La escultura griega alejandrina se desarrolló entre los siglos III a.C. y I d.C. en Egipto bajo dominio griego. Se caracterizó por ser más naturalista y realista que el estilo clásico, retratando figuras humanas con detalles anatómicos precisos. Además de estatuas religiosas, creó bustos y retratos de gobernantes y personas influyentes que mostraban sus rasgos individuales de forma reconocible.