La crisis económica mundial de 2008-2009 comenzó en Estados Unidos debido a factores como la sobrecalificación de productos, la crisis hipotecaria y de confianza. Se expandió rápidamente afectando a países desarrollados en Europa y otras partes con contracciones económicas y aumento del desempleo. También tuvo efectos en América Latina a través de la desaceleración de las remesas y el temor a mayor pobreza y desempleo.