2. LA CORBATA
DEL VIAJERO
ESCRITO POR:
STAROSTA
(RAFAEL BEJARANO)
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3. Basado en el relato corto “El viajero con corbata” del libro
Perros en el cielo de la escritora Camila Bordamalo García
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4. “Lentamente, poniéndose azules
Los valles orientales atrapan
Al sol agonizante
La hora de dormir llega
Silenciosa y negra
Los reflejos de la fuente reflejan
El solitario lugar donde te conocí
Veo tu cabeza
En la luz desvaneciente
Y a través de la oscuridad
Tus ojos brillan luminosos
Y arden como el fuego
Arden como el fuego en El Cairo”
Robert Smith de The cure
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5. 1
Al principio el viajero tenía miedo de la gente: se cuidaba de los
extraños, miraba con recelo, escondía sus cosas. Empezó a sentir una
desconfianza nauseabunda y aun faltaba una hora para que el vuelo
despegase. No sabía si sentarse o deambular por ahi, pues estaba
invadido por la intranquilidad de sentirse rodeado de tantos rostros.
Después de un rato, el viajero dejó de temerle a la gente y empezó a
temerse a sí mismo. Se sintió paranoico. Se sintió exhausto.
Claustrofóbico. Su equipaje empezó a pesar más de la cuenta sin
razón alguna. Se dirigió corriendo al baño del aeropuerto y observo
horrorizado en lo que se estaba convirtiendo. Por un segundo no se
reconoció. Se pregunto si alguien mas lo habia percibido. Con
dificultad bajo la maleta y no recordó haberla alistado para el viaje.
La abrió con nerviosismo y un grito ahogado lo dejo tirado en el
suelo frio de azulejos antisépticos. Allí estaba ella, desmembrada,
mutilada, desperdigada en su maleta. Se miro las manos y el rojo de
esa sangre delatora le hizo derramar gruesas lágrimas silenciosas
mientras trataba de quitarla en el lavamanos. ¿Desde cuando las
tenia tan untadas? Asustado, se dirigió a la puerta y le corrió el
pestillo. De nuevo se volvió a mirar en el espejo y otra vez el miedo
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6. caprichoso lo invadió al percibir el cambio. Se sintió mareado y
apuro tres sorbos largos de agua. Pasó sus manos por la cara, y con
el pie, corrió la maleta al fondo del baño. Entonces, el golpeteo de la
puerta lo hizo estremecer. Era un tipo que deseaba entrar, pero no
podía.
- ¿Hay alguien dentro? - Grito con urgencia desde afuera.
El viajero se acurruco junto a su equipaje y rogó a Dios por que se
fuera pronto de allí y lo dejaran en paz. Recordó un día de su
infancia, en la quinta de los abuelos a las afueras de la ciudad,
cuando se oculto en un armario mientras todos en la casa lo
buscaban. En esa ocasión pidió que todos se murieran para que
dejaran de buscarlo. Pero no fue así. Su abuelo lo descubrió y le
propino una buena tunda. Sintió ese mismo vértigo allí sentado en
el baño del aeropuerto. Temió que su abuelo entraría en cualquier
momento y lo castigaría de nuevo. "No es probable" Se dijo para si.
"El ya murió hace tiempo".
Miro el reloj y vio la hora. Se sintió perdido completamente, pues
era muy tarde. Su avión habia despegado hace ya muchas horas. Era
la madrugada del día siguiente.
-¿Cuanto tiempo he estado aquí encerrado? - Se pregunto en voz
alta.
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7. - ¡Si hay alguien dentro! ¡Lo acabo de escuchar! ¡Abra la puerta o
llamare a los de seguridad! - Exclamo El hombre mientras forcejeaba
más la puerta.
"¿Que voy a hacer ahora?" Pensó poniéndose de pie. "Me van a
descubrir"
Afuera, la gente se empezó a congregar al ver al otro pasajero en un
intento desesperado por abrir la puerta. Unos mas se sumaron al
intento y con los hombros, intentaban abrirla a punta de vigorosos
empujones. Un vigilante al ver la multitud se acerco y pregunto que
ocurría.
- Hay un tipo adentro y no me quiere dejar entrar... ¡Y necesito
hacerlo ya!
El vigilante informo la irregularidad por la radio.
- ya vienen los de mantenimiento a abrir la puerta.
El viajero escucho petrificado desde el otro lado. Se dirigió una vez
mas hacia la maleta y vio asomada la punta de su querida corbata
de una de las bolsas llenas de despojos humanos. Recordó las
palabras de ella en la mañana, mientras se vestía para salir:
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8. -Viajas, dejas tu casa, dejas tu país, pero te empeñas en llevar esa
ridícula corbata, la llevas en el desierto, la llevas en la playa y en la
montaña, la mandas lavar en seco, la planchas todos los días... ¿Es tu
polo a tierra? ¿Tu vestigio de dignidad? Miserable... - Y no pudo
continuar por los sollozos.
- Déjame en paz. Yo tengo más dignidad que vos...Puta
desagradecida.
- ¡Lárgate con tu corbata y tu ego al carajo!
-¡Cállate!
- ¡No!...
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el chirrido de un
taladro.
- Tenemos que perforar esta parte. Tiene el pestillo puesto... - Dijo
una voz
El viajero se agacho junto a la maleta abierta y se quedo en silencio
unos instantes, mirando hacia la nada. Sus ojos perdieron todo su
brillo. Comenzó a llover.
- ¿Queres salir de ahí y dar un paseo? ¿Eh? -Dijo mirando la maleta
con rabia.
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9. Mientras tanto los empleados trabajaban veloces intentando abrir la
pesada puerta de metal. La policía ya habia sido avisada y estaba
apostada en la entrada del baño, rodeada de una gran cantidad de
curiosos.
- Tu…Hacete detrás mío y me cubres cuando entremos…
- De acuerdo. – Exclamo el policía poniéndose en posición.
El viajero continuaba allí sentado en el piso. Sus ojos de repente se
toparon con una pequeña ventana.
- Ven…Le dijo a los trozos de la muerta – Vamos a salir de aquí.
Intento en vano sacar la maleta por el pequeño marco. Tuvo que
sacar las bolsas una por una, las cuales caían a un pequeño deposito
de basura que quedaba detrás del restaurante del aeropuerto.
Terminada la labor, tomo una toalla que llevaba para su aseo
personal, la extendió y deposito allí el resto de sus pertenencias,
dejando la maleta vacía. La volvió a cerrar y la escondió detrás del
retrete.
- Quédate ahí. Después vuelvo por vos…
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10. Finalmente anudo las puntas de la toalla creando un pequeño
paquete el cual tambien arrojo por la ventanita. Ahora tenia que
pasar el.
- Ventana hija de puta… ¿Para que hacen ventanas tan chicas? –
Decía mientras pasaba con total dificultas su cuerpo por el reducido
espacio, a pesar de ser de una contextura delgada y espigada.
- ¡Maldición! – Grito mientras caía al otro lado encima de las bolsas
sangrantes, razón por la cual no se dio cuenta que al caer, se habia
hecho una herida profunda en la muñeca izquierda con la tranca de
la ventana.
El viajero recogió todas las bolsas, el paquete hecho con la toalla y
los metió todos en una caja que encontró en el depósito de basuras,
repleta de desperdicios del buffet de la noche anterior. Pensó en
dejar allí los restos de la muerta, pero no pudo. Decidió llevárselos
con el. Sin embrago, el peso y la incomodidad de halar la caja lo
obligaron a separarse de su equipaje.
- Aquí estarás mejor que conmigo. – Le decía a las bolsas mientras
las camuflaba entre las basuras. – Pronto vendrá alguien a buscarte,
no te preocupes. – Y diciendo esto, tomo el resto de sus
pertenencias y salio de allí.
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11. La puerta del baño finalmente fue abierta y una tropa policial
irrumpió al lugar con celeridad. El baño estaba vacio.
- ¿Quién dijo que habia alguien acá encerrado?
- Yo – Contesto el tipo que habia intentado entrar desde hacia un
rato, mientras descansaba su vejiga en el orinal.
- Pero aquí no hay nadie…
- Yo escuche a alguien hablando. Estoy seguro. –Contesto mientras
subía el cierre de su pantalón.
- Sargento, mire esto… - Interrumpió un oficial, señalando la maleta
con rastros de sangre detrás del retrete.
- Central – Dijo el sargento hablando por el radioteléfono. –Tenemos
un problema en el aeropuerto…
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12. 2
El viajero salio de nuevo a los corredores del aeropuerto con la toalla
enrollada en su espalda. Algunas personas se quedaban viendo al
extraño personaje con ojos desorbitados al ver la singular forma de
viajar del mismo.
- Al menos debería comprar una bolsa de mano, que falta de
gusto… - Comento una señora de abundante dorso.
- A este aeropuerto dejan entrar a cualquiera. Deberían reservarse el
derecho de admisión. – Comento otra no menos contrariada con la
imagen del viajero.
En cambio otras personas ni siquiera se percataron de la presencia
del personaje, ocupadas en sus asuntos y en el invariable afán de un
aeropuerto. Vuelos que salen, equipajes perdidos y gente que se
reúne después de un largo viaje.
El viajero se sentó con sus pertenencias en una de las bancas de
plástico unidas en la parte trasera por un largo tubo metálico de
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13. color negro. Se restregó sus ojos con fuerza y volvió a observar su
reloj. Siete menos cuarto. Su vuelo estaba programado para las ocho
en punto. Pero según sus cálculos, ya habia pasado un día entero
después del despegue de su avión. Se quedo mirando el panel que
anunciaba las rutas y efectivamente, allí estaba su vuelo anunciado
para la hora señalada. Volteo a mirar la fecha. Diecinueve de Abril.
¡Esa era la fecha! Pero en el baño el habia observado que ya habia
perdido su vuelo ¿Entonces?
- Disculpe señor, ¿Me puede decir que día es hoy por favor? – le
pregunto a un Hombre de cabello blanco que pasaba por su lado.
El tipo se quedo mirándolo con asombro.
- Diecinueve de Abril. – Contesto sin detener su marcha.
- ¿Esta seguro?
- ¡Pues claro!- Le grito sin voltear a verlo y por lo bajo comento: -
Pedazo de imbecil…
El viajero se quedo allí sentado, completamente confundido y
cansado. Después de todo si iba a poder viajar. La luz rancia de los
bombillos alógenos de la sala de espera lo hicieron sentir mas
agotado y decidió ir en busca de algo de comer. Sintió su mano
izquierda un poco dormida y descubrió una herida en su muñeca de
la cual brotaba lentamente su sangre roja y espesa.
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14. - ¿Y yo cuando me hice esto?
En ese momento sonó un aviso en el aeropuerto confirmando los
próximos vuelos de la hora, entre ellos el que él esperaba. Se sintió
confortado por la confirmación de su viaje. Se agacho para buscar
un pañuelo con que envolver su herida.
- ¿Y mi maleta?
Todo lo que habia era una toalla enrollada en el piso.
- La muy estupida no puede ni hacer una maleta para un viaje… -
Pensó mientras pronunciaba maldiciones por lo bajo. Claro. Ella no
soportaba el hecho de que el fuera un hombre en constante
movilidad. Era un vendedor que viajaba por todo el mundo
haciendo negocios. Se quedo allí sentado, pensando en como ella
habia cambiado tanto. Al principio era dulce, comprensiva. Jamás le
reprochaba nada. Ni una queja. Siempre dócil y pendiente de todo
lo que el necesitaba. La diferencia de edades nunca resultaba un
inconveniente para ella (El prácticamente la doblaba en edad)
Recordó como la habia conocido: Fue en un viaje que realizo hace
muchos años a Venezuela. Ella estaba parada en una esquina con los
ojos entreabiertos y asustadizos. El se quedo mirando a la chica con
curiosidad. Quince años tendría, calculo el. Llevaba un vestido
14
15. pobre y harapiento que dejaba adivinar un cuerpo ya voluptuoso
para su edad. Era una mujercita. Su cabello lacio y muy lizo le daba
un aspecto de desamparo aun mayor. El se acerco lentamente
mientras ella lo veía venir en silencio.
- ¿Estas bien? ¿Necesita algo?
- No.
- ¿Estas extraviada? ¿Dónde están tus padres?
- No tengo.
El se quedo allí, parado junto a ella en silencio en aquella esquina
bulliciosa y concurrida. La chica no observaba a ningún lado. Se le
veía algo nerviosa. El se lleno de compasión por ella.
- ¿Tenes hambre?
- ¿Que?
- Si tenes hambre, mujercita sorda…
- ¿Cuanto?
- ¿Cuánto que?
- ¿Cuánto me vas a dar?
- ¿Yo a ti? ¿Y por que?
- Por chupártela
-¿Cómo decís?
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16. El levanto su cabeza y volteo a mirar a todos lados. Luego tomo del
brazo a la chica y la llevo a un costado de la calle.
- No me vengas a decir que estas de puta en estas calles. Solo eres
una chiquilla.
- Tengo que recoger mi cuota diaria. Si no el me pegara…
-¿Cuál el?
- El mensajero. El nos administra a todas…
- Administra…No me vengas con pelotudeces… Ven conmigo
muchachita. Te voy a llevar a una estación de policía.
-¡No!
- ¿Que te queres quedar de puta toda la vida?
-Policías no. Son malos tipos…
En ese momento se escucho un coche frenar secamente. De la puerta
trasera se bajo un hombre de unos treinta años, de aspecto
malandro, anillos de oro en casi todos los dedos y una cicatriz
profunda que surcaba su cuello al lado derecho.
- ¡Hey tu man! ¿Qué coño le haces a mi chica?
El se asusto al ver acercarse al tipo, pero mas aun, al ver que la chica
se escondía nerviosa detrás de el.
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17. - ¡Es el, al que llaman el mensajero! No deje que me pegue, por
favor… - Suplico susurrante.
- Te estoy hablando maricon – Y desenvaino una navaja de cacha
blanca.
- Nada – Respondió secamente - Que esta mugrosa me esta
cobrando mucho por sus servicios…
- ¿Si?... ¡No te creo nada maricon! – Y se abalanzo sobre el…
En un instante la situación se torno dramática. Estaba en medio de la
calle forcejeando con un chulo por una niña que acababa de conocer.
La suerte no fue ajena a la escena y en ese preciso instante paso una
patrulla de la policía. El malandro al verla, hecho a correr
despavorido dejando atrás al hombre y a la chica. El auto que lo
acompañaba, continúo su marcha indiferente.
- ¿Te paso algo chico? – Pregunto uno de los policías bajando
rápidamente.
- No señor…este pillo que me quería robar…es todo.
- ¿Y esta niña?
El se quedo mirando sus ojos que clamaban por su protección.
- Es mi hija señor agente.
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18. El patrullero se quedo observándolos un instante y luego continúo
su marcha, en pos del supuesto ladrón.
- Gracias -Exclamo con alivio la muchacha.
- ¡Que gracias ni que mierda pelotuda! ¡Casi me matan por culpa
de vos! – Se tomo la frente con las manos. Ella se quedo allí parada,
en silencio, con su cabeza gacha como un gorrión en medio de la
tempestad.
- Lo siento…
- Esta bien. No pasa nada…Vamos a comer algo, ¿Debes tener
hambre no?
Ella asintió con la cabeza. El la tomo del brazo y tomaron un taxi.
- Vamonos de esta calle de mierda. Es peligroso estar acá…
18
19. 3
El baño del aeropuerto se convirtió en un hormiguero de policías y
detectives que entraban y salian rápidamente. La maleta fue
fotografiada y medida como siempre según el procedimiento
ordinario ante una evidencia encontrada. Luego fue colocada en un
plástico transparente y enviada de inmediato a la central para ver si
contenía algún dato, huella o indicio que pudiera establecer de
donde, o más preciso, de quien era.
- Buenas tardes sargento. Soy el detective Castro. Tengo asignado
este caso.
- ¿Cómo vamos detective?
- Mal con esto. No hay ningún indicio. La maleta escondida y
vaciada es todo un puto enigma. Y este clima de mierda para
completar…
- ¿Y las cámaras de vigilancia?
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20. - Los muy incompetentes no se habían dado cuenta que no estaban
grabando nada desde hace dos días con todas las cámaras del ala
este. No tenemos nada… ¿Fuma?
- No dentro del aeropuerto. Esta prohibido.
- ¡Maldita sea!
- Tranquilo detective. El tabaco es perjudicial para la salud…
- Si, como no…Veamos que tenemos acá…
- La maleta estaba escondida detrás de aquel retrete. Ya se tomaron
huellas en todo el baño para ver que podemos sacar…
-¿Testigos?
- Solo el hombre de allá del fondo. Pero no vio nada. Solo alerto el
hecho que la puerta estaba cerrada. Dice que escucho a un tipo
hablar dentro del baño, pero cuando entramos ya no habia nadie.
El detective jugaba nervioso con el cigarrillo en la mano. Su
ansiedad de fumar era evidente.
- ¿Y esa ventana? ¿A dónde lleva?
- Al deposito de basura del restaurante del aeropuerto, pero… ¿No
creerá usted que alguien cabe por allí?
- Alguien delgado, podría…
- Disculpe que lo contradiga, pero lo dudo. Además, esta muy alta…
- ¿Ya revisaron el basurero?
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21. - Aun no, pero…
- ¡Ustedes! – Dijo señalando a un grupo de policías que conversaban
animadamente - Vamos a verificar. –Y salio rápidamente del baño.
Llegaron al tiradero y no tuvieron que escarbar mucho para
encontrar el cuerpo descuartizado de la mujer.
- Acordonen el área. Llamen a las puertas principales. Nadie puede
entrar o salir del aeropuerto hasta que no me lleguen los resultados
de la maleta. Si el asesino esta acá, lo encontraremos.
- si señor. – Contesto un oficial.
El detective se quedo en silencio mientras observaba las bolsas
repletas de un cadáver, sin duda una mujer, y se decía en silencio:
- Esto sin duda es obra del “Tsunami”…miserable
Este era un asesino serial que se gano este sobrenombre, ya que
todas sus victimas eran despedazadas al igual que las playas que
este maremoto visitaba.
- ¡Oficial!
- Si detective…
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22. - Llame a la central. Necesito que envíen vía fax la foto del
“Tsunami” y luego las distribuye entre todos los agentes.
- Si señor. En seguida.
-Sargento…
- Dígame
- Quiero aquí en seguida un cuerpo entero de agentes capacitados.
Presiento que el asesino esta aun en el aeropuerto y es posible que
tengamos que planear una operación de emergencia.
- ¿No esta usted exagerando un poco detective? ¿Por qué no se fuma
usted su cigarro y se calma un poco?
- No tengo tiempo para fumar. Fume usted si lo desea… -Y le puso
el cigarrillo en las manos.
- Quiero los agentes. Ya. – Exclamo e ingreso de nuevo a las
instalaciones del aeropuerto.
Mientras tanto el viajero seguía sentado en la sala de espera. Estaba
a punto de ponerse en pie cuando sintió que alguien se sentó a su
lado. El lo vio, primero de reojo y después detenidamente. Era un
tipo de raza árabe, sin duda alguna. Su nariz prominente y su rostro
sin afeites así lo indicaban. Se sentó y empezó a limpiar sus manos
con el revés de su camisa.
- ¿Y tu que me ves? – Le pregunto abiertamente.
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23. - Nada. Disculpe usted – Contesto el viajero e intento ponerse de
pie.
- No se levante. Perdóneme. Es que estoy cansado que se queden
mirándome como si yo fuera un delincuente solo porque soy un
musulmán.
- Esta bien. No hay problema amigo.
- Me llamo Mustafa Abar- Me Barak…
- Que tal, mucho gusto… - Contesto un tanto nervioso y sudoroso.
El musulmán se quedo apretando su mano con los ojos clavados en
los suyos. El viajero sintió esos instantes como eternos y estuvo a
punto de desmayar. El tipo lo miraba de una manera singular y se
sintió como hipnotizado. Pero no tanto como para no notar que el
personaje del medio oriente llevaba las manos cubiertas de sangre.
- ¿Qué le paso en la muñeca de su otra mano? – Le pregunto sin
soltarlo aun.
- ¿Eh?
- Su mano izquierda. Veo que tiene una herida. Permítame. - Y sin
esperar respuesta le tomo la muñeca y puso sus dedos encima de la
herida.
- Debe usted cuidar ese corte. Se puede infectar. . . - Dijo sin dejar de
mirarlo a los ojos. El viajero intento moverse. Quiso gritar, pero no
pudo hacer nada. Estaba petrificado. Empezó a sentir un frio que se
entraba por su herida y le subía por el brazo hasta llegar a su cabeza.
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24. - En mi país existe una leyenda – Continuo el musulmán – Dice que
cuando la sangre de un hombre tiene contacto con la de otro, así
como estamos los dos en este momento, estos hombres se
transforman en uno solo pues crean una nueva sangre ante los ojos
de Alá y por ende, el creador de todo los convierte en uno solo para
que cuiden de esa sangre… ¿No le parece un relato inquietante? –
Concluyo metiendo mas fuerte los dedos en la herida y acercando
mas su rostro al del viajero, el cual solo sentía el aliento tibio del
musulmán a través de sus ojos, de su nariz, de su boca.
- ¡Suélteme! – Grito por fin sacudiendo fuerte su brazo por encima
de su propia cabeza y cayendo a un costado de la silla de plástico.
Se quedo allí tirado por unos breves instantes. Luego se levanto
apresuradamente, pero ya no habia nadie. Estaba solo.
- ¿Se siente bien señor? – Le pregunto una aseadora que pasaba por
la sala de espera en ese momento.
- Si…Estoy bien…gracias – Repuso.
- Se ve mareado…Venga siéntese…deben ser los nervios de viajar.
Aquí se ve mucho eso…le voy a traer un vaso de agua…ya vengo.
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25. El viajero se sintió completamente dislocado mentalmente mientras
trataba de poner en orden sus ideas. Miro en todas las direcciones
pero no vio ni rastro del musulmán.
- Tome. - Le dijo la amable señora alargándole el vaso con agua.
- Gracias.
- ¿En que vuelo sale usted señor?
- En el vuelo de las ocho.
- ¿De la mañana?
- No. De la noche.
La aseadora se quedo mirándolo extrañada.
- ¿Esta seguro? Revise bien…
- Estoy seguro… ¿Por qué?
- Porque son las diez y media de la noche. Su vuelo salio hace dos
horas. Lo siento mucho. Debe estar más pendiente de los horarios…
Buenas noches.
25
26. 4
Un escuadrón completo de policías ingreso silencioso y armado por
el área de carga al aeropuerto para no alarmar demasiado a los
pasajeros, los cuales ya estaban empezando a generar problemas,
pues se ofuscaban al saber que no podían salir del aeropuerto. Se
reunieron junto al detective en la pista de aterrizaje.
- Señores. La situación es delicada. Hemos encontrado los restos
mutilados de una mujer en las instalaciones del aeropuerto y
tenemos razones para creer que el asesino se encuentra aun ahí
dentro. Es extremadamente peligroso y no sabemos de los alcances
que pueda llegar a tener al verse encerrado aquí. Todos los indicios
apuntan a que se trata del “Tsunami” Un argentino de descendencia
árabe al cual hemos estado siguiéndole los pasos desde hace tres
años. Hoy por casualidad, su rastro de muerte nos ha traído hasta
este sitio y es nuestra obligación detenerlo y ponerlo tras las rejas.
No quiero que se cometan tonterías. Todos deben estar
concentrados. Este lugar esta repleto de civiles y no queremos que
26
27. se generen problemas que mas tarde lamentaremos. A continuación
repartiremos la foto del asesino entre ustedes. Obsérvenla y
guárdenla. Luego entraremos en silencio y empezaremos a indagar
en las instalaciones. No quiero ni un solo metro cuadrado sin ser
inspeccionado. Si ven a alguien sospechoso deténgalo de inmediato.
¿Preguntas?
- Si llegamos a ubicarlo, ¿Cuál será el procedimiento a seguir?
- Me informaran de inmediato por la frecuencia interna y no lo
perderán de vista, pero no actúen solos. “Tsunami” Es altamente
peligroso y un error de parte nuestra nos podría costar muy caro.
El grupo de policías se retiro de inmediato y el detective pudo por
fin encender un cigarrillo en medio del fuerte viento calido que por
momentos amainaba. El verano estaba en su apogeo y no habia
llovido ni una gota en semanas.
- Verano de mierda... Exclamo arrojando la colilla e ingresando de
nuevo pensativamente.
El viajero se quedo allí sentado en la sala de espera y termino por
quedarse dormido. No supo bien cuanto tiempo estuvo así. Solo
recordó que deseaba ir al restaurante a comer algo. Bajo la vista
para revisar su herida cuando se quedo mirando su pecho
sorprendido y mas confundido aun.
27
28. - ¿Y yo a que hora me puse mi corbata?
La llevaba puesta, bien firme. Buen nudo y salpicada de sangre por
un costado.
Se agacho a recoger sus cosas y sus dedos se tropezaron con su
maleta de viaje.
-¿Y esto? ¿Dónde esta mi toalla?
Abrió la maleta con celeridad y vio que todo estaba en orden. Una
maleta de viajero experto, bien preparada y con toda la ropa
perfectamente doblada. En una esquina reposaba su toalla, limpia y
de dobleces impecables. La levanto y la coloco en sus piernas
mientras la contemplaba en silencio. Se quedo pensando en lo bien
que la habia empacado, pues ella esa noche estaba de mal humor y
no quiso hacerlo.
- Prepárame la maleta mujer que voy tarde…
- Si claro…ya te empaco tu perra maleta… - Dijo furibunda mientras
extendía la toalla en la cama y arrojaba con rabia cosas en su centro.
Luego unió las puntas y la arrojo en la puerta del cuarto.
- Ya esta tu maleta… ¿Linda no?
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29. - ¡Puta! - Exclamo colérico mientras se abalanzaba sobre ella. - ¡Te
voy a matar perra!
- No eres capaz… - respondió con dificultad intentando quitárselo
de encima. El rápidamente busco a tientas cualquier cosa y encontró
su amada corbata. La que siempre usaba para los viajes. La tomo de
un extremo y con agilidad le dio la vuelta al cuello de la mujer
mientras halaba la otra punta con fuerza intentando asfixiarla.
- Ahora si te jodiste…
Fue sacado de sus pensamientos por el vaivén de la gente que
empezó a llenar la sala de espera. La policía impedía la salida de
cualquier civil y no habiendo mas que hacer se dirigieron allí a
esperar el momento de poderse ir a sus casas. El viajero tomo su
equipaje con fuerza con sus dos manos y empezó a sentir temor de
las demás personas. El mareo volvió y las nauseas lo tenían al borde
del vomito. No soportaba ni los ruidos ni la presencia de todas esas
personas quejándose alteradas. Tuvo temor de ellos. Pero después
de un rato, empezó a sentir temor de él mismo. Decidió irse de allí
de inmediato y sin más ni más, tomo su maleta y se fue corriendo al
baño. Los policías estaban distraídos explicándole la gente a la
situación y no lo vieron entrar. Habían puesto de nuevo la puerta
para impedir el acceso de alguien, pues aun estaban tomando
muestras aunque para ese instante ya habían terminado y todos
29
30. estaban afuera. Él ingreso violentamente cerrando la puerta tras de
si corriendo el pestillo recién instalado.
- ¡Pues yo voy a salir de este puto aeropuerto con o sin el permiso de
ustedes! – Peleaba mientras tanto un pasajero recién llegado con la
policía.
- Cálmese señor…
- ¡No me calmo! – Contesto violento y empezó a convencer a los
demás que se revelaran tambien.
- ¡Si! – Gritaban todos – Déjennos salir
- Señor, si no se controla vamos a tener que detenerlo.
- ¡No pueden! – Y trato de emprender la fuga. Los agente corrieron
en pos de el a lo lago del ala Este dejando totalmente libre el área del
baño. El viajero mientras tanto estaba ensimismado observándose al
espejo. Estaba notando que su nariz estaba un poco más alargada y
tenía una sombra de barba de unos tres días. No entendía el por que
pues esa misma mañana se habia rasurado para el viaje. Se miro su
mano izquierda la cual estaba ya totalmente cubierta de sangre y se
la acaricio con la otra mano, quedando igual que la primera.
- ¿Desde hace cuanto tengo así de sucias mis manos? – Se pregunto.
Empezó a lavarlas con fuerza. No sabía bien por que pero tenía unas
ganas locas de reírse. Escuchaba como el torrencial aguacero caía
afuera y pensaba si tal vez los aviones no despegarían por la lluvia.
30
31. En estos pensamientos estaba cuando escucho tres golpes suaves a
la puerta. Cerro con mucha cautela la llave del grifo y se quedo
expectante, en silencio unos segundos. Los golpes se repitieron y
escucho una voz de acento extranjero que le decía:
- Abra usted la puerta por favor.
El se quedo derivando frente al espejo. No noto que aun estaba
apretando la llave del grifo con fuerza. Se sintió cansado y la
temperatura corporal empezó a subir.
- Me va a dar fiebre. – Pensó. Luego reviso la hora. Ocho y cinco
minutos. Su vuelo estaba saliendo en ese momento. “Tengo que
darme prisa, tal vez aun lo pueda alcanzar”
De nuevo el sonido de la puerta lo saco del trance. La voz repitió la
petición secamente.
- Abra usted la puerta por favor.
El viajero finalmente accedió y descorrió el pestillo. Un hombre
entro rápidamente y cero de nuevo la puerta trancándola con fuerza.
Se dirigió al espejo y se quedo allí observándose en silencio. El
viajero se quedo observándolo por el reflejo unos momentos.
31
32. - ¿Y tu que me ves? – Le pregunto abiertamente.
- Nada. Disculpe usted – Contesto el viajero e intento levantar la
maleta para salir de allí, pero noto que de repente estaba bastante
pesada y no pudo hacerlo.
- No se vaya, perdóneme. Es que estoy cansado que se queden
mirándome como si yo fuera un delincuente solo porque soy un
musulmán.
- Esta bien. No hay problema amigo.
- Me llamo Mustafa Abar- Me Barak…
El viajero sintió entonces como si una sombra pasara por su espalda.
Volteo a mirar agitado pero no vio nada. De repente, sin aviso
alguno, unas nauseas tremendas lo enviaron directo al retrete,
donde comenzó a vomitar desaforado. Recordó un día de su
infancia, en la quinta de los abuelos a las afueras de la ciudad,
cuando ingreso furtivamente en la cocina de la abuela y hurto unas
galletas que tenia prohibidas comer. Estas aun estaba calientes y el
se sintió muy mal y termino en el jardín vomitando. La abuela lo
descubrió y le propino una buena tunda en aquella ocasión. Sintió
esa misma sensación allí, arrodillado en el suelo del baño del
aeropuerto. Temió que su abuela entraría en cualquier momento y lo
castigaría de nuevo. "No es probable" Se dijo para si. "Ella ya murió
hace tiempo".
Se incorporo aun con mareo y pidió disculpas al musulmán.
32
33. - Que tal, mucho gusto… - Contesto estirando su mano. Noto que el
musulmán se quedo apretando la suya con los ojos clavados en los
de el. El viajero sintió esos instantes familiares y no supo bien el por
que.
- ¿Qué le paso en la muñeca de su otra mano? – Le pregunto sin
soltarlo aun.
- ¿Eh?
- Su mano izquierda. Veo que tiene una herida. Permítame. - Y sin
esperar respuesta le tomo la muñeca y puso sus dedos encima de la
herida.
- Mi sangre es igual a la suya. Y no es coincidencia, pero…eso usted
ya lo sabe ¿Verdad?
El viajero se quedo observando las manos del musulmán las cuales
tambien estaban untadas de sangre. Escucho un ruido lejano. Estaba
lloviendo.
- ¡Suélteme! –Grito y safo su mano de la de él con vigorosidad.
- Tranquilo, no se asuste usted por mí. –Le dijo suavemente. Más
bien debería preocuparse por el contenido de su maleta.
- ¿Qué hay dentro de mi maleta?
- Usted lo sabe mejor que yo ¿No es cierto?
33
34. El viajero se quedo observando al musulmán con una mueca de
disgusto y en impulso rabioso se agacho y abrió la maleta
violentamente dejando ver su contenido.
- ¡Dígame que tiene de raro mi equipaje! – Le dijo en tono retador.
- Revíselo bien. ¿Por qué no voltea a ver?...
El viajero entonces volteo su cabeza y vio su maleta repleta de
bolsas de plástico negras las cuales dejaban asomar restos de partes
humanas mutiladas. Se quedo allí de pie como petrificado por la
escena. No entendía nada. No sabía quien estaba despedazado en su
maleta. Vio tambien su corbata favorita en medio de las bolsas y se
paso la mano por el cuello, pues pensó que la llevaba puesta.
El musulmán se acerco lentamente y se agacho junto al equipaje.
- Debería sacarla a dar un paseo… - Le dijo mirando fijamente los
restos.
El viajero no pudiendo resistir más la fiebre y el mareo cayo semi
inconsciente al piso. Lo último que pudo escuchar antes de
desvanecerse fue al árabe que le decía:
- Tranquilos…Van a salir de aquí…
34
35. 5
El viajero despertó sobresaltado y por poco se cae de la pequeña
silla de la sala de espera. Se paso su mano por el rostro cansado y
sudoroso y se tomo un tiempo para volver en si, pues aun estaba
con medio cerebro en el mundo de los sueños. Trago su saliva la
cual sintió con un sabor oxidado bajando por su paladar. Estiro sus
brazos para desperezarse y cuando los bajaba percibió la herida de
su mano izquierda.
-¿Y esta mierda cuando me paso?
Busco con apuro la maleta debajo de la silla pro no habia nada. Se
levanto asustado pensando que lo habia robado, pero entonces
descubrió un paquete cuidadosamente colocado en la silla contigua.
Era su toalla envuelta en forma de pelota y anudada en las puntas.
Se pregunto que carajos hacia eso al lado suyo, pero reconoció que
esa era su toalla.
35
36. - Ni una maleta fue capaz de empacarme… - Y pensó en ella.
Recordó como su viaje a Venezuela hace muchos años habia llegado
a su fin y el la llevo consigo de vuelta a la argentina, su ciudad nata.
Tuvo que ingeniárselas para sacarla de aquel país, pero finalmente
lo consiguió. La llevo a vivir a su pequeño apartamento de soltero
en el cual supieron acomodarse de la mejor manera posible. Ella al
principio fue un poco tímida con el, pero el agradecimiento se le
veía en los ojos. El al principio se sintió un poco angustiado por
tener a una chica como ella viviendo con el. En ocasiones se
reprochaba la responsabilidad adquirida sin ninguna necesidad,
pero para esa fecha, el ya tenia claro que se habia enamorado de la
chica. Se sentía extraño por ese sentimiento y pensaba que era un
aprovechado, un pedofilo o algo así por sentir esas cosas por una
chica de quince años a la cual el doblaba en edad. Pero ella era
mucho mas perspicaz que el y se dio cuenta de sus sentimientos.
Una noche se fue la luz en todo Buenos Aires y ella entro corriendo
a la cama de el pidiendo protección ante la oscuridad. Busco abrigo
entre los brazos de su benefactor y finalmente se le monto encima.
El, en un impulso primario intento rechazarla, pero ella ya sabia
bien como eran los gajes de aquel oficio, pues estuvo ejerciendo
como trabajadora sexual en las calles de Venezuela. Un sexo
increíble para el, y tierno y sumiso por parte de ella sellaron la
relación aquella noche. A partir de ese momento ella pudo ejercer
oficialmente como “Su mujer” y el reconoció que no podía vivir sin
ella. Decidió cambiar de ciudad para evitar las murmuraciones de
36
37. los inevitables vecinos entrometidos y viajo junto a su nueva
compañera, sus pocos enceres y su perro a la ciudad de Rosario,
donde finalmente se radico. Por un tiempo sintió que ya estaba
bueno de viajes y se animo a abrir su propio negocio. Las cosas no
marcharon muy bien económicamente a causa de la hiperinflación
de la época y tuvo que volver a reanudar sus viajes y además se vio
obligado a cerrar su local. Ella en esos primeros años nunca le
reprocho las largas ausencias y se quedaba sola en casa cuidando de
las cosas y el perro. Los años pasaron y ella pidió entonces tener un
hijo, crear un hogar mas establecido y de paso no sentirse tan sola en
sus largas expediciones alrededor del mundo en busca de contactos,
negocios y dinero. Pero el ya estaba pasados los cuarenta años y
sintió una enorme carga el imaginarse con un vástago, razón por la
cual rehusó de inmediato. Ese mismo año la querida mascota de la
casa falleció a causa de su edad y entonces empezaron los primeros
brotes de problemas conyugales.
- ¿Por qué no me das un hijo? – Le reclamaba ella en las noches
- Estoy ya muy viejo para ser papa, además…no me da la
gana….déjate de pavadas y déjame dormir mujer…te estas
volviendo una latosa…
- ¿Crees que no soy muy digna de ser la madre de tus hijos porque
cuando chica fui una puta? ¿Es eso no?
- La reconcha de tu madre… ¡Quiero dormir!
- Contéstame
37
38. - ¡No me revientes las bolas mas!
Ella se echo a llorar. El se levanto disgustado y se fue a dormir a otra
habitación. Al otro día viajo y volvió casi dos meses después. Esa
escena se convirtió entonces en un circulo vicioso para el. Viajaba,
volvía, escuchaba sus reclamos, volvía a viajar, regresaba de nuevo,
mas peleas…Y así todo el tiempo…Ya llevaban casi veinte años
juntos y todo era muy diferente. El prácticamente no soportaba estar
en la casa y la verdad poco o nada le preocupaba lo que su mujer
estuviese haciendo sola en Rosario. Fue cuando empezó con la
manía de prolongar sus viajes, yendo a otro rumbo en lugar de
regresar a casa. En uno de esos impulsos, llego al aeropuerto de
Madrid y selecciono un destino al azar.
- Un boleto para El Cairo por favor.
Nunca pensó realizar un viaje tan lejos, pero acababa de cerrar un
negocio importante y los dólares en su cuenta lo invitaban a darse
ese lujo. Llego a su destino pasada las dos de la tarde. El calor
intoxicante pronto lo mello y tuvo que detener un taxi que lo llevara
pronto a un hotel. Su dominio del idioma Ingles era excelente, no
tanto así el de las personas con las cuales intentaba entablar
conversación. Por medio de toda clase de señas lo llevaron por fin al
destino deseado. Un hotel regular, no muy costoso, no muy lujoso.
Perfecto para el. El color verde de los dólares fue toda la
38
39. decodificación lingüística que necesito en la recepción y de
inmediato fue dirigido a su habitación: Tenia una cama
impecablemente hecha, algunos muebles baratos y un pequeño
balcón desde donde se divisaba todo el movimiento continuo de El
cairo a aquellas horas. Se entretuvo vanamente en observar a las
mujeres en sus atavíos tradicionales mientras trataba de adivinar las
hermosas figuras que se ocultaban púdicamente bajo las telas de
colores y las cuentas brillantes. Decidió salir en busca de una
cerveza fría para menguar la ardiente sed del medio oriente y bajo a
la calle rápidamente. El paso se hacia a veces imposible debido a la
gran cantidad de transeúntes con los cuales se tropezaba por todos
lados. Los vendedores ambulantes se le abalanzaban en cuanto
observaban su rostro extranjero y trataban de ofrecerle en medio de
su lengua tan desconocida para el toda clase de chuchearías y
baratijas que el rechazaba con gestos amables y confundidos.
Finalmente diviso una especie de bar al cual se aventuro
decididamente. Trataba de pedir una cerveza al tendero, pero este le
respondía cosas que el no podía contestar. Era como tratar de
hablarle a un sordo por medio de sus palabras. En ese instante otro
hombre se paro junto a el y le dijo algo al tendero. Este hizo un gesto
gracioso y coloco dos cervezas heladas en el mostrador. El viajero se
quedo sorprendido al ver que aquel tipo tomo las botellas y le
ofreció una.
- Tome mi amigo. Aquí esta la cerveza que trataba de pedir.
39
40. Increíble. El personaje hablaba el español a la perfección.
- Muchas gracias. Menos mal encontré a alguien que me entiende.
Estaba por volverme loco con el tendero…
- No se preocupe usted. He viajado muchas veces a la América del
sur y conozco su idioma.
El tipo bebió su cerveza de pie, pago y se marcho enseguida. El
viajero le hizo un gesto de agradecimiento desde una de las mesas
donde se habia sentado y lo vio alejarse. Le llamo la atención
descubrir que usaba una corbata igual a la que el tenia. Volteo a
mirar distraídamente a otro lado y se dio cuenta que el amable
personaje habia dejado olvidada una maleta. Rápidamente la tomo y
fue tras el para devolvérsela. La multitud hacia difícil el poder
seguirlo y aunque trataba de llamarlo, este no parecía escucharlo.
Solo podía ver su espalada a través de las innumerables personas
que se abrían paso como podían. Finalmente lo vio doblar hacia un
callejón y lo perdió de vista. El viajero giro tambien, pero el callejón
era cerrado y solo habia una pequeña puerta de madera cerrada.
Este soltó la maleta y se quedo allí unos instantes jadeando e
intentando recobrar el aliento ante la agitada carrera. Luego de
reponerse se quedo un poco dubitativo. No sabia si golpear la
puerta y ver si podía localizar al dueño del equipaje o dejar las cosas
40
41. así. Parpadeo unos momentos y vio todo un poco mas oscuro.
Levanto la vista al cielo y se quedo enormemente sorprendido al ver
que estaba totalmente nublado.
“Como cambia el clima de rápido acá”. Pensó mientras avanzaba
decidió hacia la puerta. No alcanzo a levantar la mano para golpear
cuando esta se abrió sola. Pudo ver que alguien estaba detrás de ella
esperando a que el entrara. Era un anciano con un sucio turbante y
un ropaje no menos sucio que este. Sus ojos parecían brillar en la
oscuridad de aquella entrada. El viajero se quedo de pie en la puerta
intentando comunicarse con el y explicar la situación. El anciano no
se inmuto. Solamente lo tomo de un brazo y lo entro a la morada.
Luego cerro la puerta tras de ellos. El empezó a caminar por un
oscuro pasillo y el viajero se limito a seguirlo en medio de la
oscuridad un poco espantado de no saber a donde se dirigían.
Atravesaron una cortina derruida y llegaron a una salita alumbrada
con velones de sebo nauseabundo introducido en pequeñas vasijas
de barro. El anciano invito al viajero al sentarse en unas almohadas
amarillentas colocadas en el suelo. Este obedeció. El anciano luego
se sentó frente a el y tendió un tapete de terciopelo brillante entre
ellos. Saco unas cartas de tarot enormes y empezó a barajar
calmadamente. El viajero intento levantarse y salir de allí, pues en
ese instante lo último que deseaba era que le leyeran las cartas.
Personalmente consideraba a los adivinos unos charlatanes. Pero el
anciano se quedo observándolo fríamente y él sintió como si unas
41
42. manos fuertisimas se hubieran posado sobre sus hombros y lo
hubiesen sentado de nuevo. Intento decir algo pero se dio cuenta
que no podía abrir su boca. Tampoco podía mover ninguna de sus
extremidades. En su mente lo único que pudo pensar fue: “Este
anciano de mierda me ha hechizado. Me van a robar”
El viejo continúo barajando las cartas una y otra vez. El viajero se
quedo colgado observando las cartas ir y venir de una mano a otra
sin detenerse. En algún momento le parecía como si todos esos
pedazos de cartón estuvieran dando vueltas alrededor de las manos
del anciano, sin que este hiciera movimiento alguno. De repente esto
se detuvo y el anciano dejo el mazo de cartas sobre el terciopelo
negro. El viajero en un acto autómata, alargo su mano izquierda y
dividió el mazo en dos porciones. Fue cuando escucho una voz en
su cabeza que le dijo claramente: “Con la mano que partes el mazo,
quedaras marcado por el mismo mazo, ya que será la señal que
llevaras por habérsete revelado tu destino ante tus ojos”
El viajero levanto sus ojos y se toparon con los de un hombre mucho
mas joven al viejo que estaba barajando las cartas. Era el mismo tipo
que habia dejado olvidada su maleta en el bar. Tenía la nariz
prominente, rostro sin afeites y ojos que tenían las pupilas
encendidas, como si ardieran en llamas.
42
43. Despertó en la mesa del bar a altas horas de la madrugada. Se sintió
totalmente mareado, como si hubiese estado bebiendo desde
temprano. Sentía un sabor amargo en la boca y no podía sostenerse
muy bien de pie. Uno de los empleados del bar lo ayudo a
levantarse, luego de sacarle algunos billetes del bolsillo de la
chaqueta y haciéndose comprender, que era el monte de la cuenta
en el bar. El viajero no protesto y de manera milagrosa, a pesar de la
aparente borrachera, llego al hotel donde se habia hospedado y cayo
rendido sobre la cama.
Cuando volvió a abrir sus ojos se dio cuenta que ya era otro día. El
sol entraba por el balcón en todo su esplendor y le golpeaba el rostro
con energía. El viajero sintió de inmediato una especie de resaca en
su cabeza. No entendía bien lo que le habia ocurrido, pero decidió
en medio de su malestar, que lo mejor era viajar a casa. Tomo un
baño rápido, se afeito y bajo a pagar la cuenta. El hotel le cobraba
tres días de estadía. El intentaba explicar que solo estuvo allí una
noche, pero el hombre de la recepción se lo explico claramente. Lo
señalo y mostró res dedos con la mano. Luego le señalo en silencio
la fecha en que habia firmado su llegada al hotel: Diecinueve de
Abril y acto seguido le mostró al viajero el periódico del día: 22 de
abril. Efectivamente esa era su firma… ¿Tres días? ¿Qué habia
pasado entonces? El no podía creer que durmiera
tanto…Contrariado y asustado cancelo la cuenta y se dirigió al
aeropuerto de El cairo. Unas horas después volaba rumbo a casa.
43
44. Ya instalado cómodamente en el avión se quedo mirando por la
ventana el paisaje diminuto que se divisaba al fondo. Estiro su mano
izquierda para apoyar su mentón en ella y descubrió una línea que
surcaba su muñeca. Se pasó los dedos de la mano derecha creyendo
borrarla, pero era inútil. Tenia una cicatriz que no habia visto antes
en su vida.
44
45. 6
Los policías se movilizaban con celeridad por todo el aeropuerto en
busca del asesino. Mostraban la foto del “Tsunami” pero nadie daba
una respuesta afirmativa a sus pesquisas. En realidad los pasajeros
lo único que deseaban en ese momento era la normalización del
servicio. Unos para poder partir rumbo a sus destinos y otros para
poderse ir a casa. Los auxiliares de vuelo y los empleados de planta
del aeropuerto se vieron inundados de reclamos, insultos, amenazas
y quejas de todos los usuarios que se amontonaban en las
ventanillas y puntos de atención exigiendo soluciones inmediatas. El
detective Castro era informado de la situación pero se mantuvo
invariablemente firme en su orden. Por un lado el hubiese podio
autorizar la normalización de la atención del aeropuerto, pero una
cuestión de orgullo y ansiedad le impedían hacerlo. Quería atrapar
al matón. Quería poder volver esa noche a casa con la tranquilidad
del deber cumplido y esa sensación interna de saber que era un
detective exitoso. Y no lo hacia por las bonificaciones o felicitaciones
tanto escritas como orales que podría llegar a recibir por la captura
45
46. del un asesino buscado internacionalmente. No. Era su ego. Lo
personal. Terminar por fin con la obsesión de capturarlo que lo
habia acompañado por tanto tiempo. Caminaba por los pasillos con
la mirada afilada. Azuzaba a los agentes para agilizar el proceso.
Recibía llamadas de sus superiores que le pedían explicación del por
que estaba generando tal caos, pero el sabia evadir bien toda clase
de reproches burocráticos y papeleos estupidos que siempre
generaban retrocesos. Se estaba jugando su puesto en ese momento,
pero el sexto sentido, cultivado y perfeccionado a lo largo de más de
veinte años ejerciendo su profesión, le decía que el asesino estaba
allí, prácticamente en sus narices y que era el momento de atraparlo.
Después de realizar una ronda completa por toda el Ala Este y no
encontrar nada, se devolvió rumbo al cuarto de vigilancia del
aeropuerto para vigilarlo todo por medio de las cámaras. La vuelta
fue lenta, ya que el aeropuerto estaba atestado de gente y era muy
difícil avanzar. Pedía permiso y mientras lo hacia observaba de
arriba abajo la persona con la esperanza de poder dar por
casualidad con su objetivo. Pero el sabia bien que con alguien como
el “Tsunami” las casualidades era algo que el habia descartado hace
mucho tiempo. Tuvo que soportar los airados insultos de algunas
personas que alcanzaban a divisar su arma bajo la chaqueta y su
placa al cinto, pero nunca estuvo tan lejos de esa situación como en
ese momento. Era como si su cerebro se hubiese programado
únicamente para ver y oír al asesino. Todo lo demás le parecía
46
47. superfluo y carecía de interés para el. Como pudo se abrió paso y
llego finalmente al cuarto de vigilancia y control del aeropuerto.
- Buenas noches detective. – Lo saludo uno de los coordinadores del
área.
- ¿Cómo va todo? ¿Hay algo?
- No. Esto esta atiborrado y la gente se esta desplazando mucho en
toas las direcciones, haciendo más difícil la búsqueda. No hemos
percibido aun a nadie con los rasgos del “Tsunami” Con un
aeropuerto así de lleno, es como buscar una aguja en un pajar…
El detective no contesto. Sabia que en el fondo lo que le decía el
hombre era verdad pero esta obstinado con la idea de atrapar al
asesino. Se paro con una taza de café en la mano y mientras revisaba
los paneles de cámaras encendió un cigarrillo.
- Disculpe detective…No se puede fumar acá.
- Son las reglas del aeropuerto ¿No?
- Así es.
- Pero no las mías. Déjate de joder y no quites los ojos de las
cámaras…
47
48. El viajero estaba sentado en la sala de espera. Decidió que lo mejor
era ir a buscar algo de comer. Se estaba levantando de la silla
cuando sintió una especie de fuerza que lo obligo a permanecer
sentado. Sintió que sus extremidades se paralizaban y decidió no
hacer ningún esfuerzo y quedarse quieto. En medio de la multitud
de gente que pasaba frente suyo, a la distancia pudo ver alguien que
parecía caminar en línea recta hacia el. El viajero estaba como
fascinado por el andar de un hombre que no era interrumpido por
ninguno de los pasajeros que se movían agitada y
desorganizadamente por la sala de espera. Siempre pasaba justo,
exacto, nadie lo rozaba, nadie se interponía en su camino, a pesar
del hecho de que este hombre parecía caminar en cámara lenta.
Empezó a distinguir su figura y se dio cuenta que el hombre tenia
un aspecto extranjero. De medio oriente, sin duda alguna. Su rostro
le pareció particular, pero no pudo descifrar el por que. Nariz
alargada, rostro con una sombra de barba de varios días. Comenzó a
enceguecerse su vista y el viajero pensó que se iba a desmayar. Todo
se hizo oscuro. Solamente veía dos puntos luminosos que se
acercaban a el y se iban haciendo mas y mas grandes a medida que
se acercaban. Eran los ojos del árabe que venia hacia el. Quiso poder
salir corriendo, pero no era dueño de su voluntad ni sus
movimientos. Los dos puntos empezaron a volverse demasiado
grandes y empezaron a encandilarlo. Era como un auto en medio de
una carretera desierta y oscura que a medida que se acerca ilumina
mas por sus focos y sabes que si no te quitas te atropellara. Pero el
48
49. estaba como clavado a esa silla y no podía hacer nada. Empezó a
sentir una tonta sensación de querer llorar. Los dos puntos en un
momento se unieron en uno solo y escucho una voz demencial que
rozo sus orejas con una extraña calidez. Como un suave contacto.
Esa voz le dijo susurrante:
- Me llamo Mustafa Abar- Me Barak…
Y ese nombre empezó a resonar en u cabeza con miles de ecos, como
cuando un grito se replica muchas veces en una caverna desierta.
Sintió que sus oídos iban a explotar, ya que ese nombre cada vez
sonaba más y más fuerte ilimitadamente. Pero en un parpadeo todo
se hizo silencio. No escuchaba nada. Ni ese nombre extraño, ni a las
personas que pasaban hablando, ni el latido de su propio corazón.
Nada. Solo silencio. Experimento una sensación de paz que poco a
poco se empezó a trastocar a angustia. Entonces algo ocurrió. Sintió
su cuerpo presa de un calor infernal. Sentía que esa luz lo estaba
quemando. ¡Se estaba quemando vivo! Y nadie parecía notarlo.
Nadie iba en pos de ayudarlo. Sentía su sangre recorres todo su
cuerpo a tracción lenta. Podía percibir como subía y bajaba por
todas sus venas. Fue cuando noto que respiraba con más dificultad.
Era su corbata que lo estaba asfixiando. No recordaba llevarla
puesta ese día. El nudo se apretó más y más y ya no pudo seguir
respirando. Un dolor agudo recorrió su muñeca izquierda y
entonces pudo abrir los ojos. Toda sensación desapareció y se dio
49
50. cuenta que estaba allí sentado en esa silla de plástico, como si nada
hubiese pasado. Miro azorado detrás suyo y alas personas sentadas
junto a el, pero al parecer ningún presente se dio cuenta de lo
ocurrido. Un hilo de sangre muy fino recorrió sus dedos y al
levantar la mano se dio cuenta que tenia una herida abierta. Se tomo
su cabeza a dos manos y la metió entre sus piernas. Fue cuando vio
la maleta junto a el y vio la punta de su corbata por fuera. Se mando
rápidamente la mano al cuello y verifico que efectivamente, no se la
habia puesto aun. Pasó saliva y parpadeo largamente y se sintió
desubicado. En silencio saco la corbata del equipaje y se la coloco
rápidamente. Noto que en un extremo estaba como salpicada de
algo rojo. Pero no presto atención al hecho. Tomo sus cosas y se
dispuso a ir rumbo al restaurante, aunque con la cantidad de gente
por ahí tal vez no lo atenderían con rapidez. “Aun tengo tiempo. Mi
vuelo aun no sale” En ese momento tropezó con una aseadora que
estaba junto a el.
- ¡Disculpe! ¿Se encuentra bien?
- Si señor, tranquilo. No hay problema. Esta noche he tropezado con
casi todo el mundo en este aeropuerto. Esta repleto…
El viajero se sentó de nuevo pues sintió que le faltaba el aliento. La
aseadora se quedo observándolo en silencio mientras pasaba la
escoba por el suelo.
50
51. - Disculpe señora ¿No tendrá un vaso de agua que me pueda
ofrecer?
- Si señor. Espéreme acá y ya se lo traigo. Se ve usted un poco
enfermo….
La aseadora volvió unos cinco minutos después con un vaso
desechable con agua. El lo tomo habidamente y lo bebió de un
sorbo. Sentía que al bajar por su cuello, extinguía las llamas internas
que lo estaban calcinando en ese momento. Por un instante pensó en
como seria el infierno. Imagino todas esas almas en el sufrimiento
eterno y sintió pena por ellas.
.-Gracias
- Tranquilo… ¿Y usted llega o se va?
- ¿Como?
- Si. Que si usted esta esperando para partir de viaje o ya llego y no
lo dejan ir a casa.
- No…Yo viajo. A las ocho sale mi vuelo.
- ¡¿Hasta mañana viaja?! ¿Y entonces por que vino usted al
aeropuerto desde hoy?
- No. No me entiende. Viajo hoy a las ocho de la noche.
51
52. La aseadora hizo una mueca de extrañeza y le señalo el reloj de la
sala de espera.
- Pero…Ya son las nueve de la noche. Su vuelo ya debió salir. ..
El viajero volteo a observar entonces el reloj y confirmo la hora.
Cerró los ojos y en un instante pareció como si se hubiera quedado
dormido.
52
53. 7
La búsqueda continuaba sin descanso en el aeropuerto. Una y otra
vez los agentes preguntaban a todos los presentes si habían visto al
hombre llamado “Tsunami” Una y otra vez la respuesta era que no.
Un calor demencial se acumulaba en los pasillos y salas del
aeropuerto debido al fuerte verano que azotaba al país en aquellos
días. En medio de aquel acuartelamiento, todos los presentes
parecían muñecos de cera que se derriten muy lentamente. El
detective Castro tambien sudaba copiosamente encerrado en la sala
de control y vigilancia. Fumaba un cigarrillo tras otro sin descanso
acompañándolo con una taza de café a la vez. Los agentes y
personal de seguridad del aeropuerto empezaron a sentir la fatiga y
la desmotivación. “Por que no estoy en casa” Pensaban muchos
mientras realizaban pesquisas inútiles en cada rincón, hueco y
pliegue del aeropuerto. Lo cierto era que el Ala Este estaba a
reventar. Allí se encontraban los más de pasajeros a esa hora. Peor el
detective Castro no se daba por vencido. Continuaba vigilando cada
movimiento en esa parte específica del aeropuerto a través de todas
las cámaras de vigilancia. No importaba que las gruesas gotas de
53
54. sudor surcaran su rostro una y otra vez. El no descansaría hasta
cumplir su deber.
El viajero estaba sumido en un sueño profundo en la sala de espera.
Su mente lo llevo a las hermosas calles de Milán. Sitio que el conoció
alguna vez. Estaba caminando por una avenida que tenia ese aroma
a queso que a el tanto le agradaba. El sol de un atardecer se veía allá
al fondo del horizonte e iluminaba sus ojos, volviéndolos un poco
mas anaranjados. Vio una pequeña que jugaba con un aro de caucho
en el anden y el sonrío mientras la ayudaba a darle mas y mas
vueltas. Entonces la niña tropezó y el intento detener su caída, pero
no pudo hacerlo. Entonces despertó sobresaltado en la sala de
espera del aeropuerto. Por poco y se cae de la silla, pero al parecer
nadie le estaba prestando atención. Bostezo largamente y se puso de
pie despacio. Iba a buscar algo de comer. Entonces vio una toalla
enrollada en el suelo y encima de ella u corbata. Las recogió en
silencio y fue directamente al restaurante.
Recordó la última discusión que habia tenido con ella ese día en la
mañana.
- Tú me prometiste felicidad y compañía toda la vida y no lo ha
cumplido. Yo la verdad estoy harta de esta situación. Si no tienes
tiempo para mi, yo prefiero que no estés al lado mío.
54
55. - Mira…hace lo que se te de la gana…yo la verdad no tengo tiempo
para tus necedades… ¿Por qué no te pones a hacer algo? Estudia
culinaria, aprende a restaurar cerámicas, que se yo… ¡Pero no me
jodas mas la puta vida! – Le dijo terminando en un sonoro grito.
- Eso…Grítame mas…Humíllame mas…Es para lo único que me
tienes… ¿Hace cuanto no me haces el amor? ¿Ya no me amas
verdad?
- Y dale de nuevo…La reconcha que te parió…
- Contéstame
- Servime el desayuno boluda…Estoy tarde para salir…Tengo que
hacer muchas cosas hoy y el vuelo por la noche…
- ¡Vas a viajar otra vez!
- Si… ¿Por que?
- Pasado mañana es nuestro aniversario…
- Déjate de pavadas…Tu y yo ni siquiera nos casamos…Aniversario
es cualquier día…
- ¡Imbecil!
- Prepárame la maleta mujer que voy tarde…
El viajero dejo de lado sus pensamientos cuando vio un grupo de
personas discutiendo con unos oficiales. No entendía por que habia
tanto policía y tanta gente por allí. De seguro habia pasado algo. Se
miro la muñeca herida y decidió ir primero al baño, para lavarse las
manos. Algunos pasos antes de llegar vio que un hombre salio
55
56. corriendo y detrás de el los guardias que estaban parados en la
entrada del baño.
“Menos mal se fueron. Si no capaz que ni puedo entrar por la
congestión de gente”
Pero al empujar la puerta se dio cuenta que estaba cerrada. Hizo
algunos intentos pero nada. No abría. Entonces escucho como una
voz que provenía del fondo. Al parecer habia alguien dentro.
Golpeo la puerta con dos golpes suaves. Pasaron unos segundos y
no obtuvo respuesta. Dio la espalda para seguir su camino cuando
escucho que la puerta se abría un poco. El se devolvió y la empujo
ingresando lentamente. Cuando cruzo completamente la puerta esta
se cerro tras de si con violencia. El se quedo un poco asustado pero
continuo hacia el espejo. Le llamo la atención ver c la barba que
tenia en ese momento. Cayo en cuenta que ese día en la mañana se
habia afeitado y pensó: “Afeitadora de mierda, ya se daño” Empezó
a lavarse sus manos untadas de sangre y por instantes levantaba la
vista hacia el espejo rápidamente. En un subir y bajar de su cabeza
vio a una persona diferente. Volvía mirar su reflejo espantado y vio
que su nariz era diferente. Abrió y cerro los ojos y se vio de nuevo a
si mismo. Respiro aliviado, pero a la vez asustado. Reviso el reloj y
vio la hora: Once y cuatro minutos. Hace mucho que habia perdido
el vuelo.
56
57. Fue entonces cuando escucho ruidos en el baño del fondo.
Escuchaba un llanto muy lejano y jadeos extraños. El empezó a
aproximarse lentamente cuidando no hacer ruido con sus zapatos.
Estaba a punto de llegar al lugar de donde venían los sonidos
cuando escucho un grito desgarrante. Era el de una mujer. Parecía
que se estuviera ahogando. El viajero golpeo rápidamente la puerta.
- ¿Hay alguien? ¿Necesita ayuda?
No hubo respuesta, pero el podía escuchar como alguien dentro de
ese baño pateaba y arañaba la pequeña puerta de madera. Después
de unos segundos, todo quedo en silencio. Escucho atento un
instante más. Estaba lloviendo fuertemente afuera.
El viajero retrocedió. ¿Qué habia pasado allí dentro? Tomo su toalla
con sus cosas envueltas en ella y se dirigió a la salida. Pero se
detuvo. Volvió a asomar su cabeza y regreso al baño. Dejo sus cosas
en el suelo y se dio cuenta que estaba sudando. Su corazón latía
totalmente desaforado. Temió que le diera un paro cardiaco.
Finalote retrocedió unos pasos y emprendió carrera violentamente
contra la puerta con el hombro por delante. El impacto fue suficiente
para poder abrirla y quedar horrorizado con lo que sus ojos vieron:
Allí, tirada en el suelo habia una mujer a la cual no le pudo ver el
rostro. Un hombre estaba agachado desenrollando una corbata del
cuello de la victima. Pudo darse cuenta que era igual a la que el
57
58. usaba. Entonces el hombre se puso de pie. Era un tipo de rasgos
árabes, nariz alargada, rostro in afeitar. Se miraron uno al otro por
un segundo y el viajero pudo detectar que los ojos del tipo
alumbraban extrañamente. Después tomo un cuchillo grandísimo de
carnicería y empezó a cortarle las manos a la mujer muerta. El
viajero grito aterrado y se dirigió a la salida del baño. Pero esta no
abría. El viajero empezó a llorar aterrorizado y gritaba como loco
pidiendo auxilio y golpeando la puerta una y otra vez con sus puños
cerrados. Escuchaba el chasquido de los miembros mientras eran
mutilados y se lleno de pánico. Gritaba como un loco y tomo una
caneca que se encontraba en la esquina mientras destruía el espejo al
ver en su reflejo al asesino del baño del fondo. No sirvió de nada sus
gritos. Nadie llego en su ayuda. No pudo hacer nada. Se quedo allí,
en estado de Shock recostado contra la puerta y con los ojos
totalmente desorbitados. No podía creer lo que acababa de ver. No
podía creer que aun seguía allí y menos que estaba encerrado. Todo
era una locura.
Entonces escucho unos pasos que se dirigían hacia donde el estaba.
Se paro inmediatamente y empezó a llorar desconsolado. El hombre
se acerco a el con las mano totalmente untadas de sangre. En una de
ellas llevaba el cuchillo, cubierto totalmente d un rojo escarlata.
“Ahora sigo yo. Me va a matar a mi” Y cerro los ojos con fuerza.
Sintió que el hombre le tomaba la mano y en un segundo le corto su
muñeca izquierda. No sintió dolor alguno. Solo nauseas. Ganas de
58
59. desmayarse. Nada más. Recordó un día de su infancia, en la quinta
de los abuelos a las afueras de la ciudad, cuando sus padres lo
descubrieron espiándolos por la cerradura de la puerta mientras
tenían sexo. El largo a correr escaleras abajo mientras sus padres
iban en pos de el. Ambos le propinaron una buena paliza por estar
observando lo que no debía. Sintió esa misma sensación allí,
mientras cerraba con fuerza sus ojos encerrado en el baño del
aeropuerto. Temió que sus padres aparecerían en ese momento y lo
castigarían de nuevo. "No es probable" Se dijo para si. "Ellos ya
murieron hace tiempo".
- Ya puede usted abrir los ojos. Todo termino.
El viajero los abrió lentamente y se quedo viendo al hombre.
-¿Qué ha hecho? ¡Usted esta loco!
- ¿Yo? Le aseguro que no he hecho nada. Solo lo que usted quería
que hiciera. Nada más.
- ¡Mentira!
- Yo no miento. Y menos a alguien que lleva mi propia sangre.
El viajero entonces observo que el hombre, sin duda de
descendencia árabe tenía sus manos y sus ropas completamente
limpias. En cambio el tenia un cuchillo grandísimo en su mano
59
60. izquierda y sus manos estaban empapadas de sangre. Soltó el
cuchillo con rapidez y encaro al tipo.
- ¿Quién es usted?
- Usted sabe bien quien soy. Usted sabe bien que hay en esa maleta
que dejo en el baño del fondo. Usted lo sabe todo. Usted conoce su
destino…
El viajero lo aparto con un empujón y se dirigió corriendo al último
baño. Allí estaba su maleta, empapada de sangre. La abrió y
descubrió los restos mutilados de una mujer, que el reconoció como
la suya. No lo podía creer. Se quedo sentado. Estupefacto.
Desquiciado. Confuso.
El musulmán se acerco lentamente y se agacho junto al equipaje.
- Deberíamos sacarla a dar un paseo… - Le dijo mirando fijamente
los restos.
El viajero entonces miro frente a frente al árabe. Empezó a
reconocerse en ese rostro extraño que tenia en frente y pudo ver
como una sombra los traspasaba hasta metamorfearlo
completamente. Era como verse en un espejo.
- Tenemos que salir de aquí… - Dijo. Y se desmayo.
60
61. 8
- ¿Disculpe señor?
El viajero se sobresalto al sentirse descubierto en sus pensamientos.
- Dígame…
Era una de las aseadoras del aeropuerto.
- Se ve un poco pálido… ¿Se encuentra bien?
- Si gracias… ¿Qué hora es?
- Son las siete menos veinte minutos.
- ¿Eh?
- ¿Viaja usted hoy?
- Si…A las ocho…
La aseadora se retiro un momento y le trajo un vaso con agua el cual
el agradeció.
61
62. - Aun esta a tiempo para su viaje….Con permiso si es tan amable,
voy a barrer debajo de estas sillas
- Claro, siga…
- ¿Esa corbata en el suelo es suya?
- Si…gracias.
El viajero la recogió y se dio cuenta que estaba salpicada de sangre.
La aseadora no hizo más comentarios y siguió su camino después de
realizar la limpieza de la sala de espera. El viajero tomo su corbata y
la puso dentro del rollo de la toalla que tenia al lado. La herida ya
no estaba arrojando sangre y decidió ir a buscar algo de comer al
restaurante del aeropuerto. Volteo a mirar el tablero frente a él y
observo la fecha: Diecinueve de Abril. Se sintió un poco ahogado y
se sentó unos momentos más, para tomar algo de aire. Su mirada se
poso distraída en la toalla que envolvía su ropa y otras cosas.
-¿Por qué no hiciste la puta maleta como te pedí? ¿Por que? – Y
empezó a sollozar.
El sabía bien que ella estaba saliendo con otra persona en sus largas
ausencias. Lo adivinaba en sus ojos. En su forma de moverse. En sus
silencios. Especialmente en sus silencios. Era como si esa piel ya no
le contestara a su piel y eso lo deprimía. Ocultaba su dolor en lo más
profundo de su alma mientras seguía actuando como siempre con
ella: De una manera apática y desentendida. Recordó su ultimo viaje
62
63. realizado, hace año y medio aproximadamente. Tomo un vuelo
directo hasta Kyoto y cerro un gran negocio con unos comerciantes
orientales. El vuelo de regreso estaba programado para el domingo
de aquella semana, pero era jueves y el ya habia finiquitado todos
sus asuntos. Esa tarde salio a deambular por la ruidosa ciudad. El
comercio y la cantidad de cosas extrañas que veía lo encantaban sin
remedio. Sin duda oriente estaba adelantado muchos años en
comparación a otros lugares que el conocía tan bien. Le encantaba
ver las calles adornadas con papeles de todos los colores
imaginables. Los extraños logos y las figuras de cerámica le daban
esa sensación de estar en un mundo de cuento. El arte oriental lo
ensimismaba y le daba mucho que pensar. Al pasar una de las calles
se entretuvo por un rato viendo pasar un desfile. Hombres bajo el
disfraz de un gran dragón lo entretenían. Le parecía maravilloso ver
como toda esa coreografía cobraba vida y lo transportaba a otro sitio
donde se sentía mas seguro, más cómodo, menos presionado por
sus propios pensamientos. Por un momento olvido todo su dolor y
toda la carga emocional de su vida: Sus padres hedonistas, sus
abuelos rígidos y autoritarios. Los malos momentos encerrado en
una vieja bodega por cada cosa que hacia inocentemente siendo
chiquillo. El abuso sufrido por las mujeres encargadas de cuidarlo
mientras sus padres viajaban por todo el mundo de fiesta en fiesta,
la humillación recibida durante sus años de colegio por parte de sus
compañeros que se complacían en destruir su estima por ser el un
chico tímido y silencioso, la trasgresión de su mente que lo convertía
63
64. en otro tipo, en una persona que siempre odio pero que en el rincón
mas oscuro de su alma dolorida, siempre admiro en el mas absoluto
secreto. Ese alguien que desencadenaba la bestia alimentada en su
mente durante toda su vida y que de vez en vez sabia a darle una
vuelta al mundo para ajustar cuentas con sus propias sombras, con
sus propios fantasmas, salpicando sangre inocente en todas las
direcciones hasta que su alma volvía a estar en paz. Peor esa era solo
por un tiempo. La sed siempre volvía envuelta en la aparente calma
del hombre viajero que iba en aviones grandes recorriendo una ruta
ya muy conocida: La de su propio pensamiento oscuro. Si, el
siempre odiaba convertirse en alguien que siempre lo dejaba
inconsciente y confundido cada vez que sentía que se posesionaba
en el. En fin, le hacían olvidar su horrible vida.
Paso por una vitrina descuidada y se quedo viendo algo que llamo
poderosamente su atención: Un mazo de cartas de tarot. El siempre
tuvo reticencia absoluta por las artes negras, pero por alguna razón
no explicada, no podía retirar sus ojos de aquellas cartas. Finalmente
se aventuro a ingresar a la vieja tienda. No habia nadie por allí. Toco
la campanilla de silencio una, dos, tres veces, pero nadie vino a su
servicio. El escaparate de la entrada tenia descorrida la puerta y
pudo ver mas de cerca las cartas. Las tomo y sintió de inmediato
como un extraño calor subía por sus manos e invadía su cuerpo.
Empezó a barajar las cartas y su mente lo empezó a llevar a otro
64
65. sitio. En un impulso instintivo las soltó de inmediato regándose
todas por el suelo.
Se quedo observando a todos lados a ver si alguien bajaba, pero
nadie bajo. Al parecer el dueño o la persona que atendía no estaba.
Recogió rápidamente todo el mazo y lo volvió a dejar en su sitio. Ya
se iba a ir cuando noto que las cartas tenían un color por uno de sus
bordes y un color diferente por el otro lado. Las tomo de nuevo y las
acerco a sus pupilas para ver más de cerca. Estaban manchadas de
sangre. Con su mano izquierda tomo la primera carta y paso un
dedo sobre la mancha. De inmediato en su cabeza se formo la
imagen de un rostro que lo miraba complaciente y con los ojos en
llamas. El viajero pudo sentir como esa energía invadía su cuerpo.
Cuando volvió a abrir sus ojos estaba saliendo de Kyoto en un vuelo
de vuelta a casa. “Entonces fue un sueño” Pensó y se sintió mas
tranquilo.
Su mujer lo esperaba hasta el domingo pero el llego de vuelta un
viernes en la mañana. De inmediato se dirigió a su casa, pero no
encontró a nadie. Entro a la ducha, se afeito, se visito de nuevo y
salio a almorzar a un pequeño restaurante cerca de su casa.
Terminada la opípara comida pidió una cerveza y se quedo allí
sentado, disfrutando una hermosa tarde en rosario, viendo pasar a
hermosas mujeres y relajándose bajo el agradable sol argentino. Fue
entonces cuando vio pasar a su mujer tomada de la mano de otro
65
66. tipo. Decidió seguirlos a distancia prudente y vio que entraban a
unas pequeñas residencias del centro. A partir de ese instante supo
que su mujer le era infiel. El viajero continuo con su vida normal y
fingía salir de viaje para dejarla sola. Se hospedaba en cualquier
hotel y volvía directo a la esquina de su casa a ver que hacia su
mujer. En ese año y medio simulo mas de seis viajes y en todas las
ocasiones era lo mismo: El se despedía, ella esperaba unas horas y
entonces el amante de ella entraba a su propia casa y se quedaba un
día menos de los que el le habia dicho a ella que duraría el viaje.
Siempre que el simulaba que habia llegado, ella se ponía de un
humor insoportable. El viajero nunca entendió por que ella siempre
le reprochaba el hecho de que el viajara, pues era en esas ausencias
que ella estaba con su amante. No tenía mucho sentido. En las
noches se quedaba dormido y soñaba con mil y una formas de
castigarla por traidora. En sueños se convertía en un monstruo que
la golpeaba, la baleaba, la atropellaba con su coche. Los sueños con
los meses se convirtieron en pensamientos. A veces la veía parada
en la cocina preparando la comida y le daban unos impulsos
malsanos de arrojarle aceite hirviendo en el rostro. No podía creer lo
desagradecida que era después de que el hace muchos años, la habia
sacado de la calle y le habia ofrecido una vida. Vida que ahora ella
estaba destruyendo para el. Una noche ella se quedo profundamente
dormida en la sala mientras leía un poco. Al lado habia una botella
de vino casi por terminar y el dedujo que tal vez estuviese un poco
ebria. En ese instante sintió como si algo sobrehumano se hubiese
66
67. apoderado de el y tomando la botella fue hasta el pasillo de la casa y
la rompió con cuidado. Ella ni se inmuto. Se paro frente a su mujer y
estuvo a punto de clavarle la botella despicada en el cuello. Ante
sus ojos empezaron a danzar imágenes sangrientas una y otra vez,
como tantas veces el las presencio. Cada grito, cada lagrima
demarrada por las protagonistas de esas imágenes retumbaba en
toda la habitación sin control alguno. Respiro profundo y apretó sus
ojos con fuerza. Todo paso. Estaba de nuevo en situación. Estaba
listo para matar. Dejo de respirar y se concentro en un punto
específico del cuello de su mujer. Por alguna razón reacciono y
sintió pena por el mismo. Arrojo la botella a la basura y se fue a su
habitación.
Esa noche no pudo dormir. El sabía que de seguir en esa situación
era probable que terminara matándola y ante sus propios ojos, tenía
razones de sobra para hacerlo. Justifico su accionar como el de todas
las personas que lo habían rodeado durante su infancia y su primera
juventud: De una forma cruel y egoísta para con el. El portal que
siempre habia delimitado tan bien empezaba a abrirse de manera
descontrolada y le daba cabida a todos. No podía entender como la
mujer que amo tanto estaba empezando a ser deseada por esa otra
sangre que recorría sus venas, como días extraños en un calendario
privado. Sentía en esos instantes de duda y angustia infinita como si
su cabeza cayera a un pozo que nunca tenía fin y se repetía siempre
esa misma sensación inicial de vértigo. El tiempo no existía porque
67
68. los minutos no avanzaban y por más que trataba de gritar de pena,
un silencio pétreo se enredaba en su garganta y era todo lo que
podía hacer. Por esa razón decidió que en tres días saldría de nuevo
de viaje después de tanto tiempo y visitaría algunos lugares.
Necesitaba estar alejado de ella, por el bienestar de ella misma y por
otro lado pensar muchas cosas. El sabía bien que tenia que pensar.
Lo del viaje finalmente fue cierto, pues allí estaba en el aeropuerto,
pero lo del bienestar de ella…
68
69. 9
El detective Castro se encontraba monitoreando pasillos y salas al
azar desde el cuarto de seguridad del aeropuerto. Estaba estresado y
tenía sus ojos enrojecidos de tanto hurgar en los monitores en busca
del asesino. Nada parecía indicar su presencia. A veces se quedaba
por instantes revisando a lagunas personas que le llamaban la
atención por sospechosas, pero después de unos minutos se daba
cuenta que no era el que buscaba. Llevaba persiguiendo al
“Tsunami” tres años largos ya. Los primeros crímenes no tenían
ninguna conexión aparente. Las dos primeras victimas fueron
chicas. Una de ellas fue una joven morena de unos diecisiete años de
edad que trabajaba en los prostíbulos de la parte barrial de Buenos
aires. Encontraron su cuerpo descuartizado en el cuarto donde la
chica recibía a sus clientes. El segundo crimen tambien fue de una
chica de unos veinte años de edad que trabajaba como vendedora
ambulante en una esquina transitada del barrio Palermo. Algunas
partes de su cuerpo se encontraron en las afueras de la ciudad
envuelta en el mismo tapete que usaba para ofrecer los collares de
cuentas que vendía. Fueron casos aislados y entre uno y otro crimen
69
70. hubo alrededor de diez meses de diferencia. Se le atribuyo todo a
ajustes de cuentas callejeras. Los casos fueron archivados. Pero tres
meses después se disparo la alerta de manera significativa. Un
hombre ingreso a la estación en calidad de sospechoso una noche de
octubre. Lo habían encontrado junto a los restos descuartizados de
una mujer de unos treinta años de edad. Al parecer el llamo y dio
aviso a la policía y espero a que estos llegaran para dar aviso del
lugar donde habia encontrado los restos. Pero su nerviosismo y
confusión fueron suficientes para ser llevado hasta la estación. Esa
fue la única ocasión en la que el detective lo tuvo frente a frente. Se
le tomaron huellas y fotografías en esa oportunidad. Las mismas
que ahora llevaban los agentes en el aeropuerto para tratar de
identificarlo. Fue interrogado de una manera exhaustiva por el
detective en aquella oportunidad. El hombre dijo que era un
comerciante que viajaba por el mundo en diversos negocios. De
nacionalidad Argentina su rostro revelaba una descendencia árabe
tremenda, pues cualquier persona que no lo escuchara hablar,
pensaría que era de allá. Lo que mas le llamo la atención fue su
mirada. Habia algo que lo ponía inquieto al verlo a los ojos.
Finalmente no se pudo probar nada y tuvo que ser dejado en
libertad. Pasaron algunos meses cuando en un rutinario informe
recibieron entre muchas notificaciones uno retrato hablado de un
asesino serial al cual bautizaron “Tsunami” buscado por la
INTERPOL, del cual solo tenían un retrato hablado de un testigo
que alguna vez lo vio abandonando el cuerpo despedazado de una
70
71. chica en Madrid. Era todo lo que habia del asesino, pero por el
“Modus Operandi” La policía internacional conecto ese crimen
junto a otros de la misma naturaleza. Además el asesino tenía su
firma personalizada: Un corte profundo que dejaba en las victimas
en la mano izquierda. Se recomendaba a la policía de cada país tener
cuidado e informar en caso de cualquier avistamiento o sospecha de
estadía del criminal. Al ver el retrato hablado en esa ocasión, el
detective Castro reconoció enseguida al personaje: Era el mismo
comerciante que habia interrogado hacia un tiempo. Reviso los
informes forenses de las tres victimas encontradas con anterioridad
y en los tres las victimas tenían un corte en la mano izquierda. Habia
tenido a un asesino buscado internacionalmente frente a él y lo
habia dejado ir poniendo en peligro a sus propios compatriotas. Eso
lo lleno de rabia y lo tomo como algo personal. El detective Castro
era un hombre perfeccionista y no sentiría paz hasta capturarlo. Se
realizo un despliegue inmediato para la captura en todos los
aeropuertos de la Argentina. Durante muchos meses estuvo
pendiente del movimiento de su objetivo, pero nunca lo vio
aparecer. Era como si se lo hubiera tragado la tierra. Con todos sus
datos intentaron capturarlo por todos los medios, pero fue inútil.
“Tsunami” habia desparecido. Se interceptaron cuentas bancarias,
negocios. Nada. El dinero ya habia ido retirado. El negocio
terminado. No hubo manera de dar con el personaje. Nunca volvió a
sacar algo a su nombre. Un crédito, un libro, una inscripción a una
revista. Pero algo le decía que el asesino pronto reaparecería y esa
71
72. seria su oportunidad. Paso casi año y medio sin que esto ocurriera.
Hasta aquella noche. Sentía una excitación incontrolable de saber
que su buscado matón estaba muy cerca de él y que tal vez lo podría
capturar. Eso seria algo bueno para levantar su ánimo. Hacia solo
unos pocos meses que se habia separado de su mujer y su
compañero de trabajo habia sido baleado semanas atrás cuando
trabajaba de encubierto en otro caso. Estaba empezando a tener
problemas con las pastillas para dormir, pues poco podía hacerlo. El
medico le habia recetado una dosificación que nunca se cumplía,
pues el detective, después de un largo día de trabajo, llegaba a su
casa, encendía la televisión sin volumen y se toma de un solo sorbo
largo de agua, hasta cuatro pastillas a la vez. Eso lo sumía en sueños
profundos pero bastante irregulares. A menudo soñaba con el
“Tsunami” se habia convertido en su obsesión. Pero los sueños eran
incoherentes. En uno de estos el estaba sentado en un parque repleto
de gente un mediodía. El veía al Tsunami y empezaba a llamarlo,
pero este no lo escuchaba. Entonces aparecía detrás de el y lo
tomaba por el brazo en silencio. Ambos se sentaban bajo la sombra
de un gran pino alejados de la multitud y encendían cada uno un
cigarrillo y se quedaban allí, los dos, en silencio, sin mirarse uno al
otro. El “Tsunami” sacaba una revista y ambos la ojeaban, pasando
las hojas sin decirse nada. En otro sueño, el estaba atado en una
cama y el asesino entraba con un cuchillo de destasar cerdos. El no
podía moverse y “Tsunami” Se subió encima de él desnudo y
empezaron a tener sexo. En ese momento el detective se daba cuenta
72
73. que era una mujer y se echaba a reír. El asesino se molestaba y lo
desposaba de la cama, pero al hacerlo, lo cortaba en la muñeca con
el cuchillo. El detective se sentaba en la cama y se ponía a llorar.
Después se despertaba. Él achacaba este sueño al hecho que el día
anterior habia estado en el medico para una colonoscopia, pues al
parecer tenia un problema delicado con su colon.
- Detective Castro
- Dígame sargento
- Ya hemos revisado toda el Ala Oeste y no encontramos nada.
Nadie ha visto al sujeto en cuestión. ¿Cómo van ustedes a este lado?
- Aun no hay indicios. Quizás el maldito del “Tsunami” ya
abandono el aeropuerto…
- ¿Entonces normalizamos el transito de gente?
- Yo creo que si…No espero que encontremos a nadie ya…
En ese momento recibió una llamada por el radioteléfono
- Detective Castro. Cambio.
- Adelante. Cambio
- Tenemos a una de las aseadoras del aeropuerto que asegura haber
visto al “Tsunami” hace unos minutos en la sala de espera del Ala
Este. Cambio.
73
74. - ¿En donde están ustedes en este momento? Cambio
- En los vestidores de los empleados. Cambio.
- Voy para allá. Cambio y fuera. – El detective guiño el ojo al
sargento y le dijo:
- Tal vez aun no debamos normalizar actividades. El asesino esta
aun en el aeropuerto, y es nuestro…
Se dirigieron velozmente al área señalada. Los policías estaban junto
a una mujer de unos cuarenta años. Estaba sentada tranquilamente,
tomándose un tinto.
- Detective – Se escucho decir a uno de los policías – Es ella…
- Señora ¿Cómo esta usted?
- Muy bien gracias…Con ganas de irme pronto a casa
- Como todos, señora…Dígame ¿Dónde vio a este sujeto? – Y le
extendió la foto del “Tsunami”
- Yo estaba realizando mi ronda de limpieza en la sala de espera y
allí lo vi. Estaba sentado en una de las sillas y se veía como
enfermo….Sudaba bastante…Yo le brinde un vaso de agua porque
me dio pesar… ¿Hice algo malo?
- No. No se preocupe…Cuénteme mas… ¿Vio algo sospechoso? ¿Le
dijo algo?
74
75. - No señor…Se porto muy amable, aunque se le notaba el cansancio.
Llevaba algo envuelto en una toalla que tenia al lado…
-¿Vio el contenido?
- No señor…Yo le pedí permiso y empecé a realizar la limpieza…Es
todo
- ¿Segura?
- Si señor…Aunque...
-¿Si?
- Si hubo algo…Yo estaba barriendo bajo las sillas y encontré una
corbata…El dijo que le pertenecía y yo se la entregue. El se la coloco
en seguida.
El detective se quedo pensativo unos instantes. ¿Un pasajero con
corbata en un país como este en pleno verano? No tenia sentido. La
temperatura de ese día incluso habia alcanzado los treinta y seis
grados centígrados…Incluso siendo en ese momento las siete y
cuarenta de la noche nadie pensaría jamás en ponerse una corbata…
¿Para que? ¿Se iba a reunir con alguien? ¿Iba a viajar? Si acababa de
dejar un cuerpo descuartizado en el aeropuerto una corbata no
ayudaría de mucho en la fuga…A menos que el tipo estuviera loco.
Su mente se ilumino de repente.
- Señor detective…me acorde de algo mas…
75
76. -La escucho
- El me pregunto que día era hoy y que estaba esperando salir en el
vuelo de las ocho de la noche...
-¿Le dijo cual?
- No señor.
- OK señora. Su ayuda ha sido muy valiosa para nosotros. – Se
volteo hacia el sargento y le dijo:
- Avise a todos los agentes y vigilantes que se encuentran en el
aeropuerto que estén pendientes e indaguen con todas las personas
presentes. ¡Estamos buscando un hombre con corbata!
- De inmediato.
- Vamos a revisar todos los aviones con pasajeros que se encuentran
en las pistas esperando poder despegar. Es probable que ya se haya
subido al avión. Si es así, será más fácil su captura, pero tenemos
que tener un máximo de cautela. Ustedes revisen los vuelos
nacionales. Usted sargento acompáñeme. Revisaremos los aviones
con destino internacional.
Los hombres se dispersaron rápidamente. Mientras caminaba por el
pasillo hacia la pista el detective Castro chasqueo sus dedos y
murmuro en voz baja:
-¡Es mío!
76
77. 10
El viajero abrió de nuevo sus ojos. Estaba sentado en la misma sala
de espera del aeropuerto. Misma silla de plástico. Misma nausea. Se
pregunto por un instante cuantas horas ha estado allí en ese lugar.
“Es como si toda mi vida hubiese estado aquí” Pensó
desconsoladamente. Sin necesidad de bajar la vista sabia que en la
silla de al lado estaba una toalla con todas sus pertenencias
envueltas. Sabia que si se llevaba la mano al cuello encontraría su
corbata con el excelente nudo Windsor que aprendo a hacer desde
muy chico a fuerza de aguantar los golpes de una vara de madera
que era empujada vigorosamente hacia sus carne por su abuelo
paterno, el cual no toleraba un mal dobles de la corbata. Se quedo
observando la multitud a su alrededor. Se veían cansados y con una
mueca de resignación en sus rostros. Estaban allí tirados, esperando
algo, pero el no sabia que.
Por un instante sintió su mente totalmente despejada y entonces lo
recordó todo.
77
78. Esa ultima vez que estuvieron juntos esa mañana.
- Prepárame la maleta mujer que voy tarde…
- Si claro…ya te empaco tu perra maleta… - Dijo furibunda mientras
extendía la toalla en la cama y arrojaba con rabia cosas en su centro.
Luego unió las puntas y la arrojo en la puerta del cuarto.
- Ya esta tu maleta… ¿Linda no?
- ¡Puta! - Exclamo colérico mientras se abalanzaba sobre ella. - ¡Te
voy a matar perra!
- No eres capaz… - respondió con dificultad intentando quitárselo
de encima. El rápidamente busco a tientas cualquier cosa y encontró
su amada corbata. La que siempre usaba para los viajes. La tomo de
un extremo y con agilidad le dio la vuelta al cuello de la mujer
mientras halaba la otra punta con fuerza intentando asfixiarla.
- Ahora si te jodiste…
Ella trataba con todas sus fuerzas de desembarazarse del peso de
aquel hombre que estaba extinguiendo su vida, pero fue inútil Ella
adivino en los ojos encendidos como llamas de él, que moriría sin
remedio. Esa mirada era una confirmación de que efectivamente, el
ya lo sabia todo. Lo pudo leer nítidamente. Entonces dejo de
forcejear, cerró los ojos, pido perdón a Dios por sus pecados y se
entrego a los brazos de la muerte, exhalando con todas sus fuerzas a
pesar de lo apretado de la corbata en su cuello, por última vez.
78
79. El viajero se quedo allí sentado en la cama, viendo el cadáver de su
mujer. Empezó a llorar y sus lágrimas colgaban de su rostro como
las flores muertas del jardín colgante. Pasaron unas horas hasta que
el finalmente ceso su llanto. Se quedo mirando su rostro y su cuello
amoratado y le dijo:
- Nunca viajaste conmigo. Boluda yo te hubiera llevado. Yo siempre
quise viajar con vos…
Se dirigió como un sonámbulo hasta la cochera y saco su maleta de
viajar. La de todos los viajes, al igual que su corbata. Subió de nuevo
al cuarto y la acomodo totalmente abierta sobre la alfombra. Abrió
un bolsillo falso de la cubierta y saco un cuchillo de carnicero
enorme. Coloco a su mujer muerta en forma de cruz sobre la cama y
le dijo:
- Este viaje lo haremos juntos. Que sea la celebración de nuestro
aniversario.
Y con infinito amor empezó a desmembrarla. Primero le cortó la
muñeca izquierda y vio brotar de inmediato la sangre, aun tibia, de
su amado cadáver. Después de un rato se le podía ver acomodando
cuidadosamente cada miembro mutilado de su mujer en la enorme
maleta. Como siempre lo hizo alrededor del mundo usaba cuatro
79
80. bolsas de plástico negras: Una para la cabeza, otra para el torso, otra
para las caderas y la mitad de las piernas y la última para la otra
mitad de las mismas, brazos, manos y pies. Introdujo encima de las
bolsas sangrantes algunas ropas de cambio, sus útiles de aseo y la
cerro con cuidado de que no quedara nada por fuera. Tomo su auto
y llego al aeropuerto temprano. Eran las seis de la tarde. Dejo el
coche en el parqueadero del aeropuerto y pidió ayuda a uno de los
empleados para subir la maleta en una de las montacargas
personales. La carreteo por los pasillos hasta llegar al baño Ingreso
con dificultad la maleta y cerro la puerta con pasador. Se quedo allí
mirándose en el espejo. Primero vio ese producto se su imaginación
que tantas veces construyo en su mente. Pero con el paso de los
parpadeos el reflejo volvía a la normalidad y podía verse de nuevo a
si mismo tal cual era. Un hombre de descendencia árabe, nariz
aguileña, rostro con barba. Siempre odio ser el, pero por mas que
trato, nunca pudo escapar de su destino. Tal cual se lo habia
pronosticado el viejo adivino de El Cairo en el viaje que realizo en
aquella ocasión. Tuvo un lapsus de lucidez y se dio cuenta que
habia llevado hasta el aeropuerto a su mujer muerta, despedazada
en su propia maleta. Peor aun: Llevaba su amada corbata untada de
sangre por uno de sus lados. Llevo la maleta hasta el fondo del baño
y entro en uno de ellos, cerrando tambien la puerta. Decidió abrir la
maleta y entonces vio al hombre que el habia construido en su
imaginación, todo despedazado. No se asusto, de algún modo,
sintió un alivio indescriptible. Tenia esa tonta sensación de que todo
80
81. habia terminado por fin. Tanta muerte, tanto horror. Pero de nuevo
volvía a subirse al carrusel de la locura. Vio como todas esas partes
salían desorganizadamente de su equipaje y tomaban forma
unificada. Ahora esas partes eran el: Mustafa Abar- Me Barak.
- Bueno…Aquí estamos finalmente. – Le dijo al viajero mirándolo
con los inevitables ojos encendidos.
- Déjame en paz….Sabes que no es un buen momento…
- Lo se. Pero tú lo querías. Lo anhelabas desde hace mucho. Los dos
sabíamos que esto tarde o temprano pasaría. No nos gusta que nos
engañen ni nos hagan daño… ¿Cierto?
- ¡Cállate! No te quiero escuchar más…
- Si no me quieres oír, entonces debes dejar de hablarte. Tu y yo
somos uno solo….Siempre lo hemos sido.
- ¡No quiero escuchar mas!
El musulmán empezó a reír. Entonces el viajero colérico empezó a
palmotear el aire, como si quisiera desaparecer esa visión de aquel
lugar. Se agito tanto que cayo al suelo torpemente. Cuando se
levanto sus ojos se encontraron con la vieja casa quinta de sus
abuelos. Vio a sus padres en medio de la sala, drogados con opio y
bebiendo vino hasta el sacio. “No” Gritaba mientras se cogía la
cabeza a dos manos. Después vio venir a su abuelo. Se paro junto a
él y le dijo:
81
82. - Ya puede usted abrir sus ojos. Todo ha terminado.
Estaba allí en el suelo. Llorando como un niño. Se quedo mirando su
muñeca cicatrizada. El sabia muy bien de donde venia aquel corte.
Esa mañana en el balcón de aquella casa. Su abuela lo reprendía por
no haber hecho la cama correctamente. Le habia quedado un
pequeño pliegue en las sabanas y ella no lo tolero. Mientras era
castigado con la vara de siempre en su espalda el decidió que no
volvería a llorar por esos castigos. La abuela percibió que el chico ya
no se quejaba y empezó a azotarlo con más fuerza. No hubo cambio
en el. Entonces lo tomo de los brazos y lo giro bruscamente frente a
ella.
- ¡Ya no te duelen mis castigos! ¡Sinvergüenza!
Fue entonces cuando todo ocurrió en un segundo. El niño tomo de
las manos a la anciana y con una fuerza increíble para alguien de su
edad, la arrojó por el balcón. La vieja intento agarrase del chico y en
su caída, aruño con uno de sus dedos la muñeca del nieto,
propinándole una herida profunda. Finalmente cayó al piso con los
ojos abiertos. Desorbitados. Horrendos. El se quedo unos instantes
conteniendo la respiración. Sentía que el corazón se le iba a salir del
pecho. Pasaron unos pocos minutos. Nadie llego. Todo el mundo
estaba en lo suyo y nadie se dio cuenta de lo que había pasado.
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83. Entonces el bajo corriendo las escaleras y salió de la casa. Como
pudo arrastro a la anciana hasta el establo de la quinta y cero la
puerta. Dos potros adormilados fueron testigos de la espantosa
escena en la cual el chico descuartizo con una pica de arar a la
anciana. Sus pequeños zapatos infantiles quedaron salpicados con
esa sangre, pero el chico no parecía perturbado. Un brillo lleno de
fulgor apareció por primera vez en sus ojos., Esa llama de siempre.
Esa locura. Esparció a la anciana en diferentes huecos abiertos en el
establo y luego de rellenarlos de nuevo, los cubrió con paja seca y
excrementos de los animales. Limpio cuidadosamente la pica y sus
ropas y salió por la puerta trasera del establo yendo directamente a
su habitación. Los días pasaron y las búsquedas de la anciana no
dieron resultados. Se declaro simplemente como desaparecida. Su
abuelo entro entonces en una profunda depresión. Pasaba los días
encerrado en su cuarto. Nunca más lo volvió a reprender o a llamar
la atención si quiera por algo. El chico no podría sentirse mas
satisfecho por sus actos. Pasaron once meses y entonces una noche
una de las empleadas salió gritando de la planta alta. Su abuelo
había muerto de pena.
En medio de la conmoción general nadie percibió en los labios del
niño una sonrisa dibujada con la sangre de otra persona. Pero a el ya
no le importaba nada. Era feliz. Se había quitado un yugo de
encima. Sus padres, para quitarse la pena salieron en un largo
crucero alrededor del mundo, llevando una conveniente provisión
de opio para amenizar el recorrido. Fueron detenidos en Londres y
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84. procesados por carga ilegal de droga. Su padre murió de un infarto
en la cárcel y de su madre nunca mas volvió a saber nada. No podía
creer tanta suerte. Y todo por haber tomado su ira y haberla volcado
en ese impulso asesino y liberador. Entendió que la muerte era un
arma secreta que tenía un hombre bajo su manga y que si se usaba
con pericia, podría cambiar el rumbo de su vida. Y así lo hizo. Con
el pasar de los años empezó a recurrir de una manera más constante
a ese concepto y sus manos se empezaron a llenar más y más de
sangre. El lo hacia como un antídoto a su pena, un escudo ante la
agresión de los demás, Un silenciador a todas las voces infernales
que habitaban su mente de vez en vez. Cuando la conoció a ella esto
ceso por algún tiempo. Pero ese alter ego siempre estaba allí,
exigiendo ser atendido en sus intensiones. Y ahora todo había
llegado al punto más crucial. Por primera vez había asesinado a
alguien a quien el amaba. Pudo haberse redimido, pero nunca se
arrepintió de lo que hizo.
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