1. UN ABRAZO LARGO
“Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos
junta, perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la
llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.” (Eduardo Galeano)
Prefiero los abrazos prolongados,
evito los fuertes,
huyo de los ausentes
que se dan sin alma ni corazón.
El largo es oasis a recordar
cuando andamos escasos o cortos,
cuando es el más deseado pero nos lo impiden traumas remotos,
toda ocasión lo merece: ayer y ahora.
Es un gesto de permanecer,
un estandarte de consuelo cotidiano,
mímica del acompañamiento cercano,
cauce de emociones y lenguaje de signos otras veces.