1. ...Al llegar a las puertas del palacio,
Ulises vio con enorme tristeza a su
viejo perro Argos, el cual yacía sobre
un cerro de estiércol. Ulises mismo
había tomado con sus manos a este
hermoso animal cuando todavía era un
cachorro, poco antes de partir hacia
Ítaca y sus ojos se llenaron de lágrimas
al verlo en tan lamentable situación.
El noble animal fue capaz de levantar
su cabeza y ver a su querido amo y lo
reconoció inmediatamente, a pesar del
tiempo transcurrido. Con las pocas
fuerzas que le quedaban, Argo pudo
bajar las orejas y mover la cola en señal
de reconocimiento y cariño hacia
Ulises, para luego morir con la
felicidad de haber visto nuevamente a
quien también era su rey.
ODISEA , Canto XVII
2. Todas las tardes, al volver del
trabajo, mi perro y yo pasábamos
por el boulevard Saint-Germain. A
menudo, un señor que estaba en la
terraza de un café, o que se dirigía
allí a tomar el aperitivo, me detenía
y me pedía permiso para acariciar
al perro. Lo que yo le permitía de
muy buena gana. Para Ulises nunca
era demasiado la admiración, los
mimos, como si sufriera una
perpetua carencia de afecto. Entre
los sentimientos humanos de los
que se había apropiado este perro,
el primero era el narcisismo.
El señor, grande, fuerte, de unos
setenta años, tenía un acento que
me parecía germánico y decidí que
era alemán.
3. H ace pocos años, cuando un turista iba a visitar el
cementerio marino de Séte y le pedía al vigilante
que le indicara el emplazamiento de la tumba de
Paul Valéry, el funcionario municipal despertaba
a su perro y le decía, con tono de orden:
-¡Valéry!
El perro solo lo llevaba a la tumba del poeta.
Un ministro de cultura -¿por qué se
entrometerán?- consideró que el procedimiento
flO era respetuoso y prohibió que el perro sirviera
de guía en esos peregrinajes literarios.
Sin embargo, sé de la existencia de un retrato muy
bonito de perro, a lápiz, dibujado por Paul Valéry
en persona. Cuando estoy frente a un perro, no
dejo de interrogarme. Tal vez es ingenuidad. Pero
esta ingenuidad se encuentra en buena compañía,
la de Paul Valéry justamente:
4.
5. Baudelaire se interesaba por los perros
desclasados:
«Invoco la musa familiar, la ciudadana, la
viva, para que me ayude a cantar a los
buenos perros, los perros embarrados, los
que todos apartan, como apestados y
piojosos...».
Y, un poco más adelante, repite:
«Canto al perro embarrado, al perro pobre,
al perro sin casa, al perro callejero, al perro
saltimbanqui... Canto a los perros
calamitosos, a los que vagan, solitarios, en los
arroyos sinuosos de las inmensas ciudades, o
bien los que le dicen al hombre abandonado,
con ojos |pirpadeantes y espirituales:
"¡Llévame contigo, y de nuestras dos
miserias haremos tal vez una especie de
felicidad».
"¡Llévame contigo, y de nuestras dos
miserias haremos tal vez una especie
de felicidad».
6. En un breve relato, El encuentro,
narra cómo unperro trata de que lo
adopte un extranjero que se cruza en
su camino. El extranjero se niega. No
por crueldad o indiferencia, sino
porque se siente incapaz de asumir
semejante responsabilidad:
«Sin darte cuenta, pondrías toda tu
confianza en mí me sobrestimarías y
esperarías de mí lo que no soy capaz
de hacer. Me observarías y aprobarías
hasta lo que no está bien. Cuando
quisiera darte una alegría ¿lo lograría
siempre? Y cuando estuvieras triste y
te quejaras ¿podría ayudarte? Y no
debes creer que soy yo el que te deja
morir»,
“Allí donde nosotros
vemos futuro, el perro ve
totalidad".
7. FUENTE “Les larmes d’Ulyisse”; “La dificultad de ser perro”
AUTOR: Roger GRANIER DOUCE