1. JUGAR CON EL CUERPO, CON EL
CORAZÓN Y CON LAS MANOS
Dijo Gianni Rodari que la imaginación es una función de la
experiencia, una elaboración de los elementos conocidos con
formas nuevas y diferentes. El juego es la forma de experimentar
con la realidad que tienen nuestros chicos; cuando los niños
juegan sin patrones impuestos la fantasía puede mostrarse plena y
la creatividad a partir de las cosas que nos rodean aparece más
rica, más eficaz.
2. • En la actualidad los padres aceptamos con agrado
límites cada vez más refinados en los juegos de
nuestros hijos por temor a
lesiones, enfermedades o cualquier tipo de
eventualidad impredecible. De allí que
aceptemos que se sustituyan los contactos
reales, corporales por otros virtuales que evitan
los conflictos y los riesgos de las relaciones
naturales. Escasean las oportunidades en donde
los niños de las ciudades usen el cuerpo para
confundirse sin reglas con los demás y con la
naturaleza.
3. • No olvidemos que la vida virtual hiperdesarrollada
tiene sus riesgos: individuos abstractos con
desconocimiento de sus potenciales habilidades, con
una autonomía cada vez más inhibida y sin conciencia
de la pertenencia a un lugar. Además como la
tecnología favorece el placer solitario de grandes y
chicos, nuestros niños acceden temprano a formas
debilitadas de juego encerradas en la falsa dicotomía
de jugar para ganar o jugar para aprender. Por lo tanto
importa mucho que preservemos espacios y tiempos
de juego libres para nuestros hijos.
4. • Sabemos que las áreas que antes servían para el
intercambio y la experiencia como
jardines, parques, bosques hoy están casi
despobladas de niños. Sin embargo el mundo a
explorar no debe ceñirse al hogar, los chicos no
deben ser privados de jugar aquellos juegos que
les permitan compararse con
animales, vegetales, amigos o enemigos, en
territorios conocidos o desconocidos para
ensayar todas las gamas del aprendizaje social. Se
trata de que nuestros niños habiten la Tierra, que
la investiguen, que jueguen en contacto con su
barrio, sus plazas y su ciudad.
5. • Porque jugar es algo muy serio, desconfiemos de
la exagerada intromisión de los adultos que
proponen espacios seguros en circuitos estándar
y evitemos el predominio de los juegos
electrónicos. Es una gran meta educativa buscar
que nuestros hijos vivan su infancia y desarrollen
su imaginación. No queremos chicos
precoces, queremos niños libres que jueguen con
la cabeza, con el corazón y con las manos.
Mónica E. López