. Botvinnik-Miasoedov, 1932
N." 43. Botvinnik-Alatorzev, 1932
N." 44. Chejover-Botvinnik, 1932
N." 45. Botvinnik-Model, 1932
N." 46. Botvinnik-Savitsky, 1932
N." 47. Lisitsin-Botvinnik, 1932
N.• 48. Botvinnik-Ragozin, 1932/33
N." 49. Botvinnik-Alatorzev, 1932/33
N.� 50. Botvinnik-Nenarokov, 1933
N." 51. Lisitsin-Botvinnik, 1933
N." 52. Botvinnik-Sozin, 1933
N." 53. Rauzer-Botvinnik, 1933
N." 54. Botvinnik-Yudovich, 1933
N." 55. Botvinnik-Flohr, 1933
N." 56. Flohr-Botvinnik, 1933
N." 57. Botvinnik-Belavaenets, 1934
N." 58. Botvinnik-Alatorzev, 1934
N.• 59. Botvinnik-Rabinovich, 1934
N." 60. Yudovich-Botvinnik, 1934
N." 61. Botvinnik-Kmoch, 1934
N." 62. Botvinnik-Menchik, 1934/35
N." 63. M. Barry-Botvinnik, 1934/35
N." 64. Botvinnik-Spielmann, 1935
N.• 65. Capablanca-Botvinnik, 1935
N.• 66. Riumin-Botvinnik, 1935
7
N: 67. Goglidze-Botvinnik, 1935
N.• 68. Botvinnik-Lasker, 1935
N: 69. Botvinnik-Chejover, 1935
N." 70. Botvinnik-Lilienthal, 1936
N." 71. Botvinnik-Kan, 1936
N: 72. Botvinnik-Capablanca, 1936
N: 73. Botvinnik-Riumin, 1936
N.0 74. Kan-Botvinnik, 1936
N.• 75. Botvinnik-Aohr, 1936
N.• 76. Botvinnik-Ragozin, 1936
N: 77. Bogoljubov-Botvinnik, 1936
N.• 78. Botvinnik-Tartakower, 1936
N.• 79. Alekhine-Botvinnik, 1936
N.• 80. Capablanca-Botvinnik, 1936
N.• 81. Lasker-Botvinnik, 1936
N.• 82. Botvinnik-Thomas, 1936
N: 83. Botvinnik-Vidman1936
N." 84. Levenfish-Botvinnik, 1937
N." 85. Botvinnik-Levenfish, 1937
N: 86. Botvinnik-Levenfish, 1937
N.• 87. Sokolsky-Botvinnik, 1938
N.• 88. Botvinnik-Chejover, 1938
N.• 89. Botvinnik-Kasparian,1938
N.• 90. Botvinnik-Budo, 1938
N.• 91. Botvinnik-Makogonov, 1938
N." 92. Botvinnik-Reshevsky, 1938
N." 93. Botvinnik-Alekhine, 1938
N.• 94. Botvinnik-Capablanca, 1938
N." 95. Alekhine-Botvinnik, 1938
8
N." 96. Tolush-Botvinnik, 1939
N.o 97. Rabinovich-Botvinnik, 1939
N." 98. Dubinin-Botvinnik, 1939
N.• 99. Botvinnik-Kan, 1939
N."100. Pogriebissky-Botvinnik, 1939
N.• 101. Kotov-Botvinnik, 1939
N.•102. Botvinnik-Ragozin, 1940
N: 103. Botvinnik-Ragozin, 1940
N.• 104. Ragozin-Botvinnik, 1940
N: 105. Botvinnik-Ragozin, 1940
N:106. Ragozin-Botvinnik, 1940
N."107. Botvinnik-Bo1eslavsky, 1940
N."108. Botvinnik-Levenfish,1940
N."109. Stolberg-Botvinnik, 1940
N.• 110. Panov-Botvinnik, 1940
N.•111. Botvinnik-Boleslavsky, 1941
N.•112. Botvinnik-Lilienthal, 1941
N: 113. Keres-Botvinnik, 1941
N.• 114. Smyslov-Botvinnik, 1941
N.•115. Botvinnik-Keres, 1941
N.•116. Bondarevsky-Botvinnik, 1941
N."l l7. Botvinnik-Boleslavsky, 1941
N: 118. Smyslov-Botvinnik, 1941
N.• 119. Lilienthai-Botvinnik, 1941
N.• 120. Bondarevsky-Botvinnik, 1941
Partidas de entrenamiento .................. 385
Apéndice .............................................. 394
Resultados de torneos y matcbes ........ 394
lndice de aperturas .............................. 397
DEL c<SHAJMATNY LISTOK» DE CHIGORIN AL UMBRAL DEL OLIMPO
AJEDRECISTICO
Hace sesenta años, en septiem­
bre de 1923, me enteré de que
existía el juego del ajedrez. En­
tonces no llegué a pensar que se
convertiría en una «profesión».
Siempre pensé, de acuerdo a mis
propias deducciones, qué era lo
que iba a estudiar, ajedrez, elec­
trotecnia o cibernética, y desde
luego en estas profesiones adqui­
rí una cualificación bastante alta.
En este libro (suponiendo que
tras él vendrán otros) he reunido
ciento veinte partidas jugadas en
el período anterior a la guerra.
Las partidas han sido selecciona­
das con bastante rigor, y aunque
tienen una importancia desigual,
bajo mi punto de vista no hay par­
tidas malas en este libro. Por re­
gla general no son perfectas, pero
cuando hay una verdadera lucha
sobre el tablero, es dudoso que se
puedan evitar los errores.
Después de que el amigo de mi
hermano Lenia Basky me enseña­
ra cómo se jugaba al ajedrez, em­
pecé a buscar contrincantes con
clase. En el otoño de 1923 tomé
parte por primera vez en un tor­
neo escolar y quedé bastante mal:
obtuve aproximadamente medio
punto. Me queda un vago recuer­
do de aquel torneo. Sólo recuer­
do que jugábamos después de las
clases, en las mesas de la escuela.
De las partidas en sí me quedó un
sentimiento de insatisfacción. A
pesar de mi mayor edad, mis ad­
versarios me ganaban con fre­
cuencia: tenían más experiencia y
conocimientos.
No recuerdo quién fue enton­
ces el primero, probablemente
Grisha Abramovich o Vitia Miliu­
tin. Vitia Miliutin estudiaba en el
último curso, y Grisha Abramo­
vich ya había terminado la escue­
la; era miembro de la asamblea
ajedrecística de Leningrado y te­
nía la tercera categoría. Yo lo tra­
taba con gran respeto.
Por aquel entonces sucedieron
en la escuela cambios importan­
tes. Se organizó la célula del kon­
somo1, empezó a publicarse un pe­
riódico mural, y se organizaron
reuniones por las tardes. Si ante­
riormente después de las clases
los alumnos generalmente se iban
a casa, ahora nos retenían con fre­
cuencia, y nos ocupaban en actos
sociales, estudios políticos, en de­
portes (generalmente jugábamos
al baloncesto), y también en aje­
drez.
En aquella época el ajedrez em­
pezó a cobrar popularidad entre
los escolares de Leningrado. Casi
todas las escuelas celebraban tor­
neos; era una práctica habitual los
encuentros de escolares por equi-
9
pos. Nuestra 157." escuela no fue
una excepción: en casi todas las
clases superiores se celebraban
torneos. En nuestra aula, después
de las clases, Shura Orlov, Vitia
Tabachisky y yo luchábamos dos
o tres veces a la semana delante
de un tablero de ajedrez.
Sin embargo a mí no me satis­
facían estos encuentros. Me sabía
de memoria el <<Shajmatny Lis­
tok», del año 1876-77, de M. l.
Crugorín, y destrozaba fácilmen­
te a mis compañeros. Cuando se
acababa de publicar el manual de
aperturas de N. Grekov y V. Ne­
narokov, me lo compré inmedia­
tamente, y me leía cuidadosamen­
te todas las secciones de ajedrez
de los periódicos.
También aproveché la llegada
a Leningrado del ex-campeón
mundial Em. Lasker: copié todas
las partidas de la gira de Lasker
y las analicé, ampliando mis cono­
cimientos.
Gradualmente comencé a supe­
rar a alumnos mayores que yo,
pero con Vitia Miliutin no pude
conseguirlo nunca. Recuerdo que
en cuanto me «aprendí» la aper­
tura española, fui a jugarla inme­
diatamente con blancas contra
Miliutin. Sin embargo en algún
momento (que era lo que yo ne­
cesitaba) se desvió de la variante
analizada por Grekov y Nenaro­
kov, y... ¡ganó rápidamente!
Se aproximaba el campeonato
regular de nuestra escuela. A di­
ferencia de torneos anteriores, en
los que habían tomado parte 14
ajedrecistas, todos contra todos,
10
en este caso se decidió llevar a
cabo un torneo cuadrangular a
dos vueltas. No recuerdo por qué
tomaban parte sólo cuatro ajedre­
cistas. Creo que entonces estaba
claro que el resto eran más flojos,
pero el motivo principal probable­
mente residía en Grisha Abramo­
vich. Para atraer al torneo a los
miembros de la asamblea de aje­
drecistas, que estaba «totalmente
ocupada», llegó a la disminución
del número de participantes...
El 22 de marzo de 1 924 empe­
zó la primera ronda del campeo­
nato. Por el sorteo me correspon­
dió jugar con negras contra Mi­
liutin, y gané. Esto fue un gran
éxito, ¡la primera victoria sobre
Miliutin! Gané seguridad en mis
fuerzas, y en ese tiempo ya había
desarrollado una valoración críti­
ca sobre mí y mis adversarios.
Tengo un pequeño cuaderno
de notas de esa época con la ma­
yoría de mis anotaciones hechas
a lápiz, por lo que están casi bo­
rradas y se leen con dificultad.
Ahí están las partidas de la gira
de Lasker, los artículos de los pe­
riódicos, y la tabla de resultados
del match-torneo para el título de
campeón de la escuela... y una lis­
ta de alumnos, con los pagos de
las cuotas, en la caja de la mutua­
lidad: en clase yo era el recauda­
dor. En este cuaderno comento la
partida con V. Miliutin.
Después jugué dos partidas
con A. Zilberman y gané ambas.
La primera (negras), bastante fá­
cil; la segunda, después de una
larga lucha posicional plena de
errores mutuos, en cuyas sutilezas
casi no había progresado. Des­
pués llegó la segunda partida con
V. Miliutin: él ya estaba desmora­
lizado y perdió rápidamente.
Grisha Abramovich no empezó
el torneo: no encontró tiempo
para venir a la escuela. Entonces
acordé acercarme a su casa y le
propuse jugar las partidas del tor­
neo. Algo asombrado por mi de­
cisión, Grisha estuvo de acuerdo,
y probamos nuestras fuerzas so­
bre la mesa de ajedrez. Sucedió el
milagro; mi adversario no se acla­
ró en las complicaciones y sufrió
la derrota. En la segunda partida
(blancas) perdí, en un final de to­
rres en el que no ocupé la única
columna abierta. Sin embargo, mi
adversario perdió en el torneo
medio punto, y finalmente conse­
guí proclamarme campeón de la
1 57." escuela.
Por otra parte, no estuve muy
afortunado en la comprensión po­
sicional. Después de que el 1 de
junio de 1924 me admitieran en
la asamblea del círculo de ajedre­
cistas de Petrogrado, tuve la po­
sibilidad de cruzar armas con ad­
versarios más fuertes. Jugué un
match de entrenamiento con Se­
rezhi Kaminer y... perdí las tres
partidas; no tenía experiencia po­
sicional. Inscrito en un torneo sin
categoría, ocupé el primer pues­
to, obteniendo la 3.' categoría y
(lo que era más importante) con­
seguí superar a mis adversarios en
la valoración de las posiciones.
Por lo visto, el haber dispuesto de
1 O a 12 meses fue suficiente para
aprender de los ases del juego de
posición.
Durante ese tiempo me suce­
dió un caso aleccionador. Vivía
en una casa en la Aldea Infantil
(hoy la ciudad de Pushkin) e iba
a jugar dos veces a la semana. Co­
mía y, en el tren, a Leningrado.
Una vez me fui temprano a la ciu­
dad, para curiosear una partida
de ajedrez viviente entre los
maestros P. Romanovsky e' I. Ra­
binovich en la plaza de Uristky
(en la actualidad, del Palacio), si­
tuada enfrente del Palacio de in­
vierno. Después de estar sentado
en la tribuna bajo los rayos del sol
hasta el final, corrí hambriento,
con la cabeza repleta de variantes
ajedrecísticas, obtuve una posi­
ción ganada... ¡y perdí! Entonces
no sabía que había que separar
principalmente los asuntos ajenos
durante una competición para no
distraerse.
En seguida hubo otro torneo
de 2." y 3." categoría. Obtuve el
primer puesto y de nuevo una lec­
ción útil. Concursaba conmigo el
pintor sordomudo Folgy. Eviden­
temente yo no le agradaba, y para
demostrarlo se frotó alegremente
las manos cuando caí en una po­
sición difícil. Otra vez advertí que
Folgy tenía una partida perdida.
Amor con amor se paga, y decidí
que mi adversario lo tenía todo
claro, colocando su rey sobre el ta­
blero... Folgy se quejó, y por muy
poco no fui excluido de la compe­
tición. Ya no volví a repetir este
grave error.
Inmediatamente siguió la com-
1 1
petición de 2.• categoría; al prin­
cipio del torneo caí enfermo de
anginas. No sé cómo me levanté
de la cama y llegué a jugar, por­
que apenas podía arrastrar los
pies. Conseguí posiciones gana­
das (seguía progresando en el jui­
cio posicional), pero me cansaba
en seguida y «bostezaba». Resul­
tado: no hay que jugar enfermo al
ajedrez (últimamente sólo una
vez infringí esta regla). Para mi
suerte, el torneo no llegó a finali­
zar. La federación soviética de
ajedrez fue liquidada, y el círculo
de ajedrecistas de Leningrado ce­
rrado. La administración del
«movimiento ajedrecista» (enton­
ces se le llamaba así) fue traspasa­
da al soviet de cultura física y sin­
dicatos. En el Palacio de los tra­
bajadores se inauguró un excelen­
te club en enero de 1925.
En seguida fui incluido en un
torneo de 2.a y J .• categorías.
Gané fácilmente el primer pues­
to y obtuve la l.a categoría. La
partida n.o 2 da alguna indicación
sobre el nivel de mi juego. En el
verano de 1 925 hubo un torneo
clasificatorio para fuertes ajedre­
cistas de J.• categoría. Los cuatro
primeros se clasificaban para el
torneo de la ciudad, en el que el
vencedor obtenía el título de
maestro convencional y automáti­
camente se le incluía en el siguien­
te Campeonato de la URSS.
Empecé con dos derrotas, pero
después apreté y como resultado
compartí el tercer-cuarto puesto.
Posiblemente ésta fue la primera
competición que se puede decir
12
tuvo un carácter deportivo, sin el
cual es dificil contar con el éxito.
Las partidas n.o• 4 y 5 (con Zve­
rev y Perfilev) las jugué al final de
la competición. Además, este tor­
neo confirmó que el avance de
mis progresos frenaba algo. Esto
era comprensible: mis adversa­
rios eran más fuertes y más expe­
rimentados. Sin embargo, con es­
tas dificultades deportivas tenía
algo a mi favor: mi carácter se for­
talecía, e iba aprendiendo.
Razonablemente, esperaba con
gran impaciencia el comienzo del
torneo de la ciudad. «No, dijeron
mis padres, te espera en la escue­
la un dificil año escolar.» Y estoy
agradecido y comprendo la deci­
sión de mis padres, ya que en esos
años, cuando el sistema nervioso
aún no está formado, es necesa­
rio evitar las pruebas difíciles.
Pero es muy difícil que un joven
ajedrecista siga estos consejos.
La fuerza de mi juego ya era co­
nocida, y por eso cuando en el día
de descanso del Torneo interna­
cional de Moscú del año 1925 el
campeón mundial Capablanca
pasó por Leningrado para reali­
zar una exhibición de simultáneas
a 30 tableros, el organizador de la
sesión A. Rojlin me incluyó en el
número de participantes.
A propósito, mi madre estaba
en contra de mi pasión por el aje­
drez. «Tú, me decía, ¿quieres ser
un Capablanca?» Pero cuando
supo que efectivamente estaba
cerca de jugar con Capablanca,
debido a la solemnidad del acon­
tecimiento del encuentro con el
campeón del mundo me compró
una «kosovorotka» * marrón nue­
va.
Así, el 20 de noviembre de
1925, me dirigí a la Filarmónica
de Leningrado; en la antesala ya
se aglomeraban muchos aficiona­
dos, en la misma sala hacía un ca­
lor asfixiante, repleta de gente
hasta los topes. Resultaba bastan­
te difícil ocupar un sitio en la
mesa. Pero dos ajedrecistas de 2.•
categoría, que ya estaban senta­
dos los dos juntos en mi silla,
aceptaron con «benevolencia» mi
compañía. Desde luego, Capa­
blanca no se enteró en seguida de
quién jugaba en ese tablero, ya
que por todos lados salían las ma­
nos para realizar la jugada. Mis
compañeros me asediaban con su
compañía, pero a los 14 años yo
tenía un carácter firme, y jugué
igual.
El .campeón del mundo era pre­
suntuoso y bastante favorecido.
Después de la presentación empe­
zó el juego. Esta partida la pue­
den examinar los lectores (n.o 7).
En la primavera de 1926 pasé
por una difícil situación durante
el Campeonato de Leningrado.
En la semifinal conseguí 1 2,5 de
1 3 (la partida dificil fue con She­
barshin) (ver partida n.08), y en la
final del campeonato gané al prin­
cipio cinco partidas consecutivas,
perdiendo con J. Rabinovich (con
blancas en un gambito de dama
aceptado, en el que revelé mi ig-
• Camisa rusa con cuello de tirilla que
se abotona a un lado. N. del T.
norancia en una sutil posición, co­
mún, de esta defensa) y finalmen­
te compartí el segundo-tercer
puesto. Sin embargo, por prime­
ra vez se me reconoció como aje­
drecista, como una futura prome­
sa, como escribió Y. Rojlin en la
revista nacional «Shajmatny Lis­
tok». Gracias a Dios no lo cele­
bré por adelantado, y en el futu­
ro las alabanzas no me hicieron
mella. ¡El ajedrecista· no es un ac­
tor, y no necesita los elogios!
Si des{!ués del campeonato de
la ciudad me sentí seguro, las di­
ficultades de los torneos no me
amedrentaban. Y en la semifinal
y en la final del campeonato de la
región noroccidental (entonces
existía esta provincia) llegué con
dificultades. Jugué buenas parti­
das (n.os 1 O y 1 1), pero en esta oca­
sión me contenté con el tercer
puesto (detrás de l. Rabinovich y
A. Ilin-Genevsky). Pero yo ya era
uno de los ajedrecistas más fuer­
tes de la ciudad, y a nadie le sor­
prendió que se me incluyera en el
equipo de Leningrado, que se
trasladó a Suecia a disputar un
match con los ajedrecistas de Es­
tocolmo.
Esta fue mi primera interven­
ción internacional con un equipo
de ajedrez soviético. No se consi­
guió reunir a todos los maestros
más fuertes de Leningrado, el
match transcurrió en una gran
tensión y acabó con nuestra vic­
toria por un solo punto de venta­
ja. A mis 1 5 años observé con
asombro e interés una vida inha­
bitual para un escolar soviético.
1 3
Yo mismo me transformé exte­
riormente: aparecí con gafas de
carey y un sombrero «borsalino».
Como recuerdo, el presidente de
la federación de ajedrez sueca,
Ludvig Collijn, nos regaló a cada
miembro de nuestro �quipo su co­
nocido manual, elaborado conjun­
tamente con su hermano Gustav,
con la colaboración de A. Rubins­
tein, R. Reti y R. Spielmann. Este
libro viajó muchas veces conmigo
por diferentes países...
En el invierno y la primavera
de 1927 jugué sólo una competi­
ción por equipos (al terminar la
escuela). Después, cuando com­
probé que no dejaban examinar­
se para el instituto a los jóvenes
de dieciséis años, volví al ajedrez.
En el verano de ese año, en el
club de ajedrez del Palacio de los
trabajadores transcurrió un
match-torneo a doble ronda con
seis conocidos ajedrecistas. Fue­
ron P. Romanovsky, S. Gothilf,
A. Model, Y. Rojlin, V. Ragozín
y el autor de estas líneas.
Para mí la competición tenía
un especialsignificado, porque en
el otoño de 1927 debía celebrar­
se el 5 .° Campeonato de la URSS;
en caso de una actuación favora­
ble en el match-torneo podría in­
cluírseme en el número de candi­
datos a participar en el campeo­
nato.
Jugué el torneo con gran ener­
gía, perdiendo solamente con
Piotr Arsenievich Romanovsky, y
gané a los restantes. Me sentía
muy bien: vivía en una dacha en
Sestropetsk (pasé todo el tiempo
14
en la playa), dos veces a la sema­
na iba a Leningrado, el estado fí­
sico era perfecto, y la cabeza cla­
ra.
Y por fin mi primera actuación
en el campeonato de la Unión So­
viética. Fue una competición muy
dura: debía jugar veinte partidas.
En la primera ronda perdí con A.
Model. En la segunda, una bri­
llante victoria sobre l. Rabino­
vich (n.o 1 5), y después fui jugan­
do con suerte variable, pero al fi­
nal obtuve 5 de 6 (¡se reveló el ca­
rácter deportivo!), compartiendo
con V. Makogonov el quinto-sex­
to puesto, superando en 2,5 pun­
tos la norma para obtener el títu­
lo de maestro, pero esto no des­
pertó ninguna admiración... Por
el contrario, la revista «Shaj­
matny» de Moscú publicó sólo
mis cuatro partidas perdidas, y
Romanovsky en la revista nacio­
nal «Shajmatny Listok» reseñó la
«igualdad» de mi juego. Lo acep­
té con serenidad, pues ya enton­
ces confiaba fundamentalmente
en mi propia opinión.
En el invierno de 1 928 prepa­
ré el examen de ingreso a la es­
cuela superior, hice el examen en
agosto en la politécnica, pero sólo
se me permitió asistir a clase en
febrero de 1929. Sin embargo,
conseguí superar todas las prue­
bas, y transcurrido el segundo
curso, después de seis semanas en
el campo de instrucción militar
para estudiantes de Novgorod,
viajé a Odessa para jugar en el
próxi mo camp e o nato d e l a
URSS.
En cuartos de final obtuve una
fácil victoria, y en la semifinal fra­
casé. Un duro reglamento, mala
alimentación, fatiga, por no ha­
blar de una insuficiente prepara­
ción...
Finalmente, en la primavera de
1 930, jugué el torneo «abierto»
de maestros de Leningrado (an­
tes, incluso en el campeonato de
la URSS, me había encontrado
con maestros y con jugadores de
l.a categoría), ¡pero, qué maes­
tros! En la lista de participantes
estaban P. Romanovsky, A. Ilin­
Genevsky... Gané el primer pre­
mio, que hoy en día sería más que
modesto, un reloj de ajedrez ale­
mán. Le di bastante trabajo, cuan­
do en los años siguientes jugué
partidas de entrenamiento.
Al principio del torneo, des­
pués de unjuego tenso aunque no
exento de errores, aplacé la parti­
da con V. Ragozín (n.o 24) en una
posición muy difícil para mí. Me
salvó un profundo análisis, y con
cierta ayuda conseguí encontrar
una posibilidad de tablas. Rago­
zín no acertó en una posición
complicada y perdió... El camino
de la victoria en el torneo estaba
abierto.
Si en el otoño de 1 924 ya supe­
raba a mis adversarios poco cua­
lificados, y en la primavera de
1926 ya era un jugador de l.a ca­
tegoría, en la primavera de 1 93 0
era u n maestro muy fuerte. E s cu­
rioso que para superar el primer
escalón necesité un año, para el
segundo dos, ¡y para el tercero
cuatro! Cuanto más alto, más di-
ficil, la resistencia es más fuerte.
Empezaba a estar cansado de
jugar, las competiciones reque­
rían mucha energía, y las clases
del instituto también. En el in­
vierno de 1931 sólo jugué el cam­
peonato de la ciudad. No encon­
tré nada nuevo en especial. Fácil­
mente, con una gran ventaja ob­
tuve el primer puesto, y jugué al­
gunas buenas partidas. Necesita­
ba prepararme con seguridad
para el próximo Campeonato de
la URSS, que debía celebrarse en
octubre-noviembre en Moscú.
El torneo constaba de una se­
mifinal y una final. En la semifi­
nal perdí dos partidas seguidas, y
era dudosa mi participación en la
final. Pero reuní ánimos, asesté
una derrota allíder, G. Kasparian
(n.o 35) y ocupé el segundo pues­
to, pasando a la competición fi­
nal. Pero allí empezó la aventura.
En la l .• ronda perdí con A.
Ilin-Genevsky, y en la séptima
con V. Sozin. Parecía que ya no
sería campeón, pero en las si­
guientes diez rondas conseguí 9
puntos y me separé de lejos del
principal competidor, N. Riumin.
De nuevo el momento crítico de
la lucha lo superé al final de la
competición al asestar una derro­
ta a mi adversario (partida n.o 41),
lo que decidió el resultado de la
competición.
Lo esencial es que quedar pri­
mero era un verdadero resultado
de gran maestro. Kasparian fue el
primero en la semifinal, y el últi­
mo en la final. A esto se presta el
sistema de clasificación.
15
Después de este éxito necesita­
ba alejarme algún tiempo de las
competiciones, en las que gastaba
demasiadas fuerzas. Además, de­
bía ocuparme del trabajo analíti­
co. El primer libro en el que c<r
laboré (por invitación de Leven­
fish y Romanovsky) fue el
«Match Alekhine-Capablanca»;
yo comenté cuatro partidas. En la
selección de partidas del Campe<r
nato de la URSS de 193 1 escribí
los comentarios de la mitad de las
partidas, y el resto las analicé. El
trabajo analítico es un medio ex­
celente de preparación para la lu­
cha práctica.
A finales del verano de 1 932 es­
taba próximo el campeonato de la
ciudad. Pasó a la historia como el
primero jugado con la exención
del trabajo de los participantes.
Transcurrió según los requisitos
habituales del campeonato sovié­
tico. Yo decidí insistir en que se
considerara que sólo con este re­
glamento de torneo se podíacrear
un verdadero maestro profesio­
nal. Tuve la fortuna de ofrecer un
número de excelentes partidas y
de nuevo (aunque por última vez)
quedé campeón de la ciudad.
Tras eso inicié el duro año aje­
drecista de 1 933, en el que jugué
cuatro competiciones difíciles y
«tropecé» en todas (aunque final­
mente los resultados fueron bue­
nos). Así, en el torneo de maes­
tros en la Casa de los científicos,
aunque ocupé el primer puesto,
perdí dos encuentros (Roma­
novsky e Ilin-Genevsky), que de
ningún modo fueron la conse-
16
cuencia lógica de lo sucedido en
el tablero de ajedrez. En el si­
guiente torneo de maestros de Le­
ningrado compartí el primer
puesto con Romanovsky sólo con
la ayuda de la fortuna ajedrecísti­
ca.
En esta posición de la partida
Botvinnik-I. Rabinovich siguió:
11. d4! cd4
Las negras no tienen en cuen­
ta en sus cálculos la 15.a jugada de
las blancas. También era mala
para ellas l l. ... lbxd4+ 12. we3
lb xb5 13. lbxb5 �xf3 14. lbc7+
wd8 15. llfxd7+ wxd7 1 6. lbxa8
R.xg2 1 7. li hgl �h3 18. ll xc5.
Podían jugar 1 1 . ... ,i.xf3+. En­
tonces a 12. c;t>xf3 las negras con­
tinuarían no 12. ... lbxd4+ por
1 3 . 'ót>g3 lbxb5 14. lb xb5 1Ic8
1 5. 1Ihdlli'c6, 16. 1Ixc5 sino 12.
... cd! 13. ltJd5 1Ic8 14. lbb4 h5!
y, con la amenaza de mate, con­
siguen defender el caballo con la
torre h8.
Habría quejugar 12. gf lbxd4+
13. txd4! (peor 13. �e3 ltJxb5
14. lbxb5 1Ic8 15. li hdl 'fi'c6 y
las negras podrían mantenerse, ya
que a 16. li xc5 seguiría 16. ...
l!Vxc5+!) 13. ... cd 14. .i_xd7+
* xd7 15. lilb5, y las blancas tie­
nen clara ventaja tanto en el caso
de 1 5. ... a6 16. (i)c7 llc8 17.
(i)d5, como después de 15. ...
1I c8 16. (i)xa7 :axci 17. Itxcl
e5 1 8. (i)c8 .i.d6 1 9. (f)b6+ *e6
20. llc4 con la futura moviliza­
ción de los peones del flanco de
dama.
12. (i)d5 lic8
13. lilb4 a6
14. (i)xa6!
No daba nada a las blancas 14.
.i_xc6 be 15. li xc6 :a xc6 16.
l!Vxc6 e5.
14. ... eS
Si 14. ... d3+ 15. <;t>d1 .i_xf3+
16. gf �h3 entonces 17. li xc6
l!Vxf3+ 1 8. <t>cl !, y las blancas ga­
nan.
15. /Ob8!
Esta es la base de la combina­
ción iniciada en la 11.•jugada. No
es posible responder 15. ... li xb8
por 16. li xc6.
15. 1Wd6
Y esto no salvaba a las negras
a causa de la sencilla continuación
1 6. (i)xc6 be 1 7. :axc6 :a xc6 1 8.
Axc6+ <t>e7 1 9. lic1 <t>f6 20.
Ab5 Wb4 21. 1I c6+ .i.e6 22.
Wxb4 Axb4 23. .i.c4. Las blan­
cas, sin embargo, cometen un
error, al no advertir la evidente
respuesta del adversario.
16. .i_xc6+ *e7!
Más tarde jugué mal a causa de
la amargura, pero me salvó un mi­
lagro.
En septiembre se celebró el si­
guiente campeonato nacional. El
final que sigue es un certificado
de técnica magistral.
2
Sobre el tablero me pareció que
Kirilov, que jugaba con blancas,
no debía perder, ya que la manio­
bra (i)e1 -f3-g5 con ataque al peón
h7 parece muy fuerte. Pero a pe­
sar de todo tuve la constancia de
que en ese casolas negrasdespués
de 37./0f3 <t>d5 38. (i)g5 Afl 39.
g4 *c4! 40. <3lel Ag2 41. <3lf2
d3! tenían todas las posibilidades
para la victoria. La jugada secre­
ta fue otra.
3 7. Af4
Y aquí se consigue la victoria
con asombrosa rapidez.
3 7. ..• i.fl
Amenaza 38. ... /Oa5.
38. b3 (i)a5
¡Aun así!
17
39. 'i&c2 /Ob7
La maniobra decisiva, garanti-
zando el avance del peón «d».
40. /Of3 'i&dS
41. /Oel lOeS
42. b4 d3+
43. 'i&b2 /Oe4
Ahora la pérdida de material es
inevitable.
44. g3
45. /Oc2
46. 'i&cl
47. Ac7
48. /Oe3+
49. Ab8
d2
dl=/0+!
Ae2
/Odf2
�c6
Wb7
Las blancas se rinden, ya que
pierden una pieza (50. Af4 g5).
¡Un final encantador!
En la partida con Levenfish,ju­
gando con blancas, me tocó apun­
tar la jugada secreta en esta posi­
ción.
37. aS!
Esto resulta suficiente para
obligar a las negras a abandonar.
No pueden responder 37. ... f4
debido a 38. ll xb6 (38. . .. n, 39.
1 8
ll xf6+ y 40. <;Pe3), y después de
37. . .. ba el peón «c» avanza im­
placablemente a dama.
Para finalizar, a últimos de año
la intervención más dificil, el
match con Flohr. El era entonces
la esperanza de Occidente, y eljo­
ven gran maestro de mayor talen­
to. Después de un intervalo de
ocho años, cuando había surgido
una nueva generación de maes­
tros soviéticos, N. V. Krilenko de­
cidió verificar nuevamente nues­
tra fuerza internacional.
Lo primero era preparar siste­
máticamente el match. Me hice
una «fisonomía» ajedrecística de
Flohr, y me pareció que iba bien
preparado para la lucha. Pero las
seis partidas de Moscú demostra­
ron los defectos de preparación y
forma deportiva. El match des­
pertó un enorme interés, y apli­
qué todas mis fuerzas, pero el re­
sultado no fue bueno.
Sin embargo, en la mitad mos­
covita del match me «familiaricé»
con mi temible adversario, y las
partidas de Leningrado demos­
traron, a pesar de todo, que me
había preparado bien. Me ayudó,
desde luego, el optimismo infun­
dado de mi adversario, su insufi­
ciente estabilidad psicológica. En
Leningrado recuperé lo perdido
en Moscú (ver partidas n.o• 55 y
56). Nuevamente conseguí confir­
mar mi fuerza de gran maestro.
Krilenko lo celebró (y desde ese
momento los maestros soviéticos
se enfrentaron en más ocasiones
con sus colegas del extranjero).
Después de este año de tensión
era necesario recuperar fuerzas, y
sólo regresé a la competición
práctica en agosto de 1 934.
Por primera vez Max Euwe vi­
sitó la Unión Soviética. Dentro
de un año iba a celebrarse su
match con Alexander Alekhine, y
el holandés decidió entrenarse
con los maestros soviéticos. Con
él vino el conocido maestro y es­
critor de ajedrez, Hans Kmoch.
Con su participación se celebró el
torneo en la Gran Sala de la Fi­
larmónica de Leningrado. Euwe
no estaba en forma, y su actua­
ción no fue muy buena. Ya en la
segunda ronda me sentí mal, y me
subió la temperatura. Sabía que
era necesario abandonar el tor­
neo, pero triunfó la pasión depor­
tiva., Empecé ajugar detrás del es­
cenario, y cuando me recuperé un
poco, ¡entré en escena! El esfuer­
zo fue alto, pero quedaban parti­
das por jugar. La calidad del jue­
go fue media, pero se manifestó
'la perseverancia en la lucha, ¡y me
separé medio punto de los demás!
A pesar de que tuve una cura
de reposo, mi sistema nervioso es­
taba agotado. A finales de diciem­
bre jugué mi primer torneo en el
extranjero; aunque no parecía evi­
dente, fracasé en Hastings. Pero
tuve un gran placer al conocer allí
a Capablanca, y en Londres a Las­
ker.
Antes del II Torneo internacio­
nal de Moscú descansé un mes en
un sanatorio y recuperé las fuer­
zas. Las primeras doce rondas
transcurrieron muy fuertes. Des­
pués, como en el campeonato na-
cional de 1933, me sentí cansado.
Me alcanzó Flohr, y compartí con
él los laureles de vencedor. A me­
dio punto de nosotros, con sus 66
años, quedó Lasker, una fenome­
nal actuación del anciano ex-cam­
peón mundial.
El torneo despertó más interés
que la llegada de los grandes
maestros a Moscú en 1925. El pri­
mer día se vendieron 5.000 entra­
das en el museo de Bellas Artes
(hoy Pushkin), después el núme­
ro de aficionados fue decayendo.
A mí se me concedió (después de
consultar a Lasker y a Capablan­
ca) el título de gran maestro de la
URSS. Hay que decir con since­
ridad que por aquel entonces na­
die esperaba que yo pudiera supe­
rar en el tablero a ajedrecistas de
la talla de Capablanca, Lasker o
Flohr.
A pesar del gran éxito obteni­
do, no me sobrevaloré, y conside­
ré que la auténtica maestría se for­
jaba en torneos en los que no ha­
bía ningún adversario relativa­
mente flojo, y envié una carta a
N. V. Krilenko proponiéndole or­
ganizar un nuevo torneo interna­
cional a doble vuelta con diez par­
ticipantes. La proposición fue
aceptada, y a finales de 1 93 6 de
nuevo estaJió la guerra sobre el ta­
blero de ajedrez.
Las condiciones del juego no
fueron buenas: hacía ·calor (30
grados), ya que la Sala de las Co­
lumnas por aquel entonces no te­
nía climatización. Al principio
tuve mala suerte al perder una
partida ganada con Capablanca
19
(n.o 74) y finalmente quedé segun­
do, ¡con Capablanca un punto por
encima! Sin embargo, en la parte
creativa el torneo fue un mal
asunto, ya que conseguí crear
muy pocas partidas buenas.
Dos meses después, de nuevo
una competición, Nottingham. El
torneo fue muy fuerte. El cam­
peón mundial Euwe, tres excam­
peones mundiales, y como suce­
dió después, un futuro campeón
mundial. Había muchos pronósti­
cos, pero sólo uno resultó exacto.
Nuestra lucha con Capablanca en
el torneo de Moscú produjo una
fuerte impresión en Ili n-Ge­
nevsky, tanta que manifestó fir­
memente que sin duda repartiría­
mos entre nosotros los dos prime­
ros premios en Nottingham. Y así
sucedió.
En Inglaterra acabé de con­
quistar mi prestigio internacio­
nal, y después del torneo el perió­
dico «Manchester Guardian»,
por boca de Alekhine, dijo que
Botvinnik tenía todas las cualida­
des para ser campeón mundial.
Estuve alrededor de un año sin
tomar parte en competiciones,
trabajando en mi tesis de docto­
rado. En otoño celebré un match
con G. Levenfish, disputándole el
título de campeón de la URSS.
No estaba en forma, y casi fal­
to a una partida. Pero llevé a cabo
intentos interesantes, como de­
muestra el siguiente final.
(DIAGRAMA 4)
Levenfish tiene un peón de
más, pero esto ya no tiene signi-
20
ficado, pues las blancas pueden
dar jaque continuo. Pero a pesar
de que las negras tienen un par
de peligrosos peones pasados y li­
gados, preferí intentar obtener la
victoria.
45. g5!
Todavía tengo las tablas por ja­
que continuo, y mientras tanto el
peón «g» se pone «en prise».
45. •.. lldl+
El jaque perdedor. Sólo podía
salvarse la partida mediante 45.
... e3! (introduciendo en el juego
a la torre), y si 46. 11 xe3, enton­
ces 46.... ll f4! 47. g6 f2 48. .llcl
JI f5, y las negras no deben per­
der.
46. �f2
47. wel
48. wn
lld2+
ll e2+
hg5
La única defensa contra el
mate.
49. llxg7+
y las negras abandonaron la
partida, ya que ahora no hay de­
fensa contra el mate.
El match terminó en tablas, y
Levenfish mantuvo el título de
campeón.
En el otoño de 1938 se iba a ce­
lebrar en Holanda un match-tor­
neo con fuertes grandes maes­
tros. Por eso en la primavera para
entrenarme jugué en Leningrado
la semifinal del Campeonato de la
URSS. Como resultado, una vic­
toria fácil y una sola partida inte­
resante.
Y el 7 de noviembre empezó en
Amsterdam la primera ronda del
torneo AVRO, una de las compe­
ticiones más famosas de la histo­
ria del ajedrez. Hay que hablar de­
talladamente sobre los aconteci­
mientos de este torneo. Los ocho
ajedrecistas más fuertes del mun­
do se encontraron en un torneo a
doble ronda. Hay que recompen­
sar debidamente a los organizado­
res holandeses, que supieron reu­
nir a los ajedrecistas más fuertes,
a pesar de que dos de los partici­
pantes más famosos, Capablanca
y Alekhine, estaban enemistados
(no se hablaban el uno con el
otro).
Pero tampoco hay que olvidar
el inadmisible régimen del tor­
neo, cuando en los días de juego
los participantes frecuentemente
se quedaban sin descanso. Ese
tiempo se empleaba en viajes, ya
que la competición transcurrió en
varias ciudades holandesas. Sólo
hay que fijarse en que los partici­
pantes más viejos, como el cin­
cuentón Capablanca, ocuparon los
últimos puestos. Nunca había que­
dado tan lejos en su vida deportiva
Los organizadores esperaban
que del torneo saliera un adversa­
rio para disputar a Alekhine un
próximo match por el campeona­
to mundial. El mismo campeón
mundial protestó enérgicamente
en contra. En la ceremonia de
apertura declaró que se prepara­
ba para jugar un match contra un
conocido gran maestro que había
reunido los fondos necesarios
para el premio.
Después del torneo, por inicia­
tiva de los organizadores, los par­
ticipantes se reunieron para deli­
berar sobre el derecho de organi­
zación del match por el campeo­
nato mundial (por primera vez
desde la reunión de Londres de
1 922, en la que se suscribieron los
famosos acuerdos sobre esta cues­
tión). La discusión entre Alekhi­
ne y Capablanca aún no se había
arreglado (el campeón mundial
manifestaba que el fondo de pre­
mios debía ser igualmente de
1 0,000 dólares, pero para Capa­
blanca hacía una excepción, insis­
tiendo en una suma de 10.000 dó­
lares oro, que era lo que él había
aportado en 1 927, y esto ya signi­
ficaban 1 8.000 dólares). Ninguno
de los dos estaba presente cuan­
do lo estaba el otro en la sala don­
de se llevaba a cabo el debate. Sin
embargo, se comisionó a Euwe y
a Fine para que crearan un pro­
yecto de «club de los ocho», ate­
niéndose a un posible reglamento
para el campeonato del mundo,
en el que a cada miembro del club
se le reconocía el derecho a retar
al campeón mundial a un match.
21
Este proyecto fue elaborado y en­
viado a los miembros del club.
Conseguí ganar las partidas a
Alekhine y a Capablanca. Los úl­
timos éxitos me permitieron si­
tuarme muy cerca de los líderes,
Keres y Fine, pero una derrota en
la última ronda con Euwe (un des­
cuido de calidad) me dejó en el
tercer puesto. Aunque bajo una
valoración deportiva el torneo no
fue del todo favorable, después de
las victorias sobre Alekhine y Ca­
pablanca me atreví a entrar en las
conversaciones para el match por
el campeonato mundial. En pre­
sencia de Flohr mantuve una en­
trevista, delante de una taza de té,
con Alekhine, en el Hotel Carlton
de Amsterdam, en el que Alekhi­
ne vivía aislado (para no encon­
trarse con Capablanca).
Alekhine manifestó sus prefe­
rencias por jugar en Moscú, con
la condición de que tres meses an­
tes del match jugaría allí en un
torneo de entrenamiento. En ene­
ro de 1 939, el gobierno soviético
autorizó la organización y finan­
ciación de este match, y empezó
la correspondencia con Alekhine,
interrumpida por la II Guerra
Mundial.
En la primavera se disputó en
Leningrado el campeonato nacio­
nal. Me pareció que mi participa­
ción fue modesta (8 ganadas, 9 ta­
blas), pero en los tiempos actua­
les 8 positivos, como se dice aho­
ra, es un resultado excepcional.
Conseguí jugar algunas partidas
interesantes, pero lo principal
consistió en que fue un sistema
22
formal de preparac10n para las
competiciones.
Como ya dije, este trabajo co­
menzó en 1933, finalizado el
match con Flohr. Ahora lo termi­
né y se publicó junto a una selec­
ción de partidas del campeonato.
U n año después jugué un
match de entrenamiento con Ra­
gozín. En las dos primeras parti­
das estuve «pendiente de un
hilo», y debí haber perdido la no­
vena partida. Pero dominé en mu­
chas otras, y finalmente el match
terminó con una gran victoria a
mi favor. Hay que advertir que
este match transcurrió en condi­
ciones ideales: tres partidas a la
semana, absoluto silencio, aire
fresco. Cuando yo insistía en esas
condiciones, pensaba en gran me­
dida en un entrenamiento de cara
al match por el campeonato mun­
dial...
¡Y he aquí que el Campeonato
de la U RSS, celebrado en Moscú
en el otoño de 1940, transcurrió
en otras condiciones! La gran sala
de conciertos a causa de su exce­
lente acústica contribuía a ruido­
sos efectos. No se podía respirar.
Este campeonato se distinguió
por la inhabitual fuerza de su
composición, ya que tomaron par­
te por primera vez, P. Keres, V.
Smyslov, I. Boleslavsky, A. Li­
lienthal, y otros. A pesar de per­
der en la primera ronda con I.
Bondarevsky, en la décima ronda
ocupé el liderato, pero después
empecé a jugar mal, perdiendo
tres partidas, y como resultado
compartí el quinto-sexto puesto,
como hacía 1 3 años, cuando par­
ticipé por primera vez en la final
del campeonato nacional. ¡Jugué
muy pocas partidas buenas!
En ese tiempo ya se había to­
mado la decisión respecto a mi
match para el campeonato mun­
dial con Alekhine. Pero ahora, de­
bido a la buena actuación en el
torneo de Keres, y después de
que Bondarevsky y Lilienthal su­
peraran a todos los participantes,
se decidió que en la primavera de
1941 se disputaría un match-tor­
neo para el título de campeón ab­
soluto de la URSS. La competi­
ción la disputarían los seis prime­
ros premiados del campeonato, a
cuatro vueltas, y debía servir de
respuesta a la pregunta: ¿Quién
de los ajedrecistas soviéticos (Ke­
res o Botvinnik, o quizá algún
otro) debía disputar el título de
campeón mundial a Alekhine?
Conseguí prepararme perfecta­
mente con la ayuda de Ragozín.
·Lideré la competición del princi­
pio al final, gané todos los mat­
ches, y superé a Keres en 2,5 pun­
tos. El resultado del torneo no
ejerció una influencia directa
para la celebración del match
para el campeonato mundial, ya
que estalló la II Guerra Mundial.
Esta competición fue la última
antes del ataque hitleriano a la
Unión Soviética.
Así, se puede llevar a cabo un
resumen de los avances deporti­
vos del joven ajedrecista soviéti­
co hacia el Olimpo del ajedrez.
1923-1924. Empieza a ganar a
ajedrecistas poco cualificados.
1924-1 925. Llega a ser un fuer­
te ajedrecista de l." categoría.
1 925-1927. Llega a ser maestro
de ajedrez.
1 927-1 930. Empieza a triunfar
en las competiciones de maestros.
1930-1935. Empieza a vencer
en los torneos internacionales.
1935-1938. Consigue ganar a
los excampeones mundiales.
1938-1941. Consigue excelen­
tes resultados sobre los grandes
maestros.
Estos son los éxitos exteriores.
Otro fue el trabajo investigador
(escribí algunos libros analíticos
de ajedrez), creando un sistema
de preparación, y también una en­
trega hacia el ajedrez.
Debo decir que no fui el únic_o,
ya que en esos años surgió un gru­
po de ajedrecistas soviéticos,
cada uno de los cuales podía pre­
tender la participación por la lu­
cha en el campeonato mundial:
Keres, Smyslov, Boleslavsky.
Todo estaba preparado para la
conquista del campeonato mun­
dial. Pero para llegar a esta com­
petición pasarían todavía siete
largos y difíciles años...
23
PARTIDAS SELECTAS (1925·1941)
l.
Apertura Española
O B. RIVLIN
e BOTVINNIK
Campeonato por equipos
Leningrado, 1 925
l. e4 eS
2. liJf3 liJc6
3. i.b5
Como la mayoría de los ajedre­
cistas jóvenes, pasé por las dife­
rentes etapas del desarrollo aje­
drecístico, y por entonces no evi­
taba las aperturas abiertas con ne­
gras, y por eso durante algunos
años la apertura española ocupó
un puesto importante dentro de
mi repertorio de aperturas.
3. •.. a6
4. i.a4 liJf6
5. 0-0 i.e7
6. l:Eel b5
7. i.b3 d6
8. c3 0-0
9. d4
Mi adversario se aparta de la
continuación habitual 9. h3, no
sólo por imitar el juego de las
blancas en la partida Capablanca­
Bogoljubov (Londres, 1922), sino
para evitar él mismo las posicio­
nes cerradas.
9. .•.
En caso de 9.... ed 1 0. cd i.g4,
24
las blancas tienen la fuerte res­
puesta 1 1. liJc3 (Lasker-Bogolju­
bov, Mahrisch-Ostrau, 1923).
10. i.e3
No es favorable para las blan­
cas sacrificar el peón mediante
10. h3 .,t.xf3 1 1 . 'fVxf3 ed 1 2.
'i'dl de 1 3. liJxc3. Analizando
esta continuación en relación a la
partida Bronstein-Keres (Buda­
pest, l9SO) me convencí de que
después de 1 3. ... liJaS 14. i.c2
lle8 l S. f4 b4 1 6.liJdSliJxdS 1 7.
'ifxdS c6 18. 'iPd3 g6 19. �h1
.tf8 20. l:Efl las negras, jugando
20. ... dS (en vez de 20. ... i.g7,
como sucedió en la partida) 2 1 .
e S liJc4 22. b3liJa3 2 3. .t.xa3 ba,
obtienen una ventaja sustancial.
10. •.. ed4
Todavía hace poco que se con­
sideraba precipitada la respuesta
1 0. ... d5 debido a 1 1. ed ed 1 2.
.i.g5. Pero la búsqueda incansa­
ble de la novedad llega hasta es­
tas viejas posiciones. Y en una
partida reciente sucedió que des­
pués de 1 2. ... �xd5! 1 3. .i,xd5
§'xd5 14. .i,xe7 .i,xf3 1 5. §'xf3
§'xf3 1 6. gf 11 fe8 las negras ob­
tuvieron ventaja.
11. cd4 �aS
En este momento el contragol­
pe 1 1 . ... d5 estaría fuera de lu­
gar por 12. e5 �e4 1 3. �bd2
�xd2 1 4. §'xd2 y, de acuerdo a
los análisis de R. Fischer, las com­
plicaciones con 14.... ,t.xf3 1 5.
gf .i.b4 1 6. §'c2 .i_xe} 17. §'xc6
.i.b4 1 8. .i_xd5 son favorables a
las blancas.
12. .i.c2 �c4
13. .i.ct
En los años 60, a R. Fischer y
V. Korchnoi les gustabajugar con
blancas de esta manera.
13. ... c5
14. b3 �aS
Es preferible 14. ... �b6. Por
ejemplo: 1 5. �bd2 li c8, y las ne­
gras consiguen crear contrajuego
en el flanco de dama o en el cen­
tro. Ahora el caballo permanece­
rá mucho tiempo fuera de juego,
y la única posibilidad que le que­
da de entrar en acción es a través
de la casilla f7. Pero en ese caso
la posición de los peones negros
en el flanco de dama puede resul­
tar vulnerable.
IS. dS!
En la partida mencionada ante­
riormente, Capablanca jugó 1 5.
.i.b2, y las negras consiguieron in­
troducir al caballo en juego me-
diante 15. ... �c6 1 6. d5 �b4.
IS. . . . �d7
16. .i.b2
Quizá sea preferible la conti­
nuación 1 6 . �bd2, creando inme­
diatamente la amenaza 1 7. h3
.i.h5 (el cambio del alfil por el ca­
ballo también favorece a las blan­
cas) 1 8. g4 .i.g6 19. �n y des­
pués �g3.
16. •• .
17. .i_xf 6
18. �bd2
.i.f6
1fxf6
�eS
Tras sólo año y medio de
aprendizaje en el ajedrez un jo­
ven de 1 3 años no podía tener, na­
turalmente, grandes conocimien­
tos deljuego de posición. Para do­
blar un peón enemigo las negras
cambian todas sus piezas activas,
acentuando aún más la mala posi­
ción del caballo en a5. Por eso era
necesario agudizar la lucha me-
25
diante 1 8. ... c4. Por ejemplo, 1 9.
b4 c3 20. e5 (si no 20. ... l!fJc4)
20. ... l!fJxe5 2 1 . l!fJe4 'fff4 con
complicaciones.
1 9. h3 .t.,xf3
Después de 1 9. .. . .i.h5 20. g4
otra pieza negra más quedaría
fuera de juego.
20. l!f)xf3 l!f)xf3+
21. �xf3 'tlfxf3
Por lo tanto, hay que buscar la
salvación en el final.
22. gf3 Itfe8
23. f4 f6
24. :ae3 Ite 7
25. �g2 Itae8
26. :a ae l <3Jf7
Las negras sólo puedenjugar el
rey, ya que las torres deben pre­
venir el avance e4-e5, y el caballo
la actividad de las blancas en el
flanco de dama.
27. <3Jf3 g6
28. <3Jg4 �gl
Espera acontecimientos te­
niendo en cuenta trasladar el ca­
ballo a fl en el caso de que las
blancas avances el peón «h» (para
abrir la columna lateral).
29. h4 i!fJb7
3 0• .i.d3
Era lógica 30. h5, ya que des­
pués de 30. ... c4 3 1 . b4 el caba­
llo negro seguiría privado de la li­
bertad. No obstante es posible di­
ferir este avance durante algunas
jugadas.
26
3 0. .. . <3Jf7
3 1. a4
Las blancas olvidaron que esta
jugada se produjo en la partida
Capablanca-Bogoljubov antes ma­
necionada. O no consideraron
que la reacción de las negras en
este caso sería efectiva. No había
nada que impidiera continuar el
plan mediante 3 1 . h5. Si ahora
3 1. R..fl, entonces 3 1 . . .. :a xe4!
32. litxe4 f5+ 3 3. wf3 (pero no
33. �g5 por 33. .. . h6+! 34. <3Jxh6
Uh8+ 35. �g5 lih5 mate) 3 3. ...
:a xe4 34. l!fJxe4 fe+ 35. �xe4
�f6 y debido a los defectos en la
disposición de los peones blancos
las negras tienen buenas posibili­
dades de tablas.
7
31. ••• c4!
Avanza el peón con ganancia
de tiempo debido a la mala posi­
ción del alfil enemigo. Ahora las
blancas están obligadas a capturar
el peón c4, tras lo que obtengo
por primera vez en la partida una
buena posición para el caballo y
un peón pasado.
3 2. bc4 ba4
33. ..t.c2 liJeS
34. wf3
En caso de 34. El b l , las negras
no deben dejarse seducir por la
ganancia de peón (34. ... llJxe4
35. ..t.xe4 Etxe4) por 36. li b7+,
sino mantener al ahora excelente
caballo mediante 34. ... f5+ 35. ef
Etxe3 36. fg+ hg 37. Etxe3, tras
lo que el peón pasado «a>> es muy
peligroso.
34. .•• llb8
3 S. e S
Un vano intento de obtener
contrajuego.
3 S.. . .
36. fe S
3 7. lit xe s
38 . El xe s
fe S
Etxe5
deS
Y el juego pasivo, 38. li al
nb4, no conduce a nada bueno.
38. ... a3
3 9. lie3 a 2
4 0. lia3 llb2
41• ..t.a4 lilb3 !
Un brillante golpe definitivo.
Las blancas perecen a causa de la
mala disposición de su rey y de su
torre en la tercera ftla.
2.
4 2. .i,xb3
43. nxb3
Ape rtura Es pa ñola
nxb3 +
a l=�
O K. NADPOROZHSKY
e BOTVINNIK
Torneo de 1.• y 2.a categorías
Leningrado. 1 925
l. e4 e S
2. lilf3 lilc6
3 . ..t.bS a6
4. ..t.a 4 lilf6
S. 0-0 ..t.e 7
6. c3
Ahora las blancas pierden la
ventaja de salida, y el cambio de
su alfil de casillas blancas por el
caballo es inevitable, con lo que
las negras obtienen un juego fá­
cil. ¿Por qué hicieron estajugada?
Aunque mi adversario tenía la 2.•
categoría, era muy fuerte en el
ataque, en posiciones abiertas.
Precisamente algunos meses an­
tes de este encuentro me había ga­
nado en brillante estilo. Por eso
elude los caminos trillados de la
teoría y se esfuerza en obligar a
su adversario a pensar por su
cuenta.
6. ...
7. �e 2
La variante 7. li e l ll:lc5 no
permite a las blancas conservar el
«alfil español»: 8. llJxe5 llJxe5 9.
nxe5 llJxa4 lo. 1fxa4 0-0.
7. ... liJeS
Unos diez años después, Keres
indicó que lo correcto para las ne­
gras era 7. .. . lilf6, por ejemplo,
8. ..t.xc6 de 9. llJxe4 0-0 10. d4
c5. Pero considerando el estilo de
mi adversario, no podía quitarme
el placer de obligar a las blancas
al cambio de su alfil rey, con lo
cual sus posibilidades de ataque
quedaban sensiblemente dismi­
nuidas.
27
8. _txc6 dc6
9. lt)xe s 0-0
1o. d4 li)d 7f
Y ahora es necesario cambiar
el caballo centralizado de las blan­
cas, y las negras obtienen el cur­
so hacia el final, en el que Nad­
porozhsky no era tan peligroso.
1 1. f4 lt)xe s
1 2. fe S
Tras la continuación, 12. de
�f5 1 3. ll d l .*.c5+ 14. �hl 'iWh4
la posición de las negras tampoco
tiene peligro.
1 2. ••• .te6
13. lt)d 2
En caso de 13. j.e3 las negras
primeramente sacrifican peón,
13 . ... c5, y después de 14. de
'iWd5 se desquitan con creces.
13. ... e S
Sólo con que las negras consi­
gan cambiar su peón doblado por
el peón central de las blancas ob­
tendrán una configuración de
peones algo mejor y mantendrán
una pequeña ventaja de desarro­
llo.
14. lt)f3 cd4
1 S. ti)xd4 'iWd 7
16. h3 e S
(DIAGRAMA 8)
1 7. tbf3
Desde luego era más razonable
jugar 17. li)xe6 "xe6, privando
a las negras de la ventaja de la pa­
reja de alfiles, y a pesar de la pre-
28
senda del peón central blanco ais­
lado, es probable que obtuvieran
tablas. Sin embargo, mi adversa­
rio aún pensaba en el ataque y por
eso elude el cambio de piezas.
1 7. ... 'iWbS
Y las negras lógicamente se di­
rigen al final, en el que la ventaja
de la pareja de alfiles y la mejor
disposición de peones serán unos
sólidos argumentos.
18. "e4
t 9. b3
20. .i.e3
21. 'iff4
h6
'ifd 7
.tf S
j.d3
Con el pensamiento puesto en
la caza de la dama enemiga.
22. llf2 'iff S
23. "g3 �g6
24. 'iff4
Las blancas consideraron que
dando a su enemigo la posibilidad
de obtener el cambio de damas,
más tarde caerían en la trampa
preparada. Pero pasados algunos
meses de nuestro encuentro pre­
cedente yo había mejorado sensi­
blemente en el cálculo de varían-
tes, y penetré en la posición me­
jor que mi adversario.
24. ... 'tWe4
¿Es inevitable el cambio de da­
mas? No, las blancas han prepa­
rado un pequeño truco, que sin
embargo no les resultará favora­
ble. Parece que no es posible cap­
turar el alfil, ya que las blancas
perderían su dama, pero a pesar
de todo...
25. �g3
26. lt el
�xe3!
.ig5!
Las blancas ganan la dama
pero a un precio muy elevado:
Las dos torres y el alfil resultan
considerablemente más activos
que el caballo y la dama enemigos.
27. ]l xe3 R,xe3
28. ltlel .i,xf2+
29. �xf2
A 29. !fxf2 las negras respon­
den con ventaja 29. ... c4.
29. ... .ibS
Sólo queda trasladar el alfil a la
activa y estable posición c6.
30. c4
31. tiJd3
32. �e3
.ic6
llad8
No era posible tomar el peón
(32. tiJxc5) por 32. ... lld2+.
32. ... lld4
La manera más rápida de mo­
vilizar las torres para el ataque.
33. ltlxc5 1Ud8
Con la horrible amenaza 34. ...
b6 apartando al caballo del con­
trol de la casilla d3.
34. e6!
Unica defensa. A 34. ... fe se­
guiría 3 5. 'f!/c7, y en caso de 34.
... b6 35. ef+ �xn (35. ... 'ibh7
36. f8='f!/) 36. W/c7+ las blancas
incluso ganarían.
34. .. . fS!
Ahora surge la irresistibl e ame­
naza 35 . ... f4+.
35. e7 ll 8d6
La jugada definitiva no necesi­
ta un cálculo de variantes: no hay
defensa contra 36. ... f4+.
36. 'WeS f4+
Es inevitable el mate o la pér­
dida de la dama. Las blancas
abandonan.
3.
Defensa Nimzoiodia
O V. RIVLIN
e BOTVINNIK
Match amistoso
Leningrado, 1 925
29
l. d4 l0f6
2. c4 e6
3. �c3 b6
Una jugada bastante insegura,
tras la que es difícil llamar a la
apertura defensa Nimzoindia, ya
que el autor del sistema no tenía
in mente otra continuación que
3. ... ..i.b4. Sin embargo, en esos
años yo podía fantasear, ya que la
teoría de la defensa Nimzoindia,
como las de las otras defensas in­
dias, estaba empezando a crearse.
4. e4
Una transposición de jugadas
extraordinariamente arriesgada:
debió jugarse 4. ... i.b7 5. ..i.d3
..i.b4. Aunque la partida llegó a
esta posición, se podía haber com­
plicado si las blancas hubieran ju­
gado aquí 5. e5 l0e4, 6. �g4
�xc3 7. a3. Ahora es desagrada­
ble para las negras tanto 7. ...
.i.a5 8. Wxg7, como 7. ... ..i.f8 8.
..i.g5 ..i.e7 (8. ... f6 9. ef gf 10.
'i'h5+ <3;e7 1 1. ..t.xf6+!) 9. ..i,xe7
�xe7 1 0. flxg7. La respuesta
«automática» de las blancas per­
mite a las negras librarse de los
sustos.
5. ..i.d3 ..i.b7
6. �e2
La segunda imprecisión de mi
adversario: aquí la dama está mal
situada, ya que se proyecta la con­
traposición de la torre por la co­
lumna en e8, y la dama y el rey
en e l y e2 pueden llevar a dificul­
tades a las blancas. Era mejor 6.
1i!fc2 ó 6. f3.
30
6. ...
7. d5
c5
0-0
Naturalmente, no 7. ... ed 8.
ed+ con completa igualdad, pero
ahora el enroque es admisible, ya
que a 8. e5 seguiría 8. ... ed! 9. ef
11e8 l O .te3 d4 que es menos pe­
ligroso para las negras.
8. ..i.e3
Por lo visto era imprescindible
retirar al rey de la columna críti­
ca, llevándolo a fl .
8. • . • ed5
9. cd5 lle8
10. f3
Las blancas defienden esperan­
zadoramente el peón e4, pero ya
no es posible salvar al otro peón,
d5.
10. .. • ..i,xd5!
La negligencia posicional de
las blancas ha «provocado» esta
combinación.
1 1. ed5
12• ..i,xh7+
Con la esperanza de 1 2.
w xh7 13. !Vd3+ wg8 14. !fxd5
li xe3+ 1 5. wf2, que sería bueno
para las blancas, pero desde lue­
go las negras no están obligadas
a capturar el alfil.
12. ...
13. �e4
14. bc3
15. wf2
16. �xas
whS!
.!t)xcJ
�xc3+
�xa1
�d4
La aciaga columna continúa
proporcionando disgustos a las
blancas.
17. J&.e4 d5
Como resultado de una varian­
te forzada las negras recuperan
pieza obteniendo ventaja mate­
rial.
18. �xd4 cd4
19. h4 f5
20. f4
Las blancas buscan las compli­
caciones, pero los dos peones ne­
gros ligados y pasados, centraliza­
dos y muy avanzados, garantizan
la victoria.
20. .•.
21. Wh5+
22. .!bh3
23. wg3
de4
�g8
e3+
.!bd7
Son raros los casos en los que
un caballo abandona tan tarde su
posición inicial, pero aquí llega a
tiempo para contribuir a la defen­
sa de su rey.
24. lil g5 lilf6
25. 'fi"f7+ wh8
26. h5 'f/e7
27. Wg6 e2
11
• • • • •
� • !ft1i �íE - � íE
� • �Ult-� � � g �
. . . �B d � .I. � A
. � � .. � � �
. . . �d � � �
� � . .A � � .i B A �
� � . �� • • �li
Ahora las blancas tienen que ol­
vidarse del ataque, ya que des­
pués de 28. h6 e l =W+ 29. Ji xe l
'fi'xel + 30. wh3 Whl + 3 1 . wg3
.!bh5+ pierden la dama.
28. .!bf7+ wg8
29. .!beS
Finalmente, el caballo bloquea
la fatídica columna, pero por
poco tiempo.
29. •.. .!bg4
30• .!bf3 'f/e6
31. WgS Wf6
Tras esto la lucha ha termina­
do.
4.
32. ll c1 d3
33. 1fxf6 gf6
Las blancas abandonan.
Defensa Grünfeld
O BOTVINNIK
e Y. ZVEREV
Torneo de 1 ! categoría
Leningrado, 1 925
l. d4 .!bf6
2. c4 g6
3. .!bc3 �g7
3 1
Las negras están de acuerdo
con la Defensa India de Rey,
pero después de que las blancas
no lo aprovechan, se produce so­
lamente una transposición de ju­
gadas.
4. lt)f3 d5
Siete años después, Ragozín en
esta posición contra P. Roma­
novsky jugó 5. 'Wb3, que llevó a
una nueva tendencia en la teoría
de la defensa Grünfeld, pero an­
tes no se conocía esta jugada, y
yo elegí la jugada que entonces es­
taba de moda.
5. .i.f4 c6
Más tarde se consideró aquí
más fuerte 5. ... 0-0, para en su
caso tener la posibilidad de jugar
c7-c5 sin pérdida de tiempo. Tras
la jugada de la partida la posición
de las negras es un poco peor. Ha
surgido una posición característi­
ca de la variante Schlechter de la
Defensa Eslava (ver, por ejemplo,
las partidas numeros 76, 85 y
102).
6. e3 ltJe4
Así las negras sólo facilitan el
desarrollo de la iniciativa del con-
trario. Era mejor 6. ... 0-0, o 6. ...
.i.g4, e incluso, 6. ... 'W'a5.
7. cd5 lt)xc3
Las negras se apartan de 7. ...
cd, ya que por lo visto temían 8.
ltJxe4 de 9. ltJd2 f5 10. .l_xb8
IE xb8 1 1. Wa4+, y las blancas ga­
nan peón. Si en vez de 9. . . . f5 ju­
garan 9. . . . 'Wa5, entonces la
32
dama recibiría poco tiempo des­
pués la presión de las piezas lige­
ras.
8. bc3
En caso de 8. ... cd sería impo­
sible evitar la pérdida de peón
mediante 9. A xb8 11 xb8 10.
Wa4+.
9. Ad3
10. 0-0
De lo contrario seguiría la de­
sagradable 1 1 . c4.
11. "Wxd3 1Wf5
Nuestra competición era clasi­
ficatoria para el denominado
«Torneo de la ciudad», donde
con suerte se podía conseguir el
título de maestro (convencional).
Después habría que confirmarlo
en el campeonato nacional, pero
el acceso allí estaba garantizado.
En una palabra, era necesario si­
tuarse en los cuatro primeros
puestos. Mi adversario, un expe­
rimentado ajedrecista petersbur­
gués de l .• categoría, práctica­
mente ya se había garantizado un
puesto entre los preceptivos cua­
tro primeros, y las tablas en su en­
cuentro conmigo le eran total­
mente satisfactorias. Por eso ofre­
cía el cambio de damas. Pero,
aunque después de 12. tWxf5 gf
1 3 . li ab l b6 (si 13. ... b5, enton­
ces 14. c4 a6 15. a4, ganando
peón) las blancas tendrían alguna
ventaja en el final, decidí rehusar
mientras tanto este cambio. Re­
sulta que había comenzado el tor­
neo con dos derrotas (contra Yu­
riev y Venalein), por lo que las ta­
blas no me convenían.
12. '!Wc4
Era más sencillo. 12. 1!fe2. Na­
turalmente, no hice la jugada de
la partida en cuenta a 12. ... 'ite4?
(1 3. .1!fxf7+ �xf7 14. lbg5+),
sino para obstaculizar la respues­
ta 1 2. ... b6, a la que seguiría 1 3.
.a xb8 ji xb8 14. tWxc6+.
12. ••• �
Quizá fuera mejor 1 2. ... lbd7
y después lbb6, esforzándose en
bloquear la casilla c4, sin compro­
meter la disposición de peones en
el flanco de dama.
13. li ab1 b5
De lo contrario habría que re­
troceder con la dama e ir a una de­
fensa completamente pasiva.
14. tWe2 lbd7
15. R.g3
Prepara el avance e3-e4 y dis­
minuye la fuerza de la amenaza
e7-e5. Puede ser que un jugador
más experimentado hubiera pre-
ferido 1 5. c4, pasando inmediata­
mente al ataque de las debilidades
negras en el flanco de dama, jun­
to a la solidez de la posición pro­
pia en el centro.
15. . . • e5
16. e4 �h5
El intento de mantener la dama
en el centro ( 1 6. ... tWe6) sería un
acontecimiento dudoso debido a
17. li fd l seguido de d4-d5 (si 17.
... ed, entonces 1 8. et)xd4).
17. d5
De esta manera las blancas ac­
tivan sus piezas y abren el juego
en el centro, donde mantienen
una posición preponderante, de­
bido a que la dama negra no está
realmente en el juego.
17. ••• cd5
18. li xb5 de4
18.1Wxe4 li ae8
Las blancas se aprovecharán de
las desgracias de las negras debi­
do a la insegura posición de su ca­
ballo y las dificultades para defen­
der el peón e5.
33
20. 'W'c6 li)b8
21. 'W'b7 a6
22. il eS .i.f6
La alternativa era 22. ... f6, que
sin embargo debilitaría catastrófi­
camente la séptima fila y a la que
seguiría inmediatamente 23.
'iJ. c7. Las negras prefieren que­
darse sin el peón central, pero
con alguna actividad para sus pie­
zas.
23. ll)xeS 'iJ.e7
Si 23. ... .t. xe5, entonces 24.
f4, o 23. ... lii: xe5 24. .i_ xe5 _t xe5
25. f4; en ambos casos las blancas
mantienen la ventaja.
24. 't'fd5 .i,xeS
25. .i. xeS 'iJ.fe8
O 25 . ... li)d7 26. .i.d6 li)xc5
27. 'ii'xh5 gh 28. _i.xe7 'iJ. c8 29.
.i.xc5 'iJ. xc5 30. 'iJ. el y este final
de torres, aunque no sin ciertas
dificultades técnicas, debe pro­
porcionar a las blancas la victoria.
26. f4 'iJ.d7
. Las negras intentan crear con­
trajuego por la segunda fila, pero
el peón g2 se defiende fácilmen­
te, mientras que es más dificil ha­
cerlo con el peón fl.
27. '!Wc4 lld2
28. ll c7
Naturalmente, no 28. ll c8 por
28. ... ll xg2+ 29. �xg2 'W'g4+.
34
28. ... l'If8
29. .i.d4 '!Wg4
30. 't'id5 ffe2
31. f5
14
Ahora no es posible capturar el
peón 3 1 . ... li xa2 debido a 32. fg
hg, y ahora no 33. li cxf7 (33. ...
lfxg2+! 34. lfxg2 'iJ. xg2+ 35.
�xg2 l'I xfl), sino 33. '!Wxfl+!
(un magnífico sacrificio de dama,
demostrando la fuerza de la posi­
ción de las blancas), 33. ... li xfl
34. l'I c8+, y mate en dosjugadas.
31. ... 'iJ.dl
32. '4Wf3
Ahora las blancas no tienen in­
convenientes contra el paso al fi­
nal.
32. .. . '!Wxf3
33. gf3 'iJ.d2
Después de 33. ... li xfl + 34.
c;t>xfl gf, la igualdad de material
no resulta suficiente.
34. fg6 hg6
35. l'If2
Las negras se rinden. La victo­
ria en esta partida me permitió in­
gresar en el grupo de los líderes,
y después de un afortunado final
conseguí el éxito en el torneo:
compartí el tercer-cuarto puesto y
me gané el derecho a jugar el tor­
neo de la ciudad.
5.
Defensa Dos Caballos
O PERFILEV
e BOTVIN NIK
Torneo de 1 .• categoría
Leningrado, 1 925
El torneo del que he hablado en
los comentarios a la partida pre­
cedente continuaba, pero en este
caso mi adversario debía ganar
obligatoriamente, motivo que in­
fluyó en sus decisiones, y me per­
mitió aprovecharme de las cir­
cunstancias. Además, a Perfilev,
como a la mayoría de los demás
jugadores de l .• categoría, le irri­
taba tener en su presencia a un
mocoso advenedizo.
l. e4
2. �f3
3. �c4
4. d4
S. 0-0
eS
�c6
�f6
ed4
�xe4
Las negras obtenían un juego
totalmente satisfactorio después
de 5. ... .i.c5, pero lajugada de la
partida obliga a las blancas a una
única continuación.
6. ll e1
7. .t,xdS
8. �c3
dS
'ffxdS
'fi'd8
Otra jugada que iguala total­
mente es 8. .. . 'ffa5.
9. ll xe4+ .i.e7
10. �xd4 rs
Se ha llegado a una posición en
la que por los medios normales
(1 1 . ll f4 0-0 1 2. � xc6 Wxdl +
13. �xdt be) las blancas no pue­
den aspirar más que a tablas. Me
persuadió de esto mi compañero
Serezhi Karniner (más tarde un
conocido compositor de estudios)
que había preparado la variante
para las negras que yo estudié, y
me dijo cómo jugar el final consi­
guiente. A propósito, se encuen­
tra en mi práctica en la partida
n.o 24. Por consideraciones de­
portivas, a las blancas no les con­
venía este final, y se esforzaron
en complicar a cualquier precio.
1 1. �h6
Esta jugada se cita en el libro
de X. Tartakower, «La partida hi­
permoderna de ajedrez», que yo
había estudiado con entusiasmo.
Ahora, efectivamente, la partida
se complica, ya que en caso de 1 1 .
. . . 0-0 1 2. �xc6 be 1 3 . ll d4 las
blancas consiguen apartarse del
final. Las negras aceptan la invi­
tación.
11. . .•
12. Jl..x g7
fe4
�xd4
35
Tras la continuación natural
13. �xh8 ltlf3+ 14. gffi'xdl + 15.
lil xdl ef 1 6. ltlb5 .id8 1 7. �e5
�d7 1 8. ltld4 las blancas final­
mente se quedan con un peón de
más, pero las posibilidades de vic­
toria contra la pareja de alfiles ne­
gros son mínimas. Por eso... ¡al
ataque!
13. Wh5+
14• .txd4
15. 1Id1
16. Wg4+
�d7
1If8
�d6
Naturalmente, es dificil jugar
sin una torre, pero si se quería
continuar la lucha, entonces no se
debería expulsar al rey a un sitio
más seguro. Merecía atención 1 6.
ltl xe4, para amenazar más ade­
lante el asalto al punto d6.
16. ... �eS
17. 1Wh5+
Si su esperanza era el jaque
continuo, las blancas van a sufrir
una desilusión.
17. . .• 1I f7
18. ltld5 .i.g4
Una pequeña continuación
para distender la situación. A las
negras les queda sólo la calidad de
más, pero en una posición simpli­
ficada.
19. fi'xg4 Axh2+
20. �xh2 1!fxd5
21• .if6
No es difícil advertir que des­
pués de 2 1 . fi'g8+ las blancas ga­
naban la torre a8, pero después
perdían la torre y el alfil.
36
21. . • • t!fc6
22. �h4 �f8
23. Wg5 h6
24. l!VeS �g8
Así, después de una peligrosa
travesía, el rey negro finalmente
puede descansar en paz.
25. 1I d5 1Ie8
26. Wh5 �g7
27. .ig3 1!1g6
28. 1!P'd1 c6
29. 1I d6 I!e6
Si ahora 30. !Vd4+, entonces
30. .. . 1!P'f6 3 1 . Wxf6+ �xf6 32.
.i.h4+ we5! 33 . .i.g3+ �f5.
30. 1I d8 c5!
Al tomar bajo control el punto
d4, las negras ponen trabas a la
iniciativa del adversario.
31. 1I a8
Y esto ya está jugado en el azar
de la lucha y acelera la derrota.
Permitía una resistencia más lar­
ga 3 1 . Wd2.
31. ... e3
Finalización táctica de la lucha.
Después de 32. fe li xe3 33. R.el
'fi'e4 34. j,c3+ li xc3 35. be
"f:fh4+ 36. <o!;>gl li e7 las negras ga­
nan la dama.
32. Wd8 t!VhS+
33. R.h4
O 33. �gl e2 34. "f:fh8+ �g6,
35. li g8+ �f5.
33• •. . lie8!
Sin este golpe de efecto sería
imposible refutar las intenciones
de las blancas. Por ejemplo, 33.
... �g6 34. 'fi'g8+ <ot>f5 35. g4+!
34. WxeS
35. �g1
36. �fl
'fWxb4+
ef2+
'fi'c4+
Las blancas se rinden. Perfilev
se quedó al borde de los premia­
dos. El primer puesto lo ocupó
Model, el segundo Zverev, y el
tercero y el cuarto lo compartí
con Venalien.
6.
Apertura Española
O N. PROSKURIN
e BOTVINNIK
Torneo de 1 .a categoría
Leningrado, 1 925
l. e4
2. lbf3
3. R.bS
4. R.a4
5. 0-0
e5
lbc6
a6
lbf6
Ae7
Como habrá observado el lec­
tor, yo tenia un repertorio de
aperturas bastante modesto. A l.
e4, l . ... e5, y a la Apertura Espa­
ñola, el sistema de Chigorín. Pero
lo que yo empleaba lo conocía a
fondo, y por tanto no sufría sor­
presas en la apertura (debido a
que entonces no jugaba contra
maestros).
6. lit e1 bS
7• .ib3 d6
8. c3 0..0
9. d3
Esta variante tranquila fue más
tarde el arma preferida de Ilin­
Genevsky. Aquí no es tan senci­
llo jugar con las negras. Yo, natu­
ralmente, me apoyé en un esque­
ma conocido.
9. ... lilaS
10. .ic2 c5
1 1. li:Jbd2 Wc7
12. li:Jfl lbc6
La tentativa de mi experimen­
to 1 2. ... h6 en la partida n.o 98,
no sin motivos, no encontró se­
guidores.
13. lbe3 .A.e6
14. h3
La teoría recomendaba 14.
lbg5, pero lajugada de la partida
es totalmente aceptable. Desde
luego las negras en todos los ca­
sos realizan el avance d6-d5, pero
entonces las blancas tendrán la
posibilidad de presionar sobre el
peón e5.
14. ••• d5
15. We2
Y esto ya no es consecuente.
Era imprescindible cambiar en
d5, y las negras deben aprestarse
a la defensa del peón e5, o regre-
37
sar a la idea teórica de cambiar el
caballo por el alfil: 15. liJg5 d4 1 6.
lb xe6 fe 1 7. liJg4, con igualdad
totaL Ahora las blancas tienen ya
una posición peor.
15. . . • d4
16. lbf5 Ji.xf5
17. ef5 .id6
18. .ig5
En caso de 1 8. liJg5 de 19. be
b4 las negras conquistan para el
caballo la casilla central d4, que
garantiza el contrajuego. Lajuga­
da de la partida parece más fuer­
te, ya que está ligada a la amena­
za 19. Axf6 gf 20. liJd2. Sin em­
bargo, resulta una pérdida de
tiempo, y las negras conquistan
no sólo la casilla d4 para el caba­
llo de dama, sino también c3 para
el de rey. Por eso debieron con­
tentarse con la modesta continua­
ción 1 8. .id2, para en caso de 1 8.
. .. de 19. be liJd5 poder respon­
der 20. .ib3.
18. • . . dc3
19. bc3
Si 19. .t xf6, entonces 19.
cb, y las blancas se quedan sin
peón.
19. ... lbd5
20. Ji.d2
(DIAGRAMA 17)
20. •.. b4!
Demostrando una correcta
comprensión de los métodos de
lucha posicional.
21. c4
38
Después de esto la posición de
las blancas resulta desesperada.
Era imprescindible 2 1 . cb, mante­
niendo la actividad del alfil de ca­
sillas blancas. Ahora se convierte
en estático, y las piezas negras
ocupan el centro sin oposición.
21. . . . liJc3
22. 'ife3 liJd4
23. .ib3 e4!
La jugada decisiva. Si 24. de,
entonces 24. ... Ji.f4 25. 'fi'd3 (25.
Wxf4 liJde2+) 25. ... liJ xf3+ 26.
gf 1Iad8 27. .txf4 'fi'xf4 28. W'e3
'fFxe3 (se puede 28. ... l!Fh4 29.
�h2 :S: d4, etc.) 29. n xe3 U d2,
y sencillamente lleva a la victoria
el avance del peón «a», y a 30.
a3, 30. ... ll b2 3 1 . �dl :S: d8.
24. .i_ xc3 ti:)xf3+
Conduce a una debilitación
irreparable de los peones blancos.
25. gf3 .i.f4!
Deja a las blancas con una es­
tructura de peones doblados, a la
vez que después de 25. ... be 26.
fe, la posición tiene un aspecto to­
talmente distinto.
26. 'tlt'xe4
27. �h l
28. f6
bc3
ll ad8
g6
Cuando no es peligroso debili­
tar las casillas negras en la cober­
tura de peones del rey, entonces,
des�e luego, no hay motivos para
estropear la disposición de sus
peones (28. ... gf).
29. 'f!/e7
Era algo más tenaz 29. �a4.
29. ••. Wc6
30. �e4 �xf6
31. 'f!/e2
Confusión total. Por lo menos
era necesario aprovechar el alfil
de alguna manera, en caso extre­
mo incluso en c2, para defender
el peón d3.
31. ...
32. 1!Vn
33. U e4
34. �g2
�f5
.i.d2
"fi'xf3+
"fi'xd3
Tras cinco jugadas las negras
han aniquilado tres peones enemi­
gos e incluso se han quedado con
el control de la casilla c2, a la que
inevitablemente se dirige el peón
pasado.
35. .i.dl
36. �e2
c2
'f!/c3
Las blancas abandonan.
Esta derrota dejó totalmente
abatido a mi adversario, y puede
ser que por eso pronosticara que
unos meses después Botvinnik ya
no podríajugar al ajedrez, porque
gastaba excesivas fuerzas durante
el juego. Sin embargo, encontré
mi defensor en otro de los parti­
cipantes del torneo, Yurev. Ob­
servando el transcurso de la par­
tida, manifestó públicamente que
le había gustado el juego de Bot­
vinnik. «Sus piezas, dijo Yurev,
parecen estar vivas.»
7.
Gambito de Dama
O J . R. CAPABLANCA
e BOTVINNlk
Sesión de simultáneas
Leningrado, 1 925
l. d4
2. c4
3. ti:)c3
4. .i.g5
5. e3
dS
e6
ti:)f6
ti:)bd7
�b4
Por aquel entonces esta varian­
te sólo empezaba a estar de moda.
La preferí, entre otras razones,
porque durante las sesiones de si­
multáneas a Capablanca difícil­
mente le gustaban las partidas en
las que la lucha tomaba un carác­
ter menos conocido.
39
6. cd5 ed5
7. tfb3
A CapabJanca le gustaba mu­
cho hacer esta jugada en el Gam­
bito de Dama, aunque él mismo
enseñaba a los principiantes a de­
sarrollar primero las piezas meno­
res. Por eso yo habría pr�ferido
7. J.d3.
7. ••. c5
8. deS
No había ningún motivo para
cambiar el peón centralizado d4
y perder el control de la casilla c5.
8. ... 1Wa5
9. J. xf6
Un cambio forzado (se amena­
zaba tanto 9. ... �e4 como 9. ...
ttJxc5), tras el que las negras tie­
nen un juego ligero.
9. ••• tt)xf6
10. 0-0-0
Capablanca vio quejugaba con
un muchacho y decidió arriesgar­
se. Sin embargo, el enroque largo
con el juego abierto y el flanco de
rey sin movilizar resulta muy
arriesgado. Era necesario aclarar
la situación mediante 10. a3.
10. . . • 0-0
l l. .!Of3
Naturalmente, no era posible
ganar el peón central, ya que des­
pués de 1 1. � xd5 ttJxd5 12.
Wxd5 Ae6 las negras ganaban fá­
cilmente.
1 1. . ••
40
12. llJd4 llac8
13. c6
La ambición natural de cerrar
la columna «C)) lleva inesperada­
mente a un final con peón de más
para las negras.
13. ••. .i,xc3!
Las blancas no pueden respon­
der 14. be, ya que después de 14.
... .!Oe4 su posición es indefendi­
ble. Por lo tanto, hay que ceder
el peón.
14. 1!Vxc3
15. J.d3
16. *c2
t!fxa2
bc6
c5
Para a 1 7. llal con la jugada
1 7. ... cd.
17. ttJxe6 Wa4+
Una sutileza necesaria. En caso
de 1 7. ... fe, 18. li a1 las opera­
ciones para salvar la dama (1 8. ...
d4) en todos los casos llevan a la
pérdida de la ventaja. Ahora se
llega al final, que ya valoré en la
1 3.• jugada.
18. b3 1ta2+
19. 'fWb2
20. � xb2
21. f3
'fWxb2+
fe6
De lo contrario seguiría 2 1 . ...
�g4.
21. ••• íi c7
22. íi al c4
Creando un peón pasado y des­
cubriendo la posición del rey
blanco.
23. bc4
24. .tc2
25. �el
26. lit el
dc4
Ilb8+
lüd5
c3
La principal tarea de las negras
es penetrar con las torres en la se­
gunda fila.
27. íi a3 �b4
No era posible jugar 27.
íi b2 por 28. íi xc3, pero ahora se
amenaza 28. ... �xc2 29. 'it/xc2
íi b2+.
28. íi e2 liid8
Las blancas no pueden mani­
festar ninguna actividad. A 29.
.ib3 seguiría 29. ... c2 30. J.xc2
íi dc8.
29. e4
(DIAGRAMA 20)
29. ... íic6
La jugada decisiva. Aquí la to­
rre está defendida por el caballo,
y por eso en caso de 30. ... íi d2,
3 1 . íi xc3, es posible 3 1 . ... íi xe2.
No hay defensa contra la invasión
de la torre.
30. lile3
31. fi exc3
32. íi xc2
íid2
fi xc2+
]il xc2+
Aquí Capablanca mezcló las
piezas {signo de que abandonaba)
y continuó adelante. La expresión
de su cara no era muy agradable.
Por eso debo mencionar mi escep­
ticismo sobre las historias de los
testigos, en el sentido de que Ca­
pablanca pronunciase grandes
elogios sobre mis cualidades aje­
drecísticas.
8.
Defensa India de Rey
O BOTVINNIK
e M. SHEBARSHIN
Semifinal del campeonato
Leningrado, 1 926
l. d4
2. �f3
3. c4
4. �c3
S. e4
6. .te2
�f6
g6
.ig7
d6
()..()
Más adelante, generalmente,
yo fianchetaba el alfil en la Defen­
sa India de Rey, pero entonces
41
desarrollaba el alfil por e2, que en
esos años era considerado como
la mejor.
6. ••• �bd7
7. 0-0 c6
8. h3
Tenía sentidojugar h2-h3 en la
6." jugada, pero ahora es una pér­
dida de tiempo. Lo lógico era 8.
li e 1 ó 8. J.e3.
8. • • . e5
9. J.eJ We7
¿Para qué? Se imponía la idea
9. . . . ed 10. �xd4 �c5, y si se de­
fiende el peón e4 mediante 1 1. f3,
entonces con la apertura del rey
se debilita sensiblemente la casi­
lla g3. Ahora las blancas eluden
las desagradables consecuencias
de su juego impreciso en la aper­
tura
10. d5 c5
1 1. aJ �h5
Esta maniobra tiene sentido
cuando las negras tienen tiempo
d espués para jugar �h5-f4 y
f7-f5. En este caso esto resulta im­
posible, y el caballo, finalmente,
tiene que regresar a su casa. Ade­
más era posible preparar inmedia­
tamente el avance del peón «f»:
1 1. ... lbe8.
12. li e1 �f4
13. J.fl h6
Mientras tanto las negras no
pueden efectuar el plan exacto, ya
que ahora no era posible jugar 13.
... f5 por 14. J.xf4 ef 15. ef. Sin
42
embargo, aún no era tarde para
empezar la retirada del caballo.
14. gJ �h5
15. li el 'i!lh7
16. b4 b6
17. 'i!1h2 �df6
Finalmente, comienza la rea­
grupación de los caballos, pero ya
se ha perdido mucho tiempo.
18. lbgl �g8
19. .i.g2 .id7
20. beS beS
21. .i.fJ
Las blancas ocuparán en segui­
da la columna «b», pero cuando
la torre el ocupe la casilla e2, será
el momento adecuado para el
avance f7-f5, ya que la torre cie­
rra la diagonal de ataque de la
dama di sobre el caballo h5. Por
eso este papel 1o ejecutará en su
lugar el alfil.
21. ... �f6
Y ahora el mismo caballo frena
al peón «f».
22. li b1 lifb8
23. ll: e2
24. li eb2
25. n xb2
lhe8
n xb2
f5
Así, se ha llevado a cabo el
avance temático con un retraso
de 1 3 jugadas. Pero durante todo
este tiempo han sucedido muchas
cosas, y la principal, que las blan­
cas han ocupado la columna abier­
ta.
26. 't!Yd2 'i:!Yf6
27. lhdl
Retira al caballo de los golpes
tácticos (en caso de 27. ... f4, 28.
gfef) y al mismo tiempo defiende
la torre.
27. ..• lhe7
28. 'iWa5 fe4
29. .t. xe4 .i.f5
Es difícil decir si era mejor 29.
... lhf5, ya que en principio nada
cambia sustancialmente.
30. .t.xf5
La jugada 3 0. lhc3 era más co­
rrecta para la lucha, por el blo­
queo de la casilla e4.
30. ... lhxf5
31. r&>g2 'i:!Yf7
Tampoco se conseguiría impe­
dir la invasión de las fuerzas ene­
migas, pero era preferible intra­
ducir en juego al segundo caballo.
32. 'W'a6 lhf6
(DIAGRAMA 22)
33. Wb7
Las blancas rehusan la ganan­
cia de peón para no dar al contra­
rio posibilidades de contrajuego
después de 33. lib7 '*ff8 34.
n xa7 1I b8 (35. lib7 lia8).
33. ... 'W'g8
En caso de llegar al final la ac­
tividad de las negras se reduciría
al mínimo.
34. lhc3 lid8
35. a4 li d7
36. Wb8 Wf7
37. aS e4
38. libl
Por motivos profilácticos es ne­
cesario retirar la torre de la dia­
gonal del alfil e nemigo, ya que
puede abrirse en cualquier mo­
mento.
38. ••. lhg4
Este cambio de operaciones no
supone ningún alivio para las ne­
gras, pero tampoco podían espe­
rar, ya que se amenaza a5-a6 y
libl-b7.
39. hg4
40. fe3
43
41. a6 .id2
42. 'i!Vb3
Las blancas no conseguían
nada continuando 42. ll b7 .i_ xe3
43. n xd7 !fxd7 44. !t'b7 'flg7
45. �e2 por 45. ... .i.d2!
42. ... .i.b4
Las negras han conseguido pa­
ralizar la actividad del adversario
en el flanco de dama, pero el alfil
en b4 está apartado del juego.
43. flc2 !feS
44. ll fl !feS
45. IH4
No encuentro inmediatamente
el plan exacto: en esta casilla debe
situarse el caballo blanco, para
provocar el debilitamiento g6-g5.
45. ... ll e7
46. �h3 .iel
47. �e2 .ib4
Si no, 48. ll fl .i.b4, 49. �f4 y
después �e6.
48. llfl g5
Las negras toman bajo control
la casilla f4, pero crean un aguje­
ro en f5.
49. �gl �g6
5o. 'flf2 wh7
51. �e2 'i!Vg7
52. !ff5+ 1Wg6
53. !ff8 'i!Vg7
54. 'flf6!
El peón d6 no tiene salvación,
pero después de 54. ... 'flxf6 55.
n xf6 ll d7 5 6. ll e6 se pierde el
peón e4. Las negras se dirigen a
44
la única posibilidad de mantener
la igualdad material.
54. ...
55. ¡t'xd6
56. 't!Yc6
57. 't!fe6
58. 't!Yf5+
.td2
.i,xe3
ll c7
ll e7
'fg6
Al disponer por fin de la posi­
bilidad de avanzar el peón pasa­
do, las blancas no pueden aguan­
tarse. Sin embargo, precisamente
aquí mediante 59. ll b l seguida
de llbl-b7 se obtenía la victoria
brevemente.
59. d6
60. I[ x/5
61. ll d5
1fxf5
I[ d7
�g6
Tampoco salía bien el intento
de conservar el peón e4: 6 1 . ...
.i.f2 62. Wg2 .tel 63. I[ xc5
]% xd6 64. l% c7+ �g6 65. ]l xa7.
62. �c3 �f6
63. li)xe4+ �e6
64. �g2 .id4
65. �f3 I[f7+
66. lil:f5 lE g7
Todavía disponía de una buena
posibilidad: 67. li f8 con el trasla­
do de la torre a b7, y si 67. ...
li f7+, 68. li xf] c;t>xf7 69. d7
c;t>e7 70. lbd6 � xd7 7 1 . lbb5,
etc. Las blancas dejan escapar
esta excelente continuación.
67. c;t>e2
68. t:Dxc5+
69. ;¡¡¡: xcs
70. ¡¡: f5
No proporcionaba nada bueno
el intento de defender el peón a7:
70. ... Wc7 7 1 . li f6 li h8 ó 70. ...
li g7 71. �d3 li h7. En ambos ca­
sos decide el avance del rey blan­
co y el peón «c».
71. li ti
72. li xa7
Los requisitos de este torneo
clasificatorio eran muy severos:
sólo pasaba a la final el vencedor,
y mi adversario, uno de los juga­
dores de primera categoría más
fuertes de la ciudad, había gana­
do en todos los encuentros hasta
nuestra partida. Yo ya tenía unas
tablas, por lo que necesitaba ob­
tener la victoria. Ya que no da
nada a las blancas 73. li a8 �b5
74. a7 Wb6 sólo quedaba...
73. lii: c7+ r¿,bs
Las negras acercan instintiva­
mente el rey al peón pasado, para
que la torre resista la actividad del
rey enemigo. Pero esto no es po­
sible, y el rey negro se queda en
una posición pasiva. Las blancas
cambian el peón «a» por los dos
contrarios, lo que lleva a una po­
sición teóricamente ganada debi­
do al alejamiento del rey negro.
Era interesante y complicado el
juego después de 73. ... Wd4,
pero de esto hablaremos después.
74. a7 lia6
Aquí se aplazó la partida por
segunda vez, y Serezhi Kaminer
me explicó todo inmediatamente.
Mi adversario aún confiaba en mi
ingenuidad, y a través de su inter­
mediario me ofreció las tablas,
manifestando la opinión de que si
ambos terminábamos imbatidos,
nos incluirían a los dos en la final.
Sin embargo, tras las explicacio­
nes de Serezhi, comprendí que la
final sólo la jugaba uno.
75. Wf3
76. li h7
77. I;l xh6
78. c;t>e4
li a4
�eS
I;I xa7
Ahora el rey negro queda apar­
tado de los peones pasados tanto
horizontal como verticalmente;
algunos años después prestó su
atención a este final de torres N.
D. Grigoriev.
45
78. . . . 'iJ. g7
79. 'i!le5 'iJ.g8
80. 'iJ. e6 IU8
81. Jlg6 Jle8+
82. �f6 'iJ.e4
83. �xg5
En la jugada 97 las negras se
rindieron.
Pero ahora volvamos a la posi­
ción que se producía tras la res­
puesta 73. ... 'i!ld4, que indudable­
mente colocaba ante las blancas
problemas más difíciles.
Más tarde. en el análisis case­
ro examiné la continuación 74. a7
'iJ. a6, 75. �d2 'i!le4 76. 'i!lc3 'i!lf3
77. 'i!lb4. Si 77. ... 'i!fxg4 78. 'i!lb5
'iJ. al 79. li c4+ y 80. 'iJ. a4, enton­
ces ganan las blancas. Este resul­
tado es el mismo después de 77.
... � xg3 78. 'iJ. c3+ e;t. xg4 79.
li a3 l1 xa7 80. l1 xa7 'iJ. f3 (80. ...
h5 8 1. 'i!lc4 h4 82. �d3 h3 83.
�e2 h2 84. llh7 'i!l g3 85. 'i!lfl )
81. �c3 g4 82. 'i!id2 g 3 83. � e l
g2 84. 'iJ. a3+. Pero las negras tie­
nen una astuta continuación 77.
... �g2! (a 78. 'iJ. c2+ 78. ... �h3!)
para dar la torre por el peón «a>>
46
sólo cuando el rey blanco se haya
alejado de la primera fila. Por
ejemplo, 78. 'i!lb5 li al 79. 'i!ib6
e;t.xg3 80. Jl c8 'iflxg4 8 1 . a8=!r
l1 xa8 82. l1 xa8 h5 83. *c5 h4
84. �d4 h3 85. *e3 h2 86. l1 h8
*g3, y tablas. Si 80. 'iJ.c4, enton­
ces 80. ...*h4 81. 'i!ib7 h5 y las
blancas tampoco pueden ganar.
Pero pasadas algunas décadas
estudiando la partida se puso de
relieve que la jugada 73. ... c;fold4
también llevaba a la derrota des­
pués de 74. a7 'iJ. a6 75. �d2 � e4
76. 'iJ. f7! (en vez de 76. �c3), im­
pidiendo la penetración del rey
negro. Entonces sólo queda 76. ...
c;fold4 77. c;folc2 c;folc4 78. �c7+ �d4
79. �b3 'i!le4 80. l1 f7!, y las blan­
cas ganan aproximando el rey al
peón «a».
9.
Gambito de Dama
O Y. ROJLIN
e BOTVINNIK
Campeonato de
1926
l. d4
2. lilf3
3. c4
4• .ig5
5. lilc3
6. Jl cl
Leningrado,
lt)f6
e6
d5
lilbd7
c6
En ese tiempo se consideraba
a esta jugada como la panacea
contra la variante Cambridge­
Springs, pero todavía no se había
adivinado que después de 6. ... de
7. e4 b5 las negras tienen un peón
de más (ver. también, la partida
n." 40) y la iniciativa de las blan-
cas no es tan peligrosa como pue­
da parecer a primera vista.
6. • • • h6
7. �h4
Y esta retirada en esta y en otra
serie de posiciones análogas pue­
de llevar de nuevo a la pérdida del
peón indicado anteriormente.
Era correcto 7. �xf6.
7. ... dc4
8. e4 1Wa5
El lector ya sabe que se debía
jugar 8. .. . b5.
9. eS
Ahora las blancas recuperan el
peón, obteniendo una clara ven­
taja de desarrollo.
9. ...
10. �xc4
1 1. bc3
lbe4
lbxc3
.ia3
Todas las acciones emprendi­
das por las negras no las ayudan
ni en la lucha por el centro, ni a
terminar el desarrollo del conge­
lado flanco de dama.
12. It c2 lbb6
13. ltld2! ltldS
Ahora las blancas pueden pasar
a las acciones decisivas, 1 4. 1!Fg4
(o 1 4. 0-0 y a 1 4. ... ltlxc3 15.
ti'g4). La decisión de perder tiem­
po en la defensa del peón c3 per­
mitirá a las negras complicar el
juego sacrificando dos peones.
14. �f3 eS!
15. .ixdS
A propósito, la invitación de
las negras podría rehusarse y or­
ganizar mientras tanto el enro­
que, manteniendo todas las ven­
tajas de su posición.
15. ...
16. 'fixdS
17. �xb7
18. 0-0
ed5
�e6!
0..0
Así, pues, ambos bandos han fi­
nalizado el desarrollo, y las blan­
cas poseen una sólida ventaja de
material. Sin embargo, esta últi­
ma circunstancia no se sentirá en
la lucha posterior, ya que el juego
abierto permitirá sacar el máximo
provecho de la fuerza de los alfi­
les y las torres negras.
18. • . . Itfc8
19. ltlb3 'fia4
20. .ig3
Aún no es posible aniquilar el
peón enemigo «C», y en el futuro
resultará muy desagradable para
las blancas.
20• ••.
21. lbal
22. It d2
c4!
�fS
!faS
¿Cómo defender el peón c3?
Desde luego si se entrega, enton-
47
ces no habrá quien detenga al
peón c4. Ahora se empieza a de­
volver poco a poco lo adquirido.
23. e6! � xe6
24. dS �rs
Perdía 24. ... ¡f'xc3 debido a
25. 1I c2.
25. �es f6
26. �d4
Recuerde esta posición y pres­
te atención, porque volverá a re­
petirse, ya que las negras deciden
economizar tiempo para el con­
trol.
26. ..• 1I cb8
27. Wc6 ll c8
28. Wb7
La posición se produce en el ta-
blero por segunda vez.
28. ... ll cb8
29. W'c6 ll c8
30. ft'b7
¡Y tercera vez! ¿Por qué las
blancas no piden tablas ante esta
repetición dejugadas? Porque en­
tonces no existía la regla de la re­
petición de posiciones, sino que
la triple repetición debía produ­
cirse tras una serie de jugadas de
ambos bandos. ¡Y la serie sólo ha­
bía sido de dos!
30. .•• �d6
Las negras no querían las ta­
blas, ya que prevén restablecer la
igualdad de material junto a una
ventaja posicional.
48
31. ltJc2 1I ab8
32. Wxa7
33. �xa7
f:fxa7
1I b2
Así se asegura la invasión de
ambas torres en la segunda fila.
34. li cl nas
35. .ae3 naxa2
36. ltJd4!
Correcto, yaque mediante este
truco táctico se salva la pieza.
36. ... ]I xd2
37. �xd2 .ie4
38. .ie3 �xd5
Entonces yo jugaba sin ningún
apuro para llegar al control de
tiempo de 2,5 horas para 37 juga­
das. Aquí se aplazó la partida, y
las blancas ofrecieron tablas. Yo,
naturalmente, estaba seguro de
poder realizar mi ventaja. Ade­
más, ¿es posible que en una posi­
ción tan llena de vida se pueda re­
husar continuar la lucha?
39. f3 .an!
El alftl se traslada a una casilla
más favorable, d3, desde donde
podrá defender el peón c4 y difi-
cultará al máximo la movilidad de
las piezas blancas.
40. lldl
41. lbc6
42• .i.d4
.i.g6
.i.d3
Las blancas no debían eludir el
final con alfiles de distinto color:
42. lbb4 .i,xb4 43. cb ll b2.
42. ... llb2
43. ll el *h7
44. lbe7 hS!
Las n egras tienen previsto
avanzar los peones del flanco de
rey para abrir Ja segunda fila.
45. lbdS h4
46. lbe3
Era imprescindible continuar
46. b.3, pero en este caso sólo se
llegaría a una prórroga, ya que to­
das las piezas blancas están con­
denadas a la pasividad.
46. ... h3
47. g3 rs
Creando la amenaza 48 . ... f4.
48. f4
Sólo quedajugar g7-g5 para ob­
tener la victoria.
49. It al lftg8
Para que no haya ni jaques,
aunque no salvarían a las blancas.
50. ll el
Las blancas han caído en el
Zeitnot y en la desesperación.
50. .. . gS!
51. ll dl
Si 5 1 . fg, e ntonces 5 1 .
.t_ xg3.
51. ... gf4
52. .i.b6 fg3
Las blancas abandonan.
Esta partida se jugó al princi­
pio, en el que conseguí cinco vic­
torias consecutivas. Desde luego,
mi humor era excelente, y con ello
vino la seguridad en mi fuerza aje­
drecística. Es cierto que después
me llegó el turno de la desgracia,
pero al final resultó vencedor Ilin­
Genevsky y yo compartí el segun­
do-tercer puesto con l. Rabino­
vich.
10.
Defensa Eslava
O BOTVINNIK
e l. RABINOVICH
Campeonato de la región no­
roccidental
Leningrado, 1 926
l. d4
2. c4
3. lbf3
4. e3
S. lbc3
6. .i.d3
d5
c6
lbf6
e6
lbbd7
Hay que advertir que ningún
otro intento de obtener aquí el
éxito mediante otros procedi­
mientos conduce a resultados po­
sitivos. Por ejemplo, después de
6. 1Wc2 .i.d6 7. J1d2 0-0 8. 0-0-0
c5 9. cd ed l O. lttb l a6 1 1 . .i.cl
c4 12. g4 l!Jb6 13. h3 lle8 1 4.
.i.g2 .i.b4 15. lbe5 J.xc3 16.
'fWxc3 lbe4 las negras tienen un
49
juego excelente (Taimanov-Bot­
vinnik, match 1953).
6. ..• dc4
7. .txc4 b5
8. .td3 a6
9. e4 c5
Más tarde, las negras eludían
esta variante de la Merano debi­
do a 10. d5. Sin embargo, la fuer­
za de la jugada de Boleslavsky,
10. d5, en cierta manera fue pues­
ta bajo duda debido a 1O. .. . eS
1 1 . b3 c4 1 2. be .i.b4 1 3. .i.d2 be
14. .tc2 1!i'a5 15. lbe2 l!)xe4 1 6.
.txe4 c3.
10. eS lbg4
Entonces en vez de esto se ju­
gaba habitualmente 1 0. ... cd, al
estilo de Sozin. Todos teníamos
fresca en la memoria la victoria,
con negras, en esta variante de
Vilner sobre Bogoljubov en el
Campeonato de la URSS de
1925. Sin embargo, mi adversa­
rio, siempre a la búsqueda de pu­
blicaciones teóricas, por lo visto
quiso comprobar cómo me orien­
taba en una situación poco fami­
liar.
1 1. .i.g5
Una jugada desagradable para
las negras, que todavía era desco­
nocida para la teoría en los años
60, cuando se publicó por prime­
ra vez esta partida.
1 1. •••
12• .i.e4
"'b6
.tb7
Las negras eluden la continua­
ción 1 2. ... ll a7 13. d5, en la que
50
pueden caer bajo un peligroso
ataque debido al retraso en el de­
sarrollo. Pero ahora la dama ne­
gra deja de controlar la casilla d4,
y las blancas ganan tiempo para
enrocarse.
13. .i,xb7
14. 0..0!
1/lxb7
h5
Después de 14. ... cd 15. 'f!t'xd4
habría que jugar igualmente 15.
... h5.
15. d5!
Cuando el rey enemigo está
atascado en el centro no hay que
tener miedo a sacrificar peones.
15. ••. lbdxeS
16. l!)xe5 l!)xeS
17. de6 f6
Las negras eluden capturar el
peón e6, que ahora bloqueará la
columna «e».
18. We2 .i.e7
19. li adl h4
Si 19 . . .. c4, para cerrar la co­
lumna abierta situando el caballo
en d3, las blancas desarrollarían
el ataque mediante 20. lbd5 y 21.
�e4. También podrá haber efec-­
tuado este plan ahora, pero pre­
ferí llevar la partida a un final fa­
vorable.
20. f4
Aún hubiese sido más sencillo
la previa 20. h3, pero las blancas
no querían desviarse de sus inten­
ciones.
20. ... h3
A la retirada del caballo deci­
día 21. li d? y 22. lt:ld5.
21. feS
22. 'fi'xg2
23. �xg2
�xg2+
hg2
fg5
Durante la partida valoré que
esta, posición estaba ganada, pero
a causa de mi juventud no encon­
tré el camino correcto.
24. B: f7
Estajugada gana pieza, y como
todo iba a la perfección, no me
preocupé de buscar lo mejor. Y
como demostró A. Kubbel des­
pués de la partida, la mejor con-
tinuación era: 24. lt:ld5! la: a7 (24.
... �d8 25. e7 �aS 26. e6) 25.
lt:le3! g6 26. lt:lg4 i..d8 27. lt:lf6+
�e7 28. li d6, etc.
24. ... B:h6
25. li xe7+
Es evidente que ni siquiera me
propuse la posibilidad de jugar
primero 25. la: xg7. Desde luego
la pieza no se va a escapar a nin­
gún sitio: 25. ... la: xe6 26. Ir.g8+
�f8 27. lifl tJe7 28. lt:ld5+ o 25.
.. . Wf8 26. li xe7.
25. ...
26. lt:ld5+
�xe7
..t>xe6
Es peor 26. . .. �f8 a causa de
27. e7+.
27. lt:lc7+
28. lt:J xa8
'i!fxe5
1I c6
Naturalmente, yo me había en­
contrado en numerosas ocasiones
con situaciones en las que, diga­
mos, uno de los bandos perdía
peón, pero tras esto conseguía
una serie de factores positivos.
Pero ganar una pieza, incluso por
dos peones doblados y aislados, y
después experimentar dificulta­
des para realizar la ventaja, ten­
go que reconocer que nunca me
había sucedido. Y mientras tanto
es posible que sólo en este mo­
mento y con una única posibili­
dad las blancas podían alcanzar la
victoria. Para ello era necesario
jugar 29. a4!, con la amenaza 30.
a5 y 31. lbb6, y a 29. ... ba, 30.
li al . Dejé ir esta idea, y después
ya fue imposible superar la resis­
tencia del adversario.
51
29. li d7
29. ... lid6
Las negras podían continuar
29. ... c4 30. liJc7 b4 3 1 . liJd5
l!fe6 32. lil d8 c3 33. liJxb4 c2 ó
30. l!ff3 b4 3 1 . Ji c7 wd6 32.
JI xc6+ wxc6 3 3 . we4 wb7 34.
wd4 c3.
30. li xg7
Después del cambio de torres
hay que salvar el caballo (31 . a4),
pero entonces las negras pueden
pensar incluso en posibilidades
de victoria (31 . c4 32. liJb6
wc5).
30. •.. lid2+
31. Wg3 Ji xb2
32. li xgS+ wd4
33. h4 Ji xa2
34. hS li al
Ha surgido una posición de do­
ble filo, en la que es necesario
pensar detenidamente. Por eso
para ganar tiempo antes del con­
trol me puse a repetir la posición,
pero no una serie de jugadas (leer
los comentarios a la partida n.o 9).
52
3s. wg2 lia2+
36. ct>g3 lial
37. Wg2 lia2+
38. l!fgl
Ya no había ocasión de retirar
el rey a la otra casilla, precisamen­
te para que la serie de jugadas no
sea igual a las precedentes.
38. ... lial+
39. Wg2 lia2+
40. l!fg3 lial
El análisis demostró que tras
una defensa correcta del adversa­
rio las blancas no podían ganar,
pero se podía intentar, ya que no
se corría ningún riesgo. Así...
41. liJc7 c4
42. liJe6+ we3
43. liJf4 c3
44. li cS li gl+
45. liJg2+ wd3
Ahora las negras ya están pre­
paradas para entregar su torre
por el peón, ya que sus peones pa­
sados con la ayuda del rey son
muy peligrosos.
46. h6 lihl
47. liJf4+
A 47. liJh4 seguiría 47.
li gl+, y debido a la maniobra 48.
. . . lig8 las blancas están obliga­
das a volver con el caballo a g2.
47. ... wd4
48. ll c6 c2
49. Wg2 lib4
Si 49. .. . el=!V, entonces 50.
liJe2+.
so. Wg3 lihl
Tablas.
l. Rabínovich junto con P. Ro­
manovsky, G. Levenfish y A. Ilin­
Genevsky enseñaron mucho a los
jóvenes ajedrecistas de Leningra­
do. A propósito, antes del torneo
yo era vecino de mi compañero,
y lo visitaba a menudo. Ilia Leon­
tevich estaba escribiendo enton­
ces su conocido trabajo «Fina­
les)), que desde hacía mucho tiem­
po fue la única posibilidad de es­
tudio de los finales de partida. Ve­
rificamos conjuntamente sus aná­
lisis de vez en cuando, con lo que
conseguí hacer progresos que, no
lo oculto, me proporcionaban una
gran satisfacción.
1 1.
Gambito de Dama
O GOLUBEV
e BOTVINNIK
Campeonato de la región no­
roccidenta1
Leningrado, 19 26
1. d4
2. c4
3. iL!f3
4. �gS
S. iLlc3
6. e3
li)f6
e6
dS
iL!bd7
c6
'iraS
En esa época estaba de moda
la defensa Cambridge-Springs, y
yo la empleaba con buenos resul­
tados. Unos años después tam­
bién la empleó Alekhine en Bue­
nos Aires, en su match para el
Campeonato del mundo contra
Capablanca. Mi adversario nunca
fue muy fuerte en la teoría de
aperturas, y sus primeras jugadas
resultan desafortunadas. Las con-
tinuaciones más convenientes
son: 7. lL!d2 y 7. cd.
7. 'irb3 lL!e4
Ahora el alfil de g5 no es un
adorno, sino un defecto en la po­
sición de las blancas. Ya se ame­
naza 8. . .. de ganando pieza.
8. cdS edS
9. �f4 Ab4
10. ll cl eS
El lector seguramente habrá
advertido que la idea principal de
esta partida está relacionada con
la idea de la partida n.o 7. La ini­
ciativa está del lado de las negras,
que ya quieren jugar 1 1 . ... c4,
para después capturar el peón a2.
A las blancas no les favorece to­
mar el peón dS: 1 1 . 'itxd5 iLl xc3
12. be .i_ xc3+ 13.- 'Ctdl 0-0.
11. a3
12. bc3
13• .ie2
14. deS
�xc3+
0-0
lL!b6
A 14. 0-0 seguiría 14. ... c4 15.
'ti'b4 W xb4 1 6. cb (1 6. ab lL!a4)
1 6. ... aS.
14. ... 1;fxcS
1S. .teS
El traslado del alfil a la casilla
d4 es del todo conveniente, pero
ya era hora de que las blancas se
enrocaran.
1S. •.. lL!c4!
El caballo ataca al alfil y al peón
a3, pero todavía no se amenaza
1 6. ... iLJxf2 por 17. .id4. Como
el alfil lo defiende todo, es nece-
53
sario jugar 16. a4. Sin embargo,
las blancas deciden cambiar el al­
fil por el caballo, lo que les crea
dificultades suplementarias.
16. .i_xc4 dc4
Ahora la posición del alfil en d4
no va a resultar tan fuerte, y lo
que es más importante, las negras
se han librado del peón aislado.
Otro factor sustancial es la mala
posición del rey blanco y la ame­
naza de la maniobra lbe4-c5-d3 .
17. 1Wb4 .i.g4
Las negras se aprovechan de
que el cambio 1 8. �xc5 lLJ xc5
está unido a la amenaza de inva­
sión del caballo en d3. Por ejem­
plo: 19. .i.d6 lbd3+ 20. �d2
� fd8. En caso de 1 8. .i.d4 1Wf5
el flanco de rey de las blancas se
viene abajo. Por eso dan como
bueno «agarrarse» al peón, pero
caen de la sartén al fuego.
18. ffxb7 � xf3
19. gf3 lbxf2
La amenaza 20. ... tbd3+ es tan
horrible, que no les queda otra
54
elección que capturar el caballo.
Sin embargo, tras esto la resisten­
cia llegarápidamente a su fin. Por
eso puede ser que debieran con­
formarse con la continuación 20.
.i.d4 lbd3+ 2 1 . �di.. Entonces,
por ejemplo, 2 1 . ... 1Wf5 22. �hgl
g6 23. � b l tbc5!, y el ataque al
rey blanco se desarrolla por sí
solo.
20. �xf2 �xe5
21. f4
Desde luego no es posible man­
tener ambas torres defendiendo a
los peones c3 y h2.
21. ... Wf5
En el tablero el material está
igualado, pero la insegura posi­
ción del rey blanco hace de la de­
fensa un problema insoluble.
22. 1!Vbl
O 22. lif3 � ab8.
22. ...
23. tl:t'e4
24. � c2
25. �e2
26. 'f:ixc4
'fi'b3
li ad8
fih4+
� feS
Las blancas previenen la inva­
sión de la torre en d3, pero ya se
divisa otro golpe de las negras.
26. ... 'Wh3
No es posible defender al mis­
mo tiempo el peón e3 y la casilla
g2.
27. '!feS 'Wg2+
Las blancas se rinden.
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Botvinnik partidas selectas vol.1. 1923-1941.

  • 1.
  • 3. Colección Internacional de Ajedrez Director: Antonio Gude © M. Botvinnik © 1990 Ediciones Eseuve, S. A. Sebastián Elcano, 30 - 28012 Madrid Traducción: Manuel Suárez Sedeño Cubierta: Tomás López I.S.B.N.: 84-87301-07-X. Depósito legal: M. 13.387-1990. Fotocomposición: Pérez Díaz, S. A. Madrid Impreso en Ibérica Grafic, S. A. Fuenlabrada (Madrid)
  • 4. Mijail Bot1'innik Partidas selectas (1) 1923-1941 EDICIONES ESEUVE
  • 5.
  • 6. INDICE Del «Shajmatny Listok» de Chigorin al umbral del OUmpo ajedrecístico Partidas selectas 1925-1941 N.• l . Rivlin-Botvinnik, 1925 N.• 2. Nadporobhsky-Botvinnik, 1925 N.• 3. Rivlin-Botvinnik, 1925 N.• 4. Botvinnik-Zverev, 1925 N.• 5. Perlilev-Botvinnik. 1925 N.• 6. Proskurin-Botvinnik, 1925 N.• 1. Capablanca-Botvinnik, 1925 N." 8. Botvinnik-Shebarshin, 1926 N." 9. Rojtin-Botvinnik, 1926 N.• 10. Botvinnik-Rabinovich, 1926 N.• 11. Go1ubev-Botvinnik, 1926 N." 12. Botvinnik-Stoltz, J926 N." 13. Botvinnik-Grigoriev, 1927 N.• 14. Botvinnik-Ragozin, 1927 N." 15. Rabinovich-Botvinnik, 1927 N." 16. Botvinnik-Nenarokov, 1927 N." 17. llin-Genevsky-Botvinnik, 1927 N." 18. Botvinnik-Jododkievich, 1927 N." 19. Botvinnik-Pavlov-Pianov, 1927 N." 20. Botvinnik-Yuriev, 1927/28 N.• 21. Botvinnik-Sharov, 1928/29 N." 22. Botvinnik-Go1dberg, 1929 N.• 23. Botvinnik-Sozin, 1929 N.• 23. Ragozin-Botvinnik, 1930 N.• 25. Botvinnik-Kubbel, 1930 N." 26. Rojtin-Botvinnik, 1930 N." 27. Botvinnik-Kan, 1930 N.• 28. Botvinnik-Kan, 1930 N.• 29. Botvinnik-Batuiev, 1930/31 N.• 30. Botvinnik-Miasoedov, 1930/31 N." 31. Alatorzev-Botvinnik, 1930/31 N.• 32. Yurgis-Botvinnik, 1931 N." 33. Botvinnik-Breitman, 1931 N." 34. Golubev-Botvinnik, 1931 N." 35. Botvinnik-Kasparian, 1931 N." 36. Botvinnik-Sorokin, 1931 N." 37. Kasparian-Botvinnik, 1931 N." 38. Botvinnik-Alatorzev, 1931 N:" 39. Botvinnik-Kan, 1931 N." 40. Rauzer-Botvinnik, 1931 N." 41. Botvinnik-Riumin, 1931 N." 42. Botvinnik-Miasoedov, 1932 N." 43. Botvinnik-Alatorzev, 1932 N." 44. Chejover-Botvinnik, 1932 N." 45. Botvinnik-Model, 1932 N." 46. Botvinnik-Savitsky, 1932 N." 47. Lisitsin-Botvinnik, 1932 N.• 48. Botvinnik-Ragozin, 1932/33 N." 49. Botvinnik-Alatorzev, 1932/33 N.� 50. Botvinnik-Nenarokov, 1933 N." 51. Lisitsin-Botvinnik, 1933 N." 52. Botvinnik-Sozin, 1933 N." 53. Rauzer-Botvinnik, 1933 N." 54. Botvinnik-Yudovich, 1933 N." 55. Botvinnik-Flohr, 1933 N." 56. Flohr-Botvinnik, 1933 N." 57. Botvinnik-Belavaenets, 1934 N." 58. Botvinnik-Alatorzev, 1934 N.• 59. Botvinnik-Rabinovich, 1934 N." 60. Yudovich-Botvinnik, 1934 N." 61. Botvinnik-Kmoch, 1934 N." 62. Botvinnik-Menchik, 1934/35 N." 63. M. Barry-Botvinnik, 1934/35 N." 64. Botvinnik-Spielmann, 1935 N.• 65. Capablanca-Botvinnik, 1935 N.• 66. Riumin-Botvinnik, 1935 7
  • 7. N: 67. Goglidze-Botvinnik, 1935 N.• 68. Botvinnik-Lasker, 1935 N: 69. Botvinnik-Chejover, 1935 N." 70. Botvinnik-Lilienthal, 1936 N." 71. Botvinnik-Kan, 1936 N: 72. Botvinnik-Capablanca, 1936 N: 73. Botvinnik-Riumin, 1936 N.0 74. Kan-Botvinnik, 1936 N.• 75. Botvinnik-Aohr, 1936 N.• 76. Botvinnik-Ragozin, 1936 N: 77. Bogoljubov-Botvinnik, 1936 N.• 78. Botvinnik-Tartakower, 1936 N.• 79. Alekhine-Botvinnik, 1936 N.• 80. Capablanca-Botvinnik, 1936 N.• 81. Lasker-Botvinnik, 1936 N.• 82. Botvinnik-Thomas, 1936 N: 83. Botvinnik-Vidman1936 N." 84. Levenfish-Botvinnik, 1937 N." 85. Botvinnik-Levenfish, 1937 N: 86. Botvinnik-Levenfish, 1937 N.• 87. Sokolsky-Botvinnik, 1938 N.• 88. Botvinnik-Chejover, 1938 N.• 89. Botvinnik-Kasparian,1938 N.• 90. Botvinnik-Budo, 1938 N.• 91. Botvinnik-Makogonov, 1938 N." 92. Botvinnik-Reshevsky, 1938 N." 93. Botvinnik-Alekhine, 1938 N.• 94. Botvinnik-Capablanca, 1938 N." 95. Alekhine-Botvinnik, 1938 8 N." 96. Tolush-Botvinnik, 1939 N.o 97. Rabinovich-Botvinnik, 1939 N." 98. Dubinin-Botvinnik, 1939 N.• 99. Botvinnik-Kan, 1939 N."100. Pogriebissky-Botvinnik, 1939 N.• 101. Kotov-Botvinnik, 1939 N.•102. Botvinnik-Ragozin, 1940 N: 103. Botvinnik-Ragozin, 1940 N.• 104. Ragozin-Botvinnik, 1940 N: 105. Botvinnik-Ragozin, 1940 N:106. Ragozin-Botvinnik, 1940 N."107. Botvinnik-Bo1eslavsky, 1940 N."108. Botvinnik-Levenfish,1940 N."109. Stolberg-Botvinnik, 1940 N.• 110. Panov-Botvinnik, 1940 N.•111. Botvinnik-Boleslavsky, 1941 N.•112. Botvinnik-Lilienthal, 1941 N: 113. Keres-Botvinnik, 1941 N.• 114. Smyslov-Botvinnik, 1941 N.•115. Botvinnik-Keres, 1941 N.•116. Bondarevsky-Botvinnik, 1941 N."l l7. Botvinnik-Boleslavsky, 1941 N: 118. Smyslov-Botvinnik, 1941 N.• 119. Lilienthai-Botvinnik, 1941 N.• 120. Bondarevsky-Botvinnik, 1941 Partidas de entrenamiento .................. 385 Apéndice .............................................. 394 Resultados de torneos y matcbes ........ 394 lndice de aperturas .............................. 397
  • 8. DEL c<SHAJMATNY LISTOK» DE CHIGORIN AL UMBRAL DEL OLIMPO AJEDRECISTICO Hace sesenta años, en septiem­ bre de 1923, me enteré de que existía el juego del ajedrez. En­ tonces no llegué a pensar que se convertiría en una «profesión». Siempre pensé, de acuerdo a mis propias deducciones, qué era lo que iba a estudiar, ajedrez, elec­ trotecnia o cibernética, y desde luego en estas profesiones adqui­ rí una cualificación bastante alta. En este libro (suponiendo que tras él vendrán otros) he reunido ciento veinte partidas jugadas en el período anterior a la guerra. Las partidas han sido selecciona­ das con bastante rigor, y aunque tienen una importancia desigual, bajo mi punto de vista no hay par­ tidas malas en este libro. Por re­ gla general no son perfectas, pero cuando hay una verdadera lucha sobre el tablero, es dudoso que se puedan evitar los errores. Después de que el amigo de mi hermano Lenia Basky me enseña­ ra cómo se jugaba al ajedrez, em­ pecé a buscar contrincantes con clase. En el otoño de 1923 tomé parte por primera vez en un tor­ neo escolar y quedé bastante mal: obtuve aproximadamente medio punto. Me queda un vago recuer­ do de aquel torneo. Sólo recuer­ do que jugábamos después de las clases, en las mesas de la escuela. De las partidas en sí me quedó un sentimiento de insatisfacción. A pesar de mi mayor edad, mis ad­ versarios me ganaban con fre­ cuencia: tenían más experiencia y conocimientos. No recuerdo quién fue enton­ ces el primero, probablemente Grisha Abramovich o Vitia Miliu­ tin. Vitia Miliutin estudiaba en el último curso, y Grisha Abramo­ vich ya había terminado la escue­ la; era miembro de la asamblea ajedrecística de Leningrado y te­ nía la tercera categoría. Yo lo tra­ taba con gran respeto. Por aquel entonces sucedieron en la escuela cambios importan­ tes. Se organizó la célula del kon­ somo1, empezó a publicarse un pe­ riódico mural, y se organizaron reuniones por las tardes. Si ante­ riormente después de las clases los alumnos generalmente se iban a casa, ahora nos retenían con fre­ cuencia, y nos ocupaban en actos sociales, estudios políticos, en de­ portes (generalmente jugábamos al baloncesto), y también en aje­ drez. En aquella época el ajedrez em­ pezó a cobrar popularidad entre los escolares de Leningrado. Casi todas las escuelas celebraban tor­ neos; era una práctica habitual los encuentros de escolares por equi- 9
  • 9. pos. Nuestra 157." escuela no fue una excepción: en casi todas las clases superiores se celebraban torneos. En nuestra aula, después de las clases, Shura Orlov, Vitia Tabachisky y yo luchábamos dos o tres veces a la semana delante de un tablero de ajedrez. Sin embargo a mí no me satis­ facían estos encuentros. Me sabía de memoria el <<Shajmatny Lis­ tok», del año 1876-77, de M. l. Crugorín, y destrozaba fácilmen­ te a mis compañeros. Cuando se acababa de publicar el manual de aperturas de N. Grekov y V. Ne­ narokov, me lo compré inmedia­ tamente, y me leía cuidadosamen­ te todas las secciones de ajedrez de los periódicos. También aproveché la llegada a Leningrado del ex-campeón mundial Em. Lasker: copié todas las partidas de la gira de Lasker y las analicé, ampliando mis cono­ cimientos. Gradualmente comencé a supe­ rar a alumnos mayores que yo, pero con Vitia Miliutin no pude conseguirlo nunca. Recuerdo que en cuanto me «aprendí» la aper­ tura española, fui a jugarla inme­ diatamente con blancas contra Miliutin. Sin embargo en algún momento (que era lo que yo ne­ cesitaba) se desvió de la variante analizada por Grekov y Nenaro­ kov, y... ¡ganó rápidamente! Se aproximaba el campeonato regular de nuestra escuela. A di­ ferencia de torneos anteriores, en los que habían tomado parte 14 ajedrecistas, todos contra todos, 10 en este caso se decidió llevar a cabo un torneo cuadrangular a dos vueltas. No recuerdo por qué tomaban parte sólo cuatro ajedre­ cistas. Creo que entonces estaba claro que el resto eran más flojos, pero el motivo principal probable­ mente residía en Grisha Abramo­ vich. Para atraer al torneo a los miembros de la asamblea de aje­ drecistas, que estaba «totalmente ocupada», llegó a la disminución del número de participantes... El 22 de marzo de 1 924 empe­ zó la primera ronda del campeo­ nato. Por el sorteo me correspon­ dió jugar con negras contra Mi­ liutin, y gané. Esto fue un gran éxito, ¡la primera victoria sobre Miliutin! Gané seguridad en mis fuerzas, y en ese tiempo ya había desarrollado una valoración críti­ ca sobre mí y mis adversarios. Tengo un pequeño cuaderno de notas de esa época con la ma­ yoría de mis anotaciones hechas a lápiz, por lo que están casi bo­ rradas y se leen con dificultad. Ahí están las partidas de la gira de Lasker, los artículos de los pe­ riódicos, y la tabla de resultados del match-torneo para el título de campeón de la escuela... y una lis­ ta de alumnos, con los pagos de las cuotas, en la caja de la mutua­ lidad: en clase yo era el recauda­ dor. En este cuaderno comento la partida con V. Miliutin. Después jugué dos partidas con A. Zilberman y gané ambas. La primera (negras), bastante fá­ cil; la segunda, después de una larga lucha posicional plena de
  • 10. errores mutuos, en cuyas sutilezas casi no había progresado. Des­ pués llegó la segunda partida con V. Miliutin: él ya estaba desmora­ lizado y perdió rápidamente. Grisha Abramovich no empezó el torneo: no encontró tiempo para venir a la escuela. Entonces acordé acercarme a su casa y le propuse jugar las partidas del tor­ neo. Algo asombrado por mi de­ cisión, Grisha estuvo de acuerdo, y probamos nuestras fuerzas so­ bre la mesa de ajedrez. Sucedió el milagro; mi adversario no se acla­ ró en las complicaciones y sufrió la derrota. En la segunda partida (blancas) perdí, en un final de to­ rres en el que no ocupé la única columna abierta. Sin embargo, mi adversario perdió en el torneo medio punto, y finalmente conse­ guí proclamarme campeón de la 1 57." escuela. Por otra parte, no estuve muy afortunado en la comprensión po­ sicional. Después de que el 1 de junio de 1924 me admitieran en la asamblea del círculo de ajedre­ cistas de Petrogrado, tuve la po­ sibilidad de cruzar armas con ad­ versarios más fuertes. Jugué un match de entrenamiento con Se­ rezhi Kaminer y... perdí las tres partidas; no tenía experiencia po­ sicional. Inscrito en un torneo sin categoría, ocupé el primer pues­ to, obteniendo la 3.' categoría y (lo que era más importante) con­ seguí superar a mis adversarios en la valoración de las posiciones. Por lo visto, el haber dispuesto de 1 O a 12 meses fue suficiente para aprender de los ases del juego de posición. Durante ese tiempo me suce­ dió un caso aleccionador. Vivía en una casa en la Aldea Infantil (hoy la ciudad de Pushkin) e iba a jugar dos veces a la semana. Co­ mía y, en el tren, a Leningrado. Una vez me fui temprano a la ciu­ dad, para curiosear una partida de ajedrez viviente entre los maestros P. Romanovsky e' I. Ra­ binovich en la plaza de Uristky (en la actualidad, del Palacio), si­ tuada enfrente del Palacio de in­ vierno. Después de estar sentado en la tribuna bajo los rayos del sol hasta el final, corrí hambriento, con la cabeza repleta de variantes ajedrecísticas, obtuve una posi­ ción ganada... ¡y perdí! Entonces no sabía que había que separar principalmente los asuntos ajenos durante una competición para no distraerse. En seguida hubo otro torneo de 2." y 3." categoría. Obtuve el primer puesto y de nuevo una lec­ ción útil. Concursaba conmigo el pintor sordomudo Folgy. Eviden­ temente yo no le agradaba, y para demostrarlo se frotó alegremente las manos cuando caí en una po­ sición difícil. Otra vez advertí que Folgy tenía una partida perdida. Amor con amor se paga, y decidí que mi adversario lo tenía todo claro, colocando su rey sobre el ta­ blero... Folgy se quejó, y por muy poco no fui excluido de la compe­ tición. Ya no volví a repetir este grave error. Inmediatamente siguió la com- 1 1
  • 11. petición de 2.• categoría; al prin­ cipio del torneo caí enfermo de anginas. No sé cómo me levanté de la cama y llegué a jugar, por­ que apenas podía arrastrar los pies. Conseguí posiciones gana­ das (seguía progresando en el jui­ cio posicional), pero me cansaba en seguida y «bostezaba». Resul­ tado: no hay que jugar enfermo al ajedrez (últimamente sólo una vez infringí esta regla). Para mi suerte, el torneo no llegó a finali­ zar. La federación soviética de ajedrez fue liquidada, y el círculo de ajedrecistas de Leningrado ce­ rrado. La administración del «movimiento ajedrecista» (enton­ ces se le llamaba así) fue traspasa­ da al soviet de cultura física y sin­ dicatos. En el Palacio de los tra­ bajadores se inauguró un excelen­ te club en enero de 1925. En seguida fui incluido en un torneo de 2.a y J .• categorías. Gané fácilmente el primer pues­ to y obtuve la l.a categoría. La partida n.o 2 da alguna indicación sobre el nivel de mi juego. En el verano de 1 925 hubo un torneo clasificatorio para fuertes ajedre­ cistas de J.• categoría. Los cuatro primeros se clasificaban para el torneo de la ciudad, en el que el vencedor obtenía el título de maestro convencional y automáti­ camente se le incluía en el siguien­ te Campeonato de la URSS. Empecé con dos derrotas, pero después apreté y como resultado compartí el tercer-cuarto puesto. Posiblemente ésta fue la primera competición que se puede decir 12 tuvo un carácter deportivo, sin el cual es dificil contar con el éxito. Las partidas n.o• 4 y 5 (con Zve­ rev y Perfilev) las jugué al final de la competición. Además, este tor­ neo confirmó que el avance de mis progresos frenaba algo. Esto era comprensible: mis adversa­ rios eran más fuertes y más expe­ rimentados. Sin embargo, con es­ tas dificultades deportivas tenía algo a mi favor: mi carácter se for­ talecía, e iba aprendiendo. Razonablemente, esperaba con gran impaciencia el comienzo del torneo de la ciudad. «No, dijeron mis padres, te espera en la escue­ la un dificil año escolar.» Y estoy agradecido y comprendo la deci­ sión de mis padres, ya que en esos años, cuando el sistema nervioso aún no está formado, es necesa­ rio evitar las pruebas difíciles. Pero es muy difícil que un joven ajedrecista siga estos consejos. La fuerza de mi juego ya era co­ nocida, y por eso cuando en el día de descanso del Torneo interna­ cional de Moscú del año 1925 el campeón mundial Capablanca pasó por Leningrado para reali­ zar una exhibición de simultáneas a 30 tableros, el organizador de la sesión A. Rojlin me incluyó en el número de participantes. A propósito, mi madre estaba en contra de mi pasión por el aje­ drez. «Tú, me decía, ¿quieres ser un Capablanca?» Pero cuando supo que efectivamente estaba cerca de jugar con Capablanca, debido a la solemnidad del acon­ tecimiento del encuentro con el
  • 12. campeón del mundo me compró una «kosovorotka» * marrón nue­ va. Así, el 20 de noviembre de 1925, me dirigí a la Filarmónica de Leningrado; en la antesala ya se aglomeraban muchos aficiona­ dos, en la misma sala hacía un ca­ lor asfixiante, repleta de gente hasta los topes. Resultaba bastan­ te difícil ocupar un sitio en la mesa. Pero dos ajedrecistas de 2.• categoría, que ya estaban senta­ dos los dos juntos en mi silla, aceptaron con «benevolencia» mi compañía. Desde luego, Capa­ blanca no se enteró en seguida de quién jugaba en ese tablero, ya que por todos lados salían las ma­ nos para realizar la jugada. Mis compañeros me asediaban con su compañía, pero a los 14 años yo tenía un carácter firme, y jugué igual. El .campeón del mundo era pre­ suntuoso y bastante favorecido. Después de la presentación empe­ zó el juego. Esta partida la pue­ den examinar los lectores (n.o 7). En la primavera de 1926 pasé por una difícil situación durante el Campeonato de Leningrado. En la semifinal conseguí 1 2,5 de 1 3 (la partida dificil fue con She­ barshin) (ver partida n.08), y en la final del campeonato gané al prin­ cipio cinco partidas consecutivas, perdiendo con J. Rabinovich (con blancas en un gambito de dama aceptado, en el que revelé mi ig- • Camisa rusa con cuello de tirilla que se abotona a un lado. N. del T. norancia en una sutil posición, co­ mún, de esta defensa) y finalmen­ te compartí el segundo-tercer puesto. Sin embargo, por prime­ ra vez se me reconoció como aje­ drecista, como una futura prome­ sa, como escribió Y. Rojlin en la revista nacional «Shajmatny Lis­ tok». Gracias a Dios no lo cele­ bré por adelantado, y en el futu­ ro las alabanzas no me hicieron mella. ¡El ajedrecista· no es un ac­ tor, y no necesita los elogios! Si des{!ués del campeonato de la ciudad me sentí seguro, las di­ ficultades de los torneos no me amedrentaban. Y en la semifinal y en la final del campeonato de la región noroccidental (entonces existía esta provincia) llegué con dificultades. Jugué buenas parti­ das (n.os 1 O y 1 1), pero en esta oca­ sión me contenté con el tercer puesto (detrás de l. Rabinovich y A. Ilin-Genevsky). Pero yo ya era uno de los ajedrecistas más fuer­ tes de la ciudad, y a nadie le sor­ prendió que se me incluyera en el equipo de Leningrado, que se trasladó a Suecia a disputar un match con los ajedrecistas de Es­ tocolmo. Esta fue mi primera interven­ ción internacional con un equipo de ajedrez soviético. No se consi­ guió reunir a todos los maestros más fuertes de Leningrado, el match transcurrió en una gran tensión y acabó con nuestra vic­ toria por un solo punto de venta­ ja. A mis 1 5 años observé con asombro e interés una vida inha­ bitual para un escolar soviético. 1 3
  • 13. Yo mismo me transformé exte­ riormente: aparecí con gafas de carey y un sombrero «borsalino». Como recuerdo, el presidente de la federación de ajedrez sueca, Ludvig Collijn, nos regaló a cada miembro de nuestro �quipo su co­ nocido manual, elaborado conjun­ tamente con su hermano Gustav, con la colaboración de A. Rubins­ tein, R. Reti y R. Spielmann. Este libro viajó muchas veces conmigo por diferentes países... En el invierno y la primavera de 1927 jugué sólo una competi­ ción por equipos (al terminar la escuela). Después, cuando com­ probé que no dejaban examinar­ se para el instituto a los jóvenes de dieciséis años, volví al ajedrez. En el verano de ese año, en el club de ajedrez del Palacio de los trabajadores transcurrió un match-torneo a doble ronda con seis conocidos ajedrecistas. Fue­ ron P. Romanovsky, S. Gothilf, A. Model, Y. Rojlin, V. Ragozín y el autor de estas líneas. Para mí la competición tenía un especialsignificado, porque en el otoño de 1927 debía celebrar­ se el 5 .° Campeonato de la URSS; en caso de una actuación favora­ ble en el match-torneo podría in­ cluírseme en el número de candi­ datos a participar en el campeo­ nato. Jugué el torneo con gran ener­ gía, perdiendo solamente con Piotr Arsenievich Romanovsky, y gané a los restantes. Me sentía muy bien: vivía en una dacha en Sestropetsk (pasé todo el tiempo 14 en la playa), dos veces a la sema­ na iba a Leningrado, el estado fí­ sico era perfecto, y la cabeza cla­ ra. Y por fin mi primera actuación en el campeonato de la Unión So­ viética. Fue una competición muy dura: debía jugar veinte partidas. En la primera ronda perdí con A. Model. En la segunda, una bri­ llante victoria sobre l. Rabino­ vich (n.o 1 5), y después fui jugan­ do con suerte variable, pero al fi­ nal obtuve 5 de 6 (¡se reveló el ca­ rácter deportivo!), compartiendo con V. Makogonov el quinto-sex­ to puesto, superando en 2,5 pun­ tos la norma para obtener el títu­ lo de maestro, pero esto no des­ pertó ninguna admiración... Por el contrario, la revista «Shaj­ matny» de Moscú publicó sólo mis cuatro partidas perdidas, y Romanovsky en la revista nacio­ nal «Shajmatny Listok» reseñó la «igualdad» de mi juego. Lo acep­ té con serenidad, pues ya enton­ ces confiaba fundamentalmente en mi propia opinión. En el invierno de 1 928 prepa­ ré el examen de ingreso a la es­ cuela superior, hice el examen en agosto en la politécnica, pero sólo se me permitió asistir a clase en febrero de 1929. Sin embargo, conseguí superar todas las prue­ bas, y transcurrido el segundo curso, después de seis semanas en el campo de instrucción militar para estudiantes de Novgorod, viajé a Odessa para jugar en el próxi mo camp e o nato d e l a URSS.
  • 14. En cuartos de final obtuve una fácil victoria, y en la semifinal fra­ casé. Un duro reglamento, mala alimentación, fatiga, por no ha­ blar de una insuficiente prepara­ ción... Finalmente, en la primavera de 1 930, jugué el torneo «abierto» de maestros de Leningrado (an­ tes, incluso en el campeonato de la URSS, me había encontrado con maestros y con jugadores de l.a categoría), ¡pero, qué maes­ tros! En la lista de participantes estaban P. Romanovsky, A. Ilin­ Genevsky... Gané el primer pre­ mio, que hoy en día sería más que modesto, un reloj de ajedrez ale­ mán. Le di bastante trabajo, cuan­ do en los años siguientes jugué partidas de entrenamiento. Al principio del torneo, des­ pués de unjuego tenso aunque no exento de errores, aplacé la parti­ da con V. Ragozín (n.o 24) en una posición muy difícil para mí. Me salvó un profundo análisis, y con cierta ayuda conseguí encontrar una posibilidad de tablas. Rago­ zín no acertó en una posición complicada y perdió... El camino de la victoria en el torneo estaba abierto. Si en el otoño de 1 924 ya supe­ raba a mis adversarios poco cua­ lificados, y en la primavera de 1926 ya era un jugador de l.a ca­ tegoría, en la primavera de 1 93 0 era u n maestro muy fuerte. E s cu­ rioso que para superar el primer escalón necesité un año, para el segundo dos, ¡y para el tercero cuatro! Cuanto más alto, más di- ficil, la resistencia es más fuerte. Empezaba a estar cansado de jugar, las competiciones reque­ rían mucha energía, y las clases del instituto también. En el in­ vierno de 1931 sólo jugué el cam­ peonato de la ciudad. No encon­ tré nada nuevo en especial. Fácil­ mente, con una gran ventaja ob­ tuve el primer puesto, y jugué al­ gunas buenas partidas. Necesita­ ba prepararme con seguridad para el próximo Campeonato de la URSS, que debía celebrarse en octubre-noviembre en Moscú. El torneo constaba de una se­ mifinal y una final. En la semifi­ nal perdí dos partidas seguidas, y era dudosa mi participación en la final. Pero reuní ánimos, asesté una derrota allíder, G. Kasparian (n.o 35) y ocupé el segundo pues­ to, pasando a la competición fi­ nal. Pero allí empezó la aventura. En la l .• ronda perdí con A. Ilin-Genevsky, y en la séptima con V. Sozin. Parecía que ya no sería campeón, pero en las si­ guientes diez rondas conseguí 9 puntos y me separé de lejos del principal competidor, N. Riumin. De nuevo el momento crítico de la lucha lo superé al final de la competición al asestar una derro­ ta a mi adversario (partida n.o 41), lo que decidió el resultado de la competición. Lo esencial es que quedar pri­ mero era un verdadero resultado de gran maestro. Kasparian fue el primero en la semifinal, y el últi­ mo en la final. A esto se presta el sistema de clasificación. 15
  • 15. Después de este éxito necesita­ ba alejarme algún tiempo de las competiciones, en las que gastaba demasiadas fuerzas. Además, de­ bía ocuparme del trabajo analíti­ co. El primer libro en el que c<r laboré (por invitación de Leven­ fish y Romanovsky) fue el «Match Alekhine-Capablanca»; yo comenté cuatro partidas. En la selección de partidas del Campe<r nato de la URSS de 193 1 escribí los comentarios de la mitad de las partidas, y el resto las analicé. El trabajo analítico es un medio ex­ celente de preparación para la lu­ cha práctica. A finales del verano de 1 932 es­ taba próximo el campeonato de la ciudad. Pasó a la historia como el primero jugado con la exención del trabajo de los participantes. Transcurrió según los requisitos habituales del campeonato sovié­ tico. Yo decidí insistir en que se considerara que sólo con este re­ glamento de torneo se podíacrear un verdadero maestro profesio­ nal. Tuve la fortuna de ofrecer un número de excelentes partidas y de nuevo (aunque por última vez) quedé campeón de la ciudad. Tras eso inicié el duro año aje­ drecista de 1 933, en el que jugué cuatro competiciones difíciles y «tropecé» en todas (aunque final­ mente los resultados fueron bue­ nos). Así, en el torneo de maes­ tros en la Casa de los científicos, aunque ocupé el primer puesto, perdí dos encuentros (Roma­ novsky e Ilin-Genevsky), que de ningún modo fueron la conse- 16 cuencia lógica de lo sucedido en el tablero de ajedrez. En el si­ guiente torneo de maestros de Le­ ningrado compartí el primer puesto con Romanovsky sólo con la ayuda de la fortuna ajedrecísti­ ca. En esta posición de la partida Botvinnik-I. Rabinovich siguió: 11. d4! cd4 Las negras no tienen en cuen­ ta en sus cálculos la 15.a jugada de las blancas. También era mala para ellas l l. ... lbxd4+ 12. we3 lb xb5 13. lbxb5 �xf3 14. lbc7+ wd8 15. llfxd7+ wxd7 1 6. lbxa8 R.xg2 1 7. li hgl �h3 18. ll xc5. Podían jugar 1 1 . ... ,i.xf3+. En­ tonces a 12. c;t>xf3 las negras con­ tinuarían no 12. ... lbxd4+ por 1 3 . 'ót>g3 lbxb5 14. lb xb5 1Ic8 1 5. 1Ihdlli'c6, 16. 1Ixc5 sino 12. ... cd! 13. ltJd5 1Ic8 14. lbb4 h5! y, con la amenaza de mate, con­ siguen defender el caballo con la torre h8. Habría quejugar 12. gf lbxd4+ 13. txd4! (peor 13. �e3 ltJxb5 14. lbxb5 1Ic8 15. li hdl 'fi'c6 y
  • 16. las negras podrían mantenerse, ya que a 16. li xc5 seguiría 16. ... l!Vxc5+!) 13. ... cd 14. .i_xd7+ * xd7 15. lilb5, y las blancas tie­ nen clara ventaja tanto en el caso de 1 5. ... a6 16. (i)c7 llc8 17. (i)d5, como después de 15. ... 1I c8 16. (i)xa7 :axci 17. Itxcl e5 1 8. (i)c8 .i.d6 1 9. (f)b6+ *e6 20. llc4 con la futura moviliza­ ción de los peones del flanco de dama. 12. (i)d5 lic8 13. lilb4 a6 14. (i)xa6! No daba nada a las blancas 14. .i_xc6 be 15. li xc6 :a xc6 16. l!Vxc6 e5. 14. ... eS Si 14. ... d3+ 15. <;t>d1 .i_xf3+ 16. gf �h3 entonces 17. li xc6 l!Vxf3+ 1 8. <t>cl !, y las blancas ga­ nan. 15. /Ob8! Esta es la base de la combina­ ción iniciada en la 11.•jugada. No es posible responder 15. ... li xb8 por 16. li xc6. 15. 1Wd6 Y esto no salvaba a las negras a causa de la sencilla continuación 1 6. (i)xc6 be 1 7. :axc6 :a xc6 1 8. Axc6+ <t>e7 1 9. lic1 <t>f6 20. Ab5 Wb4 21. 1I c6+ .i.e6 22. Wxb4 Axb4 23. .i.c4. Las blan­ cas, sin embargo, cometen un error, al no advertir la evidente respuesta del adversario. 16. .i_xc6+ *e7! Más tarde jugué mal a causa de la amargura, pero me salvó un mi­ lagro. En septiembre se celebró el si­ guiente campeonato nacional. El final que sigue es un certificado de técnica magistral. 2 Sobre el tablero me pareció que Kirilov, que jugaba con blancas, no debía perder, ya que la manio­ bra (i)e1 -f3-g5 con ataque al peón h7 parece muy fuerte. Pero a pe­ sar de todo tuve la constancia de que en ese casolas negrasdespués de 37./0f3 <t>d5 38. (i)g5 Afl 39. g4 *c4! 40. <3lel Ag2 41. <3lf2 d3! tenían todas las posibilidades para la victoria. La jugada secre­ ta fue otra. 3 7. Af4 Y aquí se consigue la victoria con asombrosa rapidez. 3 7. ..• i.fl Amenaza 38. ... /Oa5. 38. b3 (i)a5 ¡Aun así! 17
  • 17. 39. 'i&c2 /Ob7 La maniobra decisiva, garanti- zando el avance del peón «d». 40. /Of3 'i&dS 41. /Oel lOeS 42. b4 d3+ 43. 'i&b2 /Oe4 Ahora la pérdida de material es inevitable. 44. g3 45. /Oc2 46. 'i&cl 47. Ac7 48. /Oe3+ 49. Ab8 d2 dl=/0+! Ae2 /Odf2 �c6 Wb7 Las blancas se rinden, ya que pierden una pieza (50. Af4 g5). ¡Un final encantador! En la partida con Levenfish,ju­ gando con blancas, me tocó apun­ tar la jugada secreta en esta posi­ ción. 37. aS! Esto resulta suficiente para obligar a las negras a abandonar. No pueden responder 37. ... f4 debido a 38. ll xb6 (38. . .. n, 39. 1 8 ll xf6+ y 40. <;Pe3), y después de 37. . .. ba el peón «c» avanza im­ placablemente a dama. Para finalizar, a últimos de año la intervención más dificil, el match con Flohr. El era entonces la esperanza de Occidente, y eljo­ ven gran maestro de mayor talen­ to. Después de un intervalo de ocho años, cuando había surgido una nueva generación de maes­ tros soviéticos, N. V. Krilenko de­ cidió verificar nuevamente nues­ tra fuerza internacional. Lo primero era preparar siste­ máticamente el match. Me hice una «fisonomía» ajedrecística de Flohr, y me pareció que iba bien preparado para la lucha. Pero las seis partidas de Moscú demostra­ ron los defectos de preparación y forma deportiva. El match des­ pertó un enorme interés, y apli­ qué todas mis fuerzas, pero el re­ sultado no fue bueno. Sin embargo, en la mitad mos­ covita del match me «familiaricé» con mi temible adversario, y las partidas de Leningrado demos­ traron, a pesar de todo, que me había preparado bien. Me ayudó, desde luego, el optimismo infun­ dado de mi adversario, su insufi­ ciente estabilidad psicológica. En Leningrado recuperé lo perdido en Moscú (ver partidas n.o• 55 y 56). Nuevamente conseguí confir­ mar mi fuerza de gran maestro. Krilenko lo celebró (y desde ese momento los maestros soviéticos se enfrentaron en más ocasiones con sus colegas del extranjero). Después de este año de tensión
  • 18. era necesario recuperar fuerzas, y sólo regresé a la competición práctica en agosto de 1 934. Por primera vez Max Euwe vi­ sitó la Unión Soviética. Dentro de un año iba a celebrarse su match con Alexander Alekhine, y el holandés decidió entrenarse con los maestros soviéticos. Con él vino el conocido maestro y es­ critor de ajedrez, Hans Kmoch. Con su participación se celebró el torneo en la Gran Sala de la Fi­ larmónica de Leningrado. Euwe no estaba en forma, y su actua­ ción no fue muy buena. Ya en la segunda ronda me sentí mal, y me subió la temperatura. Sabía que era necesario abandonar el tor­ neo, pero triunfó la pasión depor­ tiva., Empecé ajugar detrás del es­ cenario, y cuando me recuperé un poco, ¡entré en escena! El esfuer­ zo fue alto, pero quedaban parti­ das por jugar. La calidad del jue­ go fue media, pero se manifestó 'la perseverancia en la lucha, ¡y me separé medio punto de los demás! A pesar de que tuve una cura de reposo, mi sistema nervioso es­ taba agotado. A finales de diciem­ bre jugué mi primer torneo en el extranjero; aunque no parecía evi­ dente, fracasé en Hastings. Pero tuve un gran placer al conocer allí a Capablanca, y en Londres a Las­ ker. Antes del II Torneo internacio­ nal de Moscú descansé un mes en un sanatorio y recuperé las fuer­ zas. Las primeras doce rondas transcurrieron muy fuertes. Des­ pués, como en el campeonato na- cional de 1933, me sentí cansado. Me alcanzó Flohr, y compartí con él los laureles de vencedor. A me­ dio punto de nosotros, con sus 66 años, quedó Lasker, una fenome­ nal actuación del anciano ex-cam­ peón mundial. El torneo despertó más interés que la llegada de los grandes maestros a Moscú en 1925. El pri­ mer día se vendieron 5.000 entra­ das en el museo de Bellas Artes (hoy Pushkin), después el núme­ ro de aficionados fue decayendo. A mí se me concedió (después de consultar a Lasker y a Capablan­ ca) el título de gran maestro de la URSS. Hay que decir con since­ ridad que por aquel entonces na­ die esperaba que yo pudiera supe­ rar en el tablero a ajedrecistas de la talla de Capablanca, Lasker o Flohr. A pesar del gran éxito obteni­ do, no me sobrevaloré, y conside­ ré que la auténtica maestría se for­ jaba en torneos en los que no ha­ bía ningún adversario relativa­ mente flojo, y envié una carta a N. V. Krilenko proponiéndole or­ ganizar un nuevo torneo interna­ cional a doble vuelta con diez par­ ticipantes. La proposición fue aceptada, y a finales de 1 93 6 de nuevo estaJió la guerra sobre el ta­ blero de ajedrez. Las condiciones del juego no fueron buenas: hacía ·calor (30 grados), ya que la Sala de las Co­ lumnas por aquel entonces no te­ nía climatización. Al principio tuve mala suerte al perder una partida ganada con Capablanca 19
  • 19. (n.o 74) y finalmente quedé segun­ do, ¡con Capablanca un punto por encima! Sin embargo, en la parte creativa el torneo fue un mal asunto, ya que conseguí crear muy pocas partidas buenas. Dos meses después, de nuevo una competición, Nottingham. El torneo fue muy fuerte. El cam­ peón mundial Euwe, tres excam­ peones mundiales, y como suce­ dió después, un futuro campeón mundial. Había muchos pronósti­ cos, pero sólo uno resultó exacto. Nuestra lucha con Capablanca en el torneo de Moscú produjo una fuerte impresión en Ili n-Ge­ nevsky, tanta que manifestó fir­ memente que sin duda repartiría­ mos entre nosotros los dos prime­ ros premios en Nottingham. Y así sucedió. En Inglaterra acabé de con­ quistar mi prestigio internacio­ nal, y después del torneo el perió­ dico «Manchester Guardian», por boca de Alekhine, dijo que Botvinnik tenía todas las cualida­ des para ser campeón mundial. Estuve alrededor de un año sin tomar parte en competiciones, trabajando en mi tesis de docto­ rado. En otoño celebré un match con G. Levenfish, disputándole el título de campeón de la URSS. No estaba en forma, y casi fal­ to a una partida. Pero llevé a cabo intentos interesantes, como de­ muestra el siguiente final. (DIAGRAMA 4) Levenfish tiene un peón de más, pero esto ya no tiene signi- 20 ficado, pues las blancas pueden dar jaque continuo. Pero a pesar de que las negras tienen un par de peligrosos peones pasados y li­ gados, preferí intentar obtener la victoria. 45. g5! Todavía tengo las tablas por ja­ que continuo, y mientras tanto el peón «g» se pone «en prise». 45. •.. lldl+ El jaque perdedor. Sólo podía salvarse la partida mediante 45. ... e3! (introduciendo en el juego a la torre), y si 46. 11 xe3, enton­ ces 46.... ll f4! 47. g6 f2 48. .llcl JI f5, y las negras no deben per­ der. 46. �f2 47. wel 48. wn lld2+ ll e2+ hg5 La única defensa contra el mate. 49. llxg7+ y las negras abandonaron la partida, ya que ahora no hay de­ fensa contra el mate.
  • 20. El match terminó en tablas, y Levenfish mantuvo el título de campeón. En el otoño de 1938 se iba a ce­ lebrar en Holanda un match-tor­ neo con fuertes grandes maes­ tros. Por eso en la primavera para entrenarme jugué en Leningrado la semifinal del Campeonato de la URSS. Como resultado, una vic­ toria fácil y una sola partida inte­ resante. Y el 7 de noviembre empezó en Amsterdam la primera ronda del torneo AVRO, una de las compe­ ticiones más famosas de la histo­ ria del ajedrez. Hay que hablar de­ talladamente sobre los aconteci­ mientos de este torneo. Los ocho ajedrecistas más fuertes del mun­ do se encontraron en un torneo a doble ronda. Hay que recompen­ sar debidamente a los organizado­ res holandeses, que supieron reu­ nir a los ajedrecistas más fuertes, a pesar de que dos de los partici­ pantes más famosos, Capablanca y Alekhine, estaban enemistados (no se hablaban el uno con el otro). Pero tampoco hay que olvidar el inadmisible régimen del tor­ neo, cuando en los días de juego los participantes frecuentemente se quedaban sin descanso. Ese tiempo se empleaba en viajes, ya que la competición transcurrió en varias ciudades holandesas. Sólo hay que fijarse en que los partici­ pantes más viejos, como el cin­ cuentón Capablanca, ocuparon los últimos puestos. Nunca había que­ dado tan lejos en su vida deportiva Los organizadores esperaban que del torneo saliera un adversa­ rio para disputar a Alekhine un próximo match por el campeona­ to mundial. El mismo campeón mundial protestó enérgicamente en contra. En la ceremonia de apertura declaró que se prepara­ ba para jugar un match contra un conocido gran maestro que había reunido los fondos necesarios para el premio. Después del torneo, por inicia­ tiva de los organizadores, los par­ ticipantes se reunieron para deli­ berar sobre el derecho de organi­ zación del match por el campeo­ nato mundial (por primera vez desde la reunión de Londres de 1 922, en la que se suscribieron los famosos acuerdos sobre esta cues­ tión). La discusión entre Alekhi­ ne y Capablanca aún no se había arreglado (el campeón mundial manifestaba que el fondo de pre­ mios debía ser igualmente de 1 0,000 dólares, pero para Capa­ blanca hacía una excepción, insis­ tiendo en una suma de 10.000 dó­ lares oro, que era lo que él había aportado en 1 927, y esto ya signi­ ficaban 1 8.000 dólares). Ninguno de los dos estaba presente cuan­ do lo estaba el otro en la sala don­ de se llevaba a cabo el debate. Sin embargo, se comisionó a Euwe y a Fine para que crearan un pro­ yecto de «club de los ocho», ate­ niéndose a un posible reglamento para el campeonato del mundo, en el que a cada miembro del club se le reconocía el derecho a retar al campeón mundial a un match. 21
  • 21. Este proyecto fue elaborado y en­ viado a los miembros del club. Conseguí ganar las partidas a Alekhine y a Capablanca. Los úl­ timos éxitos me permitieron si­ tuarme muy cerca de los líderes, Keres y Fine, pero una derrota en la última ronda con Euwe (un des­ cuido de calidad) me dejó en el tercer puesto. Aunque bajo una valoración deportiva el torneo no fue del todo favorable, después de las victorias sobre Alekhine y Ca­ pablanca me atreví a entrar en las conversaciones para el match por el campeonato mundial. En pre­ sencia de Flohr mantuve una en­ trevista, delante de una taza de té, con Alekhine, en el Hotel Carlton de Amsterdam, en el que Alekhi­ ne vivía aislado (para no encon­ trarse con Capablanca). Alekhine manifestó sus prefe­ rencias por jugar en Moscú, con la condición de que tres meses an­ tes del match jugaría allí en un torneo de entrenamiento. En ene­ ro de 1 939, el gobierno soviético autorizó la organización y finan­ ciación de este match, y empezó la correspondencia con Alekhine, interrumpida por la II Guerra Mundial. En la primavera se disputó en Leningrado el campeonato nacio­ nal. Me pareció que mi participa­ ción fue modesta (8 ganadas, 9 ta­ blas), pero en los tiempos actua­ les 8 positivos, como se dice aho­ ra, es un resultado excepcional. Conseguí jugar algunas partidas interesantes, pero lo principal consistió en que fue un sistema 22 formal de preparac10n para las competiciones. Como ya dije, este trabajo co­ menzó en 1933, finalizado el match con Flohr. Ahora lo termi­ né y se publicó junto a una selec­ ción de partidas del campeonato. U n año después jugué un match de entrenamiento con Ra­ gozín. En las dos primeras parti­ das estuve «pendiente de un hilo», y debí haber perdido la no­ vena partida. Pero dominé en mu­ chas otras, y finalmente el match terminó con una gran victoria a mi favor. Hay que advertir que este match transcurrió en condi­ ciones ideales: tres partidas a la semana, absoluto silencio, aire fresco. Cuando yo insistía en esas condiciones, pensaba en gran me­ dida en un entrenamiento de cara al match por el campeonato mun­ dial... ¡Y he aquí que el Campeonato de la U RSS, celebrado en Moscú en el otoño de 1940, transcurrió en otras condiciones! La gran sala de conciertos a causa de su exce­ lente acústica contribuía a ruido­ sos efectos. No se podía respirar. Este campeonato se distinguió por la inhabitual fuerza de su composición, ya que tomaron par­ te por primera vez, P. Keres, V. Smyslov, I. Boleslavsky, A. Li­ lienthal, y otros. A pesar de per­ der en la primera ronda con I. Bondarevsky, en la décima ronda ocupé el liderato, pero después empecé a jugar mal, perdiendo tres partidas, y como resultado compartí el quinto-sexto puesto,
  • 22. como hacía 1 3 años, cuando par­ ticipé por primera vez en la final del campeonato nacional. ¡Jugué muy pocas partidas buenas! En ese tiempo ya se había to­ mado la decisión respecto a mi match para el campeonato mun­ dial con Alekhine. Pero ahora, de­ bido a la buena actuación en el torneo de Keres, y después de que Bondarevsky y Lilienthal su­ peraran a todos los participantes, se decidió que en la primavera de 1941 se disputaría un match-tor­ neo para el título de campeón ab­ soluto de la URSS. La competi­ ción la disputarían los seis prime­ ros premiados del campeonato, a cuatro vueltas, y debía servir de respuesta a la pregunta: ¿Quién de los ajedrecistas soviéticos (Ke­ res o Botvinnik, o quizá algún otro) debía disputar el título de campeón mundial a Alekhine? Conseguí prepararme perfecta­ mente con la ayuda de Ragozín. ·Lideré la competición del princi­ pio al final, gané todos los mat­ ches, y superé a Keres en 2,5 pun­ tos. El resultado del torneo no ejerció una influencia directa para la celebración del match para el campeonato mundial, ya que estalló la II Guerra Mundial. Esta competición fue la última antes del ataque hitleriano a la Unión Soviética. Así, se puede llevar a cabo un resumen de los avances deporti­ vos del joven ajedrecista soviéti­ co hacia el Olimpo del ajedrez. 1923-1924. Empieza a ganar a ajedrecistas poco cualificados. 1924-1 925. Llega a ser un fuer­ te ajedrecista de l." categoría. 1 925-1927. Llega a ser maestro de ajedrez. 1 927-1 930. Empieza a triunfar en las competiciones de maestros. 1930-1935. Empieza a vencer en los torneos internacionales. 1935-1938. Consigue ganar a los excampeones mundiales. 1938-1941. Consigue excelen­ tes resultados sobre los grandes maestros. Estos son los éxitos exteriores. Otro fue el trabajo investigador (escribí algunos libros analíticos de ajedrez), creando un sistema de preparación, y también una en­ trega hacia el ajedrez. Debo decir que no fui el únic_o, ya que en esos años surgió un gru­ po de ajedrecistas soviéticos, cada uno de los cuales podía pre­ tender la participación por la lu­ cha en el campeonato mundial: Keres, Smyslov, Boleslavsky. Todo estaba preparado para la conquista del campeonato mun­ dial. Pero para llegar a esta com­ petición pasarían todavía siete largos y difíciles años... 23
  • 23. PARTIDAS SELECTAS (1925·1941) l. Apertura Española O B. RIVLIN e BOTVINNIK Campeonato por equipos Leningrado, 1 925 l. e4 eS 2. liJf3 liJc6 3. i.b5 Como la mayoría de los ajedre­ cistas jóvenes, pasé por las dife­ rentes etapas del desarrollo aje­ drecístico, y por entonces no evi­ taba las aperturas abiertas con ne­ gras, y por eso durante algunos años la apertura española ocupó un puesto importante dentro de mi repertorio de aperturas. 3. •.. a6 4. i.a4 liJf6 5. 0-0 i.e7 6. l:Eel b5 7. i.b3 d6 8. c3 0-0 9. d4 Mi adversario se aparta de la continuación habitual 9. h3, no sólo por imitar el juego de las blancas en la partida Capablanca­ Bogoljubov (Londres, 1922), sino para evitar él mismo las posicio­ nes cerradas. 9. .•. En caso de 9.... ed 1 0. cd i.g4, 24 las blancas tienen la fuerte res­ puesta 1 1. liJc3 (Lasker-Bogolju­ bov, Mahrisch-Ostrau, 1923). 10. i.e3 No es favorable para las blan­ cas sacrificar el peón mediante 10. h3 .,t.xf3 1 1 . 'fVxf3 ed 1 2. 'i'dl de 1 3. liJxc3. Analizando esta continuación en relación a la partida Bronstein-Keres (Buda­ pest, l9SO) me convencí de que después de 1 3. ... liJaS 14. i.c2 lle8 l S. f4 b4 1 6.liJdSliJxdS 1 7. 'ifxdS c6 18. 'iPd3 g6 19. �h1 .tf8 20. l:Efl las negras, jugando 20. ... dS (en vez de 20. ... i.g7, como sucedió en la partida) 2 1 . e S liJc4 22. b3liJa3 2 3. .t.xa3 ba, obtienen una ventaja sustancial. 10. •.. ed4 Todavía hace poco que se con­ sideraba precipitada la respuesta
  • 24. 1 0. ... d5 debido a 1 1. ed ed 1 2. .i.g5. Pero la búsqueda incansa­ ble de la novedad llega hasta es­ tas viejas posiciones. Y en una partida reciente sucedió que des­ pués de 1 2. ... �xd5! 1 3. .i,xd5 §'xd5 14. .i,xe7 .i,xf3 1 5. §'xf3 §'xf3 1 6. gf 11 fe8 las negras ob­ tuvieron ventaja. 11. cd4 �aS En este momento el contragol­ pe 1 1 . ... d5 estaría fuera de lu­ gar por 12. e5 �e4 1 3. �bd2 �xd2 1 4. §'xd2 y, de acuerdo a los análisis de R. Fischer, las com­ plicaciones con 14.... ,t.xf3 1 5. gf .i.b4 1 6. §'c2 .i_xe} 17. §'xc6 .i.b4 1 8. .i_xd5 son favorables a las blancas. 12. .i.c2 �c4 13. .i.ct En los años 60, a R. Fischer y V. Korchnoi les gustabajugar con blancas de esta manera. 13. ... c5 14. b3 �aS Es preferible 14. ... �b6. Por ejemplo: 1 5. �bd2 li c8, y las ne­ gras consiguen crear contrajuego en el flanco de dama o en el cen­ tro. Ahora el caballo permanece­ rá mucho tiempo fuera de juego, y la única posibilidad que le que­ da de entrar en acción es a través de la casilla f7. Pero en ese caso la posición de los peones negros en el flanco de dama puede resul­ tar vulnerable. IS. dS! En la partida mencionada ante­ riormente, Capablanca jugó 1 5. .i.b2, y las negras consiguieron in­ troducir al caballo en juego me- diante 15. ... �c6 1 6. d5 �b4. IS. . . . �d7 16. .i.b2 Quizá sea preferible la conti­ nuación 1 6 . �bd2, creando inme­ diatamente la amenaza 1 7. h3 .i.h5 (el cambio del alfil por el ca­ ballo también favorece a las blan­ cas) 1 8. g4 .i.g6 19. �n y des­ pués �g3. 16. •• . 17. .i_xf 6 18. �bd2 .i.f6 1fxf6 �eS Tras sólo año y medio de aprendizaje en el ajedrez un jo­ ven de 1 3 años no podía tener, na­ turalmente, grandes conocimien­ tos deljuego de posición. Para do­ blar un peón enemigo las negras cambian todas sus piezas activas, acentuando aún más la mala posi­ ción del caballo en a5. Por eso era necesario agudizar la lucha me- 25
  • 25. diante 1 8. ... c4. Por ejemplo, 1 9. b4 c3 20. e5 (si no 20. ... l!fJc4) 20. ... l!fJxe5 2 1 . l!fJe4 'fff4 con complicaciones. 1 9. h3 .t.,xf3 Después de 1 9. .. . .i.h5 20. g4 otra pieza negra más quedaría fuera de juego. 20. l!f)xf3 l!f)xf3+ 21. �xf3 'tlfxf3 Por lo tanto, hay que buscar la salvación en el final. 22. gf3 Itfe8 23. f4 f6 24. :ae3 Ite 7 25. �g2 Itae8 26. :a ae l <3Jf7 Las negras sólo puedenjugar el rey, ya que las torres deben pre­ venir el avance e4-e5, y el caballo la actividad de las blancas en el flanco de dama. 27. <3Jf3 g6 28. <3Jg4 �gl Espera acontecimientos te­ niendo en cuenta trasladar el ca­ ballo a fl en el caso de que las blancas avances el peón «h» (para abrir la columna lateral). 29. h4 i!fJb7 3 0• .i.d3 Era lógica 30. h5, ya que des­ pués de 30. ... c4 3 1 . b4 el caba­ llo negro seguiría privado de la li­ bertad. No obstante es posible di­ ferir este avance durante algunas jugadas. 26 3 0. .. . <3Jf7 3 1. a4 Las blancas olvidaron que esta jugada se produjo en la partida Capablanca-Bogoljubov antes ma­ necionada. O no consideraron que la reacción de las negras en este caso sería efectiva. No había nada que impidiera continuar el plan mediante 3 1 . h5. Si ahora 3 1. R..fl, entonces 3 1 . . .. :a xe4! 32. litxe4 f5+ 3 3. wf3 (pero no 33. �g5 por 33. .. . h6+! 34. <3Jxh6 Uh8+ 35. �g5 lih5 mate) 3 3. ... :a xe4 34. l!fJxe4 fe+ 35. �xe4 �f6 y debido a los defectos en la disposición de los peones blancos las negras tienen buenas posibili­ dades de tablas. 7 31. ••• c4! Avanza el peón con ganancia de tiempo debido a la mala posi­ ción del alfil enemigo. Ahora las blancas están obligadas a capturar el peón c4, tras lo que obtengo por primera vez en la partida una buena posición para el caballo y un peón pasado.
  • 26. 3 2. bc4 ba4 33. ..t.c2 liJeS 34. wf3 En caso de 34. El b l , las negras no deben dejarse seducir por la ganancia de peón (34. ... llJxe4 35. ..t.xe4 Etxe4) por 36. li b7+, sino mantener al ahora excelente caballo mediante 34. ... f5+ 35. ef Etxe3 36. fg+ hg 37. Etxe3, tras lo que el peón pasado «a>> es muy peligroso. 34. .•• llb8 3 S. e S Un vano intento de obtener contrajuego. 3 S.. . . 36. fe S 3 7. lit xe s 38 . El xe s fe S Etxe5 deS Y el juego pasivo, 38. li al nb4, no conduce a nada bueno. 38. ... a3 3 9. lie3 a 2 4 0. lia3 llb2 41• ..t.a4 lilb3 ! Un brillante golpe definitivo. Las blancas perecen a causa de la mala disposición de su rey y de su torre en la tercera ftla. 2. 4 2. .i,xb3 43. nxb3 Ape rtura Es pa ñola nxb3 + a l=� O K. NADPOROZHSKY e BOTVINNIK Torneo de 1.• y 2.a categorías Leningrado. 1 925 l. e4 e S 2. lilf3 lilc6 3 . ..t.bS a6 4. ..t.a 4 lilf6 S. 0-0 ..t.e 7 6. c3 Ahora las blancas pierden la ventaja de salida, y el cambio de su alfil de casillas blancas por el caballo es inevitable, con lo que las negras obtienen un juego fá­ cil. ¿Por qué hicieron estajugada? Aunque mi adversario tenía la 2.• categoría, era muy fuerte en el ataque, en posiciones abiertas. Precisamente algunos meses an­ tes de este encuentro me había ga­ nado en brillante estilo. Por eso elude los caminos trillados de la teoría y se esfuerza en obligar a su adversario a pensar por su cuenta. 6. ... 7. �e 2 La variante 7. li e l ll:lc5 no permite a las blancas conservar el «alfil español»: 8. llJxe5 llJxe5 9. nxe5 llJxa4 lo. 1fxa4 0-0. 7. ... liJeS Unos diez años después, Keres indicó que lo correcto para las ne­ gras era 7. .. . lilf6, por ejemplo, 8. ..t.xc6 de 9. llJxe4 0-0 10. d4 c5. Pero considerando el estilo de mi adversario, no podía quitarme el placer de obligar a las blancas al cambio de su alfil rey, con lo cual sus posibilidades de ataque quedaban sensiblemente dismi­ nuidas. 27
  • 27. 8. _txc6 dc6 9. lt)xe s 0-0 1o. d4 li)d 7f Y ahora es necesario cambiar el caballo centralizado de las blan­ cas, y las negras obtienen el cur­ so hacia el final, en el que Nad­ porozhsky no era tan peligroso. 1 1. f4 lt)xe s 1 2. fe S Tras la continuación, 12. de �f5 1 3. ll d l .*.c5+ 14. �hl 'iWh4 la posición de las negras tampoco tiene peligro. 1 2. ••• .te6 13. lt)d 2 En caso de 13. j.e3 las negras primeramente sacrifican peón, 13 . ... c5, y después de 14. de 'iWd5 se desquitan con creces. 13. ... e S Sólo con que las negras consi­ gan cambiar su peón doblado por el peón central de las blancas ob­ tendrán una configuración de peones algo mejor y mantendrán una pequeña ventaja de desarro­ llo. 14. lt)f3 cd4 1 S. ti)xd4 'iWd 7 16. h3 e S (DIAGRAMA 8) 1 7. tbf3 Desde luego era más razonable jugar 17. li)xe6 "xe6, privando a las negras de la ventaja de la pa­ reja de alfiles, y a pesar de la pre- 28 senda del peón central blanco ais­ lado, es probable que obtuvieran tablas. Sin embargo, mi adversa­ rio aún pensaba en el ataque y por eso elude el cambio de piezas. 1 7. ... 'iWbS Y las negras lógicamente se di­ rigen al final, en el que la ventaja de la pareja de alfiles y la mejor disposición de peones serán unos sólidos argumentos. 18. "e4 t 9. b3 20. .i.e3 21. 'iff4 h6 'ifd 7 .tf S j.d3 Con el pensamiento puesto en la caza de la dama enemiga. 22. llf2 'iff S 23. "g3 �g6 24. 'iff4 Las blancas consideraron que dando a su enemigo la posibilidad de obtener el cambio de damas, más tarde caerían en la trampa preparada. Pero pasados algunos meses de nuestro encuentro pre­ cedente yo había mejorado sensi­ blemente en el cálculo de varían-
  • 28. tes, y penetré en la posición me­ jor que mi adversario. 24. ... 'tWe4 ¿Es inevitable el cambio de da­ mas? No, las blancas han prepa­ rado un pequeño truco, que sin embargo no les resultará favora­ ble. Parece que no es posible cap­ turar el alfil, ya que las blancas perderían su dama, pero a pesar de todo... 25. �g3 26. lt el �xe3! .ig5! Las blancas ganan la dama pero a un precio muy elevado: Las dos torres y el alfil resultan considerablemente más activos que el caballo y la dama enemigos. 27. ]l xe3 R,xe3 28. ltlel .i,xf2+ 29. �xf2 A 29. !fxf2 las negras respon­ den con ventaja 29. ... c4. 29. ... .ibS Sólo queda trasladar el alfil a la activa y estable posición c6. 30. c4 31. tiJd3 32. �e3 .ic6 llad8 No era posible tomar el peón (32. tiJxc5) por 32. ... lld2+. 32. ... lld4 La manera más rápida de mo­ vilizar las torres para el ataque. 33. ltlxc5 1Ud8 Con la horrible amenaza 34. ... b6 apartando al caballo del con­ trol de la casilla d3. 34. e6! Unica defensa. A 34. ... fe se­ guiría 3 5. 'f!/c7, y en caso de 34. ... b6 35. ef+ �xn (35. ... 'ibh7 36. f8='f!/) 36. W/c7+ las blancas incluso ganarían. 34. .. . fS! Ahora surge la irresistibl e ame­ naza 35 . ... f4+. 35. e7 ll 8d6 La jugada definitiva no necesi­ ta un cálculo de variantes: no hay defensa contra 36. ... f4+. 36. 'WeS f4+ Es inevitable el mate o la pér­ dida de la dama. Las blancas abandonan. 3. Defensa Nimzoiodia O V. RIVLIN e BOTVINNIK Match amistoso Leningrado, 1 925 29
  • 29. l. d4 l0f6 2. c4 e6 3. �c3 b6 Una jugada bastante insegura, tras la que es difícil llamar a la apertura defensa Nimzoindia, ya que el autor del sistema no tenía in mente otra continuación que 3. ... ..i.b4. Sin embargo, en esos años yo podía fantasear, ya que la teoría de la defensa Nimzoindia, como las de las otras defensas in­ dias, estaba empezando a crearse. 4. e4 Una transposición de jugadas extraordinariamente arriesgada: debió jugarse 4. ... i.b7 5. ..i.d3 ..i.b4. Aunque la partida llegó a esta posición, se podía haber com­ plicado si las blancas hubieran ju­ gado aquí 5. e5 l0e4, 6. �g4 �xc3 7. a3. Ahora es desagrada­ ble para las negras tanto 7. ... .i.a5 8. Wxg7, como 7. ... ..i.f8 8. ..i.g5 ..i.e7 (8. ... f6 9. ef gf 10. 'i'h5+ <3;e7 1 1. ..t.xf6+!) 9. ..i,xe7 �xe7 1 0. flxg7. La respuesta «automática» de las blancas per­ mite a las negras librarse de los sustos. 5. ..i.d3 ..i.b7 6. �e2 La segunda imprecisión de mi adversario: aquí la dama está mal situada, ya que se proyecta la con­ traposición de la torre por la co­ lumna en e8, y la dama y el rey en e l y e2 pueden llevar a dificul­ tades a las blancas. Era mejor 6. 1i!fc2 ó 6. f3. 30 6. ... 7. d5 c5 0-0 Naturalmente, no 7. ... ed 8. ed+ con completa igualdad, pero ahora el enroque es admisible, ya que a 8. e5 seguiría 8. ... ed! 9. ef 11e8 l O .te3 d4 que es menos pe­ ligroso para las negras. 8. ..i.e3 Por lo visto era imprescindible retirar al rey de la columna críti­ ca, llevándolo a fl . 8. • . • ed5 9. cd5 lle8 10. f3 Las blancas defienden esperan­ zadoramente el peón e4, pero ya no es posible salvar al otro peón, d5. 10. .. • ..i,xd5! La negligencia posicional de las blancas ha «provocado» esta combinación. 1 1. ed5 12• ..i,xh7+ Con la esperanza de 1 2.
  • 30. w xh7 13. !Vd3+ wg8 14. !fxd5 li xe3+ 1 5. wf2, que sería bueno para las blancas, pero desde lue­ go las negras no están obligadas a capturar el alfil. 12. ... 13. �e4 14. bc3 15. wf2 16. �xas whS! .!t)xcJ �xc3+ �xa1 �d4 La aciaga columna continúa proporcionando disgustos a las blancas. 17. J&.e4 d5 Como resultado de una varian­ te forzada las negras recuperan pieza obteniendo ventaja mate­ rial. 18. �xd4 cd4 19. h4 f5 20. f4 Las blancas buscan las compli­ caciones, pero los dos peones ne­ gros ligados y pasados, centraliza­ dos y muy avanzados, garantizan la victoria. 20. .•. 21. Wh5+ 22. .!bh3 23. wg3 de4 �g8 e3+ .!bd7 Son raros los casos en los que un caballo abandona tan tarde su posición inicial, pero aquí llega a tiempo para contribuir a la defen­ sa de su rey. 24. lil g5 lilf6 25. 'fi"f7+ wh8 26. h5 'f/e7 27. Wg6 e2 11 • • • • • � • !ft1i �íE - � íE � • �Ult-� � � g � . . . �B d � .I. � A . � � .. � � � . . . �d � � � � � . .A � � .i B A � � � . �� • • �li Ahora las blancas tienen que ol­ vidarse del ataque, ya que des­ pués de 28. h6 e l =W+ 29. Ji xe l 'fi'xel + 30. wh3 Whl + 3 1 . wg3 .!bh5+ pierden la dama. 28. .!bf7+ wg8 29. .!beS Finalmente, el caballo bloquea la fatídica columna, pero por poco tiempo. 29. •.. .!bg4 30• .!bf3 'f/e6 31. WgS Wf6 Tras esto la lucha ha termina­ do. 4. 32. ll c1 d3 33. 1fxf6 gf6 Las blancas abandonan. Defensa Grünfeld O BOTVINNIK e Y. ZVEREV Torneo de 1 ! categoría Leningrado, 1 925 l. d4 .!bf6 2. c4 g6 3. .!bc3 �g7 3 1
  • 31. Las negras están de acuerdo con la Defensa India de Rey, pero después de que las blancas no lo aprovechan, se produce so­ lamente una transposición de ju­ gadas. 4. lt)f3 d5 Siete años después, Ragozín en esta posición contra P. Roma­ novsky jugó 5. 'Wb3, que llevó a una nueva tendencia en la teoría de la defensa Grünfeld, pero an­ tes no se conocía esta jugada, y yo elegí la jugada que entonces es­ taba de moda. 5. .i.f4 c6 Más tarde se consideró aquí más fuerte 5. ... 0-0, para en su caso tener la posibilidad de jugar c7-c5 sin pérdida de tiempo. Tras la jugada de la partida la posición de las negras es un poco peor. Ha surgido una posición característi­ ca de la variante Schlechter de la Defensa Eslava (ver, por ejemplo, las partidas numeros 76, 85 y 102). 6. e3 ltJe4 Así las negras sólo facilitan el desarrollo de la iniciativa del con- trario. Era mejor 6. ... 0-0, o 6. ... .i.g4, e incluso, 6. ... 'W'a5. 7. cd5 lt)xc3 Las negras se apartan de 7. ... cd, ya que por lo visto temían 8. ltJxe4 de 9. ltJd2 f5 10. .l_xb8 IE xb8 1 1. Wa4+, y las blancas ga­ nan peón. Si en vez de 9. . . . f5 ju­ garan 9. . . . 'Wa5, entonces la 32 dama recibiría poco tiempo des­ pués la presión de las piezas lige­ ras. 8. bc3 En caso de 8. ... cd sería impo­ sible evitar la pérdida de peón mediante 9. A xb8 11 xb8 10. Wa4+. 9. Ad3 10. 0-0 De lo contrario seguiría la de­ sagradable 1 1 . c4. 11. "Wxd3 1Wf5 Nuestra competición era clasi­ ficatoria para el denominado «Torneo de la ciudad», donde con suerte se podía conseguir el título de maestro (convencional). Después habría que confirmarlo en el campeonato nacional, pero el acceso allí estaba garantizado. En una palabra, era necesario si­ tuarse en los cuatro primeros puestos. Mi adversario, un expe­ rimentado ajedrecista petersbur­ gués de l .• categoría, práctica­ mente ya se había garantizado un
  • 32. puesto entre los preceptivos cua­ tro primeros, y las tablas en su en­ cuentro conmigo le eran total­ mente satisfactorias. Por eso ofre­ cía el cambio de damas. Pero, aunque después de 12. tWxf5 gf 1 3 . li ab l b6 (si 13. ... b5, enton­ ces 14. c4 a6 15. a4, ganando peón) las blancas tendrían alguna ventaja en el final, decidí rehusar mientras tanto este cambio. Re­ sulta que había comenzado el tor­ neo con dos derrotas (contra Yu­ riev y Venalein), por lo que las ta­ blas no me convenían. 12. '!Wc4 Era más sencillo. 12. 1!fe2. Na­ turalmente, no hice la jugada de la partida en cuenta a 12. ... 'ite4? (1 3. .1!fxf7+ �xf7 14. lbg5+), sino para obstaculizar la respues­ ta 1 2. ... b6, a la que seguiría 1 3. .a xb8 ji xb8 14. tWxc6+. 12. ••• � Quizá fuera mejor 1 2. ... lbd7 y después lbb6, esforzándose en bloquear la casilla c4, sin compro­ meter la disposición de peones en el flanco de dama. 13. li ab1 b5 De lo contrario habría que re­ troceder con la dama e ir a una de­ fensa completamente pasiva. 14. tWe2 lbd7 15. R.g3 Prepara el avance e3-e4 y dis­ minuye la fuerza de la amenaza e7-e5. Puede ser que un jugador más experimentado hubiera pre- ferido 1 5. c4, pasando inmediata­ mente al ataque de las debilidades negras en el flanco de dama, jun­ to a la solidez de la posición pro­ pia en el centro. 15. . . • e5 16. e4 �h5 El intento de mantener la dama en el centro ( 1 6. ... tWe6) sería un acontecimiento dudoso debido a 17. li fd l seguido de d4-d5 (si 17. ... ed, entonces 1 8. et)xd4). 17. d5 De esta manera las blancas ac­ tivan sus piezas y abren el juego en el centro, donde mantienen una posición preponderante, de­ bido a que la dama negra no está realmente en el juego. 17. ••• cd5 18. li xb5 de4 18.1Wxe4 li ae8 Las blancas se aprovecharán de las desgracias de las negras debi­ do a la insegura posición de su ca­ ballo y las dificultades para defen­ der el peón e5. 33
  • 33. 20. 'W'c6 li)b8 21. 'W'b7 a6 22. il eS .i.f6 La alternativa era 22. ... f6, que sin embargo debilitaría catastrófi­ camente la séptima fila y a la que seguiría inmediatamente 23. 'iJ. c7. Las negras prefieren que­ darse sin el peón central, pero con alguna actividad para sus pie­ zas. 23. ll)xeS 'iJ.e7 Si 23. ... .t. xe5, entonces 24. f4, o 23. ... lii: xe5 24. .i_ xe5 _t xe5 25. f4; en ambos casos las blancas mantienen la ventaja. 24. 't'fd5 .i,xeS 25. .i. xeS 'iJ.fe8 O 25 . ... li)d7 26. .i.d6 li)xc5 27. 'ii'xh5 gh 28. _i.xe7 'iJ. c8 29. .i.xc5 'iJ. xc5 30. 'iJ. el y este final de torres, aunque no sin ciertas dificultades técnicas, debe pro­ porcionar a las blancas la victoria. 26. f4 'iJ.d7 . Las negras intentan crear con­ trajuego por la segunda fila, pero el peón g2 se defiende fácilmen­ te, mientras que es más dificil ha­ cerlo con el peón fl. 27. '!Wc4 lld2 28. ll c7 Naturalmente, no 28. ll c8 por 28. ... ll xg2+ 29. �xg2 'W'g4+. 34 28. ... l'If8 29. .i.d4 '!Wg4 30. 't'id5 ffe2 31. f5 14 Ahora no es posible capturar el peón 3 1 . ... li xa2 debido a 32. fg hg, y ahora no 33. li cxf7 (33. ... lfxg2+! 34. lfxg2 'iJ. xg2+ 35. �xg2 l'I xfl), sino 33. '!Wxfl+! (un magnífico sacrificio de dama, demostrando la fuerza de la posi­ ción de las blancas), 33. ... li xfl 34. l'I c8+, y mate en dosjugadas. 31. ... 'iJ.dl 32. '4Wf3 Ahora las blancas no tienen in­ convenientes contra el paso al fi­ nal. 32. .. . '!Wxf3 33. gf3 'iJ.d2 Después de 33. ... li xfl + 34. c;t>xfl gf, la igualdad de material no resulta suficiente. 34. fg6 hg6 35. l'If2 Las negras se rinden. La victo­ ria en esta partida me permitió in­ gresar en el grupo de los líderes, y después de un afortunado final conseguí el éxito en el torneo: compartí el tercer-cuarto puesto y
  • 34. me gané el derecho a jugar el tor­ neo de la ciudad. 5. Defensa Dos Caballos O PERFILEV e BOTVIN NIK Torneo de 1 .• categoría Leningrado, 1 925 El torneo del que he hablado en los comentarios a la partida pre­ cedente continuaba, pero en este caso mi adversario debía ganar obligatoriamente, motivo que in­ fluyó en sus decisiones, y me per­ mitió aprovecharme de las cir­ cunstancias. Además, a Perfilev, como a la mayoría de los demás jugadores de l .• categoría, le irri­ taba tener en su presencia a un mocoso advenedizo. l. e4 2. �f3 3. �c4 4. d4 S. 0-0 eS �c6 �f6 ed4 �xe4 Las negras obtenían un juego totalmente satisfactorio después de 5. ... .i.c5, pero lajugada de la partida obliga a las blancas a una única continuación. 6. ll e1 7. .t,xdS 8. �c3 dS 'ffxdS 'fi'd8 Otra jugada que iguala total­ mente es 8. .. . 'ffa5. 9. ll xe4+ .i.e7 10. �xd4 rs Se ha llegado a una posición en la que por los medios normales (1 1 . ll f4 0-0 1 2. � xc6 Wxdl + 13. �xdt be) las blancas no pue­ den aspirar más que a tablas. Me persuadió de esto mi compañero Serezhi Karniner (más tarde un conocido compositor de estudios) que había preparado la variante para las negras que yo estudié, y me dijo cómo jugar el final consi­ guiente. A propósito, se encuen­ tra en mi práctica en la partida n.o 24. Por consideraciones de­ portivas, a las blancas no les con­ venía este final, y se esforzaron en complicar a cualquier precio. 1 1. �h6 Esta jugada se cita en el libro de X. Tartakower, «La partida hi­ permoderna de ajedrez», que yo había estudiado con entusiasmo. Ahora, efectivamente, la partida se complica, ya que en caso de 1 1 . . . . 0-0 1 2. �xc6 be 1 3 . ll d4 las blancas consiguen apartarse del final. Las negras aceptan la invi­ tación. 11. . .• 12. Jl..x g7 fe4 �xd4 35
  • 35. Tras la continuación natural 13. �xh8 ltlf3+ 14. gffi'xdl + 15. lil xdl ef 1 6. ltlb5 .id8 1 7. �e5 �d7 1 8. ltld4 las blancas final­ mente se quedan con un peón de más, pero las posibilidades de vic­ toria contra la pareja de alfiles ne­ gros son mínimas. Por eso... ¡al ataque! 13. Wh5+ 14• .txd4 15. 1Id1 16. Wg4+ �d7 1If8 �d6 Naturalmente, es dificil jugar sin una torre, pero si se quería continuar la lucha, entonces no se debería expulsar al rey a un sitio más seguro. Merecía atención 1 6. ltl xe4, para amenazar más ade­ lante el asalto al punto d6. 16. ... �eS 17. 1Wh5+ Si su esperanza era el jaque continuo, las blancas van a sufrir una desilusión. 17. . .• 1I f7 18. ltld5 .i.g4 Una pequeña continuación para distender la situación. A las negras les queda sólo la calidad de más, pero en una posición simpli­ ficada. 19. fi'xg4 Axh2+ 20. �xh2 1!fxd5 21• .if6 No es difícil advertir que des­ pués de 2 1 . fi'g8+ las blancas ga­ naban la torre a8, pero después perdían la torre y el alfil. 36 21. . • • t!fc6 22. �h4 �f8 23. Wg5 h6 24. l!VeS �g8 Así, después de una peligrosa travesía, el rey negro finalmente puede descansar en paz. 25. 1I d5 1Ie8 26. Wh5 �g7 27. .ig3 1!1g6 28. 1!P'd1 c6 29. 1I d6 I!e6 Si ahora 30. !Vd4+, entonces 30. .. . 1!P'f6 3 1 . Wxf6+ �xf6 32. .i.h4+ we5! 33 . .i.g3+ �f5. 30. 1I d8 c5! Al tomar bajo control el punto d4, las negras ponen trabas a la iniciativa del adversario. 31. 1I a8 Y esto ya está jugado en el azar de la lucha y acelera la derrota. Permitía una resistencia más lar­ ga 3 1 . Wd2. 31. ... e3 Finalización táctica de la lucha.
  • 36. Después de 32. fe li xe3 33. R.el 'fi'e4 34. j,c3+ li xc3 35. be "f:fh4+ 36. <o!;>gl li e7 las negras ga­ nan la dama. 32. Wd8 t!VhS+ 33. R.h4 O 33. �gl e2 34. "f:fh8+ �g6, 35. li g8+ �f5. 33• •. . lie8! Sin este golpe de efecto sería imposible refutar las intenciones de las blancas. Por ejemplo, 33. ... �g6 34. 'fi'g8+ <ot>f5 35. g4+! 34. WxeS 35. �g1 36. �fl 'fWxb4+ ef2+ 'fi'c4+ Las blancas se rinden. Perfilev se quedó al borde de los premia­ dos. El primer puesto lo ocupó Model, el segundo Zverev, y el tercero y el cuarto lo compartí con Venalien. 6. Apertura Española O N. PROSKURIN e BOTVINNIK Torneo de 1 .a categoría Leningrado, 1 925 l. e4 2. lbf3 3. R.bS 4. R.a4 5. 0-0 e5 lbc6 a6 lbf6 Ae7 Como habrá observado el lec­ tor, yo tenia un repertorio de aperturas bastante modesto. A l. e4, l . ... e5, y a la Apertura Espa­ ñola, el sistema de Chigorín. Pero lo que yo empleaba lo conocía a fondo, y por tanto no sufría sor­ presas en la apertura (debido a que entonces no jugaba contra maestros). 6. lit e1 bS 7• .ib3 d6 8. c3 0..0 9. d3 Esta variante tranquila fue más tarde el arma preferida de Ilin­ Genevsky. Aquí no es tan senci­ llo jugar con las negras. Yo, natu­ ralmente, me apoyé en un esque­ ma conocido. 9. ... lilaS 10. .ic2 c5 1 1. li:Jbd2 Wc7 12. li:Jfl lbc6 La tentativa de mi experimen­ to 1 2. ... h6 en la partida n.o 98, no sin motivos, no encontró se­ guidores. 13. lbe3 .A.e6 14. h3 La teoría recomendaba 14. lbg5, pero lajugada de la partida es totalmente aceptable. Desde luego las negras en todos los ca­ sos realizan el avance d6-d5, pero entonces las blancas tendrán la posibilidad de presionar sobre el peón e5. 14. ••• d5 15. We2 Y esto ya no es consecuente. Era imprescindible cambiar en d5, y las negras deben aprestarse a la defensa del peón e5, o regre- 37
  • 37. sar a la idea teórica de cambiar el caballo por el alfil: 15. liJg5 d4 1 6. lb xe6 fe 1 7. liJg4, con igualdad totaL Ahora las blancas tienen ya una posición peor. 15. . . • d4 16. lbf5 Ji.xf5 17. ef5 .id6 18. .ig5 En caso de 1 8. liJg5 de 19. be b4 las negras conquistan para el caballo la casilla central d4, que garantiza el contrajuego. Lajuga­ da de la partida parece más fuer­ te, ya que está ligada a la amena­ za 19. Axf6 gf 20. liJd2. Sin em­ bargo, resulta una pérdida de tiempo, y las negras conquistan no sólo la casilla d4 para el caba­ llo de dama, sino también c3 para el de rey. Por eso debieron con­ tentarse con la modesta continua­ ción 1 8. .id2, para en caso de 1 8. . .. de 19. be liJd5 poder respon­ der 20. .ib3. 18. • . . dc3 19. bc3 Si 19. .t xf6, entonces 19. cb, y las blancas se quedan sin peón. 19. ... lbd5 20. Ji.d2 (DIAGRAMA 17) 20. •.. b4! Demostrando una correcta comprensión de los métodos de lucha posicional. 21. c4 38 Después de esto la posición de las blancas resulta desesperada. Era imprescindible 2 1 . cb, mante­ niendo la actividad del alfil de ca­ sillas blancas. Ahora se convierte en estático, y las piezas negras ocupan el centro sin oposición. 21. . . . liJc3 22. 'ife3 liJd4 23. .ib3 e4! La jugada decisiva. Si 24. de, entonces 24. ... Ji.f4 25. 'fi'd3 (25. Wxf4 liJde2+) 25. ... liJ xf3+ 26. gf 1Iad8 27. .txf4 'fi'xf4 28. W'e3 'fFxe3 (se puede 28. ... l!Fh4 29. �h2 :S: d4, etc.) 29. n xe3 U d2, y sencillamente lleva a la victoria
  • 38. el avance del peón «a», y a 30. a3, 30. ... ll b2 3 1 . �dl :S: d8. 24. .i_ xc3 ti:)xf3+ Conduce a una debilitación irreparable de los peones blancos. 25. gf3 .i.f4! Deja a las blancas con una es­ tructura de peones doblados, a la vez que después de 25. ... be 26. fe, la posición tiene un aspecto to­ talmente distinto. 26. 'tlt'xe4 27. �h l 28. f6 bc3 ll ad8 g6 Cuando no es peligroso debili­ tar las casillas negras en la cober­ tura de peones del rey, entonces, des�e luego, no hay motivos para estropear la disposición de sus peones (28. ... gf). 29. 'f!/e7 Era algo más tenaz 29. �a4. 29. ••. Wc6 30. �e4 �xf6 31. 'f!/e2 Confusión total. Por lo menos era necesario aprovechar el alfil de alguna manera, en caso extre­ mo incluso en c2, para defender el peón d3. 31. ... 32. 1!Vn 33. U e4 34. �g2 �f5 .i.d2 "fi'xf3+ "fi'xd3 Tras cinco jugadas las negras han aniquilado tres peones enemi­ gos e incluso se han quedado con el control de la casilla c2, a la que inevitablemente se dirige el peón pasado. 35. .i.dl 36. �e2 c2 'f!/c3 Las blancas abandonan. Esta derrota dejó totalmente abatido a mi adversario, y puede ser que por eso pronosticara que unos meses después Botvinnik ya no podríajugar al ajedrez, porque gastaba excesivas fuerzas durante el juego. Sin embargo, encontré mi defensor en otro de los parti­ cipantes del torneo, Yurev. Ob­ servando el transcurso de la par­ tida, manifestó públicamente que le había gustado el juego de Bot­ vinnik. «Sus piezas, dijo Yurev, parecen estar vivas.» 7. Gambito de Dama O J . R. CAPABLANCA e BOTVINNlk Sesión de simultáneas Leningrado, 1 925 l. d4 2. c4 3. ti:)c3 4. .i.g5 5. e3 dS e6 ti:)f6 ti:)bd7 �b4 Por aquel entonces esta varian­ te sólo empezaba a estar de moda. La preferí, entre otras razones, porque durante las sesiones de si­ multáneas a Capablanca difícil­ mente le gustaban las partidas en las que la lucha tomaba un carác­ ter menos conocido. 39
  • 39. 6. cd5 ed5 7. tfb3 A CapabJanca le gustaba mu­ cho hacer esta jugada en el Gam­ bito de Dama, aunque él mismo enseñaba a los principiantes a de­ sarrollar primero las piezas meno­ res. Por eso yo habría pr�ferido 7. J.d3. 7. ••. c5 8. deS No había ningún motivo para cambiar el peón centralizado d4 y perder el control de la casilla c5. 8. ... 1Wa5 9. J. xf6 Un cambio forzado (se amena­ zaba tanto 9. ... �e4 como 9. ... ttJxc5), tras el que las negras tie­ nen un juego ligero. 9. ••• tt)xf6 10. 0-0-0 Capablanca vio quejugaba con un muchacho y decidió arriesgar­ se. Sin embargo, el enroque largo con el juego abierto y el flanco de rey sin movilizar resulta muy arriesgado. Era necesario aclarar la situación mediante 10. a3. 10. . . • 0-0 l l. .!Of3 Naturalmente, no era posible ganar el peón central, ya que des­ pués de 1 1. � xd5 ttJxd5 12. Wxd5 Ae6 las negras ganaban fá­ cilmente. 1 1. . •• 40 12. llJd4 llac8 13. c6 La ambición natural de cerrar la columna «C)) lleva inesperada­ mente a un final con peón de más para las negras. 13. ••. .i,xc3! Las blancas no pueden respon­ der 14. be, ya que después de 14. ... .!Oe4 su posición es indefendi­ ble. Por lo tanto, hay que ceder el peón. 14. 1!Vxc3 15. J.d3 16. *c2 t!fxa2 bc6 c5 Para a 1 7. llal con la jugada 1 7. ... cd. 17. ttJxe6 Wa4+ Una sutileza necesaria. En caso de 1 7. ... fe, 18. li a1 las opera­ ciones para salvar la dama (1 8. ... d4) en todos los casos llevan a la pérdida de la ventaja. Ahora se llega al final, que ya valoré en la 1 3.• jugada. 18. b3 1ta2+
  • 40. 19. 'fWb2 20. � xb2 21. f3 'fWxb2+ fe6 De lo contrario seguiría 2 1 . ... �g4. 21. ••• íi c7 22. íi al c4 Creando un peón pasado y des­ cubriendo la posición del rey blanco. 23. bc4 24. .tc2 25. �el 26. lit el dc4 Ilb8+ lüd5 c3 La principal tarea de las negras es penetrar con las torres en la se­ gunda fila. 27. íi a3 �b4 No era posible jugar 27. íi b2 por 28. íi xc3, pero ahora se amenaza 28. ... �xc2 29. 'it/xc2 íi b2+. 28. íi e2 liid8 Las blancas no pueden mani­ festar ninguna actividad. A 29. .ib3 seguiría 29. ... c2 30. J.xc2 íi dc8. 29. e4 (DIAGRAMA 20) 29. ... íic6 La jugada decisiva. Aquí la to­ rre está defendida por el caballo, y por eso en caso de 30. ... íi d2, 3 1 . íi xc3, es posible 3 1 . ... íi xe2. No hay defensa contra la invasión de la torre. 30. lile3 31. fi exc3 32. íi xc2 íid2 fi xc2+ ]il xc2+ Aquí Capablanca mezcló las piezas {signo de que abandonaba) y continuó adelante. La expresión de su cara no era muy agradable. Por eso debo mencionar mi escep­ ticismo sobre las historias de los testigos, en el sentido de que Ca­ pablanca pronunciase grandes elogios sobre mis cualidades aje­ drecísticas. 8. Defensa India de Rey O BOTVINNIK e M. SHEBARSHIN Semifinal del campeonato Leningrado, 1 926 l. d4 2. �f3 3. c4 4. �c3 S. e4 6. .te2 �f6 g6 .ig7 d6 ()..() Más adelante, generalmente, yo fianchetaba el alfil en la Defen­ sa India de Rey, pero entonces 41
  • 41. desarrollaba el alfil por e2, que en esos años era considerado como la mejor. 6. ••• �bd7 7. 0-0 c6 8. h3 Tenía sentidojugar h2-h3 en la 6." jugada, pero ahora es una pér­ dida de tiempo. Lo lógico era 8. li e 1 ó 8. J.e3. 8. • • . e5 9. J.eJ We7 ¿Para qué? Se imponía la idea 9. . . . ed 10. �xd4 �c5, y si se de­ fiende el peón e4 mediante 1 1. f3, entonces con la apertura del rey se debilita sensiblemente la casi­ lla g3. Ahora las blancas eluden las desagradables consecuencias de su juego impreciso en la aper­ tura 10. d5 c5 1 1. aJ �h5 Esta maniobra tiene sentido cuando las negras tienen tiempo d espués para jugar �h5-f4 y f7-f5. En este caso esto resulta im­ posible, y el caballo, finalmente, tiene que regresar a su casa. Ade­ más era posible preparar inmedia­ tamente el avance del peón «f»: 1 1. ... lbe8. 12. li e1 �f4 13. J.fl h6 Mientras tanto las negras no pueden efectuar el plan exacto, ya que ahora no era posible jugar 13. ... f5 por 14. J.xf4 ef 15. ef. Sin 42 embargo, aún no era tarde para empezar la retirada del caballo. 14. gJ �h5 15. li el 'i!lh7 16. b4 b6 17. 'i!1h2 �df6 Finalmente, comienza la rea­ grupación de los caballos, pero ya se ha perdido mucho tiempo. 18. lbgl �g8 19. .i.g2 .id7 20. beS beS 21. .i.fJ Las blancas ocuparán en segui­ da la columna «b», pero cuando la torre el ocupe la casilla e2, será el momento adecuado para el avance f7-f5, ya que la torre cie­ rra la diagonal de ataque de la dama di sobre el caballo h5. Por eso este papel 1o ejecutará en su lugar el alfil. 21. ... �f6 Y ahora el mismo caballo frena al peón «f». 22. li b1 lifb8
  • 42. 23. ll: e2 24. li eb2 25. n xb2 lhe8 n xb2 f5 Así, se ha llevado a cabo el avance temático con un retraso de 1 3 jugadas. Pero durante todo este tiempo han sucedido muchas cosas, y la principal, que las blan­ cas han ocupado la columna abier­ ta. 26. 't!Yd2 'i:!Yf6 27. lhdl Retira al caballo de los golpes tácticos (en caso de 27. ... f4, 28. gfef) y al mismo tiempo defiende la torre. 27. ..• lhe7 28. 'iWa5 fe4 29. .t. xe4 .i.f5 Es difícil decir si era mejor 29. ... lhf5, ya que en principio nada cambia sustancialmente. 30. .t.xf5 La jugada 3 0. lhc3 era más co­ rrecta para la lucha, por el blo­ queo de la casilla e4. 30. ... lhxf5 31. r&>g2 'i:!Yf7 Tampoco se conseguiría impe­ dir la invasión de las fuerzas ene­ migas, pero era preferible intra­ ducir en juego al segundo caballo. 32. 'W'a6 lhf6 (DIAGRAMA 22) 33. Wb7 Las blancas rehusan la ganan­ cia de peón para no dar al contra­ rio posibilidades de contrajuego después de 33. lib7 '*ff8 34. n xa7 1I b8 (35. lib7 lia8). 33. ... 'W'g8 En caso de llegar al final la ac­ tividad de las negras se reduciría al mínimo. 34. lhc3 lid8 35. a4 li d7 36. Wb8 Wf7 37. aS e4 38. libl Por motivos profilácticos es ne­ cesario retirar la torre de la dia­ gonal del alfil e nemigo, ya que puede abrirse en cualquier mo­ mento. 38. ••. lhg4 Este cambio de operaciones no supone ningún alivio para las ne­ gras, pero tampoco podían espe­ rar, ya que se amenaza a5-a6 y libl-b7. 39. hg4 40. fe3 43
  • 43. 41. a6 .id2 42. 'i!Vb3 Las blancas no conseguían nada continuando 42. ll b7 .i_ xe3 43. n xd7 !fxd7 44. !t'b7 'flg7 45. �e2 por 45. ... .i.d2! 42. ... .i.b4 Las negras han conseguido pa­ ralizar la actividad del adversario en el flanco de dama, pero el alfil en b4 está apartado del juego. 43. flc2 !feS 44. ll fl !feS 45. IH4 No encuentro inmediatamente el plan exacto: en esta casilla debe situarse el caballo blanco, para provocar el debilitamiento g6-g5. 45. ... ll e7 46. �h3 .iel 47. �e2 .ib4 Si no, 48. ll fl .i.b4, 49. �f4 y después �e6. 48. llfl g5 Las negras toman bajo control la casilla f4, pero crean un aguje­ ro en f5. 49. �gl �g6 5o. 'flf2 wh7 51. �e2 'i!Vg7 52. !ff5+ 1Wg6 53. !ff8 'i!Vg7 54. 'flf6! El peón d6 no tiene salvación, pero después de 54. ... 'flxf6 55. n xf6 ll d7 5 6. ll e6 se pierde el peón e4. Las negras se dirigen a 44 la única posibilidad de mantener la igualdad material. 54. ... 55. ¡t'xd6 56. 't!Yc6 57. 't!fe6 58. 't!Yf5+ .td2 .i,xe3 ll c7 ll e7 'fg6 Al disponer por fin de la posi­ bilidad de avanzar el peón pasa­ do, las blancas no pueden aguan­ tarse. Sin embargo, precisamente aquí mediante 59. ll b l seguida de llbl-b7 se obtenía la victoria brevemente. 59. d6 60. I[ x/5 61. ll d5 1fxf5 I[ d7 �g6 Tampoco salía bien el intento de conservar el peón e4: 6 1 . ... .i.f2 62. Wg2 .tel 63. I[ xc5 ]% xd6 64. l% c7+ �g6 65. ]l xa7. 62. �c3 �f6 63. li)xe4+ �e6 64. �g2 .id4 65. �f3 I[f7+ 66. lil:f5 lE g7 Todavía disponía de una buena
  • 44. posibilidad: 67. li f8 con el trasla­ do de la torre a b7, y si 67. ... li f7+, 68. li xf] c;t>xf7 69. d7 c;t>e7 70. lbd6 � xd7 7 1 . lbb5, etc. Las blancas dejan escapar esta excelente continuación. 67. c;t>e2 68. t:Dxc5+ 69. ;¡¡¡: xcs 70. ¡¡: f5 No proporcionaba nada bueno el intento de defender el peón a7: 70. ... Wc7 7 1 . li f6 li h8 ó 70. ... li g7 71. �d3 li h7. En ambos ca­ sos decide el avance del rey blan­ co y el peón «c». 71. li ti 72. li xa7 Los requisitos de este torneo clasificatorio eran muy severos: sólo pasaba a la final el vencedor, y mi adversario, uno de los juga­ dores de primera categoría más fuertes de la ciudad, había gana­ do en todos los encuentros hasta nuestra partida. Yo ya tenía unas tablas, por lo que necesitaba ob­ tener la victoria. Ya que no da nada a las blancas 73. li a8 �b5 74. a7 Wb6 sólo quedaba... 73. lii: c7+ r¿,bs Las negras acercan instintiva­ mente el rey al peón pasado, para que la torre resista la actividad del rey enemigo. Pero esto no es po­ sible, y el rey negro se queda en una posición pasiva. Las blancas cambian el peón «a» por los dos contrarios, lo que lleva a una po­ sición teóricamente ganada debi­ do al alejamiento del rey negro. Era interesante y complicado el juego después de 73. ... Wd4, pero de esto hablaremos después. 74. a7 lia6 Aquí se aplazó la partida por segunda vez, y Serezhi Kaminer me explicó todo inmediatamente. Mi adversario aún confiaba en mi ingenuidad, y a través de su inter­ mediario me ofreció las tablas, manifestando la opinión de que si ambos terminábamos imbatidos, nos incluirían a los dos en la final. Sin embargo, tras las explicacio­ nes de Serezhi, comprendí que la final sólo la jugaba uno. 75. Wf3 76. li h7 77. I;l xh6 78. c;t>e4 li a4 �eS I;I xa7 Ahora el rey negro queda apar­ tado de los peones pasados tanto horizontal como verticalmente; algunos años después prestó su atención a este final de torres N. D. Grigoriev. 45
  • 45. 78. . . . 'iJ. g7 79. 'i!le5 'iJ.g8 80. 'iJ. e6 IU8 81. Jlg6 Jle8+ 82. �f6 'iJ.e4 83. �xg5 En la jugada 97 las negras se rindieron. Pero ahora volvamos a la posi­ ción que se producía tras la res­ puesta 73. ... 'i!ld4, que indudable­ mente colocaba ante las blancas problemas más difíciles. Más tarde. en el análisis case­ ro examiné la continuación 74. a7 'iJ. a6, 75. �d2 'i!le4 76. 'i!lc3 'i!lf3 77. 'i!lb4. Si 77. ... 'i!fxg4 78. 'i!lb5 'iJ. al 79. li c4+ y 80. 'iJ. a4, enton­ ces ganan las blancas. Este resul­ tado es el mismo después de 77. ... � xg3 78. 'iJ. c3+ e;t. xg4 79. li a3 l1 xa7 80. l1 xa7 'iJ. f3 (80. ... h5 8 1. 'i!lc4 h4 82. �d3 h3 83. �e2 h2 84. llh7 'i!l g3 85. 'i!lfl ) 81. �c3 g4 82. 'i!id2 g 3 83. � e l g2 84. 'iJ. a3+. Pero las negras tie­ nen una astuta continuación 77. ... �g2! (a 78. 'iJ. c2+ 78. ... �h3!) para dar la torre por el peón «a>> 46 sólo cuando el rey blanco se haya alejado de la primera fila. Por ejemplo, 78. 'i!lb5 li al 79. 'i!ib6 e;t.xg3 80. Jl c8 'iflxg4 8 1 . a8=!r l1 xa8 82. l1 xa8 h5 83. *c5 h4 84. �d4 h3 85. *e3 h2 86. l1 h8 *g3, y tablas. Si 80. 'iJ.c4, enton­ ces 80. ...*h4 81. 'i!ib7 h5 y las blancas tampoco pueden ganar. Pero pasadas algunas décadas estudiando la partida se puso de relieve que la jugada 73. ... c;fold4 también llevaba a la derrota des­ pués de 74. a7 'iJ. a6 75. �d2 � e4 76. 'iJ. f7! (en vez de 76. �c3), im­ pidiendo la penetración del rey negro. Entonces sólo queda 76. ... c;fold4 77. c;folc2 c;folc4 78. �c7+ �d4 79. �b3 'i!le4 80. l1 f7!, y las blan­ cas ganan aproximando el rey al peón «a». 9. Gambito de Dama O Y. ROJLIN e BOTVINNIK Campeonato de 1926 l. d4 2. lilf3 3. c4 4• .ig5 5. lilc3 6. Jl cl Leningrado, lt)f6 e6 d5 lilbd7 c6 En ese tiempo se consideraba a esta jugada como la panacea contra la variante Cambridge­ Springs, pero todavía no se había adivinado que después de 6. ... de 7. e4 b5 las negras tienen un peón de más (ver. también, la partida n." 40) y la iniciativa de las blan-
  • 46. cas no es tan peligrosa como pue­ da parecer a primera vista. 6. • • • h6 7. �h4 Y esta retirada en esta y en otra serie de posiciones análogas pue­ de llevar de nuevo a la pérdida del peón indicado anteriormente. Era correcto 7. �xf6. 7. ... dc4 8. e4 1Wa5 El lector ya sabe que se debía jugar 8. .. . b5. 9. eS Ahora las blancas recuperan el peón, obteniendo una clara ven­ taja de desarrollo. 9. ... 10. �xc4 1 1. bc3 lbe4 lbxc3 .ia3 Todas las acciones emprendi­ das por las negras no las ayudan ni en la lucha por el centro, ni a terminar el desarrollo del conge­ lado flanco de dama. 12. It c2 lbb6 13. ltld2! ltldS Ahora las blancas pueden pasar a las acciones decisivas, 1 4. 1!Fg4 (o 1 4. 0-0 y a 1 4. ... ltlxc3 15. ti'g4). La decisión de perder tiem­ po en la defensa del peón c3 per­ mitirá a las negras complicar el juego sacrificando dos peones. 14. �f3 eS! 15. .ixdS A propósito, la invitación de las negras podría rehusarse y or­ ganizar mientras tanto el enro­ que, manteniendo todas las ven­ tajas de su posición. 15. ... 16. 'fixdS 17. �xb7 18. 0-0 ed5 �e6! 0..0 Así, pues, ambos bandos han fi­ nalizado el desarrollo, y las blan­ cas poseen una sólida ventaja de material. Sin embargo, esta últi­ ma circunstancia no se sentirá en la lucha posterior, ya que el juego abierto permitirá sacar el máximo provecho de la fuerza de los alfi­ les y las torres negras. 18. • . . Itfc8 19. ltlb3 'fia4 20. .ig3 Aún no es posible aniquilar el peón enemigo «C», y en el futuro resultará muy desagradable para las blancas. 20• ••. 21. lbal 22. It d2 c4! �fS !faS ¿Cómo defender el peón c3? Desde luego si se entrega, enton- 47
  • 47. ces no habrá quien detenga al peón c4. Ahora se empieza a de­ volver poco a poco lo adquirido. 23. e6! � xe6 24. dS �rs Perdía 24. ... ¡f'xc3 debido a 25. 1I c2. 25. �es f6 26. �d4 Recuerde esta posición y pres­ te atención, porque volverá a re­ petirse, ya que las negras deciden economizar tiempo para el con­ trol. 26. ..• 1I cb8 27. Wc6 ll c8 28. Wb7 La posición se produce en el ta- blero por segunda vez. 28. ... ll cb8 29. W'c6 ll c8 30. ft'b7 ¡Y tercera vez! ¿Por qué las blancas no piden tablas ante esta repetición dejugadas? Porque en­ tonces no existía la regla de la re­ petición de posiciones, sino que la triple repetición debía produ­ cirse tras una serie de jugadas de ambos bandos. ¡Y la serie sólo ha­ bía sido de dos! 30. .•• �d6 Las negras no querían las ta­ blas, ya que prevén restablecer la igualdad de material junto a una ventaja posicional. 48 31. ltJc2 1I ab8 32. Wxa7 33. �xa7 f:fxa7 1I b2 Así se asegura la invasión de ambas torres en la segunda fila. 34. li cl nas 35. .ae3 naxa2 36. ltJd4! Correcto, yaque mediante este truco táctico se salva la pieza. 36. ... ]I xd2 37. �xd2 .ie4 38. .ie3 �xd5 Entonces yo jugaba sin ningún apuro para llegar al control de tiempo de 2,5 horas para 37 juga­ das. Aquí se aplazó la partida, y las blancas ofrecieron tablas. Yo, naturalmente, estaba seguro de poder realizar mi ventaja. Ade­ más, ¿es posible que en una posi­ ción tan llena de vida se pueda re­ husar continuar la lucha? 39. f3 .an! El alftl se traslada a una casilla más favorable, d3, desde donde podrá defender el peón c4 y difi-
  • 48. cultará al máximo la movilidad de las piezas blancas. 40. lldl 41. lbc6 42• .i.d4 .i.g6 .i.d3 Las blancas no debían eludir el final con alfiles de distinto color: 42. lbb4 .i,xb4 43. cb ll b2. 42. ... llb2 43. ll el *h7 44. lbe7 hS! Las n egras tienen previsto avanzar los peones del flanco de rey para abrir Ja segunda fila. 45. lbdS h4 46. lbe3 Era imprescindible continuar 46. b.3, pero en este caso sólo se llegaría a una prórroga, ya que to­ das las piezas blancas están con­ denadas a la pasividad. 46. ... h3 47. g3 rs Creando la amenaza 48 . ... f4. 48. f4 Sólo quedajugar g7-g5 para ob­ tener la victoria. 49. It al lftg8 Para que no haya ni jaques, aunque no salvarían a las blancas. 50. ll el Las blancas han caído en el Zeitnot y en la desesperación. 50. .. . gS! 51. ll dl Si 5 1 . fg, e ntonces 5 1 . .t_ xg3. 51. ... gf4 52. .i.b6 fg3 Las blancas abandonan. Esta partida se jugó al princi­ pio, en el que conseguí cinco vic­ torias consecutivas. Desde luego, mi humor era excelente, y con ello vino la seguridad en mi fuerza aje­ drecística. Es cierto que después me llegó el turno de la desgracia, pero al final resultó vencedor Ilin­ Genevsky y yo compartí el segun­ do-tercer puesto con l. Rabino­ vich. 10. Defensa Eslava O BOTVINNIK e l. RABINOVICH Campeonato de la región no­ roccidental Leningrado, 1 926 l. d4 2. c4 3. lbf3 4. e3 S. lbc3 6. .i.d3 d5 c6 lbf6 e6 lbbd7 Hay que advertir que ningún otro intento de obtener aquí el éxito mediante otros procedi­ mientos conduce a resultados po­ sitivos. Por ejemplo, después de 6. 1Wc2 .i.d6 7. J1d2 0-0 8. 0-0-0 c5 9. cd ed l O. lttb l a6 1 1 . .i.cl c4 12. g4 l!Jb6 13. h3 lle8 1 4. .i.g2 .i.b4 15. lbe5 J.xc3 16. 'fWxc3 lbe4 las negras tienen un 49
  • 49. juego excelente (Taimanov-Bot­ vinnik, match 1953). 6. ..• dc4 7. .txc4 b5 8. .td3 a6 9. e4 c5 Más tarde, las negras eludían esta variante de la Merano debi­ do a 10. d5. Sin embargo, la fuer­ za de la jugada de Boleslavsky, 10. d5, en cierta manera fue pues­ ta bajo duda debido a 1O. .. . eS 1 1 . b3 c4 1 2. be .i.b4 1 3. .i.d2 be 14. .tc2 1!i'a5 15. lbe2 l!)xe4 1 6. .txe4 c3. 10. eS lbg4 Entonces en vez de esto se ju­ gaba habitualmente 1 0. ... cd, al estilo de Sozin. Todos teníamos fresca en la memoria la victoria, con negras, en esta variante de Vilner sobre Bogoljubov en el Campeonato de la URSS de 1925. Sin embargo, mi adversa­ rio, siempre a la búsqueda de pu­ blicaciones teóricas, por lo visto quiso comprobar cómo me orien­ taba en una situación poco fami­ liar. 1 1. .i.g5 Una jugada desagradable para las negras, que todavía era desco­ nocida para la teoría en los años 60, cuando se publicó por prime­ ra vez esta partida. 1 1. ••• 12• .i.e4 "'b6 .tb7 Las negras eluden la continua­ ción 1 2. ... ll a7 13. d5, en la que 50 pueden caer bajo un peligroso ataque debido al retraso en el de­ sarrollo. Pero ahora la dama ne­ gra deja de controlar la casilla d4, y las blancas ganan tiempo para enrocarse. 13. .i,xb7 14. 0..0! 1/lxb7 h5 Después de 14. ... cd 15. 'f!t'xd4 habría que jugar igualmente 15. ... h5. 15. d5! Cuando el rey enemigo está atascado en el centro no hay que tener miedo a sacrificar peones. 15. ••. lbdxeS 16. l!)xe5 l!)xeS 17. de6 f6 Las negras eluden capturar el peón e6, que ahora bloqueará la columna «e». 18. We2 .i.e7 19. li adl h4 Si 19 . . .. c4, para cerrar la co­ lumna abierta situando el caballo en d3, las blancas desarrollarían
  • 50. el ataque mediante 20. lbd5 y 21. �e4. También podrá haber efec-­ tuado este plan ahora, pero pre­ ferí llevar la partida a un final fa­ vorable. 20. f4 Aún hubiese sido más sencillo la previa 20. h3, pero las blancas no querían desviarse de sus inten­ ciones. 20. ... h3 A la retirada del caballo deci­ día 21. li d? y 22. lt:ld5. 21. feS 22. 'fi'xg2 23. �xg2 �xg2+ hg2 fg5 Durante la partida valoré que esta, posición estaba ganada, pero a causa de mi juventud no encon­ tré el camino correcto. 24. B: f7 Estajugada gana pieza, y como todo iba a la perfección, no me preocupé de buscar lo mejor. Y como demostró A. Kubbel des­ pués de la partida, la mejor con- tinuación era: 24. lt:ld5! la: a7 (24. ... �d8 25. e7 �aS 26. e6) 25. lt:le3! g6 26. lt:lg4 i..d8 27. lt:lf6+ �e7 28. li d6, etc. 24. ... B:h6 25. li xe7+ Es evidente que ni siquiera me propuse la posibilidad de jugar primero 25. la: xg7. Desde luego la pieza no se va a escapar a nin­ gún sitio: 25. ... la: xe6 26. Ir.g8+ �f8 27. lifl tJe7 28. lt:ld5+ o 25. .. . Wf8 26. li xe7. 25. ... 26. lt:ld5+ �xe7 ..t>xe6 Es peor 26. . .. �f8 a causa de 27. e7+. 27. lt:lc7+ 28. lt:J xa8 'i!fxe5 1I c6 Naturalmente, yo me había en­ contrado en numerosas ocasiones con situaciones en las que, diga­ mos, uno de los bandos perdía peón, pero tras esto conseguía una serie de factores positivos. Pero ganar una pieza, incluso por dos peones doblados y aislados, y después experimentar dificulta­ des para realizar la ventaja, ten­ go que reconocer que nunca me había sucedido. Y mientras tanto es posible que sólo en este mo­ mento y con una única posibili­ dad las blancas podían alcanzar la victoria. Para ello era necesario jugar 29. a4!, con la amenaza 30. a5 y 31. lbb6, y a 29. ... ba, 30. li al . Dejé ir esta idea, y después ya fue imposible superar la resis­ tencia del adversario. 51
  • 51. 29. li d7 29. ... lid6 Las negras podían continuar 29. ... c4 30. liJc7 b4 3 1 . liJd5 l!fe6 32. lil d8 c3 33. liJxb4 c2 ó 30. l!ff3 b4 3 1 . Ji c7 wd6 32. JI xc6+ wxc6 3 3 . we4 wb7 34. wd4 c3. 30. li xg7 Después del cambio de torres hay que salvar el caballo (31 . a4), pero entonces las negras pueden pensar incluso en posibilidades de victoria (31 . c4 32. liJb6 wc5). 30. •.. lid2+ 31. Wg3 Ji xb2 32. li xgS+ wd4 33. h4 Ji xa2 34. hS li al Ha surgido una posición de do­ ble filo, en la que es necesario pensar detenidamente. Por eso para ganar tiempo antes del con­ trol me puse a repetir la posición, pero no una serie de jugadas (leer los comentarios a la partida n.o 9). 52 3s. wg2 lia2+ 36. ct>g3 lial 37. Wg2 lia2+ 38. l!fgl Ya no había ocasión de retirar el rey a la otra casilla, precisamen­ te para que la serie de jugadas no sea igual a las precedentes. 38. ... lial+ 39. Wg2 lia2+ 40. l!fg3 lial El análisis demostró que tras una defensa correcta del adversa­ rio las blancas no podían ganar, pero se podía intentar, ya que no se corría ningún riesgo. Así... 41. liJc7 c4 42. liJe6+ we3 43. liJf4 c3 44. li cS li gl+ 45. liJg2+ wd3 Ahora las negras ya están pre­ paradas para entregar su torre por el peón, ya que sus peones pa­ sados con la ayuda del rey son muy peligrosos. 46. h6 lihl 47. liJf4+ A 47. liJh4 seguiría 47. li gl+, y debido a la maniobra 48. . . . lig8 las blancas están obliga­ das a volver con el caballo a g2. 47. ... wd4 48. ll c6 c2 49. Wg2 lib4 Si 49. .. . el=!V, entonces 50. liJe2+. so. Wg3 lihl Tablas.
  • 52. l. Rabínovich junto con P. Ro­ manovsky, G. Levenfish y A. Ilin­ Genevsky enseñaron mucho a los jóvenes ajedrecistas de Leningra­ do. A propósito, antes del torneo yo era vecino de mi compañero, y lo visitaba a menudo. Ilia Leon­ tevich estaba escribiendo enton­ ces su conocido trabajo «Fina­ les)), que desde hacía mucho tiem­ po fue la única posibilidad de es­ tudio de los finales de partida. Ve­ rificamos conjuntamente sus aná­ lisis de vez en cuando, con lo que conseguí hacer progresos que, no lo oculto, me proporcionaban una gran satisfacción. 1 1. Gambito de Dama O GOLUBEV e BOTVINNIK Campeonato de la región no­ roccidenta1 Leningrado, 19 26 1. d4 2. c4 3. iL!f3 4. �gS S. iLlc3 6. e3 li)f6 e6 dS iL!bd7 c6 'iraS En esa época estaba de moda la defensa Cambridge-Springs, y yo la empleaba con buenos resul­ tados. Unos años después tam­ bién la empleó Alekhine en Bue­ nos Aires, en su match para el Campeonato del mundo contra Capablanca. Mi adversario nunca fue muy fuerte en la teoría de aperturas, y sus primeras jugadas resultan desafortunadas. Las con- tinuaciones más convenientes son: 7. lL!d2 y 7. cd. 7. 'irb3 lL!e4 Ahora el alfil de g5 no es un adorno, sino un defecto en la po­ sición de las blancas. Ya se ame­ naza 8. . .. de ganando pieza. 8. cdS edS 9. �f4 Ab4 10. ll cl eS El lector seguramente habrá advertido que la idea principal de esta partida está relacionada con la idea de la partida n.o 7. La ini­ ciativa está del lado de las negras, que ya quieren jugar 1 1 . ... c4, para después capturar el peón a2. A las blancas no les favorece to­ mar el peón dS: 1 1 . 'itxd5 iLl xc3 12. be .i_ xc3+ 13.- 'Ctdl 0-0. 11. a3 12. bc3 13• .ie2 14. deS �xc3+ 0-0 lL!b6 A 14. 0-0 seguiría 14. ... c4 15. 'ti'b4 W xb4 1 6. cb (1 6. ab lL!a4) 1 6. ... aS. 14. ... 1;fxcS 1S. .teS El traslado del alfil a la casilla d4 es del todo conveniente, pero ya era hora de que las blancas se enrocaran. 1S. •.. lL!c4! El caballo ataca al alfil y al peón a3, pero todavía no se amenaza 1 6. ... iLJxf2 por 17. .id4. Como el alfil lo defiende todo, es nece- 53
  • 53. sario jugar 16. a4. Sin embargo, las blancas deciden cambiar el al­ fil por el caballo, lo que les crea dificultades suplementarias. 16. .i_xc4 dc4 Ahora la posición del alfil en d4 no va a resultar tan fuerte, y lo que es más importante, las negras se han librado del peón aislado. Otro factor sustancial es la mala posición del rey blanco y la ame­ naza de la maniobra lbe4-c5-d3 . 17. 1Wb4 .i.g4 Las negras se aprovechan de que el cambio 1 8. �xc5 lLJ xc5 está unido a la amenaza de inva­ sión del caballo en d3. Por ejem­ plo: 19. .i.d6 lbd3+ 20. �d2 � fd8. En caso de 1 8. .i.d4 1Wf5 el flanco de rey de las blancas se viene abajo. Por eso dan como bueno «agarrarse» al peón, pero caen de la sartén al fuego. 18. ffxb7 � xf3 19. gf3 lbxf2 La amenaza 20. ... tbd3+ es tan horrible, que no les queda otra 54 elección que capturar el caballo. Sin embargo, tras esto la resisten­ cia llegarápidamente a su fin. Por eso puede ser que debieran con­ formarse con la continuación 20. .i.d4 lbd3+ 2 1 . �di.. Entonces, por ejemplo, 2 1 . ... 1Wf5 22. �hgl g6 23. � b l tbc5!, y el ataque al rey blanco se desarrolla por sí solo. 20. �xf2 �xe5 21. f4 Desde luego no es posible man­ tener ambas torres defendiendo a los peones c3 y h2. 21. ... Wf5 En el tablero el material está igualado, pero la insegura posi­ ción del rey blanco hace de la de­ fensa un problema insoluble. 22. 1!Vbl O 22. lif3 � ab8. 22. ... 23. tl:t'e4 24. � c2 25. �e2 26. 'f:ixc4 'fi'b3 li ad8 fih4+ � feS Las blancas previenen la inva­ sión de la torre en d3, pero ya se divisa otro golpe de las negras. 26. ... 'Wh3 No es posible defender al mis­ mo tiempo el peón e3 y la casilla g2. 27. '!feS 'Wg2+ Las blancas se rinden.