El documento resume la evolución de la arquitectura y las artes plásticas en el siglo XIX, destacando el rechazo de la separación entre arte y artesanía, y los métodos industriales de trabajo. Propone un regreso al medievalismo tanto en la arquitectura como en las artes aplicadas, agrupando a los artesanos en gremios y talleres siguiendo el modelo medieval. También propone la arquitectura como centro de todas las actividades de diseño y el trabajo bien hecho y satisfactorio para el artista y el cliente.