1. Solemnidad
LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Isaías 9, 1-3.5-6 / Salmo 95 / Tito 2, 11-14 / Lucas 2, 1-14
Isaías 52, 7-10 / Salmo 97 / Hebreos 1, 1-6 / Juan 1, 1-18
25 de diciembre de 2010
elcantarodesicar.com Año IX. Ciclo –A- 2010-2011. Nº 6
Preces
Contemplando la escena del Nacimiento en el Belén,
nos dirigimos a Dios sabiendo, hoy mejor, que está
deseando que le pidamos para darnos.
+Por la Iglesia, para que sea portadora de la buena
noticia de la salvación a todos los hombres.
Roguemos al Señor.
+Por los pastores de las comunidades cristianas,
para que sean imagen viva de Cristo entre nosotros.
Roguemos al Señor.
+Por los cristianos que son perseguidos, para que la
Navidad renueve sus fuerzas, su alegría y les afiance
en la fe. Roguemos al Señor.
+Por los que viven unas fiestas profanas de fin de
año, para que, por nuestro testimonio, descubran el
amor de Dios para ellos. Roguemos al Señor.
+Por todos los que sufren; por las familias más
castigadas por el paro y la crisis, para que no les
falte nuestra sincera solidaridad. Roguemos al Señor.
+Por todos nosotros, para que dejemos que Jesús
nazca en nuestros corazones. Roguemos al Señor.
+Por los que nos han dejado en este mundo, para
que un día nazcamos con ellos a la vida eterna.
Roguemos al Señor.
Monición de entrada
“Hoy, en la ciudad de David, nos ha nacido un
Salvador”. “Gloria a Dios en el cielo y paz en la
tierra a los hombres, porque Dios los ama”. Esta
es la buena noticia. Los ángeles en Belén nos
traen el resumen del Evangelio: Dios nos ama; y
porque nos ama, nos envía a su Hijo para
ganarnos, venciendo al pecado, para una
felicidad eterna. Contamos para Dios, y mucho.
Somos tan importantes para Él que no puede
hacer más por nosotros que hacerse uno de
nosotros. Gran misterio el que encierra la
belleza de la Navidad. Bienvenidos todos,
hermanos, a celebrar el nacimiento de Nuestro
Señor Jesucristo.
Rito penitencial
-Tú, nacido de la Virgen María. Señor, ten
piedad.
-Tú, el Hijo enviado del Padre. Cristo, ten
piedad.
-Tú, adorado por los pastores, ensalzado por los
ángeles. Señor, ten piedad.
No dejes de venir, Padre, cada día a nuestra Iglesia,
a nuestras comunidades, a nuestro corazón. Mira
que sin tu amor, el pecado nos alejaría más de ti. Por
JCNS.
El Salmo de Natalia Cáceres. Salmo 95
Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor
Accede a la audición y cifrado del salmo a través de
“elcantaroaudio”, desde elcantarodesicar.com.
Bendición del Belén
Dios y Padre nuestro, que tanto nos has amado que nos
has enviado a tu Hijo para que, haciéndose uno de
nosotros, fuera el Primogénito de una humanidad nueva
libre del pecado, bendice + esta representación de su
nacimiento para que nos evoque el gran amor que nos
tienes y nos acerque más a los pobres y a los necesitados,
al verlo envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
2. Reflexión homilética
Ha llegado el momento. La gran noche, el gran día que anunciaron centurias atrás los
profetas santos, el momento que durante siglos esperaron los hombres y mujeres de fe; los
que no desfallecieron, los que no desconfiaron, los que creyeron realmente en la Palabra
que Dios les daba por medio de hombres como ellos: Esta noche (este día), Dios se hace
hombre y nace para nosotros, para nuestra salvación, para nuestra redención, para nuestra
eterna felicidad. Hoy el cielo se une con la tierra, lo divino con lo humano, lo Eterno con lo
temporal, lo verdaderamente Santo con lo pecador. ¿Cómo no contemplar hoy el misterio
de la Encarnación y quedar asombrados, admirados, perplejos ante la iniciativa del Padre?
¿Qué necesidad tenía Dios de esto? ¿Qué le ha llevado a abajarse tanto, igual a nosotros,
pasando por uno de tantos? Profundizamos un poco detrás de los Belenes, los adornos y
toda la plasticidad de estos días, y llegamos a la única conclusión posible, la única que es
verdadera. Dios se ha hecho hombre con nosotros por amor; y sólo por amor. Nos había
perdido por el pecado; ahora sale a nuestro rescate, para ganarnos de nuevo. San Juan, en
el prólogo a su evangelio, quiere que leamos la Encarnación en clave de creación. Jesús es
la Palabra mediante la cual Dios lo creó todo. Ahora, su Palabra se hace carne y acampa
entre nosotros para iniciar una nueva creación. Eso supone, asimismo, una nueva
humanidad. Nueva, ¿por qué? Una humanidad sin pecado, como la primera antes de su
corrupción. A través de una sencilla joven de Nazaret, mujer sin pecado a quien hemos
celebrado en el Adviento como Inmaculada Concepción, Dios nos ha enviado al mundo a
su propio Hijo, igual en todo a nuestra condición humana, menos en el pecado. El hecho de
que Jesús venciera sus tentaciones, el hecho de que Jesús fuera fiel al Padre hasta la
muerte en la cruz, significa que el pecado no logró anidar en él, no fue corrupto por el
pecado. María y Jesús inician la humanidad nueva reconciliada con Dios porque ha
superado el pecado. Y todo el que cree en él se ve libre del pecado y es adoptado por Dios
como hijo en el Hijo. Verdaderamente, “HOY NOS HA NACIDO UN SALVADOR: EL
MESÍAS, EL SEÑOR”.
Los evangelistas nos sitúan el nacimiento de Jesús, en textos más tardíos que el grueso de
sus evangelios y que recogen, seguramente, las tradiciones orales que habían surgido en
torno al tema, en Belén, pues fue el lugar donde nació David, y las profecías mesiánicas
convierten al rey David en figura del Mesías, del que se afirma, incluso, que nacería de su
estirpe. De esta manera, no costaba ningún esfuerzo entender que Jesús era el Mesías
prometido, pues venía de la estirpe de David y nacía en Belén, la ciudad de David.
“Mesias” significa “Ungido”. Se ungía con abundante aceite a los sacerdotes, los profetas y
los reyes. En Jesús confluyen los tres oficios de los ungidos: Sacerdote que hace presente
a Dios, profeta por cuya voz habla al pueblo y Rey de reyes, Rey del Universo. Las
Sagradas Escrituras hablan de Jesús como el “Ungido con el Espíritu Santo”. No ha habido
un mediador que le ungiera; su unción proviene directamente del Espíritu Santo. El
nacimiento de Jesús supone la plenitud de la revelación del Ser de Dios. Se había
manifestado como Padre en la creación y en el pueblo de Israel; como Espíritu Santo que
habló por los profetas; ahora se nos da a conocer cono el Hijo, la segunda persona de la
Santísima Trinidad. De modo que los que habían vivido hasta entonces sólo conocieron a
Dios parcialmente. Ahora se ha manifestado plenamente como Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Tal es la suerte que hemos tenido nosotros al nacer en esta etapa final de la historia. Dios
nos ha elegido para que le conozcamos; conociéndolo, creamos; y creyendo, le amemos.
¿Y cómo corresponder nosotros a tanto amor? ¿Qué podemos hacer en agradecimiento a
la generosidad que Dios ha derrochando con nosotros? Hay cosas que, por su valor
extremo, no tienen una correspondencia que le sea comparable. Éste es el caso. Por más
que hagamos, no igualaremos la generosidad de Dios con nosotros. Pero Dios no nos pide
cosas extrañas y que excedan nuestra capacidad. Ya hemos dicho antes, que podemos
conocerle, creer en él y amarle. Pero Dios nos pide que sepamos doblegar nuestra
voluntad a la suya. Ése es el ejemplo de María y también el ejemplo de Jesús; ambos han
vencido el pecado viviendo bajo la voluntad de Dios y renunciando a la suya. El orgullo del
hombre le hace ser insolente con su Creador. Cuando el hombre no quiere aceptar que es
criatura, pretende imponerse a Dios, y eso es la negación de la salvación, la negación de la
Encarnación y de la Navidad. Es resistirse al amor de Dios para permanecer en el pecado.
Que Jesús no intente nacer en vano en nosotros. Darnos a él, eso nos hará Navidad.
La Natividad del Señor . elcantarodesicar.com
Éste es el
momento que,
centurias atrás,
anunciaron los
antiguos profetas;
el momento que
esperaron,
durante siglos, los
hombres y
mujeres de fe que
no perdieron la
esperanza
A través de una
sencilla joven de
Nazaret, mujer sin
pecado, Dios nos
ha enviado al
mundo a su
propio Hijo, igual
en todo a nuestra
condición humana
menos en el
pecado
El nacimiento de
Jesús supone la
plenitud de la
revelación de
Dios: Nos ha dado
a conocer al Hijo,
segunda persona
de su Santa
Trinidad
¿Cómo
corresponder a
tanto amor y
generosidad?
Jesús nos enseña a
doblegar nuestra
voluntad a la
voluntad de Dios.
Es el ejemplo de
las vidas de Jesús
y de María. Así
ambos vencieron
el pecado