2. › Tenía unos trece años. Era de noche. Estaba en mi habitación
estudiando Geometría, parte de las matemáticas que odiaba, y apenas
conocía. Tenía un examen sobre Pitágoras y su teorema, que al crecer
ambos se harían mis “amigos”. La estancia estaba iluminada por una
tenue luz, que incidía sobre el escritorio tiñéndolo de rojo. Fui a por un
vaso de agua, a la vuelta, me llevé una sorpresa, la lámpara no estaba en
el mismo sitio, y el lápiz estaba perfectamente colocado, como si
alguien lo hubiera hecho. La sombra del lápiz, situado cerca del ángulo
diedro que formaban el escritorio con las dos esquinas de la pared,
producía la forma de un triángulo, mi vista cansada no alcanzó a
distinguir el tipo, pero lo vi, y eso fue una señal. Al día siguiente, me lo
sabía todo, como si aquella sombra tuviera la llave hacia este bonito
mundo llamado matemáticas, porque ¿acaso en este mundo no es todo
número?
4. A simple vista es un tronco de un árbol cortado en dos. Pero si nos
fijamos se pueden distinguir varias curvas concéntricas (círculos) que se
forman a medida que el árbol crece, cuanto más años tiene el árbol, más
círculos se encontrará al cortarlo.
Dependiendo si el árbol es de hoja caduca o perenne podrás observar
un anillo o dos respectivamente por año. El árbol caducifolio tiene un
periodo de crecimiento y luego con el frío tira la hoja y se para, de ahí el
anillo único. El árbol perennifolio siempre está activo y tiene dos anillos
consecutivos porque uno indica el periodo estacional más favorable,
(generalmente anillo con color más claro) y el otro el periodo donde creció
menos, (anillo más oscuro).
5. Alumno : Martina Anarchy Méndez Fernández
(2º Bach.)
6. Caminaba hacia la cocina, paso a paso, arrastrando los pies. Estaba
cansada. Se había acostado con el anochecer, horas atrás, pero no podía
dormir.
Tomó una tila, regresó a su cuarto, encendió una lámpara y se miró al
espejo. Tenía unas ojeras terribles.
Quizá fuera a causa del cansancio, pero de pronto, se paró a pensar en
el reflejo perfectamente simétrico de su cuerpo que se formaba ante sus
ojos. Y, sin más, se puso a buscar la proporción aurea que debía
encontrarse en su anatomía. Pero no la encontró. Distaba mucho de ser
perfecta.