La palabra “filosofía” contiene en su etimología un enigma. Es el amor a la sabiduría. Se unen en un vocablo dos sentidos diferentes. Amor y saber. Se dice que Pítágoras provocó a su audiencia al afirmar que ni los animales ni los dioses, sino sólo los hombres pueden filosofar, pues son los únicos fillein, amantes, buscadores de la sabiduría. Las bestias son ignorantes. Los dioses lo saben todo, no precisan buscar. Únicamente nosotros, los seres humanos, somos amantes de la sabiduría. En palabras de Sócrates, somos conscientes de nuestra ignorancia y de allí nuestro destino de búsqueda sin fin.
Esta tradición socrática fortaleció, durante siglos, una imagen de la filosofía como una actividad intelectual, que indaga mediante la razón los problemas a sabiendas irresueltos de toda comunidad humana: la muerte, el amor, la vida, la existencia, la realidad. Sin embargo, la impronta de Pitágoras, Sócrates y sus seguidores inmediatos, Platón y Aristóteles, mantuvo bajo cierto sometimiento a las pasiones humanas. El amor es ensalzado en tanto y en cuanto persiga el saber. La alegría o la tristeza, la angustia, el dolor, el placer, la sensualidad de los cuerpos, el conocimiento por los cinco sentidos, la fantasía y la imaginación, quedaron relegadas a puestos secundarios, sino fueron desechados casi completamente del ágora filosófica.
Habría que revisar esas pasiones, a ver si pueden adquirir nobleza por cuenta propia. Y es así como Epicuro y sus continuadores en nuestra historia de las ideas plantearon nuevos modos del filosofar.
Nuestra edición número diez de la Olimpíada de Filosofía de la República Argentina propone bucear en estos sentidos diversos del filosofar. Dejar en suspenso la mirada teorética e intelectualista, para abordar en pleno las perspectivas sensualistas, emotivas, amorosas, pasionales.
El cuerpo, el placer, los sentidos… se revelarán bajo otra luz en esta propuesta. Invitamos a todos y todas a sumarse a este desafío, cuya temática ofrecemos a partir de los siguientes ejes.
Concientizar a la población no solo implica el cambio de actitudes, de respetar nuestros derechos de un espacio público, de respetar señales y normas de tránsito sino que también el respeto por el otro.
La palabra “filosofía” contiene en su etimología un enigma. Es el amor a la sabiduría. Se unen en un vocablo dos sentidos diferentes. Amor y saber. Se dice que Pítágoras provocó a su audiencia al afirmar que ni los animales ni los dioses, sino sólo los hombres pueden filosofar, pues son los únicos fillein, amantes, buscadores de la sabiduría. Las bestias son ignorantes. Los dioses lo saben todo, no precisan buscar. Únicamente nosotros, los seres humanos, somos amantes de la sabiduría. En palabras de Sócrates, somos conscientes de nuestra ignorancia y de allí nuestro destino de búsqueda sin fin.
Esta tradición socrática fortaleció, durante siglos, una imagen de la filosofía como una actividad intelectual, que indaga mediante la razón los problemas a sabiendas irresueltos de toda comunidad humana: la muerte, el amor, la vida, la existencia, la realidad. Sin embargo, la impronta de Pitágoras, Sócrates y sus seguidores inmediatos, Platón y Aristóteles, mantuvo bajo cierto sometimiento a las pasiones humanas. El amor es ensalzado en tanto y en cuanto persiga el saber. La alegría o la tristeza, la angustia, el dolor, el placer, la sensualidad de los cuerpos, el conocimiento por los cinco sentidos, la fantasía y la imaginación, quedaron relegadas a puestos secundarios, sino fueron desechados casi completamente del ágora filosófica.
Habría que revisar esas pasiones, a ver si pueden adquirir nobleza por cuenta propia. Y es así como Epicuro y sus continuadores en nuestra historia de las ideas plantearon nuevos modos del filosofar.
Nuestra edición número diez de la Olimpíada de Filosofía de la República Argentina propone bucear en estos sentidos diversos del filosofar. Dejar en suspenso la mirada teorética e intelectualista, para abordar en pleno las perspectivas sensualistas, emotivas, amorosas, pasionales.
El cuerpo, el placer, los sentidos… se revelarán bajo otra luz en esta propuesta. Invitamos a todos y todas a sumarse a este desafío, cuya temática ofrecemos a partir de los siguientes ejes.
Concientizar a la población no solo implica el cambio de actitudes, de respetar nuestros derechos de un espacio público, de respetar señales y normas de tránsito sino que también el respeto por el otro.