1. Poemas personales
Quién...
Quién tuviera la posesión
De tus misterios.
La llave para abrir
El cofre donde guardas tus sueños.
Quién tuviera las mañanas
Y las acuarelas de tu aurora.
Para regocijarse un poco.
Quién tuviera la palabra poesía
Adherida a la boca.
Quién pudiera entregártela.
Ofrecerte las palabras más simples y bellas.
Quién pudiera...
Darte el alma liquida.
Los ojos como esmeraldas.
Quién pudiera hacerte reír.
Quién tuviera la niña de tu felicidad
Y abrazarla
Y bendecirla.
Quién pudiera colmarla de caramelos
Y de lunas.
De juegos y de sueños.
Quién tuviera la suerte
De tenerte cerca
Y arroparte en el invierno.
Quién pudiera sentir la inquietud
De tu respiración.
Quién pudiera vacilar
Con el timbre de tu voz.
Quién tuviera una noche
Y en ella tu cuerpo.
Quién pudiera...
Jano. 04/11/04
Alejandro Arrieta
2. Poemas personales
Tal vez
Tal vez aun no te haya dicho
Lo mucho que me gustan tus muslos, Limeña.
Tus caderas y tus ojos tristes.
Tu mediana estatura
Y tu acento cantando.
Tal vez aun no te haya dicho
Que de tu boca deseo un beso
Urgente.
De tus brazos la compasión
Y de tus hombros el descanso.
Tal vez aun no te haya contado
De mi desesperación por verte, Limeña.
De mi desesperanza
De mi poco equilibrio mental.
De mis insomnios.
Tal vez aun no sepas
Que siento que muero
Y no pasa nada
Y me siento un estúpido
Porque sigo aquí.
Tal vez aun no te haya contado
De mis sueños bordados
En las siestas vespertinas.
Cuando toda la gente parte
A los cafés, a los bares, a los cines, en fin,
cuando pretende desprenderse de la soledad.
Tal vez aun no te haya dicho
Que en esos sueños
Mi imaginación te incluye.
Ha fabricado un holograma de ti.
Tal vez aun no te haya contado
Limeña,
De lo que sin querer provocas.
Jano. 05/11/04
Alejandro Arrieta
3. Poemas personales
Cosas
Todo mi marxismo pierde el equilibrio
Cuando pienso en ti.
El humo azul de mi tabaco
Se hace lento
Y difícilmente se dispersa.
La noche llega y no tengo sueño
La señal del televisor brinca de un canal a otro.
Los noticiarios concluyen.
Afuera, los autos Arrastran su cansancio entre los humos negros.
La ciudad se vuelve un monstruo silencioso.
Cinco diarios con sus hojas arrugadas, aguardan sobre una mesita de
cristales mal cortados.
Miro el reloj; la medianoche se Ha sobre pasado
Por tres minutos.
Mi coherencia se pervierte.
Me quito los anteojos
Me aflojo los botones de la camisa
Suelto las agujetas de mis zapatos.
Miro el calendario
Cuento cada uno de los tristes
Días de diciembre.
El librero está repleto de cientos,
De miles de cuartillas, de tratados políticos y económicos.
De enciclopedias, en fin, de libros viejos e inútiles.
Todo mi marxismo pierde el equilibrio
Cuando pienso en ti.
Cuando las horas pasan y la soledad se vuelve más y más espesa.
Cuando estás lejana
Y cada parte de esa distancia
Me brinda estocadas de desesperación.
La noche es fría y difícil
Todo lo que queda cercano a mi vista se convierte en una espiral gris.
Viajo a contracorriente del transito de la nocturnidad.
Todo mi marxismo pierde el equilibrio
Cuando pienso en ti.
Jano. 22/11/04
Alejandro Arrieta