La monarquía absoluta concentra todo el poder político, religioso y militar en una sola persona, el monarca hereditario. El monarca gobierna sin límites a su autoridad y la sociedad se divide jerárquicamente en tres clases, con privilegios para la nobleza y el clero. Aunque las decisiones se toman rápido, carece de representación popular, libertad de expresión y culto.