En el imperio romano, César Augusto era el emperador y Herodes gobernaba Judea de forma cruel para complacer a los romanos. Los romanos permitieron la práctica religiosa judía a cambio de obediencia y tributos. La sociedad judía estaba dividida en sacerdotes, publicanos, profesionales, trabajadores agrícolas y esclavos, siendo los marginados como leprosos los más desfavorecidos.