Los fieles de la Iglesia “ Son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el Pueblo de Dios y, hechos partícipes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo” (CEC, 871).
Los fieles de la Iglesia Por el bautismo . Por la participación en el sacerdocio de Cristo . Igualdad radical Distinción funcional
Los fieles de la Iglesia Para edificar la Iglesia, el Espíritu Santo la ha provisto de “dones jerárquicos y carismáticos” (GS, 4). Jerárquicos: Porque hay unos miembros que, por don de Dios, enseñan, santifican y gobiernan en nombre de Cristo y con su autoridad (CEC, 873). Carismáticos: Porque el Espíritu Santo concede sus gracias o carismas de modo diverso a los diferentes miembros para la edificación de la Iglesia.
Los fieles de la Iglesia Dios ha dispuesto cada uno de los miembros del cuerpo como ha querido; si todos fueran un solo miembro, ¿dónde quedaría el cuerpo? (1Co 12,18). Estos dones no hacen santos a quienes los reciben. Lo que hace santos es el amor de Dios, la caridad, que es el mayor don del Espíritu Santo (Rm 5,5; 1Co 12,31 y 13,1 y ss.). El Espíritu Santo concede esa caridad a todos los fieles que no ponen obstáculo a su gracia, pues todos están llamados a la santidad.
Jerarquía de la Iglesia Cristo fundó la Iglesia como una sociedad jerárquica : designó a Pedro como Cabeza visible del Colegio de los Apóstoles y de toda la Iglesia (CEC 880). A Pedro lo sucede el Papa, que tiene potestad plena, suprema y universal sobre toda la Iglesia. A los Apóstoles los suceden los Obispos (CEC 882).
Jerarquía de la Iglesia Forman parte de la jerarquía los presbíteros y diáconos, que colaboran con los Obispos por medio de las funciones propias de cada uno.
Jerarquía de la Iglesia La misión de la Iglesia es la que Jesús confió a los Apóstoles: “Vayan y enseñen a todas las naciones, bautizándolas...” (Mt 28, 19): darnos los medios para que alcancemos la salvación.
Jerarquía de la Iglesia Para ello, la jerarquía tiene tres oficios, que corresponden al Papa para toda la Iglesia y a cada Obispo para la porción del Pueblo de Dios que le haya sido confiada
Los fieles laicos Están llamados por Dios —en virtud del Bautismo y la Confirmación— a buscar la santidad y ejercer el apostolado en medio del mundo. Tratan y ordenan según Dios los asuntos temporales, las actividades y profesiones, la vida familiar y social (LG 31; CEC, 898-900).
Los fieles laicos Para llevar a cabo la misión de la Iglesia según su vocación, han recibido en el Bautismo una participación específica en el triple oficio: Santificar , ofreciendo a Dios —uniéndose al Sacrificio de la Misa— sus actividades, con el sacerdocio real o común, o alma sacerdotal.
Los fieles laicos Para llevar a cabo la misión de la Iglesia según su vocación, han recibido en el Bautismo una participación específica en el triple oficio: Enseñar , con su labor apostólica. Para ello es preciso poner empeño en adquirir una sólida formación doctrinal
Los fieles laicos Para llevar a cabo la misión de la Iglesia según su vocación, han recibido en el Bautismo una participación específica en el triple oficio: Gobernar , porque están llamados a procurar que Cristo Reine (1Co 15,25), luchando contra el pecado e informando, desde dentro, a la sociedad entera con el espíritu cristiano.
La vida consagrada de los religiosos Se llama vida consagrada (o, más comúnmente, vida religiosa) al estado de vida estable reconocido por la Iglesia, que se caracteriza por la profesión pública y formal de los “consejos evangélicos” de pobreza, castidad y obediencia. Por el Bautismo, todos debemos vivir, entre otras, esas virtudes de acuerdo con nuestra situación. Pero los religiosos se comprometen a vivirlas de un modo particular, en consonancia con el apartamiento del mundo que es propio de su vocación.
La vida consagrada de los religiosos Es propio de los religiosos el “abandono del mundo”: la búsqueda de la santidad independientemente de las realidades seculares de la vida terrena, para dar testimonio de la vida futura. A veces también se ocupan de esas realidades (trabajo en hospitales, escuelas, asilos, etc.) para ejercer la caridad y para sustentarse.
La comunión de los santos “ Hasta que el Señor venga hay tres estados en la Iglesia: unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es” (CEC, 954). Como todos los miembros de la Iglesia forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros... Esa comunicación de bienes sobrenaturales se llama “comunión de los santos” (CEC, 947-948).
La comunión de los santos Gracias a la comunión de los santos, la Iglesia cuenta con el tesoro infinito de los méritos de Cristo; también con los de la Virgen María y, en otro orden, con los de los santos. Los aplica a las almas, por ejemplo, mediante las indulgencias. Podemos ayudar a los demás y a las almas del purgatorio mediante la oración, la penitencia y las obras buenas. Podemos recibir su ayuda, y la recibimos de hecho.
El perdón de los pecados No hay ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. No hay nadie, tan perverso y tan culpable, que no deba esperar con confianza su perdón siempre que su arrepentimiento sea sincero. Cristo, que ha muerto por todos los hombres, quiere que, en su Iglesia, estén siempre abiertas las puertas del perdón a cualquiera que vuelva del pecado (cf Mt 18, 21-22) (CEC, 982).