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Cristo trajo libertad a los cautivos
(El verdadero evangelio en contra de las invenciones humanas
modernas sobre la expiación)
Introducción
―… la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.‖ Hebreos 12:24b.
Sin duda alguna la Preciosa Sangre de Cristo es la base de todo en la vida
cristiana. Por medio de ella es que logramos ser salvos. Además, ella misma
habla. Seguro le habla a Dios, también le habla al diablo y ciertamente nos
habla a nosotros. Pero ¿qué dice la Sangre de Cristo? ¿Y cómo es que por
medio de ella podemos ser salvos? Estas son preguntas sinceras que merecen
respuestas verdaderas. Dependiendo de la luz que tengamos y de algunas
otras circunstancias, bien pudiera ser que hasta cierto punto nuestra vida
cristiana y nuestro destino eterno dependan de la respuesta a dichas
preguntas, así que vale que las contestemos…
I)

La Obra de Cristo dentro del evangelio y los modelos que la
explican
Durante los primeros siglos de la existencia del Cristianismo, una de las
creencias fundamentales a las que uno tenía que adherirse para poder ser
considerado cristiano era en la Obra Consumada de la muerte, la sepultura y la
resurrección de nuestro Señor Jesucristo como el único y suficiente medio para
ser salvos del pecado y de sus consecuencias. Hasta la fecha, la mayoría de
los cristianos estamos de acuerdo en esa doctrina. Pero durante esos primeros
siglos, lo más importante siempre fue el qué (la Sangre de Cristo nos limpia), y
no tanto el cómo (de qué manera es que lo hace.)
Dado que el hombre orgulloso se cree muy sabio, se ha atrevido a proponer el
cómo. Tan es así, que actualmente existen al menos seis modelos que explican
la expiación (el modelo clásico del rescate de los cristianos primitivos y algunos
anabaptistas, el modelo escolástico de Anselmo de Canterbury de la
satisfacción, el modelo protestante tipo wesleyano del gobierno moral de
Jacobo Arminio, el modelo protestante reformado de Juan Calvino de la
Sustitución Penal, el modelo humanista de la influencia moral y el modelo de la
recapitulación), [1] y de esos modelos han surgido algunos otros más, e incluso
hay quienes adoptan un punto de vista ecléctico. En general, estos modelos
son sólo maneras de explicar una realidad inexplicable y se quedan muy cortos
en su alcance. Por esa misma razón, las diferencias en esto no deberían
separar a hermanos sinceros que andan en la verdad y que sostienen la fe que
fue una vez dada a los santos.
Sin embargo, lo que sí hemos observado es que el fruto que ha producido
algunos de estos modelos (en especial uno de los seis, que vamos a tratar a
continuación) es que mucha de la gente que los sostiene es hallada falta en
cuanto a la obediencia a Cristo; es decir, basa su cristianismo tan sólo en
moralidad muerta, en arrobadoras experiencias emocionales y en abstractos
dogmas teológicos, pero no hay una santidad ni una obediencia literal al Nuevo
Testamento que evidencie una verdadera relación con Dios. E incluso hemos
visto que dentro de los malos frutos que surgen de algunos de estos modelos,
también se halla el fruto de la disensión y la división, pues ya varios hermanos
se han separado de nuestro compañerismo y aún se han vuelto nuestros
enemigos y detractores tan sólo por nimias diversidades teológicas en cuanto a
estos puntos, acusándonos de herejía y de negar la eficacia de la Sangre de
Cristo, además de otras cosas.
Por ello, en este artículo deseo hacer una comparación básicamente de dos
modelos sobre la expiación: el modelo del rescate en contra del modelo de la
sustitución penal. La razón de escoger sólo estos dos modelos es que el
primero fue el que creyeron los cristianos primitivos y varios anabaptistas en la
historia, mientras que el segundo es el que se enseña de manera popular en la
mayoría de los círculos evangélicos hoy en día. (El resto de los modelos no nos
concierne, al menos no por el momento, sencillamente porque casi no son
conocidos ni popularmente enseñados.) Lo que haremos entonces, será
comparar los dos modelos mencionados con base en tres criterios: el fruto que
han producido, la historia de ambos modelos y, por último, pero más importante
que los otros dos, el apoyo bíblico que pueda tener cada uno. Al final dejaré
que decidas con cuál modelo te quedas. Primeramente estudiaremos…
Ia) La historia y el fruto del modelo reformado
Comenzaré explicando el modelo evangélico, que es el que ya todos
conocemos muy bien, y es el llamado modelo de la satisfacción y la sustitución
penal, el cual propone lo siguiente: ―Has quebrantado la Ley de Dios porque es
imposible guardarla a la perfección. Como Dios exige una obediencia perfecta
a la Ley y como la paga del pecado es muerte, estarás muerto (separado de
Dios) por la eternidad sin remedio alguno, a menos que se pague una pena (o
precio o castigo) por cada pecado que has cometido en toda tu vida. El único
pago suficiente y aceptable ante Dios es que alguien que sí haya guardado la
Ley a la perfección y jamás haya pecado, muera en tu lugar. Así que Dios
decidió matar a Su propio Hijo Unigénito para descargar toda Su Ira sobre Él,
en vez de descargarla sobre ti, y con eso, Dios el Padre satisfizo Su necesidad
legal, moral e innata de tener sangre inocente derramada que lo apacigüe.
Ahora, como Cristo ha muerto por nosotros una vez para siempre en la cruz,
Dios ya no estará airado con nosotros por no haber hecho lo que de por sí nos
era imposible hacer, y ya puede perdonarnos, de tal manera que así iremos a
vivir con Él en el cielo por la eternidad, siempre y cuando creamos fuertemente
(con el intelecto y en el mejor de los casos, con el corazón, sin nunca explicar
en verdad qué significa eso) en que ese Sacrificio Perfecto nos salva.‖
Lo anterior es la doctrina que ya todos conocemos y que seguramente hemos
sido enseñados (todos los que hemos sido evangélicos alguna vez). El fruto ya
también lo conocemos muy bien: iglesias enteras por todo el mundo que están
llenas de gente divorciada y vuelta a casar, de gente que no perdona y que
guarda rencor en el corazón, de gente que no pone la otra mejilla, de mujeres
insumisas que no visten con pudor y modestia ni cubren sus cabezas, de
jóvenes que son parte activa del ejército creyendo que al servir a su patria
sirven a Dios (en países bélicos como por ejemplo EU), de gente que, contrario
al Nuevo Testamento, ocupa puestos en el gobierno, de gente a la que le
importa más tener un coche último modelo e ir a centros comerciales, que orar
con fervor y predicar a las almas perdidas, de gente avara (incluyendo a los
mismos ministros), de gente que todavía practica el pecado socialmente
aceptable (e incluso algunos practican pecados escandalosos en secreto o en
público), de gente mundana, en donde los noviazgos y las fornicaciones son
frecuentes entre los jóvenes de la iglesia, los cuales en su mayoría sólo están
allí para divertirse por medio de los rallyes y los campamentos que se
organizan, y no para buscar a Dios, de matrimonios con iguales o a veces
hasta más problemas que la gente atea del mundo, en donde como la
salvación es tan personal y todo es tan personal, nadie se atreve a exhortar ni
reprender a su hermano, y cuando llega a ocurrir, el hermano recibe la
exhortación con resentimiento, dolor y hasta sarcasmo, en donde hay muchos
hijos rebeldes, en donde la gente va a servirse de Dios y no a servir a Dios,
etcétera… En fin, no ahondaré más en el fruto porque hasta un niño o hasta el
congregante más ciego puede ver que hay apostasía y gran decadencia en las
iglesias actuales, pero lo peor es que los que se dan cuenta de que hay algo
mal, piensan enmendarlo por medio de seguir sembrando la misma semilla
adulterada del mensaje reformado de los falsos profetas y asesinos Lutero y
Calvino.
La historia de este modelo reformado es la siguiente: Dicho modelo jamás fue
creído ni enseñado ni si quiera imaginado o pensado por ningún cristiano, ya
fuera verdadero o nominal, durante todo el primer milenio de cristianismo, sino
que fue hasta el siglo X, cuando Anselmo de Canterbury, arzobispo católico
romano, aproximadamente en el año 1070 d.C. escribió varias obras en las que
desarrollaba esta teoría (principalmente su obra Cur Deus Homo), [2] la cual
luego sería aumentada por Tomás de Aquino (también católico romano) en su
obra Summa Theologiae, y finalmente sería perfeccionada y sustentada
bíblicamente por Lutero, Calvino y Grottius, hasta convertirse en lo que se
conoce actualmente como el modelo de la sustitución penal, y que es lo que
casi todo el orbe evangélico actualmente cree, desde el menonita más estricto
hasta el metodista más liberal, y desde el bautista más conservador hasta el
pentecostés o carismático más salvaje. Como dato interesante, cabe señalar
que tanto la teoría católica de ―Santo‖ Tomás, como la teoría reformada de
Juan Calvino fueron aprobadas y firmadas como dogmas oficiales por el Estado
y por la iglesia que los respaldaba, en el Concilio de Trento y en el Sínodo de
Dort (en el que por cierto también se acordaron los cinco puntos del calvinismo:
el famoso TULIP), respectivamente (esto era de esperarse, ya que ambas eran
iglesias del estado [3], muy contrario a lo que enseña el Nuevo Testamento.)
A lo anterior, vamos a yuxtaponer…
Ib) La historia y el fruto del modelo del rescate
En contraposición con dicha teoría, el modelo del rescate (explicado más
adelante) fue creído y enseñado por prácticamente todos los cristianos
primitivos durante los primeros tres siglos de nuestra era. Muchos de estos
varones fueron discípulos de los apóstoles o discípulos de los discípulos de los
apóstoles. Los que desarrollaron este modelo a profundidad mayor fueron
principalmente Ireneo de Lyon, Orígenes de Alejandría, y Clemente, también de
Alejandría. [4] Tan es así, que el modelo del rescate fue enseñado por ellos,
que varios teólogos se refieren a este modelo también como ―patrístico‖
(haciendo referencia a los padres apostólicos) o como ―clásico‖ (haciendo
referencia a que es el clásico o el más antiguo.) (Interesantemente, hasta el
mismo ―San‖ Agustín, a pesar de ser padre del calvinismo y de la mariolatría (a
quien le hubiera ido muy ad hoc el modelo reformado) creía en el modelo del
rescate, pues el rescate era el único modelo que se conocía en ese tiempo en
la historia [5].) Muchos anabaptistas y otras iglesias pacifistas y no resistentes
se han adherido a este modelo del rescate. Obviamente, el fruto que hemos
visto tanto en los cristianos primitivos como en las iglesias de corte anabaptista
es muy distinto del que hemos visto en el cristianismo evangélico nominal. De
hecho, es tan distante como el agua y el aceite, y aunque ni las iglesias
primitivas ni las de los anabaptistas estuvieron exentas de faltas, de fracasos y
de problemas, su espíritu y su tenor de vida fueron lo más congruente en esta
Tierra, con lo que enseña el Nuevo Testamento y con lo que Dios espera de
nosotros, porque la mentalidad que ellos tenían de la vida cristiana era la de un
campo de batalla donde hay sangre, sudor y lágrimas, y donde hay que llevar
la cruz, en contraposición con la mentalidad evangélica de que la vida cristiana
es vivir una vida en un plano moral e intelectual más alto que el mundo, pero
todavía disfrutando de éste, como si fuera un campo de juego.
Con tan sólo conocer lo anterior, ya sería más que suficiente para
convencernos de que la teoría de la satisfacción penal está errada y que el
modelo del rescate es lo mejor y el más adecuado. Pero dado que los hijos de
Calvino y de los fariseos, respaldados por los hijos de Pilato, nos han querido
convencer con la misma Escritura de que aceptemos su doctrina nueva y
errada, en contra de la verdad vieja que desafía a las ideas nuevas, iremos
directo a las Escrituras, para ver qué enseñan realmente éstas acerca de la
muerte de nuestro Señor Jesucristo. Pido paciencia, conforme vamos paso por
paso, quitando el error y estableciendo la verdad, desde los fundamentos
mismos de ésta. Como todo en la teología, comenzaremos analizando…
II)
El carácter de Dios
La médula misma de la teoría de la satisfacción penal se encuentra basada en
un concepto muy equivocado del carácter de Dios y de lo que Él requiere de
nosotros. Como tal, es una forma de transgresión del segundo mandamiento,
que nos prohíbe hacernos imágenes de Dios. (Éxodo 20:2.) El hacernos
imágenes de Dios no sólo incluye crear imágenes físicas de madera, plata o
porcelana, sino también crear imágenes mentales propias de nuestra
imaginación, que no concuerdan con la imagen del Dios que nos presenta la
Biblia.
La razón por la cual el modelo de la sustitución penal ve la necesidad absoluta
de que Cristo muera en nuestro lugar para satisfacer la Ira de Dios es porque
se parte de las siguientes premisas, tomándolas como si fueran casi
axiomáticas: 1) Dios exige una obediencia absoluta, indefectible, total,
ininterrumpida y eterna a Su Ley, tal que si ese tipo de obediencia tan estricta
no existe, entonces Él no puede relacionarse con nosotros de manera alguna,
salvo a través de algún intermediario más dispuesto a humillarse y a mezclarse
con nosotros (sea el Jesús evangélico o la María católica), y que: 2) Dios es tan
Santo y tan Implacable en Sus juicios que es totalmente incapaz de
perdonarnos, a menos que reciba un pago de una vida perfecta e inocente que
derrame sangre y muera, sobre el cual recaiga la Ira divina.
Como veremos a continuación, ambos conceptos anteriormente mencionados
son completamente ajenos a las Escrituras. De acuerdo con la Biblia…
IIa) ¿Qué pide Dios de nosotros?
Te ruego que si me puedes mostrar tan sólo un versículo en el cual se afirme
que Dios exige una obediencia absoluta, perfecta, intachable, indefectiblemente
pura e ininterrumpidamente constante a Su Ley, entonces me lo muestres,
porque he buscado en toda la Biblia y no he podido hallar ni un solo versículo
en donde se enseñe semejante cosa. Pero debido a dicha idea, la mayoría de
los cristianos tienen una idea del juicio final terriblemente espantosa. (Dicho
sea de paso que es por ello que la mayoría de los evangélicos prefiere creer
que los cristianos ni siquiera estarán presentes en el Día del Juicio Final, sino
que serán juzgados en otro juicio, al que llaman ―tribunal de Cristo,‖ mucho más
benigno, donde sólo se decidirán las recompensas, pero no el destino eterno.
Esta idea también es totalmente anti bíblica, ya que de acuerdo con la Biblia,
también los hijos de Dios tendrán que comparecer delante del Gran Trono
Blanco.) Bien, para nada quiero aminorar la gravedad del Juicio Final.
Ciertamente es sano temer tal acontecimiento y con toda seguridad Dios traerá
toda intención, palabra y obra a juicio, sin excepción, sean buenas o sean
malas; sin embargo eso no significa que todos quedarán inevitablemente
desechados solamente por haber faltado a la Ley alguna vez en su vida.
Tampoco significa que Dios sea un tirano cruel o un Juez implacable e
imposible de ser satisfecho, que vigile cada movimiento nuestro, esperando ver
la más mínima falta para azotarnos con palos o varas, o para consumirnos y
hundirnos en lo más hondo del infierno, dejando que el Seol nos trague vivos
como a Coré y a su séquito. ¡No!
Tres versículos mal aplicados que se usan para sustentar dichas ideas son los
siguientes, pero veamos lo que en verdad enseñan:
-Santiago 2:10: ―Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en
un punto, se hace culpable de todos.‖ Como es evidente si revisamos los
primeros nueve versículos del capítulo, el contexto está hablando del pecado
de hacer acepción de personas (y peor aún, hacer esa acepción de personas
basándose en el poder adquisitivo y en la apariencia económica de los
individuos), y muestra que eso es faltar a la ley de Dios y que ello nos hace tan
culpables como el haber cometido cualquier otro pecado. Pero miremos bien de
cerca: el hacer acepción de personas es una actitud y un estado mental
voluntario, consciente y continuo. Es decir, este pasaje no está hablando de un
resbalón ocasional en la vida de un creyente como algo que inevitablemente lo
deja falto y desnudo ante Dios, a menos que haya un sacrificio sangriento de
por medio, sino que está hablando de una actitud perversa perseverante que
no debe ni puede habitar de manera permanente en el corazón de un cristiano
(1ª Juan 3:10.) Ese tipo de actitudes sí nos descalificarán en el Día del Juicio,
porque muestran quiénes somos en verdad, pero no nos descalificará cualquier
pequeño movimiento en falso o resbalón ocasional. Es decir, este versículo no
se refiere a una sola falta cometida, sino a escoger deliberadamente guardar
algunos de los mandamientos de Dios, pero otro(s) no. La razón por la que ello
nos condena como si fuéramos culpables de haber quebrantado toda la Ley es
porque es precisamente ese mandamiento al que nos hallamos en rebeldía
abierta, el que está impidiendo que Jesús sea nuestro Señor, y si Jesús no es
nuestro Señor, tampoco puede ser nuestro Salvador.
-Romanos 3:23: ―… por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria
de Dios,‖ Es verdad que todos somos pecadores y que por ese hecho hemos
quedado fuera de la gloria de Dios; sin embargo, una vez más, al analizar el
contexto inmediato anterior (por favor lee desde el versículo 9 hasta el 20),
vemos que precisamente está hablando de los impíos que no buscan ni quieren
buscar a Dios ni a Su justicia, cuya garganta expide veneno, que se apresuran
para derramar sangre, etc. Es decir, el motivo por el cual Dios no puede
perdonarnos no es que hayamos pecado alguna vez en esta vida, sino que
seamos pecadores practicantes continuos, consuetudinarios y empecinados sin
deseos de buscarle para pedir Su liberación de tal manera de vivir.
-Hebreos 10:26-31: ―Porque si pecáremos voluntariamente después de
haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por
los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que
ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio
de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo
pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por
inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al
Espíritu de gracia?
Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el
Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en
manos del Dios vivo!‖
Una vez más, vemos que el contexto está hablando de cometer un pecado
voluntario. Es decir, otra vez no está hablando de que Dios nos condenará sin
remedio alguno tan sólo por haber cometido un pecado alguna vez, sino del
pecado que se comete de manera deliberada (con toda la intención),
premeditada (planeando el pecado), con conocimiento de causa (sabiendo que
lo que se está por hacer es pecaminoso y las consecuencias de ello), y con
alevosía y ventaja (pensando que es posible pecar y luego ir a pedir perdón a
Dios y quedar como si nada hubiera pasado, o sea, abusando de la gracia de
Dios.) Este tipo de pecado, así como la rebelión continua y deliberada, en la
cual la persona no quiere buscar a Dios, ni arrepentirse, ni someterse al
Señorío de Cristo, están muy cerca de cometer el pecado imperdonable (la
blasfemia contra el Espíritu Santo) y se hallan tipificados por aquel pecado
descrito como ―proceder con soberbia‖ en Deuteronomio 17:12, o ―hacer con
soberbia, … ultrajando a Jehová‖ y ―teniendo en poco la palabra de Jehová‖ en
Números 15:30, para el cual ya no había más sacrificio que ofrecer.
IIa-1) ¿Qué es el pecado?
Más allá de esos versículos, veremos que Dios jamás exige una obediencia
intachable a la Ley ni amenaza con condenarnos de manera inevitable tan sólo
por haber faltado a la Ley alguna vez en nuestra vida. De hecho, el concepto
paulino del pecado es más bien una alienación e ignorancia voluntaria de Dios
y de Sus caminos, no una simple transgresión de la ley escrita con tinta:
―En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y
ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis
sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.‖ Efesios 2:12-13.
-―Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en
vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado…‖
Colosenses 1:21.
-―Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le
dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio
corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y
cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre
corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios
los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de
modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la
verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que
al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.‖ Romanos 1:21-25.
He ahí: Dios entrega a la inmundicia, es decir, a las transgresiones voluntarias
de la ley de Dios cometidas sin sensibilidad ni temor, a aquellos que,
conociéndole, al menos de oídas, prefieren no glorificarle ni darle gracias.
-―Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de
su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.‖
Romanos 5:10.
Aquí se afirma que el pecado consiste en ser enemigos de Dios, estar luchando
contra Él.
Aunque Juan sí le llama pecado a la transgresión de la Ley (1ª Juan 3:4), él
mismo nos muestra en otros pasajes (vide infra) que la condenación es por no
creer ni andar en la luz, no por haber transgredido la ley alguna vez, y el tenor
de toda la Biblia es que las iniquidades (las transgresiones a la Ley de Dios)
sólo son la consecuencia natural y el fruto inevitable del pecado (el alejamiento
de Dios) y de la impiedad (la falta de reverencia y adoración hacia Dios.) (Ver
Marcos 7:20-23.) Luego entonces,…
IIa-2) ¿Para qué sirve la ley?
Es evidente que el mismo Señor Jesucristo sanó en sábado (Lucas 6:7-11),
tocó a los que la ley prohibía tocar (Ver Levítico 15:19 y Marcos 5:25-43),
comió con los pecadores (Mateo 9:10, Lucas 5:29), comió y bebió ganándose
la reputación de él mismo ser un pecador (Lucas 7:34), perdonó a la mujer
adúltera a la cual la ley ordenaba apedrear (Juan 8:3-11), e incluso perdonó
pecados sin que se ofreciera ningún sacrificio según la ley (Marcos 2:6-7.) Es
decir, el Señor no era particularmente celoso de la Torá, o al menos de la
interpretación rabínica de la misma. Ahora, Él dijo que no vino a destruir la ley,
porque la ley es buena y tiene un propósito, pero la ley no puede jamás servir
de sustituto a la rendición al Señorío de Cristo.
El apóstol Pablo dijo que la ley es buena y el mandamiento es santo, justo y
bueno (Romanos 7:7-12), pero también afirmó que sin amor, la ley en sí
misma, nada es (Gálatas 3:23, Colosenses 2:14.) Tan es así, que la ley puede
traer muerte y dejarnos esclavos no sólo del pecado, sino de un sistema moral
rígido y estricto del cual sea muy difícil emanciparse (Romanos 7:8-11, 1ª
Corintios 15:.) En todo el Nuevo Testamento, la vida cristiana está basada en el
amor, no en la ley. De hecho, el amor es considerado la mayor de las virtudes
(1ª Corintios 13:13), es parte principal del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), y
es el sello de que Dios de verdad habita en nosotros (1ª Juan 4:8.) Tan es así,
que Pablo se atreve a decir que si tenemos toda la fe, si podemos hacer
milagros y hablar en lenguas, e incluso si hacemos obras de misericordia y aún
si somos mártires, pero no tenemos amor, nada somos, y todo el resto de
nuestras actividades son vanas. (1ª Juan 13:1-5.) En cambio, si el amor de
Dios habita en nosotros, nada, ni las tribulaciones, ni la persecución, nos
pueden separar de Dios (Romanos 8:31-39) pues la gracia es para aquellos
que aman al Señor Jesús con amor inalterable (Efesios 6:24.) Por eso la
exhortación de Judas es a conservarnos en el amor de Dios (Judas 1:21.) De
facto, tanto el mismo Señor Jesucristo como el apóstol Pablo enfatizaron que
toda la ley y los profetas se resumen completamente en una sola palabra:
amor:
-―Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas.‖ Mateo 22:37-40.
-―Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no
codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no Hace mal al prójimo; así que
el cumplimiento de la ley es amor del el amor.‖ Romanos 13:9-10.
-―Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como
a ti mismo.‖ Gálatas 5:14.
Recordemos el siguiente pasaje antiguo testamentario:
-―Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y
engrandecerla.‖ Isaías 42:21.
Esto nos muestra que la ley no es un fin en sí misma, sino que Dios la puso
para mostrar y engrandecer Su Justicia, es decir, para explicarnos cómo ser
justos en la vida cotidiana. Él es Santo y, como pueblo Suyo, tenemos el
llamado y el deber de ser santos también nosotros (Levítico 20:26, 1ª Pedro
1:15-16.). La santidad y la justicia trascienden a lo que puede escribirse en una
ley. Surgen más bien del amor a Dios y al prójimo y se expresan buscando
siempre le gloria de Dios y el bien del prójimo de manera desinteresada. La ley
escrita es sólo una explicación de cómo es que debemos amar y temer a Dios
en la vida cotidiana cuando nos encontramos en situaciones prácticas.
Recordemos el pasaje que dice:
-―… sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino
por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para
ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por
las obras de la ley nadie será justificado.‖ Gálatas 2:16.
La Biblia es clara al decir que la salvación no se obtiene por medio de guardar
la ley. Todos los así llamados héroes de la fe de Hebreos capítulo 11 son
destacados en la Biblia por su fe, es decir, por tener una relación con Dios, no
por haber guardado la ley a la perfección.
Ahora bien, si la salvación no se obtiene por guardar la ley, necesariamente se
sigue que tampoco se obtiene por medio de que Alguien más (i.e. Cristo)
guarde la Ley por nosotros y luego se ofrezca a Sí mismo en Sacrificio.
-―De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de
que fuésemos justificados por la fe.‖ Gálatas 4:24.
El versículo anterior nos muestra que el propósito de la Ley era fungir como un
ayo que nos llevara a Cristo. Es decir, la ley no es el medio de la salvación, ni
tampoco es el fin de nuestra existencia. Es sólo un tutor temporal que nos
muestra nuestra pecaminosidad, nos enseña en qué estamos mal con Dios, y
nos apunta a Cristo como el Único capaz de libertarnos del cuerpo de muerte
en que nos encontramos, si es que nos rendimos a Su Señorío, pues la ley es
la que nos lleva al conocimiento del pecado y a la conversión (Romanos 2:1216, Salmo 19:7.)
Luego entonces, si Dios no pide una obediencia perfecta, ¿qué es lo que pide?
Bueno, pues Él mismo es muy claro en sus exigencias, y jamás nos pedirá algo
que sea imposible llevar a cabo, ni que esté más allá de nuestra capacidad. (1ª
Corintios 10:13.) Veamos en algunos pasajes lo que Él nos pide:
-―Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu
Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.‖
Deuteronomio 6:4-5.
-―Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová
tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a
Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los
mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que
tengas prosperidad?‖ Deuteronomio 10:12-13.
-―Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas.‖ Mateo 22:37-40.
Los versículos anteriores nos muestran que lo único que Dios nos pide es que
lo amemos con toda nuestra capacidad vital: el corazón (la intención y la
voluntad), el alma (los afectos y los deseos), la mente (el intelecto y los
pensamientos), y las fuerzas (el cuerpo y su energía biológica.) Mucha gente
se declara incapaz de cumplir tal mandamiento. Ello es porque no lo han
comprendido. Veamos bien lo que dice: no dice que amemos a Dios con el
corazón de un espartano, ni con el alma de un eufórico, ni con la mente de un
genio, ni con las fuerzas de un ángel. No. Dice: con ―tu‖ corazón, ―tu‖ alma, ―tu‖
mente, ―tus‖ fuerzas. Con lo que tú eres y con lo que tú tienes, tal como Él
mismo te ha creado. En un pasaje anterior Jesús lo explicó de esta manera:
-―La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu
cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en
tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las
mismas tinieblas?‖ Mateo 6:22-23.
Y luego el apóstol Juan lo aclararía de la manera siguiente:
-―pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.‖ 1ª Juan 1:7.
En palabras llanas, andar en la luz y tener un ojo bueno son sinónimos y
significan que toda tu vida gira en torno a Dios: que todo lo que haces lo
quieres hacer para Su gloria y dentro del contexto de Su voluntad agradable y
perfecta, pues lo amas a Él por sobre todas las cosas, sin tener ningún ídolo,
conociendo que Él es un Dios Celoso, y significa que por ende, irás dando cada
paso de obediencia que Él te muestra con Su lámpara, paso a paso, un paso a
la vez, desdeñando a los juguetes del mundo.
Ahora, si el hecho de que Dios no nos pida una perfección intachable, sino tan
sólo un amor supremo que resulte en obediencia perseverante (aunque no
necesariamente intachable), te parece demasiado laxo de parte de Dios, en
primer lugar debes recordar que es Dios quien pone los términos de la
reconciliación; no nosotros. No queramos ser más justos que Dios. En segundo
lugar debes recordar que el que verdaderamente anda en la luz,
necesariamente obrará de manera justa y vivirá una vida de santidad (sin la
cual nadie verá al Señor) en su vida diaria, sin practicar el pecado, sino
temeroso de Dios, recto, perfecto y apartado del mal, como Job, pero esa
manera de vivir pura, será más bien el fruto de que dicha persona en verdad
cree en la luz y anda en la luz, así como las iniquidades son el fruto de no
hacerlo.
Por otro lado, si todo esto te suena a la ―salvación por obras‖ tan rechazada por
todo el orbe evangélico debido a que tal dogma es hijo del catolicismo romano
y de sectas peligrosas como los mormones y los rusellistas, te ruego que me
permitas explicarte cuál es la diferencia: La ―salvación por obras‖ es la creencia
de que uno puede salvarse siempre y cuando las obras buenas sobrepasen
numéricamente a las obras malas. Esto es gráficamente explicado por J.T.
Chick en su tratado ―Un viejo diablo‖ por medio de una balanza sostenida por el
diablo, quien le está haciendo creer a la gente que siempre que sus obras
buenas superen a las malas, las buenas obras sopesarán a las malas de tal
manera que la gente pueda ser salva. [6] Eso significa que el que desea ser
salvo por obras cree, o al menos tiene la esperanza de salvarse, haciendo
buenas obras, pero sin necesidad alguna de abandonar también todas sus
malas obras, ni mucho menos rendirse al Señorío de Cristo, ni de ejercer fe en
Él como Salvador, ni de hacer sus buenas obras en torno a Dios como para
querer glorificarle, sino fuera de Dios, sin tener ninguna relación personal con
Él. Por otro lado la supuesta ―salvación por fe‖ que también Chick promueve en
sus tratados y que es predicada en la mayoría de los círculos evangélicos de
hoy, no es más que una ―salvación por creer en la teología correcta.‖ En
cambio, la salvación por andar en la luz consiste en una entrega absoluta de tu
vida a Dios el Padre, un abandono de tus malas obras, y una rendición
absoluta al Señorío de Cristo, para hacer cualquier cosa que te pida, confiando
en Él como el que te dará el poder para hacerlo, después de lo cual
continuamente das, por la misma fe, aquellos pasos de obediencia que Dios te
vaya mostrando.
Bien, una vez habiendo establecido algo sobre lo que Dios pide, pasemos a
considerar el carácter de Dios y su relación con el perdón…
IIb) ¿Realmente es Dios Alguien que no puede perdonar a menos que
haya algún sacrificio que se le ofrezca?
Como veremos, el carácter que la Biblia nos presenta de Dios sí es de un Dios
Santo en Su naturaleza, Justo en Sus normas, y Perfecto en Su carácter.
También se muestra Implacable en Sus Juicios, pero solamente cuando ya se
ha colmado la medida de pecado que Él en Su paciencia puede tolerar con
longanimidad (Ver por ejemplo Génesis 15:16, 18:20, Mateo 23:32, Romanos
1:28, 1ª Tesalonicenses 2:16, 2ª Tesalonicenses 2:11-12.) Es decir, Dios nunca
obra catatónica ni caprichosamente. Él siempre traerá bendiciones cuando
haya obediencia, y siempre traerá juicios cuando haya desobediencia. Además,
Él es muy Razonable en Sus exigencias y jamás nos pedirá cosas que no
podamos hacer, ni nos meterá en situaciones de las que no podamos salir. (1ª
Corintios 10:13).
Sin embargo, cuando Su Ira no ha llegado al extremo, Él es más bien un Dios
de lo más Tierno, Misericordioso y Compasivo, que está listo y pronto para
perdonar, especialmente a Su pueblo, pero también se muestra así con todos
aquellos que se vuelven a Él de todo corazón. Como ejemplo, veamos tan sólo
unos pocos versículos que muestran Su gran carácter amoroso y
misericordioso (este tipo de versículos son súper abundantes por toda la
Escritura):
-―Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la
noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.‖ Salmos 30:5.

-―Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es
quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El
que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El
que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila.
Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen
violencia. Sus caminos notificó a Moisés, Y a los hijos de Israel sus obras.
Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en
misericordia. No contenderá para siempre, Ni para siempre guardará el
enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos
ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los
cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras
rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová
de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que
somos polvo.‖ Salmo 103:1-14.
-―Porque más grande que los cielos es tu misericordia, y hasta los cielos tu
verdad.‖ Salmos 108:4.
-―Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira, y grande en
misericordia. Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre
todas sus obras.‖ Salmos 145:8-9.

-―Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me
acordaré de tus pecados.‖ Isaías 43:25.
Es Dios el Padre quien perdona pecados, y aquí habla de que lo hace sólo por
amor a Sí mismo, no porque se le ofreció un sacrificio.
-―Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca
decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu
fidelidad.‖ Lamentaciones 3:22-23.
-―¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del
remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita
en misericordia.‖ Miqueas 7:18.
No sólo eso, sino que también veremos que Él realmente no necesitaba de un
sacrificio para poder perdonarnos. Es decir, Él no es incapaz de perdonarnos si
no hay un sacrificio de por medio:
-―Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas,
como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer
es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los
carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e
idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él
también te ha desechado para que no seas rey.‖ 1º Samuel 15:22-23.
-―Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los
sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú, oh Dios.‖ Salmo 51:16-17.
-―¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios?
Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales
gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.
¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante
de mí para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me
es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo
puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas
y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas;
cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo
esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo
no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la
iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo
malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced
justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a
cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca
lana.‖ Isaías 1:11-18.
-―Hacer
justicia
y
juicio
Más agradable que sacrificio.‖ Proverbio 21:3.

es

a

Jehová

-―¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me
presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará
Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi
primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?
Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti:
solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.‖
Miqueas 6:6-8.
-―Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los
recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales
engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las
salmodias de tus instrumentos. Pero corra el juicio como las aguas, y la
justicia como impetuoso arroyo. Amós 5:22-24.
Aquí parece pertinente aclarar que desde una perspectiva meramente judía, el
propósito de los sacrificios nunca fue apaciguar la Ira de Dios, sino purificar al
que participaba de dichos rituales, y de esa manera acercarlo a Dios. (Hebreos
9:13-14.)
De hecho, el concepto de apaciguar a Dios por medio de un sacrificio de un ser
inocente o intachable es un concepto absolutamente pagano: en el paganismo
hay muchísimos dioses que nunca representan a un Dios Todopoderoso, Único
y Amoroso, sino que son más bien como los reyes, gobernantes y dictadores
humanos de la tierra: son muy poderosos, pero también son despóticos,
caprichosos, temperamentales, viscerales, crueles y despiadados. Los paganos
les presentan ofrendas y sacrificios a esos dioses para aplacar la ira de tales
dioses, para que de esa manera los dioses se encuentren felices y mejor no
decidan enviar alguna plaga en la cosecha, o alguna tormenta inclemente, o
alguna epidemia incurable, cuando se encuentren de mal humor. Nuestro país
(i.e. México) está lleno de zonas arqueológicas en donde hay pirámides,
zigurats, cenotes y templos en donde se ofrecían señoritas vírgenes a los
dioses de nuestros antepasados. El clímax de este tipo de sacrificios paganos
ocurre en el satanismo, cuando el sacrificio de mayor valor que se puede
ofrecer es un bebé recién nacido, muy sano.
Tristemente el modelo de la satisfacción refleja una imagen similar del Dios de
la Biblia, creyendo que es un tipo de autoridad despótica en los cielos que está
sediento de sangre, y que mejor hay que recordarle que Su Hijo murió por
nosotros, no sea que nos castigue. Aunque en principio ese modelo de la
satisfacción pareciera hacer ver muy grave al pecado y a sus consecuencias (al
presentar a un Dios tan Justo y tan Airado), al final resulta en tomar a la ligera
el pecado, pues así como en los pasajes que acabamos de leer, los judíos
seguían viviendo en pecado y luego creían que serían perdonados sólo por
ofrecer los sacrificios apropiadamente, así hoy en día la gente vive en
desobediencia abierta a Dios, pero se cree segura del perdón de Dios sólo
porque el Sacrificio Perfecto de Cristo ya fue ofrecido y se confían en eso, a la
vez que le ofrecen a Dios algunos sacrificios también, como sus diezmos y
ofrendas, sus asistencias a la iglesia, y las migajas de su vida.
Pero el concepto hebreo rabínico de Dios es que Yavé es el Único Dios Vivo, y
que es la corporeización de la justicia, la bondad y la misericordia, y los
sacrificios que se le ofrecían eran para purificarse, para acercarse a Él, para
tener comunión con Él, para tener una catarsis del estrés que les producían sus
culpas, y para evitar las consecuencias del pecado, pero nunca para aplacar
Su Ira.
De hecho, a lo largo de todo el Antiguo Testamento y a principios del Nuevo,
Dios siempre perdonó pecados, sin que todavía hubiera muerto Cristo en la
cruz. ¿Cómo es que pudo perdonar tantos pecados aún antes de que se
ofreciera el Único Sacrificio Perfecto y Aceptable ante Dios? No sólo eso, sino
que incluso Dios también muchas veces perdonó pecados sin la necesidad de
un sacrificio animal siquiera.
El caso quizás más notable es el de David, cuando cometió adulterio y
homicidio. De acuerdo con la ley de Moisés, él tenía que ser inmediatamente
apedreado, y no había nada qué hacer. Sin embargo, a pesar de ello y sin
necesidad alguna de ofrecer ningún sacrificio, cuando David confesó su pecado
y se arrepintió, fue inmediatamente perdonado por Dios.
En la Parábola del siervo injusto (Mateo 18:23-35), vemos que el señor ―le
perdonó la deuda‖ a su siervo. De acuerdo con el modelo de la satisfacción, el
perdón sólo hubiera sido posible si hubiese venido alguien más a pagar la
deuda del siervo en lugar de éste. Sin embargo, la Biblia dice que no fue así. El
amo simplemente perdonó la deuda, aún sin haber recibido pago alguno. Por
cierto, haciendo un paréntesis, la salvación es un regalo otorgado por gracia,
pero este regalo se puede perder si la gracia no se transmite a otros, como fue
el caso de este siervo que no quiso perdonar a su consiervo. Y luego el Padre
Celestial, no Moisés, entregó a los verdugos al siervo que no perdonó. Por ello
es que esta parábola nos lleva directo al concepto de…
IIc) La Justicia
Gran parte de la confusión resultante del modelo de la satisfacción resulta de
una comprensión errónea de lo que es la justicia, y en particular, la justicia de
Dios. La mayoría de los cristianos evangélicos occidentales tienen una idea
meramente legal sobre esto: piensan que la justicia de Dios se refiere a la
necesidad de castigar al malo y absolver al inocente, de dar a cada quien lo
que le corresponde en un sentido legal. Sin embargo, la Biblia nos transmite un
concepto muy distinto de lo que es la justicia, y en especial la justicia divina.
Veamos:
-―[Dios]…que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al
extranjero dándole pan y vestido.‖ Deuteronomio 10:18.
-―Defended al débil y al huérfano; Haced justicia al afligido y al menesteroso.‖
Salmo 82:3.
-―…aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced
justicia al huérfano, amparad a la viuda.‖ Isaías 1:17.
-―El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de
violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus
oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no
ver cosa mala;‖ Isaías 33:15.
-―Así ha dicho Jehová: Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano
del opresor, y no engañéis ni robéis al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda,
ni derraméis sangre inocente en este lugar.‖ Jeremías 22:3.
-―Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su
juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seréis guardados en el
día del enojo de Jehová.‖ Sofonías 2:3.
Como muestran los anteriores pasajes, la justicia de Dios y la justicia que Él
también nos pide a nosotros no se manifiesta castigando al culpable de manera
irremediable, sino que consiste en hacer lo recto, especialmente en relación
con la ayuda a los necesitados, la equidad social, la integridad personal, e
incluso la mansedumbre. Esto va muy bien de acuerdo con la definición del
diccionario de la palabra ―justicia:‖ todo lo que está de acuerdo con la Voluntad
de Dios, tal como lo muestra el siguiente pasaje que son palabras del mismo
Señor Jesucristo:
-―Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos
toda justicia. Entonces le dejó.‖ Mateo 3:15.
Tenemos el caso de José, marido de María, quien hizo las veces de padre de
Jesús, a quien Mateo menciona como ―justo,‖ no por actuar conforme a la ley,
ni mucho menos por castigar a quien toda la evidencia apuntaba como culpable
de fornicación, sino precisamente por ir en contra de la ley para favorecer el
bienestar integral de una mujer virtuosa, humilde y pobre, de quien se podían
sospechar cosas según la evidencia, pero no se podía afirmar nada con toda
seguridad:
-―José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla
secretamente.‖ Mateo 1:19.
Esto ya concuerda bastante con el concepto paulino de la justicia de Dios, tan
ampliamente explorado en la carta a los romanos, en donde la imagen que
proyecta el apóstol de la justicia de Dios no es la de castigar de manera
implacable al pecador, sino precisamente de absolverle y aún de adoptarlo
como hijo, aunque el pecador no lo merezca. Mientras que el concepto humano
de la justicia es encerrar al criminal en la cárcel, el concepto que Cristo tenía de
la justicia era liberar a los cautivos de la cárcel.
-―Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como
está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.‖ Romanos 1:17.
-―Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios,
testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en
Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,…‖
Romanos 3:21-22.
―Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por
la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente
preciosa que la nuestra:…‖ 2ª Pedro 1:1.
No por nada el apóstol Pedro más tarde hablaría de los que padecen ―por
causa de la justicia‖ (1ª Pedro 3:13-15) como aquellos hermanos que
devuelven bien por mal. Con este concepto de ―justicia‖ queda muy claro que el
―siervo injusto‖ de la parábola mencionada antes (vide supra) fue ―injusto‖ por
no querer perdonar, y el apóstol Pablo le recuerda a los corintios que los
injustos no heredarán el reino de Dios dentro del contexto de que los
hermanos, lejos de sufrir el agravio, estaban más bien defraudando a sus
hermanos (1ª Corintios 6:1-11.) Como vemos, la justicia sólo puede operar por
medio de la misericordia, la cual triunfa sobre el juicio, y el juicio sin
misericordia no se hará sobre aquel que peque una vez, sino sobre aquel que
no muestre misericordia. (Santiago 2:13.) Es decir, la justicia se refiere a hacer
lo correcto, lo que está en sintonía con la Voluntad de Dios.
Ahora sí, con el fundamento bien cimentado de cómo es nuestro Dios,
podemos vislumbrar el propósito de…
III)
Los sacrificios antiguo testamentarios
Con base en la famosa historia de Caín y Abel, es plausible inferir que desde la
caída del hombre, Dios ordenó que se le rindieran sacrificios y ofrendas. Los
justos, incluyendo a Abel, a Noé y a los patriarcas, ofrecieron sacrificios
animales. Más tarde, dentro de la ley mosaica, Dios establecería el sacerdocio
levítico y allí ordenaría innumerables sacrificios. No todos los sacrificios eran
por el pecado. De hecho, la naturaleza, el significado y el propósito de tales
sacrificios no son explicados en el Antiguo Testamento. El escritor de la carta a
los hebreos nos dice que tales sacrificios sólo eran sombra o figura del Único
Sacrificio Perfecto, que fue el ofrecido por nuestro Señor, quien actuó como
Cordero y como Sumo Sacerdote a la vez. Por ende, lo único que podemos
afirmar con toda seguridad acerca de tales sacrificios es que sirvieron para
apuntarnos hacia Cristo, pero no más.
Durante todo el libro de Génesis no aparece ninguna declaración de que los
sacrificios ofrecidos por los patriarcas tuvieran el propósito de ser perdonados
de los pecados. ¡Jamás! De hecho, te agradecería infinitamente si pudieras
mostrarme aunque sea un solo versículo del Génesis en donde se afirme tal
cosa. Más bien, tanto Abel, como Noé, como Abraham, Isaac y Jacob,
ofrecieron sacrificios a Dios para tener comunión con Él y como algo agradable
a Dios, en muestra de agradecimiento, reverencia y aprecio ante Su Nombre,
pero jamás para poder recibir el perdón de pecados o para aplacar la ira de
Dios.
Continuando con la historia del Antiguo Testamento, el primer sacrificio que
aparece como de mayor envergadura en el Antiguo Testamento es sin duda la
Pascua. Éxodo 12. Es interesante hacer notar que la Pascua coincide
exactamente con el Éxodo (la salida de Egipto.) Para entender lo que
significaba el éxodo, hay que conocer toda la historia previa de los hebreos
desde Abraham. Por ahora no hay tiempo de recorrer toda la historia de los
patriarcas y sólo mencionaremos que a Abraham le fue prometida la tierra de
Caanán, pero hubo un período cuando el pueblo de Israel quedó esclavizado a
Egipto y lejos de la Tierra Prometida. Luego entonces el éxodo significó mucho
para el pueblo de Israel: simbolizaba el salir de la esclavitud y del exilio, para
regresar a la tierra que Dios prometió a sus padres, en donde, bajo un reinado
teocrático de justicia, equidad y felicidad, servirían al Único Dios Verdadero,
Quien se apareció a su libertador Moisés.
Su salida milagrosa de Egipto llegó a ser una parte preponderante y central en
la historia del pueblo judío, en su identidad, en su entendimiento de sí mismos
como pueblo escogido por Dios y hasta en su teología, tanto así, que dicha
historia es recordada, repetida y referida una y otra vez en el resto del Tanaj,
incluyendo de manera muy especial a los Salmos y a los Profetas. Y es
precisamente en conexión con ese acontecimiento, que Dios ordena la
celebración de la Pascua, lo cual sólo puede significar que la aspersión de la
sangre sobre los dinteles y los postes de las casas eran la señal de
identificación inequívoca de pertenecer al pueblo de Dios y asociarse con él,
pueblo que habría de ser liberado de una gran esclavitud por medio de una
grande salvación, y ser llevado por la mano de Dios a través del desierto hacia
una tierra de felicidad. Y aunque es verdad que Dios ―pasó sobre‖ aquellos que
habían marcado sus casas con sangre para no herir a los primogénitos, eso
nada tenía que ver con aplacar la Ira de Dios por los pecados, sino con que el
juicio de Dios caería sobre los que no son Su pueblo, pero los que eran de Su
pueblo serían librados. Es decir, Dios escogió salvar a Su pueblo y también
todos los que estuvieran incluidos en ese pueblo serían salvados y liberados.
Su pueblo sólo podía estar constituido por aquellos que hicieran tal Pacto con
Él sellado a través de la sangre en las casas, identificándose como judíos no
sólo de sangre, sino también de religión y de vivencia. (Dicho sea de paso que
muchos de los pasajes que los calvinistas usan para sustentar sus falsas
doctrinas de la predestinación arbitraria y la expiación limitada se basan en
pasajes en los que se habla de la predestinación colectiva de un pueblo, no de
los individuos, pero esto se sale del alcance de este tratado.)
El apóstol Pablo se refiere a Cristo como nuestra Pascua, y dice que ya fue
sacrificada por nosotros. (1ª Corintios 5:6-8.) Con base en tal afirmación nos
insta a limpiarnos de la vieja levadura y a celebrar con los ―panes sin levadura‖
que son la sinceridad y la verdad. Lo anterior sólo puede significar que el
Sacrificio de Cristo como nuestra Pascua fue el medio por el cual quedó sellado
el Nuevo Pacto de Dios con Su pueblo, que está constituido por todos aquellos
que le siguen, sean de Israel o de la Iglesia, y que ese Pacto implica la
liberación de la cautividad del Faraón (Satanás) y de su reino Egipto (el
mundo), para salir del exilio de una tierra que no es apropiada para el pueblo
de Dios, y ser trasladados a un reino de libertad del pecado y de la muerte, en
donde podamos servir al Único Dios Vivo y Verdadero sin impedimentos,
siempre y cuando escojamos asociarnos y ser maltratados con el pueblo de
Dios antes que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por
mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros del mundo, tal como
hizo Moisés, y todos los que estén incluidos y predestinados dentro de ese
pueblo, serán también salvos finalmente del destructor.
Pasando más adelante en la historia, dentro del sacerdocio levítico, había
muchos tipos de ofrendas: sacrificios de expiación en general (Levítico 1:4,
14:20, 16:24, otros), ofrendas por pecados de yerro y de ignorancia (Levítico
5:16-18, otros), ofrendas de paz (Levítico 3:3-9, otros), y otras ofrendas más.
Las ofrendas no sólo incluían la muerte y la sangre de algún animal, sino
también alimentos, como harina (Levítico 6:20, 14:10, otros.) No todas las
ofrendas eran por haber cometido pecados. Era necesario ofrecer sacrificios
cuando alguien sanaba de la lepra, cuando una mujer cumplía su cuarentena,
cuando un hombre sanaba de una ETS, y en otros casos.
Es evidente también que en varios pasajes se habla de que hubo una expiación
por el pecado sin la necesidad de ofrecer algún ser inocente de manera vicaria.
(Ver Génesis 32:20, Números 25:13, 2º Samuel 21:3, Isaías 6:5-7, 27:8-9.)
Ahora, un análisis cuidadoso de la palabra ―expiación‖ tan recurrente al hablar
de estos sacrificios, que es la palabra hebrea ―kafar‖ nos muestra que expiar
significa sencillamente ―cancelar.‖ Ningún rabino judío en la historia, ni tampoco
ningún rabino judío actual ha interpretado tal concepto como una satisfacción
de la Ira de Elohim. Citando al rabino L.F. Betteto:
―… kafar implica precisamente cubrir y cancelar, pero en lo relativo del hombre
hacia Elohim; no es para que nos perdone. No es un asunto de finalidad,
porque eso no quita que sea según Su justicia y Sus mandamientos. Si bien al
hacer expiación ordenada para pecados por yerro, la Toráh dice que Elohim
perdona; veremos que hay que entenderlo como la consumación de la ya
citada justicia en la obediencia a los mandamientos, y todo lo que implica; pero
no que la causa por la cual perdone sean dichos sacrificios ofrecidos, y
menos que menos que los sacrificios por el pecado puedan ser de sangre
de algún ser… inocente.‖ [7]
Por ahora no entraremos en detalle sobre todo el significado de la palabra
expiación, pero habiendo visto que significa ―cancelar‖ o ―enmendar,‖ veremos
que efectivamente Cristo no sólo hizo expiación, sino que también Él mismo es
la expiación por nuestros pecados, no en tanto que satisfaciendo la ira o la
justicia de Dios de manera punitiva, sino en tanto que cancelando nuestro
pecado y las consecuencias de éste, y enmendando o corrigiendo todo el mal
que habíamos hecho, para restaurarnos a Dios y reconciliarnos con Él.
El siguiente gran sacrificio ocurre en Levítico 16, que es la fiesta de Yom Kipur.
El análisis completo de todo el pasaje sale de los alcances de este escrito, pero
lo más notable en dicha celebración judaica es que era necesario ofrecer dos
diferentes sacrificios, uno de los cuales era efectivamente, sacrificado y
asesinado, y otro de los cuales era dejado vivo y llevado al desierto por
―Azazel.‖ El pasaje es por demás complicado como para aceptar una sola
interpretación. Existe, sin embargo, una manera muy sencilla de entender el
pasaje. Aarón representa a Cristo, como Sumo Sacerdote. Ambos machos
cabríos representan también a Cristo, pero uno prefigura su muerte, mientras
que otro prefigura su resurrección. Eran necesarios dos sacrificios porque los
corderos generalmente no resucitan. Sólo Cristo resucitó. Luego entonces, el
que era muerto prefigura la muerte del Señor, mientras que el que era enviado
al desierto prefigura la resurrección del Señor. También es evidente que el
muerto era ofrecido ―por Jehová,‖ mientras que el vivo era ofrecido ―por
Azazel.‖ Esto podría significar que la muerte de Cristo fue una ofrenda para
Dios el Padre y la resurrección fue algo que tuvo que ver con Satanás (Azazel.)
La muerte de Cristo para el Padre se ha interpretado en el modelo de la
sustitución penal como la satisfacción de la ira del Padre. No tiene por qué se
así necesariamente. Más adelante exploraremos todos los aspectos de la
muerte del Señor, pero por ahora basta que nos quedemos con la idea de que
su muerte fue un rescate de nuestra cautividad. Siendo esto así, su muerte es
ofrecida por Jehová sólo en el sentido de que por medio de ella podemos ser
reconciliados con Jehová y restauraos a nuestra relación con Él, pero no
porque Jehová haya recibido la muerte de Su Hijo como un sacrificio
apaciguador. Luego, la resurrección tiene que ver más con el diablo que con
Dios sólo porque la resurrección garantiza que el Mesías en verdad venció la
muerte, salió del Hades (reino del diablo) y llevó consigo a los santos de Dios.
Más adelante exploraremos estos aspectos en detalle, pero por ahora basta
con saber que no hay aún base alguna para suponer el dogma de la sustitución
penal.
Con base en lo que ya hemos encontrado, podemos darnos cuenta de la
existencia de…
IV)
Las inconsistencias del modelo de la satisfacción penal
El modelo reformado presenta varias lagunas que no pueden ser resueltas y
que además contradicen la Escritura y se contradicen entre sí. Aquí presento
las principales inconsistencias:
-La Santísima Trinidad entra en un conflicto inexistente. Efectivamente, al
presentar a Dios el Padre como un Dios Tan Santo y Tan Perfecto, que
además está tan Airado que no puede perdonarnos en caso alguno, si no se le
ofrece un sacrificio de alguien inocente y perfecto, y a Jesús como el Amante
Salvador manso que está allí para interceder por nosotros los pobres
pecadores, y que nos ama incondicionalmente, y luego al Padre descargando
Su Ira sobre el Hijo, la Divinidad entra en una tensión, y eso no concuerda con
la Escritura. Jesús dijo que Él y el Padre son Uno (Juan 10:30, 14:9-14). Él dijo
que quien lo ha visto a Él, ha visto al Padre. Además, contrario a lo que
pudiéramos pensar, ese carácter de Jesús como siempre amante y siempre
perdonador, para nada concuerda con la Escritura. El Salmo 2 nos dice que
honremos al Hijo para que no se enoje, porque se inflama de pronto Su Ira. En
Apocalipsis, se nos presenta la Ira del Cordero como algo Terrible, y es Cristo
mismo quien mata a la gente con plagas tremendas y quien los manda al Lago
de Fuego. Por otro lado, el presentar al Padre como siempre Airado tampoco
es escritural. Muchas veces en el Antiguo Testamento se afirma que Él es lento
para la ira y grande en misericordia y que su misericordia es para siempre.
Tanto el Padre como el Hijo tienen un carácter doble de bondad y severidad, y
ninguno pesa más que el otro, sino que, como ya vimos, hay severidad sobre
los desobedientes y bondad para con los arrepentidos, pero ambos, tanto el
Padre como el Hijo, siempre están de acuerdo y son Uno mismo. El presentar
al Padre y al Hijo como discutiendo allá arriba en los cielos acerca de nosotros
es algo que no es lógico ni escritural.
-Presenta serias dificultades que no pueden ser respondidas fácilmente.
Por ejemplo, una dificultad que surge desde el principio es ésta: Si nuestro
pecado debía ser castigado con el Lago de Fuego, ¿Cómo es posible que la
muerte por medio de la crucifixión fuera una sustitución del castigo que
merecíamos por el pecado? Si lo que se requería era una sustitución, Cristo
hubiera tenido que sufrir el castigo eterno, pero sería blasfemo siquiera pensar
que Cristo tenga que hacer tal cosa. Por otro lado, ¿Cómo es que la Ira de Dios
quedó satisfecha por medio de un castigo diferente del que Él ha estipulado?
Otra pregunta que parece no tener respuesta es ¿Cómo es posible que Dios
nos ordene que no nos enojemos, que no se ponga el sol sobre nuestro enojo,
y sin embargo Él es un Dios que está tan Airado que ni siquiera puede
perdonarnos si no es saciada su sed de sangre? ¿Qué no dijo Jesús que
amemos a nuestros enemigos precisamente porque Dios ama a justos y a
injustos por igual, tolera los pecados de los malos y les sigue dando el sol, la
lluvia y el aire y les envía su gracia que los llama al arrepentimiento?
Una incongruencia muy seria y que raya en la absurdez consiste en que se
presenta a un Dios que se hace el tonto. En el modelo de la satisfacción,
tenemos a la justicia de Dios que nos quiere refundir en el Lago de Fuego con
una Ira indescriptible en tensión con la misericordia de Dios que nos quiere
perdonar a como dé lugar, y dicha tensión se ve liberada por medio de la
expiación. En ese entendimiento, la misericordia consiste en que Dios se hace
como que no ve o como que se tapa los ojos y en vez de ver nuestro pecado ve
a Cristo en nuestro lugar, con lo cual queda aliviado y ahora sí nos trata como
si nada hubiera pasado. En cambio, el concepto de misericordia que presenta
la Biblia es de alguien que sí ve el pecado, pero aún así lo perdona.
Otra dificultad es que presenta algo casi imaginario: la persona se dice que
está ―justificada por la fe,‖ queriendo decir eso que Dios la declara ―inocente y
sin pecado alguno,‖ pero en la práctica la persona se da cuenta de que sigue
pecando. Como veremos más adelante, el modelo del rescate tiene un
concepto relacional, tanto de la justificación, como de la santificación. En el
modelo reformado, la justificación es sinónimo de indulto y la santificación es,
en el mejor de los casos, sinónimo de moralidad y obediencia a las autoridades
puestas por Dios y en el peor de los casos, es sinónimo de una santidad
imaginaria en la que la persona cree ser santa porque así Dios la ve aún
cuando practique el pecado con todo placer y descaro. En contraste, en el
modelo del rescate, la justificación es ser trasladado a la familia de Dios y
adoptado y amado por Dios, aún cuando lleguemos a pecar, no porque Dios no
vea que pecamos, sino porque Él decide que sigamos siendo hijos suyos
aunque lleguemos a fallar, siempre y cuando sigamos andando en la luz, es
decir, sometidos a Su Señorío. (Romanos 8:32-39.) De la misma forma, en el
modelo del rescate, la santificación es una relación con Dios de amor y una
obediencia literal a las Palabras de Cristo, que resultan en vivir una vida justa,
de acuerdo con el concepto bíblico de lo que es la justicia. (Romanos 6:11-14.)
-Nos quita de toda responsabilidad de obedecer y de agradar a Dios. Hay
abundantes pasajes que enseñan claramente que seremos juzgados de
acuerdo con nuestras obras. (Ver por ejemplo Salmo 18:20-26, 62:12, Mateo
16:27, Romanos 2:6-11, 2ª Corintios 5:10, 1ª Pedro 1:17, Apocalipsis 20:12,
22:12.) El hecho es que si ya Jesús pagó por nuestros pecados, y si todos
nuestros pecados, incluidos incluso los pecados futuros, nos quedaron
perdonados irrevocablemente, entonces, ¿cómo es que Dios nos va a juzgar
de acuerdo con nuestras obras?
¿Cómo es que Dios les dice a todas las iglesias de Apocalipsis que Él conoce
sus obras? En tal caso los hermanos de tales iglesias le podrían contestar a
Dios: ―No veas mis obras, ve a Cristo y a Sus obras, pues ya Su justicia me fue
imputada.‖ Pero tal lenguaje y tal línea de pensamiento es completamente
ajena a la Biblia.
¿Por qué le diría el Señor le diría lo siguiente a la iglesia de Sardis?:
-―Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he
hallado tus obras perfectas delante de Dios… Pero tienes unas pocas
personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán
conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será
vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y
confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.‖
Apocalipsis 3:2, 4-5.
Si ya tenemos un manto de justicia que no puede mancharse ni quitarse,
porque Dios ya quedó satisfecho, aún cuando vivamos como se nos antoje,
entonces ¿por qué algunos sí se mancharon? ¿Por qué algunos eran dignos y
otros no? Estas son dificultades serias que no pueden resolverse dentro del
modelo, que además nos eximen de nuestra responsabilidad de agradar a Dios
y que por ende producen los malos frutos que observamos cada día en las
iglesias con una teología producto del pensamiento de los reformadores, y que
constituyen un argumento res non verba en contra de dicha teología tan
errónea.
Así pues, en contraste con lo que enseñaron los reformadores, veamos…
V)

Lo que enseña el Nuevo Testamento

-―… los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales,
como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole:
Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el
monte. Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador
de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.‖ Hebreos 8:5-6.
Aunque hemos echado un pequeño vistazo a algunos sacrificios del Antiguo
Testamento, es necesario que comprendamos que estamos bajo un Nuevo
Pacto, que debemos basarnos principalmente en el Nuevo Testamento, y que
aunque sí existe la tipología y ésta es una bendición cuando es bien
comprendida, es peligroso construir doctrinas enteras tan sólo basándonos en
los tipos del Antiguo Testamento. Por ello, a continuación y en el resto de este
estudio nos basaremos casi exclusivamente en el Nuevo Testamento, armando
el rompecabezas con base en lo que éste enseña. Establezcamos
primeramente que…
Va) Cristo fue un Sacrificio Perfecto. El modelo reformado enseña que
nuestros pecados le fueron transferidos a Cristo y que la justicia de Él nos es
transferida a nosotros. (Ambas supuestas realidades conforman la así llamada
doctrina de ―la justicia imputada.‖) Tales aseveraciones se basan sólo en
débiles andamios escriturales. Se piensa que nuestros pecados fueron
transferidos a Cristo porque la Biblia habla de que Él ―llevó‖ nuestros pecados,
o de que Dios ―cargó‖ nuestros pecados en Él. Más adelante explicaremos en
qué sentido Cristo ―llevó‖ o ―cargó‖ nuestros pecados, pero por ahora sólo
podemos decir que llevó o tomó en sus manos la responsabilidad de nuestro
pecado.
Quizás el argumento más fuerte que es usado es el pasaje de 2ª Corintios
5:21, que dice:
-―Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él.‖
Los primeros cristianos jamás interpretaron tal pasaje como que Cristo se
volvió pecado o como que nuestros pecados le fueron transferidos.
Sabemos que Cristo no se hizo pecado por las siguientes razones:
-Porque en el mismo pasaje se afirma que Él ―no conoció pecado.‖ Cualquiera
que sea el significado de la frase ―se hizo pecado,‖ tiene que ser congruente
con lo anterior, o de otra manera Pablo se estaría contradiciendo a sí mismo.
-Porque el resto de la Biblia deja claro que Jesús nunca se hizo pecado. En
Isaías 53, el Padre le llama ―Justo‖ aún en el contexto de que estaba ―cargando
con nuestros pecados.‖ (Ver también Isaías 53:10 y 11, Lucas 23:47, Romanos
5:19, Filipenses 2:8, Hebreos 4:15, 9:14, 1ª Pedro 1:18 y 19, 1ª Juan 3:5.)
-Porque si Jesús se hubiera hecho pecado, ya no hubiera sido un sacrificio
perfecto ni aceptable de acuerdo con Levítico 22:20. Pero sabemos que sí fue
un sacrificio perfecto.
-Porque el pasaje anterior afirma:
-―que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles
en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de
la reconciliación.‖ (Versículo 19.)
Es decir, Dios estaba con Cristo mientras moría en la cruz, y no lo abandonó en
ese momento (lo abandonaría después, por razones muy diferentes, y es por
eso que Él clamó: ―Eloi Eloi, ¿lama sabactani?‖, vide infra). El hecho de que no
lo abandonó queda patentado por el pasaje siguiente:
-―Porque no menospreció ni abominó la
Ni
de
él
escondió
Sino que cuando clamó a él, le oyó.‖ Salmo 22:24.

aflicción
su

del

afligido,
rostro;

Los primeros cristianos sabían que el Hijo de Dios era absolutamente Puro y
que jamás fue conocido como ―pecado.‖ Además, ellos sabían que la palabra
―hamartía‖ en 2ª Corintios 5:17, que casi en todos los contextos significa
―pecado,‖ también puede traducirse como ―ofrenda por el pecado,‖ y de hecho
así se utiliza en otros contextos y en muchísimos otros pasajes. Como ejemplo,
se puede consultar la Septuaginta, en donde la palabra ―hamartía‖ se utiliza
más de 20 veces con el significado de ―ofrenda por el pecado,‖ no de ―pecado.‖
Puesto que Pablo usaba la Septuaginta y sus lectores se hallaban muy
familiarizados con ella, es lógico que usara términos de esa Biblia. Siendo esto
así, Cristo sí, efectivamente, se hizo ofrenda por el pecado, por nosotros, para
que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él. El ser hechos justicia
significa que eso es una realidad práctica, no una transacción llevada a cabo
en el cielo, la cual permita que seamos perdonados y quedemos impunes
aunque sigamos en el pecado de manera práctica. ¡No!
Ahora entonces tendríamos una inconsistencia más que agregar al modelo
reformado: Los mismos individuos que afirman que a Jesús se le transfirieron
nuestros pecados también afirman que Él fue un Sacrificio Perfecto. La
pregunta es: ¿Cómo pudo Él haber sido un Sacrificio Perfecto, si al mismo
tiempo, mientras se estaba sacrificando por nosotros, se llenó de nuestros
pecados, al punto de que el Padre no soportara ni siquiera verlo y mejor se
apartara de Él? Esta es una cuestión irreconciliable e incongruente dentro del
modelo.
De cualquier manera, con base en lo anterior, podemos afirmar sin lugar a
dudas que…
Vb) Cristo murió por nosotros, pero no en nuestro lugar
La Biblia, y en especial el Nuevo Testamento, siempre usan una terminología
que no deja lugar a confusiones, sino que es bastante explícita y que deja muy
claro lo que se quiere dar a entender. Siendo esto así, sería muy lógico pensar
que si la Biblia apoyara la idea de que Cristo murió en nuestro lugar de manera
vicaria o sustituta, entonces se utilizaría la palabra griega ―anti,‖ que significa
―en lugar de,‖ o ―en sustitución de,‖ al hablar de la muerte de Cristo.
Sin embargo, puedes buscar en todo el Nuevo Testamento y jamás hallarás ni
una sola vez que dicha palabra sea utilizada en conexión con la obra expiatoria
de Cristo. En cambio, sí se utiliza la palabra griega ―huper‖ al menos en los
siguientes pasajes: Marcos 14:24, Lucas 22:19-20, Juan 6.51, 10:11, 15, 11:5152, Romanos 5:6-8, 10, 8:3, 32, 1ª Corintios 15:3, 2ª Corintios 5:14-15, Gálatas
1:4, 2:20, 3:13, Efesios 5:2, 25, 1ª Tesalonicenses 5:9-10, 1ª Timoteo 2:6, Tito
2:14, Hebreos 2:9, 4.12,5:1, 7:27, 9:24, 10:12, 1ª Juan 3:16.
La palabra ―huper‖ simplemente significa ―en favor de,‖ ―en beneficio de,‖ o
―por amor a.‖
En Romanos 4:25 Pablo utilizó la palabra ―dia,‖ que quiere decir ―por causa de.‖
Es decir, el Nuevo Testamento jamás da la idea de que Cristo murió como
nuestro Sustituto. Simplemente afirma que Cristo murió por causa nuestra y en
nuestro beneficio o en nuestro favor, por amor a nosotros, pero no en nuestro
lugar. Ahora bien, ¿Cuál fue ese beneficio o favor que nos trajo Su muerte?...
Vc) El propósito de la muerte de Cristo
Antes de entrar en materia, es necesario aclarar que tenemos que enfocarnos
en lo que Cristo hizo, y no tanto en los detalles de cómo es que lo logró. Como
occidentales, nos encanta tener explicaciones y parecemos creer que la Biblia
fuera una serie de proposiciones de lógica matemática o lógica dialéctica que
pueden ser estudiadas con el intelecto de un filólogo, en vez de considerar lo
que la Biblia realmente es: un conjunto de palabras inspiradas por Dios que nos
dan mandamientos, promesas, advertencias, profecías e historias hechas para
hablar a nuestro espíritu y movernos a andar en la Luz. En gran medida, la
muerte, sepultura y resurrección de Cristo es la historia del evangelio (Ver 1ª
Corintios 15:1-10), la cual debería constreñirnos a amarlo. Las historias no sólo
mueven las emociones, sino que también nos ―lavan el cerebro,‖ es decir, de
alguna manera, necesariamente influyen sobre nuestra manera de pensar y de
ver las cosas. Así, como si estuviera loco, te recomiendo que leas la literatura
actual y/o la pseudo literatura, o mejor aún, vayas al cine a ver la película que
más esté en boga ahora mismo, y saldrás de allí creyéndote la mentira del
enamoramiento y el romanticismo a la occidental, o muy posiblemente
habiendo aprendido el valor del individualismo occidental y creyendo la mentira
de que la violencia puede vencer el mal, cuando la Biblia enseña que el mal se
vence con el bien, no con más mal. Hoy tenemos a la mayoría de la gente
ignorante en cuanto al camino de la cruz, el camino de ―amar a los enemigos:‖
porque no se han llenado la cabeza con las historias de Dios, sino con las
historias del diablo que presentan Hollywood, Bollywood, Churubusco y el resto
de las producciones de este mundo. Así pues, con los ejemplos anteriores, me
propongo que comprendamos que el evangelio de la muerte, sepultura y
resurrección de Cristo es eso: una historia real que debería cambiar tu manera
de pensar en la dirección de los pensamientos de Dios, pero no un libro de
física aplicada que haya que elucidar como genios. O, como lo escribiera
Charles Wesley en su himno “Amazing Love:”
Esto es un misterio: Muere el Inmortal.
¿Quién puede explorar Su designio tan extraño?
En vano trata el principal de los serafines
De sonar las profundidades del amor divino [8]
Es decir, hay que ver que lo importante no es entender el cómo y los detalles,
sino entender y creer que la muerte de Cristo nos redime del poder del diablo y
nos da un poder sobrenatural para vencer al pecado y al mundo de manera
habitual mientras que todavía estamos en la carne, y mucho más cuando
hayamos salido de este cuerpo. Para ser salvos, no necesitamos más que eso.
A eso, en síntesis, nos referimos con el modelo del ―rescate.‖ Sin embargo, la
Biblia y los escritos de los cristianos primitivos nos dan muchos detalles más en
cuanto a este modelo, que podemos mencionar con mucha cautela, pero que
nos aclaran las cosas y nos edifican en el espíritu.
Habiendo esclarecido lo anterior, veremos primeramente que cuando hacemos
un estudio cuidadoso del Nuevo Testamento, nos damos cuenta de que el
verdadero y principal propósito de la muerte y la Sangre de Cristo fue que
pudiéramos ser libertados de los siguientes enemigos nuestros: el pecado, el
mundo, la carne, la ley, el diablo y la muerte, y hacer posible que vivamos una
vida santa, obediente, piadosa, fiel y devota, entregada a vivir únicamente para
Él. La siguiente es una lista parcial de los textos que enseñan esto:
-―El
Espíritu
del
Señor
está
sobre
mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me
ha enviado a
sanar a los quebrantados de
corazón;
A
pregonar
libertad
a
los
cautivos,
Y
vista
a
los
ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.‖ Lucas 4:18-19.
Como podemos observar, Cristo vino a dar libertad a los cautivos que estaban
presos en el pecado; a poner en libertad a aquellos que se hallaban oprimidos
por el diablo.
-―El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo.‖ Juan 1:29.
Como vemos, Juan el Bautista dio testimonio de que Jesús vino a quitar, no a
cubrir, el pecado del mundo. De verdad vino a deshacer las obras del diablo.
(1ª Juan 3:10.)
-―Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne,
Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se
cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme
al Espíritu.‖ Romanos 8:3-4.
Aquí se afirma que Cristo vino para condenar al pecado en la carne. Su muerte
no anuló el Juicio por el pecado, sino que anuló al pecado mismo. Es decir, Él
nos salva del pecado, no en el pecado. (Mateo 1:21.) De hecho, de acuerdo
con el apóstol, la diferencia principal y crucial entre la ley y la gracia, es que
estando bajo la gracia, el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros. (Ver
Romanos 6:14.)
-―Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así
de los muertos como de los que viven.‖ Romanos 14:9.
-―… y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para
aquel que murió y resucitó por ellos.‖ 2ª Corintios 5:15.
Los versículos anteriores afirman que Cristo murió efectivamente para poder
ser nuestro Señor (Amo, Dueño, Rey Soberano, Jefe, Amado y Capitán) y que
de esa manera dejemos de vivir para nosotros mismos, y ahora vivamos sólo
para Él.
-―…el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del
presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,‖ Gálatas
1:4.
Aquí el apóstol dice que Cristo murió por nuestros pecados para librarnos del
presente siglo malo (es decir, del sistema de cosas de este mundo y de la
condición perversa de esta generación.)
-―… quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y
purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.‖ Tito 2:14.
-―Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia
sangre, padeció fuera de la puerta.‖ Hebreos 13:12. (Ver versículos 20 y 21.)
-―… sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la
cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o
plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha
y sin contaminación,‖ 1ª Pedro 1:18-19.
-―quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para
que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por
cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas
descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.‖
1ª Pedro 2:24.
-―Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero
vivificado en espíritu;‖ 1ª Pedro 3:18.
Una vez más los pasajes anteriores afirman que Cristo murió para redimirnos
de la iniquidad, purificarnos del pecado, santificarnos, apartarnos como un
pueblo peculiar, celoso de buenas obras, rescatarnos de una vana manera de
vivir, y para que volviéndonos de corazón al Pastor y Obispo de nuestras
almas, muramos a los pecados y vivamos en la justicia de la ley de Dios por el
resto de nuestras vidas, siendo así verdaderamente llevados a Dios.
-―… pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.‖ 1ª Juan
1:7.
-―Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo
reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos
de los siglos. Amén.‖ Apocalipsis 1:5-6.
-―Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la
gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en
la sangre del Cordero.‖ Apocalipsis 7:14.
Otra vez, vemos que la Preciosa Sangre de Cristo nos limpia, nos lava, nos
emblanquece, es decir, nos hace santos en la práctica, y no sólo en la
imaginación, ni mucho menos sólo a los ojos de Dios llevando a cabo una
transacción misteriosa en el cielo en la que Dios ya no nos ve a nosotros, sino
a Cristo en nosotros; ¡no! Sino que nos emblanquece en verdad.
Con todo lo anterior, y con base en el versículo que aparece a continuación,
entonces el resultado lógico es que es por medio de la Sangre de Cristo, que el
creyente de verdad vence a Satanás y triunfa sobre él, quien es el acusador y
el enemigo de las almas.
-―Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del
testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.‖ Apocalipsis
12:11.
Ahora bien, la terminología que utiliza el Nuevo Testamento y que utilizaron los
primeros cristianos para referirse a la teología del sacrificio de Cristo, fue la
palabra ―rescate,‖ así como la palabra ―redención.‖ Tales palabras se utilizan en
el sentido de que hay que pagar algo de valor para poder obtener la liberación
de algún cautivo. Su uso lo podemos ver en pasajes como Éxodo 21:30,
Proverbios 13:8 y en muchos otros. Jesucristo mismo usó tal término para
mostrar cómo el hombre ha sido traído de vuelta a Dios. El significado de
redimir es ―volver a comprar.‖ Tanto el rescate como la redención significan que
Cristo dio Su vida y resucitó para hacer posible que el hombre pudiera regresar
a Dios. En los antecedentes de Israel, estos términos significaban que se debía
pagar algo de valor para poder obtener la liberación de algún cautivo (Ver Job
36:18.)
Por el contacto que los cristianos primitivos tenían con la esclavitud, para ellos
estos términos significaban la liberación de alguna persona de la esclavitud.
Esto es confirmado por el uso que Pablo le da a una metáfora sobre la
esclavitud en Romanos 6, en donde explica lo siguiente:
-―¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle,
sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o
sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais
esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de
doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser
siervos de la justicia.‖ Romanos 6:17-18, 22.
La misma vida de Jesús, es decir, su Sangre, era esta ―paga‖ dada por la
liberación del creyente del poder del pecado. La siguiente es una lista parcial
de los pasajes bíblicos que muestran la realidad de la redención o el rescate:
-―… como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para
dar su vida en rescate por muchos.‖ Mateo 20:28.
-―Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para
dar su vida en rescate por muchos.‖ Marcos 10:45.
-―Bendito
el
Señor
Dios
de
Que ha visitado y redimido a su pueblo,
Y
nos
levantó
un
poderoso
En la casa de David su siervo,‖ Lucas 1:68-69.

Israel,
Salvador

-―Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del
niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.‖ Lucas 2:38
-―Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y
ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.‖
Lucas 24:21.
-―Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os
ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por
su propia sangre.‖ Hechos 20:28
-―Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.‖ 1ª Corintios 6:20.
―Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres.‖ 1ª
Corintios 7:23.
-―Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos,
habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.‖ Efesios 2:13.
-―… el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio
a su debido tiempo.‖1ª Timoteo 2:6.
- ―… y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia
sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido
eterna redención.‖ Hebreos 9:12.
-―y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir
sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para
Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;‖ Apocalipsis 5:9.
Hasta aquí no se ha dicho nada sobre el perdón de los pecados (se verá más
adelante cómo es que la Sangre de Cristo nos trae perdón y propiciación.)
Tampoco se ha dicho nada sobre el hecho de que vayamos al cielo cuando
muramos, ni mucho menos se ha dicho nada sobre la falsa doctrina de la
―santificación posicional‖ ni de las ―obras de súper erogación‖ (doctrinas falsas
que afirman que aunque pequemos, Dios ya no nos ve a nosotros, sino a Cristo
y a Su Sacrificio, y que las obras justas de Cristo se nos imputan sin que
nosotros seamos justos en la práctica. La Biblia no da ni pista ni sugerencia de
que las cosas sean así, y más bien dice en 1ª Juan 3:7 que el que hace justicia
es justo, así como Él es Justo.)
De hecho, el modelo de la sustitución penal en conjunto con el dogma de la
justicia imputada desarrollado a la manera calvinista constituyen los pilares
más fuertes de otras doctrinas mucho más venenosas y altamente peligrosas,
como son: la existencia del supuesto ―cristiano carnal,‖ la falacia de que Cristo
puede ser tu Salvador sin la necesidad de que sea tu Señor, la mentira de que
los cristianos no enfrentaremos el Juicio del Gran Trono Blanco, y la doctrina
de ―la perseverancia de los santos‖ (doctrina mejor conocida como ―Una vez
salvo, siempre salvo.‖)
Lo que sí hemos visto es que la muerte de Cristo nos limpia, nos lava y nos
hace cumplir las demandas justas de la ley; o sea, hace posible que
abandonemos el pecado, salgamos del mundo, y venzamos a Satanás. Es
decir, como lo plantea todo el Libro de Romanos y en especial Romanos 7:
Dios dio una ley (la mosaica a los judíos y la de la consciencia a los gentiles),
pero por más que el hombre trate de guardar la ley en sus fuerzas, no será
capaz de hacerlo, y tendrá que enfrentar el Juicio de Dios. Hay dos maneras
como podíamos ser librados de dicho problema: una era que Dios nos
concediera el escape del juicio, a pesar de nuestra desobediencia. La otra
manera era que la misericordia de Dios viniera a nosotros en la forma de una
gracia especial que nos llamara a salir del mundo y nos librara del poder del
pecado e hiciera posible el obedecer a Dios. (Tito 2:11-15.) El modelo
reformado propone que la solución fue la primera opción, mientras que el
modelo del rescate propone que la solución fue la segunda opción. Es decir,
Dios de verdad nos libra de este ―cuerpo de muerte‖ y nos da el poder para
caminar con Dios. Lo que la Ley no pudo hacer, Dios lo hizo, y nos concedió el
arrepentimiento para vida. (Hechos 11:18.) De esa manera, Cristo rompió el
poder del pecado en nosotros, condenó al pecado en la carne y nos permitió,
por medio de Su Espíritu, el hacer morir las obras de la carne.
En resumen, el evangelio y el mensaje que hemos oído de Él es este: Dios es
Luz y no hay ningunas tinieblas en Él. Si andamos en la Luz, podemos vivir en
una condición constante de libertad y de perdón del pecado. Podemos
hallarnos entre aquellos que por gracia (queriendo decir ―gracia‖ la influencia
divina que nos da el poder para vencer el pecado y el mundo y para agradar a
Dios, poder al cual accedemos por medio de la fe), andan en obediencia y
santidad, y a quienes el Señor no inculpa de pecado.
Esta es la bienaventuranza que nos trajo la muerte de Cristo. Él hizo esto no
por medio de cambiar la mente ni el juicio de Dios (pues Él ya estaba lleno de
misericordia y no necesitaba pago alguno por el pecado), sino por medio de
cambiarnos a nosotros para que pudiéramos tener un corazón contrito y
humillado, arrepentido y obediente, que es el único sacrificio que pide Dios.
Así, bajo la gracia, somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas
obras. (1ª Juan 1:3-10, Romanos 4:5-8, 5:2, Efesios 2:10.)
Es decir, a diferencia del modelo de la satisfacción, en el que, como en
Levítico, le llevamos un sacrificio a Dios para apaciguarlo (en este caso nos
escondemos en el sacrificio de Cristo), en el modelo del rescate, Dios nos trae
un sacrificio para libertarnos de nuestro captor y de esa manera reconciliarnos
consigo mismo.
Con lo anterior en mente, podemos decir que la muerte de Cristo fue un pago
efectuado para librarnos de nuestra esclavitud y de nuestros enemigos. ¿Y
quiénes eran esos enemigos? Pues había cuatro enemigos principales que
teníamos en nuestra contra, a saber: el diablo y su reino, el pecado y la carne,
la ley, y la muerte (la separación de Dios), junto con sus consecuencias.
Vc-1) La victoria sobre el diablo y sobre su reino.
Para entender por qué dicha victoria era necesaria, hay que saber que cuando
Adán pecó, vendió a toda la humanidad al diablo y al pecado. Adán no nos
heredó el pecado, pero sí nos heredó la muerte; es decir, nacimos con un
cuerpo que se enferma, que muere físicamente, que se equivoca y que es
demasiado débil como para no ceder ante el pecado, sino que más bien
desearía estar separado de Dios para no tener que obedecerle, sino sólo
obedecer a los deseos del cuerpo. Que Adán no nos heredó el pecado es un
tema que sale del alcance de este escrito. Pero que sí nos heredó la muerte se
enseña claramente en las Escrituras. (Ver por ejemplo 1ª Corintios 15:21-22.)
Luego, habiendo heredado la muerte, todavía cada cual escogió andar por su
propio camino y se descarrió. De esa manera, el apóstol Pablo describe su
condición humana en la inconversión como alguien ―carnal, vendido al pecado.‖
(Romanos 7: 14.)
Siendo así la condición del hombre, era necesario pagar un precio para
comprar de vuelta al ser humano caído en esclavitud. Es decir, los poderes del
mal, que nos mantenían dominados, fueron vencidos. El significado del rescate
debe ser visto, no como una transacción legal o de negocios (a quién se le
paga el rescate), sino como una liberación de los seres humanos, del rey
suplantador al que Adán nos había vendido (Satanás.)
Los pasajes siguientes nos hablan de la muerte de Cristo como la victoria que
Él alcanzó sobre el diablo:
-―Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.‖ Génesis 3:15.
Dios el Padre prometió desde aquel momento que Él heriría a la serpiente
antigua (el diablo) en la cabeza, queriendo decir que lo vencería. Esto sería
hecho a través de la simiente de la mujer (el Mesías que habría de venir por
descendencia de Eva.)
-―Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha
llegado a vosotros el reino de Dios. Porque ¿cómo puede alguno entrar en la
casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces
podrá saquear su casa.‖ Mateo 12:28-29.
-―Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas
en que confiaba, y reparte el botín.‖ Lucas 11:22.
En los pasajes anteriores el contexto es que Cristo echaba fuera demonios.
Siendo acusado por los fariseos de echar demonios por el poder del príncipe
de los demonios, Él pone el ejemplo que acabamos de leer. Satanás es como
el hombre fuerte. Su casa es todo este mundo que está bajo su control (1ª Juan
5:19). Lo que hizo Cristo fue precisamente entrar en dicha casa, es decir, venir
al mundo, y, por medio de Su Muerte Redentora, atar al diablo y saquear su
casa, quitándole sus armas y quedándose con el botín. El ―botín‖ se refiere a
las almas perdidas que estaban esclavizadas por Satanás (Lucas 4:18), tal
como lo profetizó Isaías al decir que el Mesías ―repartiría despojos con los
fuertes.‖ (Isaías 53:12.) En otras palabras: ¡Nuestra alma es parte de ese botín
que Cristo ganó para Sí! ¡Aleluya!
-―para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de
la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí,
perdón de pecados y herencia entre los santificados.‖ Hechos 26:18.
Jesús le dijo a Pablo que lo enviaría a los gentiles para librarlos de la potestad
(el poder y dominio) de Satanás, de tal manera que ahora quedaran bajo la
potestad de Dios.
-―… y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió
públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.‖ Colosenses 2:15.
Aquí nos dice que Cristo triunfó no sólo sobre el diablo, sino sobre todos los
demonios en la cruz.
-―… que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les
conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del
diablo, en que están cautivos a voluntad de él.‖ 2ª Timoteo 2:25-26.
- ―Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también
participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor
de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.‖ Hebreos
2:14-15.
-―El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el
principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del
diablo.‖ 1ª Juan 3:8.
Los últimos tres versículos claramente nos confirman que Cristo, por medio de
Su muerte, nos hace escapar del lazo del diablo, deshace sus obras y destruye
al diablo, quien tenía el imperio de la muerte, para así librarnos de él.
Es natural que, al ser libertados del diablo, también seamos sacados de su
reino:
-―el cual [Cristo] se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del
presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,…‖
Gálatas 1:4.
-―Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.‖
Gálatas 6:14.
Nótese que es por medio de la cruz de Cristo que el apóstol halló poder para
que el mundo le fuera crucificado a él y él fuera crucificado al mundo.
Vc-2) La victoria sobre el pecado y la carne
El pecado como tal también es nuestro enemigo, y se manifiesta por medio de
la carne terrenal. Como vimos al principio, lo que Dios hizo fue darnos el poder
para vencer al pecado y a la carne, de tal manera que podamos andar en el
Espíritu y no satisfacer ni proveer para los deseos de la carne, porque al
sembrar para la carne necesariamente segaríamos corrupción. (Gálatas 6:6.)
En verdad Dios destruyó al pecado y pagó un precio para que podamos ser
libertados del pecado y santificados. Veamos los siguientes textos:
-―Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se
hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la
circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual
no viene de los hombres, sino de Dios.‖ Romanos 2:28-29.
El texto anterior afirma que Dios obra en los regenerados una circuncisión de
corazón (ver también Ezequiel 36:24-30.) ¿Cómo es que lo hace? El texto a
continuación lo contesta:
-―sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con
él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más
al pecado.‖ Romanos 6:6.
De manera mística, cuando Cristo murió en la cruz, allí morimos nosotros con
Él. El viejo hombre es una metáfora que se utiliza para referirse a la vida
antigua que llevábamos sin Dios, gobernada por la carne y satisfaciendo al
pecado. Bien, ese viejo hombre quedó clavado y totalmente anulado en la cruz
cuando Cristo murió, de tal manera que el cuerpo del pecado fue destruido, y
así somos capaces de ya no servir más al pecado.
-―Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne,
Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se
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  • 1. Cristo trajo libertad a los cautivos (El verdadero evangelio en contra de las invenciones humanas modernas sobre la expiación) Introducción ―… la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.‖ Hebreos 12:24b. Sin duda alguna la Preciosa Sangre de Cristo es la base de todo en la vida cristiana. Por medio de ella es que logramos ser salvos. Además, ella misma habla. Seguro le habla a Dios, también le habla al diablo y ciertamente nos habla a nosotros. Pero ¿qué dice la Sangre de Cristo? ¿Y cómo es que por medio de ella podemos ser salvos? Estas son preguntas sinceras que merecen respuestas verdaderas. Dependiendo de la luz que tengamos y de algunas otras circunstancias, bien pudiera ser que hasta cierto punto nuestra vida cristiana y nuestro destino eterno dependan de la respuesta a dichas preguntas, así que vale que las contestemos… I) La Obra de Cristo dentro del evangelio y los modelos que la explican Durante los primeros siglos de la existencia del Cristianismo, una de las creencias fundamentales a las que uno tenía que adherirse para poder ser considerado cristiano era en la Obra Consumada de la muerte, la sepultura y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo como el único y suficiente medio para ser salvos del pecado y de sus consecuencias. Hasta la fecha, la mayoría de los cristianos estamos de acuerdo en esa doctrina. Pero durante esos primeros siglos, lo más importante siempre fue el qué (la Sangre de Cristo nos limpia), y no tanto el cómo (de qué manera es que lo hace.) Dado que el hombre orgulloso se cree muy sabio, se ha atrevido a proponer el cómo. Tan es así, que actualmente existen al menos seis modelos que explican la expiación (el modelo clásico del rescate de los cristianos primitivos y algunos anabaptistas, el modelo escolástico de Anselmo de Canterbury de la satisfacción, el modelo protestante tipo wesleyano del gobierno moral de Jacobo Arminio, el modelo protestante reformado de Juan Calvino de la Sustitución Penal, el modelo humanista de la influencia moral y el modelo de la recapitulación), [1] y de esos modelos han surgido algunos otros más, e incluso hay quienes adoptan un punto de vista ecléctico. En general, estos modelos son sólo maneras de explicar una realidad inexplicable y se quedan muy cortos en su alcance. Por esa misma razón, las diferencias en esto no deberían separar a hermanos sinceros que andan en la verdad y que sostienen la fe que fue una vez dada a los santos. Sin embargo, lo que sí hemos observado es que el fruto que ha producido algunos de estos modelos (en especial uno de los seis, que vamos a tratar a
  • 2. continuación) es que mucha de la gente que los sostiene es hallada falta en cuanto a la obediencia a Cristo; es decir, basa su cristianismo tan sólo en moralidad muerta, en arrobadoras experiencias emocionales y en abstractos dogmas teológicos, pero no hay una santidad ni una obediencia literal al Nuevo Testamento que evidencie una verdadera relación con Dios. E incluso hemos visto que dentro de los malos frutos que surgen de algunos de estos modelos, también se halla el fruto de la disensión y la división, pues ya varios hermanos se han separado de nuestro compañerismo y aún se han vuelto nuestros enemigos y detractores tan sólo por nimias diversidades teológicas en cuanto a estos puntos, acusándonos de herejía y de negar la eficacia de la Sangre de Cristo, además de otras cosas. Por ello, en este artículo deseo hacer una comparación básicamente de dos modelos sobre la expiación: el modelo del rescate en contra del modelo de la sustitución penal. La razón de escoger sólo estos dos modelos es que el primero fue el que creyeron los cristianos primitivos y varios anabaptistas en la historia, mientras que el segundo es el que se enseña de manera popular en la mayoría de los círculos evangélicos hoy en día. (El resto de los modelos no nos concierne, al menos no por el momento, sencillamente porque casi no son conocidos ni popularmente enseñados.) Lo que haremos entonces, será comparar los dos modelos mencionados con base en tres criterios: el fruto que han producido, la historia de ambos modelos y, por último, pero más importante que los otros dos, el apoyo bíblico que pueda tener cada uno. Al final dejaré que decidas con cuál modelo te quedas. Primeramente estudiaremos… Ia) La historia y el fruto del modelo reformado Comenzaré explicando el modelo evangélico, que es el que ya todos conocemos muy bien, y es el llamado modelo de la satisfacción y la sustitución penal, el cual propone lo siguiente: ―Has quebrantado la Ley de Dios porque es imposible guardarla a la perfección. Como Dios exige una obediencia perfecta a la Ley y como la paga del pecado es muerte, estarás muerto (separado de Dios) por la eternidad sin remedio alguno, a menos que se pague una pena (o precio o castigo) por cada pecado que has cometido en toda tu vida. El único pago suficiente y aceptable ante Dios es que alguien que sí haya guardado la Ley a la perfección y jamás haya pecado, muera en tu lugar. Así que Dios decidió matar a Su propio Hijo Unigénito para descargar toda Su Ira sobre Él, en vez de descargarla sobre ti, y con eso, Dios el Padre satisfizo Su necesidad legal, moral e innata de tener sangre inocente derramada que lo apacigüe. Ahora, como Cristo ha muerto por nosotros una vez para siempre en la cruz, Dios ya no estará airado con nosotros por no haber hecho lo que de por sí nos era imposible hacer, y ya puede perdonarnos, de tal manera que así iremos a vivir con Él en el cielo por la eternidad, siempre y cuando creamos fuertemente (con el intelecto y en el mejor de los casos, con el corazón, sin nunca explicar en verdad qué significa eso) en que ese Sacrificio Perfecto nos salva.‖
  • 3. Lo anterior es la doctrina que ya todos conocemos y que seguramente hemos sido enseñados (todos los que hemos sido evangélicos alguna vez). El fruto ya también lo conocemos muy bien: iglesias enteras por todo el mundo que están llenas de gente divorciada y vuelta a casar, de gente que no perdona y que guarda rencor en el corazón, de gente que no pone la otra mejilla, de mujeres insumisas que no visten con pudor y modestia ni cubren sus cabezas, de jóvenes que son parte activa del ejército creyendo que al servir a su patria sirven a Dios (en países bélicos como por ejemplo EU), de gente que, contrario al Nuevo Testamento, ocupa puestos en el gobierno, de gente a la que le importa más tener un coche último modelo e ir a centros comerciales, que orar con fervor y predicar a las almas perdidas, de gente avara (incluyendo a los mismos ministros), de gente que todavía practica el pecado socialmente aceptable (e incluso algunos practican pecados escandalosos en secreto o en público), de gente mundana, en donde los noviazgos y las fornicaciones son frecuentes entre los jóvenes de la iglesia, los cuales en su mayoría sólo están allí para divertirse por medio de los rallyes y los campamentos que se organizan, y no para buscar a Dios, de matrimonios con iguales o a veces hasta más problemas que la gente atea del mundo, en donde como la salvación es tan personal y todo es tan personal, nadie se atreve a exhortar ni reprender a su hermano, y cuando llega a ocurrir, el hermano recibe la exhortación con resentimiento, dolor y hasta sarcasmo, en donde hay muchos hijos rebeldes, en donde la gente va a servirse de Dios y no a servir a Dios, etcétera… En fin, no ahondaré más en el fruto porque hasta un niño o hasta el congregante más ciego puede ver que hay apostasía y gran decadencia en las iglesias actuales, pero lo peor es que los que se dan cuenta de que hay algo mal, piensan enmendarlo por medio de seguir sembrando la misma semilla adulterada del mensaje reformado de los falsos profetas y asesinos Lutero y Calvino. La historia de este modelo reformado es la siguiente: Dicho modelo jamás fue creído ni enseñado ni si quiera imaginado o pensado por ningún cristiano, ya fuera verdadero o nominal, durante todo el primer milenio de cristianismo, sino que fue hasta el siglo X, cuando Anselmo de Canterbury, arzobispo católico romano, aproximadamente en el año 1070 d.C. escribió varias obras en las que desarrollaba esta teoría (principalmente su obra Cur Deus Homo), [2] la cual luego sería aumentada por Tomás de Aquino (también católico romano) en su obra Summa Theologiae, y finalmente sería perfeccionada y sustentada bíblicamente por Lutero, Calvino y Grottius, hasta convertirse en lo que se conoce actualmente como el modelo de la sustitución penal, y que es lo que casi todo el orbe evangélico actualmente cree, desde el menonita más estricto hasta el metodista más liberal, y desde el bautista más conservador hasta el pentecostés o carismático más salvaje. Como dato interesante, cabe señalar que tanto la teoría católica de ―Santo‖ Tomás, como la teoría reformada de
  • 4. Juan Calvino fueron aprobadas y firmadas como dogmas oficiales por el Estado y por la iglesia que los respaldaba, en el Concilio de Trento y en el Sínodo de Dort (en el que por cierto también se acordaron los cinco puntos del calvinismo: el famoso TULIP), respectivamente (esto era de esperarse, ya que ambas eran iglesias del estado [3], muy contrario a lo que enseña el Nuevo Testamento.) A lo anterior, vamos a yuxtaponer… Ib) La historia y el fruto del modelo del rescate En contraposición con dicha teoría, el modelo del rescate (explicado más adelante) fue creído y enseñado por prácticamente todos los cristianos primitivos durante los primeros tres siglos de nuestra era. Muchos de estos varones fueron discípulos de los apóstoles o discípulos de los discípulos de los apóstoles. Los que desarrollaron este modelo a profundidad mayor fueron principalmente Ireneo de Lyon, Orígenes de Alejandría, y Clemente, también de Alejandría. [4] Tan es así, que el modelo del rescate fue enseñado por ellos, que varios teólogos se refieren a este modelo también como ―patrístico‖ (haciendo referencia a los padres apostólicos) o como ―clásico‖ (haciendo referencia a que es el clásico o el más antiguo.) (Interesantemente, hasta el mismo ―San‖ Agustín, a pesar de ser padre del calvinismo y de la mariolatría (a quien le hubiera ido muy ad hoc el modelo reformado) creía en el modelo del rescate, pues el rescate era el único modelo que se conocía en ese tiempo en la historia [5].) Muchos anabaptistas y otras iglesias pacifistas y no resistentes se han adherido a este modelo del rescate. Obviamente, el fruto que hemos visto tanto en los cristianos primitivos como en las iglesias de corte anabaptista es muy distinto del que hemos visto en el cristianismo evangélico nominal. De hecho, es tan distante como el agua y el aceite, y aunque ni las iglesias primitivas ni las de los anabaptistas estuvieron exentas de faltas, de fracasos y de problemas, su espíritu y su tenor de vida fueron lo más congruente en esta Tierra, con lo que enseña el Nuevo Testamento y con lo que Dios espera de nosotros, porque la mentalidad que ellos tenían de la vida cristiana era la de un campo de batalla donde hay sangre, sudor y lágrimas, y donde hay que llevar la cruz, en contraposición con la mentalidad evangélica de que la vida cristiana es vivir una vida en un plano moral e intelectual más alto que el mundo, pero todavía disfrutando de éste, como si fuera un campo de juego. Con tan sólo conocer lo anterior, ya sería más que suficiente para convencernos de que la teoría de la satisfacción penal está errada y que el modelo del rescate es lo mejor y el más adecuado. Pero dado que los hijos de Calvino y de los fariseos, respaldados por los hijos de Pilato, nos han querido convencer con la misma Escritura de que aceptemos su doctrina nueva y errada, en contra de la verdad vieja que desafía a las ideas nuevas, iremos directo a las Escrituras, para ver qué enseñan realmente éstas acerca de la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Pido paciencia, conforme vamos paso por
  • 5. paso, quitando el error y estableciendo la verdad, desde los fundamentos mismos de ésta. Como todo en la teología, comenzaremos analizando… II) El carácter de Dios La médula misma de la teoría de la satisfacción penal se encuentra basada en un concepto muy equivocado del carácter de Dios y de lo que Él requiere de nosotros. Como tal, es una forma de transgresión del segundo mandamiento, que nos prohíbe hacernos imágenes de Dios. (Éxodo 20:2.) El hacernos imágenes de Dios no sólo incluye crear imágenes físicas de madera, plata o porcelana, sino también crear imágenes mentales propias de nuestra imaginación, que no concuerdan con la imagen del Dios que nos presenta la Biblia. La razón por la cual el modelo de la sustitución penal ve la necesidad absoluta de que Cristo muera en nuestro lugar para satisfacer la Ira de Dios es porque se parte de las siguientes premisas, tomándolas como si fueran casi axiomáticas: 1) Dios exige una obediencia absoluta, indefectible, total, ininterrumpida y eterna a Su Ley, tal que si ese tipo de obediencia tan estricta no existe, entonces Él no puede relacionarse con nosotros de manera alguna, salvo a través de algún intermediario más dispuesto a humillarse y a mezclarse con nosotros (sea el Jesús evangélico o la María católica), y que: 2) Dios es tan Santo y tan Implacable en Sus juicios que es totalmente incapaz de perdonarnos, a menos que reciba un pago de una vida perfecta e inocente que derrame sangre y muera, sobre el cual recaiga la Ira divina. Como veremos a continuación, ambos conceptos anteriormente mencionados son completamente ajenos a las Escrituras. De acuerdo con la Biblia… IIa) ¿Qué pide Dios de nosotros? Te ruego que si me puedes mostrar tan sólo un versículo en el cual se afirme que Dios exige una obediencia absoluta, perfecta, intachable, indefectiblemente pura e ininterrumpidamente constante a Su Ley, entonces me lo muestres, porque he buscado en toda la Biblia y no he podido hallar ni un solo versículo en donde se enseñe semejante cosa. Pero debido a dicha idea, la mayoría de los cristianos tienen una idea del juicio final terriblemente espantosa. (Dicho sea de paso que es por ello que la mayoría de los evangélicos prefiere creer que los cristianos ni siquiera estarán presentes en el Día del Juicio Final, sino que serán juzgados en otro juicio, al que llaman ―tribunal de Cristo,‖ mucho más benigno, donde sólo se decidirán las recompensas, pero no el destino eterno. Esta idea también es totalmente anti bíblica, ya que de acuerdo con la Biblia, también los hijos de Dios tendrán que comparecer delante del Gran Trono Blanco.) Bien, para nada quiero aminorar la gravedad del Juicio Final. Ciertamente es sano temer tal acontecimiento y con toda seguridad Dios traerá toda intención, palabra y obra a juicio, sin excepción, sean buenas o sean
  • 6. malas; sin embargo eso no significa que todos quedarán inevitablemente desechados solamente por haber faltado a la Ley alguna vez en su vida. Tampoco significa que Dios sea un tirano cruel o un Juez implacable e imposible de ser satisfecho, que vigile cada movimiento nuestro, esperando ver la más mínima falta para azotarnos con palos o varas, o para consumirnos y hundirnos en lo más hondo del infierno, dejando que el Seol nos trague vivos como a Coré y a su séquito. ¡No! Tres versículos mal aplicados que se usan para sustentar dichas ideas son los siguientes, pero veamos lo que en verdad enseñan: -Santiago 2:10: ―Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.‖ Como es evidente si revisamos los primeros nueve versículos del capítulo, el contexto está hablando del pecado de hacer acepción de personas (y peor aún, hacer esa acepción de personas basándose en el poder adquisitivo y en la apariencia económica de los individuos), y muestra que eso es faltar a la ley de Dios y que ello nos hace tan culpables como el haber cometido cualquier otro pecado. Pero miremos bien de cerca: el hacer acepción de personas es una actitud y un estado mental voluntario, consciente y continuo. Es decir, este pasaje no está hablando de un resbalón ocasional en la vida de un creyente como algo que inevitablemente lo deja falto y desnudo ante Dios, a menos que haya un sacrificio sangriento de por medio, sino que está hablando de una actitud perversa perseverante que no debe ni puede habitar de manera permanente en el corazón de un cristiano (1ª Juan 3:10.) Ese tipo de actitudes sí nos descalificarán en el Día del Juicio, porque muestran quiénes somos en verdad, pero no nos descalificará cualquier pequeño movimiento en falso o resbalón ocasional. Es decir, este versículo no se refiere a una sola falta cometida, sino a escoger deliberadamente guardar algunos de los mandamientos de Dios, pero otro(s) no. La razón por la que ello nos condena como si fuéramos culpables de haber quebrantado toda la Ley es porque es precisamente ese mandamiento al que nos hallamos en rebeldía abierta, el que está impidiendo que Jesús sea nuestro Señor, y si Jesús no es nuestro Señor, tampoco puede ser nuestro Salvador. -Romanos 3:23: ―… por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,‖ Es verdad que todos somos pecadores y que por ese hecho hemos quedado fuera de la gloria de Dios; sin embargo, una vez más, al analizar el contexto inmediato anterior (por favor lee desde el versículo 9 hasta el 20), vemos que precisamente está hablando de los impíos que no buscan ni quieren buscar a Dios ni a Su justicia, cuya garganta expide veneno, que se apresuran para derramar sangre, etc. Es decir, el motivo por el cual Dios no puede perdonarnos no es que hayamos pecado alguna vez en esta vida, sino que seamos pecadores practicantes continuos, consuetudinarios y empecinados sin deseos de buscarle para pedir Su liberación de tal manera de vivir.
  • 7. -Hebreos 10:26-31: ―Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!‖ Una vez más, vemos que el contexto está hablando de cometer un pecado voluntario. Es decir, otra vez no está hablando de que Dios nos condenará sin remedio alguno tan sólo por haber cometido un pecado alguna vez, sino del pecado que se comete de manera deliberada (con toda la intención), premeditada (planeando el pecado), con conocimiento de causa (sabiendo que lo que se está por hacer es pecaminoso y las consecuencias de ello), y con alevosía y ventaja (pensando que es posible pecar y luego ir a pedir perdón a Dios y quedar como si nada hubiera pasado, o sea, abusando de la gracia de Dios.) Este tipo de pecado, así como la rebelión continua y deliberada, en la cual la persona no quiere buscar a Dios, ni arrepentirse, ni someterse al Señorío de Cristo, están muy cerca de cometer el pecado imperdonable (la blasfemia contra el Espíritu Santo) y se hallan tipificados por aquel pecado descrito como ―proceder con soberbia‖ en Deuteronomio 17:12, o ―hacer con soberbia, … ultrajando a Jehová‖ y ―teniendo en poco la palabra de Jehová‖ en Números 15:30, para el cual ya no había más sacrificio que ofrecer. IIa-1) ¿Qué es el pecado? Más allá de esos versículos, veremos que Dios jamás exige una obediencia intachable a la Ley ni amenaza con condenarnos de manera inevitable tan sólo por haber faltado a la Ley alguna vez en nuestra vida. De hecho, el concepto paulino del pecado es más bien una alienación e ignorancia voluntaria de Dios y de Sus caminos, no una simple transgresión de la ley escrita con tinta: ―En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.‖ Efesios 2:12-13. -―Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado…‖ Colosenses 1:21. -―Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio
  • 8. corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.‖ Romanos 1:21-25. He ahí: Dios entrega a la inmundicia, es decir, a las transgresiones voluntarias de la ley de Dios cometidas sin sensibilidad ni temor, a aquellos que, conociéndole, al menos de oídas, prefieren no glorificarle ni darle gracias. -―Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.‖ Romanos 5:10. Aquí se afirma que el pecado consiste en ser enemigos de Dios, estar luchando contra Él. Aunque Juan sí le llama pecado a la transgresión de la Ley (1ª Juan 3:4), él mismo nos muestra en otros pasajes (vide infra) que la condenación es por no creer ni andar en la luz, no por haber transgredido la ley alguna vez, y el tenor de toda la Biblia es que las iniquidades (las transgresiones a la Ley de Dios) sólo son la consecuencia natural y el fruto inevitable del pecado (el alejamiento de Dios) y de la impiedad (la falta de reverencia y adoración hacia Dios.) (Ver Marcos 7:20-23.) Luego entonces,… IIa-2) ¿Para qué sirve la ley? Es evidente que el mismo Señor Jesucristo sanó en sábado (Lucas 6:7-11), tocó a los que la ley prohibía tocar (Ver Levítico 15:19 y Marcos 5:25-43), comió con los pecadores (Mateo 9:10, Lucas 5:29), comió y bebió ganándose la reputación de él mismo ser un pecador (Lucas 7:34), perdonó a la mujer adúltera a la cual la ley ordenaba apedrear (Juan 8:3-11), e incluso perdonó pecados sin que se ofreciera ningún sacrificio según la ley (Marcos 2:6-7.) Es decir, el Señor no era particularmente celoso de la Torá, o al menos de la interpretación rabínica de la misma. Ahora, Él dijo que no vino a destruir la ley, porque la ley es buena y tiene un propósito, pero la ley no puede jamás servir de sustituto a la rendición al Señorío de Cristo. El apóstol Pablo dijo que la ley es buena y el mandamiento es santo, justo y bueno (Romanos 7:7-12), pero también afirmó que sin amor, la ley en sí misma, nada es (Gálatas 3:23, Colosenses 2:14.) Tan es así, que la ley puede traer muerte y dejarnos esclavos no sólo del pecado, sino de un sistema moral rígido y estricto del cual sea muy difícil emanciparse (Romanos 7:8-11, 1ª Corintios 15:.) En todo el Nuevo Testamento, la vida cristiana está basada en el
  • 9. amor, no en la ley. De hecho, el amor es considerado la mayor de las virtudes (1ª Corintios 13:13), es parte principal del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), y es el sello de que Dios de verdad habita en nosotros (1ª Juan 4:8.) Tan es así, que Pablo se atreve a decir que si tenemos toda la fe, si podemos hacer milagros y hablar en lenguas, e incluso si hacemos obras de misericordia y aún si somos mártires, pero no tenemos amor, nada somos, y todo el resto de nuestras actividades son vanas. (1ª Juan 13:1-5.) En cambio, si el amor de Dios habita en nosotros, nada, ni las tribulaciones, ni la persecución, nos pueden separar de Dios (Romanos 8:31-39) pues la gracia es para aquellos que aman al Señor Jesús con amor inalterable (Efesios 6:24.) Por eso la exhortación de Judas es a conservarnos en el amor de Dios (Judas 1:21.) De facto, tanto el mismo Señor Jesucristo como el apóstol Pablo enfatizaron que toda la ley y los profetas se resumen completamente en una sola palabra: amor: -―Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.‖ Mateo 22:37-40. -―Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no Hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es amor del el amor.‖ Romanos 13:9-10. -―Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.‖ Gálatas 5:14. Recordemos el siguiente pasaje antiguo testamentario: -―Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla.‖ Isaías 42:21. Esto nos muestra que la ley no es un fin en sí misma, sino que Dios la puso para mostrar y engrandecer Su Justicia, es decir, para explicarnos cómo ser justos en la vida cotidiana. Él es Santo y, como pueblo Suyo, tenemos el llamado y el deber de ser santos también nosotros (Levítico 20:26, 1ª Pedro 1:15-16.). La santidad y la justicia trascienden a lo que puede escribirse en una ley. Surgen más bien del amor a Dios y al prójimo y se expresan buscando siempre le gloria de Dios y el bien del prójimo de manera desinteresada. La ley escrita es sólo una explicación de cómo es que debemos amar y temer a Dios en la vida cotidiana cuando nos encontramos en situaciones prácticas. Recordemos el pasaje que dice:
  • 10. -―… sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.‖ Gálatas 2:16. La Biblia es clara al decir que la salvación no se obtiene por medio de guardar la ley. Todos los así llamados héroes de la fe de Hebreos capítulo 11 son destacados en la Biblia por su fe, es decir, por tener una relación con Dios, no por haber guardado la ley a la perfección. Ahora bien, si la salvación no se obtiene por guardar la ley, necesariamente se sigue que tampoco se obtiene por medio de que Alguien más (i.e. Cristo) guarde la Ley por nosotros y luego se ofrezca a Sí mismo en Sacrificio. -―De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.‖ Gálatas 4:24. El versículo anterior nos muestra que el propósito de la Ley era fungir como un ayo que nos llevara a Cristo. Es decir, la ley no es el medio de la salvación, ni tampoco es el fin de nuestra existencia. Es sólo un tutor temporal que nos muestra nuestra pecaminosidad, nos enseña en qué estamos mal con Dios, y nos apunta a Cristo como el Único capaz de libertarnos del cuerpo de muerte en que nos encontramos, si es que nos rendimos a Su Señorío, pues la ley es la que nos lleva al conocimiento del pecado y a la conversión (Romanos 2:1216, Salmo 19:7.) Luego entonces, si Dios no pide una obediencia perfecta, ¿qué es lo que pide? Bueno, pues Él mismo es muy claro en sus exigencias, y jamás nos pedirá algo que sea imposible llevar a cabo, ni que esté más allá de nuestra capacidad. (1ª Corintios 10:13.) Veamos en algunos pasajes lo que Él nos pide: -―Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.‖ Deuteronomio 6:4-5. -―Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?‖ Deuteronomio 10:12-13. -―Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.‖ Mateo 22:37-40.
  • 11. Los versículos anteriores nos muestran que lo único que Dios nos pide es que lo amemos con toda nuestra capacidad vital: el corazón (la intención y la voluntad), el alma (los afectos y los deseos), la mente (el intelecto y los pensamientos), y las fuerzas (el cuerpo y su energía biológica.) Mucha gente se declara incapaz de cumplir tal mandamiento. Ello es porque no lo han comprendido. Veamos bien lo que dice: no dice que amemos a Dios con el corazón de un espartano, ni con el alma de un eufórico, ni con la mente de un genio, ni con las fuerzas de un ángel. No. Dice: con ―tu‖ corazón, ―tu‖ alma, ―tu‖ mente, ―tus‖ fuerzas. Con lo que tú eres y con lo que tú tienes, tal como Él mismo te ha creado. En un pasaje anterior Jesús lo explicó de esta manera: -―La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?‖ Mateo 6:22-23. Y luego el apóstol Juan lo aclararía de la manera siguiente: -―pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.‖ 1ª Juan 1:7. En palabras llanas, andar en la luz y tener un ojo bueno son sinónimos y significan que toda tu vida gira en torno a Dios: que todo lo que haces lo quieres hacer para Su gloria y dentro del contexto de Su voluntad agradable y perfecta, pues lo amas a Él por sobre todas las cosas, sin tener ningún ídolo, conociendo que Él es un Dios Celoso, y significa que por ende, irás dando cada paso de obediencia que Él te muestra con Su lámpara, paso a paso, un paso a la vez, desdeñando a los juguetes del mundo. Ahora, si el hecho de que Dios no nos pida una perfección intachable, sino tan sólo un amor supremo que resulte en obediencia perseverante (aunque no necesariamente intachable), te parece demasiado laxo de parte de Dios, en primer lugar debes recordar que es Dios quien pone los términos de la reconciliación; no nosotros. No queramos ser más justos que Dios. En segundo lugar debes recordar que el que verdaderamente anda en la luz, necesariamente obrará de manera justa y vivirá una vida de santidad (sin la cual nadie verá al Señor) en su vida diaria, sin practicar el pecado, sino temeroso de Dios, recto, perfecto y apartado del mal, como Job, pero esa manera de vivir pura, será más bien el fruto de que dicha persona en verdad cree en la luz y anda en la luz, así como las iniquidades son el fruto de no hacerlo. Por otro lado, si todo esto te suena a la ―salvación por obras‖ tan rechazada por todo el orbe evangélico debido a que tal dogma es hijo del catolicismo romano y de sectas peligrosas como los mormones y los rusellistas, te ruego que me permitas explicarte cuál es la diferencia: La ―salvación por obras‖ es la creencia
  • 12. de que uno puede salvarse siempre y cuando las obras buenas sobrepasen numéricamente a las obras malas. Esto es gráficamente explicado por J.T. Chick en su tratado ―Un viejo diablo‖ por medio de una balanza sostenida por el diablo, quien le está haciendo creer a la gente que siempre que sus obras buenas superen a las malas, las buenas obras sopesarán a las malas de tal manera que la gente pueda ser salva. [6] Eso significa que el que desea ser salvo por obras cree, o al menos tiene la esperanza de salvarse, haciendo buenas obras, pero sin necesidad alguna de abandonar también todas sus malas obras, ni mucho menos rendirse al Señorío de Cristo, ni de ejercer fe en Él como Salvador, ni de hacer sus buenas obras en torno a Dios como para querer glorificarle, sino fuera de Dios, sin tener ninguna relación personal con Él. Por otro lado la supuesta ―salvación por fe‖ que también Chick promueve en sus tratados y que es predicada en la mayoría de los círculos evangélicos de hoy, no es más que una ―salvación por creer en la teología correcta.‖ En cambio, la salvación por andar en la luz consiste en una entrega absoluta de tu vida a Dios el Padre, un abandono de tus malas obras, y una rendición absoluta al Señorío de Cristo, para hacer cualquier cosa que te pida, confiando en Él como el que te dará el poder para hacerlo, después de lo cual continuamente das, por la misma fe, aquellos pasos de obediencia que Dios te vaya mostrando. Bien, una vez habiendo establecido algo sobre lo que Dios pide, pasemos a considerar el carácter de Dios y su relación con el perdón… IIb) ¿Realmente es Dios Alguien que no puede perdonar a menos que haya algún sacrificio que se le ofrezca? Como veremos, el carácter que la Biblia nos presenta de Dios sí es de un Dios Santo en Su naturaleza, Justo en Sus normas, y Perfecto en Su carácter. También se muestra Implacable en Sus Juicios, pero solamente cuando ya se ha colmado la medida de pecado que Él en Su paciencia puede tolerar con longanimidad (Ver por ejemplo Génesis 15:16, 18:20, Mateo 23:32, Romanos 1:28, 1ª Tesalonicenses 2:16, 2ª Tesalonicenses 2:11-12.) Es decir, Dios nunca obra catatónica ni caprichosamente. Él siempre traerá bendiciones cuando haya obediencia, y siempre traerá juicios cuando haya desobediencia. Además, Él es muy Razonable en Sus exigencias y jamás nos pedirá cosas que no podamos hacer, ni nos meterá en situaciones de las que no podamos salir. (1ª Corintios 10:13). Sin embargo, cuando Su Ira no ha llegado al extremo, Él es más bien un Dios de lo más Tierno, Misericordioso y Compasivo, que está listo y pronto para perdonar, especialmente a Su pueblo, pero también se muestra así con todos aquellos que se vuelven a Él de todo corazón. Como ejemplo, veamos tan sólo unos pocos versículos que muestran Su gran carácter amoroso y
  • 13. misericordioso (este tipo de versículos son súper abundantes por toda la Escritura): -―Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.‖ Salmos 30:5. -―Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila. Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia. Sus caminos notificó a Moisés, Y a los hijos de Israel sus obras. Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia. No contenderá para siempre, Ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo.‖ Salmo 103:1-14. -―Porque más grande que los cielos es tu misericordia, y hasta los cielos tu verdad.‖ Salmos 108:4. -―Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira, y grande en misericordia. Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras.‖ Salmos 145:8-9. -―Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.‖ Isaías 43:25. Es Dios el Padre quien perdona pecados, y aquí habla de que lo hace sólo por amor a Sí mismo, no porque se le ofreció un sacrificio. -―Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.‖ Lamentaciones 3:22-23. -―¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia.‖ Miqueas 7:18. No sólo eso, sino que también veremos que Él realmente no necesitaba de un sacrificio para poder perdonarnos. Es decir, Él no es incapaz de perdonarnos si no hay un sacrificio de por medio:
  • 14. -―Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.‖ 1º Samuel 15:22-23. -―Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.‖ Salmo 51:16-17. -―¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.‖ Isaías 1:11-18. -―Hacer justicia y juicio Más agradable que sacrificio.‖ Proverbio 21:3. es a Jehová -―¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.‖ Miqueas 6:6-8. -―Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos. Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo. Amós 5:22-24. Aquí parece pertinente aclarar que desde una perspectiva meramente judía, el propósito de los sacrificios nunca fue apaciguar la Ira de Dios, sino purificar al que participaba de dichos rituales, y de esa manera acercarlo a Dios. (Hebreos 9:13-14.)
  • 15. De hecho, el concepto de apaciguar a Dios por medio de un sacrificio de un ser inocente o intachable es un concepto absolutamente pagano: en el paganismo hay muchísimos dioses que nunca representan a un Dios Todopoderoso, Único y Amoroso, sino que son más bien como los reyes, gobernantes y dictadores humanos de la tierra: son muy poderosos, pero también son despóticos, caprichosos, temperamentales, viscerales, crueles y despiadados. Los paganos les presentan ofrendas y sacrificios a esos dioses para aplacar la ira de tales dioses, para que de esa manera los dioses se encuentren felices y mejor no decidan enviar alguna plaga en la cosecha, o alguna tormenta inclemente, o alguna epidemia incurable, cuando se encuentren de mal humor. Nuestro país (i.e. México) está lleno de zonas arqueológicas en donde hay pirámides, zigurats, cenotes y templos en donde se ofrecían señoritas vírgenes a los dioses de nuestros antepasados. El clímax de este tipo de sacrificios paganos ocurre en el satanismo, cuando el sacrificio de mayor valor que se puede ofrecer es un bebé recién nacido, muy sano. Tristemente el modelo de la satisfacción refleja una imagen similar del Dios de la Biblia, creyendo que es un tipo de autoridad despótica en los cielos que está sediento de sangre, y que mejor hay que recordarle que Su Hijo murió por nosotros, no sea que nos castigue. Aunque en principio ese modelo de la satisfacción pareciera hacer ver muy grave al pecado y a sus consecuencias (al presentar a un Dios tan Justo y tan Airado), al final resulta en tomar a la ligera el pecado, pues así como en los pasajes que acabamos de leer, los judíos seguían viviendo en pecado y luego creían que serían perdonados sólo por ofrecer los sacrificios apropiadamente, así hoy en día la gente vive en desobediencia abierta a Dios, pero se cree segura del perdón de Dios sólo porque el Sacrificio Perfecto de Cristo ya fue ofrecido y se confían en eso, a la vez que le ofrecen a Dios algunos sacrificios también, como sus diezmos y ofrendas, sus asistencias a la iglesia, y las migajas de su vida. Pero el concepto hebreo rabínico de Dios es que Yavé es el Único Dios Vivo, y que es la corporeización de la justicia, la bondad y la misericordia, y los sacrificios que se le ofrecían eran para purificarse, para acercarse a Él, para tener comunión con Él, para tener una catarsis del estrés que les producían sus culpas, y para evitar las consecuencias del pecado, pero nunca para aplacar Su Ira. De hecho, a lo largo de todo el Antiguo Testamento y a principios del Nuevo, Dios siempre perdonó pecados, sin que todavía hubiera muerto Cristo en la cruz. ¿Cómo es que pudo perdonar tantos pecados aún antes de que se ofreciera el Único Sacrificio Perfecto y Aceptable ante Dios? No sólo eso, sino que incluso Dios también muchas veces perdonó pecados sin la necesidad de un sacrificio animal siquiera. El caso quizás más notable es el de David, cuando cometió adulterio y homicidio. De acuerdo con la ley de Moisés, él tenía que ser inmediatamente apedreado, y no había nada qué hacer. Sin embargo, a pesar de ello y sin
  • 16. necesidad alguna de ofrecer ningún sacrificio, cuando David confesó su pecado y se arrepintió, fue inmediatamente perdonado por Dios. En la Parábola del siervo injusto (Mateo 18:23-35), vemos que el señor ―le perdonó la deuda‖ a su siervo. De acuerdo con el modelo de la satisfacción, el perdón sólo hubiera sido posible si hubiese venido alguien más a pagar la deuda del siervo en lugar de éste. Sin embargo, la Biblia dice que no fue así. El amo simplemente perdonó la deuda, aún sin haber recibido pago alguno. Por cierto, haciendo un paréntesis, la salvación es un regalo otorgado por gracia, pero este regalo se puede perder si la gracia no se transmite a otros, como fue el caso de este siervo que no quiso perdonar a su consiervo. Y luego el Padre Celestial, no Moisés, entregó a los verdugos al siervo que no perdonó. Por ello es que esta parábola nos lleva directo al concepto de… IIc) La Justicia Gran parte de la confusión resultante del modelo de la satisfacción resulta de una comprensión errónea de lo que es la justicia, y en particular, la justicia de Dios. La mayoría de los cristianos evangélicos occidentales tienen una idea meramente legal sobre esto: piensan que la justicia de Dios se refiere a la necesidad de castigar al malo y absolver al inocente, de dar a cada quien lo que le corresponde en un sentido legal. Sin embargo, la Biblia nos transmite un concepto muy distinto de lo que es la justicia, y en especial la justicia divina. Veamos: -―[Dios]…que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.‖ Deuteronomio 10:18. -―Defended al débil y al huérfano; Haced justicia al afligido y al menesteroso.‖ Salmo 82:3. -―…aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.‖ Isaías 1:17. -―El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala;‖ Isaías 33:15. -―Así ha dicho Jehová: Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis ni robéis al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar.‖ Jeremías 22:3.
  • 17. -―Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seréis guardados en el día del enojo de Jehová.‖ Sofonías 2:3. Como muestran los anteriores pasajes, la justicia de Dios y la justicia que Él también nos pide a nosotros no se manifiesta castigando al culpable de manera irremediable, sino que consiste en hacer lo recto, especialmente en relación con la ayuda a los necesitados, la equidad social, la integridad personal, e incluso la mansedumbre. Esto va muy bien de acuerdo con la definición del diccionario de la palabra ―justicia:‖ todo lo que está de acuerdo con la Voluntad de Dios, tal como lo muestra el siguiente pasaje que son palabras del mismo Señor Jesucristo: -―Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.‖ Mateo 3:15. Tenemos el caso de José, marido de María, quien hizo las veces de padre de Jesús, a quien Mateo menciona como ―justo,‖ no por actuar conforme a la ley, ni mucho menos por castigar a quien toda la evidencia apuntaba como culpable de fornicación, sino precisamente por ir en contra de la ley para favorecer el bienestar integral de una mujer virtuosa, humilde y pobre, de quien se podían sospechar cosas según la evidencia, pero no se podía afirmar nada con toda seguridad: -―José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.‖ Mateo 1:19. Esto ya concuerda bastante con el concepto paulino de la justicia de Dios, tan ampliamente explorado en la carta a los romanos, en donde la imagen que proyecta el apóstol de la justicia de Dios no es la de castigar de manera implacable al pecador, sino precisamente de absolverle y aún de adoptarlo como hijo, aunque el pecador no lo merezca. Mientras que el concepto humano de la justicia es encerrar al criminal en la cárcel, el concepto que Cristo tenía de la justicia era liberar a los cautivos de la cárcel. -―Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.‖ Romanos 1:17. -―Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,…‖ Romanos 3:21-22.
  • 18. ―Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:…‖ 2ª Pedro 1:1. No por nada el apóstol Pedro más tarde hablaría de los que padecen ―por causa de la justicia‖ (1ª Pedro 3:13-15) como aquellos hermanos que devuelven bien por mal. Con este concepto de ―justicia‖ queda muy claro que el ―siervo injusto‖ de la parábola mencionada antes (vide supra) fue ―injusto‖ por no querer perdonar, y el apóstol Pablo le recuerda a los corintios que los injustos no heredarán el reino de Dios dentro del contexto de que los hermanos, lejos de sufrir el agravio, estaban más bien defraudando a sus hermanos (1ª Corintios 6:1-11.) Como vemos, la justicia sólo puede operar por medio de la misericordia, la cual triunfa sobre el juicio, y el juicio sin misericordia no se hará sobre aquel que peque una vez, sino sobre aquel que no muestre misericordia. (Santiago 2:13.) Es decir, la justicia se refiere a hacer lo correcto, lo que está en sintonía con la Voluntad de Dios. Ahora sí, con el fundamento bien cimentado de cómo es nuestro Dios, podemos vislumbrar el propósito de… III) Los sacrificios antiguo testamentarios Con base en la famosa historia de Caín y Abel, es plausible inferir que desde la caída del hombre, Dios ordenó que se le rindieran sacrificios y ofrendas. Los justos, incluyendo a Abel, a Noé y a los patriarcas, ofrecieron sacrificios animales. Más tarde, dentro de la ley mosaica, Dios establecería el sacerdocio levítico y allí ordenaría innumerables sacrificios. No todos los sacrificios eran por el pecado. De hecho, la naturaleza, el significado y el propósito de tales sacrificios no son explicados en el Antiguo Testamento. El escritor de la carta a los hebreos nos dice que tales sacrificios sólo eran sombra o figura del Único Sacrificio Perfecto, que fue el ofrecido por nuestro Señor, quien actuó como Cordero y como Sumo Sacerdote a la vez. Por ende, lo único que podemos afirmar con toda seguridad acerca de tales sacrificios es que sirvieron para apuntarnos hacia Cristo, pero no más. Durante todo el libro de Génesis no aparece ninguna declaración de que los sacrificios ofrecidos por los patriarcas tuvieran el propósito de ser perdonados de los pecados. ¡Jamás! De hecho, te agradecería infinitamente si pudieras mostrarme aunque sea un solo versículo del Génesis en donde se afirme tal cosa. Más bien, tanto Abel, como Noé, como Abraham, Isaac y Jacob, ofrecieron sacrificios a Dios para tener comunión con Él y como algo agradable a Dios, en muestra de agradecimiento, reverencia y aprecio ante Su Nombre, pero jamás para poder recibir el perdón de pecados o para aplacar la ira de Dios.
  • 19. Continuando con la historia del Antiguo Testamento, el primer sacrificio que aparece como de mayor envergadura en el Antiguo Testamento es sin duda la Pascua. Éxodo 12. Es interesante hacer notar que la Pascua coincide exactamente con el Éxodo (la salida de Egipto.) Para entender lo que significaba el éxodo, hay que conocer toda la historia previa de los hebreos desde Abraham. Por ahora no hay tiempo de recorrer toda la historia de los patriarcas y sólo mencionaremos que a Abraham le fue prometida la tierra de Caanán, pero hubo un período cuando el pueblo de Israel quedó esclavizado a Egipto y lejos de la Tierra Prometida. Luego entonces el éxodo significó mucho para el pueblo de Israel: simbolizaba el salir de la esclavitud y del exilio, para regresar a la tierra que Dios prometió a sus padres, en donde, bajo un reinado teocrático de justicia, equidad y felicidad, servirían al Único Dios Verdadero, Quien se apareció a su libertador Moisés. Su salida milagrosa de Egipto llegó a ser una parte preponderante y central en la historia del pueblo judío, en su identidad, en su entendimiento de sí mismos como pueblo escogido por Dios y hasta en su teología, tanto así, que dicha historia es recordada, repetida y referida una y otra vez en el resto del Tanaj, incluyendo de manera muy especial a los Salmos y a los Profetas. Y es precisamente en conexión con ese acontecimiento, que Dios ordena la celebración de la Pascua, lo cual sólo puede significar que la aspersión de la sangre sobre los dinteles y los postes de las casas eran la señal de identificación inequívoca de pertenecer al pueblo de Dios y asociarse con él, pueblo que habría de ser liberado de una gran esclavitud por medio de una grande salvación, y ser llevado por la mano de Dios a través del desierto hacia una tierra de felicidad. Y aunque es verdad que Dios ―pasó sobre‖ aquellos que habían marcado sus casas con sangre para no herir a los primogénitos, eso nada tenía que ver con aplacar la Ira de Dios por los pecados, sino con que el juicio de Dios caería sobre los que no son Su pueblo, pero los que eran de Su pueblo serían librados. Es decir, Dios escogió salvar a Su pueblo y también todos los que estuvieran incluidos en ese pueblo serían salvados y liberados. Su pueblo sólo podía estar constituido por aquellos que hicieran tal Pacto con Él sellado a través de la sangre en las casas, identificándose como judíos no sólo de sangre, sino también de religión y de vivencia. (Dicho sea de paso que muchos de los pasajes que los calvinistas usan para sustentar sus falsas doctrinas de la predestinación arbitraria y la expiación limitada se basan en pasajes en los que se habla de la predestinación colectiva de un pueblo, no de los individuos, pero esto se sale del alcance de este tratado.) El apóstol Pablo se refiere a Cristo como nuestra Pascua, y dice que ya fue sacrificada por nosotros. (1ª Corintios 5:6-8.) Con base en tal afirmación nos insta a limpiarnos de la vieja levadura y a celebrar con los ―panes sin levadura‖ que son la sinceridad y la verdad. Lo anterior sólo puede significar que el Sacrificio de Cristo como nuestra Pascua fue el medio por el cual quedó sellado el Nuevo Pacto de Dios con Su pueblo, que está constituido por todos aquellos que le siguen, sean de Israel o de la Iglesia, y que ese Pacto implica la liberación de la cautividad del Faraón (Satanás) y de su reino Egipto (el mundo), para salir del exilio de una tierra que no es apropiada para el pueblo de Dios, y ser trasladados a un reino de libertad del pecado y de la muerte, en donde podamos servir al Único Dios Vivo y Verdadero sin impedimentos,
  • 20. siempre y cuando escojamos asociarnos y ser maltratados con el pueblo de Dios antes que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros del mundo, tal como hizo Moisés, y todos los que estén incluidos y predestinados dentro de ese pueblo, serán también salvos finalmente del destructor. Pasando más adelante en la historia, dentro del sacerdocio levítico, había muchos tipos de ofrendas: sacrificios de expiación en general (Levítico 1:4, 14:20, 16:24, otros), ofrendas por pecados de yerro y de ignorancia (Levítico 5:16-18, otros), ofrendas de paz (Levítico 3:3-9, otros), y otras ofrendas más. Las ofrendas no sólo incluían la muerte y la sangre de algún animal, sino también alimentos, como harina (Levítico 6:20, 14:10, otros.) No todas las ofrendas eran por haber cometido pecados. Era necesario ofrecer sacrificios cuando alguien sanaba de la lepra, cuando una mujer cumplía su cuarentena, cuando un hombre sanaba de una ETS, y en otros casos. Es evidente también que en varios pasajes se habla de que hubo una expiación por el pecado sin la necesidad de ofrecer algún ser inocente de manera vicaria. (Ver Génesis 32:20, Números 25:13, 2º Samuel 21:3, Isaías 6:5-7, 27:8-9.) Ahora, un análisis cuidadoso de la palabra ―expiación‖ tan recurrente al hablar de estos sacrificios, que es la palabra hebrea ―kafar‖ nos muestra que expiar significa sencillamente ―cancelar.‖ Ningún rabino judío en la historia, ni tampoco ningún rabino judío actual ha interpretado tal concepto como una satisfacción de la Ira de Elohim. Citando al rabino L.F. Betteto: ―… kafar implica precisamente cubrir y cancelar, pero en lo relativo del hombre hacia Elohim; no es para que nos perdone. No es un asunto de finalidad, porque eso no quita que sea según Su justicia y Sus mandamientos. Si bien al hacer expiación ordenada para pecados por yerro, la Toráh dice que Elohim perdona; veremos que hay que entenderlo como la consumación de la ya citada justicia en la obediencia a los mandamientos, y todo lo que implica; pero no que la causa por la cual perdone sean dichos sacrificios ofrecidos, y menos que menos que los sacrificios por el pecado puedan ser de sangre de algún ser… inocente.‖ [7] Por ahora no entraremos en detalle sobre todo el significado de la palabra expiación, pero habiendo visto que significa ―cancelar‖ o ―enmendar,‖ veremos que efectivamente Cristo no sólo hizo expiación, sino que también Él mismo es la expiación por nuestros pecados, no en tanto que satisfaciendo la ira o la justicia de Dios de manera punitiva, sino en tanto que cancelando nuestro pecado y las consecuencias de éste, y enmendando o corrigiendo todo el mal que habíamos hecho, para restaurarnos a Dios y reconciliarnos con Él.
  • 21. El siguiente gran sacrificio ocurre en Levítico 16, que es la fiesta de Yom Kipur. El análisis completo de todo el pasaje sale de los alcances de este escrito, pero lo más notable en dicha celebración judaica es que era necesario ofrecer dos diferentes sacrificios, uno de los cuales era efectivamente, sacrificado y asesinado, y otro de los cuales era dejado vivo y llevado al desierto por ―Azazel.‖ El pasaje es por demás complicado como para aceptar una sola interpretación. Existe, sin embargo, una manera muy sencilla de entender el pasaje. Aarón representa a Cristo, como Sumo Sacerdote. Ambos machos cabríos representan también a Cristo, pero uno prefigura su muerte, mientras que otro prefigura su resurrección. Eran necesarios dos sacrificios porque los corderos generalmente no resucitan. Sólo Cristo resucitó. Luego entonces, el que era muerto prefigura la muerte del Señor, mientras que el que era enviado al desierto prefigura la resurrección del Señor. También es evidente que el muerto era ofrecido ―por Jehová,‖ mientras que el vivo era ofrecido ―por Azazel.‖ Esto podría significar que la muerte de Cristo fue una ofrenda para Dios el Padre y la resurrección fue algo que tuvo que ver con Satanás (Azazel.) La muerte de Cristo para el Padre se ha interpretado en el modelo de la sustitución penal como la satisfacción de la ira del Padre. No tiene por qué se así necesariamente. Más adelante exploraremos todos los aspectos de la muerte del Señor, pero por ahora basta que nos quedemos con la idea de que su muerte fue un rescate de nuestra cautividad. Siendo esto así, su muerte es ofrecida por Jehová sólo en el sentido de que por medio de ella podemos ser reconciliados con Jehová y restauraos a nuestra relación con Él, pero no porque Jehová haya recibido la muerte de Su Hijo como un sacrificio apaciguador. Luego, la resurrección tiene que ver más con el diablo que con Dios sólo porque la resurrección garantiza que el Mesías en verdad venció la muerte, salió del Hades (reino del diablo) y llevó consigo a los santos de Dios. Más adelante exploraremos estos aspectos en detalle, pero por ahora basta con saber que no hay aún base alguna para suponer el dogma de la sustitución penal. Con base en lo que ya hemos encontrado, podemos darnos cuenta de la existencia de… IV) Las inconsistencias del modelo de la satisfacción penal El modelo reformado presenta varias lagunas que no pueden ser resueltas y que además contradicen la Escritura y se contradicen entre sí. Aquí presento las principales inconsistencias: -La Santísima Trinidad entra en un conflicto inexistente. Efectivamente, al presentar a Dios el Padre como un Dios Tan Santo y Tan Perfecto, que además está tan Airado que no puede perdonarnos en caso alguno, si no se le ofrece un sacrificio de alguien inocente y perfecto, y a Jesús como el Amante Salvador manso que está allí para interceder por nosotros los pobres pecadores, y que nos ama incondicionalmente, y luego al Padre descargando
  • 22. Su Ira sobre el Hijo, la Divinidad entra en una tensión, y eso no concuerda con la Escritura. Jesús dijo que Él y el Padre son Uno (Juan 10:30, 14:9-14). Él dijo que quien lo ha visto a Él, ha visto al Padre. Además, contrario a lo que pudiéramos pensar, ese carácter de Jesús como siempre amante y siempre perdonador, para nada concuerda con la Escritura. El Salmo 2 nos dice que honremos al Hijo para que no se enoje, porque se inflama de pronto Su Ira. En Apocalipsis, se nos presenta la Ira del Cordero como algo Terrible, y es Cristo mismo quien mata a la gente con plagas tremendas y quien los manda al Lago de Fuego. Por otro lado, el presentar al Padre como siempre Airado tampoco es escritural. Muchas veces en el Antiguo Testamento se afirma que Él es lento para la ira y grande en misericordia y que su misericordia es para siempre. Tanto el Padre como el Hijo tienen un carácter doble de bondad y severidad, y ninguno pesa más que el otro, sino que, como ya vimos, hay severidad sobre los desobedientes y bondad para con los arrepentidos, pero ambos, tanto el Padre como el Hijo, siempre están de acuerdo y son Uno mismo. El presentar al Padre y al Hijo como discutiendo allá arriba en los cielos acerca de nosotros es algo que no es lógico ni escritural. -Presenta serias dificultades que no pueden ser respondidas fácilmente. Por ejemplo, una dificultad que surge desde el principio es ésta: Si nuestro pecado debía ser castigado con el Lago de Fuego, ¿Cómo es posible que la muerte por medio de la crucifixión fuera una sustitución del castigo que merecíamos por el pecado? Si lo que se requería era una sustitución, Cristo hubiera tenido que sufrir el castigo eterno, pero sería blasfemo siquiera pensar que Cristo tenga que hacer tal cosa. Por otro lado, ¿Cómo es que la Ira de Dios quedó satisfecha por medio de un castigo diferente del que Él ha estipulado? Otra pregunta que parece no tener respuesta es ¿Cómo es posible que Dios nos ordene que no nos enojemos, que no se ponga el sol sobre nuestro enojo, y sin embargo Él es un Dios que está tan Airado que ni siquiera puede perdonarnos si no es saciada su sed de sangre? ¿Qué no dijo Jesús que amemos a nuestros enemigos precisamente porque Dios ama a justos y a injustos por igual, tolera los pecados de los malos y les sigue dando el sol, la lluvia y el aire y les envía su gracia que los llama al arrepentimiento? Una incongruencia muy seria y que raya en la absurdez consiste en que se presenta a un Dios que se hace el tonto. En el modelo de la satisfacción, tenemos a la justicia de Dios que nos quiere refundir en el Lago de Fuego con una Ira indescriptible en tensión con la misericordia de Dios que nos quiere perdonar a como dé lugar, y dicha tensión se ve liberada por medio de la expiación. En ese entendimiento, la misericordia consiste en que Dios se hace como que no ve o como que se tapa los ojos y en vez de ver nuestro pecado ve a Cristo en nuestro lugar, con lo cual queda aliviado y ahora sí nos trata como si nada hubiera pasado. En cambio, el concepto de misericordia que presenta la Biblia es de alguien que sí ve el pecado, pero aún así lo perdona.
  • 23. Otra dificultad es que presenta algo casi imaginario: la persona se dice que está ―justificada por la fe,‖ queriendo decir eso que Dios la declara ―inocente y sin pecado alguno,‖ pero en la práctica la persona se da cuenta de que sigue pecando. Como veremos más adelante, el modelo del rescate tiene un concepto relacional, tanto de la justificación, como de la santificación. En el modelo reformado, la justificación es sinónimo de indulto y la santificación es, en el mejor de los casos, sinónimo de moralidad y obediencia a las autoridades puestas por Dios y en el peor de los casos, es sinónimo de una santidad imaginaria en la que la persona cree ser santa porque así Dios la ve aún cuando practique el pecado con todo placer y descaro. En contraste, en el modelo del rescate, la justificación es ser trasladado a la familia de Dios y adoptado y amado por Dios, aún cuando lleguemos a pecar, no porque Dios no vea que pecamos, sino porque Él decide que sigamos siendo hijos suyos aunque lleguemos a fallar, siempre y cuando sigamos andando en la luz, es decir, sometidos a Su Señorío. (Romanos 8:32-39.) De la misma forma, en el modelo del rescate, la santificación es una relación con Dios de amor y una obediencia literal a las Palabras de Cristo, que resultan en vivir una vida justa, de acuerdo con el concepto bíblico de lo que es la justicia. (Romanos 6:11-14.) -Nos quita de toda responsabilidad de obedecer y de agradar a Dios. Hay abundantes pasajes que enseñan claramente que seremos juzgados de acuerdo con nuestras obras. (Ver por ejemplo Salmo 18:20-26, 62:12, Mateo 16:27, Romanos 2:6-11, 2ª Corintios 5:10, 1ª Pedro 1:17, Apocalipsis 20:12, 22:12.) El hecho es que si ya Jesús pagó por nuestros pecados, y si todos nuestros pecados, incluidos incluso los pecados futuros, nos quedaron perdonados irrevocablemente, entonces, ¿cómo es que Dios nos va a juzgar de acuerdo con nuestras obras? ¿Cómo es que Dios les dice a todas las iglesias de Apocalipsis que Él conoce sus obras? En tal caso los hermanos de tales iglesias le podrían contestar a Dios: ―No veas mis obras, ve a Cristo y a Sus obras, pues ya Su justicia me fue imputada.‖ Pero tal lenguaje y tal línea de pensamiento es completamente ajena a la Biblia. ¿Por qué le diría el Señor le diría lo siguiente a la iglesia de Sardis?: -―Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios… Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.‖ Apocalipsis 3:2, 4-5.
  • 24. Si ya tenemos un manto de justicia que no puede mancharse ni quitarse, porque Dios ya quedó satisfecho, aún cuando vivamos como se nos antoje, entonces ¿por qué algunos sí se mancharon? ¿Por qué algunos eran dignos y otros no? Estas son dificultades serias que no pueden resolverse dentro del modelo, que además nos eximen de nuestra responsabilidad de agradar a Dios y que por ende producen los malos frutos que observamos cada día en las iglesias con una teología producto del pensamiento de los reformadores, y que constituyen un argumento res non verba en contra de dicha teología tan errónea. Así pues, en contraste con lo que enseñaron los reformadores, veamos… V) Lo que enseña el Nuevo Testamento -―… los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.‖ Hebreos 8:5-6. Aunque hemos echado un pequeño vistazo a algunos sacrificios del Antiguo Testamento, es necesario que comprendamos que estamos bajo un Nuevo Pacto, que debemos basarnos principalmente en el Nuevo Testamento, y que aunque sí existe la tipología y ésta es una bendición cuando es bien comprendida, es peligroso construir doctrinas enteras tan sólo basándonos en los tipos del Antiguo Testamento. Por ello, a continuación y en el resto de este estudio nos basaremos casi exclusivamente en el Nuevo Testamento, armando el rompecabezas con base en lo que éste enseña. Establezcamos primeramente que… Va) Cristo fue un Sacrificio Perfecto. El modelo reformado enseña que nuestros pecados le fueron transferidos a Cristo y que la justicia de Él nos es transferida a nosotros. (Ambas supuestas realidades conforman la así llamada doctrina de ―la justicia imputada.‖) Tales aseveraciones se basan sólo en débiles andamios escriturales. Se piensa que nuestros pecados fueron transferidos a Cristo porque la Biblia habla de que Él ―llevó‖ nuestros pecados, o de que Dios ―cargó‖ nuestros pecados en Él. Más adelante explicaremos en qué sentido Cristo ―llevó‖ o ―cargó‖ nuestros pecados, pero por ahora sólo podemos decir que llevó o tomó en sus manos la responsabilidad de nuestro pecado. Quizás el argumento más fuerte que es usado es el pasaje de 2ª Corintios 5:21, que dice: -―Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.‖
  • 25. Los primeros cristianos jamás interpretaron tal pasaje como que Cristo se volvió pecado o como que nuestros pecados le fueron transferidos. Sabemos que Cristo no se hizo pecado por las siguientes razones: -Porque en el mismo pasaje se afirma que Él ―no conoció pecado.‖ Cualquiera que sea el significado de la frase ―se hizo pecado,‖ tiene que ser congruente con lo anterior, o de otra manera Pablo se estaría contradiciendo a sí mismo. -Porque el resto de la Biblia deja claro que Jesús nunca se hizo pecado. En Isaías 53, el Padre le llama ―Justo‖ aún en el contexto de que estaba ―cargando con nuestros pecados.‖ (Ver también Isaías 53:10 y 11, Lucas 23:47, Romanos 5:19, Filipenses 2:8, Hebreos 4:15, 9:14, 1ª Pedro 1:18 y 19, 1ª Juan 3:5.) -Porque si Jesús se hubiera hecho pecado, ya no hubiera sido un sacrificio perfecto ni aceptable de acuerdo con Levítico 22:20. Pero sabemos que sí fue un sacrificio perfecto. -Porque el pasaje anterior afirma: -―que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.‖ (Versículo 19.) Es decir, Dios estaba con Cristo mientras moría en la cruz, y no lo abandonó en ese momento (lo abandonaría después, por razones muy diferentes, y es por eso que Él clamó: ―Eloi Eloi, ¿lama sabactani?‖, vide infra). El hecho de que no lo abandonó queda patentado por el pasaje siguiente: -―Porque no menospreció ni abominó la Ni de él escondió Sino que cuando clamó a él, le oyó.‖ Salmo 22:24. aflicción su del afligido, rostro; Los primeros cristianos sabían que el Hijo de Dios era absolutamente Puro y que jamás fue conocido como ―pecado.‖ Además, ellos sabían que la palabra ―hamartía‖ en 2ª Corintios 5:17, que casi en todos los contextos significa ―pecado,‖ también puede traducirse como ―ofrenda por el pecado,‖ y de hecho así se utiliza en otros contextos y en muchísimos otros pasajes. Como ejemplo, se puede consultar la Septuaginta, en donde la palabra ―hamartía‖ se utiliza más de 20 veces con el significado de ―ofrenda por el pecado,‖ no de ―pecado.‖ Puesto que Pablo usaba la Septuaginta y sus lectores se hallaban muy familiarizados con ella, es lógico que usara términos de esa Biblia. Siendo esto
  • 26. así, Cristo sí, efectivamente, se hizo ofrenda por el pecado, por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él. El ser hechos justicia significa que eso es una realidad práctica, no una transacción llevada a cabo en el cielo, la cual permita que seamos perdonados y quedemos impunes aunque sigamos en el pecado de manera práctica. ¡No! Ahora entonces tendríamos una inconsistencia más que agregar al modelo reformado: Los mismos individuos que afirman que a Jesús se le transfirieron nuestros pecados también afirman que Él fue un Sacrificio Perfecto. La pregunta es: ¿Cómo pudo Él haber sido un Sacrificio Perfecto, si al mismo tiempo, mientras se estaba sacrificando por nosotros, se llenó de nuestros pecados, al punto de que el Padre no soportara ni siquiera verlo y mejor se apartara de Él? Esta es una cuestión irreconciliable e incongruente dentro del modelo. De cualquier manera, con base en lo anterior, podemos afirmar sin lugar a dudas que… Vb) Cristo murió por nosotros, pero no en nuestro lugar La Biblia, y en especial el Nuevo Testamento, siempre usan una terminología que no deja lugar a confusiones, sino que es bastante explícita y que deja muy claro lo que se quiere dar a entender. Siendo esto así, sería muy lógico pensar que si la Biblia apoyara la idea de que Cristo murió en nuestro lugar de manera vicaria o sustituta, entonces se utilizaría la palabra griega ―anti,‖ que significa ―en lugar de,‖ o ―en sustitución de,‖ al hablar de la muerte de Cristo. Sin embargo, puedes buscar en todo el Nuevo Testamento y jamás hallarás ni una sola vez que dicha palabra sea utilizada en conexión con la obra expiatoria de Cristo. En cambio, sí se utiliza la palabra griega ―huper‖ al menos en los siguientes pasajes: Marcos 14:24, Lucas 22:19-20, Juan 6.51, 10:11, 15, 11:5152, Romanos 5:6-8, 10, 8:3, 32, 1ª Corintios 15:3, 2ª Corintios 5:14-15, Gálatas 1:4, 2:20, 3:13, Efesios 5:2, 25, 1ª Tesalonicenses 5:9-10, 1ª Timoteo 2:6, Tito 2:14, Hebreos 2:9, 4.12,5:1, 7:27, 9:24, 10:12, 1ª Juan 3:16. La palabra ―huper‖ simplemente significa ―en favor de,‖ ―en beneficio de,‖ o ―por amor a.‖ En Romanos 4:25 Pablo utilizó la palabra ―dia,‖ que quiere decir ―por causa de.‖ Es decir, el Nuevo Testamento jamás da la idea de que Cristo murió como nuestro Sustituto. Simplemente afirma que Cristo murió por causa nuestra y en nuestro beneficio o en nuestro favor, por amor a nosotros, pero no en nuestro lugar. Ahora bien, ¿Cuál fue ese beneficio o favor que nos trajo Su muerte?... Vc) El propósito de la muerte de Cristo
  • 27. Antes de entrar en materia, es necesario aclarar que tenemos que enfocarnos en lo que Cristo hizo, y no tanto en los detalles de cómo es que lo logró. Como occidentales, nos encanta tener explicaciones y parecemos creer que la Biblia fuera una serie de proposiciones de lógica matemática o lógica dialéctica que pueden ser estudiadas con el intelecto de un filólogo, en vez de considerar lo que la Biblia realmente es: un conjunto de palabras inspiradas por Dios que nos dan mandamientos, promesas, advertencias, profecías e historias hechas para hablar a nuestro espíritu y movernos a andar en la Luz. En gran medida, la muerte, sepultura y resurrección de Cristo es la historia del evangelio (Ver 1ª Corintios 15:1-10), la cual debería constreñirnos a amarlo. Las historias no sólo mueven las emociones, sino que también nos ―lavan el cerebro,‖ es decir, de alguna manera, necesariamente influyen sobre nuestra manera de pensar y de ver las cosas. Así, como si estuviera loco, te recomiendo que leas la literatura actual y/o la pseudo literatura, o mejor aún, vayas al cine a ver la película que más esté en boga ahora mismo, y saldrás de allí creyéndote la mentira del enamoramiento y el romanticismo a la occidental, o muy posiblemente habiendo aprendido el valor del individualismo occidental y creyendo la mentira de que la violencia puede vencer el mal, cuando la Biblia enseña que el mal se vence con el bien, no con más mal. Hoy tenemos a la mayoría de la gente ignorante en cuanto al camino de la cruz, el camino de ―amar a los enemigos:‖ porque no se han llenado la cabeza con las historias de Dios, sino con las historias del diablo que presentan Hollywood, Bollywood, Churubusco y el resto de las producciones de este mundo. Así pues, con los ejemplos anteriores, me propongo que comprendamos que el evangelio de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo es eso: una historia real que debería cambiar tu manera de pensar en la dirección de los pensamientos de Dios, pero no un libro de física aplicada que haya que elucidar como genios. O, como lo escribiera Charles Wesley en su himno “Amazing Love:” Esto es un misterio: Muere el Inmortal. ¿Quién puede explorar Su designio tan extraño? En vano trata el principal de los serafines De sonar las profundidades del amor divino [8] Es decir, hay que ver que lo importante no es entender el cómo y los detalles, sino entender y creer que la muerte de Cristo nos redime del poder del diablo y nos da un poder sobrenatural para vencer al pecado y al mundo de manera habitual mientras que todavía estamos en la carne, y mucho más cuando hayamos salido de este cuerpo. Para ser salvos, no necesitamos más que eso. A eso, en síntesis, nos referimos con el modelo del ―rescate.‖ Sin embargo, la Biblia y los escritos de los cristianos primitivos nos dan muchos detalles más en cuanto a este modelo, que podemos mencionar con mucha cautela, pero que nos aclaran las cosas y nos edifican en el espíritu.
  • 28. Habiendo esclarecido lo anterior, veremos primeramente que cuando hacemos un estudio cuidadoso del Nuevo Testamento, nos damos cuenta de que el verdadero y principal propósito de la muerte y la Sangre de Cristo fue que pudiéramos ser libertados de los siguientes enemigos nuestros: el pecado, el mundo, la carne, la ley, el diablo y la muerte, y hacer posible que vivamos una vida santa, obediente, piadosa, fiel y devota, entregada a vivir únicamente para Él. La siguiente es una lista parcial de los textos que enseñan esto: -―El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.‖ Lucas 4:18-19. Como podemos observar, Cristo vino a dar libertad a los cautivos que estaban presos en el pecado; a poner en libertad a aquellos que se hallaban oprimidos por el diablo. -―El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.‖ Juan 1:29. Como vemos, Juan el Bautista dio testimonio de que Jesús vino a quitar, no a cubrir, el pecado del mundo. De verdad vino a deshacer las obras del diablo. (1ª Juan 3:10.) -―Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.‖ Romanos 8:3-4. Aquí se afirma que Cristo vino para condenar al pecado en la carne. Su muerte no anuló el Juicio por el pecado, sino que anuló al pecado mismo. Es decir, Él nos salva del pecado, no en el pecado. (Mateo 1:21.) De hecho, de acuerdo con el apóstol, la diferencia principal y crucial entre la ley y la gracia, es que estando bajo la gracia, el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros. (Ver Romanos 6:14.) -―Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.‖ Romanos 14:9. -―… y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.‖ 2ª Corintios 5:15. Los versículos anteriores afirman que Cristo murió efectivamente para poder ser nuestro Señor (Amo, Dueño, Rey Soberano, Jefe, Amado y Capitán) y que
  • 29. de esa manera dejemos de vivir para nosotros mismos, y ahora vivamos sólo para Él. -―…el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,‖ Gálatas 1:4. Aquí el apóstol dice que Cristo murió por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo (es decir, del sistema de cosas de este mundo y de la condición perversa de esta generación.) -―… quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.‖ Tito 2:14. -―Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.‖ Hebreos 13:12. (Ver versículos 20 y 21.) -―… sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,‖ 1ª Pedro 1:18-19. -―quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.‖ 1ª Pedro 2:24. -―Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;‖ 1ª Pedro 3:18. Una vez más los pasajes anteriores afirman que Cristo murió para redimirnos de la iniquidad, purificarnos del pecado, santificarnos, apartarnos como un pueblo peculiar, celoso de buenas obras, rescatarnos de una vana manera de vivir, y para que volviéndonos de corazón al Pastor y Obispo de nuestras almas, muramos a los pecados y vivamos en la justicia de la ley de Dios por el resto de nuestras vidas, siendo así verdaderamente llevados a Dios. -―… pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.‖ 1ª Juan 1:7. -―Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.‖ Apocalipsis 1:5-6. -―Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.‖ Apocalipsis 7:14.
  • 30. Otra vez, vemos que la Preciosa Sangre de Cristo nos limpia, nos lava, nos emblanquece, es decir, nos hace santos en la práctica, y no sólo en la imaginación, ni mucho menos sólo a los ojos de Dios llevando a cabo una transacción misteriosa en el cielo en la que Dios ya no nos ve a nosotros, sino a Cristo en nosotros; ¡no! Sino que nos emblanquece en verdad. Con todo lo anterior, y con base en el versículo que aparece a continuación, entonces el resultado lógico es que es por medio de la Sangre de Cristo, que el creyente de verdad vence a Satanás y triunfa sobre él, quien es el acusador y el enemigo de las almas. -―Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.‖ Apocalipsis 12:11. Ahora bien, la terminología que utiliza el Nuevo Testamento y que utilizaron los primeros cristianos para referirse a la teología del sacrificio de Cristo, fue la palabra ―rescate,‖ así como la palabra ―redención.‖ Tales palabras se utilizan en el sentido de que hay que pagar algo de valor para poder obtener la liberación de algún cautivo. Su uso lo podemos ver en pasajes como Éxodo 21:30, Proverbios 13:8 y en muchos otros. Jesucristo mismo usó tal término para mostrar cómo el hombre ha sido traído de vuelta a Dios. El significado de redimir es ―volver a comprar.‖ Tanto el rescate como la redención significan que Cristo dio Su vida y resucitó para hacer posible que el hombre pudiera regresar a Dios. En los antecedentes de Israel, estos términos significaban que se debía pagar algo de valor para poder obtener la liberación de algún cautivo (Ver Job 36:18.) Por el contacto que los cristianos primitivos tenían con la esclavitud, para ellos estos términos significaban la liberación de alguna persona de la esclavitud. Esto es confirmado por el uso que Pablo le da a una metáfora sobre la esclavitud en Romanos 6, en donde explica lo siguiente: -―¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.‖ Romanos 6:17-18, 22. La misma vida de Jesús, es decir, su Sangre, era esta ―paga‖ dada por la liberación del creyente del poder del pecado. La siguiente es una lista parcial de los pasajes bíblicos que muestran la realidad de la redención o el rescate: -―… como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.‖ Mateo 20:28. -―Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.‖ Marcos 10:45.
  • 31. -―Bendito el Señor Dios de Que ha visitado y redimido a su pueblo, Y nos levantó un poderoso En la casa de David su siervo,‖ Lucas 1:68-69. Israel, Salvador -―Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.‖ Lucas 2:38 -―Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.‖ Lucas 24:21. -―Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.‖ Hechos 20:28 -―Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.‖ 1ª Corintios 6:20. ―Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres.‖ 1ª Corintios 7:23. -―Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.‖ Efesios 2:13. -―… el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.‖1ª Timoteo 2:6. - ―… y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.‖ Hebreos 9:12. -―y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;‖ Apocalipsis 5:9. Hasta aquí no se ha dicho nada sobre el perdón de los pecados (se verá más adelante cómo es que la Sangre de Cristo nos trae perdón y propiciación.) Tampoco se ha dicho nada sobre el hecho de que vayamos al cielo cuando muramos, ni mucho menos se ha dicho nada sobre la falsa doctrina de la ―santificación posicional‖ ni de las ―obras de súper erogación‖ (doctrinas falsas que afirman que aunque pequemos, Dios ya no nos ve a nosotros, sino a Cristo y a Su Sacrificio, y que las obras justas de Cristo se nos imputan sin que nosotros seamos justos en la práctica. La Biblia no da ni pista ni sugerencia de que las cosas sean así, y más bien dice en 1ª Juan 3:7 que el que hace justicia es justo, así como Él es Justo.)
  • 32. De hecho, el modelo de la sustitución penal en conjunto con el dogma de la justicia imputada desarrollado a la manera calvinista constituyen los pilares más fuertes de otras doctrinas mucho más venenosas y altamente peligrosas, como son: la existencia del supuesto ―cristiano carnal,‖ la falacia de que Cristo puede ser tu Salvador sin la necesidad de que sea tu Señor, la mentira de que los cristianos no enfrentaremos el Juicio del Gran Trono Blanco, y la doctrina de ―la perseverancia de los santos‖ (doctrina mejor conocida como ―Una vez salvo, siempre salvo.‖) Lo que sí hemos visto es que la muerte de Cristo nos limpia, nos lava y nos hace cumplir las demandas justas de la ley; o sea, hace posible que abandonemos el pecado, salgamos del mundo, y venzamos a Satanás. Es decir, como lo plantea todo el Libro de Romanos y en especial Romanos 7: Dios dio una ley (la mosaica a los judíos y la de la consciencia a los gentiles), pero por más que el hombre trate de guardar la ley en sus fuerzas, no será capaz de hacerlo, y tendrá que enfrentar el Juicio de Dios. Hay dos maneras como podíamos ser librados de dicho problema: una era que Dios nos concediera el escape del juicio, a pesar de nuestra desobediencia. La otra manera era que la misericordia de Dios viniera a nosotros en la forma de una gracia especial que nos llamara a salir del mundo y nos librara del poder del pecado e hiciera posible el obedecer a Dios. (Tito 2:11-15.) El modelo reformado propone que la solución fue la primera opción, mientras que el modelo del rescate propone que la solución fue la segunda opción. Es decir, Dios de verdad nos libra de este ―cuerpo de muerte‖ y nos da el poder para caminar con Dios. Lo que la Ley no pudo hacer, Dios lo hizo, y nos concedió el arrepentimiento para vida. (Hechos 11:18.) De esa manera, Cristo rompió el poder del pecado en nosotros, condenó al pecado en la carne y nos permitió, por medio de Su Espíritu, el hacer morir las obras de la carne. En resumen, el evangelio y el mensaje que hemos oído de Él es este: Dios es Luz y no hay ningunas tinieblas en Él. Si andamos en la Luz, podemos vivir en una condición constante de libertad y de perdón del pecado. Podemos hallarnos entre aquellos que por gracia (queriendo decir ―gracia‖ la influencia divina que nos da el poder para vencer el pecado y el mundo y para agradar a Dios, poder al cual accedemos por medio de la fe), andan en obediencia y santidad, y a quienes el Señor no inculpa de pecado. Esta es la bienaventuranza que nos trajo la muerte de Cristo. Él hizo esto no por medio de cambiar la mente ni el juicio de Dios (pues Él ya estaba lleno de misericordia y no necesitaba pago alguno por el pecado), sino por medio de cambiarnos a nosotros para que pudiéramos tener un corazón contrito y humillado, arrepentido y obediente, que es el único sacrificio que pide Dios. Así, bajo la gracia, somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras. (1ª Juan 1:3-10, Romanos 4:5-8, 5:2, Efesios 2:10.) Es decir, a diferencia del modelo de la satisfacción, en el que, como en Levítico, le llevamos un sacrificio a Dios para apaciguarlo (en este caso nos escondemos en el sacrificio de Cristo), en el modelo del rescate, Dios nos trae
  • 33. un sacrificio para libertarnos de nuestro captor y de esa manera reconciliarnos consigo mismo. Con lo anterior en mente, podemos decir que la muerte de Cristo fue un pago efectuado para librarnos de nuestra esclavitud y de nuestros enemigos. ¿Y quiénes eran esos enemigos? Pues había cuatro enemigos principales que teníamos en nuestra contra, a saber: el diablo y su reino, el pecado y la carne, la ley, y la muerte (la separación de Dios), junto con sus consecuencias. Vc-1) La victoria sobre el diablo y sobre su reino. Para entender por qué dicha victoria era necesaria, hay que saber que cuando Adán pecó, vendió a toda la humanidad al diablo y al pecado. Adán no nos heredó el pecado, pero sí nos heredó la muerte; es decir, nacimos con un cuerpo que se enferma, que muere físicamente, que se equivoca y que es demasiado débil como para no ceder ante el pecado, sino que más bien desearía estar separado de Dios para no tener que obedecerle, sino sólo obedecer a los deseos del cuerpo. Que Adán no nos heredó el pecado es un tema que sale del alcance de este escrito. Pero que sí nos heredó la muerte se enseña claramente en las Escrituras. (Ver por ejemplo 1ª Corintios 15:21-22.) Luego, habiendo heredado la muerte, todavía cada cual escogió andar por su propio camino y se descarrió. De esa manera, el apóstol Pablo describe su condición humana en la inconversión como alguien ―carnal, vendido al pecado.‖ (Romanos 7: 14.) Siendo así la condición del hombre, era necesario pagar un precio para comprar de vuelta al ser humano caído en esclavitud. Es decir, los poderes del mal, que nos mantenían dominados, fueron vencidos. El significado del rescate debe ser visto, no como una transacción legal o de negocios (a quién se le paga el rescate), sino como una liberación de los seres humanos, del rey suplantador al que Adán nos había vendido (Satanás.) Los pasajes siguientes nos hablan de la muerte de Cristo como la victoria que Él alcanzó sobre el diablo: -―Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.‖ Génesis 3:15. Dios el Padre prometió desde aquel momento que Él heriría a la serpiente antigua (el diablo) en la cabeza, queriendo decir que lo vencería. Esto sería hecho a través de la simiente de la mujer (el Mesías que habría de venir por descendencia de Eva.) -―Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. Porque ¿cómo puede alguno entrar en la
  • 34. casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.‖ Mateo 12:28-29. -―Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín.‖ Lucas 11:22. En los pasajes anteriores el contexto es que Cristo echaba fuera demonios. Siendo acusado por los fariseos de echar demonios por el poder del príncipe de los demonios, Él pone el ejemplo que acabamos de leer. Satanás es como el hombre fuerte. Su casa es todo este mundo que está bajo su control (1ª Juan 5:19). Lo que hizo Cristo fue precisamente entrar en dicha casa, es decir, venir al mundo, y, por medio de Su Muerte Redentora, atar al diablo y saquear su casa, quitándole sus armas y quedándose con el botín. El ―botín‖ se refiere a las almas perdidas que estaban esclavizadas por Satanás (Lucas 4:18), tal como lo profetizó Isaías al decir que el Mesías ―repartiría despojos con los fuertes.‖ (Isaías 53:12.) En otras palabras: ¡Nuestra alma es parte de ese botín que Cristo ganó para Sí! ¡Aleluya! -―para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.‖ Hechos 26:18. Jesús le dijo a Pablo que lo enviaría a los gentiles para librarlos de la potestad (el poder y dominio) de Satanás, de tal manera que ahora quedaran bajo la potestad de Dios. -―… y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.‖ Colosenses 2:15. Aquí nos dice que Cristo triunfó no sólo sobre el diablo, sino sobre todos los demonios en la cruz. -―… que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.‖ 2ª Timoteo 2:25-26. - ―Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.‖ Hebreos 2:14-15. -―El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.‖ 1ª Juan 3:8. Los últimos tres versículos claramente nos confirman que Cristo, por medio de Su muerte, nos hace escapar del lazo del diablo, deshace sus obras y destruye al diablo, quien tenía el imperio de la muerte, para así librarnos de él.
  • 35. Es natural que, al ser libertados del diablo, también seamos sacados de su reino: -―el cual [Cristo] se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,…‖ Gálatas 1:4. -―Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.‖ Gálatas 6:14. Nótese que es por medio de la cruz de Cristo que el apóstol halló poder para que el mundo le fuera crucificado a él y él fuera crucificado al mundo. Vc-2) La victoria sobre el pecado y la carne El pecado como tal también es nuestro enemigo, y se manifiesta por medio de la carne terrenal. Como vimos al principio, lo que Dios hizo fue darnos el poder para vencer al pecado y a la carne, de tal manera que podamos andar en el Espíritu y no satisfacer ni proveer para los deseos de la carne, porque al sembrar para la carne necesariamente segaríamos corrupción. (Gálatas 6:6.) En verdad Dios destruyó al pecado y pagó un precio para que podamos ser libertados del pecado y santificados. Veamos los siguientes textos: -―Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.‖ Romanos 2:28-29. El texto anterior afirma que Dios obra en los regenerados una circuncisión de corazón (ver también Ezequiel 36:24-30.) ¿Cómo es que lo hace? El texto a continuación lo contesta: -―sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.‖ Romanos 6:6. De manera mística, cuando Cristo murió en la cruz, allí morimos nosotros con Él. El viejo hombre es una metáfora que se utiliza para referirse a la vida antigua que llevábamos sin Dios, gobernada por la carne y satisfaciendo al pecado. Bien, ese viejo hombre quedó clavado y totalmente anulado en la cruz cuando Cristo murió, de tal manera que el cuerpo del pecado fue destruido, y así somos capaces de ya no servir más al pecado. -―Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se