1. ¿Porqué la ciudad de Cali, no ha podido superar la
violencia endémica que la aflige desde los años noventas
y quizás desde antes?
Santiago de Cali, Septiembre de 2014
Por: Carlos Alberto Rojas C. Investigador social, Mg. Políticas públicas (m)
Soycarlosrojas.blogspot.com – investigación@carlosrojas.com.co
Universidad del Valle
Siete razones:
1. Ausencia casi total de políticas publicas: Razón poderosa, pues el análisis
riguroso de los conflictos sociales desde algunos enfoques de políticas públicas
pudo haber organizado la reflexión y la acción gubernamental y la acción pública
respecto de semejante problema tan complejo; en efecto para enfrentar el
problema de las violencias de corte urbano como las que ha padecido Cali desde
hace casi tres décadas se demanda importantes procesos de investigación,
conceptualización, de procesos de toma de decisiones en el más alto sentido de lo
que significa hacer políticas públicas, y desde luego se necesita de procesos de
evaluación y retroalimentación a las dinámicas que buscan su transformación. Si
bien es cierto Cali ha sido pionera a nivel nacional e internacional en procesos de
investigación y procesos de modelaje de programas y proyectos para enfrentar la
acción violenta y criminal, también es cierto que, a pesar de ello, la ciudad no ha
logrado en ningún momento de las últimas tres décadas bajar por ejemplo, las
tasas de homicidios a menos de la mitad. Se necesita más investigación?, la
respuesta es sí, se necesitas más recursos?, la respuesta es sí, pero lo que de
fondo se necesita es una reflexión del más alto calibre teórico, conceptual y
metodológico para modelar las acciones de política pública que permitan un viraje
por lo menos de 180 grados en las dinámicas de criminalidad y violencia.
En un sentido muy pragmático podríamos decir que, entre los cambios que deben
hacerse de manera radical estarían: no más proyectos aislados, ni de corto plazo,
ni más proyectos desconectados en si, además mal diseñados y mal ejecutados,
proyectos sin enfoques y sin perspectiva conceptual, sin procesos de evaluación
técnica capaces de evidenciar los problemas que tiene todo proceso de ejecución;
pero para avanzar en cambios de fondo a esta clase de problemas, entre otros, se
deben asumir las políticas públicas como campo de reflexión crítica pero también
propositiva, serán muy difíciles transformaciones estructurales en esta materia sin
una direccionalidad clara y contundente respecto los aspectos a incidir.
2. El avasallamiento de los conflictos sociales: La sensación que pudiéramos
sugerir es que la ciudad ha estado fuera de ciertos controles mínimos y necesarios
desde hace muchos años, los paradigmas de análisis en quienes tienen el poder
de tomar decisiones están caducos, o simplemente se ha funcionado con un
2. activismo institucional que ha estado muy lejano de entender las dinámicas de la
violencia y criminalidad urbanas, las ciudades colombianas han sido
tremendamente impactadas por todo los fenómenos y conflictos que ha vivido el
país en todo el siglo XX, entre ellos, los procesos de migración campo ciudad
desde principios de siglo, las violencias que han transformado radicalmente la
relación campo ciudad, los fenómenos de desarraigo que ha dejado el
desplazamiento forzado, los procesos de expropiación de la tierra, es decir,
podríamos afirmar sin lugar a equívocos que los conflictos sociales que viven las
ciudades, como el caso de Cali, son una síntesis y a la vez una manifestación de
los conflictos estructurales del país, a lo que el Estado a prestado casi ninguna
atención, los temas regionales y los temas locales, hasta hace poco se están
incorporando a la agenda pública del país pero con mucho recelo y no se sabe
hasta dónde, serán asumidos en la profundidad y extensión que lo requieran;
desde cierta óptica quizás un poco radical, el país para asumir el control de las
variables y los factores que están asociados a las violencias urbanas tan
dramáticas y desoladoras de las ciudades colombianas tendría que hacer un viraje
de 360 grados en la concepción de los territorios y lo que significan para los
procesos y dinámicas sociales.
Las violencias urbanas que vive el país, son hoy por hoy incontrolables y aun se
está lejos de transformarlas estructuralmente. Los conflictos sociales de donde se
nutren parte de la violencias que nos afectan han avasallado la institucionalidad y
la sociedad, generando uno de los más altos grados de escepticismo e
incredulidad en el Estado y las autoridades.
3. No hay un concepto de ciudad para el largo plazo: El país no se ha
preocupado lo suficiente por comprender lo que pasa en el universo de las
ciudades, se trata de una miopía estremecedora, las ciudades existen, pero no
son estudiadas a fondo, por eso es que son tan incomprendidas, no solo es el
hecho de su densidad poblacional, o el hecho de que en menos de un siglo se
haya revertido la cantidad de pobladores en la relación campo ciudad, es que la
ciudad es como un sujeto que construye identidades, que tiene tensiones, que
produce miedos y desesperanzas pero también alegra y satisface necesidades,
construye sentidos de pertenencia, en la ciudad se nace y también se muere, el
problema es que las ciudades deberían ser pensadas para la vida y no para la
muerte violenta, en el fondo, no se trata de que impere un concepto de ciudad al
que debemos plegarnos, deberían haber muchos conceptos dignificantes de
ciudad, producto de su proceso emergente y dinámico, de ello depende la
gobernabilidad o la misma gobernanza con la cual se aspire a producir la acción
estatal y la pública.La ciudad no es un hecho menor, es un hecho transcendental,
y merece todos los acercamientos disciplinarios, interdisciplinarios y
transdisciplinarios, y de ello se podría derivar la oportunidad de construir modelos
de pensamiento, procesos de generación de saberes, conocimiento social y
técnico para poderla conducir a escenarios de respeto a la vida y respeto a la
integridad de los ciudadanos que la habitan.
3. 4. Institucionalidad pública está desvanecida y es incapaz: La
institucionalidad pública está arrinconada, sus oportunidades muy poco claras, ha
sido un desvanecimiento lento y perverso, pues sin un tipo de institucionalidad
pública inteligente, fortalecida, capacitada, y con muchas herramientas para la
acción contra la violencia y el crimen, prácticamente seguiremos asistiendo al
drama cotidiano que ya conocemos hasta la saciedad, de cómo esta clase de
fenómenos nos arrebatan sentido de vida, de respecto, de amor por el prójimo. La
institucionalidad está enredada en los procesos, los procedimientos, la
tecnocracia, erosionada de valores para lo público y para la democracia, muy
distante de la vida social, el drama de lo institucional en Colombia es abrumador y
sus posibilidades de cambio no se ven a corto plazo; el sistema institucional se
debe reconfigurar en función de incorporar a su hacer cotidiano un conjunto nuevo
de filosofías y de prácticas capaces de construir nuevas legitimidades y nuevas
capacidades para responder al complejum de las violencias y las criminalidades.
5. Sociedad inmersa en la polaridad: La nuestra es una sociedad que ha sido
educada para vivir en la polaridad, es la forma cultural que hemos construido y
que más fuerza tiene en nuestra forma de relacionarnos y de identificarnos, algo
así como decir, si somos diferentes somos opuestos o contrapuestos, o si se
quiere "enemigos", y ello nos ha determinado mucho en nuestra enorme dificultad
de construir acuerdos, consensos, pactos y desde luego acción conjunta, esa
polaridad de la sociedad, mientras no sea re significada y entendida a luz de
nuevas valoraciones de la vida, la cultura, las relaciones, será una especie de cruz
de madera a cuestas que no permitirá a Cali y su contexto regional, pensar en
objetivos estratégicos de largo aliento, no se trata de negar el conflicto social,
inherente a la vida social, se trata de reivindicarlo pero desde otra concepción
mucho más poderosa y transformadora, que podría hacer de la polaridad un
escenario de producción de ideas y de proyectos para el beneficio de toda la
sociedad en su conjunto, podría aprenderse y asumirse por ejemplo la diferencia
como contradicción de ideas o concepciones de pensamiento pero no como
argumento para eliminar al contrario o al diferente, esta es base de gran parte de
la intolerancia con la cual vive parte de la sociedad y que alimenta las dinámicas
de la violencia y el delito.
6. Criminalidad con ventajas: En este contexto, la criminalidad tiene ventajas
enormes, prácticamente juega en cancha propia, casi todo está a su favor, y no
hay nada a la vista que pueda hacer pensar que tendrá quizá un partido duro que
podría sacarla de juego, la criminalidad es una criatura que esta en proceso de
desarrollo y se nutre en gran parte de todas las causalidades o los factores que se
han descrito en este artículo, todo esto a terminado siendo un verdadero círculo
virtuoso que fortalece las lógicas de la violencia y el crimen, y que debería llevar a
la sociedad local y regional a pensar en otras alternativas, no se está lejos de una
ciudad inviable e insostenible, y con presencia de estructuras sociales
prácticamente imposibles de transformar, y procesos culturales compartimentados
con muy pocas capacidades de construir sentido de vida. Ello le genera a la
4. corrupción, al narcotráfico, al delito pequeño, mediano y grande todas las
posibilidades para fortalecerse, reproducirse y agrandarse.La ciudad ha
evolucionado en las últimas décadas a procesos de segregación de sus territorios,
y al acorralamiento de pobladores y ciudadanos que ven impedidos gran parte de
sus derechos, entre ellos uno de los mas sensibles, el derecho a habitar la ciudad,
recorrerla y caminarla en su espacio público.
7. Cultura en el quinto lugar: Siendo la cultura , claramente entendida como
unos de los pilares del bienestar de una sociedad, no ha logrado entrar con la
suficiente fuerza y contundencia al escenario de las oportunidades que debe
generar el Estado para su gestión y desarrollo, la cultura aun no es registrada con
el estatus de política pública que debe tener, posiblemente sea la menos
comprendida y a la que menos posibilidades se la dará para jugar su gran papel
en la sociedad, pues las grandes transformaciones sociales en la historia de la
humanidad son en el fondo transformaciones y revoluciones culturales, sin las
cuales ningún otro proceso social podría existir, quizá suene demasiado lejano y
utópico pero para transformar las violencias y las criminalidades que tanto nos
reducen y nos afligen la clave estaría en pensarnos una verdadera política cultural
centrada en valores, concepciones y procesos alrededor de la vida y todo lo que
ella nos significa a la pluralidad de ciudadanos que habitamos las ciudades.
Cultura de la esperanza puede haber, de hecho es una premisa que debería tener
toda política pública, cultura de la vida, cultura del reconocimiento y la inclusión,
cultura para hacer que la ciudad funcione, cultura como oportunidad de
comprender que la acción conjunta de la sociedad puede definir el rumbo que
desee asumir.