Messaggio della Consigliera per le Missioni_14 agosto 2021 por
Sma. Trinidad, ciclo A
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Lectio Divina, Solemnidad de la Santísima Trinidad, Ciclo ‘A’
Dios nos invita a vivir en comunidad
Juan 3, 16-18
Los versículos del Evangelio de este domingo son parte del discurso que
Jesús entabló con Nicodemo (Jn 3, 16-21). En él, Juan, el evangelista,
explicó a la comunidad de finales del primer siglo, qué importante era renacer
a la fe (Jn 3, 1-5). Nicodemo no comprendia lo que Jesús le decía, y
seguramente los primeros cristianos estaban en la misma situación que él.
La Fiesta de la Santísima Trinidad, del Ciclo ‘A’ nos ofrece solo tres
versículos. Estos nos adentran en el misterio del Dios Trino y lo que éste significa para
nuestra vida. Intentemos profundizar con la mente y el corazón esta verdad de fe.
Celebramos a Dios como Padre, a Jesús, como Hijo, y al Espíritu Santo, como fuente del
Amor. En silencio admiremos lo que significa vivr en relación con la Trinidad, que si bien
supera nuestra capacidad intelectual, atrae y plenifica nuestro ser.
SEGUIMIENTO
16. Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no
perezca, sino que tenga vida eterna.
17. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de Él.
18. El que cree en Él no será condenado; por el contrario, el que no cree en Él, ya está
condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios.
LEER: entender lo que dice el texto fijándonos cómo lo dice
Nicodemo era un hombre experimentado
en las cosas de Dios. Quiso platicar con
Jesús. Lo que él sabía de la Ley de Moisés
y lo que descubría en Jesús lo inquietaba.
Quería ver si coincidía la novedad
anunciada por el Maestro y lo que era su
acerbo religioso.
A la vez, Jesús quiso que Nicodemo
entendiera (y en él, todos nosotros), que el
único modo como podemos comprender
quién es Dios es viviendo en la salvación
que Él nos ha ganado, en Cristo JESÚS.
Cuántos de nosotros aceptamos sólo lo
que está de acuerdo con nuestras ideas, y
rechazamos lo que no capta nuestro
pensamiento en relación a Dios.
* Cuando Juan el evangelista recoge las
palabras de Jesús, tiene delante a las
comunidades de finales del siglo primero;
escribe para ellas. Las dudas de Nicodemo
eran también sus dudas. Y lo que Jesús le
dijo a su interlocutor fue lo que el
necesitaban escuchar.
Probablemente la conversación entre
Jesús y Nicodemo formaba parte de la
catequesis bautismal, puesto que el texto
dice que era necesario renacer ‘del agua y
del Espíritu’ (Jn 3,6).
El misterio de la Trinidad en los escritos de
Juan:
* Lo presenta como la fuente y el destino
del Credo. Todo lo que afirmamos con
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claridad con respecto a la Santísima
Trinidad lo encontramos en el Nuevo
Testamento. Este evangelio nos ayuda a la
vivencia de este Misterio.
* Subraya la unidad profunda entre el
Padre y el Hijo, cuya misión es revelar el
amor del Padre (Jn 17,6-8). Cuando Él se
proclama: "Yo y el Padre somos una cosa
sola" (Jn 10,30) quiere manifestar la
unidad tan intensa que hay entre los dos. Y
llega a ofrecer la posibilidad de ver el
rostro del Padre en el suyo.
Revelando al Padre, Jesús comunica un
espíritu nuevo " el Espíritu de la Verdad
que procede de los dos" (Jn 15,26).
A petición del Hijo, el Padre envía a cada
uno de nosotros este Espíritu, para que
nos renueve y permanezca en nosotros.
Él viene del Padre, (Jn 14,16) y del Hijo (Jn
16, 27-8), y es el comunicador (Jn 15,26-
27).
Los cristianos miraban la unidad de Dios
para poder entender la unidad que debían
vivir (Jn 13, 34-35; 17,21).
* Juan dice lo que es y lo que piensan las
comunidades y también lo que ellas
esperan del Padre, que está con el Hijo y
con el Espíritu Santo.
El Nombre del Padre, como Alfa y Omega,
como El que es – como el que Era – como
el que vendrá, (cf. Is. 44,6; Ap 1,17), nos
lo presenta como el principio y el final de la
Historia.
¡No hay puesto para otro dios! Los
cristianos no comulgaban con la ideología
del imperio romano, que divinizaba a los
emperadores ni tenían una mentalidad
fatalista, sino que fueron creciendo en la
conciencia de ser de Dios, y se fueron
confiando a su providencia amorosa.
El evangelio de Juan ofreció a los primeros
cristianos la seguridad de que Dios no es
un Dios distante, sino cercano, que está en
medio de su pueblo, estuvo y estará
porque ama como nadie pudo hacerlo.
La concepción trinitaria de Dios lo incultura
y lo hace capaz de conducir la Historia,
porque está dentro de su devenir,
haciéndose uno con su Pueblo (Cfr. Jn 1,
14). El Misterio de la Encarnación es
consecuencia de la Trinidad, porque Dios
amor nos regaló a su Hijo y nos acompaña
con su Espíritu, hasta que regrese al final
de los tiempos, para concluir su obra
salvífica, obra de los TRES.
Después del tiempo de Alejandro Magno,
los cristianos comprendieron más y mejor
la omnipotencia de Dios. Para ellos, el
verdadero rey es Dios, solo era el Dios de
Jesucristo, que siendo creador, es el Dios
fuerte y capaz de conservaren el bien a los
que ama.
El título de Dios Omnipotente refuerza la
certeza de la victoria y suscita el canto, el
gozo y la alabanza de los cielos y de la
tierra nueva que agradece la vida y la
acción de Dios, Uno y Trinora (Ap 21,2).
Juan nos asegura que el Hijo es Testigo
veraz del Padre, Primogénito de los
muertos, Príncipe de los reyes de la tierra.
Es testigo veraz, mártir de su verdad.
Capaz de testimoniar la Buena Nueva de
Dios Padre y fiel con su identidad de Hijo,
hasta dar la vida por confesarse de verdad,
el enviado del Padre. A tal testimonio, su
Padre responde con la resurrección (Fl 2,9;
Hb 5,7).
En el interior del Misterio de la Trinidad
está Jesús, como el Primogénito del
Padre, el Hermano mayor (Cl 1,18), que
resucitando de entre los muertos, nos abrió
las puertas de la gloria, para que podamos
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alcanzar la contemplación eterna (Cfr. Jn
3, 16).
¡La victoria de Cristo Jesús sobre la
muerte es nuestra, como nuestra es
también la posibilidad de entrar en
comunión con Dios, Uno y Trino!
El Hijo es el Príncipe de los reyes de la
tierra. Este título se daba al emperador de
Roma. Los cristianos empezaron a dárselo
a Jesús. A partir de Pentecostés, plenitud
del tiempo pascual, Jesús se coloca en lo
pintimo del Padre, en comunión con el
Espíritu Santo (16,13). Con Él
proclamamos y celebramos a la
TRINIDAD.
El anhelo de todo ser humano es ver a
Dios, ver su gloria. Estamos llamados a la
unificar nuestra vida y a caminar a hacia
una plena realización. Conel salmista
decimos: con el salmista decimos:
“Guíame hacia la verdad”(Salmo 24, 5;
143,10). Tenemos una sed ardiente de
conocer a Dios, de entrar en comunión con
Él.
Como el pueblo de Dios en el desierto,
solo podremos conocer a Dios, si Él no
nos guía (Cfr. Éxodo 15,13; Isaías 49,10).
Esa guía es y será el Espíritu Santo (Isaías
63,14).
Él nos lleva a Dios, nos hace llamarlo
Padre, y nos injerta en Cristo Jesús.Él es
la fuerza transformadora y orientadora que
lo unifica todo en la plenitud de Cristo a lo
largo de la Historia.
Es el Espíritu quien anunciará lo que ha de
venir: más que todo lo que va a pasar en el
futuro, nos revela cómo tenemos uqe
actuar para ser hijos en el Hijo…. El
Espíritu no permite que las eventualidades
desvíen a los discípulos de Jesús, sino por
el contrario, los lleva a hacer presente y
actual el Plan del Padre Dios.
El Espíritu, en comunión con el Padre y el
Hijo llega hasta el corazón. Él coloca en lo
más hondo de nuestro ser a la TRINIDAD
TODA.
La Trinidad Santa nos habita de manera
inefable. Gracias a la “guía” del Espíritu
que todo lo conduce “hasta la Verdad
completa”, nuestra vida se va cristificando,
impregnando de sus sentimientos… La
identidad con el Hijo, la participación en su
gloria, es posible por el Amor de Dios,
personificado en su Espíritu.
Podemos compartir la vida trinitaria de
alabanza recíproca, de amor y de gozo, de
paz y de libertad porque los TRES nos
poseen.
No se puede ser cristiano completo sin
vivir en la Trinidad, porque la novedad de
la vida bautismal – es ser del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo”. “El amor de
Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos ha
sido dado” (Romanos 5,5).
MEDITAR: Aplico lo que dice el texto a mi vida
Confesamos que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, gracias a la enseñanza, a la vida y al
ministerio de Jesús, quien vino a revelarnos su gran verdad.
El pueblo de la Biblia la presentía; la primera comunidad la hizo suya, experimentando lo que
Dios iba haciendo en su vida.
Pero la intimidad de los Tres fue vivida espontáneamente a la luz de la Pascua, y se confirmó
con la venida del Paráclito: “Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la
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verdad completa” (Juan 16,13). La experiencia los llevó a la “formulación”; de la vivencia
llegaron a la comprensión. Dios Trino fue fe y vida, vida y fe para la comunidad apostólica.
¿Qué experiencia tengo del Misterio de la Santísima Trinidad? ¿Qué relación vivo con el
Padre, con el Hijo y con su Espíritu? ¿A qué me ha llevado esta comunión con los Tres?
¿Qué testimonio doy de Dios Trinidad a los que tengo cerca?
Jesús reveló el Misterio de Dios Padre y Dios Espíritu Santo, viviendo en íntima comunión
con ellos:
• “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre… Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí”
(14,9.11).
• “Si alguno me ama, guardará mi Palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos
morada en él” (14,23).
• “El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo” (14,26).
• “Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros” (15,9).
• “Que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en
nosotros” (17,21).
• “Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios” (20,17).
• “‘Como el Padre me envió, también yo os envío’. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
‘Recibid el Espíritu Santo’” (20,21b-22).
¿Qué cita evangélica me ayuda a comprender mejor el Misterio Trinitario
y a qué me invita esta Palabra?
¿Cómo ilumina la Trinidad Santa, comunidad perfecta de amor, la vida
comunitaria de la Iglesia, de la familia, de las parroquias, de las
pequeñas comunidades a las cuales pertenecemos? ¿Por qué la Trinidad
es una escuela a seguir en la vida?
ORAMOS nuestra vida desde este texto
Padre Dios: Que te nos revelaste en tu Hijo muy Amado. Concédenos ser hijos, en Él y como
Él. Que guiados por tu Espíritu Santo nos llenemos de su fuego renovador y hagamos
posible la salvación en nuestro derredor. Que la comunión que hay en ustedes, Trinidad
Santa sea un ejemplo a seguir, para que curemos el desamor en nosotros y en los que nos
rodean y seamos fuertes en la misión que tenemos como bautizados, en compañía de María,
la criatura que mejor se dejó poseer por Ti, ahora y siempre. ¡Así sea!