Este documento presenta un resumen de la carrera ajedrecística de Mikhail Botvinnik desde que aprendió las reglas del juego en 1923 hasta 1941. Describe sus primeros torneos escolares en Leningrado y cómo mejoró rápidamente al estudiar libros como el "Shajmatny Listok" de Mikhail Chigorin. También habla sobre cómo la popularidad del ajedrez creció en las escuelas de Leningrado y los torneos que participó para seguir perfeccionando sus habilidades antes de convertirse en un gran maestro internacional.
8. DEL c<SHAJMATNY LISTOK» DE CHIGORIN AL UMBRAL DEL OLIMPO
AJEDRECISTICO
Hace sesenta años, en septiem
bre de 1923, me enteré de que
existía el juego del ajedrez. En
tonces no llegué a pensar que se
convertiría en una «profesión».
Siempre pensé, de acuerdo a mis
propias deducciones, qué era lo
que iba a estudiar, ajedrez, elec
trotecnia o cibernética, y desde
luego en estas profesiones adqui
rí una cualificación bastante alta.
En este libro (suponiendo que
tras él vendrán otros) he reunido
ciento veinte partidas jugadas en
el período anterior a la guerra.
Las partidas han sido selecciona
das con bastante rigor, y aunque
tienen una importancia desigual,
bajo mi punto de vista no hay par
tidas malas en este libro. Por re
gla general no son perfectas, pero
cuando hay una verdadera lucha
sobre el tablero, es dudoso que se
puedan evitar los errores.
Después de que el amigo de mi
hermano Lenia Basky me enseña
ra cómo se jugaba al ajedrez, em
pecé a buscar contrincantes con
clase. En el otoño de 1923 tomé
parte por primera vez en un tor
neo escolar y quedé bastante mal:
obtuve aproximadamente medio
punto. Me queda un vago recuer
do de aquel torneo. Sólo recuer
do que jugábamos después de las
clases, en las mesas de la escuela.
De las partidas en sí me quedó un
sentimiento de insatisfacción. A
pesar de mi mayor edad, mis ad
versarios me ganaban con fre
cuencia: tenían más experiencia y
conocimientos.
No recuerdo quién fue enton
ces el primero, probablemente
Grisha Abramovich o Vitia Miliu
tin. Vitia Miliutin estudiaba en el
último curso, y Grisha Abramo
vich ya había terminado la escue
la; era miembro de la asamblea
ajedrecística de Leningrado y te
nía la tercera categoría. Yo lo tra
taba con gran respeto.
Por aquel entonces sucedieron
en la escuela cambios importan
tes. Se organizó la célula del kon
somo1, empezó a publicarse un pe
riódico mural, y se organizaron
reuniones por las tardes. Si ante
riormente después de las clases
los alumnos generalmente se iban
a casa, ahora nos retenían con fre
cuencia, y nos ocupaban en actos
sociales, estudios políticos, en de
portes (generalmente jugábamos
al baloncesto), y también en aje
drez.
En aquella época el ajedrez em
pezó a cobrar popularidad entre
los escolares de Leningrado. Casi
todas las escuelas celebraban tor
neos; era una práctica habitual los
encuentros de escolares por equi-
9
9. pos. Nuestra 157." escuela no fue
una excepción: en casi todas las
clases superiores se celebraban
torneos. En nuestra aula, después
de las clases, Shura Orlov, Vitia
Tabachisky y yo luchábamos dos
o tres veces a la semana delante
de un tablero de ajedrez.
Sin embargo a mí no me satis
facían estos encuentros. Me sabía
de memoria el <<Shajmatny Lis
tok», del año 1876-77, de M. l.
Crugorín, y destrozaba fácilmen
te a mis compañeros. Cuando se
acababa de publicar el manual de
aperturas de N. Grekov y V. Ne
narokov, me lo compré inmedia
tamente, y me leía cuidadosamen
te todas las secciones de ajedrez
de los periódicos.
También aproveché la llegada
a Leningrado del ex-campeón
mundial Em. Lasker: copié todas
las partidas de la gira de Lasker
y las analicé, ampliando mis cono
cimientos.
Gradualmente comencé a supe
rar a alumnos mayores que yo,
pero con Vitia Miliutin no pude
conseguirlo nunca. Recuerdo que
en cuanto me «aprendí» la aper
tura española, fui a jugarla inme
diatamente con blancas contra
Miliutin. Sin embargo en algún
momento (que era lo que yo ne
cesitaba) se desvió de la variante
analizada por Grekov y Nenaro
kov, y... ¡ganó rápidamente!
Se aproximaba el campeonato
regular de nuestra escuela. A di
ferencia de torneos anteriores, en
los que habían tomado parte 14
ajedrecistas, todos contra todos,
10
en este caso se decidió llevar a
cabo un torneo cuadrangular a
dos vueltas. No recuerdo por qué
tomaban parte sólo cuatro ajedre
cistas. Creo que entonces estaba
claro que el resto eran más flojos,
pero el motivo principal probable
mente residía en Grisha Abramo
vich. Para atraer al torneo a los
miembros de la asamblea de aje
drecistas, que estaba «totalmente
ocupada», llegó a la disminución
del número de participantes...
El 22 de marzo de 1 924 empe
zó la primera ronda del campeo
nato. Por el sorteo me correspon
dió jugar con negras contra Mi
liutin, y gané. Esto fue un gran
éxito, ¡la primera victoria sobre
Miliutin! Gané seguridad en mis
fuerzas, y en ese tiempo ya había
desarrollado una valoración críti
ca sobre mí y mis adversarios.
Tengo un pequeño cuaderno
de notas de esa época con la ma
yoría de mis anotaciones hechas
a lápiz, por lo que están casi bo
rradas y se leen con dificultad.
Ahí están las partidas de la gira
de Lasker, los artículos de los pe
riódicos, y la tabla de resultados
del match-torneo para el título de
campeón de la escuela... y una lis
ta de alumnos, con los pagos de
las cuotas, en la caja de la mutua
lidad: en clase yo era el recauda
dor. En este cuaderno comento la
partida con V. Miliutin.
Después jugué dos partidas
con A. Zilberman y gané ambas.
La primera (negras), bastante fá
cil; la segunda, después de una
larga lucha posicional plena de
10. errores mutuos, en cuyas sutilezas
casi no había progresado. Des
pués llegó la segunda partida con
V. Miliutin: él ya estaba desmora
lizado y perdió rápidamente.
Grisha Abramovich no empezó
el torneo: no encontró tiempo
para venir a la escuela. Entonces
acordé acercarme a su casa y le
propuse jugar las partidas del tor
neo. Algo asombrado por mi de
cisión, Grisha estuvo de acuerdo,
y probamos nuestras fuerzas so
bre la mesa de ajedrez. Sucedió el
milagro; mi adversario no se acla
ró en las complicaciones y sufrió
la derrota. En la segunda partida
(blancas) perdí, en un final de to
rres en el que no ocupé la única
columna abierta. Sin embargo, mi
adversario perdió en el torneo
medio punto, y finalmente conse
guí proclamarme campeón de la
1 57." escuela.
Por otra parte, no estuve muy
afortunado en la comprensión po
sicional. Después de que el 1 de
junio de 1924 me admitieran en
la asamblea del círculo de ajedre
cistas de Petrogrado, tuve la po
sibilidad de cruzar armas con ad
versarios más fuertes. Jugué un
match de entrenamiento con Se
rezhi Kaminer y... perdí las tres
partidas; no tenía experiencia po
sicional. Inscrito en un torneo sin
categoría, ocupé el primer pues
to, obteniendo la 3.' categoría y
(lo que era más importante) con
seguí superar a mis adversarios en
la valoración de las posiciones.
Por lo visto, el haber dispuesto de
1 O a 12 meses fue suficiente para
aprender de los ases del juego de
posición.
Durante ese tiempo me suce
dió un caso aleccionador. Vivía
en una casa en la Aldea Infantil
(hoy la ciudad de Pushkin) e iba
a jugar dos veces a la semana. Co
mía y, en el tren, a Leningrado.
Una vez me fui temprano a la ciu
dad, para curiosear una partida
de ajedrez viviente entre los
maestros P. Romanovsky e' I. Ra
binovich en la plaza de Uristky
(en la actualidad, del Palacio), si
tuada enfrente del Palacio de in
vierno. Después de estar sentado
en la tribuna bajo los rayos del sol
hasta el final, corrí hambriento,
con la cabeza repleta de variantes
ajedrecísticas, obtuve una posi
ción ganada... ¡y perdí! Entonces
no sabía que había que separar
principalmente los asuntos ajenos
durante una competición para no
distraerse.
En seguida hubo otro torneo
de 2." y 3." categoría. Obtuve el
primer puesto y de nuevo una lec
ción útil. Concursaba conmigo el
pintor sordomudo Folgy. Eviden
temente yo no le agradaba, y para
demostrarlo se frotó alegremente
las manos cuando caí en una po
sición difícil. Otra vez advertí que
Folgy tenía una partida perdida.
Amor con amor se paga, y decidí
que mi adversario lo tenía todo
claro, colocando su rey sobre el ta
blero... Folgy se quejó, y por muy
poco no fui excluido de la compe
tición. Ya no volví a repetir este
grave error.
Inmediatamente siguió la com-
1 1
11. petición de 2.• categoría; al prin
cipio del torneo caí enfermo de
anginas. No sé cómo me levanté
de la cama y llegué a jugar, por
que apenas podía arrastrar los
pies. Conseguí posiciones gana
das (seguía progresando en el jui
cio posicional), pero me cansaba
en seguida y «bostezaba». Resul
tado: no hay que jugar enfermo al
ajedrez (últimamente sólo una
vez infringí esta regla). Para mi
suerte, el torneo no llegó a finali
zar. La federación soviética de
ajedrez fue liquidada, y el círculo
de ajedrecistas de Leningrado ce
rrado. La administración del
«movimiento ajedrecista» (enton
ces se le llamaba así) fue traspasa
da al soviet de cultura física y sin
dicatos. En el Palacio de los tra
bajadores se inauguró un excelen
te club en enero de 1925.
En seguida fui incluido en un
torneo de 2.a y J .• categorías.
Gané fácilmente el primer pues
to y obtuve la l.a categoría. La
partida n.o 2 da alguna indicación
sobre el nivel de mi juego. En el
verano de 1 925 hubo un torneo
clasificatorio para fuertes ajedre
cistas de J.• categoría. Los cuatro
primeros se clasificaban para el
torneo de la ciudad, en el que el
vencedor obtenía el título de
maestro convencional y automáti
camente se le incluía en el siguien
te Campeonato de la URSS.
Empecé con dos derrotas, pero
después apreté y como resultado
compartí el tercer-cuarto puesto.
Posiblemente ésta fue la primera
competición que se puede decir
12
tuvo un carácter deportivo, sin el
cual es dificil contar con el éxito.
Las partidas n.o• 4 y 5 (con Zve
rev y Perfilev) las jugué al final de
la competición. Además, este tor
neo confirmó que el avance de
mis progresos frenaba algo. Esto
era comprensible: mis adversa
rios eran más fuertes y más expe
rimentados. Sin embargo, con es
tas dificultades deportivas tenía
algo a mi favor: mi carácter se for
talecía, e iba aprendiendo.
Razonablemente, esperaba con
gran impaciencia el comienzo del
torneo de la ciudad. «No, dijeron
mis padres, te espera en la escue
la un dificil año escolar.» Y estoy
agradecido y comprendo la deci
sión de mis padres, ya que en esos
años, cuando el sistema nervioso
aún no está formado, es necesa
rio evitar las pruebas difíciles.
Pero es muy difícil que un joven
ajedrecista siga estos consejos.
La fuerza de mi juego ya era co
nocida, y por eso cuando en el día
de descanso del Torneo interna
cional de Moscú del año 1925 el
campeón mundial Capablanca
pasó por Leningrado para reali
zar una exhibición de simultáneas
a 30 tableros, el organizador de la
sesión A. Rojlin me incluyó en el
número de participantes.
A propósito, mi madre estaba
en contra de mi pasión por el aje
drez. «Tú, me decía, ¿quieres ser
un Capablanca?» Pero cuando
supo que efectivamente estaba
cerca de jugar con Capablanca,
debido a la solemnidad del acon
tecimiento del encuentro con el
12. campeón del mundo me compró
una «kosovorotka» * marrón nue
va.
Así, el 20 de noviembre de
1925, me dirigí a la Filarmónica
de Leningrado; en la antesala ya
se aglomeraban muchos aficiona
dos, en la misma sala hacía un ca
lor asfixiante, repleta de gente
hasta los topes. Resultaba bastan
te difícil ocupar un sitio en la
mesa. Pero dos ajedrecistas de 2.•
categoría, que ya estaban senta
dos los dos juntos en mi silla,
aceptaron con «benevolencia» mi
compañía. Desde luego, Capa
blanca no se enteró en seguida de
quién jugaba en ese tablero, ya
que por todos lados salían las ma
nos para realizar la jugada. Mis
compañeros me asediaban con su
compañía, pero a los 14 años yo
tenía un carácter firme, y jugué
igual.
El .campeón del mundo era pre
suntuoso y bastante favorecido.
Después de la presentación empe
zó el juego. Esta partida la pue
den examinar los lectores (n.o 7).
En la primavera de 1926 pasé
por una difícil situación durante
el Campeonato de Leningrado.
En la semifinal conseguí 1 2,5 de
1 3 (la partida dificil fue con She
barshin) (ver partida n.08), y en la
final del campeonato gané al prin
cipio cinco partidas consecutivas,
perdiendo con J. Rabinovich (con
blancas en un gambito de dama
aceptado, en el que revelé mi ig-
• Camisa rusa con cuello de tirilla que
se abotona a un lado. N. del T.
norancia en una sutil posición, co
mún, de esta defensa) y finalmen
te compartí el segundo-tercer
puesto. Sin embargo, por prime
ra vez se me reconoció como aje
drecista, como una futura prome
sa, como escribió Y. Rojlin en la
revista nacional «Shajmatny Lis
tok». Gracias a Dios no lo cele
bré por adelantado, y en el futu
ro las alabanzas no me hicieron
mella. ¡El ajedrecista· no es un ac
tor, y no necesita los elogios!
Si des{!ués del campeonato de
la ciudad me sentí seguro, las di
ficultades de los torneos no me
amedrentaban. Y en la semifinal
y en la final del campeonato de la
región noroccidental (entonces
existía esta provincia) llegué con
dificultades. Jugué buenas parti
das (n.os 1 O y 1 1), pero en esta oca
sión me contenté con el tercer
puesto (detrás de l. Rabinovich y
A. Ilin-Genevsky). Pero yo ya era
uno de los ajedrecistas más fuer
tes de la ciudad, y a nadie le sor
prendió que se me incluyera en el
equipo de Leningrado, que se
trasladó a Suecia a disputar un
match con los ajedrecistas de Es
tocolmo.
Esta fue mi primera interven
ción internacional con un equipo
de ajedrez soviético. No se consi
guió reunir a todos los maestros
más fuertes de Leningrado, el
match transcurrió en una gran
tensión y acabó con nuestra vic
toria por un solo punto de venta
ja. A mis 1 5 años observé con
asombro e interés una vida inha
bitual para un escolar soviético.
1 3
13. Yo mismo me transformé exte
riormente: aparecí con gafas de
carey y un sombrero «borsalino».
Como recuerdo, el presidente de
la federación de ajedrez sueca,
Ludvig Collijn, nos regaló a cada
miembro de nuestro �quipo su co
nocido manual, elaborado conjun
tamente con su hermano Gustav,
con la colaboración de A. Rubins
tein, R. Reti y R. Spielmann. Este
libro viajó muchas veces conmigo
por diferentes países...
En el invierno y la primavera
de 1927 jugué sólo una competi
ción por equipos (al terminar la
escuela). Después, cuando com
probé que no dejaban examinar
se para el instituto a los jóvenes
de dieciséis años, volví al ajedrez.
En el verano de ese año, en el
club de ajedrez del Palacio de los
trabajadores transcurrió un
match-torneo a doble ronda con
seis conocidos ajedrecistas. Fue
ron P. Romanovsky, S. Gothilf,
A. Model, Y. Rojlin, V. Ragozín
y el autor de estas líneas.
Para mí la competición tenía
un especialsignificado, porque en
el otoño de 1927 debía celebrar
se el 5 .° Campeonato de la URSS;
en caso de una actuación favora
ble en el match-torneo podría in
cluírseme en el número de candi
datos a participar en el campeo
nato.
Jugué el torneo con gran ener
gía, perdiendo solamente con
Piotr Arsenievich Romanovsky, y
gané a los restantes. Me sentía
muy bien: vivía en una dacha en
Sestropetsk (pasé todo el tiempo
14
en la playa), dos veces a la sema
na iba a Leningrado, el estado fí
sico era perfecto, y la cabeza cla
ra.
Y por fin mi primera actuación
en el campeonato de la Unión So
viética. Fue una competición muy
dura: debía jugar veinte partidas.
En la primera ronda perdí con A.
Model. En la segunda, una bri
llante victoria sobre l. Rabino
vich (n.o 1 5), y después fui jugan
do con suerte variable, pero al fi
nal obtuve 5 de 6 (¡se reveló el ca
rácter deportivo!), compartiendo
con V. Makogonov el quinto-sex
to puesto, superando en 2,5 pun
tos la norma para obtener el títu
lo de maestro, pero esto no des
pertó ninguna admiración... Por
el contrario, la revista «Shaj
matny» de Moscú publicó sólo
mis cuatro partidas perdidas, y
Romanovsky en la revista nacio
nal «Shajmatny Listok» reseñó la
«igualdad» de mi juego. Lo acep
té con serenidad, pues ya enton
ces confiaba fundamentalmente
en mi propia opinión.
En el invierno de 1 928 prepa
ré el examen de ingreso a la es
cuela superior, hice el examen en
agosto en la politécnica, pero sólo
se me permitió asistir a clase en
febrero de 1929. Sin embargo,
conseguí superar todas las prue
bas, y transcurrido el segundo
curso, después de seis semanas en
el campo de instrucción militar
para estudiantes de Novgorod,
viajé a Odessa para jugar en el
próxi mo camp e o nato d e l a
URSS.
14. En cuartos de final obtuve una
fácil victoria, y en la semifinal fra
casé. Un duro reglamento, mala
alimentación, fatiga, por no ha
blar de una insuficiente prepara
ción...
Finalmente, en la primavera de
1 930, jugué el torneo «abierto»
de maestros de Leningrado (an
tes, incluso en el campeonato de
la URSS, me había encontrado
con maestros y con jugadores de
l.a categoría), ¡pero, qué maes
tros! En la lista de participantes
estaban P. Romanovsky, A. Ilin
Genevsky... Gané el primer pre
mio, que hoy en día sería más que
modesto, un reloj de ajedrez ale
mán. Le di bastante trabajo, cuan
do en los años siguientes jugué
partidas de entrenamiento.
Al principio del torneo, des
pués de unjuego tenso aunque no
exento de errores, aplacé la parti
da con V. Ragozín (n.o 24) en una
posición muy difícil para mí. Me
salvó un profundo análisis, y con
cierta ayuda conseguí encontrar
una posibilidad de tablas. Rago
zín no acertó en una posición
complicada y perdió... El camino
de la victoria en el torneo estaba
abierto.
Si en el otoño de 1 924 ya supe
raba a mis adversarios poco cua
lificados, y en la primavera de
1926 ya era un jugador de l.a ca
tegoría, en la primavera de 1 93 0
era u n maestro muy fuerte. E s cu
rioso que para superar el primer
escalón necesité un año, para el
segundo dos, ¡y para el tercero
cuatro! Cuanto más alto, más di-
ficil, la resistencia es más fuerte.
Empezaba a estar cansado de
jugar, las competiciones reque
rían mucha energía, y las clases
del instituto también. En el in
vierno de 1931 sólo jugué el cam
peonato de la ciudad. No encon
tré nada nuevo en especial. Fácil
mente, con una gran ventaja ob
tuve el primer puesto, y jugué al
gunas buenas partidas. Necesita
ba prepararme con seguridad
para el próximo Campeonato de
la URSS, que debía celebrarse en
octubre-noviembre en Moscú.
El torneo constaba de una se
mifinal y una final. En la semifi
nal perdí dos partidas seguidas, y
era dudosa mi participación en la
final. Pero reuní ánimos, asesté
una derrota allíder, G. Kasparian
(n.o 35) y ocupé el segundo pues
to, pasando a la competición fi
nal. Pero allí empezó la aventura.
En la l .• ronda perdí con A.
Ilin-Genevsky, y en la séptima
con V. Sozin. Parecía que ya no
sería campeón, pero en las si
guientes diez rondas conseguí 9
puntos y me separé de lejos del
principal competidor, N. Riumin.
De nuevo el momento crítico de
la lucha lo superé al final de la
competición al asestar una derro
ta a mi adversario (partida n.o 41),
lo que decidió el resultado de la
competición.
Lo esencial es que quedar pri
mero era un verdadero resultado
de gran maestro. Kasparian fue el
primero en la semifinal, y el últi
mo en la final. A esto se presta el
sistema de clasificación.
15
15. Después de este éxito necesita
ba alejarme algún tiempo de las
competiciones, en las que gastaba
demasiadas fuerzas. Además, de
bía ocuparme del trabajo analíti
co. El primer libro en el que c<r
laboré (por invitación de Leven
fish y Romanovsky) fue el
«Match Alekhine-Capablanca»;
yo comenté cuatro partidas. En la
selección de partidas del Campe<r
nato de la URSS de 193 1 escribí
los comentarios de la mitad de las
partidas, y el resto las analicé. El
trabajo analítico es un medio ex
celente de preparación para la lu
cha práctica.
A finales del verano de 1 932 es
taba próximo el campeonato de la
ciudad. Pasó a la historia como el
primero jugado con la exención
del trabajo de los participantes.
Transcurrió según los requisitos
habituales del campeonato sovié
tico. Yo decidí insistir en que se
considerara que sólo con este re
glamento de torneo se podíacrear
un verdadero maestro profesio
nal. Tuve la fortuna de ofrecer un
número de excelentes partidas y
de nuevo (aunque por última vez)
quedé campeón de la ciudad.
Tras eso inicié el duro año aje
drecista de 1 933, en el que jugué
cuatro competiciones difíciles y
«tropecé» en todas (aunque final
mente los resultados fueron bue
nos). Así, en el torneo de maes
tros en la Casa de los científicos,
aunque ocupé el primer puesto,
perdí dos encuentros (Roma
novsky e Ilin-Genevsky), que de
ningún modo fueron la conse-
16
cuencia lógica de lo sucedido en
el tablero de ajedrez. En el si
guiente torneo de maestros de Le
ningrado compartí el primer
puesto con Romanovsky sólo con
la ayuda de la fortuna ajedrecísti
ca.
En esta posición de la partida
Botvinnik-I. Rabinovich siguió:
11. d4! cd4
Las negras no tienen en cuen
ta en sus cálculos la 15.a jugada de
las blancas. También era mala
para ellas l l. ... lbxd4+ 12. we3
lb xb5 13. lbxb5 �xf3 14. lbc7+
wd8 15. llfxd7+ wxd7 1 6. lbxa8
R.xg2 1 7. li hgl �h3 18. ll xc5.
Podían jugar 1 1 . ... ,i.xf3+. En
tonces a 12. c;t>xf3 las negras con
tinuarían no 12. ... lbxd4+ por
1 3 . 'ót>g3 lbxb5 14. lb xb5 1Ic8
1 5. 1Ihdlli'c6, 16. 1Ixc5 sino 12.
... cd! 13. ltJd5 1Ic8 14. lbb4 h5!
y, con la amenaza de mate, con
siguen defender el caballo con la
torre h8.
Habría quejugar 12. gf lbxd4+
13. txd4! (peor 13. �e3 ltJxb5
14. lbxb5 1Ic8 15. li hdl 'fi'c6 y
16. las negras podrían mantenerse, ya
que a 16. li xc5 seguiría 16. ...
l!Vxc5+!) 13. ... cd 14. .i_xd7+
* xd7 15. lilb5, y las blancas tie
nen clara ventaja tanto en el caso
de 1 5. ... a6 16. (i)c7 llc8 17.
(i)d5, como después de 15. ...
1I c8 16. (i)xa7 :axci 17. Itxcl
e5 1 8. (i)c8 .i.d6 1 9. (f)b6+ *e6
20. llc4 con la futura moviliza
ción de los peones del flanco de
dama.
12. (i)d5 lic8
13. lilb4 a6
14. (i)xa6!
No daba nada a las blancas 14.
.i_xc6 be 15. li xc6 :a xc6 16.
l!Vxc6 e5.
14. ... eS
Si 14. ... d3+ 15. <;t>d1 .i_xf3+
16. gf �h3 entonces 17. li xc6
l!Vxf3+ 1 8. <t>cl !, y las blancas ga
nan.
15. /Ob8!
Esta es la base de la combina
ción iniciada en la 11.•jugada. No
es posible responder 15. ... li xb8
por 16. li xc6.
15. 1Wd6
Y esto no salvaba a las negras
a causa de la sencilla continuación
1 6. (i)xc6 be 1 7. :axc6 :a xc6 1 8.
Axc6+ <t>e7 1 9. lic1 <t>f6 20.
Ab5 Wb4 21. 1I c6+ .i.e6 22.
Wxb4 Axb4 23. .i.c4. Las blan
cas, sin embargo, cometen un
error, al no advertir la evidente
respuesta del adversario.
16. .i_xc6+ *e7!
Más tarde jugué mal a causa de
la amargura, pero me salvó un mi
lagro.
En septiembre se celebró el si
guiente campeonato nacional. El
final que sigue es un certificado
de técnica magistral.
2
Sobre el tablero me pareció que
Kirilov, que jugaba con blancas,
no debía perder, ya que la manio
bra (i)e1 -f3-g5 con ataque al peón
h7 parece muy fuerte. Pero a pe
sar de todo tuve la constancia de
que en ese casolas negrasdespués
de 37./0f3 <t>d5 38. (i)g5 Afl 39.
g4 *c4! 40. <3lel Ag2 41. <3lf2
d3! tenían todas las posibilidades
para la victoria. La jugada secre
ta fue otra.
3 7. Af4
Y aquí se consigue la victoria
con asombrosa rapidez.
3 7. ..• i.fl
Amenaza 38. ... /Oa5.
38. b3 (i)a5
¡Aun así!
17
17. 39. 'i&c2 /Ob7
La maniobra decisiva, garanti-
zando el avance del peón «d».
40. /Of3 'i&dS
41. /Oel lOeS
42. b4 d3+
43. 'i&b2 /Oe4
Ahora la pérdida de material es
inevitable.
44. g3
45. /Oc2
46. 'i&cl
47. Ac7
48. /Oe3+
49. Ab8
d2
dl=/0+!
Ae2
/Odf2
�c6
Wb7
Las blancas se rinden, ya que
pierden una pieza (50. Af4 g5).
¡Un final encantador!
En la partida con Levenfish,ju
gando con blancas, me tocó apun
tar la jugada secreta en esta posi
ción.
37. aS!
Esto resulta suficiente para
obligar a las negras a abandonar.
No pueden responder 37. ... f4
debido a 38. ll xb6 (38. . .. n, 39.
1 8
ll xf6+ y 40. <;Pe3), y después de
37. . .. ba el peón «c» avanza im
placablemente a dama.
Para finalizar, a últimos de año
la intervención más dificil, el
match con Flohr. El era entonces
la esperanza de Occidente, y eljo
ven gran maestro de mayor talen
to. Después de un intervalo de
ocho años, cuando había surgido
una nueva generación de maes
tros soviéticos, N. V. Krilenko de
cidió verificar nuevamente nues
tra fuerza internacional.
Lo primero era preparar siste
máticamente el match. Me hice
una «fisonomía» ajedrecística de
Flohr, y me pareció que iba bien
preparado para la lucha. Pero las
seis partidas de Moscú demostra
ron los defectos de preparación y
forma deportiva. El match des
pertó un enorme interés, y apli
qué todas mis fuerzas, pero el re
sultado no fue bueno.
Sin embargo, en la mitad mos
covita del match me «familiaricé»
con mi temible adversario, y las
partidas de Leningrado demos
traron, a pesar de todo, que me
había preparado bien. Me ayudó,
desde luego, el optimismo infun
dado de mi adversario, su insufi
ciente estabilidad psicológica. En
Leningrado recuperé lo perdido
en Moscú (ver partidas n.o• 55 y
56). Nuevamente conseguí confir
mar mi fuerza de gran maestro.
Krilenko lo celebró (y desde ese
momento los maestros soviéticos
se enfrentaron en más ocasiones
con sus colegas del extranjero).
Después de este año de tensión
18. era necesario recuperar fuerzas, y
sólo regresé a la competición
práctica en agosto de 1 934.
Por primera vez Max Euwe vi
sitó la Unión Soviética. Dentro
de un año iba a celebrarse su
match con Alexander Alekhine, y
el holandés decidió entrenarse
con los maestros soviéticos. Con
él vino el conocido maestro y es
critor de ajedrez, Hans Kmoch.
Con su participación se celebró el
torneo en la Gran Sala de la Fi
larmónica de Leningrado. Euwe
no estaba en forma, y su actua
ción no fue muy buena. Ya en la
segunda ronda me sentí mal, y me
subió la temperatura. Sabía que
era necesario abandonar el tor
neo, pero triunfó la pasión depor
tiva., Empecé ajugar detrás del es
cenario, y cuando me recuperé un
poco, ¡entré en escena! El esfuer
zo fue alto, pero quedaban parti
das por jugar. La calidad del jue
go fue media, pero se manifestó
'la perseverancia en la lucha, ¡y me
separé medio punto de los demás!
A pesar de que tuve una cura
de reposo, mi sistema nervioso es
taba agotado. A finales de diciem
bre jugué mi primer torneo en el
extranjero; aunque no parecía evi
dente, fracasé en Hastings. Pero
tuve un gran placer al conocer allí
a Capablanca, y en Londres a Las
ker.
Antes del II Torneo internacio
nal de Moscú descansé un mes en
un sanatorio y recuperé las fuer
zas. Las primeras doce rondas
transcurrieron muy fuertes. Des
pués, como en el campeonato na-
cional de 1933, me sentí cansado.
Me alcanzó Flohr, y compartí con
él los laureles de vencedor. A me
dio punto de nosotros, con sus 66
años, quedó Lasker, una fenome
nal actuación del anciano ex-cam
peón mundial.
El torneo despertó más interés
que la llegada de los grandes
maestros a Moscú en 1925. El pri
mer día se vendieron 5.000 entra
das en el museo de Bellas Artes
(hoy Pushkin), después el núme
ro de aficionados fue decayendo.
A mí se me concedió (después de
consultar a Lasker y a Capablan
ca) el título de gran maestro de la
URSS. Hay que decir con since
ridad que por aquel entonces na
die esperaba que yo pudiera supe
rar en el tablero a ajedrecistas de
la talla de Capablanca, Lasker o
Flohr.
A pesar del gran éxito obteni
do, no me sobrevaloré, y conside
ré que la auténtica maestría se for
jaba en torneos en los que no ha
bía ningún adversario relativa
mente flojo, y envié una carta a
N. V. Krilenko proponiéndole or
ganizar un nuevo torneo interna
cional a doble vuelta con diez par
ticipantes. La proposición fue
aceptada, y a finales de 1 93 6 de
nuevo estaJió la guerra sobre el ta
blero de ajedrez.
Las condiciones del juego no
fueron buenas: hacía ·calor (30
grados), ya que la Sala de las Co
lumnas por aquel entonces no te
nía climatización. Al principio
tuve mala suerte al perder una
partida ganada con Capablanca
19
19. (n.o 74) y finalmente quedé segun
do, ¡con Capablanca un punto por
encima! Sin embargo, en la parte
creativa el torneo fue un mal
asunto, ya que conseguí crear
muy pocas partidas buenas.
Dos meses después, de nuevo
una competición, Nottingham. El
torneo fue muy fuerte. El cam
peón mundial Euwe, tres excam
peones mundiales, y como suce
dió después, un futuro campeón
mundial. Había muchos pronósti
cos, pero sólo uno resultó exacto.
Nuestra lucha con Capablanca en
el torneo de Moscú produjo una
fuerte impresión en Ili n-Ge
nevsky, tanta que manifestó fir
memente que sin duda repartiría
mos entre nosotros los dos prime
ros premios en Nottingham. Y así
sucedió.
En Inglaterra acabé de con
quistar mi prestigio internacio
nal, y después del torneo el perió
dico «Manchester Guardian»,
por boca de Alekhine, dijo que
Botvinnik tenía todas las cualida
des para ser campeón mundial.
Estuve alrededor de un año sin
tomar parte en competiciones,
trabajando en mi tesis de docto
rado. En otoño celebré un match
con G. Levenfish, disputándole el
título de campeón de la URSS.
No estaba en forma, y casi fal
to a una partida. Pero llevé a cabo
intentos interesantes, como de
muestra el siguiente final.
(DIAGRAMA 4)
Levenfish tiene un peón de
más, pero esto ya no tiene signi-
20
ficado, pues las blancas pueden
dar jaque continuo. Pero a pesar
de que las negras tienen un par
de peligrosos peones pasados y li
gados, preferí intentar obtener la
victoria.
45. g5!
Todavía tengo las tablas por ja
que continuo, y mientras tanto el
peón «g» se pone «en prise».
45. •.. lldl+
El jaque perdedor. Sólo podía
salvarse la partida mediante 45.
... e3! (introduciendo en el juego
a la torre), y si 46. 11 xe3, enton
ces 46.... ll f4! 47. g6 f2 48. .llcl
JI f5, y las negras no deben per
der.
46. �f2
47. wel
48. wn
lld2+
ll e2+
hg5
La única defensa contra el
mate.
49. llxg7+
y las negras abandonaron la
partida, ya que ahora no hay de
fensa contra el mate.
20. El match terminó en tablas, y
Levenfish mantuvo el título de
campeón.
En el otoño de 1938 se iba a ce
lebrar en Holanda un match-tor
neo con fuertes grandes maes
tros. Por eso en la primavera para
entrenarme jugué en Leningrado
la semifinal del Campeonato de la
URSS. Como resultado, una vic
toria fácil y una sola partida inte
resante.
Y el 7 de noviembre empezó en
Amsterdam la primera ronda del
torneo AVRO, una de las compe
ticiones más famosas de la histo
ria del ajedrez. Hay que hablar de
talladamente sobre los aconteci
mientos de este torneo. Los ocho
ajedrecistas más fuertes del mun
do se encontraron en un torneo a
doble ronda. Hay que recompen
sar debidamente a los organizado
res holandeses, que supieron reu
nir a los ajedrecistas más fuertes,
a pesar de que dos de los partici
pantes más famosos, Capablanca
y Alekhine, estaban enemistados
(no se hablaban el uno con el
otro).
Pero tampoco hay que olvidar
el inadmisible régimen del tor
neo, cuando en los días de juego
los participantes frecuentemente
se quedaban sin descanso. Ese
tiempo se empleaba en viajes, ya
que la competición transcurrió en
varias ciudades holandesas. Sólo
hay que fijarse en que los partici
pantes más viejos, como el cin
cuentón Capablanca, ocuparon los
últimos puestos. Nunca había que
dado tan lejos en su vida deportiva
Los organizadores esperaban
que del torneo saliera un adversa
rio para disputar a Alekhine un
próximo match por el campeona
to mundial. El mismo campeón
mundial protestó enérgicamente
en contra. En la ceremonia de
apertura declaró que se prepara
ba para jugar un match contra un
conocido gran maestro que había
reunido los fondos necesarios
para el premio.
Después del torneo, por inicia
tiva de los organizadores, los par
ticipantes se reunieron para deli
berar sobre el derecho de organi
zación del match por el campeo
nato mundial (por primera vez
desde la reunión de Londres de
1 922, en la que se suscribieron los
famosos acuerdos sobre esta cues
tión). La discusión entre Alekhi
ne y Capablanca aún no se había
arreglado (el campeón mundial
manifestaba que el fondo de pre
mios debía ser igualmente de
1 0,000 dólares, pero para Capa
blanca hacía una excepción, insis
tiendo en una suma de 10.000 dó
lares oro, que era lo que él había
aportado en 1 927, y esto ya signi
ficaban 1 8.000 dólares). Ninguno
de los dos estaba presente cuan
do lo estaba el otro en la sala don
de se llevaba a cabo el debate. Sin
embargo, se comisionó a Euwe y
a Fine para que crearan un pro
yecto de «club de los ocho», ate
niéndose a un posible reglamento
para el campeonato del mundo,
en el que a cada miembro del club
se le reconocía el derecho a retar
al campeón mundial a un match.
21
21. Este proyecto fue elaborado y en
viado a los miembros del club.
Conseguí ganar las partidas a
Alekhine y a Capablanca. Los úl
timos éxitos me permitieron si
tuarme muy cerca de los líderes,
Keres y Fine, pero una derrota en
la última ronda con Euwe (un des
cuido de calidad) me dejó en el
tercer puesto. Aunque bajo una
valoración deportiva el torneo no
fue del todo favorable, después de
las victorias sobre Alekhine y Ca
pablanca me atreví a entrar en las
conversaciones para el match por
el campeonato mundial. En pre
sencia de Flohr mantuve una en
trevista, delante de una taza de té,
con Alekhine, en el Hotel Carlton
de Amsterdam, en el que Alekhi
ne vivía aislado (para no encon
trarse con Capablanca).
Alekhine manifestó sus prefe
rencias por jugar en Moscú, con
la condición de que tres meses an
tes del match jugaría allí en un
torneo de entrenamiento. En ene
ro de 1 939, el gobierno soviético
autorizó la organización y finan
ciación de este match, y empezó
la correspondencia con Alekhine,
interrumpida por la II Guerra
Mundial.
En la primavera se disputó en
Leningrado el campeonato nacio
nal. Me pareció que mi participa
ción fue modesta (8 ganadas, 9 ta
blas), pero en los tiempos actua
les 8 positivos, como se dice aho
ra, es un resultado excepcional.
Conseguí jugar algunas partidas
interesantes, pero lo principal
consistió en que fue un sistema
22
formal de preparac10n para las
competiciones.
Como ya dije, este trabajo co
menzó en 1933, finalizado el
match con Flohr. Ahora lo termi
né y se publicó junto a una selec
ción de partidas del campeonato.
U n año después jugué un
match de entrenamiento con Ra
gozín. En las dos primeras parti
das estuve «pendiente de un
hilo», y debí haber perdido la no
vena partida. Pero dominé en mu
chas otras, y finalmente el match
terminó con una gran victoria a
mi favor. Hay que advertir que
este match transcurrió en condi
ciones ideales: tres partidas a la
semana, absoluto silencio, aire
fresco. Cuando yo insistía en esas
condiciones, pensaba en gran me
dida en un entrenamiento de cara
al match por el campeonato mun
dial...
¡Y he aquí que el Campeonato
de la U RSS, celebrado en Moscú
en el otoño de 1940, transcurrió
en otras condiciones! La gran sala
de conciertos a causa de su exce
lente acústica contribuía a ruido
sos efectos. No se podía respirar.
Este campeonato se distinguió
por la inhabitual fuerza de su
composición, ya que tomaron par
te por primera vez, P. Keres, V.
Smyslov, I. Boleslavsky, A. Li
lienthal, y otros. A pesar de per
der en la primera ronda con I.
Bondarevsky, en la décima ronda
ocupé el liderato, pero después
empecé a jugar mal, perdiendo
tres partidas, y como resultado
compartí el quinto-sexto puesto,
22. como hacía 1 3 años, cuando par
ticipé por primera vez en la final
del campeonato nacional. ¡Jugué
muy pocas partidas buenas!
En ese tiempo ya se había to
mado la decisión respecto a mi
match para el campeonato mun
dial con Alekhine. Pero ahora, de
bido a la buena actuación en el
torneo de Keres, y después de
que Bondarevsky y Lilienthal su
peraran a todos los participantes,
se decidió que en la primavera de
1941 se disputaría un match-tor
neo para el título de campeón ab
soluto de la URSS. La competi
ción la disputarían los seis prime
ros premiados del campeonato, a
cuatro vueltas, y debía servir de
respuesta a la pregunta: ¿Quién
de los ajedrecistas soviéticos (Ke
res o Botvinnik, o quizá algún
otro) debía disputar el título de
campeón mundial a Alekhine?
Conseguí prepararme perfecta
mente con la ayuda de Ragozín.
·Lideré la competición del princi
pio al final, gané todos los mat
ches, y superé a Keres en 2,5 pun
tos. El resultado del torneo no
ejerció una influencia directa
para la celebración del match
para el campeonato mundial, ya
que estalló la II Guerra Mundial.
Esta competición fue la última
antes del ataque hitleriano a la
Unión Soviética.
Así, se puede llevar a cabo un
resumen de los avances deporti
vos del joven ajedrecista soviéti
co hacia el Olimpo del ajedrez.
1923-1924. Empieza a ganar a
ajedrecistas poco cualificados.
1924-1 925. Llega a ser un fuer
te ajedrecista de l." categoría.
1 925-1927. Llega a ser maestro
de ajedrez.
1 927-1 930. Empieza a triunfar
en las competiciones de maestros.
1930-1935. Empieza a vencer
en los torneos internacionales.
1935-1938. Consigue ganar a
los excampeones mundiales.
1938-1941. Consigue excelen
tes resultados sobre los grandes
maestros.
Estos son los éxitos exteriores.
Otro fue el trabajo investigador
(escribí algunos libros analíticos
de ajedrez), creando un sistema
de preparación, y también una en
trega hacia el ajedrez.
Debo decir que no fui el únic_o,
ya que en esos años surgió un gru
po de ajedrecistas soviéticos,
cada uno de los cuales podía pre
tender la participación por la lu
cha en el campeonato mundial:
Keres, Smyslov, Boleslavsky.
Todo estaba preparado para la
conquista del campeonato mun
dial. Pero para llegar a esta com
petición pasarían todavía siete
largos y difíciles años...
23
23. PARTIDAS SELECTAS (1925·1941)
l.
Apertura Española
O B. RIVLIN
e BOTVINNIK
Campeonato por equipos
Leningrado, 1 925
l. e4 eS
2. liJf3 liJc6
3. i.b5
Como la mayoría de los ajedre
cistas jóvenes, pasé por las dife
rentes etapas del desarrollo aje
drecístico, y por entonces no evi
taba las aperturas abiertas con ne
gras, y por eso durante algunos
años la apertura española ocupó
un puesto importante dentro de
mi repertorio de aperturas.
3. •.. a6
4. i.a4 liJf6
5. 0-0 i.e7
6. l:Eel b5
7. i.b3 d6
8. c3 0-0
9. d4
Mi adversario se aparta de la
continuación habitual 9. h3, no
sólo por imitar el juego de las
blancas en la partida Capablanca
Bogoljubov (Londres, 1922), sino
para evitar él mismo las posicio
nes cerradas.
9. .•.
En caso de 9.... ed 1 0. cd i.g4,
24
las blancas tienen la fuerte res
puesta 1 1. liJc3 (Lasker-Bogolju
bov, Mahrisch-Ostrau, 1923).
10. i.e3
No es favorable para las blan
cas sacrificar el peón mediante
10. h3 .,t.xf3 1 1 . 'fVxf3 ed 1 2.
'i'dl de 1 3. liJxc3. Analizando
esta continuación en relación a la
partida Bronstein-Keres (Buda
pest, l9SO) me convencí de que
después de 1 3. ... liJaS 14. i.c2
lle8 l S. f4 b4 1 6.liJdSliJxdS 1 7.
'ifxdS c6 18. 'iPd3 g6 19. �h1
.tf8 20. l:Efl las negras, jugando
20. ... dS (en vez de 20. ... i.g7,
como sucedió en la partida) 2 1 .
e S liJc4 22. b3liJa3 2 3. .t.xa3 ba,
obtienen una ventaja sustancial.
10. •.. ed4
Todavía hace poco que se con
sideraba precipitada la respuesta
24. 1 0. ... d5 debido a 1 1. ed ed 1 2.
.i.g5. Pero la búsqueda incansa
ble de la novedad llega hasta es
tas viejas posiciones. Y en una
partida reciente sucedió que des
pués de 1 2. ... �xd5! 1 3. .i,xd5
§'xd5 14. .i,xe7 .i,xf3 1 5. §'xf3
§'xf3 1 6. gf 11 fe8 las negras ob
tuvieron ventaja.
11. cd4 �aS
En este momento el contragol
pe 1 1 . ... d5 estaría fuera de lu
gar por 12. e5 �e4 1 3. �bd2
�xd2 1 4. §'xd2 y, de acuerdo a
los análisis de R. Fischer, las com
plicaciones con 14.... ,t.xf3 1 5.
gf .i.b4 1 6. §'c2 .i_xe} 17. §'xc6
.i.b4 1 8. .i_xd5 son favorables a
las blancas.
12. .i.c2 �c4
13. .i.ct
En los años 60, a R. Fischer y
V. Korchnoi les gustabajugar con
blancas de esta manera.
13. ... c5
14. b3 �aS
Es preferible 14. ... �b6. Por
ejemplo: 1 5. �bd2 li c8, y las ne
gras consiguen crear contrajuego
en el flanco de dama o en el cen
tro. Ahora el caballo permanece
rá mucho tiempo fuera de juego,
y la única posibilidad que le que
da de entrar en acción es a través
de la casilla f7. Pero en ese caso
la posición de los peones negros
en el flanco de dama puede resul
tar vulnerable.
IS. dS!
En la partida mencionada ante
riormente, Capablanca jugó 1 5.
.i.b2, y las negras consiguieron in
troducir al caballo en juego me-
diante 15. ... �c6 1 6. d5 �b4.
IS. . . . �d7
16. .i.b2
Quizá sea preferible la conti
nuación 1 6 . �bd2, creando inme
diatamente la amenaza 1 7. h3
.i.h5 (el cambio del alfil por el ca
ballo también favorece a las blan
cas) 1 8. g4 .i.g6 19. �n y des
pués �g3.
16. •• .
17. .i_xf 6
18. �bd2
.i.f6
1fxf6
�eS
Tras sólo año y medio de
aprendizaje en el ajedrez un jo
ven de 1 3 años no podía tener, na
turalmente, grandes conocimien
tos deljuego de posición. Para do
blar un peón enemigo las negras
cambian todas sus piezas activas,
acentuando aún más la mala posi
ción del caballo en a5. Por eso era
necesario agudizar la lucha me-
25
25. diante 1 8. ... c4. Por ejemplo, 1 9.
b4 c3 20. e5 (si no 20. ... l!fJc4)
20. ... l!fJxe5 2 1 . l!fJe4 'fff4 con
complicaciones.
1 9. h3 .t.,xf3
Después de 1 9. .. . .i.h5 20. g4
otra pieza negra más quedaría
fuera de juego.
20. l!f)xf3 l!f)xf3+
21. �xf3 'tlfxf3
Por lo tanto, hay que buscar la
salvación en el final.
22. gf3 Itfe8
23. f4 f6
24. :ae3 Ite 7
25. �g2 Itae8
26. :a ae l <3Jf7
Las negras sólo puedenjugar el
rey, ya que las torres deben pre
venir el avance e4-e5, y el caballo
la actividad de las blancas en el
flanco de dama.
27. <3Jf3 g6
28. <3Jg4 �gl
Espera acontecimientos te
niendo en cuenta trasladar el ca
ballo a fl en el caso de que las
blancas avances el peón «h» (para
abrir la columna lateral).
29. h4 i!fJb7
3 0• .i.d3
Era lógica 30. h5, ya que des
pués de 30. ... c4 3 1 . b4 el caba
llo negro seguiría privado de la li
bertad. No obstante es posible di
ferir este avance durante algunas
jugadas.
26
3 0. .. . <3Jf7
3 1. a4
Las blancas olvidaron que esta
jugada se produjo en la partida
Capablanca-Bogoljubov antes ma
necionada. O no consideraron
que la reacción de las negras en
este caso sería efectiva. No había
nada que impidiera continuar el
plan mediante 3 1 . h5. Si ahora
3 1. R..fl, entonces 3 1 . . .. :a xe4!
32. litxe4 f5+ 3 3. wf3 (pero no
33. �g5 por 33. .. . h6+! 34. <3Jxh6
Uh8+ 35. �g5 lih5 mate) 3 3. ...
:a xe4 34. l!fJxe4 fe+ 35. �xe4
�f6 y debido a los defectos en la
disposición de los peones blancos
las negras tienen buenas posibili
dades de tablas.
7
31. ••• c4!
Avanza el peón con ganancia
de tiempo debido a la mala posi
ción del alfil enemigo. Ahora las
blancas están obligadas a capturar
el peón c4, tras lo que obtengo
por primera vez en la partida una
buena posición para el caballo y
un peón pasado.
26. 3 2. bc4 ba4
33. ..t.c2 liJeS
34. wf3
En caso de 34. El b l , las negras
no deben dejarse seducir por la
ganancia de peón (34. ... llJxe4
35. ..t.xe4 Etxe4) por 36. li b7+,
sino mantener al ahora excelente
caballo mediante 34. ... f5+ 35. ef
Etxe3 36. fg+ hg 37. Etxe3, tras
lo que el peón pasado «a>> es muy
peligroso.
34. .•• llb8
3 S. e S
Un vano intento de obtener
contrajuego.
3 S.. . .
36. fe S
3 7. lit xe s
38 . El xe s
fe S
Etxe5
deS
Y el juego pasivo, 38. li al
nb4, no conduce a nada bueno.
38. ... a3
3 9. lie3 a 2
4 0. lia3 llb2
41• ..t.a4 lilb3 !
Un brillante golpe definitivo.
Las blancas perecen a causa de la
mala disposición de su rey y de su
torre en la tercera ftla.
2.
4 2. .i,xb3
43. nxb3
Ape rtura Es pa ñola
nxb3 +
a l=�
O K. NADPOROZHSKY
e BOTVINNIK
Torneo de 1.• y 2.a categorías
Leningrado. 1 925
l. e4 e S
2. lilf3 lilc6
3 . ..t.bS a6
4. ..t.a 4 lilf6
S. 0-0 ..t.e 7
6. c3
Ahora las blancas pierden la
ventaja de salida, y el cambio de
su alfil de casillas blancas por el
caballo es inevitable, con lo que
las negras obtienen un juego fá
cil. ¿Por qué hicieron estajugada?
Aunque mi adversario tenía la 2.•
categoría, era muy fuerte en el
ataque, en posiciones abiertas.
Precisamente algunos meses an
tes de este encuentro me había ga
nado en brillante estilo. Por eso
elude los caminos trillados de la
teoría y se esfuerza en obligar a
su adversario a pensar por su
cuenta.
6. ...
7. �e 2
La variante 7. li e l ll:lc5 no
permite a las blancas conservar el
«alfil español»: 8. llJxe5 llJxe5 9.
nxe5 llJxa4 lo. 1fxa4 0-0.
7. ... liJeS
Unos diez años después, Keres
indicó que lo correcto para las ne
gras era 7. .. . lilf6, por ejemplo,
8. ..t.xc6 de 9. llJxe4 0-0 10. d4
c5. Pero considerando el estilo de
mi adversario, no podía quitarme
el placer de obligar a las blancas
al cambio de su alfil rey, con lo
cual sus posibilidades de ataque
quedaban sensiblemente dismi
nuidas.
27
27. 8. _txc6 dc6
9. lt)xe s 0-0
1o. d4 li)d 7f
Y ahora es necesario cambiar
el caballo centralizado de las blan
cas, y las negras obtienen el cur
so hacia el final, en el que Nad
porozhsky no era tan peligroso.
1 1. f4 lt)xe s
1 2. fe S
Tras la continuación, 12. de
�f5 1 3. ll d l .*.c5+ 14. �hl 'iWh4
la posición de las negras tampoco
tiene peligro.
1 2. ••• .te6
13. lt)d 2
En caso de 13. j.e3 las negras
primeramente sacrifican peón,
13 . ... c5, y después de 14. de
'iWd5 se desquitan con creces.
13. ... e S
Sólo con que las negras consi
gan cambiar su peón doblado por
el peón central de las blancas ob
tendrán una configuración de
peones algo mejor y mantendrán
una pequeña ventaja de desarro
llo.
14. lt)f3 cd4
1 S. ti)xd4 'iWd 7
16. h3 e S
(DIAGRAMA 8)
1 7. tbf3
Desde luego era más razonable
jugar 17. li)xe6 "xe6, privando
a las negras de la ventaja de la pa
reja de alfiles, y a pesar de la pre-
28
senda del peón central blanco ais
lado, es probable que obtuvieran
tablas. Sin embargo, mi adversa
rio aún pensaba en el ataque y por
eso elude el cambio de piezas.
1 7. ... 'iWbS
Y las negras lógicamente se di
rigen al final, en el que la ventaja
de la pareja de alfiles y la mejor
disposición de peones serán unos
sólidos argumentos.
18. "e4
t 9. b3
20. .i.e3
21. 'iff4
h6
'ifd 7
.tf S
j.d3
Con el pensamiento puesto en
la caza de la dama enemiga.
22. llf2 'iff S
23. "g3 �g6
24. 'iff4
Las blancas consideraron que
dando a su enemigo la posibilidad
de obtener el cambio de damas,
más tarde caerían en la trampa
preparada. Pero pasados algunos
meses de nuestro encuentro pre
cedente yo había mejorado sensi
blemente en el cálculo de varían-
28. tes, y penetré en la posición me
jor que mi adversario.
24. ... 'tWe4
¿Es inevitable el cambio de da
mas? No, las blancas han prepa
rado un pequeño truco, que sin
embargo no les resultará favora
ble. Parece que no es posible cap
turar el alfil, ya que las blancas
perderían su dama, pero a pesar
de todo...
25. �g3
26. lt el
�xe3!
.ig5!
Las blancas ganan la dama
pero a un precio muy elevado:
Las dos torres y el alfil resultan
considerablemente más activos
que el caballo y la dama enemigos.
27. ]l xe3 R,xe3
28. ltlel .i,xf2+
29. �xf2
A 29. !fxf2 las negras respon
den con ventaja 29. ... c4.
29. ... .ibS
Sólo queda trasladar el alfil a la
activa y estable posición c6.
30. c4
31. tiJd3
32. �e3
.ic6
llad8
No era posible tomar el peón
(32. tiJxc5) por 32. ... lld2+.
32. ... lld4
La manera más rápida de mo
vilizar las torres para el ataque.
33. ltlxc5 1Ud8
Con la horrible amenaza 34. ...
b6 apartando al caballo del con
trol de la casilla d3.
34. e6!
Unica defensa. A 34. ... fe se
guiría 3 5. 'f!/c7, y en caso de 34.
... b6 35. ef+ �xn (35. ... 'ibh7
36. f8='f!/) 36. W/c7+ las blancas
incluso ganarían.
34. .. . fS!
Ahora surge la irresistibl e ame
naza 35 . ... f4+.
35. e7 ll 8d6
La jugada definitiva no necesi
ta un cálculo de variantes: no hay
defensa contra 36. ... f4+.
36. 'WeS f4+
Es inevitable el mate o la pér
dida de la dama. Las blancas
abandonan.
3.
Defensa Nimzoiodia
O V. RIVLIN
e BOTVINNIK
Match amistoso
Leningrado, 1 925
29
29. l. d4 l0f6
2. c4 e6
3. �c3 b6
Una jugada bastante insegura,
tras la que es difícil llamar a la
apertura defensa Nimzoindia, ya
que el autor del sistema no tenía
in mente otra continuación que
3. ... ..i.b4. Sin embargo, en esos
años yo podía fantasear, ya que la
teoría de la defensa Nimzoindia,
como las de las otras defensas in
dias, estaba empezando a crearse.
4. e4
Una transposición de jugadas
extraordinariamente arriesgada:
debió jugarse 4. ... i.b7 5. ..i.d3
..i.b4. Aunque la partida llegó a
esta posición, se podía haber com
plicado si las blancas hubieran ju
gado aquí 5. e5 l0e4, 6. �g4
�xc3 7. a3. Ahora es desagrada
ble para las negras tanto 7. ...
.i.a5 8. Wxg7, como 7. ... ..i.f8 8.
..i.g5 ..i.e7 (8. ... f6 9. ef gf 10.
'i'h5+ <3;e7 1 1. ..t.xf6+!) 9. ..i,xe7
�xe7 1 0. flxg7. La respuesta
«automática» de las blancas per
mite a las negras librarse de los
sustos.
5. ..i.d3 ..i.b7
6. �e2
La segunda imprecisión de mi
adversario: aquí la dama está mal
situada, ya que se proyecta la con
traposición de la torre por la co
lumna en e8, y la dama y el rey
en e l y e2 pueden llevar a dificul
tades a las blancas. Era mejor 6.
1i!fc2 ó 6. f3.
30
6. ...
7. d5
c5
0-0
Naturalmente, no 7. ... ed 8.
ed+ con completa igualdad, pero
ahora el enroque es admisible, ya
que a 8. e5 seguiría 8. ... ed! 9. ef
11e8 l O .te3 d4 que es menos pe
ligroso para las negras.
8. ..i.e3
Por lo visto era imprescindible
retirar al rey de la columna críti
ca, llevándolo a fl .
8. • . • ed5
9. cd5 lle8
10. f3
Las blancas defienden esperan
zadoramente el peón e4, pero ya
no es posible salvar al otro peón,
d5.
10. .. • ..i,xd5!
La negligencia posicional de
las blancas ha «provocado» esta
combinación.
1 1. ed5
12• ..i,xh7+
Con la esperanza de 1 2.
30. w xh7 13. !Vd3+ wg8 14. !fxd5
li xe3+ 1 5. wf2, que sería bueno
para las blancas, pero desde lue
go las negras no están obligadas
a capturar el alfil.
12. ...
13. �e4
14. bc3
15. wf2
16. �xas
whS!
.!t)xcJ
�xc3+
�xa1
�d4
La aciaga columna continúa
proporcionando disgustos a las
blancas.
17. J&.e4 d5
Como resultado de una varian
te forzada las negras recuperan
pieza obteniendo ventaja mate
rial.
18. �xd4 cd4
19. h4 f5
20. f4
Las blancas buscan las compli
caciones, pero los dos peones ne
gros ligados y pasados, centraliza
dos y muy avanzados, garantizan
la victoria.
20. .•.
21. Wh5+
22. .!bh3
23. wg3
de4
�g8
e3+
.!bd7
Son raros los casos en los que
un caballo abandona tan tarde su
posición inicial, pero aquí llega a
tiempo para contribuir a la defen
sa de su rey.
24. lil g5 lilf6
25. 'fi"f7+ wh8
26. h5 'f/e7
27. Wg6 e2
11
• • • • •
� • !ft1i �íE - � íE
� • �Ult-� � � g �
. . . �B d � .I. � A
. � � .. � � �
. . . �d � � �
� � . .A � � .i B A �
� � . �� • • �li
Ahora las blancas tienen que ol
vidarse del ataque, ya que des
pués de 28. h6 e l =W+ 29. Ji xe l
'fi'xel + 30. wh3 Whl + 3 1 . wg3
.!bh5+ pierden la dama.
28. .!bf7+ wg8
29. .!beS
Finalmente, el caballo bloquea
la fatídica columna, pero por
poco tiempo.
29. •.. .!bg4
30• .!bf3 'f/e6
31. WgS Wf6
Tras esto la lucha ha termina
do.
4.
32. ll c1 d3
33. 1fxf6 gf6
Las blancas abandonan.
Defensa Grünfeld
O BOTVINNIK
e Y. ZVEREV
Torneo de 1 ! categoría
Leningrado, 1 925
l. d4 .!bf6
2. c4 g6
3. .!bc3 �g7
3 1
31. Las negras están de acuerdo
con la Defensa India de Rey,
pero después de que las blancas
no lo aprovechan, se produce so
lamente una transposición de ju
gadas.
4. lt)f3 d5
Siete años después, Ragozín en
esta posición contra P. Roma
novsky jugó 5. 'Wb3, que llevó a
una nueva tendencia en la teoría
de la defensa Grünfeld, pero an
tes no se conocía esta jugada, y
yo elegí la jugada que entonces es
taba de moda.
5. .i.f4 c6
Más tarde se consideró aquí
más fuerte 5. ... 0-0, para en su
caso tener la posibilidad de jugar
c7-c5 sin pérdida de tiempo. Tras
la jugada de la partida la posición
de las negras es un poco peor. Ha
surgido una posición característi
ca de la variante Schlechter de la
Defensa Eslava (ver, por ejemplo,
las partidas numeros 76, 85 y
102).
6. e3 ltJe4
Así las negras sólo facilitan el
desarrollo de la iniciativa del con-
trario. Era mejor 6. ... 0-0, o 6. ...
.i.g4, e incluso, 6. ... 'W'a5.
7. cd5 lt)xc3
Las negras se apartan de 7. ...
cd, ya que por lo visto temían 8.
ltJxe4 de 9. ltJd2 f5 10. .l_xb8
IE xb8 1 1. Wa4+, y las blancas ga
nan peón. Si en vez de 9. . . . f5 ju
garan 9. . . . 'Wa5, entonces la
32
dama recibiría poco tiempo des
pués la presión de las piezas lige
ras.
8. bc3
En caso de 8. ... cd sería impo
sible evitar la pérdida de peón
mediante 9. A xb8 11 xb8 10.
Wa4+.
9. Ad3
10. 0-0
De lo contrario seguiría la de
sagradable 1 1 . c4.
11. "Wxd3 1Wf5
Nuestra competición era clasi
ficatoria para el denominado
«Torneo de la ciudad», donde
con suerte se podía conseguir el
título de maestro (convencional).
Después habría que confirmarlo
en el campeonato nacional, pero
el acceso allí estaba garantizado.
En una palabra, era necesario si
tuarse en los cuatro primeros
puestos. Mi adversario, un expe
rimentado ajedrecista petersbur
gués de l .• categoría, práctica
mente ya se había garantizado un
32. puesto entre los preceptivos cua
tro primeros, y las tablas en su en
cuentro conmigo le eran total
mente satisfactorias. Por eso ofre
cía el cambio de damas. Pero,
aunque después de 12. tWxf5 gf
1 3 . li ab l b6 (si 13. ... b5, enton
ces 14. c4 a6 15. a4, ganando
peón) las blancas tendrían alguna
ventaja en el final, decidí rehusar
mientras tanto este cambio. Re
sulta que había comenzado el tor
neo con dos derrotas (contra Yu
riev y Venalein), por lo que las ta
blas no me convenían.
12. '!Wc4
Era más sencillo. 12. 1!fe2. Na
turalmente, no hice la jugada de
la partida en cuenta a 12. ... 'ite4?
(1 3. .1!fxf7+ �xf7 14. lbg5+),
sino para obstaculizar la respues
ta 1 2. ... b6, a la que seguiría 1 3.
.a xb8 ji xb8 14. tWxc6+.
12. ••• �
Quizá fuera mejor 1 2. ... lbd7
y después lbb6, esforzándose en
bloquear la casilla c4, sin compro
meter la disposición de peones en
el flanco de dama.
13. li ab1 b5
De lo contrario habría que re
troceder con la dama e ir a una de
fensa completamente pasiva.
14. tWe2 lbd7
15. R.g3
Prepara el avance e3-e4 y dis
minuye la fuerza de la amenaza
e7-e5. Puede ser que un jugador
más experimentado hubiera pre-
ferido 1 5. c4, pasando inmediata
mente al ataque de las debilidades
negras en el flanco de dama, jun
to a la solidez de la posición pro
pia en el centro.
15. . . • e5
16. e4 �h5
El intento de mantener la dama
en el centro ( 1 6. ... tWe6) sería un
acontecimiento dudoso debido a
17. li fd l seguido de d4-d5 (si 17.
... ed, entonces 1 8. et)xd4).
17. d5
De esta manera las blancas ac
tivan sus piezas y abren el juego
en el centro, donde mantienen
una posición preponderante, de
bido a que la dama negra no está
realmente en el juego.
17. ••• cd5
18. li xb5 de4
18.1Wxe4 li ae8
Las blancas se aprovecharán de
las desgracias de las negras debi
do a la insegura posición de su ca
ballo y las dificultades para defen
der el peón e5.
33
33. 20. 'W'c6 li)b8
21. 'W'b7 a6
22. il eS .i.f6
La alternativa era 22. ... f6, que
sin embargo debilitaría catastrófi
camente la séptima fila y a la que
seguiría inmediatamente 23.
'iJ. c7. Las negras prefieren que
darse sin el peón central, pero
con alguna actividad para sus pie
zas.
23. ll)xeS 'iJ.e7
Si 23. ... .t. xe5, entonces 24.
f4, o 23. ... lii: xe5 24. .i_ xe5 _t xe5
25. f4; en ambos casos las blancas
mantienen la ventaja.
24. 't'fd5 .i,xeS
25. .i. xeS 'iJ.fe8
O 25 . ... li)d7 26. .i.d6 li)xc5
27. 'ii'xh5 gh 28. _i.xe7 'iJ. c8 29.
.i.xc5 'iJ. xc5 30. 'iJ. el y este final
de torres, aunque no sin ciertas
dificultades técnicas, debe pro
porcionar a las blancas la victoria.
26. f4 'iJ.d7
. Las negras intentan crear con
trajuego por la segunda fila, pero
el peón g2 se defiende fácilmen
te, mientras que es más dificil ha
cerlo con el peón fl.
27. '!Wc4 lld2
28. ll c7
Naturalmente, no 28. ll c8 por
28. ... ll xg2+ 29. �xg2 'W'g4+.
34
28. ... l'If8
29. .i.d4 '!Wg4
30. 't'id5 ffe2
31. f5
14
Ahora no es posible capturar el
peón 3 1 . ... li xa2 debido a 32. fg
hg, y ahora no 33. li cxf7 (33. ...
lfxg2+! 34. lfxg2 'iJ. xg2+ 35.
�xg2 l'I xfl), sino 33. '!Wxfl+!
(un magnífico sacrificio de dama,
demostrando la fuerza de la posi
ción de las blancas), 33. ... li xfl
34. l'I c8+, y mate en dosjugadas.
31. ... 'iJ.dl
32. '4Wf3
Ahora las blancas no tienen in
convenientes contra el paso al fi
nal.
32. .. . '!Wxf3
33. gf3 'iJ.d2
Después de 33. ... li xfl + 34.
c;t>xfl gf, la igualdad de material
no resulta suficiente.
34. fg6 hg6
35. l'If2
Las negras se rinden. La victo
ria en esta partida me permitió in
gresar en el grupo de los líderes,
y después de un afortunado final
conseguí el éxito en el torneo:
compartí el tercer-cuarto puesto y
34. me gané el derecho a jugar el tor
neo de la ciudad.
5.
Defensa Dos Caballos
O PERFILEV
e BOTVIN NIK
Torneo de 1 .• categoría
Leningrado, 1 925
El torneo del que he hablado en
los comentarios a la partida pre
cedente continuaba, pero en este
caso mi adversario debía ganar
obligatoriamente, motivo que in
fluyó en sus decisiones, y me per
mitió aprovecharme de las cir
cunstancias. Además, a Perfilev,
como a la mayoría de los demás
jugadores de l .• categoría, le irri
taba tener en su presencia a un
mocoso advenedizo.
l. e4
2. �f3
3. �c4
4. d4
S. 0-0
eS
�c6
�f6
ed4
�xe4
Las negras obtenían un juego
totalmente satisfactorio después
de 5. ... .i.c5, pero lajugada de la
partida obliga a las blancas a una
única continuación.
6. ll e1
7. .t,xdS
8. �c3
dS
'ffxdS
'fi'd8
Otra jugada que iguala total
mente es 8. .. . 'ffa5.
9. ll xe4+ .i.e7
10. �xd4 rs
Se ha llegado a una posición en
la que por los medios normales
(1 1 . ll f4 0-0 1 2. � xc6 Wxdl +
13. �xdt be) las blancas no pue
den aspirar más que a tablas. Me
persuadió de esto mi compañero
Serezhi Karniner (más tarde un
conocido compositor de estudios)
que había preparado la variante
para las negras que yo estudié, y
me dijo cómo jugar el final consi
guiente. A propósito, se encuen
tra en mi práctica en la partida
n.o 24. Por consideraciones de
portivas, a las blancas no les con
venía este final, y se esforzaron
en complicar a cualquier precio.
1 1. �h6
Esta jugada se cita en el libro
de X. Tartakower, «La partida hi
permoderna de ajedrez», que yo
había estudiado con entusiasmo.
Ahora, efectivamente, la partida
se complica, ya que en caso de 1 1 .
. . . 0-0 1 2. �xc6 be 1 3 . ll d4 las
blancas consiguen apartarse del
final. Las negras aceptan la invi
tación.
11. . .•
12. Jl..x g7
fe4
�xd4
35
35. Tras la continuación natural
13. �xh8 ltlf3+ 14. gffi'xdl + 15.
lil xdl ef 1 6. ltlb5 .id8 1 7. �e5
�d7 1 8. ltld4 las blancas final
mente se quedan con un peón de
más, pero las posibilidades de vic
toria contra la pareja de alfiles ne
gros son mínimas. Por eso... ¡al
ataque!
13. Wh5+
14• .txd4
15. 1Id1
16. Wg4+
�d7
1If8
�d6
Naturalmente, es dificil jugar
sin una torre, pero si se quería
continuar la lucha, entonces no se
debería expulsar al rey a un sitio
más seguro. Merecía atención 1 6.
ltl xe4, para amenazar más ade
lante el asalto al punto d6.
16. ... �eS
17. 1Wh5+
Si su esperanza era el jaque
continuo, las blancas van a sufrir
una desilusión.
17. . .• 1I f7
18. ltld5 .i.g4
Una pequeña continuación
para distender la situación. A las
negras les queda sólo la calidad de
más, pero en una posición simpli
ficada.
19. fi'xg4 Axh2+
20. �xh2 1!fxd5
21• .if6
No es difícil advertir que des
pués de 2 1 . fi'g8+ las blancas ga
naban la torre a8, pero después
perdían la torre y el alfil.
36
21. . • • t!fc6
22. �h4 �f8
23. Wg5 h6
24. l!VeS �g8
Así, después de una peligrosa
travesía, el rey negro finalmente
puede descansar en paz.
25. 1I d5 1Ie8
26. Wh5 �g7
27. .ig3 1!1g6
28. 1!P'd1 c6
29. 1I d6 I!e6
Si ahora 30. !Vd4+, entonces
30. .. . 1!P'f6 3 1 . Wxf6+ �xf6 32.
.i.h4+ we5! 33 . .i.g3+ �f5.
30. 1I d8 c5!
Al tomar bajo control el punto
d4, las negras ponen trabas a la
iniciativa del adversario.
31. 1I a8
Y esto ya está jugado en el azar
de la lucha y acelera la derrota.
Permitía una resistencia más lar
ga 3 1 . Wd2.
31. ... e3
Finalización táctica de la lucha.
36. Después de 32. fe li xe3 33. R.el
'fi'e4 34. j,c3+ li xc3 35. be
"f:fh4+ 36. <o!;>gl li e7 las negras ga
nan la dama.
32. Wd8 t!VhS+
33. R.h4
O 33. �gl e2 34. "f:fh8+ �g6,
35. li g8+ �f5.
33• •. . lie8!
Sin este golpe de efecto sería
imposible refutar las intenciones
de las blancas. Por ejemplo, 33.
... �g6 34. 'fi'g8+ <ot>f5 35. g4+!
34. WxeS
35. �g1
36. �fl
'fWxb4+
ef2+
'fi'c4+
Las blancas se rinden. Perfilev
se quedó al borde de los premia
dos. El primer puesto lo ocupó
Model, el segundo Zverev, y el
tercero y el cuarto lo compartí
con Venalien.
6.
Apertura Española
O N. PROSKURIN
e BOTVINNIK
Torneo de 1 .a categoría
Leningrado, 1 925
l. e4
2. lbf3
3. R.bS
4. R.a4
5. 0-0
e5
lbc6
a6
lbf6
Ae7
Como habrá observado el lec
tor, yo tenia un repertorio de
aperturas bastante modesto. A l.
e4, l . ... e5, y a la Apertura Espa
ñola, el sistema de Chigorín. Pero
lo que yo empleaba lo conocía a
fondo, y por tanto no sufría sor
presas en la apertura (debido a
que entonces no jugaba contra
maestros).
6. lit e1 bS
7• .ib3 d6
8. c3 0..0
9. d3
Esta variante tranquila fue más
tarde el arma preferida de Ilin
Genevsky. Aquí no es tan senci
llo jugar con las negras. Yo, natu
ralmente, me apoyé en un esque
ma conocido.
9. ... lilaS
10. .ic2 c5
1 1. li:Jbd2 Wc7
12. li:Jfl lbc6
La tentativa de mi experimen
to 1 2. ... h6 en la partida n.o 98,
no sin motivos, no encontró se
guidores.
13. lbe3 .A.e6
14. h3
La teoría recomendaba 14.
lbg5, pero lajugada de la partida
es totalmente aceptable. Desde
luego las negras en todos los ca
sos realizan el avance d6-d5, pero
entonces las blancas tendrán la
posibilidad de presionar sobre el
peón e5.
14. ••• d5
15. We2
Y esto ya no es consecuente.
Era imprescindible cambiar en
d5, y las negras deben aprestarse
a la defensa del peón e5, o regre-
37
37. sar a la idea teórica de cambiar el
caballo por el alfil: 15. liJg5 d4 1 6.
lb xe6 fe 1 7. liJg4, con igualdad
totaL Ahora las blancas tienen ya
una posición peor.
15. . . • d4
16. lbf5 Ji.xf5
17. ef5 .id6
18. .ig5
En caso de 1 8. liJg5 de 19. be
b4 las negras conquistan para el
caballo la casilla central d4, que
garantiza el contrajuego. Lajuga
da de la partida parece más fuer
te, ya que está ligada a la amena
za 19. Axf6 gf 20. liJd2. Sin em
bargo, resulta una pérdida de
tiempo, y las negras conquistan
no sólo la casilla d4 para el caba
llo de dama, sino también c3 para
el de rey. Por eso debieron con
tentarse con la modesta continua
ción 1 8. .id2, para en caso de 1 8.
. .. de 19. be liJd5 poder respon
der 20. .ib3.
18. • . . dc3
19. bc3
Si 19. .t xf6, entonces 19.
cb, y las blancas se quedan sin
peón.
19. ... lbd5
20. Ji.d2
(DIAGRAMA 17)
20. •.. b4!
Demostrando una correcta
comprensión de los métodos de
lucha posicional.
21. c4
38
Después de esto la posición de
las blancas resulta desesperada.
Era imprescindible 2 1 . cb, mante
niendo la actividad del alfil de ca
sillas blancas. Ahora se convierte
en estático, y las piezas negras
ocupan el centro sin oposición.
21. . . . liJc3
22. 'ife3 liJd4
23. .ib3 e4!
La jugada decisiva. Si 24. de,
entonces 24. ... Ji.f4 25. 'fi'd3 (25.
Wxf4 liJde2+) 25. ... liJ xf3+ 26.
gf 1Iad8 27. .txf4 'fi'xf4 28. W'e3
'fFxe3 (se puede 28. ... l!Fh4 29.
�h2 :S: d4, etc.) 29. n xe3 U d2,
y sencillamente lleva a la victoria
38. el avance del peón «a», y a 30.
a3, 30. ... ll b2 3 1 . �dl :S: d8.
24. .i_ xc3 ti:)xf3+
Conduce a una debilitación
irreparable de los peones blancos.
25. gf3 .i.f4!
Deja a las blancas con una es
tructura de peones doblados, a la
vez que después de 25. ... be 26.
fe, la posición tiene un aspecto to
talmente distinto.
26. 'tlt'xe4
27. �h l
28. f6
bc3
ll ad8
g6
Cuando no es peligroso debili
tar las casillas negras en la cober
tura de peones del rey, entonces,
des�e luego, no hay motivos para
estropear la disposición de sus
peones (28. ... gf).
29. 'f!/e7
Era algo más tenaz 29. �a4.
29. ••. Wc6
30. �e4 �xf6
31. 'f!/e2
Confusión total. Por lo menos
era necesario aprovechar el alfil
de alguna manera, en caso extre
mo incluso en c2, para defender
el peón d3.
31. ...
32. 1!Vn
33. U e4
34. �g2
�f5
.i.d2
"fi'xf3+
"fi'xd3
Tras cinco jugadas las negras
han aniquilado tres peones enemi
gos e incluso se han quedado con
el control de la casilla c2, a la que
inevitablemente se dirige el peón
pasado.
35. .i.dl
36. �e2
c2
'f!/c3
Las blancas abandonan.
Esta derrota dejó totalmente
abatido a mi adversario, y puede
ser que por eso pronosticara que
unos meses después Botvinnik ya
no podríajugar al ajedrez, porque
gastaba excesivas fuerzas durante
el juego. Sin embargo, encontré
mi defensor en otro de los parti
cipantes del torneo, Yurev. Ob
servando el transcurso de la par
tida, manifestó públicamente que
le había gustado el juego de Bot
vinnik. «Sus piezas, dijo Yurev,
parecen estar vivas.»
7.
Gambito de Dama
O J . R. CAPABLANCA
e BOTVINNlk
Sesión de simultáneas
Leningrado, 1 925
l. d4
2. c4
3. ti:)c3
4. .i.g5
5. e3
dS
e6
ti:)f6
ti:)bd7
�b4
Por aquel entonces esta varian
te sólo empezaba a estar de moda.
La preferí, entre otras razones,
porque durante las sesiones de si
multáneas a Capablanca difícil
mente le gustaban las partidas en
las que la lucha tomaba un carác
ter menos conocido.
39
39. 6. cd5 ed5
7. tfb3
A CapabJanca le gustaba mu
cho hacer esta jugada en el Gam
bito de Dama, aunque él mismo
enseñaba a los principiantes a de
sarrollar primero las piezas meno
res. Por eso yo habría pr�ferido
7. J.d3.
7. ••. c5
8. deS
No había ningún motivo para
cambiar el peón centralizado d4
y perder el control de la casilla c5.
8. ... 1Wa5
9. J. xf6
Un cambio forzado (se amena
zaba tanto 9. ... �e4 como 9. ...
ttJxc5), tras el que las negras tie
nen un juego ligero.
9. ••• tt)xf6
10. 0-0-0
Capablanca vio quejugaba con
un muchacho y decidió arriesgar
se. Sin embargo, el enroque largo
con el juego abierto y el flanco de
rey sin movilizar resulta muy
arriesgado. Era necesario aclarar
la situación mediante 10. a3.
10. . . • 0-0
l l. .!Of3
Naturalmente, no era posible
ganar el peón central, ya que des
pués de 1 1. � xd5 ttJxd5 12.
Wxd5 Ae6 las negras ganaban fá
cilmente.
1 1. . ••
40
12. llJd4 llac8
13. c6
La ambición natural de cerrar
la columna «C)) lleva inesperada
mente a un final con peón de más
para las negras.
13. ••. .i,xc3!
Las blancas no pueden respon
der 14. be, ya que después de 14.
... .!Oe4 su posición es indefendi
ble. Por lo tanto, hay que ceder
el peón.
14. 1!Vxc3
15. J.d3
16. *c2
t!fxa2
bc6
c5
Para a 1 7. llal con la jugada
1 7. ... cd.
17. ttJxe6 Wa4+
Una sutileza necesaria. En caso
de 1 7. ... fe, 18. li a1 las opera
ciones para salvar la dama (1 8. ...
d4) en todos los casos llevan a la
pérdida de la ventaja. Ahora se
llega al final, que ya valoré en la
1 3.• jugada.
18. b3 1ta2+
40. 19. 'fWb2
20. � xb2
21. f3
'fWxb2+
fe6
De lo contrario seguiría 2 1 . ...
�g4.
21. ••• íi c7
22. íi al c4
Creando un peón pasado y des
cubriendo la posición del rey
blanco.
23. bc4
24. .tc2
25. �el
26. lit el
dc4
Ilb8+
lüd5
c3
La principal tarea de las negras
es penetrar con las torres en la se
gunda fila.
27. íi a3 �b4
No era posible jugar 27.
íi b2 por 28. íi xc3, pero ahora se
amenaza 28. ... �xc2 29. 'it/xc2
íi b2+.
28. íi e2 liid8
Las blancas no pueden mani
festar ninguna actividad. A 29.
.ib3 seguiría 29. ... c2 30. J.xc2
íi dc8.
29. e4
(DIAGRAMA 20)
29. ... íic6
La jugada decisiva. Aquí la to
rre está defendida por el caballo,
y por eso en caso de 30. ... íi d2,
3 1 . íi xc3, es posible 3 1 . ... íi xe2.
No hay defensa contra la invasión
de la torre.
30. lile3
31. fi exc3
32. íi xc2
íid2
fi xc2+
]il xc2+
Aquí Capablanca mezcló las
piezas {signo de que abandonaba)
y continuó adelante. La expresión
de su cara no era muy agradable.
Por eso debo mencionar mi escep
ticismo sobre las historias de los
testigos, en el sentido de que Ca
pablanca pronunciase grandes
elogios sobre mis cualidades aje
drecísticas.
8.
Defensa India de Rey
O BOTVINNIK
e M. SHEBARSHIN
Semifinal del campeonato
Leningrado, 1 926
l. d4
2. �f3
3. c4
4. �c3
S. e4
6. .te2
�f6
g6
.ig7
d6
()..()
Más adelante, generalmente,
yo fianchetaba el alfil en la Defen
sa India de Rey, pero entonces
41
41. desarrollaba el alfil por e2, que en
esos años era considerado como
la mejor.
6. ••• �bd7
7. 0-0 c6
8. h3
Tenía sentidojugar h2-h3 en la
6." jugada, pero ahora es una pér
dida de tiempo. Lo lógico era 8.
li e 1 ó 8. J.e3.
8. • • . e5
9. J.eJ We7
¿Para qué? Se imponía la idea
9. . . . ed 10. �xd4 �c5, y si se de
fiende el peón e4 mediante 1 1. f3,
entonces con la apertura del rey
se debilita sensiblemente la casi
lla g3. Ahora las blancas eluden
las desagradables consecuencias
de su juego impreciso en la aper
tura
10. d5 c5
1 1. aJ �h5
Esta maniobra tiene sentido
cuando las negras tienen tiempo
d espués para jugar �h5-f4 y
f7-f5. En este caso esto resulta im
posible, y el caballo, finalmente,
tiene que regresar a su casa. Ade
más era posible preparar inmedia
tamente el avance del peón «f»:
1 1. ... lbe8.
12. li e1 �f4
13. J.fl h6
Mientras tanto las negras no
pueden efectuar el plan exacto, ya
que ahora no era posible jugar 13.
... f5 por 14. J.xf4 ef 15. ef. Sin
42
embargo, aún no era tarde para
empezar la retirada del caballo.
14. gJ �h5
15. li el 'i!lh7
16. b4 b6
17. 'i!1h2 �df6
Finalmente, comienza la rea
grupación de los caballos, pero ya
se ha perdido mucho tiempo.
18. lbgl �g8
19. .i.g2 .id7
20. beS beS
21. .i.fJ
Las blancas ocuparán en segui
da la columna «b», pero cuando
la torre el ocupe la casilla e2, será
el momento adecuado para el
avance f7-f5, ya que la torre cie
rra la diagonal de ataque de la
dama di sobre el caballo h5. Por
eso este papel 1o ejecutará en su
lugar el alfil.
21. ... �f6
Y ahora el mismo caballo frena
al peón «f».
22. li b1 lifb8
42. 23. ll: e2
24. li eb2
25. n xb2
lhe8
n xb2
f5
Así, se ha llevado a cabo el
avance temático con un retraso
de 1 3 jugadas. Pero durante todo
este tiempo han sucedido muchas
cosas, y la principal, que las blan
cas han ocupado la columna abier
ta.
26. 't!Yd2 'i:!Yf6
27. lhdl
Retira al caballo de los golpes
tácticos (en caso de 27. ... f4, 28.
gfef) y al mismo tiempo defiende
la torre.
27. ..• lhe7
28. 'iWa5 fe4
29. .t. xe4 .i.f5
Es difícil decir si era mejor 29.
... lhf5, ya que en principio nada
cambia sustancialmente.
30. .t.xf5
La jugada 3 0. lhc3 era más co
rrecta para la lucha, por el blo
queo de la casilla e4.
30. ... lhxf5
31. r&>g2 'i:!Yf7
Tampoco se conseguiría impe
dir la invasión de las fuerzas ene
migas, pero era preferible intra
ducir en juego al segundo caballo.
32. 'W'a6 lhf6
(DIAGRAMA 22)
33. Wb7
Las blancas rehusan la ganan
cia de peón para no dar al contra
rio posibilidades de contrajuego
después de 33. lib7 '*ff8 34.
n xa7 1I b8 (35. lib7 lia8).
33. ... 'W'g8
En caso de llegar al final la ac
tividad de las negras se reduciría
al mínimo.
34. lhc3 lid8
35. a4 li d7
36. Wb8 Wf7
37. aS e4
38. libl
Por motivos profilácticos es ne
cesario retirar la torre de la dia
gonal del alfil e nemigo, ya que
puede abrirse en cualquier mo
mento.
38. ••. lhg4
Este cambio de operaciones no
supone ningún alivio para las ne
gras, pero tampoco podían espe
rar, ya que se amenaza a5-a6 y
libl-b7.
39. hg4
40. fe3
43
43. 41. a6 .id2
42. 'i!Vb3
Las blancas no conseguían
nada continuando 42. ll b7 .i_ xe3
43. n xd7 !fxd7 44. !t'b7 'flg7
45. �e2 por 45. ... .i.d2!
42. ... .i.b4
Las negras han conseguido pa
ralizar la actividad del adversario
en el flanco de dama, pero el alfil
en b4 está apartado del juego.
43. flc2 !feS
44. ll fl !feS
45. IH4
No encuentro inmediatamente
el plan exacto: en esta casilla debe
situarse el caballo blanco, para
provocar el debilitamiento g6-g5.
45. ... ll e7
46. �h3 .iel
47. �e2 .ib4
Si no, 48. ll fl .i.b4, 49. �f4 y
después �e6.
48. llfl g5
Las negras toman bajo control
la casilla f4, pero crean un aguje
ro en f5.
49. �gl �g6
5o. 'flf2 wh7
51. �e2 'i!Vg7
52. !ff5+ 1Wg6
53. !ff8 'i!Vg7
54. 'flf6!
El peón d6 no tiene salvación,
pero después de 54. ... 'flxf6 55.
n xf6 ll d7 5 6. ll e6 se pierde el
peón e4. Las negras se dirigen a
44
la única posibilidad de mantener
la igualdad material.
54. ...
55. ¡t'xd6
56. 't!Yc6
57. 't!fe6
58. 't!Yf5+
.td2
.i,xe3
ll c7
ll e7
'fg6
Al disponer por fin de la posi
bilidad de avanzar el peón pasa
do, las blancas no pueden aguan
tarse. Sin embargo, precisamente
aquí mediante 59. ll b l seguida
de llbl-b7 se obtenía la victoria
brevemente.
59. d6
60. I[ x/5
61. ll d5
1fxf5
I[ d7
�g6
Tampoco salía bien el intento
de conservar el peón e4: 6 1 . ...
.i.f2 62. Wg2 .tel 63. I[ xc5
]% xd6 64. l% c7+ �g6 65. ]l xa7.
62. �c3 �f6
63. li)xe4+ �e6
64. �g2 .id4
65. �f3 I[f7+
66. lil:f5 lE g7
Todavía disponía de una buena
44. posibilidad: 67. li f8 con el trasla
do de la torre a b7, y si 67. ...
li f7+, 68. li xf] c;t>xf7 69. d7
c;t>e7 70. lbd6 � xd7 7 1 . lbb5,
etc. Las blancas dejan escapar
esta excelente continuación.
67. c;t>e2
68. t:Dxc5+
69. ;¡¡¡: xcs
70. ¡¡: f5
No proporcionaba nada bueno
el intento de defender el peón a7:
70. ... Wc7 7 1 . li f6 li h8 ó 70. ...
li g7 71. �d3 li h7. En ambos ca
sos decide el avance del rey blan
co y el peón «c».
71. li ti
72. li xa7
Los requisitos de este torneo
clasificatorio eran muy severos:
sólo pasaba a la final el vencedor,
y mi adversario, uno de los juga
dores de primera categoría más
fuertes de la ciudad, había gana
do en todos los encuentros hasta
nuestra partida. Yo ya tenía unas
tablas, por lo que necesitaba ob
tener la victoria. Ya que no da
nada a las blancas 73. li a8 �b5
74. a7 Wb6 sólo quedaba...
73. lii: c7+ r¿,bs
Las negras acercan instintiva
mente el rey al peón pasado, para
que la torre resista la actividad del
rey enemigo. Pero esto no es po
sible, y el rey negro se queda en
una posición pasiva. Las blancas
cambian el peón «a» por los dos
contrarios, lo que lleva a una po
sición teóricamente ganada debi
do al alejamiento del rey negro.
Era interesante y complicado el
juego después de 73. ... Wd4,
pero de esto hablaremos después.
74. a7 lia6
Aquí se aplazó la partida por
segunda vez, y Serezhi Kaminer
me explicó todo inmediatamente.
Mi adversario aún confiaba en mi
ingenuidad, y a través de su inter
mediario me ofreció las tablas,
manifestando la opinión de que si
ambos terminábamos imbatidos,
nos incluirían a los dos en la final.
Sin embargo, tras las explicacio
nes de Serezhi, comprendí que la
final sólo la jugaba uno.
75. Wf3
76. li h7
77. I;l xh6
78. c;t>e4
li a4
�eS
I;I xa7
Ahora el rey negro queda apar
tado de los peones pasados tanto
horizontal como verticalmente;
algunos años después prestó su
atención a este final de torres N.
D. Grigoriev.
45
45. 78. . . . 'iJ. g7
79. 'i!le5 'iJ.g8
80. 'iJ. e6 IU8
81. Jlg6 Jle8+
82. �f6 'iJ.e4
83. �xg5
En la jugada 97 las negras se
rindieron.
Pero ahora volvamos a la posi
ción que se producía tras la res
puesta 73. ... 'i!ld4, que indudable
mente colocaba ante las blancas
problemas más difíciles.
Más tarde. en el análisis case
ro examiné la continuación 74. a7
'iJ. a6, 75. �d2 'i!le4 76. 'i!lc3 'i!lf3
77. 'i!lb4. Si 77. ... 'i!fxg4 78. 'i!lb5
'iJ. al 79. li c4+ y 80. 'iJ. a4, enton
ces ganan las blancas. Este resul
tado es el mismo después de 77.
... � xg3 78. 'iJ. c3+ e;t. xg4 79.
li a3 l1 xa7 80. l1 xa7 'iJ. f3 (80. ...
h5 8 1. 'i!lc4 h4 82. �d3 h3 83.
�e2 h2 84. llh7 'i!l g3 85. 'i!lfl )
81. �c3 g4 82. 'i!id2 g 3 83. � e l
g2 84. 'iJ. a3+. Pero las negras tie
nen una astuta continuación 77.
... �g2! (a 78. 'iJ. c2+ 78. ... �h3!)
para dar la torre por el peón «a>>
46
sólo cuando el rey blanco se haya
alejado de la primera fila. Por
ejemplo, 78. 'i!lb5 li al 79. 'i!ib6
e;t.xg3 80. Jl c8 'iflxg4 8 1 . a8=!r
l1 xa8 82. l1 xa8 h5 83. *c5 h4
84. �d4 h3 85. *e3 h2 86. l1 h8
*g3, y tablas. Si 80. 'iJ.c4, enton
ces 80. ...*h4 81. 'i!ib7 h5 y las
blancas tampoco pueden ganar.
Pero pasadas algunas décadas
estudiando la partida se puso de
relieve que la jugada 73. ... c;fold4
también llevaba a la derrota des
pués de 74. a7 'iJ. a6 75. �d2 � e4
76. 'iJ. f7! (en vez de 76. �c3), im
pidiendo la penetración del rey
negro. Entonces sólo queda 76. ...
c;fold4 77. c;folc2 c;folc4 78. �c7+ �d4
79. �b3 'i!le4 80. l1 f7!, y las blan
cas ganan aproximando el rey al
peón «a».
9.
Gambito de Dama
O Y. ROJLIN
e BOTVINNIK
Campeonato de
1926
l. d4
2. lilf3
3. c4
4• .ig5
5. lilc3
6. Jl cl
Leningrado,
lt)f6
e6
d5
lilbd7
c6
En ese tiempo se consideraba
a esta jugada como la panacea
contra la variante Cambridge
Springs, pero todavía no se había
adivinado que después de 6. ... de
7. e4 b5 las negras tienen un peón
de más (ver. también, la partida
n." 40) y la iniciativa de las blan-
46. cas no es tan peligrosa como pue
da parecer a primera vista.
6. • • • h6
7. �h4
Y esta retirada en esta y en otra
serie de posiciones análogas pue
de llevar de nuevo a la pérdida del
peón indicado anteriormente.
Era correcto 7. �xf6.
7. ... dc4
8. e4 1Wa5
El lector ya sabe que se debía
jugar 8. .. . b5.
9. eS
Ahora las blancas recuperan el
peón, obteniendo una clara ven
taja de desarrollo.
9. ...
10. �xc4
1 1. bc3
lbe4
lbxc3
.ia3
Todas las acciones emprendi
das por las negras no las ayudan
ni en la lucha por el centro, ni a
terminar el desarrollo del conge
lado flanco de dama.
12. It c2 lbb6
13. ltld2! ltldS
Ahora las blancas pueden pasar
a las acciones decisivas, 1 4. 1!Fg4
(o 1 4. 0-0 y a 1 4. ... ltlxc3 15.
ti'g4). La decisión de perder tiem
po en la defensa del peón c3 per
mitirá a las negras complicar el
juego sacrificando dos peones.
14. �f3 eS!
15. .ixdS
A propósito, la invitación de
las negras podría rehusarse y or
ganizar mientras tanto el enro
que, manteniendo todas las ven
tajas de su posición.
15. ...
16. 'fixdS
17. �xb7
18. 0-0
ed5
�e6!
0..0
Así, pues, ambos bandos han fi
nalizado el desarrollo, y las blan
cas poseen una sólida ventaja de
material. Sin embargo, esta últi
ma circunstancia no se sentirá en
la lucha posterior, ya que el juego
abierto permitirá sacar el máximo
provecho de la fuerza de los alfi
les y las torres negras.
18. • . . Itfc8
19. ltlb3 'fia4
20. .ig3
Aún no es posible aniquilar el
peón enemigo «C», y en el futuro
resultará muy desagradable para
las blancas.
20• ••.
21. lbal
22. It d2
c4!
�fS
!faS
¿Cómo defender el peón c3?
Desde luego si se entrega, enton-
47
47. ces no habrá quien detenga al
peón c4. Ahora se empieza a de
volver poco a poco lo adquirido.
23. e6! � xe6
24. dS �rs
Perdía 24. ... ¡f'xc3 debido a
25. 1I c2.
25. �es f6
26. �d4
Recuerde esta posición y pres
te atención, porque volverá a re
petirse, ya que las negras deciden
economizar tiempo para el con
trol.
26. ..• 1I cb8
27. Wc6 ll c8
28. Wb7
La posición se produce en el ta-
blero por segunda vez.
28. ... ll cb8
29. W'c6 ll c8
30. ft'b7
¡Y tercera vez! ¿Por qué las
blancas no piden tablas ante esta
repetición dejugadas? Porque en
tonces no existía la regla de la re
petición de posiciones, sino que
la triple repetición debía produ
cirse tras una serie de jugadas de
ambos bandos. ¡Y la serie sólo ha
bía sido de dos!
30. .•• �d6
Las negras no querían las ta
blas, ya que prevén restablecer la
igualdad de material junto a una
ventaja posicional.
48
31. ltJc2 1I ab8
32. Wxa7
33. �xa7
f:fxa7
1I b2
Así se asegura la invasión de
ambas torres en la segunda fila.
34. li cl nas
35. .ae3 naxa2
36. ltJd4!
Correcto, yaque mediante este
truco táctico se salva la pieza.
36. ... ]I xd2
37. �xd2 .ie4
38. .ie3 �xd5
Entonces yo jugaba sin ningún
apuro para llegar al control de
tiempo de 2,5 horas para 37 juga
das. Aquí se aplazó la partida, y
las blancas ofrecieron tablas. Yo,
naturalmente, estaba seguro de
poder realizar mi ventaja. Ade
más, ¿es posible que en una posi
ción tan llena de vida se pueda re
husar continuar la lucha?
39. f3 .an!
El alftl se traslada a una casilla
más favorable, d3, desde donde
podrá defender el peón c4 y difi-
48. cultará al máximo la movilidad de
las piezas blancas.
40. lldl
41. lbc6
42• .i.d4
.i.g6
.i.d3
Las blancas no debían eludir el
final con alfiles de distinto color:
42. lbb4 .i,xb4 43. cb ll b2.
42. ... llb2
43. ll el *h7
44. lbe7 hS!
Las n egras tienen previsto
avanzar los peones del flanco de
rey para abrir Ja segunda fila.
45. lbdS h4
46. lbe3
Era imprescindible continuar
46. b.3, pero en este caso sólo se
llegaría a una prórroga, ya que to
das las piezas blancas están con
denadas a la pasividad.
46. ... h3
47. g3 rs
Creando la amenaza 48 . ... f4.
48. f4
Sólo quedajugar g7-g5 para ob
tener la victoria.
49. It al lftg8
Para que no haya ni jaques,
aunque no salvarían a las blancas.
50. ll el
Las blancas han caído en el
Zeitnot y en la desesperación.
50. .. . gS!
51. ll dl
Si 5 1 . fg, e ntonces 5 1 .
.t_ xg3.
51. ... gf4
52. .i.b6 fg3
Las blancas abandonan.
Esta partida se jugó al princi
pio, en el que conseguí cinco vic
torias consecutivas. Desde luego,
mi humor era excelente, y con ello
vino la seguridad en mi fuerza aje
drecística. Es cierto que después
me llegó el turno de la desgracia,
pero al final resultó vencedor Ilin
Genevsky y yo compartí el segun
do-tercer puesto con l. Rabino
vich.
10.
Defensa Eslava
O BOTVINNIK
e l. RABINOVICH
Campeonato de la región no
roccidental
Leningrado, 1 926
l. d4
2. c4
3. lbf3
4. e3
S. lbc3
6. .i.d3
d5
c6
lbf6
e6
lbbd7
Hay que advertir que ningún
otro intento de obtener aquí el
éxito mediante otros procedi
mientos conduce a resultados po
sitivos. Por ejemplo, después de
6. 1Wc2 .i.d6 7. J1d2 0-0 8. 0-0-0
c5 9. cd ed l O. lttb l a6 1 1 . .i.cl
c4 12. g4 l!Jb6 13. h3 lle8 1 4.
.i.g2 .i.b4 15. lbe5 J.xc3 16.
'fWxc3 lbe4 las negras tienen un
49
49. juego excelente (Taimanov-Bot
vinnik, match 1953).
6. ..• dc4
7. .txc4 b5
8. .td3 a6
9. e4 c5
Más tarde, las negras eludían
esta variante de la Merano debi
do a 10. d5. Sin embargo, la fuer
za de la jugada de Boleslavsky,
10. d5, en cierta manera fue pues
ta bajo duda debido a 1O. .. . eS
1 1 . b3 c4 1 2. be .i.b4 1 3. .i.d2 be
14. .tc2 1!i'a5 15. lbe2 l!)xe4 1 6.
.txe4 c3.
10. eS lbg4
Entonces en vez de esto se ju
gaba habitualmente 1 0. ... cd, al
estilo de Sozin. Todos teníamos
fresca en la memoria la victoria,
con negras, en esta variante de
Vilner sobre Bogoljubov en el
Campeonato de la URSS de
1925. Sin embargo, mi adversa
rio, siempre a la búsqueda de pu
blicaciones teóricas, por lo visto
quiso comprobar cómo me orien
taba en una situación poco fami
liar.
1 1. .i.g5
Una jugada desagradable para
las negras, que todavía era desco
nocida para la teoría en los años
60, cuando se publicó por prime
ra vez esta partida.
1 1. •••
12• .i.e4
"'b6
.tb7
Las negras eluden la continua
ción 1 2. ... ll a7 13. d5, en la que
50
pueden caer bajo un peligroso
ataque debido al retraso en el de
sarrollo. Pero ahora la dama ne
gra deja de controlar la casilla d4,
y las blancas ganan tiempo para
enrocarse.
13. .i,xb7
14. 0..0!
1/lxb7
h5
Después de 14. ... cd 15. 'f!t'xd4
habría que jugar igualmente 15.
... h5.
15. d5!
Cuando el rey enemigo está
atascado en el centro no hay que
tener miedo a sacrificar peones.
15. ••. lbdxeS
16. l!)xe5 l!)xeS
17. de6 f6
Las negras eluden capturar el
peón e6, que ahora bloqueará la
columna «e».
18. We2 .i.e7
19. li adl h4
Si 19 . . .. c4, para cerrar la co
lumna abierta situando el caballo
en d3, las blancas desarrollarían
50. el ataque mediante 20. lbd5 y 21.
�e4. También podrá haber efec-
tuado este plan ahora, pero pre
ferí llevar la partida a un final fa
vorable.
20. f4
Aún hubiese sido más sencillo
la previa 20. h3, pero las blancas
no querían desviarse de sus inten
ciones.
20. ... h3
A la retirada del caballo deci
día 21. li d? y 22. lt:ld5.
21. feS
22. 'fi'xg2
23. �xg2
�xg2+
hg2
fg5
Durante la partida valoré que
esta, posición estaba ganada, pero
a causa de mi juventud no encon
tré el camino correcto.
24. B: f7
Estajugada gana pieza, y como
todo iba a la perfección, no me
preocupé de buscar lo mejor. Y
como demostró A. Kubbel des
pués de la partida, la mejor con-
tinuación era: 24. lt:ld5! la: a7 (24.
... �d8 25. e7 �aS 26. e6) 25.
lt:le3! g6 26. lt:lg4 i..d8 27. lt:lf6+
�e7 28. li d6, etc.
24. ... B:h6
25. li xe7+
Es evidente que ni siquiera me
propuse la posibilidad de jugar
primero 25. la: xg7. Desde luego
la pieza no se va a escapar a nin
gún sitio: 25. ... la: xe6 26. Ir.g8+
�f8 27. lifl tJe7 28. lt:ld5+ o 25.
.. . Wf8 26. li xe7.
25. ...
26. lt:ld5+
�xe7
..t>xe6
Es peor 26. . .. �f8 a causa de
27. e7+.
27. lt:lc7+
28. lt:J xa8
'i!fxe5
1I c6
Naturalmente, yo me había en
contrado en numerosas ocasiones
con situaciones en las que, diga
mos, uno de los bandos perdía
peón, pero tras esto conseguía
una serie de factores positivos.
Pero ganar una pieza, incluso por
dos peones doblados y aislados, y
después experimentar dificulta
des para realizar la ventaja, ten
go que reconocer que nunca me
había sucedido. Y mientras tanto
es posible que sólo en este mo
mento y con una única posibili
dad las blancas podían alcanzar la
victoria. Para ello era necesario
jugar 29. a4!, con la amenaza 30.
a5 y 31. lbb6, y a 29. ... ba, 30.
li al . Dejé ir esta idea, y después
ya fue imposible superar la resis
tencia del adversario.
51
51. 29. li d7
29. ... lid6
Las negras podían continuar
29. ... c4 30. liJc7 b4 3 1 . liJd5
l!fe6 32. lil d8 c3 33. liJxb4 c2 ó
30. l!ff3 b4 3 1 . Ji c7 wd6 32.
JI xc6+ wxc6 3 3 . we4 wb7 34.
wd4 c3.
30. li xg7
Después del cambio de torres
hay que salvar el caballo (31 . a4),
pero entonces las negras pueden
pensar incluso en posibilidades
de victoria (31 . c4 32. liJb6
wc5).
30. •.. lid2+
31. Wg3 Ji xb2
32. li xgS+ wd4
33. h4 Ji xa2
34. hS li al
Ha surgido una posición de do
ble filo, en la que es necesario
pensar detenidamente. Por eso
para ganar tiempo antes del con
trol me puse a repetir la posición,
pero no una serie de jugadas (leer
los comentarios a la partida n.o 9).
52
3s. wg2 lia2+
36. ct>g3 lial
37. Wg2 lia2+
38. l!fgl
Ya no había ocasión de retirar
el rey a la otra casilla, precisamen
te para que la serie de jugadas no
sea igual a las precedentes.
38. ... lial+
39. Wg2 lia2+
40. l!fg3 lial
El análisis demostró que tras
una defensa correcta del adversa
rio las blancas no podían ganar,
pero se podía intentar, ya que no
se corría ningún riesgo. Así...
41. liJc7 c4
42. liJe6+ we3
43. liJf4 c3
44. li cS li gl+
45. liJg2+ wd3
Ahora las negras ya están pre
paradas para entregar su torre
por el peón, ya que sus peones pa
sados con la ayuda del rey son
muy peligrosos.
46. h6 lihl
47. liJf4+
A 47. liJh4 seguiría 47.
li gl+, y debido a la maniobra 48.
. . . lig8 las blancas están obliga
das a volver con el caballo a g2.
47. ... wd4
48. ll c6 c2
49. Wg2 lib4
Si 49. .. . el=!V, entonces 50.
liJe2+.
so. Wg3 lihl
Tablas.
52. l. Rabínovich junto con P. Ro
manovsky, G. Levenfish y A. Ilin
Genevsky enseñaron mucho a los
jóvenes ajedrecistas de Leningra
do. A propósito, antes del torneo
yo era vecino de mi compañero,
y lo visitaba a menudo. Ilia Leon
tevich estaba escribiendo enton
ces su conocido trabajo «Fina
les)), que desde hacía mucho tiem
po fue la única posibilidad de es
tudio de los finales de partida. Ve
rificamos conjuntamente sus aná
lisis de vez en cuando, con lo que
conseguí hacer progresos que, no
lo oculto, me proporcionaban una
gran satisfacción.
1 1.
Gambito de Dama
O GOLUBEV
e BOTVINNIK
Campeonato de la región no
roccidenta1
Leningrado, 19 26
1. d4
2. c4
3. iL!f3
4. �gS
S. iLlc3
6. e3
li)f6
e6
dS
iL!bd7
c6
'iraS
En esa época estaba de moda
la defensa Cambridge-Springs, y
yo la empleaba con buenos resul
tados. Unos años después tam
bién la empleó Alekhine en Bue
nos Aires, en su match para el
Campeonato del mundo contra
Capablanca. Mi adversario nunca
fue muy fuerte en la teoría de
aperturas, y sus primeras jugadas
resultan desafortunadas. Las con-
tinuaciones más convenientes
son: 7. lL!d2 y 7. cd.
7. 'irb3 lL!e4
Ahora el alfil de g5 no es un
adorno, sino un defecto en la po
sición de las blancas. Ya se ame
naza 8. . .. de ganando pieza.
8. cdS edS
9. �f4 Ab4
10. ll cl eS
El lector seguramente habrá
advertido que la idea principal de
esta partida está relacionada con
la idea de la partida n.o 7. La ini
ciativa está del lado de las negras,
que ya quieren jugar 1 1 . ... c4,
para después capturar el peón a2.
A las blancas no les favorece to
mar el peón dS: 1 1 . 'itxd5 iLl xc3
12. be .i_ xc3+ 13.- 'Ctdl 0-0.
11. a3
12. bc3
13• .ie2
14. deS
�xc3+
0-0
lL!b6
A 14. 0-0 seguiría 14. ... c4 15.
'ti'b4 W xb4 1 6. cb (1 6. ab lL!a4)
1 6. ... aS.
14. ... 1;fxcS
1S. .teS
El traslado del alfil a la casilla
d4 es del todo conveniente, pero
ya era hora de que las blancas se
enrocaran.
1S. •.. lL!c4!
El caballo ataca al alfil y al peón
a3, pero todavía no se amenaza
1 6. ... iLJxf2 por 17. .id4. Como
el alfil lo defiende todo, es nece-
53
53. sario jugar 16. a4. Sin embargo,
las blancas deciden cambiar el al
fil por el caballo, lo que les crea
dificultades suplementarias.
16. .i_xc4 dc4
Ahora la posición del alfil en d4
no va a resultar tan fuerte, y lo
que es más importante, las negras
se han librado del peón aislado.
Otro factor sustancial es la mala
posición del rey blanco y la ame
naza de la maniobra lbe4-c5-d3 .
17. 1Wb4 .i.g4
Las negras se aprovechan de
que el cambio 1 8. �xc5 lLJ xc5
está unido a la amenaza de inva
sión del caballo en d3. Por ejem
plo: 19. .i.d6 lbd3+ 20. �d2
� fd8. En caso de 1 8. .i.d4 1Wf5
el flanco de rey de las blancas se
viene abajo. Por eso dan como
bueno «agarrarse» al peón, pero
caen de la sartén al fuego.
18. ffxb7 � xf3
19. gf3 lbxf2
La amenaza 20. ... tbd3+ es tan
horrible, que no les queda otra
54
elección que capturar el caballo.
Sin embargo, tras esto la resisten
cia llegarápidamente a su fin. Por
eso puede ser que debieran con
formarse con la continuación 20.
.i.d4 lbd3+ 2 1 . �di.. Entonces,
por ejemplo, 2 1 . ... 1Wf5 22. �hgl
g6 23. � b l tbc5!, y el ataque al
rey blanco se desarrolla por sí
solo.
20. �xf2 �xe5
21. f4
Desde luego no es posible man
tener ambas torres defendiendo a
los peones c3 y h2.
21. ... Wf5
En el tablero el material está
igualado, pero la insegura posi
ción del rey blanco hace de la de
fensa un problema insoluble.
22. 1!Vbl
O 22. lif3 � ab8.
22. ...
23. tl:t'e4
24. � c2
25. �e2
26. 'f:ixc4
'fi'b3
li ad8
fih4+
� feS
Las blancas previenen la inva
sión de la torre en d3, pero ya se
divisa otro golpe de las negras.
26. ... 'Wh3
No es posible defender al mis
mo tiempo el peón e3 y la casilla
g2.
27. '!feS 'Wg2+
Las blancas se rinden.