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Para vencer, hace falta un cambio de hábitos 
A veces, la fricción sólo genera más fricción. Y aunque creas que 
terminarás siendo el vencedor, la otra parte podría estar pensando lo 
mismo. Efectúa un cambio en tus hábitos y obliga al mundo a 
reacomodarse. 
Los hábitos, por lo general, vienen en dos talles: buenos y malos. Y por lo general, son los 
demás quienes tienen todos los malos... 
Si bien los malos hábitos son los que reciben la mayoría de nuestra atención, no son los 
únicos que deben ser analizados. A veces, los buenos hábitos necesitan de una 
reevaluación, y cuando no den la talla, deberían ser cambiados. 
Se ha dicho: “Los hábitos no deseados pueden imponer límites a la libertad 
individual tan reales como los barrotes de una celda de prisión”. Si esto es cierto, 
¿cómo lucen los barrotes de tu prisión? ¿Al menos logras verlos? 
Algunos barrotes son fácilmente visibles, como los hábitos del tabaquismo y el 
alcoholismo, el abuso de drogas, el trastorno obsesivo compulsivo, el juego, la compulsión 
sexual y la adicción al trabajo. Por otra parte, existen barrotes de prisión que son más 
finos, y están hechos de un material vidrioso, que impide su visión y, por lo tanto, los hace 
más peligrosos, ya que nos hacen creer que no existen... al menos en nuestro interior. 
Por ejemplo, ¿alguna vez te topaste con una persona verdaderamente obstinada? Sí, ese 
tipo de persona capaz de generarte una reacción visceral con sólo entrar en tu espacio 
personal. Él puede vivir contigo en casa, o podrías conocerla mientras haces algunas 
compras.
2 
Tal vez, se siente en el escritorio contiguo al tuyo en el trabajo. Esta es una persona que, 
por más que le des mil y una oportunidades, nunca estará de acuerdo contigo, o ni 
siquiera escuche tus opiniones. 
Esperar que este tipo de sujeto escuche tu opinión crea frustración y pérdida de tiempo. 
Mientras buscas y esperas un acuerdo, su resistencia crecerá proporcionalmente a tus 
esfuerzos. Cuanto más fuerte empujes más fuerte te empujará. Él ganará fuerzas a lo 
largo del proceso de resistir tus argumentos. A veces, incluso, sonreirá. 
A esta altura, el hábito de “ser correcto” sólo agregará gasolina al fuego. La victoria se 
convierte en un asunto personal para ambas partes. Desafortunadamente, a medida que 
las voces se elevan y las palabras dan paso a los gritos, ambos pierden. 
Los sentimientos reprimidos pasan a un estado de hibernación. Ahora, cualquier 
compromiso forzado deja un mal gusto. El ganador poco convincente, rara vez, creará 
una relación duradera a largo plazo. 
No es fácil imaginar un escenario que permita cambiar o controlar las opiniones o 
actitudes de los demás. Y eso crea un dilema. Entonces, ¿cómo cambiar las opiniones o 
actitudes de alguien? ¿Cuándo hacerlo? 
Necesitarás intentar algo Nuevo: 
En primer lugar, olvídate de los viejos hábitos y de las viejas formas de discutir. 
Segundo, piensa lo siguiente. Tú no puedes controlar a tu oponente o enemigo, pero sí 
puedes controlarte a ti mismo, a tu forma de pensar, a tu actitud y a tus opiniones, a 
través de un esfuerzo de conciencia. Aquí radica la clave para cambiar un mal hábito. 
Aprende este secreto, úsalo, y cambiarás tu vida para siempre. 
¿Cuál es este secreto? Cambia aquello que puedas controlar. Modifica tu actitud hacia 
los demás cambiando tus patrones de pensamiento. 
¿Cómo hacer esto? 
Existen varias técnicas para cambiar los hábitos que nos propongamos, diversos autores 
pregonan los suyos. A continuación se describen algunos métodos tú elige por cual te 
inclinas, lo que importa es que hagas lo que tengas hacer el resto es “pan comido”. Te 
deseo éxito en lo que pretendas y emprendas, y sobre todo se constante, persistente y 
no te rindas. Un hábito a la vez es suficiente. Cada día haz lo que tengas que hacer y 
cada mañana renueva tu contrato.
3 
Esta es una forma. Comienza por “amar a tus enemigos”. Un enemigo, o el blanco de tu 
odio, a menudo, no está al tanto de la hostilidad que sientes para con ellos. Sin embargo, 
recuerda que tú has creado a este enemigo al decidir que así fuera. Además, pensándolo 
bien, no debería ser muy difícil amar aquello que has creado. 
Algunos de nuestros más grandes y nobles desafíos aparecen cuando decidimos convertir 
a un enemigo en amigo. Para conseguirlo, en primer término, cambia la actitud hostil 
hacia la otra persona. 
Por ejemplo, ¿esta persona siempre está esperando discusiones de tu parte? ¿Su 
satisfaces esto? Si has respondido que sí, no sería de extrañar que él supiera cómo 
manejarte. Entonces, ¿quién está en control de la situación? 
Por otra parte, ¿qué reacción generarás si te mantienes en una actitud afable? Lo más 
posible es confusión. Luego, a raíz de tu esfuerzo positivo, él terminará reajustando sus 
tácticas. Él podría mostrarse menos discutidor. 
Tal vez, podría prestar una ligera atención a tus puntos de vistas. Y si escuchas su 
opinión, en una de esas, podría preguntarte la tuya. A esta altura, aunque pueda parecer 
pequeño, el verdadero cambio ya se ha iniciado. 
Y ahora lo que tienes es un ex enemigo que cambia su actitud para contigo; algo que no 
es un paso pequeño. Y todo gracias a que decidiste cambiar tu actitud hacia él. Y eso hizo 
que tu antiguo rival no tuviera más opción que cambiar, ya que para cada acción existe 
una reacción igual u opuesta. Tú no puedes cambiar a las otras personas; sólo te puedes 
cambiar a ti mismo. 
Cuando cambias, el mundo que te circunda se reajusta para acomodarse a la nueva 
versión de ti. Cuando comiences a aplicar este concepto de modo más frecuente, 
entonces algún día podrías encontrarte diciendo: “nunca conocí a alguien que me 
odiara”. 
Advertencia: Piensa con cuidado qué es lo que quieres cambiar de ti.
4 
Cambio de hábitos 
A. Concepto de hábito 
1- Toda persona, cuando repite continuamente un comportamiento termina por generar 
un hábito. Algunos hábitos se generan con cierto esfuerzo y de manera conciente. Otros, 
por el contrario pareciera que se instalaran “solos”, sin que “nadie” los haya invitado, y la 
persona se vuelve conciente de su existencia sólo en el momento que desea modificar 
cierto comportamiento y encuentra seria dificultad en lograrlo. 
2- En un sentido amplio, definiré hábito a toda acción (o secuencia de acciones) que se 
pone en marcha sin mediar un proceso de decisión conciente. Ello significa que ha
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generado un mecanismo de acción que no “consume” atención de la conciencia, de modo 
que la misma pueda quedar liberada para otros menesteres.
6 
3- En este sentido, la generación de un hábito constituye un gran avance en la evolución 
de cualquier sistema ya que, al avanzar en el aprendizaje, todo comportamiento que se 
repite con cierta frecuencia, se “incorpora” ( se hace cuerpo) de modo tal que el sistema 
quede “libre” para realizar nuevos aprendizajes. 
4- Desde esta perspectiva, los hábitos constituyen la base de la evolución. Por ello, el 
hecho fundamental consiste en prestar la atención debida a la clase de hábitos que una 
persona permite que se generen y al tipo de hábitos que evita que se instalen. 
Mecanismo de generación de hábitos 
1- Cuando un persona emplea cierto comportamiento en forma reiterada, su organismo en 
múltiples niveles comienza a “ activar “ en forma repetida ciertos sistemas biológicos y 
psicológicos. De este modo, si dicha acción requería en un principio cierto tipo de toma de 
decisión conciente, la misma comienza a ejecutarse en forma automática, mediante la 
generación de ciertos cambios funcionales. 
2- Cuando hablo de cambios funcionales, me refiero al privilegio de ciertos cursos de 
acción en lugar de otros sin que aún se hayan generado cambios estructurales. Con el 
paso del tiempo, si dichos cambios funcionales persisten, entonces el organismo 
comienza a generar cambios estructurales, a veces a nivel molecular, otras a nivel 
macromolecular, celular, tisular o incluso anatómico. 
Ejemplos: 
A nivel biológico, una persona que se expone a situaciones de estrés en forma 
ocasional y limitada en el tiempo, genera liberación de adrenalina de acuerdo a su patrón 
personal . Si la presencia del agente estresante se prolonga en el tiempo, entonces se 
genera la liberación de hormonas que “ sensibilizan” los receptores a la adrenalina ( 
sitios donde la adrenalina actúa) mediante cambios funcionales de los mismos- actúan 
más rápido y por más tiempo ante la misma cantidad de adrenalina. Si el estrés persiste, 
entonces se liberan hormonas que activan los ácidos nucleicos en el interior de las células 
y producen la síntesis de mayor cantidad de receptores a la adrenalina. De este modo ya 
se ha producido un cambio en la estructura: ahora, esa persona se ha vuelto más 
reactiva ante la misma situación estresante- su organismo cuenta con mayor cantidad de 
receptores para la adrenalina . 
A nivel comportamental, cuando una persona inicia la práctica de un nuevo deporte, o 
aprende a conducir un automóvil, por citar unos ejemplos, en un principio debe tomar sus 
decisiones de manera conciente, para cada una de las acciones que debe emprender, 
razón por la cual no tiene demasiada “ atención disponible” para jugar el partido u 
observar la carretera. Luego de repetir numerosas veces la misma acción de manera 
similar, entonces se produce un mecanismo de acción en secuencias de tal modo que 
ya no es necesario prestar atención a cada detalle. Sólo es necesario elegir el 
comportamiento “ en paquete” para que el resto simplemente ocurra. 
A nivel social, plantearé una situación hipotética: imagine que en su ámbito de trabajo, 
ante un desperfecto en alguna maquinaria, alguien piensa que Ud. puede solucionarlo de 
manera adecuada. Imagine luego, que ante una nueva situación similar vuelven a pensar 
en ud. Imagine ahora que dicho desperfecto se ha vuelto habitual y las personas 
comienzan a encargarle a ud (obviamente ya es Ud. quien se encarga en esta institución) 
sin tomar la decisión entre opciones posibles- privilegian cursos de acción- debido a la 
“costumbre” . Se ha producido un cambio funcional, del que no será tan fácil “ correrse” 
una vez instalado. Ahora imagine, que han pasado algunos años, y dada la importancia 
que dicho tema reporta a la institución deciden crear un cargo formal para ud, con su 
oficina propia y presencia en el organigrama. Pues bien, el antiguo “ dar una mano con 
esta maquinaria” ha generado un cambio estructural.
7 
Es mi deseo que los ejemplos arriba esgrimidos despierten la conciencia respecto de la 
importancia que reviste para la vida real que las personas inviertan cierto tiempo a la hora 
de decidir qué clase de hábitos van a permitir que se incorporen en su repertorio de 
hábitos, pues una vez instalados, ocurren en forma automática, y con el tiempo conducen 
a cambios en el organismo que en numerosas ocasiones se vuelve sumamente dificultoso 
revertir. Por lo tanto si dichos hábitos no son saludables, la persona simplemente pondrá 
en marcha secuencias de acciones que debilitan su organismo, aun cuando 
conscientemente desee realizar otro tipo de actividad. 
Rasgo y estado 
1- Siguiendo la explicación anterior he de mencionar aquí el concepto de estado y el de 
rasgo. En el plano psicológico, solemos decir que una persona puede encontrarse en 
cierto estado emocional, o cierto estado mental o en cierto estado de conciencia. Ello 
quiere decir que dicha persona se halla vivenciando ciertas experiencias en ese preciso 
momento. Ante dicha situación, aún no se considera a la capacidad de vivenciar 
dicha clase de experiencias, como un patrón estable de la persona. Por ejemplo, una 
persona puede estar enojada, puede estar disociada, puede estar en una experiencia 
cumbre, puede estar “estresada”. 
2- Cuando una persona se halla frecuentemente en cierto estado, ya sea que reacciona 
ante ciertos acontecimientos de una manera característicamente recurrente, ya sea que 
ella pueda elegir a voluntad ingresar en ese estado mediante ciertas competencias 
adquiridas, entonces decimos que dicha persona ha generado un rasgo en su 
personalidad. Por ejemplo, cuando comúnmente manifestamos que una 
persona es irascible, lo que queremos decir en realidad es que dicha persona suele 
reaccionar con enojo ante diferentes situaciones. Otras palabras, podemos decir que 
dicha persona presenta rasgos de irascibilidad. Del mismo modo una persona puede 
presentar rasgos disociativos, paranoicos, fóbicos o cualquiera sea el constructo teórico 
que defina el rasgo que se está considerando. 
3- A los fines del presente libro, la intención de establecer esta distinción entre rasgo y 
estado, se basa en expresar al lector la importante necesidad de la práctica reiterada, a la 
hora de desarrollar su fortaleza. En otras palabras, si bien se puede desarrollar la 
capacidad de experimentar ciertas vivencias ( estado) de modo relativamente veloz 
cuando se actúa de determinada manera, en general, se requiere de una práctica 
sostenida en el tiempo para genera patrones habituales de comportamiento ( rasgo). 
4- Ello nos conduce directamente al próximo punto: el proceso de cambio de hábitos. 
B- Proceso de cambio de hábitos 
1- Existen ciertas acciones cuyos efectos “lastiman” al organismo. Si bien es cierto que el 
daño provocado por las mismas resulta insignificante en caso de que dicha acción ocurra 
unas pocas veces (en algunos casos incluso unas cientos de veces) con el paso de los 
años, dichos efectos perjudiciales se vuelven evidentes en grados significativos hasta el 
punto de generar sufrimiento. 
2- Por ejemplo, una alimentación desbalanceada con exceso de grasas , el consumo de 
ciertos tóxicos como el alcohol y el tabaco, la respiración en una atmósfera colmada de 
sustancias perjudiciales para un organismo viviente, la falta de actividad física con el 
consiguiente “desuso” de numerosos sistemas biofísicos y bioquímicos, la 
desregulación de los relojes biológicos debido a una continua interrupción de los ritmos 
naturales de sueño y alimentación conducen a un desgaste funcional y 
luego estructural de “ cualquier “ sistema viviente. 
3- Ello se traduce en un desaprovechamiento del potencial “ esencial” de nuestro ser y, 
de alguna manera, se convierte en nuestro destino. Lo más interesante, es que una vez 
instalados dichos hábitos simplemente se despliegan en nuestra vida cotidiana en forma
8 
automática, razón por la cual no percibimos estar haciendo nada especial más que llevar 
adelante nuestra vida “normal”. 
4-Por el contrario, cuando una persona genera – y luego mantiene- ciertos prácticas que 
pueden ser denominadas “saludables” se favorece un estado de armonía y balance en 
su interior que con el tiempo de transforma en un rasgo en dicha persona que mantiene 
su práctica. De esta manera, su solidez se ve incrementada a la hora de atravesar los 
obstáculos y manifestar su proyecto vital. 
5- Respecto del presente programa de desarrollo de fortaleza psicológica, hablaré 
de cambio de hábitos, debido a que, en general, la tarea consiste en modificar algún 
hábito ya instalado en la personalidad. En ese sentido, será necesario implementar un 
plan de cambio de hábitos. 
6- Todo aquel que alguna vez ha intentado cambiar su dieta, dejar de fumar, iniciar un 
programa de ejercicio físico , por citar unos pocos ejemplos, seguramente conoce de las 
enormes dificultades que encierra este proceso, especialmente en el largo plazo. En 
general las personas comienzan con un gran entusiasmo pero al poco tiempo abandonan 
y se desaniman tras este abandono. Y, respecto de este tema, no influye cuán importante 
sea al cambio alcanzado sino cuanto tiempo logre mantenerse. 
7- Por tal motivo, de acuerdo a mi experiencia resulta efectivo conocer el modelo de 
Etapas del cambio desarrollado por James Prochaska en relación al cambio de hábitos 
(ver figuras.) 
Cómo escoger nuevos hábitos para cambiar tu vida 
Adoptar un nuevo hábito o eliminar un mal hábito puede costarte un poco. De hecho, no 
hay un único manual de instrucciones en el que se nos enseñe cómo hacerlo. 
Pero, seguro que quieres desarrollarte y crecer a nivel personal. Y, para ello, es 
fundamental separarte de comportamientos que no te benefician. 
¡Comienza hoy mismo! En las próximas líneas, comprenderás mejor qué son los 
hábitos, cómo funcionan y lo más importante, te propongo un reto de una semana y 
un plan más a largo plazo para conseguir todo aquello que deseas. 
Los hábitos son conductas condicionadas y automáticas, muchas 
veces inconscientes. Nuestro cerebro necesita encontrar formas de ahorrar esfuerzo a la 
hora de hacer ciertas actividades. ¿O al conducir un coche estás pensando en cada 
momento la marcha que pones o calculando exactamente la distancia con el automóvil de 
enfrente? En cualquier área de nuestras vidas, hemos construido hábitos de todo tipo – 
físicos, emocionales, mentales y conductuales – y de alguna forma nos hacemos adictos 
a ellos. 
Más del 40% de lo que hacemos a diario pertenece al campo de los hábitos 
inconscientes. Tareas como coger las llaves antes de salir de casa o apagar la luz de tu 
habitación no se recuerdan porque llegan a ser rutinarias. 
Si acudimos a una definición más técnica, los hábitos surgen de un fuerte deseo 
subconsciente de recompensa, el cual se activa con una señal (interna o externa), que 
nos lleva a una rutina determinada (comportamiento, pensamiento, estado emocional) que 
a su vez nos proporciona aquello que deseamos. 
Pero… aquí llega la Elección. Podemos escoger una rutina que nos beneficie o una que 
no. 
Fíjate en el caso siguiente. Por las circunstancias que sean, una persona ha aprendido a 
reducir sus niveles de estrés a través dela comida. Por ello, cuando se siente estresado y 
sin pensarlo dos veces, de manera automática, se dirige a la nevera y come hasta 
saciarse. Con ello, consigue su recompensa (sentirse relajado).
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Sin embargo, la manera escogida para solucionar el problema del estrés conlleva “daños 
colaterales”, como es la sensación de culpa, además de una ganancia considerable de 
kilos. 
Para cambiar este hábito de comer compulsivamente esta persona debería cambiar su 
actual rutina (comer) por otra más sana y que le proporcione la misma sensación de 
bienestar que está buscando. 
En el Gráfico 2º, ante cualquier circunstancia de estrés, la misma persona elige una nueva 
rutina y adopta ahora el hábito de correr. Recibe su recompensa, consigue su deseo de 
sentirse bien pero evita los efectos nocivos de comer demasiado. Su nueva rutina le 
aportará otros beneficios, como encontrarse en forma y con más energía. 
Por tanto, si quieres cambiar tus hábitos y no ser un esclavo de los mismos, busca 
Rutinas alternativas que te sean beneficiosas. 
El reto de 1 semana
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Tan solo 1 semana, 7 días. Te propongo realizar cambios sencillos: 
 Lee un periódico distinto. 
 Cambia de posición y lugar en la mesa y durante la comida. 
 Modifica tu ruta a la hora de ir a tu trabajo. 
 Haz algo diferente, cambia alguna pequeña rutina diaria. 
¿Qué aprendes? ¿Qué ves nuevo? ¿Qué notas distinto? 
Plan para el EXITO 
Seguro que te sientes capaz de dar los próximos pasos para ALCANZAR EL ÉXITO en 
cualquier faceta que desees: 
1) Toma conciencia de tus hábitos. Apúntalos en un papel para tenerlos presentes. 
2) Desarrolla la fuerza de voluntad. 
3) Adopta rutinas alternativas que te ayuden a seguir el nuevo hábito. Utiliza tu 
creatividad. 
4) Ten un plan específico 
5) Practica al menos durante 21 días 
6) No tires la toalla: comienza otra vez si en algún momento no sigues el plan. 
7) Repite, repite, repite 
8) Cree que PUEDES. VISUALIZA TU OBJETIVO CONSEGUIDO, REPÍTETELO, 
SUÉÑALO 
Vamos con un ejemplo: 
Objetivo: eliminar el hábito de comer en exceso y adoptar el nuevo hábito de correr 3 
veces por semana. 
 Escribe ese hábito que te perjudica. Así, lo reconoces. 
 Ayúdate de un amigo que te apoya a la hora de recordarte tu objetivo y tener más 
voluntad. 
 Modifica tu ruta diaria para no pasar por la pastelería de la esquina. 
 El plan es correr 3 veces por semana. La primera semana, caminas, la segunda 
caminas y corres, la tercera sólo corres. 
 Para no tirar la toalla, te pones frases motivadoras en el armario donde tienes la ropa 
de deporte. Las lees cada vez que vas a vestirte. 
 Repites el hábito cada día. 
 Te visualizas en el mejor estado físico, lleno de energía y sonriente. 
 Un último paso muy importante. Cuenta tu éxito a otra persona. 
El Hábito de la Acción 
Muchos de nosotros nos atascamos en la inactividad -procrastinación, hacer un montón 
de tareas sin importancia para evitar lo realmente importante, preocupándonos por fallar o 
por no ser perfectos, costándonos arrancar, distrayéndonos, etc. 
Es hora para empezar a formar el Hábito de la Acción en su lugar. 
Y realmente no es tan difícil si te centras en ello un rato. Como cualquier otro hábito, 
empieza en pequeñas dosis, pequeñas tareas, en ráfagas cortas, y ve construyéndolo a 
partir de ahí. 
Aquí tienes algunos pasos rápidos para formar el Hábito de la Acción: 
1. Plantéate tus acciones clave. Centrarse en las acciones adecuadas es tan importante 
como hacerlas. No pierdas demasiado tiempo en este paso – simplemente decide tu Top 
3 de acciones para hoy.
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2. Coge una acción, y visualiza el resultado. ¿Qué aspecto tendrá cuando la hayas 
terminado? De nuevo, no pierdas mucho tiempo aquí – simplemente un pequeño esbozo 
en tu mente. 
3. Empieza. Simplemente. Dite a ti mismo “¡Hazlo ahora!” Conviértelo en un mantra. No 
pierdas el tiempo con herramientas, con distracciones, con nada que se interponga en tu 
camino para conseguir tu tarea. ¡Deshazte de todo excepto de la tarea, y ponle manos a 
la obra! 
4. Concéntrate en el momento. Simplemente piensa en tu trabajo en la tarea, no te 
preocupes por el futuro o por qué errores puede que vayas a cometer o hayas cometido 
ya, tanto como puedas. Sumérgete en ella. 
5. Hazlo. Completa la tarea. Siéntete bien por ello ¡Date una palmada en la espalda! 
A continuación, repítelo con la siguiente tarea. Cuanto más practiques este hábito, mejor 
lo harás. Hazlo en pequeñas dosis, y sigue practicando. A veces fallarás. Visualiza la 
siguiente acción para ver cómo reaccionar ante ello. Pero no permitas que fallar te 
detenga – simplemente práctica más. 
Barreras al Hábito de la Acción 
Pero qué pasa si estás teniendo problemas para ponerte en acción? Unos cuantos 
pensamientos rápidos: 
- No te preocupes por la perfección. Muy a menudo queremos elaborar el plan perfecto, 
pero aunque es importante saber hacia dónde te diriges, es más importante no atascarse 
en la etapa de planificación. Y aunque es importante hacerlo lo mejor que puedas, la 
perfección no es necesaria. 
- Deja de tontear. Estás dando vueltas a tus programas u otras herramientas. Estás 
jugando con las fuentes y los colores y otras cosas no-esenciales. Para. Vuelve a tu tarea. 
- Elimina las distracciones. Apaga el móvil, e-mail, Messenger, twitter, etc. Apaga el 
mundo a tu alrededor, y céntrate en lo que estás haciendo. 
- Mejóralo luego. Ahora simplemente hazlo. Lo puedes hacer mejor luego. Los escritores 
llaman a esto el primer borrador mierdoso – y aunque suene mal, en realidad es algo 
bueno. Lo estás completando, aunque sea malucho. 
- Divídelo en trozos más pequeños. Algunas tareas son demasiado intimidantes. Si la 
tarea te va a llevar más de una hora, comienza con fragmentos de media hora. Si eso es 
muy grande, simplemente haz 10 minutos. Si es muy duro, hazlos de 5. Aunque sea, 
hazlo de un minuto, pero ve haciéndolo. 
- Deja de pensar tanto. Pensar es algo bueno. Pensar demasiado, no, y se interpone en 
tu camino. Deja de lado todos tus pensamientos (parálisis por análisis) y simplemente 
haz. 
- Si no puedes hacer algo… plantéate por qué. Tal vez no tienes las herramientas. 
Tal vez no tienes la autoridad. Puede que necesites algo de alguien más. O que 
estés pasando por alto alguna información clave. Puede que no sepas cómo hacer 
algo y necesites leer sobre ello, o que te enseñen. Puede que sencillamente no 
quieras hacerlo, y que debieses dejarlo por completo. Plantéate cual es la barrera, y 
soluciónala.
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7 estrategias para propiciar la puesta en acción 
Accione, planee y ponga en práctica sus ideas. Propóngase manifestar sus ideas en 
el mundo físico. No ponga en espera sus sueños. 
1. Anote su objetivo y fíjese un plazo. Una meta sin un plazo determinado, es 
postergable de forma indefinida. 
2. Divida su meta en trozos pequeños. Cuanto más grande sea su meta o el cambio 
que usted quiere hacer, más rápido lo puede abrumar. Así que si su meta se siente 
desalentadora, divídala en pasos manejables, del tamaño de un bocado. Recuerde, 
usted no tiene que saber cada paso del camino, sólo los próximos pasos 
inmediatamente por delante. Sus siguientes pasos se hará evidentes a medida que 
avanza. 
3. Visualice el futuro que desea. Imagine las emociones que se sienten. Imagine que 
está en un lugar favorito, celebrando lo que ha logrado. Imagine a sus seres queridos 
sumándose a la celebración de su éxito. 
4. Aproveche el miedo. El miedo es una emoción poderosa que puede mantenernos 
sumidos en excusas. Sin embargo, al centrarse en lo que no quiere, lo puedes 
aprovechar en su favor. Así que anote cómo se sentirá dentro de un año si no hace
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nada. Sea valiente y realmente honesto contigo mismo acerca de los costos de la 
inacción continuada. Después de todo, si nada cambia, nada cambia! 
5. Construya la rendición de cuentas. Conforme un equipo de apoyo o un socio 
contable o, como sugerí en Deja de jugar a seguro, reclute su propia Junta de 
Asesores Personales para ayudarle a mantenerse enfocado y en la senda correcta. 
Establezca un horario regular para chequeo, y hágales saber las formas en que 
pueden ayudar. Por ejemplo, para recordar los logros del pasado, y por qué se puso 
a hacer estos cambios en el primer lugar. 
6. Recompensar el progreso. Establezca un sistema de recompensas para 
asegurarse de que se celebre el progreso y los pequeños logros a medida que 
avanza. Ya sea una actividad divertida con amigos, o una golosina para usted mismo, 
hacer algo que reconozca su progreso y esfuerzo. 
7. Actúe con valentía todos los días. A partir de hoy. el impulso a la acción es 
fundamental, una vez que se empieza. Así que comprométase a salir de su zona de 
confort por lo menos una vez por día. A partir de hoy – antes de que sus excusas 
cargados de miedo, disfrazadas de pura pereza, ataquen de nuevo. Puede ser algo 
muy pequeño. Después de todo, no importa qué tan rápido se va, siempre y cuando 
usted está dando un paso adelante en una dirección que le inspire. Así que dé el 
primer paso, luego otro, luego otro… después de todo – ¡la vida recompensa la 
acción! 
Frases célebres sobre la acción 
Cada uno de los movimientos de todos los individuos se realizan por tres únicas razones: 
por honor, por dinero o por amor. 
Napoleón I (1769-1821) Napoleón Bonaparte. Emperador francés. 
Sólo hay dos palancas que muevan a los hombres: el miedo y el interés.
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Napoleón I (1769-1821) Napoleón Bonaparte. Emperador francés. 
Una de las ventajas de las buenas acciones es la de elevar el alma y disponerla a hacer 
otras mejores. 
Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Filósofo francés. 
Una buena acción es una lección insolente para los que no tienen el valor de ejecutarla. 
René de Chateaubriand (1768-1848) Diplomático y escritor francés. 
Las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas. 
Woody Allen (1935-?) Actor, director y escritor estadounidense. 
Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil. 
Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán. 
Somos lo que hacemos, no lo que pensamos ni lo que sentimos. 
Anónimo 
Así como el hierro se oxida por falta de uso, también la inactividad destruye el intelecto. 
Leonardo Da Vinci (1452-1519) Pintor, escultor e inventor italiano. 
Es de sentido común elegir un método y probarlo. Si falla, admitirlo francamente y probar 
con otro. Pero, sobre todo, intentar algo. 
Franklin D. Roosevelt (1882-1945) Político estadounidense. 
¡Que enmudezcan nuestras lenguas y empiecen a hablar las manos! 
Francisco Villaespesa (1877-1936) Escritor modernista español. 
Todo sobre los hábitos (y cómo cambiarlos) 
Casi el 70% de la población urbana quiere cambiar un hábito. Dejar de fumar, hacer 
ejercicios y gastar menos encabezan la lista. Claro, ninguna de esas intenciones es fácil 
de conseguir. Pero la ciencia dice que aunque parezca, no es tan difícil. Y entrega 
algunas estrategias para lograrlo. 
LO SABEMOS, es difícil. Levantarse temprano para hacer ejercicio es una tarea titánica, 
intentar dejar de fumar puede volvernos insoportables y abandonar para siempre la 
comida chatarra parece imposible. No por nada, sólo el 15.5% es capaz de hacerlo, 
cambiar exitosamente un hábito indeseado. 
Sin embargo, es lo que todos queremos. Según el mismo sondeo, al 69,1% le gustaría 
cambiar algún hábito. Sobre todo ahora, cuando todavía están frescas las promesas que 
nos hicimos al comenzar el nuevo año y que, ya pasado el ajetreo interminable de marzo, 
parece el momento preciso para empezar a cumplirlas. 
Pero a pesar de toda esta buena voluntad, algo nos pasa, porque el 52,9% de los que ha 
tomado alguna acción para cambiar sus costumbres ha perdido el impulso a medio 
camino o ha vuelto a sus antiguas prácticas. Peor: casi un tercio dice que si bien se ha 
propuesto cambiar un hábito en algún momento, siempre termina postergando el 
sacrificio. 
La culpa la tiene el poder adictivo de los hábitos. Están tan fuertemente cableados en el 
cerebro, que toma mucho trabajo modificarlos. Un estudio con ratas realizado por el MIT 
(EE.UU.) ilustra por qué es tan difícil abandonar una mala costumbre: la investigación 
muestra que la actividad neuronal en el ganglio basal -zona cerebral clave en el 
aprendizaje de procedimientos- se intensifica cuando se aprenden hábitos y cae cuando 
se intenta dejarlos. El problema es que esta actividad se reactiva casi de forma 
automática cuando el individuo se ve expuesto nuevamente a la recompensa, como 
puede ser la comida chatarra o el cigarro (el mal funcionamiento de esta área se relaciona 
con el trastorno obsesivo compulsivo, mal que se caracteriza, precisamente, por la 
incapacidad de abandonar un pensamiento o un patrón de conducta).
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A pesar de la dificultad de dejar un mal hábito en el pasado, hay algunas situaciones que 
logran propiciar con más facilidad el cambio. Las nuevas leyes o convenciones sociales, 
son un ejemplo. Es cosa de recordar cómo la gente se terminó acostumbrando a no poder 
fumar en los restaurantes, cómo reevaluó sus hábitos deportivos con el boom de las 
corridas y maratones, y cómo por estas noches de fin de semana -a partir de la entrada 
en vigencia de la nueva ley de tolerancia cero al alcohol- está empezando a pedir jugo, 
agua y bebida. 
Según el estadounidense Malcolm Gladwell, autor de The tipping point (El punto de 
inflexión), estas conductas son muestras de que cambiar hábitos no es tan imposible 
como se piensa. De hecho, la ciencia cuenta con algunas recomendaciones probadas que 
pueden ayudarlo en la tarea. 
La capacidad de desarrollar un hábito es uno de los mayores logros de la especie 
humana. El cerebro necesita automatizar ciertas acciones cotidianas (como lavarse los 
dientes después de comer) para ahorrar energía y ocuparla en tareas más importantes, 
como solucionar problemas inesperados. Se trata de una ventaja evolutiva, tanto que - 
según una investigación realizada por la Universidad de Duke, en Estados Unidos, el 40% 
de las actividades que la gente realiza cada día no son racionalizadas, sino que se 
realizan en "piloto automático". 
Por eso, cada vez que intentamos cambiar un hábito, estamos forzando al cerebro a 
invertir energía en una acción que antes realizaba automáticamente, y eso involucra un 
esfuerzo para el que la fuerza de voluntad no es suficiente. Un estudio de la Universidad 
McMaster, en Canadá, puso a 61 estudiantes a trabajar en una máquina de ejercicios, 
pero a la mitad se le sometió a una prueba que requería mucho autocontrol: leer en voz 
alta nombres de colores, pero que estaban impresos en colores distintos (la palabra 
"verde" escrita en color rojo). Luego, se les impuso una nueva ronda de ejercicios y 
descubrieron que aquellos cuyo autocontrol había sido puesto a prueba con ese test no 
realizaron los ejercicios físicos con la misma intensidad de los demás. Dividir la fuerza de 
voluntad en diferentes esfuerzos debilita nuestra capacidad de atenernos a un plan, por lo 
que lo más recomendable es empeñarse en uno a la vez. 
Un paso imprescindible para modificar cualquier hábito es planificar, dice Charles Duhigg, 
autor del libro El poder del hábito. Porque, como se dijo, romper una costumbre implica 
sacar al cerebro del ritual que realiza mecánicamente y éste necesariamente se resistirá, 
por lo que se requiere marcar ciertos hitos que lo hagan recordar que se está tratando de 
cambiar. 
Un estudio de la Universidad McGill, en Canadá, demostró que la gente que hace un plan 
concreto con sus propósitos y fechas estimadas para conseguirlos, obtiene mejores 
resultados que quienes se lanzan al cambio sin planificación. La misma investigación 
comprobó que introduciendo otra variable a la planificación, como es la visualización, se 
obtienen incluso mejores resultados. Barbel Knauper, el líder del estudio, le pidió a 177 
estudiantes que se pusieran a sí mismos la meta de consumir más frutas por un período 
de siete días. Todos terminaron ingiriendo más fruta que antes, pero aquellos que hicieron 
un plan concreto, lo escribieron y además visualizaron cómo iban a desarrollar la acción 
(por ejemplo, imaginarse cuándo iban a comprar la fruta, cómo la prepararían y comerla) 
incrementaron su consumo al doble, comparados con aquellos que sólo habían hecho un 
plan concreto. 
En el mismo sentido, expertos de las universidades de Nueva York y Princeton, junto a 
colegas del College de Londres, determinaron que perseguir metas cuidadosamente 
planificadas y el desarrollo de hábitos más automáticos opera con mecanismos 
neurológicos entrelazados. De hecho, señales neuronales ligadas a la formulación de 
planes con objetivos a largo plazo fueron detectadas en un área cerebral llamada estriado 
ventral, la cual se asocia normalmente con hábitos e incluso el abuso de drogas.
16 
En El poder del hábito, Charles Duhigg sostiene que una costumbre se compone de tres 
elementos: una señal, una rutina y una recompensa. Por ejemplo, para los fumadores, la 
señal puede ser el olor de un cigarro, una situación de estrés o una copa de vino. Todas 
esas son señales asociadas a una determinada rutina, que es tomar un cigarro y fumarlo, 
tras lo que viene la recompensa, la sensación de placer que la nicotina desencadena en el 
cerebro. 
Esa sensación de bienestar o recompensa se produce gracias a la dopamina, el 
neurotransmisor responsable de la recompensa en nuestro cerebro. El problema es que la 
dopamina no sólo llena los circuitos ligados al placer, sino que también viaja a las zonas 
del cerebro relacionadas con la consolidación de la memoria. Esto hace que el mero 
recuerdo del cigarrillo, por ejemplo, esté asociado a la sensación de placer. La dopamina 
también controla las áreas del cerebro responsables de la toma de decisiones y nos 
conduce a elevar el placer a través de conductas que asociamos con éste; en este caso, 
fumar. 
Es por esta memoria inconsciente que nos vemos empujados a un hábito cada vez que 
estamos en presencia de una situación que nos lo recuerda, aun cuando conscientemente 
queramos cambiarlo. Un estudio de 2011, publicado en el Journal Personality and Social 
Psychology Bulletin, analizó el comportamiento alimentario en el cine. Dos grupos fueron 
estudiados: uno habituado a comer cabritas frente a la pantalla y otro que no. A ambos 
grupos se les entregó paquetes de cabritas frescas y otros de producto añejo. Los 
investigadores descubrieron que la fuerza de la recompensa asociada en aquellos 
habituados al consumo de cabritas era tan grande, que entre ellos aumentó 
significativamente el consumo del producto rancio, sin importar lo alterado de su sabor. 
Por eso: si usted disfruta fumar mientras maneja, haga una prueba. La próxima vez que 
se suba a su auto y le den ganas de prender un cigarro, deténgase, estacione y sólo ahí, 
enciéndalo. De a poco irá desconectando la señal (manejar) de la rutina (fumar) y reducirá 
las instancias que asocia a la recompensa. 
Las pautas diseñadas por el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. también ilustran 
cómo puede operar esta dinámica en el caso de querer abandonar el cigarro. Las guías 
alientan a desarrollar la rutina diaria dónde sea imposible enfrentarse al cigarro, como 
hacer ejercicio en un gimnasio en lugar del living de la casa o, si la persona quiere ver 
películas, que lo haga en un cine. 
Un estudio de la Universidad de Harvard examinó a un grupo de personas que había sido 
capaz de cambiar radicalmente sus vidas. Muchas lo habían hecho como resultado de 
una tragedia personal o un divorcio, pero una cantidad similar lo había hecho casi sin 
darse cuenta. ¿La razón? Pertenecían a grupos que las habían empujado al cambio. De 
acuerdo a un meta-análisis realizado por el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos, 
seguir una terapia en grupo para abandonar el tabaquismo eleva en 30% las posibilidades 
de éxito. De las personas que participaron en este estudio, 14% dejó de fumar, mucho 
más que cuando las personas reciben apoyo a través de llamadas telefónicas o tratan de 
dejar el hábito en solitario. 
Una de las razones del poder de la compañía es que los hábitos se "contagian". 
Investigadores de las universidades de Harvard y de California, en San Diego, revisaron 
una base de datos de 12.067 personas fuertemente conectadas socialmente, o sea, 
grupos que incluían muchas familias y amigos. De acuerdo al análisis, cuando un amigo 
de un participante se volvía obeso, éste tenía hasta 57% más de posibilidades de ganar 
peso. Cuando lo mismo ocurría entre amigos cercanos, la posibilidad aumentaba en 
171%. 
¿La razón? El apoyo social restringe la ansiedad que sentimos al enfrentar un giro radical 
o nuevo. Así lo muestra una revisión de estudios realizada por la U. de Utah (EE.UU.) y 
que muestra como tener apoyo de los demás reduce los niveles de cortisol, hormona
17 
ligada al estrés. De esta forma, si la persona tiene amigos o familiares a quienes dirigirse 
cuando enfrenta una crisis en su dieta las probabilidades de superar el escollo aumentan. 
Para acostumbrarse a una nueva conducta, el cerebro necesita repetirla un número 
considerable de veces. Un estudio de 2009 publicado en el European Journal of Social 
Psychology hizo que 96 personas trataran de seguir un nuevo hábito saludable, como 
correr 15 minutos cada día a la misma hora o comer una fruta al almuerzo. Entre 18 y 254 
días les tomó a las personas formar un hábito sólido, dependiendo de la dificultad de la 
nueva rutina. Habituarse a comer frutas, por ejemplo, fue mucho más fácil que trotar cada 
día. 
Un estudio de la U. de Lancaster muestra el poder de la repetición: tras una serie de 
dinámicas de grupo con universitarios que integraban una continua repetición de 
nombres, los alumnos fueron capaces de recordar el 75% de los nombres luego de 30 
minutos. Dos semanas después, la cifra llegaba a 40% y tras 11 meses el número llegaba 
a 27%. 
El problema es que la gente suele olvidar que está tratando de convencer a su cerebro de 
que haga algo para lo que no está inmediatamente preparado. Según el sondeo de la U. 
de Talca, el 20,7% de los chilenos asegura que les falta constancia al momento de 
cambiar un hábito y las grandes enemigas de la perseverancia son las caídas. Las 
personas a dieta, por ejemplo, sienten que el esfuerzo no vale la pena una vez que han 
cedido a una pequeña tentación, por lo que terminan abandonando todo el plan. Pero, al 
entender que en algún momento se va a fallar, se reduce enormemente la ansiedad frente 
a la posibilidad del fracaso absoluto. 
El poder del hábito 
Es obligado en estas fechas revisar las 
estadísticas. Algunas fuentes citan que más del 
95% de las empresas cuentan con una visión 
plasmada pero únicamente un 33% logran éxitos 
estratégicos significativos (es decir que logran la 
mayoría de lo que se propusieron). Se estima que 
del 100% de personas que determinaron sus metas 
al final de un período, únicamente un 8% logra lo 
planteado. El dilema de la ejecución de la estrategia 
es uno que se estudia desde múltiples 
perspectivas, pero hoy he decidido analizarlo desde 
el punto de vista conductual. ¿Por qué cuando nos 
proponemos algo cuesta tanto cumplirlo? Una de 
las explicaciones es por los hábitos. 
Los hábitos son acciones que primero se decidieron 
hacer deliberadamente pero se continuaron de 
forma subconsciente. Puedo citarle varios ejemplos. Aplauda. Se dará cuenta de que la 
mano receptora siempre es la misma que la mano que emite el golpe. Cruce los brazos. 
Siempre usará el mismo brazo hasta arriba. Maneje un vehículo. Se dará cuenta de que 
no se fija ya en cambiar velocidades (si el carro es manual) o en cómo en general llegó a 
su destino. Nuestro cerebro funciona el 85% en modo automático, pues estamos 
diseñados para cuidadosamente conservar energía. ¿Coloca su despertador a una hora 
pero siempre se despierta a otra? Si fue víctima de un asalto en moto, ¿maneja siempre 
alterándose por una moto que se aproxima? Los hábitos son poderosos. Sean buenos o 
malos, empiezan a regir nuestro comportamiento. Para cambiarlos hay que entender 
cómo funcionan y qué podemos más fácilmente modificar.
18 
El cerebro cuando forma un hábito lo hace siguiendo un ciclo de tres pasos: detonante, 
rutina y recompensa. Este ciclo queda almacenado en el ganglio basal en un sistema que 
agrupa actividades o comportamientos. Así, por ejemplo, cuando usted toma las llaves de 
su vehículo, detona una serie de rutinas asociadas a manejar un vehículo (colocar la 
velocidad, ver retrovisores, retroceder, entre otros). Analicemos el ciclo de tres pasos en 
un hábito “bueno” y en un “malo”. El hábito de hacer ejercicio. Detonante: sentirse 
estresado. Rutina: hacer una hora de ejercicio cardiovascular. Recompensa: una carga de 
endorfinas que hacen que se mitigue el estrés. Ahora veamos el hábito de fumar. 
Detonante: se ha terminado una reunión de trabajo. Rutina: fumar un cigarrillo afuera. 
Recompensa: el cerebro segrega beta-endorfinas que me hacen sentir más calmado y 
alerta. ¿Quiere cambiar un hábito? Analice el ciclo de tres pasos. Puede: cambiar el 
detonante, sustituir una rutina o modificar la recompensa. Veremos qué es más efectivo. 
Los mercadólogos han usado este conocimiento para cambiar los hábitos de los 
consumidores. A inicios del siglo 20, cepillarse los dientes no era un hábito arraigado. Sin 
embargo, Claude Hopkins creó una campaña para Pepsodent que combinó un mensaje a 
eliminar “la película de los dientes” para recompensarse con “una linda dentadura”. 
Adicionalmente, Pepsodent proveía de una sensación de menta en la boca. Hopkins 
mercadeó esa sensación y creó un hábito en los Estados Unidos para la venta de la pasta 
de dientes. 
Procter & Gamble se dio cuenta cómo vender más Febreze (un desodorante ambiental). 
Inicialmente, se dieron cuenta de que las personas no querían admitir que sus casas olían 
mal (lo cual era el mensaje inicial), por lo que, al cambiar el mensaje a recompensarse 
con “una pequeña minicelebración” al terminar de limpiar un cuarto, hizo que las ventas 
subieran dramáticamente. 
¿Quiere dejar de fumar este año? ¿Quizá bajar de peso? ¿Probablemente salir de 
algunas deudas?
19 
¿Qué está haciendo hoy para lograrlo? 
Un hábito tiene tres componentes: el detonante, la rutina y la recompensa. ¿Cómo se 
puede modificar una conducta que ya se ha convertido en un hábito? 
Paso 1 de modificación de hábitos: sustitución de rutinas. 
Por varias décadas, Alcohólicos Anónimos (AA) han utilizado un método para tratar la 
adicción al alcohol. Aunque hay evidencia de la adicción a nivel fisiológico, AA se enfoca 
en cambiar la rutina cuando alguien encuentra detonantes que le llevan a practicar el 
hábito. Si una persona toma para olvidar, aliviar el estrés o sentirse menos nerviosa, el 
siguiente paso es determinar qué causa esos sentimientos de aprehensión. La solución 
de AA es reemplazar la rutina de tomar con la rutina de compañerismo – hablar a otros 
alcohólicos sobre la necesidad y los sentimientos que generan, en lugar de refugiarse en 
la botella. La clave en este momento es el reforzamiento. Seguramente ha escuchado que 
en “21 días se instaura un nuevo hábito”. La evidencia sugiere que, en efecto, las 
conexiones sinápticas en el cerebro se refuerzan químicamente y esto ocurre en un lapso 
de varios días. Es por ello que al no practicar un idioma se van olvidando palabras – las 
conexiones sinápticas que no son utilizadas se debilitan y se pierden. ¿Quiere cambiar un 
hábito? Refuerce constantemente una rutina alternativa. 
Paso 2 de modificación de hábitos: creencia de poder cambiar. 
Adicionalmente, las personas que desean cambiar sus hábitos deben creer que pueden 
cambiar. En algunos casos, específicamente en el de AA, hay un elemento espiritual. Se 
incorpora a Dios en los 12 pasos, como la fuente de inspiración máxima, como la fuerza 
que permite cambiar. Diversos estudios se han realizado sobre el poder del pensamiento 
subconsciente y las acciones que se toman. Si una persona cree que nunca dejará de 
tener sobrepeso, aun cuando baje de peso seguirá viéndose al espejo como pasada de 
peso, haciendo que su conducta se alinee a esta creencia básica. En casos en los cuales 
personas que se autopercibían como “pobres”, inclusive al ganar la lotería volvían a
20 
perder toda la riqueza ganada, nuevamente llegando a la imagen percibida de “pobre”. 
Otros autores nombran este hecho como “profecías autocumplidas”. Es por ello que en 
esta fase es crucial imaginar la situación claramente, visualizar el futuro deseado lo más 
específico y detallado posible y reforzarlo constantemente. ¿Quiere cambiar un hábito? 
Visualice lo más detalladamente la visión futura de cambio. 
Paso 3 de modificación de hábitos: eliminación de detonantes y sustitución de - 
gratificación. 
El último paso es combinado hacia detonantes y gratificaciones. En términos simples, 
busque eliminar los detonantes de un hábito negativo. Agregue detonantes para hábitos 
positivos. Por ejemplo, ¿desea hacer dieta más a menudo? Quizá el detonante sea 
visualmente observar alimentos altos en grasa en casa. Elimine este detonante visual y 
sustitúyalo por alimentos saludables. En adicciones se recomienda inclusive modificar las 
amistades, las rutas tomadas que pudieran detonar rutinas a eliminar. Finalmente, 
agregue premios específicos a nuevos comportamientos. ¿Qué haría si sale de deudas? 
Prémiese. Mejorar comportamientos merece reforzarlo positivamente. ¿Qué detonantes 
debería modificar? ¿Qué premios puede colocar para gratificarse? 
La Fórmula del hábito: H=N+F+C 
Hábito = Necesidad + Frecuencia + Conocimiento 
1. Toma conciencia de la situación actual… ¡necesito cambiarla! 
2. Elige y formula de forma concreta un hábito a adquirir, uno 
solo… 
3. Deja las excusas a un lado, estudia tus “malos” hábitos que van 
a competir con el nuevo hábito. 
4. Marca pautas de repetición. ¡Crea rutinas, rituales o liturgias! 
5. Elige y formula de forma concreta un hábito a adquirir, uno 
solo… 
6. Apóyate en otras personas, comparte tu intención con tu círculo 
íntimo. 
7. Busca el entorno más adecuado para llevar a cabo las primeras 
acciones, póntelo fácil. 
8. Registra tus acciones y contrasta tus avances y dificultades con 
tu círculo íntimo. 
9. Este modelo funciona, y las endorfinas también… ¡Prémiate! 
10. Y no te olvides de insistir, insistir, insistir… y repetir, repetir, 
repetir… y en 21 días habrás creado un nuevo hábito. 
Todos tenemos áreas más fuertes que otras. Hay personas que pueden mantenerse en 
su peso pero quizá nunca pueden controlar una rabieta. Quizá los estudios no son difíciles 
para hacer, pero sí ordenar los espacios de usos. El camino del ser humano es mejorar 
paso a paso. Comprenderse como hemos visto en estas columnas es crucial para 
avanzar más firmemente. 
Deseo que este día, mañana, después de mañana y así sucesivamente este constituido 
de metas, pero acompañadas de la satisfacción de ir caminando hacia ellas. La vida es un 
camino, no un destino. ¿Qué estás haciendo hoy para seguir caminando en pos de ellas?
21 
Frases célebres sobre los hábitos 
Con sus tendones de hierro nos aprisiona el hábito día tras día. 
Alphonse de Lamartine 
Respirar es un hábito. La vida es un hábito o, mejor dicho, una sucesión de hábitos, ya 
que un individuo es una sucesión de individuos. 
Samuel Beckett 
Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay 
que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño. 
Mark Twain 
No es en la novedad, sino en el hábito donde hallamos los mayores placeres. 
Raymond Radiguet 
El hábito es tan fatal al sentimiento de realización como al del goce activo. 
Aldous Huxley
22 
Las cadenas del hábito son demasiado débiles para sentirlas hasta que son demasiado 
fuertes para romperlas. 
Samuel Johnson 
Los hábitos arraigados siguen de pie aun después de haber desaparecido las 
necesidades que los formaron. 
Étienne Bonnot de Condillac 
La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de 
justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía. 
Aristóteles 
El hábito, si no se resiste, al poco tiempo se vuelve una necesidad. 
San Agustín 
Concede a tu espíritu el hábito de la duda, y a tu corazón, el de la tolerancia. 
Georg Christoph Lichtenberg 
El hábito es como un cable; nos vamos enredando en él cada día hasta que no nos 
podemos desatar. 
Horace Mann 
Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una 
importancia absoluta. 
Aristóteles 
Nada hay más fuerte que el hábito. 
Ovidio 
El hábito es casi una segunda naturaleza. 
Cicerón
23 
6 maneras de hacer que los buenos hábitos se te 
peguen 
¿Estás tratando de cultivar un nuevo hábito? ¿Estás teniendo problemas 
para ser consistente con este hábito? 
Nuestros hábitos determinan nuestra calidad de vida. Muchas personas tienen 
metas para cultivar nuevos hábitos y estos incluyen hábitos muy útiles como: 
• Meditar todos los días 
• Ejercitar 4 veces por semana o diariamente 
• Leer un libro nuevo a la semana
24 
• Despertar a las 5 a.m. todos los días 
• Dormir antes de la medianoche todos los días 
Muchos de ellos han tenido la intención de cultivar estos hábitos por un tiempo, 
pero no han tenido éxito. 
La diferencia entre el éxito y el fracaso es lo que haces entre 
el primero y el último día antes de alcanzar tu meta… ¡no 
desistas! Eso lo hace el 90% de las personas… ¡se parte del 
10% que tiene la disciplina para lograrlo. 
Me doy cuenta de que muchas personas tienen dificultades para hacer que los 
nuevos hábitos se les peguen pero esto no tiene por qué ser así. He cultivado 
numerosos nuevos hábitos, algunos de los cuales requieren grandes cambios, tales 
como el cambio a una dieta vegetariana y hacer ejercicio todos los días. Al tomar 
acciones conscientes, sus hábitos pueden formar fácilmente parte de su vida.
25 
Éstos son seis consejos simples para hacer que eso suceda 
1. Sepa por qué quiere este hábito 
¿Por qué quieres cultivar este hábito y en que te beneficia? Algunos de nosotros 
queremos cultivar hábitos como la meditación diaria y el ejercicio diario, pero ¿por qué 
exactamente queremos hacerlo? Si no tienes una razón clara, no va a suceder. 
Por ejemplo, me cambié a una dieta vegetariana, porque quería tener mayor 
claridad mental y un estilo de vida libre de crueldad. Soy un apasionado de estas 
razones – tener una claridad mental superior me ayuda a pensar más claramente, 
mientras que un estilo de vida libre de crueldad está en consonancia con mi visión 
personal. Debido a eso, fue muy fácil hacer el cambio. Aunque he oído de muchas 
personas trataron de hacerse vegetariano y que abandonaron luego de 2 ó 3 
semanas, yo cambié y nunca miré hacia atrás. 
Identifica los principales motivos por los que deseas cultivar este hábito. Piensa en 
lo que te ayudará a lograr una vez que consigas hacerla parte de tu vida. Piensa en lo 
que te puede dar, cosas que otros no pueden. Anota estas razones. 
2. Inténtalo como una prueba de 21 días 
Algunos de nosotros podemos sentirnos abrumados con el cultivo de un nuevo hábito, 
porque es algo que tenemos que hacer de por vida. ¿Qué pasa si tiene que hacer este 
hábito sólo los próximos 21 días? De repente no parece tan difícil. La mayoría de 
ustedes pensarán: “21 días, ¡hey!, yo puedo hacer eso”. 
¿Por qué 21 días? La investigación ha demostrado 21 días es el tiempo que toma 
para hacer o romper un nuevo hábito. Además, al centrarse en un plazo menor, te 
ayuda a enfocar tus esfuerzos para que esto ocurra. Una vez que el nuevo hábito se 
cultive con éxito al final de los 21 días, de repente es muy fácil seguir con lo que estás 
haciendo. Por lo tanto, no pensar en hacer esto para siempre, sino que sólo piensa en 
hacerlo durante 21 días. Si te gusta la costumbre al final del período, puedes 
continuar, de lo contrario no era para ti. Es un ganar-ganar, nunca pierdes!
26 
3. Has tiempo en tu agenda para ello 
Encaja tu nuevo hábito en tu agenda. Si no está en tu agenda, lo más seguro es que 
lo dejarás para el final del día y lo más probable es que al final del día, estarás tan 
cansado, que lo dejarás para el día siguiente. Al final, el ciclo continuará mañana y vas 
a terminar no haciéndolo en absoluto. Por otro lado, si está en tu agenda, lo 
recordarás cada vez que veas el calendario. También sabrás que no debes programar 
otras actividades para ese tiempo. 
Yo programé mis sesiones trote para todas las mañanas, de entre 5-6 a.m. Una 
gran razón para eso es porque me gusta el frescor de la mañana, mientras que correr 
por la tarde puede ser bastante caluroso. También es genial comenzar el día con un 
buen entrenamiento. Puesto que el tiempo está fijado, sé que tengo que despertarme 
a las 5 a.m. para hacerlo. Si por cualquier motivo no soy capaz de hacerlo (por 
ejemplo cuando llueve, o cuando me levanto tarde), lo reprogramo para la noche. De 
esta manera, todavía puedo hacerlo incluso si no lo puedo hacer en la mañana. 
4. Identificar los hábitos de refuerzo 
Nuestros hábitos no existen de manera aislada, sino que están interrelacionados entre 
sí. Por ejemplo, despertar temprano y dormir temprano se relacionan, igual que el 
ejercicio y la alimentación sana están relacionados también. Esta es la razón por la 
cual puede ser difícil cultivar un nuevo hábito, porque otras conductas la están 
reforzando. 
¿Cuáles son los hábitos relacionados con el que deseas cultivar? Elimina los 
hábitos que no te sirvan, y sustitúyelos por los hábitos que te ayuden. 
5. Anticiparse a las cosas que pueden salir mal 
Si estás cultivando el hábito por primera vez, es probable que las cosas vayan mal. 
Demasiadas cosas pasan todos los días como para que todo suceda de acuerdo al 
plan. La clave está en adelantarse a estos problemas y encontrar las soluciones de 
antemano y así poder reaccionar inmediatamente para superar los problemas cuando 
estos lleguen. 
Por ejemplo, un gran obstáculo que experimenté con mi meta del ejercicio diario 
es que llueve con frecuencia en Singapur. Por eso, no puedo ir a correr, ya que la 
pista de atletismo no tiene un refugio. En el pasado, hubiera renunciado a mi sesión 
de ejercicios, y eso marcaría el inicio de una cadena de días en los que evitaría mis 
ejercicios. Mis pensamientos serían “Como ya me lo perdí ayer, no importará mucho si 
me lo pierdo hoy”. Aprendiendo de mis experiencias pasadas, lo que hago ahora es 
una combinación de ejercicios de resistencia y aeróbicos en casa. Eso mantiene mi 
MOMENTO. 
6. Has un seguimiento de tus hábitos 
Has un seguimiento de tus hábitos! Cuando realizas un seguimiento de tus hábitos, 
estarás más motivado para seguir en carrera, ya que es una forma de rendición de 
cuentas hacia ti mismo. 
Puedes utilizar el método tradicional de seguimiento – lápiz y papel. Basta con 
anotar los 21 días en los que deseas cultivar el hábito. Luego, una vez completado el 
hábito durante el día, ponle un tilde al lado. En cuanto veas más y más tildes, te 
inspirarán a continuar con tu progreso, y antes de que lo sepas, ¡el hábito ya formará 
parte de tu rutina!
27 
La diferencia entre éxito y fracaso es la constancia, la 
persistencia y la disciplina. Repetir, repetir y así seguir.
28 
El Fracaso y el Éxito 
Muchas veces hemos leído y escuchado que somos los únicos responsables de nuestro 
destino; que somos el producto de nuestras acciones pasadas; que si queremos que las 
cosas cambien, pues debemos cambiar nosotros primero; que todo comienza por nuestra 
mente; que si cambiamos nuestros pensamientos, cambiará nuestro destino, etc., etc. 
Pues en realidad es así y mientras más ahondemos en el porqué, creo que nos ayudará a 
entender de manera más significativa lo importante de tomar acción en ese sentido y de 
cultivarnos en desarrollar lo que nos haga cambiar para mejor. Para ser mejores 
personas, para lograr nuestros objetivos, para alcanzar el éxito, etc., etc. 
Pues permíteme compartirte, respecto al Fracaso y al Éxito, unas invalorables 
reflexiones extraídas del Libro “Las Cinco piezas más importantes del rompecabezas de la 
Vida” por Jim Rohn). Creo que justamente nos aporta mucha luz sobre estos dos 
términos. 
No fracasamos de la noche a la mañana. El Fracaso es el resultado inevitable de una 
acumulación de pobres ideas y peores elecciones. Para ponerlo más simple, 
el fracaso es nada más que unos pocos errores de criterio repetidos día a día. 
¿Por qué alguien cometería un error de criterio y después fuera tan inconsciente de 
repetirlo día a día? La respuesta es porque él o ella piensan que no es importante. 
Para nosotros mismos, nuestros actos diarios no parecen tan importantes. Un descuido 
menor, una pobre decisión, o una hora perdida generalmente no resultan en un impacto 
inmediato y cuantificable. Más frecuentemente de lo que parece, nos escapamos de las 
inmediatas consecuencias de nuestras acciones. 
Si no nos hemos preocupado por leer siquiera un libro en los últimos noventa días, esta 
falta de disciplina no parece tener una inmediata consecuencia en nuestras vidas. Y como 
nada drástico nos sucede después de los primeros noventa días, repetimos el error de 
criterio por otros noventa días más, y así sucesivamente. 
“Tú puedes, si tú quieres” 
Es posible intentar una forma nueva de enfrentar las tareas.
29 
Te lo pongo en dos versiones por si acaso, te apetece 
más una que la otra. Elige y piensa en cuál de los 
escalones estás ahora y hacia dónde deseas moverte. 
Hay que cambiar de ACTITUD, si queremos que el tiempo 
que nos queda de vida nos dé buenos resultados. 
Cuídate de dejar las cosas para mañana. Solo por hoy 
haz lo que tengas que hacer y cada mañana renueva tú 
quehacer. 
¿Por qué? Porque parece que no es importante. En esto es donde radica el gran 
peligro. Peor que no leer un libro es no leerlo y no darse cuenta de que sí es 
importante. Aquellos que comen mucho de los alimentos equivocados están 
contribuyendo a un futuro problema de salud, pero la alegría del momento oculta las 
consecuencias para el futuro. No parece que fuera importante. 
Aquellos que fuman mucho o toman mucho van acumulando estas malas decisiones año 
tras año… porque simplemente parece que no fuera importante. Pero el dolor y los 
lamentos de estos errores de criterio solo se han pospuesto para algún momento en el 
futuro. 
Las consecuencias difícilmente serán instantáneas; más bien, se acumularán hasta el 
inevitable día en que finalmente tendremos que reconocer el precio a pagar por nuestras 
pobres decisiones – decisiones que no parecían ser importantes. 
El atributo más peligroso del Fracaso es su sutileza. En el corto plazo esos pequeños 
errores no parecen hacer ninguna diferencia. No nos parece que estemos cayendo. De 
hecho, algunas veces estos errores de criterio son acumulativos y ocurren durante un 
periodo de gran alegría y prosperidad en nuestras vidas. 
Desde que no nos sucede nada malo, desde que no existen consecuencias inmediatas 
que nos llamen la atención, nosotros simplemente flotamos de un día al otro, repitiendo 
los errores, pensando las decisiones equivocadas, escuchando las voces equivocadas y
30 
tomando las decisiones equivocadas. Ya que el día de ayer no se nos cayó el cielo 
encima; en consecuencia nuestros actos fueron probablemente seguros. Ya que no 
pudimos observar consecuencias mensurables, probablemente sea seguro volverlos a 
repetir. 
Pero nosotros debemos ser más inteligentes que ese simple razonamiento! 
Si al final del día, cuando cometimos nuestro primer error de criterio, el cielo se nos 
hubiera caído encima, sin lugar a dudas hubiéramos dado los pasos para asegurarnos 
que ese acto no se volviera a repetir de nuevo. Al igual que un niño que pone su mano 
sobre la hornilla caliente a pesar de que sus padres le advierten de no hacerlo, nosotros 
deberíamos haber tenido una experiencia instantánea que acompañe nuestro error de 
criterio. 
Desafortunadamente, el fracaso no nos envía sus advertencias como lo hacían nuestros 
padres. Por esto es que es imperativo refinar nuestra filosofía de manera que podamos 
tomar mejores decisiones. Con una filosofía personal poderosa guiándonos en cada paso, 
podremos estar más alerta de nuestros errores de criterio y darnos cuenta de que cada 
error sí importa. La buena noticia es que así como la fórmula para el Fracaso es sencilla, 
la fórmula para el Éxito es también fácil de seguir: 
Son unas simples disciplinas practicadas cada día 
Veamos ahora un interesante asunto que merece atención: ¿Cómo podemos cambiar los 
errores en la fórmula del Fracaso por las disciplinas requeridas en las fórmulas del Éxito? 
La respuesta es haciendo que el futuro sea una parte importante de nuestra filosofía. 
Tanto el Éxito como el Fracaso involucran consecuencias futuras, llámense las 
merecidas recompensas o los inevitables lamentos resultantes de los hechos pasados. Si 
esto es cierto, ¿por qué la gente no pone más atención en reflexionar sobre el futuro? La 
respuesta es simple: Están tan atrapados en el momento actual que no pareciera 
importarles. Los problemas y exigencias de hoy en día son tan absorbentes para algunas 
personas que nunca paran lo suficiente para pensar en el mañana. 
Tomando acción en camino al Éxito 
Qué pasaría si desarrollamos una nueva disciplina que consista en tomar solo unos 
minutos cada día para mirar un poco más adelante en el camino? Entonces nos será 
posible predecir las inminentes consecuencias de nuestra conducta actual. 
Armados con esa invalorable información, podremos tomar las acciones necesarias para 
cambiar nuestros errores por nuevas disciplinas orientadas hacia el Éxito. En otras 
palabras, disciplinándonos a nosotros mismos para ver el futuro con anticipación, 
estaremos en la capacidad de cambiar nuestros pensamientos, corregir nuestros errores y 
desarrollar nuevos hábitos para reemplazar los viejos. 
Una de las cosas interesantes sobre la fórmula para el Éxito – practicar unas simples 
disciplinas cada día – es que da resultados casi inmediatos. Tan pronto como 
voluntariamente cambiamos los errores diarios en disciplinas diarias, experimentamos 
resultados positivos en un muy corto periodo de tiempo. 
Cuando cambiamos nuestra dieta, nuestra salud mejora de manera notable en unas 
pocas semanas. Cuando comenzamos a ejercitarnos, sentimos una nueva vitalidad casi 
inmediatamente. Cuando comenzamos a leer, experimentamos el desarrollo de nuestra 
conciencia y un nuevo nivel de confianza en nosotros mismos. Cualquiera sea la disciplina 
que empecemos a practicar diariamente, nos producirá excitantes resultados que nos 
llevarán a mejorar aún más nuestra habilidad de desarrollar nuevas disciplinas.
31 
La magia real de las nuevas disciplinas es que nos obligarán a corregir nuestra manera de 
pensar. Si fuéramos a empezar hoy día a leer libros, llevar un diario, asistir a clases, 
escuchar y observar más, entonces hoy sería el primer día de una nueva vida 
encaminada hacia un futuro mejor. 
Si empezáramos hoy a esforzarnos más y en todo momento hiciéramos un esfuerzo 
consciente y consistente para cambiar nuestros errores más sutiles y peligrosos por 
disciplinas constructivas y gratificantes, nunca más volveríamos a conformarnos con una 
vida de sobrevivencia -si ya hemos probado los frutos de una vida plena de significado-. 
Todo sobre los hábitos (y cómo cambiarlos) 
Casi el 70% de la población urbana quiere cambiar un hábito. Dejar de fumar, hacer 
ejercicios y gastar menos encabezan la lista. Claro, ninguna de esas intenciones es fácil 
de conseguir. Pero la ciencia dice que aunque parezca, no es tan difícil. Y entrega 
algunas estrategias para lograrlo. 
LO SABEMOS, es difícil. Levantarse temprano para hacer ejercicio es una tarea titánica, 
intentar dejar de fumar puede volvernos insoportables y abandonar para siempre la 
comida chatarra parece imposible. No por nada, sólo el 15.5% es capaz de hacerlo, 
cambiar exitosamente un hábito indeseado. 
Sin embargo, es lo que todos queremos. Según el mismo sondeo, al 69,1% le gustaría 
cambiar algún hábito. Sobre todo ahora, cuando todavía están frescas las promesas que 
nos hicimos al comenzar el nuevo año y que, ya pasado el ajetreo interminable de marzo, 
parece el momento preciso para empezar a cumplirlas. 
Pero a pesar de toda esta buena voluntad, algo nos pasa, porque el 52,9% de los que ha 
tomado alguna acción para cambiar sus costumbres ha perdido el impulso a medio 
camino o ha vuelto a sus antiguas prácticas. Peor: casi un tercio dice que si bien se ha 
propuesto cambiar un hábito en algún momento, siempre termina postergando el 
sacrificio. 
La culpa la tiene el poder adictivo de los hábitos. Están tan fuertemente cableados en el 
cerebro, que toma mucho trabajo modificarlos. Un estudio con ratas realizado por el MIT 
(EE.UU.) ilustra por qué es tan difícil abandonar una mala costumbre: la investigación 
muestra que la actividad neuronal en el ganglio basal -zona cerebral clave en el 
aprendizaje de procedimientos- se intensifica cuando se aprenden hábitos y cae cuando 
se intenta dejarlos. El problema es que esta actividad se reactiva casi de forma 
automática cuando el individuo se ve expuesto nuevamente a la recompensa, como 
puede ser la comida chatarra o el cigarro (el mal funcionamiento de esta área se relaciona 
con el trastorno obsesivo compulsivo, mal que se caracteriza, precisamente, por la 
incapacidad de abandonar un pensamiento o un patrón de conducta). 
A pesar de la dificultad de dejar un mal hábito en el pasado, hay algunas situaciones que 
logran propiciar con más facilidad el cambio. Las nuevas leyes o convenciones sociales, 
son un ejemplo. Es cosa de recordar cómo la gente se terminó acostumbrando a no poder 
fumar en los restaurantes, cómo reevaluó sus hábitos deportivos con el boom de las 
corridas y maratones, y cómo por estas noches de fin de semana -a partir de la entrada 
en vigencia de la nueva ley de tolerancia cero al alcohol- está empezando a pedir jugo, 
agua y bebida. 
Según el estadounidense Malcolm Gladwell, autor de The tipping point (El punto de 
inflexión), estas conductas son muestras de que cambiar hábitos no es tan imposible 
como se piensa. De hecho, la ciencia cuenta con algunas recomendaciones probadas que 
pueden ayudarlo en la tarea. 
La capacidad de desarrollar un hábito es uno de los mayores logros de la especie 
humana. El cerebro necesita automatizar ciertas acciones cotidianas (como lavarse los
32 
dientes después de comer) para ahorrar energía y ocuparla en tareas más importantes, 
como solucionar problemas inesperados. Se trata de una ventaja evolutiva, tanto que - 
según una investigación realizada por la Universidad de Duke, en Estados Unidos, el 40% 
de las actividades que la gente realiza cada día no son racionalizadas, sino que se 
realizan en "piloto automático". 
Por eso, cada vez que intentamos cambiar un hábito, estamos forzando al cerebro a 
invertir energía en una acción que antes realizaba automáticamente, y eso involucra un 
esfuerzo para el que la fuerza de voluntad no es suficiente. Un estudio de la Universidad 
McMaster, en Canadá, puso a 61 estudiantes a trabajar en una máquina de ejercicios, 
pero a la mitad se le sometió a una prueba que requería mucho autocontrol: leer en voz 
alta nombres de colores, pero que estaban impresos en colores distintos (la palabra 
"verde" escrita en color rojo). Luego, se les impuso una nueva ronda de ejercicios y 
descubrieron que aquellos cuyo autocontrol había sido puesto a prueba con ese test no 
realizaron los ejercicios físicos con la misma intensidad de los demás. Dividir la fuerza de 
voluntad en diferentes esfuerzos debilita nuestra capacidad de atenernos a un plan, por lo 
que lo más recomendable es empeñarse en uno a la vez. 
Un paso imprescindible para modificar cualquier hábito es planificar, dice Charles Duhigg, 
autor del libro El poder del hábito. Porque, como se dijo, romper una costumbre implica 
sacar al cerebro del ritual que realiza mecánicamente y éste necesariamente se resistirá, 
por lo que se requiere marcar ciertos hitos que lo hagan recordar que se está tratando de 
cambiar. 
Un estudio de la Universidad McGill, en Canadá, demostró que la gente que hace un plan 
concreto con sus propósitos y fechas estimadas para conseguirlos, obtiene mejores 
resultados que quienes se lanzan al cambio sin planificación. La misma investigación 
comprobó que introduciendo otra variable a la planificación, como es la visualización, se 
obtienen incluso mejores resultados. Barbel Knauper, el líder del estudio, le pidió a 177 
estudiantes que se pusieran a sí mismos la meta de consumir más frutas por un período 
de siete días. Todos terminaron ingiriendo más fruta que antes, pero aquellos que hicieron 
un plan concreto, lo escribieron y además visualizaron cómo iban a desarrollar la acción 
(por ejemplo, imaginarse cuándo iban a comprar la fruta, cómo la prepararían y comerla) 
incrementaron su consumo al doble, comparados con aquellos que sólo habían hecho un 
plan concreto. 
En el mismo sentido, expertos de las universidades de Nueva York y Princeton, junto a 
colegas del College de Londres, determinaron que perseguir metas cuidadosamente 
planificadas y el desarrollo de hábitos más automáticos opera con mecanismos 
neurológicos entrelazados. De hecho, señales neuronales ligadas a la formulación de 
planes con objetivos a largo plazo fueron detectadas en un área cerebral llamada estriado 
ventral, la cual se asocia normalmente con hábitos e incluso el abuso de drogas. 
En El poder del hábito, Charles Duhigg sostiene que una costumbre se compone de tres 
elementos: una señal, una rutina y una recompensa. Por ejemplo, para los fumadores, la 
señal puede ser el olor de un cigarro, una situación de estrés o una copa de vino. Todas 
esas son señales asociadas a una determinada rutina, que es tomar un cigarro y fumarlo, 
tras lo que viene la recompensa, la sensación de placer que la nicotina desencadena en el 
cerebro. 
Esa sensación de bienestar o recompensa se produce gracias a la dopamina, el 
neurotransmisor responsable de la recompensa en nuestro cerebro. El problema es que la 
dopamina no sólo llena los circuitos ligados al placer, sino que también viaja a las zonas 
del cerebro relacionadas con la consolidación de la memoria. Esto hace que el mero 
recuerdo del cigarrillo, por ejemplo, esté asociado a la sensación de placer. La dopamina 
también controla las áreas del cerebro responsables de la toma de decisiones y nos
33 
conduce a elevar el placer a través de conductas que asociamos con éste; en este caso, 
fumar. 
Es por esta memoria inconsciente que nos vemos empujados a un hábito cada vez que 
estamos en presencia de una situación que nos lo recuerda, aun cuando conscientemente 
queramos cambiarlo. Un estudio de 2011, publicado en el Journal Personality and Social 
Psychology Bulletin, analizó el comportamiento alimentario en el cine. Dos grupos fueron 
estudiados: uno habituado a comer cabritas frente a la pantalla y otro que no. A ambos 
grupos se les entregó paquetes de cabritas frescas y otros de producto añejo. Los 
investigadores descubrieron que la fuerza de la recompensa asociada en aquellos 
habituados al consumo de cabritas era tan grande, que entre ellos aumentó 
significativamente el consumo del producto rancio, sin importar lo alterado de su sabor. 
Por eso: si usted disfruta fumar mientras maneja, haga una prueba. La próxima vez que 
se suba a su auto y le den ganas de prender un cigarro, deténgase, estacione y sólo ahí, 
enciéndalo. De a poco irá desconectando la señal (manejar) de la rutina (fumar) y reducirá 
las instancias que asocia a la recompensa. 
Las pautas diseñadas por el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. también ilustran 
cómo puede operar esta dinámica en el caso de querer abandonar el cigarro. Las guías 
alientan a desarrollar la rutina diaria dónde sea imposible enfrentarse al cigarro, como 
hacer ejercicio en un gimnasio en lugar del living de la casa o, si la persona quiere ver 
películas, que lo haga en un cine. 
Un estudio de la Universidad de Harvard examinó a un grupo de personas que había sido 
capaz de cambiar radicalmente sus vidas. Muchas lo habían hecho como resultado de 
una tragedia personal o un divorcio, pero una cantidad similar lo había hecho casi sin 
darse cuenta. ¿La razón? Pertenecían a grupos que las habían empujado al cambio. De 
acuerdo a un meta-análisis realizado por el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos, 
seguir una terapia en grupo para abandonar el tabaquismo eleva en 30% las posibilidades 
de éxito. De las personas que participaron en este estudio, 14% dejó de fumar, mucho 
más que cuando las personas reciben apoyo a través de llamadas telefónicas o tratan de 
dejar el hábito en solitario. 
Una de las razones del poder de la compañía es que los hábitos se "contagian". 
Investigadores de las universidades de Harvard y de California, en San Diego, revisaron 
una base de datos de 12.067 personas fuertemente conectadas socialmente, o sea, 
grupos que incluían muchas familias y amigos. De acuerdo al análisis, cuando un amigo 
de un participante se volvía obeso, éste tenía hasta 57% más de posibilidades de ganar 
peso. Cuando lo mismo ocurría entre amigos cercanos, la posibilidad aumentaba en 
171%. 
¿La razón? El apoyo social restringe la ansiedad que sentimos al enfrentar un giro radical 
o nuevo. Así lo muestra una revisión de estudios realizada por la U. de Utah (EE.UU.) y 
que muestra como tener apoyo de los demás reduce los niveles de cortisol, hormona 
ligada al estrés. De esta forma, si la persona tiene amigos o familiares a quienes dirigirse 
cuando enfrenta una crisis en su dieta las probabilidades de superar el escollo aumentan. 
Para acostumbrarse a una nueva conducta, el cerebro necesita repetirla un número 
considerable de veces. Un estudio de 2009 publicado en el European Journal of Social 
Psychology hizo que 96 personas trataran de seguir un nuevo hábito saludable, como 
correr 15 minutos cada día a la misma hora o comer una fruta al almuerzo. Entre 18 y 254 
días les tomó a las personas formar un hábito sólido, dependiendo de la dificultad de la 
nueva rutina. Habituarse a comer frutas, por ejemplo, fue mucho más fácil que trotar cada 
día. 
Un estudio de la U. de Lancaster muestra el poder de la repetición: tras una serie de 
dinámicas de grupo con universitarios que integraban una continua repetición de 
nombres, los alumnos fueron capaces de recordar el 75% de los nombres luego de 30
34 
minutos. Dos semanas después, la cifra llegaba a 40% y tras 11 meses el número llegaba 
a 27%. 
El problema es que la gente suele olvidar que está tratando de convencer a su cerebro de 
que haga algo para lo que no está inmediatamente preparado. Según el sondeo de la U. 
de Talca, el 20,7% de los chilenos asegura que les falta constancia al momento de 
cambiar un hábito y las grandes enemigas de la perseverancia son las caídas. Las 
personas a dieta, por ejemplo, sienten que el esfuerzo no vale la pena una vez que han 
cedido a una pequeña tentación, por lo que terminan abandonando todo el plan. Pero, al 
entender que en algún momento se va a fallar, se reduce enormemente la ansiedad frente 
a la posibilidad del fracaso absoluto. 
El poder del hábito 
Es obligado en estas fechas revisar las estadísticas. Algunas fuentes citan que más del 
95% de las empresas cuentan con una visión plasmada pero únicamente un 33% logran 
éxitos estratégicos significativos (es decir que logran la mayoría de lo que se 
propusieron). Se estima que del 100% de personas que determinaron sus metas al final 
de un período, únicamente un 8% logra lo planteado. El dilema de la ejecución de la 
estrategia es uno que se estudia desde múltiples perspectivas, pero hoy he decidido 
analizarlo desde el punto de vista conductual. ¿Por qué cuando nos proponemos algo 
cuesta tanto cumplirlo? Una de las explicaciones es por los hábitos. 
Los hábitos son acciones que primero se decidieron hacer deliberadamente pero se 
continuaron de forma subconsciente. Puedo citarle varios ejemplos. Aplauda. Se dará 
cuenta de que la mano receptora siempre es la misma que la mano que emite el golpe. 
Cruce los brazos. Siempre usará el mismo brazo hasta arriba. Maneje un vehículo. Se 
dará cuenta de que no se fija ya en cambiar velocidades (si el carro es manual) o en cómo 
en general llegó a su destino. Nuestro cerebro funciona el 85% en modo automático, pues 
estamos diseñados para cuidadosamente conservar energía. ¿Coloca su despertador a 
una hora pero siempre se despierta a otra? Si fue víctima de un asalto en moto, ¿maneja 
siempre alterándose por una moto que se aproxima? Los hábitos son poderosos. Sean
35 
buenos o malos, empiezan a regir nuestro comportamiento. Para cambiarlos hay que 
entender cómo funcionan y qué podemos más fácilmente modificar. 
El cerebro cuando forma un hábito lo hace siguiendo un ciclo de tres pasos: detonante, 
rutina y recompensa. Este ciclo queda almacenado en el ganglio basal en un sistema que 
agrupa actividades o comportamientos. Así, por ejemplo, cuando usted toma las llaves de 
su vehículo, detona una serie de rutinas asociadas a manejar un vehículo (colocar la 
velocidad, ver retrovisores, retroceder, entre otros). Analicemos el ciclo de tres pasos en 
un hábito “bueno” y en un “malo”. El hábito de hacer ejercicio. Detonante: sentirse 
estresado. Rutina: hacer una hora de ejercicio cardiovascular. Recompensa: una carga de 
endorfinas que hacen que se mitigue el estrés. Ahora veamos el hábito de fumar. 
Detonante: se ha terminado una reunión de trabajo. Rutina: fumar un cigarrillo afuera. 
Recompensa: el cerebro segrega beta-endorfinas que me hacen sentir más calmado y 
alerta. ¿Quiere cambiar un hábito? Analice el ciclo de tres pasos. Puede: cambiar el 
detonante, sustituir una rutina o modificar la recompensa. Veremos qué es más efectivo. 
Los mercadólogos han usado este conocimiento para cambiar los hábitos de los 
consumidores. A inicios del siglo 20, cepillarse los dientes no era un hábito arraigado. Sin 
embargo, Claude Hopkins creó una campaña para Pepsodent que combinó un mensaje a 
eliminar “la película de los dientes” para recompensarse con “una linda dentadura”. 
Adicionalmente, Pepsodent proveía de una sensación de menta en la boca. Hopkins 
mercadeó esa sensación y creó un hábito en los Estados Unidos para la venta de la pasta 
de dientes. 
Procter & Gamble se dio cuenta cómo vender más Febreze (un desodorante ambiental). 
Inicialmente, se dieron cuenta de que las personas no querían admitir que sus casas olían 
mal (lo cual era el mensaje inicial), por lo que, al cambiar el mensaje a recompensarse 
con “una pequeña minicelebración” al terminar de limpiar un cuarto, hizo que las ventas 
subieran dramáticamente. 
¿Quiere dejar de fumar este año? ¿Quizá bajar de peso? ¿Probablemente salir de 
algunas deudas? Estudiaremos en la siguiente columna cómo ayudarle a lograrlo.
36 
¿Qué está haciendo hoy para lograrlo? 
Un hábito tiene tres componentes: el detonante, la rutina y la recompensa. ¿Cómo se 
puede modificar una conducta que ya se ha convertido en un hábito? 
Paso 1 de modificación de hábitos: sustitución de rutinas. 
Por varias décadas, Alcohólicos Anónimos (AA) han utilizado un método para tratar la 
adicción al alcohol. Aunque hay evidencia de la adicción a nivel fisiológico, AA se enfoca 
en cambiar la rutina cuando alguien encuentra detonantes que le llevan a practicar el 
hábito. Si una persona toma para olvidar, aliviar el estrés o sentirse menos nerviosa, el 
siguiente paso es determinar qué causa esos sentimientos de aprehensión. La solución 
de AA es reemplazar la rutina de tomar con la rutina de compañerismo – hablar a otros 
alcohólicos sobre la necesidad y los sentimientos que generan, en lugar de refugiarse en 
la botella. La clave en este momento es el reforzamiento. Seguramente ha escuchado que 
en “21 días se instaura un nuevo hábito”. La evidencia sugiere que, en efecto, las 
conexiones sinápticas en el cerebro se refuerzan químicamente y esto ocurre en un lapso 
de varios días. Es por ello que al no practicar un idioma se van olvidando palabras – las 
conexiones sinápticas que no son utilizadas se debilitan y se pierden. ¿Quiere cambiar un 
hábito? Refuerce constantemente una rutina alternativa. 
Paso 2 de modificación de hábitos: creencia de poder cambiar. 
Adicionalmente, las personas que desean cambiar sus hábitos deben creer que pueden 
cambiar. En algunos casos, específicamente en el de AA, hay un elemento espiritual. Se 
incorpora a Dios en los 12 pasos, como la fuente de inspiración máxima, como la fuerza 
que permite cambiar. Diversos estudios se han realizado sobre el poder del pensamiento 
subconsciente y las acciones que se toman. Si una persona cree que nunca dejará de 
tener sobrepeso, aun cuando baje de peso seguirá viéndose al espejo como pasada de 
peso, haciendo que su conducta se alinee a esta creencia básica. En casos en los cuales 
personas que se autopercibían como “pobres”, inclusive al ganar la lotería volvían a 
perder toda la riqueza ganada, nuevamente llegando a la imagen percibida de “pobre”. 
Otros autores nombran este hecho como “profecías autocumplidas”. Es por ello que en 
esta fase es crucial imaginar la situación claramente, visualizar el futuro deseado lo más 
específico y detallado posible y reforzarlo constantemente. ¿Quiere cambiar un hábito? 
Visualice lo más detalladamente la visión futura de cambio. 
Paso 3 de modificación de hábitos: eliminación de detonantes y sustitución de - 
gratificación.
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El último paso es combinado hacia detonantes y gratificaciones. En términos simples, 
busque eliminar los detonantes de un hábito negativo. Agregue detonantes para hábitos 
positivos. Por ejemplo, ¿desea hacer dieta más a menudo? Quizá el detonante sea 
visualmente observar alimentos altos en grasa en casa. Elimine este detonante visual y 
sustitúyalo por alimentos saludables. En adicciones se recomienda inclusive modificar las 
amistades, las rutas tomadas que pudieran detonar rutinas a eliminar. Finalmente, 
agregue premios específicos a nuevos comportamientos. ¿Qué haría si sale de deudas? 
Prémiese. Mejorar comportamientos merece reforzarlo positivamente. ¿Qué detonantes 
debería modificar? ¿Qué premios puede colocar para gratificarse? 
La Fórmula del hábito: H=N+F+C 
Hábito = Necesidad + Frecuencia + Conocimiento 
1. Toma conciencia de la situación actual… ¡necesito cambiarla! 
2. Elige y formula de forma concreta un hábito a adquirir, uno 
solo… 
3. Deja las excusas a un lado, estudia tus “malos” hábitos que van 
a competir con el nuevo hábito. 
4. Marca pautas de repetición. ¡Crea rutinas, rituales o liturgias! 
5. Elige y formula de forma concreta un hábito a adquirir, uno 
solo… 
6. Apóyate en otras personas, comparte tu intención con tu círculo 
íntimo. 
7. Busca el entorno más adecuado para llevar a cabo las primeras 
acciones, póntelo fácil. 
8. Registra tus acciones y contrasta tus avances y dificultades con 
tu círculo íntimo. 
9. Este modelo funciona, y las endorfinas también… ¡Prémiate! 
10. Y no te olvides de insistir, insistir, insistir… y repetir, repetir, 
repetir… en 21 días habrás creado un nuevo hábito. 
Todos tenemos áreas más fuertes que otras. Hay personas que pueden mantenerse en 
su peso pero quizá nunca pueden controlar una rabieta. Quizá los estudios no son difíciles 
para hacer, pero sí ordenar los espacios de usos. El camino del ser humano es mejorar 
paso a paso. Comprenderse como hemos visto en estas columnas es crucial para 
avanzar más firmemente. 
Deseo que este día, mañana, después de mañana y así sucesivamente este constituido 
de metas, pero acompañadas de la satisfacción de ir caminando hacia ellas. La vida es un 
camino, no un destino. ¿Qué estás haciendo hoy para seguir caminando en pos de ellas.
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Tu vida es el resultado de tus hábitos 
Uno de los autores incluidos dentro del libro Aprendiendo de los mejores (Alienta, 2013) 
es Jack Canfield (@jackcanfield) que además de participar en la exitosa película-documental 
de El Secreto, es autor del libro Los principios del éxito y co-autor de El poder 
de mantenerse enfocado, y que aparece una de sus intervenciones en el post 10 vídeos 
para aprender de los mejores. 
Una de las diez reflexiones de Jack Canfield incorporadas al libro dice lo siguiente: 
«Defendemos nuestros malos hábitos como beber o fumar con lógica indefendible e 
ignoramos los consejos útiles, dejamos de aprender nuevas habilidades, desperdiciamos 
el tiempo en los aspectos triviales de la vida, nos entretenemos en conversaciones 
inútiles, comemos alimentos poco saludables, no practicamos ningún ejercicio, gastamos 
más dinero del que ganamos, no invertimos en nuestro futuro, evitamos conflictos 
necesarios, nos abstenemos de decir la verdad, no pedimos lo que queremos, y luego nos 
preguntamos por qué nuestras vidas no funcionan». 
¿Qué significa esta frase? Qué todo es un resultado: 
– Tu salud es un resultado... el resultado de cómo cuidas tu cuerpo: nutrición, sueño, 
ejercicio. 
– Tu dinero es un resultado... el resultado de cómo manejas tus finanzas personales. 
– Tus relaciones son un resultado... el resultado de lo bien o lo mal que las mimas. 
– Tu vida profesional es un resultado... el resultado de tu desarrollo personal. 
En definitiva, que nada sucede por casualidad y que vivimos en un mundo de causas y 
efectos: Si haces unas cosas consigues ciertas cosas y si haces otras cosas 
consigues otras cosas. La gente con mentalidad ganadora habla siempre de causas-
39 
efectos; la gente con mentalidad perdedora recurre a la buena (mala) suerte. 
Si tu vida no marcha como te gustaría en alguna parcela –salud, dinero, 
relaciones...– probablemente es porque hay algo que no estás haciendo bien y 
tienes que cambiar ciertos hábitos. Los resultados no mienten. 
Todo resultado responde a una causa; y la cuestión es saber cuál es esa causa – 
tomar Conciencia– porque entonces se puede iniciar un proceso de cambio. Los 
procesos de aprendizaje y cambio funcionan de la siguiente manera según 4 pasos: 
1. INCONSCIENTEMENTE INCOMPETENTE (II): No sé qué no sé. 
Dice Louise Hay (@louisehay) que «la conciencia es el único camino hacia la 
sanación y la curación». Es muy difícil que cualquier cambio tenga lugar desde la no– 
Conciencia. La Conciencia es aquel estado que permite saber por qué ocurren las 
cosas. Es un estadio superior que permite entender el juego de por qué las cosas son 
como son. Tomar Conciencia no es otra cosa que despertar a la vida, comprender su 
profundo significado. Por eso, a mayor Conciencia, mejores decisiones, mejores 
comportamientos, mejor todo. La Conciencia nos dice que merece y qué no merece la 
pena. La Conciencia nos libera; su ausencia nos esclaviza, porque somos 
Inconscientemente Incompetentes: no sabemos que no sabemos. 
2. CONSCIENTEMENTE INCOMPETENTE (CI): Sé que no sé. 
Una vez que despiertas, que abres los ojos, ya eres Conscientemente Incompetente: 
Sabes que no sabes. Y a partir de ahí, se puede iniciar el aprendizaje y la formación. Y a 
la hora de formarse es importante la Teoría, porque acelera enormemente la Práctica, 
pero también hay que saltar al ruedo.No se puede aprender a montar en bicicleta 
leyendo un libro. La teoría incremento enormemente la Práctica. Igual pasa con todo. 
3. CONSCIENTEMENTE COMPETENTE (CC): Sé que sé. 
A medida que la Formación es mayor uno se va volviendo Conscientemente 
Competente: Sabe que sabe. Cuanto más estudias, cuanto más experimentas, 
cuanto más lees, cuanto más contrastas, más claras se van teniendo las ideas y 
más seguridad en uno mismo. Uno empieza a tomar perspectiva y ver las cosas con 
más claridad. 
4. INCONSCIENTEMENTE COMPETENTE (IC): Soy lo que sé. 
Es la última y pata más importante: la interiorización, que aquello que deseamos pasa a 
formar parte de uno, se convierte en hábito; es decir en Inconscientemente 
Competente: Soy lo que sé. Un hábito no es otra cosa que un comportamiento 
interiorizado que hacemos con naturalidad. ¿Y cómo se construye un Hábito? Por 
repetición. ¿Y qué hay que hacer para repetir la misma cosa una y otra vez? 
Disciplina. 
Los procesos de desarrollo personal funcionan de la siguiente manera: 
1. Éxito = Hábitos. 
2. Hábitos = Repetición. 
3. Repetición = Disciplina. 
La motivación te anima a ponerte en marcha, pero son los hábitos esculpidos gracias a la 
disciplina del día a día los que nos permiten llegar donde queremos. Por tanto, la 
Disciplina es la parte más importante de la ecuación del éxito, porque Disciplina no es 
otra cosa que hacer lo que se tiene que hacer aunque no apetezca. Jim Rohn siempre 
decía: «La gente no consigue resultados porque prefiere hacer lo cómodo a lo 
necesario»; algo parecido a lo que afirmaba Víctor Hugo: «A nadie le faltan fuerzas, lo
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que a mucha gente le falta es voluntad». 
Tu vida no cambia por lo que escuches en una charla inspiradora, sino por lo que hagas 
día tras día con lo que escuches en la charla inspiradora. La inspiración enciende la 
mecha del cambio; los hábitos convierten la inspiración en resultados a través de la 
Disciplina. 
La Disciplina es un concepto asociado al medio y al largo plazo. No se trata de ir a clases 
de chino (o de cocina o al gimnasio), las tres primeras semanas, sino de ser constantes a 
lo largo del tiempo y no desistir tras las primeras semanas de euforia y ganas de comerse 
el mundo. En Aprendiendo de los mejores, el experto Brian Tracy (@briantracy) dice: 
«Todo el mundo hace cosas que hace la gente de éxito, la diferencia es que la gente 
de éxito hace esas cosas todo el tiempo». 
Aprendizaje y memoria implícita y no declarativa 
La neuroplasticidad y neurogénesis. 
Hoy en día los neurólogos afirman que el cerebro cambia en respuesta a cada 
experiencia, el pensamiento, y cada cosa nueva que aprendemos. Esta capacidad, 
llamada plasticidad, permite que el cerebro pueda formarse de nuevo, remodelarse, y 
reorganizarse bien, en nuestra vida adulta. 
Había una creencia largamente sostenida de que el número de neuronas con las que 
nacemos se habían fijado para toda nuestra vida, y que las células nerviosas, una vez que 
se dañan, nunca podrían ser reemplazadas. Estudios recientes, sin embargo, sugieren 
que el cerebro normal y saludable puede reparar las células dañadas del cerebro e 
incluso generar otras nuevos. Este proceso se llama neurogénesis. 
Hasta hace poco, la literatura científica nos ha llevado a creer que estábamos 
condenados por la genética. Deberíamos habernos resignado al pensamiento proverbial 
que un perro viejo no aprende trucos nuevos. Varias investigaciones han demostrado que 
los retos pueden ser superados, que podemos cambiarnos a nosotros mismos, si nuestra 
voluntad y determinación son mayores que nuestras circunstancias. Que podemos romper 
viejos hábitos y características mediante la liberación de las memorias codificadas de 
experiencias pasadas que pueden ser datadas y que ya no se aplican a nuestras 
condiciones actuales.
41 
El concepto de aprendizaje de Hebb. 
A nivel neurológico cada pensamiento desencadena impulsos eléctricos en el cerebro y 
envía corrientes eléctricas a diferentes áreas del cerebro. Esto hace que las células 
nerviosas (neuronas) se enlacen, se formen redes neuronales (grupos de neuronas), y se 
comuniquen. Y si estos circuitos cerebrales se conectan de forma repetida, las 
conexiones entre ellos se hacen más fuertes y más enriquecedoras, aumentando el 
entramado dendrítico. En neurociencia este concepto se denomina aprendizaje de Hebb: 
Las neuronas que se disparan juntas, se conectan entre sí.
42 
Diversas investigaciones han demostrado que incluso ensayando mentalmente en 
solitario, es decir, sin realizar físicamente la tarea, se produce un impacto significativo en 
el desarrollo de las redes neuronales en el cerebro. 
Como resultado, con el esfuerzo mental adecuado, podemos cambiar y hacer crecer al 
cerebro con sólo pensar. La razón es que el cerebro no sabe la diferencia entre el 
esfuerzo mental o físico. 
Memoria implícita (no declarativa o procedimental) 
Iván Pavlov descubrió tres tipos de memoria trabajando con perros: la habituación, la 
sensibilización y el condicionamiento clásico. Por ello recibió el Premio Nobel en 1904. Eric 
Kadel descubrió los mecanismos celulares, moleculares y genéticos de esas tres formas de 
memoria trabajando con una babosa marina llamada Aplysia. Por ello recibió el Premio Nobel 
en 2000. 
 Habituación. Cuando un estímulo trivial se presenta repetidamente la respuesta al 
estímulo se reduce o desaparece. El animal aprende que el estímulo es irrelevante. 
 Sensibilización. Cuando un estímulo nocivo se presenta, muchas respuestas no 
relacionadas con el estímulo se acentúan. Cuando el animal recibe un susto o un golpe, 
se prepara para la huida y reacciona excesivamente a cualquier otro estímulo. 
 Condicionamiento clásico. Cuando un estímulo inocuo (neutro) se presenta aparejado 
con un estímulo nocivo o beneficioso (estímulo no condicionado) el animal aprende a 
asociar los dos de modo que el estímulo neutro pasa a ser estímulo condicionado y 
anticipa la llegada del estímulo no condicionado. 
La memoria implícita se encuentra ubicada en los circuitos perceptivos, motores y 
emocionales.
43
44 
La mente - cerebro en acción. 
El cerebro en acción se llama mente, provocada por la conciencia, que es la esencia de la 
vida invisible que anima al cerebro. La conciencia puede ser definida como el espectro del 
auto, tanto consciente como subconsciente, usando el cerebro para capturar los 
pensamientos, y luego colaborativamente ellos para crear la mente. Nuestra conciencia se 
basa en el neocorteza, la sede de nuestro libre albedrío. Este es el centro de pensamiento 
consciente del cerebro, donde todo lo que un individuo aprende y las experiencias se 
registran, y donde la información se procesa. Nosotros tenemos la capacidad de ser 
conscientes de nosotros mismos, de nuestras acciones, pensamientos, 
comportamientos, sentimientos, su entorno y su mente, y para expresar pensamientos e 
ideas. 
El desafío neurológico para cambiar. 
Cambiar y evolucionar no es un proceso cómodo. Neurológicamente hay una respuesta 
sólida para ello. Decidimos permanecer en las mismas circunstancias, porque nos hemos 
convertido en adictos a los estados emocionales resultantes y a los químicos que 
despiertan ese estado del ser. Elegimos vivir atrapados en una mentalidad y una actitud 
determinadas, en parte por la genética y en parte porque nuestro cerebro (por los 
repetidos pensamientos y reacciones) limita nuestra visión de lo que es posible. 
Por ahora sabemos que podemos cambiar (y por lo tanto, evolucionar) a nosotros mismos 
y a nuestro cerebro, por lo que ya no caer en las reacciones repetitivas, habituales, y a 
menudo insalubres que se producen como resultado de nuestra herencia genética y 
nuestras experiencias pasadas, puede ser un acto voluntario y podemos realizar un acto
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Para vencer un habito

  • 1. 1 Para vencer, hace falta un cambio de hábitos A veces, la fricción sólo genera más fricción. Y aunque creas que terminarás siendo el vencedor, la otra parte podría estar pensando lo mismo. Efectúa un cambio en tus hábitos y obliga al mundo a reacomodarse. Los hábitos, por lo general, vienen en dos talles: buenos y malos. Y por lo general, son los demás quienes tienen todos los malos... Si bien los malos hábitos son los que reciben la mayoría de nuestra atención, no son los únicos que deben ser analizados. A veces, los buenos hábitos necesitan de una reevaluación, y cuando no den la talla, deberían ser cambiados. Se ha dicho: “Los hábitos no deseados pueden imponer límites a la libertad individual tan reales como los barrotes de una celda de prisión”. Si esto es cierto, ¿cómo lucen los barrotes de tu prisión? ¿Al menos logras verlos? Algunos barrotes son fácilmente visibles, como los hábitos del tabaquismo y el alcoholismo, el abuso de drogas, el trastorno obsesivo compulsivo, el juego, la compulsión sexual y la adicción al trabajo. Por otra parte, existen barrotes de prisión que son más finos, y están hechos de un material vidrioso, que impide su visión y, por lo tanto, los hace más peligrosos, ya que nos hacen creer que no existen... al menos en nuestro interior. Por ejemplo, ¿alguna vez te topaste con una persona verdaderamente obstinada? Sí, ese tipo de persona capaz de generarte una reacción visceral con sólo entrar en tu espacio personal. Él puede vivir contigo en casa, o podrías conocerla mientras haces algunas compras.
  • 2. 2 Tal vez, se siente en el escritorio contiguo al tuyo en el trabajo. Esta es una persona que, por más que le des mil y una oportunidades, nunca estará de acuerdo contigo, o ni siquiera escuche tus opiniones. Esperar que este tipo de sujeto escuche tu opinión crea frustración y pérdida de tiempo. Mientras buscas y esperas un acuerdo, su resistencia crecerá proporcionalmente a tus esfuerzos. Cuanto más fuerte empujes más fuerte te empujará. Él ganará fuerzas a lo largo del proceso de resistir tus argumentos. A veces, incluso, sonreirá. A esta altura, el hábito de “ser correcto” sólo agregará gasolina al fuego. La victoria se convierte en un asunto personal para ambas partes. Desafortunadamente, a medida que las voces se elevan y las palabras dan paso a los gritos, ambos pierden. Los sentimientos reprimidos pasan a un estado de hibernación. Ahora, cualquier compromiso forzado deja un mal gusto. El ganador poco convincente, rara vez, creará una relación duradera a largo plazo. No es fácil imaginar un escenario que permita cambiar o controlar las opiniones o actitudes de los demás. Y eso crea un dilema. Entonces, ¿cómo cambiar las opiniones o actitudes de alguien? ¿Cuándo hacerlo? Necesitarás intentar algo Nuevo: En primer lugar, olvídate de los viejos hábitos y de las viejas formas de discutir. Segundo, piensa lo siguiente. Tú no puedes controlar a tu oponente o enemigo, pero sí puedes controlarte a ti mismo, a tu forma de pensar, a tu actitud y a tus opiniones, a través de un esfuerzo de conciencia. Aquí radica la clave para cambiar un mal hábito. Aprende este secreto, úsalo, y cambiarás tu vida para siempre. ¿Cuál es este secreto? Cambia aquello que puedas controlar. Modifica tu actitud hacia los demás cambiando tus patrones de pensamiento. ¿Cómo hacer esto? Existen varias técnicas para cambiar los hábitos que nos propongamos, diversos autores pregonan los suyos. A continuación se describen algunos métodos tú elige por cual te inclinas, lo que importa es que hagas lo que tengas hacer el resto es “pan comido”. Te deseo éxito en lo que pretendas y emprendas, y sobre todo se constante, persistente y no te rindas. Un hábito a la vez es suficiente. Cada día haz lo que tengas que hacer y cada mañana renueva tu contrato.
  • 3. 3 Esta es una forma. Comienza por “amar a tus enemigos”. Un enemigo, o el blanco de tu odio, a menudo, no está al tanto de la hostilidad que sientes para con ellos. Sin embargo, recuerda que tú has creado a este enemigo al decidir que así fuera. Además, pensándolo bien, no debería ser muy difícil amar aquello que has creado. Algunos de nuestros más grandes y nobles desafíos aparecen cuando decidimos convertir a un enemigo en amigo. Para conseguirlo, en primer término, cambia la actitud hostil hacia la otra persona. Por ejemplo, ¿esta persona siempre está esperando discusiones de tu parte? ¿Su satisfaces esto? Si has respondido que sí, no sería de extrañar que él supiera cómo manejarte. Entonces, ¿quién está en control de la situación? Por otra parte, ¿qué reacción generarás si te mantienes en una actitud afable? Lo más posible es confusión. Luego, a raíz de tu esfuerzo positivo, él terminará reajustando sus tácticas. Él podría mostrarse menos discutidor. Tal vez, podría prestar una ligera atención a tus puntos de vistas. Y si escuchas su opinión, en una de esas, podría preguntarte la tuya. A esta altura, aunque pueda parecer pequeño, el verdadero cambio ya se ha iniciado. Y ahora lo que tienes es un ex enemigo que cambia su actitud para contigo; algo que no es un paso pequeño. Y todo gracias a que decidiste cambiar tu actitud hacia él. Y eso hizo que tu antiguo rival no tuviera más opción que cambiar, ya que para cada acción existe una reacción igual u opuesta. Tú no puedes cambiar a las otras personas; sólo te puedes cambiar a ti mismo. Cuando cambias, el mundo que te circunda se reajusta para acomodarse a la nueva versión de ti. Cuando comiences a aplicar este concepto de modo más frecuente, entonces algún día podrías encontrarte diciendo: “nunca conocí a alguien que me odiara”. Advertencia: Piensa con cuidado qué es lo que quieres cambiar de ti.
  • 4. 4 Cambio de hábitos A. Concepto de hábito 1- Toda persona, cuando repite continuamente un comportamiento termina por generar un hábito. Algunos hábitos se generan con cierto esfuerzo y de manera conciente. Otros, por el contrario pareciera que se instalaran “solos”, sin que “nadie” los haya invitado, y la persona se vuelve conciente de su existencia sólo en el momento que desea modificar cierto comportamiento y encuentra seria dificultad en lograrlo. 2- En un sentido amplio, definiré hábito a toda acción (o secuencia de acciones) que se pone en marcha sin mediar un proceso de decisión conciente. Ello significa que ha
  • 5. 5 generado un mecanismo de acción que no “consume” atención de la conciencia, de modo que la misma pueda quedar liberada para otros menesteres.
  • 6. 6 3- En este sentido, la generación de un hábito constituye un gran avance en la evolución de cualquier sistema ya que, al avanzar en el aprendizaje, todo comportamiento que se repite con cierta frecuencia, se “incorpora” ( se hace cuerpo) de modo tal que el sistema quede “libre” para realizar nuevos aprendizajes. 4- Desde esta perspectiva, los hábitos constituyen la base de la evolución. Por ello, el hecho fundamental consiste en prestar la atención debida a la clase de hábitos que una persona permite que se generen y al tipo de hábitos que evita que se instalen. Mecanismo de generación de hábitos 1- Cuando un persona emplea cierto comportamiento en forma reiterada, su organismo en múltiples niveles comienza a “ activar “ en forma repetida ciertos sistemas biológicos y psicológicos. De este modo, si dicha acción requería en un principio cierto tipo de toma de decisión conciente, la misma comienza a ejecutarse en forma automática, mediante la generación de ciertos cambios funcionales. 2- Cuando hablo de cambios funcionales, me refiero al privilegio de ciertos cursos de acción en lugar de otros sin que aún se hayan generado cambios estructurales. Con el paso del tiempo, si dichos cambios funcionales persisten, entonces el organismo comienza a generar cambios estructurales, a veces a nivel molecular, otras a nivel macromolecular, celular, tisular o incluso anatómico. Ejemplos: A nivel biológico, una persona que se expone a situaciones de estrés en forma ocasional y limitada en el tiempo, genera liberación de adrenalina de acuerdo a su patrón personal . Si la presencia del agente estresante se prolonga en el tiempo, entonces se genera la liberación de hormonas que “ sensibilizan” los receptores a la adrenalina ( sitios donde la adrenalina actúa) mediante cambios funcionales de los mismos- actúan más rápido y por más tiempo ante la misma cantidad de adrenalina. Si el estrés persiste, entonces se liberan hormonas que activan los ácidos nucleicos en el interior de las células y producen la síntesis de mayor cantidad de receptores a la adrenalina. De este modo ya se ha producido un cambio en la estructura: ahora, esa persona se ha vuelto más reactiva ante la misma situación estresante- su organismo cuenta con mayor cantidad de receptores para la adrenalina . A nivel comportamental, cuando una persona inicia la práctica de un nuevo deporte, o aprende a conducir un automóvil, por citar unos ejemplos, en un principio debe tomar sus decisiones de manera conciente, para cada una de las acciones que debe emprender, razón por la cual no tiene demasiada “ atención disponible” para jugar el partido u observar la carretera. Luego de repetir numerosas veces la misma acción de manera similar, entonces se produce un mecanismo de acción en secuencias de tal modo que ya no es necesario prestar atención a cada detalle. Sólo es necesario elegir el comportamiento “ en paquete” para que el resto simplemente ocurra. A nivel social, plantearé una situación hipotética: imagine que en su ámbito de trabajo, ante un desperfecto en alguna maquinaria, alguien piensa que Ud. puede solucionarlo de manera adecuada. Imagine luego, que ante una nueva situación similar vuelven a pensar en ud. Imagine ahora que dicho desperfecto se ha vuelto habitual y las personas comienzan a encargarle a ud (obviamente ya es Ud. quien se encarga en esta institución) sin tomar la decisión entre opciones posibles- privilegian cursos de acción- debido a la “costumbre” . Se ha producido un cambio funcional, del que no será tan fácil “ correrse” una vez instalado. Ahora imagine, que han pasado algunos años, y dada la importancia que dicho tema reporta a la institución deciden crear un cargo formal para ud, con su oficina propia y presencia en el organigrama. Pues bien, el antiguo “ dar una mano con esta maquinaria” ha generado un cambio estructural.
  • 7. 7 Es mi deseo que los ejemplos arriba esgrimidos despierten la conciencia respecto de la importancia que reviste para la vida real que las personas inviertan cierto tiempo a la hora de decidir qué clase de hábitos van a permitir que se incorporen en su repertorio de hábitos, pues una vez instalados, ocurren en forma automática, y con el tiempo conducen a cambios en el organismo que en numerosas ocasiones se vuelve sumamente dificultoso revertir. Por lo tanto si dichos hábitos no son saludables, la persona simplemente pondrá en marcha secuencias de acciones que debilitan su organismo, aun cuando conscientemente desee realizar otro tipo de actividad. Rasgo y estado 1- Siguiendo la explicación anterior he de mencionar aquí el concepto de estado y el de rasgo. En el plano psicológico, solemos decir que una persona puede encontrarse en cierto estado emocional, o cierto estado mental o en cierto estado de conciencia. Ello quiere decir que dicha persona se halla vivenciando ciertas experiencias en ese preciso momento. Ante dicha situación, aún no se considera a la capacidad de vivenciar dicha clase de experiencias, como un patrón estable de la persona. Por ejemplo, una persona puede estar enojada, puede estar disociada, puede estar en una experiencia cumbre, puede estar “estresada”. 2- Cuando una persona se halla frecuentemente en cierto estado, ya sea que reacciona ante ciertos acontecimientos de una manera característicamente recurrente, ya sea que ella pueda elegir a voluntad ingresar en ese estado mediante ciertas competencias adquiridas, entonces decimos que dicha persona ha generado un rasgo en su personalidad. Por ejemplo, cuando comúnmente manifestamos que una persona es irascible, lo que queremos decir en realidad es que dicha persona suele reaccionar con enojo ante diferentes situaciones. Otras palabras, podemos decir que dicha persona presenta rasgos de irascibilidad. Del mismo modo una persona puede presentar rasgos disociativos, paranoicos, fóbicos o cualquiera sea el constructo teórico que defina el rasgo que se está considerando. 3- A los fines del presente libro, la intención de establecer esta distinción entre rasgo y estado, se basa en expresar al lector la importante necesidad de la práctica reiterada, a la hora de desarrollar su fortaleza. En otras palabras, si bien se puede desarrollar la capacidad de experimentar ciertas vivencias ( estado) de modo relativamente veloz cuando se actúa de determinada manera, en general, se requiere de una práctica sostenida en el tiempo para genera patrones habituales de comportamiento ( rasgo). 4- Ello nos conduce directamente al próximo punto: el proceso de cambio de hábitos. B- Proceso de cambio de hábitos 1- Existen ciertas acciones cuyos efectos “lastiman” al organismo. Si bien es cierto que el daño provocado por las mismas resulta insignificante en caso de que dicha acción ocurra unas pocas veces (en algunos casos incluso unas cientos de veces) con el paso de los años, dichos efectos perjudiciales se vuelven evidentes en grados significativos hasta el punto de generar sufrimiento. 2- Por ejemplo, una alimentación desbalanceada con exceso de grasas , el consumo de ciertos tóxicos como el alcohol y el tabaco, la respiración en una atmósfera colmada de sustancias perjudiciales para un organismo viviente, la falta de actividad física con el consiguiente “desuso” de numerosos sistemas biofísicos y bioquímicos, la desregulación de los relojes biológicos debido a una continua interrupción de los ritmos naturales de sueño y alimentación conducen a un desgaste funcional y luego estructural de “ cualquier “ sistema viviente. 3- Ello se traduce en un desaprovechamiento del potencial “ esencial” de nuestro ser y, de alguna manera, se convierte en nuestro destino. Lo más interesante, es que una vez instalados dichos hábitos simplemente se despliegan en nuestra vida cotidiana en forma
  • 8. 8 automática, razón por la cual no percibimos estar haciendo nada especial más que llevar adelante nuestra vida “normal”. 4-Por el contrario, cuando una persona genera – y luego mantiene- ciertos prácticas que pueden ser denominadas “saludables” se favorece un estado de armonía y balance en su interior que con el tiempo de transforma en un rasgo en dicha persona que mantiene su práctica. De esta manera, su solidez se ve incrementada a la hora de atravesar los obstáculos y manifestar su proyecto vital. 5- Respecto del presente programa de desarrollo de fortaleza psicológica, hablaré de cambio de hábitos, debido a que, en general, la tarea consiste en modificar algún hábito ya instalado en la personalidad. En ese sentido, será necesario implementar un plan de cambio de hábitos. 6- Todo aquel que alguna vez ha intentado cambiar su dieta, dejar de fumar, iniciar un programa de ejercicio físico , por citar unos pocos ejemplos, seguramente conoce de las enormes dificultades que encierra este proceso, especialmente en el largo plazo. En general las personas comienzan con un gran entusiasmo pero al poco tiempo abandonan y se desaniman tras este abandono. Y, respecto de este tema, no influye cuán importante sea al cambio alcanzado sino cuanto tiempo logre mantenerse. 7- Por tal motivo, de acuerdo a mi experiencia resulta efectivo conocer el modelo de Etapas del cambio desarrollado por James Prochaska en relación al cambio de hábitos (ver figuras.) Cómo escoger nuevos hábitos para cambiar tu vida Adoptar un nuevo hábito o eliminar un mal hábito puede costarte un poco. De hecho, no hay un único manual de instrucciones en el que se nos enseñe cómo hacerlo. Pero, seguro que quieres desarrollarte y crecer a nivel personal. Y, para ello, es fundamental separarte de comportamientos que no te benefician. ¡Comienza hoy mismo! En las próximas líneas, comprenderás mejor qué son los hábitos, cómo funcionan y lo más importante, te propongo un reto de una semana y un plan más a largo plazo para conseguir todo aquello que deseas. Los hábitos son conductas condicionadas y automáticas, muchas veces inconscientes. Nuestro cerebro necesita encontrar formas de ahorrar esfuerzo a la hora de hacer ciertas actividades. ¿O al conducir un coche estás pensando en cada momento la marcha que pones o calculando exactamente la distancia con el automóvil de enfrente? En cualquier área de nuestras vidas, hemos construido hábitos de todo tipo – físicos, emocionales, mentales y conductuales – y de alguna forma nos hacemos adictos a ellos. Más del 40% de lo que hacemos a diario pertenece al campo de los hábitos inconscientes. Tareas como coger las llaves antes de salir de casa o apagar la luz de tu habitación no se recuerdan porque llegan a ser rutinarias. Si acudimos a una definición más técnica, los hábitos surgen de un fuerte deseo subconsciente de recompensa, el cual se activa con una señal (interna o externa), que nos lleva a una rutina determinada (comportamiento, pensamiento, estado emocional) que a su vez nos proporciona aquello que deseamos. Pero… aquí llega la Elección. Podemos escoger una rutina que nos beneficie o una que no. Fíjate en el caso siguiente. Por las circunstancias que sean, una persona ha aprendido a reducir sus niveles de estrés a través dela comida. Por ello, cuando se siente estresado y sin pensarlo dos veces, de manera automática, se dirige a la nevera y come hasta saciarse. Con ello, consigue su recompensa (sentirse relajado).
  • 9. 9 Sin embargo, la manera escogida para solucionar el problema del estrés conlleva “daños colaterales”, como es la sensación de culpa, además de una ganancia considerable de kilos. Para cambiar este hábito de comer compulsivamente esta persona debería cambiar su actual rutina (comer) por otra más sana y que le proporcione la misma sensación de bienestar que está buscando. En el Gráfico 2º, ante cualquier circunstancia de estrés, la misma persona elige una nueva rutina y adopta ahora el hábito de correr. Recibe su recompensa, consigue su deseo de sentirse bien pero evita los efectos nocivos de comer demasiado. Su nueva rutina le aportará otros beneficios, como encontrarse en forma y con más energía. Por tanto, si quieres cambiar tus hábitos y no ser un esclavo de los mismos, busca Rutinas alternativas que te sean beneficiosas. El reto de 1 semana
  • 10. 10 Tan solo 1 semana, 7 días. Te propongo realizar cambios sencillos:  Lee un periódico distinto.  Cambia de posición y lugar en la mesa y durante la comida.  Modifica tu ruta a la hora de ir a tu trabajo.  Haz algo diferente, cambia alguna pequeña rutina diaria. ¿Qué aprendes? ¿Qué ves nuevo? ¿Qué notas distinto? Plan para el EXITO Seguro que te sientes capaz de dar los próximos pasos para ALCANZAR EL ÉXITO en cualquier faceta que desees: 1) Toma conciencia de tus hábitos. Apúntalos en un papel para tenerlos presentes. 2) Desarrolla la fuerza de voluntad. 3) Adopta rutinas alternativas que te ayuden a seguir el nuevo hábito. Utiliza tu creatividad. 4) Ten un plan específico 5) Practica al menos durante 21 días 6) No tires la toalla: comienza otra vez si en algún momento no sigues el plan. 7) Repite, repite, repite 8) Cree que PUEDES. VISUALIZA TU OBJETIVO CONSEGUIDO, REPÍTETELO, SUÉÑALO Vamos con un ejemplo: Objetivo: eliminar el hábito de comer en exceso y adoptar el nuevo hábito de correr 3 veces por semana.  Escribe ese hábito que te perjudica. Así, lo reconoces.  Ayúdate de un amigo que te apoya a la hora de recordarte tu objetivo y tener más voluntad.  Modifica tu ruta diaria para no pasar por la pastelería de la esquina.  El plan es correr 3 veces por semana. La primera semana, caminas, la segunda caminas y corres, la tercera sólo corres.  Para no tirar la toalla, te pones frases motivadoras en el armario donde tienes la ropa de deporte. Las lees cada vez que vas a vestirte.  Repites el hábito cada día.  Te visualizas en el mejor estado físico, lleno de energía y sonriente.  Un último paso muy importante. Cuenta tu éxito a otra persona. El Hábito de la Acción Muchos de nosotros nos atascamos en la inactividad -procrastinación, hacer un montón de tareas sin importancia para evitar lo realmente importante, preocupándonos por fallar o por no ser perfectos, costándonos arrancar, distrayéndonos, etc. Es hora para empezar a formar el Hábito de la Acción en su lugar. Y realmente no es tan difícil si te centras en ello un rato. Como cualquier otro hábito, empieza en pequeñas dosis, pequeñas tareas, en ráfagas cortas, y ve construyéndolo a partir de ahí. Aquí tienes algunos pasos rápidos para formar el Hábito de la Acción: 1. Plantéate tus acciones clave. Centrarse en las acciones adecuadas es tan importante como hacerlas. No pierdas demasiado tiempo en este paso – simplemente decide tu Top 3 de acciones para hoy.
  • 11. 11 2. Coge una acción, y visualiza el resultado. ¿Qué aspecto tendrá cuando la hayas terminado? De nuevo, no pierdas mucho tiempo aquí – simplemente un pequeño esbozo en tu mente. 3. Empieza. Simplemente. Dite a ti mismo “¡Hazlo ahora!” Conviértelo en un mantra. No pierdas el tiempo con herramientas, con distracciones, con nada que se interponga en tu camino para conseguir tu tarea. ¡Deshazte de todo excepto de la tarea, y ponle manos a la obra! 4. Concéntrate en el momento. Simplemente piensa en tu trabajo en la tarea, no te preocupes por el futuro o por qué errores puede que vayas a cometer o hayas cometido ya, tanto como puedas. Sumérgete en ella. 5. Hazlo. Completa la tarea. Siéntete bien por ello ¡Date una palmada en la espalda! A continuación, repítelo con la siguiente tarea. Cuanto más practiques este hábito, mejor lo harás. Hazlo en pequeñas dosis, y sigue practicando. A veces fallarás. Visualiza la siguiente acción para ver cómo reaccionar ante ello. Pero no permitas que fallar te detenga – simplemente práctica más. Barreras al Hábito de la Acción Pero qué pasa si estás teniendo problemas para ponerte en acción? Unos cuantos pensamientos rápidos: - No te preocupes por la perfección. Muy a menudo queremos elaborar el plan perfecto, pero aunque es importante saber hacia dónde te diriges, es más importante no atascarse en la etapa de planificación. Y aunque es importante hacerlo lo mejor que puedas, la perfección no es necesaria. - Deja de tontear. Estás dando vueltas a tus programas u otras herramientas. Estás jugando con las fuentes y los colores y otras cosas no-esenciales. Para. Vuelve a tu tarea. - Elimina las distracciones. Apaga el móvil, e-mail, Messenger, twitter, etc. Apaga el mundo a tu alrededor, y céntrate en lo que estás haciendo. - Mejóralo luego. Ahora simplemente hazlo. Lo puedes hacer mejor luego. Los escritores llaman a esto el primer borrador mierdoso – y aunque suene mal, en realidad es algo bueno. Lo estás completando, aunque sea malucho. - Divídelo en trozos más pequeños. Algunas tareas son demasiado intimidantes. Si la tarea te va a llevar más de una hora, comienza con fragmentos de media hora. Si eso es muy grande, simplemente haz 10 minutos. Si es muy duro, hazlos de 5. Aunque sea, hazlo de un minuto, pero ve haciéndolo. - Deja de pensar tanto. Pensar es algo bueno. Pensar demasiado, no, y se interpone en tu camino. Deja de lado todos tus pensamientos (parálisis por análisis) y simplemente haz. - Si no puedes hacer algo… plantéate por qué. Tal vez no tienes las herramientas. Tal vez no tienes la autoridad. Puede que necesites algo de alguien más. O que estés pasando por alto alguna información clave. Puede que no sepas cómo hacer algo y necesites leer sobre ello, o que te enseñen. Puede que sencillamente no quieras hacerlo, y que debieses dejarlo por completo. Plantéate cual es la barrera, y soluciónala.
  • 12. 12 7 estrategias para propiciar la puesta en acción Accione, planee y ponga en práctica sus ideas. Propóngase manifestar sus ideas en el mundo físico. No ponga en espera sus sueños. 1. Anote su objetivo y fíjese un plazo. Una meta sin un plazo determinado, es postergable de forma indefinida. 2. Divida su meta en trozos pequeños. Cuanto más grande sea su meta o el cambio que usted quiere hacer, más rápido lo puede abrumar. Así que si su meta se siente desalentadora, divídala en pasos manejables, del tamaño de un bocado. Recuerde, usted no tiene que saber cada paso del camino, sólo los próximos pasos inmediatamente por delante. Sus siguientes pasos se hará evidentes a medida que avanza. 3. Visualice el futuro que desea. Imagine las emociones que se sienten. Imagine que está en un lugar favorito, celebrando lo que ha logrado. Imagine a sus seres queridos sumándose a la celebración de su éxito. 4. Aproveche el miedo. El miedo es una emoción poderosa que puede mantenernos sumidos en excusas. Sin embargo, al centrarse en lo que no quiere, lo puedes aprovechar en su favor. Así que anote cómo se sentirá dentro de un año si no hace
  • 13. 13 nada. Sea valiente y realmente honesto contigo mismo acerca de los costos de la inacción continuada. Después de todo, si nada cambia, nada cambia! 5. Construya la rendición de cuentas. Conforme un equipo de apoyo o un socio contable o, como sugerí en Deja de jugar a seguro, reclute su propia Junta de Asesores Personales para ayudarle a mantenerse enfocado y en la senda correcta. Establezca un horario regular para chequeo, y hágales saber las formas en que pueden ayudar. Por ejemplo, para recordar los logros del pasado, y por qué se puso a hacer estos cambios en el primer lugar. 6. Recompensar el progreso. Establezca un sistema de recompensas para asegurarse de que se celebre el progreso y los pequeños logros a medida que avanza. Ya sea una actividad divertida con amigos, o una golosina para usted mismo, hacer algo que reconozca su progreso y esfuerzo. 7. Actúe con valentía todos los días. A partir de hoy. el impulso a la acción es fundamental, una vez que se empieza. Así que comprométase a salir de su zona de confort por lo menos una vez por día. A partir de hoy – antes de que sus excusas cargados de miedo, disfrazadas de pura pereza, ataquen de nuevo. Puede ser algo muy pequeño. Después de todo, no importa qué tan rápido se va, siempre y cuando usted está dando un paso adelante en una dirección que le inspire. Así que dé el primer paso, luego otro, luego otro… después de todo – ¡la vida recompensa la acción! Frases célebres sobre la acción Cada uno de los movimientos de todos los individuos se realizan por tres únicas razones: por honor, por dinero o por amor. Napoleón I (1769-1821) Napoleón Bonaparte. Emperador francés. Sólo hay dos palancas que muevan a los hombres: el miedo y el interés.
  • 14. 14 Napoleón I (1769-1821) Napoleón Bonaparte. Emperador francés. Una de las ventajas de las buenas acciones es la de elevar el alma y disponerla a hacer otras mejores. Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Filósofo francés. Una buena acción es una lección insolente para los que no tienen el valor de ejecutarla. René de Chateaubriand (1768-1848) Diplomático y escritor francés. Las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas. Woody Allen (1935-?) Actor, director y escritor estadounidense. Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil. Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán. Somos lo que hacemos, no lo que pensamos ni lo que sentimos. Anónimo Así como el hierro se oxida por falta de uso, también la inactividad destruye el intelecto. Leonardo Da Vinci (1452-1519) Pintor, escultor e inventor italiano. Es de sentido común elegir un método y probarlo. Si falla, admitirlo francamente y probar con otro. Pero, sobre todo, intentar algo. Franklin D. Roosevelt (1882-1945) Político estadounidense. ¡Que enmudezcan nuestras lenguas y empiecen a hablar las manos! Francisco Villaespesa (1877-1936) Escritor modernista español. Todo sobre los hábitos (y cómo cambiarlos) Casi el 70% de la población urbana quiere cambiar un hábito. Dejar de fumar, hacer ejercicios y gastar menos encabezan la lista. Claro, ninguna de esas intenciones es fácil de conseguir. Pero la ciencia dice que aunque parezca, no es tan difícil. Y entrega algunas estrategias para lograrlo. LO SABEMOS, es difícil. Levantarse temprano para hacer ejercicio es una tarea titánica, intentar dejar de fumar puede volvernos insoportables y abandonar para siempre la comida chatarra parece imposible. No por nada, sólo el 15.5% es capaz de hacerlo, cambiar exitosamente un hábito indeseado. Sin embargo, es lo que todos queremos. Según el mismo sondeo, al 69,1% le gustaría cambiar algún hábito. Sobre todo ahora, cuando todavía están frescas las promesas que nos hicimos al comenzar el nuevo año y que, ya pasado el ajetreo interminable de marzo, parece el momento preciso para empezar a cumplirlas. Pero a pesar de toda esta buena voluntad, algo nos pasa, porque el 52,9% de los que ha tomado alguna acción para cambiar sus costumbres ha perdido el impulso a medio camino o ha vuelto a sus antiguas prácticas. Peor: casi un tercio dice que si bien se ha propuesto cambiar un hábito en algún momento, siempre termina postergando el sacrificio. La culpa la tiene el poder adictivo de los hábitos. Están tan fuertemente cableados en el cerebro, que toma mucho trabajo modificarlos. Un estudio con ratas realizado por el MIT (EE.UU.) ilustra por qué es tan difícil abandonar una mala costumbre: la investigación muestra que la actividad neuronal en el ganglio basal -zona cerebral clave en el aprendizaje de procedimientos- se intensifica cuando se aprenden hábitos y cae cuando se intenta dejarlos. El problema es que esta actividad se reactiva casi de forma automática cuando el individuo se ve expuesto nuevamente a la recompensa, como puede ser la comida chatarra o el cigarro (el mal funcionamiento de esta área se relaciona con el trastorno obsesivo compulsivo, mal que se caracteriza, precisamente, por la incapacidad de abandonar un pensamiento o un patrón de conducta).
  • 15. 15 A pesar de la dificultad de dejar un mal hábito en el pasado, hay algunas situaciones que logran propiciar con más facilidad el cambio. Las nuevas leyes o convenciones sociales, son un ejemplo. Es cosa de recordar cómo la gente se terminó acostumbrando a no poder fumar en los restaurantes, cómo reevaluó sus hábitos deportivos con el boom de las corridas y maratones, y cómo por estas noches de fin de semana -a partir de la entrada en vigencia de la nueva ley de tolerancia cero al alcohol- está empezando a pedir jugo, agua y bebida. Según el estadounidense Malcolm Gladwell, autor de The tipping point (El punto de inflexión), estas conductas son muestras de que cambiar hábitos no es tan imposible como se piensa. De hecho, la ciencia cuenta con algunas recomendaciones probadas que pueden ayudarlo en la tarea. La capacidad de desarrollar un hábito es uno de los mayores logros de la especie humana. El cerebro necesita automatizar ciertas acciones cotidianas (como lavarse los dientes después de comer) para ahorrar energía y ocuparla en tareas más importantes, como solucionar problemas inesperados. Se trata de una ventaja evolutiva, tanto que - según una investigación realizada por la Universidad de Duke, en Estados Unidos, el 40% de las actividades que la gente realiza cada día no son racionalizadas, sino que se realizan en "piloto automático". Por eso, cada vez que intentamos cambiar un hábito, estamos forzando al cerebro a invertir energía en una acción que antes realizaba automáticamente, y eso involucra un esfuerzo para el que la fuerza de voluntad no es suficiente. Un estudio de la Universidad McMaster, en Canadá, puso a 61 estudiantes a trabajar en una máquina de ejercicios, pero a la mitad se le sometió a una prueba que requería mucho autocontrol: leer en voz alta nombres de colores, pero que estaban impresos en colores distintos (la palabra "verde" escrita en color rojo). Luego, se les impuso una nueva ronda de ejercicios y descubrieron que aquellos cuyo autocontrol había sido puesto a prueba con ese test no realizaron los ejercicios físicos con la misma intensidad de los demás. Dividir la fuerza de voluntad en diferentes esfuerzos debilita nuestra capacidad de atenernos a un plan, por lo que lo más recomendable es empeñarse en uno a la vez. Un paso imprescindible para modificar cualquier hábito es planificar, dice Charles Duhigg, autor del libro El poder del hábito. Porque, como se dijo, romper una costumbre implica sacar al cerebro del ritual que realiza mecánicamente y éste necesariamente se resistirá, por lo que se requiere marcar ciertos hitos que lo hagan recordar que se está tratando de cambiar. Un estudio de la Universidad McGill, en Canadá, demostró que la gente que hace un plan concreto con sus propósitos y fechas estimadas para conseguirlos, obtiene mejores resultados que quienes se lanzan al cambio sin planificación. La misma investigación comprobó que introduciendo otra variable a la planificación, como es la visualización, se obtienen incluso mejores resultados. Barbel Knauper, el líder del estudio, le pidió a 177 estudiantes que se pusieran a sí mismos la meta de consumir más frutas por un período de siete días. Todos terminaron ingiriendo más fruta que antes, pero aquellos que hicieron un plan concreto, lo escribieron y además visualizaron cómo iban a desarrollar la acción (por ejemplo, imaginarse cuándo iban a comprar la fruta, cómo la prepararían y comerla) incrementaron su consumo al doble, comparados con aquellos que sólo habían hecho un plan concreto. En el mismo sentido, expertos de las universidades de Nueva York y Princeton, junto a colegas del College de Londres, determinaron que perseguir metas cuidadosamente planificadas y el desarrollo de hábitos más automáticos opera con mecanismos neurológicos entrelazados. De hecho, señales neuronales ligadas a la formulación de planes con objetivos a largo plazo fueron detectadas en un área cerebral llamada estriado ventral, la cual se asocia normalmente con hábitos e incluso el abuso de drogas.
  • 16. 16 En El poder del hábito, Charles Duhigg sostiene que una costumbre se compone de tres elementos: una señal, una rutina y una recompensa. Por ejemplo, para los fumadores, la señal puede ser el olor de un cigarro, una situación de estrés o una copa de vino. Todas esas son señales asociadas a una determinada rutina, que es tomar un cigarro y fumarlo, tras lo que viene la recompensa, la sensación de placer que la nicotina desencadena en el cerebro. Esa sensación de bienestar o recompensa se produce gracias a la dopamina, el neurotransmisor responsable de la recompensa en nuestro cerebro. El problema es que la dopamina no sólo llena los circuitos ligados al placer, sino que también viaja a las zonas del cerebro relacionadas con la consolidación de la memoria. Esto hace que el mero recuerdo del cigarrillo, por ejemplo, esté asociado a la sensación de placer. La dopamina también controla las áreas del cerebro responsables de la toma de decisiones y nos conduce a elevar el placer a través de conductas que asociamos con éste; en este caso, fumar. Es por esta memoria inconsciente que nos vemos empujados a un hábito cada vez que estamos en presencia de una situación que nos lo recuerda, aun cuando conscientemente queramos cambiarlo. Un estudio de 2011, publicado en el Journal Personality and Social Psychology Bulletin, analizó el comportamiento alimentario en el cine. Dos grupos fueron estudiados: uno habituado a comer cabritas frente a la pantalla y otro que no. A ambos grupos se les entregó paquetes de cabritas frescas y otros de producto añejo. Los investigadores descubrieron que la fuerza de la recompensa asociada en aquellos habituados al consumo de cabritas era tan grande, que entre ellos aumentó significativamente el consumo del producto rancio, sin importar lo alterado de su sabor. Por eso: si usted disfruta fumar mientras maneja, haga una prueba. La próxima vez que se suba a su auto y le den ganas de prender un cigarro, deténgase, estacione y sólo ahí, enciéndalo. De a poco irá desconectando la señal (manejar) de la rutina (fumar) y reducirá las instancias que asocia a la recompensa. Las pautas diseñadas por el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. también ilustran cómo puede operar esta dinámica en el caso de querer abandonar el cigarro. Las guías alientan a desarrollar la rutina diaria dónde sea imposible enfrentarse al cigarro, como hacer ejercicio en un gimnasio en lugar del living de la casa o, si la persona quiere ver películas, que lo haga en un cine. Un estudio de la Universidad de Harvard examinó a un grupo de personas que había sido capaz de cambiar radicalmente sus vidas. Muchas lo habían hecho como resultado de una tragedia personal o un divorcio, pero una cantidad similar lo había hecho casi sin darse cuenta. ¿La razón? Pertenecían a grupos que las habían empujado al cambio. De acuerdo a un meta-análisis realizado por el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos, seguir una terapia en grupo para abandonar el tabaquismo eleva en 30% las posibilidades de éxito. De las personas que participaron en este estudio, 14% dejó de fumar, mucho más que cuando las personas reciben apoyo a través de llamadas telefónicas o tratan de dejar el hábito en solitario. Una de las razones del poder de la compañía es que los hábitos se "contagian". Investigadores de las universidades de Harvard y de California, en San Diego, revisaron una base de datos de 12.067 personas fuertemente conectadas socialmente, o sea, grupos que incluían muchas familias y amigos. De acuerdo al análisis, cuando un amigo de un participante se volvía obeso, éste tenía hasta 57% más de posibilidades de ganar peso. Cuando lo mismo ocurría entre amigos cercanos, la posibilidad aumentaba en 171%. ¿La razón? El apoyo social restringe la ansiedad que sentimos al enfrentar un giro radical o nuevo. Así lo muestra una revisión de estudios realizada por la U. de Utah (EE.UU.) y que muestra como tener apoyo de los demás reduce los niveles de cortisol, hormona
  • 17. 17 ligada al estrés. De esta forma, si la persona tiene amigos o familiares a quienes dirigirse cuando enfrenta una crisis en su dieta las probabilidades de superar el escollo aumentan. Para acostumbrarse a una nueva conducta, el cerebro necesita repetirla un número considerable de veces. Un estudio de 2009 publicado en el European Journal of Social Psychology hizo que 96 personas trataran de seguir un nuevo hábito saludable, como correr 15 minutos cada día a la misma hora o comer una fruta al almuerzo. Entre 18 y 254 días les tomó a las personas formar un hábito sólido, dependiendo de la dificultad de la nueva rutina. Habituarse a comer frutas, por ejemplo, fue mucho más fácil que trotar cada día. Un estudio de la U. de Lancaster muestra el poder de la repetición: tras una serie de dinámicas de grupo con universitarios que integraban una continua repetición de nombres, los alumnos fueron capaces de recordar el 75% de los nombres luego de 30 minutos. Dos semanas después, la cifra llegaba a 40% y tras 11 meses el número llegaba a 27%. El problema es que la gente suele olvidar que está tratando de convencer a su cerebro de que haga algo para lo que no está inmediatamente preparado. Según el sondeo de la U. de Talca, el 20,7% de los chilenos asegura que les falta constancia al momento de cambiar un hábito y las grandes enemigas de la perseverancia son las caídas. Las personas a dieta, por ejemplo, sienten que el esfuerzo no vale la pena una vez que han cedido a una pequeña tentación, por lo que terminan abandonando todo el plan. Pero, al entender que en algún momento se va a fallar, se reduce enormemente la ansiedad frente a la posibilidad del fracaso absoluto. El poder del hábito Es obligado en estas fechas revisar las estadísticas. Algunas fuentes citan que más del 95% de las empresas cuentan con una visión plasmada pero únicamente un 33% logran éxitos estratégicos significativos (es decir que logran la mayoría de lo que se propusieron). Se estima que del 100% de personas que determinaron sus metas al final de un período, únicamente un 8% logra lo planteado. El dilema de la ejecución de la estrategia es uno que se estudia desde múltiples perspectivas, pero hoy he decidido analizarlo desde el punto de vista conductual. ¿Por qué cuando nos proponemos algo cuesta tanto cumplirlo? Una de las explicaciones es por los hábitos. Los hábitos son acciones que primero se decidieron hacer deliberadamente pero se continuaron de forma subconsciente. Puedo citarle varios ejemplos. Aplauda. Se dará cuenta de que la mano receptora siempre es la misma que la mano que emite el golpe. Cruce los brazos. Siempre usará el mismo brazo hasta arriba. Maneje un vehículo. Se dará cuenta de que no se fija ya en cambiar velocidades (si el carro es manual) o en cómo en general llegó a su destino. Nuestro cerebro funciona el 85% en modo automático, pues estamos diseñados para cuidadosamente conservar energía. ¿Coloca su despertador a una hora pero siempre se despierta a otra? Si fue víctima de un asalto en moto, ¿maneja siempre alterándose por una moto que se aproxima? Los hábitos son poderosos. Sean buenos o malos, empiezan a regir nuestro comportamiento. Para cambiarlos hay que entender cómo funcionan y qué podemos más fácilmente modificar.
  • 18. 18 El cerebro cuando forma un hábito lo hace siguiendo un ciclo de tres pasos: detonante, rutina y recompensa. Este ciclo queda almacenado en el ganglio basal en un sistema que agrupa actividades o comportamientos. Así, por ejemplo, cuando usted toma las llaves de su vehículo, detona una serie de rutinas asociadas a manejar un vehículo (colocar la velocidad, ver retrovisores, retroceder, entre otros). Analicemos el ciclo de tres pasos en un hábito “bueno” y en un “malo”. El hábito de hacer ejercicio. Detonante: sentirse estresado. Rutina: hacer una hora de ejercicio cardiovascular. Recompensa: una carga de endorfinas que hacen que se mitigue el estrés. Ahora veamos el hábito de fumar. Detonante: se ha terminado una reunión de trabajo. Rutina: fumar un cigarrillo afuera. Recompensa: el cerebro segrega beta-endorfinas que me hacen sentir más calmado y alerta. ¿Quiere cambiar un hábito? Analice el ciclo de tres pasos. Puede: cambiar el detonante, sustituir una rutina o modificar la recompensa. Veremos qué es más efectivo. Los mercadólogos han usado este conocimiento para cambiar los hábitos de los consumidores. A inicios del siglo 20, cepillarse los dientes no era un hábito arraigado. Sin embargo, Claude Hopkins creó una campaña para Pepsodent que combinó un mensaje a eliminar “la película de los dientes” para recompensarse con “una linda dentadura”. Adicionalmente, Pepsodent proveía de una sensación de menta en la boca. Hopkins mercadeó esa sensación y creó un hábito en los Estados Unidos para la venta de la pasta de dientes. Procter & Gamble se dio cuenta cómo vender más Febreze (un desodorante ambiental). Inicialmente, se dieron cuenta de que las personas no querían admitir que sus casas olían mal (lo cual era el mensaje inicial), por lo que, al cambiar el mensaje a recompensarse con “una pequeña minicelebración” al terminar de limpiar un cuarto, hizo que las ventas subieran dramáticamente. ¿Quiere dejar de fumar este año? ¿Quizá bajar de peso? ¿Probablemente salir de algunas deudas?
  • 19. 19 ¿Qué está haciendo hoy para lograrlo? Un hábito tiene tres componentes: el detonante, la rutina y la recompensa. ¿Cómo se puede modificar una conducta que ya se ha convertido en un hábito? Paso 1 de modificación de hábitos: sustitución de rutinas. Por varias décadas, Alcohólicos Anónimos (AA) han utilizado un método para tratar la adicción al alcohol. Aunque hay evidencia de la adicción a nivel fisiológico, AA se enfoca en cambiar la rutina cuando alguien encuentra detonantes que le llevan a practicar el hábito. Si una persona toma para olvidar, aliviar el estrés o sentirse menos nerviosa, el siguiente paso es determinar qué causa esos sentimientos de aprehensión. La solución de AA es reemplazar la rutina de tomar con la rutina de compañerismo – hablar a otros alcohólicos sobre la necesidad y los sentimientos que generan, en lugar de refugiarse en la botella. La clave en este momento es el reforzamiento. Seguramente ha escuchado que en “21 días se instaura un nuevo hábito”. La evidencia sugiere que, en efecto, las conexiones sinápticas en el cerebro se refuerzan químicamente y esto ocurre en un lapso de varios días. Es por ello que al no practicar un idioma se van olvidando palabras – las conexiones sinápticas que no son utilizadas se debilitan y se pierden. ¿Quiere cambiar un hábito? Refuerce constantemente una rutina alternativa. Paso 2 de modificación de hábitos: creencia de poder cambiar. Adicionalmente, las personas que desean cambiar sus hábitos deben creer que pueden cambiar. En algunos casos, específicamente en el de AA, hay un elemento espiritual. Se incorpora a Dios en los 12 pasos, como la fuente de inspiración máxima, como la fuerza que permite cambiar. Diversos estudios se han realizado sobre el poder del pensamiento subconsciente y las acciones que se toman. Si una persona cree que nunca dejará de tener sobrepeso, aun cuando baje de peso seguirá viéndose al espejo como pasada de peso, haciendo que su conducta se alinee a esta creencia básica. En casos en los cuales personas que se autopercibían como “pobres”, inclusive al ganar la lotería volvían a
  • 20. 20 perder toda la riqueza ganada, nuevamente llegando a la imagen percibida de “pobre”. Otros autores nombran este hecho como “profecías autocumplidas”. Es por ello que en esta fase es crucial imaginar la situación claramente, visualizar el futuro deseado lo más específico y detallado posible y reforzarlo constantemente. ¿Quiere cambiar un hábito? Visualice lo más detalladamente la visión futura de cambio. Paso 3 de modificación de hábitos: eliminación de detonantes y sustitución de - gratificación. El último paso es combinado hacia detonantes y gratificaciones. En términos simples, busque eliminar los detonantes de un hábito negativo. Agregue detonantes para hábitos positivos. Por ejemplo, ¿desea hacer dieta más a menudo? Quizá el detonante sea visualmente observar alimentos altos en grasa en casa. Elimine este detonante visual y sustitúyalo por alimentos saludables. En adicciones se recomienda inclusive modificar las amistades, las rutas tomadas que pudieran detonar rutinas a eliminar. Finalmente, agregue premios específicos a nuevos comportamientos. ¿Qué haría si sale de deudas? Prémiese. Mejorar comportamientos merece reforzarlo positivamente. ¿Qué detonantes debería modificar? ¿Qué premios puede colocar para gratificarse? La Fórmula del hábito: H=N+F+C Hábito = Necesidad + Frecuencia + Conocimiento 1. Toma conciencia de la situación actual… ¡necesito cambiarla! 2. Elige y formula de forma concreta un hábito a adquirir, uno solo… 3. Deja las excusas a un lado, estudia tus “malos” hábitos que van a competir con el nuevo hábito. 4. Marca pautas de repetición. ¡Crea rutinas, rituales o liturgias! 5. Elige y formula de forma concreta un hábito a adquirir, uno solo… 6. Apóyate en otras personas, comparte tu intención con tu círculo íntimo. 7. Busca el entorno más adecuado para llevar a cabo las primeras acciones, póntelo fácil. 8. Registra tus acciones y contrasta tus avances y dificultades con tu círculo íntimo. 9. Este modelo funciona, y las endorfinas también… ¡Prémiate! 10. Y no te olvides de insistir, insistir, insistir… y repetir, repetir, repetir… y en 21 días habrás creado un nuevo hábito. Todos tenemos áreas más fuertes que otras. Hay personas que pueden mantenerse en su peso pero quizá nunca pueden controlar una rabieta. Quizá los estudios no son difíciles para hacer, pero sí ordenar los espacios de usos. El camino del ser humano es mejorar paso a paso. Comprenderse como hemos visto en estas columnas es crucial para avanzar más firmemente. Deseo que este día, mañana, después de mañana y así sucesivamente este constituido de metas, pero acompañadas de la satisfacción de ir caminando hacia ellas. La vida es un camino, no un destino. ¿Qué estás haciendo hoy para seguir caminando en pos de ellas?
  • 21. 21 Frases célebres sobre los hábitos Con sus tendones de hierro nos aprisiona el hábito día tras día. Alphonse de Lamartine Respirar es un hábito. La vida es un hábito o, mejor dicho, una sucesión de hábitos, ya que un individuo es una sucesión de individuos. Samuel Beckett Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño. Mark Twain No es en la novedad, sino en el hábito donde hallamos los mayores placeres. Raymond Radiguet El hábito es tan fatal al sentimiento de realización como al del goce activo. Aldous Huxley
  • 22. 22 Las cadenas del hábito son demasiado débiles para sentirlas hasta que son demasiado fuertes para romperlas. Samuel Johnson Los hábitos arraigados siguen de pie aun después de haber desaparecido las necesidades que los formaron. Étienne Bonnot de Condillac La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía. Aristóteles El hábito, si no se resiste, al poco tiempo se vuelve una necesidad. San Agustín Concede a tu espíritu el hábito de la duda, y a tu corazón, el de la tolerancia. Georg Christoph Lichtenberg El hábito es como un cable; nos vamos enredando en él cada día hasta que no nos podemos desatar. Horace Mann Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta. Aristóteles Nada hay más fuerte que el hábito. Ovidio El hábito es casi una segunda naturaleza. Cicerón
  • 23. 23 6 maneras de hacer que los buenos hábitos se te peguen ¿Estás tratando de cultivar un nuevo hábito? ¿Estás teniendo problemas para ser consistente con este hábito? Nuestros hábitos determinan nuestra calidad de vida. Muchas personas tienen metas para cultivar nuevos hábitos y estos incluyen hábitos muy útiles como: • Meditar todos los días • Ejercitar 4 veces por semana o diariamente • Leer un libro nuevo a la semana
  • 24. 24 • Despertar a las 5 a.m. todos los días • Dormir antes de la medianoche todos los días Muchos de ellos han tenido la intención de cultivar estos hábitos por un tiempo, pero no han tenido éxito. La diferencia entre el éxito y el fracaso es lo que haces entre el primero y el último día antes de alcanzar tu meta… ¡no desistas! Eso lo hace el 90% de las personas… ¡se parte del 10% que tiene la disciplina para lograrlo. Me doy cuenta de que muchas personas tienen dificultades para hacer que los nuevos hábitos se les peguen pero esto no tiene por qué ser así. He cultivado numerosos nuevos hábitos, algunos de los cuales requieren grandes cambios, tales como el cambio a una dieta vegetariana y hacer ejercicio todos los días. Al tomar acciones conscientes, sus hábitos pueden formar fácilmente parte de su vida.
  • 25. 25 Éstos son seis consejos simples para hacer que eso suceda 1. Sepa por qué quiere este hábito ¿Por qué quieres cultivar este hábito y en que te beneficia? Algunos de nosotros queremos cultivar hábitos como la meditación diaria y el ejercicio diario, pero ¿por qué exactamente queremos hacerlo? Si no tienes una razón clara, no va a suceder. Por ejemplo, me cambié a una dieta vegetariana, porque quería tener mayor claridad mental y un estilo de vida libre de crueldad. Soy un apasionado de estas razones – tener una claridad mental superior me ayuda a pensar más claramente, mientras que un estilo de vida libre de crueldad está en consonancia con mi visión personal. Debido a eso, fue muy fácil hacer el cambio. Aunque he oído de muchas personas trataron de hacerse vegetariano y que abandonaron luego de 2 ó 3 semanas, yo cambié y nunca miré hacia atrás. Identifica los principales motivos por los que deseas cultivar este hábito. Piensa en lo que te ayudará a lograr una vez que consigas hacerla parte de tu vida. Piensa en lo que te puede dar, cosas que otros no pueden. Anota estas razones. 2. Inténtalo como una prueba de 21 días Algunos de nosotros podemos sentirnos abrumados con el cultivo de un nuevo hábito, porque es algo que tenemos que hacer de por vida. ¿Qué pasa si tiene que hacer este hábito sólo los próximos 21 días? De repente no parece tan difícil. La mayoría de ustedes pensarán: “21 días, ¡hey!, yo puedo hacer eso”. ¿Por qué 21 días? La investigación ha demostrado 21 días es el tiempo que toma para hacer o romper un nuevo hábito. Además, al centrarse en un plazo menor, te ayuda a enfocar tus esfuerzos para que esto ocurra. Una vez que el nuevo hábito se cultive con éxito al final de los 21 días, de repente es muy fácil seguir con lo que estás haciendo. Por lo tanto, no pensar en hacer esto para siempre, sino que sólo piensa en hacerlo durante 21 días. Si te gusta la costumbre al final del período, puedes continuar, de lo contrario no era para ti. Es un ganar-ganar, nunca pierdes!
  • 26. 26 3. Has tiempo en tu agenda para ello Encaja tu nuevo hábito en tu agenda. Si no está en tu agenda, lo más seguro es que lo dejarás para el final del día y lo más probable es que al final del día, estarás tan cansado, que lo dejarás para el día siguiente. Al final, el ciclo continuará mañana y vas a terminar no haciéndolo en absoluto. Por otro lado, si está en tu agenda, lo recordarás cada vez que veas el calendario. También sabrás que no debes programar otras actividades para ese tiempo. Yo programé mis sesiones trote para todas las mañanas, de entre 5-6 a.m. Una gran razón para eso es porque me gusta el frescor de la mañana, mientras que correr por la tarde puede ser bastante caluroso. También es genial comenzar el día con un buen entrenamiento. Puesto que el tiempo está fijado, sé que tengo que despertarme a las 5 a.m. para hacerlo. Si por cualquier motivo no soy capaz de hacerlo (por ejemplo cuando llueve, o cuando me levanto tarde), lo reprogramo para la noche. De esta manera, todavía puedo hacerlo incluso si no lo puedo hacer en la mañana. 4. Identificar los hábitos de refuerzo Nuestros hábitos no existen de manera aislada, sino que están interrelacionados entre sí. Por ejemplo, despertar temprano y dormir temprano se relacionan, igual que el ejercicio y la alimentación sana están relacionados también. Esta es la razón por la cual puede ser difícil cultivar un nuevo hábito, porque otras conductas la están reforzando. ¿Cuáles son los hábitos relacionados con el que deseas cultivar? Elimina los hábitos que no te sirvan, y sustitúyelos por los hábitos que te ayuden. 5. Anticiparse a las cosas que pueden salir mal Si estás cultivando el hábito por primera vez, es probable que las cosas vayan mal. Demasiadas cosas pasan todos los días como para que todo suceda de acuerdo al plan. La clave está en adelantarse a estos problemas y encontrar las soluciones de antemano y así poder reaccionar inmediatamente para superar los problemas cuando estos lleguen. Por ejemplo, un gran obstáculo que experimenté con mi meta del ejercicio diario es que llueve con frecuencia en Singapur. Por eso, no puedo ir a correr, ya que la pista de atletismo no tiene un refugio. En el pasado, hubiera renunciado a mi sesión de ejercicios, y eso marcaría el inicio de una cadena de días en los que evitaría mis ejercicios. Mis pensamientos serían “Como ya me lo perdí ayer, no importará mucho si me lo pierdo hoy”. Aprendiendo de mis experiencias pasadas, lo que hago ahora es una combinación de ejercicios de resistencia y aeróbicos en casa. Eso mantiene mi MOMENTO. 6. Has un seguimiento de tus hábitos Has un seguimiento de tus hábitos! Cuando realizas un seguimiento de tus hábitos, estarás más motivado para seguir en carrera, ya que es una forma de rendición de cuentas hacia ti mismo. Puedes utilizar el método tradicional de seguimiento – lápiz y papel. Basta con anotar los 21 días en los que deseas cultivar el hábito. Luego, una vez completado el hábito durante el día, ponle un tilde al lado. En cuanto veas más y más tildes, te inspirarán a continuar con tu progreso, y antes de que lo sepas, ¡el hábito ya formará parte de tu rutina!
  • 27. 27 La diferencia entre éxito y fracaso es la constancia, la persistencia y la disciplina. Repetir, repetir y así seguir.
  • 28. 28 El Fracaso y el Éxito Muchas veces hemos leído y escuchado que somos los únicos responsables de nuestro destino; que somos el producto de nuestras acciones pasadas; que si queremos que las cosas cambien, pues debemos cambiar nosotros primero; que todo comienza por nuestra mente; que si cambiamos nuestros pensamientos, cambiará nuestro destino, etc., etc. Pues en realidad es así y mientras más ahondemos en el porqué, creo que nos ayudará a entender de manera más significativa lo importante de tomar acción en ese sentido y de cultivarnos en desarrollar lo que nos haga cambiar para mejor. Para ser mejores personas, para lograr nuestros objetivos, para alcanzar el éxito, etc., etc. Pues permíteme compartirte, respecto al Fracaso y al Éxito, unas invalorables reflexiones extraídas del Libro “Las Cinco piezas más importantes del rompecabezas de la Vida” por Jim Rohn). Creo que justamente nos aporta mucha luz sobre estos dos términos. No fracasamos de la noche a la mañana. El Fracaso es el resultado inevitable de una acumulación de pobres ideas y peores elecciones. Para ponerlo más simple, el fracaso es nada más que unos pocos errores de criterio repetidos día a día. ¿Por qué alguien cometería un error de criterio y después fuera tan inconsciente de repetirlo día a día? La respuesta es porque él o ella piensan que no es importante. Para nosotros mismos, nuestros actos diarios no parecen tan importantes. Un descuido menor, una pobre decisión, o una hora perdida generalmente no resultan en un impacto inmediato y cuantificable. Más frecuentemente de lo que parece, nos escapamos de las inmediatas consecuencias de nuestras acciones. Si no nos hemos preocupado por leer siquiera un libro en los últimos noventa días, esta falta de disciplina no parece tener una inmediata consecuencia en nuestras vidas. Y como nada drástico nos sucede después de los primeros noventa días, repetimos el error de criterio por otros noventa días más, y así sucesivamente. “Tú puedes, si tú quieres” Es posible intentar una forma nueva de enfrentar las tareas.
  • 29. 29 Te lo pongo en dos versiones por si acaso, te apetece más una que la otra. Elige y piensa en cuál de los escalones estás ahora y hacia dónde deseas moverte. Hay que cambiar de ACTITUD, si queremos que el tiempo que nos queda de vida nos dé buenos resultados. Cuídate de dejar las cosas para mañana. Solo por hoy haz lo que tengas que hacer y cada mañana renueva tú quehacer. ¿Por qué? Porque parece que no es importante. En esto es donde radica el gran peligro. Peor que no leer un libro es no leerlo y no darse cuenta de que sí es importante. Aquellos que comen mucho de los alimentos equivocados están contribuyendo a un futuro problema de salud, pero la alegría del momento oculta las consecuencias para el futuro. No parece que fuera importante. Aquellos que fuman mucho o toman mucho van acumulando estas malas decisiones año tras año… porque simplemente parece que no fuera importante. Pero el dolor y los lamentos de estos errores de criterio solo se han pospuesto para algún momento en el futuro. Las consecuencias difícilmente serán instantáneas; más bien, se acumularán hasta el inevitable día en que finalmente tendremos que reconocer el precio a pagar por nuestras pobres decisiones – decisiones que no parecían ser importantes. El atributo más peligroso del Fracaso es su sutileza. En el corto plazo esos pequeños errores no parecen hacer ninguna diferencia. No nos parece que estemos cayendo. De hecho, algunas veces estos errores de criterio son acumulativos y ocurren durante un periodo de gran alegría y prosperidad en nuestras vidas. Desde que no nos sucede nada malo, desde que no existen consecuencias inmediatas que nos llamen la atención, nosotros simplemente flotamos de un día al otro, repitiendo los errores, pensando las decisiones equivocadas, escuchando las voces equivocadas y
  • 30. 30 tomando las decisiones equivocadas. Ya que el día de ayer no se nos cayó el cielo encima; en consecuencia nuestros actos fueron probablemente seguros. Ya que no pudimos observar consecuencias mensurables, probablemente sea seguro volverlos a repetir. Pero nosotros debemos ser más inteligentes que ese simple razonamiento! Si al final del día, cuando cometimos nuestro primer error de criterio, el cielo se nos hubiera caído encima, sin lugar a dudas hubiéramos dado los pasos para asegurarnos que ese acto no se volviera a repetir de nuevo. Al igual que un niño que pone su mano sobre la hornilla caliente a pesar de que sus padres le advierten de no hacerlo, nosotros deberíamos haber tenido una experiencia instantánea que acompañe nuestro error de criterio. Desafortunadamente, el fracaso no nos envía sus advertencias como lo hacían nuestros padres. Por esto es que es imperativo refinar nuestra filosofía de manera que podamos tomar mejores decisiones. Con una filosofía personal poderosa guiándonos en cada paso, podremos estar más alerta de nuestros errores de criterio y darnos cuenta de que cada error sí importa. La buena noticia es que así como la fórmula para el Fracaso es sencilla, la fórmula para el Éxito es también fácil de seguir: Son unas simples disciplinas practicadas cada día Veamos ahora un interesante asunto que merece atención: ¿Cómo podemos cambiar los errores en la fórmula del Fracaso por las disciplinas requeridas en las fórmulas del Éxito? La respuesta es haciendo que el futuro sea una parte importante de nuestra filosofía. Tanto el Éxito como el Fracaso involucran consecuencias futuras, llámense las merecidas recompensas o los inevitables lamentos resultantes de los hechos pasados. Si esto es cierto, ¿por qué la gente no pone más atención en reflexionar sobre el futuro? La respuesta es simple: Están tan atrapados en el momento actual que no pareciera importarles. Los problemas y exigencias de hoy en día son tan absorbentes para algunas personas que nunca paran lo suficiente para pensar en el mañana. Tomando acción en camino al Éxito Qué pasaría si desarrollamos una nueva disciplina que consista en tomar solo unos minutos cada día para mirar un poco más adelante en el camino? Entonces nos será posible predecir las inminentes consecuencias de nuestra conducta actual. Armados con esa invalorable información, podremos tomar las acciones necesarias para cambiar nuestros errores por nuevas disciplinas orientadas hacia el Éxito. En otras palabras, disciplinándonos a nosotros mismos para ver el futuro con anticipación, estaremos en la capacidad de cambiar nuestros pensamientos, corregir nuestros errores y desarrollar nuevos hábitos para reemplazar los viejos. Una de las cosas interesantes sobre la fórmula para el Éxito – practicar unas simples disciplinas cada día – es que da resultados casi inmediatos. Tan pronto como voluntariamente cambiamos los errores diarios en disciplinas diarias, experimentamos resultados positivos en un muy corto periodo de tiempo. Cuando cambiamos nuestra dieta, nuestra salud mejora de manera notable en unas pocas semanas. Cuando comenzamos a ejercitarnos, sentimos una nueva vitalidad casi inmediatamente. Cuando comenzamos a leer, experimentamos el desarrollo de nuestra conciencia y un nuevo nivel de confianza en nosotros mismos. Cualquiera sea la disciplina que empecemos a practicar diariamente, nos producirá excitantes resultados que nos llevarán a mejorar aún más nuestra habilidad de desarrollar nuevas disciplinas.
  • 31. 31 La magia real de las nuevas disciplinas es que nos obligarán a corregir nuestra manera de pensar. Si fuéramos a empezar hoy día a leer libros, llevar un diario, asistir a clases, escuchar y observar más, entonces hoy sería el primer día de una nueva vida encaminada hacia un futuro mejor. Si empezáramos hoy a esforzarnos más y en todo momento hiciéramos un esfuerzo consciente y consistente para cambiar nuestros errores más sutiles y peligrosos por disciplinas constructivas y gratificantes, nunca más volveríamos a conformarnos con una vida de sobrevivencia -si ya hemos probado los frutos de una vida plena de significado-. Todo sobre los hábitos (y cómo cambiarlos) Casi el 70% de la población urbana quiere cambiar un hábito. Dejar de fumar, hacer ejercicios y gastar menos encabezan la lista. Claro, ninguna de esas intenciones es fácil de conseguir. Pero la ciencia dice que aunque parezca, no es tan difícil. Y entrega algunas estrategias para lograrlo. LO SABEMOS, es difícil. Levantarse temprano para hacer ejercicio es una tarea titánica, intentar dejar de fumar puede volvernos insoportables y abandonar para siempre la comida chatarra parece imposible. No por nada, sólo el 15.5% es capaz de hacerlo, cambiar exitosamente un hábito indeseado. Sin embargo, es lo que todos queremos. Según el mismo sondeo, al 69,1% le gustaría cambiar algún hábito. Sobre todo ahora, cuando todavía están frescas las promesas que nos hicimos al comenzar el nuevo año y que, ya pasado el ajetreo interminable de marzo, parece el momento preciso para empezar a cumplirlas. Pero a pesar de toda esta buena voluntad, algo nos pasa, porque el 52,9% de los que ha tomado alguna acción para cambiar sus costumbres ha perdido el impulso a medio camino o ha vuelto a sus antiguas prácticas. Peor: casi un tercio dice que si bien se ha propuesto cambiar un hábito en algún momento, siempre termina postergando el sacrificio. La culpa la tiene el poder adictivo de los hábitos. Están tan fuertemente cableados en el cerebro, que toma mucho trabajo modificarlos. Un estudio con ratas realizado por el MIT (EE.UU.) ilustra por qué es tan difícil abandonar una mala costumbre: la investigación muestra que la actividad neuronal en el ganglio basal -zona cerebral clave en el aprendizaje de procedimientos- se intensifica cuando se aprenden hábitos y cae cuando se intenta dejarlos. El problema es que esta actividad se reactiva casi de forma automática cuando el individuo se ve expuesto nuevamente a la recompensa, como puede ser la comida chatarra o el cigarro (el mal funcionamiento de esta área se relaciona con el trastorno obsesivo compulsivo, mal que se caracteriza, precisamente, por la incapacidad de abandonar un pensamiento o un patrón de conducta). A pesar de la dificultad de dejar un mal hábito en el pasado, hay algunas situaciones que logran propiciar con más facilidad el cambio. Las nuevas leyes o convenciones sociales, son un ejemplo. Es cosa de recordar cómo la gente se terminó acostumbrando a no poder fumar en los restaurantes, cómo reevaluó sus hábitos deportivos con el boom de las corridas y maratones, y cómo por estas noches de fin de semana -a partir de la entrada en vigencia de la nueva ley de tolerancia cero al alcohol- está empezando a pedir jugo, agua y bebida. Según el estadounidense Malcolm Gladwell, autor de The tipping point (El punto de inflexión), estas conductas son muestras de que cambiar hábitos no es tan imposible como se piensa. De hecho, la ciencia cuenta con algunas recomendaciones probadas que pueden ayudarlo en la tarea. La capacidad de desarrollar un hábito es uno de los mayores logros de la especie humana. El cerebro necesita automatizar ciertas acciones cotidianas (como lavarse los
  • 32. 32 dientes después de comer) para ahorrar energía y ocuparla en tareas más importantes, como solucionar problemas inesperados. Se trata de una ventaja evolutiva, tanto que - según una investigación realizada por la Universidad de Duke, en Estados Unidos, el 40% de las actividades que la gente realiza cada día no son racionalizadas, sino que se realizan en "piloto automático". Por eso, cada vez que intentamos cambiar un hábito, estamos forzando al cerebro a invertir energía en una acción que antes realizaba automáticamente, y eso involucra un esfuerzo para el que la fuerza de voluntad no es suficiente. Un estudio de la Universidad McMaster, en Canadá, puso a 61 estudiantes a trabajar en una máquina de ejercicios, pero a la mitad se le sometió a una prueba que requería mucho autocontrol: leer en voz alta nombres de colores, pero que estaban impresos en colores distintos (la palabra "verde" escrita en color rojo). Luego, se les impuso una nueva ronda de ejercicios y descubrieron que aquellos cuyo autocontrol había sido puesto a prueba con ese test no realizaron los ejercicios físicos con la misma intensidad de los demás. Dividir la fuerza de voluntad en diferentes esfuerzos debilita nuestra capacidad de atenernos a un plan, por lo que lo más recomendable es empeñarse en uno a la vez. Un paso imprescindible para modificar cualquier hábito es planificar, dice Charles Duhigg, autor del libro El poder del hábito. Porque, como se dijo, romper una costumbre implica sacar al cerebro del ritual que realiza mecánicamente y éste necesariamente se resistirá, por lo que se requiere marcar ciertos hitos que lo hagan recordar que se está tratando de cambiar. Un estudio de la Universidad McGill, en Canadá, demostró que la gente que hace un plan concreto con sus propósitos y fechas estimadas para conseguirlos, obtiene mejores resultados que quienes se lanzan al cambio sin planificación. La misma investigación comprobó que introduciendo otra variable a la planificación, como es la visualización, se obtienen incluso mejores resultados. Barbel Knauper, el líder del estudio, le pidió a 177 estudiantes que se pusieran a sí mismos la meta de consumir más frutas por un período de siete días. Todos terminaron ingiriendo más fruta que antes, pero aquellos que hicieron un plan concreto, lo escribieron y además visualizaron cómo iban a desarrollar la acción (por ejemplo, imaginarse cuándo iban a comprar la fruta, cómo la prepararían y comerla) incrementaron su consumo al doble, comparados con aquellos que sólo habían hecho un plan concreto. En el mismo sentido, expertos de las universidades de Nueva York y Princeton, junto a colegas del College de Londres, determinaron que perseguir metas cuidadosamente planificadas y el desarrollo de hábitos más automáticos opera con mecanismos neurológicos entrelazados. De hecho, señales neuronales ligadas a la formulación de planes con objetivos a largo plazo fueron detectadas en un área cerebral llamada estriado ventral, la cual se asocia normalmente con hábitos e incluso el abuso de drogas. En El poder del hábito, Charles Duhigg sostiene que una costumbre se compone de tres elementos: una señal, una rutina y una recompensa. Por ejemplo, para los fumadores, la señal puede ser el olor de un cigarro, una situación de estrés o una copa de vino. Todas esas son señales asociadas a una determinada rutina, que es tomar un cigarro y fumarlo, tras lo que viene la recompensa, la sensación de placer que la nicotina desencadena en el cerebro. Esa sensación de bienestar o recompensa se produce gracias a la dopamina, el neurotransmisor responsable de la recompensa en nuestro cerebro. El problema es que la dopamina no sólo llena los circuitos ligados al placer, sino que también viaja a las zonas del cerebro relacionadas con la consolidación de la memoria. Esto hace que el mero recuerdo del cigarrillo, por ejemplo, esté asociado a la sensación de placer. La dopamina también controla las áreas del cerebro responsables de la toma de decisiones y nos
  • 33. 33 conduce a elevar el placer a través de conductas que asociamos con éste; en este caso, fumar. Es por esta memoria inconsciente que nos vemos empujados a un hábito cada vez que estamos en presencia de una situación que nos lo recuerda, aun cuando conscientemente queramos cambiarlo. Un estudio de 2011, publicado en el Journal Personality and Social Psychology Bulletin, analizó el comportamiento alimentario en el cine. Dos grupos fueron estudiados: uno habituado a comer cabritas frente a la pantalla y otro que no. A ambos grupos se les entregó paquetes de cabritas frescas y otros de producto añejo. Los investigadores descubrieron que la fuerza de la recompensa asociada en aquellos habituados al consumo de cabritas era tan grande, que entre ellos aumentó significativamente el consumo del producto rancio, sin importar lo alterado de su sabor. Por eso: si usted disfruta fumar mientras maneja, haga una prueba. La próxima vez que se suba a su auto y le den ganas de prender un cigarro, deténgase, estacione y sólo ahí, enciéndalo. De a poco irá desconectando la señal (manejar) de la rutina (fumar) y reducirá las instancias que asocia a la recompensa. Las pautas diseñadas por el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. también ilustran cómo puede operar esta dinámica en el caso de querer abandonar el cigarro. Las guías alientan a desarrollar la rutina diaria dónde sea imposible enfrentarse al cigarro, como hacer ejercicio en un gimnasio en lugar del living de la casa o, si la persona quiere ver películas, que lo haga en un cine. Un estudio de la Universidad de Harvard examinó a un grupo de personas que había sido capaz de cambiar radicalmente sus vidas. Muchas lo habían hecho como resultado de una tragedia personal o un divorcio, pero una cantidad similar lo había hecho casi sin darse cuenta. ¿La razón? Pertenecían a grupos que las habían empujado al cambio. De acuerdo a un meta-análisis realizado por el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos, seguir una terapia en grupo para abandonar el tabaquismo eleva en 30% las posibilidades de éxito. De las personas que participaron en este estudio, 14% dejó de fumar, mucho más que cuando las personas reciben apoyo a través de llamadas telefónicas o tratan de dejar el hábito en solitario. Una de las razones del poder de la compañía es que los hábitos se "contagian". Investigadores de las universidades de Harvard y de California, en San Diego, revisaron una base de datos de 12.067 personas fuertemente conectadas socialmente, o sea, grupos que incluían muchas familias y amigos. De acuerdo al análisis, cuando un amigo de un participante se volvía obeso, éste tenía hasta 57% más de posibilidades de ganar peso. Cuando lo mismo ocurría entre amigos cercanos, la posibilidad aumentaba en 171%. ¿La razón? El apoyo social restringe la ansiedad que sentimos al enfrentar un giro radical o nuevo. Así lo muestra una revisión de estudios realizada por la U. de Utah (EE.UU.) y que muestra como tener apoyo de los demás reduce los niveles de cortisol, hormona ligada al estrés. De esta forma, si la persona tiene amigos o familiares a quienes dirigirse cuando enfrenta una crisis en su dieta las probabilidades de superar el escollo aumentan. Para acostumbrarse a una nueva conducta, el cerebro necesita repetirla un número considerable de veces. Un estudio de 2009 publicado en el European Journal of Social Psychology hizo que 96 personas trataran de seguir un nuevo hábito saludable, como correr 15 minutos cada día a la misma hora o comer una fruta al almuerzo. Entre 18 y 254 días les tomó a las personas formar un hábito sólido, dependiendo de la dificultad de la nueva rutina. Habituarse a comer frutas, por ejemplo, fue mucho más fácil que trotar cada día. Un estudio de la U. de Lancaster muestra el poder de la repetición: tras una serie de dinámicas de grupo con universitarios que integraban una continua repetición de nombres, los alumnos fueron capaces de recordar el 75% de los nombres luego de 30
  • 34. 34 minutos. Dos semanas después, la cifra llegaba a 40% y tras 11 meses el número llegaba a 27%. El problema es que la gente suele olvidar que está tratando de convencer a su cerebro de que haga algo para lo que no está inmediatamente preparado. Según el sondeo de la U. de Talca, el 20,7% de los chilenos asegura que les falta constancia al momento de cambiar un hábito y las grandes enemigas de la perseverancia son las caídas. Las personas a dieta, por ejemplo, sienten que el esfuerzo no vale la pena una vez que han cedido a una pequeña tentación, por lo que terminan abandonando todo el plan. Pero, al entender que en algún momento se va a fallar, se reduce enormemente la ansiedad frente a la posibilidad del fracaso absoluto. El poder del hábito Es obligado en estas fechas revisar las estadísticas. Algunas fuentes citan que más del 95% de las empresas cuentan con una visión plasmada pero únicamente un 33% logran éxitos estratégicos significativos (es decir que logran la mayoría de lo que se propusieron). Se estima que del 100% de personas que determinaron sus metas al final de un período, únicamente un 8% logra lo planteado. El dilema de la ejecución de la estrategia es uno que se estudia desde múltiples perspectivas, pero hoy he decidido analizarlo desde el punto de vista conductual. ¿Por qué cuando nos proponemos algo cuesta tanto cumplirlo? Una de las explicaciones es por los hábitos. Los hábitos son acciones que primero se decidieron hacer deliberadamente pero se continuaron de forma subconsciente. Puedo citarle varios ejemplos. Aplauda. Se dará cuenta de que la mano receptora siempre es la misma que la mano que emite el golpe. Cruce los brazos. Siempre usará el mismo brazo hasta arriba. Maneje un vehículo. Se dará cuenta de que no se fija ya en cambiar velocidades (si el carro es manual) o en cómo en general llegó a su destino. Nuestro cerebro funciona el 85% en modo automático, pues estamos diseñados para cuidadosamente conservar energía. ¿Coloca su despertador a una hora pero siempre se despierta a otra? Si fue víctima de un asalto en moto, ¿maneja siempre alterándose por una moto que se aproxima? Los hábitos son poderosos. Sean
  • 35. 35 buenos o malos, empiezan a regir nuestro comportamiento. Para cambiarlos hay que entender cómo funcionan y qué podemos más fácilmente modificar. El cerebro cuando forma un hábito lo hace siguiendo un ciclo de tres pasos: detonante, rutina y recompensa. Este ciclo queda almacenado en el ganglio basal en un sistema que agrupa actividades o comportamientos. Así, por ejemplo, cuando usted toma las llaves de su vehículo, detona una serie de rutinas asociadas a manejar un vehículo (colocar la velocidad, ver retrovisores, retroceder, entre otros). Analicemos el ciclo de tres pasos en un hábito “bueno” y en un “malo”. El hábito de hacer ejercicio. Detonante: sentirse estresado. Rutina: hacer una hora de ejercicio cardiovascular. Recompensa: una carga de endorfinas que hacen que se mitigue el estrés. Ahora veamos el hábito de fumar. Detonante: se ha terminado una reunión de trabajo. Rutina: fumar un cigarrillo afuera. Recompensa: el cerebro segrega beta-endorfinas que me hacen sentir más calmado y alerta. ¿Quiere cambiar un hábito? Analice el ciclo de tres pasos. Puede: cambiar el detonante, sustituir una rutina o modificar la recompensa. Veremos qué es más efectivo. Los mercadólogos han usado este conocimiento para cambiar los hábitos de los consumidores. A inicios del siglo 20, cepillarse los dientes no era un hábito arraigado. Sin embargo, Claude Hopkins creó una campaña para Pepsodent que combinó un mensaje a eliminar “la película de los dientes” para recompensarse con “una linda dentadura”. Adicionalmente, Pepsodent proveía de una sensación de menta en la boca. Hopkins mercadeó esa sensación y creó un hábito en los Estados Unidos para la venta de la pasta de dientes. Procter & Gamble se dio cuenta cómo vender más Febreze (un desodorante ambiental). Inicialmente, se dieron cuenta de que las personas no querían admitir que sus casas olían mal (lo cual era el mensaje inicial), por lo que, al cambiar el mensaje a recompensarse con “una pequeña minicelebración” al terminar de limpiar un cuarto, hizo que las ventas subieran dramáticamente. ¿Quiere dejar de fumar este año? ¿Quizá bajar de peso? ¿Probablemente salir de algunas deudas? Estudiaremos en la siguiente columna cómo ayudarle a lograrlo.
  • 36. 36 ¿Qué está haciendo hoy para lograrlo? Un hábito tiene tres componentes: el detonante, la rutina y la recompensa. ¿Cómo se puede modificar una conducta que ya se ha convertido en un hábito? Paso 1 de modificación de hábitos: sustitución de rutinas. Por varias décadas, Alcohólicos Anónimos (AA) han utilizado un método para tratar la adicción al alcohol. Aunque hay evidencia de la adicción a nivel fisiológico, AA se enfoca en cambiar la rutina cuando alguien encuentra detonantes que le llevan a practicar el hábito. Si una persona toma para olvidar, aliviar el estrés o sentirse menos nerviosa, el siguiente paso es determinar qué causa esos sentimientos de aprehensión. La solución de AA es reemplazar la rutina de tomar con la rutina de compañerismo – hablar a otros alcohólicos sobre la necesidad y los sentimientos que generan, en lugar de refugiarse en la botella. La clave en este momento es el reforzamiento. Seguramente ha escuchado que en “21 días se instaura un nuevo hábito”. La evidencia sugiere que, en efecto, las conexiones sinápticas en el cerebro se refuerzan químicamente y esto ocurre en un lapso de varios días. Es por ello que al no practicar un idioma se van olvidando palabras – las conexiones sinápticas que no son utilizadas se debilitan y se pierden. ¿Quiere cambiar un hábito? Refuerce constantemente una rutina alternativa. Paso 2 de modificación de hábitos: creencia de poder cambiar. Adicionalmente, las personas que desean cambiar sus hábitos deben creer que pueden cambiar. En algunos casos, específicamente en el de AA, hay un elemento espiritual. Se incorpora a Dios en los 12 pasos, como la fuente de inspiración máxima, como la fuerza que permite cambiar. Diversos estudios se han realizado sobre el poder del pensamiento subconsciente y las acciones que se toman. Si una persona cree que nunca dejará de tener sobrepeso, aun cuando baje de peso seguirá viéndose al espejo como pasada de peso, haciendo que su conducta se alinee a esta creencia básica. En casos en los cuales personas que se autopercibían como “pobres”, inclusive al ganar la lotería volvían a perder toda la riqueza ganada, nuevamente llegando a la imagen percibida de “pobre”. Otros autores nombran este hecho como “profecías autocumplidas”. Es por ello que en esta fase es crucial imaginar la situación claramente, visualizar el futuro deseado lo más específico y detallado posible y reforzarlo constantemente. ¿Quiere cambiar un hábito? Visualice lo más detalladamente la visión futura de cambio. Paso 3 de modificación de hábitos: eliminación de detonantes y sustitución de - gratificación.
  • 37. 37 El último paso es combinado hacia detonantes y gratificaciones. En términos simples, busque eliminar los detonantes de un hábito negativo. Agregue detonantes para hábitos positivos. Por ejemplo, ¿desea hacer dieta más a menudo? Quizá el detonante sea visualmente observar alimentos altos en grasa en casa. Elimine este detonante visual y sustitúyalo por alimentos saludables. En adicciones se recomienda inclusive modificar las amistades, las rutas tomadas que pudieran detonar rutinas a eliminar. Finalmente, agregue premios específicos a nuevos comportamientos. ¿Qué haría si sale de deudas? Prémiese. Mejorar comportamientos merece reforzarlo positivamente. ¿Qué detonantes debería modificar? ¿Qué premios puede colocar para gratificarse? La Fórmula del hábito: H=N+F+C Hábito = Necesidad + Frecuencia + Conocimiento 1. Toma conciencia de la situación actual… ¡necesito cambiarla! 2. Elige y formula de forma concreta un hábito a adquirir, uno solo… 3. Deja las excusas a un lado, estudia tus “malos” hábitos que van a competir con el nuevo hábito. 4. Marca pautas de repetición. ¡Crea rutinas, rituales o liturgias! 5. Elige y formula de forma concreta un hábito a adquirir, uno solo… 6. Apóyate en otras personas, comparte tu intención con tu círculo íntimo. 7. Busca el entorno más adecuado para llevar a cabo las primeras acciones, póntelo fácil. 8. Registra tus acciones y contrasta tus avances y dificultades con tu círculo íntimo. 9. Este modelo funciona, y las endorfinas también… ¡Prémiate! 10. Y no te olvides de insistir, insistir, insistir… y repetir, repetir, repetir… en 21 días habrás creado un nuevo hábito. Todos tenemos áreas más fuertes que otras. Hay personas que pueden mantenerse en su peso pero quizá nunca pueden controlar una rabieta. Quizá los estudios no son difíciles para hacer, pero sí ordenar los espacios de usos. El camino del ser humano es mejorar paso a paso. Comprenderse como hemos visto en estas columnas es crucial para avanzar más firmemente. Deseo que este día, mañana, después de mañana y así sucesivamente este constituido de metas, pero acompañadas de la satisfacción de ir caminando hacia ellas. La vida es un camino, no un destino. ¿Qué estás haciendo hoy para seguir caminando en pos de ellas.
  • 38. 38 Tu vida es el resultado de tus hábitos Uno de los autores incluidos dentro del libro Aprendiendo de los mejores (Alienta, 2013) es Jack Canfield (@jackcanfield) que además de participar en la exitosa película-documental de El Secreto, es autor del libro Los principios del éxito y co-autor de El poder de mantenerse enfocado, y que aparece una de sus intervenciones en el post 10 vídeos para aprender de los mejores. Una de las diez reflexiones de Jack Canfield incorporadas al libro dice lo siguiente: «Defendemos nuestros malos hábitos como beber o fumar con lógica indefendible e ignoramos los consejos útiles, dejamos de aprender nuevas habilidades, desperdiciamos el tiempo en los aspectos triviales de la vida, nos entretenemos en conversaciones inútiles, comemos alimentos poco saludables, no practicamos ningún ejercicio, gastamos más dinero del que ganamos, no invertimos en nuestro futuro, evitamos conflictos necesarios, nos abstenemos de decir la verdad, no pedimos lo que queremos, y luego nos preguntamos por qué nuestras vidas no funcionan». ¿Qué significa esta frase? Qué todo es un resultado: – Tu salud es un resultado... el resultado de cómo cuidas tu cuerpo: nutrición, sueño, ejercicio. – Tu dinero es un resultado... el resultado de cómo manejas tus finanzas personales. – Tus relaciones son un resultado... el resultado de lo bien o lo mal que las mimas. – Tu vida profesional es un resultado... el resultado de tu desarrollo personal. En definitiva, que nada sucede por casualidad y que vivimos en un mundo de causas y efectos: Si haces unas cosas consigues ciertas cosas y si haces otras cosas consigues otras cosas. La gente con mentalidad ganadora habla siempre de causas-
  • 39. 39 efectos; la gente con mentalidad perdedora recurre a la buena (mala) suerte. Si tu vida no marcha como te gustaría en alguna parcela –salud, dinero, relaciones...– probablemente es porque hay algo que no estás haciendo bien y tienes que cambiar ciertos hábitos. Los resultados no mienten. Todo resultado responde a una causa; y la cuestión es saber cuál es esa causa – tomar Conciencia– porque entonces se puede iniciar un proceso de cambio. Los procesos de aprendizaje y cambio funcionan de la siguiente manera según 4 pasos: 1. INCONSCIENTEMENTE INCOMPETENTE (II): No sé qué no sé. Dice Louise Hay (@louisehay) que «la conciencia es el único camino hacia la sanación y la curación». Es muy difícil que cualquier cambio tenga lugar desde la no– Conciencia. La Conciencia es aquel estado que permite saber por qué ocurren las cosas. Es un estadio superior que permite entender el juego de por qué las cosas son como son. Tomar Conciencia no es otra cosa que despertar a la vida, comprender su profundo significado. Por eso, a mayor Conciencia, mejores decisiones, mejores comportamientos, mejor todo. La Conciencia nos dice que merece y qué no merece la pena. La Conciencia nos libera; su ausencia nos esclaviza, porque somos Inconscientemente Incompetentes: no sabemos que no sabemos. 2. CONSCIENTEMENTE INCOMPETENTE (CI): Sé que no sé. Una vez que despiertas, que abres los ojos, ya eres Conscientemente Incompetente: Sabes que no sabes. Y a partir de ahí, se puede iniciar el aprendizaje y la formación. Y a la hora de formarse es importante la Teoría, porque acelera enormemente la Práctica, pero también hay que saltar al ruedo.No se puede aprender a montar en bicicleta leyendo un libro. La teoría incremento enormemente la Práctica. Igual pasa con todo. 3. CONSCIENTEMENTE COMPETENTE (CC): Sé que sé. A medida que la Formación es mayor uno se va volviendo Conscientemente Competente: Sabe que sabe. Cuanto más estudias, cuanto más experimentas, cuanto más lees, cuanto más contrastas, más claras se van teniendo las ideas y más seguridad en uno mismo. Uno empieza a tomar perspectiva y ver las cosas con más claridad. 4. INCONSCIENTEMENTE COMPETENTE (IC): Soy lo que sé. Es la última y pata más importante: la interiorización, que aquello que deseamos pasa a formar parte de uno, se convierte en hábito; es decir en Inconscientemente Competente: Soy lo que sé. Un hábito no es otra cosa que un comportamiento interiorizado que hacemos con naturalidad. ¿Y cómo se construye un Hábito? Por repetición. ¿Y qué hay que hacer para repetir la misma cosa una y otra vez? Disciplina. Los procesos de desarrollo personal funcionan de la siguiente manera: 1. Éxito = Hábitos. 2. Hábitos = Repetición. 3. Repetición = Disciplina. La motivación te anima a ponerte en marcha, pero son los hábitos esculpidos gracias a la disciplina del día a día los que nos permiten llegar donde queremos. Por tanto, la Disciplina es la parte más importante de la ecuación del éxito, porque Disciplina no es otra cosa que hacer lo que se tiene que hacer aunque no apetezca. Jim Rohn siempre decía: «La gente no consigue resultados porque prefiere hacer lo cómodo a lo necesario»; algo parecido a lo que afirmaba Víctor Hugo: «A nadie le faltan fuerzas, lo
  • 40. 40 que a mucha gente le falta es voluntad». Tu vida no cambia por lo que escuches en una charla inspiradora, sino por lo que hagas día tras día con lo que escuches en la charla inspiradora. La inspiración enciende la mecha del cambio; los hábitos convierten la inspiración en resultados a través de la Disciplina. La Disciplina es un concepto asociado al medio y al largo plazo. No se trata de ir a clases de chino (o de cocina o al gimnasio), las tres primeras semanas, sino de ser constantes a lo largo del tiempo y no desistir tras las primeras semanas de euforia y ganas de comerse el mundo. En Aprendiendo de los mejores, el experto Brian Tracy (@briantracy) dice: «Todo el mundo hace cosas que hace la gente de éxito, la diferencia es que la gente de éxito hace esas cosas todo el tiempo». Aprendizaje y memoria implícita y no declarativa La neuroplasticidad y neurogénesis. Hoy en día los neurólogos afirman que el cerebro cambia en respuesta a cada experiencia, el pensamiento, y cada cosa nueva que aprendemos. Esta capacidad, llamada plasticidad, permite que el cerebro pueda formarse de nuevo, remodelarse, y reorganizarse bien, en nuestra vida adulta. Había una creencia largamente sostenida de que el número de neuronas con las que nacemos se habían fijado para toda nuestra vida, y que las células nerviosas, una vez que se dañan, nunca podrían ser reemplazadas. Estudios recientes, sin embargo, sugieren que el cerebro normal y saludable puede reparar las células dañadas del cerebro e incluso generar otras nuevos. Este proceso se llama neurogénesis. Hasta hace poco, la literatura científica nos ha llevado a creer que estábamos condenados por la genética. Deberíamos habernos resignado al pensamiento proverbial que un perro viejo no aprende trucos nuevos. Varias investigaciones han demostrado que los retos pueden ser superados, que podemos cambiarnos a nosotros mismos, si nuestra voluntad y determinación son mayores que nuestras circunstancias. Que podemos romper viejos hábitos y características mediante la liberación de las memorias codificadas de experiencias pasadas que pueden ser datadas y que ya no se aplican a nuestras condiciones actuales.
  • 41. 41 El concepto de aprendizaje de Hebb. A nivel neurológico cada pensamiento desencadena impulsos eléctricos en el cerebro y envía corrientes eléctricas a diferentes áreas del cerebro. Esto hace que las células nerviosas (neuronas) se enlacen, se formen redes neuronales (grupos de neuronas), y se comuniquen. Y si estos circuitos cerebrales se conectan de forma repetida, las conexiones entre ellos se hacen más fuertes y más enriquecedoras, aumentando el entramado dendrítico. En neurociencia este concepto se denomina aprendizaje de Hebb: Las neuronas que se disparan juntas, se conectan entre sí.
  • 42. 42 Diversas investigaciones han demostrado que incluso ensayando mentalmente en solitario, es decir, sin realizar físicamente la tarea, se produce un impacto significativo en el desarrollo de las redes neuronales en el cerebro. Como resultado, con el esfuerzo mental adecuado, podemos cambiar y hacer crecer al cerebro con sólo pensar. La razón es que el cerebro no sabe la diferencia entre el esfuerzo mental o físico. Memoria implícita (no declarativa o procedimental) Iván Pavlov descubrió tres tipos de memoria trabajando con perros: la habituación, la sensibilización y el condicionamiento clásico. Por ello recibió el Premio Nobel en 1904. Eric Kadel descubrió los mecanismos celulares, moleculares y genéticos de esas tres formas de memoria trabajando con una babosa marina llamada Aplysia. Por ello recibió el Premio Nobel en 2000.  Habituación. Cuando un estímulo trivial se presenta repetidamente la respuesta al estímulo se reduce o desaparece. El animal aprende que el estímulo es irrelevante.  Sensibilización. Cuando un estímulo nocivo se presenta, muchas respuestas no relacionadas con el estímulo se acentúan. Cuando el animal recibe un susto o un golpe, se prepara para la huida y reacciona excesivamente a cualquier otro estímulo.  Condicionamiento clásico. Cuando un estímulo inocuo (neutro) se presenta aparejado con un estímulo nocivo o beneficioso (estímulo no condicionado) el animal aprende a asociar los dos de modo que el estímulo neutro pasa a ser estímulo condicionado y anticipa la llegada del estímulo no condicionado. La memoria implícita se encuentra ubicada en los circuitos perceptivos, motores y emocionales.
  • 43. 43
  • 44. 44 La mente - cerebro en acción. El cerebro en acción se llama mente, provocada por la conciencia, que es la esencia de la vida invisible que anima al cerebro. La conciencia puede ser definida como el espectro del auto, tanto consciente como subconsciente, usando el cerebro para capturar los pensamientos, y luego colaborativamente ellos para crear la mente. Nuestra conciencia se basa en el neocorteza, la sede de nuestro libre albedrío. Este es el centro de pensamiento consciente del cerebro, donde todo lo que un individuo aprende y las experiencias se registran, y donde la información se procesa. Nosotros tenemos la capacidad de ser conscientes de nosotros mismos, de nuestras acciones, pensamientos, comportamientos, sentimientos, su entorno y su mente, y para expresar pensamientos e ideas. El desafío neurológico para cambiar. Cambiar y evolucionar no es un proceso cómodo. Neurológicamente hay una respuesta sólida para ello. Decidimos permanecer en las mismas circunstancias, porque nos hemos convertido en adictos a los estados emocionales resultantes y a los químicos que despiertan ese estado del ser. Elegimos vivir atrapados en una mentalidad y una actitud determinadas, en parte por la genética y en parte porque nuestro cerebro (por los repetidos pensamientos y reacciones) limita nuestra visión de lo que es posible. Por ahora sabemos que podemos cambiar (y por lo tanto, evolucionar) a nosotros mismos y a nuestro cerebro, por lo que ya no caer en las reacciones repetitivas, habituales, y a menudo insalubres que se producen como resultado de nuestra herencia genética y nuestras experiencias pasadas, puede ser un acto voluntario y podemos realizar un acto