El documento habla sobre un ingeniero que arregló una computadora valuada en 12 millones de dólares apretando un tornillo. Cuando el presidente de la compañía se negó a pagar los $1,000 que el ingeniero cobró, este le envió una factura detallando $1 por apretar el tornillo y $999 por saber qué tornillo apretar. La lección es que a veces las tareas que parecen simples requieren un conocimiento experto que no debe ser subestimado.