1. III. Los excluidos urbanos
¿Quiénes pagan las consecuencias de la política económica
neo liberal? ¿Quiénes sufren la profundización de las
brechas de ingresos, empleo y productividad creadas por la
indiscriminada apertura externa, la desregulación y la
privatización? Una primera respuesta se encuentra en las
calles de las ciudades. Millones de desempleados. Sin
ningún colchón social. Sujetos al paro forzoso (no hay
seguro de desempleo ni agencia nacional de empleo), son
excluidos de la mesa de beneficiarios del neoliberalismo. Y
millones de subempleados, que ejercen las más variadas
actividades en los servicios urbanos para subsistir. Muchas
actividades han sido íntegramente colonizadas por el
ejército de quot;informalesquot; excluidos de las fábricas, de las
administraciones, de las usinas y los campos, y de los
empleos. Pero, ¿qué significa la noción de informal? ¿Es
sólo una respuesta al desempleo abierto o friccional? ¿O, al
contrario, es una respuesta que, por ser permanente,
constituye una alternativa instintiva de los peruanos
excluidos, una suerte de mayoritaria quot;informalidad
permanentequot;? ¿Adónde llegan los millones de migrantes,
hartos de la exclusión rural y la discriminación, antes ence-
rrados en sus comunidades rurales, que decidieron un día
dejar sus tierras y partir hacia la conquista del espejismo
urbano? ¿Qué pueden hacer para insertarse en la encogida
estructura de producción interna? ¿Es acaso posible pensar
que el rebalse de los pozos de prosperidad del mundo de los
2. Gonzalo García Núñez
78
integrados y afluentes pueda resolver las necesidades masi-
vas de empleo, ingresos, vivienda, nutrición, salud, educa-
ción y recreación de los millones de excluidos? ¿De qué
modo las ganancias de productividad del sector moderno
de la economía, generadas por menos empleos locales,
menor uso de factores internos, más insumos externos y
mayores factores de mercados externos, pueden generar los
efectos compensatorio s para atender las necesidades de
todos los excluidos sin crear un latente estado de violencia?
Una respuesta habitual es identificar a los bolsones de
pobres y tentar la focalización del gasto estatal en
programas de atención a la pobreza crítica. Y, entonces,
¿cómo entender la disminución del gasto social estatal en el
ultimo quinquenio? Sin ir muy lejos, ¿cómo justificar un
shock de demanda de la envergadura del aplicado en agosto
de 1990 y reiterado sucesivamente en años posteriores,
midi y mini shocks, sin ejecutar, al mismo tiempo, un
suficiente programa de compensación social? Salvo una
equívoca concepción de la vida como un proceso de
selección biológica de los quot;más fuertesquot;, ningún
raciocionio civilizado explica el virtual abandono de los
excluidos de ayer y de hoya las inexorables fuerzas del
mercado mundial, bajo el pretexto de una supuesta y
cuestionada competitividad mundializada. Que no
encuentra, por lo demás, contraparte objetiva en el aumento
de las exportaciones ni en la participación en el mercado
mundial, aunque este juicio debe matizarse a la luz de las
cifras de emigrantes peruanos a los mercados de trabajo de
los E.E.U.U. de Norteamérica y Europa. Dicho con ironía
estadística, por supuesto. Estos y otros aspectos serán
tratados a continuación bajo las formas analíticas de los
excluidos urbanos y los pobres rurales.
3. 79
Los excluidos urbanos
LOS EXCLUIDOS DE LAS CIUDADES
La política económica neoliberal ha multiplicado la
exclusión de millones de peruanos en las ciudades, sobre
todo en Lima. A la fecha, al lado de las pocas vitrinas del
comercio importado se yerguen calles y barrios enteros
penetrados y apropiados por comerciantes ambulatorios y
pequeños productores urbanos, formando lo que
descriptivamente se ha venido en llamar el sector informal
urbano. ¿Cuáles son sus actuales características? Excepcio-
nales. Proyecciones del Banco Central de Reserva indican
un creciente coeficiente de informalización económica (PBI
informal/Registrado). Este llegaría al 60% en el año 2000.
La quot;informalidadquot; superaría a la quot;formalidadquot;; una
verdadera subversión semántica.
Entre 1986 y 1992, la población excluida que se
refugia en la informal actividad, en las urbes, pasa del 44.7
al 59.5% de la PEA. En 1986, la PEA total en 1986 era de
5'624,457 personas, cerca del 28 % sobre un total de
20'207,100 de habitantes, distribuida en las categorías
socio-profesionales que se señalan.
La PEA crece en tres millones de trabajadores entre
1986 y 1994. Sin embargo, el número absoluto de
empleados en 1994 es inferior al de 1993, 1992, 1991,
finalmente al del propio 1986. ¿Dónde han ido a parar estos
tres millones de nuevos trabajadores? ¿Por qué y cuándo
han sido excluidos? Las cifras del desempleo absoluto son
elocuentes pero apenas suficientes.
Los excluidos son trabajadores, campesinos y obreros,
técnicos y profesionales. Vienen de actividades que han
reducido personal, achicado tamaño, cercenado empleos o
simplemente, cerrado la puerta. Actividades que la apertura
(liberalización) externa, la liberalización recesiva y la
desregulación de los mercados han liquidado por desarme
4. Gonzalo García Núñez
80
Cuadro No 3.1
PBI INFORMAL E INDICE DE INFORMALIDAD
(Millones de intis de 1973)
PBI PBI índice de
Registrado informalidad 1/
Año FORMAL INFORMAL TOTAL
1951 134.71 19.88 154.59 136.07 0.15
1956 170.39 31.84 202.23 173.20 0.18
1960 210.47 46.43 256.90 215.76 0.22
1965 281.69 105.69 387.38 293.54 0.36
1970 329.16 113.93 443.09 352.80 0.32
1975 392.82 169.68 562.50 441.07 0.38
1980 404.98 165.28 570.26 483.85 0.34
1985 458.24 246.11 704.35 547.47 0.45
1990 532.46 317.05 849.51 636.15 0.50
1995 618.70 408.43 1027.13 739.19 0.55
2000 718.91 526.16 1245.07 858.91 0.61
Fuente : BCRP, INEI, la proyección es del Banco Central
1/ pbi informal / pbi registrado
Gráfico No. 3.1
PEA NACIONAL 1986 - 1994
Empleadores y patrones
1988394
Aparato público
Asalariados no agricolas
Independientes no
agricolas
Agropecuarios
o 500 000 1000 000 1500000 2000000
1986 1994
Fuente: INE, Cuentas Nacionales, 1950-1987, Lima, abril, 1988. Análisis Laboral, diciembre 1994. (*)
Incluye fuerzas armadas y policiales, trabajadoras del hogar, trabajo familiar no remunerado.
5. Los excluidos urbanos 81
arancelario, dumping, contrabando, sobrevaluación,
aplastamiento del poder de compra interno, imposición y
elevación brutal de las tarifas de los grandes insumos
energéticos y de transporte. En suma, una doble recesión de
los mercados, interno y externo. La cifra más impresionante
es la brutal caída del número absoluto de los asalariados
estatales, reducidos a un tercio de lo que eran en 1990. Pero
hay otro fenómeno que afecta a los nuevos entrantes y a los
migrantes rurales. Pese al dinamismo demográfico, la
cantidad de obreros y de productores agrarios no crece en el
período. Los jóvenes rurales han partido a la ciudad, no
encuentran oportunidades de empleo, pueblan el Sector
Informal Urbano. Pero no son los únicos informalizados.
¿Dónde van todos estos excluidos por la supuesta
competitividad, estandarte
Cuadro No. 3.2
PERSONAL OCUPADO EN EL SECTOR PUBLICO NACIONAL
AÑO TOTAL VARIACION ACUMULADO
1975 514,034
1980 545,595 31,561
1981 579,374 33,779
1982 603,391 24,017
1983 656,180 52,789
1984 700,090 43,910
1985 757,790 57,700 243,756
1986 808,102 50,312
1987 872,534 64,432
1988 885,065 12,531
1989 890,000 4,935 132,210
1990 633,349 (256,651) (124,441)
1991 s/d s/d
1992 325,732 (307,617)
1993 426,890 101,158 (463,110)
Fuente: PERU en números, 1991-1994, Lima. 1994.1989: estimados
6. 82 Gonzalo García Núñez
neoliberal? A espacios económicos terciarizados de baja
productividad. Y de ninguna o casi inexistente protección
social ni del empleo. En suma al ejército de subempleados
del sector informal y excluidos de cualquier mecanismo
de seguridad y protección sociales. Los trabajadores
quot;independientes no-agrícolasquot;, eufemismo para describir a
la legión de los excluidos como una categoría estadística,
crecen en 50% entre 1981 y 1994. Lima concentra a estos
informales. En 1986, Lima tenía 5' 665,515 habitantes y
cerca del 60% de ellos eran nuevos ciudadanos de menos de
30 años. En 1994, cuando la urbe llega a los siete millones,
gran parte de los excluidos ya no son sólo los primeros
migrantes rurales sino sus hijos, jóvenes moradores limeños.
La PEA de Lima era de 1 '526,850 personas en 1986. La
proporción de la población en condición de desempleo
abierto, subempleo por ingresos, trabajo no remunerado
familiar o servidumbre urbana era enorme. Considerando
que el shock de 1990 no tuvo ningún amortiguador ni
colchón social, desde entonces la destructuración de la PEA
se ha profundizado y la masa de los excluidos urbanos,
acrecentado: por lo menos hay un millón de trabajadores
limeños en aptitud de ejercer un empleo, pero éste no existe.
Una parte importante de la PEA no-activa se refugia,
reiteramos, en la quot;informalidadquot;. El universo de la exclusión
no usa las mismas reglas que las del cuadrante moderno,
pero no por ello carece de reglas. La población sin inserción
construye, en unidad y oposición, un sistema paralelo, el así
llamado SIU.
Por tales motivos, el sector informal urbano de Lima
ha merecido numerosos y diversos estudios. Una parte
significativa de los mismos hasta hoy se apoyan en la
actualización de la encuesta realizada en 1983 por Eliana
Chávez y Jorge Bernedo de la Dirección General de Empleo
del Ministerio de Trabajo y Promoción Social. El informal
fue definido entonces como quot;el trabajador excluido del
sector formal que
7. 83
Los excluidos urbanos
autogenera su puesto de trabajoquot;, calificación
eminentemente descriptiva aunque útil en el relevo
estadístico.16 Los adecuadamente empleados no superaban
el 13 % de la PEA (12.7 según el censo de 1993). Del total
de los no-adecuadamente-empleados, 87%, más del 10%
vive el desempleo de larga duración. Entonces, tres de cada
cuatro trabajadores estaban en condición técnica de
subempleo por ingresos. El empleo total por sectores sería:
1986 1993
SMU 55.5 40.5
SIU 44.5 59.5
En el denominado SIU, hay otros trabajadores:
SIU 1981 1993
Trabajadores domésticos 6.5 (3.1)
Desempleados abiertos 6.5 (10.0)
Veamos la evolución en Lima. Ella concentra la
demanda de brazos. En Lima, un tercio de la PEA ya era
«informal» en 1986; además, el 6.5% de ella estaba
dedicada al trabajo doméstico, una reminiscencia de la
servidumbre colonial.
16 El diseño de la muestra estadística tuvo como blanco-objetivo al sector no-
estructurado, en una encuesta binaria de hogar-establecimiento, cubriendo diversas
variables entre las que cabe mencionar a la ocupación, actividad y el tamaño del
establecimiento.
8. 84 Gonzalo García Núñez
Esta categoría, por fortuna, desciende al 3.1 % en 1994. La
cifra de los excluidos, incluyendo las categorías anteriores y
los desempleados estructurales llega a un poco más del
48% de la PEA de Lima. Y el resto de los trabajadores en
edad de trabajar, en Lima, se ubicaba en el sector
estructurado, casi el 52%, aunque muchos de ellos viven
una real condición de subempleo por ingresos, de acuerdo a
las preliminares estimaciones del mapa de necesidades
básicas insatisfechas (NBI-agosto 1994).
¿Cuál habría sido la evolución total de la informalidad
en la PEA? Las cifras expansionadas, con los datos de 1986,
revelan 439,420 trabajadores informales, de los cuales
286,044 son varones y 153,376 mujeres. (65 y 35%). La
misma expansión de la encuesta, corregida con la
información de 1994, llevaría la cifra a 800,000 trabajadores
en Lima, de los cuales cerca de 500,000 son varones.
Una gran proporción de estos excluidos urbanos se
ocupa como vendedor ambulante o de puesto fijo, seguida
de los operarios y artesanos, de suerte que e145% se ubica
en los servicios de intermediación de las ventas y 32% en la
pequeña producción. Entre los dos bloques suman casi el
80% del conjunto de la población ocupada en el sector no-
estructurado.
¿Qué significaba trabajar como informal? De acuerdo
a la encuesta referida, los informales se creaban un empleo
en el comercio, más del 50%, laboran detrás de un
mostrador y/ o de pie, atendiendo, cuidando y transportando
la carretilla o el quiosco. Otros trabajan en la micro
industria, cerca del 25% y un tercer gran grupo en el
servicio de transporte urbano, los chóferes y quot;palancasquot;,
personal de cobradores y acomodadores de los pasajeros en
los microbuses, un 12% del total. El resto está empleado en
los servicios de mantenimiento y reparación y en los oficios
simples. Luego del shock de 1990, las proporciones de estas
categorías, presumiblemente se alteraron en beneficio del
comercio. Los rasgos principales
9. Los excluidos urbanos 85
de la población empleada en la informalidad son: la perte-
nencia a negocios de escalas pequeñas de producción, por
lo general localizados en el domicilio personal; auto-
financiados, algunos, con antigua implantación en la activi-
dad, y de un tamaño de hasta nueve trabajadores directos.
Al parecer este patrón se ha reforzado y extendido con la
llegada de nuevos excluidos provenientes de los despidos
estatales y privados.
.
El establecimiento industrial de la pequeña producción
estuvo orientado principalmente a los bienes de simple
elaboración destinados al consumo final, destacando las
actividades de panificación, en confección, carpintería, ela-
boración de alimentos y bebidas, calzado y muebles de
madera. Hay también unidades de albañilería ligera, cons-
trucción civil y algunas actividades relevantes de la metal-
mecánica.l7 El tamaño de estos establecimientos varía entre
una y nueve personas, pero el 70% de las unidades
productivas son unipersonales, 25% emplea de dos a tres
personas, unifamiliares, y el resto se distribuye en las otras
dimensiones de establecimiento.18 Nótese que la pequeña
producción industrial tiene una estructura algo diferente,
precisamente en los tamaños de cuatro a cinco personas.
Existe, por lo tanto, una escala de micro-empresa,
unifamiliar, de taller-vivienda, trabajo a domicilio, de
acuerdo con los casos descritos en la encuesta. Además, los
micro-talleres tienen, en muchos casos, una antigua
implantación en algunos barrios. Más del 39% tiene doce o
más años en la actividad productiva, aunque no
necesariamente sean las
17 Veáse el estudio conducido por el autor sobre la pequeña producción de Villa El
Salvador, pueblo joven creado en 1972, y que hoy uno de los principales distritos
limeños.
18 Las pequeñas empresas norteamericanas, por ejemplo, se definen como estableci-
mientos de menos de 100 trabajadores. Estas serían grandes o medianas en el Perú.
10. 86 GonzaLo Garcia Núñez
mismas; 19% entre 5 y 12 años y el 28% con más de dos
años y hasta un quinquenio. La fecha de apertura
corresponde bien, por lo demás, con los tiempos de la
migración, la exclusión del sector moderno formal y la
incorporación a la actividad comercial como vendedor
ambulante y el paso inmediato siguiente a la pequeña
producción. No se trata, en todo caso, de un fenómeno sólo
de desempleo friccional ni coyuntural sino de una estructura
permanente, asociada, a rasgos culturales y de movilización
social autónomos vinculados a estrategias campesinas. En
efecto, del mismo modo que los comuneros rurales razonan
una compensada cartera de cultivos en diferentes áreas y
pisos ecológicos, los nuevos urbanos forman una cartera de
ingresos múltiples en función al trabajo familiar en la
producción y comercialización informal. Habrían circuitos
de la producción y circulación de mercancías en el propio
sistema informal: nueva licencia semántica. Las fuentes de
financiamiento de la microactividad son los fondos y
aportes propios. Del total de los establecimientos
considerados en la encuesta, una proporción abrumadora se
autofinancia y, en la pequeña producción, este porcentaje
sube al 86.6% de los establecimientos. Hay sin embargo, un
circuito de crédito no-estructurad%rganizado cuyos rasgos
distintivos son la aplicación de los recursos a la formación
de capital de trabajo, de extraordinaria capacidad de giro y
tasas de interés desvinculadas de aquellas de los mercados
consolidados.
El proceso de trabajo demanda poco dinero al inicio de
las actividades. Si bien las escalas varían según la actividad,
las barreras al ingreso crecen a medida que el trabajador
informal se inserta en los circuitos de circulación y realiza-
ción del medio urbano. En la pequeña producción, el capital
productivo se origina en el reuso de los desechos
industriales y, eventualmente, en máquinas en el último
ciclo de vida del producto. De allí la dificultad de generar
garantías reales para
~
11. 87
Los excluidos urbanos
Cuadro No 3.3
TASAS DE INTERÉS EFECTIVAS POR CRÉDITO AL SECTOR
INFORMAL URBANO ENTRE 1991-1992 (%)
1991 1991 1992 1992
Anual Mensual Anual Mensual
INFLACiÓN 139 7.5 58 3.9
BANCA FORMAL 501 16.1 113 6.5
BANCA PARALELA 532 16.6 197 9.5
CRDTO PROVEEDOR 522 16.5 180 8.9
CRDTO INFORMAL 792 20.0 290 12
CRDTO ONGS 518 16.3 133 7.3
Fuente: Fidel Castro Zambrano, Financiamiento al SIU en Perú, PREALC,
Documentos de trabajo, 377, Santiago, Agosto 1993
.
el financiamiento de la actividad por parte de intermediarios
bancarios.
La pequeña producción se hace en el domicilio del
productor; la vivienda familiar, donde las habitaciones de la
casa se transforman en taller, (40% de las unidades produc-
tivas son los propios hogares). Otra parte se realiza en
locales baldíos acondicionados como quot;corralones-centros de
trabajoquot; y existen también trabajadores itinerantes cuya
producción y servicio se realiza en la calle y a domicilio. La
tenencia del local es inicialmente propia, sin olvidar que
gran parte de la vivienda popular es resultado de una
invasión, pero, a medida que crece el volumen de ventas, el
local se toma insuficiente y el taller-vivienda estalla para
separarse, en taller, generalmente alquilado o compartido, y
la vivienda-oficina. El comercio informal ha seguido otro
sendero. Ha ganado las vías céntricas de la ciudad. Luego
manzanas enteras y finalmente barrios. Está organizado en
mercados feriales, paraditas, mercadillos, calles o parques,
12. 88 Gonzalo García Núñez
de acuerdo con diversos mecanismos de entreayuda. El SIU
como un todo, en consecuencia, casi no usa máquinas. La
encuesta revela la extrema indigencia de la disponibilidad
de herramientas, equipos y maquinaria. Para el caso
relevante de la pequeña producción, uno de cada cuatro no
los usan. Y de los tres restantes, dos tienen herramientas
propias y el otro las obtiene por préstamo en el ámbito de la
pequeña producción.
La distribución del valor de la maquinaria versus el
número de personas usuarias es muy ilustrativo:
Cuadro No. 3.4
% TOTAL
VALOR DE MAQUINAS
De USD 1-160 161-800 4.12%
801-2400 9.09%
2,400-16,000 > 4.16%
16,000 1.67%
0.20%
Fuente: Encuesta Chávez-Bernedo.
La apertura externa ha modificado este cuadro. La libre
importación ha facilitado la reposición de algunos activos.
Los operadores han trasladado los equipos y herramientas
obsoletas de la economía quot;modernaquot; hacia actividades de
menor densidad de capital y en particular, las empresas del
SIU. Pero este desplazamiento solamente es observable en
la esfera de las micros y pequeña producción. El resto,
insistimos, no usa equipos. La depreciación es inexistente
en esta lógica. Los informales ambulatorios, vendedores y
artesanos de oficios simples son los grupos mayoritarios.
No requieren inmovilizaciones. Excepcionalmente los
transportistas caen
13. Los excluidos urbanos 89
dentro de la categoría de los que poseen instrumentos de
monto superior a los US$ 2,400. Gran parte de los vehículos
importados son usados. De segunda o tercera mano.
La pequeña producción se mueve en los rangos
medios. Pero el acceso de la PEA informal a los medios de
producción constituye el meollo del problema de su débil
inserción productiva. Aquí la limitación técnica está
imbricada al problema de la distribución del poder
económico y político. Las ofertas políticas vigentes, en
todos los casos, hasta 1990, no atacaron este problema de la
distribución de los medios productivos. En general,
tampoco se habían enraizado, surgido ni definido desde el
espacio informal ni lo representaban de modo explícito. El
nivel de ingreso real promedio del SIU era cercano al
salario de subsistencia legal. No existen mayores
precisiones en cuanto a los ingresos repartidos en los
diferentes estratos de la población informal pero es posible
suponer, a partir de los datos de la encuesta, que la relación
entre los ingresos del sector formal vis a vis los del SIU
crece a medida que la tasa de salarios aumenta en el
primero y en la misma proporción o mayor, decrece. Una
fuerte correlación y una elasticidad-ingreso Interactuantes.
Las condiciones de trabajo son abisalmente diferentes. El
acceso a la seguridad social es otra de las diferencias
esenciales. La puesta en marcha del sistema privado de
pensiones ha tendido a igualar, por defecto, a informales y
trabajadores ubicados en los espacios de menor
productividad relativa en el sector moderno urbano. Por
defecto puesto que los trabajadores más antiguos y los de
empresas poco rentables quedan en los mecanismos del
sistema estatal de pensiones, mientras que los de las
planillas de empresas activas se han inscrito en las
administradoras de los fondos de pensiones (AFP). Dicho
de otro modo, una de las preguntas cuya respuesta no es
evidente es saber quién(es) financiará(n) las pensiones en el
futuro. Lo probable es que el Estado tenga
14. 90 Gonzalo García Núñez
mayores obligaciones y menores ingresos. Otro de los
aspectos coincidentes de la precarización del trabajo es la
carencia de fondos de desempleo en el sector moderno
urbano, remplazado por un régimen de indemnizaciones por
años de servicio. Éste no existe en el SIU. Tal vez importa
la duración de la jornada, el número de días trabajados
durante el año y la intensidad del esfuerzo, a los que es
posible agregar las condiciones ambientales, de higiene y
seguridad.
La medición de los ingresos por rama de actividad
económica en la pequeña producción indica que los estable-
cimientos de carácter industrial generan mayores ingresos
relativos porque más del 80% de sus trabajadores están
sobre el ingreso mínimo legal. En igual situación se
encuentra el sector del transporte y los servicios (el universo
quot;Combiquot;) mientras que el comercio concentra al 70% de los
vendedores en el primer tramo de ingreso. La relación entre
ingreso del establecimiento y talla del mismo es positiva. En
el tramo de ingreso superior están los establecimientos de
dos o más trabajadores (50% dedos a tres y 15% de cuatro a
cinco). Los unipersonales llegan apenas al primer tramo. La
estrategia de los hogares excluidos, según se infiere de la
encuesta nacional de propósitos múltiples, es la
diversificación de las fuentes y la minimización del costo de
reproducción de la fuerza de trabajo, lanzando a los niños,
adolescentes, varones y mujeres al trabajo (mendicidad,
lavado de vehículos, lustrabotas, cargadores, cobradores,
operarios) en las calles. En consecuencia las condiciones de
trabajo informal se aproximan, para los demandantes, a la
situación de total liberalización del mercado de la fuerza de
trabajo. No hay modalidades salariales ni cargas sociales. Ni
garantías ni estabilidad laboral. El empleo es precario,
transitorio y siempre frágil. Desde esta y exclusiva
perspectiva -concedemos-, numéricamente mayoritaria en el
universo del empleo, los trabajadores estables del sector
moderno aun con limita
15. 91
Los excluidos urbanos
Cuadro No. 3.5
ESTRUCTURA DEL INGRESO DEL SIU
Ingreso 1986 1987 1989 1990 1991 1992 1993
sm sm sm sm sm sm sm
siu siu siu siu si u siu siu
Mlegal
%/ valor 700 1 710 108,800 2.5*106 S/. 38 S/. 72 S/. 72
Total 100 100 100 100 100 100 100
100 100 100 100 100 100 100
Sin 2.1 1.8 2.2 2.3 2.3 0.6 1.7
7.3 6.8 7.4 7.2 5.9 4.9 7.7
Hasta 1 7.3 14.4 6.2 10.9 4.3 0.5 0.3
26.7 29.0 21.3 27.8 11.3 2.4 1.9
>1<2 23.8 27.0 29.1 25.8 23.1 1.8 1.4
27.3 28.8 31.4 26.2 23.2 10.2 6.8
>2<5 44.7 40.2 43.5 42.0 38.0 32.8 20.1
31.0 27.0 26.9 28.4 39.0 36.5 27.6
>5 MI. 22.1 16.6 19 13 18.8 32.3 45.9 76.4
22.1 8.4 10.4 20.5 76.4 55.9
Fuente: Ministerio de Trabajo y Promoción Social, Dirección General de Empleo.
Encuesta de Hogares, 1994, Lima. 1994. El ingreso minimo legal está congelado
.
dos derechos sociales y decrecientes derechos laborales,
sindicalizados o asociados, ellos son percibidos como relati-
vamente privilegiados por los informales. Un cierto sentido
común se instala sobre este objetivo corte del universo del
trabajo. Los ideólogos de la causa neoliberal, promotores del quot;no-
rulesquot; de la liberalización a ultranza, encuentran inesperados
aliados en los empleadores informales. Por eso, después de hacer
la apología del quot;empresariado popularquot; y en aras de sus supuestos
intereses(?), estos pasan a justificar la
16. 92 Gonzalo García Núñez
desregulación de la actividad pública y de la legislación
laboral del sector moderno, particularmente la negociación
colectiva y la institucionalidad sindical, para luchar contra
los quot;privilegiadosquot; obreros, causantes, en la contradictoria
lógica neoliberal, de la menor competitividad de la recesada
actividad productiva. Curiosamente en esta desregulación
convergen también la demanda desmanteladora de los gran-
des conglomerados, especialmente los de matrices banca-
rias, paradójicamente los únicos exceptuados de la compe-
tencia internacional por disposición estatal. Expresado de
otra forma hay una increíble coincidencia entre la objetiva
situación de los informales urbanos, sujetos del quot;no-rulesquot; y
objetos de la exclusión, con los intereses de los
beneficiarios y los causantes de la profundidad de la
exclusión. Entre ellos, a pesar de todo, no hay caridad. El
Estado fujimorista persigue al informal. La política fiscal lo
sindica como el próximo blanco de las entusiastas campañas
de supervisión de la Superintendencia Nacional de
Administración Tributaria. En 1995, el empresario
quot;popularquot; de ayer pasa a ser concebido como el
delincuencial sospechoso de hoy, en términos del código
tributario. Es blanco también de la entidad supervisora de la
propiedad intelectual, el INDECOPI, que lo entiende como
un natural evasor de las normas de copyright y de licencias
y de patentes. Perseguido aunque tolerado por las
autoridades ediles, mantiene una frágil y tensa relación con
el espacio urbano. Y, a diferencia del pasado reciente, el
Ejecutivo ya no tiene un cuadro articulado de políticas
gubernamentales orientadas a la resorción o el desarrollo
y/o modernización del SIU, tales como:
. El crédito al sector informal fuera canalizado a través
de fondos especiales, administrados por agencias e
intermediarios financieros, creados por transferencias
de líneas del programa monetario (BCR-FONDESI) en
el decenio pasado. Y luego, mediante garantías
bancarias,
17. 93
Los excluidos urbanos
modalidad habitual en experiencias del FOGAPI, Ban-
co Wiese, IDESI, INPET, algunos programas de
ONGS.19
. Programas de apoyo al ingreso temporal (PAIT),
asistencia directa y desarrollo artesanal, compensación
social (FONCODES apenas ha logrado movilizar
recursos durante estos años), programas de
emergencia, PRES, PREDES; COOPOP, en medio
urbano andino.
. Convenios interinstitucionales para el apoyo del
trabajo comunal y aplicación de líneas de cooperación
técnica internacional a los fondos especiales. En el
mismo sentido, el sector agrario creó fondos
especializados con similares propósitos en el medio
rural, iniciativas que hoy debieran recuperarse.
. El Municipio Provincial de Lima formuló, a su vez,
Programas de apoyo crediticio mediante la Caja de
Crédito Popular de Lima y el Programa de Mejoramien-
to de Empleo Temporal (PROME) desde 1984 impulsa-
do por iniciativa del regidor Fidel Castro Zambrano.
Sin continuidad en las administraciones siguientes.
Los efectos de estos fondos distribuidos hacia el SIU
urbano y el sector rural andino fueron, en el pasado, de una
expansión vigorosa del consumo, debido a la fuerte elastici-
dad ingreso de la demanda. Estudios de la estructura de la
canasta básica y los niveles de ingresos en varios estratos de
la población confirman que el ingreso adicional se transfor-
ma en demanda final de bienes no-duraderos (alimentos,
vestido, etc.) contribuyendo a una política expansiva. Una
curva de Engel inobjetable.
La proporción en que es atendida esta variación de
demanda por el sector moderno urbano y la parte de la
19 Veáse al respecto las actas del Seminario Internacional Modernización de los
servicios financieros alternativos para la pequeña y mediana empresa, CIPDEL et
al., Lima, noviembre 1994.
18. 94 Gonzalo García Núñez
demanda externa- alto coeficiente importado de los insumos
no ha sido todavía calculada. Datos indirectos hacen
suponer, asimismo, una vigorosa expansión de la pequeña
producción. Es el caso de medidas vinculadas a la primera
etapa de la reactivación en 1986, el decaimiento desde el
inicio de la crisis en 1988 y una literal quiebra a partir de
agosto de 1990: el shock de inflación correctiva. El
gobierno ordenó al Fondo de Compensación y Desarrollo
Social (FONCODES) el desarrollo de programas
especializados de distribución de zapatos, uniformes y
mochilas escolares, atendidos por la oferta organizada de los
pequeños y micro empresarios urbanos del cuero y
confecciones.
Pero es consenso que los pequeños y micro
empresarios tampoco le regalan nada a los empresarios del
sector moderno urbano. Por ejemplo, una invasión de los
micros ha derrumbado los bastiones automatizados de la
industria del calzado, las confecciones textiles, los muebles
y otras industrias ligeras, abastecedoras del consumo final.
Desde una perspectiva histórica de la industrialización, en el
Perú, el taller a domicilio y la manufactura derrocan a la
fábrica, un gran salto hacia... atrás en el curso del desarrollo
industrial.
Por último, el SIU tiene otros importantes efectos-
demanda. Una actividad significativa es la
autoconstrucción. Las principales ciudades peruanas,
invadidas e infiltradas por la migración, se construyen por el
esfuerzo propio de sus moradores. La autoconstrucción
aumenta con el abaratamiento relativo del conjunto de los
materiales de edificación, entre ellos el acero, el cemento y
los ladrillos, generado por el atraso cambiario. Una
circunstancia similar fue alentada por el abaratamiento,
entre 1985-1988, de los precios de estos
bienes producidos también por otros instrumentos de
política económica.
Hasta aquí conviene una recapitulación de lo expuesto.
19. 95
Los Exc/uidos urbanos
Resumiendo: el Perú es el resultado de un largo e
inconcluso proceso de formación socio-económica, política,
cultural y social. El centralismo limeño y la informalidad
urbana expresan la crisis de correspondencia entre las nece-
sidades de la población y la estructura, localización y orga-
nización de la producción social. La heterogeneidad y la
fragmentación resultantes son la otra cara de la xclusión
y la concentración del poder, causantes de la migración y el
.
desempleo rurales.
Al no encontrar soluciones a sus postergadas
demandas, los migrantes del interior, millones de peruanos
transhumantes de nuestro siglo, han votado con los pies,
abandonando sus comarcas, y han llegado a Lima. En sus
puertas han formado el cordón de excluidos por la inserción
y organización capitalista subordinada del país.
En este contexto, los pueblos jóvenes de Lima y otras
capitales departamentales han sido mayoritarios
asentamientos humanos de campesinos migrantes La pobla-
ción de estos PP.JJ. se asienta en espacios limitrofes de la
periferia de la ciudad y el campo. Progresivamente los
excluidos ganan los diferentes ámbitos de la vida urbana y
desbordan los modos de regulación de la ciudad. Y crean un
conjunto de formas de articulación de la producción, la
distribución y el consumo urbano-marginales, que son los
atributos característicos del así llamado Sector Informal
Urbano (SIU). Son millares de hombres y mujeres
quot;transgresoresquot; cotidianos de las reglas del sistema que los
excluye y que, por inservibles, devienen inaplicables. La
actividad económica del sector informal urbano engloba,
como examinamos antes, a más de la mitad de la PEA en
1994. Esta gente ya es mayoría en el universo del empleo,
aunque la expresión correcta sería la actividad. Está
concentrada esencialmente en los intermediarios
comerciales como vendedores ambulantes y en la pequeña
producción destina
20. 96 Gonzalo García Núñez
da a los bienes de consumo final, dentro y fuera de los
circuitos tradicionales. Desde el punto de vista laboral,
entonces, Lima es una ciudad de ambulantes.
Como fenómeno urbano, los excluidos urbanos, los el
SIU, se localizan en los quot;conosquot; pobres de la ciudad de
Lima y de las principales ciudades del país. Una proporción
significativa trabaja en sus viviendas convertidas en
talleres-viviendas, los vendedores ambulantes en la calles y
los recintos provisionales de mercadillos, ferias y en las
principales vas céntricas. Terminada la solidaria etapa de
edificación y lucha por los servicios comunes, se instala el
tiempo de la pugna por la sobrevivencia y la voluntad de
ejercer derechos políticos hasta entonces inútiles. Una vaga
conciencia, ser más, ser mayoría, cohesiona a los pueblos
excluidos.
Empero la carencia de alternativas para resolver los
déficits de producción, empleo y niveles de acumulación
suficientes para garantizar la estabilidad de la actividad
económica sobrepuebla, por trasvase, al medio informal. La
mutilación del Estado, las amputaciones de los empleos, el
cercenamiento de las actividades productivas, nutren de
baldados y desesperados a las calles de Lima. Paradoja sin
límite, la política de liberalización y desregulación reviste
en apariencia los mismos intereses que los de los
informales. Los grandes monopolios de rama, los
conglomerados, los bancos, en nombre del capitalismo
popular, piden menor o ninguna regulación administrativa,
el libre acceso de los proveedores (internacionales); la libre
circulación del dinero (especulativo, narcotráfico), la libre
localización de las unidades productivas y en general, la
vigencia de un orden quot;no rulesquot; dónde el Estado no ejerza
control ni regulación. La regulación misma es asociada y
difundida distorsionadamente como un opresivo sistema de
agentes burocráticos. Fuente de corrupción y del tráfico de
la influencia. Un quot;sálvese quien
21. 97
Los excluidos urbanos
puedaquot; de abajo convertido en un coincidente quot;sálvense los
más fuertesquot;, política y confundidoquot; sentido comúnquot; ,
emanados de los cuadrantes modernos de las archi-
minoritarias clases altas urbanas.
Hay otras coincidencias como la objetiva convergencia
entre el vendedor ambulante de la herramienta, importada o
contrabandeada, en ambos casos destructora del mercado de
los fabricantes locales. O inclusive del mercado de sus
propios abastecedores, muchos de ellos en las sedicentes
microempresas. Al terminar, un resumen apretado de las
características del SIU muestran las dificultades para
organizar a los microproductores, crear institucionalidad,
mercados y enlazar circuitos productivos capaces de
responder a las necesidades de la población. Otro y último
argumento explicativo es, pese a la crisis, la objetiva
convergencia de los pequeños y medianos empresarios del
SIU y los empresarios formales sobre valores como la
competencia, la propiedad, individualización, la abdicación
de mecanismos cooperativos y solidarios y la maximización
egocéntrica. Estos valores desigualmente repartidos
también pueden volverse contra sus actuales beneficiarios.