El documento cuenta la historia de dos vecinos, el señor Antonio y el señor Paco. El señor Antonio cultivaba un huerto donde cada día sacaba piedras, contándolas y luego tirándolas, para consternación de su esposa y vecinos. Con el tiempo, su huerto prosperó y dio abundantes cosechas. Antes de mudarse, el señor Antonio explicó que cada piedra representaba un problema que superaba, acercándolo a una vida mejor y a la luz.
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La lección de las piedras: el secreto del éxito del huerto
1. Casa Templaria, 10 mayo 2012
Buenos días contemplando siempre los colores y ahumando los aromas tan
especiales que hay en este lugar tan hermoso.
Erase una vez dos familias en
la estación de Ager. Una familia se
llamaba Señor Antonio y la otro
Señor Paco, los dos trabajaban en la
estación.
Había uno, El señor Antonio
que se levantaba siempre a las
seis de la mañana y antes de irse a
su trabajo, había alquilado un
terreno, empezó por un trocito de
huerto y cada día iba media hora, volvía a casa, cogía su almuerzo y se iba. Su
vecino el señor Paco dijo: “Pues yo voy a hacer igual” y le dijo: “Compadre
¿dónde ha alquilado usted la tierra?”, “Pues la alquile, mira aquí tienes la
dirección” e hizo lo mismo. Pero el vecino en vez de levantarse antes esperaba
justo a la hora para ir al huerto y quedo por olvidado.
Después de un tiempo, miro por su ventana y el vecino continuaba cada
mañana sacando unas piedras. ¿Pero que hará con las piedras en sus manos? Las
contaba y una vez que las había contado las tiraba. Le intrigaba mucho a ese
vecino y por la tarde cuando terminaban a las cinco de la tarde el señor Antonio
llegaba a su huerto antes de entrar a su casa y de nuevo en el huerto lo primero
que hacia era coger piedrecitas, iba andando e iba cogiendo piedras. Las contaba
y las tiraba.
El vecino dijo: “No puede ser, no comprendo porque pierde su tiempo y
porque hace tal majadería”, se lo explico a su esposa y se hecho a reír. La esposa
del señor Antonio le dijo: “Me puedes explicar ¿que haces cogiendo piedras y
contándolas y después no las guardas? El señor Antonio le contesto: Rosa ¿para
que quieres guardar piedras si vivimos en el medio de montañas? ¿No es la obra
de Dios? La tierra es la tierra “¿Pero no son piedras? Es mi pregunta ¿que
2. haces?” “Ven conmigo mujer y te lo explicare”. “No, tengo mucho trabajo en
casa pues tengo 4 hijos, lavar, planchar, la comida” “La tierra lo agradecerá y tu
también, no te cuesta nada, media hora se pasa enseguida y comprenderás
mañana” “Mira si tu quieres entretenerte hazlo pero a mi no me hace gracia”.
Una vez mas ese hombre se fue y continuo sacando sus piedras y contándolas.
Después de un tiempo alquilo un campo entero, el vecino le dijo: “No puede ser
compadre ¿para que quieres tanto?” y dijo: “Haz lo mismo que yo, cuando tengas
el resultado lo comprenderás y serás feliz. Tan feliz que tendrás una vida plena y
estarás cerca de Dios”. El señor Paco se rio y dijo: “Bueno, mira tolero vete a
contar las piedras, tirarlas, cada día trabajando tu tierra, yo también lo hago, a
mi me dan frutos “. El señor Antonio sonrió y no dijo nada. Bajo su cabeza como
tenía de costumbre y continuo.
Entonces venía mucha gente a coger el tren de la estación de Ager, cuando
veían los dos huertos siempre le preguntaban al señor Antonio: ¿Qué pone usted
en la tierra? y él contestaba: "De poner, solo sudor y esfuerzo. Ahora de quitar
cada día quito mis piedras” Claro no comprendían y le decían: “¿Pero bien
pondrá usted humus o estiércol o
abono?” les repito: “De poner mi
cansancio y mi sudor y mi esfuerzo.
De quitar cada día mañana y tarde,
quito mis piedras”. Se sonrieron y le
dijeron: “Mire, bueno haga como
usted quiera pero ¿Nos va a vender
sus verduras? Dijo: “Si y también
tengo un campo de lentejas que el
año que entra hare garbanzos y frijoles”.
Vale, se quedaron porque como es posible que sin abono, sin nada artificial
pudiese tener tan hermoso aquel terreno y tan abundante. El vecino le dijo:
“Tienes un secreto, o bien por la noche coges mas agua y lo riegas a escondidas o
hay un misterio” y le dijo: “Si, el misterio esta Paco y ya te lo he dicho, cada día
por la mañana y la noche voy a sacar piedras” “¡Que no seas mas pesado, que ya
te he visto! ¿Pero eres tonto o porque lo haces? Seguro que es para pasar el
tiempo o ¿quieres llamar la atención?”. “No Paco, ven conmigo cada día y te
enseñare”. “Calla, calla, no quiero perder tiempo” Su mujer ya estaba muy
enfadada porque siempre era la comidilla las piedras y contar piedras. Era una
santa mujer pero esas cosas eran demasiado para ella. Estaba mas al tanto de
3. cuanto pan tenía que comprar para la semana, cerezas, chocolate para la
merienda y leche para la semana y también ir al rio para lavar la ropa.
Los hijos del señor Antonio siempre observaban, los miraba y sonreía, a sus
hijas siempre les decía: “Ayudar a vuestra madre, aprender a coser y bordar” las
niñas se reían y se metían a casa. Solamente tenía un varón pero era más pequeño
que las niñas. Cuando tuvo la edad, once o doce años, iba a la escuela. Muy buen
estudiante muy serio, muy mayor por su edad y le pidió que le fuese a ayudar al
campo. El varón se murió de vergüenza porque los niños lo miraban y no había
ningún niño que fuese a ayudar a su padre, solo él y decía: “Tengo que hacer los
deberes” Su padre le contestaba siempre: “Tiempo te sobrará y lo que hoy vas a
dar de beber a esta tierra, ella te dará de comer” “Pero ¿Por qué?”, decía la
gente, “¿porque el señor Antonio nunca explica, no habla, te contesta con dos
palabras?”
Llegó el momento de recoger las
lentejas, era mas de una hectárea, no se
cuantos sacos recogió mas de 200 o 300 sacos,
alquilo una maquina trilladora y repartió sacos
para todos los vecinos. Primero los vendió y se
quedó sacos para sus vecinos y para él para
comer todo el año su familia. Su compadre
Paco no percibía nada de su cosecha, ni
garbanzos, ni lentejas, nada y dijo: “Abandono
porque se muy bien que no me quieres dar el
secreto para que me voy a matar a trabajar
prefiero descansar y seré feliz y llevaré una buena vida”. Así lo hizo. Terminaba
su trabajo, se sentaba delante de su cera, su esposa le servía su refresco, sus
olivas, sus hijos hacían sus deberes o jugaban y él reía con ellos. La esposa del
señor Antonio tenía siempre trabajo y como nunca se sentaba. Ella sus
quehaceres no tenía que hacerlos pero si su cena a la hora.
Llegó un día que el señor Antonio tuvo que dejar su prado, su huerto y la
casa porque lo destinaron a una capital. Sus hijos ya tenían edad de ir a las
grandes escuelas así que cuando se fue, los vecinos le dijeron: “Danos el secreto,
ya no estarás aquí y así podremos hacer tanto como tú o más”. El señor Antonio
contestó: “Mirad, habéis visto que cada día cojo una piedra, cojo otra, no mas que
pueda llenar mi mano, ¿las veis?”. “¡Sí!, pero ¿Por qué las cuentas?”
4. “Un día de mi vida, dos días de mi
vida, tres días de mi vida y así voy quitando
piedras de mi camino y así voy quitando
penas en mi vida y así voy quitando y
solucionando problemas de mi familia y así
voy avanzando en mi próxima vida. Lo que
hago hoy no lo haré mañana. Te lo expliqué,
no es abono quito piedras. Las piedras que
tú ves con tus ojos son las ataduras que me
quito aquí abajo y me iré libre porque mi cuerpo mañana será esa piedra que
tirarán o quemarán. Pero ¿Qué es lo que me voy a llevar? La Luz y ahí iré porque
día tras día me he ido sacando las penas y las piedras que me impedían avanzar.
¿Qué deseáis que os explique más? Os dije cada piedra es alegría para mañana y
mañana es la nueva vida. La nueva vida es estar verdaderamente en la Luz. Ir a
esos archivos akásicos y saber lo que me queda o saber si ya he terminado o
cumplido. ¿No es grande esa felicidad? ¿No valía la pena cada día quitar una
piedrecita del camino de cada uno? Rosa no quisiste ver la montaña que esta llena
de piedra ¿Cómo podías ver estas piedras pequeñitas?” “Si me lo hubieras
explicado mejor Antonio”.
“Hay cosas en la vida que no necesitan explicar, si tu crees que tu Alma va
a empezar de nuevo y que nada en el Universo, ya tienes la respuesta. Si tú crees
en Dios ¿para que necesitas explicación? ¿No nacemos desnudos?” “Claro
Antonio” “Pues así de claro. Es cuando nos vamos”. Aquella santa mujer se
levantó y dijo: “Tengo que entrar rápido en casa, me deje la olla en el fuego” Y
corriendo entro porque sabía que para ella en aquel momento el alimento era de
los suyos pero que mañana tomaría su tiempo y empezaría a quitar piedras de su
camino.
Aquel hombre ya esta en la Luz, es un guía y ayuda a otras Almas a que no
tropiecen. No con las piedras porque ya no tiene piedras sino con la obscuridad.
Mis semillas no tengan flojera ni pena, ni pereza, por muy pequeña que sea
la piedrecita que tengan delante de sus pies intenten sacarla para no tropezar. El
compadre ya se ha visto hoy con su amigo y le ha dado las gracias, comprendió
muy bien y esta en la Luz. He querido compartir esta historia tan bonita porque
ese señor Antonio no había campo que no estuviese rodeado de flores y fuese
donde fuese siempre iba y traía con los brazos llenos de flores para su flor más
hermosa, su Rosa.
5. Cada día de vuestra vida que quitáis una piedrecita de un campo, de un
jardín o de un huerto, permitís a una semilla de vivir. Si esta la piedra esa semilla
no germinará nunca, si la sacáis no solamente será una piedra menos en vuestra
vida, también una vida más para la Madre Tierra.
Con todo mi amor
La Jardinera