Este documento presenta el método "Arquiflexión" para intensificar las experiencias estéticas compartiendo reflexiones sobre arquitectura y arte de forma dialógica. El método guía a los participantes a observar detenidamente un espacio, compartir sus percepciones visuales, e interpretar los significados y sensaciones que evoca en ellos, lo que les ayuda a superar el hábito de no ver y a generar significados de forma colectiva. El documento ilustra este método a través de su aplicación en el Pabellón Mies van der Rohe en
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Arquiflexión: experimentar la arquitectura a través del diálogo
1. ARQUI·FLEXIÓN: experimentar la arquitectura, reflexionar sobre el arte.
Vander Lemes es PMD por Esade, arquitecto, doctorando en Filosofía. Socio Fundador de Lead Learning
Lab (vlemes@leadlearninglab.com)
Artur Massana Fisa es MBA por Esade y Filósofo analítico. Socio Fundador de Lead Learning Lab
(amassana@leadlearninglab.com)
Resumen Este artículo presenta el método dialógico bautizado de “Arquiflexión” como instrumento para
intensificar y compartir las experiencias estéticas a partir del lenguage no-verbal de la Arquitectura y
del Arte. Por un lado, se ilustra el método mediante un caso concreto realizado en el Pabellón
alemán Mies van der Rohe en Barcelona, y por otro lado se defiende su valor en cuanto herramienta
pedagógica de pensamiento colectivo, construcción de significados y evaluación de juicios estéticos
acerca de un espacio arquitectónico u obra de arte.
Abstract This article presents the dialogical method named “Arquiflection” as a tool to intensify and share the
aesthetic experiences based on the non-verbal language of Architecture and Art. On the one hand,
the method is illustrated by a concrete case performed in the German Pavillion Mies vand der Rohe
in Barcelona; and on the other hand, the article defends its value as a pedagogical tool for collective
thinking, construction of meanings and evaluation of asthetic judgments about an architectural space
or piece of Art.
Palabras Diálogo – collective thinking – creación de significados – experiencia estética
clave
Key Words Dialogue – collective thinking – creation of meaning– aesthetic experience
Del hábito de no-ver a la experiencia de generar significados
La construcción de significado a partir de una realidad compleja e intraducible es un tema central en la
teoría de la recepción del arte. La experiencia estética tiene lugar a partir de un diálogo entre el receptor y el
objeto estético. En este diálogo entre el objeto estético y el sujeto intervienen, por un lado, la obra en sí y,
por otro lado, el repertorio informacional de la mente interpretadora del sujeto.
La arquitectura, en cuanto arte, trasciende su aspecto funcional y cobra autonomía por su carácter de texto
no-verbal que nos narra historias, comunica valores, costumbres, deseos y creencias al lector que logra
superar el hábito de no-ver. El lector o receptor del objeto arquitectónico es más que simplemente un
usuario del espacio. Leer el espacio supone interactuar con ese texto no-verbal de forma permanente y
selectiva, bajo el filtro de un repertorio previo de vivencias, ideas y conocimientos que lleva a la construcción
de significados.
Sin embargo, el hábito cotidiano de usar el espacio, nos dificulta la percepción de su texto no-verbal.
Percibir el espacio más allá de su estructura material y sus relaciones tridimensionales es establecer una
relación de contextualización que lo convierte en un lugar, prestándole significados substantivos.
Mientras que el texto verbal tiene su sintaxis propia y una redundancia informacional que le confiere un
grado de seguridad en la información a transmitir, el texto no-verbal gracias a su frágil estructuración
sígnica y su alta tasa informacional se convierte en una no-codificación que no sigue un orden organizado
bajo un encadenamiento lógico tal como ocurre con el texto verbal. La lectura no-verbal está
constantemente sometida al filtro altamente selectivo del repertorio del receptor. El aprendizaje de esta
lectura no-verbal requiere de una didáctica propia que ayude a superar el hábito de no-ver, haciendo el texto
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no-verbal reconocible, traducible y tangible.
¿Cómo podemos superar este hábito de no-ver? ¿Podemos intensificar nuestras experiencias estéticas
compartiéndolas dialógicamente? Esta comunicación pretende acercarse a las respuestas a estas dos
preguntas mediante un caso concreto llevado a cabo por el equipo de Lead Learning Lab durante el festival
de arquitectura 48h Barcelona Open House.
Un caso concreto: el pabellón Mies van der Rohe
Open House es un concepto surgido en Londres en 1992 para ofrecer una oportunidad a los ciudadanos de
conocer la Arquitectura. Fue organizado por primera vez en Barcelona en 2010 bajo el nombre 48h
Barcelona Open House. Durante todo un fin de semana 146 edificios de Barcelona abrieron sus puertas y se
invitó a los participantes a experimentar la arquitectura con una nueva intensidad, con la ayuda de visitas
guiadas en la mayoría de los casos.
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D’ALESSIO FERRARA, Lucrecia: A estratégia dos signos, Perspectiva, São Paulo, 1986.
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2. La metodología que aquí se describirá es distinta a la típica visita guiada, en la medida en que no aporta
contenido al usuario mediante un guía que nos ilustre e informe sobre todo lo que hay que saber sobre del
edificio. Se bautizó el método con el nombre de Arqui·flexión: una reflexión sobre la Arquitectura, en la cual
no existe la figura del guía, sino que se desarrolla con ayuda de un facilitador que no tiene otro objetivo que
marcar las pautas para el proceso de reflexión de los participantes, en sintonía con el espíritu de la
mayéutica socrática.
El edificio propuesto para realizar la actividad fue el emblemático pabellón alemán proyectado por el
arquitecto Mies van der Rohe para la exposición internacional de 1929, desmontado en 1930 una vez
acabada la exposición y posteriormente reconstruido en 1986.
Los participantes fueron reunidos en pequeños grupos de 8 a 10 personas en sesiones de una hora
aproximadamente. Se realizaron dos sesiones con dos grupos distintos.
La actividad consiste en un procedimiento concreto a seguir que tiene por objetivo intensificar la experiencia
estética de los participantes proponiéndoles agudizar sus sentidos, superando así el hábito de no-ver, en
tres momentos claramente diferenciados.
Aproximadamente dos tercios de los participantes no habían estado nunca en el interior del pabellón y
solamente dos participantes conocían referencias previas del edificio, de su autor o de su importancia para
la historia de la Arquitectura. No se hizo ningún tipo de introducción histórica sobre el edificio y su autor.
Forzando la mirada
En el primer turno, los participantes recibieron instrucciones para forzar la mirada y captar todos los
aspectos visuales de la obra: todos sus detalles, colores, texturas, objetos, describir las relaciones espacio-
visuales detectadas y otras dimensiones formales que confieren carácter a la tectónica del espacio. Se trata
de un acercamiento intencional, de lo general a lo particular, con la intención de conducir al extrañamiento
ante lo que objetivamente está ahí, perceptible en primer lugar por la mirada. El punto de partida de la
experiencia estética en este caso es la mirada, que es el reconocimiento de la mezcla de elementos que
construyen el espacio y como éstos se interrelacionan en su pluralidad más o menos caótica ante los ojos
atentos. La mirada curiosa busca romper la cotidianeidad del simple uso, pues sabemos acceder a los
edificios, abrir sus puertas, sentarnos en los sillones y llevar a la práctica todos sus rituales funcionales
cotidianos. Sin embargo, con este paso preliminar se pretende salvar el primer escalón de la toma de
conciencia sobre lo que hay para ver, sin la urgencia de atribuirle un significado o tejer su simbología. Se
trata de una constatación objetiva, como si uno estuviera ante una poesía de la cual hay que contar sus
frases y sus versos, reconocer sus rimas, sus ritmos y cadencias, identificar relaciones sintácticas
dejándose sorprender ante la presencia inesperada de elementos insólitos a nuestro repertorio.
Los participantes pudieron circular durante un período de tiempo previamente pactado para observar
individualmente el recinto y apuntar de la forma más objetiva posible todo lo que eran capaces de ver. El
texto no-verbal tiene una alta tasa informacional que exige una estructuración inicial de sus signos, en la
cual el lector opera con los filtros selectivos de la mirada. Esta fase es un confronto solitario con la realidad
observable y una composición de lugar ante la obra.
Transcurrido este primer período de observación el grupo se reunió en plenario para compartir aquello que
cada uno por separado había captado con la mirada. Cada participante leyó lo que había escrito mientras
los demás escucharon atentamente. La escucha activa de las experiencias de los demás representa en sí
mismo un ejercicio revelador de reelaboración de la información percibida individualmente por cada
participante. El rol del facilitador es garantizar el proceso para que las narrativas se anclen en los aspectos
visuales concretos y evitar la tendencia natural en adelantarse a la fase interpretativa y simbólica.
Los participantes adoptaron distintas aproximaciones desde un amplio abanico de perspectivas: desde el
listado de elementos descritos de manera factual en una yuxtaposición a modo de una “lista de la compra”,
hasta las narrativas más pictóricas del espacio mediante la cual una persona con los ojos cerrados podría
incluso imaginar el recorrido en todos sus detalles.
Se expusieron aspectos del vocabulario compositivo del edificio como: la materialidad de los elementos, los
despieces de los revestimientos, las dimensiones de las piezas de mármol, la perfección de los encuentros
entre planos, las juntas, las simetrías de las vetas de los revestimientos pétreos, los reflejos de las láminas
de agua, el juego de transparencia y opacidad de los cristales, el protagonismo de la estatua al fondo, la
extrañeza de unos pilares metálicos cruciformes separados de las paredes, la apertura hacia el exterior y la
ambigüedad que se genera entre dentro y fuera, la horizontalidad del conjunto, etc.
Los participantes compartieron sus diferentes perspectivas y maneras de forzar la mirada hacia el mismo
objeto. En esta operación los participantes expresaron su satisfacción al escuchar las diferentes maneras de
percibir un espacio a la vez que se planteaban preguntas que les hacía despertar un interés renovado por
seguir descubriendo más sobre el edificio. Las incógnitas acerca del proceso constructivo y las ideas que
subyacen al proyecto prepararon el camino hacia la siguiente ronda.
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3. La historia detrás de la historia
En el segundo turno los participantes recibieron la instrucción de preguntarse por aspectos sensibles y por
el significado subyacente a lo que veían: ¿qué siento en este recinto? ¿qué me transmite este espacio?
¿qué evoca a en mí este lugar? ¿qué historias expresa y cómo se insiere en un contexto más amplio?
Ésta suele ser la ronda más larga y más rica en significado. En la primera ronda el texto no-verbal quedó
reconocido en sus elementos constituyentes y cada participante empezó a construir su propia sintaxis de lo
visible. En la segunda ronda se dedican a ensamblar las frases y vocablos superando la simple descripción
para alcanzar posiciones más ambiciosas. La mente interpretadora rescata su repertorio de experiencias
vividas, sus preconcepciones arraigadas y conservadas en la memoria construyendo, así, relaciones y
estableciendo asociaciones que producen inferencias perceptivas sobre el espacio, prestándole significado
y convirtiéndolo en un lugar.
Se repitió el mismo procedimiento de la primera ronda: se pactó un tiempo para que los participantes
circularan por el recinto y tomaran apuntes sobre sus impresiones y sensaciones, para luego reunirse en
plenario y compartir sus percepciones.
Las interpretaciones fueron muy distintas -hecho previsible-, poniendo de manifiesto la relación engendrada
entre el repertorio personal y la obra en sí: “frialdad incómoda”, “racionalidad estética”, “serenidad
placentera”, “desprotección”, “desangelado y austero”, “silencio y paz”, “vacío y mínimo”, “lugar
deshumanizado”, “elegancia y suntuosidad”, “funcionalidad”, “lugar de paso”, “evoca muerte y misterio”,
“evoca lo desconocido”, “me siento en una tumba”.
En un texto verbal se reconocen los signos gráficos y sus frases. La adecuación del mensaje verbal al
repertorio del receptor es necesaria para la eficiencia informativa. Un texto no verbal provoca y estimula
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asociaciones en el repertorio del lector. “No se lee lo escrito, porque allí nada se escribe” . Por lo tanto, no
hay mensaje a adecuar. La construcción de significados es tanto más eficiente cuanto sea la capacidad del
lector para inferir, operar con repertorios distintos y aprender del espacio que le envuelve. No se lee el
significado, sino se vive la experiencia de generarlo.
Esta experiencia es por fuerza tan heterogénea cuanto variados son los modelos mentales y los repertorios
de los participantes. En ello reside la riqueza del proceso dialógico al compartir las distintas experiencias y
asociaciones en grupo.
Dialogando sobre lo bello
Finalmente dirigimos a los participantes a la cuestión del valor: ¿veo belleza en ello? ¿Me gustaría habitar
este espacio? ¿Cuáles son mis razones?
Es la ronda más corta. Hablar del concepto de belleza es un reto inabarcable en el marco de este ejercicio,
sin embargo el tema se hace más cercano con la pregunta: ¿Te gustaría habitar este espacio? Habitar en
este caso cobra un sentido amplio. El participante toma posición ante su propio juicio perceptivo construido
a lo largo de los turnos previos. El diálogo cobra un ritmo más fluido y se guía por la hipótesis de que lo bello
despierta un interés en acercarse a ello. A veces esta hipótesis se confirma, a veces no. El proceso
dialógico lleva al participante a plantearse preguntas fundamentales acerca de lo que percibe y la idea
preconcebida acerca de la estética. Una posibilidad de continuación de la sesión sería elegir una de esas
preguntas, la más adecuada, y proseguir la investigación mediante un diálogo socrático.
¿Qué aporta de distinto a una visita guiada?
Se finaliza la sesión con una ronda de evaluación final en la que los participantes dan su feedback acerca
de la experiencia. ¿Cómo vivieron la experiencia? ¿Qué les aportó de distinto de una visita guiada? ¿Qué
ha cambiado en su forma de relacionarse con la arquitectura después de la experiencia?
“No pensé que pudiera descubrir tantas cosas por mi mismo”; “Me gustó que tuvimos tiempo de parar para
ver y reflexionar, más que el típico bombardeo de información”; “tengo ganas de saber más sobre la historia
de este edificio... me intriga”; “me ha ayudado a fijarme más en los edificios antes de formular una opinión”.
La actividad equilibró momentos de intensa contemplación individual con momentos para poner en común
los resultados y construir dialógicamente una percepción más compartida, más amplia de la realidad a
través del espacio, sus características objetivas y subjetivas.
Una posterior investigación empírica o histórica sobre el edificio probablemente tendría otro sabor para los
participantes después de pasar por esta reflexión. Representaría avanzar un escalón más en su aprendizaje
y en sus juicios estéticos.
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D’ALESSIO FERRARA, Lucrecia: Ver a cidade, Nobel, São Paulo, 1988. Pág.32
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4. ¿Qué beneficios se puede esperar de una experiencia estética compartida?
La fuerza del hábito nos dificulta el percibir y el ver. El hábito del simple uso inmoviliza el extrañamiento que
nos permite aprender de lo que vemos y de lo que experimentamos. “Muchas veces no tenemos idea de lo
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qué hay para ver y qué pensar sobre ello cuando nos encontramos delante de una obra de arte”. ( )
La Arquitectura, como el Arte, instiga la mirada. Su texto no verbal invita a mirar una y otra vez y a
descubrir cómo su lenguaje interactúa con nuestras expectativas, nuestras ideas preconcebidas y nuestros
modelos mentales. “La experiencia estética se diferencia del resto de las funciones mundanas de la vida por
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su singular temporalidad: permite que se vea de una manera nueva”.
Esta actividad compartida enriquece la construcción de significados, nutre la imaginación y fomenta el
aprender desde diferentes puntos de vista. La naturaleza diálogica de la actividad ejercita el escuchar
activamente e intensifica la elaboración de nuestros significados a partir de las descubiertas del otro,
invitando a la síntesis al formular juicios sobre el arte.
El carácter socrático de la actividad se fundamenta en el proceso mayéutico que conduce al participante por
la vía de la reflexión autónoma sobre sus propias experiencias. En cuanto herramienta pedagógica, su
mayor y más evidente beneficio es el de ampliar nuestra capacidad crítica al emitir juicios y enunciados
sobre el lenguaje no-verbal de la Arquitectura y en definitiva, del Arte.
Cuando Sócrates pedía a sus compañeros en sus diálogos para dar cuenta de sus actos y pensamientos,
les estaba invitaba a expresar el logos que fundamentaba sus ideas y acciones. Sócrates buscaba las
razones para sus puntos de vista, una explicación para sus comportamientos, la historia por detrás de sus
posiciones.
Posibles aplicaciones del método
La primera aplicación de este método dialógico de reflexión sobre el arte se inscribe en el ámbito de las
instituciones culturales como método de aprendizaje para estimular y enriquecer la experiencia estética de
una obra de arte. Mediante esta herramienta la institución cultural podría evaluar el impacto de una
exposición, o de una obra sobre su público, teniendo en cuenta la dimensión social de sus usuarios y
aquellas cuestiones que su público se plantea a partir de sus experiencias estéticas.
Una segunda posible aplicación se aplica a empresas del ámbito privado dedicadas al interiorismo y al
retail design, esta herramienta sería útil para evaluar políticas de comunicación visual y visual
merchandising en espacios comerciales y puntos de venta. Los potenciales usuarios del espacio comercial
serían guiados a proceder según unos parámetros que puedan hacer más objetiva su evaluación.
Esta aplicación es extensible a la evaluación de políticas públicas en el ámbito de la Arquitectura
permitiendo recoger el feedback de los usuarios mediante un metodología robusta.
Conclusión
Hemos tratado de exponer la utilidad del método bautizado aquí como Arquiflexión en cuanto herramienta
pedagógica de reflexión compartida, construcción de significados y evaluación de juicios estéticos sobre un
espacio arquitectónico u obra de arte.
Toda experiencia estética auténtica es capaz de producir algún cambio en nosotros, en nuestra forma de
percibir el mundo y atribuirle significados.
Abrirse a las experiencias estéticas en un espacio de reflexión compartido establece un marco seguro que
permite entender las diferencias sobre nuestras maneras de experimentar y generar significados sobre el
mundo. Significa ganar consciencia sobre nosotros mismos a la vez que profundizamos el respeto mutuo y
por la diversidad de la percepción humana.
El método se plantea como una herramienta lúdica y distendida que nos permite entender en qué se
fundamentan los juicios estéticos de los participantes ante una obra de arte en sentido amplio. Como
método de reflexión pretende marcar unas pautas que eviten la abstracción estéril y -por esta misma razón-
frustrante, al paso que refuerza el apoyo del pensamiento colectivo en la construcción de significados.
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KESSELS, Jos; Boers, Erik; Mostert, Peter: Free Space and room to reflect. Field guide to conversations, Boom publishers,
Amsterdam, 2009. Pág.85
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JAUSS, Hans Robert: Ästhetische Erfahrung und literarische Hermeneutik (4a. ed.), Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1984. Pág.39
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