1. ORACIÓN
Aquí estoy Señor con mis proyectos y mis
limitaciones.
Aquí estoy con mis éxitos y mis fracasos.
Aquí estoy con mi fe y mis dudas.
Aquí estoy con mis alegrías y dificultades.
Aquí estoy con mi generosidad y mis pecados.
Señor: Tú me llamas a responder a tus
llamados, hazme conocer tu voluntad, indícame
el camino a seguir, esclarece mi inteligencia,
abre mi corazón y suscita en mí la voluntad de
decirte generosamente: Aquí estoy Señor.
AMÉN
3. Introducción
Ya antes de la Alianza el pueblo avanza por el
desierto, y después de concluida proseguirá su
peregrinación: 40 años, aproximadamente el tiempo
de una generación.
Pero esta peregrinación tiene una meta: la Tierra que
el Señor había prometido a los padres.
Ambos hechos («el Señor nos condujo por el
desierto»; «el Señor nos dio una tierra que emana
leche y miel») serán en adelante parte esencial de la
fe de Israel.
4. La historia en el paso por el desierto
La Biblia no nos da con detalle y claridad el recorrido de
los israelitas, para que descubramos el sentido religioso
de esos hechos.
Las tribus
intentan
penetrar en
Canaán por el
Sur, pero son
rechazadas;
permanecen
bastante tiempo
en el oasis de
Cadés dando
diversos rodeos;
finalmente
entran.
5. 1. Ramesés Israel fue sacado de Egipto (Éx. 12; Núm. 33:5).
2. Sucot Después que los hebreos partieron de éste, que fue su primer campamento, Yahveh
los guió desde una columna de nube de día y desde una columna de fuego de noche(Éx. 13:20–
22).
3. Pi-hahirot Israel cruzó el Mar Rojo (Éx. 14; Núm. 33:8).
4. Mara El Señor sanó las aguas amargas por eso se llamo Mara (Éx. 15:23–26).
5. Elim Israel acampó junto a las doce fuentes de aguas (Éx. 15:27).
6. Desierto de Sin El Señor mandó maná y codornices para alimentar a Israel (Éx. 16).
7. Refidim Israel luchó contra Amalec (Éx. 17:8–16).
8. Monte Sinaí (monte Horeb) El Señor reveló los Diez Mandamientos(Éx. 19–20).
9. Desierto de Sinaí Israel construyó el tabernáculo (Éx. 25–30).
10. Campamentos en el desierto Se llamó a setenta ancianos para ayudar a Moisés en el
gobierno del pueblo (Núm. 11:16–17).
11. Ezión-geber Israel atravesó pacíficamente las tierras de Esaú y de Amón (Deut. 2).
12. Cades-barnea Moisés envió espías a la tierra prometida; Israel se rebeló y no pudo entrar
en la tierra; Cades sirvió de campamento principal para Israel durante muchos años(Núm. 13:1–
3, 17–33; 14; 32:8; Deut. 2:14).
13. Desierto oriental Israel evitó entrar en conflicto con Edom y Moab (Núm. 20:14–21;2224)
14. Río Arnón Israel destruyó a los amorreos que lucharon contra él (Deut. 2:24–37).
15. Monte Nebo Moisés contempló la tierra prometida (Deut. 34:1–4) y pronunció sus tres
últimos discursos (Deut. 1–32).
16. Llanura de Moab Yahveh dijo a Israel que dividiera la tierra y echara a sus habitantes
(Núm. 33:50–56).
17. Río Jordán Israel cruzó el río Jordán sobre tierra seca. Cerca de Gilgal se colocaron
piedras del lecho del río Jordán en conmemoración de la división de sus aguas (Josué 3; 4; 5,1).
18. Jericó Los hijos de Israel tomaron la ciudad y la destruyeron (Josué 6).
6. El momento histórico para la
conquista de Canaán (12501200 a. C.) era inmejorable,
pues los grandes imperios
estaban en plena decadencia.
Abundantes testimonios
arqueológicos confirman que en
la 2ª mitad del s. XIII a.C.
hubo una invasión violenta por
el este de Palestina.
Los israelitas lograron establecerse en
el territorio conquistado, repartiéndolo
entre las diversas tribus. A pesar de
todo, los filisteos permanecieron en sus
ciudades de la llanura costera y los
cananeos seguían controlando muchas
ciudades del interior.
7. La experiencia del desierto
Por ser el desierto incómodo y difícil, debían confiar
plenamente en Dios, en su poder y su protección,
experimentar la maravillosa providencia de Dios; pero
Israel tienta a Dios quejándose, protestando, y sigue
desconfiando de Él.
«ni aun así confiasteis en
Yahveh vuestro Dios, que era el
que os precedía en el camino y
os buscaba lugar donde
acampar, con el fuego durante
la noche para alumbrar el
camino que debíais seguir, y con
la nube durante el día» (Dt.
1,32-33).
8. En este sentido el desierto es lugar de
prueba, ocasión de fiarse de Yahveh
cuando no se le ve, cuando aparecen las
dificultades y se está al límite de las
fuerzas (Dt. 8,2-6). En el desierto,
Israel es llamado a vivir en toda su
profundidad la aventura de la fe.
De hecho, el pecado de Israel en
el desierto es la falta de fe, en
Dios se quedan en los hombres
que sólo son instrumentos de
Dios (Éx. 16,8). Llegarán a
pensar que Dios los ha sacado de
Egipto «por odio», cuando en
realidad es por el amor (Dt.
4,37; 7,8).
9. Por eso el desierto toma en
la tradición bíblica también
el sentido de castigo; toda
la generación pecadora
perecerá en el desierto,
Moisés sólo verá la tierra
prometida de lejos
El sufrimiento del desierto
momentos antes de su
acaba sirviendo de expiación por
muerte.
el pecado y purificación del
mismo. Por eso, cada vez que a lo
largo de su historia Israel vuelva
a pecar y a apartarse de Yahveh
deberá ser conducido de nuevo al
desierto (Os. 2,16) para ser
purificado y poder así entrar de
nuevo en la intimidad de su Dios.
10. En la Sagrada Escritura el monte tiene un significado
especial, que indica el lugar de encuentro con Dios, de
libertad, de plenitud y realización.
La cima del monte es el lugar hacia donde
se alza la mirada y se contempla el final
del ascenso, la meta de toda una vida.
Moisés asciende al Monte Nebo y muere
allí, contemplando desde su cúspide la
tierra prometida, no llega a pisarla pero
por ahora va a otra patria: la que Dios
ofrece a sus elegidos.
Moisés fue jefe, profeta y libertador
del pueblo de Dios. Podemos reconocer
en la vida de Moisés nuestro propio
llamado al compromiso con los hermanos
y seguir su itinerario de conversión
hasta culminar en la santidad.
11. La Tierra, don y conquista
La experiencia del
desierto subraya la
infidelidad de
Israel, y pone de
relieve la fidelidad
de Dios (Dt. 1,8).
A pesar de la
obstinación e
incredulidad por
parte del pueblo
Dios cumple su
promesa.
12. Los hombres pasan, pero la historia de la salvación
continúa; el Señor, que «es el mismo ayer hoy y siempre»
(Heb. 13,8), lleva adelante su plan de salvación permanece
con su pueblo.
«Lo mismo que estuve con
Moisés estaré contigo; no te
dejaré ni te abandonaré... Tú vas
a dar a este pueblo la posesión
del país que juré dar a sus
padres.» (Jos. 1,5-6).
Sabemos que la conquista de Canaán fue lenta y laboriosa,
hubo que pelear con esfuerzo y sacrificio. Sin embargo, lo
esencial es la acción de Dios: este pueblo que lleno de fe
en su Dios emprende, la conquista y obtiene la victoria,
experimenta palpablemente la intervención de Dios en su
favor.
13. «Vosotros habéis visto todo lo que Yahveh vuestro Dios ha
hecho en atención a vosotros con todos estos pueblos;
pues Yahveh vuestro Dios era el que combatía por
vosotros.» (Jos. 23,3).
Ciertos fracasos son interpretados
como consecuencia de los pecados del
pueblo (Jos. 7). Pues si el pueblo se
aparta de su Dios y quebranta la alianza
él mismo se acarrea la desgracia.
«Reconoced con todo vuestro corazón
y con toda vuestra alma que, de todas
las promesas que Yahveh vuestro Dios
había hecho en vuestro favor, no ha
fallado ni una sola: todas se os han
cumplido. Ni una sola ha fallado.»
(Jos. 23,14).
14. Los cristianos, peregrinos hacia la Patria
Los Santos Padres están
plenamente convencidos de que
«todo aquello acontecía en figura y
fue escrito para aviso de los que
hemos llegado a la plenitud de los
tiempos» (1Cor. 10,11).
Liberado de la esclavitud del pecado a
través del bautismo, el cristiano pasa a
servir al Dios vivo y verdadero (1Tes.
1,9). En la Nueva alianza, sigue a Cristo,
que -como nuevo Moisés- conduce al
nuevo pueblo de Dios hacia la Tierra
prometida, hacia la Patria del cielo, a
través del desierto de este mundo.
15. El cristiano es «extranjero y
forastero» (1Pe. 2,11) en este mundo;
se encuentra en él como en un
destierro experimenta como Israel,
el cansancio, las dificultades y la
tentación. (1Pe. 1,17). Pero aspira a
«una patria mejor, la celestial» (Heb.
11,16).
En el desierto en que Israel fue
tentado y pecó, Jesús es tentado y
vence (Mt. 4,1-11).
Jesús es Jefe que lleva a la vida (Hech. 3,15); a través del
desierto de este mundo; guía a los suyos alimentándolos
con la Eucaristía y abrevándolos con el agua del Espíritu
hasta conducirlos a la Casa del Padre; en medio de la
pruebas y tentaciones Él mismo los cuida y protege como
Buen Pastor (cfr. Sal. 23).
16. Israel fue experimentando que Canaán no era el verdadero
descanso, pues las guerras y los enemigos turbaban su
reposo y su felicidad.
Por eso, los antiguos «murieron
sin haber conseguido el objeto
de las promesas, viéndolas y
saludándolas desde lejos» (Heb.
11,13). A nosotros se nos ofrece
«un cielo nuevo y una tierra
nueva» en la que «ya no habrá
muerte, ni llanto, ni gritos, ni
fatigas» (Ap. 21,1-2).
Las condiciones para entrar en este perfecto y definitivo
«descanso» son la fe viva en Cristo, el mantenerse firmes
hasta el fin y el obedecer dócilmente a Cristo, el guía que
nos conduce a ese descanso de la salvación plena y para
siempre. (Heb. 3,7 - 4,11).
17. Oración
¡Oh Dios!, protector de cuantos en Ti
confían, sin cuyo poder nada hay fuerte,
nada hay santo; aumenta en nosotros
tus misericordias, para que, siendo Tú
quien nos dirijas y nos guíes de tal
manera pasemos por las cosas
temporales, que no perdamos las
eternas. Te lo pedimos por el Corazón
de tu Santísimo Hijo Jesús.
Amén.