La poesía del encarcelamiento de Raúl Zurita en el aula: una propuesta didáctica
Valoración de la actualidad Descartes 2015
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I.E.S. Virgen del Carmen
Curso 2014-2015
Historia de la filosofía
Valoración de la actualidad de DESCARTES
EL PROBLEMA DE LA COMUNICACIÓN DE LAS SUSTANCIAS: PUEDE
HACER UNA MÁQUINA, MATERIAL, UNA OPERACIÓN LÓGICA,
INTELECTUAL.
Fuente: https://sensibilidadartificial.wordpress.com/2012/12/03/puede-pensar-una-
maquina/
¿PUEDE PENSAR UNA MÁQUINA?
El ensayo de Alan M. Turing ¿Puede pensar una máquina? lo podemos
encontrar dentro de una compilación de textos titulada Mentes y máquinas,
publicado por la editorial Tecnos. Este ensayo es el mismo que salió publicado en
la revista Mind en 1947 y ha pasado a la historia de la ciencia ya que se considera el
antecedente de la IA. ¿Por qué? en este ensayo Turing formula diversos
cuestionamientos acerca de las propiedades que pueden llegar a tener las
máquinas y, también muy interesante, compara estas propiedades con las
capacidades humanas.
El principal objetivo del texto consiste en defender la hipótesis de que las
máquinas pueden pensar. El propósito de este objetivo, que formula el autor, es
intentar demostrar con ejercicios teóricos que las máquinas pueden llegar a
comportarse como el hombre, incluso imitar sus propiedades deductivas
racionales. Por lo tanto, la tesis principal consiste en analizar la capacidad que
puede llegar a tener una máquina para imitar la conducta humana.
Turing, pretende demostrar la tesis principal de este articulo a través del
juego de imitación, en el cual se establecen roles entre los participantes. En este
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juego intervienen 3 agentes, un ordenador (A), un hombre (B) y un interrogador
(C) que tendrá que discernir el hombre de la máquina. Para realizar el juego es
necesario que (C) esté en una habitación separado de (A) y de (B). Y la misión de
(A) es tratar de conseguir que (C) se equivoque.
La ventaja de este juego es que marca una línea divisoria entre las
capacidades físicas y las capacidades intelectuales del hombre, y el método usado
de pregunta y respuesta parece adecuado para introducir todos los campos de la
actividad humana que deseemos incluir y así intentar diferenciar el hombre de la
máquina. Si se tratara del caso contrario, si el hombre tuviese que pasar por una
máquina, Turing dice que sería una pérdida de tiempo, ya que nos delataría
nuestra lentitud e imprecisión aritmética.
El creciente interés por las máquinas pensantes de mediados del siglo XX
vino motivado por la aparición de un tipo de máquina en particular, el computador
digital. De acuerdo con esto, Turing, convendrá que sólo intervengan
computadores digitales en este juego. Él no se preguntaba sobre si todos los
computadores digitales darían buen resultado en el juego de imitación, ni siquiera
si los ordenadores de su época lo darían, sino, que se pregunta sobre si habría
computadores imaginables que dieran ese resultado. Turing ve muchas similitudes
entre el computador digital y las máquinas de Turing. Estas últimas, son aparatos
ideales de cálculo capaces de resolver toda función matemática que sea
computable, es decir, que su solución pueda ser obtenida mecánicamente.
Después de ver estas similitudes, Turing, empieza a defender la tesis de que
un computador digital puede hacerse pasar por un hombre con éxito durante el
juego de imitación, ya que estos permiten un almacenamiento de datos muy
fuertes y pueden emular estructuras racionales y procesos cognitivos como los de
los seres humanos. Porque este tipo de computador fue construido para llevar a
cabo operaciones que podrían ser realizadas por un calculador humano.
(…)
En 1990 se inició un concurso, el Premio Loebner, que consiste en una
competición de carácter anual entre programas de ordenador que sigue el
estándar establecido por la prueba de Turing. Un juez humano se enfrenta a dos
pantallas de ordenador, una de ellas que se encuentra bajo el control de un
ordenador, y la otra bajo el control de un humano. El juez plantea preguntas a las
dos pantallas y recibe respuestas. El premio está dotado con 100.000 dólares
estadounidenses para el programa que pase el test, y un premio de consolación
para el mejor programa anual. A día de hoy todavía no ha sido otorgado el premio
principal.
Por otra parte, Turing, en su artículo, también tiene en cuenta las opiniones
opuestas y las críticas posibles a su teoría provenientes de los diferentes ámbitos
sociales, culturales y científicos. Las objeciones a las que él intenta dar
respuesta son las siguientes:
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1) La objeción teológica: considera que el pensar es una función del alma inmortal
del hombre, por lo tanto, se cree que Dios ha dotado de alma al hombre, pero no a
los animales ni a las máquinas. Y debido a esta razón, ni los animales, ni las
máquinas pueden pensar.
2) La objeción del avestruz: sostiene que si existieran máquinas pensantes las
consecuencias serían terribles, por lo tanto, las personas que mantienen esta
objeción consideran que las máquinas pensantes no podrán existir. Turing
responde que se trata de una falacia lógica conocida como argumentum ad
consequetiam, es decir, un argumento que concluye que una premisa es verdadera
o falsa dependiendo de si sus consecuencias son buenas o malas. Así que esta
objeción muestra lo que nos gustaría que sucediese a los que la sostienen, no lo
que no puede suceder.
3) La objeción matemática: alega que hay una serie de resultados de la lógica
matemática que pueden usarse para demostrar que hay limitaciones en las
funciones de las máquinas de estado discreto. Las objeciones basadas en el
teorema de la incompletitud de Gödel suponen que la IA debe ser perfecta. Pero,
según Turing, la perfección no es requerimiento para ningún tipo de inteligencia.
4) El argumento de la conciencia: consiste en una frase del Defferson que dice que
<<sólo cuando una máquina sea capaz de componer un soneto mediante el
pensamiento y las emociones, y no por una conjunción causal de símbolos,
admitiremos que una máquina puede ser igual que el cerebro humano>>. Esta
objeción considera que un mecanismo nunca podrá simular a un hombre ya que no
será consciente de lo que escribe. Este argumento parece invalidar el test de
Turing, pero según él es fácil persuadir a los que sostienen esta posición porqué
están condenados a caer en una posición solipsista.
5) Argumentos basados en varias incapacidades: afirman que las máquinas nunca
serán capaces de hacer muchas cosas típicamente humanas, como por ejemplo: ser
cortés, ingenioso, amistoso, enamorarse, etc. Turing dice que estas afirmaciones no
están fundamentadas porque que no lo hayamos visto hasta ahora no quiere decir
que siempre será así.
6) La objeción de Lady Lovelance: ésta afirma que las máquinas no tienen
pretensiones de originar nada sino que simplemente hacen todo lo que sepamos
como ordenárselo. Turing dice que esto no quita que en el futuro pueda haber
máquinas pensantes, sólo muestra que aún queda un gran camino que recorrer.
7) El argumento basado en la continuidad del sistema nervioso: dice que nuestro
sistema nervioso no es parecido al funcionamiento de una máquina de estado
discreto. Al ser así, no tiene sentido que esperemos imitar a la conducta del sistema
nervioso con una máquina de este tipo. Pero Turing contra argumenta que el
funcionamiento de un cerebro continuo responde de manera discreta durante el
Test de Turing, por lo tanto, dentro de las condiciones del juego de imitación el
interrogador no podrá beneficiarse de esta diferencia.
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8) El argumento de la informalidad de la conducta: afirma que no es posible
producir un conjunto de reglas con el propósito de describir lo que haría un
hombre en cada conjunto de circunstancias posibles, es decir, que no se pueden
establecer reglas de conducta que den cuenta de todas las eventualidades. Como
tales reglas no existen, las máquinas no pueden parecerse a los humanos. Pero
según Turing, no hemos investigado lo suficiente para afirmar que no existen leyes
que regulen nuestro comportamiento.
9) El argumento de la percepción extrasensorial: dice que el test de Turing no
funcionaría al hacer el juego de imitación con un sujeto que posea capacidades
extrasensoriales y un computador, porque entonces sería fácil distinguirlos. El
mismo Turing, en su artículo, nos explica que no funcionaría porqué precisamente
esta situación sería análoga a lo que ocurriría si el interrogador se hablase a sí
mismo en voz alta y uno de los contrincantes lo escuchara a través de la pared. Por
lo tanto, se estaría incumpliendo una de las condiciones fundamentales que
regulan el juego, y por esa razón no sería válido.
(…) Hoy en día la ciencia ha seguido como vía de investigación la tesis de
Turing pero invertida, es decir, si el hombre puede asemejarse a una máquina.
Investigadores de la Escuela Médica de la Universidad Johns Hopkins y del
Instituto Médico Howard Hughes, en Estados Unidos, han descubierto que
eliminando ciertas proteínas de las conexiones neuronales del cerebro responsable
de almacenar recuerdos dolorosos, se pueden borrar de manera permanente los
recuerdos traumáticos. Aunque este hecho sólo se ha comprobado en ratones, los
científicos señalan que, en un futuro, este mismo mecanismo podría potenciar el
desarrollo de medicamentos que eliminen, también en personas, los miedos
ocasionados por eventos traumáticos. Dichos medicamentos potenciarían el efecto
de las terapias tradicionales aplicadas a ciertos trastornos, como el estrés post-
traumático.
Por lo tanto, los científicos afirman que en un futuro se podrán borrar los
recuerdos no deseados del cerebro, de forma selectiva y segura, del mismo modo
que borramos un documento del ordenador. Es de esperar, que miles de personas
que han atravesado situaciones traumáticas encontraran esta solución de lo más
apetecible. Aun así la controversia ética que generará será de gran importancia.
Ahora volviendo al tema inicial del post, la corriente fuerte de la IA apoya la teoría
de Turing. Ya que es partidaria de atribuir unos ciertos tipos de cualidades
mentales al funcionamiento lógico de cualquier dispositivo computacional, incluso
a los dispositivos mecánicos más elementales. Porque consideran que toda
actividad mental consiste simplemente en llevar a cabo alguna secuencia bien
definida de operaciones, es decir, algoritmos.
Para refutar esta posición, el filósofo John Searle desarrolla el siguiente
experimento mental en 1980 (llamado de la “caja China”). Para llevar a cabo este
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experimento debemos imaginarnos un individuo que se encuentra en una
habitación completamente cerrada en China. Por una rendija le son entregados
papeles con símbolos chinos que desconoce absolutamente pues el individuo no
conoce el idioma chino. Con unas instrucciones en su lengua madre se le indica que
debe sacar por la misma rendija una respuesta de acuerdo a un manual que se le ha
entregado. En dicho manual sólo aparecen símbolos chinos de entrada y los
correspondientes símbolos de salida. Así, el individuo puede localizar los símbolos
que le son entregados y puede sacar papeles con símbolos diferentes. Los chinos
que estén fuera de la habitación pensarán que el de la habitación conoce el chino
pues han recibido respuestas satisfactorias.
Searle considera que lo mismo ocurre con un computador. Éste manipula
diferentes códigos sintácticos que nada tienen que ver con la comprensión
semántica de los contenidos procesados. … Por lo tanto la tesis que sostiene la IA
fuerte que defiende que la simulación de la inteligencia es inteligencia, no tendría
éxito según Searle. Con este experimento también demuestra que el juego de
imitación de Turing no es una medida adecuada para valorar si las máquinas
piensan.
Pero, para Turing, igual que parar la IA fuerte, el cómo opere la máquina
interiormente no tiene importancia o lo que ocurre dentro de una habitación
donde se traduce chino, porque al fin y al cabo nosotros sólo percibiremos los
resultados. Pero Gödel afirma que cuando planteamos una cuestión
autorreferencial la máquina no es capaz de dar respuesta y eso la delata. Ahí
está la clave, un ser humano es capaz de dar respuesta a la formula gödeliana
porque es autoconsciente y porque no sigue un proceso algorítmico para ello. La
aplicación de este teorema demuestra que no somos meros sistemas formales, sino
que somos algo más. Algo le falta a la máquina de Turing para poder sustituir a un
ser humano en todos los aspectos de su existencia intelectual.
En resumen, parece que es admisible la posibilidad de construir máquinas
que simulen el pensamiento humano en muchos ámbitos. Sin embargo el carácter
no algorítmico de la conciencia impide ver al ser humano como un sistema
formal. Por lo tanto, esto me lleva a pensar que a no ser que haya un cambio
revolucionario en el paradigma tecnológico, las máquinas no llegara nunca a ser
conscientes de sí mismas y por lo tanto no llegaran nunca a pensar de la misma
manera que el ser humano.