El documento discute tres temas principales:
1. La libertad y el orden son absolutos, no relativos. Uno es libre o no lo es, y el orden total o el desorden prevalecen en uno mismo.
2. La renovación y la inmortalidad solo se encuentran en la muerte constante del yo, no en creencias como la reencarnación.
3. La responsabilidad debe comprenderse como una respuesta completa e íntegra, no parcial, que se deriva del condicionamiento cultural de cada uno.
2. El orden es la acción de lo nuevo, o sea de la inteligencia
La libertad es orden absoluto; ni la libertad ni el orden son
relativos. Uno o bien es libre o no lo es. O bien existe un
orden total en uno mismo o hay desorden. El orden es
armonía. Al parecer a los seres humanos les gusta vivir en
desorden tanto por fuera como en su interior. Esto se ve
en la política. Todos los gobiernos son corruptos, unos más
y otros menos. Están liderados por gente que en sí es
desordenada, ambiciosa, engañosa, aquejada de
antagonismos y vanidades personales. Por eso hay
guerras económicas, los muy ricos y los muy pobres, y
todas las desdichas que se derivan de las tribulaciones de
la miseria.
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4. Por cierto, en el morir hay
renovación, ¿no es así? Sólo
en la muerte algo nuevo
surge a la existencia. No le
estoy brindando consuelo.
Esto no es algo en lo que
pueda creer o pensar, o que
pueda examinar y aceptar
intelectualmente, porque
entonces lo convertirá en otro
consuelo, tal como ahora
cree en la reencarnación o
en la continuidad en el más
allá, etcétera. Pero lo real es
que, para aquello que
continúa, no hay
renacimiento, no hay
renovación.
Por lo tanto, la renovación, el
renacimiento está en el morir
de cada día. Eso es la
inmortalidad. En la muerte
está la inmortalidad; no en la
muerte que usted teme, sino
en la muerte de las
conclusiones previas, de los
recuerdos, de las
experiencias, con todo lo cual
usted se ha identificado como
el «yo». En el morir del «yo» a
cada instante hay eternidad,
hay inmortalidad, hay algo
que ha de experimentarse; no
es para que se especule o se
diserte al respecto, como
hacen ustedes con la
reencarnación y toda esa
clase de cosas [...].
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6. Hay varios temas sobre los que deberíamos conversar juntos, y uno de
ellos es la libertad. Es un tema sumamente importante y que necesita
ser explorado en detalle, con paciencia y dedicación, para averiguar si
es posible que la mente sea libre o si está sentenciada a permanecer
para siempre bajo el yugo del tiempo. O lo que es lo mismo: ¿es
irremediable que la mente viva limitada por el pasado? ¿Puede la
mente, nuestra mente, que vive en este mundo y funciona como
corresponde a la situación —agobiada por los problemas cotidianos,
los deseos enfrentados, las influencias opuestas y todas las
contradicciones en las que uno vive, los sacrificios, los tormentos,
agraciada con alguna alegría pasajera—, puede esa mente ser libre,
no sólo en la superficie sino en lo más profundo, en las raíces mismas de
su existencia? Creo que la pregunta está clara; queremos saber si la
gente que vive en esta sociedad tan extremadamente compleja, que
tiene que ganarse la vida, quizá mantener a una familia, competir,
demostrar ambición, puede ir más allá de todo eso; no como
abstracción, como hipótesis, ni como idea, fórmula o concepto de la
libertad: preguntamos si verdaderamente puede ser libre. Si les parece,
esto es lo que me gustaría que investigáramos.
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8. Es una buena pregunta. Escuche con atención. ¿Cómo
conoce usted el aspecto que tiene? ¿Comprende mi
pregunta? Usted se mira al espejo por primera vez, y después de
unos pocos días, o unas pocas semanas, vuelve a mirarse y
dice: «Ese soy yo nuevamente». ¿De acuerdo? Así es que,
mediante el mirarse cada día al espejo, usted empieza a
conocer su cara y dice: «Ese soy yo». Bien, ¿puede, de igual
manera, conocer lo que usted es mediante el observarse a sí
mismo? ¿Puede observar sus gestos, la manera en que camina,
cómo habla, cómo se comporta; si es duro, cruel, grosero,
paciente? Entonces empieza a conocerse. Usted se conoce a sí
mismo observándose en el espejo de lo que hace, de lo que
piensa, de lo que siente. Ése es el espejo: el sentir, el hacer, el
pensar; y en ese espejo, usted comienza a observarse. Ahora
bien, si el espejo dice: «Éste es el hecho» pero a usted no le
agrada el hecho y quiere modificarlo, empezará usted a
deformar el hecho y no lo verá tal como es.
9. Un ser humano es la humanidad entera
La palabra responsabilidad debe ser comprendida en toda su
significación. Proviene de ‘responder’, responder no de forma
parcial sino íntegramente. La palabra también supone responder
apelando al propio acervo, o sea remitiéndose al
condicionamiento personal. Tal como se entiende generalmente,
la responsabilidad es la acción del propio condicionamiento
humano. Es natural que nuestra cultura, la sociedad en que
vivimos, condicione la mente, ya se trate de una cultura autóctona
o foránea. Uno responde a partir de ese condicionamiento y dicha
respuesta limita nuestra responsabilidad. Si uno ha nacido en la
India, en Europa, en América o donde fuere, su respuesta se
corresponderá con la superstición religiosa —todas las religiones
son estructuras supersticiosas— , con el nacionalismo o con las
teorías científicas.